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BOLETÍN DE LA ACADEMIA PERUANA DE LA LENGUA B. APL Vol. 44, Nº 44, Julio-Diciembre 2007 Periodicidad semestral Lima, Perú Director Marco Martos Carrera Comité Editor Luis Jaime Cisneros Vizquerra Rodolfo Cerrón-Palomino Ricardo Silva-Santisteban Ubillús Ismael Pinto Vargas Comité Científico Humberto López Morales (Secretario General de la Asociación de Academias de la Lengua Española) Pedro Luis Barcia (Academia Argentina de Letras, Universidad de la Plata) Marius Sala (Universidad de Bucarest) Cuidado de la edición Aída Mendoza Cuba Traducción Sonia Landa Neyra Dirección Conde de Superunda 298 Lima 1 – Perú Teléfonos 427-7987 9966-4041 Correo electrónico [email protected] ISSN: 0567-6002 Depósito Legal: 95-1356 Suscripciones Roberto Vergaray Arias General Borgoña 251. Lima 18 Casilla 180721. Lima 18 El contenido de cada artículo es de responsabilidad exclusiva de su autor o autores y no compromete la opinión del boletín.

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BOLETÍN DE LA ACADEMIA PERUANA DE LA LENGUAB. APL Vol. 44, Nº 44, Julio-Diciembre 2007

Periodicidad semestralLima, Perú

DirectorMarco Martos Carrera

Comité EditorLuis Jaime Cisneros Vizquerra

Rodolfo Cerrón-PalominoRicardo Silva-Santisteban Ubillús

Ismael Pinto Vargas

Comité CientíficoHumberto López Morales

(Secretario General de la Asociación de Academias de la Lengua Española)Pedro Luis Barcia

(Academia Argentina de Letras, Universidad de la Plata)Marius Sala

(Universidad de Bucarest)

Cuidado de la ediciónAída Mendoza Cuba

TraducciónSonia Landa Neyra

DirecciónConde de Superunda 298

Lima 1 – Perú

Teléfonos427-7987

9966-4041

Correo electró[email protected]

ISSN: 0567-6002

Depósito Legal: 95-1356

SuscripcionesRoberto Vergaray Arias

General Borgoña 251. Lima 18Casilla 180721. Lima 18

El contenido de cada artículo es de responsabilidad exclusiva de su autor o autoresy no compromete la opinión del boletín.

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BOLETÍN DE LAACADEMIA PERUANA

DE LA LENGUA

Vol. 44, Nº 44

Julio – Diciembre 2007Lima, Perú

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BOLETÍN DE LAACADEMIA PERUANA DE LA LENGUA

Lima, 2º semestre de 2007 Vol. 44, Nº 44

Consejo Directivo de la Academia Peruana de la LenguaPresidente: Marco Martos CarreraVicepresidente: Rodolfo Cerrón-PalominoSecretario: Ismael Pinto VargasCensor: José Agustín de la Puente CandamoTesorero: Ricardo Silva-Santisteban UbillúsBibliotecario: Carlos Eduardo Zavaleta

Académicos de Número

Luis Jaime Cisneros Vizquerra (1965)Estuardo Núñez Hague (1965)Francisco Miró Quesada (1971)Martha Hildebrandt Pérez Treviño (1971)Mario Vargas Llosa (1975)Carlos Germán Belli de la Torre (1980)José Agustín de la Puente (1980)Enrique Carrión Ordóñez (1980)José Luis Rivarola Rubio (1982)Manuel Pantigoso Pecero (1982)Rodolfo Cerrón-Palomino (1991)Jorge Puccinelli Converso (1993)Javier Mariátegui Chiappe (1994)Gustavo Gutiérrez Merino Díaz (1995)Fernando de Trazegnies Granda (1996)Fernando de Szyszlo Valdelomar (1997)José León Herrera (1998)Carlos Eduardo Zavaleta (1999)Marco Martos Carrera (1999)Ricardo González Vigil (2000)Edgardo Rivera Martínez (2000)Ricardo Silva-Santisteban Ubillús (2001)Ismael Pinto Vargas (2004)Eduardo Hopkins Rodríguez (2005)Salomón Lerner Febres (2006)Luis Alberto Ratto Chueca (2007)

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Académicos Correspondientes

a) Peruanos: b) Extranjeros:Américo Ferrari Bernard PortierAlfredo Bryce Echenique Günther HaenschLuis Loayza André CoynéJosé Miguel Oviedo Germán de GrandaFernando Tola Mendoza Reinhold WernerArmando Zubizarreta Ernest ZiererLuis Enrique López James HigginsRocío Caravedo Giuseppe BelliniEugenio Chang Rodríguez Marius SalaJulio Ortega Wolf OesterreicherPedro Lasarte Justo Jorge PadrónJuan Carlos Godenzzi Humberto López MoralesVíctor Hurtado Oviedo Julio Calvo PérezLivio Gómez FloresJosé Ruiz Rosas

Académicos Honorarios

Alberto Benavides de la QuintanaJohan Leuridan Huys

Comisión de Gramática

Coordinador Rodolfo Cerrón-PalominoLuis Jaime Cisneros VizquerraJorge Iván Pérez SilvaCarlos Garatea Grau

Comisión de Lexicografía y Ortografía

Coordinador Marco Martos CarreraMartha Hildebrandt Pérez TreviñoCarlos Eduardo ZavaletaLuis Alberto Ratto ChuecaHéctor Velásquez ChafloqueAugusto Alcocer MartínezAída Mendoza CubaAna Baldoceda EspinozaMarco A. Ferrell RamírezLuis Andrade CiudadIsabel Wong FupuyOscar Coello CruzGloria Macedo JantoRosa Carrasco LigardaRosa Luna GarcíaAgustín Panizo Jansana

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BOLETÍN DE LA ACADEMIA PERUANA DE LA LENGUAB. APL Vol. 44, Nº 44, ISSN: 0567-6002 Julio-Diciembre 2007

CONTENIDO

ARTÍCULOS

Gertrud Schumacher de Peña. ¿Cómo sobrevive el latínen nuestro léxico? 9

Marco Martos Carrera. Teoría y práctica poética enHaroldo de Campos y Octavio Paz o ¿Hay paz en loscampos de la poesía del siglo XX? 29

Óscar Coello. Don Alonso Enríquez de Guzmán, el albacea deAlmagro: Poesía del honor y lenguaje procesal del siglo XVI 49

Fernando Rodríguez Mansilla. Francisco de Carvajal,vir facetus en el libro V de la Historia general del Perú 61

NOTAS

Luis Jaime Cisneros. Una lanza por Sarmiento 79

Ana María Gispert-Sauch Colls. Por una depuraciónde expresiones actuales 87

INCORPORACIONES

Julio Calvo Pérez. Las palabras encantadas: reflexiones sobre undiccionario de peruanismos 107

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ONOMÁSTICA ANDINARodolfo Cerrón-Palomino. Aimara 129

RESEÑAÓscar Coello. Manual de semiótica clásica(Fátima Salvatierra) 153

REGISTRO 159

DATOS DE LOS AUTORES 161

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¿CÓMO SOBREVIVE EL LATÍN EN NUESTRO LÉXICO?

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B. APL, 44. 2007 (11-30)

¿CÓMO SOBREVIVE EL LATÍN EN NUESTRO LÉXICO?

COMMENT LE LATIN A-T-IL SURVÉCU DANS NOTRE LEXIQUE?

Gertrud Schumacher de PeñaUniversidad Nacional Mayor de San Marcos

Resumen:Este artículo trata, dentro del marco de la lingüística histórico comparativa, de la importancia de la etimología para la reconstrucción de etapas lingüísticas anteriores, y de la problemática de estos estudios.

Recurriendo a algunas etimologías de Harri Meier y de su escuela, se muestran las dificultades y sus soluciones en el trabajo etimológico a partir del estudio de las palabras castellanas macho! ¡so!, chamba.

Résumé:Cet article aborde, dans le cadre de la linguistique historique et comparative, la question de l’importance de l’étymologie dans la reconstruction des étapes linguistiques précédentes et la question de la problématique de ces types d’études.

En se basant sur certaines étymologies réalisées par Harri Meier et par son école, il est démontré ici les difficultés et les solutions liées au travail étymologique à travers l’analyse de mots espagnols, tels que, macho !, ¡so !, chamba.

Palabras clave:Latín vulgar, etimología, peruanismos.

Mots clef:Latin vulgaire, étymologie, péruanismes.

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Desde tiempos remotos, algunas personas con el conocimiento de más de un idioma, se han preguntado por el origen de las palabras. Entonces, o se quedaban simplemente satisfechas si podían relacionar alguna palabra con una de otro idioma, o se lanzaban a buscar el verdadero origen.

De alrededor del año 600 d. C. tenemos un testimonio latino

valioso, un libro escrito por el famoso obispo Isidoro de Sevilla, que se llama Etymologiae y que es considerado como una enciclopedia de los conocimientos de su época. A nosotros nos interesan sus propuestas etimológicas sólo por mera curiosidad. Al tratar de buscar alguna vez el origen de la palabra latina cattus, encontré en este libro de Isidoro una etimología que me sorprendió por su ingenuidad: el gato se llama cattus, porque captat, ‘caza, agarra (ratoncitos)’. Vemos que se trata de una explicación que toma en cuenta tanto el significante como el significado, pero que tiene muy poco en común con el tipo de etimologías que se han hecho posteriormente.

Desde el nacimiento del historicismo, se ha desarrollado en el siglo

XIX una lingüística cuyo máximo interés se ha centrado en la historia de la lengua. La búsqueda de las lenguas «originales», la reconstrucción del protoindo-europeo, por ejemplo, y las relaciones de parentesco entre las diferentes ramas de un tal «árbol genealógico» han sido acompañadas por la elaboración de gramáticas históricas, manuales sobre la formación de las palabras y diccionarios etimológicos. La palabra clave fue reconstrucción. Basándose en formas actuales, tanto de lenguas nacionales como de dialectos, y con el apoyo de formas antiguas documentadas, había que reconstruir estados anteriores de las lenguas. Si se conocía la lengua base, como el latín en el caso de las lenguas románicas, se simplificaba la tarea, aparentemente por lo menos. En todo caso había que descubrir las reglas de los cambios ocurridos. En una cierta época se habló de «leyes fonéticas», y se creyó erróneamente que eran universales y sin excepciones. Ante todo interesaban los cambios fonéticos. ¿Cómo podían ser conocidos?

Quiero mostrar como ejemplo el caso de un grupo de consonantes en

latín, PL- inicial de palabra. Veamos los resultados románicos de PLATTUS,

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PLANUS, PLANTA, PLAGA: rumano platã, -, -, plagã; italiano piatto, piano, pianta, piaga; sardo piattu, pranu, pranta, piae; retorrománico plat, pla(u)n, plaunta, pleja / playe; francés plat, plain, plante, plaie; provenzal plat, pla, planta, plaga; catalán plat, pla, planta, -; castellano chato, llano, llanta, llaga; portugués chato, chao, chanta, chaga / praga.

Observamos una cierta regularidad y si tomáramos más ejemplos, tendríamos más seguridad al derivar las reglas fonéticas. En la mayoría de las lenguas se conserva la p- inicial, mientras que la -l- siguiente puede mantenerse o transformarse en una yod o r. Sin embargo vemos que en castellano y portugués hay cambios diferentes. Nos encontramos con la africada palatal č y la ë en castellano, y con la sibilante fricativa š en portugués. No he tomado en cuenta, en castellano, la palabra culta planta, porque ha sido prestada más tarde directamente del latín escrito. Para descubrir las reglas de los cambios fonéticos, debemos tomar palabras populares, originales, que muestran los cambios sufridos en el paso del latín vulgar al romance.

Si encontramos reglas con excepciones, éstas deben ser explicadas a su vez por otras reglas o a través de la historia de la palabra respectiva.

Pero desde luego, el asunto sería mucho más claro y sencillo, si todos

los sonidos o pequeños grupos de sonidos se hubiesen transformado en otros sin importar su vecindad en la cadena hablada. Pero esta vecindad juega a menudo un rol importante, como muestran los siguientes ejemplos.

¿Qué pasa con la T latina en castellano?

En las palabras TARDE > tarde; TERRAM > tierra; TAURUM > toro, la regla es clara: en posición inicial de palabra, la T se conserva. En las palabras TOTUM > todo; AMATUM > amado; ROTAM > rueda, la regla dice: en posición intervocálica, la T se sonoriza. Al ver los siguientes ejemplos: TANTUM > tanto; QUARTUM > cuarto; NOCTEM > noche; LACTEM > leche; MULTUM > mucho; MATREM > madre; PATREM > padre, el análisis muestra que en el interior de palabras hay que diferenciar entre varias reglas:

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1) La T se conserva después de algunas consonantes, en este caso después de N y R.

2) Los grupos latinos CT y (U)LT cambian en ch. 3) La T, seguida de R, se comporta como en posición intervocálica,

se sonoriza.

En los casos de CAPUT > cabo; AMAT > ama; AMANT > aman, la T en posición final de palabra desaparece.

En los casos de PUTEUM > castellano pozo; MARTIUM > antiguo castellano março, castellano marzo, la combinación vocal + TY1 da en castellano antiguo la africada sonora z [dz], mientras que consonante + TY cambia en la africada sorda ç [ts]; ambos se confunden pronto por la desonorización de las sibilantes y dan como resultado, en el castellano hispanoamericano, la s, mientras que en España se transforman en la interdental [θ].

Estos ejemplos nos muestran que tenemos que observar la posición

de los sonidos dentro de la palabra y de la cadena hablada, además del rol de los sonidos vecinos.

Tampoco debemos olvidarnos, especialmente en el caso de las vocales, de su posición con respecto al acento. Las vocales tónicas se desarrollan de manera diferente de las átonas. Además, los que están familiarizados con la fonética histórica, saben que el rol sintáctico de una palabra es importante también para su desarrollo formal. Podemos encontrar diferentes formas que continuan una forma latina; por ejemplo: ILLAM > castellano ella procede exactamente como lo esperamos. Pero, ¿cómo explicamos la forma reducida la en el contexto la rosa? Proviene, sin duda, de ILLAM ROSAM. ¿Pero por qué sólo se ha conservado la segunda sílaba? Por la posición átona del artículo dentro del contexto de la oración. Esta posición átona es la culpable de lo que parece ser una mutilación de la palabra original. Es algo tan común y pasa aun hoy. Si decimos Doña Bárbara y comparamos esta forma del título con la de la

1 La Y representa aquí la yod que es el resultado de la E latina delante de otra vocal.

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famosa Ña Catita o Ña Pancha, vemos lo que puede ocurrir a una palabra cuando se encuentra en una posición átona, o con menor intensidad.

Sin estas reglas de los cambios fonéticos era imposible hacer

etimologías.

Por eso insiste Friedrich Diez2, el autor del primer diccionario etimológico románico, en la importancia de su método crítico, que no se basa en una cierta semejanza formal de dos palabras, sino en los «principios y reglas de la fonética» (histórica).

Bueno, imaginemos conocer todas las reglas. ¡Qué fácil sería entonces hacer etimologías! Pero no es así. No podemos conocer todas las reglas mientras no hayamos solucionado el problema del origen de todas las palabras. Cito otra vez a Friedrich Diez cuando habla de su intento de escribir un diccionario etimológico románico. Lo considera un progreso y dice: «der lautlehre, die sich an den schätzen, welche die etymologie zu tage fördert, erfrischt und belebt, wird dies dereinst zu gute kommen.»3 Traduzco: «la fonética (histórica) se renueva y revive con los tesoros que la etimología descubre; algún día redundará eso en provecho de ella.» Eso significa, en otras palabras, que nuevas etimologías pueden contribuir a aumentar nuestros conocimientos acerca de los cambios ocurridos.

Si el campo fonético ya parece complicado, debemos, sin embargo,

prepararnos para complicaciones mayores. Ingenuamente podríamos pensar que conocemos la base de nuestro léxico, el léxico latino. Pero éste nos es, lamentablemente, sólo conocido en parte. Y ni siquiera sobreviven todas las palabras encontradas en la literatura clásica latina. Las lenguas romances no son una continuación del latín clásico literario, sino del mal llamado «latín vulgar», que es diferente de aquél. Según E. Coseriu4 se trata de una lengua en constante evolución, no de un sistema funcional único, sino de

2 Friedrich Diez. Etymologisches Wörterbuch der romanischen Sprachen, p. III.3 Ibid. p. V.4 E. Coseriu, El llamado ‘Latín Vulgar’ y las primeras diferenciaciones romances. Montevideo

1954.

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un latín altamente diferenciado según lugar, época, estilo y substrato. Si FORMOSU, -A sobrevive en rumano como frumos / frumoasã y en castellano como hermoso, -a, continúa una etapa latina anterior a la de BELLUS, que es un diminutivo de BONUS / BENE, y logró introducirse como neologismo en Italia y Francia en bello, -a, beau / belle.

La palabra latina CAPUT ‘cabeza’ continúa en romance, pero a menudo no concretamente como ‘cabeza’, sino en sentido figurado como ‘jefe, cabo’. Mientras que en francés este chef fue reemplazado por tête ‘cabeza’ < TESTA ‘cacharro, tiestas, pedazo de éstas’ que en el habla popular latino designaba al cráneo y a la cabeza, en castellano encontramos cabeza que remonta a un derivado de CAPUT, a CAPITIA ‘perteneciente a la cabeza’. Con esto no ha terminado la historia de CAPUT en castellano. Hace relativamente poco, que en el Perú se usa como préstamo del francés, chef [čêf] con el significado de ‘jefe de cocina’, en especial de un restaurante’.

La formación de palabras no ha sido en vano una de las preocupaciones

de los lingüistas con interés histórico. ¿Cuáles eran los prefijos, infijos, sufijos usados en latín vulgar en las diferentes zonas del gran Imperium Romanum? ¿Cómo modificaban ellos fonéticamente las raíces? ¿Qué significado tenían? ¿A qué clase de palabras se unían?

Hasta hoy podemos afirmar que nuestro conocimiento de este tema es aún limitado y que los etimólogos futuros descubrirán seguramente en el latín vulgar una gran vitalidad con posibilidades de creación de nuevas palabras.

Hasta ahora, casi no nos hemos ocupado del significado de las palabras;

nos hemos referido primero a la forma, sabiendo, que un lingüista con fantasía es capaz de imaginar cambios de significado muy poco comunes.

La corriente antihistoricista a fines del siglo XIX y principios

del siguiente puso el significado en el centro de su interés: creaciones metafóricas, expresiones afectivas, creaciones debidas a tabúes lingüísticos,

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fantasía de los hablantes, todo esto era, según los «idealistas», mucho más importante que las reglas fonéticas.

Al jugar con el idioma, no existían reglas para ellos, la etimología popular era más interesante que la etimología científica. Nadie va a dudar de su existencia. Puede llevar a confusiones y explicar, en algunos casos, las así llamadas cruces de palabras. Así menciona J. Corominas en su DCLC5, que SERARE (latín tardío), derivado de SERA ‘cerrojo, cerradura’ se haya convertido en el actual cerrar por confusión popular con SERRARE ‘aserrar’.

Pero así como los sonidos solos no relacionan palabras etimológicamente, los significados solos tampoco. Sólo si en ambos lados de la palabra hay suficientes pruebas, podemos presentar una etimología. Presentarla, pero sin estar seguros de su veracidad. Citaré otra vez a Friedrich Diez cuando explica en la introducción a su diccionario etimológico (loc. cit.) la etimología según su método crítico: «Und doch, wie wenig vermag sie oft, wie zweifelhaft sind ihre erfolge! Das höchste, was der etymologe erreicht, ist das bewusstsein wissenschaftlich gehandelt zu haben; für absolute gewissheit hat er keine gewähr, eine unbedeutende notiz kann ihm das mühsam erworbene zu seiner beschämung unversehens unter den füssen wegziehen. Dergleichen wird bei jeder forschung vorkommen, bei der etymologischen gehört es zu den täglichen Erfahrungen, die auch dem scharfsinnigsten nicht erlassen weerden. Darum bescheidenheit, selbst wo alles unsre deutungen zu unterstützen scheint!» (Mi traducción): «Y, sin embargo, ¡qué poco puede ella [la etimología crítica] hacer a menudo, qué dudosos son sus éxitos! Lo máximo que alcanza el etimólogo, es la conciencia de haber trabajado científicamente; no tiene empero la garantía de una certeza absoluta; una noticia insignificante puede —para su vergüenza— hacer tambalear lo que ha adquirido penosamente. Casos semejantes habrá en cada investigación, pero en el trabajo etimológico, éstos forman parte de la experiencia diaria, de la que no está exento ni el más sagaz. Por eso: ¡modestia, incluso ahí donde todo parece apoyar nuestras interpretaciones!»

5 Joan Corominas, Diccionario crítico etimológico de la lengua castellana.

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De suerte pues que la investigación etimológica no es fácil, sino harto complicada. Consiste en un trabajo de detective paciente, ingenioso e inteligente.

Propongo ahora ver algunos casos. En homenaje a mi «Doktorvater» y maestro, Harri Meier, presentaré materiales de dos de sus interpretaciones etimológicas y terminaré con una etimología de la misma escuela, hecha por Udo L. Figge. En las tres etimologías se trata, entre otras, de palabras castellanas conocidas en nuestro ambiente, cuya problemática es diferente en cada caso. Sin embargo, tienen algo en común: remontan al latín vulgar y postulan formas hipotéticas, derivadas de raíces conocidas que explican formal y semánticamente de manera satisfactoria las palabras románicas respectivas.

Varios lectores de este artículo conocerán, supongo, las tres clases

de so. Antonio Gálvez hace hablar a una negra «En eta vida hay tre clase de so: so de prata, so de cielo y so de borica».6 «¡So borica!», así había insultado anteriormente a su burra. Este último so nos interesa aquí. Harri Meier trata el portugués seu mentiroso! y el castellano ¡so mentiroso! en su trabajo sobre fantasía del pueblo y fantasía de los etimólogos7 ¿De dónde vienen so / seu en este contexto? Desde los años 80 del siglo XIX, existen dos explicaciones.

1) Carolina Michaelis de Vasconcelos8 propone una etimología para ambas palabras iberrorrománicas, interpretando al seu, sua en oh seu maroto! como forma reducida de un sustantivo, usado como proclítico, eso es, en posición átona. Cita formas paralelas: hi de perro, en cas de, nao de Deus. Cito a la autora «Según las leyes de la fonética sintáctica, senhor(a) son tratados así [en forma reducida] en los idiomas hispánicos, allá, donde se encuentran como vocativos del tratamiento, acompañados por otra palabra que lleva el tono.» Seu viene entonces de séo < seió < senhó < senhor. La

6 A. Gálvez, Monólogo desde las tinieblas. Lima. 7 H. Meier, «Phantasie des Volkes und Phantasie der Etymologen». En: IN MEMORIAM

ANTONIO JORGE DIAS, Vol. II, 317-337, Lisboa 1974.8 Carolina Michaelis de Vasconcelos, en Miscellanea di filologia e linguistica in memoria di

Napoleone Caix e Ugo Angelo Canello, Firenze 1885, p. 142.

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autora no se refiere específicamente al castellano, pero menciona la forma andaluza so que proviene de señor y se subentiende que su propuesta debe valer también para el castellano.

2) Poco después y tal vez sin conocer esta explicación, Adolf Tobler9

propone otra interpretación. Al explicar la construcción francesa ils sentent leurs bourgeois! (= les bourgeois qu’ils sont), dice lo siguiente (lo traduzco) «es seguro que el portugués usa su posesivo en el mismo sentido, ... al lado de burro, sua besta ‘burro, bestia que es Ud.’, seu medroso ‘Ud., miedoso’, seu ingrato... etc.» Lo compara con un pasaje de Lope de Vega, que no me parece ser tan convincente como para citarlo aquí, pero no cita los insultos castellanos del tipo so bruto, pero sí el sueco din stygga! ¡tú fea!

J. Corominas (DCELC, s.v.), basándose en F. de Haan, T. Navarro

Tomás, Amado Alonso, Ch. Kany, R. Lapesa y otros, no pone en duda la primera etimología y afirma: «...seor...sor - finalmente so (pues conmigo se las corta, so soldado, Vélez de Guevara). De ahí posteriormente el empleo so con insultos, para reforzarlos (so cochino, so majadero); el portugués cambia seor en seu, empleado luego con el mismo valor interpelativo.» Así también los encontramos en el DRAE y en la Historia de la lengua española de R. Lapesa.

Sin citar más nombres, trataré de resumir la problemática, siguiendo

a H. Meier.

(1) En portugués y en castellano, la reducción de señor / senhor a so / seu se da en ciertos estilos y regionalmente. En este contexto, el portugués seu y castellano so ‘señor’ son homónimos del posesivo portugués seu y del antiguo castellano so < SUUM / SUAM, que sólo ha sobrevivido en esta fórmula de insulto.

9 Adolf Tobler, «Possesive Adjektive in seltneren Verwendungsarten.» En: Zeitschrift für Romanische Philologie 12, 1888, pp. 431 ss.

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Si no se acepta esto, como lo hace Leif Sletsjøe10, quedan otras dificultades, tanto formales como funcionales: no se entiende por qué en castellano se usa el masculino so ‘señor’ también como un insulto a una persona femenina: so mentirosa, mientras que en portugués existe, al lado de seu burro, un sua burra. Funcionalmente sorprende que las formas reducidas, estilística y regionalmente limitadas, hayan pasado estos límites en la fórmula de insulto.

(2) Otras dudas, que se presentan cuando partimos de la base SENIOREM, quedan sin explicación: ¿por qué sobreviven sólo so, resp. seu de las tantas formas reducidas? No hay ningún seó, seió o algo parecido de las tantas formas reducidas; además, faltan formas que remontan directamente a señor / senhora.

(3) Si aceptamos que so / seu < SENIOREM y so / seu < SUUM / *SEUM llegaron a ser homónimos en un determinado momento de su evolución, lo vemos confirmado por diferencias básicas en su uso: la primera pareja se usa delante de nombres propios o títulos: seu Angelo, so Reinaldo, la segunda delante de adjetivos o sustantivos usados metafóricamente como adjetivos: ¡so / seu mentiroso, so / seu burro!

(4) Aunque so / seu < SENIOREM pueden ser diferenciados netamente en su origen de so / seu < SUUM / *SEUM, pueden acercarse semánticamente en sus usos. Esto se da, porque una fórmula de respeto puede usarse también irónicamente; ¡so concejal!, por ejemplo, cuando se alude a un concejal que no merece ningún respeto. Por su lado, una fórmula de insulto puede también usarse con fines afectivos, por ejemplo ¡so ladrón! (se subentiende: de corazones).

(5) Para entender bien el origen de so / seu como pronombres posesivos, debemos ocuparnos de la sintaxis pronominal. Como sabemos, la función de los pronombres posesivos es, como dice el nombre, expresar relaciones de posesión, así como la función de los pronombres personales consiste en la identificación de las personas.

10 Leif Sletsjøe, So malandro – Seu burro – Din idiot!, en: Mélanges de philologie, offerts à Alf Lombard, 1969, pp. 196-215.

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En los idiomas románicos están, sin embargo, desde tiempos latinos, ambos tipos de pronombres en competencia, lo que se ve en castellano, donde en diferentes niveles estilísticos se dan hasta hoy los siguientes casos:

en su favor - en favor suyo - en favor de élen su delante - delante suyo - delante de élen su encima - encima suyo - encima de élnuestra casa - la casa nuestra - la casa de nosotros A esta concurrencia debemos nuestra fórmula de insulto con el

pronombre posesivo, y posiblemente, este uso se ha originado cuando el portugués y el castellano no se habían diferenciado.

El uso negativo se debe seguramente al deseo de marcar bien claramente la dirección hacia el insultado (los alemanes señalan la dirección con el dedo). ¡Idiota! puede referirse hasta al hablante mismo, mientras que ¡so idiota! excluye totalmente esta posibilidad. Además es mucho más corta que *idiota de Ud. o *idiota que es Ud..

Resumamos: H. Meier ha separado etimológicamente el tipo de ¡so / seu

mentiroso! del tipo so / seu José, sa / siá María por su función y formas diferentes. Con esto no se excluye una posterior confusión de ambos tipos, porque siempre ha sido posible usar un título respetuoso delante de algo irrespetuoso. (Leo Spitzer citó al italiano Sor bestia). Pero una etimología no sólo se hace tomando en cuenta el afecto del ser humano y su fantasía creativa; es necesario que una propuesta etimológica tenga una base sólida formal y funcional.

Después de haber visto cómo diferentes formas latinas han originado palabras romances que posteriormente se han confundido, vemos ahora cómo conviven varias formas derivadas de una misma base latina.

(1) Nadie duda del origen latino (MASCULUM) de las siguientes palabras castellanas: (1) macho que como adjetivo significa ya, en un testimonio de 1251, ‘de sexo masculino, igual que el latín masculus’. Como sustantivo designa a un ‘animal de sexo masculino’, a un ‘hombre necio’, al ‘mulo’, a ‘una planta que fecunda a otra con su polen’, a diferentes ‘partes de artefactos’, al ‘tronco de la cola de los cuadrúpedos’ y a otros.

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(2) El último significado lo encontramos también como propio de la palabra maslo, que antiguamente (s. 13) significaba ‘animal de sexo masculino’ y que hoy tiene un segundo significado ‘astil o tallo de una planta’.

(3) La tercera palabra es marlo, documentada en América: en Argentina, Colombia y Venezuela con el significado de ‘coronta, espiga de maíz desgranada’. Según Cororminas viene de maslo.

W. Meyer-Lübke11 que se basa en la Gramática histórica del español

de Gottfried Baist (1904), cita a maslo como continuación directa de MASCULUS, y a macho como préstamo del antiguo portugués, donde el grupo latino -SCL- tuvo, con seguridad, el resultado -ch-. Se trata, como vemos, de un problema fonético, del resultado de -SC’L- en castellano. Echemos una mirada a las gramáticas históricas del castellano.

F. Hanssen12 no ve ningún problema y dice «SCL, RCL se convierten en ch.» El explica como excepciones *MASCLUM > maslo, *MUSCLUM > muslo, *MISCLARE > mesclar (mezclar). Quiero aclarar lo siguiente: SC’L- es un grupo consonántico románico debido a una síncopa.

Ramón Menéndez Pidal13 explica como voces semicultas a mezclar y al anticuado malso < MASCULU; cito: «que dan al grupo de consonantes SC’L tres soluciones diferentes». El considera a macho como resultado regular de MASCULU (regla: «[el grupo] cons. C’L ... produce un sonido palatal sordo...La primera consonante del grupo puede desaparecer.»)

V. García de Diego14 dice «SCL convirtió cl en ch, perdiendo luego la s: MASCULU > macho, ACISCULA > achiche. El santanderino convierte el grupo en ll, perdiendo la s: MASCULU > mallo ‘el maslo de la cola’.»

11 REW = Romanisches etymologisches Wörterbuch. Heidelberg 3ª ed. 1935.12 F. Hanssen. Gramática histórica de la lengua castellana, Halle 1913, p. 60.13 Ramón Menéndez Pidal. Manual de gramática histórica española. Madrid 16ª ed. 1980, pp.

12, 164.14 V. García de Diego. Gramática histórica española. Madrid 1951, pp. 98, 118.

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Acerca de la forma maslo dice «[en] grupos romances de tres [consonantes]: lo normal es la pérdida de la consonante interior, SC’L MASCULU > maslo y por metátesis el ant. malso, MUSCULU > muslo.»

Resumo: Hanssen y García de Diego distinguen entre desarrollo regular y excepciones. Hanssen considera a macho, García de Diego a maslo como resultado regular. R. Menéndez Pilar explica macho como continuación directa vulgar («Erbwort») de MASCULU, y a maslo como forma semiculta.

J. Corominas, DCELC s.v. no explica nada, sólo comenta brevemente «es erróneo creer con M.-L. (REW 5392) que macho sea portuguesismo, pues el cambio de CL, PL o FL en ch es regular tras consonante.» Sin mayores explicaciones habla de la «variante maslo».

En 1984, Steven Lee Hartman15 intentó fundamentar mejor la tesis de Baist y de Meyer-Lübke, de que macho sea un préstamo del portugués. Afirmó que en castellano sólo la forma maslo es la autóctona, porque mientras que el portugués CL desarrolla la africada palatal ch tanto después de una consonante sorda como sonora, en castellano sólo tenemos este resultado después de una consonante sonora + CL.

Además él ha demostrado, luego de haber estudiado manuscritos medievales, que en los siglos 13 y 14 maslo ha sido la forma preferida, mientras que macho la ha reemplazado desde el s. 15. Según él, maslo es la continuación directa castellana; macho, la correspondiente portuguesa del lat. MASCULUM.

Todos los autores piensan que una palabra latina puede tener sólo una continuación directa, popular, en una lengua. Si, como en este caso, existen dos o más formas, se las explica como variantes semicultas o préstamos de idiomas o dialectos vecinos. Sin embargo sabemos, todos los que leemos textos en castellano antiguo, que allí hay con frecuencia lo que yo llamo dobletes, por ejemplo: ambos – amos; troxiesse – truxiesse; ombres

15 En: Hispanic Linguistics 1, 1984, pp. 97-114.

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– omnes – ome; Juanillo – Juanico; laores – loores, etc. Existen razones, diversas causas, para tales divergencias. Tienen que ver con la falta de una norma bien establecida, con circunstancias en la morfología, formación de palabras, fonética sintáctica, etc.

Pero en nuestro caso específico podemos pensar en una propuesta de H. Meier16 que retoma ideas suyas de 1930 y 1941. El había distinguido cuatro fases en el desarrollo del castellano. Pasaré a caracterizar brevemente tres de ellas.

(1) Castilla forma la parte oriental de la provincia romana en Galicia, y comparte originariamente la herencia latina con el oeste de la Península.

(2) Esta base lingüística es transformada por rasgos típicamente castellanos, que provienen del extremo norte de Castilla, de Cantabria.

(3) Este proto-castellano se extiende, por el proceso de la Reconquista, al resto de Castilla la Vieja, que había pertenecido en época romana a la Tarraconensis oriental. Allí se produjo un proceso de nivelación, primero de conflicto, entre las diferentes formas, las orientales y las occidentales. Los resultados los vemos documentados en textos y documentos en antiguo castellano (fuent – fuente, noch – noche; manu – mano; ambos – amos; perdía – perdié, etc.).

Indudablemente, macho ref leja la evolución occidental de MASCULU. La forma oriental, presente en el catalán mascle y en masclo de un antiguo documento bíblico oriental del s. 13, no ha sido conservada en castellano.

H. Meier entiende la palabra maslo (cuya forma paralela muslo es más conocida) como palabra castellana, resp. cantábrica original, popular, como «Erbwort». Por razones semánticas y formales (en antiguo castellano ya existe la forma con metátesis malso); él se pronuncia en contra de la

16 H. Meier. Etymologische Aufzeichnungen, Anstösse und Anstössiges. Bonn 1988, pp. 66ss.

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tesis de R. Menéndez Pidal (palabra semiculta). Además, maslo es la base de la forma santanderina mallo ‘maslo’ y de las formas latinoamericanas marlo y derivados.

Como última etimología, quiero mencionar brevemente una

propuesta de U. L. Figge.17 Me limitaré a señalar las grandes líneas de la argumentación y a centrarme, en la medida de lo posible, en palabras castellanas. He escogido esta etimología por varias razones: en primer lugar, porque muestra cómo etimologías bien establecidas pueden ser reemplazadas por otras; y luego, porque aquí están también en juego explicaciones para el origen de palabras que son familiares y populares en el Perú.

La etimología céltica del verbo románico cambiare ‘trocar’, documentado tardíamente en latín, no ha sido puesta en duda, porque se fundamenta en un breve glosario en latín tardío «De nominibus gallicis» del siglo V, donde se encuentran, según el comentario de H. Zimmer, generalmente palabras del latín vulgar de origen céltico, que existían en el lenguaje popular de entonces. Allí se define a cambiare con ‘rem pro re dare’. Es una de las pocas palabras que no pueden explicarse inmediatamente con raíces célticas.

Puesto que esta palabra, que continua en italiano cambiare, friulano gam(y)á, francés changer, provenzal, catalán, castellano cambiar, antiguo castellano camear, no remonta directamente a un verbo céltico, ha sido interpretada como derivada de una raíz céltica *kamb ‘corvo, curvo, doblado’. Walde-Hofmann18 trataron de explicar el cambio semántico, postulando para ‘cambiar, trocar’ un significado originario de ‘girar’. Pero los verbos célticos derivados de *kamb no significan ‘girar’, sino ‘torcer, doblar’, lo que es algo bien distinto. De modo que, por un lado, esta

17 U. L. Figge, Rom. cambiare ‘tauschen, wechseln’, en: Romanische Etymologien 1. Vermischte Beiträge I, Heidelberg 1968. pp. 27-38.

18 A. Walde, J. B. Hofmann, Lateinisches etymologisches Wörterbuch. 3 ts. Heidelberg 3ª ed. 1938-1956.

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explicación no satisface; por el otro, parece sorprendente que los romanos no hayan tenido una palabra latina para ‘trocar’. La explicación que sostiene que cambiare haya sido prestado del céltico como palabra técnica del vocabulario comercial (Ernout-Meillet)19 no convence tampoco, porque en el mismo siglo de su primera documentación, que es el siglo II d.C., no sólo significaba ‘trocar’, sino también ‘prestarse ayuda mútuamente’. Y este significado ha sobrevivido en el retorrománico en un derivado *cambium > bajo engadino far chomma, alto engadino fer chammi, ladino central far tgomi, obwalden far comi. La ayuda mutua se hacía en faenas mayores en el campo y en casa.

Frente a tales circunstancias, Figge propone una etimología latina

sobre la base de AMBO ‘ambos’. Como desarrollo paralelo cita a los verbos derivados de BINI ‘dos a dos’ que son

*BINARE ‘hacer algo entre dos > besarse, dormir juntos’;*BINARE ‘hacer algo dos veces > trabajar el campo dos veces’;*BINARE ‘unir’ *COMBINARE ‘unir’.

Figge postula, sobre la base de AMBO, *COAMBARE ‘hacer algo mútua-mente > ayudarse mútuamente’, ‘cambiar, trocar’; y *(CO)AMBARE ‘unir’.

El problema formal, es decir, cómo explicar el paso de *COAMBARE a *CAMBARE y no a *QUAMBARE, no presenta dificultades, porque hay suficientes palabras que testifican el mismo paso; acá mencionaré sólo *CAGULUM < *COAGULUM.

Basándose en los continuadores románicos, Figge postula las siguientes bases: *CAMBARE, CAMBIARE, CAMBIRE (documentado, pero sin continuadores), y *CAMBULARE, *CAMBICULARE,

19 Alfred Ernout, Antoine Meillet, Dictionnaire étymologique de la langue latine. Paris 4ª ed. 1959.

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*CAMBICARE. La diversificación de las bases se explica mejor con la etimología propuesta que con la idea del préstamo de un verbo técnico céltico.

Veamos los verbos que nos interesan aquí; no trataré los verbos que

significan ‘unir’.

(a) *CAMBARE y derivados tienen continuadores en sardo, en dialectos italianos y retorrrománicos, en antiguo francés y en provenzal. Continúan en el gallego / portugués (es)cambar ‘trocar, cambiar’ y en el castellano cambalache ‘trueque’. Corominas deriva en su Diccionario crítico etimológico de la lengua castellana cambalache del anticuado cambalachar ‘trocar’, probablemente tomado del portugués, donde deriva del anticuado cambar por ‘cambiar’.

(b) *CAMBlLARE > *CAMBLARE > *CLAMBARE continuan en rumano schimba, sardo cambá, provenzal klambá y en gallego y castellano cham(b)ar. El antiguo castellano chambar ‘trocar’ y el castellano chamar ‘íd.’ han sido derivados por García de Diego en su Diccionario etimológico español e hispánico de un antiguo francés chambar, que parece no haber existido jamás.20 La explicación de Corominas para el gallego chambar (cruce entre el portugués cambar y el francés changer) es inverosímil. Más bien, postulando un verbo *CLAMBARE < *CAMBULARE, se explica sin dificultades el nexo inicial ch-.

Los derivados postverbales tienen en parte el significado ‘trueque’.

Son riojano.y navarro chamba; castellano (jerga), riojano, navarro chama, gallego chambo y se refieren especialmente al cambio de granos y semillas por otra mercadería. En México, chambo significa también ‘negocio, venta’; el riojano chambo es un ‘buen trueque, con ganancia’, el riojano chama un ‘buen negocio, una ganga’; el navarro y el castellano chamba significan ‘chiripa, buena suerte’.

20 Cf. W. von Wartburg, Französisches etymologisches Wörterbuch. Tübingen 1948ss.21 V. García de Diego, Diccionario etimológico español e hispánico, Madrid 1954, loc. cit.; íd.

en Revista de Filología Española 39. 1955, p. 125.

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Figge no cita el peruano chamba ‘trabajo’ y su derivado chambear.

En el ambiente académico, como en tantos otros, ‘tener chamba’ es ‘tener suerte’. Pero pienso que tener chamba puede tal vez derivarse del significado de ‘tener ganancia, hacer un buen negocio’.

Una diversificación semántica parecida se da en las palabras que

García de Diego21 ofrece bajo changa que es para él una variante de chamba. Se trata del andaluz changa ‘trueque, cambalache’; castellano changa ‘trueque o negocio con algo de poco valor’; gallego changa ‘negocio’, facer changa ‘negociar’; navarro changa ‘trueque con ganancia, ganga, buen negocio, buena compra’. Corominas quiere interpretar en su diccionario etimológico esta changa como resultado de un cruce entre chamba y ganga. Pero la variante de *CAMBULARE, un *CAMBICULARE > *CAMBICLARE > *CLAMBICARE > *changar, explica más fácilmente este grupo de palabras.

La última propuesta de Figge, que mencionaremos, se refiere a la

palabra ganga. Tanto cham(b)a como changa han sido parafraseadas como ‘gangas’. Por su significado podrían pertenecer a la familia de *CAMBARE; un *CAMBICARE explicaría un *gangar, no documentado. Ganga no existe con el significado de ‘trueque’, pero sí con el de ‘buen negocio’. Las etimologías propuestas hasta la fecha son poco convincentes, cf. Corominas en su Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana s.v. ganga (I, II). Tanto ‘la materia que acompaña a los minerales y que es inútil’ como ‘un pájaro con carne poco apreciada’ no explican bien el significado de ganga. En favor de la etimología latina puede señalarse que *CAMBICARE es el intermediario entre *CAMBARE y *CAMBICULARE.

Espero que tal vez algunos de nuestros lectores prosigan en la

búsqueda de los orígenes de nuestras palabras y propongan etimologías bien fundadas y originales.

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TEORÍA Y PRÁCTICA POÉTICA EN HAROLDO DE CAMPOSY OCTAVIO PAZ O ¿HAY PAZ EN LOS CAMPOS DE LA

POESÍA DEL SIGLO XX?

THÉORIE ET PRATIQUE POÉTIQUE CHEZ HAROLDO DECAMPOS ET OCTAVIO PAZ ; OU Y A-T-IL DE LA PAIX AUX

CHAMPS DE LA POÈSIE DU XXÈME

Marco Martos CarreraAcademia Peruana de la Lengua

Resumen:El texto ubica la poesía de Haroldo de Campos en relaciòn con los formalistas,con la poesía de Bertolt Brecht y con la escritura de Octavio Paz, como una de lasescrituras más originales en el siglo XX. La sensación de extrañamiento que emanade su poesía, la permanente sorpresa que reciben los lectores, hermana a la líricade este escritor brasileño con la dicción de los mejores poetas de cualquier tiempo.

Résumé:Le texte présente la poésie d’Haroldo de Campos comme l’une des œuvres poétiquesles plus originales du XXe siècle au regard de celles des formalistes, de BertoltBrecht et d’Octavio Paz. L’effet de distanciation produit par sa poésie, la permanentesurprise à laquelle ses lecteurs sont amenés apparente la lyrique de cet écrivainbrésilien à la diction des meilleurs poètes de tous les temps.

Palabras clave:Campos, Brecht, Paz, poesía concreta, formalismo

Mots clef:Campos, Brecht, Paz, poésie concrète, formalisme

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Si se hiciera una encuesta entre los entendidos y entre el públicoen general sobre cuáles son las principales características de la teoría y dela práctica literaria en el siglo XX, habría, no cabe duda, multitud derespuestas, pero si una coincidencia se produjera, tal vez sería la mutuainfluencia entre el quehacer teórico y la práctica escritural como nuncahabía ocurrido en la historia de la humanidad. Esta afirmación, siendoverdadera, hay que matizarla, puesto que hasta hace pocas décadas, dostal vez, ni los lectores de literatura ni los críticos literarios se preocupabanpor los derroteros seguidos por la teoría literaria. En otro campo, en elde los creadores, en especial en el terreno de la poesía, ha habidoindividuos, líridas que con su quehacer literario han conseguido modificarnociones arraigadas, a veces durante siglos, y han conseguido que losteóricos ensayen nuevas percepciones del fenómeno literario. Hantranscurrido más de ciento cincuenta años desde que Víctor Hugo sepropuso arrancar belleza a lo feo, aunque fue Baudelaire quien lo hizo, yesa sigue siendo una divisa que puede encabezar la dicción de los poetasde las megópolis contemporáneas.

En otra época, críticos como Samuel Johnson creían que la granliteratura era universal y expresaba las grandes verdades de la vida humana,de lo que se deducía que el lector no necesitaba ningún tipo de conocimientoespecial. Johnson consideraba que hablaba desde el sentido común y nosinformaba sobre la experiencia personal del autor, de su interés humano yde la belleza poética de la verdadera literatura. Pero esta situación haempezado a cambiar, en las universidades primero y luego en los diarios yrevistas, por lo menos desde los años sesenta del pasado siglo. El nombrede Roman Jakobson ha saltado de los artículos en libros y revistas a lascátedras universitarias de todo el mundo, a la escuela secundaria y por eso,desde hace décadas está en boca de mucha gente y en la escritura y enpensamiento de Octavio Paz y de Haroldo de Campos, los poetas quepresiden esta reflexión.

Creemos, como lo ha dicho Umberto Eco, siguiendo a D. Macdonall,que hay varias maneras de entender el término vanguardia. El primero,que no es más corriente, pero que sí es el que nos parece el más justo,identifica a la vanguardia con la idea de innovación desde el renacimiento

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hasta la época contemporánea. De acuerdo a esta concepción, artistas devanguardia son Leonardo y Miguel Ángel, Garcilaso y Góngora, perotambién Borges y Vallejo. La llamada vanguardia del siglo XX, entendiendopor tal a la obra artística que se desprende de Mallarmé por un lado y delexpresionismo, futurismo, dada, surrealismo, de otro, participa de esabúsqueda y se interna, como la vanguardia de todas las épocas, por caminosdesconocidos que se convierten luego en tradición y son seguidos luegopor epígonos. En los comienzos de todo escritor, parece ser, hay unaasimilación de la retórica de su época, solo espíritus excepcionales comoRimbaud, como Apollinaire, logran desde el principio introducir variantesen lo que están aprendiendo a conocer. Justamente Rimbaud, Apollinairey Mallarmé son poetas que con su práctica modifican la teoría y eso es loque queremos destacar porque son nítidos antecedentes de lo que haríandécadas después Octavio Paz y Haroldo de Campos.

La práctica poética de los mejores líricos del siglo XX, conconciencia del hecho, o simplemente habiéndolo absorbido en el aire deépoca, debe mucho a los formalistas rusos que se propusieron buscar, loque algunos todavía consideran una quimera, lo específicamente literariode los textos, rechazando la espiritualidad de la época romántica yplanteando la necesidad de una lectura atenta de los textos en búsquedade lo diferente en cada uno de los detalles. De un lado es asombroso queesta escuela se haya desarrollado en la Rusia soviética, puesto quesoslayaba, por lo menos en los primeros tiempos, la importancia que losmarxistas daban al contexto, y de otro, es natural que una escuela asísurgiese justamente, a modo de reacción, en un país que iba camino aregimentar la literatura, como ocurrió algunos años después. Justo esdecir, sin embargo, que los estudios formalistas se habían desarrolladoen un tiempo anterior a 1917, año de la revolución, pero indudablementeen el clima de beligerencia que caracterizó a esa época. Como los antiguosmonjes medievales los formalistas se inclinaban sobre los textos en elsilencio de las bibliotecas, mientras cerca bullían las calles, se realizabanreuniones secretas y la policía zarista buscaba disidentes y llenaba lascárceles de adversarios del zar. Desde ese primer momento destacó RomanJakobson, quien en 1926 contribuiría a la creación del Círculo Lingüísticode Praga, y a su lado Viktor Shklovski y Boris Eichenbaum. Pero al lado

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de ellos estaban los poetas futuristas, cuyos primeros esfuerzos se dirigieroncontra lo que llamaron «decadente» cultura burguesa, lo que significabaexecrar de la búsqueda de los simbolistas en el terreno de la poesía y lasartes visuales. Estaban lejos de creer que el poeta era una especie de guardiándel misterio. Un poeta como Maiacovski estaba en la antípoda de la delicadezacrepuscular de los simbolistas y afirmaba más bien el papel del artista comoproductor de obras de arte. Los formalistas pensaban en sus primeros tiemposque la teoría de la literatura tenía relación con la habilidad técnica del escritory las artes del oficio. Shklovki definió la literatura como la suma total detodos los recursos estilísticos empleados en ella. Los primeros tiempos fueronbuenos para los formalistas, pero luego sufrieron la penetrante crítica deTrotski en Literatura y revolución (1924). Las tesis de Jakobson e 1928 y lostrabajos de Baktin abrieron caminos para un entendimiento entreposiciones aparentemente irreconciliables.

Una de las cuestiones más interesantes de los formalistas es elconcepto que formuló Shklovski de «extrañamiento». Comúnmenteasociamos este principio a Brecht, quien le dio forma muchos años mástarde, pero es justo reconocer cuál es su origen. Shlovski recusaba la creenciade los simbolistas de que la poesía es expresión del infinito o de algunarealidad invisible. Argumentaba sobre la imposibilidad de conservar la frescurade nuestra percepción de los objetos ya que las exigencias de una existencia«normal» hacen que se conviertan en su mayoría en «automatizadas». Lavisión romántica de que la naturaleza conserva la gloria y la frescura de unsueño no corresponde al estado normal de la conciencia humana y es tareaconcreta del arte el devolvernos la imagen de las cosas que se han convertidoen objetos habituales de nuestra conciencia cotidiana. Los formalistas, adiferencia de los románticos, concedían gran importancia a los recursosutilizados para conseguir el efecto del extrañamiento, más que a laspercepciones mismas. Shklovski afirma:

El propósito del arte es comunicar la sensación de las cosas en elmodo en que se perciben, no en el modo en que se conocen. Latécnica del arte consiste en hacer «extraños los objetos, crear formascomplicadas, incrementar la dificultad y la extensión de lapercepción. Ya que, en estética, el proceso de percepción es un fin

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en sí mismo y, por lo tanto, debe prolongarse. El arte es un modode experimentar las propiedades artísticas de un objeto. El objetoen sí no tiene importancia.1

Los formalistas creían que las ideas, los temas y las referencias a larealidad de un poeta eran meras excusas externas del escritor a quien sepide justificar el uso de los recursos formales. Con el paso del tiempopercibieron que los recursos no eran piezas establecidas de antemano quepodían moverse a voluntad en el juego literario. Entonces, en lugar dereferirse al principio del extrañamiento realizado por la literatura,empezaron a referirse al extrañamiento de la misma literatura. A partir deese momento, y hasta ahora, si consideramos que mucho de lo que dijeronlos formalistas está asimilado por la crítica posterior, sea cual fuere su signo,los formalistas pasaron a considerar las obras literarias como sistemasdinámicos en los cuales los elementos se estructuran según relaciones defondo y de primer plano. Decía Jakobson que si un elemento particular «seborra», desaparece, otros elementos pasarán a ocupar el lugar dominanteen el sistema de la obra. Definió al «dominante» como el componentecentral de una obra de arte que rige, determina y transforma todos losdemás». El dominante proporciona a la obra un centro de cristalización yfacilita su unidad o gestal (orden total). La misma noción de extrañamientoapunta al cambio y desarrollo histórico. En vez de buscar verdades etéreasque reducen toda la gran literatura a un mismo patrón, los formalistas seinclinaron a considerar la historia de la literatura como una revoluciónpermanente, término que tomaron de su antiguo adversario Trotski, en laque cada nuevo desarrollo era un intento de rechazar el aliento muerto dela familiaridad y de la respuesta habitual. Literatura, es a partir de esemomento, lo que sorprende, lo que es diferente de lo conocido.

Puesto que tiene secretas conexiones con los formalistas rusos ycon el propio Haroldo de Campos, como se verá más abajo, digamos unaspalabras sobre Bertolt Brecht (1898-1956). Él es, no cabe la menor duda,un virtuoso de la literatura que paseó su inteligencia, su perspicacia, su

1 La cita puede leerse en el libro de Raman Selden. La teoría literaria contemporánea.Barcelona. 1989.

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talento, por todos los géneros literarios. Conocido por el gran público entodo el orbe por la audacia de sus propuestas en la dramaturgia y en lapuesta en escena que revolucionan las tablas hasta tal punto que puedehablarse de un teatro anterior a él y otro, que el propio Brecht encarna, yque influye poderosamente en las propuestas escénicas que se hacen hoydía, con la misma intensidad cultivó el cuento, la novela, el apólogo, loscarnets, el ensayo, la poesía. En cada uno de los escritos sabía poner entensión el lenguaje y con sabiduría, ironía y técnica depurada, ofrecía algonuevo al lector o espectador. Todo esto para decir que Brecht es un clásicode la lengua alemana, alguien que por encima de las modas del momentoy de las ideologías, incluso la propia marxista, que el defendió en cadaminuto de su vida, tiene algo que decir a los hombres de cada circunstanciahistórica y en primer lugar a nosotros que lo leemos cincuenta años despuésde su final. Bertolt Brecht nació en 1898, el mismo año de la muerte deMallarmé. Este, en 1897 había declarado que la poesía durante demasiadotiempo había sido aliada de la música y era hora de que se vinculase conotras artes. Y para dar el ejemplo hizo un poema, que la posteridad calificade magnífico, donde jugaba con palabras en la página en blanco. Ese poemaUn coup de dés jamais n´abolira le hasard abrió el camino a la poesía cubistade Apollinaire, quien en 1918, con sus caligramas hizo la trocha más anchapor la que circulan orífices de la palabra que al mismo tiempo son artistasplásticos, entre ellos Jorge Eduardo Eielson. Pero el propio Mallarmé, añosantes había escrito un poema, el titulado «Santa», en que hace apareceruna mano que toca un instrumento que no es otro que un ala. Esos dedosfemeninos son de una música que tañe el silencio. Y esta es una línea depoesía que tiene cierto auge secreto en el siglo XX. Lírica que quiere decirlo nunca dicho, que piensa que la poesía habla no solamente de un mundode sueño, sino algo muy diferente de lo que conocemos como mundohumano. Es una poesía que explora lo más abstracto, que deja de centrarseen el individuo o en la colectividad, que regresa a una naturaleza apenasentrevista. Es una poesía del riesgo, de la dificultad, de la posibilidad de laincomunicación. Algo de ella podemos encontrar en los poetas herederosdel simbolismo como Yeats, como Rilke, como Pasternak, algo en losherméticos italianos como Ungaretti, Montale y Quasimodo, pero tenemosentre nosotros, los peruanos, una línea que efectivamente habla desde laribera del silencio, es la que va de José María Eguren a Emilio Adolfo

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Westphalen. Brecht quería otra cosa, deseaba vincular la literatura con lavida de todos; educado en su propia lengua y en su propia tradición, prontodio muestras de un gran conocimiento de la literatura de occidente, desdela que viene de los clásicos griegos y latinos, los renacentistas y barrocos,Shakespeare principalmente, hasta las literaturas contemporáneas a supropia escritura. Si con una escuela de su tiempo tiene que ver Brecht, escon el expresionismo y en él, con la figura solitaria de Georg Trakl. Eltiempo es el mejor juez de los poetas. La posteridad ha querido que esejoven austriaco que vivió entre 1887 y 1914, y que llevó una existenciadolorosa, atormentado por el fantasma de la guerra y luego la realizaciónde esa pesadilla, y lacerado por sus conflictos personales, represente mejorque otros el desgarramiento de una sociedad que iba perdiendo sus valores.Forma exterior suave, y una situación interna de absoluto sufrimiento queestando presente en los poemas, lo estaba más en la atormentada vida quellevó. En cierto modo, no fue una sorpresa para sus conocidos que Trakldecidiera quitarse la vida o que lo hiciera en uno de sus habituales excesosen el consumo de la cocaína. Lo que asombra, más allá de los detalles, escómo ese espíritu agobiado y desconsolado pudo encontrar sosiego para,con las galas de la poesía dejar un vivo testimonio de su tiempo sombrío.Un autor vive más, cuando pese al perfume de época, tiene una secretaconexión con el tiempo que lo sucede y que él no pudo conocer. A ese tipode intelectual lo llamamos clásico. Y Brecht se ha convertido en un clásicode la lengua alemana. Lo que acerca a Brecht con la literatura de hoy es laintertextualidad de todos sus escritos y el trasvase de géneros y, en el casode la poesía, su súbita aparición en la página en blanco. Brecht tuvo lo quellamaremos fogonazos líricos en todos los textos que pergeñó,principalmente en sus obras de teatro, pero también en sus apólogos, ensus escritos en prosa, en sus novelas, y, naturalmente, en sus poemas. Ensu caso lo épico no está reñido con lo lírico. Y esto tiene que ver con eltiempo que vivimos. En buena parte del orbe acabamos de salir de unamoda, la de la literatura ligera, y vuelve a interesar una literatura que seconecte con los problemas de la humanidad. El secreto de Brecht está enque siempre entretiene. Su poesía está despojada de toda solemnidad, dicelas cosas importantes como conversando, sin que por eso tengamos quehacer una relación con la llamada poesía conversacional hispanoamericana.Brecht nos está hablando, como Vallejo, su contemporáneo, de la necesidad

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de conocer el mundo, de evidenciarlo, pero también de trasformarlo. Lostiempos antiguos, los mitológicos que cantó Homero, eran propicios parauna literatura que exaltara valores, como la prudencia de Néstor, la astuciade Odisea, la cólera de Aquiles, la fidelidad a la patria de Héctor. Esaliteratura de trasfondo estructurado llegó a través de Virgilio y Dante alrenacimiento y luego a la época moderna. Puede decirse que incluso poetasdel siglo XIX como Baudelaire sintieron un trasfondo valorativo queevidenciaron en la entrelínea de sus versos. Diferente es el tiempo de Brecht,es la temporada del trastrocamiento de toda consideración ética. Es elmomento en que lo sólido se diluye en el aire, para usar la frase de Marx yla guerra con su insoportable fetidez mancha todo lo que envuelve:

Los obreros claman por pan,Los comerciantes claman por mercados,El arado pasó hambre. AhoraPasa hambre el obrero.Las manos, antes sobre el regazo, vuelven a moverse:Voltean granadas.

Es de noche. Los cónyugesEstán en la cama. Las jóvenes esposasParirán huérfanos.

Los de arriba dicen:Vamos a la fama;Los de abajo dicen:Vamos a la tumba.

Cuando empiezan a caminar, muchos no sabenQue su enemigo marcha a la cabeza.La voz que les ordenaEs la voz enemiga;El que habla de enemigoEs enemigo él mismo.

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El estilo de Brecht en muchos de sus poemas ha sido llamadolapidario. En el mundo latino la palabra designaba el estilo elaborado paralas inscripciones en piedra, lapis, en la lengua de la época:

En el muro y con tiza:Queremos la guerra.El que esto escribióYa es un caído.

Brecht literalmente escribe en el aire, alejado, no por propia voluntadde su entorno natural, habla en nombre de los marginales, aquellos querespiran el aire del exilio y confían sin embargo en las potencialidades denaturaleza humana. Por eso, tal vez, su poesía quiere ser leída por todos ytiene un empaque de fuera del tiempo, como si fuera un texto romanoescrito para la eternidad. Y esa es una de las claves de su valor: trasciendelas banderías. Más que portaestandarte del marxismo, Brecht es abanderadode la humanidad.

Haroldo de Campos, ángel verdadero de la poesía

En poco tiempo, tal vez en un año solamente, Haroldo de Campos,que seguramente ahora mora en el paraíso junto a Dante, Homero yVirgilio, y Pound ciertamente, con los que en vida tuvo trato diáfano, seestá haciendo conocido en el Perú, como merecía, por numerosos lectoresy no solamente por un puñado de especialistas como lo era hasta ahora.Verdad es que los concretistas brasileños fueron editados en uno de lospequeños volúmenes que en los años setenta del pasado siglo editó laEmbajada del Brasil con el tenaz empuje de Hilda Codina, pero es ciertotambién que las tres décadas transcurridas es mucho tiempo en la vida delos hombres y nuevos contingentes de lectores con propias curiosidadesson los que ahora pueblan librerías, universidades, bibliotecas, ferias dellibro, que sin duda alguna están recuperando antiguos esplendores ycongresos de literatura que reúnen especialistas.

Puede decirse que la poesía contemporánea tiene tres momentosde inicio: con Baudelaire, con Rimbaud y con Mallarmé, pero mientras

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Baudelaire y Rimbaud modificaron la retórica de su tiempo con sus potentesoriginalidades, Mallarmé hizo lo mismo, pero dio un paso más adelante:quiso expresar en sus poemas el silencio, acercó la poesía a otras artes,principalmente las artes gráficas, rompiendo o ampliando la tradicionalalianza entre poesía y música, organizando de un modo distinto losmateriales poéticos. Desde entonces, hasta los concretistas brasileños, lanoción misma de libro de poesía ha cambiado.

Para los concretistas brasileños y para Haroldo de Campos de maneramuy especial, un libro escrito con anterioridad a Mallarmé, que vivió entre1842 y 1898, tiene todas las páginas iguales. Al escribirlo el poeta o narradorseguía únicamente las leyes secuenciales del lenguaje. Las palabras podíanser diferentes en cada página; pero cada página como tal, era idéntica a lasprecedentes y a las que seguían. En el arte nuevo cada página es diferente;cada página es creada como un elemento individual de una estructura (ellibro) en la que tiene una función particular que cumplir. Un libro de 500páginas o de 200 o de 25, en el que todas las páginas son iguales, es unlibro que formalmente no es un nuevo objeto estético, por más emocionanteque pueda ser el contenido de las palabras del texto impreso en las páginas.Piensan los concretistas que todavía hay y siempre habrá gentes a quienesles gusta leer novelas. Un libro de poemas contiene menos o más palabrasque una novela, pero usa siempre el espacio real, físico, en el que éstasaparecen de un modo más intencionado, más evidente, más profundo.Porque para transcribir el lenguaje poético sobre el papel es necesariotraducir tipográficamente las convenciones propias del lenguaje poético.La poesía es canto, repiten los poetas, pero casi nunca la cantan, eso fue enel pasado. Los poetas casi nunca dicen la poesía en voz alta. La publican. Elhecho es que la poesía, tal como se da naturalmente en nuestra realidad,aunque tiene el perfume de la oralidad, es poesía escrita e impresa, nocantada y dicha. Ha ganado una realidad espacial de la que carecían los tanfuertemente cantados lamentos o las hazañas de los héroes homéricos ovirgilianos. La introducción del espacio en la poesía, o de la poesía en elespacio, es un acontecimiento enorme, de consecuencias literalmenteincalculables. Un libro es un volumen en el espacio. Es el terreno real de lacomunicación que toma forma a través de la palabra, su aquí y su ahora. Lapoesía concreta representa una alternativa a la poesía. Es el libro,

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considerado como una secuencia espacio-temporal autónoma, que ofreceuna alternativa a todos los géneros literarios existentes. Pero no existe unsalto dialéctico, ni una línea de geométrica perfección entre Mallarmé ylos poetas concretistas brasileños, en medio está todo el desarrollo de lapoesía en la primera mitad de siglo XX, principalmente los poetasconsiderados por C. M. Bowra como los herederos del simbolismo comoValéry, Rilke, Stefan George, Alexander Blok, Yeats, y, naturalmente, lospoetas vinculados de una u otra manera a la vanguardia, desde los que hoynos parecen clásicos como Eliot o Pound, hasta los siempre diferentes comoApollinaire o Artaud.

La producción proteica de Haroldo de Campos de poeta, ensayista,traductor, ideólogo, dificulta y al mismo tiempo estimula las más variadasinterpretaciones. A diferencia de tantos poetas de tradición española quevan haciendo una obra única, amplificada sucesivamente a través denumerosas variaciones, como Jorge Guillén o Javier Sologuren, la escriturade Haroldo de Campos sale de las radas conocidas, para internarse marafuera, en lo ignoto. Cualquier texto suyo es poliédrico, admite las másvariadas interpretaciones, Poesía paradojal la suya, capaz de provocardesconcierto permanente, con enorme capacidad de poner en duda nuestrasmás arraigadas convicciones.

Haroldo de Campos es poeta pintiparado para los tiempos quevivimos. Su originalidad se nutre de la tradición escritural poética y tambiénde la teoría literaria. En un tiempo en España se habló de los poetasprofesores, Haroldo de Campos es de la estirpe de poetas que conocen ycrean teoría literaria. Alguien que viene de la familia de Mallarmé yApollinaire, pero que también es de la estirpe de Jakobson, Benjamin,Steiner. Lo primero que hay que decir de un libro suyo es que siempre es unobjeto lingüístico y visual que podemos palpar es que llama poderosamentela atención y que convoca la curiosidad de muchas personas de diferentesedades, sexos y condición social. Puesto el libro sobre una mesa, es el primeroque toma un niño y el primero que causa preguntas de los adultos. ¿Qué eseso? ¿Cómo se come? Se come leyéndolo, incorporándolo a nuestraexperiencia. Se devora con los ojos, se le palpa con las manos o se le palpacon los ojos y se devora con las manos. A Haroldo le hubiera gustado lo

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que decimos porque lo que salía de sus manos y de su mente era diferentea todo lo conocido y es por eso que estamos aquí reunidos, hablando de loque hizo, sintiéndolo.

Lo que tienen los niños y los científicos en común es la curiosidad,el deseo de experimentación, la capacidad de dejar atrás las seguridades,en todos los niveles, en los más elementales y en los más complejos. Elpoeta original tiene esas mismas capacidades, ese tino de orífice demanipular lo pequeño, los sonidos primordiales, los fonemas, y en esamanipulación se acerca a los orígenes mismo de la lengua y nos invita a sujuego; cuando estamos inmersos en esa red de aliteraciones, una ronda depalabras que da satisfacciones al espíritu, percibimos de pronto que el poetahabla otra cosa y esa otra cosa es el poetizar del hombre en medio de unasociedad detestable.

Haroldo de Campos ha acercado su poesía a la resolución del enigmaque siempre se presenta con nuevo rostro en cada circunstancia histórica.Cuando murió Vallejo en 1938 y en las décadas siguientes que fueron lostiempos en que su poesía se popularizó, pareció que no habría nadie capazde tocar, siguiendo las leyes secretas de la poesía que exigen en cada palabray en cada frase, el sufrimiento del hombre de un modo convincente ylímpido. Poetas que se acercaron a ese ideal como Pablo Neruda, ennumerosas ocasiones rindieron tributo a las circunstancias políticasvolanderas y estragaron sus versos en el altar de lo efímero. Lo mismoocurrió con los poetas de la poesía de circunstancias como Ernesto Cardenalo Nicanor Parra. En hispanoamérica hubo otra línea de poetas, que emergeahora con singular brillo, que de un modo sesgado se ha referido a lacondición de dolor del hombre en los países del tercer mundo: EliseoDiego y Alvaro Mutis.

Pero en Brasil, las cosas han ocurrido de distinto modo. Desde 1922por lo menos, hay una forma natural de incorporar al individuo, al hombrede la calle, a la poesía. Hay numerosos poetas que son cultos, en el sentidoclásico del término, de cultura canónica, y al mismo tiempo participan deuna cultura popular. Y los nombres saltan a borbotones, desde ManuelBandeira en el célebre poema del enfermo de los pulmones repitiendo

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incansablemente 33 ante el médico y condenado a cantar un tangoargentino, hasta Mario de Andrade con «El poeta come maní» o desdeOswald de Andrade dibujando las gafas del abuelo que el niño tira al retrete,hasta Carlos Drummond de Andrade, extrañando las noches de Itabira,sin vino y sin mujeres. Hay en la cultura del Brasil, en sus poetas y novelistascomo Jorge Amado o Rubem Fonseca, una fluidez entre lo más depuradoy lo propio de la calle. En este contexto Haroldo de Campos es primeroque nada un poeta, con todas las dotes de un experimentador del lenguaje,fonética y morfosintácticamente, con un registro importante de vocablos,es al mismo tiempo, un hombre de su tiempo que aboga por la justiciapara todos los hombres. Pero desde Vallejo no se había en la culturalatinoamericana a un escritor que logre, tan alejado de la escriturapanfletaria, un reclamo en la esencia misma del poema que sea capaz deconmover y decir las verdades más rotundas con una desnudez prístina.Así ocurre en su texto Proemio:

¿mosca oro?mosca hosca,

¿mosca plata?mosca prieta.

¿mosca iris?mosca soez.

¿mosca añil?mosca vil.

¿mosca azul?mosca mosca.

¿mosca blanca?poesía poca.

¿el azul es puro?el azul es pus

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de barriga vacía

¿la poesía es pura?la poesía es para

de barriga vacía

poesía en tiempo de hambrehambre en tiempo de poesía

poesía en lugar del hombrepronombre en lugar del nombre

hombre en lugar de poesíanombre en lugar del pronombre

poesía de dar el nombre

nombrar es dar el nombre

nombro al nombrenombro al hombreen medio del hambre

nombro al hambre

Tal vez el poema que mejor explicite la postura política y poéticaHaroldo de Campos es el texto titulado Oda (explícita) en defensa de lapoesía en el día de san lukács, reflexión que se basa en una conversaciónentre Walter Benjamin y Bertolt Brecht. Ahí sostiene que los hombres delaparato, es decir los burócratas, están contra la poesía porque se desvía dela norma, y cómo se desvía, no solamente de la norma lingüística, sino delas buenas maneras de las sociedades conservadoras, la detestan porque laúnica propiedad que tiene es la forma como dice nada menos que el jovenMarx, porque no distingue la danza del danzante, porque no da al César lo

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que es del César que pide himnos, mientras ella ofrece poemas escatológicoso una hebra de sol en el ojo selenita de Celan. De la poesía se dice que estáa la derecha, pero el joven Marx, lector de Homero, Dante, Goethe,enamorado de la Gretchen del Fausto, sabía que su lugar está a la izquierda,el loco lugar alienado del corazón. Lenin mismo censuró a Lunatcharskipor haber publicado más de mil ejemplares de un poema de Maiacovskidiciendo «demasiado papel para un poema futurista», pero él sabía queidealismo inteligente está más cerca del materialismo que el materialismodel materialismo desinteligente. Desmond Morris, el célebre biólogo, autorde El mono desnudo y de El zoo humano decía todas las formas de gobiernodel ser humano son de derecha y que las formas de distribución puedentener características de izquierda. Ignoro, por supuesto, si Haroldo deCampos conocía o no a Morris, pero yendo un poco más a fondo delasunto puede decirse que lo que rescata Haroldo son los elementos utópicosque están en el pensamiento humano, desde aquellos que están presentesen la doctrina de Jesús, como la hermandad entre todos los hombres y elperdón de las ofensas, hasta el propósito del joven Marx de construir elparaíso en la tierra, en un intercambio de amor con amor, sin la alienaciónque produce el dinero. Thomas Moro dijo en el siglo XV que su utopíaestaba en ninguna parte. Puede ser, pero a veces se aloja en la poesía dealgunos como Haroldo de Campos. En la utopía el hombre está feliz yjuega con el lenguaje:

Y jakobson roman(amor /roma)octagenario plusquesexappealgenarioacaricia con deliciatus metáforas y metonimiasen cuanto abres de gozolas alas crisoprasio de tus paranomasiasy el se ríe del embarazo austero de los savants

….

te detestanlumpen proletaria

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voluptuariafalsariaelitista piraña de la basuraporque no tienes mensajey tu contenido es tu formay porque estás hecha de palabrasy no sabes contar ninguna historiay por eso poesíacomo cage decía

o comohace pocoaugustoel augusto:

que la flor flora

el colibrí colibriza

y la poesía poesía.

Haroldo, cuando murió, estaba traduciendo «El paraíso» de Dante.Que está ahí, ya no nos cabe la menor duda.

Octavio Paz tiene la palabra

Cada vez que se concede el Pemio Nobel de Literatura es usual queen todos los rincones del planeta hayan personas que vuelven sus ojos a losescritores y los académicos de cada país para preguntarles por la pertinenciade la opción de la docta asamblea nórdica. Eso también ocurrió en 1990cuando Octavio Paz obtuvo ese galardón. En América Latina ad ovo admala, desde el principio hasta el fin, nos pareció una decisión correcta, nosolo por los merecimientos intrínsecos del poeta, sino porque era el solitariorepresentante de un grupo de escritores, fallecidos casi todos en esemomento, y que están considerados los fundadores de la poesíahispanoamericana, César Vallejo, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Vicente

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Huidobro. Algo del sincretismo cultural que representamos había sidodistinguido por los académicos suecos. A partir de ese momento, la obrade Paz, múltiple y polifacética, conocida en tantos idiomas, empezó a recibirun reconocimiento que pocos hubieran soñado puesto que el premiogarantiza, como ninguna otra distinción, una difusión a escala planetaria,el sueño de opio de todo escritor: no tanto ganar una medalla y muchodinero, sino ser leído en los rincones más apartados.

Dícese con razón al parecer que los premios literarios son derechosque las mayorías conceden a las minorías y más todavía, a un grupo selecto:los miembros de un jurado de especialistas. Es natural que así sea. Losconcursos son una manera de fomentar la difusión de la literatura. Perohay certámenes y certámenes. Los hay para quienes empiezan, para quienestienen a medio camino una obra y para los que la han desarrollado concabalidad. El Nobel es de estos últimos, es el más codiciado galardónmundial al que puede aspirar un escritor y por lo mismo está negado acasi todos. Por cierto los académicos suecos no son infalibles y aunqueprescinden expresamente de criterios políticos en sus decisiones,procuran, tal vez inconscientemente, hacer justicia poética con todos loscontinentes de la tierra y con todas las lenguas. Si fue sorprendente queeligieran en 1989 a Camilo José de Cela, más inusual fue que concedieranen 1990 ese premio a Octavio Paz, no tanto por los méritos quesobradamente tenía el escritor mexicano, sino porque por primera vezen toda la historia de Nobel, se otorga durante dos años consecutivos aescritores de la misma lengua.

Octavio Paz, que ha practicado varios géneros literarios esfundamentalmente un poeta. Los biólogos buscan la razón de ser delhombre en la corteza cerebral, los músicos y los matemáticos en la capacidadde abstracción que no tiene ninguna otra especie, los místicos en labúsqueda de Dios y así sucesivamente. Para los poetas la palabra es el quidde lo humano. La relación con ella define al hombre. Es ella la que permitela relación con los demás; es ella también el conflicto. Sin ella, en unacomunidad extraña, somos animales, nos reducimos a nada, al lenguaje delas señas o acaso al arte sin palabras, al mimo. El poeta se define como elamante de las palabras. A ellas consagra su vida, su talento, su miseria. Si

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se dedicase a otra cosa que no fuese la poesía, tendría lo que se llama éxito,pero se negaría a sí mismo. Fue una paradoja de conceder el Premio Nobelde Literatura a Octavio Paz en 1990. Un poeta, un inútil, uno de esos queestá haciendo versos toda su vida, no solamente logra expresar lo de losdemás y lo suyo propio, sino que también tiene masiva aceptación. Por esoel mejor homenaje que podemos hacerle, y esta es una segunda paradoja,es desacralizarlo, leerlo como si no hubiera ganado el Nobel, con la mismaunción con la que lo leíamos antes de haber recibido esa distinción.

Poetas hay muchos y su misión (aquella que no se ve pero que esindispensable a la larga) es ordenar las palabras de la tribu como decíaMallarmé. Excelentes poetas hay en cada lengua, que en cada siglo puedencontarse con los dedos de una mano y son mejores porque no solamenteponen orden en la Babel lingüística, sino porque son capaces, desde su artede encontrar aquello que está más allá de lo fáctico. Paz es uno de los pocospoetas de la lengua española que es capaz de elaborar teoría a partir de supráctica. En el campo estrictamente literario en España podemos citar aGarcía Lorca y a Cernuda como sus homólogos y en Hispanoamérica aBorges. Pero Paz ha ido más allá que todos ellos y se hermana con Vallejoporque a partir de la poesía ha intentado una explicación del mundo. Elllamado maestro de los mexicanos, atemperado con el paso de los lustros yde las décadas, fue hasta el final de su vida, como le hubiera gustado a Sócrates,un tábano de su sociedad, alguien desconfiable para todos los gobiernos.

Que algunos alaben a Paz por describir los excesos de los estados,aquellos entes que magnánimamente llama ogros filantrópicos, que otrostambién lo incorporen a las filosofías del mercado. El Paz que muchosestimamos es el que desconfía del poder, como Haroldo de Camposciertamente, de cualquier poder, el gallo galante que pisa las palabras, elcocinero que les tuerce el pico, pero también el que busca en la palabra lavoz exacta «y sin embargo equívoca, oscura y luminosa, tienda y fuente:espejo: espejo y resplandor, resplandor y puñal, vivo puñal amado, ya nopuñal, sí mano suave: fruto.»

Leemos a Quevedo o a Vallejo cuando se nos encabrita la sangre.Cuando buscamos la fusión de contrarios, la magia del lenguaje, la

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comunicación con culturas distantes (y hay un cosmopolita en cada uno denosotros), Japón, el Haiku, las sendas de Oku, la India y sus misterios. Leemosa Paz, a Octavio Paz y sentimos que un hombre que es todos los hombres. Enun momento de larga turbulencia mundial en el que tantos hablan y hablany no dicen nada, el poeta le da lustre al lenguaje, le devuelve su valor simbólico.Por eso concluimos aseverando que Octavio Paz tiene la palabra.

Hermandad

Homenaje a Claudio Ptlomeo

Soy hombre: duro pocoy es enorme la noche.Pero miro hacia arriba:las estrellas escriben.Sin entender comprendo:también soy escrituray en este mismo instantealguien me deletrea.

BIBLIOGRAFÍA

BRECHT, Bertolt. Poemas y canciones. Madrid. Alianza Editorial. 1989.

DE CAMPOS, Augusto. Décio Pignatari. Haroldo de Campos. NoigandresI. Lima. Tierra brasileña. s/f. 80 pp.

DE CAMPOS, Haroldo. El ángel izquierdo de la poesía. Lima. SaritaCartonera. 2005.

_____.«Thalassa. Thalassa». En Noigandres I. Lima. Tierra brasileña. Poesía.1983.

PAZ, Octavio. Obra poética. (1935-1970). México. Fondo de CulturaEconómica. 2004.

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_____.Obra poética. (1969-1998). México. Fondo de Cultura Económica.2004.

SELDEN, Raman. La teoría literaria contemporánea. Barcelona. 1989.

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DON ALONSO ENRÍQUEZ DE GUZMÁN, EL ALBACEA DEALMAGRO: POESÍA DEL HONOR Y LENGUAJE PROCESAL

DEL SIGLO XVI

M. ALONSO ENRIQUEZ DE GUZMÁN, L’EXÉCUTEURTESTAMENTAIRE D’ALMAGRO: POÉSIE DE L’HONNEUR ET

LANGAGE JURIDIQUE DU XVI SIÈCLE

Óscar CoelloUniversidad Nacional Mayor de San Marcos

Resumen:Este artículo traza una breve semblanza de Alonso Enríquez de Guzmán, poetacortesano y cultor del arte mayor; contextualiza su quehacer literario y pone enevidencia los recursos del lenguaje judicial que emplea para poetizar. Así mismo,describe los conceptos del honor y la honra en los que se enmarca el trabajoartístico de Enríquez para, desde allí, aspirar a comprender el sentido que sustentael alma de algunos de los fundadores de las letras castellanas en el Perú.

Résumé:Cet article constitue un bref portrait d’Alfonso Enríquez de Guzmán, poètecourtisan et fervent partisan de la poésie, art majeur. Il situe dans son contexte letravail littéraire de l’auteur et fair ressortir l émploi, dans sa poésie, des ressourcesempruntées au langage judiciaire. De même, il décrit les concepts d’honneur et deréputation par rapport auxquels se définit le travail artistique d’Enríquez pour, àpartir de ce point d’encrage, essayer de déterminer la logique qui sous-tend l’espritdes fondateurs de lettres castillanes au Pérou.

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Palabras claves:Poesía, lenguaje procesal, honor, Enríquez, Perú.

Mots clef:Poésie, langage juridique, honneur, Enriquez, Pérou.

1 Keniston, Hayward (ed.): Libro de la vida y costumbres de don Alonso Enríquez de Guzmán.Madrid: Biblioteca de Autores Españoles desde la formación del lenguaje hasta nuestrosdías, Tomo CXXVI, 1960. 366 pp.

Don Alonso Enríquez de Guzmán no estuvo en el largo camino delos manglares o de las islas desiertas, que desde Panamá hasta Piuraencontraron nuestros fundadores1. Tampoco estuvo en Cajamarca. A Limallegó recién en septiembre de 1535, cuando la ciudad ya estaba fundada.Vino porque supo del oro del Perú por Hernando Pizarro. Vino porqueera hombre de la corte del rey y sus contactos en ella de seguro le sirvieronal mismísimo don Francisco Pizarro, cuando pobre arribó a Sevilla, aquellavez que fue por la capitulación de Toledo, y el bachiller Enciso lo hizoechar a la cárcel para que le pagara unas monedas que le debía. Vino acobrarse el favor, vino con una meta: hacerse rico sucediera lo que sucediera.Y se hizo rico. Cuando se fue, dejó el Perú ensangrentado por las guerrasciviles; utilizó su condición de noble para enfrentar entre sí a sus amigosFrancisco Pizarro y Diego de Almagro. No actuó solo, pero sí fue de losprincipales revolvedores. Y cuando regresó a España bien cargado con lasprendas de su oficio de pescador de río revuelto, regresó con un solopropósito: tomar venganza contra el que le hizo el favor de traerlo al Perúen su comitiva, es decir, Hernando Pizarro.

Don Alonso Henríquez de Guzmán es el antihéroe de la fundacióndel Perú. Su cinismo es irritante, se precia de ser descendiente del reyEnrique II de Castilla, pero no por la vía legítima. Se precia de haberdeambulado por Italia en su juventud persiguiendo a Carlos V, que no loquería ni ver; se precia de haber mendigado disfrazado de judío cuandono tenía para comer. No se sabe dónde, si en la calle o en la corte, es queaprendió el arte de la conversación, era dicharachero y sabía hacer amigos

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que tuvieran una de estas dos cualidades: riqueza o nobleza. Era buen lector,por tanto, instruido; escribía bien, sabía decir refranes, hacía versos. Entonces,hizo muy buenos amigos: uno de ellos, el Duque de Alba lo llevó a la cortedel rey y su suerte cambió. Pero Dios pone un estigma en la frente de losmalandrines: también era pleitista y lo andaban echando de todo lado. Todolo hacía juicio, bofetada al insolente, duelo de espada. Cuando se descubrióel Perú, el Consejo de Indias le prohibió venir a los nuevos territorios, porquepara entonces ya tenía bien ganada fama de alborotador. Pero lograembarcarse en alta mar, amenazando al capitán de la nao con hacerle pagarcara la afrenta hecha a uno de su prosapia cortesana. Aun así era cobarde, yno se molestaba en ocultarlo. Corre en Mala, cuando la entrevista famosaentre los conquistadores. Y cuando los indios cercan el Cuzco escribe en sulibro que «tenía bien liado mi oro, plata y ropa»2 para correr primero, si elcaso llegara. Por eso se gana el desprecio de Hernando Pizarro: solo habíavenido a llevarse todas las riquezas que pudiera cargar. Cuando salió delPerú se fue bien cargado. De regreso a España hizo escala en México y se dioel lujo de hacerle una exhibición al mismísimo Hernán Cortés del menajeen oro y plata que se llevaba: tinajas, cubiletes, estriberas, collares y cuentas;y, sin duda, muestras de la finísima textilería de vicuña inca. Hernán Cortéspor la tinaja más grande le pagó mucho dinero y, además, lo invitó a LaHabana con todos los gastos pagados. Cuando arribó a Sevilla el rey CarlosV ordenó que le quitaran todo y que lo encarcelaran, pues estaba convencidode que esas riquezas provenían de cobrar por las intrigas entre los burdosFrancisco y Diego, que lo estimaban en mucho, por sus amistades en España,por su zalamería y por saber hablar. En España se dedica a litigar judicialmentepara rescatar su dinero y para vengarse de Hernando Pizarro. Todo lo lograpor sus amistades y por el oro que se llevó del Perú; dice que se gastó 22mil castellanos de oro en sus sinuosos procesos judiciales.

He dicho que hablaba bien, con mucho sabor y que era entretenido:tanto para los ignorantes y desesperados soldados que merodeaban por laspunas del Perú como para los estirados príncipes de la corte española.Alguna vez lo escuchó conversar el príncipe Felipe, futuro rey de España y

2 Porras Barrenechea, Raúl: Los cronistas del Perú (1528-1650). Lima: Sanmartí, 1962,p. 124.

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sucesor de la corona de Carlos V, y quedó embrujado por sus relatos delPerú. Desde entonces el príncipe lo llevaba a todo sitio. No sabemos cómoterminó. Alguna vez un loco le hundió un puñal en el vientre durante unbanquete, pero no murió. Lo último que tenemos de él es una carta fechadade 1547, en España, motivada por una de sus frecuentes riñas.

De este Enríquez de Guzmán, nefasto personaje de los días auroralesde la fundación del Perú, «caballero noble desbaratado», como cínicamentese auto nombra —y, sin embargo, enterado poeta—, voy a hacer una brevesemblanza, porque en un proceso penal entablado contra HernandoPizarro, para hacerlo ajusticiar por la muerte de Almagro, escribe un alegatoen verso que, paradójicamente, es el primer poema escrito sobre el temadel honor y de la honra en el Perú y América, hablo de 1541 a 1543; y, másaún, escrito en el siglo anterior al siglo en que, en España, Lope y Calderónhabrían de iluminar con estos temas el teatro del Siglo de Oro. Y, paramás precisión, cuando Lope y Calderón ni siquiera habían nacido.

El texto

El poema al que me refiero es uno en arte mayor que está en elArchivo General de Indias como manuscrito independiente y se titula:

Nueva obra y brebe en prosa y en metro sobre la muerte del illustreseñor el adelantado don Diego de Almagro

El poema también está en sendos manuscritos en Nápoles y Madridformando legajo con la crónica de Enríquez. Los tres manuscritos hansido editados con suerte variada; desde la pésima edición de Sir ClementsMarkham, en inglés, el año de 1862, titulada The life and acts of AlonsoEnriquez de Guzman, a Knight of Seville, of Order of Santiago, hasta laexcelente edición de Hayward Keniston, de 1960, con la que hemostrabajado, y cuyo título es:

Libro de la vida y costumbres de don Alonso Enríquez de Guzmán.Publicado por Hayward Keniston en Madrid, por la Biblioteca de AutoresEspañoles desde la formación del lenguaje hasta nuestros días.

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Voy a centrar mis apreciaciones en los conceptos del honor y lahonra que aparecen solo en la poesía del texto referido; pero, primero,daré cuenta del lenguaje procesal al que apela para hacer más eficaz suretórica interesada.

El lenguaje procesal del siglo XVI

El caso fue así: Cuando Hernando Pizarro hizo asesinar al enfermoy arruinado Almagro, en el Cuzco, mediante un juicio político e infame,el Adelantado llamó a los poquísimos amigos que le quedan a todocondenado en este mundo para hacerlos sus albaceas. Entre ellos, llegódon Alonso Enríquez de Guzmán. Y recibió un encargo nada despreciablepara él, llevar la causa ante la corte del rey para acusar a Hernando Pizarropor el juicio írrito hecho a Almagro. He dicho que Alonso Enríquez deGuzmán odiaba a Hernando porque este lo despreciaba por lo que era y,además, por cobarde. Por ello, cuando llegó a España litigó en la corte poraños y no descansaba de pedir que mataran a Hernando, no contento converlo condenado a prisión casi de por vida en el castillo de la Mota, enMedina del Campo. Enríquez de Guzmán era litigante nato, dedicado,meticuloso, implacable. En su crónica escribe que tan atareado estaba consus juicios que desde que había vuelto a España no había tenido dos horascon su mujer, luego de seis años de separación desde que se vino al Perú.Y para completar su trabajo de litigante escribió un largo poema en artemayor, dirigido al rey Carlos V, sobre la muerte de Almagro y en contra deHernando, donde le decía:

1 Cathólica, Sacra, Real Magestad,Çésar Augusto, muy alto monarca,fuerte reparo de Roma y su barca,en todo lo umano de más potestad.Rey que procura saber la verdad,crisol do se funde la reta justiçia (…).3 (…) de vuestra potente persona ymperial,así como a rey y señor naturala bozes muy altas justiçia pedimos.A vuestras Cortes, señor, ocurrimos

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para espresar el caso de yuso,pues Dios en su audiençia, grand Çésar, os pusoy en su lugar por vos nos regimos.

El poema era toda una demanda en verso, dirigida al Rey:

4 Sabed un proçeso que fue fulminado,que diz que se hizo muy contra derecho,que contra don Diego de Almagro fue hecho,en todas las cosas no bien sustançiado.Hernando Piçarro, por nos acusado,al qual acusamos por esta presente,hizo de hecho, señor, lo siguiente,no siendo juez por vos delegado.

El doctor Raúl Porras Barrenechea explicaba la existencia de estosprocedimientos del siguiente modo: «El hecho no se debe a un caprichopoético, sino que responde a una costumbre de época: se usaba el metropara defender ante los príncipes algún litigio o reclamar mercedes operdones para algún agraviado. El verso era como un traje de gala parapresentarse en la corte y las mejores defensas eran unas coplas»3. Nosotrosestimamos este poema por ser una muestra soberbia del arte mayor en elPerú.

En el poema, después, viene lo que llamaríamos hoy día, losfundamentos de hecho y de derecho de una demanda, en donde se puedesaborear en todo su esplendor el lenguaje procesal del siglo XVI; uncastellano que él gastaba, acaso, ya en el Cuzco, para asombro de sus amigoslos conflictivos descubridores entrecruzados de litigios en los días auroralesde la instalación de la juridicidad en el Perú:

«A vuestras Cortes, señor, ocurrimospara espresar el caso de yuso...» (3, E-F)

3 Porras, Ibíd., p. 56.

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«Saber un proceso que fue fulminado,que diz que se hizo muy contra derecho,(...) en todas las cosas no bien sustanciado» (4, A-B, D)

«...hizo de hecho, señor, lo siguiente...» (4, G)

«Puesto en la cárçel escura y fragosa,haze Piçarro proceso es abruto» (10, A-B)

«... ante él alegase de justo descargo» (10, F)

«La apelación le fue denegada...» (13, A)

«... de aquí, señor, hago tal rremisyón» (15, G)

«... para testar notario pedía...» (16, D)

«El testamento signado e firmado...» (24, A)

«Aver pronunçiado tan contra derechoAlmagro aver sydo traydor a su Rey,quien dio tal sentençia meresçe por ley...» (31, A-C)

«... digo y alego no ser trayçión...» (32, B)

«... syn ser para ello juez competente» (32, H)

«Y si a Piçarro se diere trasladodesto que digo, espreso y alego...» (37, A-B)

«... solo por esto se debe pugnir.» (39, H)

Numero los versos conforme a la transcripción del poema que vieneen mi libro Los inicios de la poesía castellana en el Perú4.

4 Coello, Óscar: Los inicios de la poesía castellana en el Perú. Fuentes, estudio crítico ytextos [1999]. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú,2001. 388 pp.

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Don Alonso Enríquez de Guzmán, poeta de arte mayor

He dicho que Enríquez sabía hacer versos, pero no he dicho cuántosabía. Era diestro en el manejo del arte mayor, ese verso castellano que segestó en la corte del rey don Juan Segundo, el rey inútil, aquel que olvidósus tareas terrenales para consagrarse a solventar en su corte la vida y ociode cuanto artista de la palabra quisiera acompañarlo en los placeres deldecir galano; corte que albergó a un grupo de poetas contestatarios,capitaneados por Juan de Mena, que se negaban a aceptar sin más lasimposiciones de la moda que venía de Italia y que los obligaba a medir losversos en endecasílabos. Enríquez era discípulo de estos poetas; ellospostularon que, desde la época de los griegos, la poesía es música, ritmo, yque a semejanza de lo que sucedía en el viejo latín, los versos entendidoscomo frases musicales no debían tener su cimiento en la métrica como lopostulaba el Renacimiento italiano, sino que deberían buscar en la cláusularítmica, en el pie interior del verso, su apoyo esencial. Por eso trabajaron elarte mayor, que es un verso que se define como de métrica variable, divididoen dos hemistiquios por una fuerte cesura en cuyo interior permaneceninvariables sendos grupos dactílicos que le comunican un ritmo esencialmenteuniforme, yo diría, solemne. Es decir, poesía para oír, para leer de viva voz.

El honor y la honra

Pero en este poema, tal vez sin proponérselo, tal vez sin darle otrofin que el de ser una ayuda memoria en sus juicios terrenales, Enríqueznos dejó una muestra perfecta, vívida, latente de lo que era el concepto delhonor por aquellos años. Y de que es un poema de honra, lo explica así enla breve introducción en prosa que hace del poema, cuando prometepoetizar en contra de los que «despojaron de su honra, vida y hazienda», aAlmagro, «segund el metro que adelante veréys».

Francisco Ruiz Ramón5, siguiendo a Américo de Castro (el De laedad conflictiva), explica que, en el alto teatro del Siglo de Oro, la lengua

5 Ruiz Ramón, Francisco, Historia del teatro español. Madrid: Alianza editorial, 1967.pp. 449.I

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literaria distinguía entre el honor —como principio, como concepto, comola esencia a la cual se refieren los hechos— y la honra —es decir, lamaterialización del principio, la conducta personal, el acto tangible—.Escribe Ruiz Ramón, que estas cuestiones de honor y honra condujeron acomportamientos absurdos, mirados desde nuestra óptica. Por ejemplo, alejercicio de una «razón cuya lógica va contra toda ética cristiana y contra elpropio querer personal»6, que crean un ser prisionero del qué dirán, «puesson los demás quienes dan y quitan honra, es necesario vivir en permanentetensión vigilante con todos los sentidos y el ánimo atentos a la opiniónajena (...) Mientras no se cumpla la venganza el deshonrado es un miembromuerto que la comunidad rechaza. Por eso, si la honra es equiparada a lavida, la deshonra lo es a la muerte»7. Pero Ruiz Ramón está hablando,repito, del alto teatro del Siglo de Oro español. Enríquez aquí no llega atanto, pero sí prefigura o anticipa en su poema el tema del honor y de lahonra; y así el tema resuma en el texto y recorre todos sus sentidos.

Ahora debo explicar cómo entendían el honor los contemporáneosde Enríquez. Dice Jacob Burckhardt, en su recordado estudio sobre lacultura del Renacimiento que, a principios del siglo XVI, Italia seencontraba en una grave crisis moral, de la cual los espíritus mejor dotadosveían difícil la salida; sin embargo, fueron capaces de encontrar en el honorla fuerza moral suficiente para oponerse al mal con el máximo vigor. Pero,acerca del contexto histórico del honor, escribe el mismo Burckhardt: «Estesentimiento del honor es compatible con la ambición inmoderada, congrandes vicios, y es capaz de enormes engaños, pero es posible tambiénque todo lo noble que sobreviva en una personalidad se vincule a él ysaque de su caudal nuevas energías»8.

Burckhardt define el honor como una «enigmática mezcla deconciencia moral y de egoísmo»9, alentada por la fantasía, que inducía al

6 Ibíd., p. 1597 Ídem.8 Burckhardt, Jacob: La cultura del Renacimiento en Italia. Barcelona, Editorial Iberia,

1946, p. 374.9 Ídem.

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individuo a buscar en el azar la rápida ocasión del triunfo personal—aunque se jugara el todo por el todo—, o a estimar la venganza como el pagogratificante para el espíritu ofendido —siempre y cuando ella revistiera loscobros más aplastantes, refinados y mórbidos—, o a guardar un inapagablesentimiento de gratitud ante el benefactor, lo que suponía cualquierquebrantamiento de la justicia cuando se tratara de devolver el favorrecibido. En fin, el honor era aquel sentimiento a cuyos pies podía quedarel crimen, la defensa del adulterio en bien propio, el cohecho, el despojoo el latrocinio, y por el cual «se consideraron indiferentes los defectos apesar de los cuales fueron grandes los grandes hombres»10.

El honor del poeta Enríquez fecho al itálico modo

Esto explica con claridad por qué un hombre de conducta tanreprobable —mirado desde nuestro siglo— haya construido, en los alboresde la fundación de nuestra patria un poema sobre el honor y la honra; unpoema expresamente enderezado a salir en defensa de Almagro a quienlos Pizarro habían privado, dice: «de su honra, vida y hazienda», «segund elmetro que adelante veréys», repito.

Pero no queda allí la cosa, sino que la cultura del Renacimientoen Italia había comenzado por redefinir algunos conceptos sociales comoel de la nobleza, por ejemplo. Antes de la época de Enríquez, honortenían los nobles no los villanos; y, Almagro, por decirlo así, venía de lascapas pobres de España. Pero, afirma Burckhardt que, en Italia, «cuandolos condotttieri se convirtieron en príncipes y dejaron de ser requisitodel trono no solo la cuna y el linaje, sino la propia legitimidad denacimiento, entonces pudo creerse que había comenzado una nuevaépoca de igualdad y que el concepto de la nobleza se había desvanecidopor completo»11.

Luego, en la poesía de Enríquez, podemos comprender cómo loshombres que surgen de la nada en la época del descubrimiento del Perú

10 Ibíd., p. 273.11 Ibíd., p. 312.

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están plenamente convalidados dentro de un esquema del mundo que lesreconoce su derecho al ascenso social solo «por la fuerça de su braço» opor la mayor audacia de la que fueran capaces. Y este reconocimiento lesaparejaba una honra, un honor que podían merecer, ganar y hacer valerno importa lo que se haya tenido que pasar o pisar.

Aquí estriba la importancia literaria de Enríquez poeta. Sin dejarel mundo medieval del arte mayor, en él se prefiguran ya las claridades dela cultura del Renacimiento que se exportaba de Italia. Nuestro poetahabía estado, como he dicho, en Italia, persiguiendo a Carlos V. Gustabade leer y hasta plagiaba («por tales senderos me lleva la suerte») a TorresNaharro, un clérigo español que vivía y publicaba en Italia (Propalladia,Nápoles: 1517), cuyas obras teatrales ya prefiguraban el conflicto del honor(v. g. la Comedia Himenea). Y que, además, en algunas de ellas «parececomplacerse en presentar ese abigarrado y confuso cuadro de vidaantiheroica y anticortesana, dominada por los groseros hilos de las pasionesmás elementales: el hambre, la lujuria y el amor al dinero»12, como diceFrancisco Ruiz Ramón.

Quiero terminar citando la crónica de Enríquez, cuando luego dehaber hecho riqueza fácil en el Perú, escribe al comendador Francisco delos Cobos, uno de sus poderosos amigos en las altas esferas de la Corte deCarlos V, y le desliza con toda naturalidad algunos rasgos de su espírituque serían incomprensibles fuera del contexto en el que levantan su honormuchos hombres de su época. Dice Enríquez:

Ya Vuestra Señoría sabe que siempre que me conosció fue pobrede hazienda, pero no de juicio. Antes este me sobró quanto estotrome faltó, pues ni los aborresçí ni hize perjuizio a mi cuerpo ni a mihonrra, porque no fue poca sagazidad loquear, sin prejuizio de lasdos cosas. Agora que a Dios Todopoderoso a plazido zacarme deestala neçesydad, quiero declarar que mi demasiada conversación,o loquasidad por mejor dezir, estava convidada de la pobreza (...) Y

12 Ruiz Ramón, Francisco, óp. cit., p. 81.

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en verdad que no tengo culpa sy a sido falsa, porque siempre la hegastado y despendido contra mi voluntad, pero no dexando deconosçer sus quilates, tan bien como los que la resçibíades.13

El estudio de las letras de nuestros fundadores nos revela, sin duda,las honduras —y, ¿por qué no?— los esplendores de su alma. En este caso,hemos tocado, paradójicamente, los abismos hablando del honor. Mimodesto estudio solo revela lo obvio: ni ángeles ni demonios, solo hombresde su tiempo.

BIBLIOGRAFÍA

BURCKHARDT, Jacob: La cultura del Renacimiento en Italia. Barcelona:Editorial Iberia, 1946.

COELLO, Óscar: Los inicios de la poesía castellana en el Perú. Fuentes, estudiocrítico y textos [1999]. Lima: Fondo Editorial de la PontificiaUniversidad Católica del Perú, 2001.

KENISTON, Hayward (ed.): Libro de la vida y costumbres de don AlonsoEnríquez de Guzmán. Madrid: Biblioteca de Autores Españoles desdela formación del lenguaje hasta nuestros días, Tomo CXXVI, 1960.

PORRAS BARRENECHEA, Raúl: Los cronistas del Perú (1528-1650). Lima:Sanmartí, 1962.

RUIZ RAMÓN, Francisco: Historia del teatro español. Madrid: Alianzaeditorial, 1967.

Observaciones:1. El presente artículo cita como lo hace el Diccionario panhispánico de

dudas (DPD), pp. 773 y ss.2. Se emplean las comillas españolas, también a indicación del mismo

DPD.

13 KENISTON, óp. cit., p. LIII.

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FRANCISCO DE CARVAJAL, VIR FACETUS EN EL LIBRO VDE LA HISTORIA GENERAL DEL PERÚ

FRANCISCO DE CARVAJAL, VIR FACETUS DANS LE LIVRE VDE L’HISTOIRE GÉNÉRALE DU PÉROU

Fernando Rodríguez MansillaUniversidad de Navarra - UNC at Chapel HUI

Resumen:El presente artículo analiza el punto de vista que el Inca Garcilaso asume conrespecto al viejo conquistador, Francisco de Carvajal, «El demonio de los andes»,enfoque en el cual intenta desmitificar la imagen cruel y despiadada que losdemás cronistas han construido sobre él. Además, presenta una descripción sobrela función que este personaje cumple en el libro V de la Historia General del Perú,dónde se narra la guerra entre Gonzalo Pizarro y el pacificador Pedro de la Gasca.Por otro lado, se revisa en Carvajal, el concepto humanístico del vir facetus, esehombre culto y refinado, capaz, al mismo tiempo, de deslumbrar en los salonescon su ingenio y sus facecias o divertidas anécdotas.

Résumé:Cet article analyse la perception présentée par l’Inca Garcilaso du vieux conquérantFrancisco de Carvajal, communément appelé « Le démon des Andes ». Dans sonapproche, il essaie de démystifier l’image cruelle et impitoyable de Francisco deCarvajal, telle qu’elle a été divulguée par les autres chroniqueurs. De plus, cetarticle présente une description du rôle joué par Carvajal dans le cinquième tomede l’Histoire Générale du Pérou dans lequel est racontée la guerre entre GonzaloPizarro et le pacificateur Pedro de la Gasca. En outre, Garcilaso a révisé chezCarvajal le concept humaniste de vir facetus, cet homme cultivé et raffiné et, enmême temps, capable d’éblouir les salons par son génie et ses mots d’esprit ou parses anecdotes amusantes.

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Palabras clave:Crónicas, corona, guerra civil, providencia, humanismo, vir facetas, etc

Mots clef:Chroniques, couronne, guerre civile, providence, humanisme, vir facetus, etc.

1 Carmela Zanelli, en particular, ha investigado los alcances del concepto, bastantecomplejo y ecléctico, de «tragedia» vigente en la época del Inca y la aplicación que estele da en su obra.

2 Las citas de la Historia general del Perú se toman de la edición de Ángel Rosenblat entres volúmenes que figura en nuestra bibliografia. En romanos se indican el libro y elcapítulo correspondientes y en arábigo la página.

Sabido es que el proyecto histórico narrativo del Inca Garcilaso enla segunda parte de sus Comentarios reales, publicada bajo el nombre deHistoria general del Perú (1617), posee una visión trágica manifiesta sobre lasguerras civiles que asolaron estos reinos en las décadas siguientes a laconquista1. Sin embargo, este texto surcado de asesinatos y traiciones poseealgunos interludios cómicos para disfrute del lector. Esto se observaespecialmente en los capítulos dedicados a Francisco de Carvajal, maesede campo de Gonzalo Pizarro. En el presente trabajo analizaremos el puntode vista que Garcilaso asume frente al viejo conquistador, bien distinta dela ofrecida por otros cronistas, y la función que este personaje cumpleespecialmente en el libro V, en el cual se narra la guerra entre GonzaloPizarro y el pacificador Pedro de la Gasca. Si, como advierte el Inca, cadalibro de la Historia general acaba con una muerte lastimera «porque entodo [la Historia general] sea tragedia» (VII, XIX, 250)2, puede considerarsecada libro como una tragedia en miniatura o subtragedia. En la tragediaparticular que envuelve a Gonzalo Pizarro y sus hombres, Carvajal, comovir facetus, cumplirá una función retórica primordial, la de la relaxatio (Luck116), en medio de este episodio peliagudo de la conquista: la rebeliónencabezada por Gonzalo Pizarro que puso en jaque la autoridad de laCorona en el Perú e inclusive el papel de Sebastián Garcilaso, el padre delInca, en la misma.

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Este procedimiento no debe extrañamos. El Inca Garcilasodemuestra constantemente, como lo indicó José Durand, «una elaboraciónliteraria de la historia» («Introducción», 82). Por otra parte, el discursohistórico en su época no pretendía la rigurosidad científica que se le exigeactualmente. En su interesante estudio sobre La vocación literaria delpensamiento histórico en América, Enrique Pupo-Walker señala que «ese sesgocreativo de la historiografia americana fue determinado en gran parte porconsideraciones retóricas y ampliado, a su vez, por preceptos detalladosque elaboraron los primeros cronistas oficiales» (69). Para circunscribirnosal personaje de Carvajal, cabe resaltar que su faceta jocosa está presentetambién en otras crónicas, pero en ellas es solo un complemento de sucaracterística esencial según estas mismas: la crueldad. A Garcilaso ledebemos un enaltecimiento de la comicidad de Carvajal y una elaboraciónliteraria mucho más recusada del mismo que lo conecta incluso, comoveremos, con la mitología clásica. Creo que es posible afirmar, como lohace Pupo-Walker para referirse a la figura de Cortés, la cual guardareminiscencias de los héroes clásicos en las crónicas, que nos hallamos, enel caso de Carvajal, también ante una «laboriosa ficcionalización de lahistoria» (50).

Comparándolo con los testimonios de López de Gómara y elPalentino3, constantemente citados y discutidos en la Historia general, seobserva que Garcilaso toma distancia de estos testimonios y superpone laagudeza de Carvajal, tanto en lo militar, gracias a la cual Gonzalo Pizarrovence en la estratégica batalla de Huarina, como en lo jocoserio. Garcilasose preocupa de matizar lo suficiente el lugar común de «cruel» que le

3 En particular Diego Femández de Palencia, a quien refuta más el Inca a este respecto,da una descripción muy negativa de Carvajal, con el añadido de una edad sumamenteimprecisa: «Era en esta sazón [Carvajal] de edad de más de setenta y cinco años,crudelísimo de condición, mal cristiano y muy codicioso» (I, XI, 20). López de Gómara,por su parte, admite que Carvajal era el soldado más famoso en Indias, «aunque nomuy valiente ni diestro», reconociéndole solo la crueldad como su rasgo mássobresaliente, ya que «dicen por encarecimiento: ‘Tan cruel como Carvajal’, porquede cuatrocientos españoles que Pizarro mató fuera de batallas, después que BlascoNúñez entró en el Perú, él los mató casi todos con unos negros que para eso traíasiempre consigo» (273). La exageración es insoslayable.

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endilgan otros autores a Carvajal: «Cruel fue, que no se puede negar; perono con los de su bando, sino con sus enemigos, y no con todos, sino conlos que él llamaba pasadores y tejedores, que andaban pasándose de unbando al otro, como lanzaderas en un telar, por lo cual les llamaba tejedores»(IV, XXVIII, 98). Garcilaso de esta forma transfigura la crueldad en unaoperación punitiva frente la deslealtad contra su líder, Gonzalo Pizarro.

Esta crueldad aplicada a los tránsfugas lo erige en defensor de unvalor altamente estimado en el Antiguo Régimen (la fidelidad), no obstantedeba acatarse frente a quien, en principio, desde el punto de vista de laCorona, es un desleal. Con todo, Carvajal es suficientemente hidalgo parano ensañarse contra enemigos que se han conservado fieles a la Corona;respeta su posición y los considera sus iguales: «Con estos tejedores que leengañaban mostraba él su ira y crueldad, que a los soldados quederechamente servían al Rey, sin pasarse por una parte a otra, les hacíahonra cuando los prendía y procuraba regalarles, por ver si pudiese hacerlosde su bando» (IV, XXIX, 101).

Por este mismo rasgo de su personalidad (su deslealtad a la Coronaabrazando la causa de Gonzalo Pizarro), el Inca tiene que hilar muy finopara que su simpatía hacia Carvajal no sea malinterpretada. Así, reconoceque su rol en la guerra civil ha sido la razón por la que no ha merecidotodo el encomio que se merece, ya que para Garcilaso, en lo que respectaa su talento militar, Carvajal fue

flor de la milicia del Perú si se empleara en el servicio de su Rey,que esto solo le desdoró y fue causa de que los historiadoresescribiesen tanto mal dél; hombre tan esperimentado en la guerray tan diestro en ella, que sabía a cuantos lances había de dar matea su contrario, como lo sabe un gran jugador de ajedrez que juegacon un principiante. (V, XVIII, 199)

Otro descargo, contra la crueldad que se le achaca, se ofrece en elepisodio de la batalla de Huarina. El Palentino afirma que después de lalucha, Carvajal remata a los heridos enemigos, lo que Garcilaso refuta,enfatizando de esa forma el «buen arte militar» del conquistador:

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Carvajal no mató a nadie después de la batalla; contentose consola la victoria, que, por haberla alcanzado él por su buena maña eindustria (como fue notorio), quedó satisfecho por entonces y tanufano de su hazaña que se loaba de haber muerto él solo el día dela batalla más de cien hombres, y pudiera decir que a todos los quemurieron en ella, pues los mató su buen arte militar. (V, XXI, 210)4

En contraste con el sádico Carvajal de las otras crónicas, el queretrata Garcilaso adquiere cierto tinte de humanidad. Mientras López deGómara recoge el testimonio de un testigo que afirma que Carvajal,capturado ya y vencidos los pizarristas, se extraña de que no hayan matadoa nadie, pues de haber ganado él ya habría descuartizado a novecientoshombres, el Inca sostiene que «Carvajal no dijo la bravata de derramar loscuartos de novecientos hombres por aquellos campos, que no era tan loconi tan vano como eso» (V, XL, 267).

En otro momento, haciendo la semblanza del viejo conquistadorque acaba de ser ajusticiado, el Inca nuevamente rechaza los testimoniosde los otros cronistas sobre el personaje: «En el discurso de su vida tuvo sumilicia por ídolo; y así todos los tres autores [el Palentino, Gómara y Agustínde Zárate] lo condenan, pero no fue tan malo como ellos dicen, porque,como buen soldado, presumía de hombre de su palabra y era muyagradecido de cualquiera beneficio, dádiva o regalo que le hiciesen, porpequeño que fuese» (V, XL, 269). Esto queda demostrado en el relato delencuentro entre Carvajal y Miguel Cornejo, a quien el viejo soldado libera,

4 A propósito de la refutación que en este punto hace Garcilaso de la versión delPalentino, que incluye una paráfrasis del discurso de este último que no hemos incluidoaquí, Rodríguez Garrido observaba que las citas y referencias tomadas de los cronistasespañoles (López de Gómara, Diego Fernández, Agustín de Zárate, etc.) constituyenen la Historia general del Perú un recurso argumentativo muy importante para la escriturade la historia que emprende el Inca: «[El Inca Garcilaso] parte del supuestoreconocimiento del prestigio de las palabras de los cronistas españoles para llegar a ladestrucción de él. Insinúa una imagen modesta de sí mismo y construye la afirmaciónde su autoridad» (113). La misma operación puede observarse, con mayor o menorexactitud, en lo que se refiere a la representación del personaje de Carvajal, segúniremos viendo a lo largo de este trabajo.

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pese a que es del bando contrario a Gonzalo Pizarro, en razón de queCornejo lo había hospedado en su casa cuando Carvajal llegó al Perú.Para no ser acusado de falta de objetividad, el Inca tiene a bien declarar sufuente para este breve relato, ni más ni menos que Gonzalo Silvestre,

el mayor enemigo que Carvajal tuvo y por el contrario amicísimode Diego Centeno [también antagonista de Carvajal] [...] Doytestimonio tan fidedigno, porque ni en abono ni en mal suceso denadie pretendo adular a quienquiera que sea, añadiendo o quitandode lo que fue y pasó en hecho de verdad. (V, XXV, 221)

Más adelante, negando algunas de las anécdotas que cuentan losotros autores sobre las últimas horas de Carvajal, que lo pintan comoalguien despreocupado de su tránsito a la otra vida, nuevamente Garcilasodefiende su objetividad, no obstante empática con el conquistador,resaltando que Carvajal quiso matar a su padre y que por tanto no tienepor qué hacer estos descargos sobre su personalidad:

Pero la obligación del que escribe los sucesos de sus tiempos, paradar cuenta dellos a todo el mundo, me obliga y aun fuerza, si así sepuede decir, a que sin pasión ni afición diga la verdad de lo quepasó. Y juro, como cristiano, que muchos pasos de los que hemosescrito los he acortado y cercenado, por no mostrarme aficionadoo apasionado en escribir tan en contra de lo que los autores dicen,particularmente el Palentino, que debió de ir tarde a aquella tierray oyó al vulgo muchas fábulas compuestas a gusto de los que lasquisieron inventar, siguiendo sus bandos y pasiones. (V, XXXIX,263)

La destreza en las armas de Carvajal se ve secundada por suextraordinario ingenio verbal. En otro episodio, justificando una digresiónsobre Carvajal, Garcilaso señala «la destreza deste hombre [Carvajal],mezclada con gracia y donaire en todo cuanto hacía y decía» (V, XVIII,203). Otras veces afirma estar reprimiendo su propio discurso por nointroducir las agudezas del viejo soldado, quien en alguna ocasión,

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como hombre tan discreto y de tanta experiencia de semejantescosas [la promesa de fidelidad que hacen sus soldados a Gonzalo],reía, burlaba y mofaba en secreto con sus más amigos y les decía:«Vosotros veréis cómo se cumplen las promesas y cómo se respetala majestad del juramento». Decía otras muchas cosas, que, si lastuviéramos recogidas, pudiéramos hacer un galano discurso, comolo fueron los de aquel hombre en todos los propósitos, que ciertofue rarísimo en el mundo. (V, XI, 181)5

Ciertamente Carvajal es bastante experimentado para intuir quela empresa de Gonzalo está condenada al fracaso. Así, vaticina el finalviolento que esperaba a los conquistadores en las guerras civiles (V, XV,189). Más adelante, sin embargo, Carvajal, producto de intrigantes cercanosa Gonzalo, pierde credibilidad frente a este último, lo cual provoca que sedesatiendan sus consejos y que, a la larga, se precipite la fatalidad sobre sulíder: «Fue tan cruel esta sospecha [del doblez de Carvajal], que tambiéndañó al mismo Pizarro, que por no creer en Carvajal ni tomar sus consejos,se perdió más aína; que si los admitiera, pudiera ser (como lo decían losque sabían estos secretos) que tuviera mejor suceso» (V, XXX, 236). Esto secomprueba en la etapa final de la rebelión, cuando Carvajal insta a Pizarro,recordándole un pronóstico sobre su vida, a que no salga a dar batalla aCenteno y que se retire. Gonzalo, a partir de que Carvajal le propuso quese convierta en rey del Perú, «le llamó de allí adelante padre, porque comotal le miraba y procuraba el aumento de su grandeza y perpetuidad della»(IV, XL, 135). Pese a ello, el líder de la rebelión no hace caso a su «padre»y se dirige con sus tropas al campo de Sacsahuana, donde será vencido.Garcilaso no deja de encontrar en este hecho el signo de la tragedia. Loscompañeros de Pizarro no osan contradecir su decisión de luchar,

5 Otro par de ejemplos de Garcilaso declarando que se abstiene de explayarse en losdecires de Carvajal: en su campaña contra Lope de Mendoza, al capturar a unos soldadosenemigos, «dijo algunos dichos de los suyos que Diego Hernández escribe largamente»(IV, XXXVIII, 128); cuando se le exige firmar la condena a muerte, en ausencia, delpresidente La Gasca, se burla del papel condenatorio, que era más que nada simbólicoy «con esto dijo otras muchas cosas de burla y donaire, como él las sabía decir» (V, VII,169).

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porque bien veían que él [Gonzalo Pizarro] iba a entregarse a lamuerte, que le estaba llamando muy a priesa en lo mejor y másfelice de su vida, pues andaba en los cuarenta y dos años de su edady había vencido cuantas batallas indios y españoles le habían dadoy últimamente, seis meses antes (aún no cumplidos), había alcanzadola victoria de Huarina, con la cual estaba encumbrado sobre todoslos famosos del Nuevo Mundo. Estas prosperidades y las que pudieraesperar y su vida con ellas, llevó a enterrar al valle de Sacsahuana.(V, XXXIII, 246)

Como lo recuerda Zanelli, similar estrategia de adelantar hechosaciagos, mediante la prolepsis, lleva a cabo Garcilaso también en el libroII, cuando revela la muerte de Manco Inca algunos años después del fallidocerco del Cusco. Se trata de un ingrediente de la tragedia tal como larecibió Garcilaso de la tradición literaria de su época: la tensión permanenteentre la fortuna y la Providencia divina (Zanelli 166-168). No es casualidadque al final de libro V, tras el ajusticimiento de Gonzalo, el Inca resalteque para todos los miembros del consejo presidido por la Gasca la muertedel rebelde era necesaria «para servicio de su Majestad y quietud de aquelImperio» (V, XLIII, 280). Es una fuerza exterior, la Providencia, la queimpulsa a Gonzalo prácticamente a entregarse a la muerte, a sabiendasque arriesga todo lo obtenido, desatendiendo a su lugarteniente, Carvajal.

Que sea este, precisamente, el que puede vaticinar o pronosticar elfuturo lo aproxima a una figura mitológica que probablemente Garcilasotenía en mente para plasmar la tragedia de Gonzalo Pizarro en las Indias:Sileno, el sátiro maestro de Baco, un anciano, gordo y borracho, poseedorde una especial sabiduría (Grimal 422), y que conjugaba en su persona lacomicidad y la inteligencia6. Como Sileno que marcha sobre un asno,

6 Cervantes recuerda al viejo sátiro en un pasaje de Don Quijote en que el hidalgo, luegode la golpiza que le dan los yangüeses, tiene que ir a lomos del rucio de Sancho, cosaque no considera afrentosa: «No tendré a deshonra la tal caballería, porque me acuerdohaber leído que aquel buen viejo Sileno, ayo y pedagogo del alegre dios de la risa[Baco], cuando entró en la ciudad de las cien puertas iba, muy a su placer, caballerosobre un muy hermoso asno» (I, XV, 165-166). M. Bakhtin nos recuerda que Rabelais

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Carvajal acostumbra ir en mula (II, XVII, 226), montura que lo aleja de lonoble y lo serio, es sumamente anciano (ochenta y cuatro años) y es «muygrueso de cuerpo» (V, XXXVI, 257). Según Zárate, en cita que recogeGarcilaso, «muy amigo de vino», hasta el punto de, a falta de vino deCastilla, tomar chicha, «aquel brebaje de los indios» (V, XL, 269). En labatalla de Huarina, el viejo Carvajal se presenta vestido de verde, que es elcolor emblemático de la locura (Márquez Villanueva 36-48) y además «ibaen un rocín común; parecía soldado muy pobre, de los caballos desechados;quiso ir desconocido» (V, XVIII, 200), acaso evocando el aspecto del célebreGonella, bufón de los duques de Ferrara, cuyo caballo, según lo recuerdaCervantes citando el latín macarrónico de Teófilo Folengo, «tantum pelliset ossa fuit» (I, I, 42).

Las aristas del personaje de Carvajal, con sus burlas y sus veras, enla Historia general del Perú llevaron a Durand a emparentarlo con la picaresca:«Carvajal, como los pícaros de que habla Américo Castro, significa en supropia vida una terrible y sarcástica revisión de la moral y costumbres desu tiempo» («La idea de la honra», 111). De hecho, Garcilaso hace un retratodel cruel conquistador siguiendo en parte el modelo del vir facetus, idealdel siglo XVI que equilibra el humor con la inteligencia. El vir facetus es unauténtico artista que ejecuta su performance todo el tiempo y cuyo ingeniono es descontrolado (como el que se le reprocha a los bufones), sino queestá regido por la razón (ratio) y el sentido del decoro (mensura) que hacenque su virtud humorística (facetudo) tenga un valor tanto moral comoestético (Luck 118-120). Cuando los otros cronistas retratan a Carvajal, nosiguen este modelo humanístico y por ende llaman la atención sobredefectos o excesos que en la versión de Garcilaso están depurados.

El vir facetus practica el humor de la preceptiva aristotélico-ciceroniana que recogieron y sintetizaron los tratadistas de manuales

en el prólogo de Gargantúa retrata a Sócrates como otro Sileno, es decir feo,desharrapado y risible por fuera, pero resaltando que por dentro está lleno de virtudesy sabiduría; agrega el investigador ruso que el equiparar a Sócrates con Sileno provienede la descripción, sumamente popular entre los humanistas, dada por Alcibiades enEl banquete de Platón (Bakhtin 168-169).

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cortesanos, desde Baldassare Castiglione hasta Giovanni Della Casa consu fundamental Galateo: una risa decorosa, que no caiga en lo indecente,ni en el vicio de motejar ni mucho menos en burlas sobre la aparienciafísica (Roncero 312). Solo teniendo en cuenta este concepto del vir facetusse comprenden las observaciones de Garcilaso sobre Carvajal, su afán dedesplazar su crueldad a un segundo plano y, sobre todo, el desautorizarmuchos de los cuentecillos que lo tienen como protagonista tal como loscuentan otros autores. Así lo hace con el Palentino en un episodio quecompromete al obispo del Cusco, a Carvajal y a Diego Centeno ocurridoel día de la muerte del viejo conquistador. Garcilaso considera inverosímillo narrado por Diego Fernández de Palencia en torno a la actitud agresivadel obispo y de Centeno (quienes habrían vejado a Carvajal, lo queGarcilaso refuta), pero especialmente la del lugarteniente de GonzaloPizarro, a quien el Palentino reprocha haber muerto «más como gentil quecomo cristiano», según lo cita el propio Inca (V, XXXIX, 265). En el capítuloXL del libro V, Garcilaso niega otros excesos que se le atribuyen a Carvajal,quien, equilibrado como vir facetus, «no era tan loco ni tan vano» (V, XL,267) para tomarse las cosas tan a la ligera a esas alturas de la situación. Alfinal del mismo capítulo, muerto Carvajal, Garcilaso exalta algunas de susvirtudes (como la ya referida del ser hombre de palabra) y para ejemplificarsu don de vir facetus, dedica a la narración de anécdotas jocosas suyas loscapítulos XLI y XLII, titulados respectivamente: «El vestido que Franciscode Carvajal traía y algunos de sus cuentos y dichos graciosos» y «Otroscuentos semejantes, y el último trata de lo que le pasó a un muchacho conun cuarto de los de Francisco de Carvajal»7.

Estos microrrelatos de chanzas y agudezas atribuidas al viejo soldadoconfiguran lo que podríamos llamar un «ciclo de Carvajal», un repertorio

7 Notable diferencia con López de Gómara, por ejemplo, quien recoge muy al vuelo dosde los cuentecillos de Carvajal (el de «Basta matar» luego de escuchar su sentencia y susorpresa de ver cara a cara a Centeno, a quien solo había visto hasta entonces deespaldas), no precisamente los de mayor donaire, y comenta finalmente condisplicencia: «Largo sería de contar sus dichos y hechos crueles; los contados bastanpara declaración de su agudeza, avaricia e inhumanidad» (273). A la luz del conceptodel vir facetus, el Carvajal de López de Gómara es monstruoso, ya que mezclaría lavirtud de facetudo con tachas morales realmente graves.

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de cuentecillos tradicionales indianos, semejantes a los atribuidos, en lapenínsula, al doctor Francisco López de Villalobos o al propio Juan Rufo.Los personajes de los cuentecillos, a decir de su mayor experto, MaximeChevalier, son a menudo anónimos o estos pueden atribuyarse por igual,según la fuente consultada, a más de un personaje con nombre y apellidoy existencia histórica conocida. A menudo ocurre también que el recuerdoexacto de alguna anécdota se va perdiendo y con su transmisión de bacaen boca acaba por atribuirse a un personaje anónimo o al que un escritorelija según sus particulares propósitos (Chevalier XVI-XVII)8. Un recursobien repetido de Garcilaso a lo largo de la Historia general del Perú, y yapresente en la primera parte de los Comentarios reales, es atribuirse calidadde testigo o de manejar información de primera mano. El caso de Carvajalno es la excepción. El Inca nos ofrece la selección de cuentecilloscarvajalianos apelando a su prodigiosa memoria:

Tuvo Francisco de Carvajal cuentos y dichos graciosos, que en todasocasiones y propósitos los dijo tales. Holgara yo tenerlos todos enla memoria para escrebirlos aquí, porque fuera un rato deentretenimiento. Diremos que se acordaren y los más honestos,porque no enfade la indecencia de su libertad, que la tuvo muygrande. (V, XLI, 270)

Al final de este pasaje se hace evidente además hasta qué puntoGarcilaso escribe con el concepto humanístico del vir facetus siempre en lamente, justificando su selección no solo ya según el recuerdo, sino medianteuna suerte de autocensura, descartando cuentecillos que escapen del idealdel humor que ha venido trazando a lo largo de su narración. De allítambién que, al final de uno de los cuentecillos, el que narra el encuentrodel viejo conquistador con un mercader, el Inca comente la posibilidad de

8 Este fenómeno ocurre, por ejemplo, con el cuentecillo que puede denominarse «laprueba del fraile» que Garci1aso atribuye a Carvajal y Gonzalo Correas en su Vocabulariode refranes (1627) a un oscuro Garay, «tirano en Indias». Me he ocupado de estecuentecillo y el curioso empleo que le da Ricardo Palma en su diálogo literario conClorinda Matto de Turner, en mi artículo «Garcilaso, Palma y Clorinda Matto: notassobre ‘Beba, padre, que le da la vida’» que figura en la bibliografía.

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encontrar otra versión discordante, quizás menos apropiada según su gustoestético y por ello descartada: «Este cuento u otro semejante cuenta unautor muy de otra manera» (V, XLI, 271).

No está de más añadir que al menos en el caso particular de loscuentecillos tradicionales atribuidos a un personaje festivo célebre, comolo es Carvajal en las crónicas de Indias, la estratagema de presentarse comotestigo privilegiado (mediante declaraciones del tipo «yo vi», «yo oí», etc.) oel señalar que se recoge el relato de un informante fidedigno es bienconocida en el Siglo de Oro y se emplea más que nada con finalidadretórica9. Hace varios años, Marcel Bataillon llamó la atenciónoportunamente, a propósito del Lazarillo de Tormes, gran depósito de materiatradicional, la existencia de «cuentos de mentiras», cuentecillos que inclusoa menudo se narran en primera persona, factor que otorga una cuota«realista» a los textos, la cual no debe sorprendernos (49-50). DiegoFernández de Palencia, que también pretende, en tanto historiador, recogerinformación fidedigna, pone en boca de Carvajal un cuentecillo presenteen la archifamosa Floresta española de Melchor de Santa Cruz (parte IV,capítulo VI, núm. 7; 412): el del ahorcado que en vez de aceptar que locasen con una desagradable prostituta que lo reclama como esposo (recursolícito en la época para escapar de la horca), prefiere la muerte. Lo incluyeel Palentino en su Historia del Perú (II, XLL, 114). Se trata, según la eruditanota de Chevalier y Cuartero a su edición de la Floresta, de un cuentecillode gran circulación por la Europa del siglo XVI (401; con referencias aotros varios testimonios).

El lugar de este interludio ameno de cuentecillos carvajalianos nodebe ser pasado por alto: se coloca antes de la muerte trágica y por endeejemplar de Gonzalo Pizarro. He aquí la función de relaxatio propia del virfacetus que es Carvajal en manos del Inca Garcilaso. La materia de Carvajalno es mero apéndice de los capítulos finales del libro V de la Historia

9 A este respecto, Pupo-Walker añade la idea de que, precisamente «la invocación a estatópica narrativa parcialmente nos sirve para confirmar el cariz imaginativo del relato»(56). Tal sería el caso, como el mismo estudioso lo indica, del relato del naufragio dePedro Serrano que incluye Garcilaso en la primera parte de los Comentarios reales.

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general, sino que tiene un propósito. En su análisis del duelo en la obra delInca, Durand señalaba que este apelaba al humor o la ironía, ya que «nohalla mejor paliativo para las atrocidades de los heroicos, pero terriblesconquistadores, que presentarlas desde el punto de vista pintoresco» («Elduelo», 121). Es en esas coordenadas trazadas por Durand en que cabeinterpretar la comicidad de Carvajal.

Así, por ejemplo, otra diferencia notable entre la narración de loshechos del Palentino o la de López de Gómara frente a la del Inca (la cualtiene visos de estrategia discursiva orientada a paliar, precisamente, unmomento clave de las guerras civiles) se encuentra en la ubicación de unosversos entonados por Carvajal («Estos mis cabellicos, madre,/ dos a dosme los lleva el aire»). Mientras Garcilaso cuenta que el viejo soldado loscanta contemplando la deserción de su ejército en la batalla deSacsahuana y «a cada cuadrilla que se les iba [al campo del ejército delrey] lo entonaba de nuevo» (V, XXXV, 254), el Palentino menciona elcanto de los mismos versos cuando Gonzalo pierde algunos hombresque escapan a Trujillo (II, LXV, 196), mucho antes de la decisiva batallacon La Gasca; y lo mismo hace López de Gómara en la Historia de lasIndias, ubicando los versos en un contexto nada épico (268). Garcilaso,tal vez en aras de un efecto más profundo en el lector, ha introducido losversos en un contexto dramático, crucial, donde estos ponen demanifiesto el estoicismo de Carvajal y resaltan mucho más la lealtad consu líder. El humor cumple la función de amortiguador dentro del discursograve y sentido de la Historia general, sin negar su esencia trágica; ademásde revelar una conciencia narrativa de parte del Inca bastante afín a la delos mejores autores auriseculares.

Esta concepción humanista del personaje humorístico querepresenta Carvajal no caerá en saco roto. Unos años más tarde, Tirso deMolina, una de cuyas fuentes es el Inca Garcilaso, transmite la misma ideade vir facetus al referirse a Carvajal en Amazonas en las Indias (segunda piezade la Trilogía de los Pizarros). Vaca de Castro, admirado tras escuchar elingenioso relato de Carvajal sobre la expedición de Gonzalo Pizarro alpaís de la Canela, resalta sus dotes festivas: «A vos, maese de campo, ossobra tanta [canela, o sea ‘calidad’]/ y endulzáis narraciones lastimosas/

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10 Cabe apuntar, como lo hace Miguel Zugasti en nota a pie de página de su edición deAmazonas en las Indias, que si bien Tirso explota la jocosidad inherente al personaje nopretende erigirlo en el gracioso de la comedia (nota a los vv. 151-152), lo cual hubieraimplicado arrebatarle buena parte de su esencia de vir facetus.

de suerte que si oírlas nos espanta,/ vuestra sazón las sabe hacer sabrosas»(vv. 1559-1562)10. Más de dos siglos después, en el XIX, será Ricardo Palmael tributario de la faceta cómica de Carvajal, pero ya con distintos fines.Queda no obstante, un vestigio del trabajo del Inca Garcilaso sobre elpersonaje del viejo conquistador, ya que todas las recreaciones posterioresque se hacen del mismo parten de la Historia general del Perú.

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UNA LANZA POR SARMIENTO

Luis Jaime CisnerosAcademia Peruana de la Lengua

En 1938, un joven de veintisiete años fecha en la ciudad de Cuyo(Argentina) sus primeros versos. García Román, su seudónimo. Se habíaeducado con un sacerdote, que lo tenía bien informado de Lebrija. Prontotuvo que emigrar el cura, y Domingo Fausto Sarmiento quedó sin maestro.Tenía poca escuela y ninguna universidad. Había escapado de que lofusilaran a los 18, y en el comedor de su casa, armado solamente de suvoluntad, había aprendido a traducir libros franceses con un parvodiccionario como ‘maestro y guía’. Los 22 años lo habían sorprendido enValparaíso, empleado en una casa de comercio, y ahí se propuso estudiaringlés. Tal como había hecho con el francés, eligió un modelo y tropezó enFranklin. Fue luego capataz de una mina en Copiapó. Allí supo quedominaba ya el nuevo idioma y se entregó a la lectura de Waverley novels.

En 1837 los cuyanos habían comenzado a regresar al país. MuertoQuiroga, la paz volvía a los espíritus. Sarmiento, muy enfermo, consiguiópermiso y regresó. Es entonces cuando ‘nace’ el escritor Sarmiento. Nacetarde a la poesía, como tarde lo alcanzarán los hechos más significativos desu vida. Pero, aunque tarde, no es hombre que ahorrará etapas. Por esoinicia su carrera de escritor escribiendo versos y se acoge al pudor deesconderlos de sus compañeros. Pero busca un juez. Quiere alguien ajenoa la provincia y que viva en Buenos Aires. En Buenos Aires se halla, recién

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llegado de París, y asumiendo la responsabilidad de haber importado elromanticismo, un poeta: su libro circula como breviario de toda unageneración. El libro incorpora nuevos temas: la patria, la soledad, el desierto,la pampa. Pero Sarmiento no elige a Esteban Echeverría. Quiere un crítico,no un poeta. Busca un hombre distinto y distante. Y elige a un abogado,mayor que él, autor de una celebrada tesis doctoral y de ensayos sobreestética, y autor de un resonante discurso inaugural del Salón Literario deBuenos Aires, discurso que parecía interpretar la fe juvenil de esa hora.Juan Bautista Alberdi no era solamente abogado y ensayista. Los salonesporteños lo celebraban también como autor de valses y minués. Estacondición de músico en Alberdi no era desdeñable para Sarmiento. Habíaleído un curioso ensayo de Alberdi: «Nuevo método para aprender a tocarel piano con la mayor facilidad». Al iniciarse el año 38, le escribe una cartade la que únicamente conocemos estos fragmentos:

«Aunque no tengo el honor de conocerlo, el brillo del nombreliterario que le han merecido las bellas producciones con que supoética pluma honra a la república, alientan la timidez de un joven,que quiere ocultar su nombre, a someter a la indulgente e ilustradacrítica de Ud. la adjunta composición».

Ignoramos de qué obra se trata. Al proseguir, Sarmiento la describede modo que permite una ligera reconstrucción:

«En su escasez de luces y de maestros a quien consultarse, el incógnitoignora aún si lo que ha hecho son realmente versos».

No pide mucho. Ni siquiera solicita respuesta, y anuncia que sabráinterpretar un «silencio instructivo». Pero Alberdi contestó. Formuló unaque otra recomendación, corrigió asuntos de métrica, sugirió lecturas (Byrony Lamartine, sobre todo). El dardo ha dado en el blanco. Al responderle,Sarmiento revela su nombre: tiene que anunciar que ya ha leído a Lamartiney que conoce a Byron:

«Pero la lectura de estos autores me desalienta a la par que es mayormi admiración por ellos. ¡Es tan alta la poesía en sus versos!»

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Y agrega esta nota personal, estrictamente biográfica:

«Nacido en esta provincia remota de ese foco de la civilizaciónamericana, no he podido formarme un género de estudios a esterespecto, y si no fueran algunas pequeñas observaciones sinregularidad, hechas en la lectura de algunos poetas franceses quehan llegado a mis manos, como igualmente ingleses, y la luz quepueden suministrar las observaciones de La Harpe en su curso delectura /…! Diría que las reglas del arte me era absolutamentedesconocidas».

Este es todo el poeta Sarmiento de la hora inicial.

II

En 1886, a los 75 años de edad, Sarmiento escribe lo siguiente:

«La belleza ideal se resiste a entrar en aquellos moldes y cajoncitosque se llaman versos, sin tener que encogerse y perder sus formaspara no sobresalir, o bien llenar el espacio con algodoncitos, a finde que la idea no quede como diente flojo, bailando en un alvéolodemasiado grande».

Reacio a la ortografía académica, tampoco pudo adaptar el versoa su naturaleza de escritor. Sarmiento tuvo ojeriza por el verso y logrótransmitirla a los versificadores. Nadie supo de su secreta afición al versohasta que, al publicarse la obra póstuma de Alberdi, surgieron a lapublicidad sus cartas juveniles y revelaron el seudónimo. No fue el versoun entretenimiento ni llegó a ser una violenta pasión. En 1839 apareceSarmiento fundando El zonda, periódico de apenas una semana de duración.Pero en 1841 reaparece en Chile con toda la garra de lo que sería en esencia:un periodista y un escritor vigoroso. Era la misma pluma destinada a escribir,en 1845, la vida de Quiroga, donde la prosa redime al versificador frustrado.Ahí aparece magistralmente descripta la pampa, todavía desconocida deSarmiento, «iluminada por la adivinación del sentimiento, recurso lírico,por excelencia».

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El éxito del Facundo fue rotundo. Y el renombre de Sarmiento,inmediato. Emprende viaje a Europa, y hace escala en Montevideo,hervidero por entonces de poetas desterrados. Mientras los prosistasargentinos emigraban a Chile, en el Uruguay se reunían los poetas. Elviaje, descrito por Sarmiento en libro especial, resulta interesante porqueilustra su actitud frente a los poetas y frente a la poesía. Se expresa congran fervor del gauchesco Bartolomé Hidalgo, pone fervorosa unción parahablar de Echeverría y dedica únicamente dos líneas al ‘poeta’ Mitre. Afines de febrero del 46, evoca de este modo su llegada a Río de Janeiro:

«Suban Uds. la temperatura algunos grados, hasta hacerla tropical,y entonces los mismos insectos son carbundos o rubíes, las mariposasplumillas de oro f lotante, pintadas las a veces, que engalananpenachos y decoraciones fantásticas; verde esmeralda la vegetación,embalsamadas y purpúreas las flores, tangible la luz del cielo, azulcobalto el aire, doradas a fuego las nubes, roja la tierra, y las arenasentremezcladas de diamantes y topacios. Paseóme atónito por losalrededores de Río de Janeiro, y a cada detalle del espectáculo sientoque mis facultades de sentir no alcanzan a abarcar tantas maravillas».

Importa detenerse un instante, porque los recuerdos se abren depronto, entre playas y paseos, elogios de mujeres y paisajes, para destacarun hallazgo sorprendente:

«Una joya encontré en Río de Janeiro: Mármol, el joven poeta quepreludia su lira cuando no hay oídos sino orejas en su patria paraescucharlo (…) El peregrino, que no verá la luz porque a nadie interesaleerlo, es el raudal de poesía más brillante de pedrería que hastahoy ha producido la América. Byron, Hugo, Beranger, Espronceda,cada uno, no temo afirmarlo, querría llamar suyo algún fragmentoque se adapta al genio de aquellos poetas…»

América se queda atrás, y en el recuerdo del Sarmiento viajero seconfunden en enriquecida impresión la naturaleza tropical y la poesía deJosé Mármol. Recorre Sarmiento Europa, Estados Unidos, Canadá y llegaa desembarcar, en 1848, en Valparaíso. Su libro inmediato, Viajes por Europa

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(1849) reúne las cartas escritas a lo largo del viaje. El libro sembró discordias,generó polémicas, avivó disgustos y anudó amistades. Con el propioEcheverría ocurrió algo singular, que vale destacar porque ilustra una épocaimportante de la vida literaria. Refugiado en Montevideo, había sidoelogiado por Sarmiento en un pasaje del Facundo. Era explicable, por tanto,que sintiera curiosidad por saber qué decía Sarmiento, ahora que se habíanconocido, al narrar su viaje al Uruguay. Este es el comentario respectivo:

«Echeverría no es ni soldado ni periodista: sufre moral y físicamente,y aguarda sin esperanza que encuentren las cosas un desenlace pararegresarse a su patria, a dar aplicación a sus bellas teorías de libertady justicia (…). El poeta vive, empero, aún a través de estas seriaslucubraciones. Echeverría es el poeta de la desesperación, el gritode la inteligencia pisoteada por los caballos de la pampa, el gemidodel que a pie y solo se encuentra rodeado de ganados alzados querugen y cavan la tierra en torno suyo, enseñándole sus aguzadoscuernos. ¡Pobre Echeverría! Enfermo de espíritu y de cuerpo,trabajado por una imaginación de fuego, prófugo, sin asilo, ypensando donde nadie piensa, donde se obedece y se sublevan, únicasmanifestaciones posible de la voluntad!…»

En verdad, la neurosis había hecho presa por entonces de Echeverría,y no entendió la dosis de evidente simpatía que la nota de Sarmientoentrañaba. «Pensando donde nadie piensa» era una afirmación tajante deadmiración en Sarmiento. No alcanza Echeverría a advertirlo, y en carta aJuan Bautista Alberdi arriesga esta triste confesión:

«Hago muy poco caso de los elogios de Sarmiento, porque noentiende de poesía ni de crítica literaria; pero han debido herirmesus injurias, porque soy proscripto como él y lo creía mi amigo (…)y me ha declarado ex cáthedra, cual otro Hipócrates, enfermo deespíritu y cuerpo, lo que equivale a decir que valgo como hombre ycomo inteligencia poco menos que nada (…) ¿Quién es Sarmientopara llamarme lucubrador? ¿Qué cosa ha escrito él que no seancuentos y novelas, según su propia confesión? ¿Dónde está en susobras la fuerza de raciocinio y las concepciones profundas?»

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La cosa no queda ahí. Echeverría exige satisfacción pública, y anunciavenganza si es que no la obtiene. Felizmente las cosas con Alberdi notuvieron repercusión mayor. La tuvo, sí, aunque años después, el fragmentoque Sarmiento había dedicado a Bartolomé Mitre, con quien había queridoser escueto, según vimos. Claro es que había aprovechado para compararla aptitud poética de los proscriptos con la de los españoles: «las musasargentinas (…) lo divinizan todo, hasta la desesperación y el desencanto».No es que Sarmiento esté describiendo. Entendámoslo bien: estáironizando. El pasaje siguiente confirma esa intención:

«Yo os disculpo, poetas argentinos!... Haced versos y poblad el ríode seres fantásticos […] Y mientas otros fecundan la tierra, y cruzanvuestros ojos con sus naves cargadas de almo río, cantad vosotroscomo la cigarra; contad sílabas, mientras los recién venidos cuentanpatacones; pintad las bellezas del río que otros navegan; describidlas florestas y campiñas… mientras el teodolito y el grafómetro,prosaicos en demasía, describen a su modo y para otros fines, losaccidentes del terreno […]! Cuántos progresos para la industria, yqué saltos daría la ciencia, si esta fuerza de voluntad […] en que elespíritu del poeta está […] clavado en su asiento, encendido sucerebro y agitándose todas sus fibras, se empleara en contar unaaplicación de las fuerzas físicas para producir un resultado útil»

Cuando Mitre contesta, muchas cosas han pasado. Rosas estáderrotado. Mitre se halla en Buenos Aires y escribe una documentada yerudita Defensa de la poesía: aprovecha para hacer la historia de la tiranía yel destierro. Nadie quemó un grano de incienso al tirano. Eso solo hace atodos los poetas acreedores «a la corona cívica». Mejor lo leemos:

«Entre nosotros –dice Mitre– la tiranía de Rosas ha merecido algunascoplas vulgares, porque la poesía que tiene el sentimiento de lobello, huye de la fealdad moral, a la par que se apasiona por lavirtud y la justicia, que son un reflejo de la belleza ideal sobre latierra».

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Aunque aceptó la lección, Sarmiento exaltará más tarde la poesía dela acción. Cree en ella, no en la poesía verbal. Pero Mitre había dicho en suréplica que Sarmiento tenía «más de poeta que de filósofo». No era ciertamenteuna intención peyorativa. Mitre adivinaba que en Sarmiento la poesía era lafluencia con que le manaban la acción y la idea. Y quizás convenga anotar undato curioso: en las memorias de Sarmiento, cuando regresa de Norteamérica,ya electo presidente de la Argentina, podemos leerlo:

«Seré, pues, Presidente. Hubiera deseado que mi pobre madre viviesepara que se gozase en la exaltación de su Domingo».

Seguidamente recuerda a sus amigos muertos. Y cuando evoca a lossuyos (su hogar, sus hermanas, su hija) los congrega con estas palabras: «lospoetas menores del corazón».

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POR UNA DEPURACIÓN DE EXPRESIONES ACTUALES*

Ana María Gispert-Sauch CollsUniversidad Nacional Mayor de San Marcos

Nuestra sociedad, la limeña, la peruana hispanohablante, hademostrado una gran deficiencia en cuanto al uso de la lengua escrita yhablada. Ya lo sabíamos; pero, después de hacer el cotejo con otrassociedades, hemos quedado apesadumbrados bajo la carga de una auténticavergüenza nacional. Arrastramos una gran carencia de conocimientosrespecto a potencialidades tan básicas como son el leer, escribir y hablar.Son las herramientas fundamentales para cualquier actividad que deseemosemprender.

En atención a esta grave carencia, juzgamos que resulta de especialinterés cuanto hagamos por mejorar el uso de la lengua castellana de lasmayorías. El presente humilde trabajo no tiene otra pretensión sinocolaborar para que éstas destierren definitivamente ciertos defectos básicosde escritura y dicción oral.

Muchas palabras son torcidas en el habla cotidiana. Unas,deformadas por el uso; otras, modificadas en su semántica. Así, escuchamos

* Comunicación presentada en el V Congreso Nacional de Investigaciones LingüísticoFilológicas «La enseñanza de la lengua en el tercer milenio», realizado en Lima, del 8 al 10agosto 2007.

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demasiadas veces cónyugue por cónyuge, aperturar por abrir, mencionar pordecir, preveer por prever o incluso por prevenir. Pero nuestro propósitoahora, repetimos, no es insistir en lo que ya otros corrigen con acierto.Hay trabajos conocidos, muy útiles, que llaman la atención sobre ciertoserrores morfológicos conocidos en nuestro medio

Lo que ahora nos proponemos es presentar un muestrario de otroserrores, esta vez sintácticos en sentido amplio. A través de su análisis,induciremos reglas básicas que ayuden a su corrección. El habla y laescritura correctos no consisten solamente en el empleo adecuado de laspalabras. Hace falta que esa corrección acompañe también las relacionesque establezcamos entre ellas. Dicho de otra manera, si es preciso alcanzarun nivel aceptable en ortografía y —digamos— ortomorfología, también laortosintaxis debe ser atendida.

La paradoja es que, en realidad, resulta más fácil atenerse a lo quehemos llamado ortosintaxis que caer en una heterosintaxis, su contraria.A pesar de esto, una ignorancia excesiva de las pautas que la lenguacastellana exige, o bien la simple falta de interés o atención a las mismas,da como consecuencia los lamentables resultados que todos conocemos.

La facilidad a la que acabamos de referirnos está fundada en elhecho de que el ordenamiento de las palabras para construir una frasecastellana que exprese nuestro pensamiento a cabalidad es, en sí mismo,bastante simple. La sintaxis castellana puede requerir en ocasiones ciertacomplicación, pero no hay necesidad de complicarla sin necesidad. Bastacon construir proposiciones sencillas, cortas, que sigan la estructuraconocida: sujeto, verbo, complemento directo, complemento indirecto ycomplementos circunstanciales. Basta, asimismo, poner un poco deatención a las normas de concordancia básicas.

Nos expresamos de una manera extrañamente desordenada ycomplicada. No es infrecuente que nos acusen de este defecto los forasteroscastellanohablantes. ¿Poseemos un espíritu con tendencia a lo barroco?Nuestra tendencia al desorden se manifiesta también, por ejemplo, en elcaos reinante en los servicios públicos de movilidad en Lima; un caos, en

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realidad, fácilmente corregible y extrañanamente todavía no corregido.Los turistas lo acusan de inmediato. ¿Nos domina una especie de diablillolibertino («criollo»...)?

Hemos escogido sesenta ejemplos; no tienen un orden establecido,pues han sido recogidos de entre los diversos quehaceres de la vidacotidiana, por tanto su ubicación no representa ninguna prioridad, yalgunos de ellos pueden ser discutidos pues sobrepasan el aspectonormativo. Los dos últimos son errores de carácter tipográfico, pero queestán entrando con demasiada facilidad en la lengua escrita y es necesariodetener cuanto antes su veloz carrera.

Es una pequeña muestra que abre un camino para ser recorridopor quienes tengan la voluntad de aprender, o enseñar a aprender, el útilarte de hablar y escribir con propiedad la lengua materna.

ooooo

1. Habían cuatro personas. Han habido sólo cuatro.Haber está aquí usado como impersonal, tanto como lo está en la formaverbal del presente hay. No se nos ocurriría ponerle plural a esta forma,aunque así lo hagan otras lenguas (la inglesa, por ejemplo, hace there were).Hay ocasiones en que el verbo haber es conjugado y, entonces sí, concuerdaen número con el sujeto: Ellos han venido. No es aquí el caso.

Expresión correcta:Había cuatro personas. Ha habido sólo cuatro.

2. Exactamente trescientos cincuenta y tres mil doscientas quince personas.Si decimos espontáneamente doscientas, pues se trata de personas, ¿porqué no ponemos atención y trastocamos el género diciendo trescientos?Sin duda, por la lejanía existente entre ese adjetivo y el sustantivo quemodifica.

Expresión correcta:Exactamente trescientas cincuenta y tres mil doscientas personas.

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3. Mayormente, eran empleadas domésticas.¿Qué hemos querido decir con ese falso adverbio mayormente? Tal vez, «porlo general, casi siempre, la mayoría de las veces». Digámoslo, pues, ya que elsufijo -mente debe quedar reservado para acompañar adjetivos, muchos,que lo acepten: suficiente, agradable, útil…

Expresión correcta:Casi todas eran empleadas domésticas.

4. El 8% trabajaban en oficinas.A pesar del contraste entre el singular del artículo el y el plural del verbotrabajaban, tanto más notable cuanto ambas palabras se hallan tanpróximas, nos tentamos a pluralizarlo por un motivo evidente: la presenciadel número 8. Ahora bien, el sujeto no es el numeral cardinal 8, sino unsustantivo singular, el 8%.

Expresión correcta:El 8% trabajaba en oficinas.

5. Cada tarde un grupo de estudiantes se reunían.De nuevo, una falta de concordancia en número entre un sujeto y su verbo.Bastaría preguntarse cuál es, en esta oración, el sujeto del verbo reunirse.

Expresión correcta:Cada tarde un grupo de estudiantes se reunía.

6. Allí viven multitud de personas ancianas, bien entrados en años.La palabra entrados califica a personas. Otra cosa sería si se dijese «todasellas, varones bien entrados en años»; pues, entonces, «todas ellas»funcionaría como aposición y habría un verbo «son» sobreentendido, tácito.

Expresión correcta:Allí viven multitud de personas ancianas, bien entradas en años.

7. Se dejó establecidas las bases del proyecto.El verbo dejar no está usado primordialmente como impersonal sino en

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su forma pasiva (quedaron establecidas), por lo que debe tomar el pluralde bases. Lo mismo debe decirse de esos innumerables letreros que abundanen nuestras ciudades: «se vende marcianos», «se alquila habitaciones» yotros, donde hay una impersonalización por ahora no tan usual al oído:más grato a éste resulta «se venden».

Expresión correcta:Se dejaron establecidas las bases del proyecto.

8. ¿Te quiso pegar? Le voy a reñir.Esta manera de expresarnos, tan común, encierra un error fácilmenteidentificable. El pronombre personal te ha sido cambiado de lugar. Elpronombre no es, en efecto, complemento directo del verbo querer, sinodel verbo pegar. El mismo error se repite con el pronombre personal le,complemento del verbo reñir, no del verbo ir. («Arroz con leche, me quierocasar…» Contiene el mismo error…)

Expresión correcta:¿Quiso pegarte? Voy a reñirle.

9. Es por esto que afirmamos el valor de la democracia.Decir es por esto que es echar mano de un galicismo (c´est pour ça que).Aprovechar un préstamo de otra lengua no presenta problema especial;pero, en este caso, no hay motivo para hacerlo, pues podemos expresar lomismo en castellano, incluso de una forma más concisa.

Expresión correcta:Por esto, afirmamos el valor de la democracia.

10. Lo haría si quisiere hacerlo.Aunque cada vez sea más extraño, el uso del futuro de subjuntivo es correcto:esa forma verbal existe para ser utilizada. Pero hay personas que recurrenal futuro de continuo en lugar de utilizar el presente o imperfecto desubjuntivo, como es costumbre entre nosotros.

Expresión correcta:Si quisiera hacerlo, lo haría.

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11. Más que nada, deseo fijarme ahora en el aspecto ético.El sentido de esta introducción (más que nada) a lo que sigue en el discursoparece ser «entre todos los aspectos, quiero resaltar el ético». Si es así, noresulta congruente la expresión..

Expresión correcta:De manera especial, deseo fijarme ahora en el aspecto ético.

12. Es así que, estando reunidos todos a la mesa, decidió confesarlo.Es muy difícil precisar qué indica la expresión es así que: ¿una frase hecha?, ¿unmodismo vacío de contenido? Uno se siente tentado de decir que, en demasiadasoportunidades, nada significa. Sin embargo, se encuentra una y otra vez en losescritos producidos en nuestro medio. Vale la pena buscarle substituto.

Expresión correcta:Por lo tanto, (vistas, pues, las circunstancias,) estando reunidos todosa la mesa, decidió confesarlo.

13. Aquella noche servía para otro tipo de presencias.. Los testimoniosfueron entonces impresionantes... Cada cual habló a su manera…Algunos se ven obligados a intervenir… Al final, el director decidecerrar el acto con el himno, que todos cantaron con entusiasmo comosiempre han hecho.

Son a todas luces inadmisibles estos cambios de tiempos verbales en unamisma narración. Sencillamente, el narrador debe elegir, desde el inicio,un tiempo —sea el presente histórico, el imperfecto, el pretérito perfecto o,especialmente, el indefinido— y mantenerlo a lo largo del relato. Losescritores caen fácilmente en este tipo de error cuando la narración esprolongada. Se produce entonces un comprensible, pero intolerable, olvidodel tiempo en el que han comenzado a situar la acción.

Expresión correcta:Aquella noche sirvió para otro tipo de presencias… Los testimoniosfueron entonces impresionantes… Cada cual habló a su manera…Algunos se vieron obligados a intervenir… Al final, el directordecidió cerrar el acto con el himno, que todos cantaron conentusiasmo como siempre lo habían hecho.

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14. Le dijo a él todo lo que hasta entonces había silenciado.Reiteración innecesaria del pronombre personal de tercera persona (le y él),creando así una duplicación del mismo complemento indirecto. Con todo,queda abierta como aceptable esa duplicación para el caso en que se deseeremarcar ese complemento por algún motivo. Incluso, cabe hacer uso de signosgráficos, en ese caso, para producir ese efecto: «le dijo -¡a él!- todo lo que…»

Expresión correcta:Le dijo todo lo que hasta entonces había silenciado.

15. Quisiera aprovechar esta ocasión.Esta manera de hablar pretende ser humilde, guardar respetos. Pero elhecho es que ya no produce el efecto deseado. El repetido uso meramenteformal del imperfecto de subjuntivo ha hecho que suene a formulismo.Por añadidura, entra en contradicción con la actitud asertiva tanrecomendada en la actualidad.

Expresión correcta:Quiero aprovechar la ocasión. Aprovecho la ocasión.

16. Si hubieran estudiado, hubieran aprobado.Juntos los dos verbos, resalta la incorrección. Pero tomemos conciencia deque, con frecuencia, se da la misma incorrección, aunque exista unadistancia entre los mismos. De hecho, aun escritores de fama caen en esteerror. Cualquiera puede comprobar, tanto en el lenguaje escrito como enel oral, cómo se substituye continuamente en nuestro medio el modopotencial por el imperfecto de subjuntivo.

Expresión correcta:Si hubieran estudiado, habrían aprobado.

17. Lo logró un promedio de 34 estudiantes.La expresión es acertada, si se trata de proporcionar un dato estadístico.La oración, en cambio, es confusa e inexacta cuando —por desgracia nopocas veces sucede— lo que se pretende expresar con ella es indicar elnúmero de estudiantes que lograron el objetivo en referencia.

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Expresión correcta:Lo lograron 34 estudiantes.

18. A nivel de política. A nivel de nación.He aquí un giro utilizado, estos últimos años, una y otra vez en reunionesy discursos «cultos». En rigor, debe emplearse sólo en temas relacionadoscon la altura. Por más que nadie pueda prohibir que el giro ingrese alámbito metafórico, su abuso debe invitarnos a restringirlo a la esferafísica…al menos por un tiempo.

Expresión correcta:Respecto a la política. En el ámbito nacional.

19. Nos tomaría mucho tiempo hablar de todo lo que es el temaempresarial.

La circunlocución todo lo que es reclama a todas luces un cambio. Encuanto a tema, es un término últimamente demasiado empleado que nosiempre ocupa el lugar adecuado. Es hora de acordarse de sus sinónimos(por ejemplo, «asunto», «cuestión», «materia», «problema»).

Expresión correcta:Nos tomaría mucho tiempo hablar de los asuntos referentes alempresariado.

20. Habiendo nacido en una aldea, llegó a ser presidente.El gerundio tiene funciones de adverbio, especialmente modal. Es muycomún encontrarlo fuera del lugar que le corresponde, debido a intentosinadmisibles de obligarlo a cumplir otras funciones: en el ejemplo, laconcesiva.

Expresión correcta:Aunque había nacido en una aldea, llegó a ser presidente.

21. El programa está siendo ejecutado en la región.No hay motivo especial para echar mano de esa paráfrasis, ya que se puededecir lo mismo de manera más simplificada sin apelar al gerundio.

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Expresión correcta:Se está ejecutando el programa en la región.

22. Te vi entrando al teatro.El mal empleo del gerundio torna equívoca la proposición: ¿quién entrabaal teatro?

Expresión correcta:Te vi mientras entrabas al teatro.

23. El ómnibus cayó al abismo, muriendo veinte pasajeros.¿Acaso murieron mientras caía el vehículo? Peor aún: ¿fue ese el modocomo caía el ómnibus?

Expresión correcta:El ómnibus cayó al abismo, a consecuencia de lo cual murieronveinte pasajeros.

24. Me entregó un escrito conteniendo todo lo hablado.En este caso, se ha intentado por la fuerza que el gerundio substituya unaoración de relativo, adjetiva.

Expresión correcta:Me entregó un escrito que contenía todo lo hablado.

25. No había ninguno que ignorara la noticia.Ejemplo de oración torturada, en la que se acumulan las negaciones: no,ninguno; incluso el verbo elegido, ignorar, entraña otra negación, no saber.La oración, además, acentúa el «defecto» de la lengua castellana, que permitedoblar una negación sin destruirla (ejemplo, «nadie dice nada»). Laacumulación torna confuso lo que se desea decir. ¿Por qué no convertir laoración a su forma positiva?

Expresión correcta:Todos sabían la noticia.

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26. El ministro habría dicho que se construiría un puente.Uno se siente tentado a decir que esta imprecisión, la cual afecta lasemántica, forma parte del genio nacional, reflejado en frases como «máso menos», «regular». En definitiva, ¿cuál es la noticia?

Expresión correcta:El ministro (o bien, NN afirmó que el ministro) dijo que construiríanun puente.

27. Que no sea la primera vez que nos visitan.Esta evidente estupidez puede tomarse por su lado cómico. La registramos,a beneficio de inventario, ya que hay personas poco instruidas que hablanasí.

Expresión correcta:Que no sea la última vez que nos visitan.

28. La paz todos la buscan.Hay una reiteración del objeto directo, como nombre (la paz) y comopronombre (la). Se puede argüir que, mediante dicha reiteración, sepretende resaltar ese objeto poniéndolo a la cabeza de la oración.Personalmente no la encuentro justificada.

Expresión correcta:Todos buscan la paz.

29. Hablemos de Einstein, que su fama llegó a todo el mundo.Sorprenderá esta oración, pero no es raro encontrar construccionessimilares en el lenguaje hablado. El pronombre relativo cuyo ha caído endesuso para el lenguaje coloquial, pues se considera preciosista. (El francésmantiene vivo el uso del utilísimo dont; el inglés, whose, aunque reservadopara personas). Este hecho pone en aprietos que pueden derivar endisparates lingüísticos. En el lenguaje coloquial es mejor no intentar unaoración compuesta; concretamente, es preferible renunciar a la oraciónsubordinada y armar otra principal a continuación.

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Expresión correcta:Hablemos de Einstein, cuya fama llegó a todo el mundo.(O bien) Hablemos de Einstein. Su fama llegó a todo el mundo.

30. En el evento, que hubo un homenaje a Colón, se recordó también aAmérico Vespucio.

Hay cierta semejanza con el caso anterior; pero, en éste, el pronombrerelativo que usurpa la función de sujeto cuando le corresponde la de uncomplemento circunstancial.

Expresión correcta:En el evento, en el cual hubo un homenaje a Colón, se recordótambién a Américo Vespucio.

31. Les aplican a las palabras significados que creen que las palabrastienen.

La oración fue formulada, desde el estrado, en una reunión formal deespecialistas en lengua castellana.Aplican tiene como sujeto tácito a ellos. El relativo que tiene comoantecedente significados y cumple al mismo tiempo la función de objetodirecto de tienen. Creen, cuyo sujeto tácito es también ellos, tiene comoobjeto directo una oración subordinada substantiva. La confusión se originaal utilizar como bisagra el relativo que entre dos oraciones que tienen elmismo sujeto. Por añadidura, hay una duplicación del complementoindirecto (les y estas palabras).

Expresión correcta:Aplican a las palabras los significados que, según ellos, tienen.

32. No sólo rompieron los vasos sino también los platos.Aparentemente no hay incorrección alguna en esta información, nadieobjetaría su estructura gramatical; pero, si se presta atención, las partes dela oración contrapuestas no son las que aparecen precedidas de los adverbiosno sólo – sino también. No es correcto, en efecto, contraponer un verbo(romper) a un nombre (platos).

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Expresión correcta:Rompieron no sólo los vasos sino también los platos.

33. No hay mayor satisfacción que el deber cumplido.Tampoco en esta oración está bien expresada la contraposición, pues eldeber no es una satisfacción grande o pequeña. Si se desea construir unaproposición lógica, es inevitable alargarla o, mejor, reconstruirla.

Expresión correcta:No hay mayor satisfacción que la que produce el deber cumplido.Nada satisface más que el deber cumplido.

34. Se apersonaron muchos, especialmente las personas sin recursos.Se trata de un ejemplo donde el verbo está mal escogido.

Expresión correcta:Acudieron (vinieron, llegaron) muchos (muchas personas),especialmente las personas sin (aquellas que carecían de) recursos.

35. Tuve la suerte de poder trabajar con él.Si se analiza lógicamente, el objeto directo del verbo principal no es podersino trabajar. En efecto, la suerte no consiste en disfrutar de la posibilidad,sino del hecho consumado.

Expresión correcta:Tuve la suerte de trabajar con él.

36. Debe(n) haber 5 000 en total.Con la proposición se desea manifestar, tal vez, un imperativo; tal vez,una suposición. Si no se modifica, es ambigua.

Expresión correcta:¡Que sean 5 000 en total! Deben ser 5 000 en total. Debe haber5 000 en total. (IMPER.)Debe de haber 5 000 en total. (SUPOSICIÓN)

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37. Se debe de haber caído.Esta vez no hay duda: se trata de una suposición. El error consiste en lafunción asignada al pronombre reflexivo se. En efecto, no modifica alverbo deber sino al verbo caer.

Expresión correcta:Debe de haberse caído.

38. Un tumulto es cuando un gentío se pone a gritar.El predicado nominal que, con razón, esperamos encontrar tras el verboes quedó aquí frustrado al adoptar la forma de una oración circunstancial.Se trata de un ejemplo típico de definición defectuosa, por desgracia todavíamuy usual entre nosotros.

Expresión correcta:Un tumulto es aquel que se forma cuando un gentío se pone agritar.

39. En ese sentido, habría que decir lo siguiente.Lamentablemente nos hemos acostumbrado a que la frase en ese sentidono tenga un antecedente que la justifique. Si se apremiara a quien la formulópreguntándole «¿en qué sentido?», quedaría sin respuesta posible y sepondría de manifiesto el vacío de la misma.

Expresión correcta;Así pues, habría que decir lo siguiente.

40. En ningún lugar del mundo, en ningún país, nunca se ha visto esefenómeno.

La lógica elemental enseña que una proposición universal negativa debeser empleada con la máxima cautela: bastaría encontrar un lugar del mundo,un país, un momento de la historia en el que se haya visto el fenómenocuya existencia ha sido negada para demostrar que la proposición es falsa.

Expresión correcta:Rara vez se ha visto ese fenómeno.

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41. Vista la potencialidad de sus capacidades y fortalezas, se haceviable el desenvolvimiento de fuerzas capaces de poner enmovimiento toda una serie de energías y dinamismos, cuya acción,una vez desencadenada, puede dar lugar a cantidad de proyectosy programas a favor del desarrollo de sociedades que viven ennecesidad.

La evidente verborrea desplegada en oraciones similares a ésta debe serdesterrada para siempre de nuestro medio.

Expresión correcta:Su comprobada capacidad puede traducirse en proyectos quefavorezcan el desarrollo de las sociedades que lo necesitan.

42. Digo, pienso, considero de que... Con tal de que no te eches atrás. Caeren la cuenta que…

Mucho se ha criticado el «dequeísmo», pero persiste en varios de nuestrospaíses. Por el lado opuesto, hay que reclamar el debido empleo de lapreposición de con los verbos que lo requieren.

Expresión correcta:Digo, pienso, considero que… Con tal que no te eches atrás. Caeren la cuenta de que…

43. Volviste en sí.La incorrecta afirmación tiene una causa: cuando utilizamos el verbo modalvolver en sí, normalmente limitamos su conjugación a la tercera persona.

Expresión correcta:Volviste en ti.

44. Si llovería, nos (mojáramos) mojaríamos.Por más que esta defectuosa construcción de la forma condicional no secometa en nuestro país tanto como en otros (Argentina, por ejemplo), nodeja de presentarse entre nosotros en forma recurrente.

Expresión correcta:Si lloviera, nos mojaríamos.

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45. Está relacionado a los problemas ecológicos.En ésta y las siguientes oraciones y frases, damos cuenta de usos incorrectosde varias preposiciones. Con frecuencia, la clave se encuentra en lapreposición/prefijo del verbo en cuestión: esa misma será también la querige el verbo.

Expresión correcta:Está relacionado con los problemas ecológicos.

46. Es un asunto a tratar.Galicismo muy usado en nuestro medio.

Expresión correcta:Es un asunto por tratar.

47. En memoria a mi madre.Es común el uso de esta, o parecida, leyenda en muchos vehículos.

Expresión correcta:En memoria (a la memoria) de mi madre.

48. Lo firmó de acuerdo a los herederos.La expresión de acuerdo rige la preposición con

Expresión correcta:Lo firmó de acuerdo con los herederos.

49. Solicitó comentarios a su ponencia.No se piden comentarios a una ponencia, sino sobre la ponencia, o acercade ella.

Expresión correcta:Solicitó comentarios sobre su ponencia.

50. Consultó a un perito.El verbo consultar significa deliberar con alguien, y rige la preposición con

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Expresión correcta:Consultó con un perito.

51. Heredó a su padre.La herencia no es el padre, el cual no es el objeto directo del verbo.

Expresión correcta:Heredó de su padre.

52. Los dos ingresaron a la escuela.El prefijo latino in- está indicando ya la preposición que debe ser utilizada.

Expresión correcta:Los dos ingresaron en la escuela.

53. Eso sucedió bajo el gobierno de Odría.La preposición bajo significa debajo de; por ello no es correcta en estecontexto.

Expresión correcta:Esto sucedió (en) durante el gobierno de Odría.

54. Se mostraba halagada por las cartas recibidas.En esta frase, «las cartas recibidas» no es el complemento agente pues nose trata de un verbo en voz pasiva.

Expresión correcta:Se mostraba halagada con las cartas recibidas.

55. Cuando perdió el puesto, fue abandonado de todos.En este caso todos sí es el complemento agente y debe usar la preposición«por».

Expresión correcta:Cuando perdió el puesto, fue abandonado por todos.

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56. A la noche, toda la familia se sienta en la mesa.Expresar así el hecho resulta claramente defectuoso, pues la familia noutiliza la mesa para sentarse

Expresión correcta:A la noche, toda la familia se sienta a la mesa.

57. ¿Qué es bueno para los zancudos?La preposición para es indicativa de utilidad y finalidad, por lo que suuso, en este caso, no es pertinente.

Expresión correcta:¿Qué es bueno contra los zancudos?

58. Se aficionó por la Internet en exceso.He aquí un último ejemplo en el que la preposición elegida (por) no estáen concordancia con el prefijo del verbo en cuestión (ad latino).

Expresión correcta:Se aficionó a la Internet en exceso.

59. Eran 06 hermanos.Sin duda, se trata de una fea intromisión en el lenguaje literario de losestilos propios de los libros de contabilidad.

Expresión correcta:Eran seis hermanos.

60. Los adultos(as). Los adult@s. Los adultos y las adultas.La intención, inclusiva, es loable; pero su realización no logra tener éxito. Enrealidad, la lengua castellana no cuenta, por ahora, con medios para hacerjusticia a la mujer de forma consecuente. Sería ridículo e insoportable escribir—peor aún, leer— «los(as) niños(as) educados(as) son respetuosos(as)». Demomento al menos, no hay sino atenerse a las normas tradicionales establecidas.

Expresión correcta:Los adultos (varones y mujeres).

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BIBLIOGRAFÍA

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HILDEBRANDT, Martha. El habla culta (o lo que debiera serlo). Ed. Peisa.Lima 2000.

CISNEROS V., Luis Jaime. El funcionamiento del lenguaje.Fondo EditorialPUCP. Lima 1995.

GATTI MURIEL, Carlos. / Huyese Rebagliati, Jorge Técnicas de Lectura yredacción. Lenguaje científico y académico. Ed. Universidad del Pacífico.Lima 1997.

MARINA, José Antonio. La selva del lenguaje. Introducción a un diccionariode los sentimientos. Ed. Anagrama. Barcelona.2000.

LINARES, Mario. La redacción correcta. Ed. Paraninfo. Madrid. 1992.

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LAS PALABRAS ENCANTADAS: REFLEXIONES SOBRE UNDICCIONARIO DE PERUANISMOS *

Julio Calvo Pérez

Es para mi un honor —lo que digo no es por más tópico menosreal— comparecer ante ustedes hoy, en este día que corta al año en dosmitades para decirles, en primer lugar, que yo mismo soy de algún modocomo el día en que vivimos: un lingüista en dos partes iguales, la que seorienta hacia mi tierra y mis investigaciones en el marco de la Universitatde València (España) y la que se enraíza en esta vuestra tierra a la que llevoentregados, con dedicación casi exclusiva, los cuatro últimos lustros de mivida. Aprendiz allí y aun más aprendiz acá, les doy sinceramente las graciaspor haberme otorgado su confianza, por haberme abierto de par en par laspuertas de su casa y haberme acogido en ella, por depositar en mí una partede responsabilidad en la conducción de la palabra peruana a buen puerto,siendo, empero, que la riqueza del castellano hablado en el Perú no tienelímites, siendo sus novelistas, poetas y ensayistas de tan altísimo nivel literarioen el conjunto del español, siendo su tradición tan rica y variada y siendo almismo tiempo en fin tan poca la capacidad de emulación y réplica que yopueda desarrollar ante tamaña valía. Esta misma casa, desde su fundaciónpor D. Ricardo Palma el 5 de mayo de 1887 hasta el día de la fecha, hacontado con tan egregias figuras de las letras peruanas que me siento

* Discurso de su incorporación como académico correspondiente, en sesión públicadel 30 de junio de 2007.

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anonadado, verdaderamente liliputiense, ante su gigantesca presencia o suimborrable recuerdo. Mas en lo que soy me ofrezco y con lo que puedocoadyuvo. Estoy desde hace tiempo a entera disposición de ustedes.

Y paso al tema de mi reflexión.

¿Creen ustedes que el diccionario es, ilustres colegas, un cementeriode las palabras, como aseguró mi preclaro tocayo argentino, Julio Cortázar?Puede que lo sea: los términos que ganaron su puesto en él, las fraseshechas que acogió el libro de las palabras en su factura de mamotreto en elpasado y que se hallan en él inmersas, adheridas como lapas, han podidoquedar obsoletas y están ahí todavía. Incluso esos refranes, que loslexicólogos actuales rechazan del lexicón y que gustaban a nuestras abuelas...siguen acudiendo pertinaces, erre que erre, a nuestra retina… Tal vez másque ensambladas a la materia lingüística, las palabras terminen siendo purasustancia, algo así «como el molusco que quiere calcáreamente imitar a laroca», que dijo unos de mis poetas preferidos, Vicente Aleixandre, en supoema En la plaza.

A las palabras —y los académicos de la lengua que velan por ellas losaben muy bien—, no podemos prohijarlas porque sí, a las primeras decambio, con el oportunismo del que introduce la mano en el agua turbia yextrae cualquier pescado de ella. Las palabras que entran en el diccionariotenemos que confirmar que estén «bien cocidas» como aconseja el lingüistaGuillermo Rojo, colega de la RAE, al igual que aquellos que con su pulsoy su ecuanimidad, con su experiencia y hondura, las proponen y renombran,las delimitan y perfilan, las sitúan y acomodan en un conjunto orgánicoen el que como en una película, cada plano se limita con el otro plano ycada secuencia con cada secuencia, hasta constituir un todo articulado.

Al mismo tiempo, al ser las cosas así como las describo, el que seacerca a la obra magna que es, sin duda, cualquier calepino tiene que estarhecho de una pasta especial para vencer el componente tedioso que cercasu estructura, para superar el prejuicio de su inutilidad o vacuidad, paravencer la suficiencia individual de hablantes competentes que reconocíaPablo Neruda:

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LOMO de buey, pesadocargador, sistemáticolibro espeso:de jovente ignoré, me vistióla suficienciay me creí repleto,y orondo como unmelancólico sapo...,

y caer, después, en aquella fascinación que cantó el renombradopoeta chileno en su conocida Oda al diccionario, al principal repertorio depalabras, recién referida. Sigue el autor:

El Diccionario,viejo y pesado, con su chaquetónde pellejo gastado,se quedó silenciososin mostrar sus probetas.Pero un día,después de haberlo usadoy desusado,despuésde declararloinútil y anacrónico camello,cuando por largos meses, sin protesta,me sirvió de sillóny de almohada,se rebeló y plantándoseen mi puertacreció, movió sus hojasy sus nidos,movió la elevación de su follaje...

No todo el que necesita bucear entre las cerezas enzarzadas de lasvoces siente la magia austral del que había nacido poeta. Por eso el

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diccionario tiene tan pocos adictos, porque es extremadamente difícil rascarsu superficie para encontrar el brillo bajo sus óxidos, porque los vocablosdefinidos, unos debajo de otros, les son supuestamente ajenos entre sí. Sí,me dirán ustedes, casi nadie podrá leer a fondo a Don Ricardo Palma sinun diccionario al lado: zalagardas, capigorrón, famulicio, chirinola…

1 son

palabras al azar de su Tradiciones Peruanas (en «La Conspiración de saya ymanto / Una excomunión famosa»). Ni se podrá comprender a José MaríaArguedas sin conocimientos de quechua: los k’oñanis, el layk’a, la wakawak’ra,las k’eullas y los lek’les [que] «revoloteaban gritando en el cielo» (como diceel autor en Yawar fiesta, 112-113)2. Por eso:

Diccionario, no erestumba, sepulcro, féretro,túmulo, mausoleo,sino preservación,fuego escondido,plantación de rubíes,perpetuidad vivientede la esencia,granero del idioma.

He aquí, pues, la primera conclusión de esta laudatio al glosario denuestras penas y glorias, que crece en nuestra puerta, encarnado en mí enaquel primer gran libro que tuve y que compré sin dinero: incluso con susdefectos y sus posibles momias, nuestro diccionario, un diccionario deperuanismos, es muy necesario. E inaplazable.

Pero, ahora de modo más circunspecto —quiero decir mástécnicamente— hemos de preguntarnos por el objeto de nuestro estudio:¿qué es un peruanismo? Decir que un peruanismo es una palabra del Perúes decir bien poca cosa. O tal vez sea decir demasiado. Las palabras delPerú se expresan en siete docenas de lenguas diferentes: hay palabras

1 ‘Escaramuzas’, ‘ocioso, vagabundo’, ‘servidumbre de la casa’ y ‘reyerta, pendencia’.2 Qhuñani ‘mocoso, laiqa ‘brujo’, waka waqra ‘trompeta {de cuerno}’, qillwa (= qiwlla)

‘gaviota’, liqlis ‘avefría’.

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quechuas y aimaras, palabras shipibas y aguarunas, palabras asháninkas ymachiguengas y hasta palabras secoyas. Las palabras en Perú, parafraseandoa Miguel Hernández, el poeta alicantino, «cantan encima de los fusiles y enmedio de las batallas» como los ruiseñores del malhadado poeta, que asídeclamando esperaba a la muerte, tal vez como esos mismos idiomas,seguramente también como esas palabras desusadas que pueblan eldiccionario, pero que son la madre del vino joven, su solera. Una maneramás de que no mueran es inmortalizarlas en el diccionario. El español,afortunadamente para nuestra Academia y para todas y cada una de lasveintidós academias y los cuatrocientos millones de hablantes a los queestas representan, es una lengua fuerte, en expansión, una lenguainternacional con peso global y globalizante, a diferencia del quechua, porejemplo, que habiéndolo sido otrora es hoy una lengua internacionallamentablemente fragmental y fragmentable. Aún así, la lengua de los vallestemplados tiene mucho que ver con nuestros objetivos, mucho. Si —paranosotros— peruanismo es cualquier palabra del español hablado en Perúen el sentido más general y lato, peruanismo es sobre todo, en el másestricto y particular, toda aquella palabra ya castellana que tiene que verdirectamente con la lengua del imperio inca, de donde proviene, que irradiódesde aquí como préstamo, desde aquellas míticas pacarinas, a mediaAmérica: carpa y chacra, pampa y polla (que por cierto viene de PUKLLAY‘jugar’). Y se extendió al mundo: papa, inca , cóndor, llama.

Entre esos dos límites se mueve nuestro repertorio: El DP —diccionariode peruanismos— que la APL, esta casa de Osambela, está dispuesta, con elánimo de todos, a elaborar, será el granero de nuestro idioma, la pirwa, laqullqa y el taqi; es decir: despensa, almacén y silo. Constará de sepulcrosblanqueados y de vagidos de vida –vagido llamó Menéndez Pidal a la primerapalabra española nacida en los límites del latín en La Rioja, en San Millánde Suso. Se servirá de palabras propias y menos propias, porque no esposible trazar una isoglosa que coincida fielmente con una frontera política.¿O acaso muchas palabras de Piura no se utilizan también al sur de Ecuador,en Puerto Bolívar, Zamora o Loja? ¿Y las palabras de Puno no son a su vezpalabras vertebradas, goznes y charnelas de los dos horizontesadministrativos que articulan desde su atalaya? ¿Dónde está el límite, sinoen las limitaciones de nuestra labor?

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En el proyecto léxico que apenas he esbozado en un escrito y que estáya en manos de nuestro Presidente, los peruanismos en sentido todavía estrictose caracterizan así; cito:

«Las palabras del diccionario serán peruanismos reconocidos y portanto el DP no recogerá aquellas palabras de significado uniformeen todo el ámbito hispánico; palabras como y, nada, ejemplo,construcción, subir no tendrán cabida inicialmente en el diccionariode peruanismos, por más que sean igualmente peruanas; podríantenerla solamente en aquellos casos en que el Perú presentaacepciones propias para ellas; por ejemplo: damisela tendrá entradaen la acepción «vulg.» de ‘mozo de maleta’, pero no necesariamenteen la de ‘moza {que presume de dama}’, que es panhispánica.

Una palabra que no sea panhispanismo puede ser panamericanismo.Entonces cabe distinguir dos presupuestos: 1. que la palabraprovenga de otro lugar de este u otro continente y sea la misma queen otros muchos lugares: caso de tomate o plata ‘dinero’ o 2. que sehaya extendido a otros lugares, pero parta de Perú: caso de chacra‘parcela’. La decisión debe ir en la línea de que se introduzcasolamente en el segundo supuesto. Pasada la primera edición, sepodrá evaluar mejor qué hacer en los demás casos.

Una palabra puede ser panamericanismo, pero quedar reducida aun ámbito peruano o próximo al del Perú: el caso de chicha ‘bebida{alcohólica de maíz}’, palabra de procedencia chibcha que entró alPerú en detrimento de azua (o asua). En estos casos se deberá decidirqué hacer en coordinación con las Academias de los países vecinos,sobre todo por lo que a las lenguas andinas se refiere: Colombia,Ecuador, Chile, Argentina, Bolivia...»

Mi opinión es la de que estas palabras se incorporen.

¿Es suficiente? ¿O hemos de abrir un fructífero debate para centrarmás el problema? La experiencia demuestra —y yo ya llevo quince añoshaciendo lexicografía— que las acotaciones previas orientan mucho, pero

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son infructuosas para tratar los lexemas fronterizos, de modo que habráque proceder con cautela y debatir en cada caso. Yo diría, con un dichopopular, de mi abuela, que «más vale que sobre que no que falte» y conotro de mi madre que «por mucho pan nunca es mal año». Así que hayque renunciar a un refrán opuesto —y cobarde—, aquel que invita a que«por miedo a los gorriones no se siembren cañamones». O sea, y si loprefieren, señoras y señores: in dubio pro reo. Y aquí entran en liza todas laspalabras.

Hay otra cuestión relevante que no debe pasar desapercibida. Eltrabajo que nos espera es arduo y difícil, pero la sociedad nos lo agradeceráen su medida. Y cuesta: cuesta quebradura de cascos y necesita dinero:¿Qué patrocinador, entonces? Cuantos más, mejor. Y la obra es delicada yrequiere el primor de los tórculos: ¿Qué editor, pues? Aquí en Lima tenemosal mejor del mundo, al Rvdo. Padre Johan Leuridan.

Además, tenemos la compensación de que la nuestra es una hermosatarea. Sigue Neruda:

Y es hermosorecoger en tus filasla palabrade estirpe,la severay olvidadasentencia,hija de España,endurecidacomo reja de arado,fija en su límitede anticuada herramienta,preservadacon su hermosura exactay su dureza de medalla.

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O la otrapalabraque allí vimos perdidaentre renglonesy que de prontose hizo sabrosa y lisa en nuestra bocacomo una almendrao tierna como un higo.

Claro. Hay palabras de dos clases. De muchas clases, pero meconcentro en dos en este punto. La palabra antigua –no anticuada–, lapalabra aljofifada con el mejor paño, depurada cual metal precioso,alquitarada en los mejores alambiques y acrisolada en el crisol inequívocodel tiempo (en el CH’UYANCHAY quechua). Luego la palabra moderna,saltarina, cambiante y tal vez efímera: estar misio y calato, estar arrancado,pelado y quebrado, estar aguja y agujita —los ecuatorianos están chiros. Se tratade la palabra joven, escurridiza como agua jabonosa, que nos viene al oídode improviso y nos enajena, que aunque expertos, se nos resiste a ladefinición a falta de contexto. A su grupo pertenecen jergas y argots —noquiero decir slang impronunciable—: es la palabra de replana y, por supuesto,esas acumulaciones léxicas que juzgamos tan innecesarias, pero al mismotiempo tan divertidas en todas las lenguas: azotea, calabaza, collota ¶, maceta,mate ¶, perola, tutuma ¶ (metáforas de «cabeza», algunas españolas, otrasperuanas); o para «amigo» como causa (< q. KAWSAY ‘vivir’, que se cruzacon esp. CAUSAR), chochera (< CHOCHO), pata (como si fuera una piernainseparable respecto de la otra pierna), yunta (‘conjunto de dos animalesque aran la tierra juntos’), cuando no argolla, broder, cáusula, compadre,copiloto, parner (otro anglicismo < ingl. PARTNER ‘compañero’), primo, etc.Hemos de tener cuidado con ellas, hay que darles una oportunidad sindársela; tal vez haya que citarlas en algún lugar sin definirlas u otorgarlesun tono menor para no llamar a engaño a nadie mientras no esténconsolidadas.

Ya tenemos los cuatro suyos encarados: palabra vieja y palabra joven,palabra inequívocamente peruana y palabra peruana en diverso gradocompartida. ¡Qué Dios nos coja confesados! Y, sin embargo, lo más grave

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no es eso. Se nos aproximan tiempos de macroestructura y demicroestructura, de nomenclatura. Veamos un ejemplo, voluntariamentecontrovertido:

SACALAGUA: Etimología: (q. SALLQA / SAKQHAY (esp. SACAR + /LAWA / Esp. SACA EL AGUA) /Semántica: /Humano/. Dialectología:___(señalando los lugares de uso) ___

1. m/f. («coloq.»). Persona {de raza negra, de piel clara y ojosazules,3 por mezcla de razas}Ej.: ... y por último, el pueblo burlón y alegre, la simientedel futuro indoamericanismo, el inga y el mandinga, elcholo y el zambo, el sacalagua y el saltatrás en su jolgorioy su pobreza (Felipe Cossío del Pomar, Arte del Perú Colonial,México, Fondo de Cultura Económica, 1958, pág. 209).

(«pey.»):Guerrero afana buenas flacas pero al menos el sacalaguatiene buen gusto <www.elbocon.com.pe/>.

2. adj. amb. De color negro {claro}.Ej.: Somos un cholo, un chino y un zambito sacalaguacomo yo <bp-noticias.blogspot.com>.

3. Gent.: («fig.») Natural {de Lima}.

Palabras afines:1 / 2. Negro, zambo, mulato, moreno, trigueño,cuarterón, quinterón, chino, prieto, afro, morocho.4

3 Dudamos si verdes o azules, que opiniones hay de todas. Por ejemplo: «El o la sacalaguaes blanco, rubio y de ojos azules; pero … viene el argos criollo y descubre que en loblanco hay algo de mestizo y como de sucio; en lo azul algo como de aguado, y en lorubio un algo y hasta tres muchos de pasudo, y dice sacalagua. Algunos pretendenque, etimológicamente, quiere decir esto: Saca el agua del bautismo y se verá que noeres sino mezclado», como sugestivamente lo recuerda el escritor Alberto Tauro delPino, citando al celebrado filólogo Pedro Paz-Soldán y Unanue.» <www.gratisweb.com/drsalomonh/paginas /prologo.html >

4 Raúl Maseru (<www.torontohispano.com/>) señala un grupo mayor de términos eneste campo semántico:

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¿Podríamos establecer la planta del DP con este criterio? Ahí en laspalabras afines o en los aspectos históricos y culturales podríamos plasmaresas palabras fugaces que nos desprestigiarían de introducirlas a las primerasde cambio y que, sin embargo, son testigos de nuestra época. Estudiemosesto, por favor, que es muy importante. Perú nos pide soluciones

3. Limeño, mazamorrero.

Palabras derivadas: ____(si se forman)__________Aspectos sintácticos: ___(si fuera preciso destacarlos)_________Aspectos históricos o culturales: __(según lo etnófilos que seamos y

si conviene destacar su existencia) __________________Documentación: Álvarez Vita, Calvo Pérez, Ugarte Chamorro... La

palabra se documenta por primera vez en el año _(si ayudan las fuentes) _

- CHOLO: al hijo de blanco e india.- MULATO: al hijo de blanco y negra.- MORENO: al mulato con facciones y color tirando a negro.- SACALAGUA: al mulato de piel clara, cabello castaño y ensortijado, ojos claros,pero claras facciones de ascendencia negra.- ZAMBO: al hijo de negro e india.- ZAMBAIGO: al hijo de chino e india.- TERCERON: al hijo de blanco y mulata.- CUARTERON: al hijo de blanco y mestizo.- QUINTERON: al hijo de blanco y cuarterón.- REQUINTERON: al hijo de blanco y quinterón.- OCHAVON: al hijo de blanca y cuarterón.- RELLOLLO: a la segunda generación de negro nacido en América.- MUCAMUCA: al hijo de chino y zamba.- SALTAPATRAS: al hijo de tercerón y mulata.- TORNATRAS: al hijo de mulato y mestiza.- TENTENELAIRE: al hijo de cuarterón y mulata.- NOTENTIENDO: al hijo de tentenelaire y mulata.- LOBO: al hijo de indio y tornatrás.- CALPAMULATO: al hijo de zambaigo y loba.- CAMBUJA: al hijo de zambaigo e india.- ALBARAZADO: hijo de cambuja y mulata.- COYOTE: al hijo de cuarterón y mestiza.- BARCINO: al hijo de albarazado y blanca.

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idiosincrásicas, pero el trabajo lexicográfico conjunto de todas las Academiasnos pide actitud obediente y cordura, uniformidad en el trato. ¿O es quealguna vez nosotros podríamos llevar la voz cantante en algo sobre lacuestión léxica? Seamos prudentes, pero también eficaces en la actividadque se nos presenta.

Yo pediría rotundidad en esto. No me gustan los juegos frescos depalabras al estilo del colega Javier Marías, quien, al entrar en la encumbradacasa de la Calle de Felipe IV, 4 de Madrid (EL PAÍS: domingo, 2 de julio,2006 y en su blog personal), despotricaba contra esto y aquello diciendo:«Veo un mal futuro para el español», lo que me inclina a pensar que deberíahaber renunciado a su nombramiento o haberse puesto a trabajar desde elprimer momento para la institución. Y luego espeta algo que de repentenos afecta:

«La creación de vocablos que no existen en el diccionario espermanente. Hace un par de semanas utilicé alarmadizo en unartículo. Es una palabra que se explica por sí sola (si alguien puedeser asustadizo, también alarmadizo) y a mí me suena bien. Ysiguiendo con las expresiones absurdas [dice sin solución decontinuidad] hay una que estos días se oye mucho en el Mundial yque es la pelota al piso, en lugar de al suelo. Es una expresión que nose de dónde viene, pero que me pone de los nervios».

Justamente esto es lo que menos nos hace falta en este momento: eldiletantismo; no puedo decir la afición, porque afición es un términopositivo y mi juicio con el hijo del conocido filósofo postorteguiano no loestá siendo. El diccionario no inventa, selecciona y ratifica; el diccionariono pone de los nervios, pone las cosas en su sitio. Y el diccionario nosdevuelve el favor que le hacemos construyéndolo: nos prestigia individualy socialmente.

¿Se imaginan, señoras y señores, la oportunidad —que no eloportunismo; me decanto ahora por el lado positivo— de suscribir nuestrafirma en un tesoro peruano después de 400 años del Tesoro de la Lenguacastellana o española de Sebastián de Covarrubias, que de los dos modos la

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llamaba el canónigo toledano? Su magnífica obra, inspiradora del que fueluego el primer diccionario académico, publicada en Madrid en 1611, seescribió de cara al más bello paisaje que imaginarse pueda en España, alborde mismo de la Hoz del Huécar, en la ciudad de Cuenca. No le podíasalir mal aquella precursora aventura, aunque era consciente de lasdificultades que entrañaba tamaña empresa, a base de notas en papel y defichas de morosa consulta y una redacción lineal, como si de una novela setratara. Dice Covarrubias:

«Yo haré lo que pudiere, siguiendo la orden que se ha tenido en lasdemás lenguas, y por conformarme con los que han hechodiccionarios copiosos y llamádolos Tesoros, me atrevo a usar desdetérmino por título de mi obra; pero los que andan a buscar tesorosencantados suelen decir fabulosamente que hallada la entrada dela cueva do sospechan estar, les salen al encuentro diversidad demonstruos fantásticos, a fin de les poner miedo y espanto parahacerlos volver atrás, amenazándolos un fiero jayán con unadesaforada maza, un dragón que echa llamas de fuego por ojos yboca, un león rabioso que, con sus uñas y dientes, hace ademán dedespedazarlos; pero venciendo con su buen ánimo y con sus conjurostodas estas fantasmas, llegan a la puerta del aposento, donde hallanla mora encantada en su trono, sentada en su real silla y cercada degrandes joyas y mucha riqueza, la cual, si tiene por bien de les dejarsacar el tesoro, van con recelo y miedo de que en saliendo a fuera,se les ha de convertir en carbones. Yo he buscado con toda diligenciaeste tesoro de la lengua castellana y lidiado con diferentes fieras...»

Esta es una bella analogía de la que no me resistía a una cita extensa.Y a algo más. Mientras que algunos críticos acusan, con más o menosrazón, al diccionario de cementerio de palabras anodinas, anacrónicas odesusadas, algunos lexicógrafos, con la razón por montera, piensan queestán haciendo un trabajo épico, de alto riesgo y de incalculablesconsecuencias. De situarnos en el punto medio, donde dicen hallarse lavirtud, comprobaremos que no todas las moras encantadas son huríes oreinas de la belleza: algunas presentan arrugas en la cara, superficiescarcomidas por el uso y defectos físicos para dar y tomar, porque de todo

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tiene la viña del Señor (fíjense en conciente o carapulcra). Y además sonintangibles: solo se pueden enajenar sus joyas semánticas, aun a riesgo deque sean carbones, ganga y no mena mineral. Además, la palabra quedaintacta para que otros la exploren.

Hemos de superar varios prejuicios, queridos colegas. El lexicógrafoes humano y por tanto yerra: El DRAE, en su edición vigésimo primera –laReal Academia prefiere vigésima primera– aportaba aini de la siguientedesgraciada manera:

Aine. (del aimara ayne). m. Bol. Préstamo en dinero o especie que,entre las colectividades quechuas y aimaras, ha de ser devueltoduplicado al año de recibido.

Esta definición no tenía nada acertado, salvo la m. de masculino.Restringía demasiado la extensión geográfica del término, por cierto malnombrado; transcribía mal la palabra indígena ayni, considerabaerróneamente que aini no fuera un quechuismo y, lo que es peor, definíahorrendamente el término.

En la definición, principalmente, es donde el lexicógrafo se la juega.

Abundando en el término anterior, que el DRAE en su ediciónúltima, tras denuncia mía, retiró por escandaloso, castigando la palabracuando debió prestigiarla con unción y enmienda tras pedirle perdón, creoque habría que analizarlo en sus antecedentes léxicos; ellos nos ponen enguardia de un matiz semántico que ha pasado hasta ahora desapercibido.Veamos las fuentes:

-DST (1560): aynini ‘vengarse’, aynisca ‘cosa vengada’, aynic oaynicapuc ‘el que se venga’.

ANÓN. (1586): ayñiñi ‘reçongar’, ayñicuni ‘responder, vengarse,remunerar’, ayñicapuni o ayñicupuni ‘vengarse’.

DGH (1608): aynicupuni o aynini ‘recompensar o pagar con la mismamoneda’, aynicupuni ‘vengarse, satisfaçerse, hazerle otro tanto’,aynilla manta llamcapuni ‘trauajar otro tanto por otro como él

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por mí’...; ayñini ‘reçongar, repugnar a lo que le mandan’, o resistiral superior’..., ayñicuy ‘repugnancia, resistencia’, ayñi capuni ‘tornara rezongar, y repugnar el que ya obedecía’.

BERT. (1612): aynitha ‘reçongar’, aynicatatha ‘ídem y defender’,aynicatiri ‘defensor’, aynisitha ‘contradezir y debatir entre si’,aynisitha [otra vez] ‘trabajar por uno para que después trabajepor él’; ayni ‘el obligado a trauajar por otro que trabajó por él’,ayni ahususkhata ‘cumplir con la obligación al modo dicho’.

Sin ser exhaustivos, se descubren varias pistas, las cuales conducena una evaluación más apropiada.

1. En primer lugar, que el término es quechumara, pues se da enlas dos lenguas andinas, quechua y aimara, con similar ponderación. Peropuestos a elegir, la versión de DST es medio siglo anterior a la de Bertonio.Sanción: ayni es un quechuismo.

2. DST o bien se equivoca al no ponderar suficientemente el valorde ‘reciprocidad’ y al fijarse sólo en el aspecto negativo, o bien existía unconcepto negativo antiguo preponderante que va dándose la vuelta después,con los años, para convertirse en positivo. Sanción: ambas cosas; DST noanda muy fino en esta entrada, pero también es verdad que las circunstanciasno parecían acompañarle. Entre otros impedimentos, la raíz ayni- encerrabaun espín que nuestro autor no pudo ver, dados los exiguos avances de lalexicología —que no de la lexicografía— en el momento de hacer su lexicón.

3. El Anónimo, orientado ya hacia el Altiplano (dialecto andinodel quechua) descubre después ambos valores, aunque sigue inclinándosepor el negativo: venganza vs. recompensa (generalmente negativa).

4. DGH, el gran gramático y lexicógrafo cacereño, propugna laigualdad: ‘pagar con la misma moneda’ o sea, dar bueno por bueno y malopor malo, como en el código de Hammurabi. Habría que ver qué dice elderecho comparado de la Edad Antigua, antes de la extraordinaria herencialatina de Cervidio Scévola, Papiniano, Modestino, Gayo, etc. Por otro lado,como «trabajar» es un concepto considerado positivo, la presencia de llank’ay

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en el diccionario nos lleva al resultado que todos conocemos: al de lareciprocidad andina.

5. Bertonio, el otro gran gramático y lexicógrafo del siglo XVII,introduce dos veces como lema la palabra aynisitha, para separar las dosvertientes del espín: la del debate y la contradicción, por un lado, y la deltrabajo devuelto en justo pago no pecuniario, por otro. Esa sí que fue granintuición, aunque lexicográficamente mal resuelta, pues no era precisamenteun caso de homonimia.

Sin conocer estas fuentes ni descubrir estas reglas no se puede hacerlexicografía con garantías en el ámbito peruano. De esto se derivan ahorados corolarios: el primero, que no hay que delegar en Madrid para quehaga nuestro diccionario (los 216 quechuismos de la edición veintiuna ylos 346 de la edición veintidós, con sus abundantes errores, no avalanprecisamente la dejación de funciones) y segundo, que el diccionario esobra de todos, porque los obstáculos que señalaba Covarrubias para llegara buen puerto están ahí y no cabe minimizarlos. Todos los esfuerzos sonpocos.

Cerraré la parte técnica de mi exposición atendiendo a lanomenclatura. Permítanme de nuevo que metaforice con metáforas ajenas.Cantaba —más que rezaba— Aleixandre:

Hermoso es, hermosamente humilde y confiante, vivificador yprofundo,

sentirse bajo el sol, entre los demás, impelido,llevado, conducido, mezclado, rumorosamente arrastrado.

Y poco después:

Sino que es puro y sereno arrasarse en la dichade fluir y perderse,encontrándose en el movimiento con que el gran corazón de los

hombres [palpita extendido.

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Como ese que vive ahí, ignoro en qué piso,y le he visto bajar por unas escalerasy adentarse valientemente entre la multitud y perderse.La gran masa pasaba. Pero era reconocible el diminuto corazón

afluido.Allí, ¿quién lo reconocería? Allí con esperanza, con resolución o

con fe, con [temeroso denuedo,con silenciosa humildad, allí él tambiéntranscurría.

La palabra llega concreta al diccionario, pero se diluye en la masa yse pierde entre el río de palabras en algún lugar de la a a la z. No obstante,sigue existiendo por sí misma, procede de una vivienda determinada y habajado por las escaleras comunes del edificio léxico que llevan a la calle deltexto. Y aún es reconocible su diminuto corazón. Pero, ¿qué hacer para noconfundirla con otras afines? ¿Cómo etiquetarla?

Les propondré un último ejercicio por el momento. Antes de definircada palabra de un conjunto, por ejemplo el de los objetos con los que nosayudamos para obrar en este mundo —aparato, artefacto, artilugio, herramienta,instrumento, máquina, medio, útil, utensilio...—, hay que estudiarsemánticamente el campo; así tras el análisis, tendríamos el siguiente árbol(es un ejercicio tentativo, como todos los semánticos):

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Realizado este trabajo de encaje de bolillos, podemos definir lasacepciones de cada entrada en el grupo semántico correspondiente. Esomismo se concreta más abajo en letra de otro color o tono. El conjuntoqueda —aportamos solo un fragmento, como muestra— del siguiente modointermedio:

MEDIO (sust.) [...] {[+instr.] [+compl.]}, modo {de transporte};{[±instr.] [‡compl.]}, conducto {por donde discurre algo};{[‡instr.] [líq.]}, líquido {que sirve de ayuda en un trabajo}.

INSTRUMENTO {[instr.] [±compl.]}, mecanismo {para hacer algo};{[+act.] [-anim.]} [‡compl.], utensilio {hecho de piezas, para unuso}; [part.] (herramienta {de trabajo}; [+compl.], máquina.

UTENSILIO {[instr.] [±ríg.]} [±f.], objeto {para uso manual};[±compl.] (instrumento {de uso}

[...]

Son definiciones tentativas, intermediaciones mesoestructurales ala espera de su última concreción. Después, mejoradas las definiciones,cuando ya tengamos el estudio terminado, procederemos a distribuiralfabéticamente el conjunto en la macroestructura del diccionario,eliminando los elementos intermediadores:

[...]INSTRUMENTO. m. 1. Objeto {que se utiliza para realizar una

acción}; 2. Utensilio {hecho de piezas, para un usodeterminado}; 3. Herramienta {de trabajo}; 4. Máquina {depequeño tamaño}.

[...]MEDIO. m. 1. Modo {de transporte}; 2. Conducto {por el que

discurre algo}; 3. Líquido {utilizado para realizar un trabajo}.[...]UTENSILIO. m. 1. Objeto {para uso manual}; 2. Instrumento

{sencillo} / ÚTIL [...][...]

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Este es el modelo científico, la manera de tratar la sinonimia y polisemiay separarla de la homonimia; así también se reconocen los espines —con, quetambién significa contra / alquilar con su distribución complementaria deagentes / monstruo con su valoración positiva, cuando conviene, por ejemplo,también lo son—, para no dejar perderse a las palabras en el maremágnum delas demás palabras, confundiéndose unas con otras. Luego, se aplican elresto de las técnicas: metonimia y sinécdoque, holonimia y meronimia,metáfora, sin perder de vista el conjunto ni la planta de diccionario.

El gran problema es que a nuestro DP le va a faltar continuidad...,quiero decir continuidad topológica, solo encontrable en el diccionarioholístico de la lengua, por lo que habrá que hacer referencia a las palabrasde base, aunque no se definan, para darle adecuado cuerpo: mesero,peruanismo, no puede definirse sin mesa, palabra panhispánica en principioajena a nuestro diccionario restringido.

Por eso, a la larga, habrá que pensar que un DP no es técnicamenteaconsejable como «Diccionario de Peruanismos», sino como «Diccionariodel Perú».

Acabo. La mora encantada sigue encantada y al mismo tiempohemos burlado a sus guardaespaldas. En 2011, al filo del centenario deCovarrubias, puede que nos veamos de nuevo en esta casa emblemática,cuyos balcones de madera recuerdan los balcones de Extremadura y deCanarias, con el DP en la mano. Les emplazo a todos y me emplazo a mímismo para que así sea, aunque siempre con la limitación, la necesidad yal tiempo el ensueño que señaló Roland Barthes, en sus tres sentencias, enel prólogo al diccionario Hachette en 1980:

1. El diccionario lucha sin cesar contra el tiempo y el espacio (social,regional, cultural), pero siempre es vencido; la vida siempre esmás amplia, más rápida.

2. Toda palabra apela a una cosa, o a una nebulosa de cosas, perode igual modo cada cosa no puede humanamente existir sinque haya una palabra que de cuenta de ella, la consagre, la asuma.

3. Creemos que el diccionario es un indispensable útil del

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conocimiento, y es verdad; pero es también una máquina de soñar;al engendrarse a sí mismo, por así decirlo, de palabra en palabra,termina por confundirse con la potencia de la imaginación.

Y es que como dice Barthes «el lenguaje no es solamente el privilegiodel hombre, es también su prisión».

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«La lengua Aymará es la más general de todas, y corre desdeGuamanga, principio del obispado del Cuzco, hasta casi Chile óTucumán; es bien diferente de las otras lenguas, aunque tomaalgunos vocablos de la quichua, variando la declinación yformación pero no la significación».

Ramírez ([1597] 1906: 297)

0. La voz aimara alude actualmente a la segunda lengua ancestralmás importante del área andina, y, por extensión, al conjunto de los pueblosde los Andes sureños que, distribuidos entre los países del Perú, Bolivia yChile, se sirven de ella como idioma materno, con una demografíasignificativa de algo más de dos millones de hablantes. Es más,modernamente, en el imaginario político de los países involucrados, enespecial en su región altiplánica compartida, se habla también de una«nación aimara», por encima de sus fronteras territoriales, y cuya unidadreposaría precisamente en el uso de la lengua común así llamada.

Originariamente, sin embargo, la palabra no hacía referencia a lalengua ni menos a los pueblos que se valían de ella, y a lo sumo aludía,como lo hemos reseñado ampliamente en otro lugar (cf. Cerrón–Palomino2000: cap. I), a un grupo étnico de la región sureña del actual territorio

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peruano. En la nota que sigue, tras un excurso sobre el tema, nos ocuparemosde la etimología formal y semántica del nombre, cuya dilucidación habíaquedado pendiente, reclamando un mejor escrutinio de los datos. Creemosestar ahora en condiciones de ofrecer los elementos de juicio que permitenresolver, al menos en calidad de hipótesis, los arcanos que encerraba la vozque nos ocupa.

1. La voz aimara como glotónimo. El nombre con el que se designadesde tiempos coloniales a una de las tres «lenguas mayores» del antiguoPerú es el de aimara, escrito entonces como <aymara>, alternando con<aymará>. La primera documentación de su uso como tal remonta a 1559,bajo la pluma del Lic. Polo de Ondegardo, en su conocido tratado sobrelas creencias de los antiguos peruanos, donde cita algunos términosatribuidos a la lengua «Aymarà de los Collas» (cf. Polo de Ondegardo [1559]1985: 270). Conocida previamente como «lengua de los Collas», osimplemente «lengua colla» (cf. Díez de San Miguel [1567] 1964: 194, 227),es posible que la designación de <aymará>, primero como simple alternativay luego como sustituto de la frase alusiva al supuesto gentilicio, antedate ala fecha mencionada, de manera que, con el tiempo, ya no sería necesariala especificación referida a los collas1, como se desprende de otro pasajedel propio Polo de Ondegardo (op. cit., 271), en el que hace mención a lalengua «Aymarà» a secas. ¿Significa esto, entonces, que la lengua no teníanombre propio, ya que para aludir a ella había que especificar el gentiliciocon el que se le asociaba? La respuesta no se deja esperar: como se sabe, losglotónimos, aquí y en todas partes, derivan de los gentilicios, y se forjan enla necesidad de los pueblos de identificarse o de ser identificados frente alos otros. No debe extrañar entonces que la entidad que conocemos ahoracomo aimara careciera de nombre propio, al igual que ocurría con su vecinaquechua, como tendremos ocasión de ver en otro lugar.

1 La expresión «lengua de los collas» requiere también de una explicación, pues adolecede una asociación equívoca. En efecto, como lo vienen demostrando los estudioslingüísticos y etnohistóricos (cf. Torero 1987: 343-351, Bouysse–Cassagne 1988:1, § III), la lengua de los collas originarios, habitantes de la región noroeste dellago Titicaca, habría sido la puquina, antes de su aimarización lingüística previaa su quechuización ulterior.

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En efecto, en cuanto al nombre aimara, éste es el resultado de unaforma regresiva a partir de <aymaray>, con acentuación llana (es decir[aymáray]), que es como la registra el cronista indio Guaman Poma ([1615]1936: 74, 269, 329, 433, 521 y passim), cuando no la castellaniza expresamentecomo <Aymara> (op. cit., 100, 101, 128, 153 y passim). Dicho nombre hacíaalusión a un grupo étnico particular, referido precisamente como <Aymaraes>por cronistas como Betanzos ([1551] 2004: I, XVIII, 129) y Sarmiento deGamboa ([1570] 1965: [35], 240). La etnia en referencia, cuyo territorio pasóa llamarse «provincia de Aymaraes», según usanza de la época, ocupaba elcurso alto del río Pachachaca, que en su trayectoria recibe también el nombrede Abancay, y fue conquistada por Capac Yupanqui, hermano del incaPachacutiy (cf. Garcilaso [1609] 1943: II, X, 148). La designación, adaptadaal castellano a partir de <aymarays>, tal como la registra Guaman Poma,con la añadidura del plural gentilicio –s (como en «los chancas», «loscharcas», «los lipes» o «los camanchacas», etc.), ha quedado perennizadacomo el nombre de una de las siete provincias del actual departamentoperuano de Apurímac. En dicho proceso de adaptación, quitado el pluralgentilicio, la –y final fue vocalizada como [e], deviniendo en <aymarae>,base sobre la cual podía agregarse cómodamente la marca gentilicia,obteniéndose <aimaraes>, pero induciendo, de refilón, un falso análisisen la forma de aymara–es, donde –es aparece ahora como mero alomorfo dela desinencia plural castellana. De aquí se estaba a un paso de la adaptaciónfinal: quitada dicha terminación, quedaban expeditas <aymará>, conacentuación aguda, o su variante llana <aymara>, convertidas en la formabásica del nombre. La primera opción, todavía en boga hasta mediados delsiglo XX, como lo explica nuestro colega y amigo Enrique Carrión (1983:187), surge de la atracción acentual que ejerce el segundo diptongo [ay] de<aymáray> para devenir en <aymaráy>, con pérdida posterior de lasemiconsonante final2; la segunda variante, a su turno, con modernizaciónortográfica en la forma de <aimara>3, es la que se ha impuesto finalmente.

2 Fenómeno nada infrecuente en la adaptación castellana de los nombres de origenquechua y aimara, como lo prueba, por ejemplo, el topónimo de la costa central peruanaLunahuaná, a partir de una fase intermedia como *runa wana–y ‘(lugar) donde escaseala gente’. Para ejemplos similares, ver Cerrón–Palomino (2004b: § 4.3.4).

3 En efecto, ésta es la forma, ortográficamente correcta, que se ha impuesto por lomenos en el Perú, salvo prácticas aisladas y esporádicas que, descaminadas en el

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Ahora bien, hasta aquí nos hemos referido solo a la asimilación delnombre dentro del castellano, el mismo que, según se vio, de etnónimodevino en glotónimo. Sin embargo, queda la pregunta con respecto a lamotivación que dio origen a la transposición semántica del término. Enefecto, ¿por qué razón el gentilicio prehispánico de los <aymaray> fuetomado por los españoles como base del nombre de la lengua queconocemos como aimara? La misma interrogante se formularon en sumomento estudiosos como Markham ([1871] 1923: Apéndice) y Tschudi([1891] 1918: 146–167). La tesis que el historiador británico ofrece enrespuesta a dicha pregunta, y que luego será suscrita por el viajero suizo, esque la designación de aimara para referir a la lengua le fue impuesta a éstapor los misioneros aimaristas de Juli (Puno), en forma arbitraria, desde elmomento en que habrían tomado el nombre de uno de los grupos decolonos prehispánicos procedentes de la «provincia» de Aimaraes,transportados allí por los incas en calidad de mitmas, y de quienes se habríanservido aquéllos en su aprendizaje del idioma. Observa el mismo autor,sin embargo, que tales colonos y sus descendientes, originariamente vecinosy aliados de los quechuas de la región de Apurímac, apenas habríancambiado su lengua quechua materna por la del aimara de su nuevaresidencia. De esta manera, concluye Markham, se designaba un idiomacon un nombre desprovisto de toda motivación histórica y lingüística.

Pues bien, ¿hasta qué punto es válida la tesis del ilustre historiadorsajón? En verdad, estudios posteriores se encargarán de desecharla, porcarecer de sustento. Así, Middendorf ([1891] 1959: II), sobre la basedocumental proporcionada por las «Relaciones Geográficas» (cf. Jiménezde la Espada [1881–1897] 1965), demuestra que en verdad el antiguoterritorio ocupado por los aimaraes era de habla aimara, por lo menosantes de su quechuización, como lo estaría probando la toponimia de laregión4. Por su parte, José María Camacho, el estudioso boliviano que

tiempo, persisten en el empleo de la otra variante (¿y por qué no entonces seguirescribiendo <quichua> y no <quechua>?). No así en el país boliviano donde,sobre todo entre los aimaristas, escribir <aymara>, con <y> y no con <i>, parecehaberse convertido en símbolo de reivindicación idiomática.

4 Así, por ejemplo, al hablar del nombre de la provincia de Cotabambas, quelimita con la de Aimaraes, comenta, y con razón: «También este nombre pertenece

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anota la versión castellana del libro de Markham, en particular el «Apéndice»en el que desarrolla su tesis, llama la atención sobre dos cosas puntuales eimportantes: (a) que en verdad los jesuitas se asentaron en Juli solo en1577; y (b) que quince años antes ya se designaba a la lengua como aimara,por lo que los jesuitas no serían responsables de la festinación del nombre,sin descartar que luego se habrían encargado de afianzarlo (cf. op. cit., nota1, 142). Sobra decir que las investigaciones contemporáneas en materia deaimarística se encargarán de confirmar las observaciones adelantadas portales estudiosos.

En efecto, si bien el glotónimo se documenta desde 1559, según sevio, su empleo como tal, aparece ya bastante generalizado al finalizar elsiglo XVI, para afianzarse plenamente en el XVII. Paralelamente, el términoirá adquiriendo otro valor, esta vez de la lengua al grupo social, pues secomenzará a hablar de las «naciones aimaraes», englobando dentro de ellastodavía a los «aimaraes» originarios. Tal es lo que advertimos, por ejemplo,en las «Annotaciones» a las traducciones aimaras del Sínodo convocadopor el arzobispo Toribio de Mogrovejo, donde aparecen listadas lassiguientes «naciones»: aimaraes, canchis, canas, contes, collas, lupacas,pacajes, charcas, carangas, quillacas, y otras cuyos nombres étnicos no semencionan (cf. Tercer Concilio [1584] 1985: 78). Años más tarde, el primergramático de la lengua hará referencia, de manera cómoda, a la «naciónAymara», como una unidad supraétnica, «aunq[ue] estendida en varias, ydiuersas prouincias» (cf. Bertonio [1612] 1984: «Al lector»)5. Notemos depaso, en el pasaje citado del Tercer Concilio, cómo «aimaraes» y «contes»figuran como «naciones» de habla aimara, demostrando así la tesisequivocada de Markham: la designación de <aymara> de la lengua que hoy

al aymará, pues kota es lago o laguna, mientras el mismo significado en quechuaes «kocha», ya que el sonido ch del quechua, pasado al aymará, en diversaspalabras, se convierte en un sonido simple de t» (cf. Middendorf, op, cit., II, 71).Aclaremos de paso, sin embargo, que la voz aludida remonta a *quca, de la cualderivan ambas versiones mediante reglas fonéticas precisas (cf., para el aimara,Cerrón-Palomino 2000: cap. V, § 1.2.1).

5 Que el proceso fue gradual nos lo ilustra el documento oficial de la tasa de la visitadel virrey Toledo ([1582] 1975): en dicho registro fiscal, al mismo tiempo que losantiguos lupacas y pacases son censados como «aimaras», los carangas, charcas y quillacasaún siguen siendo consignados con su nombre étnico respectivo.

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conocemos como tal, lejos de haber sido inmotivada, le venía más bien demodo natural.

Pues bien, las referencias hechas en el párrafo precedente demuestranque la visión tradicional que se tiene actualmente del aimara como lenguaoriginariamente altiplánica no tiene sustento. Ahora sabemos que lasantiguas «provincias» de los «aimaraes», «contes», «canchis», «canas» y «collas»se quechuizaron definitivamente durante los siglos XVI y XVII. Es más,gracias a la evidencia aportada por otros documentos, así como por latoponimia debidamente analizada, hoy podemos sostener no solo lapresencia de la lengua en la región del Cuzco, erigida como idioma oficialpor los incas antes de su quechuización posterior (cf. Cerrón–Palomino1998, 1999, 2004a), sino en toda la región de los Andes Centrales, comolo señalaba el clérigo Balthazar Ramírez (ver epígrafe) y lo advertía despuésMiddendorf (op. cit., II). De hecho, la presencia del jacaru–cauqui en plenaserranía limeña (Yauyos) es el mejor testimonio de la antigua raigambrecentro–andina de la lengua, antes de su fragmentación posterior debido a laincursión del quechua.

Nótese ahora que, como resultado de los acontecimientos referidos,por aimara se comprende exclusivamente, en los medios ajenos a los de laespecialidad, la variedad altiplánica por excelencia. Con el avance de losestudios en materia de lingüística andina, que demostró de manera terminanteque el jacaru–cauqui, lejos de ser un resto de habla de mitmas transplantadosdel altiplano, como se pensaba, constituía más bien la prueba palpable de lapreexistencia del aimara en la zona, surgió, entre los especialistas, un falsoproblema de carácter designativo: ¿cómo debía nombrarse el conjunto jacaru–cauqui/aimara (altiplánico), siendo ambas ramas miembros de una mismaentidad (familia) idiomática? La pregunta tuvo dos propuestas como respuesta:por un lado, Martha Hardman ([1966] 1975, 1978) acuñó el término jaqi (yasí ella habla de las «lenguas jaqi»); y, por el otro, Torero ([1970] 1972) postulóaru (de allí el uso de «lenguas aru»); en ambos casos se echaba mano de unapalabra aimara significando ‘gente’ y ‘palabra’, respectivamente. En otro lugar(cf. Cerrón–Palomino 1993) hemos discutido ampliamente lo inadecuado einnecesario de ambas designaciones, por lo que no volveremos a tratar deello aquí. Baste con señalar que nuestra posición es a favor del uso del mismo

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nombre de aimara (y entonces hablamos de «lenguas aimaras» o «aimaraicas»)para designar a toda la familia, así como había ocurrido previamente con elde quechua a la hora de intentar agrupar todos los miembros de la familiabajo un mismo rótulo6.

2. Etimología. Luego de haber trazado la historia de la evolucióndel nombre señalando su motivación inicial, su ampliación semántica comoglotónimo y como sello de nacionalidad, así como también su adaptaciónformal dentro de la fonética castellana, resta ahora abordar el tema centralde la presente nota: la etimología primordial del término, en este caso suprehistoria. Pues bien, como mencionáramos al inicio, al ocuparnos de la«historia del nombre» en nuestro estudio de conjunto sobre la familiaidiomática (cf. op. cit., cap. I, 27–41), dejábamos en suspenso el problemaplanteado. En lo que sigue quisiéramos retomar la pesquisa pendiente,ofreciendo esta vez, previo análisis fonológico, gramatical y semántico, elétimo prístino aproximado del término. En primer lugar, siguiendoprocedimientos anteriores, evaluaremos las etimologías previamentepropuestas y luego pasaremos a formular la nuestra.

2.1. La «lengua de Adán». Para los aimaristas tradicionales el nombrede la lengua provendría de la frase *jaya mara aru, que literalmentesignificaría «la voz o palabra de lejano tiempo»: tal es lo que nos dice, porejemplo, Tarifa Ascarrunz (1969:14), en el lado boliviano, y que suscribeDeza Galindo (1989, 1992), en el lado peruano. La expresión, sin embargo,es a todas luces la traducción antojadiza de una vieja creencia, según lacual el aimara sería, en efecto, la lengua primordial de la humanidad. Siendode suyo absurda e insostenible, cabe preguntarse cómo y cuándo se forjaesta opinión en el imaginario de tales aimaristas. La respuesta no se dejaesperar: es, por así decirlo, el respaldo «lingüístico» de las ideas de EmeterioVillamil de Rada, minero aventurero y diplomático boliviano nacido enLima, que en el último tercio del siglo XIX publica un libro con el título

6 A nadie se le ocurrió entonces, comenzando por el propio Torero, acuñar otro rótulo,que siguiendo igual lógica habría sido simi, pues se prefirió seguir empleando el mismonombre tradicional, aun cuando muchos dialectos quechuas ostentan una designaciónparticular.

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elocuente de La lengua de Adán y el hombre de Tiahuanaco (Villamil de Rada1888)7. En dicha obra (reeditada en 1939), sostiene el autor que el aimaraera nada menos que la «lengua primitiva que hablaba Adán» (cf. Rivet yCréqui–Montfort 1951: II, 141–142) Llegaba a tal conclusión luego de«demostrar» que las lenguas indoeuropeas derivaban del aimara (y del quechua,que a su vez provendría de éste), y cuyo pasaje al viejo mundo se habría hechoa través de la perdida Atlántida8.

Pues bien, no hace falta detenernos en la discusión de una idea tanperegrina como la propuesta, pues basta recordar que, en este caso, elmencionado escritor, hombre de su tiempo, solo recogía una idea queflotaba en el ambiente de los círculos académicos de la época. Como él,entre otros, el uruguayo Vicente Fidel López (1871) y el peruano PabloPatrón (1900), si bien no llegaban a tanto, sostenían que nuestras lenguasmayores estaban emparentadas con las lenguas del viejo mundo. Por lodemás, el trabajo «probatorio» de los parentescos supuestos ofrecidos portales autores constituye un buen ejemplo de lo que podríamos llamar unaverdadera paleontología lingüística.

Una vez explicado el entuerto, ocioso será también invalidar laetimología formal de *jaya mara aru, expresión artificial desprovista de todorespaldo documental, y que no resiste el menor análisis de forma ysignificado, cosa que naturalmente eluden sus proponentes. Quien sinembargo trató de hacerlo, sin éxito anunciado, fue el etimologista peruanoDurand, afincado en La Paz. En efecto, este autor, haciéndose eco de las

7 Señalemos, de paso, que la atribución del aimara a los fundadores de Tiahuanaco esotra de las tantas falacias que todavía embelesan a etnohistoriadores y arqueólogos,sobre todo del lado boliviano, pasando por alto la presencia innegable de la terceralengua más importante de la región: la puquina (cf., para una amplia discusión sobreel tema, Cerrón–Palomino 2000: cap. VII).

8 Una perla que ilustra la «prueba» aportada es el siguiente pasaje: «Dichas dos lenguas—el griego y el latín—, de universal vida y accion histórica e intelectual, aún funcionanteen la frase forense y tecnológica y en toda fórmula del arte y la ciencia, de la historia yde la filosofía y sus respectivos lenguajes, del relativo interrogante khitis del Aymará, separtieron por mitad sus propios relativos. Tomó para sí Quis y el qui el Latín, y Tis elGriego para interrogar ¿quién es? —En su mismo Aymará preguntada ella – ¡QuiTis? Responde: La lengua de Adán» (op. cit., 247).

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ideas de Villamil de Rada, postula *aya–mara como el étimo del nombre,con el significado de «los de tiempo inmemorial» (cf. Durand 1921: cap. I, 7),que obviamente serían los aimaras y su lengua. Proponiendo asociacionesléxicas arbitrarias e invocando «ecuaciones» caprichosas, con estrujamientosde forma y significado, que se atribuyen indistintamente a favor del quechuay del aimara, identifica el primer elemento del compuesto, es decir aya, como‘muerto’ o haya como ‘quinua silvestre’; y el segundo componente, o seamara, como ‘estrella, año, tiempo’, en aimara, que vendría a correspondersecon wata ‘año’, en quechua. No contento con ello, trae a colación a Bertonio,en nota a pie de página, a propósito del verbo <ayma–> (cf. Bertonio [1612]1984: II, 28), para interpretarlo a su albedrío, agregando que aimara podríasignificar también el «bayle y la canción del me voy o del adiós» (nota 4, 7). Esdecir, la vieja práctica de los etimologistas aficionados: aportar cuantaetimología se les ocurra, sin evaluarlas previamente, no importando cuánfantasiosas pudieran ser.

Tales han sido, en suma, los únicos intentos por etimologizar elnombre en estudio. Como se dijo, la idea de la «lengua de Adán» sigueteniendo vigencia entre los aimaristas a un lado y otro del Titicaca9. Elloexplica también su proclividad a querer interpretar los topónimos, no soloya de toda la América del Sur, sino también las del Norte, a partir delaimara10. Mientras tanto, en las esferas de mayor nivel académico, nadiemás se aventuró a indagar sobre el origen del nombre, con la excepción de

9 Pero no solamente entre los gramáticos tradicionales, pues lo mismo podemos decirdel «proyecto Atamiri», del experto boliviano en informática, Iván Guzmán de Rojas,para quien el aimara sería la única lengua del mundo dotada de una sintaxis«algorítmica» de base lógica trivalente (cf. www.atamiri.cc). Lo que no advierte elmencionado experto es que, siguiendo su razonamiento, y sin ir muy lejos, el quechuatambién tendría la misma propiedad que se le atribuye al aimara. Ocurre que enambos casos, aparte de las proposiciones afirmativas y negativas, cabe otra «valencia»:la de los juicios probables; pero ello también se da en toda lengua, con la únicadiferencia que en los idiomas andinos su gramaticalización se hace a través de morfemasespeciales.

10 Para muestra, un botón: el topónimo Ottawa (Canadá) es explicado, en tales predios,como proviniendo del aimara *uta–wa ‘(es una) casa’; asimismo Alaska (EstadosUnidos) se interpreta a partir de *ala–ska- ‘estar comprando’. Para más ejemploscon lindezas semejantes, ver Deza Galindo (1992: Apéndice).

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Markham, según se vio, secundado por Tschudi. En efecto, ni Middendorf,reivindicador de la toponimia aimara en la sierra centro–andina, ni Uhle([1910] 1969), su seguidor más entusiasta, ensayan hipótesis al respecto, y alo más parecen dar por sentado el origen aimara del nombre. No extrañaeste silencio, desde el momento en que, como se verá, su desentrañamientoreclamaba el conocimiento de la historia evolutiva de la lengua, para locual había que esperar aún hasta fines del siglo pasado.

2.2. Resolviendo el enigma. Nuestro cometido en esta sección esindagar sobre la etimología prehistórica de la palabra, más allá de laaveriguación hecha hasta aquí sobre la base de su documentación inicial,primeramente como puro y simple etnónimo, es decir <aymaray>, y luegocomo portador de los valores ulteriores de idioma y de «nación». En nuestrointento previo por adelantar en dicha dirección (cf. Cerrón–Palomino 2000:cap. I, § 1.4, nota 11), como dijimos, no habíamos podido ir más allá de laidentificación parcial de su estructura interna.

En efecto, en dicha oportunidad dejábamos sentado que la palabradebía analizarse como *ayma–ra–y, donde los sufijos –ra y –y, de cuñoauténticamente aimara, podían reconocerse como el ‘multiplicador’ y el‘localizador’, respectivamente. Advirtamos, sin embargo, que tales morfemasno son fácilmente identificables en la lengua actual, pues, por un lado, elprimero ha dejado de ser productivo, y solo se lo encuentra mayormenteen los topónimos; por otro lado, el segundo, de ocurrencia igualmenteexclusiva en los topónimos, burla fácilmente la atención del estudioso, almostrarse en forma no tan evidente como lo hace. Por nuestra parte,creemos haberlos identificado plenamente gracias a nuestras indagacionestoponímicas, por lo que nos relevamos aquí la tarea de volver sobre ellos,remitiendo al lector, entre otros, al trabajo en el que nos ocupamos sobrela materia (cf. Cerrón–Palomino 2002a). No estará de más recordar, sinembargo, que el sufijo –y ‘localizador’ es la forma evolucionada de *–wi,sufijo propio del proto–aimara, productivo aún en la lengua altiplánica,como resultado de dos cambios sucesivos: (a) síncopa vocálica y (b)disimilación semiconsonántica. Quiere ello decir que, partiendo de *ayma–ra–wi, que es la forma que reconstruimos, se produjeron los pasos siguientes:(a) ayma–raw y (b) ayma–ra–y, respectivamente (compárense, por ejemplo,

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las variantes <Marca–o> ~ <Marca–y> en Vilque, Puno). Pues bien, el cambio(a), imposible en aimara (ya que esta lengua no tolera nombres que acabenen consonante), es producto de una quechuización11; el segundo, es decir(b), también es efecto de una pronunciación quechua con influencia aimara(en virtud de la cual el «diptongo» aw deviene ay)12. De esta manera, laforma <aymaray>, si bien nativa a la lengua, es una remodelación en bocade hablantes quechuas.

Ahora bien, reconocidos los sufijos mencionados, quedaba elproblema de la identificación de la raíz, es decir el elemento irreductiblede la palabra y portador de su significado básico: ayma. ¿Qué podía significareste radical? Descartado el quechua como posible fuente, su búsqueda enlos vocabularios aimaras tanto coloniales como contemporáneos no podíaser menos frustrante. En efecto, lo más próximo que encontramos, por lomenos en una primera inspección del vocabulario aimara más antiguo, esel verbo <ayma–> «baylar al modo antiguo, especialmente cuando van a laschacaras de sus principales» (cf. Bertonio, op. cit., II, 28). Recordemos queDurand sugería justamente, como alternativa etimológica de <aymara>, dichoregistro, si bien glosándolo de manera antojadiza. Fuera de los repositoriosléxicos, encontramos también la forma <ayma>, esta vez como sustantivo, enla documentación colonial: así, Polo de Ondegardo (op. cit., 273) nos hablade una «fiesta que llaman Ayma, con vestiduras que tienen depositadas paraello»; Santa Cruz Pachacutiy, a su turno, también hace referencia a un himnoo cantar llamado <ayma> (cf. Santa Cruz [1613] 1993: fols. 13r, 16v). Todoindica entonces que entre el verbo y el nombre existe una conexión obvia,formal y semántica: podía tratarse de una raíz ambivalente, nominal y verbala la vez, nada infrecuente en las lenguas andinas. El hecho es, sin embargo,que la palabra, por lo menos bajo dicha apariencia formal devino obsoleta,al desaparecer el tipo de tenencia y estructura agraria que le daba sentido.Modernamente, a lo sumo, la forma subsiste como apellido de indudable

11 Por ejemplo, un mismo topónimo es tratado de manera distinta, en un caso en el áreaquechua, y en el otro, en la zona aimara: <Oyó–n> (Lima) versus <Uyu-ni> (Potosí), enambos casos significando ‘(lugar) con corralones’, con síncopa vocálica en el primer caso.

12 El mismo fenómeno es responsable de las alternancias quechuas actuales entrep’unchaw ~ p’unchay ‘día’, wawqi ~ wayqi ‘hermano de varón’, ñawpa ~ ñaypa‘antes’, llawt’u ~ llayt’u ‘diadema imperial’, etc.

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origen aimara, frecuente tanto en el país como en Bolivia: <Ayma>. Pero, afalta de mayores fuentes, la investigación aconseja en estos casos recurrir a latoponimia, y para ello qué mejor que consultar los diccionarios geográficostanto peruanos como bolivianos.

Pues bien, nombres que contienen el radical <ayma> se registrantanto en Paz Soldán (1887) como en Stiglich (1922), sumando en totalalgo más de una quincena. Importa advertir que tales topónimos sedistribuyen, en el Perú, a partir de la sierra central, en dirección del sureste,incrementando cada vez más su recurrencia. No ocurre lo propio en Bolivia,donde apenas encontramos dos localidades con dicho nombre: uno,<Ayma>, en el cantón paceño de Sicasica (cf Ballivián 1890); y otro, <Aima–ra–ni>, una estancia en Totora, Carangas (cf. Blanco 1904). Como se puedeapreciar, tenemos aquí, por un lado, una forma absoluta, es decir libre desufijos, y otra derivada, que podría glosarse como ‘(lugar) con aymas’. Elhecho es que, con estos datos, no se puede ir más lejos, puesto que nosabemos qué puede significar ayma en dicho contexto. Obviamente, si lainterpretamos como ‘lugar con varios himnos’ (recuérdese el valor delmultiplicador –ra), el significado, como designación de un sitio, constituyeuna abierta violación de la plausibilidad semántica reclamada por ladisciplina etimológica. En tal sentido, lo más probable es que aquí estemosante una forma tardía <aymara–ni>, cuya base, reanalizada ya con absorcióndel antiguo sufijo multiplicador, puede glosarse como ‘(lugar) con aimaras’,es decir con gente de habla aimara, distinta seguramente de poblacionesde lengua quechua o uruquilla. Afortunadamente el registro toponímicoque conlleva el nombre es más abundante en la sierra centro–sur peruana.

En efecto, los topónimos en referencia son de dos tipos: (a) los quepresentan una estructura derivada (radical más sufijos); y (b) los queconstituyen formas compuestas, que a su vez se subdividen en: (b’)compuestos formados por raíz simple más un nombre; y (b’’) compuestosintegrados por raíz derivada más nombre. Seguidamente ilustramos lostipos caracterizados13:

13 No consideramos aquí dos topónimos: <Aimaraes>, cuya forma, según dijimos,remonta a *<ayma–ra–y>, y que ya nos es familiar; tampoco tomamos en cuenta

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(a) Topónimos con estructura derivada:

<Ayma–s> (1 caso)<Ayma–ra> (6 casos)<Ayma–ña> (1 caso)<Ayma–y(a)> (2 casos)

(b) Topónimos compuestos (simple raíz + N)

<Ayma–pata> (1 caso)<Ayma–putunco> (1 caso)

(c) Raíz derivada + N

<Ayma–ra–pata> (1 caso)<Ayma–ra–bamba> (1 caso)

Pues bien, los sufijos contenidos en (a) son *–º ‘caracterizador’, *–ra‘multiplicador’, –ña ‘concretador’ y –y(a) ‘localizador’. Con excepción delprimero, vigente sólo en el quechua central (cf. Cerrón–Palomino 2002b), yque no debe ser interpretado como el plural castellano, todos ellos son decuño aimara, si bien, conforme vimos, el último acusa remodelación en laotra lengua. Conociendo el valor de tales sufijos, podemos intentar traducirlos topónimos listados, en una primera aproximación, como ‘(lugar)caracterizado por ayma’, ‘(lugar) donde abunda ayma’, ‘(lugar) donde seayma’ y ‘(lugar) donde hay ayma’, respectivamente. Sobra decir que en todosestos casos falta la información básica: el significado de ayma. Con todo, seva insinuando el carácter más bien concreto del referente, puesto que entodos ellos se hace alusión, descriptivamente, a un contexto físico. Losejemplos de (b) confirmarán esta sospecha. En efecto, <Ayma–pata> valecomo ‘andén de ayma’ y <Ayma–putunco> se glosa como ‘brotar o germinar

<Aymarilla> (Chumbivilcas, Cuzco), forma que conlleva el sufijo diminutivoarcaico –illa del castellano yuxtapuesto a la base derivada <ayma–ra>. En otranota nos ocuparemos ampliamente de los topónimos que registran el diminutivocastellano mencionado.

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el ayma’14; en ambos casos, según puede apreciarse, el significado parece estarentre manos, pues su mensaje agrario es bastante elocuente. Lo que, a su vez,acaba por confirmarse en los ejemplos de (c): <Ayma–ra–pata>, a diferenciade <Ayma–pata>, nos indica que estamos ante un andén que contiene variosaymas; del mismo modo, <Ayma–ra–bamba> nos anuncia que la planicie loes de una serie de aymas. En verdad, hasta aquí había llegado nuestraaveriguación previa sobre el nombre, dejando aún en la penumbra elsignificado inicial de ayma.

Como se recordará, en efecto, el significado hasta entonces encontradopara dicha voz fue el de ‘cantar’ o ‘himno’ que solía ejecutarse en la faenaagrícola de los terrenos de las autoridades prehispánicas importantes, perotambién de la comuna. Aunque vagamente ya, así parecen consignarloBüttner y Condori (1984), al proporcionar la glosa de la entrada respectivacomo ‘esp[ecie] de rito religioso’. Sin embargo, lo interesante es que allímismo se remite a <jayma>, que a su turno se define como «terreno de unainstitución, terreno público (proveniente de una nación)».

Pues bien, ocurre que <jayma> sí está presente en los vocabulariosantiguos y modernos, comenzando por el del propio Bertonio. En efecto,el jesuita anconense recoge, por ejemplo, el compuesto <hayma apu> [sic]con el significado de «chacara assi de comunidad» (cf. Bertonio, op. cit., II,127, donde <apu> debe leerse <yapu>). Y, lo que es más contundente,recoge —ahora lo sabemos— la variante fonética del verbo <ayma–> (op. cit.,II, 28), ya citado, en la forma de <hayma–> «ir a trabajar en las chacaras quese hazen de comunidad, como son las del Cacique, Fiscal, o de los pobres.&» (ibidem; cf. también: «ir muchos a trabajar a las chacaras de los principales:Hayma–tha», I, 284, donde <–tha> es la marca de primera persona). No hayduda entonces que estamos ante una misma raíz, de naturaleza ambivalente(verbo y nombre a la vez), <hayma> ~ <ayma>, cuya pronunciación fluctuaba

14 Esto, de aceptarse el étimo quechua de <putunco>, cuya raíz es el verbo p’utu– ‘brotar,germinar los sembríos’ (cf. Gonçález Holguín [1608] 1952: I, 298), seguido de unnominalizador –nku, hoy fosilizado. Cabe también analizarlo como aimara, queregistra <phutu–> ‘echar vaho’ (cf. Bertonio, op. cit., II, 282), en cuyo caso el significadodel topónimo sería ‘el vaho de las aymas’. Ante esta alternativa, nos inclinamos por laprimera, y, en tal sentido, el nombre habría sido ideado en quechua.

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entre una forma con aspiración y otra sin ella. Para dar con dicha variaciónhabía, pues, que recordar la advertencia formulada, en el vocabulario citado,sobre las palabras que empezaban con <h> o sin ella. Decía, en efecto, el ilustreaimarista, en el encabezamiento de la primera parte de su obra: «[…] miren concuydado la primera letra con que se escribe el vocablo que quieren buscar: porque podria ser que buscassen al que comiença por HA: entre los que comiençanpor A sin aspiracion, y al reues […]» (p. 1). Nótese, sin embargo, que la variaciónfonética del vocablo dio lugar, posteriormente, a un doblete: (a) <ayma>, conel significado de ‘canto o baile que se ejecutaba al ir a trabajar en las sementerasde los principales’, y (b) <jayma>, como equivalente de ‘chacra de principal ode la comunidad’. Ambas formas remontan entonces, sin duda alguna, a*hayma: en términos de fonética articulatoria, es más natural esperar que laaspiración desaparezca antes que surja de la nada15.

Una vez explicadas las formas <hayma> y <ayma> como provenientesde una misma base, creemos estar en condiciones de postular el significadode <ayma–ra–y>, que hasta ahora se mostraba huidizo. En efecto, de acuerdocon lo que acabamos de ver, todos los topónimos analizados previamente,con excepción de <Ayma–ña> y <Ayma–y(a)>, tienen como núcleo la raíz<ayma> con el significado de ‘sementera de autoridad o chacra comunitaria’,es decir, como sustantivo; los casos excepcionales citados, a su turno,conllevan la misma raíz, pero esta vez como verbo: de allí la necesidad denominalizarlo, como es usual, para servir como topónimo. De este modo,<Ayma–ña> vale como ‘(lugar) donde se baila y canta en las faenas de lassementeras (de los principales o de la comunidad)’; de igual manera, <Ayma–y(a)>, forma quechuizada que remonta a *ayma–wi, se glosa como ‘lugar decanto y baile’ en faenas como las mencionadas. De aquí estamos a un pasode ofrecer el significado primordial de <ayma–ra–y> (cuya forma prístinahabría sido *hayma–ra–wi), que sería ‘lugar con muchas sementeras (como las

15 A menos que haya un factor condicionante, como ocurre en aimara y en quechua:cuando una raíz que empieza por vocal contiene al mismo tiempo una consonanteglotalizada, desarrolla al inicio una aspiración (= regla de prótesis de [h]: así, hamp’atu‘sapo’, en ambas lenguas, mientras que en otros dialectos quechuas, que no conocenconsonantes glotalizadas, se tiene ampatu). De paso, al igual que <hayma>, también lapalabra quechua *hanan ‘arriba, encima’ alterna, en los documentos y en algunosdialectos quechuas actuales, con su variante anan, desprovista de aspiración.

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caracterizadas)’. Se trata, pues, como se ve, de una expresión de origeneminentemente aimara, aun cuando haya llegado a nosotros previa quechuización.

Antes de concluir con esta sección, resta que digamos unas palabras enrelación con la motivación semántica original del término. En efecto, siasumimos que la práctica del <(h)ayma> era propia del sistema agrariopreincaico y no una actividad particular del grupo étnico que luego sedenominaría <Aymaray>, ¿por qué razón el pueblo así llamado tomó (si es queno se le dio) dicha designación? Porque seguramente <(h)aymas> los hubo entodas partes, y la tonada especial que se cantaba y bailaba en ocasión de susfaenas era una práctica común, tanto que no escapó a los ojos y oídos del Lic.Polo de Ondegardo, quien la consigna como un ejercicio idolátrico, según sevio. Al respecto, diremos que, como ocurre en casos semejantes, la motivacióninicial del nombre es algo que escapa a la pesquisa etimológica. A lo sumo,podría conjeturarse que quizás el lugar de origen de los antiguos <aymaray> secaracterizaba, a diferencia de otras comarcas, por tener mayor cantidad ycalidad de terrenos considerados como <(h)ayma>.

3. A manera de resumen. En las secciones precedentes nos hemosocupado de la evolución formal y semántica del nombre de una de laslenguas mayores del antiguo Perú: la aimara. Originariamente, apelativode uno de los centenares de grupos étnicos conquistados por los incas(los aymaray), y que sobrevive, castellanizado como Aimaraes, designandouna de las provincias del departamento de Apurímac, hoy inmerso enterritorio de habla quechua, pasó a referir por extensión, luego de laconquista española, a la lengua de sus descendientes asentados a orillasdel lago Titicaca (cf. Ramos Gavilán [1621] 1988: I, XII, 84–85), parte delos cuales habrían sido reubicados posteriormente en la reducción deJuli, concretamente en la parroquia de San Juan Bautista (Tschudi, op.cit., 151–152). Las conquistas incaicas primeramente y las reduccionesespañolas después habían fomentado, sin proponérselo, el reencuentrode poblaciones de habla aimara, divididas ya por el quechua, en torno al«mar interior», crisol en el que se refundirían no solo collas y puquinas,en vías de aimarización completa, sino también lupacas y pacases, conparticularismos idiomáticos todavía identificables (cf. Bertonio, op. cit.:«Anotacion. I»).

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Ahora bien, la similitud lingüística advertida por los españoles entretales grupos étnicos (= «naciones») bastó para que su lengua común fueradesignada como aimara, pudiendo haber recibido igualmente otro nombre,como en efecto ocurrió, aunque sin mayor fortuna: el membrete de «lenguacolla» cedió, desde mediados del siglo XVI, ante el uso cada vez másgeneralizado de aimara. Pronto su empleo fue extendiéndose para designarel habla de los demás grupos étnicos, ya que, después de todo, entoncescomo hoy, se trataba de la misma lengua. De esta manera, el nombre pasóa designar no solo el idioma de los antiguos carangas, quillacas y charcas,sino también, con el tiempo, a sus hablantes. Poco a poco, talesdesignaciones étnicas fueron desapareciendo ante una sola, más incluyente,teniendo como denominador común el uso de una misma lengua. Deaquí se estaba a un paso, conforme vimos, de la extensión semántica deltérmino, que finalmente devino en voz que invoca la nacionalidad de sushablantes: la «nación aimara». La reducción de pueblos, la selección de lalengua como medio de evangelización y la normalización de ésta por partede los gramáticos y lexicógrafos españoles contribuyeron, sin duda alguna,a la resemantización definitiva de la palabra16.

Por lo demás, la evolución semántica del nombre parece recapitularen cierta medida la historia de la lengua misma: de su procedencia centro–andina, de su expansión en dirección sureste, de su receso posterior frente alquechua, para finalmente reconstituirse en el altiplano, ante el empujeavasallador de la nueva lengua adoptada por los incas en reemplazo de suaimara ancestral. La sola presencia numerosa de topónimos que portan elnombre en la sierra centro–andina peruana, en comparación con su magraocurrencia en el altiplano boliviano, es muy elocuente al respecto. En talsentido, la versión tradicional del origen sureño de la lengua, vigente aún no

16 Tampoco debe olvidarse, en este punto, los efectos de la presión fiscal ejercida por lacorona española sobre los uros, quienes, considerados como «medio–hombres», porel hecho de pagar la mital de la tasa que aportaban los demás grupos étnicos, una vezsedentarizados a orillas del lago, procedieron a ofrecerse voluntariamente comocontribuyentes «normales», es decir pagando una cantidad semejante a la que dabansus vecinos. De esta manera, al ser censados como «aimaras», se buscaba borrar elestigma de ser «medio-hombres» con el que se les marcaba. Para la «adquisición» de laciudadanía aimara por parte de los uros, ver Wachtel (1978).

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solo en el imaginario colectivo de los pueblos de la región, sino también enalgunos predios académicos de la etnohistoria y la arqueología andinas, notiene ningún asidero empírico, aunque constituya uno de los pilares en losque se sustenta la idea de una «nación aimara» anhelada, ya no sólo«originaria»17 sino también inventada por los sectores criollos del país vecino.

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17 No olvidemos, sin embargo, que quienes se reclaman hoy como «aimaras» son enverdad descendientes de uros y puquinas, residentes primordiales de la cuenca delTiticaca, cuando no de los diferentes grupos de mitmas trasladados al altiplano porlos incas (Ramos Gavilán observa que fueron 42 en Copacabana; cf. op. cit., I, XII, 84-85; y Tschudi señala que en pleno siglo XVIII todavía podían distinguirse 6 en elpueblo de Juli; cf. op. cit., 151-152).

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Óscar Coello, Manual de semiótica clásica. Lima, Universidad de San Martínde Porres-Fondo Editorial, 2007, 174 pp.

Después de cinco años de haberse publicado Los inicios de la poesíacastellana en el Perú; y, dentro de sus ya reconocidos opúsculos universitarioscomo son El Perú en su literatura, Arte y gramática de nuestro castellano y Nuestrocastellano, entre otros, el investigador nos entrega, en esta ocasión, bajo elsello del Fondo Editorial de la Universidad de San Martín de Porres elpresente libro de 174 páginas, con el cual amplía esa tarea universitaria tanimportante como es la divulgación, una forma de la proyección social de lacomunidad académica. En este caso se trata de un manual que expone demanera didáctica las nociones básicas de la semiótica greimasiana, unateoría consagrada, siguiendo el método de análisis, ya clásico, propuestopor Joseph Courtés en su libro Análisis semiótico del discurso, del enunciado ala enunciación. Respecto de la teoría elegida, Jacques Fontanille en lospreliminares de su libro La semiótica del discurso reconoce que gracias alperíodo estructuralista por el que ha atravesado la semiótica, esta «ha salidodotada de una teoría fuerte, de un método coherente». Fontanille agregaque «… la prudencia exigiría, pues, que nos guardemos cuidadosamente dedecretar rupturas epistemológicas y cambios de paradigmas». Sentenciandoque «renovación no es, pues, negación». Y por nuestra parte sabemos, sinduda, que quien se excuse con la semiótica estructural no tendrá un andarligero con la semiótica tensiva.

El Manual de semiótica clásica consta de dos partes. La primera,desarrolla en cinco capítulos los puntos clave de la densa semiótica clásica,que en realidad, es un esquema generativo que procede por articulaciónde niveles, partiendo de los más abstractos hasta llegar a los más concretos,de los más profundos hasta los más superficiales, pero que con afán didáctico

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se enseña siguiendo un momentáneo camino inverso, así tenemos la siguientearticulación tripartita: 1.º La sintaxis narrativa («Formas narrativas»); 2.º Lasemántica («Formas narrativas y semánticas»); y, 3.º La enunciación («Formasenunciativas y formas enuncivas»). Sobre el primer aspecto, la sintaxisnarrativa, debemos tener en cuenta que Courtés aborda la narratividaddesde el punto de vista antropológico; por ello, propone una oposicióncorriente: permanencia vs. cambio (identidad vs. alteridad). Y dice que, graciasa esta distinción fundamental, damos sentido a todo lo que constituye nuestrouniverso semántico, a lo que se denomina, el plano del contenido; y, a partirde aquí, el manual explica detalladamente los distintos programas narrativos(pérdida, hallazgo, angustia, etc.), el esquema narrativo canónico (suselementos: sujeto, antisujeto, objeto, destinador, destinatario); y, lasmodalizaciones del esquema narrativo (acción, manipulación y sanción). Enla parte que se refiere a la semántica, el segundo momento, se verá cómo aquíya estamos en otro nivel de representación, otro plano en el cual se hallanarticulaciones poco numerosas, más simples y más globalizantes. En este planoson aprehendidas las primeras oposiciones que subtienden todo el relatodado. Estas estructuras, a diferencia de las superficiales, que pueden incorporardatos textuales, están mucho más alejadas de los objetos descritos, son muchomás generales. Además, mientras que, en el plano de superficie, la sintaxis y lasemántica se hallan separadas, en el nivel de las estructuras profundas, sintaxisy semántica son concomitantes. En este punto podemos encontrar unaexplicación muy didáctica sobre el cuadro semiótico. Finalmente, en laenunciación nos encontramos frente a los principales aspectos del acto de laenunciación, ya sean sus actantes, así como sus componentes: latemporalización, la espacialización y la actorialización.

En la segunda parte del manual, el autor pone a prueba el métodode análisis semiótico sintetizado, magistralmente, en la primera parte dellibro, y muestra su funcionalidad en dos discursos literarios: el poético y elnarrativo. El texto poético es el primer poema castellano (1534), y conautor de nombre conocido en la literatura peruana, el cual viene al finalde la crónica escrita por Francisco de Xerez (secretario del marqués FranciscoPizarro). El exégeta tras evidenciar la condición narrativa del poema empiezade forma esquemática a aplicar el método de análisis, paso a paso: primero,define el programa narrativo principal que articula el texto versal; en

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segundo lugar, vemos las formas narrativas que posee el texto; y, finalmente—diría lo más importante—, las formas enuncivas y enunciativas latentesen el poema. El siguiente texto que examina el autor es un cuento de JulioRamón Ribeyro, que viene en el tercer tomo de La Palabra del mudo, bajo eltítulo de «El marqués y los gavilanes». Aquí se devela al enunciador, aquelque deja en el texto las muestras de su enfoque, su modo de hacernos ver,de hacernos saber o, mejor, de hacernos creer las cosas que dice; de estemodo, la enunciación en sí no es sino un programa narrativo donde elenunciador hace que el enunciatario se conjunte con un enunciado, y estoes lo que se interpreta en el cuento citado.

En resumen, este breve manual cumple satisfactoriamente suobjetivo explícito de hacer llegar una síntesis de los conceptos fundamentalesde la semiótica de Greimas y Courtés a todos los estudiantes y docentesuniversitarios no especializados, pero interesados en iniciarse en esta vastaárea de los estudios semióticos.

(Fátima Salvatierra)

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REGISTRO

– Elección de Livio Gómez Flores y José Ruiz Rosas como AcadémicosCorrespondientes de la Academia Peruana de la Lengua, en sesiónde Asamblea General realizada el 28 de agosto de 2007.

– Incorporación de Livio Gómez Flores como AcadémicoCorrespondiente de la Academia Peruana de la Lengua, ceremoniarealizada el 10 de noviembre de 2007 en la Biblioteca del InstitutoNacional de Cultura de Tacna.

– Incorporación de Luis Alberto Ratto Chueca como Académico deNúmero de la Academia Peruana de la Lengua, ceremonia realizadael 6 de diciembre de 2007 en la Casa Museo Ricardo Palma. Eldiscurso de recepción estuvo a cargo del académico Carlos GermánBelli.

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DATOS DE LOS AUTORES

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DATOS DE LOS AUTORES

Luis Jaime CisnerosFilólogo y doctor en Letras. Actualmente es profesor de la PontificiaUniversidad Católica del Perú. Miembro de la Academia Peruana de la Lenguadesde 1965 y Presidente de la Institución durante el periodo 1991-2005. Esmiembro del Comité Editor del Boletín de la Academia Peruana de la Lenguay Miembro de la Comisión de Gramática de la Institución. Entre suspublicaciones figuran: Estudio y edición de la «Defensa de Damas» (1955), Formasde relieve en el español moderno (1955), El estilo y sus límites (1958), Lengua yestilo (1959) y El Funcionamiento del lenguaje (1991 y 1995).

Rodolfo Cerrón-PalominoMagíster en Lingüística por la Universidad de Cornell (USA). Doctor enLetras y Ciencias Humanas por la UNMSM. Ph D. en Lingüística por laUniversidad de Illinois (USA). Profesor emérito de la UNMSM. Profesor enejercicio de la PUCP. Especialista en lenguas andinas, con numerosaspublicaciones (artículos y libros) en el país y en el extranjero. Vicepresidentede la Academia Peruana de la Lengua y Miembro de Número de la AcademiaNacional de la Historia.

Marco Martos CarreraPresidente de la Academia Peruana de la Lengua, Director de la Escuela dePostgrado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Director de laUnidad de Postgrado de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas. Hapublicado entre otros los siguientes libros: El mar de las tinieblas (1999),Sílabas de la música (2002), Jaque perpetuo (2003), Dondoneo (2004) y Aunquees de noche (2006). También ha incursionado en el cuento con El monje dePraga (2003).

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Óscar CoelloDoctor en Literatura Peruana y Latinoamericana por la Universidad NacionalMayor de San Marcos. Magíster en Literaturas Hispánicas por la PontificiaUniversidad Católica del Perú. Licenciado en Literaturas Hispánicas por laUniversidad Nacional Mayor de San Marcos. También posee el título deProfesor de Lengua y Literatura. Docente nombrado de las Universidades deSan Marcos y de San Martín. Ha publicado en poesía: De dunas, ostras ytimbres (1979), con prólogo de Washington Delgado, y Cielo de este mundo(1980), con un estudio preliminar de Manuel Pantigoso. En el campo de losestudios literarios ha publicado El Perú en su literatura (1983), Los inicios de lapoesía castellana en el Perú (2.ª ed. 2001); y tiene por publicar La poesía de losconquistadores y La poesía del Descubrimiento del Perú, Estudio crítico de semióticaclásica. Es autor de numerosos opúsculos universitarios, entre ellos, Nuestrocastellano (2.ª ed. 2004) y Arte y gramática de nuestro castellano (2.ª ed. 2007)y Manual de semiótica clásica (2007).

Gertrud Schumacher de PeñaDoctora en Lingüística Hispánica. Se desempeñó como Profesora de laPontificia Universidad Católica del Perú en Lingüística Hispánica, enLingüística Románica (Postgrado). Profesora de Lingüística en laUniversidad Nacional Mayor de San Marcos. Actualmente es profesoraEmérita. Realizó trabajos de Investigación en el CILA y actualmente en elINVEL. Cuatro veces Profesora Visitante en diferentes Universidadesalemanas.

Ana María Gispert-Sauch CollsLicenciada en Filología Clásica por la Universidad de Barcelona (España).Docente nombrada, de latín y griego, en la Universidad Nacional Mayorde San Marcos. Docente también de Griego en la Universidad AntonioRuiz de Montoya y la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha escritonumerosos artículos sobre temas de etimología y semántica en revistasculturales y académicas, así como traducciones de textos clásicos latinos ygriegos. Destacamos: Un estudio sobre etimologías greco-latinas y su repercusiónen vocablos de la lengua castellana (noviembre 2001); Categoríasmorfosintácticas comunes al castellano, latín y griego, para un estudio funcionalde las lenguas clásicas (noviembre 2005); Aspectos lingüísticos y semánticos del

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imaginario colectivo limeño (noviembre 2005); «Beatus ille» de Horacio –Traducción (2002); Epigramas de Marcial – Traducción (2001); «Proemio»de Parménides – Traducción (2004).

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GUÍA BÁSICA DE ESTILO Y NOTAS PARA LOS COLABORADORES

1. El Boletín de la Academia Peruana de la Lengua, como revista de investigaciones, está abierta a lascolaboraciones de todos los académicos de nuestra corporación, así como a los trabajos deintelectuales nacionales y extranjeros en las áreas de lingüística, filología, literatura, filosofía ehistoria. Es una publicación de periodicidad semestral y sus artículos son arbitrados por el ComitéCientífico como evaluador externo y por el Comité Editor. El Comité Editor se reserva el derechode publicación de los artículos alcanzados a la redacción. Está dirigida a los académicos de lalengua, profesores y estudiantes universitarios.

2. Los Artículos deberán tener una extensión mínima de 15 páginas y máxima de 25. Cada páginadeberá contener un máximo de 1 700 caracteres incluyendo las notas a pie de página. Deberáestar compuesto en tipo Times New Roman de 12 ptos., con interlínea a espacio y medio. Sedeberá entregar en diskette, con su respectiva impresión. No se admitirán textos sin digitar.

3. Los Artículos deberán tener un título concreto y conciso. Se deberá adjuntar un resumen, palabrasclave (mínimo 3, máximo 5) y una breve nota biográfica del autor que incluya su correo electrónico.El título, el resumen y las palabras clave deberán estar también en francés.

4. Las Notas y Comentarios críticos deberán tener una extensión máxima de diez páginas (1 700caracteres cada una) en las que estén incluidas las notas a pie de página y la bibliografía, con lamisma familia tipográfica y puntaje señalado en el punto 2.

5. Para las Reseñas, la extensión máxima será de cuatro páginas (1 700 caracteres cada una) y deberántener los datos completos del material reseñado (autor, título, ciudad, casa editorial, año, númerode páginas).

6. Las Citas textuales deberán destacarse con un tabulado mayor al del párrafo, con tipo más chico(10 ptos.) y a espacio simple. Se indicará entre paréntesis el autor(es) seguido del año de edición(sin signo de puntuación) y después el número de página correspondiente antecedido de dospuntos. Ejemplo: (Boehner 1958: 229).

7. Las citas de menos de 5 líneas irán dentro del párrafo y entre comillas, en letra normal y no encursiva.

8. Las palabras de otras lenguas utilizadas en el texto deben estar sólo en cursivas, sin comillas, ni ennegritas, ni subrayadas. Las voces y expresiones latinas usadas en castellano, y que figuren así enel Diccionario de la RAE, se acentuarán y no se destacarán con marca alguna.

9. Para el caso de las Notas a pie de página que incluyan datos bibliográficos, se deberá citar el autorempezando por el nombre y apellidos, seguido del título del libro destacado mediante cursivas.Ejemplo: César Vallejo. Obra poética completa, págs. 30-37. Se entiende que en la bibliografía seempieza por el apellido, el título de la obra, y se incluirá la data editorial completa.

10. Los títulos de ensayos, artículos, cuentos, poemas, capítulos, etc., recogidos en otra publicación(periódicos, revistas, libros), van entre comillas dobles. Sólo llevan mayúscula inicial la primerapalabra y los nombres propios.

11. En el caso de citarse lugares electrónicos o páginas electrónicas, se deberá indicar la direcciónelectrónica completa, seguida de la fecha y hora de la consulta.

12. La Bibliografía —en tipo igual a las citas (10 ptos.)— deberá presentarse según el siguiente modelo:a) Para el caso de artículos.

VELÁSQUEZ, Lorena. «El concepto, como signo natural. Una polémica acerca de Ockham»,en Antología Filosófica. Revista de Filosofía. Investigación y Difusión. Año VII. Julio-diciembre.N.° 2. México D.F., 1993.

b) Para el caso de libros.MORRIS, Charles. Signos, lenguaje y conducta. Buenos Aires, Losada, 1962._______________. La significación y lo significativo. Madrid, Alberto Corazón, 1974.

c) Para el caso de documentos.ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN (AGN), Cristóbal de Arauz, 1611 (122), fol. 925.

d) Para el caso de direcciones electrónicas.Huamán, Miguel Angel. «La poesía de Santiago López Maguiña». En More Ferarum. José IgnacioPadilla/ Carlos Estela, 2001, N.° 7: http:www.moreferarum.perucultural.org.pe/index1.htm.Martes, 12 de enero de 2002, 3:45 horas.