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BARRIO DE LAS LETRAS Margarita Simó

Barrio de las letras

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BARRIO DE LAS LETRAS Margarita Simó Madrid tiene un espacio reservado para el cante, el baile y la guitarra. Muchos artistas clásicos y otros más innovadores se dan cita en la zona flamenca de la capital, en el entorno de la Plaza Mayor y la zona de la calle de las Huertas, un reducto en el que se encuentran locales emblemáticos como Casa Patas (Cañizares, 10), Las Carboneras (Plaza del Conde Miranda, 1), Cardamomo (Echegarray, 15) o el Candela.

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BARRIO DE LAS LETRAS

Margarita Simó

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Presentación Esta parte de la ciudad se sitúa sobre una suave pendiente surcada por pequeños arroyuelos que vertían sus aguas en el arroyo que discurría por el Paseo del Prado. Durante la Baja Edad Media esta zona estaba destinada a usos agrarios. Estos campos fueron engullidos por la trama urbana a partir del siglo XVI, pero la memoria histórica ha hecho prevalecer el nombre de la calle de las Huertas hasta nuestros días. Su desarrollo tubo el carácter de arrabal, como continuación de la villa medieval. Era uno de los barrios más populares de entonces, aunque también tuvo ilustres moradores como los Fúcar y los Spinola, banqueros de la monarquía de los Austrias. Pero si hay algo que llama la atención es la relación de esta parte de la ciudad con el mundo de las letras. Aquí residieron los escritores más importantes del Siglo de Oro, como Cervantes Lope de Vega, Quevedo y Góngora; se encontraban los principales teatros (el de la Cruz y el del Príncipe –hoy Español-), y en la calle del Prado, a la altura de la calle de León, estaba el mentidero de los comediantes, lugar en el que los literatos discutían, sentían y vivían la poesía y las letras. De hecho, la zona comprendida entre las calles de Lope de Vega, Cervantes, San Agustín y parte de la de Huertas se la conoce como Barrio de las Letras. Muchas de las casas conservan elementos arquitectónicos de los siglos XVI al XVIII y casi ninguna pasa de cuatro alturas, lo que le imprime un carácter pintoresco. Este aire también se lo dan las numerosas tascas, cervecerías y otros locales nocturnos que la han convertido en una de las zonas más frecuentadas por los noctámbulos. Madrid del cante, el tablao y la guitarra Locales flamencos en la capital para expertos y aficionados Madrid es capital del flamenco desde hace más de un siglo. Los “bailores” más importantes, guitarristas y grandes figuras del cante flamenco han buscado el reconocimiento a sus trabajos en esta ciudad. La Changa, Camarón, Paco de Lucía, Rafael Amargo, Joaquín Cortés, Enrique y Estrella Morente, Antonio Canales o Carmen Amaya son algunos de los artistas que se han subido a las tablas en los escenarios madrileños. Cada noche el sabor castizo del centro de la ciudad se transforma en ritmo gitano en los tablaos que, envueltos en aires del sur, ofrecen al visitante una muestra de lo mejor de este género. Madrid tiene un espacio reservado para el cante, el baile y la guitarra. Muchos artistas clásicos y otros más innovadores se dan cita en la zona flamenca de la capital, en el entorno de la Plaza Mayor y la zona de la calle de las Huertas, un reducto en el que se encuentran locales emblemáticos como Casa Patas (Cañizares, 10), Las Carboneras (Plaza del Conde Miranda, 1), Cardamomo (Echegarray, 15) o el Candela. Los tablaos flamencos del centro de la capital, que vivieron una época dorada en al década de los sesenta, acogieron durante estos años a las figuras más relevantes del género. En los ochenta los artistas comenzaron a saltar de estos reductos para llegar a nuevos públicos, mucho más amplios, a través de teatros y festivales que se siguen potenciando en Madrid. En esta época tenían un brillo especial el bar Moka, todavía abierto en la calle Amor de dios aunque con otro estilo, “en el que por las mañanas todo el mundo se tomaba café con el flamenco y hablando de flamenco”. No muy lejos había tablaos, “como el Candela, al que íbamos a tomar la última copa y luego a bailar”, recuerda nostálgica, Dolores Jiménez, profesora de flamenco en la Escuela de Flamenco Carmen Amaya (calle Revoltosa, 8). En la actualidad es más difícil encontrar figuras de gran prestigio en un tablao, pero todavía Madrid “es una ciudad muy importante para el flamenco” porque un gran número de artistas se establecen en ella para desarrollar su carrera. “Aquí es donde están los críticos y los contactos”, se explica Manuela Vega, socia y bailaora de Las Carboneras. “Esto repercute en la calidad de los espectáculos y en la cantidad” Se siente o no se siente “El flamenco es de las músicas, la más difícil. Si no lo sientes y no lo han vivido bien es complicado, sobre todo, cantarlo”, explica Dolores. Transmitir ese sentimiento es el objetivo de los locales que funcionan en Madrid, definida por los profesionales como “una de las capitales del flamenco, en la que los artistas, sobre todo cuando están empezando, tienen más posibilidades de trabajar”, comenta Lidia, gerente del Corral de la Pacheca. Además, “son muchos los artistas de renombre que se encuentran ligados a esta ciudad como Vicente Soto, Carmen Linares o Pepe Habichuela” explica Alberto Martínez, de El Flamenco vive, una tienda especializada en productos relacionados con este género racial. Por su tienda, ubicada en Madrid, han desfilado “Paco de Lucía, Tomatito o Sara Baras” La oferta de locales de flamenco en Madrid es bastante variada. Por su fama destaca Casa Patas, cuyo ambiente clásico y decoración castiza aportan solemnidad a cada una de las actuaciones, en las que se exige silencio. Su

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Fundación, “Conservatorio de Flamenco” (Cañizares, 10) ofrece cursos de baile, guitarra, palmas, cante e Historia y Cultura Flamenca, entre otros. Artistas emblemáticos como Camarón o Paco de Lucía actuaron en las tablas de El Candela, cuyas paredes están pobladas de fotografías que evocan la historia del flamenco más reciente. El Café de Chinitas (Torija, 7) es otro de los locales con solera. Desde los años 70 sus salas en forma de “L” cobija a artistas que se entregan al flamenco cada noche. El Corral de la Morería (Morería, 17) es todo un clásico. Desde 1956 ofrece a su público un flamenco puro en el que se combinan artistas de máxima categoría como Blanca del Rey o Antonio Gades, con la buena cocina. El aspecto culinario también se cuida mucho en El Corral de la Pacheca, donde “ofrecemos cocina mediterránea”, comenta su gerente. “Tenemos artistas invitados, que vienen a hace su solo y desmontan un poco el baile”. Con tan sólo dos años de vida Las Carboneras ya se han convertido en visita obligada. ¨Por nuestro local han pasado muy buenos artista, como Domingo Ortega, Rafael Amargo, Montse Cortés, Guadiana, Belén Fernández o Manuel Reyes”, comenta Manuela Vega. Las Tablas (Plaza de España, 9), por su parte, representa un nuevo concepto de espectáculo. En un local compuesto por tres niveles, que garantiza la visibilidad a todos los espectadores, se ofrece a diario un cuadro de flamenco, aunque también presentan otros géneros contemporáneos como jazz y blues, en una función muy especial. Para los que prefieran disfrutar de un flamenco más turístico o acercarse por primera vez al género, el Arco de Cuchilleros (Cuchilleros, 7) es una buena apuesta. “Es un tablao en el que los martes y miércoles hay flamenco de cante y a partir del jueves bailes flamencos, rumbas y sevillanas”, comenta Luciano Hernández, dueño del local. El flamenco nace en Andalucía “y la historia está allí”, afirma Dolores Giménez, pero hay mucho flamenco en la capital, espectáculos de gran calidad que convierten a la ciudad en una plaza imprescindible para los amantes del género racial. Los monumentos Teatro de la Comedia Situado en la calle del Príncipe, fue construido por el arquitecto Agustín Ortiz de Villajos entre 1874 y 1875, sobre

las plantas inferiores de un edificio de viviendas que formaban un rectángulo de 26 metros de largo por 25 de ancho. Fue inaugurado el 18 de septiembre de 1875 por el rey Alfonso XII y su hermana, la princesa Isabel, con la representación de la comedia El espejo de cuerpo entero, a cargo de la compañía del actor Emilio Mario. Con un aforo superior a las mil localidades, según la Guía de Madrid de Fernández de los Ríos (1876), era uno de los teatros más bellos y cómodos de la capital. Destaca como novedad la utilización de elementos de fundición y hierro forjado tanto en su estructura como en su decoración.

El edificio ha sufrido varias reformas; en 1897 Francisco Andrés Octavio reforma la fachada, y tras un incendio el 18 de abril de 1915 fue de nuevo restaurado por el arquitecto municipal Luis Bellido, quien utilizó para ello de forma pionera el hormigón armado. Una placa de la fachada recuerda que en este teatro se pronunció el discurso inaugural de la Falange Española de las J.O.N.S. En la actualidad, posee carácter de Teatro Nacional porque actúa con frecuencia la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Dirección: Calle del Príncipe, 14.

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Teatro Español Los orígenes del Teatro Español se remontan al siglo XVI, cuando la Cofradía de la Pasión y de la Soledad

adquirió una casa propiedad de Isabel Pacheco con la intención de dedicarlo a la representación de funciones teatrales. El 21 de septiembre de 1583 se inauguraba con el nombre de «Corral de la Pacheca», aunque más tarde, por estar situado en la calle del Príncipe, se le empezó a conocer como el «Corral de Comedias del Príncipe». Tras su adquisición por el Ayuntamiento en 1683, en 1745 es reformado por el arquitecto Juan Bautista Sacchetti, transformándose en un moderno local cubierto que continuó funcionando hasta 1802, año en que fue totalmente arrasado por un incendio.

En 1807 fue reconstruido por Juan de Villanueva, quien por entonces era Arquitecto y Fontanero Mayor de la Villa, y el 9 de marzo de 1849, tras una nueva reforma realizada por iniciativa del conde de San Luis, pasa ya a denominarse definitivamente Teatro Español. En 1887 el Teatro es declarado ruinoso, manteniéndose clausurado hasta que en 1895 es de nuevo abierto al público. Entre 1929 y 1930 es otra vez reformado por Pablo Aranda, que fue quien le dio su configuración actual, si bien el 19 de octubre de 1975 un nuevo incendio destruyó el escenario y parte de la sala, teniendo que ser reconstruido por Lucio Oñoro entre 1979 y 1980 quien hizo pocas modificaciones respecto al anterior. Dirección: Calle del Príncipe, 35. Estatua de Calderón de la Barca

Situada frente al Teatro Español, en los jardines de plaza de Santa Ana, está dedicada al famoso escritor Pedro Calderón de la Barca y Henao de la Barrera. La estatua fue labrada en mármol por Juan Figueras Villa. En la parte posterior del monumento, se encuentra una estatua que representa a la Fama, realizada también por el propio Villa. En el pedestal hay cuatro bajorrelieves que representan sendas escenas de las obras del escritor: «La vida es sueño», «El alcalde de Zalamea», «El escondido y la tapada», y «La danza de la muerte». Fue inaugurado en 1880.

Dirección: Plaza de Santa Ana s/n. Edificio Simeón

Está situado sobre un amplio solar trapezoidal que preside la plaza de Santa Ana, y sobre el que estuvo situado el conocido palacio de los condes de Montijo y Teba, construido hacia 1811 por el arquitecto Silvestre Pérez y muy concurrido por la alta sociedad isabelina. El edificio actual, construido entre 1919 y 1923 por el arquitecto Jesús Carrasco y Encina, está organizado entorno a un patio octogonal cubierto, y fue concebido como el típico edificio comercial de principios del siglo XX. La fachada presenta grandes miradores de hierro entre pilastras gigantes que abarcan los tres pisos, dos de los cuales se dedicaron a locales comerciales, mientras que el más alto se dedicó a Hotel.

Destaca por su belleza el gran torreón de planta cuadrada situado en la esquina que inserta un templete circular con columnas.

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Dirección: Plaza de Santa Ana, 14. Iglesia de San Ignacio de Loyola

Está construida sobre el solar que ocupó el antiguo Colegio de Ingleses, fundado por César Bogacio en 1611 y fue el tercer edificio que la Compañía de Jesús estableció en Madrid. Tras la expulsión de los jesuitas en 1767, el edificio fue adquirido por la Congregación de los naturales de Vizcaya -que hasta ese momento estaban establecidos en San Felipe el Real- y lo sometieron a una profunda reforma que se encargó al arquitecto Francisco Moradillo. El templo se volvió a abrir al culto el 26 de diciembre de 1776. En 1895, la congregación decidió derribar el templo y construir uno nuevo,

más moderno y funcional. Las obras concluyeron en 1898 y contó para su nueva andadura con una residencia para padres Trinitarios Descalzos. El nuevo edificio fue construido sobre una planta de salón por los arquitectos Miguel de Olabarría y Ricardo García Guereta. El interior era de una nave con tres capillas a los lados y una cabecera donde se situaba el altar mayor. En el exterior destacaba la fachada, construida en ladrillo y decorada con elementos clásicos. En 1936, durante la Guerra Civil, el edificio fue incendiado y quedó prácticamente destruido, a excepción de la fachada principal, la torre, y los muros. En 1942 fue reconstruido por Regiones Devastadas bajo la dirección del arquitecto Alberto de Acha y Urioste, quien alteró bastante las trazas del edificio original, sobre todo la fachada, que fue reconstruida sobre sillares de piedra. Dirección: Calle del Príncipe, 31. Palacio del Duque de Ugena

Situado en la calle del Príncipe, fue construido por el arquitecto Pedro de Ribera entre 1730 y 1734 para residencia de los duques de Ugena. Presenta las trazas típicas de los palacios madrileños del siglo XVIII, que son composiciones clásicas de acusada simetría y perspectiva horizontal, donde los lienzos de ladrillo se combinan con la piedra de cantería en vanos, impostas y portadas. Precisamente lo que más destaca de su fachada es la portada principal que realizó Ribera, y es muy característica en este tipo de construcciones. Durante el siglo XIX fue habitado por los duques de Santoña, siendo reformado en 1876 por el arquitecto Antonio Ruiz de Salces, quien copió la portada principal en la fachada que da a la calle del Príncipe. A principios del

siglo XX, el edificio pasó a ser propiedad del político del Partido Liberal José Canalejas, hasta que en 1933 la Cámara de Comercio de Madrid compró el edificio a sus herederos para establecer su sede, función que todavía hoy continúa desempeñando. Dirección: Calle de las Huertas, 13, c/v Calle del Príncipe, 28. Casa de Pérez Villamil Este edificio de viviendas construido en 1906 por el arquitecto Eduardo Reynals es una de las obras más importantes del modernismo madrileño. Destaca el efecto contradictorio que produce la verticalidad del mirador con la acusada horizontalidad que presentan las tres líneas de balcones, junto con una decoración exterior a base de molduras, mensulas, cornisas y hierro forjado en los balcones, donde las composiciones a base de curvas y contra curvas tienden a simular tallos y formas vegetales. El interior del edificio ha sido totalmente modificado por reformas posteriores, apreciándose la influencia del arquitecto Víctor Horta.

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Dirección: Plaza de Matute, 10 Real Academia de la Historia Fue fundada como una sociedad particular en 1735 y celebraba sus reuniones en unas salas de la Biblioteca Real,

entonces emplazada en la Casa del Tesoro. Pronto consiguió la protección de Felipe V, quien el 18 de abril de 1738 mandó crear la Academia de la Historia, para en 1743 ampliar sus funciones al ser refundidos en ella los oficios de cronistas. En 1803 pasaría a encargarse de la inspección general de las antigüedades que se fueran descubriendo en el país. El 25 de junio de 1773, Carlos III dispuso que la Academia fuera trasladada a la Casa de la Panadería, lugar en el que permaneció hasta que el 19 de abril de 1871 se ordenó su traslado a un edificio en la calle del León, conocido como la «Casa del Nuevo Rezado», y donde todavía permanece.

La Casa del Nuevo Rezado había sido construida por Juan de Villanueva a partir de 1789, sobre unas casas que habían pertenecido al Señor de Húmera. El nombre de la casa le viene porque su función era la de depósito de los llamados «libros de rezo diario», cuyo privilegio de venta tenían los monjes del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, por eso hay una parrilla esculpida encima de la portada, que no es otra cosa que el símbolo de este monasterio y del martirio de San Lorenzo. Antes de que se instalara la Real Academia de la Historia, el edificio ha tenido diversos usos; hacia 1860 fue residencia del Patriarca de las Indias, y posteriormente del Archivo Histórico Nacional. Reformada entre 1871 y 1874 por el arquitecto Eduardo Saavedra, fue declarada Monumento Nacional en 1945. Dirección: Calle del León, 21. Casa de Lope de Vega Típica vivienda de principios del siglo XVII, se desconoce la fecha exacta de su construcción. Lo que si se sabe es

que fue comprada por el escritor Lope de Vega por nueve mil reales en 1610, y que en ella vivió hasta su muerte el 26 de agosto de 1635, lo que ha motivado que fuera restaurada y convertida en un Museo dedicado a este insigne personaje. En 1935 fue declarada Monumento Nacional y tres décadas después fue restaurada por el arquitecto Fernando Chueca Goitia. Actualmente pertenece a la Fundación García Cabrejo, y en su interior podemos ver el oratorio, el estudio, el dormitorio de Lope y el de sus hijas, el cuarto de huéspedes, la cocina, y hasta un pequeño huerto con un pozo

rudimentario. Además, las habitaciones están decoradas con muebles que pertenecieron al escritor y que estuvieron durante mucho tiempo custodiados en el vecino monasterio de las Trinitarias de San Ildefonso, donde había profesado su hija Marcela. En el dintel de la fachada se puede ver el emblema de Lope, Parva Propia Magna / Magna Aliena Parva. Dirección: Calle Cervantes, 11

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Ateneo de Madrid En 1820, durante el trienio liberal, noventa y dos personalidades de la esfera política española establecieron el

Ateneo Español. Esta sociedad, profundamente liberal, tenía el objeto de discutir toda materia de reconocida utilidad pública, como cuestiones legislativas, políticas o económicas, intentando con ello llamar la atención de las Cortes y del Rey. Con la reacción absolutista de 1823, el Ateneo Español fue disuelto. Recogiendo el espíritu del anterior, el 31 de octubre de 1835 se constituyó el Ateneo Científico, Literario y Artístico, el cual se convirtió en una de las instituciones más importantes del Madrid liberal. A lo largo de su historia ha tenido varios emplazamientos. La sesión inaugural

se verificó en el palacio del Duque de Rivas, situado en la calle de la Concepción Jerónima. En 1839, pasó a instalarse en una casa situada en la plaza del Ángel, esquina Carretas, en donde estuvo hasta 1848, año en que se trasladó a la calle Montera, 34. Durante la Restauración, el Ateneo se traslado a su emplazamiento actual en la calle del Prado, siendo inaugurado solemnemente el 31 de enero de 1884 por el entonces presidente del Consejo de Ministros Antonio Cánovas del Castillo, el cual pronunció un discurso sobre Los Maestros y enseñanzas de la Cátedra del Ateneo. El edificio actual fue construido entre 1882 y 1884 por los arquitectos Enrique Fort y Guyenet, y Luis Landecho, siguiendo una concepción arquitectónica ecléctica. En el exterior es interesante su pequeña fachada en piedra de sillería, mientras que en el interior es de destacar el salón de actos, de gran amplitud, y realizado por Arturo Mélida al estilo neogriego. Dirección: Calle del Prado, 21. Casa de Rivas

Francisco de las Rivas encargó en 1846 al arquitecto José Alejandro y Álvarez que realizara un proyecto para su nueva residencia en la Carrera de San Jerónimo. El proyecto consistía en un edificio clásico con un claro dominio de la simetría en cada una de sus tres alturas y en la disposición de los vanos y decoraciones exteriores, recordando las construcciones palaciegas de la arquitectura civil italiana. Ese mismo año el arquitecto José María Guallart se encargó de las obras de construcción y se introdujeron algunos cambios en el proyecto original, como por ejemplo, la disposición de cariátides de torso desnudo entre las ventanas del cuerpo superior, lo que, por otra parte, despertó la imaginación de la vecindad y desde entonces se conoció popularmente el edificio como «Casa de la Lujuria». Su carácter residencial se mantuvo durante más de un siglo, hasta que en 1951 fue comprada por el Banco de Crédito Industrial para instalar su sede central. A este respecto se debe la profunda reforma que realizó el arquitecto Cesar de la Torre

Trassierra durante los cuatro años siguientes, cambiando completamente su aspecto interior y añadiendo al edificio una nueva planta y ático. Dirección: Carrera de San Jerónimo, 40, c/v Calle de Santa Catalina, 2. Edificio del Banco Exterior de España

En 1946 los arquitectos Mariano Garrigues y Claudio Martínez realizaron el proyecto de este edificio central del Banco Exterior de España, cuyas obras concluirían en 1951. Es una composición arquitectónica de notables dimensiones que ha conseguido integrarse bien en el entorno por la estética clasicista de su fachada y la simetría de los vanos. Destaca también el retranqueo del cuerpo central de la fachada que realza el acceso principal del edificio. Dirección: Carrera de San Jerónimo, 36 y 38.

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Congreso de los Diputados El palacio de las Cortes españolas, en la plaza de las Cortes, se levantó en el emplazamiento del antiguo convento del Espíritu Santo que -ya desocupado por los frailes- fue utilizado como sede del Congreso entre 1834 y 1841, dentro de una trayectoria que hasta entonces había sido itinerante. El concurso que se convocó para poner en pie la actual construcción fue fallado a favor del arquitecto Narciso Pascual y Colomer, que culminaba las obras en 1850. En la fachada principal, una escalinata asciende hasta el pórtico neoclásico, con seis imponentes columnas estriadas, de orden corintio, sobre las que se levanta el frontón triangular decorado con relieves de Ponciano Ponzano. Los emblemáticos leones que flanquean la entrada son obra del mismo escultor y fueron fundidos con el hierro de los cañones

capturados durante la guerra de África. Bajo el frontón, la puerta de bronce cincelado se abre tan sólo en ocasiones muy señaladas. Entre las estancias del edificio, de planta simétrica, destaca el conocido salón de Sesiones, pero también la biblioteca o el salón de Conferencias, más conocido como el salón de “los pasos perdidos”. Retratos, tapices y muebles de valor decoran la sede del parlamento español, que en las últimas décadas ha experimentado varias ampliaciones mediante su conexión con edificios anexos. Dirección: plaza de las Cortes, s/n Estatua de Miguel de Cervantes

Por iniciativa del Comisario de Cruzada, Sr. Fernández Varela, y con ayuda de sus aportaciones económicas, se erigió esta estatua dedicada a Miguel de Cervantes. La estatua, compuesta de una aleación de cobre, zinc, estaño y plomo, fue realizada en Roma por el escultor Antonio Solá en colaboración con los artistas prusianos Luis Follaje y Guillermo Hopsgarten. El pedestal fue proyectado por el arquitecto Isidro González Velázquez, y a ambos lados se colocaron dos relieves de José Piquer representando, uno a Don Quijote y Sancho, y el otro la aventura de los leones. En uno de sus lados se puso además la siguiente inscripción: “A Miguel de Cervantes Saavedra,

príncipe de los ingenios españoles”. Fue inaugurada en 1835. Dirección: Plaza de las Cortes, s/n. Palacio del Hielo y del Automóvil Se estableció en el edificio el Patronato Menéndez y Pelayo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S.I.C.) y fue objeto de nuevas reformas, como las realizadas en 1941 por Ricardo Fernández Vallespín y en

1950 por Miguel Fisac –librería de influencia nórdica de la planta baja-. Un incendio ocurrido en 1978 obligó de nuevo a reacondicionar gran parte del edificio y a restaurar la fachada, tarea que se prolongó hasta 1982 bajo la dirección de obras del arquitecto Guillermo Sánchez Gil. Dirección: Calle de Jesús de Medinaceli, 4 y 6.

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Basílica de Jesús de Medinaceli Está construida sobre el antiguo convento de trinitarios descalzos de Nuestra Señora de la Encarnación. Este cenobio fue fundado el 7 de abril de 1606 por Francisco Gómez de Sandoval, duque de Lerma y privado de Felipe III, aunque posteriormente se hicieron con su patronato los duques de Medinaceli. Pronto empezó a ser más conocido en la ciudad por el nombre de Jesús Nazareno, ya que en su interior se custodiaba una imagen de Jesús que estuvo cautiva en Fez y fue rescatada por los trinitarios en 1682. Más tarde, y debido al patronato del duque, el edificio será conocido por el nombre de Jesús de Medinaceli. Durante la guerra de la independencia el edificio fue prácticamente destruido,

por lo que durante el reinado de Fernando VII se procedió a su reedificación. En 1836, cuando todavía no se habían acabado las obras, el edificio fue desamortizado y quedó sin uso hasta que en 1843 fue devuelto al duque de Medinaceli por derecho de reversión. Seguidamente, el duque lo cedió a las monjas del Caballero de Gracia que en ese momento se encontraban sin edificio propio. En 1890, tras la demolición del convento de San Antonio del Prado -del que el duque de Medinaceli también tenía el patronato- el convento de Jesús pasó a albergar a dicha comunidad de capuchinos, y desde entonces lo habitan y regentan, excepto durante los años de la Guerra Civil, que fue ocupado por el batallón de Margarita Nelken. En 1922 el edificio fue derribado porque amenaza ruina, y en 1927 se empezó a construir el actual, que realizado por el arquitecto Jesús Carrasco-Muñoz Encina fue terminado en 1930. El templo, que desde 1966 viene desempeñando también funciones de parroquia, fue elevado en 1973 a la condición de Basílica Menor por el papa Pablo VI. En cuanto al edificio, fue construido sobre una planta de cruz latina con tres naves; en la parte alta del presbiterio se encuentra el camarín donde se venera la famosa imagen del Cristo de Medinaceli. En el exterior, destaca su fachada de estilo barroco, rematada por un gran frontón triangular. Dirección: Plaza de Jesús, 1. Estatua de Francisco de Goya

Situada frente a la fachada norte del Museo Nacional del Prado, la estatua representa al insigne pintor aragonés Francisco de Goya y Lucientes. Realizada por el escultor Mariano Benlliure, se trata de un monumento con forma de fuente sobre el que aparece representado Goya. En el pedestal, aparece una de sus más célebres creaciones, La maja desnuda, y adornando el monumento hay una colección de relieves que rememoran los caprichos. Fue inaugurada en 1902.

Dirección: Calle de Felipe IV, s/n. Estatua de Velázquez Dedicada al ilustre pintor Diego Velázquez, fue ubicada en el centro de los jardines que hay frente al Museo del

Prado para conmemorar el tercer centenario del nacimiento del artista. La estatua fue realizada en bronce por el escultor Aniceto Marinas y del pedestal se encargó el arquitecto Lampérez y Romea. En la parte posterior del mismo se encuentra la siguiente inscripción: “Los artistas españoles, por iniciativa del Círculo de Bellas Artes”. Fue inaugurada en 1899 por Alfonso XIII y la entonces reina regente María Cristina. Dirección: Paseo del Prado, s/n.

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Museo Nacional del Prado El Prado, uno de los grandes museos de pintura del mundo, fue concebido inicialmente por Carlos III como Gabinete de Historia Natural. Como buen ilustrado, el monarca encargó a su arquitecto, Juan de Villanueva, una serie de edificios singulares para ser destinados a la ciencia. Así, Villanueva proyectó el actual museo, el Jardín Botánico y, ya en el Retiro, el Observatorio Astronómico. El proyecto de la actual pinacoteca fue aprobado por Carlos III en 1785. Está considerado como el trabajo más importante de su autor y la obra más ambiciosa del neoclasicismo español. Villanueva diseñó un edificio longitudinal que seguía el eje de una luminosa galería rematada a ambos lados, e interrumpida, en su centro, por tres

cuerpos de mayor volumen: la rotonda en el extremo norte, con bellas columnas jónicas y bóveda semiesférica de casetones en su planta principal; el cubo sur, frente al Botánico, que se articulaba en torno a un patio; y el cuerpo central, que recordaba a una basílica romana, alargada y rematada por un ábside curvo. Después de la guerra de la Independencia, periodo durante el que lo construido fue utilizado por los ejércitos de Napoleón como cuartel de caballería, Fernando VII continuó las obras y destinó ya el edificio a Museo Real de Pinturas, según su primera denominación oficial. En la fachada al paseo del Prado, en la conocida como Puerta de Velázquez, se observa un frontis de orden dórico que incorpora el relieve del ático, y las estatuas y medallones alegóricos al rey Fernando VII como protector de las ciencias, las artes y la técnica. La fachada se completó con una doble decoración de esculturas y medallones en los dos largos tramos de la galería central. El museo se inauguró el 19 de noviembre de 1819 y en 1918 el arquitecto Arbós realizó la primera ampliación, construyendo dos pabellones en la zona trasera. Posteriormente hubo otras dos ampliaciones a cargo de Muguruza, la primera, y de Chueca Goitia, la segunda. El Museo del Prado ofrece al visitante un legado artístico tan valioso como extenso: dentro de un catálogo verdaderamente deslumbrante se pueden resaltar los nombres de Diego Velázquez y Francisco de Goya, ya que el Prado atesora una parte sustancial de la obra de ambos genios de la pintura universal, incluidos, por supuesto, lienzos tan conocidos como Las Meninas de Velázquez, y Las Majas de Goya. Dirección: Paseo del Prado, s/n. Monumento de Eugenio D’Ors Está dedicado a Eugenio D’Ors y Rovira, escritor, Director General de Bellas Artes, y miembro de las Reales

Academias de la Lengua y de Bellas Artes de San Fernando. El monumento fue proyectado por el propio hijo de don Eugenio, el arquitecto Víctor D’Ors, y en él trabajaron los escultores Cristino Mallo, quien realizó la figura femenina de bronce, y Federico Marés, quien hizo lo propio con un medallón que representa el busto de perfil del escritor. Fue inaugurado el 17 de julio de 1963 por el entonces alcalde, el Conde de Mayalde. Dirección: Paseo del Prado s/n.

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Ministerio de Sanidad y Consumo Enfrente del Museo del Prado, en el paseo del mismo nombre, se levanta el edificio del Ministerio de Salud y Consumo, inicialmente construido para albergar a los sindicatos de la época franquista. Las obras se desarrollaron entre 1948 y 1949 bajo la dirección de Francisco de Asís Cabrero y Rafael Aburto, y por primera vez desde el fin de la guerra civil se abandonaban los historicismos imperiales que marcaban la arquitectura del momento en este tipo de encargos oficiales, aunque el edificio sigue manteniendo la monumentalidad propia de entonces. La fachada al paseo del Prado se organiza mediante un gran cuerpo central, con dos alas simétricas a los lados de una altura notablemente inferior. En la planta baja los distintos

volúmenes cobran unidad a través de un pórtico de piedra granítica, mientras que en la parte posterior esa simetría se rompe para adaptarse a la forma del solar. La estructura es de hormigón armado y malla ortogonal recubierta de ladrillo cerámico. Las ventanas se hunden en la fachada resaltando así la disposición de la estructura. Paseo del Prado 18-20. Las cuatro fuentecillas

Están situadas sobre una pequeña glorieta en el Paseo del Prado, frente a la plaza de Murillo y a la embocadura de la calle de las Huertas. Se trata de cuatro pequeñas fuentes uniformes que fueron realizadas en piedra caliza a finales del siglo XVIII. Cada una de ellas se compone de un pequeño pilón circular desde el que se levanta, en su centro, una columna labrada y rematada con cabezas de osos, en clara alusión a las armas de la Villa. Este pilar soporta una taza de pequeñas dimensiones sobre la que se asienta un tritón estrechando a un delfín que escupe el agua por la boca. Aunque el diseño de las fuentes se debe a Ventura Rodríguez, en su

ejecución trabajaron diversos artistas; Narciso Aldebó realizó las columnas, José Rodríguez las cabezas de osos, y Roberto Michel y Francisco Gutiérrez los tritones y los delfines, aunque fueron terminados por Alfonso Bergaz. Dirección: Paseo del Prado, s/n. Estatua de Murillo

Situada frente a la fachada sur del Museo Nacional del Prado, está dedicada al famoso pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo. Fue realizada por Sabino Medina, y es una copia de la que el mismo escultor realizó en Sevilla. A un lado del pedestal, costeado por don José Lois e Ibarra, hay un alto relieve con una paleta, un pincel y dos ramas de laurel, sobre el que se encuentra la inscripción “Murillo”. Fue inaugurada el 3 de abril de 1871. Dirección: Plaza de Murillo s/n.

Jardín Botánico El Jardín Botánico, en el paseo del Prado, se creó por orden de Carlos III en un momento histórico de gran interés por las ciencias naturales. Los responsables de llevar adelante el proyecto fueron Francisco Sabatini, arquitecto real, y Juan de Villanueva. A este último debemos también el Museo del Prado -inicialmente previsto como Gabinete de Historia Natural-, y el Observatorio Astronómico, edificios ambos de la misma época y ubicados en el mismo entorno que el Jardín Botánico.

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Los trabajos comenzaron en 1774 y la inauguración oficial se produjo en 1781. La Puerta Real, en el paseo del Prado, es obra de Sabatini y está formada por un gran arco de medio punto flanqueado por dos columnas dóricas. La puerta de la plaza de Murillo, atribuida a Villanueva, es el actual acceso al jardín y figura entre lo mejor del neoclasicismo madrileño. También es de resaltar la elegante verja que rodea el recinto por sus fachadas al Prado y a la plaza de Murillo. La extensión dedicada al jardín, de traza ortogonal, se dividió en tres niveles o terrazas ajardinadas, en lo alto de las cuales se construyó un edificio que constaba de un invernadero con columnata dórica, la cátedra de botánica y un herbario. En 1942 el Botánico es declarado Jardín Artístico y en 1974 hubo de ser cerrado debido a su estado de abandono. Pocos años más tarde fue restaurado por los arquitectos Antonio Fernández Alba, Guillermo Sánchez Gil y el paisajista Leandro Silva. Las obras de restauración fueron inauguradas en 1981, y en 1993 se abrió el moderno invernadero de exhibición. Este espacio puede considerarse un museo vivo, en el sentido literal de la expresión, ya que permite admirar ejemplares de numerosas especies botánicas, incluidos los árboles centenarios o las variedades de flores de su importante rosaleda.

Dirección: Plaza de Murillo, 2 Monasterio de las Trinitarias de San Ildefonso Fue fundado en 1609 por doña Francisca Gaitán Romero, hija de Julián Romero, capitán de los ejércitos de Felipe II en Flandes, y para este propósito hizo venir a Madrid a unas religiosas trinitarias del convento de Santa Úrsula

de Toledo. Tras intentar establecerlas en la calle Mayor, en 1612 las religiosas se instalaron en su emplazamiento actual, sobre unas casas de su propiedad en la entonces calle Cantarranas. Pronto hubo problemas entre las religiosas y su fundadora, hasta tal punto que doña Francisca se desvinculó totalmente del convento, que cayó entonces bajo la protección de doña María de Villena y Melo, marquesa de la Laguna y dama de la Casa de Braganza. En 1639, se decide reformar el edificio y se planea construir de nuevo la iglesia y el claustro, utilizando para ello un legado de 2000 ducados que su nueva protectora había dejado en Portugal, por lo que las religiosas se trasladaron a una casa en la calle del Humilladero. Debido a la guerra con

Portugal el edificio actual no pudo ser construido hasta 1673. De la dirección de las obras se encargó el arquitecto Marcos López, y desde 1693 y hasta su conclusión en 1698, José de Arroyo. El edificio es sencillo y austero. Su iglesia es de reducidas dimensiones y se levanta sobre una planta de cruz latina. Su parte exterior es igualmente sencilla, pues su fachada principal está compuesta por dos fajas de piedra laterales, por un frontispicio triangular en el remate y tres arcos de ingreso de medio punto en el centro, con la única decoración de un bajo relieve y los escudos de armas de los marqueses de la Laguna. Declarado monumento nacional en 1921, ha sido restaurado por la Real Academia Española en 1869 y 1939. Por otra parte, en la fachada se puede ver una lápida conmemorativa con el busto de Miguel de Cervantes Saavedra, quien recibió sepultura en este convento el 23 de abril de 1616, y cuyos restos se perdieron posteriormente. Dirección: Calle Lope de Vega, 18, c/v Costanilla de las Trinitarias, c/v Calle de las Huertas.

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Los monumentos

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