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CAPíTULO IX io POSCOlONIAl y lO POSMODERNO La cuestión de la agencia Para algunos de nosotros el principio del indeterminismo es fa que hace imaginable la conciencialibredel hombre. }ACQUE.S DERRIDA "My chances"f"Mes cbances'" LA SUPERVIVENCIA DE LA CULTURA La crítica poscolonial da testimonio de las fuerzas desiguales y despare- jas de la representación cultural implicadas en la disputa por la autoridad política y social dentro del orden del mundo moderno. Las perspectivas poscoloniales emergen del testimonio colonial de países del Tercer Mundo y de los discursos de las "minorías" dentro de las divisiones geopolíticas de Este y Oeste, Norte y Sur. Intervienen en esos discursos ideológicos de la modernidad que intentan dar una "normalidad" hegemónica al desarro- llo desigual y las historias diferenciales, a menudo desventajosas, de nacio- nes, razas, comunidades, pueblos. Formulan sus revisiones críticas alrede- dor de temas de diferencia cultural, autoridad social y discriminación política para poder revelar los momentos antagónicos y ambivalentes den- tro de las "racionalizaciones" de la modernidad. Indinando a jürgen Ha- bermas para utilizado en función de nuestros propósitos, podríamos argu- mentar también que el proyecto poscolonial, en el nivel teórico más general, busca explorar esas patologías sociales ("pérdida de sentido, con- diciones de anornia") que ya no se limitan a "amontonarse alrededor de antagonismos de clase, [sino que] irrumpen entre contingencias históricas ampliamente diseminadas". 2 Estas contingencias suelen ser los fundamentos de la necesidad históri- ca para elaborar estrategias emancipatorias de adquisición de poder lempowermentl, poniendo en escena otros antagonismos sociales. Para re- constituir el discurso de la diferencia cultural se requiere no un mero cam- bio ele contenidos y símbolos culturales; un rcemolaxc dentro del mismo

Bhabbha La Supervivencia de La Cultura (1)

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  • CAPTULO IX

    io POSCOlONIAl y lO POSMODERNOLa cuestin de la agencia

    Para algunos de nosotros el principio del indeterminismo es faque hace imaginable laconciencialibredel hombre.

    }ACQUE.S DERRIDA"My chances"f"Mes cbances'"

    LASUPERVIVENCIA DE LACULTURA

    La crtica poscolonial da testimonio de las fuerzas desiguales y despare-jas de la representacin cultural implicadas en la disputa por la autoridadpoltica y social dentro del orden del mundo moderno. Las perspectivasposcoloniales emergen del testimonio colonial de pases del Tercer Mundoy de los discursos de las "minoras" dentro de las divisiones geopolticasde Este y Oeste, Norte y Sur. Intervienen en esos discursos ideolgicos dela modernidad que intentan dar una "normalidad" hegemnica al desarro-llo desigual y las historias diferenciales, a menudo desventajosas, de nacio-nes, razas, comunidades, pueblos. Formulan sus revisiones crticas alrede-dor de temas de diferencia cultural, autoridad social y discriminacinpoltica para poder revelar los momentos antagnicos y ambivalentes den-tro de las "racionalizaciones" de la modernidad. Indinando a jrgen Ha-bermas para utilizado en funcin de nuestros propsitos, podramos argu-mentar tambin que el proyecto poscolonial, en el nivel terico msgeneral, busca explorar esas patologas sociales ("prdida de sentido, con-diciones de anornia") que ya no se limitan a "amontonarse alrededor deantagonismos de clase, [sino que] irrumpen entre contingencias histricasampliamente diseminadas". 2

    Estas contingencias suelen ser los fundamentos de la necesidad histri-ca para elaborar estrategias emancipatorias de adquisicin de poderlempowermentl, poniendo en escena otros antagonismos sociales. Para re-constituir el discurso de la diferencia cultural se requiere no un mero cam-bio ele con tenidos y smbolos culturales; un rcemolaxc dentro del mismo

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    marco temporal de representacin nunca es adecuado. Se requiere una re-VISin radical de la temporalidad social en la que puedan escribirse las his-torias emergentes, la rearticulacin del "signo" en el cual las identidadesculturales puedan inscribirse. Y la contingencia como el tiempo significan-te de las estrategias contrahegemnicas no es una celebracin de "falta" o"exceso", o una serie autoperpetuadora de ontologas negativas. Ese "in-determinismo" es la marca de un espacio conflictivo pero productivo en elcual la arbitrariedad del signo de la significacin cultural emerge dentro delos lmites regulados de! discurso social.

    En este sentido saludable, un rango de teoras crticas contemporneassugiere que aprendemos nuestras ms duraderas lecciones de vida y pensa-miento de quienes han sufrido la condena de la historia: subyugacin, do-minacin, dispora, desplazamiento. Hay incluso una creciente conviccinde que la experiencia afectiva de la marginalidad social (tal como emergeen formas culturales no cannicas) transforma nuestras estrategias crticas.Nos obliga a confrontar el concepto de la cultura por fuera de los objetsd'art o ms all de la canonizacin de la "idea" de esttica, para compro-meterse con la cultura como una produccin desigual e incompleta de sen-tido y valor, a menudo compuesta de demandas y prcticas inconmensura-bles, producida en el acto de la supervivencia social. La cultura trata decrear una textualidad simblica, de modo de darle a la cotidianidad alie-nante un aura de individualidad, una promesa de placer. La transmisinde las culturas de supervivencia no tiene lugar en el muse imaginaire or-denado de las culturas nacionales con sus reclamos de continuidad de un"pasado" autntico y un "presente" vivo, ya sea que esta escala de valoressea preservada en las tradiciones "nacionales" organicistas del romanticis-mo o dentro de las proporciones ms universales del clasicismo.

    La cultura como estrategia de supervivencia es a la vez rransnacional yrraduccional [trallslationa/l. Es transnacional porque los discursos poseo-loniales contemporneos estn arraigados en historias especficas de des-plazamiento cultural, ya sean el "pasaje intermedio" de la esclavitud a laservidumbre bajo contrato findentured], el "viaje" de la misin civilizado-ra, la preada acomodacin de la migracin del Tercer Mundo al Occiden-te despus de la Segunda Guerra Mundial, o el trfico de refugiados eco-nmicos y polticos dentro y fuera del Tercer Mundo. La cultura estraduccional porque esas historias espaciales de desplazamiento, ahoraacompaadas pOt las ambiciones territoriales de las tecnologas mediticas"globales", imponen la pregunta acerca de cmo la cultura significa, o ques significado por la "cultura", problema bastante complejo.

    iSe vuelve crucial distinguir entre el parecido y la similitud de los smbo-los a travs de diversas experiencias culturales (literatura, arte, ritualesmusicales, vida, muerte) y la especificidad social de cada una de estas pro-ducciones de sentido al circular como signos dentro de locaciones contex-

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    ruales especficas y sistemas sociales de valor. La dimensin transnacionalde la transformacin cultural (migracin, dispora, desplazamiento, reubi-cacin) convierte el proceso de la traduccin cultural en una forma com-pleja de significacin. El discurso naruralaado) unificante de "nacin","pueblos" o tradicin "folk" autntica, esos mitos enclavados de la parti-cularidad cultural, no pueden ser referenciados fcilmente. La gran venta-ja, aunque perturbadora, de esta posicin, es que nos permite adquirir unacreciente conciencia de la construccin de la cultura y la invencion de latradicin..

    La perspectiva poscolonial (tal como est siendo desarrollada por loshistoriadores culturales y los tericos literarios) se aparta de las tradicio-nes de la sociologa del subdesarrollo o teora "de la dependencia". Comomodo de anlisis, intenta revisar esas pedagogas nacionalistas o "nativis-ras" que imponen la relacin del Tercer y el Primer Mundo en una estruc-tura binaria de oposicin. La perspectiva poscolonial resiste el intento deformas hollsticas de explicacin social, Obliga a un reconocimiento de loslmites culturales y polticos ms complejos qu existen en la cspide de es-tas esferas polticas a menudo opuestas.

    Desde. esta ubicacin hbrida del valor cultural (lo transnacional comotraduccional) el intelectual poscolonial intenta elaborar un proyecto hist-rico y literario. Mi creciente conviccin ha sido que los enfrentamientos ynegociaciones de sentidos y valores diferenciales dentro de la textualidad"colonial", su discurso gubernamental y prcticas culturales, han anticipa-do, auant la lettre, mucha de la problemtica de significacin y juicio quese ha vuelto habitual en la teora contempornea: apora, ambivalencia, in-determinacin, la cuestin de la clausura discursiva, la amenaza a la agen-cia, el status de intencionalidad, el desafo de los conceptos "rotalizantes",para nombrar unos pocos.

    En trminos generales, hay una contramodernidad colonial en accinen las matrices de los siglos XVIII y XIX de la modernidad accidenta! que,si se la reconociera, cuestionara el historicismo que vincula analgicamen-te, en una narrativa lineal, el capitalismo tardo y los sntomas fragmenta-rios, hechos de simulacro y pastiche, de la posmodernidad. Esta vincula-cin no da cuenta de las tradiciones histricas de la contingencia culturaly la indeterminacin textual (como fuerzas del discurso social) generadosen el intento de producir un sujeto colonial o poscolonial "ilustrado", ytransforma, en el proceso, nuestra comprensin de la narrativa de la mo-dernidad y los "valores" del progreso.

    \ Los discursos crticos poscoloniales requieren formas de pensamientodialctico que no renieguen [disavow] o rueguen superadoramente [sub-late] la otredad (alteridad) que constituye el dominio simblico de laidentificacin psquica y social. La inconmensurabilidad de valores yprioridades culturales que representa la crtica poscolonial no puede ser

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    acomodada dentro de teoras de relativismo o pluralismo cultural. El po-tencial cultural de esas historias diferenciales ha llevado a Fredric Jame-son a reconocer la "internacionalizacin de las situaciones nacionales" en[a crtica poscolonial de Roberto Retamar. No se trata de una absorcinde lo particular en lo general, pues el acto mismo de articular las diferen-cias culturales "nos cuestiona tanto como reconoce al Otro [ ] sin redu-cir al Tercer Mundo a un Otro homogneo del Occidente, ni [ 1 celebrarvacua mente el asombroso pluralismo de las culturas humanas" (Prefacio,xi-xii).'

    Los fundamentos histricos de esa tradicin intelectual se encuentranen el impulso revisionista que inspira a muchos pensadores poscoloniales.C. L. R. James observ una vez, en una conferencia pblica, que la prerro-gativa poscolonial consista en reinrerpretar y reescribir las formas vefec-tos de una conciencia colonial "ms vieja" de la experiencia posterior deldesplazamiento cultural, que marca las historias ms recientes, de posgue-rra, de la metrpoli occidental. Un proceso similar de traduccin cultural,y transvaluacin es visible en la evaluacin que hace Edward Said de larespuesta proveniente de dispares regiones poscoloniales como un "inten-to tremendamente enrgico de comprometerse con el mundo metropolita-no en un esfuerzo comn de reinscribir, reinrerpretar y expandir los sitiosde intensidad y el terreno cuestionado con Europa".'

    tCmo transforma nuestro sentido del "sujeto" de la cultura y delagente de cambio histrico la deconstruccin del "signo", el nfasis sobreel indeterminismo en la cultura y el juicio poltico? Si cuestionamos las"grandes narrativas", qu temporalidades alternativas creamos para arti-cular las historicidades diferenciales (jameson), conrrapuntsticas (Said), oinrerruptivas (Spivak) de la raza, el gnero, la clase, la nacin dentro deuna creciente cultura transnacional? Necesitamos repensar los trminosen los que concebimos la comunidad, la ciudadana, la nacionalidad y latica de la afiliacin social?

    La justamente famosa lectura que hace [ameson de LordJim de Conraden The Political Unconscious proporciona un ejemplo adecuado de unaclase de lectura contra la corriente que exige la interpretacin poscolonial,cuando se enfrenta con intentos de negar superadoramente la "interrup-cin" especfica, o los intersticios, a travs de los cuales el texto colonialemite sus interrogantes, su crtica conrrapunttstca. Leyendo el relato y lascontradicciones ideolgicas de Conrad "como un realismo cancelado [...]como la Aufhebung hegeliana",' jameson representa las ambivalenciasfundamentales de la tica (honor/culpa) y la esttica (premoderno/posmo-derno) como la restitucin alegrica del suhtexto socialmente concreto dela racionalizacin y reificacin de fines del siglo XIX. Lo que su brillantealegora del tardo capitalismo no logra representar suficientemente, enLord jim por ejemplo, es la interpelacin [address] especlficarnenre colo-

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    nial de la apora narrativa contenida en la repeticin ambivalente y obsesi-va de la frase "Era uno de nosotros" como el tropo principal de identifica-cin psquica y social a lo largo del texto. La repeticin de "Era uno de no-sotros" revela los mrgenes frgiles del concepto de urbanidad occidental ycomunidad cultural puesta bajo la presin colonial; Jim es recuperado en elmomento en que est en peligro de ser expulsado, o marginalizado, de serevidentemente "no uno de nosotros". Esa ambivalencia discursiva en el co-razn mismo del problema del honor y el deber en el servicio colonial re-psesenta la liminaridad, si no el fin, del ideal (e ideologa) heroico y varonilde una saludable inglesidad imperial: esos puntos rosa en el mapa queConrad crea que se recuperaban genuinamente al ser la reserva de la colo-nizacin inglesa, que serva a la idea, e ideal, ms amplios, de la sociedadcivil occidental.

    Esas cuestiones problemticas son activadas dentro de los trminos ytradiciones de la crtica poscolonial en tanto sta reinscribe las relacionesculturales entre esferas de antagonismo social. Los debates actuales en elposmodernismo cuestionan la astucia de la modernidad, sus ironas hist-ricas, sus temporalidades disyuntivas, sus paradojas de progreso, su aporarepresentacional. Los valores y juicios de esas interrogaciones cambiaranprofundamente si se los abriera al argumento de que las historias metropo-litanas de la civitas no pueden ser concebidas sin evocar los salvajes ante-cedentes coloniales de los ideales de urbanidad. Tambin sugiere, por im-plicancia, que el lenguaje de los derechos y obligaciones, tan central almito moderno de un pueblo, debe ser cuestionado sobre la base del statuslegal y cultural anmalo y discriminatorio asignado a poblaciones migran-tes, diaspricas y de refugiados. Inevitablemente, se encuentran en lasfronteras entre culturas y naciones, a menudo del otro lado de la ley.

    La perspectiva poscolonial nos obliga a repensar las profundas limita-ciones de un sentido "liberal", consensual y cmplice, de la comunidadcultural. Insiste en que la identidad cultural y la poltica se construyen me-diante un proceso de alteridad, 'Cuestiones de diferencia racial y cultural sesolapan con problemas de sexualidad y gnero, y sobredeterminan lasalianzas sociales de clase y socialismo democrtico, El tiempo para "asimi-lar" minoras a nociones holsticas y orgnicas de valor cultural ha queda-do atrs, dramticamente, El lenguaje mismo de la comunidad cultural ne-cesita ser repensado desde una perspectiva poscolonial, en una movidasimilar al profundo cambio en el lenguaje de la sexualidad, del yo y la co-munidad cultural, efectuado por las feministas en la dcada de 1970 y lacomunidad gay en la de 1980.

    La cultura se vuelve tanto una prctica incmoda y perturbadora de su-pervivencia y suplementariedad (entre arte y poltica, pasado y presente,pblico y privado) como su resplandeciente presencia es un momento deplacer, iluminacin o liberacin, A partir de esas posiciones narrativas, la

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    prerrogativa poscolonial busca afirmar y extender una nueva dimensin decolaboracin, tamo dentro de los mrgenes del espacio-nacin como a tra-ves de los lmites entre naciones y pueblos.;Mi uso de la teora postesrruc-ruralisra emerge de esta contra modernidad" poscolomal., Intento represen-tar una cierta derrota, o incluso una imposibilidad, de' "Occidente" paralograr la autorizacin de la "idea" de colonizacin. Impulsado por la his-toria subalterna de los mrgenes de la modernidad (ms que por los fraca-sos del logocentrismo) he tratado, en alguna pequea medida, de revisar loconocido y de renombrar lo posmoderno desde la posicin poscolonial.

    NUEVOS TIEMPOS

    La posicin enunciativa de los estudios culturales contemporneos es a lavez compleja y problemtica. Intenta institucionalizar un espectro de discur-sos transgresivos cuyas estrategias son elaboradas alrededor de sitios noequivalentes de representacin, donde una historia de discriminacin y des-figuracin es comn entre, digamos, mujeres, negros, homosexuales y mi-grames de! Tercer Mundo; No obstante, los "signos" que construyen esashistorias e identidades (gnero, raza, homofobia, dispora de posguerra, re-fugiados, la divisin internacional del trabajo, etc.) no slo difieren en con-tenidos sino que a menudo producen sistemas incompatibles de significaciny comprometen formas distintas de la subjetividad social. Para proporcionarun imaginario social basado en la articulacin de momentos diferenciales yhasta disyuntivos de la historia y la cultura, los crticos contemporneos re-curren a la peculiar temporalidad de la metfora lingstica. Es como si laarbitrariedad del signo, la indeterminacin de la escritura, la escisin de! su-Jeto de la enunciacin, estos conceptos tericos, produjeran las descripcionesms tiles de la formacin de sujetos culturales "posmodernos''.

    Cornel West pone en accin "una medida de pensamiento smecdqui-ca" (las bastardillas son mas) al intentar hablar del problema de la inter-pelacin en el contexto de una cultura negra radical y "prctica":

    Una tremenda articulacin es sincopada con el tambor africano [...] en unproducto posmodernista norteamericano: no hay sujeto que exprese la angustiaoriginaria aqu, sino un sujeto fragmentado,~ando del. pasado y el presente,produciendo de modo innovador un producto heterogneo/ [... ] Es parte de lasenergas subversivas de la juventud negra de infrac1ase, energas que son obli-gadas a tomar un modo de articulacin cultural.6

    Stuart Hall, escribiendo desde la perspectiva de los miembros fragmen-tados, marginalizados, racialmente discriminados de una infrac1ase pos-tharcherisea, cuestiona e! carcter sentencioso de la ortodoxia izquierdistaen tanto: