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Berias, Marcelo - Comisión Trilateral

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La Comisión TrilateralMarcelo BeriasFicha técnica sobre el texto de Luis Capilla “La Comisión Trilateral. El gobierno del mundo en la sombra”.

Introducción: ¿Trilateral? ¿Y qué es eso?

Podríamos responder la pregunta de manera sencilla y académica:

La Comisión Trilateral es una organización internacional privada fundada en 1973 por iniciativa de David Rockefeller, que aglutina a personalidades destacadas de la economía y los negocios de las tres zonas principales de la economía capitalista: Norteamérica, Europa y Asia-Pacífico (...) Precisamente la inclusión de miembros de Japón es la principal diferencia con el Club de Bilderberg (...) esta comisión se congrega periódicamente, manteniendo (…) reuniones en las que se reúnen proporcionalmente miembros de las tres áreas geográficas, combinando políticos, empresarios y personalidades académicas (...) la importancia de sus miembros le genera numerosas críticas que alimentan la conocida “teoría de la conspiración”1.

Sin embargo, una breve recorrida por el texto de Capilla nos mostrará que las cosas no son tan sencillas como parecen.

Pensemos un poco…

Si de cien decisiones fundamentales para la vida de los pueblos, sólo treinta y cinco se toman dentro de las fronteras de cada Estado, quiere decir que la mayor cantidad de decisiones se toman en ámbitos internacionales. Hoy en día no existen más que restos de capitalismo, porque la nueva realidad es el “neo-capitalismo” y el sujeto de esa realidad son las empresas multinacionales, expresión característica de la lógica necesariamente global, mundial, de la dinámica económica de nuestro tiempo.

Lo primero que se necesita, es tener mentalidad universal y ese es, justamente, el prisma de la Comisión Trilateral. Algún integrante de la misma formuló el siguiente razonamiento: “el mundo se divide en tres categorías de gentes: un muy pequeño número que hace que los acontecimientos se produzcan; un grupo un poco más numeroso que vigila su ejecución y que observa para que se cumplan y, finalmente, una amplia mayoría que no sabrá jamás lo que sucedió en la realidad”. Pero, ¿quiénes manejan realmente el mercado?

Fundamentalmente “inversores institucionales” constituidos por grandes bancos, instituciones financieras, multinacionales, compañías de seguros, fondos de pensiones, fortunas personales o familiares desorbitadas, etc. Se estima que hay en el mundo entre 2.000 y 3.000 agentes institucionales que son independientes y operan regularmente, pero sólo unos 30 actúan como líderes; son los que arrastran el mercado.

El banquero mundial, David Rockefeller es muy claro al decir que los estados, los pueblos, los gobiernos y las economías de todas las naciones deben servir a los intereses de bancos multinacionales y a las corporaciones. Siguiendo esta lógica, desde principios de los ’80, la burbuja especulativa financiera no ha dejado de aumentar, apartándose de la economía real. El resultado es una economía internacional peligrosamente inestable, con endeudamiento masivo y la perdida de control de los gobiernos sobre sus propias economías. “Esta todo puesto sobre la mesa -dice Rockefeller- no hay nada que esconder”.

En el libro “La Comisión Trilateral y la planificación de la Élite para la administración Mundial”, de Holly Sklar, escrito bajo dirección de Rockefeller, éste no esconde el hecho que su red de organizaciones, bancos y corporaciones o el accionar de los gobiernos están al antojo de su influencia financiera. Los dueños y gerentes de las corporaciones trilaterales globales, según el libro declara, ven al mundo entero como su fábrica, granja o patio de recreo. La historia, dice Rockefeller, muestra que cada uno de los eficientes sistemas internacionales,

1 De Wikipedia, la enciclopedia libre, en http://es.wikipedia.org.

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requieren un custodio (...) Al mismo tiempo, declara que hay otras organizaciones que ayudan la causa para el gobierno mundial, organizaciones de las cuales él o su familia son cofundadores: el Grupo Bilderberg y el Consejo de Relaciones Exteriores, dos notables ejemplos de organizaciones dirigidas por Rockefeller para el gobierno mundial.2

Antecedentes: Al término de la 1ª Guerra Mundial tres nuevos ingredientes comienzan a dar forma a una nueva realidad: en Europa continental, una aguda efervescencia socio-política; en Rusia, la victoria de la revolución bolchevique; y en el mundo capitalista en general, el desplazamiento del comando imperialista hacia Estados Unidos, con el fin de la fase inglesa.

Estas condiciones sugerían la creación de un cuerpo colectivo que fuera capaz de dirigir lo que hoy en día se suele llamar crisis management3 y propiciaban la oportunidad para que los mentores capitalistas del creciente proceso de concentracionismo, ya con fuerte tendencia supranacional, sintieran necesidad de reunirse más orgánicamente y planear las cosas en conjunto, en un esfuerzo de unificar estrechamente sus contactos internacionales, con el objeto de proteger interese mutuos.

En 1921 surgió en Nueva York el Council on Foreing Relations (Concejo de Relaciones Exteriores), cuya fachada ideológica es la de mantener en alto los dogmas liberales, afirmando que se trata de un simple consejo privado, de ciudadanos privados y sin línea partidaria. Presentándose como una institución educativa para el intercambio de ideas e información, es el capital privado de los grandes monopolios quién financia sus reuniones, publicaciones y su red de contactos.

A pesar de su fachada, el poder oficial y, por ende, público del Consejo de Relaciones Exteriores fue determinante en la política norteamericana desde 1921 hasta la fecha, influenciando no sólo á política exterior sino también la legislación interna de EE.UU.

Si bien desde 1925 se encuentra bajo la protección de los Rockefeller, en el Consejo ha habido nombres que pertenecen o pertenecieron al Departamento de Estado, a la prensa, bancos, sindicatos, compañías petroleras, embajadores, la Reserva Federal, la CIA, el Pentágono… En la actualidad está integrado por 1400 miembros, de los cuales un pequeño grupo ostenta el poder decisorio. Los demás representan la caja de resonancia en todos los ámbitos políticos, sociales y económicos.

Ante este panorama, se impone preguntarnos por qué, si los ejes del poder económico del imperialismo norteamericano ya disponían de un instrumento político tan eficiente y tan controlado, se hicieron necesarios otros frentes y otros clubes…

En 1954 nace el Club de Bilderberg. Brota de las entrañas del Concejo de Relaciones Exteriores, que se da cuenta de una doble necesidad: la de tener una instancia extra oficial y privada para responder al nuevo contexto de creciente transnacionalización de las grandes corporaciones, y la de contar en ella con una representación europea calificada.

La conferencia original tuvo lugar en el Hotel de Bilderberg, el 29 y 30 de mayo de 1954. (…) El encuentro fue propiciado por el emigrante judío/polaco y consejero político Joseph Retinger, (…) que propuso una conferencia internacional en la cual los líderes de opinión de países europeos y de los Estados Unidos trabajaran juntos (…) con el objetivo de promover el entendimiento entre culturas.4

Lo cierto es que el club ensancha la zona de operaciones del Consejo, abarcando el mundo norteamericano y europeo. El grupo es conocido (desconocido más bien) por su carácter extremadamente hermético y secretista. Jamás publica informes y no mantiene ningún tipo de publicaciones hacia fuera. Nació como un club privado de los hombres más poderosos del mundo financiero internacional y de los políticos más conservadores; algunos analistas lo describen como

2 Dauben, Joey: artículo en The Ellis County Press, http://www.joeydauben.com.3 Crisis de gestión o crisis de administración.4 Entrevista a la periodista Cristina Martín, autora del libro El club Bilderberg, los amos del mundo, en http://actualidad.terra.es/

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el club de los hombres más ricos, poderosos e influyentes del mundo occidental, que se reúnen secretamente para planificar acontecimientos que más tarde, simplemente, aparecen como sucedidos.

Pero aún no alcanza. Con el capitalismo desarrollándose y convirtiéndose en neo-capitalismo, las grandes empresas, los grandes trusts y monopolios, el boom de las comunicaciones, de la información, de las tecnologías de vanguardia iban a transformar el mundo: el eje de la economía y política mundial no iba a ser sólo el marco europeo-anglosajón. Ahí estaban las multinacionales, asentadas en tres puntales: Europa, EE. UU. y Japón. Es necesario ampliar el círculo: nace la Trilateral…

La crisis del petróleo en los ’70 fue utilizada para resolver los problemas de las relaciones atlánticas. La distribución y el mercado del petróleo permanecieron bajo el control efectivo de las sociedades multinacionales de energía con base en los Estados Unidos, mientras las enormes ganancias de las petroleras árabes alimentaban a instituciones económicas que trabajaban para lograr un mundo abierto a la penetración económica y el control político norteamericano. Según Henry Kissinger (ex Secretario de Estado norteamericano) los EE. UU., “tienen responsabilidades e intereses globales mientras que sus aliados (…) sólo tienen intereses regionales, y las sociedades multinacionales son el más importante mecanismo de inserción económica de EE. UU. en la economía global” 5.

La Comisión Trilateral fue fundada en el año 1973 por David Rockefeller, presidente del Chase Manhatthan Bank. Su ideólogo principal es Zbigniew Brzezinski. Si bien resulta ocioso buscar chivos expiatorios, dado que la realidad económica, social y política, juntamente con la cultural, es muy complicada, creo que la mejor definición que se ha dado de la Trilateral es la que la define como el gobierno del mundo en la sombra.

La Comisión Trilateral es una asociación privada que pretende colaborar a un mejor entendimiento en todos los niveles, como base para un orden global más justo y equitativo, con especial preocupación por la defensa de los principios democráticos y pluralistas y los derechos humanos.6

A pesar de los ‘loables’ objetivos enunciados, la creación de la Trilateral es un intento sistemático para reformular las relaciones de poder en el sistema capitalista-neocapitalista mundial, cierra el círculo de poder junto al Consejo de Relaciones Exteriores y el Club de Bilderberg.

Entre los más conspicuos representantes de la “pata política” de estas instituciones se destacan dos ex secretarios de Estado norteamericanos, Brzezinski y Kissinger, considerados “eminencias grises” de la Casa Blanca, que llegan al gobierno después de haber estudiado en la universidad de Harvard. Sin embargo, el banquero David Rockefeller es el personaje clave de las tres instituciones. Controla un imperio financiero de unos quinientos mil millones de dólares.

La mayoría de las personas tienen una idea simplista de los bancos, que se concreta en la toma de dinero pagando un interés y el préstamo de ese dinero cobrando un interés mayor. Pero el verdadero punto fuerte de estas grandes instituciones financieras lo forman sus equipos de expertos en campos bastante alejados de la propia banca: economistas, por cierto, pero también sociólogos, lingüistas, expertos en ciencias políticas, ingenieros, periodistas, abogados, físicos, antropólogos, psicólogos, matemáticos, agrónomos, urbanista, en fin, personas con una completa formación teórica y practica. Los grandes bancos son “conglomerados de talento”, y Rockefeller tiene lo mejor a su disposición. Como hombre situado en la cúspide de la pirámide, está en posición de obtener al momento exacto información sobre cualquier rincón de la tierra; no sólo sabe que está ocurriendo, sino también lo que más probabilidades tiene de ocurrir.

Todos estos datos se comprenden mejor en el contexto del neo-capitalismo, versión mejorada de la fase imperialista del capitalismo. Un sencillo esquema global nos resume sus herramientas:

* Instrumento productivo: las multinacionales;* Instrumento financiero: el FMI, el Banco Mundial, etc.

5 Citado en Noam Chomsky, La clave de bóveda del sistema americano, S/D.6 Diario El País, España, 22/04/1979, agencia EFE.

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* Instrumento ideológico: el CRE., el Club de Bildelberg, la Trilateral;

Analicemos brevemente los instrumentos productivos. El motor de las multinacionales es explotar racionalmente las desigualdades que hay en el mundo, incluidas las humanas, para su exclusivo beneficio.

El desarrollo de las mismas será tanto mas rápido cuanto mayor sea la liberalización. Un mundo sin barreras aduaneras, sin trabas a las inversiones es el campo ideal para universalizar la producción y lograr la división internacional del trabajo. Los Estados y los gobiernos se sienten inermes ante estos monstruos, cuyo campo de acción es el mundo entero.

El informe Ribicoff, de 1973, señala que las empresas multinacionales tienen una influencia determinante en la crisis del sistema monetario y pueden contrarrestar todas las medidas que los Estados se vean inducidos a adoptar en materia económica y financiera pues detentan una parte muy importante de los capitales flotantes. Explica todas las técnicas de estas firmas para prevenir los riesgos de cambio, en particular, el uso habitual de “leads and lags”7 para acelerar los pagos desde los países de moneda débil hacia los de moneda fuerte y retrasar las transferencias en sentido inverso. Esta claro que el neo-capitalismo no basa su filosofía en la filosofía de mercado; las multinacionales, lo primero que hacen, es destruirlo. El “leitmotiv” de estos gigantes corporativos es la abolición de las fronteras y el gobierno mundial único; con frecuencia añaden que ese mundo seria ideológicamente neutral.

Las empresas multinacionales tratan de imponer un clima cultural internacional con sus propios valores: la liberación del mundo debe permitir que se uniformen los comportamientos, los hábitos de consumo y de pensamiento, todo ello facilitado por el aporreamiento publicitario que llevan adelante sus portavoces. La ampliación de los mercados permite el desarrollo de las firmas multinacionales. Estas van a utilizar todas las técnicas de lavado de cerebro para aquellos que aún están enfebrecidos por resabios nacionalistas; se supone que darán lugar a una toma de conciencia nueva. A pesar de que estamos ante el pretendido ocaso de las ideologías, las grandes corporaciones multinacionales tienen que defender y extender la suya. El instrumento es la Trilateral.

La Trilateral:¿Qué es? ¿Cómo se gestan sus trabajos? ¿Cuál es su alcance?

“Se trata de una institución típicamente transnacional, categoría que mejor expresa la resurrección de la sociedad civil en el mundo internacional dominado por los Estados. Se autodefine como un grupo no gubernamental de debate político, compuesto por algo más de trescientos notables norteamericanos, japoneses y de Europa Occidental (…) sin responsabilidad directa en la gestión gubernamental, pero más o menos vinculados a la cosa pública. La finalidad (…) es fomentar el mutuo entendimiento entre las tres áreas (…) mediante el análisis de sus problemas comunes y la elaboración de propuestas para abordarlos, resolverlos o, más frecuentemente, conllevarlos”8

Sin duda las tres áreas señaladas, por diferentes que sean, responden a una homogeneidad en lo fundamental: son los principales centros de la ciencia, la técnica, la economía y la cultura mundiales; están vinculadas por importantes alianzas políticas y militares (OTAN, Tratado de Seguridad EE. UU. / Japón) y son modernas sociedades democráticas industriales.

Ideología de la Trilateral9:

Más arriba, hablábamos de conglomerados de talento, que darán lugar a una nueva clase de personal técnico muy especializado y, poco a poco, conformarán un nuevo manejo y nueva

7 Toman préstamos en los mercados de baja tasa de interés y los vuelven a prestar en mercados con tasas superiores.8 Herrero de Miñon, S/D.9 Seguimos el estudio de M. Casalla El proyecto moral de la era tecnotrónica y su filosofía de poder mundial, en Revista de Filosofía Latinoamericana.

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concepción del poder. Al mismo tiempo, quedaba claro que dichos técnicos poco tenían que ver con los intereses y las formas tradicionales imperantes en las sociedades capitalistas, y que cuando éstos lograsen lugares de decisión política, se advertirían cambios sustanciales y propios de sociedades postindustriales.

Estas predicciones se cumplirían con el acceso de la administración Carter/Brzezinski al gobierno de EEUU. Más que un triunfo del partido Demócrata se lo considera un triunfo de la Trilateral, marcando el comienzo de la declinación de los partidos políticos tradicionales como forma de expresión de los intereses sociales en pugna.

Entre todo el staff de teóricos de la nueva derecha que llega al gobierno con Carter, se destaca Zbigniew Brzezinski, autor de una obra fundamental para el sustento ideológico de la Trilateral: La Era Tecnotrónica10. Es el asesor de política exterior y verdadero “cerebro gris” del gabinete.

Brzezinski continúa la línea de pensamiento de Daniel Bell acerca del ocaso de las ideologías, pero profundiza sus apreciaciones y saca consecuencias más radicales y más directamente políticas.

Al fenómeno que Bell bautizó sociedad post-industrial, Brzezinski prefiere denominarla era tecnotrónica, porque ese neologismo (asociación de ‘tecnología’ y ‘electrónica’) “transmite de modo más directo la naturaleza de los impulsos principales que favorecen el cambio de nuestra época”.

La sociedad tecnotrónica es una fase avanzada de la hasta ahora llamada sociedad postindustrial, en la que el impacto de la ciencia y la tecnología sobre el hombre y su sociedad, especialmente en los países más avanzados del mundo, se está convirtiendo en la principal fuente del cambio contemporáneo. De esta manera, se estructura:

“una sociedad configurada en lo cultural, lo psicológico, lo social y lo económico por la influencia de la tecnología y la electrónica, particularmente en el área de las computadoras y las comunicaciones (…) el proceso industrial ya no es determinante del cambio social (…) en la sociedad tecnotrónica el conocimiento científico y técnico no sólo aumenta la capacidad de producción sino que (la) rebasa rápidamente para influir de modo directo en casi todos los aspectos de la vida (…)”11.

La era tecnotrónica es el reino del cálculo y de las comunicaciones. Sin embargo, Brzezinski está lejos de caer en un materialismo tecnicista; para él (y aquí el optimismo de esta nueva derecha) el uso de esas técnicas “subraya la importancia social de la inteligencia humana y la pertinencia inmediata del estudio”, al mismo tiempo que aumenta la necesidad de “integrar el cambio social” (otro aprendizaje básico de la nueva derecha sobre el desprecio y la insensibilidad de la derecha tradicional).

“Por ello la ciencia acrecienta la pertenencia de valores en lugar de reducirla, pero exige que se enuncien en términos que trasciendan las ideologías más burdas de la era industrial…” (ET, pág. 34)

Ya se ven aquí desplegadas tres o cuatro ideas básicas del pensamiento de Brzezinski y, por tanto, de toda esta nueva derecha.

1º- Lo científico y lo tecnológica dan y darán la tónica central del proceso civilizatorio.

2º- Lo anterior no debe ser entendido bajo la forma de una deshumanización ni de una insensibilidad social (porque se respeta y se requiere la inteligencia humana y porque es más necesario que nunca “integrar el cambio social”)

3º- El reino de lo tecnotrónico marca el fin de las ideologías y muy especialmente de las ideologías de la era industrial (¿capitalismo y marxismo clásico?).

4º- Dicho proceso no conculca la necesidad de valores sino que los reclama de nuevo cuño.

10 Libro que citaremos con sus iniciales ET.11 Brzezinski Z.: La Era Tecnotrónica (BetweenTwo Ages), Buenos Aires: Paidós, 1979, págs 33 y 34.

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Como vemos, se parte del mismo diagnostico-reconocimiento que hace la nueva izquierda de fines de los sesenta pero se extraen conclusiones totalmente opuestas.

Contrastes entre la sociedad industrial y la tecnotrónica.

El pensamiento de Brzezinski identifica en la revolución tecnotrónica, tres equivalentes de las grandes inventos del siglo XV que posibilitaron las otras grandes revoluciones (comercial, francesa e industrial).

Donde las otras ubicaron la invención de la brújula náutica y el perfeccionamiento de la navegación a vela, la revolución tecnotrónica instaló “el salto al espacio”, que exige una capacidad acelerada de calculo que no está al alcance del cerebro humano.

Como equivalente de la vieja pólvora, la moderna física nuclear.

Y en el lugar de la imprenta, la televisión junto con las comunicaciones instantáneas de largo alcance.

Es así que el advenimiento de esta era tecnotrónica se apoya en la existencia de tres descubrimientos básicos: la carrera espacial, la física nuclear y la televisión, junto a las evoluciones en la industria electrónica que llevo a un aceleramiento brutal de la rapidez en las comunicaciones.

Por tanto, supone una sociedad global que ya es capaz de trascender los límites de su planeta, que posee una nueva y revolucionaria fuente de energía y poder (la nuclear) y puede comunicarse instantáneamente a larga distancia.

Todo esto se comprende mejor si presentamos los grandes contrastes que Brzezinski establece entre la sociedad industrial y la tecnotrónica.

Sociedad Industrial Sociedad Tecnotrónica

La forma de producción se desplaza de la agricultura a la industria y la maquina reemplaza al empleo del músculo humano y animal.

La mano de obra se traslada a los servicios y la automatización y la cibernética reemplazan a los individuos que manejaban las máquinas.

Los problemas eran la ocupación y la desocupación, la urbanización y asegurar un bienestar mínimo a los asalariados.

Los problemas son la obsolescencia de las especialidades, la seguridad, el ocio y la participación en las ganancias. Se le suma la desorientación e inseguridad de los trabajadores de clase media-baja.

El objetivo era el acceso a la educación desterrando el analfabetismo, para luego impartir preparación técnica.

Como la educación es universal, tiene importancia la selección cualitativa y descubrir las técnicas más eficaces para explotar racionalmente el talento social

El liderazgo social pasa de la tradicional aristocracia rural a la élite urbana.

El liderazgo político ejercido por individuos con aptitudes especiales y talento intelectual enfrenta al predomi-nio plutocrático. El conocimiento se convierte en instrumento de poder.

La universidad es una torre de marfil distanciada del entorno.

La universidad se convierte en un centro intelectual comprometido y fuente de planificaciones políticas e innovaciones sociales.

Proliferación de las ideologías como forma de respuesta a los problemas sociales. Pensamiento conceptual afín con las ideologías y estático.

Privilegio de las comunicaciones audiovisuales. Prioridad de la lógica matemática y del razonamiento sistemático.

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El problema de la participación política es lo esencial. Lucha por la igualdad política de los sexos.

La alienación política se convierte en un problema. Lucha por la igualdad sexual de las mujeres.

Personalización del poder económico. Despersonalización del poder económi- co. Aumento de la fusión con el poder político.

Acumulación de bienes y riqueza personal como forma de realización social.

El imperativo moral se desplaza hacia la aplicación de la ciencia a fines humanos y la calidad de vida

Para completar esta sucinta enumeración, en la sociedad industrial los sindicatos y los partidos políticos organizaban a las masas que acababan de adquirir derechos civiles y las unifican en torno a programas relativamente simples y más o menos ideológicos, mientras en la sociedad tecnotrónica la tendencia parece orientarse hacia la aglutinación del apoyo individual de millones de ciudadanos desorganizados que caen fácilmente bajo la influencia de personalidades carismáticas y atractivas que explotan eficazmente las últimas técnicas de comunicación para manejar emociones y controlar la razón.

De los contrastes que enumeramos, entre la sociedad industrial y la tecnotrónica, pueden extraerse los problemas que detectó la nueva derecha para los cuales ha ensayado y ensaya diferentes respuestas:

1º- El reemplazo de los individuos, por la cibernética y la automatización, en el manejo de las maquinas.

2º- La inseguridad psicológica de los trabajadores manuales de la clase baja por encontrar un lugar en la nueva sociedad.

3º- Redefinición de la educación, del conocimiento y del papel de las universidades.

4º- Nuevas formas de liderazgo político.

5º- Sustitución de las ideologías por otra forma de razonamiento y comunicación de los problemas.

6º- Alienación política por parte de grandes sectores sociales y lucha por la igualdad sexual de las mujeres.

7º- Grandes masas de ciudadanos desorganizados que son fácilmente influenciados por ideas carismáticas.

8º- Despersonalización del poder político-económico y correlativo sentimiento de impotencia individual.

9º- Determinación de fines humanos para la ciencia y el uso de la naturaleza.

En síntesis, la nueva derecha advierte que tiene ante sí tres grandes problemas: el rescate del rol individual merced a su redefinición, el problema del liderazgo y la construcción de un pensamiento más allá de las ideologías. Todo ello en medio de lo que Brzezinski llama la paradoja de nuestra época: esa mezcla explosiva de unificación (por medio de las comunicaciones) y de fragmentación (por la disolución de las lealtades institucional e ideológicas consagradas).

El ideal de la “comunidad estable” y la ciudad global.

Luego de describir el modelo general de la nueva era tecnotrónica por la que atraviesa la humanidad y establecidas en grandes líneas las dificultades por las que una sociedad así atraviesa, corresponde que nos aboquemos al tipo de soluciones que propone la nueva derecha.

Dado que se trata de un proyecto mundial es necesario presentar un breve diagnostico de la realidad política internacional. Lo primero a destacar es lo que Brzezinski denomina acertadamente la paradoja de nuestra época.

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“La paradoja de nuestra época consiste en que la humanidad está pasando, simultáneamente, por un proceso de mayor unificación y de mayor fragmentación. El tiempo y el espacio están tan comprimidos que la política global se encamina hacia formas más bastas y entrelazadas de cooperación, así como a la disolución de las lealtades institucionales e ideo- lógicas consagradas… En estas circunstancias, la contigüidad, en lugar de promover unidad, genera tensiones estimuladas por un nuevo sentimiento de congestión global” (ET, pág 25)

Lo paradójico de la era tecnotrónica es que la unificación científico- tecnológica del mundo no va acompañada de su unificación moral sino, por el contrario, de una creciente soledad y enfrentamiento entre las partes de aquel todo (comunidad política internacional). El anhelo de la nueva derecha es pasar de la contigüidad científico-tecnológica a la contigüidad moral, generando la comunidad estable; por supuesto que sin revisar los fundamentos éticos de fondo que subyacen en la denominada civilización tecnotrónica, sino realizando los ajustes necesarios para que el proyecto pueda llegar a realizarse sin inconvenientes.

Lo que acontece es el advenimiento de un nuevo “tipo de política internacional”, que los teóricos definen como el paso de una era clásica de a política internacional a otra de proceso político global. En la primera los armamentos, la economía y la ideología tenían esencialmente envergadura nacional; ahora, todo adquiere dimensiones de globalidad. Al mismo tiempo, en este nuevo juego político internacional, no juegan sólo los estados (aunque formalmente así parezca), sino las grandes corporaciones internacionales, las multinacionales de tipo ideológico, económico o religioso y los organismos formales de este mismo carácter (OEA, ONU, etc.)

Una tercera característica de este nuevo orden es la aparición de técnicas más policiales que militares para resolver los problemas de la ciudad global. Los problemas se toleran mientras su escala internacional se detenga debajo de la amenaza de los grandes intereses.

Los métodos que se utilizan para enfrentar a los conflictos internacionales empiezan a parecerse mucho a los que se utilizan para enfrentar a los disturbios urbanos… (ET, pág. 28)

Solo que ahora la ciudad es el orbe, y la finalidad última es mantener el equilibrio al menor costo y con la mayor utilidad. Brzezinski dice al respecto que el gran problema de la ciudad global es que se relajan los sentimientos de lealtad a la nación y se hace necesario encontrar alguna forma de equilibrio. La nueva derecha advierte con lucidez que la sensación de pertenencia a una patria (estado-nación) es lo que da cohesión básica a una comunidad; disuelto lo nacional, su gran problema es asegurar la lealtad a lo internacional, a esta neutra ciudad global, que no es de nadie y al mismo tiempo es de todos.

Sumado a esta problemática, es obvio que esta “era tecnotrónica” y los beneficios de la ciencia y la técnica no se dan de la misma forma y con la misma intensidad en todos los sectores de la ciudad global.

Brzezinski afirma que “el tercer mundo es víctima de la revolución tecnotrónica” (ET pág. 71) y que ve en ello un peligroso factor de desequilibrio que puede llegar a poner en tela de juicio la salud del sistema, por lo que el grave problema a resolver es el de los ghettos globales dentro de la ciudad global. La nueva derecha no acepta sin más la hipótesis de control militar de esos ghettos y plantea que

“… en un mundo electrónicamente intercomunicado, el subdesarrollo absoluto o relativo será intolerable, (…) en especial cuando los países más avanzados empiecen a superar la era industrial en la que los países menos desarrollados todavía tienen que ingresar…” (ET, pág 71)

El gran peligro del caso es que la resignación pasiva deje paso a estallidos activos de ira espontánea y en esto “el pronóstico general no es muy optimista”. Más aún, señala Brzezinski que aunque se cumplan los vaticinios más optimistas,

“… sigue en pie el hecho de que, por mucho que se mejoren en algunos sentidos las condiciones materiales de vida del Tercer Mundo, estas mejoras no podrán marchar a la par de los factores que alimentan el cambio psicológico…” (ET, pág 75)

En síntesis, los hombres del Tercer Mundo, como verán cada día más querrán cada día más, cuestión que entra en conflicto con lo que la ciudad global está dispuesta a entregarles. No nos parece que el capitalismo tenga un proyecto que sirva para resolver este problema.

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“… y es incompleto intentar resolver el problema recurriendo tan sólo a la asistencia económica de origen internacional; se trata de un remedio parcial para una condición que tiene profundas raíces psicológicas además de materiales…” (ET, pág. 86).

Según la nueva derecha, así como es menester encontrar esa nueva mística por lo internacional (en reemplazo de las disueltas lealtades nacionales), resulta también necesario que los ghettos globales recuperen su confianza en la ciudad global y aprendan a esperar el turno de su propio desarrollo.

Estados Unidos, Conejillo de Indias.

Brzezinski considera a su país como el principal propagador global de la revolución tecnotrónica, aunque no se le escapa su carácter ambivalente: a pesar de buscar la estabilidad y el orden internacional “promueve inconscientemente la inestabilidad, la impaciencia, la frustración”, situación que “fue aprovechada por el comunismo”, que capitalizó “errores y frustraciones nacidas de la influencia que Estados Unidos ejerce sobre el resto del mundo”.

Pero esto último puede ser superado, dice Brzezinski, revisando crítica y creativamente la estructura de funcionamiento (nacional e internacional) de los Estados Unidos. Sin embargo, cree que es indudable el papel de líder que los EE.UU. están llamados a ejercer en el nuevo orden tecnotrónico. Como fundamento aporta cuatro notas decisivas:

a) es el país que aporta más fondo para ello;

b) es el pueblo con mayor acceso a la educación;

c) ejerce un “magnetismo profesional” sobre las élites científicas del mundo;

d) el 65% de las comunicaciones mundiales tienen su origen en ese país.

En función del liderazgo científico-tecnológico de EE.UU., Brzezinski deduce el seguro papel de líder en el mundo tecnotrónico. Sin embargo, el problema no resulta fácil ni la solución mecánica, e implica hondos desafíos y transformaciones al propio coloso norteamericano. Basado en sus fuertes convicciones, propone en los ’70 al pueblo norteamericano llevar a cabo un “gran diálogo nacional” para ajustar a los Estados Unidos y eliminar el componente ambiguo de su papel de vanguardia en el nuevo orden que contribuye a fundar. Y dicho ajuste es imprescindible porque:

“Ya no es posible una discrepancia profunda entre la conducta exterior de una sociedad democrática y sus normas interiores (…) una nación interesada en la justicia social y la adaptación tecnológica no puede dejar de adoptar la misma actitud comprometida en el ámbito internacional” (ET, pág 387)

Es precisamente a raíz de estos ajustes que Brzezinski (y con él los jóvenes de la nueva derecha) propone para la sociedad norteamericana, donde quedan en claro algunos de los ideales civilizatorios de esta era tecnotrónica. Lo hace bajo el sugestivo titulo de pluralismo participatorio. La moderna sociedad tecnotrónica se estructuraría a través de cuatro estímulos fundamentales: la planificación, la descentralización, la armonización progresiva de lo público con lo privado y la cogestión como nueva forma de la propiedad. Todo ello daría el marco y los fundamentos para una democracia participatoria –a nivel político- y para un humanismo racional –a nivel de pensamiento-.

El “pluralismo participatorio”.

Curioso titulo el adoptado por Brzezinski. Por un lado, con el sustantivo pluralismo deja en claro su desconfianza a los autoritarismos de viejo cuño (fuente permanente de resentimientos y de inestabilidad); por el otro, apelando al adjetivo participatorio, muestra su anhelo de consenso como freno a las clásicas rebeliones contra las élites encaramadas en el poder.

La nueva derecha plantea un régimen de creciente y ordenada participación, reservando para otra élite democrática, la conducción del pluralismo y la fijación de las reglas de juego. Se acabó la época del garrote y comienza la de los derechos humanos…

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La primera necesidad básica de de este pluralismo participatorio es la planificación, fruto también de la creciente organización tecnotrónica de la sociedad.

“… la sociedad moderna necesitará cada vez más planificación. El manejo deliberado del futuro norteamericano se expandirá y el planificador se convertirá eventualmente en el principal legislador y manipulador social, desplazando al jurista”. (ET, pág. 393)

La segunda es la descentralización del poder del estado, que Brzezinski califica como una “necesidad urgente del proceso demográfico” y espera que “estimule la afluencia de personal más idóneo y una mayor participación en la toma de decisiones.

El tercer estimulo consiste en atenuar las divisiones tajantes entre instituciones públicas y privadas, necesidad que se combina muy bien con la anterior y tiende a redefinir críticamente la idea clásica de estado-nación.

Por último, tenemos otra redefinición básica: la del problema de la propiedad. En esto Brzezinski aspira a ponerse más allá del comunismo y del tradicional capitalismo norteamericano. Habla de

“… una cogestión que implica no sólo la participación en las ganancia sino también, cada vez más, la intervención en la toma de decisiones…” (ET, pág 395)

En síntesis, otra manera de lograr consenso por participación para minimizar la posibilidad de estallido social (el gran enemigo de la estabilidad buscada).

Pero, bien mirado, estas cuatro características del orden tecnotrónico podrían reducirse solo a dos: planificación y reducción creciente del estado nacional en la organización y control de la vida social. Y esto último es clave ya que ensambla perfectamente con el diagnostico de declive de los estados nacionales que la nueva derecha incorpora como componente privilegiado en su carta de situación. Se razona así: ya que las nacionalidades están perimidas como unidad política de la ciudad global, los estados no pueden ser más el motor y control de la vida social.

Lo primero crea el reino de lo multinacional; lo segundo establece un nuevo conductor: los intereses particulares (que por pluralismo participativo representaran lo común).

La democracia sin partidos políticos.

Sobre el pluralismo participatorio se apoya un nuevo orden político: la democracia participatoria. Hábilmente, la nueva derecha y Brzezinski reconocen que

“… se trata de lo mismo que algunos miembros de la Nueva Izquierda postularon a fines de la década de 1960”. (ET, pág. 387)

Solo que con otros contenidos y otros métodos, como señala nuestro autor:

“Irónicamente es probable que esta democracia participatoria se materialice mediante una simbiosis progresista entre las instituciones de la sociedad y el gobierno y no mediante los remedios que propugna la nueva izquierda: la expropiación económica y la revolución política, dos panaceas netamente anacrónicas de la era industrial”. (ET, pág. 397).

De sus conceptos se desprende que en esta democracia participatoria estarán también totalmente obsoletos los partidos políticos. En su lugar irán apareciendo los “intereses organizados locales, regionales, urbanos, profesionales y de otros tipos” que se convertirán en “el pivote de la acción política”, y se formaran “coaliciones nacionales cambiantes sobre una base ad hoc, en torno a problemas específicos de trascendencia nacional”. Se generará así una democracia sin partidos políticos, en la que el lugar de aquellos será ocupado por los interese organizados. Esto es perfectamente amalgamable con declarar perimidas las nacionalidades y con la lenta desaparición de Estado en función de las grandes corporaciones privadas.

Todo se acopla inmejorablemente: suplantar las naciones por las multinacionales, los Estados por las corporaciones privadas y los partidos políticos por los intereses organizados. El objeto último es la ciudad global, sin nacionalidades ni patrias, sin estados y sin partidos políticos de tipo ideológico, todo ello recubierto de las mejores declaraciones: fomento de la cooperación, incentivo

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de la actividad personal, cese de las polémicas estériles y toda la serie de argumentos que se escucha en estos casos.

La nueva filosofía: “el Humanismo Racional”.

Como remate, una propuesta filosófica (aunque en este contexto el término filosofía pertenecería al ideológico ámbito de lo perimido). Brzezinski la denomina humanismo racional y deposita en ella un optimismo generoso:

“El empuje tecnológico y la riqueza económica de los Estados Unidos permitirá expandir el sentido del concepto de la libertad e igualdad, pasando de lo formal y exterior a las órbitas personal e interior de la existencia social del hombre (…) al subrayar más liberadamente estos aspectos cualitativos de la vida, Estados Unidos podría eludir la amenaza de despersonalización inherente a la mecanización auto-generadora pero filosóficamente neutra del ambiente y podría construir un marco social para la síntesis de las dimensiones exterior e interior del hombre” (ET, pág 404).

En síntesis, este humanismo racional sería el resultado del progreso tecnotrónico en el área de lo material y, a la vez, estaría llamado a matizar dicho materialismo introduciendo en el proyecto su contenido espiritual y la necesaria complementación entre lo exterior y lo interior.

Brzezinski lo define como “el producto del violento conflicto entre el personalismo irracional de los humanistas y la racionalidad impersonal de los modernizadores”, ambos componentes ideológicos activos en la tradición intelectual y política norteamericana. Alejado del uno y del otro, el humanismo racionalista propugnado sería una combinación armónica de razón y emoción, tanto como de libertad y organización planificada.

Con esta somera caracterización del humanismo racionalista, Brzezinski finaliza la descripción de los componentes claves de la nueva sociedad tecnotrónica. Sumariamente podrán ser representados así:

Nivel social Democracia participatoriaNivel intelectual Pluralismo participatorioNivel político Humanismo racional

Y con estos tres elementos, necesitados de afianzarse en los ajustes de la nueva sociedad norteamericana, podemos abordar el corolario de su sistema: la comunidad internacional estable basada en la gestión del conjunto de naciones desarrolladas.

Una comunidad estable de naciones desarrolladas.

Ya en ese momento, Brzezinski considera que

“… una postura fundada sobre consideraciones ideológicas (…) ya es anacrónica (...) las esferas de influencias tradicionales son cada vez menos viables (…) el determinismo económico en relación a los países menos desarrollados (…) no suministra una base sólida para la política (...) la maquinaria diplomática norteamericana (…) pretecnotrónica ya es arcaica y debe ser modernizada”. (ET, págs. 426 y 427)

Asimismo, su pensamiento frente a América Latina es innovador, puesto que considera que la relación “especial" entre está y los EE.UU. esta condenada a decaer, ya que los nacionalismos latinoamericanos se volverán cada vez más hostiles si los Estados Unidos no modifican su postura. (Debemos conceder que estas predicciones se vienen cumpliendo desde su formulación a principios de la década de 1970).

Frente a tal panorama, en el último capítulo de la Era Tecnotrónica esta la propuesta para remediar tantos males y restricciones, que se circunscribe a

“… la construcción y fortalecimiento de la comunidad estable de naciones desarrolladas” (ET, pág 442).

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Concretamente, Brzezinski habla del esfuerzo para forjar “una comunidad de naciones desarrolladas” que abarque a los estados atlánticos, los estados comunistas más avanzados y el Asia-Pacífico. Si bien los pilares visibles más importantes, en una primera etapa, serán los EE.UU., la Europa Occidental y el Japón, luego se podrán ir sumando aliados tácticos y estratégicos aunque, sutilmente, advierte que no sería prudente crear de forma prematura, demasiados lazos de integración.

Se pensaba, por aquel entonces, en formar al principio sólo un consejo consultivo de alto nivel para la cooperación internacional, que congregaría regularmente a los jefes de gobierno del mundo desarrollado para discutir problemas comunes…

Aquellos deseos y sugerencias de comienzo de la década de los setenta, han cobrado forma.

No se trata de los jefes de gobierno de los países desarrollados integrados en un consejo estable, sino de algo diferente, quizás más estratégico: la Comisión Trilateral, que reúne a los banqueros, las grandes multinacionales y los centros de estudios e investigación privados. Vio la luz pública en Tokio, en 1973; su convocante fue David Rockefeller y su primer presidente Zbigniew Brzezinski.

El poder detrás del trono

Esta corporación económica, cultural y política ha pasado a ocupar un lugar de privilegio dentro de las elucubraciones de la opinión pública a nivel global; si bien es mucho lo que se sabe de este organismo, mucho es también lo que se ignora de sus objetivos últimos. Ciertamente que las decisiones de esta organización no se airean y su impacto mediático es muy discreto, pero en absoluto se la puede tildar de cuasi clandestina.

Para algunos, la Comisión Trilateral es una especie de factor mágico que, desde un segundo plano, mueve todos los hilos de la política internacional contemporánea; en cambio, otros han tendido a restarle influencia y a considerarla una poderosa agrupación de banqueros, pero con una muy relativa influencia en el orden político y militar.

Nosotros estamos con los que creen que, efectivamente, su influencia ha sido tan determinante que está bien acuñado el término de “gobierno del mundo en la sombra”; no basta con que se nos diga, como si fuera una consigna, que es un “club de relaciones”, que también lo es, pero al más alto nivel mundial…

El 23 de octubre de 1973, doscientos invitados se encontraron en Tokio de forma reservada. La iniciativa le correspondió a David Rockefeller y entre los asistentes se encontraban representantes de las firmas Coca-Cola, Bank of América, Texas Instruments, Bendys-Caterpillar, Banquè de París et de Pays Bas, Edmond de Rostchild, Fiat, etc. y de multinacionales japonesas.

Aunque sus intereses económicos inmediatos fueran competitivos y hasta antagónicos, aquellos hombres de negocios estaban de acuerdo en dos puntos políticos fundamentales: en primer lugar, lo que ellos denominaban “decadencia de los estados-nacionales” como unidad política para el manejo de las relaciones internacionales; en segundo lugar, la caducidad del “imperialismo militar” de viejo cuño como forma de protección de sus intereses en los países donde operaban.

Para los fundadores de la Trilateral, se imponían entonces dos cosas: a) la propuesta de una política mundial global –como superación de las políticas nacionales perimidas-, y b) la adopción de un programa atrayente al mundo subdesarrollado, el que, unido a la distinción entre los desarrollados, asegurara la paz mucho más que un batallón de marines.

No está mal, como buenas intenciones de las cuales está empedrado el camino al infierno, pero… al mismo tiempo se deja muy en claro que son las empresas multinacionales la nueva unidad del poder mundial que reemplazarían en un futuro próximo a los estados nacionales.

“Los bancos internacionales y las corporaciones multinacionales deciden, actúan y planifican en términos que llevan mucha ventaja a los conceptos políticos del Estado-Nación”12

12 A. Bauler, director del Consejo de Relaciones Exteriores. Tokio, 1973.

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Puesto en claro la formulación teórica del proyecto tecnotrónico y expuesto su soporte político (la Comisión Trilateral), nos corresponde adelantar algunas reservas, aunque de carácter provisional:

1) Lo primero que observamos es que se trata de una formulación teórica-práctica pensada desde/para el mundo altamente desarrollado y tecnificado y que no contempla las necesidades y aspiraciones genuinas de los pueblos rezagados de la historia. En dicho modelo tecnotrónico, estas últimas naciones están condenadas a un segundo papel y la brecha que las separa de las primeras es siempre creciente.

2) Se maneja el criterio de estabilidad como si fuera un valor en sí mismo, sin contemplar las necesidades básicas de igualdad, justicia y libertad. La estabilidad pregonada en el modelo tiene mucho en común con la paz de los sepulcros y beneficia casi unilateralmente a la comunidad de naciones altamente desarrolladas.

3) En todas las formulaciones campea una suerte de optimismo tecnológico faltando una valoración más profunda del fenómeno de la ciencia y de la técnica. Se atiende, fundamentalmente, a su impacto civilizatorio en el orden fáctico y estadístico.

4) Que la idea del pluralismo participatorio basada en la gestión de los intereses organizados contiene elementos totalitarios y sumamente peligro-sos para el desenvolvimiento de una sociedad en paz y en justicia.

5) Que la explicitación de ese humanismo racional que fundamentaría en el plano especulativo el andamiaje político del pluralismo participatorio, resulta una enumeración muy superficial de caracteres filosóficos. Hasta donde se ve, una mezcla y reincidencia de tendencias ideológicas que se pretende superar.

6) Finalmente, que la supuesta obsolescencia del estado-nación –que podría ser discutible- y su reemplazo por grandes corporaciones de intereses multinacionales no es un fenómeno histórico natural, sino impulsado por las necesidades de esa sociedad internacional de naciones desarrolladas en su lucha y expansión por los mercados.

Mal que nos pese, no se le puede negar claridad a los planteamientos ideológicos de la Trilateral. Aunque claro está, esta mercancía averiada no puede más que introducirse detrás de las grandilocuentes palabras de paz, cooperación internacional, progreso científico-tecnológico, etc.

Ya en su primer texto programático, que data de 1975, se expresa claramente el compacto cuerpo de doctrina que la sustenta. El estudio se titula “La crisis de la democracia”, se abre con una introducción de Brzezinski y contiene tres informes referidos a las tres zonas que abarca la Trilateral: Europa, Norteamérica y Japón.

A modo de referencia, realizaremos un punteo por dos de ellos: el informe realizado por Crozier, un eminente sociólogo francés, que corresponde a Europa y el elaborado por Samuel Huntington, uno de los “duros” de la Trilateral, correspondiente al área Norteamérica. El informe restante, que corresponde a Japón, pertenece a Joji Watanuki, profesor de sociología y becario de la Fundación Rockefeller.

En su informe, Crozier tiene una visión muy pesimista sobre Europa, fundada en lo que denomina “la ingobernabilidad de las democracias europeas”. Señala como grave problema que Europa es un lugar donde la disciplina social no es tan respetada como en Japón, y en donde no se han desarrollado formas más indirectas de control social como en los EE.UU.

Identifica al exceso de ideologismo como uno de los síntomas de la ingobernabilidad europea y califica de extravagancias a las creencias de cada ciudadano, pontificando que “la democracia es demasiado absoluta”. ¡Es mejor la democracia… pero con un poquito de dictadura!

El informe Crozier plantea una de las obsesiones de la Trilateral: convertir al mundo en una aldea sin fronteras económicas, en la que las multinacionales funcionen bajo el estricto control del mercado, en un nuevo laissez faire… Por eso, a los estados nacionales se les critica como entidades anticuadas e inservibles. Tomemos nota:

“… la ideología es un arma para la acción, y en el continente europeo continua siendo el instrumento más eficaz de que se dispone para la movilización popular. Cuando la ideología

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declina, declina también la capacidad de los sindicatos para lograr sus propósitos (…) se debilita su capacidad de movilizar sus militantes, y de ejercer una autentica presión sobre el sistema”13

Otro problema que aborda el informe Crozier es la incapacidad que han mostrado las instituciones tradicionales. Según él, la Iglesia, la educación y el ejército son las entidades más contaminadas a partir de la crisis de 1968. La crisis de la educación es muy clara: se discute la autoridad del profesor, que en la mayoría de los casos no ocultaba más que la transmisión de la ideología dominante. Las universidades europeas son, para la Trilateral, verdaderos centros desequilibradotes.

Y, naturalmente, la crisis no ha aparecido en la organización económica…

Más adelante, el informe afirma que “la ingobernabilidad de nuestras sociedades es un fracaso cultural (…) Europa es la zona más conflictiva y vulnerable de la Trilateral, porque la fuerza y el centralismo de su tradición intelectual dificultan la creación de nuevos modelos”

La última parte del informe penetra una faceta difícil de olvidar, ya que la información genera poder: las comunicaciones de masas.

La vulnerabilidad del mundo cultural y su importancia para el conjunto de la sociedad –dice Crozier-, existen a causa del papel central que ese mundo representa en los dos subsistemas básicos de las sociedades modernas: la educación y los medios de comunicación.

Los medios de comunicación de masas no sufren una crisis tan grave como la educación. Ello se debe al mayor control que se ejerce sobre ellos por los responsables del sistema, ya que conocen que “la influencia de los medios de comunicación en la política y en la gobernabilidad” es mucho más directa que la educación; tienen, de hecho, un papel muy decisivo en los presentes cambios que experimenta occidente.

El informe Huntington, hace alusiones encubiertas a la necesidad de una administración común de la gran región capitalista, para neutralizar el bloque socialista y al tercer mundo, pero siempre bajo la dirección suprema de los EE.UU. El informe parte de los “excesos” de la democracia y de la necesidad de corregirlos:

“El funcionamiento efectivo de un sistema político democrático requiere generalmente medidas de apatía y no compromiso por parte de algunos individuos o grupos”

Los tres grandes peligros son el poder de los medios de comunicación, la movilización de los sectores marginales y la influencia “detestable” de los intelectuales.

Cree Huntington que la libertad de prensa, pilar fundamentales de las democracias liberales junto a la libertad de empresa, debe controlarse dado el abuso que de ella se ha cometido… pues del mismo modo que las leyes antitrusts sancionaban los abusos de libertad de empresa, es necesario que las sociedades se doten de medidas de control frente a los mass-medias.

Una de las preocupaciones parta que la democracia liberal encuentre su orientación hacia la nueva democracia, que también se llama democracia viable, democracia restringida o democracia gobernable, está en el control de los medios de comunicación de masas, ya que si bien “hay necesidad de asegurar a la prensa su derecho de imprimir sin restricciones previas”, hay necesidad de “asegurarle al gobierno el derecho y la posibilidad de retener la información de sus fuentes”.

Para ello, Huntington apela a la autorregulación de la prensa.

Los editores responsables reconocen que (…) los consejos de autocensura (…) son deseables y la creación de esos consejos independientes puede ser un gran paso para asegurar la existencia de una prensa libre y responsable.

Más adelante, asevera que en el pasado cada sociedad democrática ha tenido una población marginal (de mayor o menor tamaño), que no participaba activamente en política, factor que en sí mismo es anti-democrático, pero que ha posibilitado un funcionamiento efectivo de la democracia.

13 Informe Crozier. 1975.

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Ahora, una menor marginalidad de algunos grupos, tiene que ser sustituida por una mayor restricción de parte de todos los grupos.

Es decir, la democracia liberal sólo ha funcionado porque no cumplió de modo universal, y, para que funcione, hay que transformarla en nueva democracia, lo que significa una mini-democracia, su abolición como democracia…

A modo de resumen de los informes, podemos decir que en el curso de los últimos años el funcionamiento de la democracia parece haber provocado un desmoronamiento de los medios clásicos de control social, una deslegitimación de la autoridad política y una sobrecarga de exigencias a los gobiernos. De igual modo que existen unos límites potencialmente deseables de crecimiento económico, también hay unos límites deseables de extensión democrática. Y una extensión indefinida de la democracia no es deseable. Un desafío importante ha sido lanzado por ciertos intelectuales y por grupos próximos a ellos, que afirman su disgusto por la corrupción, el materialismo y la ineficacia del sistema, al mismo tiempo que ponen de manifiesto la subordinación de los gobiernos democráticos al capitalismo monopólico. Los contestatarios que manifiestan su desagrado ante la sumisión de los gobiernos democráticos al capitalismo monopolístico constituyen hoy un serio peligro. Se hace preciso reservar al gobierno el derecho y la posibilidad de retener toda información en su fuente.

La Trilateral se vio así entre dos fuegos. Por un lado, la democracia liberal que se hace ingobernable y cuya gobernabilidad hay que recuperar y, por el otro, las dictaduras militares, los nuevos autoritarismos en nombre de la seguridad nacional, que contienen los gérmenes de lo que será la nueva democracia. Es decir, “democracia restringida”, viable, gobernable, que surge a partir de la ideología trilateralista, donde la organización del Estado-Nación esta supeditada a la noción de interdependencia, que en el fondo, no es más que otro nombre para designar la acumulación de capital a escala mundial.

Así, declarada la interdependencia como prioridad absoluta, se declara la propiedad del capital y la competencia entre capitales como el único valor absoluto, y se relativizan, en consecuencia, todos los derechos humanos. Pero esto no es obstáculo para que aparezca la campaña a favor de esos derechos humanos. El nombre que desde la Trilateral inventan para esta nueva situación es el de humanismo planetario.

¿Qué hay detrás de esta ideología tan abstracta? Una realidad concreta…

Los países de la Trilateral, que representan el 10% de la población mundial, acaparan el 80% de los recursos del planeta. La comisión le adjudica al conjunto de países trilateralistas las decisiones sobre la economía mundial, ya que EE.UU. sólo no es capaz de ejercer tal monopolio y responder a los intereses del neo-capitalismo multinacional.

Sin embargo, no se trata de un simple ejercicio del poder económico de estas naciones trilateralistas. Se trata de asegurar la interdependencia y no el interés de éstas como Estado-Nación. Para la Trilateral los Estados-Nación solamente son lugares geográficos en los que se concentra el poder económico y deben conformarse con una posición subsidiaria, ya que los conglomerados multinacionales están por encima de lo geográfico.

“No se puede y no se debe impedir la intervención nacional –ella es inevitable en nombre de una sociedad más justa-, pero a través de acuerdos internacionales y acciones comunes tendría que ser llevada de una manera se conserven las ventajas de la interdependencia”

La autonomía nacional deja de ser compatible con la interdependencia y esto implica la renuncia a las políticas de pleno empleo, que fueron una característica de las décadas anteriores a 1980. La fase actual de la división internacional del trabajo y la consiguiente acumulación de capital tiene la consecuencia de hacer imposible la política tradicional (keynesiana) de pleno empleo o, lo que es lo mismo, hay que someter los intereses nacionales a las corporaciones multinacionales y la determinación de la política monetaria y fiscal en el plano internacional. El Fondo Monetario Internacional (FMI) es un antecedente convincente de lo que significa el sometimiento de los Estado-Nación a la interdependencia.

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“La comisión Trilateral espera que, como feliz resultado de la Conferencia, todos los gobiernos participantes pondrán las necesidades de interdependencia por encima de los mezquinos intereses nacionales o regionales.14

El Estado-Nación se transforma en representante de los intereses de los poderes económicos en su propio país y su tarea, más que fomentar el desarrollo, tiene que dedicarse a estabilizar a la sociedad, que a consecuencia del subdesarrollo es sumamente inestable y cambia su rol al de estado-gendarme, cuya misión es eminentemente represiva.

“Aliviar la pobreza es tanto una exigencia de los principios éticos básicos como del simple interés propio (…) a largo plazo, es improbable un mundo ordenado (…) (con) gran afluencia de riquezas en una parte que coexiste con una pobreza abrumadora en otra…”

Pero la verdad es que Occidente no conoce otra ética que la del interés propio… los movimientos que propugnan una ética diferente son considerados como subversivos. Conjugar la máxima interdependencia con un mínimo de justicia social es la tarea de los ideólogos de la Trilateral.

“Los problemas de la paz, de la ecología y de la interdependencia imponen demandas operativas desde ahora a la política contemporánea (…) y el fracaso provocaría costos inmediatos”.

Por lo que se ve, no consideran la alta mortalidad, la desnutrición, el hambre, la desesperación resultante del desempleo como costos inmediatos. Quizás por ello, Rockefeller impulso y capitaneo la campaña mundial de control de natalidad, especialmente en el Tercer Mundo, como medio de impedir la revolución en esos países. Y para justificar semejante despropósito, sostienen que “hasta con esfuerzos inmediatos y enérgicos llevara mucho tiempo alcanzar éxitos a escala amplia”.

“No es posible eliminar la pobreza en el mundo de un solo golpe... No tenemos los recursos humanos para eliminar la pobreza dentro del futuro inmediatamente previsible; pero podemos contribuir a ello en un periodo de tiempo más largo…”

Estructura

“Con esta estructura, que se estira gradualmente para dar paso a nuevos socios, muy controladamente, la Trilateral domina al mundo”.15

Los hombres que eligió David Rockefeller, asesorado por Brzezinski, se buscaron en cuatro campos específicos. En primer lugar, entre los verdaderos poderes fácticos del mundo, es decir, entre los intereses financieros multinacionales y empresarios poderosos. Son los que constituyen la mayoría.

Otro grupo social con fuerte presencia en la Trilateral son personas del campo de la política y de la administración, naturalmente en altos cargos, con poder de decisión o en capacidad de influir a quienes deciden.

En tercer lugar, utilizando la terminología gramsciana, los intelectuales orgánicos del neo-capitalismo. Profesionales o ideólogos capaces de legitimar sistemas dotándolos de argumentos ofensivos y defensivos. Aquí juegan un papel muy importante los directores de periódicos y los periodistas, que tanto influyen en la formación de la opinión pública.

Por último, se eligieron personas con contactos con el mundo laboral, dirigentes sindicalistas convencidos de la necesidad del pacto que reforme el sistema pero refuerce su racionalidad.

Dos organismos dan vida a la Trilateral. El pleno de todos sus miembros, que se reúnen cada dos años y el Comité Ejecutivo, que es el órgano rector entre pleno y pleno y toma las decisiones y estrategias que afectan a la racionalidad del sistema.

Estrategias…

14 Comunicado del Comité Directivo de la Trilateral a raíz de la cumbre de 1975.15 Joaquín Estefanía, periodista español, en Contra el pensamiento único (1998).

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De los cinco rasgos esenciales que definen al imperialismo, según Lenin, la Trilateral refrenda principalmente el que dice “constitución de asociaciones monopolista internacionales de los capitalistas, que se reparten el mundo.

Desde su comienzo, la Comisión ha reunido representantes de las más importantes multinacionales, que representaban casi el 60% del producto bruto mundial. Aunque lo nieguen, eso significa un sindicato mundial del capital transnacional y, por tanto, la más alta concentración del poder económico (y consecuentemente del poder cultural, de información, militar y político, etc.) que se ha conocido jamás en la historia de la humanidad.

Sencillamente, si el imperialismo fue una fase superior del capitalismo, hoy el transnacionalismo es una fase superior del imperialismo. Que, como toda fase superior, se genera y va implícita en la precedente, necesita de la precedente, pero la cambia, la supera, la perfecciona. El dominio mundial del capitalismo-imperialismo-transnacional significa la superación del capitalismo-imperialismo-nacional anterior.

La nación-imperio se va convirtiendo en cosa del pasado, que se mantiene sólo en cuanto instrumento político militar convertido en administrativo-policial. El nuevo capitalismo (neo-capitalismo) aparece ya químicamente puro, sin necesidad de su encubrimiento nacional anterior. Lo que importa ahora es un orden económico mundial, no la aventura imperial de un país o la expansión del capitalismo con el sello nacional. Comienza la declinación de las metrópolis como espacios geográficos concretos, para inaugurarse el imperio de metrópolis capitalistas puras, inconcretables geográficamente. Para las transnacionales el mundo entero es un mapa sin fronteras, en donde sitúan sus factorías según un estricto criterio ed beneficio, sin atención alguna a factores patrióticos o sentimentales.

Al máximo beneficio se somete todo: condiciones laborales, seguridad, suministro de productos primarios, la legislación fiscal, etc. Se está produciendo una nueva división internacional del trabajo. Nos acercamos a una especie de archipiélago mundial, en donde habrá unas pequeñas islas de desarrollo –movibles y variables- en un gran océano de atraso.

El nuevo sistema sigue precisando de las grandes metrópolis anteriores (en especial los EE.UU.) como instrumentos de policía para mantener su nuevo orden mundial, pero ya no necesita que se apoye en una filosofía de potencia y expansión nacional. El nacionalismo es peligroso…

El objetivo más importante es hacer del mundo un lugar seguro para la interdependencia, protegiendo los beneficios que esta da a cada país contra las amenazas internas y externas, que surgirán constantemente de aquellos dispuestos a pagar un precio por lograr un mayor grado de autonomía nacional (…) El público y los dirigentes de la mayoría de los países continúan viviendo mentalmente en un universo que no existe –un mundo de naciones separadas- y tienen grandes dificultades para pensar en términos de perspectivas globales e interdependencia.16

De aquí, que las grandes transnacionales (aun las surgidas del proceso capitalista norteamericano) acaben desnacionalizándose, instalando sus sedes en pequeños países que no pueden ni remotamente controlarlas y a los que ellas si pueden controlar. Este tipo de despliegue, presenta problemas comunes a todas las transnacionales, que enfrentan a obstáculos similares. Corresponde pues, a la lógica del sistema la búsqueda de una coordinación para encontrar una estrategia igualmente común.

Desde la Trilateral se pretende solventar las diferencias y establecer unas líneas de acción común que aglutinen a las grandes empresas frente al mundo desarrollado, frente al mundo socialista y frente a los países dependientes (Tercer Mundo).

Por eso su estrategia pasa por:

a) El control de los propios países dominantes y la progresiva desintegración de los Estados nacionales.

b) La penetración de los países socialistas.

c) El control de las presiones de liberación y cambio en los países del Tercer Mundo, lo que pasa por:

16 La reforma de las instituciones internacionales. Comisión Trilateral, 1977.

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La eliminación de la presión demográfica y La desviación de la presión revolucionaria

En cuanto al primer punto, el objetivo es el pleno control de los soportes metropolitanos, comenzando por los EE.UU., que puede llegar a “provocar la desintegración del mundo occidental con sus decisiones de política económica. Por ello, la Trilateral enfrentó las políticas nacionalistas y proteccionistas del presidente Nixón en los Estados Unidos y toma como enemigo principal a la fuerzas centrifugas del nacionalismo. Las funciones del Estado se circunscriben a ejercer un poder de policía al servicio de los beneficios de las grandes corporaciones.

En segundo lugar, diremos que a un tosco anticomunismo le ha sucedido la más suave política de derechos humanos. Hay una política de contención militar, pero de paralela penetración económica. En el país socialista que la acepta, la compañía transnacional se convierte en trans-ideológica. Además, en esos países la disciplina laboral es inmejorable y el beneficio es estable.

Del último punto, debemos acotar que resulta lógico que en los países del Tercer Mundo haya una inmensa zona sin definir, capaz de inclinarse hacia formulas de fuerte nacionalismo, de independización o, incluso, dar un giro económico socialista. El antídoto contra el nacionalismo es la imposición de una política neoliberal, de una economía progresivamente sin fronteras, de la desaparición del Estado en materia económica, de la creciente privatización de los entes públicos. El antídoto contra la revolución socialista no es ya la represión, sino la reforma controlada. El verdadero peligro viene de la presión demográfica, que conlleva por un lado la presión del “número” y por otro la originada por las condiciones de injusticia social que suelen agravar la forma autoritaria de gobierno. Por ello, hoy el progresismo tiene como notas de identidad el antinatalismo y la libertad y generalización del aborto.

Por último, las dictaduras, sean de derecha o de izquierda, no suelen solucionar los problemas ni acabar con el malestar; sólo lo mantienen en silencio, los aplazan. La Trilateral decide sustituir las dictaduras (donde sea posible) por una democracia política, pero saltando de una forma autoritaria a situación formal; lo importante es que permanezca intacto el sistema económico precedente, pero sin conflictos sindicales ni objetivos transformadores del sistema.

Selección del original, notas y redacción del artículo:Marcelo Berias

Ediciones Nueva Esperanza Política Educativa / UNLZ. 2008

Página Oficial: http://www.trilateral.org/

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