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1 Gran Logia de Colombia MASONERÍA EN ACCIÓN www.granlogiadecolombia.co Masonería, Corrupción y Buenas Costumbres Desde el campo de las ciencias sociales, se propone la “teoría del cuerpo social”, como una metáfora para expli- car el concepto de sociedad, comparándola con el cuerpo humano. Esta teoría concibe la sociedad como una mul- tiplicidad de partes diferentes que tienen que funcionar en forma armónica. Milán Miranovic, académico chileno, es reconocido como el autor de esta teoría. El “cuerpo social”, al estar formado por seres humanos, diferentes unos de otros, desarrolla dinámicas y fenómenos indivi- duales y colectivos todavía más complejos que los proce- sos que se dan en el cuerpo de los individuos. Así como el mal funcionamiento de una sola de las par- tes del cuerpo humano es capaz de producir alteraciones y desequilibrios en la salud hasta comprometer la propia existencia, en el “cuerpo social” ocurre algo similar, desde luego, todo lo bueno y lo malo que hay en los seres hu- manos, tiene necesariamente que reflejarse en el “cuerpo social”. Alejandra Yáñez, estudiante del programa de doc- torado en Gestión y Políticas Públicas de la Universidad de Playa Ancha en Valparaíso, Chile, en su trabajo de grado, titulado “Análisis Crítico de la Teoría del Cuerpo Social”, explica: “(…) Al componerse de individuos, seres humanos, orga- nizados en segmentos según diversos factores, el Cuerpo Social puede ser entendido como la conjunción de las ne- cesidades, deseos y aspiraciones de cada segmento que lo compone, (…)” En esa conjunción que sugiere para entender el “cuerpo social”, la distinguida estudiante, faltó incluir la parte mala, las perversiones que indefectiblemente acompañan a los seres humanos. Cuando la parte perversa de los seres hu- manos con sus malas prácticas supera a las BUENAS COS- TUMBRES, sobrevienen alteraciones y desequilibrios en el “cuerpo social”, con consecuencias demasiado devas- tadoras. Es precisamente lo que está ocurriendo y lo que muestra la magnitud del esfuerzo que corresponde hacer a cada masón para contrarrestar, el proceso degenerativo que padecen las instituciones por causa de la corrupción. M..R..G..M.. José Domingo González-Rubio Rodríguez. @josedomingonza1 Masonería, Solidaridad y Democracia en el Siglo XXI M ASONERÍA EN A CCIÓN M ASONERÍA EN A CCIÓN PUBLICACIÓN OFICIAL DE LA GRAN LOGIA DE COLOMBIA Boletín Boletín Año II - Número 7 PUBLICACIÓN MENSUAL Abril 2016 e.·. v.·. Q ué tanto sentido tiene de cara al presente y al futuro de una so- ciedad como la colombiana aquella expresión de reza así: “Es mejor en- señar a pescar que dar el pescado? “ Hay momentos para dar el pescado, otros para repartirlo con equidad, y siempre será liberador aprender a pescar con los otros. Cada una de esas acciones implica distintos momentos de la solidaridad y denota distintos significados para la democracia. La caridad es el momento primario de la solidaridad. Hay situaciones que son tan urgentes y apremiantes, que es menester regalar el pescado. La justicia resulta ser un momento más elaborado, un grado más evolu- cionado de la solidaridad. Sin duda, para un mundo lleno de diversas formas de exclusiones y escases de oportunidades para crecientes sectores de la población mundial y local, es importante hacer justicia y repartir con criterios de equidad el pescado. Pero la liberación es el momento más creativo y de mayor plenitud para la solidaridad y siempre será liberador aprender a pescar con otro o con otros, genera igualdad de condiciones, dignidad con las perso- nas y no reproduce las relaciones verticales y de poder que hay ocul- tas en diversas manifestaciones de pedagogía social. La solidaridad y el acto de solida- rizarse no es un aburrido y pesado deber. No se debe obligar a la ac- ción solidaria. Esta tesis es un cues- tionamiento de fondo al literal dos del artículo 95 de la Constitución Nacional, en el que la solidaridad queda circunscrita a los deberes de toda persona por su calidad de ser colombiano y en el siglo XXI, ha de ser entendida como un nuevo dere- cho. Toda persona tiene el derecho a solidarizarse, ejercerlo de manera gozosa y trabajar al mismo tiempo por la propia dignidad y la dignidad de otras personas y comunidades. Al expresar la solidaridad en clave de derecho y no de deber, se la libe- ra del marco de las éticas heteróno- mas y se la ubica en el terreno de las éticas de la autonomía. Con la consagración de la solidari- dad y del acto de solidarizarse como una experiencia de autonomía que se asume de manera consciente y Por.: V ..H.. Alfredo Sarmiento Nárvaez Resp.. y Ben.. Logia Fraternidad No. 8

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El boletín Masonería en Acción es una publicación oficial de la Gran Logia de Colombia y sale mensual.

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Masonería, Corrupción y Buenas Costumbres

Desde el campo de las ciencias sociales, se propone la “teoría del cuerpo social”, como una metáfora para expli-car el concepto de sociedad, comparándola con el cuerpo humano. Esta teoría concibe la sociedad como una mul-tiplicidad de partes diferentes que tienen que funcionar en forma armónica. Milán Miranovic, académico chileno, es reconocido como el autor de esta teoría. El “cuerpo social”, al estar formado por seres humanos, diferentes unos de otros, desarrolla dinámicas y fenómenos indivi-duales y colectivos todavía más complejos que los proce-sos que se dan en el cuerpo de los individuos.

Así como el mal funcionamiento de una sola de las par-tes del cuerpo humano es capaz de producir alteraciones y desequilibrios en la salud hasta comprometer la propia existencia, en el “cuerpo social” ocurre algo similar, desde luego, todo lo bueno y lo malo que hay en los seres hu-manos, tiene necesariamente que reflejarse en el “cuerpo social”. Alejandra Yáñez, estudiante del programa de doc-torado en Gestión y Políticas Públicas de la Universidad de Playa Ancha en Valparaíso, Chile, en su trabajo de grado, titulado “Análisis Crítico de la Teoría del Cuerpo Social”, explica:

“(…) Al componerse de individuos, seres humanos, orga-nizados en segmentos según diversos factores, el Cuerpo Social puede ser entendido como la conjunción de las ne-cesidades, deseos y aspiraciones de cada segmento que lo compone, (…)”

En esa conjunción que sugiere para entender el “cuerpo social”, la distinguida estudiante, faltó incluir la parte mala, las perversiones que indefectiblemente acompañan a los seres humanos. Cuando la parte perversa de los seres hu-manos con sus malas prácticas supera a las BUENAS COS-TUMBRES, sobrevienen alteraciones y desequilibrios en el “cuerpo social”, con consecuencias demasiado devas-tadoras. Es precisamente lo que está ocurriendo y lo que muestra la magnitud del esfuerzo que corresponde hacer a cada masón para contrarrestar, el proceso degenerativo que padecen las instituciones por causa de la corrupción.

M.∙.R.∙.G.∙.M.∙. José Domingo

González-Rubio Rodríguez.@josedomingonza1

Masonería, Solidaridad y Democracia en el Siglo XXI

MASONERÍA EN ACCIÓN MASONERÍA EN ACCIÓN PUBLICACIÓN OFICIAL DE LA GRAN LOGIA DE COLOMBIA

BoletínBoletín

Año II - Número 7 PUBLICACIÓN MENSUAL Abril 2016 e.·.v.·.

Qué tanto sentido tiene de cara al presente y al futuro de una so-

ciedad como la colombiana aquella expresión de reza así: “Es mejor en-señar a pescar que dar el pescado? “

Hay momentos para dar el pescado, otros para repartirlo con equidad, y siempre será liberador aprender a pescar con los otros. Cada una de esas acciones implica distintos momentos de la solidaridad y denota distintos significados para la democracia.

La caridad es el momento primario de la solidaridad. Hay situaciones que son tan urgentes y apremiantes, que es menester regalar el pescado.

La justicia resulta ser un momento más elaborado, un grado más evolu-cionado de la solidaridad. Sin duda, para un mundo lleno de diversas formas de exclusiones y escases de oportunidades para crecientes sectores de la población mundial y local, es importante hacer justicia y repartir con criterios de equidad el pescado.

Pero la liberación es el momento más creativo y de mayor plenitud para la solidaridad y siempre será liberador aprender a pescar con

otro o con otros, genera igualdad de condiciones, dignidad con las perso-nas y no reproduce las relaciones verticales y de poder que hay ocul-tas en diversas manifestaciones de pedagogía social.

La solidaridad y el acto de solida-rizarse no es un aburrido y pesado deber. No se debe obligar a la ac-ción solidaria. Esta tesis es un cues-tionamiento de fondo al literal dos del artículo 95 de la Constitución Nacional, en el que la solidaridad queda circunscrita a los deberes de toda persona por su calidad de ser colombiano y en el siglo XXI, ha de ser entendida como un nuevo dere-cho. Toda persona tiene el derecho a solidarizarse, ejercerlo de manera gozosa y trabajar al mismo tiempo por la propia dignidad y la dignidad de otras personas y comunidades.

Al expresar la solidaridad en clave de derecho y no de deber, se la libe-ra del marco de las éticas heteróno-mas y se la ubica en el terreno de las éticas de la autonomía.

Con la consagración de la solidari-dad y del acto de solidarizarse como una experiencia de autonomía que se asume de manera consciente y

Por.: V.∙.H.∙. Alfredo Sarmiento NárvaezResp.∙. y Ben.∙. Logia Fraternidad No. 8

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consecuente, se robustece la democracia como actitud y procedimiento dentro de un colectivo social y comunitario.

La democracia con sello de solidaridad es una apuesta ética, política, social y econó-mica que trasciende los propósitos de las democracias liberales con sus desvelos por las libertades individuales y su vocación de garantizar los derechos de primera genera-ción apostando por un estado mínimo indi-ferente e indolente, con un fideísmo miope en las lógicas del mercado. Igualmente, una democracia con sello solidario trasciende los propósitos de la social–democracia y su apuestas por garantizar los derechos socia-les de segunda generación agenciados por un estado benefactor que deviene en un “ogro filantrópico” que desprecia la auto-nomía y creatividad de los sujetos sociales.

Ejercer el derecho a solidarizarse es par-ticipar activamente en la gestión del bien común, el cual puede ser ejercido tanto por personas como por empresas privadas, pú-blicas y del tercer sector y su ejercicio tras-ciende el debate de lo público vs lo privado, del mercado vs el estado, potenciando el papel de la sociedad civil en la construcción de la democracia como estilo y forma de vida cotidiana, para esto es menester tener actitudes y hábitos que permitan actuar de manera socialmente competente, esto es, creando verdadera riqueza económica superando lógicas de cazadores de rentas, consolidando el capital social, restable-ciendo vínculos de confianza comunitaria, garantizando la sostenibilidad ambiental, reconociendo los derechos ambientales y haciendo una apuesta sustantiva por la democracia para evitar una apelación ad-jetiva de la misma.

Es diferente propender por una seguri-dad democrática que propender por una democracia segura, así como propender por una democracia productiva, justa e in-cluyente, es un propósito superior a crear un ambiente de prosperidad democrática. Apelar a una democracia institucional es a su vez una apuesta más creativa que el propósito de construir una legalidad de-mocrática.

En expresiones como seguridad democrá-tica, prosperidad democrática, legalidad democrática, izquierda democrática, dere-cha democrática, polo democrático y cen-tro democrático, la democracia solo juega papel y función adjetiva y secundaria.

En las expresiones, democracia segu-ra, democracia productiva, democracia justa, democracia incluyente, democra-cia sostenible, democracia institucional y democracia soberana, la democracia ocupa un lugar sustantivo, prioritario e inspirador.

La democracia como fin sustantivo, tiene en la solidaridad como derecho y en el de-ber de ejercerlo de manera socialmente competente, un correlato, una narrativa, una visión si se quiere, inspiradora y po-tenciadora del papel de la persona en el horizonte de la gestión del bien común.

Los Masones amamos la libertad, la igualdad y la fraternidad; estas tres luces nos han inspirado a coadyuvar, a crear instituciones políticas, económicas y so-ciales que han contribuido al bienestar y a la dignificación de la humanidad a lo largo de los siglos IXX y XX donde pode-mos reconocer que en varios casos la li-bertad se ha transformado en libertinaje,

la igualdad se ha traducido en odiosas prácticas igualitaristas y totalitarias y que muchas veces la fraternidad se ha vuelto una práctica sectaria y excluyente, noso-tros de cara al siglo XXI estamos llamados a contribuir a dar nuevos significados, nuevos sentidos, nuevos horizontes a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad, hablando en claves de solidaridad como derecho y de democracia como propó-sito sustantivo, entendemos que el hori-zonte auténtico de la libertad es el acto creativo.

Para qué la libertad de pensar, de ex-presar, de decidir, de movilizarnos? Para qué la libertad de consciencia? Para dos cosas: para crear y para consolidar la ac-titud democrática.

Los Masones también sabemos que la igualdad no debe ser sinónimo de igua-litarismos totalitarios homogenizantes. Cuál igualdad? Solo aquella que permi-ta dignificar a toda persona sin atentar contra la diversidad, esta es garante de la supervivencia. Urge trabajar por un sen-tido de la igualdad capaz de garantizar la digna diversidad.

La democracia y sus beneficiarios re-quieren de diversidad como garantes de la supervivencia de un sistema social y comunitario, también estamos llamados a contribuir a superar esas prácticas de fraternidades sectarias, que no resisten la prueba ácida de la diversidad, la soli-daridad y su ejercicio como derecho es capaz de superar esta prueba y permite disfrutar y aprender con la existencia del otro.

Los Masones de Colombia estamos llama-dos a ejercer de manera autónoma y crea-tiva el derecho a solidarizarnos, participar activamente en la gestión del bien común, a nivel local y a nivel global, a ser social-mente competentes y hacer de la demo-cracia un propósito sustantivo de nuestro trabajo operativo trascendiendo la mera especulación.

La solidaridad y el talante amigo de la democracia de los masones significan que ningún masón puede ser feliz si otras personas no lo son.

Masonería en Acción es una publicación de la Gran Logia de Colombia. Todos los derechos reservados M.∙.R.∙.G.∙.M.∙. José Domingo González–Rubio Rodríguez – mail: [email protected]

Oficina de Comunicaciones y Prensa - Director: Felipe Eljach Campillo – mail: [email protected] – Consejo Editorial: Ramiro Muñoz Carvallo, Rafael Camerano, Evert Montero Cárdenas, Marco Ruiz. Diseño Prisma Ediciones – Los conceptos emitidos en cada artículo son responsabilidad de sus autores.

Para recibir este boletín en formato digital inscríbase a través de la página web: www.granlogiadecolombia.co

Solidaridad, colaboración mutua entre las personas, sentimiento que mantiene a las personas unidas.

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Señor Rector de la Universidad Libre, seccional Cali, dis-tinguidas personalidades con quienes hoy comparto

esta mesa, respetable personal docente y administrativo de la seccional, admirados estudiantes que hoy nos honran con su participación:

Al ilustre señor Rector Libardo Orejuela, pionero indiscu-tible de este notable emprendimiento académico que son las cumbres por la paz que cumplen ya más de veinte años y a quien acompañé en la primera cumbre aquí en Cali y en la segunda en Popayán; a quienes organizaron impecable-mente este foro, así como a todos los ponentes en esta V Cumbre Nacional, quiero desde ya expresar mi hondo agra-decimiento personal y mis efusivas felicitaciones por sus importantes aportes en torno al tema de la paz que a mí sin duda me enriquecen sobremanera.

He intitulado esta charla: “La pertinencia de una protesta eficaz en el postacuerdo y la necesidad de su pedagogía”.

Resulta en apariencia algo paradójico venir a hablar de “protesta” en un evento así, cuando aquí y en el país entero se oye persistentemente pronunciar solo el vocablo “paz”, ya sea con voces exultantes de variada contundencia o ya con vehementes reparos de dispar calado y estridencia.

Los importantes intentos pacificadores adelantados en otros momentos históricos por diferentes gobiernos y el intenso proceso que hemos vivido en los últimos años con el actual gobierno nos han permitido un justificado optimismo por-que sabemos que todos esos esfuerzos han partido del re-conocimiento de la existencia de un conflicto en Colombia. Ese ha sido un gran punto de partida que permite soluciones muy diferentes y más conciliadoras que aquellas que tozu-damente negaron la existencia de todo conflicto en el país. Muchos colombianos celebraron en su momento con entu-siasmo ese enfoque; otros muchos no lo compartimos nun-ca. Pensábamos que con semejante óptica, la única salida plausible sería la del exterminio total del contradictor. Ese bárbaro camino se ensayó en Colombia durante ocho largos años y probó su contundente fracaso en lo que se refiere a la construcción de la paz. Confundió en mi opinión paz y se-guridad, conceptos que entiendo íntimamente relacionados pero no necesariamente equivalentes ni sinónimos; estimo que sin paz para todos puede haber seguridad para algunos mas no es posible la seguridad para todos.

Mi personal concepción de lo que es la verdadera paz me la ha inspirado siempre el pensamiento de ese grande de

América, preclaro conductor de los mejores destinos meji-canos, don Benito Juárez, cuando sabiamente sentenció a finales del siglo XIX: “El respeto por el derecho ajeno es la paz”. Ese pensamiento suyo no es apenas una frase gran-dilocuente y hueca sino que encierra toda una filosofía de vida, de consideración y de respeto por los demás, de ge-nuina tolerancia, de amor por la libertad real de todos los hombres y de disposición permanente hacia el ejercicio po-sible de la democracia en su más amplio espectro.

Me asalta por ejemplo a veces el temor de que cuando oímos con tanta insistencia hablar del “conflicto” y sobre todo del “post conflicto” pueda haber un desbordamien-to del optimismo y de la simplificación y se pueda estar sugiriendo subliminalmente que por el hecho de llegar a minimizar o a liquidar la principal confrontación armada de estas últimas seis décadas con uno solo de los grupos

Doctor Jorge Gaviria Liévano.

La pertinencia de una protesta eficaz en el post acuerdo y la necesidad de su pedagogía

Ponencia presentada por el Dr. Jorge Gaviria Liévano – Miembro de la sala general de la Universidad Libreante la V Cumbre Nacional por la Paz – Cali, Marzo de 2016

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guerrilleros supérstites o con ambos, el “conflicto histórico nacional” en su conjunto, al que le dedicaran tan imperece-deros análisis escritores ya idos como el gran colombiano Indalecio Liévano Aguirre, quedará olvidado y definitiva-mente superado. Ojalá pudiera ser así de simple, de mági-co, de fácil.

Al referirnos entonces a la superación del “conflicto arma-do”, podremos entender por ello la voluntad de no volver a utilizar jamás de manera permanente u ocasional las ar-mas del Estado o de los particulares para resolver nuestras grandes diferencias. Sin embargo, con solo la superación de la guerra no habremos resuelto los ancestrales problemas que vienen carcomiendo nuestra realidad social, causantes de la confrontación bélica. Un conflicto histórico no solo gestado por la asimetría de oportunidades, la intolerancia religiosa y en tantos otros aspectos y la entronización de excluyentes privilegios no solo durante la dilatada etapa de la dominación española sino también desde los albores mismos de nuestra nacionalidad independiente.

Nuestros criollos revolucionarios no pudieron desmontar del todo el oprobioso andamiaje español y en cierta me-dida se acomodaron luego paulatinamente a él; la realidad de hoy es parecida a la de entonces pese a los valerosos pero a la postre fallidos esfuerzos de los radicales en la se-gunda mitad del siglo XIX , encabezados por el chaparralu-no doctor Manuel Murillo Toro, de clara orientación socia-lista; amén de otros importantes avances para ampliar el círculo de la libertad en la década de los años treintas y en la última del siglo pasado, cuando se expidió nuestra ac-tual carta política. Con todo, los rasgos primordiales de ese complejísimo e histórico conflicto social, económico y po-lítico colombiano han perdurado con moderados atenuan-tes en todos los procelosos años transcurridos hasta hoy en el marco republicano pese a las guerras civiles del siglo XIX, a las muchas reformas constitucionales, a la brutal vio-lencia política bipartidista hacia la mitad del siglo XX o a las cruentas luchas guerrilleras en los últimos sesenta años.

No sabemos a ciencia cierta qué tan profundas y amplias sean las reformas estructurales que se hayan planteado o acordado en principio en la mesa de negociación de La Ha-bana, ni si ellas son demasiado precarias o algo excesivas. Ante esta incertidumbre y falta de información detallada surge, por ejemplo, un pensamiento que a veces alienta y otras atormenta, y es la de que en el denominado “post conflicto”, ¿dónde habrá de quedar el derecho a la protes-ta ciudadana pacífica, cautamente consagrado en el orde-namiento constitucional colombiano desde hace tiempo y como derecho fundamental en el artículo 37 de la actual Carta Política?

Muchas otras inquietudes caben en torno a esto. Pue-de llegar peligrosamente a considerarse por algunos, por ejemplo, que el documento que se acuerde finalmente en este proceso no solo se entienda que pone fin al conflicto

armado interno sino que él corregirá además todos los as-pectos del macro “conflicto histórico nacional”, que que-darán superados y blindados contra cualquier protesta. ¿El derecho a protestar frente a posibles vacíos en los acuer-dos o aún frente a sus posibles excesos, o a un deficiente, tardío o nulo desarrollo de algunos puntos de lo acordado, no tendría ya entonces sentido? ¿Una protesta frente a eso podría resultar extraña a la nueva sensibilidad y opinión nacionales y ser considerada subversiva por algunos? ¿La legislación que en el futuro se expida podría encargarse de cerrarle el paso a toda protesta democrática y legítima? Si ello fuere así, se podría abrir la puerta para una nueva ma-nipulación de los ciudadanos desde las altas esferas del po-der, con intereses tantas veces distantes de las verdaderas angustias populares.

Además, y es lo que también preocupa, en Colombia no ha habido históricamente una cultura de protesta pacífica. Las protestas desde los primeros años de nuestra vida de-ben quedar inscritas en una filosofía del respeto, tanto al formularlas como al recibirlas. Porque la protesta no es, no

Instalación de la Quinta Cumbre en Cali, el jueves 17 de marzo de 2016. Interviene el alcalde de la ciudLeal, María Teresa Pagazaurtundúa, Diego Victoria, Libardo Orejuela Díaz, Alfonso Gómez Méndez, Alfre

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tiene por qué ser, sinónimo de agresividad, de desorden, de violencia, de vandalismo sino todo lo contrario. Una educación para el respeto es una educación para la pro-testa. Y una educación para la protesta es una educación para la democracia, la libertad, la igualdad, la justicia. Debe aprenderse el respeto ante la protesta cuando esa protes-ta reúne unos determinados requisitos. Pero esos requi-sitos no se dan porque estén formalmente enunciados o impuestos por las leyes; esos requisitos fluyen de nuestra propia formación como seres humanos educados.

Las protestas en Colombia, tantas veces justas ante gran-des o pequeñas causas, resultan a la postre deslegitimadas y sin eficacia por los excesos en la desesperada y despro-porcionada violencia que generalmente utilizan los que protestan o la que facilitan o estimulan los que quieren de-bilitar o liquidar la justicia de una determinada queja, por ser usufructuarios en alguna forma de la situación que la provoca.

Numerosos son en nuestra historia los ejemplos de contra-dictorias o confusas situaciones de ese estilo en los que la

protesta se reprime y se califica de subversiva. Sin ir más lejos: los justos reclamos de los que protestaban en la trai-cionada Revolución Comunera en el siglo XVIII; el tenso y dramático proceso que antecedió a la explosión popular caótica del 9 de abril de 1948; algunos episodios de justa protesta rural desatendidos o reprimidos con dureza por nuestros gobernantes hace cinco décadas y que en una u otra forma desencadenaron la cruda violencia guerrillera que sigue reclamando en La Habana básicamente lo mismo de entonces; el espeluznante genocidio de la Unión Patrió-tica como criminal respuesta de un sistema opresor a la voluntad de ese grupo de protestar dentro de los cauces institucionales; sin contar con los frecuentes y desordena-dos brotes en campos y ciudades por asuntos a veces muy serios, otras veces menores, que muchas veces se acompa-ñan de ciertos acentos vandálicos pero que en todo caso demandarían una más adecuada atención y compromisos serios y oportunos de las autoridades responsables.

En cualquier parte del mundo la protesta es no solo una necesidad y un derecho sino que diría yo que es un deber. Es, mirada bien, y cuando es firme pero pacífica, un motor imponderable del desarrollo armónico de la historia de los pueblos. La protesta es una crítica; una crítica airada, si se quiere y las críticas, como dijera Winston Churchill, “no se-rán agradables, pero son necesarias”.

La protesta no tiene que apelar necesariamente al uso ino-pinado de la fuerza para ser eficaz. Ello no convoca a la razón, al sentimiento y por lo tanto no persuade realmen-te. La protesta encierra en sí un argumento, muchas veces sólido, y debe tener métodos precisos para convencer y no amenazas armadas o vandálicas para intimidar.

Hoy se han desarrollado en el mundo, y las hemos visto ya en Colombia en los años recientes, algunas formas diferen-tes y muy eficaces de protestas como son las que se ex-presan a través de las redes sociales. Su impacto trascien-de incluso, y con creces, el ritmo de reacción de nuestros partidos políticos, tan perdidos en tantos temas vitales que deberían convocar a protestas públicas, pacíficas y lidera-das por sus propios dirigentes.

Hablo de todo esto hoy en un ámbito de plena libertad por-que esta casa de estudios se fundó precisamente como ex-presión de una protesta profunda. La inconformidad de la Convención Liberal de Ibagué en 1922, del insigne General Benjamín Herrera y de sus Hermanos Masones, quienes por inspiración de aquella fundaron hace casi cien años la Uni-versidad Libre como una válida y necesaria protesta frente al peligroso sectarismo, al asfixiante confesionalismo que la educación eclesiástica y dogmática de la época ejercía sobre la juventud colombiana aprisionando su conciencia, y ante la falta de la cátedra libre y de la libre investigación científica. Y está aún por dilucidarse si una educación con-fesional y dogmática tan larga y extensamente impartida en Colombia, y que conduce al fanatismo, es causa de la in-

dad, Maurice Armitage. En la mesa, de izq. a der., José Antonio Gutiérrez, Pedro Santana, Jaime Alberto edo Beltrán Sierra, Angelino Garzón, Víctor Correa y Jorge Gaviria Liévano, entre otros

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tolerancia nacional y si puede reconocerse en ella a uno de los mayores determinantes de nuestro gran conflicto social y también de su consecuencia, el conflicto armado.

La Universidad Libre puede ser pionera para impulsar des-de sus aulas una nueva cultura nacional de la protesta y todo lo permite y aconseja. Lo muestra la propia historia de un claustro en el que se han formado y se siguen educando miles de colombianos en muchas disciplinas y en casi todos los rincones de la patria; que ha tenido en sus cuadros di-rectivos y académicos a notables personalidades, Masones y no Masones, como Jorge Eliécer Gaitán, Darío Echandía o Gerardo Molina, por citar solo unos pocos; que ha contado en el pasado con la abnegada y entusiasta contribución de muchos Hermanos Masones que durante décadas presta-ron gratuitamente sus servicios a la Universidad a fin de fortalecerla y engrandecerla, y que ha dispuesto en fin del mejor instrumento posible para que la juventud proteste adecuadamente: la tolerancia.

Ese instrumento que forma parte de la esencia misma de esta Universidad Libre, es el mismo que informa e inspira a la Masonería. La tolerancia es genuina cuando se considera como una fortaleza del carácter y no como una debilidad del mismo; es la que oye al otro, la que respeta al otro, la que quiere al otro, la que sabe que al otro también le asis-ten derechos, y no solo a uno mismo de manera exclusiva y excluyente. Esta tolerancia es la que no es condescendien-te con lo ilegal, antiético, corrupto, que no se confabula con el otro en una insana complicidad con lo incorrecto. Que nunca es pusilanimidad o falta de compromiso con lo justo. Que es en cambio lealtad consigo mismo, respeto ha-cia los semejantes y culto permanente a la verdad.

El General Benjamín Herrera, quien al tiempo que fundara la Universidad Libre organizaba también la Gran Logia de Colombia con sede en Bogotá, había quedado desde años antes consagrado como uno de los grandes de nuestro país cuando en un ejercicio de profunda tolerancia, después de que su bando político perdiera la Guerra de los Mil Días, firmó la paz convencido de la necesidad de poner “la patria por encima de los partidos”. Difícil registrar una fortaleza espiritual mayor que la suya en esas duras horas. Esa fue la concepción de la tolerancia que figuras estelares como él vivieran y propalaran con su ejemplo.

Enseñar entonces a protestar ordenada, pacífica, eficaz-mente, con verdadera tolerancia, puede representar un muy ambicioso proyecto educativo para esta Universidad, quizás en conjunto con otras varias Universidades afines a sus propios principios como las hoy representadas aquí, y podría acometerlo prontamente en momentos históricos como estos, en los que el cierre en primera instancia de este grande esfuerzo adelantado en Cuba parece hoy de inminente ocurrencia.

Un “postacuerdo” o “postconflicto” sin protestas, en el sentido en que las hemos probado a describir, se me anto-ja demasiado plano, demasiado estéril, quizás demasiado próximo a una “patria boba”, para poder aclimatar una paz perdurable. Parafraseando aquello de que “nada está acor-dado hasta que todo esté acordado” y mirando hacia el fu-turo, podríamos también decir que “nada estará cumplido mientras no se cumpla todo”. Y es allí donde una cultura de la protesta serena y eficaz puede significar el motor insu-perable para la cabal realización de todo lo que se acuerde y ser un instrumento de vigilancia para el oportuno resta-blecimiento de la plena vigencia de los derechos humanos cuandoquiera que ellos fueren violados.

Dejémosle pues bien abierta la puerta a la protesta pacífi-ca, para asegurar así que por esa ancha puerta entre tam-bién, y para no salir jamás de nuevo, la paz vigorosa y per-durable para esta formidable y diversa Colombia indígena, afrodescendiente, mestiza y mulata que tiene el derecho fundamental a la esperanza en un futuro mejor para to-dos… ¡Mil gracias!

La Quinta Cumbre Nacional por la Paz se cumplió de manera simultanea en doce ciudades del país: Cali, Barranquilla, Cúcuta, Pereira, Cartagena, Pitalito, Tuluá, Yumbo, Florida, Silvia, Corinto y Sevilla

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Es de conocimiento público la afi-liación de Simón Bolívar con la

Orden Masónica. Sin embargo; su nombre y obra alcanzaron dimen-siones tan grandes que su vida pri-vada y pública empezó a tomar ma-tices más de mito que de un hombre común y corriente, haciendo que se generaran infinidad de historias so-bre él.

Los records históricos dicen que des-pués recibir educación privada a tra-vés de tutores, Bolívar fue enviado a Europa a la edad de diecisiete años bajo la orientación de su tutor favori-to, Simón Rodríguez, famoso filósofo que se sospecha, fue el que inculcó los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad en el joven Bolívar.

También se dice que se inició como Masón en Cádiz, España en 1807. El mismo año recibió los grados del Rito Escocés en París y fue nombra-do caballero en una Comandancia de la Orden del Templo en Francia. Él era activo como masón durante la misión diplomática a Londres en 1810. En Venezuela fundó y sirvió como maestro de la Logia Protecto-ra de las Virtudes N° 1 en 1824 y fue fundador de la Logia Orden y Liber-tad Nº 2 de Perú en 1828.

Una historia poca conocida, fue el encuentro entre Bolívar, Miranda y Washington en Estados Unidos, donde a pesar de sus profundas di-ferencias políticas, se plantearon los lineamientos que conllevarían a las futuras guerras de independencia de los países americanos.

En la visita oficial de los QQ.·. HH.·. de la Respetable Logia Germinación Francisco de Paula Santander No. 43, el Muy Respetable Gran Maestro de la Gran Logia de Colombia, José Domingo González–Rubio Rodríguez y el Ex Gran Maestro Alvaro Ramón Younes Arboleda hicieron a la Gran Logia de Nueva York, tuvieron la

oportunidad de ver el mandil de Bo-lívar, prueba evidente no solo su ini-ciación como Masón, sino también de su afiliación al Rito Escocés Anti-guo y Aceptado, el mandil de Grado 32º está expuesto en el Chancellor Robert R. de la Biblioteca Livingston

de la Gran Logia de Nueva York y que representa las 12 tribus de Israel.

A su vez, también tuvimos la oportu-nidad de ver el mandil del Marqués de Lafayette, masón francés, cuya influencia fue decisiva en la inde-pendencia de Estados Unidos quién tuvo una intervención destacada en la guerra de la independencia de las trece colonias británicas de Norte-américa: primero organizando un cuerpo de voluntarios para combatir junto a los insurgentes americanos, por iniciativa propia y contravinien-do las órdenes del rey (1777); luego contribuyendo a intensificar la inter-vención oficial de su país en apoyo de los revolucionarios (1779); y, final-mente, mandando las tropas france-sas que colaboraron con el ejército de George Washington contra los británicos, tarea en la que obtuvo la decisiva victoria de Yorktown (1781).

El Mandil del Libertador Q.·.H.·. Simón Bolivar

Mandíl del Grado 32 de Simón Bolivar

Collarín del Grado 32 de Simón Bolivar (reverso)

Collarín del Grado 32 de Simón Bolivar (anverso)

Marqués de Lafayette

Mandil de Lafayette

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Gran Logia de Colombia www.granlogiadecolombia.co

MASONERÍA EN ACCIÓN

El pasado 5 de marzo, en el Tem-plo Mayor Benjamín Herrera el M.·.R.·.G.·.M.·. de la Gran Logia de Colombia V.·. H.·. José Domin-go González–Rubio Rodríguez, quién en Log.·. de ocasión hace el otorgamiento de los tres Gr.·. Simbólicos en el R.·.E.·.A.·. y A.·. de acuerdo a lo previsto en el Landmark No. VIII al H.·. Comp.·. Silvio Abraham Gago Gutiérrez,

miembro activo y cotizante de la Resp.·. Log.·. Fraternidad No. 387, del Or.·. de Nueva York.

El día 18 de marzo con motivo de la celebración del CCX Ani-versario del natalicio del pre-sidente Benito Juárez García, el embajador de México en Colombia Dr. Arnulfo Valdivia Machuca, le hace la invitación al M.·.R.·.G.·.M.·. José Domin-go González-Rubio Rodríguez y a todos los QQ.·.HH.·. de la Obediencia a asistir a una ce-remonia conmemorativa en el Capitolio Nacional, Salón Luis Carlos Galán, en compañía de los ilustres em-bajadores y personal de los cuerpos diplomaticos y oficiales del ejercito de varios paises de latinoamérica.

Durante los días del 10 al 15 de mayo del año en curso, tendremos al venerable hermano William J. Thomas, Gran Maestro de Masones en el Estado de Nueva York, en visita oficial a la gran Logia de Co-lombia acompañado del V.·.H.·. Carlos Velasco Vene-rable Maestro de la Respetable Logia Fraternidad No. 387, y de los VV.·.HH.·. Fernando Martínez y Abraham Gago, el motivo de la visita es la de expandir los lazos de fraternidad entre estos dos orientes, establecer y firmar convenios masónicos para intercambios de conocimiento, educación y diferentes actividades re-lacionadas con nuestra orden.

En días pasados se hizo la adquisi-ción del 66.66% del terreno ubica-do en la Calle 18 # 5 – 21 (muela), mediante la escritura pública 00629 del 3 de marzo de 2016 ante la no-taria 1a de Bogotá y registrado a folio de matrícula 50C-129029, esta gestión beneficiará el desarrollo de los futuros proyectos arquitectóni-cos de la Gran Logia de Colombia.

Acti vidades MasónicasRefl exión desde la tumbaQ.·. H.·. Gabriel Valbuena Hernández.

En la soledad de la yerta sepulturacual simiente en el surco descompuesta,mi alma inquieta añoraba en su clausuraalcanzar una existencia más honesta. No ser huesos ni carne solamente,sino ejemplo, antorcha, paradigma;ser un astro de rayos refulgentes,agua clara, criatura noble y digna. Cavar fosos profundos a la envidia,sepultar el vicio, el odio y la mentira,controlar la voluntad, vencer la iray combatir sin tregua la desidia. Tener una existencia laboriosa,construir un altar a las virtudes,ser la nota musical de los laudesque interpretan el himno de la vida. Brindar a los demás nuestra ternura,ser solidarios, justos, tolerantes,caballeros de yelmo y armaduraprestos a iluminar al ignorante. Enemigos directos del oprobio,adversarios jurados de la esclavitud,intrépidos contrincantes de los odiosde la traición, la deslealtad y la ingratitud. Al interior de esa bóveda oscura y tenebrosadonde nada valen las monedas ni la gloria,comprendí que aquí estamos para hacer historiay que somos tan efímeros como pétalos de rosa. Todo aquello que rodeaba mis despojosme enseñó muy crudamente estas verdades,que lo han sido en todas las edades,por designios del delta vigilante.

Ceremonia de otorgamiento de los tres grados simbólicos del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.

EL M.·.G.·.R.·.M.·. José Domingo González–Rubio Rodríguez con el embajador de México.

William J. Thomas Gr.·. Maest.·. de MMas.·. del Estado de NY

Inmueble adquirido en el 66,66%