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En cada persona se encuentra el Espíritu de Dios, la fuente de fuerza de la luz y de la salvación. A Dios en nosotros Le es posible todo, siempre que nosotros nos abramos a la fuente de la fuerza, DIOS.
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En cada hombre se encuentra el Es-píritu de Dios, la fuente de fuerza de la luzy de la salvación. A Dios en nosotros Le esposible todo, siempre que nosotros nosabramos a la fuente de la fuerza, DIOS.
DIOS es amor incambiable, fuerza, ar-monía y sanación: No importa cómo esténlas cosas en este mundo y cómo nos com-portemos nosotros los hombres ante elcampo de fuerza DIOS – Dios es eterna-mente el mismo. En base a nuestro librealbedrío, cada uno de nosotros determinasi incrementa o disminuye en sí la eternafuerza de vida y sanación y deja que seaactiva, o si él se aparta de DIOS.
Cuanto más a menudo nos abramospara el fluir del gran amor, de la fuerza deDios, tanto más se reducirán la debilida-des, los sufrimientos, las enfermedades.
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El que sólo se ocupa de sí mismo, desus miedos, sus preocupaciones, penas,enfermedades y cosas similares, pocas ve-ces se hará consciente de cuán grande esla fuerza que se encuentra en él, una fuerzaque le dice a cada momento a través de laconsciencia: cambia y reconoce que tú eresun habitante del Reino de Dios, que deberíavivir las leyes de la sanación, para así serfeliz y sano o para sanar.
El pensar positivamente es un pensarconsciente en Dios de acuerdo con los DiezMandamientos de Dios y el Sermón de laMontaña de Jesús. De ello resulta la activa-ción de la fe y una vida dinámica en la fe,que es la orientación a la gran y poderosafuente de fuerza, DIOS, en nosotros.
Nosotros los seres humanos somosresponsables de nuestro comportamiento,pues somos hijos libres de un Padre eter-no.
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La fuente eterna de salvación, Dios,es amor y armonía infinitos. La fuerza desalvación del amor y la armonía sólo po-demos hacer que fluya cuando cambiamosnuestros contenidos de vida, nuestro mun-do personal, que está compuesto de nues-tras formas de comportamiento, esto es,dándoles una orientación positiva y esta-bleciendo y manteniendo la paz con nues-tro prójimo.
Lo bueno es Dios, y Dios es la vida,el campo de fuerza que puede restablecerel orden en nuestro cuerpo, de forma quelas ondas de sanación, las fuerzas de vidainunden al alma y consigan sanar al cuer-po.
Nos deberíamos hacer conscientesde que lo negativo nos pone enfermos yque lo positivo sana.
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La salud es algo que Dios quiere. Laenfermedad es el resultado de una formaerrónea de pensar y de comportarse. Porlo tanto, la enfermedad es la interrupciónde la comunicación entre el campo de ener-gía divino en el alma y en cada célula delhombre.
Cada actitud negativa debilita. Para-liza de forma progresiva nuestras funcionescorporales y con el tiempo hace que enfer-memos. Un pensar positivo y lleno de luzdespierta fuerzas y contribuye a que per-manezcamos sanos o nos volvamos sanos.
No existe ninguna enfermedad queno provenga del alma. Lo que viene del ex-terior a la larga no puede arraigarse si nose encuentra en el alma algo correspon-diente que lo active, y que entonces se arrai-ga en el cuerpo en forma de malestar, sufri-miento, enfermedad y muchas cosas más.
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La superación de estos obstáculos tie-ne lugar únicamente cuando nos hacemosconscientes de la enseñanza de Jesús, quedice: Reconoce tus comportamientos erró-neos, arrepiéntete de ellos y purifícalos, yno hagas más cosas similares o parecidas.Jesús expresó también la disolución de lasculpa de otra forma, cuando dijo: Tu fe teha ayudado; ve y a partir de ahora no pe-ques más. Con ello Él se refería a la fe acti-va: deberíamos colaborar en este procesoreconociendo nuestros comportamientoserróneos, arrepintiéndonos de ellos y no ha-ciéndolos más. Pues no han sido ni son otroslos que nos han transmitido una culpa, sinoque lo somos nosotros mismos. Y dependede nuestra propia decisión el que nos sepa-remos de nuevo de esas cargas.
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Jesús nos enseñó el amor a los ene-migos: Ama a tus enemigos; haz el bien alos que te odian. El que ha captado en pro-fundidad esta frase de Jesús, comprenderátambién por qué este mundo está así comoestá; comprenderá que la enfermedad, elsufrimiento, las plagas, catástrofes ambien-tales, guerras y muchas cosas más, no pue-den venir de Dios, ni tampoco son cosasarbitrarias, sino que provienen únicamen-te de los hombres. Una sanación completasólo puede tener lugar cuando nos hace-mos conscientes de nuestros comporta-mientos erróneos, –también de nuestraparte de culpa en los acontecimientos mun-diales– y empezamos de nuevo a establecerla paz con nuestros semejantes, tambiéncon el torturado mundo animal, con el reinovegetal y mineral, de forma que reconoce-mos nuestras actitudes en contra de ellos,nos arrepentimos de ellas, las purificamoscon la ayuda del Cristo de Dios y no lasvolvemos a cometer más.
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Jesús, el Cristo, nos ha mandado alos cristianos que superemos con Su fuerzalas discrepancias anímicas, las desarmo-nías, los comportamientos erróneos, tam-bién denominados pecados. Cuando ya nocometemos cosas similares o parecidas, lasdiscrepancias en el alma y en el cuerpo setransforman en armonía. La armonía en elalma y en el cuerpo puede hacer que lossufrimientos y las enfermedades se reduz-can o desaparezcan completamente.
Lo que el hombre siembre, eso cose-chará. Como consecuencia sólo podemoscosechar aquello que nosotros hemos sem-brado, y no aquello que otros han sem-brado y siguen sembrando, así como otrosno pueden cosechar aquello que nosotroshemos sembrado o seguimos sembrando.
Por esta razón ... cada momento: aquelloque nos toca, somos nosotros mismos.Pues lo que viene y nos viene, lo hemosinvitado nosotros mismos a través del princi-pio «emitir y recibir» o «igual atrae a igual».
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El amar a nuestro prójimo como a no-sotros mismos significa no desearle nadamalo; no poner ante él ninguna expecta-tiva; no exigir de él nada que nosotros mis-mos podamos hacer; no menosvalorarlo;no envidiarle nada; no odiarlo; no estar enenemistad con él; no aprovecharse de él;no enfrentarse belicosamente ni dar falsotestimonio contra él.
La correcta creencia en Dios es siem-pre la fe activa, el cumplimiento paso a pa-so de los Diez Mandamientos y del Ser-món de la Montaña. La fe pasiva, a la queno le siguen actos legítimos, es decir divi-nos, es al mismo tiempo una fe muerta queno nos despierta a la vida, pues vida esacción, también la vida en el Espíritu deDios.
Dios quiere irradiar amor y fuerza através nuestro a nuestros semejantes. Elque desee ver cumplidas sus oraciones,debería también vivir de acuerdo con lo queexpresa en ellas.
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Nosotros los hombres tenemos lacostumbre de subestimar a otros... Sin em-bargo, el que desvalora a otros, se ponepor encima de sus semejantes, y con ellopor encima de Dios, puesto que Dios nodesvalora ni juzga a sus hijos humanos.También con el echar la culpa a otros que-remos demostrar en última instancia quesomos mejores, eventualmente incluso in-maculados. El que se ha creado una aureolade comportamiento de este tipo está luegoobligado a mantenerla a través de laautoconfirmación. De ello resultaninsatisfacción, desarmonía, estrés de tenerque rendir siempre y la presión de tenerconstantemente que representar un papel,esto es, tener que presentarse ante otros ydemostrar algo. La consecuencia de ello esque su sistema nervioso está constante-mente bajo alta tensión.
No existen las casualidades, tam-poco en aquello con lo que o con quienestengamos que ver en esta vida terrenal.
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No son nuestros semejantes los quetienen la culpa de nuestro sufrimiento, sinoque somos nosotros mismos los culpables,pues... enfermedades, necesidades, golpesdel destino y cosas similares no vienen deDios ni tampoco de «otros», sino que vienende nosotros mismos, pues nosotros mismoshemos grabado lo que nos lleva a ello. Noshemos alejado del océano de la vida y noshemos dirigido a tierra firme, seca.
Para conseguir la luz de la sanaciónen el alma y el volverse sano del cuerpo, senos ha recomendado no cometer más lasactitudes erróneas que hemos reconocido,los pecados... Éste es el camino en el quetodos los componentes celulares y las fun-ciones del organismo pueden recibir las co-rrientes de la sanación, que ponen enacción de forma reforzada las fuerzasautocurativas del cuerpo, para poder rea-lizar así la sanación completa, la purifica-ción del alma y la sanación del cuerpo.
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Al espíritu de Dios todo le es posible,si nosotros solamente queremos. Los medi-camentos pueden ayudar a quitar obstá-culos del camino, a aliviar dolores, de for-ma que a las fuerzas vitales, al espíritu deDios, les sea más fácil trabajar en el almay en el cuerpo. El verdadero proceso de sa-nación es la sanación completa a través delEspíritu eterno.
Tengamos presente que la luz de Dioses más fuerte que las tinieblas. Lo buenosiempre vencerá a lo malo, a lo humanoinferior. Depende de nosotros el que le de-mos la posibilidad a lo bueno, orientán-donos hacia la luz, Dios en Cristo, nuestroRedentor, el único bueno.
De forma similar, así como un comporta-miento contrario a la ley divina causa elefecto correspondiente, lo positivo actúa to-davía de forma más fuerte. Resplandece enel alma e irradia al cuerpo a través del alma.
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Si nos hemos investigado y hemos re-conocido lo que desde el subconsciente lla-maba a la puerta del consciente y nos incitóa un ritmo corporal intranquilo, si hemossuperado esas causas, se producirá el pro-gresivo renovamiento desde el interior. Estosignifica que no tendremos que padecer osobrellevar más de una enfermedad o sufri-miento.
Está escrito que al que da un paso sin-cero hacia Cristo, un paso de corazón,Cristo da varios pasos hacia él. Ya sea enpensamientos, palabras o actuaciónes –todo, lo que es verdaderamente positivo,es consciente de Dios; corresponde en suscontenidos a los Diez Mandamientos y alSermón de la Montaña de Jesús. Si nosbasamos en Dios, confiando en Él, y afir-mamos cada vez más lo bueno, como porejemplo, la salud, la paz, la unidad y la for-taleza, pondremos así nuestra forma decomportarnos en consonancia con la vo-luntad de Dios.
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El que observa más de cerca la palabra«incurable», es decir, sintiendo lo que real-mente expresa, seguramente sentirá queesta palabra limita la esperanza. Si se eli-mina la esperanza, no puede haber ningúndesarrollo. El que se ata a la palabra «incu-rable» verá desvanecerse en él la esperanza,la fe y la confianza; en pensamientos diri-girá cada vez más su atención a su cuadroclínico y a la desesperación, con lo que elmiedo aumentará, creando con ello la posi-bilidad de que la enfermedad progrese. Coneste y con otros comportamientos similaresmás de uno se ha imaginado ya una muerteprematura.
Con miedo y desesperación una personadisminuye sus energías anímicas y corpo-rales. Por el contrario, confianza y espe-ranza producen un despertar de las fuer-zas de la vida.
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Aquel que en la consciencia de lafiliación de Dios se propone diariamente lapurificación del templo, la purificación desu alma y de su organismo, refinará sucarácter, ya que su modo de pensar y com-portarse está en consonancia con la vo-luntad de Dios. Éste es el camino hacia lasanación completa y hacia el ser feliz.
Si lo desea, afirme diariamente su fi-liación divina: el que usted es un hijo delPadre eterno y que Él siempre está presentepara usted con todo Su amor y la fuerza dela sanación. No sólo lo diga o lo piense,sino que intente hacer esto realidad, cam-biando su actitud demasiado humana paraasí también aprender a comprender mejora sus semejantes, que en el Espíritu de suy nuestro Padre eterno, son nuestros her-manos y hermanas. Deje de aniquilar a suhermano, a su hermana en pensamientos,con palabras o quizás con formas de actuar.
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No siempre es fácil transformar loque se ha alimentado durante muchosaños, los miedos, las dudas, las preocupa-ciones, en una entrega llena de confianzaconsciente y plena de fe al Espíritu de lavida, a la fuerza sanadora que vive en noso-tros. Para poder salir de este círculo de lanegación de lo bueno, de la fuerza ayuda-dora y sanadora, es de gran ayuda el rezarcon frecuencia durante el día a Cristo ennosotros, y al mismo tiempo rezar dirigién-donos al interior de nuestra alma y de nues-tro cuerpo, pues nuestro cuerpo es la igle-sia, el templo de Dios, ya que Dios, la viday la sanación, vive en nosotros. Si cumpli-mos paso a paso en la vida diaria nuestraspropias oraciones, haciendo lo que reza-mos, purificaremos nuestra iglesia, el tem-plo de Dios, y reconstituiremos de esta for-ma el orden en nosotros mismos. El que sepropone la purificación del templo con laayuda del Cristo de Dios, alcanza fortalezade fe, confianza y cercanía de Dios. Estaconsciencia es al mismo tiempo la segu-ridad interna.
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La inversión del mandamiento delSermón de la Montaña de Jesús, lo queesperas que te hagan a ti, hazlo tú primeroa los demás, se podría decir con las pala-bras siguientes: No hagas a los demás loque no quieras que te hagan a ti.... Si lacristiandad hubiera pensado y actuado deesta forma, en el sentido del amor a Dios yal prójimo, tal como Jesús nos enseñó, en-tonces habría ununununun solo pueblo de la libertady de la paz y del bienestar para todos.
Extractos del libro escrito por Gabriele:
LLLLLa sanación a tra sanación a tra sanación a tra sanación a tra sanación a traaaaavés de la fevés de la fevés de la fevés de la fevés de la fe.....La sanación completaLa sanación completaLa sanación completaLa sanación completaLa sanación completa167 págs. - nº de pedido S330es
www.editorial-la-palabra.com