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BELLOPÚBLICO LAS FOTOGRAFÍAS DE AJO

Bello Público

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BELLOPÚBLICOLAS FOTOGRAFÍAS DE AJOBE

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ÚBLIC

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LA MICROPOETISA AJO RETRATÓ MADRID DESDE LA TAQUILLA DEL TEATRO ALFIL,DONDE TRABAJABA. POR DELANTE DE ELLA PASARON ESPECTADORES DE TODAÍNDOLE: ACTORES, MÚSICOS, FOTÓGRAFOS, POLÍTICOS, INTELECTUALES YANÓNIMOS PERSONAJES DE LA CIUDAD. ESTE LIBRO RECOGE UNA SELECCIÓN DE LASFOTOGRAFÍAS TOMADAS ENTRE 1998 Y 2003, QUE BIEN PUEDE SERVIR COMOMEMORIA DE UNA SOCIEDAD Y TAMBIÉN COMO AUTORRETRATO DE LA AUTORA.

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DESDE EL OTRO LADO DE LA VENTANATANIA PARDO

Bello público es un proyecto fotográfico concebido como un álbum personal de

la micropoetisa Ajo, quien durante más de una década trabajó de taquillera en

el madrileño teatro Alfil, donde cada día realizaba una o más fotografías al

público que se acercaba a la taquilla a por su entrada. Con el paso de los años

estas imágenes se han convertido en un archivo de más de mil fotografías, que

no dejan de ser retratos de personas, rostros y medios cuerpos, al fin y al cabo

protagonistas de un panorama cultural madrileño de finales del siglo XX y

principios del XXI.

Este proyecto surge sin preverlo, de manera espontánea, y se va organizando por

su cuenta a partir de un día de otoño de 1998, cuando Ajo recibe como regalo de

cumpleaños una cámara fotográfica. Así comienza a retratar su realidad

cotidiana: ver pasar diferentes rostros que se asoman cada día a su ventana,

convertida en un lugar desde el que observar el mundo, desde el cual ver el otro

lado y contemplar las miles de realidades que componen el paisaje humano. Ajo

se reinventa en cada acto, en cada acción, ya que fotografiar era un modo de

sobrevivir a su propia realidad, que no es otra que acudir a su rutinario puesto de

trabajo, pero que ella altera cada día, porque esta actividad se convierte en su

motor para ir a «taquillas», en plural, como a ella le gusta llamarlo.

Nunca antes Ajo había tenido contacto con la fotografía y menos un afán

coleccionista, si pensamos que este proyecto no deja de ser una recopilación de

personas. Fotografías realizadas siempre desde el mismo ángulo, analógicas, en

las que poco o nada importa la calidad de la fotografía sino el significado y lacomposición global de todas ellas, unidas en esta narración de narraciones, loque hace que estilísticamente se conciban desde un único punto de vista: de dentro hacia fuera. Aunque bien es cierto que podemos apreciar cómo lasprimeras imágenes, fotografías más rudimentarias, van mejorando con el pasodel tiempo en cuanto a encuadres, manejo de la luz y al cambio de disposiciónde los elementos que forman parte de la escena y que se mantiene a pesar delos años: el color rosa de las paredes, la muñeca que aparece en los diferenteslados, el muñeco Boomerang, el ramo de opio disecado, las luces que Ajo pusouna navidad, la esquina de la pantalla del ordenador o alguna nota en un post it.

Estas imágenes se conciben como una gran galería de fotografías que, a su vez,genera subcolecciones, intrahistorias e historias cruzadas entre ellas. Desdelos fotógrafos fotografiados –Juan de Sande, Ouka Lele, Alberto García Alix,etc.–; los padres y madres e hijos –Víctor Crémer y Carlita Crémer, los padresde Beatriz Bergamín, Moncho Alpuente y Bárbara Alpuente, etc.–; losespectadores con perros –Ana D y Perdi, Julio y Santi Molero, etc.–, a losdirectores y directoras –Icíar Bollaín, Alejandro Amenábar, Daniel Calparsoro,etc.–; los actores –Charo López, Esperanza Roy, Javier Cámara, etc.–, laspersonas vinculadas al mundo de la música, al que pertenecía Ajo en aquelmomento –Julieta Venegas, Albert Pla, Andrés Calamaro, etc.–, hasta losvecinos del barrio, los amigos, los anónimos y desconocidos… Y todas ellascon su propia historia detrás, que Ajo, además, es capaz de recordar.

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Por las características de estas imágenes, todas se plantean como una narración

que pretende acortar la distancia entre el espectador y los «espectadores» que

aparecen fotografiados.

La taquilla es un lugar excepcional de paso de gente, un punto de encuentro.

Visita obligada. El teatro Alfil era un lugar especial, «casi el último reducto de

libertad –recuerda Ajo–, un lugar anárquico y caótico», donde confluyó mucha

gente en un momento determinado, en un espacio concreto con una taquillera

única y una cámara de fotos.

Esta serie de personajes se presenta como algo íntimo y personal, teniendo en

cuenta que la última intención de Ajo no es artística, sino que es preservar el

recuerdo de los que por allí pasaron. Un personal homenaje al espectador que

realiza la taquillera de esta sala, convertido en una especie de álbum doméstico

que recoge parte de la memoria colectiva de una época y de un teatro. Y es que la

espontaneidad con que se va organizando esta colección supone una sorpresa

para la propia Ajo, siendo consciente, con el paso del tiempo, del esfuerzo que

supone ir a revelar cada carrete y seguir una metodología en alguien tan poco o

nada metódico. Al contrario que muchos fotógrafos que han realizado proyectos

autobiográficos –Lucas Samaras, Nan Goldin, Cindy Sherman, Layla D’Angelo, etc.–,

Ajo nunca aparece retratada, pero todas estas caras sonrientes son un complejo

análisis de su propia geografía y su paisaje cotidiano, captado a través del

objetivo de su cámara, porque, en realidad, Bello público es en sí mismo su

retrato: «Me retrato yo misma cuando retrato a mi mendigo favorito, al señorCasco, a las vecinas del barrio, a mi familia, etc.».

En estos tiempos de las redes sociales, estos retratados podrían inclusoconsiderarse precursores del Facebook, ya que la taquilla del Alfil, mirada con laperspectiva del paso del tiempo, emerge como un reducto de aquellos lugaresdonde la relación social se basa y establece mediante el contacto directo, elcara a cara y la palabra a través de la voz.

Pero al contrario que Auggie Wren, el protagonista de Smoke (Wayne Wang, 1994),que durante catorce años fotografió la misma esquina de Brooklyn donde sesituaba la pequeña tienda de tabacos de la que era dependiente, Ajo no semueve de su sitio, son los demás, los otros, quienes se asoman a su rincón y seaproximan a su objetivo.

Bello público es una íntima y a su vez dinámica forma de aproximación a multitudde rostros que despierta la curiosidad del espectador por la reiteración delencuadre y los diferentes personajes que aparecen. Como en aquella ventanaindiscreta por la que Hitchcock hizo asomarse a su protagonista, James Stewart,en este caso es Ajo quien ofrece la posibilidad de acercarnos a estos rostrosdesde un mismo encuadre, desde el otro lado de la ventana.

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Eduardo Haro Tecglen. El día que sonrió Haro Tecglen, primavera 1999.

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Mauro Armiño, compañero inseparable de Haro, me dijo que ni se me ocurriera pedirle posar para la foto porque me iba a decir que no. Menos mal que solo creo en lo imposible, primavera 1999.

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Javier Villán, crítico de teatro, primavera 1999.

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Enrique Centeno, crítico de teatro, otoño 1998.

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Javier Vallejo, otoño 1999.

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Rosana Torres, invierno 1999.

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Joaquín Leguina fue de los poquísimos políticos que pasaron por taquilla, invierno 1999.

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Fernando Sánchez Dragó se apretó mi peta sin miramientos, invierno 2001.

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A José Luis Sampedro a veces le dejaba entrar a taquilla para que no cogiera frío, primavera 1999.

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Lidia Falcón, otoño 2000.

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Carmen Sarmiento, invierno 1999.

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Pepe Navarro, con su media sonrisa característica de presentador de televisión, primavera 2001.

Jesús Hermida, verano 2001.

Fietta Jarque y Carlos Jiménez, verano 2001. Dani Sarasola y Lourdes Ortiz, verano 2001.