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BIOÉTICA DE INTERVENÇÃO * VOLNEI GARRAFA Professor titular e coordenador da Cátedra UNESCO de Bioética da UnB; presidente do Conselho Diretor da Rede Latino- Americana e do Caribe de Bioética da UNESCO – REDBIOÉTICA; vice- presidente da Sociedade Internacional de Bioética (SIBI) - capítulo de América Latina; Editor da Revista Brasileira de Bioética – RBB.

BIOÉTICA DE INTERVENÇÃO * VOLNEI GARRAFA – Professor titular e coordenador da Cátedra UNESCO de Bioética da UnB; presidente do Conselho Diretor da Rede

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BIOÉTICA DE INTERVENÇÃO

* VOLNEI GARRAFA – Professor titular e coordenador da Cátedra UNESCO de Bioética da UnB; presidente do Conselho Diretor da Rede Latino-Americana e do Caribe de Bioética da UNESCO – REDBIOÉTICA; vice-presidente da Sociedade Internacional de Bioética (SIBI) - capítulo de América Latina; Editor da Revista Brasileira de Bioética – RBB.

1. INTRODUCCIÓN

La Bioética de Intervención significa un intento de procura de

respuestas más adecuadas especialmente para el análisis de macro-problemas y

conflictos colectivos que tienen relación concreta con los temas bioéticos

persistentes constatados en los países pobres y en vías de desarrollo.

Inicialmente llamada de “bioética fuerte” o “bioética dura” (hard bioethics) es

una propuesta conceptual y practica que pretende avanzar en el contexto

internacional, a partir de América Latina, como una teoría periférica y

alternativa a los abordajes tradicionales verificadas en los llamados países

centrales, principalmente el principialismo de forte connotación anglo-sajón.

2. JUSTIFICATIVAS Y OBJETIVOS DE CREACIÓN DE LA

BIOÉTICA DE INTERVENCIÓN

La propuesta de construcción epistemológica de la Bioética de Intervención aparece formalmente en el Sixth World Congress of Bioethics promovido por la International Association of Bioethics realizado en Brasilia, en el año 2002, después de intensas discusiones anteriores desarrolladas en eventos científicos en el mismo Brasil (1998), Argentina (1998), Panamá (2000), Bolivia

(2001) y México (2001).

La teoría de los cuatro principios – de cierta manera ya revisada en su “núcleo

duro” y pretendidamente universalista por sus propios proponentes, Tom Beauchamp y

James Childress, en 2001, con la 5ª. edición del libro “Principles of Biomedical Ethics” - a

pesar de su reconocida practicidad y utilidad para análisis de situaciones clínicas y en

investigaciones, es insuficiente para:

a) análisis contextualizadas de conflictos que exijan flexibilidad para una

determinada adecuación cultural;

b) enfrentamiento de macro-problemas bioéticos persistentes o cotidianos

enfrentados por la mayoría de la población de los países latino-americanos, con

significativos niveles de exclusión social.

Los bioeticistas que trabajan en los países ricos o pobres – centrales o

periféricos - con unos y otros grupos sociales (privilegiados/incluidos o

desprivilegiados/excluidos), terminan por tener que enfrentar problemas de

orígenes diversos, así como de dimensiones y complejidades también

completamente diferentes. Las respuestas a los hechos, las interpretaciones de

estos, bien como la decisión para su resolución, por lo tanto, no pueden ser

iguales. Los especialistas de los países periféricos no deben más aceptar – y los

de América Latina particularmente – el creciente proceso de despolitización de

los conflictos morales.

Lo que está sucediendo, muchas veces, es la utilización de la

justificativa bioética como herramienta, como instrumento

metodológico, que sirve de modo neutral para exclusiva lectura e

interpretación horizontal y aséptica de estos conflictos, por más

dramáticos que sean. De esta manera, es amenizada (y hasta anulada,

apagada...) la gravedad de las diferentes situaciones, principalmente

aquellas colectivas y que, por lo tanto, acarrean las más profundas

distorsiones e injusticias sociales.

Los caminos futuros de la bioética latino-americana apuntan para la negación

de la importación a-crítica y descontextualizada de “paquetes” éticos foráneos. La bioética

principialista de origen anglo-sajón aplicada strictu sensu en la realidad concreta de los

países de la región, es incapaz o insuficiente para proporcionar impactos positivos en las

sociedades excluidas de las naciones pobres. * Con las trasformaciones y el nuevo ritmo verificado en los campos científico y

tecnológico en el contexto internacional de los últimos años, las cuestiones éticas dejan de

ser consideradas como de rango supra-estructural y abstractas para, al contrario, pasaren

a exigir incorporación directa en las discusiones de salud pública y en la construcción de

nuevas propuestas de trabajo con vistas al bien-estar futuro de personas y comunidades.

En el caso de los países latino-americanos, es imprescindible que esa

discusión (bio-ética) pase a ser incorporada al propio funcionamiento de los

sistemas públicos de salud en lo que respeta a la: responsabilidad social del

Estado; definición de prioridades con relación a la asignación, distribución y

control de recursos; administración del sistema; participación de la población

de modo organizado y crítico; preparación adecuada de los recursos humanos

necesarios al bueno funcionamiento del proceso; revisión y actualización de los

códigos de ética de las profesiones involucradas; las indispensables y profundas

trasformaciones curriculares en las universidades... En fin, contribuyendo para

la mejoría del funcionamiento del sector como un todo.

3. SISTEMATIZACIÓN DE ALGUNOS TÉRMINOS

Tres aspectos, por lo menos, son indispensables, con base en las necesidades conceptuales y en

la historicidad de los hechos que ella trabaja: Una clasificación general de sus líneas básicas de

investigación y que incorpore también los temas más comunes discutidos, cuales sean:

a) Fundamentos Teóricos y Metodológicos de la Bioética de Intervención, que se refiere a la

epistemología y organización del estudio crítico - contra-hegemónico - de la disciplina;

b) Bioética de las Situaciones Emergentes, relacionada con las cuestiones decurrentes del

acelerado desarrollo biotecnocientífico de las últimas décadas, entre ellas las nuevas

tecnologías reproductivas, la genómica, los trasplantes de órganos y tejidos;

c) Bioética de las Situaciones Persistentes, vinculada con aquellas condiciones que se mantienen

en las sociedades humanas desde la Antigüedad, como la exclusión social, la pobreza, las

diferentes formas de discriminación, la insuficiencia de recursos para la salud pública, el

aborto, la eutanasia.

Otras expresiones corrientes en la Bioética de Intervención se refieren

a una clasificación de los países en el mundo contemporáneo:

a) países centrales, que son aquellos donde los problemas básicos con

salud, educación, alimentación, vivienda y trasporte ya están resueltos o con

soluciones bien encaminadas;

b) países periféricos, representados por aquellas naciones donde la

mayoría de la población sigue luchando por condiciones mínimas de

supervivencia con dignidad y, principalmente, donde la concentración de poder

y renta siguen en manos de un reducido número de personas.

También los términos igualdad y equidad necesitan una aclaración con relación

a su lectura por la Bioética de Intervención.

La igualdad es la consecuencia deseada de la equidad, siendo ésta solamente el

punto de partida para aquella; es por medio del reconocimiento de las diferencias y

necesidades diversas de los sujetos sociales que ella puede ser alcanzada. La igualdad es el

punto de llegada de la justicia social, referencial de los derechos humanos, donde el

objetivo futuro es el reconocimiento de la ciudadanía.

Por su vez, la equidad - o sea, el reconocimiento de necesidades diferentes de

sujetos también diferentes, para atingir objetivos iguales - es uno de los caminos de la ética

aplicada frente a la realización de los derechos humanos universales, entre ellos el derecho

a una vida con dignidad, representado en este análisis por la posibilidad de acceso a la

salud y demás bienes indispensables a la supervivencia humana en el mundo

contemporáneo.

4. MARCO TEÓRICO

La Bioética de Intervención tiene una fundamentación filosófica utilitarista y

consecuencialista, defendiendo como moralmente justificable, entre otros aspectos: a) en el

campo público y colectivo: la prioridad con relación a políticas públicas y tomas de

decisión que privilegien el mayor numero de personas, por el mayor espacio de tiempo

posible y que resulten en las mejores consecuencias colectivas, aunque en detrimento de

ciertas situaciones individuales, con excepciones puntuales a ser analizadas; b) en el

campo privado e individual: la búsqueda de soluciones viables y practicas para los

conflictos identificados con el propio contexto donde estos ocurren.

Esta propuesta teórica propone una alianza concreta con la banda más frágil de la

sociedad, incluyendo el re-estudio de diferentes dilemas, entre los cuales: autonomía versus

justicia/equidad, beneficios individuales versus beneficios colectivos, individualismo versus

solidariedad; cambios superficiales versus trasformaciones concretas y permanentes;

neutralidad frente a los conflictos versus politización de los conflictos.

A pesar de algunas críticas puntuales provenientes de sectores acomodados con

la practicidad del check list principialista, su adecuación al estudio de los problemas

morales que ocurren en los países periféricos de la banda Sur del mundo es indispensable.

Categorías como liberación, responsabilidad, cuidado, solidariedad crítica, alteridad,

comprometimiento, trasformación, tolerancia y otras, además de los “4 Ps” – prudencia

(frente a los avances); prevención (de posibles daños e iatrogenias); precaución (frente al

desconocido); y protección (de los más frágiles, de los desasistidos) – para el ejercicio de

una práctica bioética comprometida con los más vulnerables, con la “cosa pública” y con

el equilibrio ambiental y planetario del siglo XXI, empiezan a ser incorporados por

bioeticistas latino-americanos en sus reflexiones, investigaciones y practicas.

La Bioética da Intervención defiende la idea de que el cuerpo es la

materialización de la persona, la totalidad somática en la cual están articuladas

las dimensiones física y psíquica que se manifiesta de modo integrado en las

interrelaciones sociales y en las relaciones con el ambiente. Definir la

corporeidad como marco de intervenciones éticas se debe al hecho del cuerpo

físico ser la estructura que sostiene la vida social; es imposible la concreción

social sin ello. Como vehículo de la existencia física, el cuerpo es el universal

obvio. La realidad física es determinante para cualquier elaboración teórica a

respeto de lo que sea real.

En este sentido, las necesidades relacionadas con la supervivencia de

los individuos (y a la manutención de su existencia corpórea) son el substrato a

partir del cual las culturas dibujan sus diferencias. Y, como las diferencias

culturales pueden ser relativizadas – una vez que toda y cualquier cultura se

transforma al largo del tiempo – el absoluto esencial que caracteriza la

existencia misma de individuos que a componen permanece estable.

Relacionado con las funciones esenciales a la existencia, ese absoluto universal

establece la línea de demarcación que torna indispensable la intervención (ética,

aplicada) para garantizar lo necesario para la vida de individuos y poblaciones.

Por otro lado, las sensaciones de placer y dolor, originadas en la

experiencia corpórea de la persona en sus interrelaciones sociales y en la

relación con el ambiente, son marcadores somáticos auto-reguladores que

pueden tornarse indicadores para la intervención en la medida que reflejan la

satisfacción de las necesidades de sujetos concretos. Y, como la necesidad existe

en función de la realidad, la adopción de estos parámetros permite establecer

conexión entre estructura y superestructura, posibilitando percibir la relación

entre persona y la totalidad en el cual ella está ubicada.

La satisfacción de necesidades es mensurada en bases biológicas por la

posibilidad de los individuos, en un determinado contexto social, experimentar grados

diferenciados de placer o dolor en consecuencia de las condiciones sociales y económicas a

las cuales están sometidas. La posibilidad de provocar placer o infligir dolor es la base de

las relaciones de poder. Justificado en su propio ejercicio, el poder se legitima con la

recompensa y el castigo, que fundamentan la idea de justicia. El miedo, la fuerza y el dolor

marcan las relaciones entre explotadores y explotados, legalizando el uso social del poder

y condicionando el comportamiento. El pacto social, sea cual sea, es consecuencia del uso

de parámetros sensoriales. Escoger ese abordaje teórico, por lo tanto, está relacionado con

el hecho de que esta es la dimensión de la existencia de los seres humanos materializados

en sus cotidianos.

Con relación a referenciales norteadores, la Bioética de Intervención tiene como

espejo la matriz de los derechos humanos contemporáneos. Argumentando por el

reconocimiento del derecho colectivo a la igualdad y por el derecho de los individuos y

grupos a la equidad, incorpora el discurso de la ciudadanía expandida, por la cual los

derechos están más allá de las garantías aseguradas por el Estado. Así, la intervención

debe ocurrir para garantizar para todos seres humanos: a) los derechos de primera

generación (relacionados al reconocimiento de la condición de persona como requisito

universal y exclusivo para la titularidad de derechos); b) los derechos de segunda

generación (que significan el reconocimiento de los derechos económicos y sociales que se

manifiestan en la dimensión material de la existencia); y c) los derechos de tercera

generación (que se refieren principalmente a la relación con el ambiente y la preservación

de los recursos naturales).

En lo que se refiere a la cuestión ambiental, es indispensable la

manutención de los recursos naturales para las generaciones futuras,

apuntalando la necesidad de superación del paradigma antropocéntrico y

evidenciando que la idea positivista de desarrollo necesita ser urgentemente

sustituida por el parámetro de la sustentabilidad. La dimensión ambiental se

reproduce del mismo modo que se observa en la perspectiva personal con

relación a la salud y la enfermedad. Así como la salud es percibida con el

surgimiento de la enfermedad, la importancia de la preservación del ambiente

es evaluada por la escasez y por la falta de recursos necesarios a la vida.

En este sentido, la incorporación de los llamados “derechos

difusos” relacionados al ambiente, en los referenciales teóricos de la

Bioética de Intervención, configurase como un imperativo categórico

que determina la re-evaluación de prioridades y la reducción del

consumo necesario a la vida de personas y poblaciones. Tal reducción

atinge a todos Estados-nación, pero configura la asimetría entre países -

y también entre ciudadanos - centrales y periféricos, una vez que los

segmentos más ricos son exactamente aquellos que más consumen y

desperdician.

5. CONCLUSIONES

Para la Bioética de Intervención, la acción social políticamente comprometida con los parámetros defendidos en este texto, es aquella con capacidad de trasformar la praxis social, además de exigir disposición, persistencia, rigoroso preparo académico, militancia programática y coherencia histórica de aquellos que a ella se dedican. Las acciones cotidianas de personas concretas deben ser tomadas en su dimensión política, en un proceso dialéctico en el cual los sujetos sociales se organizan entre sí, con la sociedad civil y con el

Estado, articulando e influyendo en sus acciones.

En este inicio de Siglo XXI, la ética adquirió identidad pública. No

puede más ser considerada como una cuestión abstracta y de conciencia a ser

decidida en la esfera de la autonomía, privada o particular, de foro individual y

exclusivamente íntimo. Hoy, ella aumenta de importancia aplicada en lo que se

refiere al análisis de las responsabilidades sociales, sanitarias y ambientales,

bien como en la interpretación histórico-social ampliada de los cuadros

epidemiológicos, como también es esencial en la determinación de las formas de

intervenciones públicas a ser programadas, en la prioridad de acciones, en la

formación de personal capacitado.

En resumen, en la responsabilidad del Estado frente a los

ciudadanos, principalmente aquellos más necesitados, bien como frente

a la preservación de la biodiversidad y del propio ecosistema,

patrimonios que deben ser preservados para las generaciones futuras.

Todo esto, en fin, es la Bioética de Intervención: colectiva, práctica,

aplicada y comprometida con el “público” y con lo social en su más

amplio sentido.

REFERÊNCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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