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BOLETÍN INFORMATIVO
NÚM. 2-3, JUNIO-SEPTIEMBRE DE 2001
CONTENIDO
1. Editorial
2. Reseña de la actividad del 22 de junio:
Diálogo público con el doctor Jorge Lara-Braud
3. Traducción
“El gobierno legítimo nace del Espíritu: origen y legitimación del poder en las iglesias
y en el mundo”, Zwinglio M. Dias
4. Paráfrasis de Efesios 6.10-18, Dan González Ortega
5. Próxima actividad (19 de octubre)
Mesa-debate: La influencia de Calvino sobre el protestantismo francés
6. Sobre la actividad del 23 de noviembre:
La hermenéutica bíblica: un debate multidisciplinario
7. Reseña bibliográfica
Dietrich Bonhoeffer, Escritos esenciales
8. Sugerencias para leer
9. Noticias
10. Conexiones en Internet
11. Textos adjuntos
El Centro Basilea de Investigación y Apoyo, A.C., organizado en
julio de 1999, es un organismo ecuménico, de inspiración
protestante y reformada, que busca contribuir al diálogo con
todas las tendencias ideológicas, la investigación sobre temas
teológicos y sociales, y la solidaridad con las causas sociales
encaminadas al mejoramiento humano.
CENTRO BASILEA DE INVESTIGACIÓN Y APOYO, A.C.
BOLETÍN INFORMATIVO NÚM. 2-3, JUNIO-SEPTIEMBRE DE 2001
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1. EDITORIAL
Luego de un paréntesis ocasionado por ajustes de
tiempo y vacaciones, el Centro Basilea regresa al
trabajo. Con dos actividades cercanas por
delante, una encaminada a conmemorar un
aniversario más de la Reforma Protestante (19 de
octubre), y la otra a reflexionar sobre el estado
actual de la hermenéutica bíblica (23 de
noviembre), continuamos en la búsqueda de
temáticas y asuntos dignos de compartir.
Los sucesos recientes nos mueven a pensar en
la enorme necesidad y pertinencia de contar con
una permanente reflexión teológica de ojos
abiertos, atenta a valorar y revalorar críticamente
la herencia cristiana y sus implicaciones en el
mundo. Semejante tarea, es una exigencia
ineludible, puesto que las circunstancias siempre
ponen en entredicho la valirdez de la fe y de las
creencias en un ambiente cada vez más plural e
incluyente.
Este número del boletín (doble por razones
obvias) pretende introducir los temas de las
actividades mencionadas de una manera más
amplia, a fin de interesar a los lectores y lograr su
participación más activa.
Además, como no podemos estar ajenos a los
últimos acontecimientos, incluimos un
documento relacionado con los lamentables
episodios del 11 de noviembre.
También aparece una traducción sobre el tema
del poder en el mundo y en las iglesias, y un par
de reseñas bibliográficas. Finalmente, las
sugerencias de lectura, algunas noticias y enlaces
de interés por internet. Nuevamente ofrecemos
una serie de textos y materiales que podemos
enviar a quienes lo soliciten. Entre éstos destaca
la declaración del Consejo Latinoamericano de
Iglesias en relación con lo sucedido el 11 de
septiembre en Estados Unidos.
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BOLETÍN INFORMATIVO NÚM. 2-3, JUNIO-SEPTIEMBRE DE 2001
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2. RESEÑA DE LA ACTIVIDAD DEL 22 DE
JUNIO: DIÁLOGO PÚBLICO CON EL DOCTOR
JORGE LARA-BRAUD
Proveniente de una familia católica muy
consciente de su fe, su conversión fue al
fundamentalismo protestante mientras estudiaba
en la actual Escuela Presbiteriana Panamericana
de Kingsville, Texas. Él la entendió, en su
momento, como una conversión a un movimiento
de reforma de la iglesia Católica. Después
estudiaría en Austin y más tarde completaría los
estudios de doctorado en teología en el Seminario
de Princeton. Regresó a a México en 1962 para
ser decano del Seminario Presbiteriano. En 1964
renunció por razones teológicas, aun cuando en
una estrecha votación, había sido ratificado en el
cargo, : la Confesión de Fe de Westminster había
sido revisada en Estados Unidos, pero no en
México. Además, en 1835 se discutió en la
Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos si debían
de rebautizarse los católicos de Ohio que se
estaban convirtiendo al protestantismo. La
respuesta fue que sí. De ahí viene el
anticatolicismo de los presbiterianos mexicanos.
Otra cosa hubiera sido si los misioneros hubieran
venido después de 1903.
De nuevo en los Estados Unidos, reanudó su
carrera docente, y en 1973 ya era director del
programa teológico del Concilio Nacional de
Iglesias Cristianas (NCCC). En dicha comisión se
reflejaba toda la gama de tendencias teológicas,
puesto que cada iglesia designaba oficialmente a
los miembros que la componían. Allí se daba una
cierta tardanza en relacionar la doctrina cristiana
con las situaciones sociales debido a la
distracción ocasionada por ocuparse de
abstracciones doctrinales.
Cuando Óscar Arnulfo Romero, a los 69 años,
fue designado arzobispo de San Salvador, en los
años más difíciles del levantamiento armado,
comenzó a tener una relación muy cercana con él,
debido al encargo que recibió del NCCC. Con la
muerte del sacerdote Rutilio Grande, despertó la
conciencia de Monseñor Romero, quien perdió el
apoyo de los ricos y descubrió la manera de
contrarrestar sus ataques: partiendo de las fuentes
bíblicas y cristianas, sería más ortodoxo que
ellos. Romero pidió el apoyo del Consejo
Mundial de Iglesias (CMI) y del NCCC para
difundir el hecho de que la nueva iglesia
salvadoreña estaba siendo perseguida por su
defensa de los pobres. No eran comunistas, sino
cristianos renovados. El conocimiento directo de
este testimonio reorientó y avivó espiritualmente
a la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos
(PCUSA), que comenzó a reconsiderar los desafíos
que le planteaba la presencia de los refugiados y
su nueva esperanza.
Como consecuencia de lo anterios, la PCUSA
enarboló el mensaje profético de Jesús, y se
planteó la necesidad de formular una Breve
declaración de fe, puesto que ni el Credo
Apostólico ni el Niceno mencionaban la vida
histórica de Jesús. Todos los demás credos
incurren en el mismo error. Se trataba, ahora, de
ver a las personas de la Trinidad desde el prisma
de la memoria peligrosa, subversiva de Jesús. Por
ello es posible hablar de una influencia directa de
Monseñor Romero en el texto de la Breve
declaración. Con ello era posible tratar de
corregir el déficit teológico de los credos
reformados —de larga tradición—, para que,
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confesando así la fe se evite que los creyentes se
distancien del prójimo necesitado.
Como parte de las reacciones a la exposición, el
presbítero José Luis Velazco mencionó que el
hecho de que el doctor Lara-Braud nunca
recibiera la ordenación al pastorado es un
ejemplo de cómo los laicos pueden desarrollar
ampliamente su ministerio. Insistió en
preguntarle sobre su participación en el
Encuentro de Teologías llevado a cabo en Detroit
en 1975, donde se dio un fuerte intercambio de
opiniones entre los teólogos latinoamericanos de
la liberación y los teólogos estadounidenses,
sobre todo negros, quienes les recriminaron a
aquéllos y a los teólogos blancos su racismo y
exclusión. Rubén Montelongo, por su parte,
subrayó que el caso del doctor Lara-Braud, en los
años sesenta, es un ejemplo más de la
presecución de la teología en el seno de la Iglesia
Presbiteriana de México.
Como respuesta, el doctor Lara-Braud insistió
en la necesidad de defender la ortodoxia (más
aún que la gente llamada conservadora), para
luego vincularla con la problemática social. Para
él, ésta es una estrategia infalible a la hora de
enfrentar las polarizaciones ideológicas al
interior de las iglesias. Puso entonces como
ejemplo la última homilía de Monseñor Romero,
en marzo de 1980, y contó su testimonio acerca
de los difíciles días que pasó en San Salvador
unos días después del asesinato del arzobispo.
Refirió además que en las celebraciones por el
vigésimo aniversario del martirio, Jon Sobrino —
quien regresaba del extranjero— le cedió su lugar
mientras hablaba en una de las ceremonias. Narró
también algunos detalles de su intervención ante
el congreso estadounidense en algunos de los
debates para impedir el apoyo militar al régimen
salvadoreño.
Sobre la situación en la Iglesia Presbiteriana
mexicana, explicó que él había renunciado a su
residencia en los Estados Unidos con el fin de
venirse a servir a la iglesia en México, pero que
lo acusaron, básicamente, de aceptar a la iglesia
católica como cristiana, de no creer en la
inmortalidad del alma y de promover la dignidad
de todas las vocaciones cristianas. Subrayó una
vez más la necesidad de reforzar la ortodoxia y
abrirla a fin de poder ser fieles al ejemplo de
Jesucristo.
Cuando se mencionó el tema, el doctor Lara-
Braud afirmó que el ecumenismo a nivel oficial
ha retrocedido en los años recientes porque la
Iglesia Católica abandonó el camino que había
seguido a fines de los años sesenta, cuando trató
de llevar a la práctica los lineamientos del
Concilio Vaticano II. Por ello, en la actualidad se
abre la posibilidad de practicar un ecumenismo
de acompañamiento por la justicia social, debido
a que las iglesias están divididas entre sí y dentro
de sí mismas, y debaten sobre asuntos
relacionados con el género, la sexualidad y la
homosexualidad. De lo que se trata, dijo, es de
apoyar proyectos de compasión cristiana.
Sobre las nuevas generaciones de pastores
presbiterianos, se le señalaron algunas tendencias
relacionadas con la falta de compromiso social, a
lo que respondió que, en el fondo, dicha actitud
es una traición a Jesucristo, porque, como Iglesia,
no se puede decir que se practica el seguimiento
de jesús sin servir a los pobres y desamparados.
Citó entonces la pregunta que Juan el Bautista le
mandó a hacer a Jesús con uno de sus discípulos
y la respuesta que recibió.
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Alguien más insistió sobre el ecumenismo
actual y se habló sobre la necesidad de replantear
el ecumenismo y de revisar sus dimensiones, así
como las luchas —las de los pobres, se
entiende— de las cuales procede. Finalmente, el
doctor Lara-Braud afirmó que un ecumenismo
eficaz no necesariamente elimina las líneas
divisorias, ni las diversas identidades cristianas, y
que lo que debe unificar a los cristianos es seguir
el ejemplo de Jesús y desde esa postura predicar
el Evangelio, porque no todos los que se dicen
cristianos lo son.
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3. TRADUCCIÓN
EL GOBIERNO LEGÍTIMO NACE DEL
ESPÍRITU: ORIGEN Y LEGITIMACIÓN
DEL PODER EN LAS IGLESIAS Y EN EL
MUNDO
Zwinglio M. Dias
Tempo e Presença, año 22, núm. 313, septiembre-
octubre de 2000, pp. 10-14.
Un análisis de cómo las comunidades cristianas,
inicialmente movidas por el Espíritu, se dejaron
“sobornar”y dejaron de abrirse al mundo.
Redujeron al Espíritu a los recovecos de sus
axiomas eclesiásticos y de sus instituciones,
acabando por dejar sólo a la burguesía y al
Estado los espacios públicos de la economía, la
política y la sociedad.
DE LA “IGLESIA ABIERTA AL MUNDO” A LA
“IGLESIA DEL IMPERIO”
Es un hecho fácil de constatar que las iglesias
cristianas atraviesan hoy un momento de crisis
profunda y que, por todos lados, podemos
observar una búsqueda de sentido que las
instituciones eclesiásticas, secularmente
consolidadas, no se muestran plenamente capaces
de satisfacer. Esta situación de crisis, mientras
tanto, tiene una larga historia. Su origen puede
encontrarse en el largo proceso de inculturación
del Evangelio en el espacio europeo cuando se
procedió a la articulación de la cultura de la
unidad cristiana occidental. Aunque el modelo del
cesaropapismo no había, de hecho, unido a todos
los pueblos del continente europeo en un Corpus
Christianum, de forma permanente y amplia,
sirvió como paradigma para la consolidación de la
pretensión de universalidad del cristianismo
occidental. La unidad religiosa entonces alcanzada
se sustentó en la compulsión y la violencia que el
Estado imperial puso al servicio de la Iglesia,
tanto interna como externamente.
Asimismo, esta unidad nunca fue completa y su
fracaso se hizo patente con el cisma de 1054, que
dividió a la cristiandad. A partir del siglo XII,
mediante los diferentes movimientos culturales
que trataban de reformar a la Iglesia en Europa
occidental hasta la eclosión de la Reforma
Protestante en el siglo XVI, en Alemania, Suiza e
Inglaterra, el modelo imperial romano de
inculturación fue inapelablemente despedazado.
Desde entonces, y culminando en el siglo XVIII
con el surgimiento del Iluminismo, como parte de
del proceso de emancipación de la burguesía en
contra del sistema feudal absolutista, asistimos al
establecimiento dde la autonomía del ser humano
como principio universal y racional con las
consecuencias de auto-determinación e
instrumentalidad del hombre y de la naturaleza.
Habiendo triunfado la tesis de la objetividad
del saber, que empujó a las creencias y los valores
resultado de ellas hacia la esfera de la subjetividad
y de la privacidad, ejerciendo una crítica radical
hacia la revelación y las formas religiosas, las
ideas de emancipación y autonomía del ser
racional ante la tutela de cualquier autoridad
minaron inapelablemente las pretensiones de
poder de las iglesias. Con esto, la religión pasó a
ser un asunto privado. No le fue reconocida
ninguna función orientadora en la sociedad, lo
mismo en la política, en la ciencia o en la
economía. A disgusto o de buen grado, católicos y
protestantes terminaron por aceptar el
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confinamiento de la eficacia y del valor de la fe al
ámbito privado y confiaron la estructuración de la
esfera pública, es decir, de la economía, de la
política y de la sociedad en general, al capital, a la
burguesía y al Estado que la representaba. La
promesa de salvación fue individualizada,
interiorizada y privatizada. De manera específica
en el protestantismo, como señala Schäfer, en otra
correlación, éste pasó a ser cómplice de los
ladrones y, al mismo tiempo, una de sus víctimas.
En el intento por interpretar teológicamente
esta realidad, muchos estudiosos atribuyen la
situación de crisis permanente que,
particularmente, ha experimentado el cristianismo,
a una multitud de factores, destacando, por tanto,
dentro de ellos, la forma en que el papel del
Espíritu Santo en la economía de la salvación fue
y ha sido comprendido y articulado en la vida de
las iglesias.
A partir del tránsito de una iglesia del tipo
comunidad abierta al mundo, originada en la
expansión de la comunidad juedocristiana entre
los gentiles, hacia una iglesia imperial, iniciada
por Constantino, con funciones de religión oficial
del Estado, el Espíritu Santo y su acción
consoladora, integradora, vivificadora y
transformadora de la vida, según la perspectiva del
Reino anunciada por Jesús, pasó a ser confundido
con la estructura histórica de la comunidad
cristiana, dejando de ser verdaderamente asumido
como el poder decisivo que sustenta y dinamiza a
la comunidad eclesial en sus embates en medio del
mundo.
Al transcurrir el proceso histórico
experimentado por el cristianismo, católicos,
ortodoxos y protestantes no se diferenciaron
significativamente. La perspectiva triunfalista del
Christus victor acabó por eliminar la percepción
bíblica de la acción salvífica de Dios que se da
armoniosamente por medio del Hijo y del Espíritu.
Al hipertrofiar el papel de Jesucristo, diseñaron la
figura de una Iglesia que incorpora
sustitutivamente la acción del Espíritu Santo. Éste
se convirtió, así, en poco más que una simple
figura con la función de facilitar la
intracomunicación entre las personas de la
Trinidad divina o entre ésta y las formaciones
eclesiástico-institucionales en us realización
histórica.
En su precioso estudio sobre el Espíritu Santo,
José Comblin señala que, sobre todo a partir de “la
luchade los papas contra el Imperio, en el siglo XI,
la acción del Espíritu Santo sufrió una doble
reducción: quedó ligada a la Iglesia-institución,
cuyo concepto se elaboró en la época, y también al
concepto de poder (potestas)”. Según Comblin, el
Espíritu Santo pasó a ser entendido como un ente
incorporado a la institucionalidad eclesiástica. Y
ésta pasó a autocomprenderse como constituida
por poderes: el Espíritu estaba en el poder
sacramental, en el poder administrativo del orden
eclesiástico (jerarquía), en el poder del orden y en
el de la estructura jurídica de la Iglesia. Incluidas
en un estamento de este tipo, las manifestaciones
más claras del poder del Espíritu fueron vistas
como los sacramentos, los concilios y el poder del
papa.
En el protestantismo, de la Reforma del siglo
XVI para acá, las cosas no fueron muy distintas.
Como señala Moltmann, aquel camino desde la
“iglesia abierta al mundo” hasta el de la “iglesia
del imperio” determina hasta hoy la estructura y
organización de las iglesias en las vetustas
naciones “cristianas”.
En tanto, la Reforma había descubierto el principio
comunitario y estaba dispuesta a abandonar el
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término iglesia y sustituirlo por el de comunidad.
Pero la consolidación de la Reforma en las iglesias
protestantes nacionales y las subsecuentes guerras
de religión dieron origen a otro principio: cuius
regio, eius religio. De este modo se creó, hacia
afuera, una separación entre las confesiones en
lucha; mas, hacia adentro, las confesiones se
convirtieron en religiones políticas de los
respectivos países. Un soberano, una iglesia
nacional, una universidad nacional, definíanal estado
unitario confesional. La unidad entre la comunidad
de los cristianos y de los ciudadanos fue conservada
[…] En este camino se perdió la forma comunitaria
especial de la iglesia, pues en esta “iglesia para el
pueblo” se puede, como máximo, hablar apenas de
“comunión”, “fraternidad” y “amistad”.
Tanto Lutero como Calvino trataron de liberar al
Espíritu de la tutela institucional. Sus énfasis
cristológicos, entre tanto, terminaron por reeditar,
en otros caminos y discursos teológicos, un cuadro
semejante al de la Iglesia Medieval contra el cual
se levantaron. Dieron, sin duda, énfasis a la
libertad de acción del Espíritu y pensaron en una
Iglesia marcada por la provisoriedad en su
expresión histórica y que sólo surge en el mundo
por el influjo del Espíritu Santo, pero no
consiguieron, de forma cabal, ir a fondo en esa
intuición que el Evangelio les ofrecía. La
sobrevivencia de sus iglesias nacionales, la
ausencia de una percepción histórica más
consistente y la necesidad de liberar al Evangelio
del control burocrático del entramado eclesiástico
medieval, hicieron que también hipertrofiasen una
visión cristológica que colocaba en segundo plano
la acción salvadora, histórica y comunitaria del
Espíritu Santo.
En estos dos mil años de historia la Iglesia
Cristiana, en sus más diversas formaciones
socioculturales, experimentó el conflicto
permanente entre énfasis teológico-doctrinales que
desequilibraron la plena revelación recibida de la
Palabra ungida por el Espíritu. Entramos a un
nuevo periodo de la civilización que pide una
reactualización del mensaje bíblico para liberarla
de los vicios instrumentalizadores de la cultura
occidental. Una nueva perspectiva en cuanto al
significado de la obra del Espíritu Santo y del
papel de Jesús de Nazaret se impone a fin de que
la figura de Jesús recupere la verdadera dimensión
evangélica y la Iglesia se vuelva nuevamente la
comunidad abierta al mundo.
HABLANDO DEL ESPÍRITU SANTO...
Paul Tillich es categórico: “Cristo es el Espíritu, y
el Espíritu es el Espíritu de Cristo. Un cristiano es
alguien que participa de esta nueva realidad, esto
es, alguien que posee el Espíritu. „Si alguien no
tiene el Espíritu de Cristo, éste no es de él‟. Ser
cristiano significa poseer el Espíritu y cualquier
descripción del cristianismo tiene que ser una
descripción de las manifestaciones del Espíritu”.
Es decir, la historia de la Iglesia debe ser vista
como la historia de la acción del Espíritu Santo y
la dinámica de la vida de las diversas comunidades
cristianas tiene que ser entendida como
manifestaciones concretas de esta acción. Lo que
quiere decir que el Espíritu es la comunión propia
de la Iglesia con Cristo. La fe, al hacernos percibir
a Dios en Cristo, nos revela la fuerza del Espíritu.
Por eso, en cuanto comunidad histórica con Cristo,
la Iglesia es hechura escatológica del Espíritu. La
nueva comunidad eclesial es, en ella misma, la
revelación del Espíritu y de las fuerzas de la nueva
creación.
La teóloga Dorothee Sölle, intentando traducir
en un lenguaje no religioso esta relación, se
expresa así:
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Si Jesús de Nazaret fue un pobre hombre de Galilea
torturado hasta la muerte, entonces Cristo es aquel
ser imposible-de-ser-muerto, que vino con él al
mundo y vive en él por medio de nosotros. Cuando
digo Cristo, pienso también en Francisco de Asís, en
Hildegard von Bingen, en Martin Luther King y en
Ita Ford, la monja estadounidense asesinada en El
Salvador —así como en todas las personas que
resistieron y están detenidas. Cristo es un nombre
que, a mi entender, expresa solidaridad, por tanto,
sufrir con, luchar con. Cristo es la fuerza misteriosa
que estaba en Jesús, que continúa existiendo y que, a
veces, nos vuelve los “locos en Cristo” que —sin
perspectivas de éxito y sin objetivo— reparten la
vida con otras personas. Reparten pan, abrigo,
miedo y alegría. Pues la actitud de Jesús ante la vida
fue que no se puede poseer, acaparar y asegurar la
vida. Repartir, transmitir, recibir y darse de presente
—es eso lo que podemos hacer con la vida.
El Espíritu es viento, soplo, hálito, beso de vida
que procede del Creador y vivifica a sus criaturas.
Femenino en hebreo, neutro en griego, y
masculinizado en latín, significa fuerza, energía,
respiración, poder, inspiración… Todo eso
dispuesto por Dios (el don o charisma) a sus hijos
e hijas para que susciten su Reinado en el mundo.
Estamos hablando de un movimiento-para-la-vida
que conduce a la comunierta al mundo, la Iglesia,
más allá de sus límites, con el fin de compartir con
los otros los dones que recibe del Espíritu.
En medio de tanto sufrimiento y dolor de
millones de personas en todo el mundo y,
particularmente en nuestro país, el grito por el
sentido de la vida se reproduce desesperado y
fuerte. La falta de solución de problemas básicos
de sobrevivencia, la falta de salud y educación,
alimento y protección ha llevado a una inmensa
mayoría de los empobrecidos y descartados por el
sistema que nos domina a buscar alivio y un
mínimo de plausibilidad para sus vidas, aun
cuando momentáneos y precarios, en la dimensión
religiosa, incluso en su versión intrasistémica,
privatizante y mercadológica. La incapacidad de
las estructuras eclesiásticas tradicionales para
responder a esta demanda, por tanto tiempo
reprimida, ha propiciado el surgimiento de
vitalidades religioso-espirituales aparentemente
nuevas, pero que en realidad ya estaban presentes
en el ethos cultural del continente, sólo que
adormecidas al amparo de las promesas fallidas
del cientificismo, del nacionalismo, de la
tecnología, del secularismo, de la idea de
progreso, etcétera.
Por otro lado, puede parecer contradictorio
hablar de crisis en el ámbito eclesiástico en un
momento en que la expansión de la vivencia
religiosa parace henchir al país. Pero, ¿será que
aquello a que estamos asistiendo refleja el
testimonio de una comunidad cristiana
profundamente comprometida con las exigencias
del Evangelio?
PODER, DON Y DISCERNIMIENTO…
La historia de las comunidades cristianas está
llena de ejemplos que nos hablan de su esperanza
y sumisión a la acción del Espíritu que mantiene
abiertas las posibilidades de vida, a pesar de la
fuerza y del poder de las estructuras materiales y
espirituales que fueron articuladas a lo largo de la
historia impidiendo la dignidad y la alegría de la
vida para las hijas e hijos de Dios. Esto sólo ha
acontecido, y sólo puede acontecer, en la medida
en que la esperanza se consolide en el fondo de los
corazones humanos, y eso se da por medio de la fe
en el Espíritu. La comunidad abierta al mundo, la
que ansía la integralidad y la plenitud de vida, es
resultado de la acción del Espíritu en su interior.
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Julio de Santa Ana comenta que, según la
perspectiva del apóstol Pablo, en su carta a los
Romanos, la acción del Espíritu Santo no puede
desvincularse de los acontecimientos históricos.
Dice:
Aquellos más agónicos, más tensos, más
conflictivos, dan una indicación de la acción del
Espíritu de Dios, que llama y anima a la Iglesia a no
ajustarse a los esquemas de este mundo […]
Experimentar el Espíritu, vivir en el Espíritu, recibir
la fuerza que renueva a la creación, no es una
experiencia quieta, tranquila, sino que se produce en
medio de las convulsiones que sacuden a la historia.
Enfrentando poderes inmensos, la comunidad a
veces pierde sus fuerzas; manifiesta entonces sus
debilidades, su flaqueza, su desánimo.
Es entonces cuando dice el apóstol: “El Espíritu
de Dios nos viene a ayudar en nuestra flaqueza.
No sabemos cómo debemos orar, pero el Espíritu
de Dios, con gemidos indecibles, pide a Dios en
nuestro favor. Y Dios, que mira el interior del
corazón, sabe cuál es el pensamiento del Espíritu.
Porque el Espíritu pide en favor del pueblo de
Dios y lo hace según la voluntad de Dios”
(Romanos 8.26-27).
A partir de ahí, con creatividad, el coraje y la
verdad de la comunidad se vuelve capaz de
producir los frutos del Espíritu (Gálatas 5.22-23).
Estos se constituyen, hoy, en la fuente de una
contracultura que rechaza la visión del mundo y
los supuestos valores del sistema de muerte en el
cual nos encontramos. Como afirma Dorothee
Sölle:
Las pretendidas imposiciones circunstanciales del
mundo industrializado y las experiencias de
impotencia de las personas que saben “que nada
puede ser hecho” se corresponden mutuamente. El
saber degeneró cada vez más en dirección de un
saber de muerte. Por tanto, el conocimiento solo, ya
no basta. No consigue superar la falta de
espiritualidad reinante. Creer en el Espíritu de Dios
significa, sobre todo, llamarlo: “Ven, Espíritu
Santo…” también para nuestro vacío y nuestra
dependencia de las drogas con las cuales nos
cercamos. Otra vida es posible, el corazón de piedra
puede volverse un corazón de carne. Creer en eso es
imprescindible para mi vida. Yo celebro el noviazgo
con el Espíritu, justamente cuando me confronto con
mi clase social, con mi pueblo, con mi papel
histórico-universal y siento un poco de su fuego.
El discernimiento del poder del Espíritu, por ello,
implica el reconocimiento del otro, en aquello que
lo caracteriza como diferente. Toda comunidad
verdaderamente sensibilizada por el Espíritu de
Dios celebra y promueve la diversidad. Esto es lo
que la herencia bíblica, tan celosamente defendida
por las estructuras eclesiásticas, nos enseña. Se
trata, en verdad, de la búsqueda incesante de
nuevas relaciones humanas fundadas en el
primado de la libertad y de la justicia en todos los
niveles de la experiencia humana. Es a esto que
somos convocados por el movimiento del Espíritu
de Dios en medio de la creación, llevando la
sumisión de todo y de todos a la voluntad salvífica
de Dios.
La palabra poder siempre está asociada al
Espíritu Santo. Tanto los textos neotestamentarios,
como el lenguaje de las comunidades que fueron
surgiendo a lo largo de la historia y buscaban
expresar una relación directa con lo sagrado, se
refieren a él con este vocablo. Romano Guardini
(El poder, 1950) señala que el poder se caracteriza
por dos dimensiones: se refiere tanto a la
capacidad de actuar, como al resultado de una
voluntad, de una decisión personal. Así, él
distingue entre el poder propiamente dicho, que
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implica necesariamente una decisión de carácter
personal y la fuerza, que no depende directamente
de una manifestación volitiva. Los fenómenos
naturales, por ejemplo, producen efectos en el
mundo, pero no dependen de una decisión. En su
argumentación el teólogo recuerda que, en cuanto
el poder es capaz de de tener efectos benéficos o
malignos, la fuerza siempre es peligrosa. Ilustra
esta diferencia mostrando que las burocracias
modernas, gracias a sus enormes dimensiones,
ejercen no el poder, sino la fuerza, pues imponen
regulaciones de de manera mecánica, sin
responsabilidad personal. Gregory Baum, quien
retoma el texto de Guardini en su estudio sobre el
poder en la Iglesia, traza las consecuencias de esta
distinción para el “poder sagrado”. Dice:
“Siguiendo esta lógica, el “poder sagrado” puede
deteriorarse y convertirse simplemente en una
“fuerza”, una presión impersonal, creando
obligaciones y tabúes, sin manifestar un desvelo
mayor. Lo sagrado y la burocracia, podemos
concluir, fueron las fuerzas que hicieron triunfar a
la dictadura nazi en Alemania”.
Para Guardini, desde el punto de vista
teológico, el poder de Dios, revelado en la
creación y en la redención, es el modelo a seguir
para la organización de las estructuras de gobierno
entre los seres humanos. Esto quiere decir que,
según el ejemplo del poder divino, las formas de
expresión del poder humano deben significar
servicio, nutrición, intensificación de la vida
humana. Es decir, que deben contribuir para hacer
cada vez más humana, más fraterna, justa y
placentera, la convivencia de los hombres y las
mujeres en este mundo. En otras palabras, el
gobierno legítimo, capaz de ordenar las
experiencias colectivas de los seres humanos en
todos los niveles de la existencia es el que
proviene del poder del Espíritu de Dios y que
significa solidaridad con la comunidad, respeto
por su dignidad y que está al servicio del bienestar
de todos.
En la práctica de Jesús vemos surgir uan nueva
hermenéutica del poder, en la cual el elemento
central es la afirmación del derecho inalienable
del otro ser a permanecer como el otro que es. En
muchas de las parábolas que contó y en
innumerables encuentros que sostuvo con las más
variadas personas, sobresale la invitación a y el
convivio con aquellos y aquellas que eran extraños
a su contexto racial, social y religioso-cultural,
destacando el reconocimiento y la aceptación de
esas diferencias. Esto sólo fue posible porque el
Espíritu estaba sobre él y le permitió reconocer las
limitaciones, etnocéntricas y sociopolíticas, de la
autoafirmación de la tradición cultural religiosa a
la que pertenecía. Pues, como muy bien destaca
Comblin:
El Espíritu no mantiene aislados a los seres humanos
en sí mismos, sino que los abre hacia una comunión
universal que tiene su centro en Jesús. Por su parte,
Jesús no actúa sobre los otros hombres simplemente
por medios humanos, lo que produciría uniformidad,
sumisión, renuncia a lo propio de cada uno. Jesús
reúne la humanidad según el modo el modo de
actuar del Espíritu, esto es, a partir de la propia
realidad de cada uno, de cada individuo y de cada
colectividad humana.
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4. PARÁFRASIS DE EFESIOS 6.10-18
DAN GONZÁLEZ ORTEGA
(Relectura)
Al pueblo de Afganistán con toda solidaridad, por el
terrorismo de Estado que les amenaza
Por lo demás, herman@s musulmanes, fortaleceos
en Alá y su fuerza poderosa. Vestidos de toda la
armadura de Alá, para que par firmes contra las
acechanzas de Bush, porque no tenemos lucha
contra afganos y musulmanes, sino contra el FMI,
contra Wall Street, contra los presidentes de
países que destruyen este mundo y lo dejan en
tinieblas, contra ejércitos que interiorizan y
ejecutan la Justicia Infinita en las regiones de
Oriente Medio. Por tanto, tomad toda la armadura
de Alá, para que podáis resistir en el día de los
bombardeos y, habiendo acabado todo, estar
dignamente firmes.
Estad, pues, firmes... fajados los pantalones
con la denuncia verdadera, vestidos con la coraza
de justicia —aunque no sea Infinita— y calzados
los pies con el celo por anunciar las buenas
nuevas de la Paz (Shlm) —sin más terrorismo
donde tengan que morir verdaderos inocentes.
Sobre todo, tomad el escudo de la fe —la fe en el
Dios que ciertamente no es neutral, pero tampoco
manipulable—, con el cual podáis destruir todos
los misiles de la OTAN. Tomad la ametralladora
de la resistencia que salve tu vida, y el cañón de tu
espiritualidad, que es la palabra de Alá. Orad en
todo tiempo, con toda oración y súplica por la
vida abundante, y pugnad por ella con toda
perseverancia y súplica por todos l@s sant@s
(musulmanes, cristianos, judíos y demás).
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5. PRÓXIMA ACTIVIDAD (19 DE OCTUBRE).
MESA-DEBATE: LA INFLUENCIA DE CALVINO
SOBRE EL PROTESTANTISMO FRANCÉS
El pasado mes de mayo, Rubén J. Arjona Mejía
(vicepresidente del Centro Basilea) defendió, en
el Seminario Teológico Presbiteriano de México,
su tesis de licenciatura titulada: Entre la
sumisión y la revolución: la influencia de
Calvino sobre el desarrollo del protestantismo
francés. Por su valor y pertinencia,
consideramos necesario dedicarle la actividad
del próximo 19 de octubre, como celebración,
modesta, de un aniversario más de la Reforma
Protestante.
A continuación transcribimos la introducción
de la tesis.
Introducción
Mucho se ha escrito sobre el pensamiento
político de Juan Calvino. Sin embargo, el
Calvino histórico necesita releerse desde
diferentes perspectivas para conservar su
historicidad. En la medida en que abramos una y
otra vez sus escritos para dialogar con él,
estaremos dándole vida a su pensamiento. No
basta, sin embargo, como lo decía el profesor
Karl Barth a sus alumnos en un curso sobre la
vida y obra del propio Calvino, con repetir sus
frases favoritas para ser calvinistas. Aquellos que
se contentan con repetir las palabras de Calvino
no son buenos calvinistas; no han aprendido de
él, decía Barth. El propósito, decía el profesor, es
que al final del estudio logremos aprender algo
por medio de Calvino, aunque resulte ser distinto
de lo que él escribió.1
Con el propósito, entonces, de aprender por
medio de él, emprendo este trabajo. Calvino creía
en el valor moral de la historia. Por eso no basta
con leer sus obras y analizar su vida; es
indispensable hacer un esfuerzo por llegar a
algunas reflexiones que resulten pertinentes para
nuestras circunstancias. De esta manera, es claro
que no bastará con repetir las palabras de
Calvino, pero tampoco sería justo atribuirle
palabras que no dijo. Se trata, insisto, de
aprender por medio de su pensamiento, de tal
manera que cualquiera que fuere el resultado,
podamos demostrar la pertinencia del
pensamiento de Juan Calvino para nuestro
tiempo.
Dada la amplitud del pensamiento y obra de
Calvino, he decidido centrar mi investigación en
torno a la obediencia y resistencia a las
autoridades civiles. Para ampliar la perspectiva
de este estudio confrontaré el pensamiento de
Calvino con sus acciones en favor del
protestantismo francés en la víspera de la
primera guerra de religión.
La fuente indisoensable para este trabajo es la
Institución de la religión cristiana. Además de
esta obra me referiré a algunos comentarios
bíblicos de Calvino, y, particularmente, a su
correspondencia. Mi segunda fuente para este
trabajo son los trabajos históricos y analíticos de
autores que, en el estudio de la vida y
pensamiento de Calvino, son reconocidos
ampliamente. La mayoría de estos libros no han
1 K. Barth, The Theology of John Calvin. Trad.
Geoffrey W. Bromiley. Grand Rapids-Cambridge,
Eerdmans, 1995, p. 4.
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sido traducidos al español y, por lo tanto, asumo
el compromiso que implica interpretar y tarducir
fragmentos de sus obras.
Al leer las obras de Calvino no basta con leer
por leer. Como sugería Barth a sus alumnos, hay
que leer con humildad y con cierta dosis de
libertad e incluso humor. La humildad nos
ayudará a evitar juicios ligeros y superficiales. Y
es que la costumbre de enjuiciar a otros sin
siquiera concederles derecho de réplica es
tristemente una práctica común. Tan común que
puede hallarse afuera de una estación del Metro.
Fue precisamente durante una de mis tardes de
seminarista cuando sucedió algo así. Salía del
Metro Miguel Ángel de Quevedo cuando una
dama que me conocía se me acercó y durante un
par de horas expuso todos los motivos por los
cuales yo debería dejar mi fe calvinista. Para ella
Calvino sólo merecía dos títulos: dictador y
asesino. En fin… los años pasaron y,
evidentemente, la dama no me convenció. De
aquella experiencia, sin embargo, me quedó claro
cuán peligrossa puede resultar la lectura
teológica si ésta no se hace con humildad y un
mínimo de rigor.
Pero leer a Calvino requiere también libertad.
De lo contrario, uno se vería tentado a abandonar
la lectura al toparse con uno de esos cruceros de
ironía y contradicción. Igualmente necesario será
el humor. Para leer a Calvino hay que aprender a
descifrar y disfrutar su estilo; es claro y lógico,
inspirado en el arte de la retórica, entendida ésta
como el arte y ciencia de la persuasión.2
Irónicamente, sin embargo, su estilo también es
magistralmente ambiguo. Calvino posee la virtud
2 H. Höpfl, The Christian Polity of John Calvin.
Cambridge, Cambridge University Press, 1982, p. 13.
suprema de la política: la ambigüedad.3 El
fundamento de esta ambigüedad es de carácter
teológico. Y es que al llegar a la cúspide de su
exposición, el teólogo reformado debe callar. Es
entonces cuando la teología reformada se impone
y nos abandona en la cima, o mejor aún, nos
abandona en las manos de Dios.4 Frecuentemente
al leer a Calvino experimentaremos esta
sensación. Cuando parezca que hemos alcanzado
la cima, en realidad nos daremos cuenta de que
hemos sido abandonados al amparo de la Palabra
de Dios.
3 M. Walzer, The Revolution of the Saints. Cambridge,
Harvard University Press, 1965, p. 23. 4 K. Barth, op. cit., p. 205.
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6. SOBRE LA ACTIVIDAD DEL
23 DE NOVIEMBRE:
LA HERMENÉUTICA BÍBLICA: UN DEBATE
MULTIDISCIPLINARIO
Antecedentes
La inquietud por llevar a cabo una mesa sobre
hermenéutica se vio alimentada por dos factores:
primero, la aparición del libro de Paul Ricoeur,
Del texto a la acción, y, después, en mayo, por
una paráfrasis bíblica de Dan González Ortega.
Como consecuencia de ésta última, se llevó a
cabo un intenso debate virtual que reproducimos
enseguida.
SALMO 1
Dan González Ortega
A Fox, con cariño
Bienaventurado el mexicano que no se creyó lo
del voto útil,
Ni estuvo de acuerdo con la reforma fiscal
(Nueva Hacienda Pública Distributiva)
Ni en la lista de los amigos de Fox ha aparecido;
Sino que en la ley Cocopa —íntegra— está su
apoyo,
Y en esta ley observa la intención del reinado de
Dios.
Será como el color de la tierra,
Que prodiga el alimento a su tiempo,
Y sin la necesidad de changarrito alguno,
Y todo lo que hace prospera, porque es honesto.
No así los nuevos poseedores del poder,
Que son como basura, falaces, prometiendo a los
pobres 110 pesos y a los ricos millones de
dólares.
Por tanto, no se levantarán los nuevos poderosos
con otro triunfo electoral justo,
Ni los demagogos populistas de derecha en las
luchas populares auténticas.
Porque Jehová conoce que el camino es por la
izquierda auténtica, honesta y itópica;
Mas el camino del neoliberalismo perecerá.
—¡No al IVA en alimentos y medicinas!
AMÉN
Alfredo Tepox Varela
Muy ingeniosa la parodia del Salmo 1, lo cual
demuestra que la Biblia da para todo y para
todos. Claro que, en buena exégesis, la parodia
no ha tomado en cuenta lo que el salmo dice de
los letsim! Yo creo que hay que tener cuidado,
porque los críticos pueden resultar criticados, y
aquí hay que recordar Mt 7.1. Por ejemplo, el
Salmo 2, que sigue al 1, podría decir:
¿Por qué se alborotan los priístas
y los perredistas se confabulan?
Unos y otros hacen planes
contra un presidente que la mayoría eligió,
y lo eligió por las buenas.
Priístas y perredistas gritan:
“¡Vamos a boicotear a este gobierno!
¡Vamos a frenar sus iniciativas!”
Pero el pueblo, la mayoría,
declara:
“Ya hemos puesto en Los Pinos
al presidente que elegimos”
Y por lo tanto yo, el Salmista,
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proclamo esta suprema decisión.
El pueblo ha dicho:
“Nuestro Presidente eres tú.
¡Nosotros te elegimos HOY, HOY, HOY!”…
Y en este tenor podría seguir el salmo, si de
parodias se trata. En lo personal, creo que en una
democracia, una verdadera democracia, hay que
saber ganar y perder. En una democracia gana la
mayoría. Eso no significa que la mayoría tenga
siempre la razón; simplemente significa que la
mayoría debe aceptar la derrota reservándose por
supuesto el derecho de manifestar su
inconformidad si así lo considera conveniente. Y
significa también que la mayoría triunfante no
debe cerrar los ojos a los errores de su propia
elección. El voto, todo voto, debiera ser por
México, y no por cierta persona ni por cierto
partido. Ne’um ben ha’am.
Leopoldo Cervantes-Ortiz
La reacción de don Alfredo Tepox a la paráfrasis
de Dan González fue sólida, ingeniosa y
contundente. Yo les pregunto a todos(as),
comenzando con don Alfredo, ya que se está
abriendo el debate. ¿Qué opinión les merecen las
paráfrasis de Ernesto Cardenal a los Salmos, y de
Vicente Leñero al Evangelio de Lucas (el de
Lucas Gavilán)?
Se aceptan todas las opiniones.
Ricardo Nava
Bueno, pues empecemos.
1. Las paráfrasis de Cardenal, sólo son propias
de un contexto histórico que ya no es. Las luchas
de liberación de América Latina (porque, ¿liberar
a quién y desde dónde?) ¿Quién puede creer en
las revoluciones hoy?, quizá sólo E. Dussel… y
digo quizá. Más bien, nuestro contexto es de
resistencias, porque no hay consumidores pasivos
o dominados u oprimidos. Siempre hay una
actitud de resistencia, de apropiación de lo otro
(un discurso, una imagen, un artefacto, etcétera),
que es devuelto al otro de manera distinta, como
lo nuevo. Quizá Dan González sintió viva la
Teología de la liberación propia de los años 70s,
80s y primera mitad de los noventa. Hoy incluso,
nuevos aires soplan en esa corriente teológica.
2. Los salmos de Cardenal son ingeniosos y
llenos de dolor, de quebranto, pero son poesía
solamente. Pero eso qué importa, en un contexto
de lucha. ¿Quién tenía tiempo para sentarse a
elaborar una exégesis rigurosa? Además, ni la
exégesis, ni la hermenéutica, pueden producir
una “interpretación correcta” porque ésta no
existe. No observamos más que reflejos,
interpretaciones de interpretaciones. La realidad
no existe independientemente del observador. Es
una construcción del ojo del observador.
3. Estudiar a Cardenal hoy, implicaría
preguntarnos por la observación de Cardenal, es
decir, ubicarnos como observadores de
observaciones, y aceptar que más que
preguntarnos por una cosa en sí (los salmos de
Cardenal, p.e.) debemos preguntarnos por la
distinción que se realiza en un nivel de la
observación. Dicho de otra forma, desde dónde y
a partir de qué condiciones de posibilidad
Cardenal produce un artefacto poético y para
quién, con qué efectos de realidad; bajo qué
prácticas y qué disciplina (una historia, una
teología, una poética).
4. Por mi parte recomendaría dos lecturas para
entrar a este tipo de hermenéutica: “¿Cómo se
pueden observar estructuras latentes?”, de Niklas
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Luhmann, y “La invención de lo cotidiano”, de
Michel de Certeau.
Fernando Pérez Ventura
En cuanto a la respuesta de don Alfredo Tepox a
la paráfrasis de Dan González, estoy de acuerdo,
sin embargo debemos cuidarnos de posturas
definitorias en una sociedad de constantes
cambios. Esto es debido a que, desde mi punto de
vista, estamos construyendo una nueva nación y
con posturas resolutorias no aportaríamos nada.
En cuanro a observaciones de Ricardo Nava
respecto a observar las observaciones, sabemos
que no existe una hermenéutica pura. Existen
condicionamientos contextuales e ideológicos
que permean esas observaciones como las de
Ricardo Nava.
En este sentido, creo que la riqueza de
encontrar juntos una forma más pertinente no
sólo de observar la realidad (aunque sea una
construcción que afecta, por ejemplo a los
indígenas) sino de asumir compromisos claros de
transformación dentro de ella (¿será una
construcción?).
Me gustaría la realización de una mesa
redonda sobre el nuevo libro de Ricoeur.
Recomendaría para poder adentrarnos a estos
temas, del mismo autor, El lenguaje de la fe,
Ediciones Megápolis.
Leopoldo López
No soy ducho en el tema de las paráfrasis, ni
tampoco ortodoxo presbiteriano, sin embargo,
creo que la Biblia como libro, puede usarse para
varios fines: teológicos, filosóficos, sociológicos,
culturales, literarios, paráfrasis, educativos,
etcétera, hasta interpretarse de acuerdo al lector,
sacar sus propias conclusiones, incluso estar en
desacuerdo con él.
Desde el punto de vista de la Revelación
Especial de Dios, no obstante, de que lo que
tenemos es una copia de todos los manuscritos,
¿qué papel juega en cuanto a las posiciones que
cada uno tiene en relación a la paráfrasis del
salmo en cuestión? ¿Sólo debe usarse como libro
común? ¿Tenemos la autoridad de usarlo de
acuerdo a nuestras percepciones socio-políticas
que estamos viviendo? ¿Por qué no enviamos
correos de nuestras posiciones con los problemas
tratados y solicitamos una respuesta?
Emmanuel Vargas Alavez
1. Tal parece que Ricardo Nava nos considera, a
los creyentes en las revoluciones, como
indiciados (sujetos a un proceso y expuestos a
una condena), que no como iniciados. Pero la
lucha de liberación ya no se da en el sentido
localista en que él mismo la coloca. Es cierto,
nuevos aires soplan en la teología de la liberación
precisamente porque se ha visto que estamos
envueltos en una lucha de liberación que tiene
dimensiones cósmicas.
2. ¿Vivimos como psicóticos en el mundo? Es
decir, ¿cada quien construyendo “su realidad”?
¿Podría alguien dar una respuesta?
3. El asunto no es “estudiar” a Cardenal
tratando de descifrar su aparato interpretativo, ni
a nadie más, para el caso; sino de permitir ser
“tocados” por una realidad que se escapa a
nuestro tiempo y contexto. ¿No es eso lo que
hacemos cuando leemos la Biblia (o un texto
poético)?
Y de una vez les digo que si me consideran
pietista, ingenuo les diré que eso es muy cierto,
no estarán equivocados.
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7. RESEÑA BIBLIOGRÁFICA
UN BONHOEFFER ESENCIAL
PARA HOY
Dietrich Bonhoeffer, Escritos esenciales. Introd. y
ed. de Robert Coles. Trad. de R.A. Díez
Aragón. Santander, Sal Terrae, 2001. 169
pp. (El Pozo de Siquem, 121)
I
Calificado alguna vez como “el único santo
protestante”, el teólogo y pastor luterano Dietrich
Bonhoeffer (1906-1945) es un símbolo de la
resistencia cristiana al nazismo. Participar en el
fallido atentado de 1942 contra Hitler le costó la
reclusión en un campo de concentración y el
martirio, unos días antes de la entrada de los
ejércitos aliados a Alemania. Ya antes había
sufrido la marginación y la prohibición de
cualquier actividad eclesiástica por su abierta
oposición a la política racista del régimen. En ese
sentido, son muy famosas sus actividades
clandestinas como director de un seminario de la
iglesia confesante, nombre con que se conoce a
las comunidades que rechazaron la sumisión al
nazismo, amén de su participación en la
redacción de la Declaración de Barmen (1934),
un auténtico manifiesto profético en contra de la
dictadura, así como las cartas que escribió desde
la prisión y que adquirieron notoriedad durante
los años sesenta, en plena efervescencia de la
llamada teología de la muerte de Dios, varios de
cuyos autores se remitían a Bonhoeffer como su
inspirador.
Al lado de Karl Barth, Rudolf Bultmann y
Paul Tillich, a Bonhoeffer se le considera como
uno de los grandes teólogos protestantes del siglo
XX, sobre todo por sus obras El precio de la
gracia, Vida en comunidad y Resistencia y
sumisión. Cartas desde la prisión. Habiendo
estado bastante olvidado por el mundo editorial
de habla hispana, últimamente han aparecido
algunas nuevas traducciones de su obra. Entre
ellas, vale la pena citar su Ética, una obra
inconclusa escrita en su mayor parte en la cárcel,
y sus Cartas de amor desde la prisión, ambas
publicadas por la editorial Trotta. A esta lista se
viene a sumar ahora (marzo de 2001) una
antología de textos introducida y seleccionada
por Robert Coles, profesor de ética social en la
Universidad de Harvard, dentro de una colección
dedicada a la espiritualidad, un lugar que
verdaderamente le corresponde.
Poniendo énfasis, muy acertadamente, en su
testimonio, Coles introduce la antología con un
texto titulado “Cómo se hizo un discípulo”,
donde establece un sólido paralelismo entre Jesús
y Bonhoeffer, en el sentido de que éste, como
aquél, tuvo un final terrible debido a sus
convicciones. Trazando ágilmente la evolución
de la vida, el pensamiento y el testimonio de
Bonhoeffer, y tomando como base la relevancia
que para él tuvo la exigencia del seguimiento de
Jesús (tema al que dedicó su libro más conocido),
dice, por ejemplo, que en medio de las terribles
circunstancias que vivió
Bonhoeffer no se volvió a un Dios distante y
abstracto, ni a su pasado luterano (con la esperanza
de redimirlo), ni a la tradición intelectual de la
Ilustración, ni tampoco al pensamiento de moda
que había ocupado un puesto tan destacado en el
berlín de la década de 1920. Se volvió más bien a
Jesucristo, a Sus experiencias concretas, Sus
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19
discursos, Sus parábolas, Sus exhortaciones,
sugerencias e interpretaciones, a Sus ideas
declaradas tal y como surgieron en el curso de Su
enseñanza y Sus curaciones y, no en último lugar, a
Su vida tal como eligió vivirla” (pp. 39-40).
Con esto en mente, se puede afirmar que la vida
de Bonhoeffer sólo puede ser leída en clave
cristológica, y que su legado se sitúa muy lejos de
la praxis convencional del cristianismo en las
instituciones llamadas iglesias.
Precisamente sobre su herencia espiritual, dice
Coles: “La espiritualidad característica de
Bonhoeffer, que consistía en la realización diaria
de las verdades morales formuladas por jesús y
encarnadas en Su vida, es nuestro legado
(¡terrible ironía!) gracias a aquel horror
extremadamente devastador. Adolf Hitler nos dio
el Diterich Bonhoeffer al que admiramos y
veneramos hoy, más de medio siglo después de
su muerte a manos de un verdugo nazi” (p. 33).
Estas extrañas palabras sólo pueden ser
comprendidas si se sigue paso a paso el periplo
de un hombre de familia noble y bien acomodada
en los salones del poder que abandonó todas las
prebendas de su condición social para morir
asesinado por la fidelidad a Jesucristo. Sobre este
tema, Coles agrega más adelante:
El corazón del legado espiritual que Bonhoeffer
nos dejó no se encuentra en sus palabras y sus
libros, sino en la forma en que empleó su tiempo en
la tierra, en su decisión de vivir como si el Señor
fuera un vecino y amigo, una constante fuente de
coraje e inspiración, uan presencia tanto en los
afanes como en las alegrías, un recordatorio de las
obligaciones y afirmaciones del amor y también del
significado decisivo de la muerte (pues la manera
en que morimos manifiesta cómo hemos vivido y
quiénes somos)” (p. 55).
Es muy notable, en este sentido, la decisión de
Bonhoeffer de regresar a Alemania unos meses
antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Hallándose entre amigos en el Union Seminary,
de Nueva York, prefiere volver a su país para
enfrentarse radicalmente a la idolatría
entronizada en el poder. Coles lo cita: “Tengo
que vivir este periodo difícil de nuestra historia
nacional con el pueblo cristiano de Alemania. No
tendré derecho a participar en la reconstrucción
de la vida cristiana en Alemania después de la
guerra si no comparto las pruebas de este tiempo
con mi pueblo” (p. 31).
II
Con una presentación así, la lectura del libro
adquiere otra tonalidad. Ya pasados los furores
de la apropiación que los teólogos de la
secularización y de la muerte de Dios hicieron de
Bonhoeffer, su testimonio y pensamiento se
agigantan ante nosotros. El volumen bien se
puede dividir en tres secciones muy claras: los
primeros textos, relacionados con Jesucristo y el
seguimiento, manifiestan muy bien la base de fe
que tuvo Bonhoeffer para actuar como lo hizo.
Sus palabras siguen siendo proféticas y un
auténtico llamado a la conversión. Así, dice en
“Jesucristo y la esencia del cristianismo” (una
conferencia pronunciada en la comunidad
evangélica alemana de Barcelona, en diciembre
de 1928):
Se han realizado muchos intentos por eliminar a
Cristo de la vida actual del espíritu; de hecho, lo
más seductor de estos intentos es que parece como
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si Cristo fuese colocado por ellos en el lugar
correcto, en el lugar digno de él. Se define a Cristo
según categorías estéticas como genio religioso, se
dice que es el más grande de los maestros éticos, se
admira su camino hacia la muerte como un heroico
sacrificio por sus ideas. Sólo hay una cosa que no
se hace: no se le toma en serio, es decir, uno no
pone el centro de su vida en relación con la
pretensión de Cristo de decir y ser la revelación de
Dios; se mantiene una distancia entre uno mismo y
las palabras de Cristo y no se permita que tenga
lugar ningún encuentro serio. (p. 59)
Sobre el seguimiento, dice en un fragmento de El
precio de la gracia (1937), casi hablando de sí
mismo:
Seguir a Jesús es estar vinculado al Cristo sufriente.
Por eso el sufrimiento de los cristianos no tiene
nada de desconcertante. Es, más bien, gracia y
alegría. Las actas de los primeros mártires dan
testimonio de que Cristo transfigura, para los
suyos, el instante de mayor sufrimiento con la
certeza indescriptible de su proximidad y de su
comunión. De suerte que, en medio de los más
atroces tormentos soportados por su Señor,
participan de la alegría suprema y de la felicidad de
la comunión con él. Llevar la cruz se les revelaba la
única manera de triunfar del sufrimiento. Y esto es
válido para todos los que siguen a Cristo, puesto
que fue válido para Cristo mismo. (p. 84)
La segunda sección tiene que ver con su tarea
pastoral, manifestada en textos del libro Vida en
comunidad y en alocuciones o sermones dirigidas
a personas muy específicas: sus alumnos del
seminario semiclandestino de Finkenwalde o a
los pastores de la iglesia confesante. A éstos les
dice en momentos de particular dificultad (en
noviembre de 1942):
Algunos de nosotros sufrimos mucho por una cierta
insensibilidad interior frente a los numerosos
padecimientos producidos por estos años de guerra.
Hace poco tiempo alguien me dijo: ”Pido todos los
días que no me vuelva insensible”. Ciertamente
ésta es una buena oración. Con todo, hemos de
tener cuidado para no confundirnos con Cristo.
Porque Cristo padeció todos los sufrimientos y toda
la culpa de los hombres hasta el extremo […] Pero
Cristo pudo sufrir con los demás porque al mismo
tiempo podía salvar del sufrimiento. Su fuerza para
sufrir con los demás procedía de su amor y su
fuerza para salvar a los hombres. Nosotros no
somos llamados a cargar con el peso de los
sufrimientos de todo el mundo; en el fondo no
podemos sufrir en modo alguno por los demás con
nuestras fuerzas porque no podemos salvar. (p.
121)
La última sección, formada por textos de su
Ética, de documentos escondidos por su familia y
de las cartas desde la prisión, confirma la manera
en que Bonhoeffer trató —y logró— de encarnar
el mensaje de Jesucristo en el tiempo presente.
Coles incluye también una carta de amor a su
prometida, María von Wedemeyer y un poema de
los varios que escribió en la cárcel. Por supuesto,
aparece una de sus cartas más conocidas —
dirigida a su gran amigo Eberhard Bethge— y
que aquí no podemos dejar de citar.
Lo que incesantemente me preocupa es la cuestión
de qué es el cristianismo, o quién es Cristo
realmente hoy para nosotros. Ha pasado ya el
tiempo en que a los hombres se les podía explicar
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BOLETÍN INFORMATIVO NÚM. 2-3, JUNIO-SEPTIEMBRE DE 2001
21
esto por medio de palabras, sean teológicas o
piadosas; ha pasado asimismo el tiempo de la
interioridad y de la conciencia; es decir, justamente
el tiempo de la religión en general. Nos
encaminamos hacia una época totalmente
arreligiosa. Simplemente, los hombres, tal como de
hecho son, ya no pueden seguir siendo religiosos.
Incluso aquellos que sinceramente se califican de
“religiosos”, no ponen esto en práctica en modo
alguno; sin duda con la palabra “religioso” se
refieren a algo muy distinto […]
Todo el “cristianismo” precedente queda
privado de su fundamento, y ya no podemos pisar
tierra firme desde un punto de vista “religioso” sino
en algunos “últimos caballeros” o en unos pocos
hombres intelectualmente deshonestos. ¿Tendrán
que constituir éstos quizá el escaso número de los
elegidos? ¿Debemos precipitarnos nosotros llenos
de celo, amor propio o indignación precisamente
sobre este dudoso grupo de hombres para
colocarles nuestra mercancía? ¿Tenemos que
abalanzarnos sobre unos pocos desdichados en sus
momentos de debilidad y, por decirlo así, violarlos
religiosamente? (pp. 158-159)
La “mayoría de edad de la humanidad”
ciertamente no es ya un tema de debate teológico
en la actualidad pero no se puede negar que ha
funcionado como una premisa oculta de la
mentalidad posmoderna, ajena ya a utopías y
esperanzas añejas. Con todo, el pensamiento de
Bonhoeffer, expresado en palabras tan
inquietantes, sigue siendo vigente hoy, cuando el
cristianismo se está autocriticando
profundamente.
Para quienes conocen la vida y obra de
Bonhoeffer, pero sobre todo para quienes no, este
libro es una formidable oportunidad de verse
desafiados por uno de los mayores testigos
cristianos del siglo XX, alguien que supo
conjuntar su obra y su testimonio como pocos. En
América Latina, particularmente, hace falta
conocer esta experiencia a la luz de los retos
actuales.
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8. SUGERENCIAS PARA LEER
Ernesto Cardenal, Salmos. Madrid, Trotta,
2000.
Ernesto Cardenal, Epigramas. Madrid, Trotta,
2001.
Reimpresiones españolas de dos libros clásicos
de Cardenal. El primero, cuya edición original
fue prologada por Thomas Merton, sigue abierto
a las múltiples significaciones que los nuevos
tiempos puedan darle. El segundo, publicado
originalmente por la UNAM, conserva la
frescura, sinceridad y el compromiso.
Adélia Prado, Bagaje. Edición bilingüe. Trad.
J.F. Navarro. México, Universidad Ibero-
americana, 2000.
Toda una revelación en la poesía brasileña,
Adélia Prado escribe de una manera
absolutamente única, destilando fe, sensibilidad
y una manera de ver el mundo muy difícil de
clasificar. Un verdadero acierto de la
Universidad Iberoamericana al divulgar a esta
autora entre nosotros.
Paul Ricoeur, Amor y justicia. Madrid,
Caparrós, 2001. (Esprit, )
Reedición de un conjunto de textos sobre ética,
donde sobresale un acercamiento profundo a la
“Regla de oro” evangélica.
Paul Ricoeur y André LeCoque, Pensar con la
Biblia. Barcelona, Herder, 2001.
Ricoeur, junto con otro profesor francés de la
Universidad de Chicago, especialista en el
Antiguo Testamento, releen textos bíblicos con
una enorme amplitud de miras, fruto de una
reflexión y análisis.
Luiz Carlos Susin, ed., El mar se abrió.
Treinta años de teología en América Latina.
Santander, Sal Terrae, 2001. 264 pp.
(Presencia teológica, 111)
Concebido como material preparatorio para el
Congreso de Teología llevado a cabo el año
pasado en Brasil, esta recopilación de
testimonios de teólogos, en su mayoría católicos,
constituye, como lo dice su título, una revisión de
tres décadas de pensamiento teológico en nuestro
continente. El único protestante es Jorge Pixley.
Juan José Tamayo y Juan Bosch, eds.,
Panorama de la teología latinoamericana.
Estella, Verbo Divino, 2001. 683 pp.
Amplísima revisión del ambiente teológico
latinoamericano que llena las lagunas del libro
anterior, pues incluye a 7 autores(as)
protestantes: Sergio Arce, Ofelia Ortega, Jorge
Pixley, Philip Potter, Violeta Rocha, Julio de
Santa Ana y Elsa Tamez. Incluye una espléndida
“Introducción a la teología protestante
latinoamericana”, un trabajo que hacía mucha
falta desde hace tiempo.
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BOLETÍN INFORMATIVO NÚM. 2-3, JUNIO-SEPTIEMBRE DE 2001
23
9. NOTICIAS
Muy pronto se presentarán los primeros
volúmenes editados por el Centro Basilea: una
Introducción a la Biblia en dos tomos.
Del 22 al 24 de agosto, se llevaron a cabo las
IV Jornadas de Psicología de la Religión en el
Museo Nacional de Antropología e Historia,
organizadas por varias instituciones, entre
ellas la UNAM, la ENAH, el Conaculta, la
UAM y la Asociación Latinoamericana para el
Estudio de las Religiones. La conferencia
magistral, “Retos éticos y epistemológicos de
la psicología (y la) pastoral”, estuvo a cargo
de Enrique Dussel. En varias mesas hubo
participantes miembros de iglesias
evangélicas.
Del 18 al 20 de octubre se llevará a cabo una
exposición de libros evangélicos en
10. CONEXIONES EN INTERNET
www.interbook.net/personal/cer/
Página protestante española dedicada a temas
relacionados con la Reforma y al rescate de
autores españoles. Agregando biblio/actas se
tiene acceso a las actas del coloquio internacional
sobre historia del protestantismo en España y
Portugal (abril del 2000), presidido por Jean-
Pierre Bastian.
www.laboretfides.com
Página de la editorial protestante suiza Labor et
Fides, donde aparece todo su catálogo. Lo envían
gratuitamente junto con un boletín de novedades.
www.literaturadigital.com
Espléndido proyecto cultural que ofrece más de
40 títulos de literatura latinoamericana en línea.
www.reforme.net
Página de la revista protestante francesa Réforme.
En su edición impresa mantiene un diálogo
constante con la actualidad mundial. Se pueden
solicitar ejemplares gratuitos.
servicioskoinonia.org
Para quienes no conozcan todavía esta página, se
trata de un portal que incluye: RELaT (Revista
Electrónica Latinoamericana de Teología),
Logos (textos de ciencias sociales), una colección
de textos del obispo Pedro Casaldáliga, biblioteca
de materiales bíblicos, y una gran variedad de
materiales más.
CENTRO BASILEA DE INVESTIGACIÓN Y APOYO, A.C.
BOLETÍN INFORMATIVO NÚM. 2-3, JUNIO-SEPTIEMBRE DE 2001
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11. TEXTOS DE DIVULGACIÓN
Declaración del Consejo Latinoamericano de
Iglesias sobre el ataque terrorista contra Estados
Unidos.
Tesis de licenciatura de Rubén Arjona Mejía,
“De la sumisión a la revolución: la influencia de
Calvino sobre el desarrollo del protestantismo
francés”.