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Batalla de Ybybobó
Fecha 28 de diciembre de 1934 al 3 de
enero de 1935
Lugar Primeras estribaciones a 55 km al
sureste de Villa Montes (Chaco
Boreal)
Resultado Cerco de 9.ª División boliviana
Beligerantes
República de Bolivia República del Paraguay
Fuerzas en combate
9.ª División:
RI-4 "Loa"RC-8 "Aroma"RI-2 "Sucre"GA-9
2.ª División de Caballería:
RC-4 "Acá Carayá"RC-5 "Acá Verá"RI-7 "24 de Mayo"RI-13 "Tuyutí"RI-6 "Boquerón"
La batalla de Ybybobó se libró entre el 28 de diciembre de 1934 al 3 de enero de 1935
entre Bolivia y Paraguay durante la guerra del Chaco y culminó con el aniquilamiento
de la 9ª División boliviana. La ruptura de la línea defensiva boliviana en Ybybobó,
conjuntamente con la del "Cruce" de Huirapitindí significarán para el ejército paraguayo
el ingreso a un nuevo teatro de operaciones, diferente al chaqueño y con nuevas
exigencias tácticas y estratégicas.
Con su centro roto luego del cerco en El Carmen y el ala izquierda en retirada tras
la maniobra de Yrendagüé, el ejército boliviano estaba en su peor situación desde el
comienzo de la guerra. Pese a la superioridad en medios el comando boliviano no había
realizado ni la mejor estrategia ni planteado la mejor batalla.
Antecedentes
Después de la derrota en El Carmen y el abandono del fortín Ballivián, el Primer
Cuerpo boliviano, (Divisiones 4.ª y 9.ª) al mando del coronel Enrique Frías, fue
empujado hacia Ybibobó, unos 70 kilómetros al noroeste de El Carmen, donde
estableció una nueva línea defensiva. En Ybibobó comienzan las primeras estribaciones
andinas por sobre las chatas planicies chaqueñas y era un lugar donde los bolivianos
pensaban detener a los paraguayos de una vez por todas.
La 4.ª División ocupó la margen sudeste del río Pilcomayo desde D* Orbigny, en la
frontera con Argentina, hasta Caballo Nambí amenazando el flanco izquierdo de
cualquier posible avance paraguayo hacia el norte. La 9.ª División lo hizo
mirando hacia el este, con su derecha apoyada en el río Pilcomayo y su línea corriendo
en dirección nordeste hasta ligarse con la 8.ª División del Segundo Cuerpo de Ejército.
Los 2500 hombres de la 9.ª División, bajo el mando del coronel Jenaro Blacutt,
protegían un frente de 18 kilómetros con espacios vacíos cubiertos por fuertes patrullas
de combate.
Durante la segunda mitad de diciembre, mientras que lo que quedaba del Cuerpo de
Caballería boliviano del coronel Toro se retiraba hacia el río Parapetí, el Tercer Cuerpo
paraguayo descubrió una brecha de 8 kilómetros entre la 8.ª y la 9.ª División y comenzó
a construir una senda hacia la retaguardia de esta última. Aunque la aviación boliviana
descubrió diversos puntos de ese sendero, todos los refuerzos fueron enviados al centro
y al ala derecha de la 9.ª División por lo que Blacutt no tenía hombres para hacer frente
a esta nueva amenaza. De todas maneras el comando boliviano asumió que dada las
características del terreno era difícil que los paraguayos pudieran realizar una seria
maniobra ofensiva en ese lugar.
El coronel Nicolás Delgado, comandante del Tercer Cuerpo paraguayo, pensaba de otra
manera. Designó al mayor Alfredo Ramos de la 2.ª División de Caballería para que
realizara esa operación. Esta División incluía los regimientos RC-4 "Acá
Carayá" (mayor J. Buttlerof) y RC-5 "Acá Verá" (mayor L. González) y los combativos
RI-7 "24 de Mayo (mayor A. Fretes) y RI-13 "Tuyutí" (mayor Andino), todos veteranos
de Nanawa, con un total de 2400 soldados. El ataque fue fijado para el día 27 de
diciembre a la noche, con el RC-5 a la cabeza, seguido por el RC-4 y los dos
regimientos de infantería. El resto del Tercer Cuerpo, unos 1300 hombres, compuesto
por RC-6 "Gral Caballero" junto con un escuadrón de reconocimiento de la 5.ª División,
fueron destinados a ejercer presión sobre la 9.ª División boliviana.
La maniobra
El ataque comenzó a las 04:00 horas del día 28 de diciembre aprovechando una
relampagueante tormenta que había empezado el día anterior. El RC-5 escaló
silenciosamente las abruptas colinas de Ybibobó y sin disparar un sólo tiro sorprendió
tácticamente al enemigo penetrando varios kilómetros en dirección suroeste rumbo al
Pilcomayo, en la retaguardia de la 9.ª División, hasta cortar el camino Ybibobó-Palo
Marcado que corre paralelo al río. La sorpresa produjo una verdadera parálisis en todo
el comando boliviano. Se perdió el contacto con el coronel Frías y otros jefes por lo que
las fuerzas no se movieron de sus trincheras mientras eran rodeadas por el resto de las
fuerzas atacantes que ingresaron por la brecha. Desde fuera del cerco el RI-4 boliviano
"Loa" apoyado por parte de la artillería divisionaria trató de avanzar hacia la zona de
ruptura pero fue rechazado por el RI-13 paraguayo "Tuyutí". Para las 17:00 horas éstos
habían alcanzado el Pilcomayo y habían encerrado al RC-8 "Aroma", la mayor parte del
RI-2 "Sucre", una parte del grupo de artillería de la 9.ª División y un escuadrón de
reconocimiento bolivianos. Entre los prisioneros bolivianos del día 29 figuró el
mercenario chileno mayor Manuel Irrazával Benavente contratado en abril de 1934 y
que se desempeñaba como comandante de un grupo de artillería.1 A la noche las fuerzas
paraguayas recibieron el refuerzo del RI-6 "Boquerón" proveniente de la 4.ª División y
el RC-6 "General Caballero". El caos en las líneas bolivianas permitió a los paraguayos
aumentar su penetración y envolver al resto del RI-2 boliviano. Los días 30 y 31 fueron
cayendo hombres y materiales de los 3 regimientos bolivianos que realizaron diversos
intentos por escapar. Resultó evidente para las tropas encerradas que toda posibilidad de
escape debía partir de ellos mismos. En el momento del pánico inicial cientos de
soldados huyeron tirándose a las torrentosas aguas del Pilcomayo. Por su cuenta el
capitán Ernesto Wende del RC-8 boliviano organizó un intento de ruptura y luchando
tenazmente logró salir del cerco con 280 soldados. Elementos del RI-2 boliviano
intentaron hacer lo mismo pero la falta de coordinación no lo hizo posible. Una parte de
la artillería boliviana (GA-9) se retiró en medio de la confusión al inicio del ataque
enemigo sin haber disparado un sólo tiro. En un último intento, 600 hombres intentaron
romper el cerco hacia el sur, posiblemente para utilizar un banco de arena que les
permitiera cruzar el río Pilcomayo, pero fueron detenidos por el RC-6 paraguayo.2
Cerco y rendición
Con el lazo cada vez más apretado alrededor de los bolivianos, el resto de la 9.ª División
se rindió. En los primeros días de enero de 1935 unos 1200 hombres cayeron
prisioneros, 200 murieron en combate y otros tantos se ahogaron en el Pilcomayo que
para la época estaba muy crecido. Las pérdidas paraguayas fueron insignificantes: 20
muertos y 40 heridos.
Aún cuando el ejército boliviano había perdido batallas más importantes, en Ybibobó se
produjo la derrota más humillante de toda la guerra.3 El coronel Frías y todos sus
comandantes se las arreglaron para escapar mientras toda la 9.ª División dejaba de
existir.
Notas
1. ↑ Jeffs Castro, 2004, p. 58-85.
2. ↑ Casabianca y Boselli Cantero, 2000, p. 345 vol. 6-7.
3. ↑ Farcau, 1996, p. 221.
Bibliografía
1. Casabianca, Ange-François; Boselli Cantero, Cristina (2000). Una guerra
desconocida: la campaña del Chaco Boreal, 1932-1935. Vol. 4-5 y 6-7.
Asunción (Paraguay): El Lector. ISBN 9992551917.
2. Farcau, Bruce W. (1996) (en Inglés). The Chaco war: Bolivia and Paraguay,
1931-1935. Westport (Connecticut): Praeger. ISBN 0-275-95218-5.
3. Jeffs Castro, Leonardo (2004). «Combatientes e instructores militares chilenos
en la Guerra del Chaco». Revista Universum 1 (19): pp. 58-85.
Batalla de Yrendagüé
Fecha 5 de diciembre al 8 de diciembre de 1934
Lugar Zona desértica entre Yrendagüé y La Faye (Chaco Boreal)
Coordenadas {-20.5203° , -62.2033°
Resultado Retirada y desintegración por falta de agua de 2 Divisiones bolivianas
Beligerantes
República de Bolivia República del Paraguay
Fuerzas en combate
Primer Cuerpo de CaballeríaSegundo Cuerpo de Caballería7ª División.
6.ª DivisiónDivisión de Reserva General(DRG)8.ª División.
La Batalla de Yrendagüé, de la Guerra del Chaco, entre Bolivia y el Paraguay, tuvo
lugar en una de las zonas más desérticas e inhóspitas del Chaco Boreal, entre el 5 y el 8
de diciembre de 1934. El ejército paraguayo infiltró sorpresivamente una División entre
dos Divisiones bolivianas recorriendo 70 km a través del desierto con el objetivo de
capturar los pozos del fortín Yrendagüé ubicados en la retaguardia boliviana y dejar sin
agua, en pleno desierto, a tres divisiones enemigas.
Antecedentes
[...] para nosotros el desierto no tiene secretos, hemos aprendido a conocerlo bien. [...]
nuestras armas son la capacidad de sufrir, el movimiento continuo y la astucia. La
diferencia es que la guerra en el desierto es la gloria de la táctica y el infierno de la
logística. Hay que contar con que todo está muy lejos y la retaguardia es inalcanzable.
Entrevista de el Uali con el general Giap (1976) (García, 2001, p. 128)
El 9 de noviembre de 1934, el Cuerpo de Caballería boliviano al mando del coronel
David Toro, logró desalojar del fortín Yrendagüé al Segundo Cuerpo paraguayo al
mando del coronel Rafael Franco. Este fortín se volvió importante luego de que el
equipo paraguayo de excavación de pozos encontrara allí, por primera vez en el Chaco,
una napa con abundante agua dulce . El descubrimiento se hizo el 27 de octubre, trece
días antes de que las fuerzas del Cuerpo de Toro comenzaran el cerco de ese fortín.
Después de capturar Yrendagüé, las fuerzas del coronel Toro continuaron la persecución
del Segundo Cuerpo paraguayo desalojándolo de El Cruce-Picuiba hacia la zona de La
Faye, al sur. El coronel Toro, a través de sus constantes pedidos al general Peñaranda,
había mantenido e incluso aumentado las fuerzas a su cargo. Se le había dado la
7.ª División (al mando del mayor Roberto Ayoroa) adicionalmente a la 1.ª y 2.ª División
de Caballería (DC-1 y DC-2).1 Además, había tomado “prestados” los regimientos de
infantería ‘’Chorolque‘’ y ‘’Montes‘’ de la 3.ª División. Era tal el deseo de Toro de
lograr su objetivo militar y político que incluso el coronel Rodríguez le advirtió que no
podía apoderarse de las unidades del Segundo Cuerpo de Bilbao Rioja que pasaban por
Carandaity rumbo a Santa Fe. Como siempre Toro amenazó con hacer responsable al
Comando Superior si se perdía esta "situación tan favorable".2
Mientras las dos Divisiones de caballería enfrentaban a los paraguayos en la zona de
Picuiba primero y en La Faye después, la 7.ª División boliviana maniobraba en una
amplia zona sobre su flanco derecho. El coronel Toro no se movió de Carandaytý por lo
que ahora su puesto de mando estaba a más de 160 kilómetros de la primera línea, en
una zona mucho más benigna en comparación al infernal desierto donde luchaban todas
las fuerzas bajo su mando.
A fines de noviembre de 1934, los 12 000 soldados del Cuerpo de Caballería boliviano,
con gran cantidad de artillería y armas automáticas, estaban agotados. Habían peleado
sin respiro desde los primeros días de septiembre, enfrentando a un enemigo que se
detenía, se dejaba rodear y luego escapaba, bajo un calor abrasador, con una sola
cantimplora de agua por día, y no era razonable esperar que pudieran continuar así
indefinidamente. Su sistema logístico acusaba un progresivo deterioro en cantidad de
camiones utilizables y combustible disponible que afectaba la moral del combatiente
por la escasez permanente de víveres y agua.
Por su parte, el Segundo Cuerpo paraguayo quedó reducido a no más de 3500 soldados
dado que la 8.ª División fue trasladada secretamente, a fines de octubre, para reforzar al
Primer Cuerpo paraguayo en la zona de El Carmen, al suroeste, para ser utilizada en una
importante maniobra de aniquilamiento de una división enemiga. Toda esta operación
de distracción a cargo del Segundo Cuerpo paraguayo que consistió en atraer a las
fuerzas del coronel Toro al desierto se realizó con gran esfuerzo. En oportunidad de la
acción boliviana sobre Yrendagüé, el coronel Franco transmitió su preocupación al
general Estigarribia pidiendo refuerzos porque el enemigo estaba rodeando, esta vez, a
todas sus fuerzas. “No se preocupe Franco, dentro del cerco usted lo tiene a Antola”, lo
tranquilizó Estigarribia, aludiendo al teniente coronel Paulino Antola de la 6.ª División
que ya había escapado varias veces de los cercos bolivianos. Franco recordará
posteriormente en sus Memorias que su mayor problema era la excesiva confianza que
el general Estigarribia tenía en la capacidad del comando, oficiales y soldados del
Segundo Cuerpo paraguayo.3
El 16 de noviembre de 1934 se produjo en El Carmen la rendición de la 1.ª y
2.ª División de Reserva bolivianas. La consecuencia inmediata fue la retirada de 18 000
hombres del ejército boliviano desde el fortín Ballivián, ubicado al sur,
hacia Villamontes.
En sus Memorias el coronel Franco comenta:
“En esas condiciones poco favorables para nosotros, se produjo en el sector Ballivián–
El Carmen una importante victoria que debía aliviar inmediatamente la situación en
nuestro frente. Pero no sucedió nada parecido. La derrota boliviana en El Carmen no
pareció afectar en nada los planes del coronel Toro (…). El avance paraguayo hacia
Villamontes, no parecía inquietar al general Peñaranda, comandante del ejército
boliviano”.
(Franco, 1988, p. 127 vol. 2)
Sin embargo Peñaranda y el Estado Mayor boliviano estaban muy preocupados por el
avance del Primer y Tercer Cuerpo paraguayo sobre Villamontes, último bastión
boliviano en el Chaco. Las advertencias que le hacían al coronel Toro para que
suspendiera su peligroso avance en el desierto y consolidara su posición retrocediendo a
un lugar más seguro no se cumplían. El coronel Angel Rodríguez y su adjunto el mayor
Germán Busch fueron personalmente a Carandaytý para transmitirle la necesidad de que
retrocediera a Yrendagüé.4 El 20 de noviembre a las 12:00 horas las fuerzas de Toro
ocuparon Picuiba al costo de muchas bajas. Muchos oficiales bolivianos (entre ellos el
chileno Aquiles Vergara Vicuña que después sería historiador) sospechaban de las
retiradas de Franco y Antola, porque estos dos oficiales paraguayos no eran de ceder
terreno tan fácilmente y menos de posiciones favorables y bien abastecidas, por lo que
suponían que preparaban una trampa posiblemente en la zona de Camacho.5 Desde su
lejano comando en Carandaytý, el coronel Toro ordenó mantener el avance ya que, por
orgullo o ambición (especialmente política), quería acabar de una vez por todas con el
escurridizo coronel Franco y su debilitado Segundo Cuerpo. Su justificación estratégica
era que, una vez capturado La Faye (lo que daba por descontado) avanzaría hasta
Camacho y girando hacia el oeste podía envolver por el sur al Primer y Tercer Cuerpo
de Ejército paraguayo que atacaban Villamontes haciéndolos retroceder con graves
pérdidas. Toro aseguraba que él
...salvaría la situación en el sector meridional y "corregiría el craso descuido de
Moscosito" [en referencia a Oscar Moscoso, comandante de las dos Divisiones que
capitularon en El Carmen]
(Vergara Vicuña, 1944, p. 110 vol. 6)
Finalizada la batalla de El Carmen, Estigarribia devolvió la 8.ª División al Segundo
Cuerpo paraguayo aumentando sus fuerzas a 5500 combatientes distribuidos en tres
Divisiones de infantería: la 6.ª División (al mando del teniente coronel Antola) y la
DRG (División de Reserva General), ambas ubicadas en La Faye y, separada por unos
60 kilómetros, al noroeste, la 8.ª División (al mando del coronel Eugenio Garay),
ubicada a su vez a 70 kilómetros al sur de Yrendagüé, en el cruce de las picadas XV y
XVII (Puesto Estrella). Salvo la 8.ª División que había descansado y contaba con nuevo
equipamiento capturado a los bolivianos en la batalla de El Carmen, la mayoría de los
soldados de las otras dos Divisiones daban señales de agotamiento físico. Este
movimiento de fuerzas paraguayas recién fue detectado por la inteligencia boliviana el
día 5 de diciembre, cuando el general Peñaranda advirtió al coronel Toro "que el
enemigo visiblemente había retirado tropas del sector Pilcomayo" poniéndole en aviso
de que las fuerzas paraguayas en su frente podrían estar recibiendo refuerzos.
Otro hecho importante fue que el día 27 de noviembre se produjo la destitución del
presidente Salamanca por el amotinamiento de Peñaranda y un grupo de altos oficiales
bolivianos entre los cuales estaba el coronel David Toro como figura principal. La
consecuencia militar de este hecho político fue la creciente disgregación de la unidad de
mando del ejército boliviano. El rol del general Peñaranda, en su condición de
Comandante en Jefe, tendió a transformarse en un negociador entre distintas facciones
del ejército apoyadas por distintos intereses políticos.
Un plan sorprendente
Sabiendo que el ataque boliviano era inminente y antes que Toro consolidara sus
fuerzas sobre La Faye, en las primeras horas del día 4 de diciembre, el coronel Franco
se entrevistó con Eugenio Garay, comandante de la 8.ª División, yendo personalmente a
su distante puesto de comando:
“Me trasladé hasta su puesto de comando en consideración a su avanzada edad [Garay
tenía 59 años, Franco 38] y le expliqué personalmente la operación proyectada la que
tendría que desarrollarse de inmediato entregándole en propias manos la orden para el
ataque”. (Orden de Operación nº 97 dictada el día anterior (3/12/1934).
Coronel Franco (Rahi, 2009, p. 15)
El plan era sorprendente por su casi imposible realización. Garay debía infiltrar su
División entre dos Divisiones enemigas sin que estas ni la aviación se dieran cuenta,
recorrer 70 kilómetros a través de un desierto carente de agua, en un monte cerrado, sin
perder tiempo en abrir una picada, en pleno verano, con una temperatura de más de
45 grados a la sombra y finalmente capturar los pozos del fortín Yrendagüé dejando sin
agua a tres Divisiones bolivianas, en medio del desierto. O sea, destruir a todo el Cuerpo
de Caballería del coronel Toro sin disparar un solo tiro salvo en el asalto al fortín
Yrendagüé.
Avance de la 8.ª División paraguaya
Día 5 de diciembre:
Sin perder tiempo, al amanecer del día 5 de diciembre de 1934, tres regimientos de la
8.ª División iniciaron la marcha hasta su primer objetivo: la picada Alvarenga. A la
cabeza del regimiento de elite "Batallón 40" marchaba el comandante de la División,
Eugenio Garay, cuya edad casi triplicaba a muchos de sus subalternos. Antes de llegar
la noche se alcanzó ese objetivo sabiendo que el enemigo no podía ni siquiera imaginar
la presencia de una fuerza paraguaya tan importante en ese sector.
La noche del día 5 al 6 no ocurrieron novedades. Sin embargo, los soldados, debido al
calor y pese a las recomendaciones y órdenes recibidas, consumieron en exceso el agua
de sus dos caramañolas, lo que obligó a reclamar nuevas provisiones. Pero el consumo
fuera de lo programado hizo que la intendencia no pudiera responder inmediatamente a
los reclamos.
Día 6 de diciembre:
En esas condiciones siguió el avance de la columna sin que las provisiones de agua
llegaran en las cantidades requeridas para satisfacer a tantos soldados que comenzaron a
sufrir un preocupante proceso de deshidratación.
Al mediodía la situación se tornó peligrosa. El coronel Garay alertó a su jefe que se
había detenido momentáneamente hasta tanto se solucionara, aunque sea parcialmente,
el abastecimiento de agua.
La respuesta del coronel Franco fue rápida y clara:
“Sírvase usted reiniciar la marcha su primer objetivo al recibo esta orden. Es necesario
que mañana llegue a Yrendagüé. Usted se encuentra de este punto a una jornada de
marcha forzada. Agua salió ayer. Le alcanzará oportunamente”.
Parte de Franco a Garay (Franco, 1988, p. 147)
Luego Garay recibe otra orden:
“Sirva usted informar hora partida hacía primer objetivo, conviene abandonar
abastecimiento agua desde su base. Si Dios quiere mañana D.8 beberá en Yrendagüé”.
(Ibidem)
Años después el coronel Franco comentó lo ocurrido:
“La orden de Garay de suspender la marcha de la 8.ª División por falta de agua fue una
actitud insólita e inaudita (...) Cuando nuestra victoria parecía depender de la ejecución
matemática de las órdenes operacionales, la probada firmeza del coronel Garay tuvo un
momento de duda. Y esa demora, que parecía imposible y lo comprometía todo, en
realidad salvó la operación en curso. Sin aquellas horas de retardo los acontecimientos
hubieran tomado otros rumbos, seguramente desfavorables para el ejército paraguayo”
(Franco, 1959, p. 62)
¿Qué pasó realmente? El mismo día 5 de diciembre, la 7.ª División boliviana avanzó
desde el suroeste de Yrendagüé sobre el ala izquierda del Segundo Cuerpo paraguayo.
Si la 8.ª División paraguaya, que ignoraba el movimiento de la unidad enemiga, no
hubiera detenido su marcha el día 6, hubiera chocado indefectiblemente con ella en
pleno monte. Agotados, casi sin agua, sorprendidos en vez de sorprender, los soldados
paraguayos hubieran detenido su avance. Además, una simple escaramuza en el camino
hubiera malogrado el factor sorpresa, esencial para la conquista de Yrendagüé. Pero esa
demora hizo que ambas columnas se cruzaran sin verse, en pleno monte, con escaso
tiempo de diferencia.
El comandante de la vanguardia propuso esperar hasta el día siguiente para reiniciar la
marcha mientras adelantó puestos escalonados de seguridad a 5 km al norte para
detectar cualquier movimiento enemigo.6
Día 7 de diciembre:
Al amanecer del día 7, la 8.ª División paraguaya continuó su inexorable marcha por el
desierto, de los cuales los primeros 30 kilómetros fueron de terreno chaqueño de tipo
común: tierra más o menos dura, monte bajo, sin agua, en general lejos del enemigo.
Pero en los siguientes 40 kilómetros el tipo de terreno y la cercanía del enemigo
impusieron condiciones de avance excepcionalmente difíciles: el desierto tenía raleados
montes sucios, suelo de arena gruesa donde los pies se hundían hasta los tobillos.
A medida que transcurrieron las horas, la ausencia de enemigos ante la 8.ª División fue
la mejor prueba de que los bolivianos desconocían que, a más de 50 kilómetros en su
retaguardia, toda una División paraguaya avanzaba hacia los estratégicos pozos de
Yrendagüé. Al mediodía del día 7 las avanzadas paraguayas de la 8.ª División
abandonaron el monte y a las 16:00 horas capturaron dos camiones con comida y sobre
todo agua que pertenecían a una sección de zapadores del capitán Saleck de la
7.ª División boliviana.
Al mismo tiempo, en el frente de La Faye, Franco ordenó que el RC-7 y el RI-15 de la
División de Reserva desbordaran por la izquierda de la 2.ª División de Caballería (DC-
2) boliviana para atraer su atención y pidió a sus patrullas que observaran cualquier
movimiento raro que pudiera producirse en las líneas bolivianas que indicaran que el
avance de Garay había sido detectado.
El coronel Toro, asumiendo que esta actividad enemiga sobre la izquierda de la DC-2
frente a La Faye era un fuerte reconocimiento, ordenó a las 18:30 horas que el
regimiento “Chichas”, al mando del capitán Urdininea, ubicado en Yrendagüé, avanzara
preventivamente hacia Picuiba para impedir cualquier envolvimiento.7 Al mismo tiempo
alertó a todas las unidades para que estuvieran preparadas para moverse “en cualquier
dirección”. Por el estado de agotamiento de dichas fuerzas, esto era más fácil de decir
que de hacer.
"Como es fácil deducir, el coronel Toro no tenía hasta este momento ni el pálpito
siquiera de que la seguridad de su dispositivo se hallase íntegramente amenazada y más
bien con sus órdenes tendía a facilitar el propósito de amarramiento [del enemigo]"
(Vergara Vicuña, 1944, p. 319 vol. 6)
Recién a las 21:45 horas, patrullas bolivianas del regimiento RI-18 detectaron, muy
lejos de Yrendagüé, las huellas por donde se habían infiltrado los paraguayos y
comunicaron de que debía tratarse de un batallón por lo que prepararon una embocada
en el lugar para cuando éste volviera a sus líneas.8 Toro se quejó a posteriori de que sus
subalternos no le dieran importancia a estos hechos y que tampoco le informaran.9 Sin
embargo la presencia paraguaya le fue comunicada por el teniente coronel Ayoroa
quien, asumiendo que esas fuerzas intentaban rodear al regimiento RC-3 de la
1.ª División de Caballería que actuaba de empalme con su 7.ª División, detuvo
cautelosamente su avance hasta que las patrullas enviadas aclararan esa presencia
enemiga.
Frente a La Faye, a la medianoche del 7-8 de diciembre, el teniente coronel Tabera, jefe
de estado mayor y en ese momento comandante interino de la DC-2 (su jefe estaba con
Toro en Carandaity discutiendo problemas corporativos dentro del ejército boliviano),
recibió la información de que al menos cinco regimientos paraguayos estaban por atacar
por el frente y los flancos de su División. Telefónicamente se comunicó con el oficial de
enlace capitán Villarreal ubicado en Yrendagüé pidiendo que retransmitiera al coronel
Toro esta novedad.8
Aparición sorpresiva en Yrendagüé
Tres horas después, a las 03:00 horas de la madrugada del día 8, saliendo de la nada, la
8.ª División paraguaya capturó, a pocos kilómetros de Yrendagüé, toda la sanidad del
Cuerpo de Caballería de Toro (médicos, enfermeros, heridos, medicamentos,
incluyendo su jefe, el mayor médico Hernán Navarro). El capitán Villarreal comunicó
esta novedad a Toro quien, encolerizado, acusó a los responsables de la vigilancia de no
tener en cuenta "la conocida audacia y artera maña de los pilas". Con más calma le
aconsejó a Villarreal que comunicara la novedad a Tabera y Flores pero sin alarmarlos
asumiendo que la aparición de ese "batallón" enemigo era meramente distractiva. Esta
comunicación fue interceptada por Garay confirmándole que aunque había sido
descubierto todavía contaba con el factor sorpresa en cuanto a la importancia de sus
fuerzas.10 En su comunicación con Tabera, Villarreal pidió el envío urgente de camiones
hacia el regimiento RC-7 “Chichas”, que por orden de Toro se desplazaba a pie hacia
Picuiba, para que volviera rápidamente a Yrendagüé a defender los pozos. Tabera
respondió que carecía de camiones. Además, anticipando el posible corte de las
comunicaciones con Yrendagüé, solicitó que Toro lo autorice a replegar las dos
Divisiones hasta El Cruce de modo de acortar las distancias logísticas y poder ayudar a
Yrendagüé.11
A las 04:00 horas, el coronel Toro, reconociendo finalmente la exposición de sus dos
Divisiones frente a La Faye y la inesperada presencia de fuerzas enemigas en
Yrendagüé, autorizó la retirada general a El Cruce determinando que la 7.ª División de
Infantería y la DC-1 se encargaran de la “fuerza expedicionaria” paraguaya. Ordenó que
la DC-2 debía frenar a las fuerzas paraguayas que avanzaran desde el sur en la zona El
Cruce-Picuiba. Toro ordenó además que el regimiento "Chichas", el más cercano a los
pozos, debía volver a Yrendagüé para su defensa. Desconocía que el escuadrón del
subteniente Cornejo, que fue enviado en camiones ni bien se supo del ataque paraguayo
contra el hospital, había llegado ‘’demasíado tarde‘’.12 La orden de Toro no consideró el
cansancio del regimiento "Chichas", su carencia de agua, la falta de camiones y que los
alrededores de Yrendagüé ya estaban en poder del enemigo. No obstante acusó después
a Tabera de haber dado a ese regimiento otro destino.13
Captura de Yrendagüé
El fortín Yrendagüé estaba defendido por unos 130 hombres, muchos de ellos heridos
ambulatorios. El capitán Villarreal sabía que las defensas disponibles sólo servían para
una corta resistencia hasta que llegaran los refuerzos desde El Cruce. El ataque
paraguayo comenzó al amanecer del día 8. Mientras las patrullas cerraban los caminos
hacia Carandaytý y El Cruce se produjo el primer asalto que fue rechazado. El coronel
Garay se acercó a la primera línea para dirigir el segundo ataque cuando se escucharon
grandes explosiones hacia el noreste donde no se estaba combatiendo. Los bolivianos
estaban destruyendo equipos y municiones. Muchos defensores bolivianos confundieron
las explosiones con un ataque de grandes fuerzas enemigas por lo que huyeron hacia el
oeste mientras los atacantes, creyendo que los bolivianos destruirían los pozos, asaltaron
por tres frentes y capturaron el fortín.
El suministro de agua a las fuerzas bolivianas cesó. Las líneas telefónicas y los caminos
que unían a Toro y los dos comandantes de las Divisiones, en Carandaytý, con las dos
divisiones en la zona El Cruce-Picuiba (provisoriamente al mando del teniente coronel
Tabera y mayor Rodolfo Flores) también quedaron cortados. Toda comunicación
operativa debía hacerse ahora a través del fortín 27 de Noviembre haciendo un gran
rodeo que duplicaba las distancias o por medio de la aviación. Un hecho que produciría
importantes consecuencias fue que al notarse la presencia paraguaya en las cercanías de
Yrendagüé se retuvieron muchos camiones para retirar de allí municiones y
abastecimientos hacia Algodonal lo que privó de esos imprescindibles medios de
movilidad a las fuerzas de Tabera ubicadas al sur.14
Dramática retirada boliviana
La retirada boliviana que comenzó a las 06:00 horas del día 8 encabezada por el
2.º Grupo de Artillería debía ser seguida ordenadamente a las 07:30 por las dos
Divisiones de Caballería. Pero debido a la premura con que se habían tomado las
decisiones y la falencia de los comandos intermedios, la tropa comenzó a mezclarse en
el camino hacia El Cruce. Muchos hombres no habían recibido agua en las últimas
24 horas y al correr el rumor de que los "pilas" habían tomado los pozos el reparto de
las pocas reservas se hizo desordenadamente. Había que recorrer más de 30 kilómetros
de polvo y arenales bajo un sol abrasador y con las cantimploras vacías. El fortín
Picuiba fue incendiado y abandonado. El coronel Franco avanzó con sus dos Divisiones
hacia El Cruce presionando a las fuerzas bolivianas que se retiraban lentamente. A las
17:00 horas muy pocos bolivianos habían llegado a El Cruce y la mayoría de ellos sin
armas ni municiones e insolados.15
Esa misma mañana del día 8, los comandantes que estaban con Toro salieron de
Carandaytý rumbo a El Cruce para unirse a sus fuerzas haciendo un largo rodeo por el
fortín 27 de Noviembre. Toro, debido a su “delicada salud”, decidió permanecer en
Carandaytý y dirigir las operaciones por correspondencia aérea.
A medio día, las fuerzas paraguayas capturaron a las fuerzas que protegían la retirada
del regimiento Castrillo. A las 14:30 horas, Tabera recibió un mensaje de Toro lanzado
por un avión en vuelo rasante. Ahí le comunicaba lo que ya sabía desde seis horas antes,
que Yrendagüé había sido ocupado por una “pequeña unidad” enemiga. Se le ordenaba
ahora que la DC-2 defendiera El Cruce y la ruta hacia 27 de Noviembre mientras la
7.ª División y la DC-1 se debían dirigir hacia Yrendagüé. Toro prometía que el agua y
combustible vendrían desde el fortín 27 de Noviembre.16
Tabera enfrentó una terrible decisión. Si no lograba recuperar Yrendagüé en tiempo
perentorio, lo que era difícil dado que las fuerzas enemigas podían resistir varios días, se
encontraría sin agua, aislado en el desierto entre Yrendagüé y las dos Divisiones
paraguayas que avanzaban desde el sur. Además, las patrullas enemigas podían cortar
fácilmente su única ruta de escape: el camino al fortín 27 de Noviembre. Hacia el oeste
se habían detectado acciones de la 1.ª y 9.ª División paraguaya contra la 7.ª División lo
que la obligaba a derivar fuerzas para controlar esas iniciativas. Tabera envió al capitán
Max Iñiguez en camión a 27 de Noviembre para que desde allí, por radio, explique a
Toro cual era la situación.
Con buen criterio y sin esperar respuesta ni perder tiempo, Tabera tomó la decisión de
continuar la retirada de todas sus fuerzas desde El Cruce hacia el fortín 27 de
Noviembre al noreste, orden que impartió a la medianoche del día 8. Al enterarse, Toro
lo recriminó diciendo que no entendía cómo esas fuerzas supuestamente agotadas
podían recorrer 57 kilómetros hacia 27 de Noviembre y no 30 kilómetros hacia
Yrendagüé sabiendo además que en 27 de Noviembre no existían recursos. Toro había
olvidado su promesa de que iba a proveer agua y combustible desde ese fortín.
En la noche del 8 al 9 de diciembre, Tabera recibió otra nota de Toro:
“Uno no debe tener finalmente ninguna consideración con la fatiga de los soldados a
quienes es de vital importancia exigir el máximo esfuerzo. Uno o dos días de
sacrificio…pueden ser suficientes para lograr el total aniquilamiento del enemigo que
nos ha dado más de un ejemplo sobre este tema, mostrando que es posible vivir incluso
meses careciendo de la mayoría de recursos (...) Le recomiendo que evite cualquier
“Consejo de guerra” donde las más débiles y pusilánimes opiniones siempre triunfan.
Le exijo mayor decisión y energía en el comando”
Mensaje de Toro a Tabera (Farcau, 1996, p. 215)
Persecución y captura del fortín 24 de Noviembre[editar · editar fuente]
El día 9, las fuerzas bolivianas continuaron su retirada hacia el fortín 27 de Noviembre.
Sin agua, bajo un sol abrasador, los soldados abandonaron en el camino sus armas y
equipos.
A las 05:00 horas del día 10, fuerzas del BZ-2 paraguayo, en 40 camiones, partieron de
Picuiba rumbo a 27 de Noviembre en persecución de lo que quedaba de las dos
divisiones bolivianas. Dos horas después alcanzaron a los más rezagados que no estaban
en condición de oponer ninguna resistencia. Después fueron sobrepasando a cientos de
soldados bolivianos que rogaban de rodillas agua o lo que fuera para aplacar la sed. Al
llegar al kilómetro 31, el capitán paraguayo Virgilio Larrosa no pudo soportar más aquel
cuadro dantesco que se le presentaba en su avance por un camino cubierto cada vez más
con camiones incendiados y con soldados muertos o moribundos por la sed que
obstaculizaban su marcha. Ordenó entonces a sus hombres que continuaran a pie rumbo
al fortín 27 de Noviembre y subió a los camiones a los soldados bolivianos que pudo y
los envió hacia Yrendagüé salvándoles la vida.
A diferencia de lo que había ocurrido en la batalla de El Carmen, donde el padecimiento
de los soldados bolivianos por la falta de agua no había tomado estado público en
Bolivia porque fueron totalmente cercados, en este caso, los soldados que pudieron
escapar y sobrevivir contaron el martirio de sus camaradas y el pueblo boliviano supo
de esta manera lo que significaba verdaderamente la guerra en el desierto chaqueño.17
El día 12, el BZ-2 paraguayo capturó el fortín 27 de Noviembre y uniéndose al RI-14
“Cerro Corá”, que venía del fortín Ingavi, continuó la persecución del resto de las
fuerzas bolivianas que se dirigían ahora hacia el oeste, rumbo al río Parapetí.
Sólo la 7.ª División boliviana (regimientos RI-1 y RI-18), que operaba sobre el ala
derecha, logró retirarse ordenadamente hacia el oeste.
De los 12 000 hombres del Cuerpo de Caballería del coronel Toro el 50 % murió de sed,
o desaparecieron o fueron hechos prisioneros. La pérdida de armamento fue del 60 % y
sirvió para reequipar al ejército paraguayo hasta llegar al final de la guerra. En su
informe al Comando Superior y en su libro escrito mucho después para autoexculparse,
Toro acusó a Tabera y Flores como responsables del desastre.18
Conclusiones[editar · editar fuente]
Esta batalla resume muchas de las causas que produjeron la derrota boliviana en la
guerra del Chaco:
1) El avance desaprensivo y por razones extra-operativas del Cuerpo de Caballería
del coronel Toro hacia un objetivo que lo iba exponiendo cada vez más por el
alargamiento de su logística, la escasa seguridad y el cansancio de los soldados y
que tras la destrucción de las dos Divisiones bolivianas en El Carmen, en el sector
central, carecía aún más de sentido;
2) Una conducción lejana, a 160 kilómetros del frente, a través de medios de
comunicación pobres (teléfono o mensajes escritos lanzados por avión) o no
disponibles en el momento y lugar indicados. El teniente coronel Tabera debe
comunicarse con el coronel Toro a través de un enlace en Yrendagüé o enviando al
capitán Iñiguez al fortín 27 de Noviembre (a 60 kilómetros de su puesto de mando).
En el momento de la crisis los jefes de las dos Divisiones estaban reunidos en
Carandayty con Toro por razones políticas, sorteando abiertamente la integración
del estado mayor del ejército boliviano y el posible reemplazo de Peñaranda.19 El
historiador Farcau menciona la actitud de uno de ellos, el coronel boliviano Alfredo
Rivas, comandante de la DC-1 que, ante la grave situación en que se encontraban
las fuerzas bajo su mando, dijo:
“No voy a ser el único que pierda mi difícilmente ganado prestigio profesional en
esa porquería de Picuiba”
(Farcau, 1996, p. 212)
Y Farcau agrega: “esto ilustra perfectamente las prioridades del cuerpo de oficiales
bolivianos”, de los cuales el coronel David Toro y su favorito el mayor Germán
Busch eran los exponentes más destacados.
3) El coronel Toro advierte a Tabera:
“Le recomiendo que evite cualquier “Consejo de guerra” donde las más débiles y
pusilánimes opiniones siempre triunfan. Le exijo mayor decisión y energía en el
comando”
(Farcau, 1996, p. 215)
Esta advertencia apunta a la tendencia de los oficiales bolivianos a realizar
“asambleas”, no para intercambiar opiniones sino para diluir la responsabilidad que
el mando naturalmente conlleva. En el caso de la retirada de Picuiba, Tabera
desmintió categoricamente que los comandantes de las unidades se hubieran puesto
de acuerdo para realizarla y acusó a Toro de que esta era otra de las "argucias de su
retorcido caletre" para desligarse de su responsabilidad en el desastre de
Yrendagüé.20 Fue casi una constante de los altos jefes descargar la culpa de los
resultados desfavorables en sus subordinados, conducta que había iniciado el
general Kundt quien solía tomar de chivos expiatorios a los jefes de estado mayor
(Bilbao Rioja en Campo Jordán, Barrientos en Fernández (Herrera) y Ayala en
Campo Grande).21
4) La falta de autoridad de Peñaranda para exigir a Toro que se retire hacia
Carandaytý para fortalecer la defensa de Villamontes después de la derrota de El
Carmen (16/nov/1934).
El ejército boliviano fue vencido por el indisciplinado y ambicioso Toro, quien
abusando de la condescendencia y de la debilidad de mando del Generalísimo
Peñaranda, impunemente zarandeó su autoridad e impuso sus disparatados puntos
de vista operativos.
Teniente coronel boliviano Félix Tabera (1979 , p. 247)
5) La actitud de los oficiales bolivianos de abandonar a sus soldados ante la crisis.
En los 3000 prisioneros capturados por el ejército paraguayo en esta batalla no
figuró ningún oficial boliviano.22
“Con una remarcable carencia de humildad, Toro comenzó a criticar la actuación de
los comandantes de las unidades (…) alegando que habían sido “los primeros en
llegar a El Cruce cuando que su trabajo era dirigir personalmente la retirada desde el
sur”
(Farcau, 1996, p. 212)
Eso fue posible porque los oficiales utilizaron los camiones para huir. Este tipo de
conducta fue observada por los oficiales chilenos contratados por Bolivia y por el
estado mayor paraguayo al analizar el bajo porcentaje relativo de oficiales
bolivianos entre los prisioneros capturados en los distintos cercos.23 En sentido
contrario, en la batalla de Strongest, los bolivianos se sorprendieron por la gran
cantidad de oficiales paraguayos capturados en proporción a las tropas (1 oficial por
cada 21 soldados).
6) Toro le transmite a Tabera:
“Uno no debe tener finalmente ninguna consideración con la fatiga de los soldados
a quienes es de vital importancia exigir el máximo esfuerzo. Uno o dos días de
sacrificio…pueden ser suficientes para lograr el total aniquilamiento del enemigo
que nos ha dado más de un ejemplo sobre este tema, mostrando que es posible vivir
incluso meses careciendo de la mayoría de recursos”.
(Farcau, 1996, p. 215)
Pero esto sólo puede lograrse con el ejemplo. Años después, Tabera dirá con
amargura:
"Y así, mientras en el asiento del Comando del Cuerpo [en Carandaytý] la vida
transcurría blanda, apacible y entre frecuentes libaciones y alabanzas de los poetas y
corifeos [se refiere a Germán Busch] al más grande de los héroes de todos los
tiempos de la república [se refiere a Toro "que por ese tiempo vanidosamente
gustaba hacerse llamar el "Mussolini boliviano"24 ], a los 160 km de distancia, en los
arenales y desiertos de Picuiba permanecía (...) el agotado, hambriento y sediento
Segundo Cuerpo de Caballería".
Teniente coronel boliviano Félix Tabera (1979 , p. 214)
De manera diferente, el coronel paraguayo Garay, con sus 59 años, marchó a la
cabeza de la columna, sufriendo el calor, la sed, la fatiga y el estrés de
70 kilómetros por entre las Divisiones enemigas, conduciendo a sus soldados al
objetivo que se la había asignado.
7) La actitud del coronel Toro de dar órdenes directamente a las unidades menores,
salteando los mandos de división y regimiento y sacando a estos toda capacidad de
iniciativa propia, ocultando con la minuciosidad de las órdenes su falencia técnica a
mayor nivel de conducción.8 25
8) Mientras a fines de noviembre de 1934 el Coronel Toro dedicaba más tiempo a la
negociación fallida con el presidente Salamanca para ser nombrado comandante
supremo en reemplazo de Peñaranda o al golpe de estado contra Salamanca, su
adversario, el coronel Franco, estaba abocado enteramente a las operaciones
militares siguiéndolas minuto a minuto, desde muy cerca, buscando aprovechar el
menor error en el dispositivo adversario;
9) La velocidad paraguaya en la toma de decisiones y puesta en marcha de las
operaciones en momentos de crisis. El día 3 de diciembre, el coronel Franco le
plantea al coronel Garay la maniobra sobre los pozos de Yrendagüé. El coronel
Garay la encuentra factible y solamente pregunta si se ha informado al
Comanchaco. Franco le dice que no ha tenido tiempo pero que la misma se
encuadra en las órdenes generales que ha recibido del general Estigarribia. El día 4,
Franco le lleva personalmente a Garay la orden respectiva e intercambian ideas
sobre los detalles menores (Franco ofrece a Garay personal que conoce la zona por
haberla recorrido recientemente en la retirada desde Yrendagüé). A la mañana del
día 5, Garay parte rumbo a Yrendagüé. El día 8, se apodera de los pozos.
Notas[editar · editar fuente]
1. ↑ Querejazu Calvo, 1981, p. 398.
2. ↑ Querejazu Calvo, 1981, p. 341.
3. ↑ Franco, 1988, p. 131 vol. 2.
4. ↑ Alvéstegui, 1970, p. 599, vol. 4.
5. ↑ Vergara Vicuña, 1944, p. 252/253 vol. 6.
6. ↑ Franco, 1988, p. 146.
7. ↑ Tabera, 1979, p. 289.
8. ↑ a b c Farcau, 1996, p. 212.
9. ↑ Vergara Vicuña, 1944, p. 340 vol. 6.
10. ↑ Carísimo, 1971, p. 509.
11. ↑ Toro Ruilova, 1941, p. 155.
12. ↑ Tabera, 1979, p. 388.
13. ↑ Vergara Vicuña, 1944, p. 418 vol. 6.
14. ↑ Tabera, 1979, p. 407.
15. ↑ Toro Ruilova, 1941, p. 198.
16. ↑ Antezana Villagrán, 1982, p. 436.
17. ↑ Querejazu Calvo, 1981, p. 403.
18. ↑ Toro Ruilova, 1941, p. 157.
19. ↑ Dunkerley, 1987, p. 240.
20. ↑ Tabera, 1979, p. 258/360.
21. ↑ Ayala Moreira, 1959, p. 312.
22. ↑ Caballero Irala, 1981, p. 50.
23. ↑ De la Pedraja Tomán, 2006, p. 468 nota 10.
24. ↑ Tabera, 1979, p. 281.
25. ↑ Tabera, 1979, p. 279.
Bibliografía[editar · editar fuente]
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