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l La criminología p r uan ustos amírez 1 N CIMIENTO Del mismo modo que existe discusión en torno a los inicios de la sociología, otro tanto sucede en cuanto a la criminología, lo que pone de relieve una vez más las estrechas conexiones entre ambas y, sobre todo, el carácter de ciencia social de esta última. Los dos puntos de referencia de la controversia, en ambos casos, son el iluminismo y el positivismo. Como con razón señala Zeitlin p. 9) y admite Marsal p. 37 , el punto de partida de la teoría sociológica es el iluminismo. lo que predica Zeitlin respecto de este período tiene en verdad una validez general y es, por ello, también aplicable a un estudio so- bre los orígenes de la criminología: «Con mayor coherencia que cualquiera de sus predecesores, los pensadores del siglo XVIII comenzaron a estudiar la condición hu- mana de una manera metódica, aplicando conscientemente prin- cipios que ellos consideraban científicos al análisis del hombre, de su naturaleza y de la sociedad. Pero existen aún otros motivos para empezar con los pensadores del Humanismo: ellos conside- raron a la razón como la medida crítica de las instituciones so- ciales y de su adecuación a la naturaleza humana. El hombre, opinaban, es esencialmente racional, y su racionalidad puede lle- varlo a la libertad. También creían en la perfectibilidad del hom- bre. El hecho de ser infinitamente perfectible significaba que, cri- ticando y modificando las instituciones sociales, el hombre podía conquistar grados cada vez mayores de libertad; lo cual, a su vez, le permitiría realizar de manera creciente sus facultades creado- ras potenciales. Las instituciones existentes, en tanto continuaran siendo irracionales, y por ende estuvieran en desacuerdo con la naturaleza básica del hombre, inhibían y reprimían dichas facul- t a d e s ~p. 9). Así como a los sociólogos no les es posible olvidar a Rousseau ni a Montesquieu, un criminólogo no puede pasar por alto a Ho- ward ni, sobre todo, a Beccaria. es así como últimamente Tay- lor, Walton y Young reconocen que Beccaria es el primero en for- mular los principios de la criminología clásica p. 1); por lo de- más, su importancia en la criminología es reconocida entre otros

Bergalli - Capitulo 1

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  • l. La criminologa por Juan Bustos Ramrez

    1. NACIMIENTO Del mismo modo que existe discusin en torno a los inicios de

    la sociologa, otro tanto sucede en cuanto a la criminologa, lo que pone de relieve una vez ms las estrechas conexiones entre ambas y, sobre todo, el carcter de ciencia social de esta ltima. Los dos puntos de referencia de la controversia, en ambos casos, son el iluminismo y el positivismo.

    Como con razn seala Zeitlin (p. 9) y admite Marsal (p. 37), el punto de partida de la teora sociolgica es el iluminismo. Y lo que predica Zeitlin respecto de este perodo tiene en verdad una validez general y es, por ello, tambin aplicable a un estudio so- bre los orgenes de la criminologa:

    Con mayor coherencia que cualquiera de sus predecesores, los pensadores del siglo XVIII comenzaron a estudiar la condicin hu- mana de una manera metdica, aplicando conscientemente prin- cipios que ellos consideraban cientficos al anlisis del hombre, de su naturaleza y de la sociedad. Pero existen an otros motivos para empezar con los pensadores del Humanismo: ellos conside- raron a la razn como la medida crtica de las instituciones so- ciales y de su adecuacin a la naturaleza humana. El hombre, opinaban, es esencialmente racional, y su racionalidad puede lle- varlo a la libertad. Tambin crean en la perfectibilidad del hom- bre. El hecho de ser infinitamente perfectible significaba que, cri- ticando y modificando las instituciones sociales, el hombre poda conquistar grados cada vez mayores de libertad; lo cual, a su vez, le permitira realizar de manera creciente sus facultades creado- ras potenciales. Las instituciones existentes, en tanto continuaran siendo irracionales, y por ende estuvieran en desacuerdo con la naturaleza bsica del hombre, inhiban y repriman dichas facul- t ades~ (p. 9).

    As como a los socilogos no les es posible olvidar a Rousseau ni a Montesquieu, un criminlogo no puede pasar por alto a Ho- ward ni, sobre todo, a Beccaria. Y es as como ltimamente Tay- lor, Walton y Young reconocen que Beccaria es el primero en for- mular los principios de la criminologa clsica (p. 1); por lo de- ms, su importancia en la criminologa es reconocida entre otros

  • por Armand Mergen (p. 4), Len Radzinowicz (pp. 7 y SS.) y Gresham M. Sykes (pp. 8 y SS).

    Pero en el campo de la sociologa tambin se sita su comien- zo en el positivismo. As, el propio Marsal, a pesar de su afirma- cin anterior, expresa: creemos que es ms conveniente la solu- cin convencional de colocar el comienzo de la disciplina socio- lgica con la invencin del nombre por Comte (p. 40). Por su parte, en el mbito de la criminologa, muchos autores prefieren referir su inicio al siglo XIX, es decir, al perodo del positivis- mo criminolgico, y, para que el pararelo sea todava ms perfecto, es en ese lapso de tiempo, en 1879, cuando el antroplogo francs Topinard inventa el nombre de criminologa. Por eso Stephan Hunvitz afirma que el primer gran estudioso de criminologa sistemtica fue Csar Lombroso~ (p. 44), y Jean Pinatel sostiene que los tres fundadores de la criminologa han sido tres sabios italianos: Csar Lombroso (1835-1909) C . . . ] Enrico Ferri (1856-1929) C . . . ] Rafael Garfalo (1851-1934) C . . . ] (p. 5). Esta discusin sobre el punto de partida de la criminologa, al igual que sucede con el de la sociologa, no tiene un carcter meramente historicista, sino que apunta a una controversia ms profunda de carcter epistemolgico. Ello se aprecia con claridad al analizar las ca- ractersticas que se asignan al iluminismo y al positivismo.

    Francisco Marsal establece con mucha precisin los rasgos esenciales del pensamiento iluminista: crtico-negativo, racional- cientfico y utpico-prctico. Es un pensamiento crtico-negativo en cuanto que se opone al orden existente, la "Alianza del Trono y el Altar", y a la ideologa tradicional entonces dominanten (pp. 37-38). U[ ...] es un modo de pensar racional-cientfico. La novedad consiste no tanto en la generalizacin de un tipo de razones que haba venido avanzando desde Descartes, sino en agregarle la lgica cientfica presentada como inconmovible, con leyes naturales seguras como en la fsica newtoniana, a las que se llegara mediante la observacin y el experimento* (pp. 39-40). El ltimo par de caractersticas del pensamiento de la Ilustra- cin, aparentemente contradictorias, es su sentido utpico-prc- tico. La reflexin de los hombres de letras del siglo XVIII no tiene nada de utpica en el sentido de irrealzable. Todo lo contrario; su idealizacin del estado de naturaleza o de unas imaginadas Rusia o China, no tenan nada de erudito ni de ficticio [...], pues estaba construida como elemento de una praxis dirigida al derrumbamiento de los poderes tradicionales de su siglo* (p. 40).

    El positivismo se contrapone al pensamiento iluminista -aun- que no por ello deja de estar entroncado con l, ya que el desa- rrollo de las ideas parte siempre del estadio anterior- en tanto que despoja a ste de lo crtico-negativo, de lo utpico, y se queda exclusivamente con una filosofa racional, cientfica y prctica. Como ya sealara su autor ms preeminente, lo po- sitivo vendr a ser definitivamente inseparable de lo relativo,

  • como ya lo es de lo orgnico, lo preciso, lo cierto, lo til y lo realv (Comte, Seleccin ..., de Hubert, p. 79). En suma, lo que se quiere fundamentalmente significar es que lo positivo se con- trapone de manera radical a lo crtico del pensamiento anterior. Por eso tambin se centran aqu los principales ataques de Com- te: Para comprender mejor, sobre todo en nuestros das, la eficacia histrica de tal aparato filosfico, conviene reconocer que, por su naturaleza, slo es espontneamente capaz de una simple actividad crtica o disolvente, incluso mental, y, con ma- yor razn, social, sin que pueda nunca organizar nada que le sea propio (Discurso, p. 51). Lo que se recoge del pensamiento iluminista son fundamentalmente sus tendencias utilitarias, lo cual no hace sino ratificar la estructura social que inspira y pretende consolidar el positivismo. Su origen se encuentra en un orden social basado en la preeminencia de la burguesa, que ya haba dado sus primeros pasos firmes en el siglo XVIII y cuya sntesis ideolgica florece con el positivismo. Como muy certe- ramente seala Gouldner:
  • factores que los causan en cada caso. Por eso lo orgnico, 10 til y lo relativo aparecen como sus rasgos distintivos. Se trata de la armonizacin y coherencia del cuerpo social en su totalidad, ya no de criticar sino de organizar y, por eso mismo, de reducir todo anlisis a la bsqueda de aquello que es til para la conso- lidacin del Estado, desechando entonces cualquier otra disquisi- cin o crtica como irreal o metafsica. Con ello, lo real, que es igual a lo que existe, es lo nico que tiene valor pleno en s. De ah entonces que se rechace cualquier utopa, con la cual se plan- tean otros valores que no se agotan en el estado de cosas existente - e n lo real-; ahora bien, como la aprehensin de lo existente o real es un proceso lento y constante para el hombre, el conoci- miento positivista ser relativo, ya que no est regido por nin- gn absoluto a priori d i v i n o o utpico-, sino slo por el absoluto xistente o real, que siempre se va aprehendiendo-poco a poco y mediante la correccin de nuestros conocimientos anteriores en virtud de nuestros fallos en el proceso de aprehensin. Por eso el positivismo creer firmemente en el continuo, ya que siemure se dar un continuo avance en el desvelamiento de ese absoiuto que es la realidad existente, ese estado de cosas que te- nemos ante nosotros.

    En suma, quien conciba el mundo social como algo dado, ab- soluto y perfecto en cuanto tal, en que lo nico que cabe es slo su organizacin y armonizacin racional, es decir, eliminar el de- sorden o los fallos que en l se producen y que tienen su origen en nuestra defectuosa aprehensin de la realidad, pondr como origen de la sociologa y la criminologa al positivismo. Por el contrario, quien conciba el mundo social como algo sujeto a trans- formacin, en que no se trata simplemente de corregir los fallos de funcionamiento, sino de cambiar y replantearse sus estructu- ras, en otras palabras, quien asuma una postura crtica, pondr como punto de partida de la sociologa y la criminologa al ilu- minismo.

    Ahora bien, sin negar, por la trascendencia del tema, que la decisin fundamental sobre el origen de la criminologa, o bien de la sociologa, depende de la postura terica que se asuma fren- te al mundo social, como se ha reseado en el prrafo anterior, parece tambin claro que como ciencia la criminologa aparece con el positivismo. En 'efecto, desde un punto de vista metodo- Ibgico, el iluminismo se plante exclusivamente en el plano con- ceptual o filosfico; por eso, para contrastar o verificar sus afir- maciones, acudi al recurso de la utopa o de un aestado natu- r a l ~ . Es el positivismo, en cambio, el primero que completa la metodologa y da nacimiento con ello a una metodologa cient- fica, al posibilitar no slo una contrastacin o verificacin concep tual, sino tambin emprica. Con ello se da nacimiento a una ciencia que podr ser o mantenerse positiva, pero tambin supe- rar ese estadio y ser una ciencia crtica.

  • 2. CONCEPTO Y DZSCUSION SOBRE EL CONTENIDO Cada autor, evidentemente, da una definicin propia de la cri-

    minologa, pero todas ellas, por muy diferentes que aparezcan en su redaccin, se remontan a unos rasgos comunes, sea cual sea la postura terica adoptada por el autor.

    En el fondo se puede decir que esos rasgos comunes se cen- tran fundamentalmente en tres aspectos, en torno a los cuales se hace girar el resto de los elementos conceptuales: el hombre (el delincuente), la conducta social (delictiva) y la organizacin social concreta en que se dan.

    El positivismo hizo girar la criminologa exclusivamente en torno al hombre, tratando de distinguir entre un hombre anor- mal. y un hombre anormal o peligroso. Dentro de l, una tendencia plantea la criminologa como una actividad cientfica dirigida a la investigacin de las causas biolgicas, antropolgi- cas, psiquitricas y psicolgicas del delito. Entre sus sostenedores antiguos destaca Lombroso y en la actualidad Eysenck. La otra, si bien pone su acento en lo social, lo hace en tanto que oposi- cin entre sociedad y hombre delincuente, trata de caracterizar y sealar los factores sociales de la actividad criminal como for- ma de distinguir al normal del anormal, del peligroso social. Tambin es de antigua tradicin y con ilustres sostenedores en la historia de la criminologa, como Quetelet, Ferri y Hurwitz. Al respecto es muy representativa la definicin de Stephan Hurwitz de la criminologa como la rama de la ciencia criminal que ilustra los factores de la criminalidad por medio de la investiga- cin emprica (p. 17). Pero el problema con que topa el positi- vismo es que frente a la criminalidad surgen infinidad de causas o factores aislados, lo que en definitiva hace estril toda investi- gacin y, por otra parte, tampoco la simple suma de todas ellas sirve de explicacin. Resulta que entre delito y no delito y entre delincuente y no delincuente no existe una diferencia esencial sino simplemente relativa o circunstancial, en ltimo trmino slo de control. El aborto es delito en Espaa, pero no en Holanda. El auxilio al suicidio de un pariente anciano es delito en Espaa, pero no entre los esquimales. La bigamia es delito en el mundo cristiano occidental, pero no en el mundo del Islam. Hay, pues, un fallo estructural en todo el anlisis del positivismo. Por otra par- te, el mtodo emprico utilizado ha sido bsicamente el de la esta- dstica, pero sta no es suficiente para conocer la criminalidad real; hay siempre, pues, en la estadstica un espacio oculto que se ha denominado la cifra oscura. En otros trminos hay una cri- minalidad que aparece en las estadsticas oficiales y otra que sur- ge de las estadsticas de los diferentes rganos de control, pero ninguna de ellas coincide necesariamente con la real. Esto se ha podido observar con claridad en todos los pases, por ejemplo, respecto del aborto. De ah que siempre resulten dudosas las

  • llamadas de atencin sobre aumento de la criminalidad, pues con frecuencia no implican sino simplemente una mayor visibilidad de la criminalidad, esto es, una mayor revelacin de la cifra oscuia. Ms an, como ha destacado Ditton ltimamente, las va- riaciones se producen ms en la onda del control que en la cri- minalidad: es el control (por variacin en sus diferentes factores) el que vara y es ello lo que provoca la apariencia de un aumento o disminucin de la criminalidad (pp. 8 y SS.). Por otra parte, se da no slo un espacio oscuro respecto de las estadsticas, sino tambin uno mucho mayor no considerado a causa de fallos conceptuales estructurales y que podra cubrirse mediante la de- nominacin de cifra parda. Con ello hacemos referencia a una cri- minalidad ntimamente ligada a la sustentacin del sistema social mismo y por eso fundamentalmente de carcter econmico. Su- therland fue quien por primera vez puso la atencin sobre este punto con su concepto de delito de cuello blanco, que hoy se prefiere denominar adelito de los poderosos.

    El funcionalismo continuador moderno del positivismo, pone su acento en la conducta social delictiva o criminal propiamente tal, esto es, trata de definir el problema desde un punto de vista estrictamente social, dinmico y no esttico, y de ah que su con- cepto central sea el de desviacin, es decir, desviacin con rela- cin a una norma social. Por ello mismo se trata, antes de nada, de caracterizar la accin social: describirla y sealar su desa- rrollo. Una definicin fuertemente influida por este pensamiento es la de Lola Aniyar de Castro, para quien la criminologa es la actividad intelectual que estudia los procesos de creacin de las normas penales, y de las normas sociales que estn en relacin con la conducta desviada; los procesos de infraccin y de desvia- cin de esas normas; y la reaccin social, formalizada o no, que aquellas infracciones o desviaciones hayan provocado: su proceso de creacin, su forma y contenido, y sus efectosu (prr. 65). Cier- tamente el funcionalismo implica un avance sobre el positivis- mo, pues tiende a eliminar una concepcin naturalista y simple de causas o de factores en el origen de la criminalidad, y su in- tento es ms bien insertar la criminalidad dentro de un proceso global constituido por la accin social, la norma, el control, etc. De todos modos subsisten graves problemas en relacin con la determinacin del contenido de la criminologa. Uno de los con- ceptos centrales, como hemos visto, del anlisis funcionalista es el de desviacin. Ahora bien, por una parte este concepto vuelve a enfrentar nuevamente, como en el positivismo, a individuo y so- ciedad como dos trminos antagnicos y diferentes. Por otra parte, para explicarlo podra tambin recurrirse a un criterio etiolgico, con lo cual no se avanzara absolutamente nada res- pecto del positivismo y a ello podra contribuir cierta ambige- dad del concepto de funcin, que podra llegar a equipararse en gran medida al de causa. Cierto es tambin que ello puede evi-

  • tarse poniendo el acento, como en general hacen los funcionalis- tas, en la norma social. As, por ejemplo, ltimamente Werner Rther seala que comportamiento desviado es un comporta- miento que es definido como tal por el medio ambiente), (p. 61). El problema de tal definicin, como de otras semejantes, es agre- gar todava ms confusin. En primer lugar se da a la criminali- dad una amplitud excesiva, de modo que dentro de ella cabe cualquier tipo de disidencia o diferencia. Se trata, en el fondo, de legitimar un totalitarismo de consenso o bien un totalitarismo de la mayora (cf. Sola, pp. 122 y SS.). En segundo lugar, y con ello revelamos el punto crtico bsico, se da la imagen de que el proceso de norma social y su contrapartida de desviacin tiene un carcter neutral y abstracto. Con ello en realidad se encubre el hecho de que la desviacin surge mediante un proceso de asig- nacin que tiene su origen en los aparatos de control, y, en tal sentido, de modo primordial en el aparato estatal en tanto que rgano de control mximo. Cuando el Estado determina el cat- logo de bienes jurdicos, est al mismo tiempo fijando las conduc- tas desviadas (criminales); luego lo que interesa dilucidar en pri- mer trmino, desde un punto de vista criminolgico, no es la con- ducta desviada, sino el proceso de surgimiento de los objetos de proteccin (cf. Bustos-Hormazbal, p. 126; Sack, p. 244).

    Las dems posiciones tericas importantes para los efectos de fijar el contenido de la criminologa, como el interaccionismo sim- blico, la teora del conflicto y el marxismo, sea directa o indirec- tamente, consideran la criminalidad desde un punto de vista po- ltico. El interaccionisrno profundiza en el proceso de significa- cin que tiene la intercomunicacin entre los individuos y que lleva a la instancia social, destacando que los actos de comunica- cin no son de carcter unilineal, sino encadenados en forma re- cproca y con carcter continuo. Es ello lo que en el mbito cri- minolgico hace que los interaccionistas planteen el carcter cri- mingeno del proceso de control - e l labeling-; con esto nueva- mente se da importancia a los aspectos jurdicos -en tanto que instancia de control- en la criminalizacin y necesariamente se toca al mismo tiempo la esfera poltica. Pero el interaccionismo se mantiene exclusivamente en el plano del estudio concreto de los procesos interactivos -hace slo un anlisis microsocial-, lo cual implica no ponerlos necesariamente en relacin con el sistema en su totalidad y, por lo tanto, de este modo se elude un plantea- miento poltico directo y claro. Los autores de la teora del con- flicto, en cambio, saltan al anlisis macrosocial, pues para ellos el problema esencial reside en las relaciones de poder que se dan entre capital y trabajo, esto es, las posibilidades que se presentan dentro de esas relaciones para ejercer el poder o ser excluido de l. Se trata pues de un anlisis eminentemente poltico y no slo del simple enfrentamiento entre individuo y sociedad. Pero este anlisis macrosocial resulta demasiado abstracto, por una parte,

  • ya que no descience a la realidad concreta y, por otra parte, al re- ducir su mbito al plano industrial, abarca slo la masa disciplina- da y no la marginada - c o m o sera el caso de los parados-, todo lo cual conduce a que el fenmeno criminal propiamente tal quede en verdad sin consideracin. Los criminlogos marxistas utilizan la metodologa marxista para el anlisis de la criminalidad, si bien Marx dedic poco espacio especficamente a sta, salvo en siis artculos periodsticos de juventud. Tal anlisis lleva a una cr- tica del sistema como tal, en tanto que es el sistema capitalista mismo el que da origen a la criminalidad; pero ello no obsta para que al mismo tiempo se haga un anlisis de la situacin concreta y para ello la concepcin de la lucha de clases permite hacer diferentes cortes analticos dentro del sistema mismo, y es as como surgen los planteamientos de una justicia de clases o de un derecho de clases, sumamente fructferos para comprender los procesos de control y de la estigmatizacin criminal.

    En definitiva, pues, hay diversas formas de entender la crimi- nologa. De una forma estricta, como un puro problema individual; de una forma limitada, como un enfrentamiento entre individuo y sociedad, o de forma amplia, esto es, fundamentalmente como un problema poltico, como una definicin de vida social que se hace en una determinada organizacin social. Desde otro plantea- miento se puede decir que la criminologa se considera desde un punto de vista esttico o desde un punto de vista dinmico, esto es, poniendo el acento en el carcter de proceso social que re- viste la criminalidad. En otras palabras, el problema del conte- nido de la criminologa no est tanto en un aspecto formal de materias a comprender, como surge de la distincin que hace Kai- ser (p. 3) entre concepcin estricta (investigacin emprica del delito y de la personalidad del autor) y amplia (comprende el conocimiento emprico experiencia1 sobre las variaciones del con- cepto de delito (criminalizacin) y sobre la lucha contra el delito, los controles de los dems comportamientos sociales desviados, as como la investigacin de los mecanismos de control policial y judicial), sino en el objeto mismo de referencia y en el criterio con que se enfoca dicha referencia.

    Ciertamente, partir del delito como fenmeno poltico no ex- cluye estudiar los problemas de la conducta y su etiologa, pero ello subordinado a una consideracin y explicacin al mismo tiem- po global. Evidentemente un trabajo manual o de escritorio pro- vocan diferentes transformaciones en los hombres que se dedican a uno u otro, pero ello no significa que esas transformaciones o caractersticas sean la causa de que unos sean trabajadores ma- nuales y otros de escritorio -aunque con el tiempo se produzcan con ello limitaciones o estigmatizaciones sociales-; tal mtodo explicativo tiende a convertir lo que es en un deber ser, a inducir del ser una norma (dogma) natural o social. Como seala Sack, un modelo que parte de que un determinado comportamiento

  • conlleva la caracterstica de criminal o criminalidad, simplemente omite el hecho de que esta caracterstica slo surge sobre !a base de un proceso de definicin social (p. 240). A esta evoluciGn que ha sufrido la criminologa desde una concepcin esttica a una dinmica, de un criterio estricto a uno amplio, se refiere con mu- cha claridad y precisin Baratta:

    El salto cualitativo que separa la nueva de la vieja crimino- loga consiste, sobre todo, en la superacin del paradigma etiol- gico, que era el paradigma fundamental de una ciencia entendida, de modo naturalista, como teora de las causas de la crimina- lidad. La superacin de dicho paradigma conlleva la superacin de sus implicaciones ideolgicas: la concepcin de l a desvia- cin y de la criminalidad como realidad ontolgica preexistente a la reaccin social e institucional, as como la aceptacin acrtica de las definiciones legales, como principios de individualizacin de aquella pretendida realidad ontolgica; dos posiciones absoluta- mente contradictorias entre s (p. 44).

    Todo esto nos conduce a constatar las grandes dificultades que existen en la actualidad para dar una definicin de criminologa que no se reduzca a una simple definicin formal, sino que por el contrario se refiera justamente a lo que la criminologa es. El salto cualitativo provocado en ella la ha transformado completa- mente -la ha colocado con la cabeza sobre la tierra-, con lo cual se ha puesto en revisin no slo lo que es, sino necesariamente tambin su propia denominacin: jestamos ante la criminologa - e t apa del saber que nos interesa ya del pasado- o bien ante la controloga o la sociologa del derecho penal o, mejor an, de la opresin? A estas dificultades de tipo sustancial se agregan otras de tipo formal que provienen del hecho, como dice Schellhoss, de que la criminologa es un campo del saber que no dispone de las caractersticas de status de una disciplina [...] Lo que va uni- do al hecho de que no existe el status de un criminlogo. En el me- jor de los casos se desprende del status de jurista psiclogo, socilogo o mdico, esto es, 10s roles criminolgicos son -a me- nudo adems por un cierto plazo- segmentos de otros roles (p. 196). Toda la historia de la criminologa no hace sino consta- tar esta realidad y de ah tambin las dificultades para circuns- cribir su contenido. Partiendo de estos supuestos pensamos que no resulta oportuno dar una definicin sustancial de criminolo- gia, sino slo intentar precisar cul es hoy su contenido, que no sera otro que el estudio de la criminalidad y el control conside- rados como un solo proceso social surgido dentro de los meca- nismos de definicin polticos y jurdicos de una organizacin so- cial determinada.

  • 3. RELACIN DE LA CRIMINOLOGfA CUN EL DERECHO PENAL Y LA POLfTICA CRIMINAL 3.1. Relacin con el derecho penal

    sta se puede plantear como de dependencia absoluta o de autonoma, en mayor o menor grado. Como recalca Baratta, d a vieja criminologa estaba subordinada al derecho penal (p. 441, en el sentido de que era un dato no cuestionable desde el que se parta. El problema, pues, est en determinar cul es la naturaleza de la relacin, ya que sta resulta evidente, como sealan Cobo del Rosal y Vives Antn: El derecho penal y la criminologa aparecen as como dos disciplinas que tienden al mismo fin con medios diversos. El derecho penal a partir del estudio de las nor- mas jurdico-penales. La criminologa a partir del conocimiento de la realidad. La crtica de las normas en su aspecto ideal y la crtica de la realidad reglada por ellas son complementarias. In- necesario es decir que desde tales planteamientos no cabe hablar de una contraposicin entre saber criminolgico y saber normati- vo (p. 116, el subrayado es nuestro). Los autores precisan de ma- nera muy clara la autonoma de ambas disciplinas y al mismo tiempo su interdependencia recproca. El derecho penal no est en condiciones, como se pensaba antiguamente, de circunscribir el contenido de la criminologa, pues ello significara que la cri- minologa no podra, a pesar de que lo hace, estudiar una serie de mecanismos de control que en modo alguno son propiamente penales, ni tampoco estudiar una serie de procesos confluyentes a la criminalidad, que la norma penal no abarca; esto es, las cues- tiones referidas a la problemtica de la conducta desviada en general. Ms an, la criminologa en la actualidad se erige en un estudio crtico del propio derecho penal en cuanto forma de de- finicin y control de la criminalidad. En otras palabras, la rela- cin entre criminologa y derecho penal en modo alguno puede ser de subordinacin ( c f . Lola Aniyar, pp. 66 y SS.).

    Lo que s, en cambio, es importante dejar aclarado es que el derecho penal es supuesto indispensable de la criminologa. Sin de- recho penal no sera posible concebir la criminologa. sta sur- ge en razn de que, a travs de un mecanismo institucional y for- mal como es la norma penal, una organizacin social determinada fija objetos de proteccin y con ello determina qu es delito y quin es delincuente y al mismo tiempo una forma especial de reaccin social. Estos datos -no dogmticos, sino justamente su- jetos a revisin crtica- son el punto de partida indispensable para la criminologa, salvo que se quiera hacer un planteamiento criminolgico exclusivamente metafsico o meramente naturalis- ta. De ah que uno de los aspectos bsicos para el anlisis crimi- nolgico tendr que ser precisamente el proceso de fijacin de

  • esos objetos de proteccin, esto es, los llamados .bienes jurdi- cos en el derecho penal.

    3.2. Relacin c o n la poltica criminal La relacin entre ambas disciplinas resulta muy sencilla si se

    concibe la criminologa a la usanza antigua como una ciencia ex- clusivamente emprica. Difcil en cambio se tornan los trminos de la relacin si se concibe la criminologa como una ciencia cr- tica, ya que entonces ambas tienden a coincidir, en tanto que am- bas estudiaran la legislacin desde el punto de vista de los fines del Estado y, adems, haran la crtica de ellos para la refor- m a del derecho penal en general. La diferencia estribara en el he- cho de que la poltica criminal implica ms bien la estrategia a adoptar dentro del Estado respecto de la criminalidad y el control. En ese sentido la criminologa se convierte, respecto de la poltica criminal, ms bien en una ciencia de referencia, en base material para configurar dicha estrategia.

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