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Barberis Alicia - Cruzar La Noche

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novela CRUZAR LA NOCHE

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CRUZAR LA NOCHEA las Madres y Abuelas

De Plaza de Mayo.

A todas las vctimas del

Terrorismo de Estado.

A la verdad y a

la memoria.

Para vivir con un pedazo basta:

en un rincn de carne cabe un hombre.

Un dedo slo,

Un trozo slo de ala

Alza el vuelo total de

Todo un cuerpo.

Silencio.

Detened ese tren

Agonizante

Que nunca acaba de

Cruzar la noche

Miguel Hernndez

1

La maana en que Mnica lleg con Mariana a la quinta, Pablo no tuvo ninguna premonicin de que iba a conocer a la persona que modificara para siempre su vida.

l haba salido en su ciclomotor, con el canasto colmado de plantines, que despedan el olor intenso de las flores de septiembre.

La arena reseca frenaba las ruedas y haca casi imposible que pudiera mantener el equilibrio. Al llegar a la esquina de los pinos se encontr de frente con el automvil.

La moto se le fue de las manos y su cabeza fue a estrellarse contra el tronco de uno de los rboles, mientras los colores de las plantas se mezclaban con la arena revuelta.

Cuando bajaron del coche, Pablo ya estaba sentado, frotndose la frente dolorida y mirando el canasto vaco.

Coo! Te has lastimado? le pregunt la mujer con un marcado acento espaol.

Pablo neg con la cabeza mientras las miraba desde el suelo. La que habl le recordaba a una hippie del festival de Woodstock, con su tnica de colores indefinidos, sus colgantes extravagantes y su oreja bordeada de aros diminutos, que quedaban al descubierto cada vez que ella acomodaba su largo cabello ondulado. La ms chica pareca salida de una foto publicitaria: zapatos inadecuados para las calles de arena, piernas largas y elegantes que asomaban debajo de una falda diminuta y un rostro hermoso en el que resaltaban sus ojos, enormes y grises, que parecan mirarlo con desaprobacin. l hizo un gesto de bronca y se levant de un salto.

Se mir y sinti cmo suba la sangre a su cara. Baj la vista y comenz a sacudirse avergonzado la arena que se le haba pegado al cuerpo, a la ropa, a los cabellos. Se senta torpe y sucio, ante la sonrisa burlona de la chica.

Mnica se puso a juntar los plantines y los fue metiendo en una caja que sac del auto. Cuando termin le dio unos billetes y le dijo:

Espero que alcance.

Entonces se oy por primera vez la voz de Mariana, que habl con un tono deliberadamente despectivo:

Por qu se los vas a pagar si no tens la culpa? Si l estaba mirando la luna, lo lamento, qu quers?

Mnica continu como si no la hubiese odo:

Nosotras venimos a vivir a la quinta que est ac a la vuelta, "Palma sola", la que tiene rejas verdes. Si llegaras a pasar por ah y tienes ms flores, te vamos a comprar. Seguro que t ests bien, no?

Pablo afirm con su cabeza porque la voz, si le sala, delatara lo ridculo que se senta en ese momento. Mir con odio a Mariana y despus se puso a enderezar la patente. Le dio marcha a la moto y se alej por el csped de la orilla, camino a su casa, deseando con todas sus fuerzas doblar en la prxima esquina para que lo perdieran de vista.

Mnica observaba todo tratando de recuperar las imgenes, algo distorsionadas por la nostalgia, pero que an sobrevivan despus de tantos aos de exilio voluntario.

El lugar no haba cambiado demasiado. Las casas de fin de semana, de lneas puras y simples, emergan en medio de jardines enormes y bien cuidados, separadas unas de otras por vallas de troncos secos, que apenas podan distinguirse debajo de las frondosas enredaderas. La villa se extenda apacible, contenida por las aguas de la laguna en uno de sus lmites, y separada del ro por la nica ruta pavimentada que la conectaba con el mundo: hacia el sur con la ciudad, y hacia el norte con el pueblo casi una aldea, que pareca detenido en el tiempo desde haca ms de cuatro siglos. Si bien el lugar estaba notablemente ms poblado, segua emanando la misma pureza, la misma magia, que Mnica percibiera la ltima Vez que estuvo all, casi veinte aos atrs.

Mariana baj del automvil y se reencontr con algunas diferencias entre las proporciones reales y las que guardaba su memoria con la imagen de la casa de su abuela, que preservaba entre los recuerdos ms lejanos de su infancia, tal vez un poco envejecida, pero conservando el mismo olor a lea de pino, a eucaliptos y a madreselvas.

Un parque alfombrado de csped verde y salpicado por matas de flores, delataba el cuidado de Juan, el jardinero. Pltanos enormes anunciaban su sombra fresca sobre la galera de arcadas blancas con baldosas coloradas y ruidosas, que le trajeron a la mente las rayuelas de tiza que saltaba en las vacaciones de sus primeros aos, cuando se quedaban algunas semanas, en los veranos calientes y perfumados.

Prgolas cubiertas de jazmines endulzaban el aire y debajo de la galera asomaban cacharros toscos de barro, de los que salan los brazos verdes de los helechos.

El viento sacuda las ramas de los rboles y a Mariana le pareci, por un momento, que le traa la voz de su abuela llamndola para la hora de la leche.

En el centro del parque se ergua elegante la palma que le valiera el nombre a la casa.

Mnica vio la mirada de Mariana y acaricindole el cabello le dijo con dulzura:

Cuando yo tena ms o menos tu edad, tu abuelo compr la quinta. Alcanc a venir muy pocas veces, pero siempre me atrajo la palma, que ya estaba grande. Cuando la vi por primera vez, me vino a la memoria un poema de Guillen: Palma sola. Yo me senta tan sola como ella, as que algunos atardeceres vena a recitarle y a recitarme esos versos...

La palma que est en el patio,

naci sola;

creci sin que yo la viera,

creci sola;

bajo la luna y el sol,

vive sola.

Con su largo cuerpo fijo,

palma sola,

sola en el patio sellado,

siempre sola,

guardin del atardecer,

suea sola.

La palma sola soando,

palma sola,

que va libre por el viento,

libre y sola,

suelta de raz y tierra,

suelta y sola,

cazadora de las nubes,

palma sola,

palma sola,

palma.

Creo que de tanto escuchar ese poema, aceptaron al fin ponerle el nombre a esta casa. A lo mejor con la secreta esperanza de que yo dejara de recitarlo.

Y dejaste de hacerlo?

Nunca. Cuando estaba en Espaa y la nostalgia me ahogaba lo recitaba para adentro, como si rezara, y me pareca que estaba menos sola; quizs era cierto, porque los recuerdos me acompaaban.

Por primera vez, desde que su ta haba llegado a su vida, Mariana la mir de otra manera. Tal vez el hecho de que le confesara su soledad hizo que no se sintiese tan lejos. Cuntas veces ella se haba sentido sola, incluso antes de que sus padres se fueran y, sin embargo, nunca se haba animado a contrselo a nadie. Ni siquiera a Luca. Le pareca mentira que esa mujer extraa, que se mostraba tan segura, se hubiera podido sentir sola alguna vez.

Algn da me gustara que me contases cosas de cuando eras chica, de mi mam, de esta casa, no s, si tenes tiempo, qu s yo.

Pese al tono, todava altivo y duro, Mnica sinti que por primera vez su sobrina demostraba inters en algo que ella deca. Pero no le dio demasiada importancia y trat de que sus palabras sonaran casi indiferentes:

Podra ser. Supongo que ya tendremos tiempo para eso, pero ahora... Qu te parece si empezamos a bajar todas nuestras cosas...?

Y las dos fueron incorporando sus pertenencias a la casa, mezclndolas con los muebles rsticos, con las pinturas de otras pocas, con los olores antiguos que la habitaban, hasta dejar impreso un sello particular, casi imperceptible, que reflejaba la mixtura sutil del pasado con el presente.

2

Mariana reley las ltimas pginas de su diario, protegida por la puerta cerrada de su nueva habitacin:

Agosto del 94 Un pedacito de cielo gris se recorta entre los edificios a travs de la ventana. Me llega el perfume de mi pap y, como no lo veo, me hago creer que todo est igual, pero s que cuando deje de escribir y regrese a la sala lo voy a encontrar en su silln de ruedas, con la mirada perdida, seguramente extraando al igual que yo, nuestra casa que est a ms de dos mil kilmetros de distancia.

Estaba todo tan bien un ao atrs, que esto me parece una pesadilla. Y, para completar la mala onda, lo de mi abuela. Yo s que no la quera tanto, la trat poco, casi no la conoca, pero siempre me pasa lo mismo, cuando comienzo a sentirme ms cerca de alguien, pasa algo que me desbarata todo.

Este departamento oscuro, que huele a cosa vieja, me descompone, pero no estar ac significa acompaar a mam en la sala de velatorios y eso es todava peor. No me gusta el contacto con la muerte.

Cmo quisiera poder ver a Luca. Me escribi contndome que sale con Fede, casi no puedo creerlo. Por ahora voy a tener que acostumbrarme a seguir hablando con ella a travs del papel. A lo mejor ms adelante, si la operacin de mi pap resulta, nos volvemos. Pero se me va a hacer muy largo, ms ahora que se van tan lejos. Si al menos hubieran terminado las clases me podra ir con ellos. En cambio me voy a tener que quedar ac, en esta ciudad aburrida, con una ta que todava no conozco.

El tiempo me pasa despacio como si estuviese en una crcel. No tena nimos como para escribir nada, as que cerr su diario y lo escondi detrs de sus libros.

Recin estaban a principios de septiembre, faltaban casi tres meses para que terminasen las clases y ahora debera vivir ese tiempo que le pareca tan largo en la quinta, con la hermana de su madre, hasta que sus padres regresaran.

Mariana sali al parque a respirar el aire puro de la maana. Las lechuzas vigilaban protegidas entre las hojas de la palma, calentando sus plumas grises que el viento despeinaba.

Camin un rato con las manos en los bolsillos y la mirada perdida, recordando el da en que acompa a su mam al aeropuerto. Cuando vio descender a Mnica del avin, se dio cuenta de que ese personaje era su ta por el abrazo que se dieron con su madre, y no pudo evitar el sentimiento de rechazo hacia esa mujer excntrica, de cabellos gruesos y enrulados como tirabuzones, que le cubran casi toda la espalda. Iba vestida con una falda de elefantes pintados que rozaba el piso y terminaba en un ruedo de flecos, al igual que su blusa. Todo en ella era extrao, el abrigo tejido al telar que cubra sus hombros, la carterita diminuta que llevaba cruzada sobre el pecho, los anteojos de sol, redondos y chiquitos.

"Tiene olor a sahumerios. No la soporto" le haba dicho a su mam cuando estuvieron a solas. "Y lo que menos aguanto es que hable como una espaola".

Le dieron ganas de rerse al recordarlo.

Mnica se acercaba a travs del parque, con las manos cubiertas de barro y Mariana sinti fastidio al tener que interrumpir sus pensamientos.

Quieres que tomemos unos mates?

Mates? No, gracias, no tomo. Como a mi pap no le gusta el mate, en casa nunca tomamos.

Bueno, si quieres puedes probarlo... y de paso puedo contarte algunas cosas de cuando tu madre y yo ramos pequeas. Como el otro da me lo habas pedido...

A lo mejor en otro momento, hoy tengo mucho que estudiar.

Y se alej hacia su cuarto, con gesto hosco, dejando bien en claro la distancia que deseaba conservar.

Los estudiantes que vivan en la Villa o en el pueblo, viajaban a diario en colectivo para asistir a los colegios de la ciudad. Pablo y Mariana se haban encontrado varias veces en la parada y l intent saludarla; pero, ante la mirada burlona de la chica, opt por mantenerse indiferente durante el resto de los encuentros.

Era mediados de septiembre y la primavera ya se anunciaba. Ese medioda, Nano haba almorzado en la casa de Pablo y ahora estaban juntos esperando el micro. Nano no paraba de hablar, proyectando con entusiasmo el grupo de rock que queran formar.

Mariana se acercaba caminando entre las malezas que crecan en la orilla del camino. Vena pensando en Luca, en los lagos y en las montaas del sur, que en esta poca seguiran cubiertos de nieve, y no poda dejar de comparar sus recuerdos con el paisaje que la rodeaba, tan diferente, tan hmedo, tan llano, que lograba producirle un gran aburrimiento.

Iba tan abstrada, que le pareci escuchar el ruido del colectivo y comenz a correr para no perderlo.

Pablo la reconoci desde lejos, pese a que con el uniforme pareca ms nena. Ella vena agitada y con los cabellos revueltos y cuando estaba por llegar hasta ellos, uno de los zapatos le qued atascado en la arena. Pablo sinti un placer especial ante la posibilidad de vengarse, no slo del primer encuentro, sino de todos los das en que ella simulaba no verlo.

La esper tranquilo, sintindose amparado por la compaa de Nano. La mir burln, y le dijo: Hola, nos conocemos, no?

Mariana apenas le respondi con un "Hola", que casi no se oy, mientras trataba de calzarse el zapato.

Pablo se larg una carcajada mientras agregaba: En tu colegio usan medias decoradas? Ella mir sus piernas y se dio cuenta de que las medias estaban cubiertas de abrojos. Se agach y se los fue quitando mientras le contestaba sin mirarlo:

Parece que ac la estupidez es crnica. Por lo que veo, todava no te curaste.

No se puede creer lo forra que es le dijo Pablo a Nano tratando de conseguir un aliado; pero, cuando lo mir, se dio cuenta de que ni siquiera debi de haber odo las primeras palabras.

Su amigo estaba absorto en la contemplacin de las piernas de Mariana, que asomaban debajo de la falda color vino, plisada, que apenas le cubra la mitad de los muslos. Nano la miraba trenzarse el largo cabello rubio hacia un costado y cuando ella levant la vista y lo mir con sus enormes ojos grises, l le sonri, fascinado. Ella ajust el cordn de sus zapatos y termin de arreglar su uniforme de colegiala. Despus lo volvi a mirar a Nano devolvindole la sonrisa y, al sonrer, se marcaron los dos hoyuelos que se formaban a un costado de su boca y su cara pareci llenarse de luz.

Sub, boludo le dijo Pablo a Nano, dndole un empujn, cuando par el colectivo y se dio cuenta de que su amigo segua como hipnotizado mirando a Mariana, que ascenda al coche con deliberada lentitud.

Mnica pintaba una sntesis de escarabajos que formaban una guarda geomtrica alrededor de un plato de cermica, cuando sinti que su sobrina la observaba por arriba de su hombro.

Hizo como que no la haba visto. Encendi un cigarrillo y aspir el humo lentamente. Despus se puso a tararear una meloda.

Dio los ltimos retoques a sus escarabajos alineados y dijo:

Hay una carta para ti sobre el escritorio. La he trado esta tarde del pueblo.

Mariana se sinti descubierta y, como disculpndose, susurr: "Me gusta lo que pintaste". Despus se fue a dormir, pasando antes a retirar la carta, para leerla tranquila en su cama.

Washington, septiembre de 1994 Querida Mariana:

Hace apenas unas horas que llegamos y ya te escribimos para contarte las ltimas novedades.

Estamos instalados en este hospital que ms se parece a un hotel de lujo. Pap est dormido, seguramente agotado por el viaje, as que aprovecho a garabatear unos renglones antes de que se despierte, porque despus tengo que atenderlo continuamente.

Recin maana lo vern los mdicos, pero ya estuve hablando con Powell, un militar que es nuestro contacto ac, y me asegura que los mdicos intentarn una operacin con altas posibilidades de xito.

S que no te debe resultar fcil estar tan lejos nuestro, mi amor, pero estoy segura de que entends que ahora la salud de pap es lo ms importante.

Nosotros te extraamos mucho. Es la primera vez que tenemos que separarnos y no puedo dejar de pensarte en todo momento. Me pregunto si estars bien, si te sentar el clima tan hmedo, si te resultar muy difcil adaptarte al nuevo colegio... En fin, me gustara que me contaras todo eso en una carta.

Espero que puedas llevarte bien con Mnica. En verdad estos dieciocho aos sin vernos han marcado grandes diferencias entre nosotras, pero de cualquier manera es tu ta, y en eso coincido totalmente con tu padre: no quisiera que tuvieras que vivir con alguien que no sea de la familia. Me acuerdo de tu cara de fastidio cuando la conociste... No puedo pedirte que trates de quererla, pero s que intentes al menos una buena convivencia. En ella podrs confiar como en nosotros, de eso estoy completamente segura.

Apenas tengamos noticias de la fecha de operacin volveremos a escribirte. Estudia mucho y no te olvides de tu promesa, no slo debes ser buena, sino que tambin lo debes parecer. Trata de evitar cualquier murmuracin de la gente, ya sabes que ese lugar es muy chico y los chismes corren rpido. Hacelo sobre todo por papi, que est tan mal y te quiere tanto.

Contstanos contndonos todo lo que puedas. Si te aburrs podes pedirle a tu ta que te d algunas clases de cermica.

Un abrazo muy muy grande. Dale muchos carios a Mnica y acordte que te queremos mucho y que para nosotros sos lo ms importante del mundo.

Mami

Mariana dobl la carta despus de haberla ledo varias veces y se fue a dormir abrazada a un oso panda de peluche, que haba rescatado de un bal en el departamento de su abuela, antes de que se mudaran. La imagen de ese oso la llev a una de las vacaciones de su niez y se durmi soando que corra por el campo, al encuentro de su padre, con las rodillas perfumadas de trboles y los cabellos adornados con retamas.

3

Despus del encuentro del colectivo Pablo haba vuelto a ver a Mariana todos los das, pero ella segua sin saludarlo. Nano que durante el ao viva en la ciudad, lo volva loco dicindole que quera instalarse en la quinta, por el slo hecho de poder encontrarla lodos los das en el mnibus.

Pablo y Nano asistan a un colegio estatal mixto, junto con Loli, Gastn y Cris. Los acercaba el hecho de que los cinco pasaban los fines de semana en la Villa o en el pueblo, algunos porque vivan en forma permanente, otros porque tenan casas quintas y Cris, porque siempre estaba invitada a lo de Betiana Arce, que tambin formaba parte del grupo.

Betiana Arce cursaba cuarto ao en un colegio religioso, en el mismo colegio y en el mismo curso donde haba comenzado Mariana, cuando se mudara, a fines de julio. Dbora iba con ellas, pero en quinto y, por ser prima de Betiana, se una al grupo los fines de semana y durante las vacaciones. El ltimo domingo Nano vio alas chicas saludarse en la plaza del pueblo y as pudo averiguar que la rubia de ojos grises que lo deslumbrara en el colectivo se llamaba Mariana.

An quedaban flotando entre Pablo y Cris los resabios de una historia de amor casi secreta que comenzara durante el viaje de estudios, a mediados de agosto, pero que pareca ir diluyndose en el olvido, ahora que la magia desaforada del viaje haba terminado.

Cris trataba de reavivar el fuego en todo momento y Pablo pareca corresponderle. Sin embargo, desde haca varios das el rostro de Mariana se le apareca en medio de las explicaciones sobre la utilidad de la merceologa o entremezclado con frmulas de fracciones y raz cuadrada, e incluso cuando se pona a trabajar en el invernadero. Entonces de acuerdo a las circunstancias en que esto ocurriera sacuda la cabeza tratando de regresar al aula, o se pona a remover compulsivamente la turba hmeda, hasta que el cansancio se llevaba las imgenes.

El domingo iran con todo el grupo al ro. Esta vez el plan era un almuerzo compartido y un viaje hasta la isla en piragua.

Nano le haba dicho que ira Mariana, "la mina que me dio vuelta el mate, la amiga de Betiana" y l ya no pudo quitrsela de la mente.

"Qu me pasa? Si es una flaca tarada que no tiene nada, ni siquiera en la cabeza, y encima es una forra..." Pero no poda dejar de pensar en ella.

Ana asom la cabeza llamndolo:

Pablo... Estoy ac...

Anda a llevar estos plantines a Palma Sola, me llamaron recin por telfono, hay que llevarlos urgente.

Djate de joder... si siempre lleva Juan las plantas para esa

quinta...

S, pero despus que muri doa ngela, vino a vivir una de las hijas con una sobrina, la chica debe de tener ms o menos tu edad, segn me dijeron, y parece que la ta es un poco estrafalaria. Y como se encarga ella del jardn, a Juan lo despidieron. No me extraa, deben ser bastante rayadas... Qu, las conoces?

Un da las vi, casi me pisan con el auto. La ms vieja, que debe ser la ta, por lo que me decs, parece una hippie, y la sobrina es una agrandada imbancable. Encima la hippie habla como los gallegos... Bueno, ac tenes. Lleva todo enseguida. Ufa, cmo jods, vieja!

Pablo se fue adentro y demor ms de quince minutos peinndose y cambindose de ropa.

Cuando Ana lo vio, sonri para sus adentros. Era grande y fuerte, con msculos desarrollados, mucho ms alto que ella. Le vio la sonrisa blanca, de boca grande, que iluminaba su piel mate, cuando pas a su lado sacndole la lengua a modo de saludo. Lo mir alejarse por el sendero de arena bordeado de llores, y se qued contemplando la marca de sus enormes zapatillas, recordando las huellas que dejaban sus primeros zapatitos en ese mismo sendero, cuando Jos le enseaba a caminar llevndolo de las manos, casi diecisiete aos atrs.

Pablo dej el ciclomotor en la entrada de Palma Sola y se puso a hacer sonar la campana que haca las veces de llamador.

Como nadie sala, se acerc a la galera y dej la caja con plantines sobre una mesa. Iba a golpear las manos, pero se qued escuchando una voz dulce que entonaba una especie de letana en un idioma extrao.

Se asom a un enorme ventanal abierto y la vio. El olor del barro flotaba en el aire y pareca hechizar a la mujer, mientras hunda sus dedos en la masa oscura y pegajosa.

Su larga cabellera se sacuda con el movimiento de sus brazos, como si llevara el ritmo de la cancin. Estaba vestida totalmente de blanco y uno de sus hombros asomaba desnudo a travs del borde cado de su blusa.

Pablo la miraba en silencio sin poder despegar la vista. Al rato ella pareci salir de su encantamiento y lo vio. Se acerc a la ventana con las manos embarradas y lo salud con una sonrisa. Hola.

Hola. Le dej el pedido sobre una mesita, no... no quera interrumpirla.

Bueno, gracias. Pasa por favor que ya voy por el dinero. Pablo entr y se puso a esperar mientras miraba una de las piezas de cermica que estaba sobre un tabln. Despus, como la mujer se demoraba, prob a tocar un trozo de barro recin amasado, jugando a dejar la marca de la punta de sus dedos en l. La voz de ella lo asust.

Ac tienes lo tuyo. Ya nos conocamos, no? S, s... Perdneme... yo.

Est bien. Nunca has amasado barro? No.

Quieres probar?

Otro da porque... hoy estoy apurado. Se me hace tarde.

Bueno... Para la prxima compra, te llamo ms temprano y mientras te enseo algo del modelado tomamos unos mates. No me has dicho cmo te llamas...

Pablo.

Yo soy Mnica.

Bueno, ahora me tengo que ir. Hasta luego...

Hasta prontito.

Pablo puso en marcha la moto y, al alejarse, le pareci ver que una de las cortinas se corra. Aceler tratando de mantenerse sobre el borde de csped, preguntndose si sera Mariana la que estaba mirando detrs de la ventana.

Cuando Pablo se fue al colegio, Ana comenz a trasplantar unas marimonas recin llegadas, en cacharros y cestos de mimbre. Levant el volumen de la msica. Estaba segura de que Vivaldi haca que las plantas crecieran ms fuertes y ms verdes.

Cuando levant la vista el hombre estaba a dos metros de ella. La msica haba impedido que escuchara su llegada. Est cerrado, seor. Pero ya estoy adentro.

Era alto y fornido y aparentaba unos cincuenta aos. Sus bigotes le llegaban hasta el borde justo del labio superior, cubriendo el espacio amplio que tena entre la boca y la prominente nariz, y Ana pens que seguramente los recortaba con meticulosidad frente al espejo cada maana, para no mordrselos con las tostadas. Llevaba la cabeza casi rapada y su mirada era tan penetrante que logr intimidarla. Ella generalmente no se asustaba. Estaba acostumbrada a manejarse sola desde haca mucho tiempo, pero ni la cara ni la actitud del hombre le gustaron. Haba una prepotencia sutil, una velada amenaza en esa mirada dura, en esa sonrisa irnica, que apenas se adivinaba, por la torsin del bigote.

Abro a las cuatro.

l, como si no la hubiese odo mir a su alrededor, y luego, deteniendo la vista un rato en las piernas de ella, agreg: Necesito treinta espinos de fuego, ahora. Los va a llevar usted?

Los mando a buscar en un rato con mi empleado, tngalos preparados.

A nombre de quin pongo la factura?

No necesito... Aproveche para evadir tranquila.

No soy evasora, ac tiene su boleta.

Como el hombre no se iba, ella le indic cortsmente la puerta.

l volvi a mirarla de arriba a abajo, torci nuevamente el bigote como si sonriera y se fue, dejando una sensacin de inquietud en Ana.

La tarde pas lenta para Pablo. Recin era jueves.

Mientras la profesora de matemtica llenaba el pizarrn de frmulas, l se imaginaba que era domingo. Casi poda sentir el sol ardiendo sobre su espalda y el viento que le traa el olor del ro. Se vea a s mismo nadando en las aguas barrosas y se imaginaba a las chicas, en traje de bao, tumbadas en la arena de espaldas al cielo, con el corpio desabrochado.

Delcont! Delconte! Terminaste tu ejercicio?

Pablo pareci recordar que Delconte era su apellido y regres al aula.

Aterrizaste?

Perdn, profesora, estaba distrado y... No hace falta que lo digas. Tenes un uno. Pero no, esccheme si yo...

Es la ltima que te perdono, Delconte. Pnete las pilas. Por suerte el timbre anunci la hora de salida. Nano lo aturdi hablndole del grupo de rock y de Mariana, mientras l asenta sin discutirle absolutamente nada.

Se puede saber qu te pasa, loco? le pregunt su amigo. Nada, que estoy cansado y no veo la hora de que terminen las

clases.

El viaje en colectivo lo dej a solas con su pensamiento. Sospechaba que los jueves Mariana deba salir ms tarde porque nunca la encontraba. A esa hora siempre viajaba de pie, sacudido por las frenadas bruscas y apretujado entre la gente que luchaba por ganar

un asiento vaco.

Cuando lleg a la parada, el sol era un disco rojo que se marcaba en el horizonte tormentoso. Pablo se descalz y camin las cuadras que lo separaban de su casa, sintiendo que, la arena tibia entre los dedos de sus pies, lo ayudaba a descargar un poco la tensin que lo agobiaba.

4

Mariana, el domingo ir hasta la ciudad, al departamento de la abuela a buscar unos papeles porque el lunes tengo que pagar unos impuestos sin falta. Si quieres puedes venir conmigo.

Lo que pasa es que el domingo me invit una chica del col para ir al ro con un grupo de amigas y de amigos y... Me parece muy bueno que salgas un poco. De cualquier manera todava no s si voy a ir... Los pocos chicos que conozco son imbancables. Adems nunca fui al ro y no creo que me guste. Debe estar lleno de mosquitos.

Cuando ramos pequeas, bamos con tu mam de tanto en tanto al ro. Nos llevaba tu abuelo, por supuesto sin que nuestra madre se enterara. A ella le hacamos creer que bamos a la playa. Aprendimos a nadar con l. Algunos domingos cruzbamos a nado hasta las islas y jugbamos a que ramos tres exploradores buscando tesoros perdidos. Tratbamos de llevar algo que nos pareciera importante y lo enterrbamos haciendo alguna marca para volver a buscarlo en el prximo viaje. Y despus lo encontraban?

Casi siempre, porque apenas llegbamos trazbamos un mapa, indicando el lugar del tesoro escondido.

Y qu era el tesoro?

El tesoro eran cosas diferentes. A veces eran golosinas que compraba pap, pero muchas veces escondamos cosas valiosas. Me acuerdo que un da habamos enterrado unas pulseras de plata de la abuela. Eso haba sido idea ma. Jams las encontramos, pero pap no protest. Y por supuesto que guardamos el secreto...

Mi mam nunca me cont esas cosas. Si le preguntaba algo de cuando era chica me deca que no se acordaba de nada. Cmo haces para acordarte de tantas cosas?

Creo que a tu mam no le gustaban tanto esas aventuras. Ella es ms prctica, menos romntica. Le molestaba demasiado el sol, y viva quejndose de los mosquitos, las hormigas coloradas, las moscas, el calor, el fro, la lluvia, la arena... Era muy parecida a la abuela. Vena con nosotros pero siempre protestaba y deca "Por qu no me habr quedado con mami en la ciudad". Te digo ms, tu abuelo compr la quinta cuando ya ramos grandes, yo alcanc a venir algunas veces antes de irme, pero tu madre que yo recuerde, no ha venido nunca.

S que vino. AI menos vino cuando ya estaba casada, porque yo me acuerdo bien de las veces en que venamos a quedarnos cuando era chica. Casi siempre vinimos con ella sola, porque mi pap no poda. Humm... Qu es esa asquerosidad que ests preparando?

Mira que no voy a permitirte, en? Es comida sana y natural: semillas de ssamo, con zanahorias ralladas, repollo, tomates, pimientos y copos de maz.

Suena horripilante. Yo quiero comer carne.

Bueno... Tendrs que cocinarte entonces.

Si yo no s cocinar...

Me parece que ya tienes la edad justa para aprender. Yo tena apenas un par de aos ms que t cuando me fui a vivir a Espaa. Y ah no tena a nadie que cocinara por m.

A los dieciocho ya sabas cocinar?

Bueno, cocinar cocinar... para ser sincera, voy a confesarte que no todas las comidas se me quemaban. Y de las que sobrevivan al siniestro, cuando no me haba propasado con la sal o las especias, o estaban crudas o demasiado sosas, pero ya sabes... "Para el hambre no hay pan duro".

La convivencia iba suavizando la relacin lentamente. Si bien Mariana todava miraba a su ta como si fuese extraterrestre, en algunos momentos se senta atrada por esa mujer extraa, de polleras desflecadas y costumbres extravagantes, tan distinta a todas las mujeres adultas que conoca. Hasta su acento espaol, que al principio le chocara, contribua a darle una cuota de encanto que le sumaba magia a la personalidad fuerte y misteriosa de su ta. Mnica puso un trozo de barro sobre la mesa y le dijo: Qu te parece si intentas modelar algo? Prueba sin miedo, como cuando eras pequea y jugabas con plastilina. Yo me voy hasta el pueblo para buscar la correspondencia.

Cuando Mariana qued sola, se dej llevar por la msica que haba puesto su ta. Cantos gregorianos, le haba dicho. Juguete con el barro, tocndolo apenas con la punta de los dedos, mientras su pensamiento se cargaba de nostalgias. Extraaba. La ltima carta de su mam le trajo la noticia de que la operacin se hara recin a principios de noviembre, y que era muy probable que no pudieran volver antes de enero.

Al rato comenz a amasar el barro, a apretarlo entre sus dedos, a jugar con l. Despus sus manos fueron modelndolo, y poco a poco comenz a emerger una forma humana con alas de ngel, influenciada tal vez por las imgenes que vea todas las tardes en los muros de la iglesia, cuando entraban a rezar, antes de su clase de religin.

Mariana senta como si la figura de barro fuese tomando vida propia. Era extrao, pero no necesitaba pensar demasiado adonde deba poner o quitar arcilla. Se dejaba llevar por su instinto y por la msica, mientras contemplaba sus manos como si fuesen ajenas, configurando la escultura.

Y, Mariana, vas a ir el domingo?

Mira Beti... no s todava. Los mosquitos no me atraen mucho y adems no conozco a nadie.

No conoces a nadie, pero si no vas no los vas a conocer nunca le dijo Dbora. Va a estar recopado porque van chicos, tambin. No como en este colegio inmundo que somos todas minas.

S, por ah tenes razn. Donde yo viva antes nos juntbamos chicas y chicos, pese a que a mis viejos mucho no les copaba.

Adems estoy harta de pasarme los domingos a solas con mi ta.

El otro da la vi. Siempre te viene a buscar ella?

No, ese da fue casualidad.

Me gusta la onda que tiene, medio folk, no?

Lo que pasa es que es artesana y se viste de una forma algo estrafalaria...

Me encantara conocerla, nunca vi a ninguna artesana. Me la vas a presentar el domingo cuando te busquemos? dijo Betiana. Bueno, pero todava no s si voy, eh?

Mnica estacion el auto frente al correo como todos los viernes. Retir la correspondencia y decidi caminar un poco por las calles mgicas de ese pueblo perdido.

Mir las farolas antiguas, los frentes de las casas cubiertos por una ptina griscea y verde, las rejas artsticas cargadas del misterio de otra poca. Era como si el tiempo no hubiese pasado.

Desde alguna ventana abierta le llegaba el sonido de un piano, que fue apagndose mientras ella caminaba, dejando sus huellas silenciosas sobre el camino de arena.

Entr en una callecita que descenda en suave pendiente. Algunos rayos de sol se filtraban a travs del techo que formaban las ramas de las acacias, al unirse en una glorieta natural y salvaje.

Continu caminando, mientras acariciaba la carta de Ismael en su bolsillo, dilatando el gozoso momento de leerla. Sin prisa se dirigi hacia el ro.

Un par de canoas descascaradas se hamacaban con el viento sobre las aguas barrosas. Los sauces remojaban sus ramas en la orilla y ms all del ro, todo era un horizonte verde que se recortaba contra el cielo, y se reflejaba sobre las Ondulaciones del agua, con matices y tonalidades diferentes.

Unos pasos a sus espaldas la sobresaltaron. Al darse vuelta se encontr con un hombre que intentaba infructuosamente pasar

inadvertido.

Haba algo en l que no le gust. No poda precisar qu era, pero su aspecto de indiferencia estudiada, simulando un inters en el paisaje, que no concordaba con su imagen, qued flotando en la mente de Mnica.

El viento comenz a soplar ms fuerte, levantando remolinos de arena. El instante de magia haba terminado.

5

El domingo se present nublado y fro. De a ratos lloviznaba. Mariana estaba lista desde haca ms de media hora cuando vio que llegaban las chicas, cantando a los gritos.

Desafinamos como loros dijo Dbora a modo de saludo. Qu piensan hacer? les dijo Mariana El da est horrible. Quedamos en encontrarnos con los chicos en la plaza le contest Cris. Pero no creo que podamos ir al ro.

Pero vamos igual, loco las interrumpi Betiana, ya tenemos todo preparado.

Para variar no penses, no? Cmo vamos a ir con el fro que

hace! le dijo Dbora.

Mariana, y tu ta, la artesana? le pregunt Beli.

Ella no tiene horarios muy normales... Generalmente duerme hasta las tres de la tarde le contest Mariana. Me parece que la vas a tener que conocer otro da...

Ana se puso a regar las plantas, mientras escuchaba "Concierto para dos mandolinas'', de Vivaldi.

Se senta sola y, como todas las veces en que Pablo sala, se preguntaba si la vida tena algn sentido para ella cuando su hijo no estaba.

Sus amigas compartan los fines de semana con su familia y ella con su soledad.

Se daba cuenta de que sera muy difcil que su corazn se despertara otra vez. Estaba amordazado, bien cubierto y a salvo de cualquier experiencia que la hiriera.

Sin embargo, muchas veces pensaba en Sergio. Lo conoca desde haca poco tiempo, pero haba algo en esa mirada tierna que la seduca. l haba ido varias veces a comprar plantas, en las dos ltimas semanas, o simplemente a conversar con ella, y se enfrascaban en interminables charlas.

Por eso se alegr cuando atendi el telfono y escuch su voz invitndola para que almorzaran juntos.

Se sorprendi cantando frente al espejo, mientras se arreglaba para el encuentro.

Mariana apenas haba respondido un "Ya nos conocemos", cuando los presentaron, enfatizando el tono duro de sus palabras con una mirada cargada de desprecio.

Pablo la mir con indiferencia y le dijo despacio a Loli:

Es una forra, pero te juro que no voy a pasarle bola.

Gastn, estirado sobre un banco, propuso:

Dale, decidan... Vamos a alguna parte que esto es un embole.

Si quieren damos una vuelta en "La Rana" dijo Pablo.

"La Rana" era una camioneta Ford A muy antigua. Haba pertenecido al abuelo de Pablo, y Ana, cansada de escuchar las splicas ile su hijo, decidi regalrsela para el ltimo cumpleaos, previa promesa de que conducira con cuidado. Despus de trabajar durante varias semanas la haban transformado en una especie de auto deportivo, quitndole la capota, retapizndole el asiento, fileteando las llantas, colocndole una bocina vieja que sonaba como el grito de un animal prehistrico y lustrando a fuerza de puo, la capa de pintura verde oscuro que le dieron con soplete, y los herrajes metlicos. Haba quedado soberbia, pero le faltaba un toque de "personalidad". As que decidieron dejar las huellas de sus manos y sus pies, en un tono de verde ms claro. Despus de esto, y debido al parecido con los batracios, por votacin unnime, la bautizaron con el nombre de "La Rana".

S, dale, que hace mucho que no paseamos en "La Rana" dijo Beti.

En esa catramina? le pregunt Mariana mirndolo directamente a Pablo, con sonrisa burlona.

Bueno, si no te gusta puedo buscar el Mercedes de Pa le contest l, aflautando la voz.

No seas mala onda, nene! grit Dbora. La mala onda es ella, no yo. Bueno el que quiere venir que suba y el que no...

Dale, chicas, djense de joder y vamos. Est feo para ir al ro dijo Nano. Yo conozco un lugar que est buensimo. Es un rancho abandonado. Podemos acampar ah que si llueve no pasa nada.

Ya s cual es! grit Betiana. Es el que est en el camino real. Est rebueno, vamos.

A Mariana no le qued otra cosa que subir a la "catramina". Tuvo que sentarse en la parte trasera, sobre un almohadn descolorido, justo detrs de Pablo. De tanto en tanto sus ojos se encontraban en el retrovisor enmohecido.

Mnica se despert despus del medioda. Encendi el grabador y mientras Ktaro la arrullaba con su msica, estir su cuerpo lentamente.

Dorma siempre con la ventana abierta para poder ver el cielo apenas se despertaba. Hoy estaba amenazante. Abri la carta de Ismael que esperaba desde el viernes en su bolsillo.

Termin de leerla y sonri. Lo extraaba, pero no tena ganas de volver.

Despus de almorzar se puso a quemar unas vasijas de la nueva serie que haba comenzado y sinti, como siempre, que la magia del fuego se confabulaba con la tierra y el agua para darle vida a sus vasos, pero el alma se la daba ella.

Eran ms de las seis de la tarde cuando termin y sali hacia la ciudad en su coche.

El camino real era un sendero tortuoso de arena que iba bordeando el ro. Tena profundas estras que le dejaba la lluvia y algunos iremos estaban tan poceados que por muy despacio que fueran, no pararon de saltar en todo el trayecto.

Mariana se sujetaba como poda a las barandas de la camioneta y, cuando llegaron, se dio cuenta de que su cabello estaba enmaraado y cubierto de arena.

Estoy hecha un desastre dijo al bajar. No podas ir un poco ms despacio! Sabes cmo me golpe en el piso de esa catramina?

Pablo tom entre sus dedos la mejilla de Mariana y, acercando su rostro al de ella, puso la mejor de sus sonrisas mientras la miraba a los ojos, dicindole, como si le hablase a una nena chiquita:

Pobrecita... Se le golpe la colita... Por eso ahora es un poquito culo roto, la nena.

Mariana se puso roja de furia, pero, al mismo tiempo, al sentir la mano de Pablo en su piel y ver sus ojos tan cerca, no pudo evitar una oleada de sentimientos confusos que no quiso tratar de aclararse.

Djala tranquila, loco le dijo Betiana a Pablo.

Entraron al rancho y se pusieron a improvisar asientos con ladrillos huecos y los almohadones del auto. Despus abrieron una cerveza y los nimos fueron calmndose.

Pablo haba llevado la guitarra y aunque no lo reconoci pblicamente Mariana se emocion al escuchar su voz entonada y profunda. Cantaba con los ojos cerrados y cuando los abra, su mirada pareca regresar de un sueo. Las miraba a todas, menos a ella. Almorzaron adentro del rancho porque la llovizna caa intermitente y soplaba un viento fuerte desde el ro. Mariana tiritaba, sin abrigo, con las rfagas de aire fro que se colaban por las grietas de las paredes. La paja del techo estaba perforada en varias partes, permitiendo que el viento y la llovizna tambin penetrasen por ah. Tenes fro le dijo Dbora. Chicos, quin le presta una campera a Mariana?

Nano se quit la remera, quedndose con el torso desnudo y se acerc para colocrsela en la espalda.

No le dijo ella. No te vas a quedar sin remera...

Por vos soy capaz de cruzar el Aconcagua desnudo le dijo

Nano.

Los chicos se largaron a rer y Mariana le agradeci con una de sus sonrisas de hoyuelos marcados, que tanto seducan a Nano.

Pablo se levant, se quit la campera y se par dirigindose hacia Mariana, pero despus sigui un par de pasos ms adelante y le dijo a Cris, mientras le colocaba el abrigo sobre los hombros:

Vos tambin ests temblando. Me parece que a esta casa le hara falla calefaccin...

El grito de Mariana los asust a todos.

Saquen ese bicho monstruoso de mi pie! gritaba.

Dbora tom con su mano al "bicho monstruoso", que no era otra cosa que una ranita verde minscula, casi transparente, y con enormes ojos saltones que le daban una apariencia muy cmica.

Todos se rean, pero Mariana estaba furiosa.

Despus del almuerzo Sergio acompa a Ana hasta su casa. Se sent en una hamaca paraguaya y no dej de mirarla mientras ella serva el caf.

Cuando Ana le alcanz la taza, l se la quit de las manos y la apoy sobre una mesa. Despus la tom por la cintura y la acerc despacio. Le roz el cabello con los labios y cuando iba a besarla ella se apart.

Se va enfriar el caf le dijo.

Qu te pasa Ana?

Que por ahora va a ser mejor que sigamos siendo solamente amigos.

Por ahora...

Ella no contest nada. Sonri y se qued con la mirada perdida, pensando.

La tarde pas demasiado rpido, entre charlas y caminatas. Cuando Sergio se fue, anocheca.

Prepararon el mate, despus de dos horas de cantar, de jugar a las cartas y contar chistes. Mariana se senta incapaz de soportar un minuto ms. Le venan a la mente las imgenes de los encuentros con sus amigos del sur, los paseos con el auto importado del padre de fede; las pistas de esques, donde se encontraban con sus equipos fosforescentes; las tardes de nevadas en las confiteras del centro, compartiendo fondue de chocolate, y no poda evitar el malestar que la invada, mientras contemplaba el ro manso y barroso, desdibujado con la llovizna, a travs de un agujero de la pared del rancho.

Cuando al fin decidieron regresar, y ya estaban subiendo a La Kana, Mariana resbal en un charco y se golpe con el estribo de la camioneta. Al levantarse alcanz a ver su ropa sucia y mojada y reaccion con furia ante las risas de Pablo. Primero tom barro arenoso con sus dos manos y comenz a tirrselo, pero despus, y al ver que l segua rindose, le quit la guitarra y corri hacia el ro. Nano quiso alcanzarla pero ya era tarde.

Pablo logr rescatar el instrumento, despus de diez minutos de nado, porque la corriente era bastante rpida y lo nico que le dijo cuando sali del agua fue: "Pendeja boluda".

6

Cuando Mariana lleg a la quinta ya era de noche. Betiana le haba prestado ropa seca que le quedaba bastante ajustada y para aumentar la ingratitud de la tarde, haba tenido que aceptar que Pablo la trajera, porque le avergonzaba ms confesar que no haba llevado dinero para el colectivo y no se senta con ganas de caminar los dos kilmetros que separaban a Palma Sola de la casa de Betiana, que estaba en las afueras del pueblo.

Nano era casi tan corpulento como Pablo, pero a diferencia de ste, tena el cabello largo y rubio, hasta casi la mitad de la espalda. Tambin su piel, demasiado clara, contrastaba con la de su amigo. Sus rasgos eran armoniosos y poda decirse que era lindo; pero Pablo, pese a que sus facciones eran imperfectas, tena una fuerza que cautivaba las miradas. Haba a su alrededor como un halo de misterio y su risa concordaba con una voz tan seductora, que era fcil entender por qu casi todas las chicas estaban enamoradas de l.

Durante el trayecto Nano le hablaba a Mariana, tratando de seducirla, y le propuso pasar a buscarla el lunes a la salida del colegio para ir a tomar algo. Incluso se rehus a bajar en su casa antes de dejarla a ella. Mientras Nano hablaba, Mariana miraba de reojo a Pablo y le pareca que se pona molesto con las invitaciones del amigo. Siguiendo un impulso acept que Nano pasara por ella el lunes y le dio un beso en la mejilla al bajar, mientras a Pablo apenas le dej un saludo entre dientes y no alcanz a escuchar si tuvo respuesta, debido al ruido del acelerador.

Ahora, al leer la nota que estaba pegada en la puerta, termin de sentir que no era un buen da. El mensaje de Mnica deca que se haba ido a buscar los papeles al departamento de la abuela, que si se le haca demasiado tarde, dormira en la ciudad, y que ella poda quedarse en la quinta, si as lo deseaba.

La idea de pasar toda la noche sola en esa casa enorme, en medio del campo, la aterraba, as que no tuvo que meditar demasiado la decisin.

Mariana dej que la ducha caliente le terminara de quitar el fro, se cambi y se fue a esperar el colectivo a la ruta.

Me vuelve loco, hermano dijo Nano. Viste los ojos que tiene? Y los pocitos que se le hacen cuando se re? Y ni hablar de las gomas... No puede ser ms linda.

Ni ms forra le respondi Pablo. Debe ser una nena de mam, es insoportable.

Lo que pasa es que ustedes se cayeron mal de entrada. Es dulce...

Y agrandada. No viste la cara de asco que tena en el rancho? Y mejor ni hablemos de cuando me tir la guitarra. La hubiera cagado a pinas.

Lo que pasa es que no est acostumbrada a estar ac sigui defendindola Nano. Estuve investigando a Betiana y me cont toda la historia. Es muy jodido lo que le pasa. Fueron muchos cambios, por eso por ah se pira un poco, pero eso la hace ms linda, loco. Es una mina con polenta. Otra no se hubiera animado a tirarte la guitarra al ro.

Justifcala porque ests caliente le dijo Pablo. No s si estar buena, pero que es forra, es forra.

Maana me la transo, loco, y despus te cuento.

Pablo se fue furioso, invadido por sentimientos contradictorios, sin poder borrar el rostro de Mariana, que ahora se le apareca, repitiendo las imgenes de la tarde. Trat de pensar en otra cosa para no tener que buscar explicaciones a los deseos de insultarla y de besarla al mismo tiempo que lo estaban acosando.

Mnica oprimi el botn del portero para que su sobrina pasara. Me parece que no te has divertido mucho, me equivoco? Fue un bajn... Un bajn vendra a ser algo as como muy malo, no?

Peor, malsimo.

Bien, pero... a qu se debi el bajn, al lugar o a la gente?

Un poco a las dos cosas. El lugar era deprimente y la gente mejor no hablar. Bueno, en realidad algunos zafan, pero uno especialmente, logr arruinarme el da.

Debe haber sido un chaval muy malo para que quiera hacerte eso, no?

Es el tarado ese del vivero, el que se cay de la moto, te acords?

S. Si la memoria no me falla, me parece que se llama Pablo.

S. Es un agrandado que se la cree porque hay un montn de minitas muertas por l. Las chicas me contaron que tuvo mil historias y el muy tarado debe pensar que todas somos iguales. Como yo no le pas bola se la agarr todo el tiempo conmigo, gastndome por cualquier cosa. Pero te aseguro que termin peor que yo... Ay, pero hablemos de otra cosa. Encontraste los papeles que buscabas?

No. Hace horas que los busco. Si quieres ayudarme, de pronto los encontramos temprano y podemos regresar a la Villa...

Bueno. Decime por dnde busco y qu papeles son.

Son los recibos de impuestos inmobiliarios de la quinta. Yo continuare revisando el escritorio y t, si quieres, puedes buscar en el dormitorio de la abuela, en la cmoda, en las mesas de noche, en fin, donde se te ocurra.

Mnica canturreaba en cataln, mientras iba abriendo biblio-ratos y sobres. Mariana comenz a abrir cajones y puertas en la otra habitacin. Revis minuciosamente hasta que encontr una cadena de plata con una llavecita minscula. En el fondo del ropero haba visto un cofre antiguo, no muy grande, y supuso que sa era la llave para abrirlo.

Lo sac con cuidado y lo abri.

Eran cartas. Las fue sacando de a poco, mientras senta el olor a papel viejo que sala del cofre.

Una letra apretada, con maysculas recargadas de adornos, se dibujaba en las hojas ms amarillentas. Mariana se puso a leer:

Clusellas, 2 de septiembre de 1948

ngela, querida ma:

Te extrao tanto que la nica manera que encuentro para aplacar esta angustia es escribindote a diario. Muy pronto podremos casarnos, entonces nada ni nadie podr separarnos.

A veces despierto por las noches y descubro que te he soado, llevndote del brazo por la plaza de tu pueblo, mientras los hombres me miran con envidia, como ocurri el ltimo domingo en que nos vimos, te acuerdas?

Cuando nos casemos, amada ma, tendremos a nuestros hijos: Hctor y Mercedes, tal como lo hemos elegido y seremos por siempre una familia feliz.

Mi amor, no s si te ha ocurrido lo mismo que a m, pero la ltima vez que estuvimos juntos, cuando nos despedimos, sent que el beso que nos dimos fue diferente. Entonces comprend que ya no podemos esperar demasiado para casarnos. Quiero que seas mi esposa para poder amarte el resto de mis das y que...Las risas de Mariana atrajeron a Mnica que se acerc a su sobrina y se puso a leer con ella:

...y que ninguna caricia nos sea prohibida.

Te amo desde el fondo de mi corazn y s que nada podr separarnos. Recibe con esta carta un milln de besos y el deseo de que sigas esperndome y soando conmigo.

Eternamente tuyo,

ArmandoMnica y Mariana se rieron juntas.

Pero mirlo al abuelo... Lo apasionado que era, quin hubiera dicho... Despus continuaron hurgando en el cofre, siguiendo la historia de amor.

Claro que Hctor nunca lleg. Y aparec yo. Por suerte me pusieron Mnica y no Hctora.

Mariana rea con ganas.

Despus siguieron revolviendo en el cofre y fueron desfilando fotos amarillentas, estampitas de bautizo, mechones de cabello atados con cintas manchadas de xido...

Mira, la participacin del casamiento de mis viejos.

Y aqu est la primera carta que le mand a mam desde Espaa...

Leyeron cartas durante casi una hora, reviviendo momentos que Mnica crea olvidados, recuperando instantes que Mariana desconoca.

Bueno basta, despus la seguimos, quieres? dijo Mnica. Debemos encontrar los papeles que necesito para maana.

Ay, dale la ltima, s buena, despus te ayudo. Mira! Esta es de antes que yo naciera. Se la mandaba mami a la abuela. A ver que

le deca...

Buenos Aires, diciembre de 1976

Querida mam:

No quiero cargarte de angustia porque s lo mucho que debes estar sufriendo con la enfermedad de pap. No hace falta tampoco que te excuses como lo haces en tu ltima carta por no haber podido estar a mi lado en estos momentos difciles. Entiendo perfectamente que pap te necesita ms que yo. Adems Mauricio se ha portado muy bien. Le concedieron una licencia y estuvo cuidndome todo el tiempo, durante la semana en que me internaron para los estudios, despus en los das previos a la ciruga y ahora, en la convalecencia, ms que nunca. Por momentos lo desconozco, ya que nunca fue demasiado tierno, y ahora est pendiente de m todo el tiempo. Supongo que ya te habr llegado la carta anterior, en la que te contaba que me iran a operar. Ya han pasado veinte das y recin la semana pasada, en la consulta con mi gineclogo me enter de la verdad. No pude escribirte en ese momento porque entr en estado de shock. Pero ahora necesito decirte lo que me est pasando porque tengo miedo de volverme loca.

El mdico me explic que cuando me abrieron se encontraron con ramificaciones inesperadas y que tuvieron que extirpar absolutamente todo, para asegurarse de que no quedara ni siquiera un indicio de la enfermedad. Eso significa como ya podrs imaginarte que nunca podr ser madre. Mauricio firm la autorizacin y ahora se siente culpable.

A m tuvieron que inyectarme un calmante porque me dio un ataque de nervios cuando me lo dijeron. No puedo entender por qu no me consultaron. El hecho de tener que someterme a la tortura de los rayos, no me angustia tanto como la certeza de saber que nunca voy a poder tener hijos. Estoy destruida y no puedo ocultrtelo.Mariana estaba plida, mir por un momento a Mnica y despus continu leyendo.

La semana prxima comenzar con el tratamiento. Mauricio consigui que le prolongasen la licencia y podr acompaarme para hacerme la aplicacin de rayos. El mdico dice que slo es preventivo, que con la operacin se ha hecho una limpieza profunda, pero tengo miedo.

Mauricio trata de consolarme dicindome que podemos adoptar, que no hay diferencias, que si lo adoptamos de recin nacido ser igual, pero yo siento que nunca ser lo mismo.

Te pido por favor que me respondas, porque te necesito ms que nunca y...Siempre lo supe... siempre lo supe balbuceaba Mariana, con la cara desencajada.

Mnica no hablaba, slo atin a tomarle una mano, pero estaba segura de que Mariana no la senta. Tena la piel helada y pareca que hablaba para s misma.

De verdad que siempre lo supe. Nunca me contaban nada de cuando era chiquita, ni me explicaban por qu no tena hermanos, ni a quin haba salido tan rubia, ni por qu ellos tenan los ojos tan marrones y yo los tena tan grises.

Mariana se quedaba mirando el vaco durante un rato y despus continuaba:

A veces con Luca embrombamos con eso de que ramos adoptadas y ahora me acuerdo del reto exagerado que me dieron cuando nos escucharon. Yo no entenda por qu haban reaccionado tan mal... si era una broma. Cuando yo le preguntaba a mi mam si estaba muy gorda antes de que naciera, ella me contestaba, pero se pona rara y enseguida cambiaba de tema. Ahora entiendo... Por qu no me lo dijeron? Por qu en todos estos aos nadie me dijo nada?

Mnica no poda evitar que los ojos se le llenaran de lgrimas al ver a Mariana, tan desvalida, tan triste. Oprimi ms fuerte su mano y ella pareci reaccionar.

Vos lo sabas!comenz a gritar Mariana. Lo sabas! Lo sabas y no me lo dijiste!

Te juro que no, chiquita, te juro que no saba nada. Por qu, por qu me mintieron? Por qu?! Mariana comenz a tirar todo lo que encontraba, presa de un ataque de nervios. Las cartas volaron por el aire ante la patada que le dio al cofre. Sigui con los portarretratos que adornaban la cmoda, con los floreros y despus se encerr en el bao y no respondi a los llamados de Mnica durante toda la noche.

7

Haban transcurrido dos semanas desde la noche en que Mariana se haba enterado de que no era hija de Mauricio y Mercedes.

Aquella terrible maana, despus de abrir la puerta del bao, Mariana ley hasta el ltimo papel que encontr en el cofre.

El nico indicio que hall sobre la adopcin fue una carta que deca con mucha vaguedad:

"... Espero que hayas destruido la carta anterior. La beba que nos entregaron es hermosa, como podrs ver en la foto que te enviamos. El nico problema que tuvo es una inexplicable infeccin en su oreja derecha, a eso se debe el vendaje que tiene. Tuvieron que hacerle una pequea intervencin y ha perdido el lbulo, pero los mdicos nos aseguran que tienen todo bajo control y que el odo no se ha visto afectado...

El mes prximo nos iremos al sur, ya que Mauricio ha pedido que lo trasladasen all y... "Mariana siempre haba tratado de ocultar su oreja con el cabello. Mauricio y Mercedes le haban dicho que se le haba encarnado un arito de oro siendo muy beba, y que el orificio de la otra oreja se le haba tapado. Por eso nunca haba usado aros.

Y ahora, al leer esto, Mariana comprendi que ellos desconocan lo ocurrido y que por eso siempre haba sido tan vago el relato que le hicieran sobre el hecho.

Entre todas las cartas que ley, encontr una que Mnica le enviaba a Angela desde Espaa:

"...No puedo creer lo cambiada que est Mercedes en las fotos que me mandaste. Su panza est tan enorme que me hace pensar que tal vez. vaya a tener mellizos. Hay antecedentes de partos mltiples en la familia de Mauricio? Dile de mi parte que... "Eso le sirvi a Mariana para convencerse de que Mnica realmente no saba nada de la mentira que haban urdido. Pero esto pareci no importarle demasiado y, desde aquella noche, no volvi a dirigirle la palabra.

Permaneca tardes enteras encerrada en su cuarto y cuando sala caminaba sola por el parque o se hamacaba sobre su propio cuerpo, en silencio, mirando hacia la pared.

Durante esos das pareca que ella haba dejado de pertenecer al mundo. Se haba olvidado de todo, del colegio, de su aspecto personal, hasta de la comida, ya que slo tomaba algo de leche o alguna fruta. Se la vea demacrada y ojerosa en los pocos momentos en que sala de su dormitorio.

Haba una carta de Washington que permaneca cerrada sobre su cmoda desde haca ms de una semana.

Ese sbado, se levant cerca del medioda y estaba deambulando en camisn, con los cabellos revueltos, mordisqueando una manzana, cuando escuch las voces que provenan desde el taller.

Est muy mal, y por eso me toca todo a m. No lo entiendo. Nunca cre que fuera a reaccionar de esa manera.

Pues a m me parece muy lgico. Debe ser muy difcil tener que aceptarlo. Adems imagnate que los chavales, cuando son adolescentes, no reaccionan nunca en forma previsible. Pero es inteligente. No puedo entenderlo. Mariana agudiz el odo tratando de escuchar mejor. La conversacin le llegaba en forma parcial y supuso que estaban hablando de ella.

Ana ya haba ido varias veces a entregar personalmente pedidos de flores o plantas a Palma Sola y haba aceptado los mates y lacharla que le ofreciera Mnica. Ahora, haca un largo rato que estaban conversando y una vez agotados los temas ms triviales se haba atrevido a hacerle algunas confidencias.

Bueno, puedes venir cuando quieras. Por ah te hace bien que hablemos. Yo tambin a veces me siento sola y no he encontrado muchas personas con las cuales comunicarme de verdad en este lugar.

Mnica acompa a Ana hasta la puerta y alcanz a ver cmo se corra la cortina del cuarto.

El domingo por la maana Mariana se despert por los fuertes golpes que daban en su ventana. Las risas de las chicas eran inconfundibles.

Tenes un minuto para abrirnos y cinco para vestirte y venir con nosotras. Hoy no te lo perdonamos... grit Betiana.

Mariana sali a la galera con cara de dormida.

No nos vengas otra vez con que ests depre, como nos dijiste el otro da, que vas a dejar de estudiar y todas esas pavadas, eh?

Te va a hacer bien venir con nosotras. Vamos hasta el ro con los chicos, llevamos el mate y no nos vamos si no nos acompaas le dijo Cris mientras le acariciaba el pelo. Adems te prometemos no llevarte al Rancho Real y protegerte de todas las ranas transparentes y monstruosas que se crucen en tu camino.

El mayor logro fue arrancarle una sonrisa a medias despus de mucho esfuerzo. Estuvieron sentadas con ella por ms de media hora y al ver que todo era intil y que no podran convencerla, se fueron hacia la plaza para encontrarse con el resto del grupo.

No vas a abrir la carta? le pregunt Mnica.

Mariana le respondi levantando los hombros.

Mnica estaba pasndose miel por la cara, envuelta en una bata, recin salida de la ducha.

Por lo que parece hoy tampoco vas a dirigirme la palabra. Mira, yo estoy tan mal como t. Descubro despus de tantos aos que mi madre y mi hermana son dos desconocidas, que mintieron alevosamente, hasta el punto de fingir un embarazo para perpetuarlo en fotografas, sin importarles nada...

Mariana segua muda, mientras se hamacaba, sentada sobre el piso, de cara a la pared.

Lo nico que s es que eres una inmadura y una egosta, que has vivido toda tu vida entre algodones sigui Mnica, y ahora, ante el primer problemita te derrumbas. Eres una cobarde, una nena de mam que no puede sobreponerse.

Mariana no aguant ms. Se levant de un salto tumbando una silla.

Sos una hija de puta! Cmo podes hablarme as! Pequeo problemita decs, hija de mil puta! le grit, mientras se abalanzaba sobre Mnica agarrndola de los cabellos.

Cayeron las dos al suelo. Mariana le peg y la insult. Mnica slo trataba de esquivar los golpes. Cuando se calm un poco la abraz con fuerza y comenz a acariciarla, mientras la calmaba con palabras dulces y la acunaba como si fuese un beb, cantndole canciones de cuna en cataln. Mariana comenz a sacudirse con fuertes sollozos, y sigui llorando durante ms de inedia hora, mientras preguntaba a los gritos, algo que Mnica no poda responderle: "Por qu. decime por qu nunca me lo dijeron".

Pablo escuchaba a las chicas en silencio, mientras ellas le contaban lo extraa que estaba Mariana.

Es un poco rara la minita esa, no'.' dijo Loli.

Nano sali a defenderla:

Primero no la llames minita. Y antes de sacar conclusiones pens en todo lo que le loca vivir, que no es nada fcil. Los viejos estn en Estados Unidos y quin sabe cuando vuelven...

Callate, Nano, si vas a justificar hasta el plantn que le comiste hace quince das, cuando le prometi que iban a salir y no apareci le dijo Loli.

No apareci, pero me avis con las chicas que estaba mal se defendi Nano.

S, le avis, a los diez das... pero te avis.

Bueno, despus de todo hablan por envidia, loco sigui Nano. Yo s los problemas graves que tiene. Al viejo lo van a tener que operar y...

S, y para completarla la la sa, que la est cuidando, me parece ms rayada que una cebra... agreg Gastn.

Y encima toda la mala onda que le tir el tarado ste, la primera vez que vino con nosotros dijo Dbora dirigindose a Pablo. Yo estoy segura de que por tu culpa reaccion as.

Siempre hacen lo mismo... le respondi Pablo. Cuando aparece alguien de afuera, aunque sea un forro, lo convierten en rey... Y ahora me vienen a cargar mierda a m. Ya se olvidaron, por supuesto, de todas las pavadas que ella dijo, y tambin de las que hizo, porque parece que no tiene ninguna importancia que me haya lirado la guitarra al ro, no?

Por primera vez Cris no lo defendi, y mirndolo con cara de reprobacin le dijo:

Lo que pasa es que no quers entender, Pablo. Si ella reaccion asiese da, fue porque trataba de defenderse, pero como todo hombre sos bastante bruto para entender a una mujer. Se siente sola, tuvo un montn de cambios, necesita un poco de comprensin. Adems no es tan forra como vos decs. Yo estuve charlando mucho con ella y es bstante pensante.

Y adems es un sol agreg Nano poniendo cara de tonto.

Bueno crtenla, loco dijo Betiana. Tenemos que pensar en algo para ayudarla. Debe ser rejodido estar tan sola.

A veces uno puede tener ganas de estar solo, no? les contest Pablo, levantndose.

El tampoco aguantaba a los chicos, hoy. En realidad no se aguantaba ni a s mismo. Todava no poda creer que fuese cierto lo que le estaba pasando.

Se puso a correr hasta la playa y cuando lleg, se quit la ropa y se puso a nadar hasta que sinti que el cansancio lo relajaba. Se tumb de espaldas y dej que la corriente lo arrastrara.

Por la noche Mariana ley la carta de su madre y despus la rompi en pedazos. No le importaba absolutamente nada. Ni el retraso de la operacin, ni sus preocupaciones, ni sus exigencias idiotas, pidindole que se portara bien, que fuese buena, que...

No vas a pegarme de nuevo, no? le pregunt Mnica con una sonrisa, mientras le acercaba una taza de leche tibia.

Sabes? le respondi Mariana con la mirada ausente. Lo que ms me duele es sentir que no s quin soy, que todo lo que yo cre que era mi familia no existe, no es nada. Que mi abuela no fue mi abuela, que vos no sos mi ta, que ellos no son mis viejos, que yo no soy yo, entends?

Mira Mariana, no s si puede ser vlido lo que voy a decirte, pero necesito hacerlo. Cuando nos conocimos en el aeropuerto esa maana, no me caste para nada simptica. Es ms, si no estuviera algo urbanizada, te hubiese sacado la lengua o te hubiera dado un azote al ver las caras que me ponas. Trat de tenerte paciencia y en las pocas semanas que llevamos de convivencia aprendimos a tolerarnos bastante. Pero ahora algo ha cambiado. Yo no s fingir los sentimientos, nunca pude hacerlo. Y odio la mentira tanto como t. No puedo precisar cuando ocurri, si fue la noche en que descubrimos la verdad, o fue despus, en todos esos das en que te he visto sufrir tanto, o tal vez esta misma tarde, cuando te estrech en un abrazo, lo cierto es que descubr que te quiero. Para m, que nos unan o no, los lazos de sangre no modifica las cosas. Lo que siento por ti es autntico, me nace aqu, en el corazn y me siento ms cerca tuyo que lo que me he sentido antes de descubrir que no eras hija de Mercedes. Y quiero que sepas, que siempre podrs contar conmigo para lo que necesites, hasta para lo ms doloroso que puede llegar a ser desenmascarar a mi hermana y buscar a tu verdadera madre.

Mariana apret la mano que Mnica le ofreca y no hubo necesidad de que ninguna de las dos agregase nada.

8

Bueno, intntalo al menos. Es que no tienes orgullo?

Soy un desastre. No me sale, qu quers?

Mnica mova lentamente la aguja del crochet para que Mariana entendiera. Una lazada, una cadenita, enganchar en el punto de abajo, otra cadenita y sacar el punto.

Me sali! Mira! Tej un punto!

Te dije que podras. Con un poco de esfuerzo a fin de ao podrs terminar un cubrecamas.

Qu!? Ests loca. Con un punto es suficiente.

Ya saba que me ibas a defraudar le dijo Mnica simulando una voz dramtica. Mejor dejemos las lecciones de tejido para ms tarde y nos vamos a dar un paseo.

Caminaron un rato en silencio, escuchando el sonido del viento que se enredaba entre las agujas de los pinos y el canto de los pjaros.

Los rboles iban oscurecindose en el horizonte y las cosas ms cercanas se cubran con una luz naranja y clida. Se haban descalzado y hundan sus pies en la arena, que todava conservaba la tibieza de la tarde. A esa hora el aire ola a eucaliptos.

Cuando pasaron frente al vivero Ana estaba descargando unas plantas. Mnica se detuvo a saludarla y se quedaron unos minutos hablando.

Mariana se dio cuenta de que la mujer la miraba con insistencia y, cuando llegaron a la esquina, not al darse vuelta que Ana continuaba mirndola.

Pablo haba salido a caminar solo, sin rumbo fijo. Era un fin de semana largo, sin clases, pero no haba hecho planes porque no tena ganas de ver a nadie.

Era temprano y por ser da no laborable las calles de la Villa estaban casi desiertas.

Cuando cruz la ruta la vio. La reconoci desde lejos por su forma de caminar. Entonces comenz a apurar la marcha.

La alcanz antes de llegar a la estacin de servicios.

No te haba visto le dijo. Para dnde vas?

Mariana lo mir con cara de fastidio y levant los hombros a manera de respuesta.

Te molesta si caminamos juntos? insisti el.

En realidad no tengo ganas de estar con nadie.

Pablo sigui como si no la hubiese odo: No viniste ms a la plaza. Me dijeron que tambin dejaste de ir al col.

Volv a empezar esta semana. El domingo vamos al ro, no quers venir? No... no creo...

Vamos a ir con "La Rana", pero yo por las dudas... no llevo ms la guitarra.

Mariana sonri y l se sinti un poco ms seguro. A que no te animas a entrar? pregunt l cuando pasaron frente al cementerio. Para que?

Ah, sos maricona, como todas las mujeres. Tu abuela es maricona, nene. Vamos...

Tuvieron que saltar por una tapia baja, porque el portn todava estaba cerrado. Despus se pusieron a caminar entre las cruces, leyendo los epitafios ms extraos y comentando entre ellos los nombres de los muertos.

Mariana haba recobrado su tono burln.

En el sur los cementerios son mucho ms... elegantes. Ac te deprimen todas esas cruces en el suelo.

Claro, lo que pasa es que ac los muertos no hacen desfiles de moda, son ms sencillitos.

Bueno crtala, no es para que me gastes tampoco. Adems lo deca en serio. En los cementerios de all hay grandes panteones. Les colocan mrmoles y vitrales en las ventanas y estatuas de ngeles en los ingresos. No te interesa nada, nene, siempre ests hablando pavadas.

Lo que pasa es que para m es una pavada lo que ests diciendo vos. No creo que sea necesario tanto lujo para morirte. Despus de todo all no creo que necesites nada.

Siguieron un rato sin hablar hasta que Pablo se detuvo frente a una lpida enmohecida, en una hilera de nichos de una de las paredes que daban al sur. Se puso a quitar las telaraas de una fotografa amarillenta, rodeada por un marco barroco y semioxidado.

Bueno y llegamos a la zona urbana dijo Mariana con irona. A nuestra derecha podemos distinguir el ala sur del edificio en propiedad horizontal ms importante de esta ciudad. Y nos encontramos con el portero, que tiene a su cargo la limpieza de este sitio.

En ese momento ella se acerc a la fotografa y lanz una carcajada diciendo:

Y esta debe ser una de las pocas fotografas del Yeti, el eslabn perdido entre el mono y el hombre, es indudable, ya que sus rasgos conservan an una cierta semejanza con los simios.

Parece muy abandonado el pobre... ni una flor, slo una margarita de plstico despintada. Parece que las nicas que lo visitan son las araas...

Te ests riendo de mi viejo, tarada.

Mariana se puso seria de golpe. Pablo levant la vista y ella se dio cuenta de que tena los ojos llenos de lgrimas.

Perdname, yo no saba... Te juro que lo de simio lo dije en broma y...

Pero Pablo no la escuch porque ya estaba alejndose a grandes pasos hacia uno de los bancos que haba en los caminos empedrados y grises.

Ella lo sigui y se sent a su lado en silencio. Despus de un rato, sin mirarlo y con voz muy baja, dijo:

Perdname, Pablo... Me crees que te lo dije en broma?

Y despus, al ver que l no le contestaba, agreg:

Vos al menos sabes adonde est. En cambio yo...

El la mir asombrado y le contest:

Qu y vos no sabes acaso? Si los chicos dijeron que tus viejos estn en Estados Unidos, as que tan mal no la estarn pasando.

Yo no s quines son mis viejos, Pablo.

Pero deja de decir pavadas, si Nano dijo que...

Nadie sabe nada de esto, y te pido por favor que no lo comentes. Hace veinte das que me enter de que soy adoptada y desde entonces ya no s quin soy.

Lo decs en serio?

Pablo no necesit la respuesta de Mariana para estar seguro de que no bromeaba; le bast mirar su cara que se haba entristecido de golpe, al no verse en la obligacin de seguir simulando una falsa alegra.

Entonces era por eso que dejaste el col y no apareciste ms en la plaza...

Ella asinti con un movimiento de su cabeza y Pablo alcanz a ver que lloraba en silencio. Sin decirle nada le tom una mano y permanecieron as un largo rato, cada uno metido en sus pensamientos.

Ana haba ido a ver a Mnica. Necesitaba poder desahogarse con alguien y esa mujer, que tena cdigos tan distintos a la gente del lugar, le inspiraba confianza.

Mira, yo s que es muy delicado lo que quiero pedirte, y ests en todo tu derecho de decirme que no. Despus de todo hace muy poco que nos conocemos y...

Djate de tonteras, Ana. Qu es lo que le pasa?

Que ya no s cmo manejar la situacin con Pablo. Necesito que alguien hable con l para hacerlo entrar en razn y pens que vos...

Yo encantada, pero no es nada fcil. Lo he visto slo un par de veces y no voy a poder abordar un tema tan complejo hacindome la consejera.

Ya s. Pero estuve pensando y bueno, como l no sabe que nos hicimos amigas, no creo que sospeche. Podras invitarlo para que charle con Mariana y...

Humm... lo dudo. Mariana es un poco especial y no creo que quiera. Va a ser muy difcil... A no ser que...

Qu?

Podra invitarlo a tomar unas clases de cermica. Ya se lo haba propuesto en otra oportunidad. De pronto acepta y...

Ojal que acepte. Estoy segura de que si le habla alguien que no sea yo, va a poder ver las cosas de otra manera.

Por las dudas no te ilusiones demasiado. Yo solamente podr darle mi punto de vista...

Despus se quedaron charlando de mil cosas y antes de que Ana se fuera, Mnica le mostr un retrato que le estaba haciendo a Mariana, como regalo sorpresa de cumpleaos.

Qu es lo que te pasa? Est tan feo que pones esa cara?

No... est muy bueno. Lo que ocurre... es algo que ya me pas el otro da cuando vi a tu sobrina. Es una sensacin extraa, es como si la conociera de antes, de otra vida, no s. Bueno no me hagas caso, yo soy un poco exagerada...

Despus se despidieron y Mnica busc sus pinceles para continuar con el retrato.

Pablo y Mariana permanecieron un largo rato en silencio. Ella retir su mano despacio y le dijo:

Pablo, yo no saba lo de tu viejo... Por eso jodia con toda esa pavada del Yeti...

El le gui un ojo y le sonri, mientras le contestaba:

Ya s. Yo no me puse mal por tu broma, sino por otras cosas. En realidad es ms por mi vieja que por mi viejo. No es nada fcil tener una madre viuda que intenta consolarse. Pero ahora hablemos de otra cosa. Ya cambiamos suficientes secretos.

Despus agreg con un gesto cmico:

Y no me hagas acordar de la guitarra flotando en el ro si no quers despertar mis deseos de estrangularte.

Los dos se rieron. Al rato ella pregunt:

Qu es eso grandote que tiene una cruz en la punta?

La tumba de King Kong le contest l.

No, en serio, qu es?

Es un osario. Donde tiran los huesos de los muertos ms viejos, de los que nadie reclama. Te animas a que subamos a espiar?

Dale.

Y se fueron a buscar algo que les permitiera comenzar el ascenso. Regresaron con una escalera que encontraron en un depsito que estaba sin llave.

Subieron hasta la parte ms baja sin dificultades. Despus Pablo intent ascender hasta la punta, trepando por las paredes convexas y cubiertas de musgo. Pero era intil, sus zapatillas resbalaban y no lograba llegar a la tapa.

Desclzate le sugiri Mariana.

Lo intent descalzo y lleg sin problemas. Una vez arriba, logr sujetarse de un borde saliente, levant la tapa con mucho esfuerzo y se puso a mirar.

Qu ves'.' Dale, yo tambin quiero subir.

Pablo se solt hasta donde estaba ella.

Si te animas, yo te alzo. Cuando toques el borde te agarras fuerte y me avisas para que te suelte. Despus yo vuelvo a subir.

A sus rdenes le respondi ella.

l comenz a alzarla con cuidado, ponindose a sus espaldas. Mariana tena una remera corta y Pablo se estremeci al sentir la piel suave de su cintura, que casi caba entre sus manos, y al oler su cabello que fue acaricindolo mientras se iba elevando.

Cuando ella le avis, respir hondo luchando contra sus ganas de seguir abrazndola y la solt. Despus volvi a trepar, hasta llegar a asirse del borde y se pusieron a husmear los dos, con las cabezas muy juntas, por el agujero hediondo del osario.

Un olor acre sala desde el fondo y alcanzaron a distinguir algn fmur y restos de huesos apilados.

Qu asco! dijo Mariana. Me hace acordar a los crneos que estudibamos en tercero.

Nosotros en el col tenemos un esqueleto entero. Siempre le ponemos algo: un sombrero, un pucho, guantes.

S, que vivo, pero es de plstico, no tiene el olor que tienen estos.

Bjense enseguida de ah, mocosos de mierda o quieren que llame a la polica!

Se dieron vuelta para ver quin les gritaba y casi se caen. AI ver la cara del hombre no lo dudaron. Se bajaron rpido y salieron corriendo con las zapatillas en la mano.

Para, que me pincho toda! gritaba Mariana. Pero Pablo sigui corriendo a toda velocidad mientras la arrastraba de la mano, hasta que estuvo seguro de haber puesto suficiente distancia.

Se escondieron detrs del tronco de un timb enorme, excitados y risueos.

Por qu no paraste? le dijo ella sentndose. Me pinch toda...

Pablo tom entre sus manos los pies de Mariana y fue quitndole las espinas con mucho cuidado. Despus se demor un poco, revisando si no quedaba alguna, pasando sus manos con suavidad, en un gesto que se asemejaba mucho a una caricia.

9

Pablo se recost sobre el pasto fresco, recin cortado y se qued un rato mirando el rbol desde abajo. Un camino de hormigas suba y otro bajaba por la corteza rugosa. En lo alto, estallaban amarillas las flores del Ybir-Puit. Pablo se acordaba de lo que le deca su mam cuando era chico y se sentaban bajo la sombra del rbol. "Lo plant tu pap el da en que naciste. Cada vez que lo miremos ser como si lo viramos a l".

Entre las hojas ms altas se recortaba el celeste intenso del cielo, y las nubes, arrastradas por el viento, parecan querer llevrselo con ellas.

Pablo...

La voz de Ana le lleg con claridad pero l no le respondi. Despus de llamarlo varias veces ella se acerc y se sent a su lado.

Creo que tenemos que hablar le dijo. Entiendo lo que debes estar sintiendo, pero...

Pablo se levant y se dirigi al invernadero sin responderle.

Despus abri el grifo y comenz a regar las plantas. Oprimi el extremo de la manguera y permaneci un largo rato haciendo que el agua golpeara con furia las flores y las hojas ms dbiles.

Era casi el medioda y el sol ya se haca sentir en esos ltimos das de octubre.

Mariana estaba descansando sobre una reposera desvencijada de lona, a la sombra de los pltanos.

Seguro que te despert el canto del gallo le dijo a Mnica, al ver que estaba acercndose.

Yo no tengo horarios. No lo soportara. Quiero sentirme viva. Comer cuando tengo apetito, dormir cuando tengo sueo, cantar cuando estoy contenta y llorar cuando me siento triste le respondi Mnica. Es bueno no traicionar tu condicin humana.

Pero no es tan fcil. Yo, por ejemplo, hoy no tengo ganas de ir al colegio, pero si falto, quedo libre. As que tengo que seguir traicionando mi condicin humana...

Gnica acomod una bandeja con ensaladas de todas clases y jugo recin exprimido. Sirvi un plato y se lo pas a Mariana.

Es que nunca vamos a comer en la mesa, con mantel y todo lo que corresponde?

Quin determina qu es lo que corresponde? le pregunt Mnica.

No s, supongo que las buenas costumbres... Bueno, para m es una muy buena costumbre comer al aire libre y no tener que preparar la mesa. Imagnate que no ensucias mantel y las migas se las comen las palomas.

Suena prctico pero me quedan dudas... comer de esta manera responde a nuestra condicin humana? pregunt Mariana con voz irnica.

Lo llevas al extremo. Cuando hablaba de no traicionar tu condicin humana, me refera a tus sentimientos. O te piensas que no me doy cuenta de que te ests reprimiendo de abrir las cartas para castigar a tus viejos?

No son mis viejos.

Pero me parece que tienes ganas de verlos, no?

Ella levant los hombros pero no pudo esconder la mirada.

Mariana, no necesitas castigarte. Si los extraas, escrbeles o lee las cartas. Tampoco quisiste atender a tu madre por telfono y ya no s qu excusa inventarle.

Pero me mintieron, entends? Si me hubieran dicho la verdad desde el principio, no me pasara lo que me est pasando. No s si mi mam verdadera se muri o no me quiso o... ya no s quin soy, eso es lo ms terrible.

Yo estuve averiguando algo por mi cuenta. -Y...?

Digamos que armaron muy bien la mentira. Tienes partida de nacimiento como si realmente fueras su hija. Va a ser difcil. Los nicos que podran contarnos la verdadera historia seran ellos.

Y te parece que si mintieron tanto antes, ahora nos van a decir la verdad?

Sinceramente, no creo.

Y entonces?

Yo no te digo que averiges la verdad a travs de ellos, lo nico que intento decirte, es que si los extraas, si los sigues queriendo pese a todo, no te niegues ese sentimiento.

Lo que pasa es que me resulta muy difcil hablarles sin tocar el tema. Y no puedo hablar de todo esto a travs de una carta o de un telfono...

Te entiendo... Creo que por el momento, lo nico que podemos hacer es intentar descubrir alguna pista, algo que nos lleve a la verdad por otro camino.

Mariana no agreg una palabra, pero su mirada reflejaba todo el desamparo y la angustia que senta.

Mnica le acarici con ternura la cabeza, y despus se quedaron un largo rato en silencio.

Nano haba ido a pasar unos das a su quinta y, mientras aguardaba el micro, intentaba sobrepasar la ruta arrojando piedritas.

Crtala, loco, que le vas a pegar a un auto le dijo Pablo. Se puede saber qu te pasa? Desde hace un tiempo ests ms aburrido que la profesora de geografa. No hablas, y ahora encima me jods. Te agarr un ataque de viejitis? No seas pesado.

Mira, Pablo, somos amigos desde hace rato, no? Podras contarme lo que te pasa.

Tengo problemas con mi vieja, pero no quiero hablar de eso. El domingo nos vamos al ro. Quin va?

No me ves la cara ? Mariana, vuelve a ir Mariana, loco. Te juro que esta vez le digo que la amo le dijo Nano arrojando una piedra para arriba.

En ese momento sintieron la frenada de un coche y una bocina que comenz a sonar.

No te dije? Seguro que le pegaste, boludo le dijo Pablo

furioso.

Pero cuando miraron hacia el auto, vieron a Mnica, que a travs

de la ventanilla les grit:

Suban que los llevamos!

Desde el asiento trasero el perfume inconfundible de Mariana le llegaba a Pablo como un blsamo, mientras escuchaba a Nano, que no paraba de hablar, asegurando que el domingo pasaran un da

espectacular.

Despus de manejar un rato en silencio, Mnica, mirando por el

retrovisor, le dijo a Pablo:

No s si te acuerdas, pero un da prometiste acompaarme a tomar mates, y de paso podramos iniciar las clases de cermica.

Bueno, un da de estos voy.

Ya me has dicho eso antes y no apareciste. Te comprometo para un da. Qu te parece el sbado?

A la maana nicamente, porque...

Por la maana va a ser muy difcil dijo Mariana. Ella es algo as como la bella durmiente...

No siempre la interrumpi Mnica. A veces madrugo. Entonces, como a las diez y media, once... sigui Mariana con voz irnica.

Todos se largaron a rer.

Est bien dijo Pablo. A las once estoy ah.

Por la noche Mariana abri las cartas que haban permanecido cerradas sobre su cmoda. En menos de media hora se enter de las ltimas novedades: la fecha de la operacin haba sufrido una nueva postergacin debido a la necesidad de preparar adecuadamente a su padre, ya que se encontraba muy dbil y deprimido. Su madre le suplicaba que le escribiese unas lneas para levantarle el nimo. Por supuesto, le recriminaba su prolongado silencio y como de costumbre adjuntaba una larga lista de consejos y advertencias.

Mariana tir las cartas adentro de un cajn y se puso a escribir en su diario.

Octubre del 94

No s por qu pero sigue parecindome tonto encabezar lo que escribo colocando "Querido diario", as que seguir escribiendo lo que sienta sin dirigirlo a nadie.

No quiero releer las ltimas hojas que escrib hasta que no haya pasado mucho tiempo. Me siento muy extraa, no slo por lo que me he enterado, sino tambin porque junto a la mentira se cayeron muchas ideas que tena antes sobre los valores de la vida.

Al nico que me anim a contarle fue a Pablo, pero no volv a verlo a solas en todos estos das y si nos encontramos no s si me animar a decirle algo porque me da mucha vergenza hablar de todo eso. Antes pensaba que era un tarado, pero despus de lo del otro da, creo que estaba equivocada.

No puedo decirle a nadie que me siento vaca, que cada vez que pienso en mis viejos, bah, en ellos (ni s cmo llamarlos), me hago pelota, porque es cierto lo que me dijo Mnica, aunque yo no le diga que es as, a pesar de todo el odio que les tengo por haberme mentido, los extrao, y al mismo tiempo si los pudiera tener adelante estoy segura de que no podra abrazarlos. Tantos sermones, tantos cuidados, tanto reto, tantas misas, tanto hablar de Dios, de la verdad, de la familia... Tanta

mierda.

Necesito que me comprendan y me quieran ms que nunca, pero slo la tengo a Mnica.

A veces voy caminando por la calle y me pregunto si alguna de las mujeres que cruzo no ser mi mam.Mariana guard su diario y se acost llorando, abrazada a su almohada.

10

Cuando Pablo lleg a Palma Sola, Mnica ya estaba levantada. Haba preparado una mesa en el patio, bajo la sombra de los rboles. La maana se presentaba tibia, sin brisa y los pjaros estaban alborotados.

Mariana todava est durmiendo le dijo Mnica. Vamos a sentarnos.

Hablaron de mil cosas: de la primavera, de las plantas, del vivero, del colegio...

Bueno le dijo ella al rato, hoy comienzan las clases que te promet. El barro nos espera.

Y tomndolo de la mano lo arrastr hasta el taller.

Le arremang la camisa, rindose porque l era mucho ms alto. Pablo, siguindole la broma, levantaba los brazos a propsito para que a ella le costase llegar.

Mariana los miraba a travs de la ventana, sin entender demasiado dnde estaba la gracia, cuando la vieron.

Mira la que me deca Bella Durmiente... le dijo Mnica, qu madrugn que ha dado.

Hola... respondi ella entrando.

Dale, Mariana le dijo Pablo. Tu t... eh... Mnica nos va a ensear a trabajar el barro.

As es. Te aclaro que Mariana te lleva ventaja porque ya realiz su primera escultura.

S, pero se me rompi. Me parece que no me llevo bien con los ngeles...

Los chicos se acomodaron en unas sillas pesadas, de asientos de cuero trenzado. Mnica les entreg dos trozos grandes de barro y les dijo:

Lo primero que hay que hacer es olerlo... Y tambin les voy a decir algo muy importante, el barro es sacado de la orilla del ro y est enriquecido con la vida. Con la vida de las plantas que han quedado sepultadas en ella, con la vida de los animales, escarabajos, hormigas y vaya a saber uno, cuntos bichos ms, que no han muerto, sino que se han transformado, abonando la tierra, mezclndose con el agua, para dar como resultado esta arcilla, que tienen que aprender a respetar y a amar, para poder darle despus, lo mejor de ustedes mismos: el alma.

Mariana y Pablo, cautivados por las palabras de Mnica, se dejaron llevar por las sensaciones que les transmita el barro hmedo entre los dedos. Estaban muy cerca uno del otro. Sus brazos se rozaban mientras amasaban la arcilla, y ninguno de los dos dej de percibir el cosquilleo que les recorra la piel, cada vez que se tocaban.

Mnica puso una msica suave de fondo y el tiempo se fue esfumando sin que ninguno de los tres lo notara.

Ana estaba hablando por telfono con Sergio y no sinti que golpeaban las manos. Cuando colg, al darse vuelta, se encontr frente al hombre de los bigotes recortados y la cabeza rapada.

Me recuerda, no?

Trat de mostrarse calma, pero cierto temblor de sus manos al intentar acomodar unas facturas, la delataba.

Vengo a hacerle un reclamo, seora... le dijo l mientras iba deteniendo su mirada, con descaro, en el cuerpo de ella.

Tuvo algn problema con los espinos de fuego?

No, estn fogosos y agresivos, como debe ser le contest el destacando exageradamente las ltimas palabras.

Entonces?

Se trata de su hijo. El pibe del ciclomotor, es su hijo, no?

S, Pablo es mi hijo, por qu?

Porque ya es la tercera vez que pasa por mi propiedad, sin permiso, invadindome con su moto, nada ms que por acortar camino.

Perdn, pero usted vive en La Aurora, no?

As es.

Si yo no recuerdo mal, La Aurora siempre ha estado dividida por una calle pblica. Si usted se refiere a que Pablo lo invade al atravesar esa calle...

S, eso era calle antes de que yo la comprara. Sepa que yo he cerrado esa entrada con un portn y no voy a permitir que nadie viole mi propiedad.

Mire, seor, hay una reglamentacin municipal que usted no puede desconocer...

Voy a darle un consejo que espero sepa aceptar, por su bien y sobre todo por el de su hijo, mi estimada seora continu mientras segua mirndola con descaro. En mi casa, las leyes las pongo yo y no me gusta que me desobedezcan. Espero que no lo olviden. Buenos das.

Y sin esperar respuesta, hizo una inclinacin burlona de cabeza y se fue, dejando a Ana angustiada y furiosa.

Pablo y Mariana se recostaron sobre las baldosas frescas de la galena, acalorados, despus de jugar durante ms de una hora al tenis.

Y tu... y Mnica?

Debe estar reponindose del madrugn de esta maana. De paso me hiciste acordar... No seas tarado. Ya hoy, cortaste la palabra ta por la mitad y encima adelante de ella...

Ella no sabe nada?

Mariana suspir. Tena ganas de desahogarse, as que en un rato le cont cmo se haba enterado de todo y lo mal que estaba sintindose.

Yo en realidad, no le dije a ella que te haba contado, qu s yo... es como que no me dan ganas de hablar de eso y al mismo tiempo necesito hacerlo. Bueno, pero ahora le voy a decir que te cont...

Mira, yo quisiera ayudarte, pero...

Me ayudaras de verdad?