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Bailando con una muerta La historia que van a escuchar ocurrió realmente,y la gran mayoría de las personas que viven en Concepción y sus alrededores la conocen: Dicen que una noche, un joven de clase media fue a la discoteca "Las Rocas" de Playa Blanca, que queda entre Coronel y Lota. Ahí conoció a una atractiva joven que estaba sola en el lugar. Élla sacó a bailar, tomaron algunos tragos e inmediatamente se sintieron atraídos. Al amanecer, fueron a dar un paseo romántico por la playa y ella, que estaba desabrigada, sintió mucho frío. El joven, galantemente, le prestó su chaqueta para que se abrigara. A esas alturas ya habían empezado un romance. Casi se hacía de día cuando él la acompañó hasta su casa. Al despedirse, quedaron de verse esa misma tarde para salir a pasear y para que ella le devolviera su chaqueta. Dicen que esa tarde el joven llegó a la puerta de la casa donde, tan solo unas horas antes, había dejado a la muchacha. Cuando tocó la puerta, le abrió una mujer mayor; él pensó que debería ser su abuela. Saludó caballerosamente y le preguntó por su nieta. La mujer le dijo que en esa casa no vivía ninguna joven y que, de hecho, ella era la única habitante del lugar. Él insistió en que la había visto entrar ahí esa misma mañana y empezó a describirla. Poco a poco, la mujer empezó a palidecer y, con cara de terror, le mostró al joven la foto de una muchacha. Él reconoció inmediatamente a la joven con quien había estado toda la noche y la mujer, horrorizada, le dijo que se trataba de su hija, pero que ella había muerto hacía años en un accidente. El joven, pensando que la mujer estaba loca y que quería atemorizarlo, insistió en entrar a ver a la muchacha. Entonces, la señora le pidió que la acompañara al cementerio para mostrarle la tumba. Él accedió y cuál no sería el espanto de ambos cuando encontraron, sobre la lápida de la tumba, la chaqueta que él le había prestado.

Bailando Con Una Muerta

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Bailando con una muerta La historia que van a escuchar ocurri realmente,y la gran mayora de las personas que viven en Concepcin y sus alrededores la conocen:

Dicen que una noche, un joven de clase media fue a la discoteca "Las Rocas" de Playa Blanca, que queda entre Coronel y Lota. Ah conoci a una atractiva joven que estaba sola en el lugar.

lla sac a bailar, tomaron algunos tragos e inmediatamente se sintieron atrados. Al amanecer, fueron a dar un paseo romntico por la playa y ella, que estaba desabrigada, sinti mucho fro. El joven, galantemente, le prest su chaqueta para que se abrigara. A esas alturas ya haban empezado un romance.

Casi se haca de da cuando l la acompa hasta su casa. Al despedirse, quedaron de verse esa misma tarde para salir a pasear y para que ella le devolviera su chaqueta.

Dicen que esa tarde el joven lleg a la puerta de la casa donde, tan solo unas horas antes, haba dejado a la muchacha. Cuando toc la puerta, le abri una mujer mayor; l pens que debera ser su abuela. Salud caballerosamente y le pregunt por su nieta. La mujer le dijo que en esa casa no viva ninguna joven y que, de hecho, ella era la nica habitante del lugar.

l insisti en que la haba visto entrar ah esa misma maana y empez a describirla. Poco a poco, la mujer empez a palidecer y, con cara de terror, le mostr al joven la foto de una muchacha.

l reconoci inmediatamente a la joven con quien haba estado toda la noche y la mujer, horrorizada, le dijo que se trataba de su hija, pero que ella haba muerto haca aos en un accidente.

El joven, pensando que la mujer estaba loca y que quera atemorizarlo, insisti en entrar a ver a la muchacha. Entonces, la seora le pidi que la acompaara

al cementerio para mostrarle la tumba. l accedi y cul no sera el espanto de ambos cuando encontraron, sobre la lpida de la tumba, la chaqueta que l le haba prestado.

Incendiada esta maana La misteriosa historia de la "casa embrujada" de uoa Fue construida en 1915 y durante muchos aos intent ser vendida sin xito, hasta que el pasado 27 de julio fue rematada en $300 millones. Durante aos no pudo ser vendida por las supuestas historias paranormales que se le atribuan.

SANTIAGO, agosto 02.- La mtica "casa embrujada" de uoa, ubicada en la esquina de las calles avenida Grecia, San Eugenio y Matta Oriente era reconocida por su imponente estilo arquitectnico y tambin como referente de mitos urbanos relacionados con la presencia de espritus y fantasmas en el lugar. Testimonios de personas que aseguraban haber visto siluetas misteriosas, escuchado crujidos y ruidos alimentaron estas versiones durante aos. Adems, su aspecto lgubre y mal cuidado, los vidrios rotos en las ventanas y el tono gris de las paredes ayudaban a acentuar el recelo por la edificacin. La familia propietaria Sin embargo, el origen de la vivienda no tiene nada de paranormal. Fue construida en 1915 por la familia Surez Mujica sobre un terreno de mil 600 metros cuadrados con el objetivo de que fuera el hogar de los patrones del gran fundo que era entonces uoa. Para la poca fue considerada un verdadero lujo, ya que contaba con ms de 30 habitaciones, 5 cocinas y7 baos. Hasta hace poco ms de una dcada vivi all doa Elvira Surez de Mujica, nieta del primer propietario de la mansin. La mujer falleci y la propiedad pas a manos de sus siete hijos, quienes prefirieron no residir en ella y dejarla a cargo de la corredora Charles & Aubry.

La casona estuvo a la venta durante aos sin concretar el negocio. Odette Aubry,

duea de la empresa de propiedades fue contactada hoy por terra.cl,pero seal que esta maana tras ocurrir el siniestro los nuevos dueos de la casa la telefonearon para pedirle que no hiciera comentarios respecto a la propiedad. Los dueos me llamaron y me pidieron que no hablara, porque ya estn cansados de or todo lo que se dice, manifest en alusin a las historias paranormales que se atribuyen a la imponente vivienda. En varias ocasiones la casona estuvo a punto de ser vendida, pero cuando quera concretarse el traspaso, los nuevos dueos se arrepentan debido a los comentarios que caan sobre la mansin. Por su parte, la corredora de propiedades argument que su elevado precio era el impedimento principal de los eventuales compradores. A principios de este ao, la empresa de remates Macal se hizo cargo de la vivienda por peticin de la familia Surez Mujica, quien desde hace tiempo no utilizaba la vivienda con fines habitacional es y quera darle un mejor uso para que no permaneciera deshabitada ya merced de los indigentes que por las noches entraban a la propiedad para dormir bajo techo. La Rubia de Kennedy

Un rumor eriz los pelos y provoc escalofros en los habitantes de Santiago de Chile en 1979, y pronto lleg a las pginas de los peridicos nacionales: se aseguraba que una joven y atractiva mujer rubia, vestida con un largo abrigo de piel blanco, haca dedo a los automovilistas por las noches en Avenida Kennedy, en la comuna de Vitacura. Por lo general, se acercaba a los vehculos ocupados por matrimonios y les peda que la llevaran a un supermercado cercano. Cuando accedan, se suba al asiento posterior. Una vez en el interior y cuando los conductores comenzaban a acelerar, les deca con una suave voz: Por favor, no corra! Ms despacio, ms despacio! Luego se desvaneca sin dejar rastro y sin que se hubiera detenido el auto ni abierto sus puertas. Muchos aseguraron haberla visto.

Otros juraron que la haban llevado. Incluso algunos dejaron constancia del hecho en la Comisara de las Tranqueras y dos taxistas Miguel Castaer y Carlos Sanhueza concedieron entrevistas en las que revelaban los detalles de su encuentro sobrenatural. La explicacin al fenmeno tambin se expandi como rumor: un ao antes, una mujer, al volver de una comida con su novio, habra muerto en un accidente automovilstico en las esquinas de Avenida Kennedy y Jernimo de Alderete. El diario La Segunda afirm entonces que un familiar de ella se haba comunicado con el diario para ratificarla veracidad de los hechos. Se dieron datos ms precisos: era una mujer llamada Marta Infante, que trabajaba en la Corporacin de la Maderay que muri el 8 de agosto de 1978.

Grafiti

A Antoni Tpies

(...)

Tu propio juego haba empezado por aburrimiento, no era en verdad una protesta contra el estado de cosas en la ciudad, el toque de queda, la prohibicin amenazante de pegar carteles o escribir en los muros. Simplemente te diverta hacer dibujos con tizas de colores (no te gustaba el trmino grafiti, tan de crtico de arte) y de cuando en cuando venir a verlos y hasta con un poco de suerte asistir a la llegada del camin municipal y a los insultos intiles de los empleados mientras borraban los dibujos. Poco les importaba que no fueran dibujos polticos, la prohibicin abarcaba cualquier cosa, y si algn nio se hubiera atrevido a dibujar una casa o un perro, lo mismo lo hubieran borrado entre palabrotas y amenazas. En la ciudad ya no se saba demasiado de que lado estaba verdaderamente el miedo;quizs por eso te diverta dominar el tuyo y cada tanto elegir el lugar y la hora propicios para hacer un dibujo,

Nunca habas corrido peligro porque sabas elegir bien, y en el tiempo que transcurra hasta que llegaban los camiones de limpieza se abra para vos algo como un espacio ms limpio donde casi caba la esperanza. Mirando desde lejos tu dibujo podas ver a la gente que le echaba una ojeada al pasar, nadie se detena por supuesto pero nadie dejaba de mirar el dibujo, a veces una rpida composicin abstracta en dos colores, un perfil de pjaro o dos figuras enlazadas.

Una sola vez escribiste una frase, con tiza negra: A m tambin me duele. No dur dos horas, y esta vez la polica en persona la hizo desaparecer. Despus solamente seguiste haciendo dibujos.

Cuando el otro apareci al lado del tuyo casi tuviste miedo,de golpe el peligros e volva doble, alguien se animaba como vos a divertirse al borde de la crcel o algo peor, y ese alguien como si fuera poco era una mujer. Vos mismo no podas probrtelo, haba algo diferente y mejor que las pruebas ms rotundas: un trazo, una predileccin por las tizas clidas, un aura. A lo mejor como andabas solo te imaginaste por compensacin; la admiraste, tuviste miedo por ella, esperaste que fuera la nica vez,casi te delataste cuando ella volvi a dibujar al lado de otro dibujo tuyo, unas ganas de rer, de quedarte ah delante como si los policas fueran ciegos o idiotas.

Empez un tiempo diferente, ms sigiloso, ms bello y amenazante a la vez. Descuidando tu empleo salas en cualquier momento con la esperanza de sorprenderla, elegiste para tus dibujos esas calles que podas recorrer de un solo rpido itinerario; volviste a lalba, al anochecer, a las tres de la maana. Fue un tiempo de contradiccin insoportable, la decepcin de encontrar un nuevo dibujo de ella junto a alguno de los tuyos y la calle vaca, y la de no encontrar nada y sentir la calle an ms vaca. Una noche viste su primer dibujo solo; lo haba hecho con tizas rojas y azules en una puerta de garaje, aprovechando la textura de las maderas carcomidas y las cabezas de los clavos. Era ms que nunca ella, el trazo, los colores,

pero adems sentiste que ese dibujo vala como un pedido o una interrogacin, una manera de llamarte. Volviste al alba, despus que las patrullas relegaron en su sordo drenaje, y en el resto de la puerta dibujaste un rpido paisaje con velas y tajamares; de no mirarlo bien se hubiera dicho un juego de lneas al azar, pero ella sabra mirarlo. Esa noche escapaste por poco de una pareja de policas, en tu departamento bebiste ginebra tras ginebra y le hablaste, le dijiste todo lo que te vena a la boca como otro dibujo sonoro, otro puerto con velas, la imaginaste morena y silenciosa, le elegiste labios y senos, la quisiste un poco.

Casi en seguida se teocurrique ella buscara una respuesta, que volvera a su dibujocomovos volvas ahora a los tuyos, y aunque el peligro era cada vez mayor despus de los atentadosen el mercado te atreviste a acercarte al garaje, a rondar la manzana, a tomar interminables cervezas en el caf de la esquina. Era absurdo porque ella no se detendra despus de ver tu dibujo, cualquiera de las muchas mujeres que iban y venan poda ser ella. Al amanecer

del segundo da elegiste un paredn gris y dibujaste un tringulo blanco rodeado de manchas como hojas de roble; desde el mismo caf de la esquina podas ver el paredn (ya haban limpiado la puerta del garaje y una patrulla volva y volva rabiosa), al anochecer te alejaste un poco pero eligiendo diferentes puntos de mira, desplazndote de un sitio a otro, comprando mnimas cosas en las tiendas para no llamar demasiado la atencin. Ya era noche cerrada cuando oste la sirena y los proyectores te barrieron los ojos. Haba un confuso amontonamiento junto al paredn, corriste contra toda sensatez y solo te ayud

el azar de un auto dando vuelta a la esquina y frenando al ver el carro celular, su bulto te protegi y viste la lucha, un pelo negro tironeado por manos enguantadas, los puntapis y los alaridos, la visin entre cortada de unos pantalones azules antes de que la tiraran en el carro y se la llevaran.

Mucho despus (era horrible temblar as, era horrible pensar que eso pasaba por culpa de tu dibujo en el paredn gris) te mezclaste con otras gentes y alcanzaste a ver un esbozo en azul, los trazos de ese naranja que era como su nombre o su boca, ella as en ese dibujo truncado que los policas haban borroneado antes de llevrsela; quedaba lo bastante como para comprender que haba querido responder a tu tringulo con otra figura, un crculo o acaso un espiral, una forma llena y hermosa, algo como un s o un siempre o un ahora.

(...) Un mes despus te levantaste al amanecer y volviste a la calle del garaje. No haba patrullas, las paredes estaban perfectamente limpias; un gato te mir cauteloso desde un portal cuando sacaste las tizas y en el mismo lugar, all donde ella haba dejado su dibujo

, llenaste las maderas con un grito verde, una roja llamarada de reconocimiento y de amor, en volviste tu dibujo con un valo que era tambin tu boca y la suya y la esperanza. Los pasos en la esquina te lanzaron a una carrera afelpada, al refugio de una pila de

cajones vacos; un borracho vacilante se acerc canturreando, quiso patear al gato y cay boca abajo a los pies del dibujo. Te fuiste lentamente, ya seguro, y con el primer sol dormiste como no habas dormido en mucho tiempo.

Esa misma maana miraste desde lejos: no lo haban borrado todava. Volviste al medioda: casi inconcebiblemente segua ah. La agitacin en los suburbios

(habas escuchado los noticiosos) alejaban a la patrulla de su rutina; al anochecer volviste a verlo como tanta gente lo haba visto a lo largo del da. Esperaste hasta las tres de la maana para regresar, la calle estaba vaca y negra. Desde lejos descubriste otro dibujo, solo vos podras haberlo distinguido tan pequeo en lo alto y a la izquierda del tuyo.

Te acercaste con algo que era sed y horror al mismo tiempo, viste el valo naranja y las manchas violetas de donde pareca saltar una cara tumefacta, un ojo colgando, una boca aplastada a puetazos. Ya s, ya s, pero qu otra cosa hubiera podido dibujarte? Qu mensaje hubiera tenido sentido ahora? De alguna manera tena que decirte adis y a la vez pedirte que siguieras. Algo tena que dejarte antes de volverme a mi refugio donde ya no haba ningn espejo, solamente un hueco para esconderme hasta el fin en la ms completa oscuridad, recordando tantas cosas y a veces, as como haba imaginado tu vida, imaginando que hacas otros dibujos, que salas por la noche para hacer otros dibujos.