Upload
others
View
2
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
~ 1 ~
BASTA
UNA
PALABRA
P. Antonio José
Distribución Gratuita
~ 2 ~
Proyecto Rio de Dios www.riodedeus.com
Portada: Tiago Juliani Díagramación: Maíra Jaber
Versión al español: Damiana Rosa de Oliveira
Las referencias bíblicas han sido retiradas de:
Leccionario Dominical 1. Sao Paulo: Loyola, 1995
Biblia Sagrada. 111. ed. Sao Paulo: Ave-Maria, 1997 Biblia Sagrada; Nova Tradução na Linguagem de Hoje.
Sao Paulo: SBB, 2000. Biblia de Estudio; Aplicación Personal. Rio de
Janeiro: CPAD, 2004. El libro del Pueblo de Dios (traducción argentina) Disponible en http://www.vatican.va/archive/ESL0506/_INDEX.HTM
Todos los derechos autorales
reservados. Rio de Janeiro, Brasil, 2006. Distribución Gratuita
~ 3 ~
SUMÁRIO
Una palabra Suya, Señor, bastará para sanarme
05
1º Día – No estás más sólo 08
2º Día – Venciendo la angustia del día de hoy 11
3º Día – Dios te está mirando 14
4º Día – Creer que somos elegidos 17
5º Días – ¿Andas muy inquieto? 20
6º Día – Autoridad que viene de Dios 23
7º Día – Si hay mucho que hacer... 26
8º Día – Agradecer para recibir más 29
9º Día – Vigila tus palabras 32
10º Día – Perseverar y decir palabras de fe 35
11º Día – Esperar en Dios no es perder tiempo 38
12º Día – Saber esperar 41
13º Día – Jesús sabe quién eres... ¡y te ama! 44
14º Día – ¿Qué hacer con lo que pasó? 48
15º Día – Nostalgia y Esperanzas 51
16º Día – Calidad de Jesús en sus relacionamientos 54
17º Día – Tu corazón y tu familia 56
18º Día – Reaprendiendo a amar tu familia 59
19º Día – Las medidas del corazón 62
20º Día – El derecho de perdonar 64
21º Día – Cosas que pasan en el corazón 67
~ 4 ~
22º Día – Salir adelante 70
23º Día – Pavor y Paz 72
24º Día – Traídos de vuelta 75
25º Día – Cuando las cosas huyen del control 78
26º Día – ¿Quién eres tú? 81
27º Día – Vida nueva y no remiendos 84
28º Día – Prosperar 86
29º Día – Puedes ir 88
30º Día – Un semblante transformado 91 No te olvides: Basta una Palabra 93
~ 5 ~
UNA PALABRA SUYA, SEÑOR, BASTARÁ PARA SALVARME
Este pequeño libro fue escrito para ti, querido hermano, que
da lo que tienes de mejor para transformar tu vida en una vida
abundante y, aun así, te das cuenta de que eso no es el suficiente.
Quizás hayas dicho todo que podías decir; quizás hayas hecho todo
que estaba a tu alcance, pero las tribulaciones todavía no se han
transformado en bendición. Tienes la sensación de que falta algo.
Antes que el desánimo tome cuenta de tu alma, clama a Jesús por el
milagro que solo Él puede realizar en tu vida y diga:
Una Palabra, Señor Jesús, bastará para salvarme.
Una Palabra, Señor de la Gloria, y la esperanza regresará a
mi corazón.
Una Palabra, Señor de los Ejércitos, y veré un camino seguro
donde antes solo había tinieblas y oscuridad.
Nuestras palabras, por mejores que sean, no bastan. Nuestras
decisiones y nuestros gestos, aún que llenos de buena voluntad, no
son suficientes para abrir un camino en el desierto y hacer con que
la tierra seca florezca. Si tu vida está siendo un solo árido, si tu casa
se hizo un lugar de penuria y desamor, busca la Palabra de Jesús.
Solo una Palabra Suya tiene el poder de enderezar tus pasos
vacilantes, darle una sabiduría nueva y hacerlo ver las gracias que
vienen después del sufrimiento. La Palabra del Señor es el bastante
para algo nuevo empezar en tu vida. El Salmo 118 nos hace decir:
“Lámpara es a mis pies tu palabra, y luz para mi
camino”. (Sl 118,105)
~ 6 ~
Querido elegido de Dios, ¡hay un camino a ser recorrido
delante de ti! Un camino que, aún que cruce el valle tenebroso,
ciertamente, va a llevarlo a contemplar la fidelidad y el poder de
Dios. El Señor sabe para donde quiere conducirlo y tiene poder para
hacerlo. ¡Aleluya! Aliméntate de la Palabra de Dios, día-a-día, y ella
se tornará una lámpara a iluminar tus caminos. A la luz de la Palabra
tus pasos serán seguros, vigorosos, y no necesitarás más retroceder
delante del desconocido. Nada será obstáculo delante de las
promesas de Dios que alimenta tu corazón con la fe.
Quizás ya tengas probado, en situaciones de aflicción,
después de haber dado su mejor, acabar dando su peor. Después de
un tiempo intentado superarse en paciencia, en un sólo instante de
explosión, palabras amargas se sacaron a la luz; después de un
tiempo intentando encontrar disculpas para alguien que te hizo daño,
las heridas del corazón hablaron más alto, revelando cobranzas y
rencores. Aun cuando nos esforzamos para ser “lo mejor”, nuestra
frágil naturaleza humana termina por enseñar que nada puede por si
misma. Esa es la hora de creer: lo que no puedo por mí mismo, es
posible con Jesús. Sin Él, nada sé hacer de bueno, pero puedo todo
en Sus fuerzas que operan en mí. Debo, entonces, buscar la Palabra
del Señor, Sus riquezas que jamás se acaban, y percibir que Su amor
y Su gracia son aquello que faltaba para los milagros pasaren.
Verdaderamente, la Palabra de Dios es el bastante.
Te invito a recorrer una carretera, estrecha, sin dudas, pero
grandemente iluminada. Nuestro deseo es que pases los próximos
treinta días en compañía de la Palabra de Dios, dejándose guiar y
renovar por ella a través de ese libro. A cada día buscaremos la
dirección del Señor para algún aspecto de nuestra vida cotiDíana.
Vamos a estuDíar la Palabra, en búsqueda de la revelación de Dios
para algo que necesite ser renovado en nuestra vida. Si fallas
~ 7 ~
algún día, serenamente retoma su recorrido y sigue tu descubierta del
poder de la Palabra. Que cada pequeño comentario y cada pequeña
oración sea para ti un estímulo para mirar la vida con los ojos de fe
y descubrir, con gratitud, las maravillosas señales de Dios en tu
camino.
Una Palabra, a cada día, será o bastante para hacerlo probar cuanto
el Padre te ama y como Él mismo ha cuidado de ti. Basta abrir su
corazón y oírlo...
Vamos a orar, pidiendo que Dios bendiga nuestro
recorrido a través de ese libro:
Padre Amado, tengo probado mi debilidad y fragilidad
delante de las adversidades. No permitiré que eso se haga motivo de
desánimo y derrota para mí. Al contrario, Señor, voy a buscar lo que
faltaba para que grandes vitorias pasen. Buscaré Su Palabra, que es
lo bastante para iniciar y bien realizar los cambios de mi vida.
Lléname con Su Espíritu Santo, Padre, para que mis ojos y mis oídos
se abran a Su poderosa Palabra, que todo puede cambiar. Hazme,
Señor, según me garantizan Tus preciosas promesas. Le bendigo,
amado Pare, pues me encontraste perdido en las tinieblas del dolor y
pecado y me condujiste por su mano al Reyno de Su Hijo bien
amado, donde tengo vida eterna y redención. Por todo que me ha
dado, gloria a Usted, Señor. Amén
~ 8 ~
1º. DÍA
NO ESTÁS MÁS SÓLO
Entonces se le acercó un leproso para pedirle ayuda y,
cayendo de rodillas, le dijo: «Si quieres, puedes purificarme». Jesús,
conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda
purificado». En seguida la lepra desapareció y quedó purificado.
Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: «No le digas nada a
nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu
purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de
testimonio». Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a
todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya
no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía
quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas
partes.
(Mc 1, 40-45)
Lepra era una de las enfermedades más temidas en el tiempo
de Jesús. No solamente por no haber cura y causar deformidades,
pero principalmente porque el enfermo era obligado a abandonar su
casa, su familia y su tierra para vagar por lugares desiertos. Lepra
generaba soledad: el enfermo no podía ser tocado, abrazado y debía
mantenerse a una distancia de cien pasos de cualquier persona sana.
Pero, un día, un leproso rompió todas las reglas y se acercó a
Jesús. Por la primera vez en años, en lugar de ser alejado, aquel
hombre es tocado por alguien cuyo corazón está repleto de
compasión. Jesús no se contamina con la lepra y aún es capaz de
curarla con su toque de amor, porque Su corazón, repleto de
compasión, lo quiere así.
En nuestros días la lepra no es considerada más incurable,
gracias a Dios, pero un otro tipo de enfermedad sigue hiriendo de
muerte muchos corazones: la soledad que corroe por dentro,
~ 9 ~
sensación de abandono, que genera carencias de toda especie. Jesús
no se asusta con nuestros sentimientos de soledad, ni con las
consecuencias dolorosas que consecuentemente recaen en nosotros.
Al contrario, Él desea tocarnos, oírnos, curarnos. Él un día nos
prometió: «No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes» (Jo 14, 18) y
desea cumplir sus palabras, creando con nosotros una amistad
verdadera y profunda, capaz de restaurarnos por dentro.
Ojo a todas las señales que hoy Jesús le dará de Su presencia.
Prueba la sensación de no estar solo en ningún momento. Y, de
alguna manera, sea también una señal de la presencia del Señor en la
vida de alguien. Quizás alguna persona muy cercana necesite de su
atención, de su toque de amistad y de amor. Quizás algún leproso de
alma se acerque de ti necesitando que alguien comprenda su
sufrimiento. Eso es tener compasión: no necesitas tener todas las
respuestas, basta acoger y amar.
Oremos ahora para que Jesús rellene todos los espacios
de su corazón, para el que dolor de la soledad no te haga más
daño:
Amado Jesús, mi Señor y Amigo, agradezco porque no soy
huérfano. No estoy indefenso delante de las tribulaciones de la vida
porque Tú estás conmigo. Agradezco porque puedo hablar contigo a
todo instante, tocarte y ser tocado por Ti. Te pido perdón, Señor,
porque en momentos de dolor y soledad, me herí en la aflicción y en
el pecado. Pero ahora sé que puedo siempre contar contigo y que
tendré siempre el poder de Tu Espíritu actuando en mí. Gracias,
Señor Jesús, pues Tu presencia jamás se aleja de mí. Gloria a Ti.
Ejercicio de oración para el día de hoy:
Hay una práctica antigua de la vida cristiana llamada
«ejercicio de la presencia de Dios». A través de ella, aprendimos a
mantener nuestro
~ 10 ~
interior siempre atento a la presencia del Señor, que nos acompaña a
cada paso. Durante el día de hoy, practica ese ejercicio. En los más
diversos momentos del día, en los más diversos lugares, acuérdate
que Dios vivo está allí contigo. Adora-o en tu íntimo, habla con Él y
entra en comunión con el Señor. Hay que sumergirte así en la
intimidad con Dios que te rodea.
~ 11 ~
2º. DÍA
VENCIENDO LA ANGÚSTIA DEL DÍA DE HOY
«Por eso, no nos desanimamos: aunque nuestro hombre
exterior se vaya destruyendo, nuestro hombre interior se va
renovando día a día. Nuestra angustia, que es leve y pasajera, nos
prepara una gloria eterna, que supera toda medida».
(2Cor 4, 16-17)
Quién de nosotros, delante de un grande problema, nunca se
vio diciendo palabras como: «Ese problema parece que no se acaba
nunca!», «¿Cuánto más rezo, más fantasmas aparecen...?»
Seguramente debes acordarte de decir algunas de esas frases. Pero la
Palabra de Dios tiene algo diferente a decir al respecto de tus
angustias. Incluso el Espíritu Santo inspiró al apóstol Paulo
solamente dos palabras para referirse a los tiempos de dificultad y
probación en que vives. La Biblia dice que la presente tribulación
que hoy lo desafía es MOMENTÁNEA Y LIGERA. O sea: la
dificultad que enfrentas tiene días contados, no va a durar ni un día
a más de lo que es permitido por el Señor, ella es momentánea. Y,
más aún, esa tribulación ya está siendo laborada por Dios, ya se va,
es ligera.
En tiempos de aflicción, que maravilla poder creer que las
dificultades que vivimos no son eternas, no van a durar para siempre.
Esa seguridad, que renueva nuestras fuerzas, hace el apóstol Paulo
exclamar: «por eso no nos desanimamos!» No perdamos las fuerzas,
no desistimos de nuestras luchas, pues el Señor está en el control y
tiene una hora cierta para bendecirnos. Paulo da entonces la receta
para que no desanimemos, para no dejarnos confundir por las
aparentes demoras de Dios:
~ 12 ~
«Aunque nuestro hombre exterior se vaya destruyendo, nuestro
hombre interior se va renovando día a día»
Cuando enfrentamos una de aquellas mareas de problemas
que, vez u otra se abate sobre nuestras vidas, es común que nuestro
exterior se resienta, nuestra salud se fragilice y nuestra mente se
canse. Sin embargo, eso no debe ser para nosotros motivo de temor,
su, cuidando de nuestro exterior, nos dejamos conducir por Dios.
Poco a poco, después del primer impacto, vamos recobrando salud y
equilibrio, siempre que nuestro interior se renueve de día para día.
Si no dejamos las cosas envejecieren dentro de nuestro corazón,
nuestra capacidad de resistir a los tiempos de tribulación es grande.
Acumulando rencores, resentimientos, deseos de venganza, nuestro
interior se desgasta y se hace débil para las batallas. Si permitimos,
en oración, que el Espíritu Santo nos renueve y recoja para sí, al final
de cada día, la cruz que ya cargamos, iniciaremos la próxima mañana
como un regalo, una chance más venida de Dios.
Querido hermano, la actual tribulación puede dejar un saldo
positivo en tu vida, si es soportada en la intimidad con el Señor, en
la entrega a Sus cuidados. La Biblia dice que las tribulaciones
momentáneas y ligeras nos preparan para soportar un peso de gloria
inconmensurable. Las dificultades que enfrentas hoy tienen los días
contados, pero la gloria que recibirás por ser fiel al Señor en medio
a tus dolores no puede ser medida, pues es eterna. ¡Aleluya!
Estás siendo moldado por Dios a través de las probaciones de la vida,
para tornarse una columna fuerte para grandes y eternas obras del
Altísimo. No desanimes, no pierda las fuerzas, pero permita que el
Espíritu de Dios lo renueve hoy mismo, con el poder del amor y del
perdón.
Vamos a orar:
~ 13 ~
Querido Padre, Te agradezco por comprender que mis
tribulaciones y dificultades son momentáneas y ligeras. Agradezco
porque ellas un día van a pasar, dejándome más cercano de la gloria
que el Señor ha preparado para mí. Padre, Te lo pido, en Nombre de
Jesús, que Tu Espíritu Santo me renueve en este día (en esta noche,
en esta mañana). No quiero que cosas pasadas envejezcan dentro de
mi corazón. Abro mano de los rencores, de los juzgamientos, de las
venganzas, para estar enteramente libre para recibir lo que el Señor
tiene para mi vida a partir de ahora. Lléname, Señor, con Tu Espíritu
de amor y perdón, en Nombre de Jesús. Amén.
~ 14 ~
3º. DÍA
DIÓS TE ESTÁ MIRANDO
«Los ojos del Señor miran a aquellos que lo aman: él es
escudo poderoso y apoyo seguro, refugio contra el viento abrasador
y el ardor del mediodía, salvaguarDía contra el tropiezo y auxilio
contra la caída. El levanta el ánimo e ilumina los ojos, da salud,
vida y bendición».
(Eclo 34, 19-20)
Serías capaz de imaginar para que dirección están dirigidos
los ojos del Señor Altísimo precisamente en este momento? Qué
criatura, grande o pequeña, fuerte o frágil, viva o inanimada, estaría
llamando la atención de los ojos de Dios en ese exacto momento? La
Escritura dice que los ojos llenos de ternura de nuestro Padre
celestial están fijos, bien atentos, sobre el corazón de aquellos que lo
aman. Si tu corazón, mismo herido y cansado, se encuentra aún
enamorado de Dios que puede todas las cosas, entonces
seguramente, Él te está mirando ahora, admirando tu alma y tocando
lo más íntimo de tu ser.
La Palabra nos dice cuántas cosas maravillosas el Señor es en
la vida de aquellos que lo aman: es escudo poderoso (es Él quien nos
defiende con valentía y precisión); apoyo seguro (si nos apoyamos
en Él, jamás sentiremos el suelo salir debajo de nuestros pies);
refugio contra el viento abrasador (las tempestades de la vida no
serán capaces de cegar la visión de nuestra fe); sombra en el calor
(no desanimaremos en medio del camino); salvaguarDía contra el
tropiezo (con su ayuda, lograremos saltar todas las murallas); auxilio
contra la caída (¡cómo es suave caer apoyado en Tus manos
paternas!).
~ 15 ~
Además de ser nuestro auxilio y protección, el Señor aún nos
promete gracias para el cuerpo y el alma: salud, vida y bendición.
Salud, en el lenguaje de la Biblia, quiere decir salvación:
equilibrio, reconciliación, un suprimiendo para todas las
necesidades. Dios nos promete todo eso, ahora y para siempre. Es
saludable quien permanece en la presencia de Dios y es por Él
rehecho en el cuerpo, en la mente y en el espíritu. La Biblia nos
enseña que la medicina de Dios para recobrarnos salud y salvación
es Su Palabra. El salmo 106 nos dice que cuando Dios vio que su
pueblo sufría a las puertas de la muerte, envió Su Palabra para
curarlo. La Palabra del Altísimo revigora las fuerzas del alma, hace
renacer la esperanza y arranca de la muerte aquél que se estaba
destruyendo por el pecado. Ella es el vehículo por el cual, en la fe,
somos bañados en la Sangre de Jesús. Esta sangre es la seguridad de
salvación y cura para todos los que lo aceptan.
Vida, según la promesa del Señor, es algo abundante, una
participación en la propia naturaleza divina, o sea: vida verdadera es
tener comunión con Dios.
La más grande de todas las bendiciones, según el evangelio
de Juan, es el Espíritu Santo, Dios que vive en nosotros. Por lo tanto,
para aquellos que lo aman, el Señor promete: el poder de la Sangre
curadora y salvadora de Jesús, comunión de amor con Su corazón
paterno y alegre presencia de Su Espíritu.
¿No desearías recibir todo ese manantial de gracias
ahora? Entonces, Vamos a orar:
Padre Amado, presento a Ti mi corazón. Tú lo conoces, pues
todos los días lo tienes presente bajo Tu mirada de bondad. Sabes
cómo lo tengo herido, abatido y angustiado por tantas probaciones.
Sin embargo, Padre, las dificultades de la vida no
~ 16 ~
robaron el amor que tengo de Ti. Mi corazón, mismo dañado, aún
sabe amar y confiar. Mírame una vez más, Padre. Quiero que seas
mi protector, mi apoyo, mi abrigo y amparo. Me concedas, pues
necesito tanto, el poder de Tu Espíritu Santo y el perdón que está en
la Sangre de Jesús. ¡Quiero ser libre ahora, Padre! Recibo de Ti todo
amor y aceptación que tanto deseo. Me siento seguro en Ti. Gracias,
Padre, por poder amarte como un hijo. Gracias también porque sé de
Tu amor por mí. Me bendice, en Nombre de Jesús. Amén.
~ 17 ~
4º. DÍA
CREER QUE SOMOS ELEGIDOS
«Después subió a la montaña y llamó a su lado a los que
quiso. Ellos fueron hacia él, y Jesús instituyó a doce para que
estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con el poder de
expulsar a los demonios. Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso
el sobrenombre de Pedro; Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan,
hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es
decir, hijos del trueno; luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo,
Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo, y Judas
Iscariote, el mismo que lo entregó».
(Mc 3, 13-19)
Jesús eligió doce hombres para la importante misión de
acompañarlo más de cerca. Ellos serían instruidos constantemente
por el Maestro y tendrían la oportunidad de recibir dirección
específica del Señor. Verían también Sus milagros y, ciertamente,
tendrían un lugar importante en la realización de los planes de Jesús.
El único criterio utilizado por Jesús para la elección de esos hombres
es descripto por Marcos: «llamó a su lado a los que quiso» La
invitación fue un regalo de Dios, pues no consta que ninguno de ellos
estuviera a altura de tal misión. Al contrario, todos corrían el riesgo
de fracasar, como pasó con aquél que después traicionó al Señor. A
todos, sin embargo, Jesús concedió autoridad espiritual y consuelo
de Su compañía.
Tú también fue elegido por Dios para una misión. Hoy, una
vez más, es necesario invertir en ella. No te asustes si no te sientes a
altura o preparado el suficiente. ¡Busca a Jesús! Él está cerca de ti
para darte autoridad, consuelo y dirección.
Dos elementos importantes para el cumplimiento de la misión
~ 18 ~
Si es verdad que Jesús conoce aquellos que eligió, su
potencial y sus limitaciones, también es verdad que Él es un
instructor capaz de preparar grandes servos para el Reino. Por eso,
en una de sus tantas correcciones a los discípulos (Mc 9, 14-29), el
Señor les indicó dos lecciones importantes en el buen combate del
cristiano: todo es posible a quien tiene fe y todo se alcanza por la
oración. Conociendo esas lecciones y poniéndolas en práctica, los
discípulos estarían capacitados a ser instrumentos de cura y gracia
divina. Fe y oración nos hacen activos en el combate, mientras que
la incredulidad (duda) y murmuración nos ponen en actitud pasiva,
como que en una guerra ya perdida. Te dedicas personalmente al
combate de la fe o ya te rendiste al desánimo? Hoy, no espere que
tus problemas se acerquen y te sorprendan. Anticípate a ellos,
proclamando la victoria de Jesús en tu vida y suplicando al Señor los
libramientos que necesitas.
Vamos a orar, ejercitando nuestra fe:
Padre Santo, en Nombre de Jesús, agradezco por ser un
elegido tuyo. Sé que no estoy preparado aún para la grande misión
que me diste, pero no me atemorizaré porque Tu Espíritu Santo va a
conducirme. En esta hora, Señor, dejo todo para tras y vengo a buscar
en Ti la fortaleza que necesito para ir adelante en mi camino. Repleto
de fe oro con confianza, creyendo que por la fe y por la oración,
saldré vencedor en todo combate en el día de hoy. Gracias, Padre,
porque estás invirtiendo en mí para que se cumplan Tus planes de
amor en esa tierra. Muchas gracias por darme tanto valor. Gloria a
Ti, Señor.
Para reflexionar en ese día:
Tú aún inviertes en la misión que Dios te dio o ya estás
desistiendo de ella? Tu casamiento, tu familia, tu ministerio, tu
profesión y tantas otras cosas son sueños de Dios plantados en
~ 19 ~
tu corazón para tu felicidad y la de muchos otros. Regresa a invertir
en ellas y, de modo especial, en las personas que Dios puso en tu
camino.
~ 20 ~
5º. DÍA
¿ANDAS MUY INQUIETO?
«Porque así habla el Señor, el Santo de Israel: En la
conversión y en la calma está la salvación de ustedes; en la
serenidad y la confianza está su fuerza».
(Is 30, 15)
Ya probaste la sensación de terminar la jornada de un día
exhausto y sin haber logrado resolver los problemas que estaban en
su agenda? Quizás no haya sensación más frustrante que empeñarse
en un sin número de actividades y, al terminarlas, darse cuenta de
que su fruto no ha sido suficiente. Qué puede estar equivocado?
Por qué parece que la vida no anda, mismo en medio a tantos
trabajos e inquietud?
Mientras muchas personas quizás te aconsejen a empeñarse
más en otras tantas cosas que podrían solucionar sus problemas, la
Biblia tiene una recomendación a hacer a todo aquél que se siente
nervioso y estresado por la presión del día-a-día:
«En la conversión y en la calma está la salvación».
Inquietud no es sinónimo de solución para los problemas.
Cuando buscamos y esperamos por la orientación del Espíritu Santo
para cada día, el Señor toma nuestra mano y nos guía y nos hace
invertir en aquello que realmente es importante y traerá resultados
para nuestros problemas. Una sola actitud debajo de la dirección del
Espíritu de Dios da más frutos que muchas otras realizadas con
precipitación y en un clima de ajetreo. Envolverse en diversas
situaciones que roban nuestra paz y nos hacer perder la calma, dando
lugar a la irritación, puede ser síntoma de que estamos
~ 21 ~
distanciándonos de la voluntad de Dios y buscando otras cosas en
su lugar.
Cuando sentimos que estamos prestes a sucumbir debajo de
las cobranzas de la vida y de nuestra propia falta de serenidad, es
hora de cambiar de camino y de actitudes; ¡es hora de conversión!
Los caminos de Dios ni siempre son fáciles, pero siempre son fuente
de satisfacción y paz en el alma. Retomar esos caminos y actuar no
“de cualquier manera”, pero de la manera de Dios, es el paso correcto
cuando estamos fatigados. Retomar el corazón en la seguridad del
poder de Dios, mientras estamos entregues a las luchas del día-a-día,
es la única manera de pasar por los problemas sin perder la calma.
En nuestras manos deben estar la búsqueda de soluciones, pero
nuestros ojos deben estar fijos en Dios. Es en la confianza que está
el diferencial del cristiano, su fuerza. Un hombre confiado, que
puede lanzar sus esperanzas en Dios, es, sin duda, más resistente a
los embates de la vida. Su corazón está seguro y no teme recibir
malas noticias. Una buena dosis de confianza unida a la búsqueda
Díaria de orientación del Espíritu Santo es una grande medicina para
los males de la agitación continua. Vivir un día de cada vez,
buscando la voluntad de Dios y el descanso de la fe, puede ser una
nueva y más eficaz manera de enfrentar el torbellino de desafíos de
la vida. Por qué no intentarlo?
Ore pidiendo que el Señor calme tu corazón y lo haga apto
para enfrentar las batallas de ese día:
Dios mío, es un Dios tremendo, capaz de transformar el mal
en bendición y traer a la existencia aquello que aún no existe. No me
afligiré delante de los desafíos de ese día, pues el Señor, mi
Auxiliador, está junto a mí. Mi fuerza está en la confianza que
deposito en él. Mientras aquellos que confían en sus propios recursos
desfallecen y caen, me apoyo en mi Dios y renuevo el vigor de mi
alma a cada mañana. Lanzo sobre el Señor todas
~ 22 ~
mis aflicciones y, lleno de paz y calma, mantengo mi paso en el
camino de la vida.
Padre querido, en Nombre de Jesús, apaciguo mi corazón
delante de Ti. Ruego que hagas silenciar toda agitación inútil en mi
interior. Que tu Espíritu Santo hable más alto que todas las
tribulaciones de ese día y sea mi conductor y guía. Amén.
~ 23 ~
6º. DÍA AUTORIDAD QUE VIENE DE DIOS
«Entraron en Cafarnaúm, y cuando llegó el sábado, Jesús
fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados
de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y
no como los escribas. Y había en la sinagoga un hombre poseído
de un espíritu impuro, que comenzó a gritar; «¿Qué quieres de
nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros?
Ya sé quién eres: el Santo de Dios». Pero Jesús lo increpó, diciendo:
«Cállate y sal de este hombre». El espíritu impuro lo sacudió
violentamente, y dando un alarido, salió de ese hombre. Todos
quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: «¿Qué es
esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes
a los espíritus impuros, y estos le obedecen!». Y su fama se extendió
rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea».
(Mc 1, 21b-28)
La palabra-clave del texto de hoy es «autoridad». Jesús
recibió del Padre autoridad sobre el cielo y la tierra, y Él la usaba
plegando con poder, curando y libertando los corazones oprimidos.
Con la venida de Jesús, los poderes del mar perdieron su libertad de
acción, pues cuando la autoridad es ejercida, el orden se establece y
el mal tiene que ceder. La Biblia nos garantiza que Jesús pasó a
nosotros esa autoridad que Él propio recibió del Padre. ¿Tienes
utilizado tu autoridad espiritual? Ella es valiosa para el cumplimiento
de su misión de jefe de familia, madre, padre, profesional, y por
encima de todo, mensajero del Reino de Dios. Tienes orado,
hablado palabras acertadas con la unción del Espíritu Santo,
ordenado al mal que retroceda en tu vida? Hay momentos en que,
después de haber hecho todo que estaba a nuestro alcance, nos resta
solamente utilizar aquél poder que es garantido por Dios a nosotros
en Nombre de Jesús.
~ 24 ~
De modo especial, las palabras de Jesús encantaban al pueblo
que acudía oírlo. La gente llegaba mismo a decir que “les enseñaba
como quien tiene autoridad y no como los escribas” (Mc 1, 21) Las
palabras de Jesús era repletas de un amor poderoso, capaz de
expulsar las tinieblas y libertar los corazones. Ese “amor con
autoridad” también puede estar en nosotros por el poder del Espíritu
Santo. En los momentos en que es necesario reprender y amonestar
sus palabras levantan los hermanos y los hacen sentirse amados o
son palabras que derrumban y desestimulan? Quien es revestido de
autoridad en el Espíritu, en todas las circunstancias es utilizado por
Dios para llevar la luz y vigor a los corazones.
Por la oración, vamos a liberar en nosotros ahora la
unción de autoridad del Espíritu Santo:
Padre Amado, Tu Palabra me garantiza que soy un guerrero
revestido de autoridad en la lucha en contra el mal. En Nombre de
Jesús, lléname ahora con Tu Espíritu y renueva mi interior con nuevo
vigor y nueva autoridad. Todo aquello que en mi vida estaba fuera
de control (salud, familia, trabajo, vida financiera, vicios y todo tipo
de pensamiento y sentimiento) pongo, ahora, debajo de tu poder. Que
todo sea ordenado en Nombre de Jesús. Uso la autoridad que me
diste para expulsar todo espíritu de derrota y desánimo que envolvía
mi corazón. Declaro la presencia victoriosa del Señor sobre mi vida
y uso palabras repletas de un amor poderoso para bendecir la vida de
aquellos que se acercaren a mí. Libero Tu poder en mi vida, Padre,
en nombre de Jesús.
Pase algunos instantes declarando la vitoria de Jesús en cada
área específica de tu vida. Alabar al Señor por cada una de esas
cosas, pues alabar es una eficaz arma de combate espiritual.
Para profundizar:
~ 25 ~
Si deseas saber más sobre la autoridad espiritual del cristiano,
estuDía esos pasajes de la Palabra de Dios: Mt 28, 18; Lc 10, 19;
2Cor 10, 3-5.
~ 26 ~
7º. DÍA
SI HAY MUCHO QUE HACER...
«Cuando salió de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a
casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con
fiebre, y se lo dijeron de inmeDíato. Él se acercó, la tomó de la
mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso
a servirlos. Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a
todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió
delante de la puerta. Jesús curó a muchos enfermos, que sufrían de
diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a estos no los
dejaba hablar, porque sabían quién era él. Por la mañana, antes que
amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí
estuvo orando. Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y
cuando lo encontraron, le dijeron: «Todos te andan buscando». Él
les respondió: «Vayamos a otra parte, a predicar también en las
poblaciones vecinas, porque para eso he salido». Y fue predicando
en las sinagogas de toda la Galilea y expulsando demonios».
(Mc 1, 29-39)
El evangelio de hoy nos hace conocer un poco de la jornada
Díaria de Jesús. Buscado por muchos, Jesús curaba enfermos,
libertaba posesos, anunciaba el amor y el perdón de Dios. LiDíar con
tanta gente afligida debería ser algo bastante desgastante. Pero el
evangelista nos dice que, mientras los otros dormían, Jesús iba a
lugares desiertos orar al Padre. Era esa su manera de encontrar
fuerzas para la jornada que debería enfrentar.
Muchos son los que se resienten por el cansacio de las
actividades del día-a-día. No solamente el cuerpo, pero
principalmente las emociones y la mente se desgastan con las
preocupaciones de una rutina ajetreada. Aprendemos hoy con Jesús
que nuestro momento de oración Díaria
~ 27 ~
no es un lujo, un tiempo perdido, pero una fuente de gracias y coraje
para los desafíos que debemos enfrentar. De su breve, pero fiel
momento cotiDíano de encuentro con Dios puede depender el resto
de todo tu día: la oración tiene el talento de hacer el tiempo render
en gracias, haciéndonos más ágiles y sabios para enfrentar los
problemas. Mucho a resolver? ¡Pues, entonces, tienes un grande
motivo para orar!
Una importante lección sobre la oración.
Falta de perseverancia es la expiación para muchas oraciones
que no fructifican en gracias. En Mt 7, 7-12, Jesús enseña a sus
discípulos una lección fundamental: «¡Pidan y se les dará; busquen
y encontrarán; llamen y se les abrirá!». Podríamos comprender
mejor las palabras del Señor si la leyéramos así: «¡Pidas hasta que
te sea dado! ¡Busques hasta encontrar! ¡Llama hasta que la puerta
se abra!».¡Cuántas oraciones no se transforman en bendiciones
porque dejamos de llamar antes que la puerta se abra o dejamos de
buscar antes de encontrar! No esmorecer en la oración, justamente
en aquel tiempo de espera que dura entre el pedir y el recibir, es un
grande secreto de confianza en el poder de Dios. Estás dejando de
lado la oración en los últimos días? Estás casi desistiendo de una
causa porque la puerta todavía no se ha abierto? Renueva hoy tu
confianza y vuelva a llamar en las puertas del corazón de Dios, pues,
ciertamente ellas se abrirán para ti.
Ore ahora mismo y agárrate al Señor que aquí está
contigo:
Padre Amado, tu hijo Te busca ahora con toda confianza.
¡Vuelva Tu rostro para mí, Señor, y seré salvo! Tengo tanto a
resolver, tantas luchas a enfrentar, pero espero todo de Ti, Dios mío.
Lléname, una vez más, con tu Espíritu Santo y levántame del
desánimo y de la incredulidad. Padre, llamo a las
~ 28 ~
puertas de Tu corazón para recibir aquello que tanto necesito.
Ábremelas y derrama en mi vida Tu gracia y bendición. Te glorifico,
mi Padre generoso y bondadoso, porque siempre cuidas de mí. Le
ofrezco ese día de hoy y todos sus combates, en Nombre de Jesús.
Amén.
~ 29 ~
8º. DÍA
AGRADECER PARA RECIBIR MÁS
«En esos días, volvió a reunirse una gran multitud, y como
no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me
da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no
tienen qué comer. Si los mando en ayunas a sus casas, van a
desfallecer en el camino, y algunos han venido de lejos». Los
discípulos le preguntaron: «¿Cómo se podría conseguir pan en este
lugar desierto para darles de comer?». Él les dijo: «¿Cuántos panes
tienen ustedes?». Ellos respondieron: «Siete». Entonces él ordenó
a la multitud que se sentara en el suelo, después tomó los siete panes,
dio gracias, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que
los distribuyeran. Ellos los repartieron entre la multitud. Tenían,
además, unos cuantos pescados pequeños, y después de pronunciar
la bendición sobre ellos, mandó que también los repartieran.
Comieron hasta saciarse y todavía se recogieron siete canastas con
lo que había sobrado. Eran unas cuatro mil personas. Luego Jesús
los despidió. En seguida subió a la barca con sus discípulos y fue
a la región de Dalmanuta»
(Mc 8, 1-10)
Hoy vamos a dar atención a un pequeño detalle de narración
de la multiplicación de los panes. El evangelio nos dice que antes de
partir el pan y los pescados para distribuirlos, Jesús los tomó en las
manos para dar las gracias. Saber agradecer por lo que se tiene en las
manos parece ser el inicio de grandes milagros en la Biblia.
Solamente aquellos que reconocen lo que han recibido del Señor
pueden multiplicar las bendiciones generosas de Dios. La Palabra
nos dice que todos comieron del pan multiplicado y se pusieron
satisfechos. Dar las gracias, decir palabras de alabanza y
reconocimiento, revela que estamos satisfechos con Dios,
sintiéndonos amparados por Él. Solamente cuando nuestros
corazones se sienten agradecidos al Señor, que no permite que nada
nos falte,
~ 30 ~
estamos listos para multiplicar las gracias de Dios. Seas un
multiplicador de bendiciones, alabamos al Señor.
Una enfermedad del alma
Hay una enfermedad que atinge al corazón del hombre y que
podemos llamar de “amnesia espiritual”. Esa enfermedad se
manifiesta en momentos de probación, cuando parece que huyen de
nuestra mente los recuerdos de todo aquello que el Señor ya nos hizo
y nos entregamos a la duda y a la desconfianza. En las horas de
dificultad debemos acostumbrarnos a traer de vuelta al recuerdo
aquello que Dios ya hizo para nosotros, para que nuestro corazón se
ponga repleto de esperanza. Él que ya hizo tanto en nuestro favor,
realizó tantos libramientos y nos trajo hasta el día de hoy, nos faltará
justamente ahora? Aprovecha el día de hoy para recordar, con
gratitud, todo aquello que Dios ya te hizo. Si estás pasando por
tiempos difíciles, esos recuerdos serán motivo de ánimo y
renovación de sus fuerzas. La Escritura dice: “Pero me pongo a
pensar en algo y esto me llena de esperanza...” (Lm 3, 21) Anímate
para el futuro, dando las gracias por las maravillas del Señor en tu
vida.
Vamos a ejercitar nuestra gratitud a Dios, orando:
Padre Amado, dame un corazón agradecido. Te pido perdón
si he sido ingrato, solo percibiendo las dificultades de la vida y no
Tu inmenso amor que me acompaña. Te agradezco por todo que has
hecho por mí y por todo que me concediste. Te agradezco de modo
especial por Tu Hijo Jesús, mi Salvador. Él permanece conmigo
todos los días, para que yo no me sienta solo en ninguna situación.
Gracias, Padre, por todo aquello que hoy tengo en mis manos. Sé que
ese poco que tengo es el inicio de muchas y multiplicadas
bendiciones del Señor en mi vida. Gracias, Señor, por ese día de hoy
y por todas las oportunidades que me darás con él. Te voy a mirar
con los ojos de gratitud y
~ 31 ~
aprovecharé cada pequeña gracia, para que crezca en mi Tu poder.
Por todo, Padre, muchas gracias. Amén.
~ 32 ~
9º. DÍA
VIGILA TUS PALABRAS
«Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a
Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la
que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te es lícito
tener a la mujer de tu hermano». Herodías oDíaba a Juan e
intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba,
sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Un día se
presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños,
ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los
notables de Galilea. La hija de Herodías salió a bailar, y agradó
tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven:
«Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le aseguró bajo juramento:
«Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi
reino». Ella fue a preguntar a su madre: «¿Qué debo pedirle?».
«La cabeza de Juan el Bautista», respondió esta. »
(Mc 6, 17-24)
En el evangelio de hoy, Marcos recuerda el episodio de la
muerte de San Juan Batista y como Herodes, repleto de
remordimiento, pensaba que Jesús fuera Juan redivivo. El cruel
asesinato de Juan había marcado para siempre el corazón de
Herodes, quizás por haber sido algo tan banal como injusto. De
hecho, según Marcos, la única razón que obligó al rey a liquidar Juan
fueron sus palabras precipitadas, dichas en un momento de
exaltación y descontrol. Un proverbio dice que «río y palabra de rey
no suelen volver atrás» y, si así es verdaderamente, Herodes se había
comprometido con sus palabras a realizar los caprichos de una joven
danzarina; el astuto rey se hizo prisionero de la joven cortesana por
culpa de sus palabras impensadas.
~ 33 ~
Es necesario que aprendamos vigilar nuestras palabras,
querido hermano. Palabras precipitadas, dichas en momentos de
«sangre caliente», pueden ser el principio de nuevos y mayores
problemas. Pida al Señor que, en el día de hoy, el Espíritu Santo sea
un vigila a frente de tus labios, para que ellos no se hagan un lazo
para prenderlo en situaciones de estorbo y peligro. Una sola palabra
inspirada por el Espíritu tiene más poder para hacer lo bien que
muchas palabras dichas debajo de la ira y del nervosismo. Es
necesario saber la hora de hablar y la hora de callarse.
Oremos pidiendo sabiduría para usar palabras
bendecidas en el día de hoy:
Padre querido, he aprendido hoy que palabras malditas son
cadenas que me detienen a situaciones de peligro y destrucción.
Perdóname, Señor, porque debido a mi constante precipitación en el
juzgar y en el hablar, ando siendo injusto e impiedoso con tantas
personas. Perdóname si me he metido en contiendas desnecesarias
por mi modo equivocado de expresarme. Padre, necesito de la
sabiduría de Tu Espíritu para discernir cuando debo hablar y cuando
debo callarme. Necesito de Él igualmente para saber cómo hablar,
con la finalidad de alcanzar con amor el corazón de mis hermanos.
Usa mis palabras hoy como semillas de bendición, Señor. Me das
palabras repletas de paciencia, prudencia, perdón y bondad. Me usa,
Padre, como un mensajero de buenas-nuevas para la vida de mis
hermanos, en Nombre de Jesús.
¿Lo que la Biblia dice sobre las palabras del hombre?
«Guarda tu lengua del mal, y tus labios de palabras
mentirosas. Apártate del mal y practica el bien, busca la paz y sigue
tras ella». (Sl 33, 14-15)
~ 34 ~
«El charlatán corta como una espada, pero la lengua de los
sabios es un remedio. Los labios veraces permanecen para siempre,
pero la lengua mentirosa, sólo por un instante». (Pv 12, 18-19)
«La lengua afable es un árbol de vida, la lengua perversa
hiere en lo más vivo». (Pv 15, 4).
«El hombre sacia su estómago con el fruto de sus palabras:
cada uno se sacia con lo que sale de sus labios». (Pv 18, 20)
«El que guarda su boca y su lengua guarda su vida de las
angustias» (Pv 21, 23).
Por el contrario, nadie puede dominar la lengua, que es un
flagelo siempre activo y lleno de veneno mortal. Con ella
bendecimos al Señor, nuestro Padre, y con ella maldecimos a los
hombres, hechos a imagen de Dios. De la misma boca salen la
bendición y la maldición. Pero no debe ser así, hermanos. «¿Acaso
brota el agua dulce y la amarga de una misma fuente? ¿Acaso,
hermanos, una higuera puede producir aceitunas, o higos una vid?
Tampoco el mar puede producir agua dulce». (Tg 3, 8-12)
~ 35 ~
10º. DÍA
PERSEVERAR Y DECIR PALABRAS DE FE
«Después Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro. Entró
en una casa y no quiso que nadie lo supiera, pero no pudo
permanecer oculto. En seguida una mujer cuya hija estaba poseída
por un espíritu impuro, oyó hablar de él y fue a postrarse a sus pies.
Esta mujer, que era pagana y de origen sirofenicio, le pidió que
expulsara de su hija al demonio. Él le respondió: «Deja que antes se
sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo
a los cachorros». Pero ella le respondió: «Es verdad, Señor, pero
los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer
los hijos». Entonces él le dijo: «A causa de lo que has dicho, puedes
irte: el demonio ha salido de tu hija». Ella regresó a su casa y
encontró a la niña acostada en la cama y liberada del demonio».
(Mc 7, 24-30)
La liberación descrita en el evangelio de hoy tiene una
explicación particular, que es dada a nosotros por el propio Jesús: «a
causa de lo que has dicho... el demonio ha salido de tu hija». Las
palabras repletas de confianza de la mujer pagana la hicieron
heredera de las bendiciones que Dios reserva para sus hijos. Delante
del aparente rechazo de Jesús en realizar el milagro deseado, aquella
madre afligida no vio a su fe disminuir, pero la ejercitó con palabras
repletas de osadía y sabiduría.
Te diste cuenta de cuantos obstáculos podrían haber hecho
aquella mujer desistir de la cura de su hija? Otro evangelista dice que
durante mucho tiempo ella siguió a Jesús con gritos de desespero,
pero el Señor ni siquiera miró para ella. Ya tuviste la impresión de
que Dios no oía tus gritos de aflicción? Además, los propios
~ 36 ~
discípulos, que eran las personas de conexión entre Jesús y aquellos
que lo buscaban, pidieron al Señor que la echara. Ya oíste palabras
de descorazonamiento justamente de gente de quien esperabas una
palabra de comodidad y estímulo? Pues todo eso fue probado por el
corazón de aquella madre afligida que, aun así, no desistió de su
propósito.
La narración del evangelio nos dice que, no se dejando
desanimar por nada, la mujer pagana se lanzó a los pies de Jesús y
dijo palabras tan repletas de fe que el Señor no pudo dejar de
atenderla. Qué tienes hablado delante de tus problemas? Cuándo
parece que el Señor está retardando la respuesta a la oración, cuál ha
sido tu reacción? Hoy te diste cuenta de que la aparente demora de
Dios no es motivo para desánimo, pero para crecer en la fe y en la
expectativa. Pase el día de hoy diciendo palabras repletas de fe,
capaces de encantar al corazón de Dios. Se lance a los pies de Jesús,
no dejándose vencer por ningún obstáculo, y presente a Él tu oración
con confianza. Experimente los frutos maravillosos de la entrega al
Señor.
Vamos a declarar palabras de fe delante de Jesús:
Mi amado Salvador Jesús, hoy me lanzo a Tus pies repleto de
confianza. No permito, Señor, que los obstáculos me impidan de
hablar contigo. Espero la hora bendita en que actuarás con poder en
mi vida. Renuncio a toda palabra de incredulidad que he dicho
delante de mis problemas: ¡ellos no son mayores que Tú, Señor!
Va declarando con sus propias palabras, ahora, la victoria de
Jesús sobre tu vida. Diga palabras repletas de fe, que te hagan una
persona inquebrantable en su propósito de seguir aguardando todo
de Dios. A cada oración de fe que hagas, oiga el propio Jesús decir
a tu corazón: «A causa de lo que has dicho... la paz va
~ 37 ~
a regresar a tu casa», «A causa de lo que has dicho... tus hijos
conocerán al Señor!»; «A causa de lo que acabas de decir... la tristeza
no más va a reinar en tu corazón!» Glorifica el Nombre poderoso de
Jesús.
~ 38 ~
11º. DÍA
ESPERAR EN DIOS NO ES PERDER TEMPO
«Después de esto, se celebraba una fiesta de los judíos y
Jesús subió a Jerusalén. Junto a la puerta de las Ovejas, en
Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene
cinco pórticos. Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos,
ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua.
Porque el Ángel del Señor descendía cada tanto a la piscina y movía
el agua. El primero que entraba en la piscina, después que el agua
se agitaba, quedaba curado, cualquiera fuera su mal. Había allí un
hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al
verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así,
Jesús le preguntó: «¿Quieres curarte?». El respondió: «Señor, no
tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza
a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes». Jesús le dijo:
«Levántate, toma tu camilla y camina». En seguida el hombre se
curó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado, y los
judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: «Es sábado.
No te está permitido llevar tu camilla». Él les respondió: «El que
me curó me dijo: «Toma tu camilla y camina». Ellos le
preguntaron: «¿Quién es ese hombre que te dijo: «Toma tu camilla
y camina?». Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había
desaparecido entre la multitud que estaba allí. Después, Jesús lo
encontró en el Templo y le dijo: «Has sido curado; no vuelvas a
pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía». El
hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado.
Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado».
(Jo 5, 1-16)
Eres capaz de imaginar qué es esperar por una grande
bendición por treinta y ocho años? Puedes imaginar cuantas veces
se tiene
~ 39 ~
ganas de desistir de un sueño y resignarse con aquello que parece
no tener solución?
La Palabra de Dios nos habla hoy de un hombre paralítico
que por todo ese tiempo estuvo a la orilla de la piscina de Betesda
esperando su vez de ser curado. Quizás él haya sido llevado para allá
por algunos amigos bondadosos que, ciertamente desistieron de
esperar por su curación. Qué debía pasar en el corazón de ese
hombre a cada vez que alguien entraba en las aguas milagrosas antes
de él? Cuántas personas él vio morir a su lado, cuantas vio irse sin
la cura de tus manos? Pero él permaneció, quizás por no tener más
para donde ir, hasta que Jesús, el Médico de los médicos, pasó a su
lado.
A pesar de los lamentos y justificativas (como si el paralítico
se sintiera culpado por su propio sufrimiento y quisiera explicar por
qué todavía estaba allí enfermo), el Señor termina por curarlo, como
señal de grande misericorDía para con aquel hombre que no ha
desistido de su bendición.
Hace cuánto tiempo que esperar por un cambio en su vida?
A pesar de todo cansacio, a pesar de muchos, quizás, que desistieron,
no pienses que tu tiempo está siendo perdido. Jesús sabe de tus
necesidades y está cerca para oír y responder. Esperar por la gracia
de Dios no es perder tiempo, como también no es inútil el tiempo de
gestación de un nuevo ser en el vientre de su madre o el tiempo de la
germinación de la semilla en la tierra. Dios está trabajando a ti en el
más íntimo, para ser capaz de recibir y multiplicar Su bendición. No
desistas de ser feliz con el auxilio del Señor. Viva el día de hoy con
esperanza; quizás la bendición ya esté plantada en ti y empieza a dar
frutos por su confianza y perseverancia en Señor.
Ore entregando tu tiempo al Señor:
~ 40 ~
Amado Padre, ando luchando insistentemente por Tu
bendición en mi vida. Ando luchando para ser feliz segundo Tu
corazón. Algunas veces, desanimado, ya pensé en desistir. Pero hoy
recobro mi vigor y me lleno de esperanza. Voy a vivir ese día en la
serena alegría de Tu presencia, creyendo que algo bueno de Dios ya
está en curso en mi vida. No diré más que mi tiempo está siendo
perdido o que no tengo un propósito para vivir. Mi propósito hoy es
glorificar el Señor en cada pequeño acto que voy a realizar, no
perdiendo ninguna oportunidad de amar y sentirme amado por Dios.
Muchas gracias, Padre, porque siempre has cuidado de mí, me dando
todo que necesito para empezar a ser feliz aún hoy. Haremos juntos,
Señor, de ese día de hoy, un otro motivo para no desistir. Amen.
~ 41 ~
12º. DÍA
SABER ESPERAR
«Esperé confiadamente en el Señor: él se inclinó hacia mí y
escuchó mi clamor. Puso en mi boca un canto nuevo, un himno a
nuestro Dios».
(Sl 39, 2 e 4)
Al leer ese pequeño versículo del salmo 39, un joven
estuDíante podría preguntarse si no existe un error, una redundancia,
en la expresión «esperando confiadamente en el Señor». Veremos,
sin embargo, que en la gramática de la vida existen muchas maneras
de esperar, pero la única correcta es esa, enseñada por el salmo.
Saber esperar es una virtud que trae paz y serenidad para el alma.
Pero eso pasa solamente cuando se espera «confiadamente». Qué se
hace mientras estamos en aguardo de un futuro mejor es
determinante para nuestra felicidad cuotiDíana.
Creer que aquello que está por venir es mejor que lo que
vivimos hoy, es una característica de las personas esperanzadoras.
Personas aferradas a viejas fórmulas o acomodadas a cualquier tipo
de situación (¡podemos acomodarnos hasta mismo a los fracasos!)
no hacen idea de lo que Dios puede reservarles para el futuro y, por
eso, no se abren con optimismo para el día de mañana. De una
manera o de otra, todos deseamos cambios para mejor. Pero, lo que
hace una persona esperanzadora distinta es que cada día ella se
prepara para las nuevas bendiciones que vendrán, creyendo que ellas
son reales, llegando mismo a anticiparlas.
La persona esperanzadoras espera «confiadamente». Ella
sabe, con mucha confianza, que el Padre tiene planes para cada
momento de nuestras vidas y siempre está listo para realizarlos en la
hora más apropiada. Ella irgue las manos para el cielo en oración,
alabanza y
~ 42 ~
gratitud, preparándose para recibir las gracias que, ciertamente,
llegarán. La persona pesimista, acomodada, incrédula, de alguna
manera también desea que algo venga a cambiar. Pero ella espera
«reclamando», «maldiciendo», «agrediendo». Por eso, cuando las
oportunidades llegan, cuando las puertas se abren, muchas veces
todo se pierde, pues ella no está preparada, en una posición de fe,
para agarrar las gracias de Dios.
Qué tipo de persona has sido tú, querido hermano? Una
persona esperanzadora, que aguarda maravillas venidas de Dios,
preparándose para ellas en oración? O una persona pesimista,
acomodada, que hasta desearía un cambio para mejor, pero nunca
está en posición para empezarla? Cómo tienes esperado? Tú
esperas confiadamente, abalanzando, se preparando para lo mejor?
O esperas reclamando, peleando, dudando de lo que puedes venir?
Su manera de esperar determina su bienestar hoy y desencadena las
gracias de mañana.
Esperas confiadamente y, ciertamente, serás visitado por una
grandiosa paz venida de Dios.
Vamos a orar, para que el Señor le conceda las gracias de
esperanza y de la paciencia:
Amado Padre, confío en Tus planes para mi vida. Sé que hay
un momento para cada gesto de amor viniendo de Ti. Por eso, Señor,
me llenas de esperanza nuevamente. Creo que tienes un futuro de
gracia y de bendición eterna para mí y, por eso, voy a esperar por él
en una posición de fe, abalanzando y agradeciendo. No quiero más
esperar reclamando o maldiciendo. Quero esperar con toda confianza
y cierto de Tu constante compañía al mi lado. Gracias, Señor, porque
me das paciencia para enfrentar las tribulaciones y saber que ellas
serán superadas, en Nombre de Jesús. Amén.
~ 43 ~
El acompañamiento de oración
Esperar por las bendiciones de Dios no significa asumir una
postura de pasividad delante de la vida. Saber esperar significa estar
atento a todas las oportunidades que el Señor ofrece a cada día.
Significa también orar específicamente por las situaciones que
deseamos que sean transformadas por la intervención de Dios. En su
carta a los cristianos filipenses, Paulo nos enseña una importante
tarea con relación de la oración repleta de confianza. Fl 4, 6 dice:
«No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran
a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias,
para presentar sus peticiones a Dios».
A través de ese pasaje, el Espíritu Santo nos invita a presentar
a Dios las cosas que nos preocupan, antes mismo de presentarla a
otras personas. Además, Paulo nos enseña que nuestra suplicas
deben tener un acompañamiento que da el verdadero sabor a la
oración: acción de gracias. Palabras de gratitud y reconocimiento a
Dios, mismo mientras estamos orando e intercediendo por
situaciones difíciles, tornando nuestra oración un clamor repleto de
confianza y osado; así debe ser el clima en nuestro corazón para
enfrentar las batallas de la vida. Su oración y sus pedidos han sido
acompañados de abalanzas o de murmuraciones? Acompañas tus
clamores con palabras de reconocimiento a la grandeza de Dios o
con proclamaciones de derrota? Espera las bendiciones creando el
ambiente cierto para la manifestación de Su gloria.
~ 44 ~
13º. DÍA
JESÚS SABE QUIÉN ERES...¡Y TE AMA!
«Después de haberles lavado los pies, se puso el manto,
volvió a la mesa y les dijo: Yo conozco a los que he elegido»
(Jo 13, 18)
Existen pasajes de la Biblia que, después de largo tiempo
desapercibidas, en un piscar de ojos, pasan a hablar mucho a nuestro
corazón. Es como si las letras saltaran del papel y se pusieran
grabadas en nuestro interior. Sería maravilloso si eso pasara hoy con
el pequeño trecho del evangelio de Juan que citamos arriba. De
repente, con una autoridad y un amor todo especial, oiga Jesús decir
a ti mismo:
«Yo conozco a los que he elegido»
Puedes darte cuenta, entonces, que el Señor no elige extraños;
Él no trata con desconocidos. Cuando Jesús nos llama, cuando nos
encanta con Su mirada y nos invita a caminar con Él, ya sabe de
manera bastante clara quienes somos. Nada en nosotros sorprende
Jesús; ninguna debilidad, ninguna caída, nada en nosotros puede
asustarlo o causarle decepción. Él conoce nuestra historia, nuestras
limitaciones y nuestro potencial. Antes de conquistarnos, Jesús nos
vía en los caminos de la vida; nos vía por dentro, en el íntimo, donde
no podemos “engañarlo” con ninguna de nuestras tantas maneras de
escondernos de nosotros mismos y de los otros. Y aun así Jesús nos
ama; y nos llama para estar con Él.
No hay debilidad o herida en nosotros para la cual Jesús no
tenga una medida mayor de amor para curarla. Todo que
necesitamos, aceptación, comprensión y perdón, Jesús ya reservó en
~ 45 ~
Su corazón para ofrecernos. Él quiere contar con nuestros corazones
heridos, tocados por Su amor, para alcanzar aquellos que aún
necesitan aprender a dejarse amar por Él.
¡No hay sorpresas en ti para Jesús! Él lo conoce y, aun así, te
ama. Desde ahora, un solo es el camino: que lo conozca como Él te
conoce, por entero. Ahí sí vendrán las sorpresas: zambullirse en el
corazón de Jesús es zambullirse en un océano de amor y
misericorDía. Si el Señor es capaz de zambullirse en su íntimo y
descubrir sus debilidades sin escandalizarse con ellas, ahora es su
vez de bajar hasta Su corazón y descubrir la inmensidad de Su amor.
Jesús te ama como eres, mismo sin nada merecer, se entregó por ti.
Lo único que Él te pide es que nunca se fuerte de ser amado y, así,
aprenda a amar como Él te ama: incondicionalmente, hasta el final.
Amado hermano, la Palabra de Dios hoy es para ti que
todavía se sorprende con sus propias debilidades. Seguramente,
Jesús las conoce mejor que a ti mesmo... Y, aun así, Él te ama.
Podemos quizás decepcionarnos con un desconocido, alguien sobre
el cual lanzamos muchas expectativas y que después no corresponde
a lo que idealizamos. Pero no eres un desconocido para Jesús. Lo
único que el Señor espera de ti es que seas valiente lo suficiente para
sentirse amado gratuitamente por Él. Así, encontrarás fuerzas para
tornarse alguien “entero”, que logra superar sus propias debilidades
no por tornarse fuerte, pero por haberse hecho infinitamente seguro
en el poder del Amor de Jesús.
Un amor para compartir
Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo
siguió mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que hacía, también
fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de
Idumea,
~ 46 ~
de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón. Entonces mandó
a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la
muchedumbre no lo apretujara. Porque, como curaba a muchos,
todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre él para tocarlo.
Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies,
gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!». Pero Jesús les ordenaba
terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.
(Mc 3, 7-12)
La sencilla presencial de Jesús en un pueblo era capaz de
causar una grande movilización de gente y algunos hechos curiosos.
La Biblia dice que algunos llegaban a tirarse sobre Jesús para que
fueran curados y que los demonios se lanzaban sobre Sus pies. El
Hijo de Dios, repleto de misericorDía y compasión, atraía a todos,
de modo especial, los más heridos por la vida. Junto a Jesús la gente
se sentía amada, llevada en serio y, por eso, eran curadas. Cómo la
gente se siente contigo? Haces con que la gente se sienta querida,
valiosa, especial? Hoy, nosotros que un día hemos sido tocados en
lo más profundo del alma por el amor de Jesús, somos el instrumento
que Él necesita para seguir alcanzando muchos otros. Donde vamos,
podemos llevar misericorDía y amor curador. Tu presencia hoy,
querido hermano, puede ser motivo de cura y salvación para muchos.
¡Permita que Jesús realice una bella obra de amor a través de ti en
ese día!
Vamos a orar, dejándonos curar por Jesús para curarnos
con Él
Amado Jesús, Te agradezco porque sabes quién soy y así
mismo me amas tanto. Tú no decepcionarte conmigo, Señor.
Agradezco porque Tu Padre jamás se va a avergonzarse de también
ser mi Padre, a pesar de mi pequeñez y de mis infidelidades. Te
agradezco mucho, Señor Jesús, porque me elegiste considerando
~ 47 ~
mis limitaciones y mi potencial. Sé que comprendes mi paso tantas
veces lento y sé que deseas hacerme dar lo mejor que tengo a ofrecer.
Querido Jesús, también te deseo conocer a Ti. Deseo conocer Tu
poder y Tu misericorDía, que pueden transformar todo en mi vida.
Que el día de hoy, Señor, sea una oportunidad imperdible para
descubrir más de Tu grandeza junto a mí. Amén.
~ 48 ~
14º. DÍA
¿QUÉ HACER CON LO QUE PASÓ?
«Así habla el Señor: “No se acuerden de las cosas pasadas,
no piensen en las cosas antiguas; estoy por hacer algo nuevo: ya
está germinando, ¿no se dan cuenta? Sí, pondré un camino en el
desierto y ríos en la estepa. El Pueblo que yo me formé para que
pregonara mi alabanza. Pero tú no me has invocado, Jacob, porque
te cansaste de mí, Israel. Me has abrumado, en cambio, con tus
pecados, me has cansado con tus iniquidades, Pero soy yo, sólo yo,
el que borro tus crímenes por consideración a mí, y ya no me
acordaré de tus pecados”».
(Is 43, 18-19.21-22.24b-25)
Ese pequeño trecho de la profecía de Isaías nos hace
aprender, con el propio Dios, a liDíar con el pasado y con nuestros
errores. El Señor nos da un consejo: «No se acuerden de las cosas
pasadas, no piensen en las cosas antiguas». Recuerdos dolidos son
capaces de aprisionar el corazón en la angustia y en la depresión.
Algunos de los males causados por el resentimiento son: inseguridad
y miedo de nuevas decepciones; sentimientos de culpa y
remordimiento, chantaje emocional y cobros. El resentimiento con
las fallas de aquellos que nos cercan se hace un arma de ataque en
momentos de tensión: quién nunca recordó a una persona, en la hora
de discusión, las fallas que ella, un día, cometió? Ese
comportamiento solo hace aumentar la distancia entre los corazones
que necesitan aprender la maravillosa lección del perdón.
Por otro lado, cuantos son aquellos que se privan de nuevas
chances y oportunidades de felicidad por no aceptaren sus propios
errores del pasado... «Sabotean» a si mismos por no soportaren la
idea de, un día, haber fallado.
~ 49 ~
Conoces a alguien que viva alguna de las situaciones
descritas arriba? Cómo debe ser el corazón de una persona que se
entrega al resentimiento contra los otros y contra a si misma?
El Señor Dios, al contrario, desea que miremos para delante,
llenos de esperanza en el futuro: «yo estoy por hacer algo nuevo: ya
está germinando, ¿no se dan cuenta?” Las novedades de Dios ya
están ahí, no las puedes ver? Reconozca las puertas que Dios está
abriendo en tu vida. Has sido capaz de aprovechar las oportunidades
que el Señor te da o andas muy ocupado en lamentar que un día no
ha dado cierto? Mira para tu vida con optimismo y confianza; el
propio Dios te dice: “cancelo tus culpas y no me acuerdo de tus
pecados. Ellos no hacen parte de los planes eternos de amor que
tengo para ti».
Dios y el Díablo
La Biblia nos enseña muchas cosas a respeto del carácter de
Dios y también de su enemigo que es también el nuestro. El Salmo
85 dice: “Pero tú, Señor, Dios compasivo y bondadoso, lento para
enojarte, rico en amor y fidelidad” (v. 15) Nuestro Dios es lento para
ponerse irado y siempre dispuesto a perdonar y olvidar el mal que ha
sido hecho. Él tiene en su corazón solo amor y por eso es paciente,
capaz de esperar por una nueva oportunidad de conquistas nuestro
corazón rebelde.
Ya el libro de Apocalipsis llama el Díablo de “acusador” (Ap
12, 10) Él está, constantemente, apuntando nuestras fallas;
recordándonos de ellas para infundir desánimo y sentimientos de
frustración y culpa en nuestro corazón.
Qué tipo de padrón deseas seguir en tu vida Díaria? Queres
desarrollar un carácter acusador, siempre trayendo a superficie las
fallas de los hermanos para tornarlos prisioneros de cobros y
chantajes? O desear tener un corazón parecido con el de Dios,
dispuesto a perdonar y dar una nueva chance para aquellos que
~ 50 ~
necesitan de tu amor paciente? Milagros de cura y restauración
pueden pasar sobre estos tres pilares: amor, paciencia y perdón.
Vamos a orar, pidiendo al Señor que nos dé un corazón
parecido con el Suyo:
Padre Amado, quiero abrir mis ojos hoy para las cosas buenas
que ya estás realizando en mi vida. No quiero más estar prisionero
de aquellos que ya pasó. En Nombre de Jesús, me liberto de todo tipo
de acusación contra a mí mismo o contra a cualquier otra persona
que pueda haberme herido. Bendigo a todas ellas, aprendiendo con
Dios a transformar mis resentimientos en amor, paciencia y perdón.
En Nombre de Jesús, declaro: no voy a transformarme en un eterno
acusador, a la semejanza del enemigo de Dios, pero, por el poder del
Espíritu Santo, seré transformado a la imagen de Jesús Cristo, repleto
de perdón y misericorDía para con todos. Amén.
~ 51 ~
15º. DÍA
NOSTALGIA Y ESPERANZAS
«Al día siguiente, Jesús resolvió partir hacia Galilea.
Encontró a Felipe y le dijo: “Sígueme”. Felipe era de Betsaida, la
ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encontró a Natanael y le dijo:
“Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en
los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret”. Natanael le
preguntó: “¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?”. “Ven y
verás”, le dijo Felipe. Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: “Este es
un verdadero israelita, un hombre sin doblez”. “¿De dónde me
conoces?”, le preguntó Natanael. Jesús le respondió: “Yo te vi
antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera”.
Natanael le respondió: “Maestro, tú eres el hijo de Dios, tú eres el
Rey de Israel». Jesús continuó: “Porque te dije: “Te vi debajo de la
higuera”, crees. Verás cosas más grandes todavía”. Y agregó:
“Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir
y bajar sobre el Hijo del hombre».
(Jo 1, 43-51)
«Verás cosas más grandes todavía». Esa es la promesa de
Jesús a Natanael en su primer encuentro, lleno de sorpresas. Al ser
presentado al Maestro nazareno, que parecía conocerlo tan bien y de
manera tan íntima, Natanael termina por exclamar: «Maestro, tú eres
el hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel» Pero Jesús le advierte:
«Verás cosas más grandes todavía» Si me sigues, será tocado mucho
más profundamente a cada instante que estás conmigo. «Les aseguro
que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre
el Hijo del hombre».
El discípulo de Jesús debe tener el corazón preparado para
ver cosas siempre mayores venidas de la parte de Dios. Hay gente
que fácilmente se acomoda en lo que ya recibieron y no esperan
mucho más del futuro. Otras, infelizmente, después de situaciones
de prueba y sufrimiento, piensan que los “buenos tiempos” ya
pasaron. Mirando para tras, creen que “eran felices y no lo sabían” y
~ 52 ~
alimentar una amarga nostalgia, que las hace incapaces de
aprovechar las nuevas oportunidades que Dios les da para que sean
felices hoy.
Jesús nos enseña que debemos tener el corazón abierto para
las tareas y manifestaciones de Dios que pasan a cada día de nuestras
vidas. Cosas grandes están preparadas para ti también, aún que
piense que tu pasado es mayor que tu futuro. Hoy, el grande Dios a
quien servimos desea darle una nueva chance de sentirse feliz y
completo. Abra tu corazón a la esperanza de buenas-nuevas para tu
vida, aún que en medio a probaciones y sufrimientos.
Vamos a orar, llenando nuestro corazón de esperanzas
para las grandes bendiciones que Dios tiene para el día de hoy:
Padre querido, agradezco porque Tus planes para mi vida
aún no se encerraron. Gracias, Padre, porque cosas mayores de todo
lo que he vivido están reservadas para mí. Agradezco por las cosas
buenas del pasado, pero no quiero que la melancolía y la nostalgia
sean un obstáculo para vivir las bendiciones del día de hoy. Quiero
ardientemente, amado Dios, ser alguien repleto de esperanza, capaz
de crear un clima de expectativa y optimismo adonde vaya. Me usa,
Padre, como un mensajero de buenas-nuevas para muchas personas
en ese día. En Nombre de Jesús, hoy voy a ver el cielo abrirse y los
ángeles de Dios viniendo en mi auxilio para no desfallecerme.
Amén.
Para memorizar
«Esta esperanza que nosotros tenemos, es como un ancla del alma,
sólida y firme, que penetra más allá del velo, allí mismo donde Jesús
entró por nosotros, como precursor» (Hebreos 6, 19-20).
~ 53 ~
Según la Biblia, la esperanza es el áncora que da firmeza al
alma en medio a toda la tempestad. Nuestra esperanza fue lanzada
más allá del velo, o sea, además de las nubes y de la oscuridad, y
permanece firme y sólida en el trono de Dios, donde Jesús está,
continuamente, orando por nosotros. En el día de hoy, cuando soplar
el viento de la tribulación, agárrate con todas las fuerzas al áncora
que está hincada en el cielo, más allá de las nubes. Espere todo de
Dios, mismo cuando no hay nada más a esperar de los hombres.
~ 54 ~
16º. DÍA
CALIDADES DE JESÚS EN SUS
RELACIONAMIENTOS
«Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo
que habían hecho y enseñado. Él les dijo: “Vengan ustedes solos a
un lugar desierto, para descansar un poco”. Porque era tanta la gente
que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se
fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos
los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel
lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran
muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin
pastor, y estuvo enseñándoles largo rato».
(Mc 6, 30-34)
El evangelio de hoy nos revela tres grandes calidades de Jesús
en sus relacionamientos con otras personas. En primer lugar, Jesús
estaba siempre atento a las necesidades de otros. Él sabía respetar
el momento y el espacio de aquellos que vivían con Él. Eso está claro
cuando vemos como el Seños pensó con cuidado en un lugar donde
sus discípulos pudieran descansar y recobrar sus fuerzas.
Percibiendo el agotamiento de aquellos hombres, Jesús no “forzó la
barra” cobrando algo que ellos no podrían más ofrecer. Aquél era el
momento de descansar para retomar la misión después, con más
vigor.
Jesús sabía tener compasión por aquellos que lo cercaban. Él
lograba ver el dolor y el sufrimiento de las personas y las llevaba en
serio. Jesús no consideraba pérdida de tiempo el hecho de estar al
lado de los sufridores, aquellos que no podrían ofrecer nada en
cambio de su atención. Al contrario, Jesús amaba «enseñarlos». El
Maestro
~ 55 ~
pero quería tornarlos personas llenas de sabiduría del alto, capaces
de enfrentar sus problemas con valentía y determinación.
Jesús sabía adaptarse bien al cambio de agenda, sin tornar
eso un motivo de frustración y reclamaciones. Mismo cuando
programado para descansar con los discípulos, Jesús acoge con
cariño aquellos que estaban, en la realidad, “estragando sus planes”.
Él sabía vivir cada momento como si fuera el único, y por eso era
capaz de rehacer sus proyectos de acuerdo con los planes del Padre,
sin tornar esos trastornos motivos de irritación y mayores tensiones.
Jesús vivía los reveses de la vida con levedad y espíritu de
aceptación.
Cómo estás con relación a esas tres características del
carácter de Jesús? Él es nuestro modelo para una vida repleta de paz
y victoria. Hay algo que el Señor te pueda enseñar hoy a través de
ese evangelio?
Ore, en este momento, pidiendo que el Espíritu Santo
molde tu carácter a la semejanza del Señor Jesús:
Padre, en Nombre de Tu Hijo Jesús, derrama sobre mí más
una vez Tu Espíritu. Que Él vaya modelándome a la imagen de Jesús,
mi Señor. Padre, deseo en el día de hoy, estar atento al momento de
mis hermanos. Ayúdame a tener cuidado con ellos, le tendiendo la
mano en sus necesidades e incentivándolos con mis palabras. Deseo
tener un corazón lleno de compasión, que sabe ponerse en el lugar
del más pobre y sufridor. Me usa, Señor, para enseñar algo de nuevo
a los que necesitan de apoyo para volver a erguirme en la vida. Me
da la gracia de vivir el día de hoy segundo Tus planes, más que
segundo mi agenda. Que nada sea motivo de irritación o frustración,
pero una oportunidad para aprender y crecer en gracia y sabiduría.
Me bendiga, Padre, en Nombre de Jesús. Amén.
~ 56 ~
17º. DÍA
TU CORAZÓN Y TU FAMILIA
«Después que partió de allí, Jesús fue a la región de Judea y
al otro lado del Jordán. Se reunió nuevamente la multitud alrededor
de él y, como de costumbre, les estuvo enseñando una vez más. Se
acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon
esta cuestión: “¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?”. Él
les respondió: “¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?”. Ellos
dijeron: “Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y
separarse de ella”. Entonces Jesús les respondió: “Si Moisés les dio
esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes.
Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer.
Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre y los dos no serán
sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido»
(Mc 10, 1-9)
La visión de Jesús con relación a la boda es bien clara. Los
beneficios de un matrimonio solo pueden ser realmente
aprovechados se incluyen en sí mismos el deseo de fidelidad hasta la
muerte. El Señor nos alerta en ese evangelio con relación al motivo
que puede llevar a la disolución de una familia: “dureza de corazón”.
Cómo estamos cultivando aquello que un día plantamos en nuestro
corazón? Lo que estamos haciendo con las bendiciones que un día
Dios nos concedió? Sabemos cuidar de ellas y valorarlas o las
desperdiciamos por liviandad o por la rutina del día a día. Muchos
son aquellos que permiten que el corazón endurezca por la falta de
perdón y por el resentimiento, después de las naturales decepciones
de un relacionamiento con otra persona.
Tienes cuidado de tu casamiento y de tu familia? Tienes,
Díariamente, mirado para dentro de sí mismo con la finalidad de
detectar cualquier señal de endurecimiento? ¡Cuide bien de aquello
que un día Dios le dio!
~ 57 ~
¡No te olvide lo más importante!
En el tiempo de Jesús, los hombres más rectos de todo el
pueblo de Israel eran los fariseos. Ellos eran fervorosos cumplidores
de todas las leyes y preceptos de Moisés (que en aquel tiempo
contaban cerca de 600 prescripciones). Los fariseos cobraban de su
mismos y de los otros una postura de coherencia con las leyes de
nación, desde las más importantes, que regían los relacionamientos
entre las personas, hasta los menores dictamos a respecto de los
rituales domésticos. En realidad, los fariseos terminaran por tornarse
fiscales del cumplimiento de las leyes que regían en día a día del
pueblo de Dios. Todo debería transcurrir según esas normas y quien
no se encajaba era punido severamente.
Pero, qué los fariseos quizás no hayan percibido es que ellos
terminaron por olvidar lo principal. Un día, uno de ellos preguntó a
Jesús: “Maestro, cuál es el mayor mandamiento de la ley?” Jesús
respondió con la clareza de quien sabía lo que estaba hablando:
“¡Amarás al Señor tu Dios de todo corazón, con toda tu alma y de
todo tu entendimiento!” Ese es el mayor y el primer mandamiento.
El segundo es semejante a ese: amarás a tu próximo como a ti
mismo”. Los fariseos se habían olvidado de que lo esencial, lo más
importante, es el amor. A pesar de estar tan preocupados en cobrar
el cumplimiento de las leyes de la nación, ellos se olvidaban de
demostrar amor y compasión, los fundamentos de la palabra de Dios.
Querido hermano, todos nosotros corremos el riesgo de
olvidar lo principal. Por culpa de la rutina y de las tareas Díarias,
podemos tornarnos cobradores, que todo el tiempo tienen alguna
falla a notar y concertar. Corremos el riesgo de solo darnos cuenta
de las faltas e imperfecciones de los otros, y no notar lo que ellos
están haciendo de bueno. Será que estás haciendo eso con tu
familia? Las tareas para un día-a-día organizado te hacen un
“fiscal”, o todavía logras demonstrar amor y aceptación por las
personas que están de tu lado? Cuál ha sido la última vez que dijiste
una palabra de estímulo, dando ánimo a su esposo, esposa o hijos?
Acuérdate que lo más importante es demonstrar amor y compasión,
~ 58 ~
y eso puede ser hecho hasta en los momentos en que necesitas tomar
actitudes para organizar la vida doméstica.
Vamos a orar, pidiendo al Señor que dé a ti sabiduría
para decir palabras que ayuden a otros a dar lo mejor,
sintiéndose amados y aceptos:
Padre querido, deseo cultivar con cuidado y amor la grande
bendición que me diste: mi familia. Agradezco por la familia que
tengo y pido al Señor la gracia de demonstrar a ellos amor y
compasión, mismo en las horas en que necesito exponer mis
sentimientos y pensamientos con relación a aquello que necesita ser
cambiado. No quiero tornarme un sencillo fiscal, reclamando
eternamente de las cosas que no pasan a contento, pero deseo tener
palabras de incentivo y ánimo, para que todos se sientan amados y
aceptos a mi lado. Padre, perdóname si oprimo mis familiares con
palabras amargas y recriminatorias. Deseo ser una bendición para mi
familia en el día de hoy, ayudándolos a probar el amor del Señor. Me
bendiga para eso, Padre, en Nombre de Jesús. Amén.
~ 59 ~
18º. DÍA
REAPRENDIENDO A AMAR TU FAMILIA
«Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que
ni siquiera podían comer. Cuando sus parientes se enteraron,
salieron para llevárselo, porque decían: “Es un exaltado”».
(Mc 3, 20-21)
Es confortante saber que Jesús también pasó por
incomprensiones por parte de tu familia. Era difícil para los parientes
del Señor verlo consumirse a punto de no tener tiempo para comer.
Entonces, ellos resolvieron entrar en escena para “cuidar” de Jesús e
hicieron eso de manera bien confundida. Marcos no nos cuenta como
terminó ese episodio, lo que no es importante, pues sabemos que
Jesús, lleno de sabiduría, debe tener aprovechado hasta ese incidente
para enseñar una nueva tarea. Nos importa percibir que esas
pequeñas contrariedades también hicieron parte de la vida Díaria de
Jesús y siempre fueron vivenciadas de forma positiva.
Tú también debes vivir momentos así, no es verdad?
Conflictos de ideas, interferencias bien intencionadas, pero
imprudentes; momentos de vida diferentes para personas que están
tan próximas una de las otras... Busque vivir todo eso de modo
sereno, sin prolongar los problemas además de lo que sea necesario
para que las cosas vuelvan al normal. Saque buenas lecciones de las
pequeñas contrariedades de la vida Díaria.
Dos lecciones en Nazaret:
Marcos 6, 1-6 nos recuerda las palabras de Jesús en su
ciudad natal, Nazaret de Galilea: “Un profeta es despreciado
solamente en su pueblo, en su familia y en su casa”. Jesús
~ 60 ~
probó uno de los mayores dolores que podemos sentir: la
incomprensión por parte de los parientes y de los amigos más
próximos. El Señor fue rechazado justamente por aquellos de quien
quizás esperara mayor apoyo: los que conocían desde la niñez y que
convivían con él había mucho tiempo.
Jesús conoce el dolor de los que son ignorados dentro de tu
propia casa y de aquellos que son perseguidos por los familiares por
causa de tu Nombre. Si tú vives situaciones así, una tu sufrimiento
al corazón de Jesús y ore, perdonando. No permita que las tinieblas
apaguen la luz de Dios que deseas hacer resplandecer en su hogar.
El mismo trecho del evangelio de Marcos termina diciendo
que “allí, Jesús no pudo hacer milagro alguno... Y se admiró con la
falta de fe de ellos”. Cuando hablamos de milagros, hablamos de
algo que también depende de nosotros, de nuestra fe. Impedir que la
fe actúe, no liberarla en oración, es impedir que milagros pasen. Ya
usaste tu fe hoy? Ya liberaste ese poder a través de la oración?
Quién sabe no es eso que falta para que su día se transforme en una
bendición?
Ore por tu familia y por las pequeñas cosas del día de
hoy:
Padre amado, agradezco por mi familia, la familia que me
diste. Agradezco porque, aún que no sea todo aquello que me
gustaría, es un regalo de Dios para mí. Quiero aprender a amar mi
familia hoy, de la manera que ella está. Le pido perdón si ando
reclamando demasiado de mis familiares, si no me haya dado cuenta
de tus calidades y bendiciones que el Señor me ofreció por medio de
ellos. Le pido perdón por decir a ellos tantas palabras duras y tan
pocas palabras de incentivo y cariño. Ayúdame, Padre, a vivir las
pequeñas contrariedades del día a día sin perder la paz. Enséñame
muchas
~ 61 ~
cosas a través de esos pequeños momentos de desafío. Deseo hoy ser
luz para mi familia, mismo que no sea comprendido por ella. Me da
Tu Espíritu Santo para perdonas e interceder por aquellos que pusiste
en mi vida. Me ayuda, Padre, en Nombre de Jesús. Amén.
~ 62 ~
19º. DÍA
LAS MEDIDAS DEL CORAZÓN
«En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Sean
misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No
juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados;
perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán
sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y
desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se
usará para ustedes».
(Lc 6, 36-38)
Qué medidas usas con tus semejantes? Son medidas
generosas, anchas, o nadie jamás logra rellenar sus padrones y, por
eso, las críticas han sido constantes en sus labios? Jesús es claro: con
la misma medida con que vamos a medir, seremos medidos. No
hagas de todo motivo para juzgamientos precipitados o palabras
amargas. Espera; alarga las medidas de su corazón; aprenda a mirar
para el otro con aceptación y, al mismo tiempo, con esperanza. Abrir
mano de juzgar (y muchas veces abrir mano de querer «arreglar» la
otra persona, para que ella se ponga «de nuestra manera») puede ser
una forma de dar tiempo para que las cosas cambien. Cuando
condenamos a alguien, aunque por cosas pequeñas, estamos dando
por cerrado algo que quizás Dios todavía quiere transformar. Si
deseamos contar con la paciencia de Dios a nuestro favor,
necesitamos primero ejercitarla en beneficio de los hermanos.
Pida a Jesús hoy una gracia muy especial: medidas anchas
para perdonas, para perdonar la debilidad de los demás; para creer
con toda confianza. Quizás los sufrimientos de la vida hayan vuelto
tu corazón muy apretado, que se amargura con las mínimas cosas.
Sepas que eres capaz de alargar tu corazón, pues
~ 63 ~
el Espíritu Santo, que es amor, puede ayudarlo a amar más, además
de lo que eres capaz de imaginar. Cuando tu corazón apretar, herido
por decepciones e injusticias, clama por el auxilio del Espíritu del
Señor. Él te ayudará a perdonar, orar y vencer los límites del
resentimiento. Esa medida renovada será entonces el campo donde
se derramará la bendición de Dios en tu vida.
Pidamos el auxilio del Espíritu Santo para que nuestro
corazón no se sufoque por resentimientos y condenaciones:
Espíritu Santo, venga sobre mi corazón en ese día. En
Nombre de Jesús, lléname con el amor que viene del padre y
ayúdame a tener medidas lanchas de tolerancia y comprensión con
mis hermanos. Aleja de mis labios toda palabra precipitada de
condenación y acusación. Hazme creer en Tu obra en el corazón de
aquellos que yo mismo no puedo modificar. Haz con que acepte sus
pasos, su ritmo, sus limitaciones, así como el Señor acepta y respeta
mi caminar. Ayúdame, Espíritu Santo, a tener medidas anchas de
perdón, para que mi corazón no se cierre sobre recuerdos dolidos y
resentimientos antiguos. Quiero medir mis hermanos con una buena
medida y verlos grandes, sin jamás disminuirlos con mis palabras o
actitudes. Que sepa valorar aquellos que el Señor puso en mi vida y
que ellos encuentren, en mí, palabras y gestos de perdón y ánimo.
Ven, Espíritu Santo, en Nombre de Jesús. Amén.
~ 64 ~
20º. DÍA
EL DERECHO DE PERDONAR
«En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Ustedes han
oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y oDíarás a tu enemigo.
Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus
perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque
él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre
justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman,
¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y
si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de
extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto,
sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo».
(Mt 5, 43-48)
Jesús desea que sus discípulos amplíen las medidas de su
amor. No debemos amar solamente aquellos que merecen ser
amados, pero también aquellos que necesitan de nuestro amor y
perdón para ser envueltos por la misericorDía de Dios. A esos, la
Biblia llama de nuestros “enemigos”, o sea, aquellos que necesitan
que nuestro amor sea insistente para alcanzarlos. Por eso, en otro
lugar, Jesús habla de un amor que insiste 70x7.
Amar al enemigo quiere decir concretamente perdonar.
Muchos son los que no saben por dónde empezar a perdonar o no
logran distinguir si perdonaron o no alguien que le hirió el corazón.
El criterio de Jesús es claro: el perdón empieza a pasar cuando
oramos por nuestros enemigos, aquellos que nos lastiman y
persiguen. Cuando abrimos nuestro corazón y nuestros labios para
invocar la bendición de Dios sobre alguien que dejó marcas
negativas en nuestras vidas, esa es la señal concreta que el perdón ya
empezó y va dar frutos de paz en nuestro corazón. Mismo aquellos
~ 65 ~
que no podemos alcanzar por nuestras palabras o gestos de
reconciliación, pueden ser alcanzados por nuestra oración. Ese es el
primer paso y puede ser dado aún en el día de hoy...
Perdonar es un deber y un derecho
Al enseñarnos la más bella oración, salida de su corazón de
Hijo, Jesús nos enseñó también la más preciosa de las lecciones de
amor: la lección de perdón. Es bien clara la alerta dado por el
Maestro: «si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los
perdonará a ustedes». (Mt 6, 15) Por eso, Jesús nos enseñó a orar
Díariamente, «perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos
a los que nos han ofendido» (Mt 6, 12).
Perdonar no es solamente un deber de todo servo obediente
de Dios, pero es también un derecho de todo hijo que desea vivir
reconciliado con el Padre. Tienes el derecho de perdonar, porque
Jesús en la cruz lavó en amor misericordioso todos los pecados del
mundo, incluyendo aquellos que puedan que te hirieron. Deja fluir el
río de amor que brota de la cruz: sea un canal por donde el perdón
de Dios llega a aquellos que lo necesitan, y el propio Señor se
encargará de perdonar sus errores y pecados. Perdona y sea
perdonado.
Ora, ahora, pidiendo que el amor de Dios salga a
borbotones a través de su corazón.
Padre bondadoso, deseo ejercitar hoy la tarea del perdón. Te
pido la gracia de la vigilancia, para estar atento a toda oportunidad
de derramar Tu amor sobre aquellos que, hoy, pasaren por mí y
dejaren marcas en mi corazón. Recuérdame en esa hora, Señor, que
Tu Hijo Jesús ya tomó sobre si toda vergüenza, toda humillación,
toda injusticia, toda persecución, con la finalidad que yo estuviera
libre y capaz de retribuir todo mal con el bien. Padre, en Nombre
~ 66 ~
de Jesús, hoy voy a ejercitar mi derecho de perdonar, para
permanecer en paz contigo y con todos, abriendo mi corazón para
todas las bendiciones del cielo. Oro, ahora, por todos los que estaban
prisioneros en mi corazón ( quizás sea bueno recordar
específicamente algunas personas, verdad?). Permito llegar a ellos la
Sangre de Jesús derramado en la cruz. Gracias, Padre, porque esa
Sangre bendito y salvador ha sido derramado igualmente por mí y
por ellos; por mis pecados y por los pecados que me hirieron.
Gracias, Padre, porque la paz puede regresar a reinar en mi corazón,
por la gracia del perdón que fluye hoy en mí. Muchas gracias, Señor.
~ 67 ~
21º. DÍA
COSAS QUE PASAN EN EL CORAZÓN
«Entonces se adelantó Pedro y le dijo: “Señor, ¿cuántas
veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga?
¿Hasta siete veces?”. Jesús le respondió: “No te digo hasta siete
veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso, el Reino de los Cielos
se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores.
Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil
talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido
junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la
deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: “Señor, dame
un plazo y te pagaré todo”. El rey se compadeció, lo dejó ir y,
además, le perdonó la deuda. Al salir, este servidor encontró a uno
de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del
cuello hasta ahogarlo, le dijo: “Págame lo que me debes”. El otro
se arrojó a sus pies y le suplicó: “Dame un plazo y te pagaré la
deuda”. Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta
que pagara lo que debía. Los demás servidores, al ver lo que había
sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este
lo mandó llamar y le dijo: “¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné
la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero,
como yo me compadecí de ti?”. E indignado, el rey lo entregó en
manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Lo
mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan
de corazón a sus hermanos».
(Mt 18, 21-35)
~ 68 ~
El orden de Jesús a sus discípulos hoy es «perdonar de
corazón». Eso quiere decir que el perdón no es una operación que
pasa en la mente; no es arreglar disculpas para quien se equivocó,
tentando entender una posible razón. Perdonar es algo que se hace
en el íntimo, cuando abrimos manos de juzgar y clamar por la
condenación de aquél que pecó y cometió una injusticia. Ni siempre
hay disculpas que justifiquen un error; a veces la ofensa a ser
perdonada es cruel e inaceptable. Y, aun así, el Señor espera que
ofrezcamos una respuesta de misericorDía, que pague mal con bien,
maldición con bendición. «Cuántas veces debo perdonar?», preguntó
Pedro a Jesús. «Cuántas veces sea necesario para que tu hermano no
permanezca prisionero en tu corazón», podría haber respondido
el Señor. No ofrecemos nuestro perdón a quién merece, pero a quien
necesita de él, en el momento en que sea necesario. El regalo más
bonito que un corazón repleto del amor de Dios puede ofrecer el
perdón incondicional y generoso, aprendido de Jesús en la cruz.
Vía de doble sentido
«Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te
acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu
ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo
entonces vuelve a presentar tu ofrenda”.
(Mt 5, 23-24)
Jesús no podría hacernos un desafío más exigente: la
reconciliación con los que puedan tener algo en contra nosotros.
Cuando pensamos en perdón y reconciliación, es común que nos
pongamos en la posición del «perdonador», aquél que ha sido herido
y debe ejercitar misericorDía. Olvidamos, sin embargo, que muchos
pueden ser aquellos que andan heridos en las carreteras de la vida
por causa de nuestras palabras y actitudes. Por eso Jesús, nos dice
hoy «si te acuerdas de que tu hermano tiene alguna cosa en contra a
ti... ». La ofensa es fácilmente olvidada por quien la comete, en un
impulso de ira o en una hora de
~ 69 ~
descontrol. Pero es difícil olvidarla cuando eres el ofendido.
...Perdón es una vía de doble sentido: debemos darlo, pero también
necesitamos recibirlo.
Con ese grande desafío, el Maestro nos enseña, de una solo
vez, dos lecciones que rompen el orgullo en nuestro corazón,
primero, que también nosotros erramos y podemos herir los que
están al nuestro redor con nuestro modo de ser. Segundo, que el
primer paso da reconciliación, el paso del reconocimiento y de la
humildad, debe ser dado por aquél que percibe los lazos de rancor
envolviendo un corazón, mismo que no sea suyo. Hay alguien a
quién debes pedir perdón hoy?
Ore, agradeciendo al Señor por la tarea que él nos da en
ese día.
Amado Jesús, agradezco porque me haces reconocer que
también necesito pedir perdón. Así como perdono desde el fondo de
mi corazón los que me ofendieron, siento necesidad de pedir perdón
a aquellos tantos que yo mismo herí. Te pido perdón, Señor, por no
haber sido fiel a Tu amor y por impedir otros de sentir
Tu amor a través de mí. Ayúdame, Señor, a dar el primer paso de
reconciliación cuando sentir que el veneno del resentimiento está
esparcido a mi alrededor. Deseo vivir ese día en perdón completo,
dando y recibiendo esa inmensa gracia de liberación que es fruto de
tu cruz. Ayúdame, mi Salvador, a ir al encuentro de mis hermanos
heridos en ese día. Amén.
~ 70 ~
22º. DÍA
SALIR ADELANTE
«Jesús, viniendo a Nazaret, dijo al pueblo en la sinagoga:
“Después agregó: “Les aseguro que ningún profeta es bien recibido
en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en
el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo
lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a
ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en
el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el
tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino
Naamán, el sirio”. Al oír estas palabras, todos los que estaban en
la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de
la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se
levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús,
pasando en medio de ellos, continuó su camino».
(Lc 4, 24-30)
El dolor de no ser comprendido y acepto por aquellos que
están a nuestro alrededor es una de las más grandes que podamos
sentir. Jesús experimentó ese sufrimiento y, aun así, con el corazón
libre de resentimientos, fue fiel al propósito que el Padre tenía para
su vida. Es cierto que necesitamos de palabras de estímulo y
aprobación para firmar nuestros pasos en una dirección y componer
nuestra estructura emocional. Pero ni siempre son esas palabras que
oímos. Ya paraste para pensar que ni todos a su alrededor andan en
el mismo ritmo que ti y, muchas veces, no pasan por las mismas
experiencias que hayas vivido? Eso puede ser fuente de
incomprensión, divergencias y rechazo, mismo por parte de aquellos
que más nos aman, cuando ellos no son capaces de respetar nuestro
camino y aceptar el llamado que Dios tiene para nosotros.
~ 71 ~
Aprenda a no cobrar aceptación y a tolerar la incomprensión
cuando ella llegar. La Palabra dice que Jesús “pasando en el medio
de ellos, siguió su camino”. Saber ir adelante con el corazón sereno,
pasando por medio de palabras duras o de gestos de reprobación, es
una condición para todo aquél que quiere perseverar en su camino
de vida. Seguir el camino quiere decir no quedarse preso a aquello
que se quedó para tras; ni por resentimientos, ni por cobros. “Pasar
por el medio” quiere decir: convivir con aquellos que están alrededor
y muchas veces nos atacan para defenderse; saber desviar de toda
palabra que destruye, aprovechando todo como aprendizaje de
nosotros mismos e con relación al camino que elegimos recorrer.
Ore, firmando sus pasos y siguiendo su camino.
Padre querido, estoy aparcado en el camino de la vida porque
la decepción y el resentimiento tomaron cuenta de mí. Oí palabras
duras de quien esperaba comprensión y eso se hizo para mí un fardo,
que me impide de seguir apostando en mi camino. Padre, ayúdame
a pasar en medio de todo eso y seguir contigo mi carretera. Jesús dijo
un día que Él mismo es el Camino. Quiero progresar y avanzar en
ese camino de salvación y paz. Limpia mi corazón de todo cobro y
de toda tristeza y me da la gracia de cumplir tu voluntad en mi vida.
Le pido perdón, Señor, pues, con sentimientos de víctima, me aferré
a todo lo que oí y que hirió mi orgullo. Me he vuelto, así, una persona
amarga, por mi propia incapacidad de proseguir. Reconozco esa
verdad, Padre, y pido Tu Espíritu para seguir revelando lo que hay
realmente en mí. Es por esa verdad que soy salvo a cada día. Ven,
Espíritu Santo.
~ 72 ~
23º. DÍA
PAVOR Y PAZ
«Dios mío, escucha mi oración, no seas insensible a mi
súplica; atiéndeme y respóndeme. La congoja me llena de
inquietud; estoy turbado por los gritos el enemigo. Mi corazón se
estremece dentro de mi pecho, me asaltan los horrores de la muerte.
Me invaden el temor y el temblor, y el pánico se apodera de mí. (...)
Si fuera mi enemigo el que me agravia, podría soportarlo; si mi
adversario se alzara contra mí, me ocultaría de él. ¡Pero eres tú,
un hombre de mi condición, mi amigo y confidente, con quien vivía
en dulce intimidad: juntos íbamos entre la multitud a la Casa de
Dios! (...) Confía tu suerte al Señor, y él te sostendrá: nunca
permitirá que el justo perezca».
( Sl 54, 2-5.13-15.2)
El autor del salmo 54 usa algunas expresiones que son muy
familiares para nosotros para describir el estado de su alma: angustia,
agitación, palpitación, pavor, miedo. Si ellos vivieran en os días de
hoy, ciertamente diríamos que la depresión y el pánico tomaran
cuenta de su corazón. Si esas palabras también sirven para describir
su estado de espíritu, quizás comprenda un poco la aflicción de ese
hombre al pedir a Dios que no dejara de contestar a sus súplicas.
Cuando la soledad y la angustia parecen dominar, es difícil hasta
mismo orar y creer que nuestros clamores son oídos en el cielo. Ya
viviste días así?
Además de compartir con nosotros tu estado de ánimo, el
salmista aún nos permite comprender el porqué de toda su aflicción:
la traición de un amigo. Alguien muy querido, confidente, que
profesaba la misma fe y servía al mismo Dios, se volvió motivo de
decepción y resentimiento por una traición inesperada. Alguien
bastante familiar pasó a agredir y perseguir el autor del salmo a
~ 73 ~
punto que ni pudo oír su voz sin perturbarse en el íntimo. Y tú, ya
te sentiste traído y persiguiendo por alguna persona de quien
esperaba justamente consuelo y compañerismo? Ya tuviste cerca a
una persona de quien solo la voz era motivo de escalofríos y
nervosismo?
Finalmente, el salmista termina su oración diciendo bonitas
palabras de confianza y valor a su propio corazón: «¡Pon en el Señor
todos tus cuidados, y nada te faltará! ¡El Señor es tu sustento! nunca
permitirá que el justo perezca!» Es como si, después de presentar a
Dios los síntomas de enfermedad de tu alma, el propio salmista
reconociera que su cura dependiera de la entrega de tus
preocupaciones a Dios. Rumiar resentimientos en el corazón no sería
medicina para el dolor de la traición. Al contrario, solo refugiándose
en el Dios fiel es que el corazón solitario podría recobrar la paz para
erguirse otra vez más y, ciertamente, perdonar.
Querido hermano, es común que en nuestros momentos
íntimos con Dios lamentemos nuestras debilidades interiores. Es
común también presentar a Dios nuestros problemas, las decepciones
con los que amamos y las injusticias cometidas en contra a nosotros.
Sin embargo, nuestro momento de oración no puede limitarse a una
lista de desventuras. Si podemos empezar con palabras de dolor y
desánimo, ciertamente no debemos terminar así. Es necesario repetir
al propio corazón aquello que dijo un día el salmista: «¡Dios es mi
sustentáculo! ¡Pongo sobre Él mis cuidados y preocupaciones!» La
medicina para nuestros males no es simplemente hablar de ellos,
pero presentarlos al Señor y permitir que sus manos poderosas
toquen aquello que está herido. Las manos de Dios llevan perdón
donde antes solo había resentimiento, aceptación donde solo había
decepción y paz donde solo había miedo y depresión. Deja el Padre
alcanzar su íntimo con amor y repita a su propio corazón: «Mi
Padre siempre oye mi oración. Él será hoy mi sustento y mi fortaleza.
No vacilaré jamás». Dios tiene palabras de
~ 74 ~
consuelo y ánimo para ti en ese día y quiere decirlas al más íntimo
de su corazón. Basta que esté dispuesto a oír.
Vamos a orar, entregando a Dios nuestras
preocupaciones:
Padre Amado, tengo hablado tanto de mis problemas, de mis
debilidades y de todo aquello que no ha dado cierto, que acabo
olvidándome de proclamar tu victoria en mi vida. Gracias, Padre,
porque en Jesús, ya soy vencedor contigo. El Señor bien conoce mi
estado de espíritu. Sabes, Padre, estoy enfrentando un verdadero
combate en contra la depresión, el pánico, la angustia y que hoy, una
vez más, entro en esa batalla. En Tu poder, Señor, declaro que es mi
sustentáculo y lanzo sobre Ti mis cuidados y preocupaciones. Me
ergo para perdonar, aceptar y responder mal con bien. En Nombre
de Jesús, el Padre, quiero oír Tus santas palabras de victoria para mi
vida. Quiero volver a creer que mis oraciones son oídas en el cielo y
regresan para mí en forma de gracia y bendición. Gracias, Señor, por
Tu Espíritu Santo que mora en mí y que, en ese día, va a actuar
poderosamente para mi liberación. Por todo que hiciste en mi favor,
Padre Amado, muchas gracias. Amén.
~ 75 ~
24º. DÍA
TRAIDOS DE VUELTA
«Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los
gerasenos. Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el
cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro. El habitaba
en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas.
Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había
roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo.
Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando
alaridos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, vino
corriendo a postrarse ante él, gritando con fuerza: “¿Qué quieres
de mí, Jesús, Hijo de Dios, ¿el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no
me atormentes!”. Porque Jesús le había dicho: “¡Sal de este
hombre, espíritu impuro!”. Después le preguntó: “¿Cuál es tu
nombre?”. El respondió: “Mi nombre es Legión, porque somos
muchos”. Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella
región. Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en
la montaña. Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: “Envíanos a
los cerdos, para que entremos en ellos”. Él se lo permitió. Entonces
los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los
cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara –unos dos mil
animales– se precipitó al mar y se ahogó».
(Mc 5, 1-20)
El evangelio que acabamos de leer nos habla de una de las
maravillosas liberaciones operadas por Jesús. Ese grande relato
empieza con la descripción del estado del poseído y de todo aquello
que el enemigo había hecho en su vida. Aquél hombre se había
tornado un solitario habitante de cementerios ciertamente alejado de
su familia y de aquellos que lo amaban. Se hizo una
~ 76 ~
persona sin ninguna esperanza delante de sus ojos y que, entregue al
desespero y la violencia, “olía a muerte”. La Biblia dice que él era
insomne y vivía vagando y hiriéndose con piedras, haciendo mal al
propio cuerpo.
¡Cuántos hijos e hijas de Dios viven hoy situaciones
parecidas! Quizás usted conozca alguien así, necesitado de conocer
el amor de Jesús. Quizás ya experimentaste algunos de esos
síntomas: alejamiento de las personas más queridas; fala de
perspectivas para enfrentar los problemas de vida; uso de actos y
palabras violentas y desmedidas... Quizás tengas hecho daño a si
mismo con el alcohol, las drogas y tantas otras cosas que resienten
el corazón. Todo eso son embestidas que el maligno hace en contra
los planes de Dios en su vida.
Cuando Jesús entra en la vida de una persona, aún que ella
haya sido profundamente herida por el mal, todo puede ser
cambiado. Jesús trae de vuelta aquél que se haya perdido en el valle
de la muerte; rehace familias; renueva la esperanza; reconduce el
violento al equilibrio; liberta de la autodestrucción. Hoy, Él desea
entrar en su historia y, a través de ti, no de muchas otras personas
que tienen vagado por los cementerios de la vida, esperando alguien
que pueda amarlas y curarlas con su toque de perdón y aceptación.
Acepte Jesús en su corazón hoy y sienta las sombras de la soledad y
de la tristeza se alejaren de ti.
Ore ahora, proclamando la liberación de Dios para su
vida:
Amado y poderoso Jesús, sé que estás acercándote de mí hoy.
Puedo sentir, con mi fe, que la presencia de Tu Espíritu Santo ya me
envuelve con Su gracia, curadora y libertadora. En Tu Nombre,
Señor Jesús, me declaro libre de toda prisión Díabólica que me hacía
rechazar para lejos justamente las personas que
~ 77 ~
son más queridas para mí. En tu Nombre, Jesús, puedo declarar la
restauración de mis esperanzas, de mis sueños. Abandono hoy los
cementerios de la vida y empiezo a moverme en medio de los prados
verdes y las fuentes de aguas puras de Tu bendición. Subyugo a Tu
Espíritu toda palabra y actitud en mi día de hoy, para que, en medio
a la precipitación, no me haga caza de ninguna armadilla del
enemigo. En Tu Nombre, Señor, venzo toda compulsión maldita que
me llevaba a destruir mi cuerpo y mi mente. Soy liberto por Tu poder
y satanás tiene que quitar sus manos de mí. Soy un elegido de Dios
y, como tal, tomo pose de autoridad que el Padre me concedió, en
Cristo, para pisar toda obra del enemigo. Doy gracias, Amado Dios,
por saber que soy creación de Tus manos y predestinado para obras
de victoria y justicia en Cristo. Soy libre, por el poder del Nombre
de Jesús. Amén. Gloria a Dios.
~ 78 ~
25º. DÍA
CUANDO LAS COSAS HUYEN DEL CONTROL
«Al atardecer de ese mismo día, les dijo: “Crucemos a la otra
orilla”. Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así
como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se
desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se
iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el
cabezal. Lo despertaron y le dijeron: “¡Maestro! ¿No te importa
que nos ahoguemos?”. Despertándose, él increpó al viento y dijo al
mar: “¡Silencio! ¡Cállate!”. El viento se aplacó y sobrevino una
gran calma. Después les dijo: “¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no
tienen fe?”. Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a
otros: “¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen»?
(Mc 4, 35-41)
Andas sintiendo vientos de tempestad en tu vida? Quizás el
miedo ya tomó cuenta de tu corazón y de ti, como los discípulos, y
preguntaste a Jesús: « Señor, no te importas con todo eso que estoy
viviendo?» ¡Seguramente Jesús se importa contigo! Él «entró en tu
barco», vino hacer parte en tu vida y no desea verlo naufragar. Su
naufragio sería una pérdida inmensa para Jesús. Él está cerca de ti,
mismo cuando parece estar durmiendo y dejando la tempestad
cambiar, momentáneamente, el rumbo de tu embarcación. Confía en
el Señor y en su poder. La Palabra de Dios es como una muralla
contra la cual pegan las olas de la vida, pero que jamás será
derrumbada por su violencia. Agárrate a Sus promesas, busque y lea
Tu Palabra. En ella encontrarás el Señor Jesús ordenando también
sus tormentas que se callen y se transformen en calmaría.
~ 79 ~
Nuestra manía de controlar
Una de las peores sensaciones en medio a una tempestad es
darse cuenta de que la embarcación está alejándose de la ruta que
trazamos para ella con tanta precisión y esperanza. Percibir que las
cosas no están desarrollándose como habíamos imaginado y
planeado puede ser motivo de grande ansiedad. Tenemos una
verdadera “manía” de controlar situaciones, la gente, y hasta mismo
el futuro. Cuando tenemos la impresión de que las cosas están fuera
de control y acabamos dejándonos envolver por el miedo y por la
inseguridad. El evangelio de la tempestad calmada viene enseñarnos
que, mismo cuando no estamos en el control de las situaciones, Jesús
siga presente, garantizando la llegada a la otra orilla del lago.
Un día Jesús contó una parábola a sus discípulos. Él comparó
el Reino de Dios, los planes de Dios para nuestra vida, con un
agricultor que esparce semillas por la tierra:
“El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la
tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día,
la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.”
(Mc 4, 26ss).
La imagen del agricultor maravillado con el germinar de la
semilla representa una manera de hablar que los propósitos de Dios
se concretizan en nuestra vida de muchos modos que no dependen
de nuestro control. El trabajador esparce semillas, pero no consigue
dominar su recorrido hasta florecer. Seguramente él cuida de las
semillas que plantó, regándolas, pero definitivamente, no es él que
establece los tiempos y los modos como ellas maduran.
Para nosotros, que nos gusta controlar y prever todas las
cosas y el momento en que ellas deben pasar, es muy difícil creer
que el Señor esté en el control de las situaciones, haciendo germinar
a su tiempo a las semillas que un día plantamos. Creer en el Padre
~ 80 ~
providente, entregar el rumbo de nuestras vidas a Él, es una buena
manera de salir debajo de la presión causada por nuestra antigua
manía de querer ser dioses y controlar todo y todos al nuestro
alrededor. Si no te sientes en el control de la situación, confianza es
la palabra llave que los hará tener paz.
Vamos a orar, entregando el recorrido del día de hoy en
las manos del Padre:
Padre querido, te entrego ahora los rumbos de mi día.
Agradezco porque en Ti soy libre de toda preocupación exagerada y
de toda ansiedad. Gracias también porque estás siempre conmigo,
mismo cuando las situaciones parecen huir de mi control. Ninguna
situación, por más difícil que sea, escapa de Tus manos poderosas.
Te pido, Señor, que me cures de la manía de querer estar siempre en
el comando. Que yo sepa ver a Tu providencia divina en cada
momento de mi día, de modo especial en aquellos que no fueron
planeados o deseados. Que creo en Tus planes de amor para mi vida
y que eres capaz de realizarlos de forma perfecta. Entrego a Ti, Dios
mío, los rumbos y caminos de mi día de hoy. Sea el centro de todo y
el Señor de todas las cosas. Amén.
~ 81 ~
26º. DÍA
¿QUIÉN ERES TÚ?
«Entonces Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: “Los
escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y
cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras,
porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas y las ponen
sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren
moverlas ni siquiera con el dedo. Todo lo hacen para que los vean:
agradan las filacterias y alargas los flecos de sus mantos; les gusta
ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos
en las sinagogas, ser saludamos en las plazas y oírse llamar “mi
maestro” por la gente. En cuanto a ustedes, no se hagan llamar
“maestro”, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes
son hermanos. A Nadie en el mundo llamen “padre”, porque no
tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco
“doctores”, porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías. Que el
más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el
que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado».
(Mt 23, 1-12)
Lo que identifica a ti a tus propios ojos? Cuándo le
preguntan quién eres tú, qué respuestas surgen en su mente? Para
muchos es natural identificarse con aquello que los otros dicen a su
respecto o con cosas que son conquistadas con grande esfuerzo.
Unos son “doctores”, otros son “maestros”, otros son “jefes”. Pero
Jesús nos dice hoy que lo que verdaderamente importa no es la
posición que tenemos delante de los hombres, pero la posición que
tenemos delante de Dios; esa es nuestra realidad. De donde los
hombres nos ponen, ellos también fácilmente pueden quitarnos.
Dios, al contrario, nos hizo sus hijos y heredero y esas
~ 82 ~
prerrogativas jamás nos serán quitadas por cualquier problema de la
vida. Ser servo de Jesús Cristo es el mayor título que alguien puede
alcanzar en esa tierra. Hoy, ponga esa cualificación en el topo de su
currículo y viva la alegría de ser un humilde instrumento en las
manos del Señor.
Nuestra pasaje en esa tierra
Jesús soñó su iglesia como una escuela donde se aprende a
servir. Si es verdad que un día reinaremos con Él en vida (Rm 5, 17),
como dice la Palabra, también es verdad que nuestro “pasaje” para
ese reinado es el servicio a los hermanos de la tierra. Si eres cristiano,
y busca vivir como tal, sepa que está matriculado en la escuela de la
cruz y del servicio. El propio Espíritu Santo se encargará de crear
situaciones para un maravilloso aprendizaje de humildad. No se
valer de privilegios y títulos; no oprimir la gente con su autoridad;
servir sin esperar grande reconocimiento o algo en cambio, esos y
otros desafíos pueden ser algunas de las tareas en la escuela del
Señor. Se sienta motivado a aprender lo que el Espíritu desea enseñar
y mira para las pequeñas adversidades del día a día como
oportunidades de ejercitarse en el seguimiento de Jesús.
Vamos a orar, asumiendo nuestra posición de hijos y
servos delante de Dios:
Padre, en ese día, me pongo una vez más en Tu presencia.
Agradezco porque soy Tu hijo y Tu heredero. Aleja de mí, Señor,
toda ilusión motivadas por las opiniones de otros a mi respecto. No
permitiré que palabras amargas roben en mi seguridad de ser un
elegido Tuyo; así como no me dejaré envolver por palabras dulces
de adulación o de interés. Hoy, tomo mi posición de servo de Jesús
Cristo, con la finalidad de ser utilizado por Él en toda y cualquier
circunstancia. Que yo no perca ninguna oportunidad de aprender las
lecciones de la cruz y del servicio. Me usa, Padre, según Tu voluntad.
Amén.
~ 83 ~
¿Quién es el cristiano, segundo la Biblia?
Nueva creatura- 2Cor 5, 17
Hijo de Dios – 1Jo 3, 2; Gl 4, 6-7
Amigo de Jesús Cristo – Jo 15, 15
Servo de Jesús Cristo – Jo 13, 16
Heredero de las bendiciones de Dios– Rm
8, 17 Habitación del Espíritu Santo –
1Cor 6, 19 Elegido de Dios – 1Pe 2, 9
Vencedor – 1Jo 5, 5
Obra de las manos del Padre– Ef 2, 10
Bendito y elegido – Ef 1, 3-4
~ 84 ~
27º. DÍA
VIDA NUEVA Y NO REMIENDOS
«Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos
ayunaban, fueron a decirle a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no
ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los
fariseos?”. Jesús les respondió: “¿Acaso los amigos del esposo
pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no
ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en
que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie usa un
pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el
pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande.
Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar
los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo,
odres nuevos!».
(Mc 2, 18-22)
El evangelio de hoy nos habla de la absoluta novedad de la
obra de Jesús en nuestra vida. Él no vino remendar lo que no tiene
más concierto; vino para dar vida nueva a los que lo siguen. Muchos
son aquellos que tiene la impresión de que su vida se hizo un trapo
sin serventía. Están vestidos de vergüenza y amargura, pues no ven
más posibilidades de felicidades y alegría. Jesús puede cambiar eso!
Él no quiere simplemente venir atrás de nosotros remendando
nuestros errores aquí y allí. Él desea ir a nuestra frente, dándonos la
dirección correcta para dar una vida bendita. Se revestir cada día de
las vestes de la salvación y llenarse del vino nuevo del Espíritu
Santo, por la oración, es una buena manera de probar las novedades
que Jesús tiene para nosotros.
El profeta Isaías dijo un día que Nuestro Señor vendría para
“darnos la unción de la alegría en lugar de las vestes del luto;
~ 85 ~
reconstruir lo que estaba en ruinas y reparar aquellos que hace mucho
había sido devastado” (Is 61, 3ss) Hoy, quite las ropas de luto; no
deje de vivir la vida por causa de aquello que no dio cierto. Pare de
lamentar las oportunidades no aprovechadas y aprenda a dar gracias
a Dios por las chances que todavía tienes. Jesús vino para reconstruir
y reparar, y eres la obra que Él mismo desea rehacer,
maravillosamente, con tu amor. Crea en el amor de Dios por ti.
Vamos a orar, pidiendo al Señor que no remiende tu vida,
pero la haga de nuevo:
Amado Padre, quiero que mi vida sea una bella obra firmada
por Tu Espíritu Santo. Doy hoy el primer lugar en mi corazón a
Jesus. No quiero más recorrer a Él solamente en la intención de
remendar lo que está malhecho. Quiero que Jesús sea el guía y
conductor de mi vida, enseñándome el camino que Te agrada. Padre,
en Nombre de Jesús, quito ahora mis vestes de luto. Retiro de mi
toda capa de derrota, todo sentimiento de víctima y todo complejo
que pesaba sobre mis hombros. Hoy me revisto con las vestes de
alabanza y puedo, con toda libertad, moverme en dirección a Tus
bendiciones para mi vida. Padre, quiero beber el vino nuevo de Tu
Espíritu Santo. Retiro de mi corazón todo vinagre que se fue
acumulando por resentimientos y decepciones. Rellena mi corazón
con el vino de Tu Espíritu, para que la alegría regrese a mi interior.
Padre, agradezco porque mi vida no es un trapo sin utilidad, pero en
tus manos, será una bandera de vitoria que dará Tu Nombre mucha
alabanza y mucho honor. ¡Aleluya!
~ 86 ~
28º. DÍA
PROSPERAR
«Pedro le dijo: “Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo
y te hemos seguido”. Jesús respondió: “Les aseguro que el que haya
dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos
por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá
el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos,
campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro
recibirá la Vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos
y los últimos serán los primeros».
(Mc 10, 28-31)
En los días de hoy mucho se habla en prosperidad entre los
cristianos. El evangelio que acabamos de leer parece darnos la visión
de Jesús a respecto del tema. El primer paso de la prosperidad bíblica
es dejar todo para seguir Jesús: “Busquen primero el Reino y su
justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura”. (Mt 6, 33) Nada
puede ser más importante que estar con Jesús; el objetivo de nuestras
vidas debe ser estar donde Él está. Busque a Jesús y vas a encontrarlo
entre los heridos de la vida, los pecadores, los desvalidos y
ajusticiados. Son ellos nuestro primero y más grande bien.
Cuando vivimos para los hermanos y, a través de ellos, para
Jesús, todo aquello que dejamos de alguna manera, nos es restituido.
Somos libres, porque no más pertenecemos a cosas o personas, y
sabemos dar libertad, porque no aprisionamos nada ni nadie en
nuestros corazones. Sabemos alegrarnos con los bienes y el éxito de
los hermanos, y consideramos a humanidad como nuestra familia y
toda la tierra como nuestro hogar. Quién vivo así tiene un vigor
especial para enfrentar los desafíos de la vida y, ciertamente, posee
un potencial inmenso para vivir victorias. Para esa persona es
~ 87 ~
dirigida también la palabra de saludo que se encuentra en la tercera
epístola de Juan: “Querido hermano, pido a Dios que, así como te va
bien espiritualmente, te vaya bien en todo y tengas buena salud.”
(3Jo 2)
Jesús aún acrecienta: todo eso vendrá temperado por
persecuciones, para que el egoísmo no se apodere de nosotros. Esa
es la vida del cristiano que prospera en Dios. Quién desear, debe
estar dispuesto a seguir el camino estrecho.
Cuál será la prioridad de su día de hoy? Tú estás dispuesto
a seguir Jesús, dejando que Él lo conduzca a los más heridos de vida,
o más una vez será tú que dirá a Jesús como cuidar de su vida y de
sus necesidades? Puedes decir a cada paso, con rectitud de
consciencia, que está donde Jesús está? Entregue tu vida a Él y,
ciertamente no irá decepcionarse.
“¡Feliz del hombre que no sigue el consejo de los malos, ni se
detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de
los impíos, sino que se complace en la ley del Señor y la medita de
día y de noche! Él es como un árbol plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo, y cuyas hojas nunca se
marchitan: todo lo que haga le saldrá bien”. (Sl 1, 1- 3)
~ 88 ~
29º. DÍA
PUEDES IR
«Transcurridos los dos días, Jesús partió hacia Galilea. El
mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su
propio pueblo. Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien,
porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la
Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta. Y fue otra
vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había
allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaúm.
Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en
Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a curar a su hijo
moribundo. Jesús le dijo: “Si no ven signos y prodigios, ustedes no
creen”. El funcionario le respondió: “Señor, baja antes que mi hijo
se muera”. “Vuelve a tu casa, tu hijo vive”, le dijo Jesús. El hombre
creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino.
Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y la
anunciaron que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora se había
sentido mejor. “Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre”, le
respondieron. El padre recordó que era la misma hora en que Jesús
le había dicho: “Tu hijo vive”. Y entonces creyó él y toda su familia.
Este fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a
Galilea.»
(Jo 4, 43-54)
«El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se
puso en camino». Esa pequeña frase revela la actitud de grande fe
de un padre aflicto en búsqueda de cura de su hijo, mismo oyendo
palabras que no sonaban muy animadoras. Después haber entregue a
Jesús su preocupación, aquél hombre, que vía en Jesús la última
esperanza en la tribulación acepta el orden del Maestro como un
desafío para tu confianza: «Tu hijo vive». Irse, en aquel momento,
significaba agarrarse al poder de la palabra de Jesús y vivir a su altura
por una fe viva. Y ese gesto no se quedó sin respuesta: al llegar en
casa, el hombre encontró el hijo curado.
~ 89 ~
Hay momentos en la vida en que debemos dar el mismo paso
de fe de aquél oficial del rey: creer en la palabra de Jesús, que está
siempre a nuestro alcance en la Escritura, e ir adelante, en una
postura activa delante de los problemas. Eso es señal de que damos
crédito al Señor. Esperar soluciones mágicas, que no dependan de
nuestro propio empeño de cambio, no es señal de fe. El salmo 115
(v.16) dice: «Los cielos son los cielos del Señor; pero la tierra la ha
dado a los hijos de los hombres». Eso quiere decir que todo que Dios
pueda y desea hacer sobre la tierra, él o hará en colaboración
conozco, los hijos de Adán. Acepte en su vida la Palabra de Dios
hoy; se agarre a ella con fe y vaya adelante, repleto de fuerza y del
poder del Espíritu Santo.
Guarda esas palabras en su corazón como un grito de largada
en la corrida rumo a la victoria de Dios en medio a tribulación:
«Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿no nos concederá con él toda clase de favores?» (Rm 8,
31-32)
¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las
tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez,
los peligros, la espada?
...Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel
que nos amó”. (Rm 8, 35.37)
«Yo sé vivir tanto en las privaciones como en la abundancia;
estoy hecho absolutamente a todo, a la saciedad como al hambre, a
tener sobra como a no tener nada. Yo lo puedo todo en aquel que
me conforta». (Fl 4, 12-13).
~ 90 ~
«En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he
vencido al mundo». (Jo 16, 33).
Oremos para reiniciar el camino de la fe:
Señor Jesús, me agarrando a Tu Palabra, sigo adelante hoy
con osadía. Lanzo fuera todo abatimiento, incredulidad y desánimo
y me revisto de buen ánimo y ánimo para dar más algunos pasos en
el camino de la vida. Hoy he aprendido la importancia de seguir
adelante como señal de fe. Por todo aquello que ya salió equivocado,
Señor, y por todo aquello que ya me decepcionó, tuve ganas de
desistir y parar. Pero hoy retomo mi camino, sabiendo que Tu
Palabra para mi es una palabra de liberación: «Puedes ir... ». Sé que
puedo proseguir, amado Jesús, pues las cosas pasadas no puedan
aprisionarme. Soy libre en Ti, para las buenas cosas de Dios que aún
vendrán. Gracias, Jesús, por mi liberación en día de hoy. Gloria a Ti,
Señor.
~ 91 ~
30º. DÍA
UN SEMBLANTE TRANSFORMADO
«Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y
los llevo a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en
presencia de ellos. Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan
blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas. Y se les
aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Pedro dijo a
Jesús: “Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas,
una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Pedro no sabía
qué decir, porque estaban llenos de temor. Entonces una nube los
cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: “Este es mi Hijo muy
querido, escúchenlo”».
(Mc 9, 2-13)
El evangelio de hoy nos habla de transfiguración de Jesús.
Otro evangelista nos dice que ese prodigio pasó “mientras Jesús
oraba”. Después de un día cansado de viaje, ciertamente el semblante
de Jesús estaba abatido y polvoriento como de cualquier otro
caminante. Pero basta el Señor y sumergirse en oración en presencia
del Padre tan amado y todo Su ser se transfigura delante de sus
discípulos atónitos. Es como si toda belleza divina que se guardaba
en su interior de Jesús, de repente, transbordara de Su cara, de Sus
ojos y de Sus vestes. La vida íntima de Jesús, inundada de la
presencia gloriosa del Padre, por algunos instantes se hizo visible a
los ojos de los discípulos. Lo que se vio entonces fue apenas el reflejo
que había en Su corazón.
Querido hermano, también en nosotros existe una vida divina
en curso, por la presencia del Espíritu Santo. Como sería maravilloso
se transbordáramos, en el día de hoy, a través de nuestra mirada y de
nuestras actitudes, aquellos que de mejor traemos en nosotros:
nuestra comunión con Dios en Cristo, por el Espíritu. La
transfiguración de
~ 92 ~
Jesús es un convite para dejarnos transfigurar, transbordando aquello
que es Espíritu de Dios está generando en nosotros. Como no
recordar de la Palabra que dice: “Aquel que está en ustedes es más
grande que el que está en el mundo” (1 Jo 4,4). Las tribulaciones de
la vida tienen abatido su semblante y robado la luz de sus ojos? Su
reflejo es lo de una persona derrota por el cansacio? Acuérdate que,
finalmente, vencerá Aquél que habita en su interior. Sumérgete en tu
propio corazón, se encuentre con Dios que habita en él y reciba del
Señor, por oración, la transformación de su mirar.
Dejaron que otros perciban Aquél que habita en ti? ¡Permita
que eso pase en el día de hoy y sorprenda los que están a su alrededor
con un nuevo brillo en su casa!
Oremos por su transfiguración del día de hoy:
Padre Amado, en Jesús, yo también soy Tu hijo y todo mi
interior está repleto de Tu presencia de amor. Las dificultades de la
vida robaron el brillo de mis ojos por unos instantes, Señor, pero
permito que la luz de Tu presencia regrese a resplandecer en mí en
el día de hoy. En Nombre de Jesús, prevalecerá en mi vida, sobre
todo, el poder del Dios vivo que habita en mi interior. Me transfigura
ahora, oh Padre. Retira de mí el triste semblante de desánimo y de
cansacio y relléname con la belleza de Tu victoria. En Nombre de
Jesús, hoy transbordaré sobre todos al mi alrededor a gloriosa luz de
la presencia de Dios en mí. Amén.
~ 93 ~
NO TE OLVIDES: BASTA UNA PALABRA
Centenas de palabras destruidoras lanzadas sobre ti nos eran
capaces de retirar una sola de las preciosas promesas que el Señor ya
decretó sobre tu vida.
El mundo puede referirse a ti como a un condenado, alguien
condenado al fracaso y a la infelicidad como pagamiento por las
elecciones equivocadas y pecaminosas del pasado. Sin embargo, el
Espíritu Santo garantiza que “Por lo tanto, ya no hay condenación
para aquellos que viven unidos a Cristo Jesús.” (Rm 8,10)
El Díablo puede intentar envolverlo en el desánimo,
haciéndolo creer que las circunstancias son muy difíciles, pero
puedes decir como el Apóstol Paulo: “Pero en todo esto obtenemos
una amplia victoria, gracias a aquel que nos amó”. (Rm 8,37)
Su corazón puede, por algunos momentos, dejarse engañar
por tantas palabras de incredulidad y maldición que todos los días
son dichas a su alrededor. Sin embargo, Aquél que habita en el más
íntimo de su ser, el maravilloso Espírito de Dios, va enseñándole que
la Palabra del Señor es la más preciosa certeza que necesitamos para
seguir en pie hasta el final. Él revela a ti el poder del Hijo de Dios
que, aún hoy, está contenido en Su Palabra acepta con fe. Es de esa
bendecida Palabra que, ahora, el Espíritu te invita a tomar pose con
total confianza:
~ 94 ~
«El Santo, el que dice la Verdad, el que posee la llave de
David, el que abre y nadie puede cerrar, el que cierra y nadie puede
abrir, afirma: Yo conozco tus obras; he abierto delante de ti una
puerta que nadie puede cerrar, porque a pesar de tu debilidad, has
cumplido mi Palabra sin renegar de mi Nombre. Ya que has
cumplido mi consigna de ser constante, yo también te preservaré en
la hora de la tribulación, que ha de venir sobre el mundo entero para
poner a prueba a todos los habitantes de la tierra. Yo volveré pronto:
conserva firmemente lo que ya posees, para que nadie pueda
arrebatarte la corona».
(Ap 3, 7-11)
¡AMÉM! ¡VEN, SEÑOR JESÚS!