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1 BOLETÍN INFORMATIVO NÚM. 2-3, JUNIO-SEPTIEMBRE DE 2001 CONTENIDO 1. Editorial 2. Reseña de la actividad del 22 de junio: Diálogo público con el doctor Jorge Lara-Braud 3. Traducción “El gobierno legítimo nace del Espíritu: origen y legitimación del poder en las iglesias y en el mundo”, Zwinglio M. Dias 4. Paráfrasis de Efesios 6.10-18, Dan González Ortega 5. Próxima actividad (19 de octubre) Mesa-debate: La influencia de Calvino sobre el protestantismo francés 6. Sobre la actividad del 23 de noviembre: La hermenéutica bíblica: un debate multidisciplinario 7. Reseña bibliográfica Dietrich Bonhoeffer, Escritos esenciales 8. Sugerencias para leer 9. Noticias 10. Conexiones en Internet 11. Textos adjuntos El Centro Basilea de Investigación y Apoyo, A.C., organizado en julio de 1999, es un organismo ecuménico, de inspiración protestante y reformada, que busca contribuir al diálogo con todas las tendencias ideológicas, la investigación sobre temas teológicos y sociales, y la solidaridad con las causas sociales encaminadas al mejoramiento humano.

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BOLETÍN INFORMATIVO

NÚM. 2-3, JUNIO-SEPTIEMBRE DE 2001

CONTENIDO

1. Editorial

2. Reseña de la actividad del 22 de junio:

Diálogo público con el doctor Jorge Lara-Braud

3. Traducción

“El gobierno legítimo nace del Espíritu: origen y legitimación del poder en las iglesias

y en el mundo”, Zwinglio M. Dias

4. Paráfrasis de Efesios 6.10-18, Dan González Ortega

5. Próxima actividad (19 de octubre)

Mesa-debate: La influencia de Calvino sobre el protestantismo francés

6. Sobre la actividad del 23 de noviembre:

La hermenéutica bíblica: un debate multidisciplinario

7. Reseña bibliográfica

Dietrich Bonhoeffer, Escritos esenciales

8. Sugerencias para leer

9. Noticias

10. Conexiones en Internet

11. Textos adjuntos

El Centro Basilea de Investigación y Apoyo, A.C., organizado en

julio de 1999, es un organismo ecuménico, de inspiración

protestante y reformada, que busca contribuir al diálogo con

todas las tendencias ideológicas, la investigación sobre temas

teológicos y sociales, y la solidaridad con las causas sociales

encaminadas al mejoramiento humano.

CENTRO BASILEA DE INVESTIGACIÓN Y APOYO, A.C.

BOLETÍN INFORMATIVO NÚM. 2-3, JUNIO-SEPTIEMBRE DE 2001

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1. EDITORIAL

Luego de un paréntesis ocasionado por ajustes de

tiempo y vacaciones, el Centro Basilea regresa al

trabajo. Con dos actividades cercanas por

delante, una encaminada a conmemorar un

aniversario más de la Reforma Protestante (19 de

octubre), y la otra a reflexionar sobre el estado

actual de la hermenéutica bíblica (23 de

noviembre), continuamos en la búsqueda de

temáticas y asuntos dignos de compartir.

Los sucesos recientes nos mueven a pensar en

la enorme necesidad y pertinencia de contar con

una permanente reflexión teológica de ojos

abiertos, atenta a valorar y revalorar críticamente

la herencia cristiana y sus implicaciones en el

mundo. Semejante tarea, es una exigencia

ineludible, puesto que las circunstancias siempre

ponen en entredicho la valirdez de la fe y de las

creencias en un ambiente cada vez más plural e

incluyente.

Este número del boletín (doble por razones

obvias) pretende introducir los temas de las

actividades mencionadas de una manera más

amplia, a fin de interesar a los lectores y lograr su

participación más activa.

Además, como no podemos estar ajenos a los

últimos acontecimientos, incluimos un

documento relacionado con los lamentables

episodios del 11 de noviembre.

También aparece una traducción sobre el tema

del poder en el mundo y en las iglesias, y un par

de reseñas bibliográficas. Finalmente, las

sugerencias de lectura, algunas noticias y enlaces

de interés por internet. Nuevamente ofrecemos

una serie de textos y materiales que podemos

enviar a quienes lo soliciten. Entre éstos destaca

la declaración del Consejo Latinoamericano de

Iglesias en relación con lo sucedido el 11 de

septiembre en Estados Unidos.

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2. RESEÑA DE LA ACTIVIDAD DEL 22 DE

JUNIO: DIÁLOGO PÚBLICO CON EL DOCTOR

JORGE LARA-BRAUD

Proveniente de una familia católica muy

consciente de su fe, su conversión fue al

fundamentalismo protestante mientras estudiaba

en la actual Escuela Presbiteriana Panamericana

de Kingsville, Texas. Él la entendió, en su

momento, como una conversión a un movimiento

de reforma de la iglesia Católica. Después

estudiaría en Austin y más tarde completaría los

estudios de doctorado en teología en el Seminario

de Princeton. Regresó a a México en 1962 para

ser decano del Seminario Presbiteriano. En 1964

renunció por razones teológicas, aun cuando en

una estrecha votación, había sido ratificado en el

cargo, : la Confesión de Fe de Westminster había

sido revisada en Estados Unidos, pero no en

México. Además, en 1835 se discutió en la

Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos si debían

de rebautizarse los católicos de Ohio que se

estaban convirtiendo al protestantismo. La

respuesta fue que sí. De ahí viene el

anticatolicismo de los presbiterianos mexicanos.

Otra cosa hubiera sido si los misioneros hubieran

venido después de 1903.

De nuevo en los Estados Unidos, reanudó su

carrera docente, y en 1973 ya era director del

programa teológico del Concilio Nacional de

Iglesias Cristianas (NCCC). En dicha comisión se

reflejaba toda la gama de tendencias teológicas,

puesto que cada iglesia designaba oficialmente a

los miembros que la componían. Allí se daba una

cierta tardanza en relacionar la doctrina cristiana

con las situaciones sociales debido a la

distracción ocasionada por ocuparse de

abstracciones doctrinales.

Cuando Óscar Arnulfo Romero, a los 69 años,

fue designado arzobispo de San Salvador, en los

años más difíciles del levantamiento armado,

comenzó a tener una relación muy cercana con él,

debido al encargo que recibió del NCCC. Con la

muerte del sacerdote Rutilio Grande, despertó la

conciencia de Monseñor Romero, quien perdió el

apoyo de los ricos y descubrió la manera de

contrarrestar sus ataques: partiendo de las fuentes

bíblicas y cristianas, sería más ortodoxo que

ellos. Romero pidió el apoyo del Consejo

Mundial de Iglesias (CMI) y del NCCC para

difundir el hecho de que la nueva iglesia

salvadoreña estaba siendo perseguida por su

defensa de los pobres. No eran comunistas, sino

cristianos renovados. El conocimiento directo de

este testimonio reorientó y avivó espiritualmente

a la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos

(PCUSA), que comenzó a reconsiderar los desafíos

que le planteaba la presencia de los refugiados y

su nueva esperanza.

Como consecuencia de lo anterios, la PCUSA

enarboló el mensaje profético de Jesús, y se

planteó la necesidad de formular una Breve

declaración de fe, puesto que ni el Credo

Apostólico ni el Niceno mencionaban la vida

histórica de Jesús. Todos los demás credos

incurren en el mismo error. Se trataba, ahora, de

ver a las personas de la Trinidad desde el prisma

de la memoria peligrosa, subversiva de Jesús. Por

ello es posible hablar de una influencia directa de

Monseñor Romero en el texto de la Breve

declaración. Con ello era posible tratar de

corregir el déficit teológico de los credos

reformados —de larga tradición—, para que,

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confesando así la fe se evite que los creyentes se

distancien del prójimo necesitado.

Como parte de las reacciones a la exposición, el

presbítero José Luis Velazco mencionó que el

hecho de que el doctor Lara-Braud nunca

recibiera la ordenación al pastorado es un

ejemplo de cómo los laicos pueden desarrollar

ampliamente su ministerio. Insistió en

preguntarle sobre su participación en el

Encuentro de Teologías llevado a cabo en Detroit

en 1975, donde se dio un fuerte intercambio de

opiniones entre los teólogos latinoamericanos de

la liberación y los teólogos estadounidenses,

sobre todo negros, quienes les recriminaron a

aquéllos y a los teólogos blancos su racismo y

exclusión. Rubén Montelongo, por su parte,

subrayó que el caso del doctor Lara-Braud, en los

años sesenta, es un ejemplo más de la

presecución de la teología en el seno de la Iglesia

Presbiteriana de México.

Como respuesta, el doctor Lara-Braud insistió

en la necesidad de defender la ortodoxia (más

aún que la gente llamada conservadora), para

luego vincularla con la problemática social. Para

él, ésta es una estrategia infalible a la hora de

enfrentar las polarizaciones ideológicas al

interior de las iglesias. Puso entonces como

ejemplo la última homilía de Monseñor Romero,

en marzo de 1980, y contó su testimonio acerca

de los difíciles días que pasó en San Salvador

unos días después del asesinato del arzobispo.

Refirió además que en las celebraciones por el

vigésimo aniversario del martirio, Jon Sobrino —

quien regresaba del extranjero— le cedió su lugar

mientras hablaba en una de las ceremonias. Narró

también algunos detalles de su intervención ante

el congreso estadounidense en algunos de los

debates para impedir el apoyo militar al régimen

salvadoreño.

Sobre la situación en la Iglesia Presbiteriana

mexicana, explicó que él había renunciado a su

residencia en los Estados Unidos con el fin de

venirse a servir a la iglesia en México, pero que

lo acusaron, básicamente, de aceptar a la iglesia

católica como cristiana, de no creer en la

inmortalidad del alma y de promover la dignidad

de todas las vocaciones cristianas. Subrayó una

vez más la necesidad de reforzar la ortodoxia y

abrirla a fin de poder ser fieles al ejemplo de

Jesucristo.

Cuando se mencionó el tema, el doctor Lara-

Braud afirmó que el ecumenismo a nivel oficial

ha retrocedido en los años recientes porque la

Iglesia Católica abandonó el camino que había

seguido a fines de los años sesenta, cuando trató

de llevar a la práctica los lineamientos del

Concilio Vaticano II. Por ello, en la actualidad se

abre la posibilidad de practicar un ecumenismo

de acompañamiento por la justicia social, debido

a que las iglesias están divididas entre sí y dentro

de sí mismas, y debaten sobre asuntos

relacionados con el género, la sexualidad y la

homosexualidad. De lo que se trata, dijo, es de

apoyar proyectos de compasión cristiana.

Sobre las nuevas generaciones de pastores

presbiterianos, se le señalaron algunas tendencias

relacionadas con la falta de compromiso social, a

lo que respondió que, en el fondo, dicha actitud

es una traición a Jesucristo, porque, como Iglesia,

no se puede decir que se practica el seguimiento

de jesús sin servir a los pobres y desamparados.

Citó entonces la pregunta que Juan el Bautista le

mandó a hacer a Jesús con uno de sus discípulos

y la respuesta que recibió.

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Alguien más insistió sobre el ecumenismo

actual y se habló sobre la necesidad de replantear

el ecumenismo y de revisar sus dimensiones, así

como las luchas —las de los pobres, se

entiende— de las cuales procede. Finalmente, el

doctor Lara-Braud afirmó que un ecumenismo

eficaz no necesariamente elimina las líneas

divisorias, ni las diversas identidades cristianas, y

que lo que debe unificar a los cristianos es seguir

el ejemplo de Jesús y desde esa postura predicar

el Evangelio, porque no todos los que se dicen

cristianos lo son.

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3. TRADUCCIÓN

EL GOBIERNO LEGÍTIMO NACE DEL

ESPÍRITU: ORIGEN Y LEGITIMACIÓN

DEL PODER EN LAS IGLESIAS Y EN EL

MUNDO

Zwinglio M. Dias

Tempo e Presença, año 22, núm. 313, septiembre-

octubre de 2000, pp. 10-14.

Un análisis de cómo las comunidades cristianas,

inicialmente movidas por el Espíritu, se dejaron

“sobornar”y dejaron de abrirse al mundo.

Redujeron al Espíritu a los recovecos de sus

axiomas eclesiásticos y de sus instituciones,

acabando por dejar sólo a la burguesía y al

Estado los espacios públicos de la economía, la

política y la sociedad.

DE LA “IGLESIA ABIERTA AL MUNDO” A LA

“IGLESIA DEL IMPERIO”

Es un hecho fácil de constatar que las iglesias

cristianas atraviesan hoy un momento de crisis

profunda y que, por todos lados, podemos

observar una búsqueda de sentido que las

instituciones eclesiásticas, secularmente

consolidadas, no se muestran plenamente capaces

de satisfacer. Esta situación de crisis, mientras

tanto, tiene una larga historia. Su origen puede

encontrarse en el largo proceso de inculturación

del Evangelio en el espacio europeo cuando se

procedió a la articulación de la cultura de la

unidad cristiana occidental. Aunque el modelo del

cesaropapismo no había, de hecho, unido a todos

los pueblos del continente europeo en un Corpus

Christianum, de forma permanente y amplia,

sirvió como paradigma para la consolidación de la

pretensión de universalidad del cristianismo

occidental. La unidad religiosa entonces alcanzada

se sustentó en la compulsión y la violencia que el

Estado imperial puso al servicio de la Iglesia,

tanto interna como externamente.

Asimismo, esta unidad nunca fue completa y su

fracaso se hizo patente con el cisma de 1054, que

dividió a la cristiandad. A partir del siglo XII,

mediante los diferentes movimientos culturales

que trataban de reformar a la Iglesia en Europa

occidental hasta la eclosión de la Reforma

Protestante en el siglo XVI, en Alemania, Suiza e

Inglaterra, el modelo imperial romano de

inculturación fue inapelablemente despedazado.

Desde entonces, y culminando en el siglo XVIII

con el surgimiento del Iluminismo, como parte de

del proceso de emancipación de la burguesía en

contra del sistema feudal absolutista, asistimos al

establecimiento dde la autonomía del ser humano

como principio universal y racional con las

consecuencias de auto-determinación e

instrumentalidad del hombre y de la naturaleza.

Habiendo triunfado la tesis de la objetividad

del saber, que empujó a las creencias y los valores

resultado de ellas hacia la esfera de la subjetividad

y de la privacidad, ejerciendo una crítica radical

hacia la revelación y las formas religiosas, las

ideas de emancipación y autonomía del ser

racional ante la tutela de cualquier autoridad

minaron inapelablemente las pretensiones de

poder de las iglesias. Con esto, la religión pasó a

ser un asunto privado. No le fue reconocida

ninguna función orientadora en la sociedad, lo

mismo en la política, en la ciencia o en la

economía. A disgusto o de buen grado, católicos y

protestantes terminaron por aceptar el

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confinamiento de la eficacia y del valor de la fe al

ámbito privado y confiaron la estructuración de la

esfera pública, es decir, de la economía, de la

política y de la sociedad en general, al capital, a la

burguesía y al Estado que la representaba. La

promesa de salvación fue individualizada,

interiorizada y privatizada. De manera específica

en el protestantismo, como señala Schäfer, en otra

correlación, éste pasó a ser cómplice de los

ladrones y, al mismo tiempo, una de sus víctimas.

En el intento por interpretar teológicamente

esta realidad, muchos estudiosos atribuyen la

situación de crisis permanente que,

particularmente, ha experimentado el cristianismo,

a una multitud de factores, destacando, por tanto,

dentro de ellos, la forma en que el papel del

Espíritu Santo en la economía de la salvación fue

y ha sido comprendido y articulado en la vida de

las iglesias.

A partir del tránsito de una iglesia del tipo

comunidad abierta al mundo, originada en la

expansión de la comunidad juedocristiana entre

los gentiles, hacia una iglesia imperial, iniciada

por Constantino, con funciones de religión oficial

del Estado, el Espíritu Santo y su acción

consoladora, integradora, vivificadora y

transformadora de la vida, según la perspectiva del

Reino anunciada por Jesús, pasó a ser confundido

con la estructura histórica de la comunidad

cristiana, dejando de ser verdaderamente asumido

como el poder decisivo que sustenta y dinamiza a

la comunidad eclesial en sus embates en medio del

mundo.

Al transcurrir el proceso histórico

experimentado por el cristianismo, católicos,

ortodoxos y protestantes no se diferenciaron

significativamente. La perspectiva triunfalista del

Christus victor acabó por eliminar la percepción

bíblica de la acción salvífica de Dios que se da

armoniosamente por medio del Hijo y del Espíritu.

Al hipertrofiar el papel de Jesucristo, diseñaron la

figura de una Iglesia que incorpora

sustitutivamente la acción del Espíritu Santo. Éste

se convirtió, así, en poco más que una simple

figura con la función de facilitar la

intracomunicación entre las personas de la

Trinidad divina o entre ésta y las formaciones

eclesiástico-institucionales en us realización

histórica.

En su precioso estudio sobre el Espíritu Santo,

José Comblin señala que, sobre todo a partir de “la

luchade los papas contra el Imperio, en el siglo XI,

la acción del Espíritu Santo sufrió una doble

reducción: quedó ligada a la Iglesia-institución,

cuyo concepto se elaboró en la época, y también al

concepto de poder (potestas)”. Según Comblin, el

Espíritu Santo pasó a ser entendido como un ente

incorporado a la institucionalidad eclesiástica. Y

ésta pasó a autocomprenderse como constituida

por poderes: el Espíritu estaba en el poder

sacramental, en el poder administrativo del orden

eclesiástico (jerarquía), en el poder del orden y en

el de la estructura jurídica de la Iglesia. Incluidas

en un estamento de este tipo, las manifestaciones

más claras del poder del Espíritu fueron vistas

como los sacramentos, los concilios y el poder del

papa.

En el protestantismo, de la Reforma del siglo

XVI para acá, las cosas no fueron muy distintas.

Como señala Moltmann, aquel camino desde la

“iglesia abierta al mundo” hasta el de la “iglesia

del imperio” determina hasta hoy la estructura y

organización de las iglesias en las vetustas

naciones “cristianas”.

En tanto, la Reforma había descubierto el principio

comunitario y estaba dispuesta a abandonar el

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término iglesia y sustituirlo por el de comunidad.

Pero la consolidación de la Reforma en las iglesias

protestantes nacionales y las subsecuentes guerras

de religión dieron origen a otro principio: cuius

regio, eius religio. De este modo se creó, hacia

afuera, una separación entre las confesiones en

lucha; mas, hacia adentro, las confesiones se

convirtieron en religiones políticas de los

respectivos países. Un soberano, una iglesia

nacional, una universidad nacional, definíanal estado

unitario confesional. La unidad entre la comunidad

de los cristianos y de los ciudadanos fue conservada

[…] En este camino se perdió la forma comunitaria

especial de la iglesia, pues en esta “iglesia para el

pueblo” se puede, como máximo, hablar apenas de

“comunión”, “fraternidad” y “amistad”.

Tanto Lutero como Calvino trataron de liberar al

Espíritu de la tutela institucional. Sus énfasis

cristológicos, entre tanto, terminaron por reeditar,

en otros caminos y discursos teológicos, un cuadro

semejante al de la Iglesia Medieval contra el cual

se levantaron. Dieron, sin duda, énfasis a la

libertad de acción del Espíritu y pensaron en una

Iglesia marcada por la provisoriedad en su

expresión histórica y que sólo surge en el mundo

por el influjo del Espíritu Santo, pero no

consiguieron, de forma cabal, ir a fondo en esa

intuición que el Evangelio les ofrecía. La

sobrevivencia de sus iglesias nacionales, la

ausencia de una percepción histórica más

consistente y la necesidad de liberar al Evangelio

del control burocrático del entramado eclesiástico

medieval, hicieron que también hipertrofiasen una

visión cristológica que colocaba en segundo plano

la acción salvadora, histórica y comunitaria del

Espíritu Santo.

En estos dos mil años de historia la Iglesia

Cristiana, en sus más diversas formaciones

socioculturales, experimentó el conflicto

permanente entre énfasis teológico-doctrinales que

desequilibraron la plena revelación recibida de la

Palabra ungida por el Espíritu. Entramos a un

nuevo periodo de la civilización que pide una

reactualización del mensaje bíblico para liberarla

de los vicios instrumentalizadores de la cultura

occidental. Una nueva perspectiva en cuanto al

significado de la obra del Espíritu Santo y del

papel de Jesús de Nazaret se impone a fin de que

la figura de Jesús recupere la verdadera dimensión

evangélica y la Iglesia se vuelva nuevamente la

comunidad abierta al mundo.

HABLANDO DEL ESPÍRITU SANTO...

Paul Tillich es categórico: “Cristo es el Espíritu, y

el Espíritu es el Espíritu de Cristo. Un cristiano es

alguien que participa de esta nueva realidad, esto

es, alguien que posee el Espíritu. „Si alguien no

tiene el Espíritu de Cristo, éste no es de él‟. Ser

cristiano significa poseer el Espíritu y cualquier

descripción del cristianismo tiene que ser una

descripción de las manifestaciones del Espíritu”.

Es decir, la historia de la Iglesia debe ser vista

como la historia de la acción del Espíritu Santo y

la dinámica de la vida de las diversas comunidades

cristianas tiene que ser entendida como

manifestaciones concretas de esta acción. Lo que

quiere decir que el Espíritu es la comunión propia

de la Iglesia con Cristo. La fe, al hacernos percibir

a Dios en Cristo, nos revela la fuerza del Espíritu.

Por eso, en cuanto comunidad histórica con Cristo,

la Iglesia es hechura escatológica del Espíritu. La

nueva comunidad eclesial es, en ella misma, la

revelación del Espíritu y de las fuerzas de la nueva

creación.

La teóloga Dorothee Sölle, intentando traducir

en un lenguaje no religioso esta relación, se

expresa así:

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Si Jesús de Nazaret fue un pobre hombre de Galilea

torturado hasta la muerte, entonces Cristo es aquel

ser imposible-de-ser-muerto, que vino con él al

mundo y vive en él por medio de nosotros. Cuando

digo Cristo, pienso también en Francisco de Asís, en

Hildegard von Bingen, en Martin Luther King y en

Ita Ford, la monja estadounidense asesinada en El

Salvador —así como en todas las personas que

resistieron y están detenidas. Cristo es un nombre

que, a mi entender, expresa solidaridad, por tanto,

sufrir con, luchar con. Cristo es la fuerza misteriosa

que estaba en Jesús, que continúa existiendo y que, a

veces, nos vuelve los “locos en Cristo” que —sin

perspectivas de éxito y sin objetivo— reparten la

vida con otras personas. Reparten pan, abrigo,

miedo y alegría. Pues la actitud de Jesús ante la vida

fue que no se puede poseer, acaparar y asegurar la

vida. Repartir, transmitir, recibir y darse de presente

—es eso lo que podemos hacer con la vida.

El Espíritu es viento, soplo, hálito, beso de vida

que procede del Creador y vivifica a sus criaturas.

Femenino en hebreo, neutro en griego, y

masculinizado en latín, significa fuerza, energía,

respiración, poder, inspiración… Todo eso

dispuesto por Dios (el don o charisma) a sus hijos

e hijas para que susciten su Reinado en el mundo.

Estamos hablando de un movimiento-para-la-vida

que conduce a la comunierta al mundo, la Iglesia,

más allá de sus límites, con el fin de compartir con

los otros los dones que recibe del Espíritu.

En medio de tanto sufrimiento y dolor de

millones de personas en todo el mundo y,

particularmente en nuestro país, el grito por el

sentido de la vida se reproduce desesperado y

fuerte. La falta de solución de problemas básicos

de sobrevivencia, la falta de salud y educación,

alimento y protección ha llevado a una inmensa

mayoría de los empobrecidos y descartados por el

sistema que nos domina a buscar alivio y un

mínimo de plausibilidad para sus vidas, aun

cuando momentáneos y precarios, en la dimensión

religiosa, incluso en su versión intrasistémica,

privatizante y mercadológica. La incapacidad de

las estructuras eclesiásticas tradicionales para

responder a esta demanda, por tanto tiempo

reprimida, ha propiciado el surgimiento de

vitalidades religioso-espirituales aparentemente

nuevas, pero que en realidad ya estaban presentes

en el ethos cultural del continente, sólo que

adormecidas al amparo de las promesas fallidas

del cientificismo, del nacionalismo, de la

tecnología, del secularismo, de la idea de

progreso, etcétera.

Por otro lado, puede parecer contradictorio

hablar de crisis en el ámbito eclesiástico en un

momento en que la expansión de la vivencia

religiosa parace henchir al país. Pero, ¿será que

aquello a que estamos asistiendo refleja el

testimonio de una comunidad cristiana

profundamente comprometida con las exigencias

del Evangelio?

PODER, DON Y DISCERNIMIENTO…

La historia de las comunidades cristianas está

llena de ejemplos que nos hablan de su esperanza

y sumisión a la acción del Espíritu que mantiene

abiertas las posibilidades de vida, a pesar de la

fuerza y del poder de las estructuras materiales y

espirituales que fueron articuladas a lo largo de la

historia impidiendo la dignidad y la alegría de la

vida para las hijas e hijos de Dios. Esto sólo ha

acontecido, y sólo puede acontecer, en la medida

en que la esperanza se consolide en el fondo de los

corazones humanos, y eso se da por medio de la fe

en el Espíritu. La comunidad abierta al mundo, la

que ansía la integralidad y la plenitud de vida, es

resultado de la acción del Espíritu en su interior.

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Julio de Santa Ana comenta que, según la

perspectiva del apóstol Pablo, en su carta a los

Romanos, la acción del Espíritu Santo no puede

desvincularse de los acontecimientos históricos.

Dice:

Aquellos más agónicos, más tensos, más

conflictivos, dan una indicación de la acción del

Espíritu de Dios, que llama y anima a la Iglesia a no

ajustarse a los esquemas de este mundo […]

Experimentar el Espíritu, vivir en el Espíritu, recibir

la fuerza que renueva a la creación, no es una

experiencia quieta, tranquila, sino que se produce en

medio de las convulsiones que sacuden a la historia.

Enfrentando poderes inmensos, la comunidad a

veces pierde sus fuerzas; manifiesta entonces sus

debilidades, su flaqueza, su desánimo.

Es entonces cuando dice el apóstol: “El Espíritu

de Dios nos viene a ayudar en nuestra flaqueza.

No sabemos cómo debemos orar, pero el Espíritu

de Dios, con gemidos indecibles, pide a Dios en

nuestro favor. Y Dios, que mira el interior del

corazón, sabe cuál es el pensamiento del Espíritu.

Porque el Espíritu pide en favor del pueblo de

Dios y lo hace según la voluntad de Dios”

(Romanos 8.26-27).

A partir de ahí, con creatividad, el coraje y la

verdad de la comunidad se vuelve capaz de

producir los frutos del Espíritu (Gálatas 5.22-23).

Estos se constituyen, hoy, en la fuente de una

contracultura que rechaza la visión del mundo y

los supuestos valores del sistema de muerte en el

cual nos encontramos. Como afirma Dorothee

Sölle:

Las pretendidas imposiciones circunstanciales del

mundo industrializado y las experiencias de

impotencia de las personas que saben “que nada

puede ser hecho” se corresponden mutuamente. El

saber degeneró cada vez más en dirección de un

saber de muerte. Por tanto, el conocimiento solo, ya

no basta. No consigue superar la falta de

espiritualidad reinante. Creer en el Espíritu de Dios

significa, sobre todo, llamarlo: “Ven, Espíritu

Santo…” también para nuestro vacío y nuestra

dependencia de las drogas con las cuales nos

cercamos. Otra vida es posible, el corazón de piedra

puede volverse un corazón de carne. Creer en eso es

imprescindible para mi vida. Yo celebro el noviazgo

con el Espíritu, justamente cuando me confronto con

mi clase social, con mi pueblo, con mi papel

histórico-universal y siento un poco de su fuego.

El discernimiento del poder del Espíritu, por ello,

implica el reconocimiento del otro, en aquello que

lo caracteriza como diferente. Toda comunidad

verdaderamente sensibilizada por el Espíritu de

Dios celebra y promueve la diversidad. Esto es lo

que la herencia bíblica, tan celosamente defendida

por las estructuras eclesiásticas, nos enseña. Se

trata, en verdad, de la búsqueda incesante de

nuevas relaciones humanas fundadas en el

primado de la libertad y de la justicia en todos los

niveles de la experiencia humana. Es a esto que

somos convocados por el movimiento del Espíritu

de Dios en medio de la creación, llevando la

sumisión de todo y de todos a la voluntad salvífica

de Dios.

La palabra poder siempre está asociada al

Espíritu Santo. Tanto los textos neotestamentarios,

como el lenguaje de las comunidades que fueron

surgiendo a lo largo de la historia y buscaban

expresar una relación directa con lo sagrado, se

refieren a él con este vocablo. Romano Guardini

(El poder, 1950) señala que el poder se caracteriza

por dos dimensiones: se refiere tanto a la

capacidad de actuar, como al resultado de una

voluntad, de una decisión personal. Así, él

distingue entre el poder propiamente dicho, que

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implica necesariamente una decisión de carácter

personal y la fuerza, que no depende directamente

de una manifestación volitiva. Los fenómenos

naturales, por ejemplo, producen efectos en el

mundo, pero no dependen de una decisión. En su

argumentación el teólogo recuerda que, en cuanto

el poder es capaz de de tener efectos benéficos o

malignos, la fuerza siempre es peligrosa. Ilustra

esta diferencia mostrando que las burocracias

modernas, gracias a sus enormes dimensiones,

ejercen no el poder, sino la fuerza, pues imponen

regulaciones de de manera mecánica, sin

responsabilidad personal. Gregory Baum, quien

retoma el texto de Guardini en su estudio sobre el

poder en la Iglesia, traza las consecuencias de esta

distinción para el “poder sagrado”. Dice:

“Siguiendo esta lógica, el “poder sagrado” puede

deteriorarse y convertirse simplemente en una

“fuerza”, una presión impersonal, creando

obligaciones y tabúes, sin manifestar un desvelo

mayor. Lo sagrado y la burocracia, podemos

concluir, fueron las fuerzas que hicieron triunfar a

la dictadura nazi en Alemania”.

Para Guardini, desde el punto de vista

teológico, el poder de Dios, revelado en la

creación y en la redención, es el modelo a seguir

para la organización de las estructuras de gobierno

entre los seres humanos. Esto quiere decir que,

según el ejemplo del poder divino, las formas de

expresión del poder humano deben significar

servicio, nutrición, intensificación de la vida

humana. Es decir, que deben contribuir para hacer

cada vez más humana, más fraterna, justa y

placentera, la convivencia de los hombres y las

mujeres en este mundo. En otras palabras, el

gobierno legítimo, capaz de ordenar las

experiencias colectivas de los seres humanos en

todos los niveles de la existencia es el que

proviene del poder del Espíritu de Dios y que

significa solidaridad con la comunidad, respeto

por su dignidad y que está al servicio del bienestar

de todos.

En la práctica de Jesús vemos surgir uan nueva

hermenéutica del poder, en la cual el elemento

central es la afirmación del derecho inalienable

del otro ser a permanecer como el otro que es. En

muchas de las parábolas que contó y en

innumerables encuentros que sostuvo con las más

variadas personas, sobresale la invitación a y el

convivio con aquellos y aquellas que eran extraños

a su contexto racial, social y religioso-cultural,

destacando el reconocimiento y la aceptación de

esas diferencias. Esto sólo fue posible porque el

Espíritu estaba sobre él y le permitió reconocer las

limitaciones, etnocéntricas y sociopolíticas, de la

autoafirmación de la tradición cultural religiosa a

la que pertenecía. Pues, como muy bien destaca

Comblin:

El Espíritu no mantiene aislados a los seres humanos

en sí mismos, sino que los abre hacia una comunión

universal que tiene su centro en Jesús. Por su parte,

Jesús no actúa sobre los otros hombres simplemente

por medios humanos, lo que produciría uniformidad,

sumisión, renuncia a lo propio de cada uno. Jesús

reúne la humanidad según el modo el modo de

actuar del Espíritu, esto es, a partir de la propia

realidad de cada uno, de cada individuo y de cada

colectividad humana.

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4. PARÁFRASIS DE EFESIOS 6.10-18

DAN GONZÁLEZ ORTEGA

(Relectura)

Al pueblo de Afganistán con toda solidaridad, por el

terrorismo de Estado que les amenaza

Por lo demás, herman@s musulmanes, fortaleceos

en Alá y su fuerza poderosa. Vestidos de toda la

armadura de Alá, para que par firmes contra las

acechanzas de Bush, porque no tenemos lucha

contra afganos y musulmanes, sino contra el FMI,

contra Wall Street, contra los presidentes de

países que destruyen este mundo y lo dejan en

tinieblas, contra ejércitos que interiorizan y

ejecutan la Justicia Infinita en las regiones de

Oriente Medio. Por tanto, tomad toda la armadura

de Alá, para que podáis resistir en el día de los

bombardeos y, habiendo acabado todo, estar

dignamente firmes.

Estad, pues, firmes... fajados los pantalones

con la denuncia verdadera, vestidos con la coraza

de justicia —aunque no sea Infinita— y calzados

los pies con el celo por anunciar las buenas

nuevas de la Paz (Shlm) —sin más terrorismo

donde tengan que morir verdaderos inocentes.

Sobre todo, tomad el escudo de la fe —la fe en el

Dios que ciertamente no es neutral, pero tampoco

manipulable—, con el cual podáis destruir todos

los misiles de la OTAN. Tomad la ametralladora

de la resistencia que salve tu vida, y el cañón de tu

espiritualidad, que es la palabra de Alá. Orad en

todo tiempo, con toda oración y súplica por la

vida abundante, y pugnad por ella con toda

perseverancia y súplica por todos l@s sant@s

(musulmanes, cristianos, judíos y demás).

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5. PRÓXIMA ACTIVIDAD (19 DE OCTUBRE).

MESA-DEBATE: LA INFLUENCIA DE CALVINO

SOBRE EL PROTESTANTISMO FRANCÉS

El pasado mes de mayo, Rubén J. Arjona Mejía

(vicepresidente del Centro Basilea) defendió, en

el Seminario Teológico Presbiteriano de México,

su tesis de licenciatura titulada: Entre la

sumisión y la revolución: la influencia de

Calvino sobre el desarrollo del protestantismo

francés. Por su valor y pertinencia,

consideramos necesario dedicarle la actividad

del próximo 19 de octubre, como celebración,

modesta, de un aniversario más de la Reforma

Protestante.

A continuación transcribimos la introducción

de la tesis.

Introducción

Mucho se ha escrito sobre el pensamiento

político de Juan Calvino. Sin embargo, el

Calvino histórico necesita releerse desde

diferentes perspectivas para conservar su

historicidad. En la medida en que abramos una y

otra vez sus escritos para dialogar con él,

estaremos dándole vida a su pensamiento. No

basta, sin embargo, como lo decía el profesor

Karl Barth a sus alumnos en un curso sobre la

vida y obra del propio Calvino, con repetir sus

frases favoritas para ser calvinistas. Aquellos que

se contentan con repetir las palabras de Calvino

no son buenos calvinistas; no han aprendido de

él, decía Barth. El propósito, decía el profesor, es

que al final del estudio logremos aprender algo

por medio de Calvino, aunque resulte ser distinto

de lo que él escribió.1

Con el propósito, entonces, de aprender por

medio de él, emprendo este trabajo. Calvino creía

en el valor moral de la historia. Por eso no basta

con leer sus obras y analizar su vida; es

indispensable hacer un esfuerzo por llegar a

algunas reflexiones que resulten pertinentes para

nuestras circunstancias. De esta manera, es claro

que no bastará con repetir las palabras de

Calvino, pero tampoco sería justo atribuirle

palabras que no dijo. Se trata, insisto, de

aprender por medio de su pensamiento, de tal

manera que cualquiera que fuere el resultado,

podamos demostrar la pertinencia del

pensamiento de Juan Calvino para nuestro

tiempo.

Dada la amplitud del pensamiento y obra de

Calvino, he decidido centrar mi investigación en

torno a la obediencia y resistencia a las

autoridades civiles. Para ampliar la perspectiva

de este estudio confrontaré el pensamiento de

Calvino con sus acciones en favor del

protestantismo francés en la víspera de la

primera guerra de religión.

La fuente indisoensable para este trabajo es la

Institución de la religión cristiana. Además de

esta obra me referiré a algunos comentarios

bíblicos de Calvino, y, particularmente, a su

correspondencia. Mi segunda fuente para este

trabajo son los trabajos históricos y analíticos de

autores que, en el estudio de la vida y

pensamiento de Calvino, son reconocidos

ampliamente. La mayoría de estos libros no han

1 K. Barth, The Theology of John Calvin. Trad.

Geoffrey W. Bromiley. Grand Rapids-Cambridge,

Eerdmans, 1995, p. 4.

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sido traducidos al español y, por lo tanto, asumo

el compromiso que implica interpretar y tarducir

fragmentos de sus obras.

Al leer las obras de Calvino no basta con leer

por leer. Como sugería Barth a sus alumnos, hay

que leer con humildad y con cierta dosis de

libertad e incluso humor. La humildad nos

ayudará a evitar juicios ligeros y superficiales. Y

es que la costumbre de enjuiciar a otros sin

siquiera concederles derecho de réplica es

tristemente una práctica común. Tan común que

puede hallarse afuera de una estación del Metro.

Fue precisamente durante una de mis tardes de

seminarista cuando sucedió algo así. Salía del

Metro Miguel Ángel de Quevedo cuando una

dama que me conocía se me acercó y durante un

par de horas expuso todos los motivos por los

cuales yo debería dejar mi fe calvinista. Para ella

Calvino sólo merecía dos títulos: dictador y

asesino. En fin… los años pasaron y,

evidentemente, la dama no me convenció. De

aquella experiencia, sin embargo, me quedó claro

cuán peligrossa puede resultar la lectura

teológica si ésta no se hace con humildad y un

mínimo de rigor.

Pero leer a Calvino requiere también libertad.

De lo contrario, uno se vería tentado a abandonar

la lectura al toparse con uno de esos cruceros de

ironía y contradicción. Igualmente necesario será

el humor. Para leer a Calvino hay que aprender a

descifrar y disfrutar su estilo; es claro y lógico,

inspirado en el arte de la retórica, entendida ésta

como el arte y ciencia de la persuasión.2

Irónicamente, sin embargo, su estilo también es

magistralmente ambiguo. Calvino posee la virtud

2 H. Höpfl, The Christian Polity of John Calvin.

Cambridge, Cambridge University Press, 1982, p. 13.

suprema de la política: la ambigüedad.3 El

fundamento de esta ambigüedad es de carácter

teológico. Y es que al llegar a la cúspide de su

exposición, el teólogo reformado debe callar. Es

entonces cuando la teología reformada se impone

y nos abandona en la cima, o mejor aún, nos

abandona en las manos de Dios.4 Frecuentemente

al leer a Calvino experimentaremos esta

sensación. Cuando parezca que hemos alcanzado

la cima, en realidad nos daremos cuenta de que

hemos sido abandonados al amparo de la Palabra

de Dios.

3 M. Walzer, The Revolution of the Saints. Cambridge,

Harvard University Press, 1965, p. 23. 4 K. Barth, op. cit., p. 205.

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6. SOBRE LA ACTIVIDAD DEL

23 DE NOVIEMBRE:

LA HERMENÉUTICA BÍBLICA: UN DEBATE

MULTIDISCIPLINARIO

Antecedentes

La inquietud por llevar a cabo una mesa sobre

hermenéutica se vio alimentada por dos factores:

primero, la aparición del libro de Paul Ricoeur,

Del texto a la acción, y, después, en mayo, por

una paráfrasis bíblica de Dan González Ortega.

Como consecuencia de ésta última, se llevó a

cabo un intenso debate virtual que reproducimos

enseguida.

SALMO 1

Dan González Ortega

A Fox, con cariño

Bienaventurado el mexicano que no se creyó lo

del voto útil,

Ni estuvo de acuerdo con la reforma fiscal

(Nueva Hacienda Pública Distributiva)

Ni en la lista de los amigos de Fox ha aparecido;

Sino que en la ley Cocopa —íntegra— está su

apoyo,

Y en esta ley observa la intención del reinado de

Dios.

Será como el color de la tierra,

Que prodiga el alimento a su tiempo,

Y sin la necesidad de changarrito alguno,

Y todo lo que hace prospera, porque es honesto.

No así los nuevos poseedores del poder,

Que son como basura, falaces, prometiendo a los

pobres 110 pesos y a los ricos millones de

dólares.

Por tanto, no se levantarán los nuevos poderosos

con otro triunfo electoral justo,

Ni los demagogos populistas de derecha en las

luchas populares auténticas.

Porque Jehová conoce que el camino es por la

izquierda auténtica, honesta y itópica;

Mas el camino del neoliberalismo perecerá.

—¡No al IVA en alimentos y medicinas!

AMÉN

Alfredo Tepox Varela

Muy ingeniosa la parodia del Salmo 1, lo cual

demuestra que la Biblia da para todo y para

todos. Claro que, en buena exégesis, la parodia

no ha tomado en cuenta lo que el salmo dice de

los letsim! Yo creo que hay que tener cuidado,

porque los críticos pueden resultar criticados, y

aquí hay que recordar Mt 7.1. Por ejemplo, el

Salmo 2, que sigue al 1, podría decir:

¿Por qué se alborotan los priístas

y los perredistas se confabulan?

Unos y otros hacen planes

contra un presidente que la mayoría eligió,

y lo eligió por las buenas.

Priístas y perredistas gritan:

“¡Vamos a boicotear a este gobierno!

¡Vamos a frenar sus iniciativas!”

Pero el pueblo, la mayoría,

declara:

“Ya hemos puesto en Los Pinos

al presidente que elegimos”

Y por lo tanto yo, el Salmista,

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proclamo esta suprema decisión.

El pueblo ha dicho:

“Nuestro Presidente eres tú.

¡Nosotros te elegimos HOY, HOY, HOY!”…

Y en este tenor podría seguir el salmo, si de

parodias se trata. En lo personal, creo que en una

democracia, una verdadera democracia, hay que

saber ganar y perder. En una democracia gana la

mayoría. Eso no significa que la mayoría tenga

siempre la razón; simplemente significa que la

mayoría debe aceptar la derrota reservándose por

supuesto el derecho de manifestar su

inconformidad si así lo considera conveniente. Y

significa también que la mayoría triunfante no

debe cerrar los ojos a los errores de su propia

elección. El voto, todo voto, debiera ser por

México, y no por cierta persona ni por cierto

partido. Ne’um ben ha’am.

Leopoldo Cervantes-Ortiz

La reacción de don Alfredo Tepox a la paráfrasis

de Dan González fue sólida, ingeniosa y

contundente. Yo les pregunto a todos(as),

comenzando con don Alfredo, ya que se está

abriendo el debate. ¿Qué opinión les merecen las

paráfrasis de Ernesto Cardenal a los Salmos, y de

Vicente Leñero al Evangelio de Lucas (el de

Lucas Gavilán)?

Se aceptan todas las opiniones.

Ricardo Nava

Bueno, pues empecemos.

1. Las paráfrasis de Cardenal, sólo son propias

de un contexto histórico que ya no es. Las luchas

de liberación de América Latina (porque, ¿liberar

a quién y desde dónde?) ¿Quién puede creer en

las revoluciones hoy?, quizá sólo E. Dussel… y

digo quizá. Más bien, nuestro contexto es de

resistencias, porque no hay consumidores pasivos

o dominados u oprimidos. Siempre hay una

actitud de resistencia, de apropiación de lo otro

(un discurso, una imagen, un artefacto, etcétera),

que es devuelto al otro de manera distinta, como

lo nuevo. Quizá Dan González sintió viva la

Teología de la liberación propia de los años 70s,

80s y primera mitad de los noventa. Hoy incluso,

nuevos aires soplan en esa corriente teológica.

2. Los salmos de Cardenal son ingeniosos y

llenos de dolor, de quebranto, pero son poesía

solamente. Pero eso qué importa, en un contexto

de lucha. ¿Quién tenía tiempo para sentarse a

elaborar una exégesis rigurosa? Además, ni la

exégesis, ni la hermenéutica, pueden producir

una “interpretación correcta” porque ésta no

existe. No observamos más que reflejos,

interpretaciones de interpretaciones. La realidad

no existe independientemente del observador. Es

una construcción del ojo del observador.

3. Estudiar a Cardenal hoy, implicaría

preguntarnos por la observación de Cardenal, es

decir, ubicarnos como observadores de

observaciones, y aceptar que más que

preguntarnos por una cosa en sí (los salmos de

Cardenal, p.e.) debemos preguntarnos por la

distinción que se realiza en un nivel de la

observación. Dicho de otra forma, desde dónde y

a partir de qué condiciones de posibilidad

Cardenal produce un artefacto poético y para

quién, con qué efectos de realidad; bajo qué

prácticas y qué disciplina (una historia, una

teología, una poética).

4. Por mi parte recomendaría dos lecturas para

entrar a este tipo de hermenéutica: “¿Cómo se

pueden observar estructuras latentes?”, de Niklas

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Luhmann, y “La invención de lo cotidiano”, de

Michel de Certeau.

Fernando Pérez Ventura

En cuanto a la respuesta de don Alfredo Tepox a

la paráfrasis de Dan González, estoy de acuerdo,

sin embargo debemos cuidarnos de posturas

definitorias en una sociedad de constantes

cambios. Esto es debido a que, desde mi punto de

vista, estamos construyendo una nueva nación y

con posturas resolutorias no aportaríamos nada.

En cuanro a observaciones de Ricardo Nava

respecto a observar las observaciones, sabemos

que no existe una hermenéutica pura. Existen

condicionamientos contextuales e ideológicos

que permean esas observaciones como las de

Ricardo Nava.

En este sentido, creo que la riqueza de

encontrar juntos una forma más pertinente no

sólo de observar la realidad (aunque sea una

construcción que afecta, por ejemplo a los

indígenas) sino de asumir compromisos claros de

transformación dentro de ella (¿será una

construcción?).

Me gustaría la realización de una mesa

redonda sobre el nuevo libro de Ricoeur.

Recomendaría para poder adentrarnos a estos

temas, del mismo autor, El lenguaje de la fe,

Ediciones Megápolis.

Leopoldo López

No soy ducho en el tema de las paráfrasis, ni

tampoco ortodoxo presbiteriano, sin embargo,

creo que la Biblia como libro, puede usarse para

varios fines: teológicos, filosóficos, sociológicos,

culturales, literarios, paráfrasis, educativos,

etcétera, hasta interpretarse de acuerdo al lector,

sacar sus propias conclusiones, incluso estar en

desacuerdo con él.

Desde el punto de vista de la Revelación

Especial de Dios, no obstante, de que lo que

tenemos es una copia de todos los manuscritos,

¿qué papel juega en cuanto a las posiciones que

cada uno tiene en relación a la paráfrasis del

salmo en cuestión? ¿Sólo debe usarse como libro

común? ¿Tenemos la autoridad de usarlo de

acuerdo a nuestras percepciones socio-políticas

que estamos viviendo? ¿Por qué no enviamos

correos de nuestras posiciones con los problemas

tratados y solicitamos una respuesta?

Emmanuel Vargas Alavez

1. Tal parece que Ricardo Nava nos considera, a

los creyentes en las revoluciones, como

indiciados (sujetos a un proceso y expuestos a

una condena), que no como iniciados. Pero la

lucha de liberación ya no se da en el sentido

localista en que él mismo la coloca. Es cierto,

nuevos aires soplan en la teología de la liberación

precisamente porque se ha visto que estamos

envueltos en una lucha de liberación que tiene

dimensiones cósmicas.

2. ¿Vivimos como psicóticos en el mundo? Es

decir, ¿cada quien construyendo “su realidad”?

¿Podría alguien dar una respuesta?

3. El asunto no es “estudiar” a Cardenal

tratando de descifrar su aparato interpretativo, ni

a nadie más, para el caso; sino de permitir ser

“tocados” por una realidad que se escapa a

nuestro tiempo y contexto. ¿No es eso lo que

hacemos cuando leemos la Biblia (o un texto

poético)?

Y de una vez les digo que si me consideran

pietista, ingenuo les diré que eso es muy cierto,

no estarán equivocados.

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7. RESEÑA BIBLIOGRÁFICA

UN BONHOEFFER ESENCIAL

PARA HOY

Dietrich Bonhoeffer, Escritos esenciales. Introd. y

ed. de Robert Coles. Trad. de R.A. Díez

Aragón. Santander, Sal Terrae, 2001. 169

pp. (El Pozo de Siquem, 121)

I

Calificado alguna vez como “el único santo

protestante”, el teólogo y pastor luterano Dietrich

Bonhoeffer (1906-1945) es un símbolo de la

resistencia cristiana al nazismo. Participar en el

fallido atentado de 1942 contra Hitler le costó la

reclusión en un campo de concentración y el

martirio, unos días antes de la entrada de los

ejércitos aliados a Alemania. Ya antes había

sufrido la marginación y la prohibición de

cualquier actividad eclesiástica por su abierta

oposición a la política racista del régimen. En ese

sentido, son muy famosas sus actividades

clandestinas como director de un seminario de la

iglesia confesante, nombre con que se conoce a

las comunidades que rechazaron la sumisión al

nazismo, amén de su participación en la

redacción de la Declaración de Barmen (1934),

un auténtico manifiesto profético en contra de la

dictadura, así como las cartas que escribió desde

la prisión y que adquirieron notoriedad durante

los años sesenta, en plena efervescencia de la

llamada teología de la muerte de Dios, varios de

cuyos autores se remitían a Bonhoeffer como su

inspirador.

Al lado de Karl Barth, Rudolf Bultmann y

Paul Tillich, a Bonhoeffer se le considera como

uno de los grandes teólogos protestantes del siglo

XX, sobre todo por sus obras El precio de la

gracia, Vida en comunidad y Resistencia y

sumisión. Cartas desde la prisión. Habiendo

estado bastante olvidado por el mundo editorial

de habla hispana, últimamente han aparecido

algunas nuevas traducciones de su obra. Entre

ellas, vale la pena citar su Ética, una obra

inconclusa escrita en su mayor parte en la cárcel,

y sus Cartas de amor desde la prisión, ambas

publicadas por la editorial Trotta. A esta lista se

viene a sumar ahora (marzo de 2001) una

antología de textos introducida y seleccionada

por Robert Coles, profesor de ética social en la

Universidad de Harvard, dentro de una colección

dedicada a la espiritualidad, un lugar que

verdaderamente le corresponde.

Poniendo énfasis, muy acertadamente, en su

testimonio, Coles introduce la antología con un

texto titulado “Cómo se hizo un discípulo”,

donde establece un sólido paralelismo entre Jesús

y Bonhoeffer, en el sentido de que éste, como

aquél, tuvo un final terrible debido a sus

convicciones. Trazando ágilmente la evolución

de la vida, el pensamiento y el testimonio de

Bonhoeffer, y tomando como base la relevancia

que para él tuvo la exigencia del seguimiento de

Jesús (tema al que dedicó su libro más conocido),

dice, por ejemplo, que en medio de las terribles

circunstancias que vivió

Bonhoeffer no se volvió a un Dios distante y

abstracto, ni a su pasado luterano (con la esperanza

de redimirlo), ni a la tradición intelectual de la

Ilustración, ni tampoco al pensamiento de moda

que había ocupado un puesto tan destacado en el

berlín de la década de 1920. Se volvió más bien a

Jesucristo, a Sus experiencias concretas, Sus

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discursos, Sus parábolas, Sus exhortaciones,

sugerencias e interpretaciones, a Sus ideas

declaradas tal y como surgieron en el curso de Su

enseñanza y Sus curaciones y, no en último lugar, a

Su vida tal como eligió vivirla” (pp. 39-40).

Con esto en mente, se puede afirmar que la vida

de Bonhoeffer sólo puede ser leída en clave

cristológica, y que su legado se sitúa muy lejos de

la praxis convencional del cristianismo en las

instituciones llamadas iglesias.

Precisamente sobre su herencia espiritual, dice

Coles: “La espiritualidad característica de

Bonhoeffer, que consistía en la realización diaria

de las verdades morales formuladas por jesús y

encarnadas en Su vida, es nuestro legado

(¡terrible ironía!) gracias a aquel horror

extremadamente devastador. Adolf Hitler nos dio

el Diterich Bonhoeffer al que admiramos y

veneramos hoy, más de medio siglo después de

su muerte a manos de un verdugo nazi” (p. 33).

Estas extrañas palabras sólo pueden ser

comprendidas si se sigue paso a paso el periplo

de un hombre de familia noble y bien acomodada

en los salones del poder que abandonó todas las

prebendas de su condición social para morir

asesinado por la fidelidad a Jesucristo. Sobre este

tema, Coles agrega más adelante:

El corazón del legado espiritual que Bonhoeffer

nos dejó no se encuentra en sus palabras y sus

libros, sino en la forma en que empleó su tiempo en

la tierra, en su decisión de vivir como si el Señor

fuera un vecino y amigo, una constante fuente de

coraje e inspiración, uan presencia tanto en los

afanes como en las alegrías, un recordatorio de las

obligaciones y afirmaciones del amor y también del

significado decisivo de la muerte (pues la manera

en que morimos manifiesta cómo hemos vivido y

quiénes somos)” (p. 55).

Es muy notable, en este sentido, la decisión de

Bonhoeffer de regresar a Alemania unos meses

antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Hallándose entre amigos en el Union Seminary,

de Nueva York, prefiere volver a su país para

enfrentarse radicalmente a la idolatría

entronizada en el poder. Coles lo cita: “Tengo

que vivir este periodo difícil de nuestra historia

nacional con el pueblo cristiano de Alemania. No

tendré derecho a participar en la reconstrucción

de la vida cristiana en Alemania después de la

guerra si no comparto las pruebas de este tiempo

con mi pueblo” (p. 31).

II

Con una presentación así, la lectura del libro

adquiere otra tonalidad. Ya pasados los furores

de la apropiación que los teólogos de la

secularización y de la muerte de Dios hicieron de

Bonhoeffer, su testimonio y pensamiento se

agigantan ante nosotros. El volumen bien se

puede dividir en tres secciones muy claras: los

primeros textos, relacionados con Jesucristo y el

seguimiento, manifiestan muy bien la base de fe

que tuvo Bonhoeffer para actuar como lo hizo.

Sus palabras siguen siendo proféticas y un

auténtico llamado a la conversión. Así, dice en

“Jesucristo y la esencia del cristianismo” (una

conferencia pronunciada en la comunidad

evangélica alemana de Barcelona, en diciembre

de 1928):

Se han realizado muchos intentos por eliminar a

Cristo de la vida actual del espíritu; de hecho, lo

más seductor de estos intentos es que parece como

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si Cristo fuese colocado por ellos en el lugar

correcto, en el lugar digno de él. Se define a Cristo

según categorías estéticas como genio religioso, se

dice que es el más grande de los maestros éticos, se

admira su camino hacia la muerte como un heroico

sacrificio por sus ideas. Sólo hay una cosa que no

se hace: no se le toma en serio, es decir, uno no

pone el centro de su vida en relación con la

pretensión de Cristo de decir y ser la revelación de

Dios; se mantiene una distancia entre uno mismo y

las palabras de Cristo y no se permita que tenga

lugar ningún encuentro serio. (p. 59)

Sobre el seguimiento, dice en un fragmento de El

precio de la gracia (1937), casi hablando de sí

mismo:

Seguir a Jesús es estar vinculado al Cristo sufriente.

Por eso el sufrimiento de los cristianos no tiene

nada de desconcertante. Es, más bien, gracia y

alegría. Las actas de los primeros mártires dan

testimonio de que Cristo transfigura, para los

suyos, el instante de mayor sufrimiento con la

certeza indescriptible de su proximidad y de su

comunión. De suerte que, en medio de los más

atroces tormentos soportados por su Señor,

participan de la alegría suprema y de la felicidad de

la comunión con él. Llevar la cruz se les revelaba la

única manera de triunfar del sufrimiento. Y esto es

válido para todos los que siguen a Cristo, puesto

que fue válido para Cristo mismo. (p. 84)

La segunda sección tiene que ver con su tarea

pastoral, manifestada en textos del libro Vida en

comunidad y en alocuciones o sermones dirigidas

a personas muy específicas: sus alumnos del

seminario semiclandestino de Finkenwalde o a

los pastores de la iglesia confesante. A éstos les

dice en momentos de particular dificultad (en

noviembre de 1942):

Algunos de nosotros sufrimos mucho por una cierta

insensibilidad interior frente a los numerosos

padecimientos producidos por estos años de guerra.

Hace poco tiempo alguien me dijo: ”Pido todos los

días que no me vuelva insensible”. Ciertamente

ésta es una buena oración. Con todo, hemos de

tener cuidado para no confundirnos con Cristo.

Porque Cristo padeció todos los sufrimientos y toda

la culpa de los hombres hasta el extremo […] Pero

Cristo pudo sufrir con los demás porque al mismo

tiempo podía salvar del sufrimiento. Su fuerza para

sufrir con los demás procedía de su amor y su

fuerza para salvar a los hombres. Nosotros no

somos llamados a cargar con el peso de los

sufrimientos de todo el mundo; en el fondo no

podemos sufrir en modo alguno por los demás con

nuestras fuerzas porque no podemos salvar. (p.

121)

La última sección, formada por textos de su

Ética, de documentos escondidos por su familia y

de las cartas desde la prisión, confirma la manera

en que Bonhoeffer trató —y logró— de encarnar

el mensaje de Jesucristo en el tiempo presente.

Coles incluye también una carta de amor a su

prometida, María von Wedemeyer y un poema de

los varios que escribió en la cárcel. Por supuesto,

aparece una de sus cartas más conocidas —

dirigida a su gran amigo Eberhard Bethge— y

que aquí no podemos dejar de citar.

Lo que incesantemente me preocupa es la cuestión

de qué es el cristianismo, o quién es Cristo

realmente hoy para nosotros. Ha pasado ya el

tiempo en que a los hombres se les podía explicar

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21

esto por medio de palabras, sean teológicas o

piadosas; ha pasado asimismo el tiempo de la

interioridad y de la conciencia; es decir, justamente

el tiempo de la religión en general. Nos

encaminamos hacia una época totalmente

arreligiosa. Simplemente, los hombres, tal como de

hecho son, ya no pueden seguir siendo religiosos.

Incluso aquellos que sinceramente se califican de

“religiosos”, no ponen esto en práctica en modo

alguno; sin duda con la palabra “religioso” se

refieren a algo muy distinto […]

Todo el “cristianismo” precedente queda

privado de su fundamento, y ya no podemos pisar

tierra firme desde un punto de vista “religioso” sino

en algunos “últimos caballeros” o en unos pocos

hombres intelectualmente deshonestos. ¿Tendrán

que constituir éstos quizá el escaso número de los

elegidos? ¿Debemos precipitarnos nosotros llenos

de celo, amor propio o indignación precisamente

sobre este dudoso grupo de hombres para

colocarles nuestra mercancía? ¿Tenemos que

abalanzarnos sobre unos pocos desdichados en sus

momentos de debilidad y, por decirlo así, violarlos

religiosamente? (pp. 158-159)

La “mayoría de edad de la humanidad”

ciertamente no es ya un tema de debate teológico

en la actualidad pero no se puede negar que ha

funcionado como una premisa oculta de la

mentalidad posmoderna, ajena ya a utopías y

esperanzas añejas. Con todo, el pensamiento de

Bonhoeffer, expresado en palabras tan

inquietantes, sigue siendo vigente hoy, cuando el

cristianismo se está autocriticando

profundamente.

Para quienes conocen la vida y obra de

Bonhoeffer, pero sobre todo para quienes no, este

libro es una formidable oportunidad de verse

desafiados por uno de los mayores testigos

cristianos del siglo XX, alguien que supo

conjuntar su obra y su testimonio como pocos. En

América Latina, particularmente, hace falta

conocer esta experiencia a la luz de los retos

actuales.

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8. SUGERENCIAS PARA LEER

Ernesto Cardenal, Salmos. Madrid, Trotta,

2000.

Ernesto Cardenal, Epigramas. Madrid, Trotta,

2001.

Reimpresiones españolas de dos libros clásicos

de Cardenal. El primero, cuya edición original

fue prologada por Thomas Merton, sigue abierto

a las múltiples significaciones que los nuevos

tiempos puedan darle. El segundo, publicado

originalmente por la UNAM, conserva la

frescura, sinceridad y el compromiso.

Adélia Prado, Bagaje. Edición bilingüe. Trad.

J.F. Navarro. México, Universidad Ibero-

americana, 2000.

Toda una revelación en la poesía brasileña,

Adélia Prado escribe de una manera

absolutamente única, destilando fe, sensibilidad

y una manera de ver el mundo muy difícil de

clasificar. Un verdadero acierto de la

Universidad Iberoamericana al divulgar a esta

autora entre nosotros.

Paul Ricoeur, Amor y justicia. Madrid,

Caparrós, 2001. (Esprit, )

Reedición de un conjunto de textos sobre ética,

donde sobresale un acercamiento profundo a la

“Regla de oro” evangélica.

Paul Ricoeur y André LeCoque, Pensar con la

Biblia. Barcelona, Herder, 2001.

Ricoeur, junto con otro profesor francés de la

Universidad de Chicago, especialista en el

Antiguo Testamento, releen textos bíblicos con

una enorme amplitud de miras, fruto de una

reflexión y análisis.

Luiz Carlos Susin, ed., El mar se abrió.

Treinta años de teología en América Latina.

Santander, Sal Terrae, 2001. 264 pp.

(Presencia teológica, 111)

Concebido como material preparatorio para el

Congreso de Teología llevado a cabo el año

pasado en Brasil, esta recopilación de

testimonios de teólogos, en su mayoría católicos,

constituye, como lo dice su título, una revisión de

tres décadas de pensamiento teológico en nuestro

continente. El único protestante es Jorge Pixley.

Juan José Tamayo y Juan Bosch, eds.,

Panorama de la teología latinoamericana.

Estella, Verbo Divino, 2001. 683 pp.

Amplísima revisión del ambiente teológico

latinoamericano que llena las lagunas del libro

anterior, pues incluye a 7 autores(as)

protestantes: Sergio Arce, Ofelia Ortega, Jorge

Pixley, Philip Potter, Violeta Rocha, Julio de

Santa Ana y Elsa Tamez. Incluye una espléndida

“Introducción a la teología protestante

latinoamericana”, un trabajo que hacía mucha

falta desde hace tiempo.

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9. NOTICIAS

Muy pronto se presentarán los primeros

volúmenes editados por el Centro Basilea: una

Introducción a la Biblia en dos tomos.

Del 22 al 24 de agosto, se llevaron a cabo las

IV Jornadas de Psicología de la Religión en el

Museo Nacional de Antropología e Historia,

organizadas por varias instituciones, entre

ellas la UNAM, la ENAH, el Conaculta, la

UAM y la Asociación Latinoamericana para el

Estudio de las Religiones. La conferencia

magistral, “Retos éticos y epistemológicos de

la psicología (y la) pastoral”, estuvo a cargo

de Enrique Dussel. En varias mesas hubo

participantes miembros de iglesias

evangélicas.

Del 18 al 20 de octubre se llevará a cabo una

exposición de libros evangélicos en

10. CONEXIONES EN INTERNET

www.interbook.net/personal/cer/

Página protestante española dedicada a temas

relacionados con la Reforma y al rescate de

autores españoles. Agregando biblio/actas se

tiene acceso a las actas del coloquio internacional

sobre historia del protestantismo en España y

Portugal (abril del 2000), presidido por Jean-

Pierre Bastian.

www.laboretfides.com

Página de la editorial protestante suiza Labor et

Fides, donde aparece todo su catálogo. Lo envían

gratuitamente junto con un boletín de novedades.

www.literaturadigital.com

Espléndido proyecto cultural que ofrece más de

40 títulos de literatura latinoamericana en línea.

www.reforme.net

Página de la revista protestante francesa Réforme.

En su edición impresa mantiene un diálogo

constante con la actualidad mundial. Se pueden

solicitar ejemplares gratuitos.

servicioskoinonia.org

Para quienes no conozcan todavía esta página, se

trata de un portal que incluye: RELaT (Revista

Electrónica Latinoamericana de Teología),

Logos (textos de ciencias sociales), una colección

de textos del obispo Pedro Casaldáliga, biblioteca

de materiales bíblicos, y una gran variedad de

materiales más.

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11. TEXTOS DE DIVULGACIÓN

Declaración del Consejo Latinoamericano de

Iglesias sobre el ataque terrorista contra Estados

Unidos.

Tesis de licenciatura de Rubén Arjona Mejía,

“De la sumisión a la revolución: la influencia de

Calvino sobre el desarrollo del protestantismo

francés”.