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Enero 26 de 2013 Calixto Contreras 409 Col. Villa de Guadalupe 34000 Durango, Dgo. Tel: (618) 128 3252 [email protected] Dios está siempre dispuesto a hablarle a su vida. ¿Está usted listo para escuchar? por Charles F. Stanley ¿Siente vacía su vida espiritual? ¿Ha perdido interés en congre- garse con el pueblo de Dios? ¿Está leyendo la Biblia más por obligación, que para disfrutar un grato tiempo con el Señor? El agobio de la vida es capaz de embotar nuestros sentidos espi- rituales. En vez de anhelar una comunión más cercana con Cris- to, muchos creyentes encuen- tran placer y satisfacción en las cosas del mundo. El resultado es que nos movemos día tras día, y semana tras semana, sin la ale- gría y la satisfacción que son po- sibles por medio de una relación estrecha con el Señor. La triste verdad es que algunos cristianos se conforman con te- ner una relación distante con Dios. Desde su perspectiva, Je- sús está muy lejos en el cielo. Pueden orar de vez en cuando, pero no tienen idea de cómo experimentar el tipo de relación que alguna vez creyeron posi- ble. Lo que ellos no entienden es que Dios anhela realmente relacionarse con ellos, y también con usted. ¿Qué significa tener un encuen- tro con Dios? Aunque el Señor normalmente se comunica con nosotros por medio de la oración, la Biblia, y la intervención del Espíritu Santo, a veces viene a nosotros de una manera más dramáti- ca, como lo hizo con el profeta Isaías (Is 6). Tales momentos… Son inesperados. La palabra encuentro transmite la idea de una reunión inesperada. Cuando Isaías fue al templo cierto día, no tenía idea de que algo tras- cendental sucedería. Era un día Un nuevo encuentro con Dios

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Un Rencuentro con Dios

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Page 1: Boletin Iglesia Bethel Durango

Enero 26 de 2013Calixto Contreras 409

Col. Villa de Guadalupe34000 Durango, Dgo.

Tel: (618) 128 [email protected]

Dios está siempre dispuesto a hablarle a su vida. ¿Está usted listo para escuchar? por Charles F. Stanley¿Siente vacía su vida espiritual? ¿Ha perdido interés en congre-garse con el pueblo de Dios? ¿Está leyendo la Biblia más por obligación, que para disfrutar un grato tiempo con el Señor?El agobio de la vida es capaz de embotar nuestros sentidos espi-rituales. En vez de anhelar una comunión más cercana con Cris-to, muchos creyentes encuen-tran placer y satisfacción en las cosas del mundo. El resultado es que nos movemos día tras día, y

semana tras semana, sin la ale-gría y la satisfacción que son po-sibles por medio de una relación estrecha con el Señor.La triste verdad es que algunos cristianos se conforman con te-ner una relación distante con Dios. Desde su perspectiva, Je-sús está muy lejos en el cielo. Pueden orar de vez en cuando, pero no tienen idea de cómo experimentar el tipo de relación que alguna vez creyeron posi-ble. Lo que ellos no entienden es que Dios anhela realmente relacionarse con ellos, y también con usted.¿Qué significa tener un encuen-tro con Dios?Aunque el Señor normalmente se comunica con nosotros por medio de la oración, la Biblia, y la intervención del Espíritu Santo, a veces viene a nosotros de una manera más dramáti-ca, como lo hizo con el profeta Isaías (Is 6). Tales momentos…Son inesperados. La palabra encuentro transmite la idea de una reunión inesperada. Cuando Isaías fue al templo cierto día, no tenía idea de que algo tras-cendental sucedería. Era un día

Un nuevo encuentro con Dios

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normal como todos, hasta que el Señor se le apareció con un despliegue deslumbrante de su gloria.Son provocados por Dios. No po-demos manipular esta clase de experiencias. Nuestra respon-sabilidad es mantener abiertos nuestros oídos espirituales y ser receptivos. Luego, cuando Dios tenga algo que decirnos, estare-mos listos para escucharle.Siguen sucediendo hoy. Los rela-tos de la Biblia describen a Dios teniendo comunicación inespe-rada con las personas. Puesto que el Señor nunca cambia, Él sigue tratando con la humani-dad de maneras grandiosas e imprevistas.¿Qué impide tener un encuentro con el Señor?Esta clase de experiencia no está reservada solo para los pastores o los personajes de la Biblia. Dios quiere comunicar-se con todos sus hijos, pero a veces estamos demasiado ocu-pados y preocupados, que no lo escuchamos. Si usted no puede recordar algún encuentro con el Señor, tal vez se deba a que sus oídos están en sintonía con los sonidos y las voces del mundo.Para subrayar lo que digo, pien-se en cuánto silencio experimen-ta usted en un día normal. ¿Hay un tiempo cuando está callado y receptivo al Señor, o está su día lleno de voces y agitación des-de la mañana hasta la noche?

Cuando Dios tiene que competir con toda la actividad y el bullicio que hay en nuestra vida, su voz es ahogada.Si usted se siente desconectado y distante del Señor, no tiene que seguir así. Él desea relacionarse, pero usted tendrá que aquietar su espíritu, acercarse a Él y es-cuchar la voz de Dios hablán-dole por medio de su Palabra. Luego, cuando Él venga con un mensaje especial, estarán dadas las condiciones para que se abra una puerta de comunicación. El momento de comenzar a acer-carse a Él es ahora mismo, no cuando usted necesite desespe-radamente escucharlo.¿Qué puede usted esperar de un encuentro con Dios?Aunque el Señor quiere hablar con usted cada día en comu-nión constante, a veces tiene algo tan importante que trans-mitir, que entrará en su vida de una manera más dramática. La experiencia de Isaías muestra lo que puede esperarse cuando el Señor nos hace una visita no anunciada (Is 6.1-9).Una abrumadora conciencia de su presencia: Un encuentro con Dios puede suceder en cualquier lugar: en el hogar, la iglesia, durante una caminata, o mien-tras conduce su automóvil; pero dondequiera que Él se presente, usted sentirá siempre una abru-madora sensación de su pre-sencia. Isaías dijo: “Vi al Señor

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sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo” (v. 1). A pesar de que la experiencia suya probablemente no será tan dramática, en cual-quier momento que Dios quiera llamar su atención, Él hará evi-dente su presencia.Una conciencia de su santidad: Cuando el Señor se le apareció a Isaías, estaba acompañado de seres angelicales que cubrían sus rostros con total reverencia por su absoluta pureza y perfec-ción, mientras clamaban: “¡San-to, santo, santo, Jehová de los ejércitos!” (v. 3). Este atisbo en el dominio espiritual abrumó a Isaías con una conciencia de la gloria y la santidad de Dios.El hecho de vivir en un mundo caído nos impide comprender verdaderamente cuán inmen-sa es la diferencia entre el Se-ñor y nosotros. Con demasiada frecuencia intentamos bajarlo a nuestro nivel, pero un encuen-tro con Dios abre nuestros ojos para reconocer su superioridad inalcanzable.Una sensación de nuestra in-dignidad. Uno de los resultados de tener un encuentro con Dios es una conciencia inmediata de nuestra condición pecaminosa. Es por eso que Isaías exclamó: “¡Ay de mí que soy muerto!” (v. 5). En la presencia de Dios se magnifica el contraste entre su santidad y nuestro pecado, no para condenarnos, sino para

ayudarnos a ver lo malo que hay en nosotros desde su perspec-tiva, para que lo confesemos y nos arrepintamos.La visión del Señor le recordó in-mediatamente a Isaías su propia área de debilidad: Dijo que era un “hombre inmundo de labios” (v. 5). Aunque los creyentes he-mos sido perdonados totalmen-te en Cristo, nuestras vidas nun-ca deben ser dominadas por el pecado. A medida que crecemos en nuestra fe, el Espíritu nos re-vela cada vez más las conductas y las actitudes que no se ajustan a nuestra nueva identidad en Cristo.Una conciencia del misericordio-so perdón de Dios: Después de tener un encuentro con el Señor y enfrentar nuestros pecados, tenemos que saber que hemos sido perdonados. Para limpiar los labios de Isaías, uno de los serafines tocó su boca con un carbón encendido del altar. El carbón encendido simbolizaba el sistema de sacrificios de ex-piación por medio del cual Dios concedía su perdón al pueblo. Para los creyentes de hoy día, el perdón ha sido logrado de una vez por todas, por el sacrificio de Cristo en la cruz.Esta ha sido la acción más gran-diosa en la historia humana, pero a veces no apreciamos verdaderamente el sacrificio del Salvador. Hemos oído hablar de ese sacrificio y lo hemos alaba-

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do, pero ¿hemos derramado lá-grimas de gratitud? Si pensar en el Hijo de Dios colgado en una cruz no le conmueve, algo anda mal en su relación con Él. Cuan-do la familiaridad ha hecho que nuestros corazones se enfríen, un encuentro con Dios despierta de nuevo nuestro amor y agra-decimiento por la magnitud de su sacrificio.Un llamamiento a la acción. Cuando el Señor se le apareció a Isaías, le preguntó: “¿A quién enviaré, y quién irá por noso-tros?” (v. 8). Tenía un trabajo para Isaías, así como Él tiene tareas para cada uno de noso-tros. A veces, para movernos en la dirección correcta, Dios tiene que interrumpir nuestras vidas con una abrumadora sensación de su presencia. Eso fue lo que le sucedió a Moisés cuando es-taba apacentado ovejas en el desierto. El Señor se le apareció de repente en una zarza ardien-te y le dio un vuelco a su vida en una dirección completamente diferente.¿Cómo debe usted responder?Aunque los contextos, las oca-siones y las situaciones han cambiado, los encuentros con Dios que he experimentado han sido siempre inesperados. Aho-ra, cada vez que tengo la sen-sación de la presencia del Se-ñor, de inmediato caigo sobre mi rostro delante de Él y espero en silencio para escuchar lo que

quiere decirme. Por lo general, me revela algo muy concreto que Él quiere que yo haga. A veces, lo que está pidiendo me parece totalmente ilógico, pero después de obedecerlo, Él siem-pre lo ha realizado exactamente de la manera que quería.Si usted anhela tener un en-cuentro con Dios, comience hoy a cultivar una relación íntima con Él. El Señor le ama muchí-simo y quiere que usted esté consciente de su presencia, pero debe tener la disposición de estar con Él. Dedique tiem-po cada día para leer la Biblia y orar, para que sus oídos espiri-tuales se acostumbren a la voz de Dios. Pídale que le hable a su corazón, y espere después sus instrucciones. Luego, cuando Él venga a usted con una dirección muy clara, responda de la ma-nera que lo hizo Isaías: “Heme aquí, envíame a mí”.

“Clama a mí, y yo te responde-ré, y te enseñaré cosas grandes y

ocultas que tú no conoces”

Jeremias 33:3