Balcones de Lima

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    Asociacin Espaola de AmericanistasGutirrez Escudero, Antonio, Mara Luisa Laviana Cuetos (coords.): Estudios sobre Amrica: siglos XVI-XX.. Sevilla, AEA, 2005

    Calles en el Aire:1Los balcones de madera en la Ciudad de los Reyes

    Yolanda Fernndez MuozUniversidad de Extremadura

    En el campo de la vivienda, Lima desarroll a lo largo de la historiavarias tipologas netamente diferenciadas. Desde las mansiones seoriales

    hasta los populares callejones, pasando por las casas de vecindad. Entretodas ellas, fue sin duda la casa solariega la que alcanz mayor intersarquitectnico y riqueza decorativa.

    El ingenio y la fantasa ornamental de sus constructores, as como labsqueda de soluciones prcticas ante el reto de la actividad ssmica,encontraron en la vivienda un terreno francamente propicio, incorporandotcnicas y materiales de origen prehispnico y donde el balcn constituyun elemento primordial en la arquitectura urbana a travs de los siglos XVIal XX, en los diferentes estilos artsticos.

    Los balcones de cajn de madera, cerrados con bastidores de celosa,eran como galeras de madera cerradas hacia la calle y con frecuencia seprolongaban, dando vuelta por la esquina en forma de balcn corrido. Al

    igual que la tapada, los habitantes de la casa podan as, mirar sin ser vis-tos, de acuerdo con la costumbre de origen musulmn.Los balcones rabes llegaran a Andaluca durante la poca de domi-

    nio rabe en Espaa, siendo Sevilla la zona ms poblada de este tipo deejemplares. Sin embargo, por problemas sanitarios debido a la estrechez delas calles de la ciudad hispalense, se prohibi la construccin e incluso setiraron los existentes por mandato del rey.

    1 En expresin de Fray Juan Melndez. Vase Harth-Terr, E.: Notas para la historia delbalcn en Lima,Revista del Archivo Nacional del Per, XXIII, entrega II, Lima, 1959.

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    Pero sin lugar a dudas, la influencia ms directa ser del Archipi-lago Canario, as como su origen y posterior influencia en el continenteamericano.

    En este estudio se incluyen no slo la influencia hispana, sino la his-toria, la tcnica y los materiales utilizados en la construccin de la fbricade los balcones, en las casas solariegas, palacios, iglesias y conventos deLima, joyas que reflejaron armnica y fielmente el encanto de los hispni-co y lo mudjar, como una influencia cultural, social, artstico y espiritualde la Pennsula, que aqu floreci con matices propios y que estamos obli-gados a mantener en los pocos ejemplares que an nos quedan.

    El centro histrico de Lima es Patrimonio Cultural de la Humanidad,2

    y por tanto los balcones son un patrimonio de todos, un patrimonio habita-do, compartido, cotidiano y depende de nosotros recuperar su memoria y laidentidad de la denominada en otro tiempo Ciudad de los Balcones.

    CALLES EN EL AIRE: LOS BALCONES DE MADERAEN LA CIUDAD DE LOS REYES. (ORIGEN Y EVOLUCIN)

    El balcn rabe

    Los balcones limeos tienen un parentesco formal muy estrecho conlos pases rabes islmicos. Hay una indiscutible relacin con las mashra-biya de Egipto, Damasco y Constantinopla, tanto en las caractersticasconstructivas como en lo reservado, ntimo y privado del ambiente, conluces tamizadas que proporcionan las tupidas celosas. La comparacinentre los balcones limeos y las mashrabiya egipcias fue sealada por pri-mera vez, a finales del siglo pasado por una escritora inglesa Ethel

    Gwendoline Vincent quien, en 1894, qued impresionada por el aspectooriental de la capital peruana.Uno de los rasgos ms llamativos de los monumentos arquitectnicos

    islmicos es su inters prioritario en el espacio cerrado, en el interior comocontraposicin al exterior, a la fachada o a la articulacin general exteriordel un edificio. Las celosas tpicas de la casa islmica se deben por unaparte, a la necesidad de crear corrientes de aire y por otra, a la costumbre

    2 VV.AA.:Indicadores para la evaluacin del estado de conservacin de ciudades histri-cas, Granada, 1999 y VV.AA:Lima, centro histrico, Lima, 1998.

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    de tener aposentos separados para las mujeres. En la arquitectura domsti-ca los balcones permiten a las mujeres ver el mundo exterior sin ser vistas.Tambin cumplen una funcin importante dentro de aquellas zonas clidasdel mundo islmico, pues sirven para tener al fresco vasijas de agua o plan-tas aromticas. Adems en los interiores de las casas se pueden construircelosas, que se abren desde el harn a las salas de recibo, de modo que lasreuniones y festejos masculinos pueden observarse desde un lugar seguro.3

    De acuerdo con estos principios lo ideal es la casa con patio, puesdetrs de la austera fachada que se presenta al mundo exterior, el patio inte-rior es lugar de recreo y trabajo de la familia. He podido localizar distintosejemplos de edificaciones rabes que tenan celosas y entre ellos, el granjn de Qnsh al-Gur en El Cairo, que marca la cima de la prosperidad delos mamelucos y algunas casas del Cairo o de Masawa (foto 1). Un ejemplode patio umbra de una mansin mameluca de El Cairo (foto 2), nos presen-ta dos balcones hacia el patio, adems de una mayor decoracin y una ricavegetacin. Es una muestra de la elegante arquitectura empleada en las

    casas lujosas de los grandes centros comerciales del Oriente Prximo.

    Foto 1.Balcn de Masawa. Foto 2.Mansin de El Cairo.

    3 Michell, G. (dir.):La arquitectura del mundo islmico: su historia y significado social,Madrid, 1985.

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    La talla de la madera era un oficio especializado, aunque este materialno era muy abundante. Sus tcnicos iban desde la talla en relieve o la tallaen rehundido, hasta los diversos tipos de celosas de madera torneadas ycaladas. El tornero usaba su simple torno que accionaba con la manoizquierda mientras con la derecha sostena un cincel. Las piezas torneadasy unidas entre s formaban los complicados enrejados de las ventanas concelosas en muchas regiones, especialmente en Egipto.

    Los balcones rabes llegaran a Andaluca durante la poca de domi-nio rabe en Espaa, siendo Sevilla la zona ms poblada de este tipo deejemplares. Sin embargo, por problemas sanitarios debido a la estrechez delas calles de la ciudad hispalense, se prohibi la construccin e incluso setiraron los existentes por mandato del rey. Pero sin lugar a dudas, lainfluencia ms directa de los balcones limeos, ser la procedente delArchipilago Canario.

    El balcn canario

    Las Canarias, incorporadas a la Corona espaola como una provinciams, no producen una arquitectura comparable a las de las otrasprovincias peninsulares por una sencilla razn y es, que no tienen elrespaldo de una tradicin de siglos como las experimentadas por Espaa.Sin antecedentes, las Canarias entran en el discurso arquitectnico en elmomento de transi- cin del gtico al renacimiento.4 Aunque las primerasformas son introdu- cidas por los peninsulares con influencias andaluzas,portuguesas o islmi- cas, siempre habr que tomar en cuenta la incidenciaque en la arquitectura canaria determin la situacin peculiar queestablece la cultura de paso, con un bagaje cultural que tendra su destino

    final en Amrica.5

    Durante el perodo de la presencia hispana en Amrica, en Canariassurgi una afirmacin de autodefinicin arquitectnica, mediante la convi-vencia de arcasmos, estancamientos, aportes heterogneos, asimilacin detradiciones forneas y tendencias repetitivas. Madur una expresin regio-nal basada en elementos formales que fueron arraigndose por el aisla-miento y repitindose hasta asumir una identificacin tipolgica local,

    4 Gasparini, G.:La arquitectura de las Islas Canarias, 1420-1788, Caracas, 1995.5 Fraga Gonzlez, C.: Enciclopedia del Arte en Canarias, Las Palmas, 1998 y Canarias-

    Amrica a travs del fenmeno arquitectnico, Jornadas de Estudios canario-americanos, Santa Cruzde Tenerife, 1984.

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    limitada, sencilla y austera, pero tan afirmada y segura que hasta influy enAmrica, el denominado estilo canario.

    Los primeros balcones canarios tenan un aspecto formal muy pareci-do a los ajimeces de Andaluca, entendiendo con ese trmino al salidizohecho de madera y cerrado por celosas muy propio de la arquitectura ra-be, en especial, de la que se dio en Egipto a partir del siglo XIII. En las islashay buenas muestras y variedad de balcones con celosas y tampoco faltanlos ajimeces de los conventos de monjas similares al sealado por CarmenFraga6 en el convento de las Mnimas de cija en Andaluca o los ajimecesconventuales de La Laguna y Garachico, son un buen ejemplo.

    A raz de la unificacin de Espaa se origin en la pennsula una acti-tud hostil hacia las manifestaciones culturales islmicas incluyendo lasarquitectnicas. Por eso, en Andaluca se van demoliendo los balconescerrados, los famosos ajimeces que llenaban las calles y engalanaban lasfachadas de los palacios. Por esa razn son muy escasas las muestras quehoy se pueden encontrar en el sur de Espaa. Dicha medida, por el contra-

    rio, no fue tan severa en Canarias y Amrica que permiti la vigencia delmudejarismo hasta el siglo XIX.La influencia de Andaluca, lleg a las Canarias y sigui hacia

    Amrica; eso explica porque puede haber balcones cerrados con celosas,tanto en Lima como en las Canarias. Hay tambin otras influencias que lle-garon del norte de Espaa y de Portugal, como los balcones sobrepuestosde Santa Cruz de La Palma, que tambin se exportaron a Per, Colombia,Venezuela y Cuba. Cabe sealar, sin embargo, que el balcn abierto sincelosa, es una modalidad relativamente reciente que pudo originarse en elclima tropical del Caribe, de ah que no aparezca en la ciudad de Lima,pero si encontremos algn ejemplo en el Cuzco.

    En Canarias el balcn entr junto con las dems influencias mudja-

    res y, al igual que los artesonados y otras tcnicas de la carpintera de ori-gen rabe-islmico, encontr una sbita aceptacin. La influencia islmica,muy fuerte en los balcones limeos, tambin imprimi carcter a los bal-cones canarios sobre todo en las tres islas realengas

    Los ajimeces ms admirados por los visitantes de Canarias son los quese hallan en las casas particulares de los barrios antiguos en las poblacio-nes ms genuinas. Los hay en la isla de Tenerife: La Laguna, La Orotava,Puerto de la Cruz, San Juan de la Rambla, Icod (foto 3), as como en

    6 Vanse Fraga Gonzlez, C.:La arquitectura mudjar en Canarias, Santa Cruz de Tenerife,1994, y VV.AA.:El mudjar Iberoamericano: del Islam al Nuevo Mundo, Barcelona, 1995.

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    San Sebastin de la Gomera y Santa Cruz de La Palma. Estos son los msparecidos al tpico balcn limeo que delinean la perspectiva de las callesde la Ciudad de los Reyes entre los que se establecen diferencias a medidaque se avanza en la historia y los estilos. El mejor ejemplo que se conser-va en Lima, son los balcones del Palacio de Torre Tagle, aunque haymuchos otros, como los del Palacio de Oquendo, la Casa Aliaga o la CasaGoyeneche, de una gran riqueza decorativa. En Per, Trujillo, Lamba-yeque, Piura o Cajamarca poseen significativos ejemplares, o Ayacucho enun edificio que hoy ocupa el Banco Wiese, que ha perdido sus celosas.

    En Canarias, estos balcones sefueron perdiendo poco a poco la celo-sa, a la manera de los balcones cari-beos. En las islas ms orientales seutiliz el balcn abierto, por condi-ciones climatolgicas y por escasez oinexistencia de bosques, aunque pude

    percibirse la influencia de los ajime-ces, sobre todo en algunos salidizoslignarios de Vegueta, es decir, en elcorazn de la vieja ciudad de LasPalmas de Gran Canaria o en LaOrotava (foto 4). Destacan por la sen-cillez, con un barandal cerrado a lamanera tradicional en su parte infe-rior y calado en la superior, con piesderechos y capiteles labrados, eincluso con un tabln en la parte infe-rior tapando las cabezas de las vigas

    de sostn. Algunos ejemplos pode-mos ver en la plaza de Cuzco (foto 5)Foto 3.Balcn de Tenerife. pues la proliferacin de estos balco-

    nes fue inmediata, en los siglos XVII,XVIII. Los balcones de Venezuela y Colombia, son de fecha posterior, con-cretamente de la segunda mitad del XVIII. No tienen celosas, la parte supe-rior es abierta y el antepecho es copia exacta de los canarios, siempre forma-do por dos partes, la superior con barrotes torneados y la inferior detableros. Los mejores ejemplos los encontramos, en Cartago (CasaMarisancena), La Guaira, Puerto Cabello y Coro (Casa de los Arcaya).

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    Sin embargo, a pesar de loexpuesto, todos los balcones notienen conexin con la culturaislmica, nicamente los quepueden ser definidos como aji-meces deben ser incluidos en elconjunto de tcnicas y mtodosedificatorios de procedencia is-lmica. Pero sin embargo, va-mos a analizar como los diferen-tes estilos, barroco, neoclsico,(o republicano, en el caso lime-o) van a dar significativas dife-rencias a los balcones que se vanconstruyendo, dependiendo dela necesidad y la aplicacin de

    nuevos materiales.

    Caractersticas y evolucin

    El balcn de cajn demadera, cerrado con bastidoresde celosa, de origen arbigo ycanario, se convertir en uno delos elementos ms caractersti-cos de la casa limea y de suciudad, desde el siglo XVI hasta

    nuestros das. Eran como gale-ras de madera cerradas hacia la

    Foto 4.Balcones de la Orotava.

    Foto 5.Plaza del Cuzco. Per.

    calle, calles en el aires, que deca Fr. Juan Melndez y con frecuencia seprolongaban, dando vuelta por la esquina en forma de balcn corrido.7

    Este balcn se encuentra en el segundo piso, tallado de madera fina.Estn situados uno a cada lado de la portada, simtrica o asimtricamente(dependiendo de la situacin de las cmaras y recmaras a ambos lados del

    7 En general pueden consultarse las obras de Bernales Ballesteros, Jorge: Lima, la ciudad ysus monumentos, Sevilla, 1972, y Durn Montero, M. Antonia: Lima en el siglo XVII: arquitectura,urbanismo y vida cotidiana, Sevilla, 1994.

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    eje) o uno ms largo que otro dependiendo de la distribucin interior de lassalas, o del hueco de la escalera, y en ocasiones se colocaba uno solo enci-ma de la portada principal. En otros casos pueden ser pequeos y aislados,sin embargo algo comn a todos ellos es la horizontalidad. Es una galerapropia para la intimidad, la tertulia o para tomar el fresco con un voladizoen el que se puede colocar una silla. Funcionalmente se utilizaban comolugar de ventilacin, donde la tapada as como los habitantes de lacasa poda as mirar sin ser vistos, de acuerdo con la costumbre de ori-gen musulmn.

    La construccin de la fbrica de los balcones se realiza en las casassolariegas, palacios, iglesias y conventos de Lima, joyas que reflejaronarmnica y fielmente, el encanto de lo hispnico y lo mudjar, como unainfluencia cultural, social, artstica y espiritual de la Pennsula, que Perfloreci con matices propios.

    El balcn sale en voladizo hasta 170 cms, puede tener entre 3 y 6metros de alto y desde 2 hasta 60 metros de largo. Est compuesto por un

    cuerpo inferior formado por canes y mnsulas talladas. Sobre l se colocaun friso calado y bajo. Un tercer elemento est formado por tableros orecuadros ensamblados en cruz y escuadras, tallados o en casetones, en sumayora de estilo mudjar con profundos diseos en ngulos rectos. Lasventanas estn compuestas por bastidores de celosas mudjares y la sobre-luz de pequeos balaustres torneados, coronados por una cornisa. Losmuros son de quincha (torta de barro y caa) y el techo se fabrica con hojasde pltano y esteras.

    Para la realizacin de esta investigacin han sido consultados losArchivos y Bibliotecas de la ciudad de Lima y haber analizado toda ladocumentacin, se ha intentado dar a conocer el balcn limeo, en sus dife-rentes pocas y estilos.8

    A) El eclecticismo del siglo XVIDurante gran parte del siglo XVI, la fisonoma de las casas debi ser

    muy similar, con grandes solares y segn los cronistas de la poca, muy

    8 Como apoyo bibliogrfico es necesario sealar las obras de Angulo Iiguez, Diego,Enrique Marco Dorta y M.J. Buschiazzo:Historia del Arte Hispanoamericano, Barcelona, 1945-1956,3 vols.; Angulo Iiguez, D.:Arquitectura mudjar sevillana de los siglos XIII, XIV y XV, Sevilla, 1983;Gutirrez, R.:Arquitectura y urbanismo en Iberoamrica, Madrid, 1992; y Marco Dorta, Enrique:Arteen Amrica y Filipinas, Madrid, 1973.

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    amplias, cmodas y muy parecidas en distribucin, pero a fines de siglocomienzan a aparecer los estilos que convergen en este momento, gtico,renacimiento y mudjar que se darn en distintos edificios, e incluso a lavez en el mismo. En este momento se form el modelo de casa de los fun-dadores, perfeccionndose o variando, segn las diferentes clases socialesy barrios de siglos posteriores.

    La arquitectura religiosa influy sobre la civil en Amrica, aunque enLima se dara en mayor medida en los siglos XVII y XVIII, con la arqui-tectura claustral. Los patios de Lima desde XVI, como en Cuzco, tuvieronmucha relacin con los claustros y patios de las casas andaluzas, estucadasde cal, como los de Sevilla, cija u Osuna.

    La belleza de Lima sera la uniformidad, por tener sus callesrectas, con casas bajas y perspectivas de una plazuela con torrecillas yficus fron- dosos. Las portadas hispanas fueron sobrias en sus lneasplaterescas o herrerianas, altas y decorativas. Las ventanas abarrotadaseran parte de la fachada, bajas, salientes y adornadas con maceteros de

    flores de influencia sevillana. A su vez contrastaban los grandes paredonesde adobe, con fon- dos macizos hechos de tierra por los indgenas, de ahpor tanto, la mezcla de elementos hispanos e indgenas. Las casasformaban hileras, con sus fachadas lisas y normalmente tenan altos.

    Las portadas tenan el adorno de rejas, balcones y como broche, por-tones de madera tallada con el escudo familiar al centro. En ocasiones lafachada tena una mala apariencia, con paredes de adobe sin enlucir, ya quesegn las costumbres cortesanas de esta poca, se pretenda un lujo suntua-rio interno y no ostentativo externo. El mueble y adorno interiores son losque sealan la categora del inmueble y no la fachada en este primermomento.

    Los primeros pobladores crearon el balcn en Amrica, por coinci-

    dencia con el clima suave y sin lluvia de Lima, similar al de Egipto y a lascostas ridas de algunas regiones de frica, de donde procede originalmen-te. En 1555 Lima ya tena casas de dos pisos y algunos con balconeras, esdecir, que a los veinte aos de fundar la ciudad, ya existan los balcones. Sila leyenda tiene trasfondo histrico, se cuenta que entre 1561-1564, duran-te el gobierno del IV virrey del Per, Diego Lpez de Ziga, conde deNieva, ya existan los balcones. Cuenta la leyenda que una noche de 1564,un audaz amante muere asesinado cuando de una escala de cuerda bajabade un balcn situado en el ngulo que forman la Plaza de la Inquisicin yla calle de los Trapitos. Dicen que la vctima fue el propio virrey, pero lo

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    interesante es que ya por esos das un balcn adornaba las calles de la ciu-dad, y por tanto haba altos.

    Los balcones y la portada eran el lujo exterior de la casa y decan de lariqueza del propietario, no habituales en este momento. Los dems materia-les eran pobres y por ello es comprensible que los decoradores artfices sevolcasen en estas piezas, totalmente de madera en el XVI y gran parte delXVII, dejndolos como armarios esculpidos, similares a los muxarabes deSalnica, aunque no enlucidos como en las ciudades de Oriente y suspendi-dos sobre muros ocres, blancos, rosas o azules de Lima. Los ms hermosostenan adufadas celosas y sus ensambles eran rectos en forma de pequeoscuadros rectangulares cortados a escuadra, como los de Torre Tagle, queaunque es un ejemplo del XVIII, la tradicin artesanal que se utiliza es delXVII, excepto las mnsulas dieciochescas que lo sostienen.

    En cuanto al modelodel XVI, es posible que sehicieran como rectngulos

    de madera oscura, concelosas y recuadros gran-des y lisos en el entabla-mento. Solan estar pinta-dos de color verde olivooscuro o barnizados decolor natural. Tal vez seade este estilo el largo bal-cn que an hoy se conser-va en la casa que haceesquina en la plaza mayor

    Foto 6.Casa del Oidor. Lima, Per. de la ciudad, La Casa del

    Oidor, de principios delXVII (foto 6). Aunque no quedan en pie balcones del XVI parece que setenan las cuatro partes esenciales que antes sealbamos, pues en la edi-cin facsmil de la crnica de Huaman Poma de Ayala, con toscos dibujos,aparecen los balcones de pequeas dimensiones, de cuatro celosas y des-mesuradas mnsulas.

    Hay un concierto para la construccin de un balcn, fechado el 6 dejulio de 1584 y lo ejecutan los maestros Francisco Ramrez y Bartolom dela Barrera. El trato comenta: se convienen con Miguel Ruiz para hacerledos que salgan a la calle con sus puertas y medias ventanas altas y bajas de

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    dos varas y media de alto con siete palmos de ancho con sus marcos decada uno y el un balcn ha de ser de balaustres torneados desde el suelohasta donde se echan los pechos y el otro balcn ha de ser de celosa conbalaustres pequeitos sobre los tableros de la celosa; y la obra de esta celo-sa y el balcn ha de ser de la hechura de la del chantre de la Santa Iglesiade esta ciudad; y cada balcn ha de tener doce palmos de largo con sussobremesas y molduras y en el ancho del hueco ha de caber una silla atra-vesada.9 Este concierto nos aporta muchas caractersticas y detalles delbalcn, en pocas palabras. Por tanto se observa que hay dos balcones dife-rentes en esta fachada, uno abierto sin cerramiento y el otro de cajn, cerra-do. Tambin se observa que el maestro toma como modelo un balcn yaexistente, el que tiene en su casa el Chantre de la Catedral, que sera unbello ejemplo, para servir de modelo, y adems el balcn ha de ser lugarcmodo, donde se pueda poner una silla atravesada para que la personapueda sentarse y mirar a travs de las celosas.

    El Cabildo pudo oponerse o ampararse en una ley general ya secular

    promulgada en la metrpoli medio siglo antes, por lo cual se prohiba laconstruccin de balcones y otros cuerpos saledizos en las fachadas, perosiguieron construyndose:

    Que no se reedifiquen los balcones y saledizos que caen sobre las calles,cayndose o reedificndose y de nuevo no se hagan y se derriben luego pormandado de las justicias.10

    B) El balcn del Siglo XVII. Protobarroco-Bajo Renacimiento

    A principios de siglo Fr. Buenaventura de Salinas y Crdova en suMemorial de historia del Nuevo Mundo (1630), describe las calles de Lima

    diciendo: Todas por su igualdad, anchura y rectitud, son vistossimas, ytambin porque los edificios que por esta ciudad se han labrado a muchacosta, y cada da como va creciendo siempre la mayor parte tienen altos ybajos con muy hermosos y muy vistosos balcones y ventanas.11

    9 Archivo General de la Nacin, Secc. Not. Concierto entre Bartolom de la Barrera yFrancisco Ramrez con Miguel Ruiz, 6 de julio de 1584, ante Juan Gutirrez.

    10 Recopilacin de las Leyes de Castilla, por mandado del Rey Felipe II, por Diego Dez deCrdova (Ley VIII).

    11 Salinas y Crdova, fray Ventura de: Memorial de las Historias del Nuevo Mundo delPir, Lima, 1957, vol. I.

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    Las portadas del s. XVII ostentaban un barroco compacto y ntido,pulcras, precisas, a veces muy lujosas, pero siempre plenas de unidad ensus fuertes relieves. Casi siempre de piedra o ladrillo (en la casa solariega)se completa con la celosa y balcn. Tambin en este siglo se fue generali-zando el uso de la cantera en las portadas, para frisos y molduras o ladri-llos llanos, para puertas, cornisas y arcos escarzanos.

    La ventana limea tambin utilizar el ajimez plateresco o la loggiaitaliana, aunque ms escasas. A su vez, el modelo de balcn del XVII tendrlas cuatro partes esenciales, pero se diferenciar por el estilo y decoracindel mismo y el color verde olivo oscuro o barniz color natural. En cuanto alos tableros del balcn, puede establecerse, como por los arquillos y jarri-llas, caractersticas de estilos y pocas. Haba tableros calados con celosasde tableros llanos, en otros casos eran de redecilla, galanos, en algunoslos tablerillos del tablero eran combinados y trenzados aumentando elcomplicado trazo muy propio de la carpintera andaluza llegando algunosen su compleja geometra a designarse con el nombre de tableros de copa y

    cruz. Los carpinteros sevillanos eran numerosos por entonces en Lima, yaunque muchos no fueron los mismos tratantes de la obra, trabajan en lostalleres de estos acreditados maestros de obra prima o de lo pulido.

    C) El balcn desde 1670-1746. El barrocoTras el terremoto de 1655, bastante grave para la ciudad y a pesar del

    peligro que ello poda ocasionar, no se eliminaron los clsicos balcones decajn de sus casas pero cambiaran su estilo y decoracin.

    La autoridad visit la ciudad y se observ que las casas bajas de ado-be, aunque tuviesen alto, se maltrataban menos con los sismos, siendo elpeso de los altos un contrapeso para los movimientos. De ah que se refuer-ce la tcnica del telar de madera y caa, enlucida con barro y cal, para los

    segundos pisos, ya que por su elasticidad, era ms resistente a los temblo-res. De esta manera, se pudo conservar el balcn.12

    En la primera mitad del siglo XVIII, los balcones por lo general, sue-len tener en el centro de la parte inferior, recuadros curvos (tableros) queterminan con un friso entre dos fajas de pequeos paneles. En plenitud delsiglo lo que se desarrolla con ms abundancia es la fisonoma gala, porquevienen muchos artfices y por tanto plasman su estilo en las obras.

    12 Mendiburu, Manuel de: Diccionario Histrico-Biogrfico del Per, [voz: Manso deVelasco], Lima, 1885, pg. 151.

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    "CALLES EN EL AIRE": LOS BALCONES EN LA CIUDAD DE LOS REYES

    Aparecen los paneles Luis XV, medallones en los campos centrales, guir-naldas formando frisos y graciosos vanos ovalados. En este siglo son muyabundantes y casi idnticos. Slo varan ligeramente en adornos, materialy calidad, segn el costo y las posibilidades econmicas de sus propieta-rios. Adems se hacen copias de las caractersticas de otros ejemplares quese les piden a los propios maestros.

    Tras el terremoto de 1746, go-bernaba el virrey Manuel Amat yJuniet, admirador de formas versa-llescas y palaciegas, que se impreg-naron en los balcones y edificios deesa poca de Lima, sobre todo lazona del Rmac Por tanto, a este vi-rrey se le atribuye la introduccin delestilo barroco francs, rococ, en lasegunda mitad del XVIII.

    Los balcones aparecen ahorabarnizados de forma ms oscura, tan-to el mate como el brillo, no dejandover el color natural de la madera,como era habitual hasta ahora. En losinteriores destaca un vivo coloridodieciochesco.

    Los ejemplos ms significativosde la poca y de la ciudad son los del

    Foto 7.Palacio de Torre Tagle.Lima, Per.

    palacio de Torre Tagle, que soportaron el terremoto de 1746, pues se har-an entre los aos 1733-4, estrenndose en 1740. Los balcones del marqusde Torre Tagle13 (foto7) son de autntico estilo mudjar, originales, nicos

    en su gnero. Se les puede considerar, por su arte y lujo, verdaderos mue-bles sacados a la calle en un alarde de ostentacin y como exhibicin delboato interior, forrados de azulejos de un gran colorido y riqueza.

    D) El balcn de transicin de los Siglos XVIII-XIX. NeoclsicoA finales del XVIII y comienzos del XIX, el balcn adoptar un esti-

    lo ms clsico, con pilastrillas corintias o jnicas entre las ventanas. Las

    13 Este edificio es hoy la sede de la Chancillera Peruana en Jirn Ucayali.

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    aperturas son en forma de arco de medio punto, con soguillas radiales y elentablamento cubierto con cornisas greco-romanas, sostenidas por dentrocon dentculos y modillones. A su vez la casa coronaba su parte superiorcon una cornisa sencilla, e incluso en ocasiones con una barandilla debalaustres torneados.

    El balcn sin embargo va a mantener su alma, estilo, lnea y belleza.La concepcin esttica predominante a finales del XVIII ser de pleno neo-clasicismo y surge como producto artstico de la ilustracin, articuladodentro de una conviccin racionalista, contrapuesta al siglo XVII.

    Se dar una cierta influencia de Lessing y Winkelman con reminiscen-cias estticas del arte clsico greco-romano de Herculano y Pompeya,

    recientemente descubiertas, imponindose con ms fuerza tras el terremoto.La unidad y regularidad es sensibilidad propia del neoclasicismo

    romntico. Las celosas tupidas hay que sustituirlas por bastidores convidrios, material novedoso y ms barato ahora, pues antes su adquisicin eracomplicada. En el ltimo cuarto del XVIII A. Wenceslao Helme, germano,

    los importa y proporciona para la nueva obra del palacio que manda hacer elvirrey Guirior. Balcones con bastidores de vidrio seran tambin los utiliza-dos en el primer palacio arzobispal en 1764, antes de su destruccin.

    Los balcones de transicin neoclsica tienen como caracterstica latalladura de sus entablamentos. Sin embargo a finales del XVIII, el balcnse haba corrompido, no l mismo, sino por los propios usuarios.

    E) El balcn del Siglo XIX. Perodo RepublicanoEn la poca republicana, el balcn es voluminoso y slido, de tablero

    llano, con ventanas de guillotina cubiertas de vidrio que culminan en arcode medio punto, intercaladas por talladuras de pilastrillas y guirnaldas.14

    De aspecto neoclsico, el balcn de este momento tiene forma auste-

    ra y sobria apariencia. Crece en dimensiones y aspecto solemne, sin dejarel adorno, que consiste en sobrios juegos de columnas y adosados, conincrustaciones, a los limpios muros en los que predomina el equilibrio delas formas del estilo clsico.

    El alargamiento de los balcones llega a ser tal que ocupan todo el ancho

    de la fachada. Son los balcones corridos, que incluso giran la esquina cre-

    ando una continuidad y dando un carcter singular a las calles limeas.

    14 Prez Vidal, J.: El balcn de celosa y la venta de guillotina,Revista de Dialectologa ytradiciones populares, XIX, Madrid, 1963.

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    "CALLES EN EL AIRE": LOS BALCONES EN LA CIUDAD DE LOS REYES

    La madera se impregna ahora de un tono marrn oscuro, dejando atrsel color verde. Se abandona el azulejo que tanto alegr los interiores de lascasonas del XVIII y desaparece en general el cromatismo interior.

    Las galeras como corredores

    al aire libre, evolucionan a fines

    del XIX, principios del XX, con-

    temporaneizando los balcones decajn. El balcn republicano (foto8) perda las celosas, los canes,

    tallas, tablas trenzadas y balaustres

    de jarrilla del balcn barroco, pro-

    vocado por el impacto sociocultu-ral del momento y dando lugar a

    una notoria simplicidad decorati-

    va. El vidrio es ms barato y abun-dante y su utilizacin dar lugar a

    cambios en el estilo y manufacturade los mismos. Ahora no sern

    udos de goznes o nudillos, los queservirn de bisagras, sino que la

    portauela se desliza en apropia-

    das ranuras en los montantes, para

    ser elevadas y permitir la ventila-

    cin interior. Es lo que se ha deno-minado, ventana de guillotina.

    Lo que se buscaba era casims la funcionalidad, con ordena-miento clasicista, pilastrillas,

    arquitrabes y molduras para lasque se utilizaba ms la piedra quela madera, dando lugar a un bal-cn ms abierto al exterior.

    Foto 8.Casa Oquendo. Lima, Per.

    Foto 9.Palacio Arzobispal. Lima.

    F) El balcn del Siglo XX. poca ContemporneaEn 1908 se reiter la prohibicin de realizar nuevos balcones, inclu-

    yendo la de colocar en ellos los cuartos de bao. Sin embargo, el proyectodel nuevo Palacio Arzobispal en el ao 1919 (foto 9), los ostentaba muy

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    galanos, inspirados en el corte decorativo de los de Torre Tagle, al estilobarroco-mudjar, manteniendo la armoniosa integracin ambiental alrede-dor de la Plaza de Armas

    Foto 10.Plaza de Armas de Lima,segn el proyecto galardonado.

    En el concurso para elembellecimiento de la Plazade Armas en 1949, los arqui-tectos ganadores, proyecta-ron unos balcones igualmen-te inspirados en los del sigloXVIII, pero el dibujo seamold a las necesidades deun edificio moderno (foto10), logrando darles las pro-porciones y construccinadecuada, demostrando asque un elemento arquitect-

    nico de esta ndole, se podra utilizar en un edificio nuevo, pblico, y mstratndose de uno de tradicin, como el es Municipio de Lima.15Actualmente se conservan muchos, aunque la similitud del dibujo o

    las variantes entre ellos les restan la originalidad. La carpintera se realizaahora con molduras industrializadas y mecnicas, no de forma artesanalcomo en su origen, sin embargo continan admirndose en sus calles,intentndose recuperar, y de esta forma recuperar la identidad de esta ciu-dad, que en otro tiempo fue denominada, La Ciudad de los Balcones.

    15 Informe de los arquitectos Emilio Harth-Terr y lvarez C., ganadores del Concurso paraembellecimiento de la Plaza de Armas en 1938, elevado al Presidente de la Comisin, el IngenieroAlberto Jochamoitz.

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    Produccin y consumo de cerveza en la Amrica colonial:primeras tentativas de Alonso de Herrera

    en el valle de Mxico

    Emilio Luque AzconaUniversidad de Sevilla

    Con la llegada de los espaoles a tierras americanas a fines del siglo

    XV comenz a desarrollarse un largo proceso de conquista y colonizacinque ocasionara importantes transformaciones en las vidas de los hombresy mujeres que poblaban aquel continente, as como en la de aquellos que,en busca de fines evangelizadores, de gloria o riqueza, cruzaron elAtlntico hacia un mundo para ellos desconocido.

    Siempre hubo un afn en los peninsulares por transplantar con ellostodo lo que les era familiar y cotidiano, aunque tambin supieron aprove-char desde fechas tempranas todo aquello que la geografa les ofreca de losproductos vegetales y animales para facilitarles la diaria existencia enambientes no pocas veces hostiles. Cronistas como Gonzalo Fernndez deOviedo o el Padre Jos Acosta destacaron la relevancia de la aportacinagrcola a la dieta europea del que para ellos era Nuevo Mundo.1 Es as

    como numerosos productos cruzaron de un continente a otro. Dejandoaparte a la triloga trigo-aceite-vino, otras muchas especies se llevaron ensemillas: cebada, centeno, arroz, lentejas, habas y garbanzos. Amrica,por su parte, correspondi con productos como la papa, el maz, lavainilla, la mandioca o yuca, los pimientos y el tabaco.

    En lo que a bebidas se refiere, las diferentes culturas que poblaban elespacio americano a principios del siglo XVI posean una rica y variada

    1 Para un aproximacin a las obras de Gonzalo Fernndez de Oviedo y el Padre Jos Acostaconsultar Prez de Tudela y Bueso, Juan: Sabidura de Fernndez de Oviedo, Madrid, 1979, y MelnRuiz de Gordejuela, Armando:El Padre Acosta y significacin de su Historia, Madrid, 1966.

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    gama que extraan de cereales y frutos caractersticos del medio en el quehabitaban, siendo por ello desconocidos para los conquistadores. El choco-late, por ejemplo, que los indgenas mexicanos tomaban fro y amargo, seconvirti en una de las ms cotidianas bebidas en Europa al extenderse suconsumo a todas las clases sociales.2 Asimismo, las dificultades de conser-vacin que originaban las largas travesas ocenicas motivaron que endiversas zonas americanas se pusiera en marcha la produccin de otrasbebidas a las que los colonos no estaban dispuestos a renunciar. Por todoello, a la rica gama de las ya existentes en el continente se les unieron laspropias del otro lado del Atlntico, entre las que se encontraba desde fechastempranas la cerveza de cebada malteada.

    En la presente exposicin vamos a analizar algunos aspectos relativosal consumo de cerveza en la Amrica colonial, contemplando el conjuntode bebidas prehispnicas que se podan catalogar como tales, que continua-ron consumindose en el continente por diversos sectores de la poblacindurante la dominacin espaola. Despus se pasar a comentar uno de los

    primeros intentos llevados a cabo en el valle de Mxico de producirla segnlas tcnicas desarrolladas por maestros flamencos.

    EL CONSUMO DE CERVEZA Y DE OTRAS BEBIDASEN LOS TIEMPOS COLONIALES

    El estudio de los hbitos de consumo de bebidas que tenan los hom-bres y mujeres que poblaron las posesiones espaolas de Amrica nos per-mite, no slo el acercamiento a aspectos relacionados con la cultura de labebida de los diferentes grupos sociales durante el periodo colonial, sinotambin comprender la relevancia que tuvo entre ellos el consumo de una

    bebida en particular, a saber, la cerveza.En Amrica, con anterioridad a la llegada de los espaoles, se produ-jeron bebidas que tradicionalmente no han sido consideradas como cerve-za, pero que por sus caractersticas deben considerarse como tal. Y es queel mundo de la cerveza no se reduce, como no pocas personas piensan, alas fronteras de Europa, pues la elaborada en nuestras comarcas a partir dela cebada tiene su equivalente en las cervezas chinas de arroz y trigorubin, las incaicas de maz o las africanas de mijo.

    2 Mota, Ignacio: El libro del chocolate. Orgenes, leyendas, historia, Madrid, 1992,pgs. 13-60.

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    PRODUCCIN Y CONSUMO DE CERVEZA EN LA AMRICA COLONIAL

    Para el caso americano, la cerveza ms caracterstica se fabricaba demaz, planta cultivada desde hace seis mil aos en Mxico y cuatro mil enla cordillera de los Andes. Como en todos los otros casos en que las bebi-das se producan a partir de un elemento bsico, su consumo no slo esta-ba ligado a la supervivencia de un pueblo, sino que se vea investido de uncarcter sagrado, en cuanto constitua un vehculo de comunicacin conlos dioses y una sustancia ritual en las celebraciones religiosas. Esta bebi-da, conocida en los Andes con el nombre de chicha, se elaboraba mas-ticando la pasta cocida, generalmente de maz, antes de su fermentacin.Dependiendo de diversos factores a lo lago del continente se obtena unagama de bebidas variada en cuanto a colores y a graduacin alcohlica.3La forma de fabricar cerveza se vio alterada por el proceso colonizador,pues los espaoles sustituyeron el procedimiento de masticacin por otroms complejo que comprenda diferentes fases: germinacin del mazhmedo, secado, molienda, braceado con agua y fermentacin. Todava enla actualidad sigue siendo cotidiano su consumo en amplias zonas de la

    regin andina. Asimismo, con la introduccin del azcar de caa la cerve-za de maz se volvi ms fuerte en alcohol y su fabricacin se hizo menoscostosa.4

    Junto al maz fueron utilizadas otras sustancias para la elaboracin decervezas en los tiempos prehispnicos. Los tups y los jbaros destacaroncon la mandioca, de cuya utilizacin existen los primeros testimonios porel ao 1557, tradicin que no se ha interrumpido sino que contina en nues-tros das al ser una bebida tanto sagrada como cotidiana en la Amazona,en las profundidades de la selva y junto a las fuentes de los grandes ros.5De igual modo, tambin se utiliz el maguey, de cuya fermentacin seobtiene el pulque, bebida de consumo muy generalizado entre la pobla-cin indgena del valle de Mxico prehispnico y colonial.6

    Si bien durante los tiempos coloniales determinadas bebidas mantu-vieron su tradicional carcter sagrado, paralelamente fue apareciendo uncambio en la actitud de los pueblos indgenas hacia las bebidas alcohlicas,porque de produjo un aumento de la embriaguez, que en muchos de loscasos podra interpretarse como una manifestacin ligada a los antiguosrituales y creencias en los que la devocin se meda precisamente por el

    3 Jackson, Michael:El libro de la cerveza, Barcelona, 1994, pg. 280.4 Berger, Christian:El libro del amante de la cerveza, Palma de Mallorca, 2001, pgs. 31-36.5 Ibdem, pg. 37.6 Jackson,El libro de la cerveza, pg. 285.

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    grado de ebriedad alcanzado. No obstante, en otras situaciones la embria-guez constitua una va de evasin ante la nueva coyuntura surgida en elentorno tras los procesos de conquista con los nuevos dueos o en diversasocasiones una forma de explotacin con que los presionaban y sometan loshacendados incitndoles a la compra de bebidas alcohlicas par as endeu-darlos y retenerlos bajo su control, e incluso una forma de negocio de losvendedores que se lucraban con este comercio. En lneas generales se pue-de afirmar que en Nueva Espaa estaba mal visto entre la poblacin ind-gena beber a diario y en solitario, aunque beber ocasionalmente en excesopor especficas razones rituales hasta llegar a la saturacin total, se acepta-ba como modelo de moderacin.7

    En cuanto a la poblacin proveniente del otro lado del Atlntico, hubouna predileccin fundamental por el consumo de vino, dado que los dife-rentes reinos de la pennsula ibrica, desde los que se dirigi el proceso decolonizacin, posean una tradicin eminentemente vincola, como hanpuesto de relieve los estudios realizados por Mara del Carmen Borrego Pl

    sobre el importante volumen de vino exportado a tierras americanas desdezonas como el valle del Guadalquivir durante determinados periodos.8 Enlneas generales, tanto peninsulares como criollos americanos mantuvieronla estimacin por un ideal mediterrneo de beber, en especial a la hora delas comidas y de ser capaces de hacerlo sin llegar a perder su actitud dignay su razn natural, dado que la embriaguez hasta el extremo de perder elsentido se consideraba como un mala costumbre que pona al individuo enridculo. Baltasar Gracin, literato espaol cuyas obras eran ampliamenteconocidas en el Mxico del siglo XVII, afirmaba que la superioridad deEspaa en relacin con sus vecinos europeos se deba a su actitud ms civi-lizada acerca del alcohol:

    en Espaa la embriaguez nunca ha alcanzado la categora de su merced,pero en Francia ya tiene la de seor, en Flandes la de excelencia, enAlemania la de serensimo seor, en Suecia la de su Alteza, y en Inglaterra

    la de Su Majestad.9

    7 Para una mayor profundizacin en el estudio de lo que signific el consumo de bebidasalcohlicas en las poblaciones indgenas americanas consultar William B. Taylor: Embriaguez, homi-cidio y rebelin en las poblaciones coloniales mexicanas, Mxico, 1987.

    8 Borrego Pl, M. del Carmen:El jerez, hacedor de cultura. Gnesis de una expansin des-de los orgenes hasta 1492, Sevilla, 1998, pg. 161.

    9 Taylor,Embriaguez, homicidio y rebelin.

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    PRODUCCIN Y CONSUMO DE CERVEZA EN LA AMRICA COLONIAL

    A lo largo de los siglos XVI y XVII el consumo de bebidas alcohli-cas continu incrementndose entre la poblacin americana, consolidndo-se en el marco antillano-caribeo la demanda de bebidas como el aguar-diente, y de vino en la mayor parte de las colonias americanas, La cerveza,en cambio, salvo entre la poblacin indgena de determinadas reas, noalcanz todava la relevancia de las anteriores, dado que su importacin noalcanz cifras importantes y las iniciativas para su elaboracin en sueloamericano no fueron abundantes.

    Hubo que esperar el siglo XIX para que su consumo se generalizase,una vez que las distintas naciones independientes reforzaron sus vnculoscomerciales con diferentes naciones europeas y Estados Unidos, de dondese import la cerveza, en especial de Inglaterra, Alemania, Noruega yDinamarca. Diversos testimonios, como el de Adolfo Ernst para el caso deVenezuela, manifiestan un aumento en su consumo que se vio tambin apo-yado por las incipientes tentativas nacionales de produccin,10 al pasar deser un producto extico, consumido por una minora, a convertirse en la

    bebida ms popular durante el siglo XX.

    LA EMPRESA CERVECERA DE ALONSO DE HERRERA

    En vastas regiones del centro y norte de Europa la cerveza en sus dife-rentes tipos era considerada como algo ms que una bebida, gracias alaporte calrico que contenan los cereales, mientras a principios del sigloXVI en los reinos de la pennsula ibrica la cerveza era vista como un pro-ducto extico, que sus habitantes no consuman mucho, si bien la conoc-an desde tiempos remotos bajo la denominacin de servicia. No fue sinocon la llegada de Carlos I a Castilla procedente de su Gante natal, cuando

    esta bebida comenz a adquirir una mayor relevancia en la zona, al impor-tar el citado monarca barriles de cervezas flamenca y alemana, as como losinstrumentos necesarios para su elaboracin por parte de los maestros cer-veceros.11

    No obstante, la produccin de cerveza en Espaa no alcanz nivelesque podamos calificar de industriales hasta finales del siglo XIX, porque no

    1988.10 Al respecto vase Lovera, Jos Rafael:Historia de la alimentacin en Venezuela, Caracas,

    11 Para un acercamiento al estudio del consumo en Espaa consultar Martnez Lainez,Fernando: La cerveza en Espaa, Madrid, 1996.

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    lleg hasta entonces su consumo a ser tan generalizado como el de otrasbebidas que s se consuman con mayor cotidianidad. Por este motivo resul-ta llamativo que para 1542, unos pocos aos despus de la llegada delmonarca Carlos I, se pusiera en marcha una tentativa para producirla en lascolonias americanas.

    Si no era una bebida an tan habitual para los peninsulares delmomento, por qu un sevillano de nombre Alonso de Herrera solicit a laCorona el poder fabricarla en Amrica en una fecha tan temprana? Algunas

    de las explicaciones que se han ofrecido tienen que ver con que detrs deeste hombre estuviese algn empresario de Flandes interesado en poner enmarcha el proyecto. De hecho, al firmar en la ciudad de Njera un asientocon la Corona por un plazo de veinte aos para hacer en las Indias cerve-

    za, aceite de naveta, jabn y rubia, en dicho contrato se estipul queAlonso de Herrera llevara a su costa de Flandes o de las partes donde se

    hallaren, los maestros, calderas y aparejos y otras municiones y los simien-tes que para beneficio de ello convenga.12 No obstante, podra tambin

    conjeturase en la posibilidad de que la cerveza no fuera para inicios de ladcada de 1540 una bebida tan extraa para los peninsulares del momento.El caso es que en agosto de 1541 la solicitud de Alonso de Herrera estabasiendo debatida en el Consejo de Indias, que inform cmo el asen- tista

    se comprometa a correr con los gastos de los salarios de los trabaja- doresque llevase consigo.13 Segn se estipula en el asiento firmado en junio de

    1542, Alonso de Herrera, adems de encargarse del pago de los salarios ydel mantenimiento del personal que empleara en dicha tarea, deba entre-gar a la Real Hacienda un tercio de los beneficios que con dicha empresa

    obtuviese. Por su parte, la Corona le conceda la exclusividad en la produc-cin de estos productos en Nueva Espaa y en el resto de las zonas del

    imperio americano, permitindosele la venta de los mismos tanto a indge-

    nas como a espaoles en plazas, mercados y tabernas. Para ello, le otorga-ba un corregimiento en la comarca de la ciudad de Mxico para levantar enl las instalaciones de produccin. Asimismo gozara de determinadas ven-

    tajas fiscales, entre las que se encontraba la exencin del pago de almoja-

    12 Archivo General de Indias (en adelante, AGI), Indiferente, 541. Cdula de asiento y capitu-lacin tomada con Alonso de Herrera, vecino de Sevilla, para fabricar cerveza, aceite de naveta y jabnen Indias, Njera, 6 de junio de 1542.

    13 AGI, Indiferente, 737. Consulta del Consejo de Indias sobre el asiento que debe formarsecon Alonso de Herrera, que se ha ofrecido a fabricar naveta y rubia en Indias, al cual deber darse licen-cia para llevar doscientos esclavos libres de derechos, Madrid, 23 de agosto de 1541.

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    PRODUCCIN Y CONSUMO DE CERVEZA EN LA AMRICA COLONIAL

    rifazgo en todo lo que necesitase transportar desde la Pennsula o el llevarlibres de derechos a doscientos esclavos que de estos nuestros reinos o delreino de Portugal o islas del Cabo Verde o Guinea deban pasar comomano de obra.14

    No obstante, segn se refleja en la documentacin, la Corona parecano tener muy claro en esos momentos las repercusiones y posibles incon-venientes que la produccin de cerveza poda ocasiones en territorio india-no, por lo que se opt por remitir al virrey de Nueva Espaa el citado asien-to para que juzgara si con ello la poblacin indgena poda verseperjudicada de alguna manera y si existan posibilidades reales de obtenerbeneficios fiscales con esta empresa, debiendo concretar el acuerdo con elcitado Alonso de Herrera en los trmino que estimase convenientes en casode no encontrar posibles agravios.15 Es as como el virrey Antonio deMendoza, tras dar el visto bueno a este proyecto, nombr el 11 de diciem-bre de 1543 a Hernando de Pava para que llevase a cabo un seguimientode la produccin de la cerveza y se pudiese controlar as el pago correspon-

    diente del tributo a la Real Hacienda, habindose estimado el precio de lacerveza a razn de seis reales de plata por arroba.Para entonces Alonso de Herrera ya haba comenzado a fabricar cer-

    veza, concretamente en la hacienda llamada de El Portal, que venda enla ciudad de Mxico. Las cuentas consultadas, sin embargo, no muestranque las cosas hubieran empezado demasiado bien par el empresario sevilla-no. En ellas se observa cmo la produccin sufri algunos altibajos e inclu-so se detuvo entre octubre de 1544 y enero de 1549, al retornar a Flandesalgunos de los maestros conocedores de las tcnicas necesarias, y entre el25 de octubre y el 2 de noviembre de dicho ao 1549 al irse los restantesmaestros a las zonas mineras novohispanas. Desde esa fecha hasta al menos1553, se observa cmo la produccin media de cerveza por mes aument,

    al fabricarse 1,158 arrobas entre el 28 de enero y el 25 de octubre de 1549una media de 128,6 arrobas por mes y llegarse a 4.192 arrobas entre

    14 AGI, Indiferente, 541. Real cdula a los oficiales reales de Nueva Espaa participndolesque concede exencin de almojarifazgo a Alonso de Herrera en todo lo necesario que se llevase de estosreinos para la fabricacin de cerveza, aceite y jabn, Njera, 6 de juniio de 1542; Real cdula a Alonsode Herrera dndole licencia para pasar a Indias doscientos esclavos libres de derechos, Njera, 6 dejunio de 1542.

    15 AGI, Indiferente, 541. Real Provisin a don Antonio de Mendoza, virrey de NuevaEspaa, remitindole la capitulacin tomada con Alonso de Herrera para la fabricacin de cerveza,aceite y jabn, para que vea si es conveniente o ha de aadir alguna otra condicin, Njera, 6 de juniode 1542.

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    la ltima fecha y el 8 de mayo de 1552, que sita la media mensual en apro-ximadamente 246,5 arrobas.16

    Este ltimo dato podra hacernos pensar en un aumento de la deman-da local de este producto, si bien como comentamos anteriormente, elcon- sumo de la cerveza europea sera bastante marginal en el continenteameri- cano hasta bien avanzado el siglo XIX. Para fechas posteriores a1552 no contamos con datos que nos puedan aportar alguna informacinrespecto a la trayectoria seguida por esta empresa, aunque se puedeasegurar que la misma tuvo al menos una existencia cercana a la dcada,con algunos inter- valos de cese de su actividad, como se ha expuesto.

    El valle de Mxico parece ser, por tanto, uno de los primeros lugaresde Amrica en el que se implant una cervecera comercial que producauna cerveza distinta a la que realizaban y consuman tradicionalmente losindgenas del continente, siendo por ello sus habitantes unos de los prime-ros en poder degustarla.

    16 AGI, Contadura, 672. Cuentas extraordinarias y alcances de las ordinarias. Asiento deAlonso de Herrera para hacer en las Indias cerveza.

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