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Boletín No. 130 - Octubre 2011 Las facultades reglamentarias, es decir, las facultades legislativas extraordinariamente concedidas a los órganos que ejercen las funciones administrativas del Estado, son una fuente constante de estímulo intelectual y discusión, así como de controversia y litigio en la vida práctica de los Estados. Se trata de un tema que amerita ser reconsiderado periódicamente para examinar su evolución y adaptación a las siempre cambiantes circunstancias, así como los nuevos problemas jurídicos que surgen con la aparición de los distintos reglamentos que son emitidos por los sucesivos Gobiernos. Hemos dedicado varios boletines a la consideración de los reglamentos, tanto refiriéndonos en forma general a los mismos, como ocupándonos de problemas concretos de algún tipo de ello, pero ha llegado el momento de retomar el tema para consideraciones de la nueva problemática surgida en el país. En el presente texto, examinamos los siguientes temas el exceso de la potestad reglamentaria en una normativa de reciente aprobación; la normativa emitida por los entes reguladores, un tema que amerita ser reconsiderado; y, los problemas surgidos por las prácticas administrativas relativas a la aprobación de reglamentos. 1. Los problemas del Reglamento de la Ley de Acceso a la Información Pública En el Diario Oficial N° 163, Tomo 392, de 2 de septiembre de 2011, aparece publicado el Reglamento de la Ley de Acceso a la Información Pública (LAIP) 1 . La aprobación de la ley ha sido uno de los más notables avances en los derechos civiles de los salvadoreños en el presente siglo 2 y un enorme logro de la sociedad civil que promovió su adopción. La nueva ley, cuyas disposiciones entran en vigor de forma progresiva durante su primer año de vigencia, es de carácter Nuevas consideraciones sobre los reglamentos en El Salvador La aprobación de la Ley de Acceso a la Información Pública (LAIP) ha sido uno de los más notables avances en los derechos civiles de los salvadoreños en el presente siglo y un enorme logro de la sociedad civil que promovió su adopción.

Boletín No. 130 - Octubre 2011: Nuevas consideraciones sobre los reglamentos en El Salvador

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Boletín No. 130 - Octubre 2011

Las facultades reglamentarias, es decir, las facultades legislativas extraordinariamente concedidas a los órganos que ejercen las funciones administrativas del Estado, son una fuente constante de estímulo intelectual y discusión, así como de controversia y litigio en la vida práctica de los Estados. Se trata de un tema que amerita ser reconsiderado periódicamente para examinar su evolución y adaptación a las siempre cambiantes circunstancias, así como los nuevos problemas jurídicos que surgen con la aparición de los distintos reglamentos que son emitidos por los sucesivos Gobiernos.

Hemos dedicado varios boletines a la consideración de los reglamentos, tanto refiriéndonos en forma general a los mismos, como ocupándonos de problemas concretos de algún tipo de ello, pero ha llegado el momento de retomar el tema para consideraciones de la nueva problemática surgida en el país. En el presente texto,

examinamos los siguientes temas el exceso de la potestad reglamentaria en una normativa de reciente aprobación; la normativa emitida por los entes reguladores, un tema que amerita ser reconsiderado; y, los problemas surgidos por las prácticas administrativas relativas a la aprobación de reglamentos.

1. Los problemas del Reglamento de la Ley de Acceso a la Información Pública

En el Diario Oficial N° 163, Tomo 392, de 2 de septiembre de 2011, aparece publicado el Reglamento de la Ley de Acceso a la Información Pública (LAIP)1. La aprobación de la ley ha sido uno de los más notables avances en los derechos civiles de los salvadoreños en el presente siglo2 y un enorme logro de la sociedad civil que promovió su adopción. La nueva ley, cuyas disposiciones entran en vigor de forma progresiva durante su primer año de vigencia, es de carácter

Nuevas consideraciones sobre los reglamentos en El Salvador

La aprobación de la Ley de Acceso a la Información Pública (LAIP) ha sido uno de los más notables avances en los derechos civiles de los salvadoreños en el presente siglo y un enorme logro de la sociedad civil que promovió su adopción.

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administrativo, por lo que necesita de un aparato burocrático que la aplique y haga efectiva, que comprende Unidades de Acceso a la Información Pública en cada oficina pública y una entidad autónoma denominada Instituto de Acceso a la Información Pública, integrado por cinco comisionados electos por el Presidente de la República a propuesta de la sociedad civil, y de un reglamento que la desarrolle y facilite su aplicación.

El Art. 109 de la ley previó esta última circunstancia, estipulando: “El Presidente de la República emitirá los reglamentos de aplicación de la ley a más tardar en ciento veinte días contados a partir de la vigencia de la ley.- El reglamento de elección de los Comisionados deberá estar elaborado a más tardar ciento veinte días después de la entrada en vigencia de la ley”. El reglamento emitido reúne en un solo texto la normativa relativa a la institucionalidad de la ley y la elección de los Comisionados, por motivos de economía administrativa que no resulta en una ilegalidad, y cuenta con 82 artículos.La aprobación del reglamento ha

provocado numerosas protestas de sectores ciudadanos, especialmente los promotores de la ley3. Aparte de varias observaciones de carácter formal y de contenido que afectan puntos menores, la polémica se ha debido al contenido de los Arts. 29 y 73 de dicho cuerpo legal, ya que exceden las potestades conferidas al Presidente de la República, puesto que modifican sustancialmente aspectos regulados expresamente en la LAIP.

El texto del Art. 29 es el siguiente:

“Art. 29.- Sin perjuicio de lo establecido en la Ley, son causales de reserva las siguientes:1. Cuando su publicidad,

comunicación o conocimiento afecte el debido cumplimiento de las funciones del órgano requerido, particularmente:a) Si es en desmedro de la

prevención, investigación y persecución de un delito o actos ilícitos, o se trate de antecedentes necesarios a defensas jurídicas y judiciales, esto es, entre otros, aquéllos

1. De conformidad al Art. 109 de la Ley de Acceso a la Información Pública, el Presidente de la República debía emitir el reglamento de la ley a más tardar ciento veinte días después del inicio de su vigencia. Este plazo se cumplió el día 5 de septiembre. A través de la Subsecretaría de Transparencia y Anticorrupción, la Presidencia de la República se comprometió con el Grupo Promotor de la Ley a someter previamente a consulta pública el proyecto de reglamento, pero el término transcurrió sin que el proyecto fuera dado a conocer. Con posterioridad, se anunció que el reglamento sería publicado en el Diario Oficial N° 163, de 2 de septiembre de 2011, que había sido reservado con anterioridad para tal fin. Esto salva formalmente la responsabilidad legal del Presidente, pero apunta a otro gravísimo problema

La aprobación del reglamento de la LAIP ha provocado numerosas protestas de sectores ciudadanos, especialmente los promotores de la ley.

...la polémica se ha debido al contenido de los Arts. 29 y 73 de dicho cuerpo legal, ya que exceden las potestades conferidas al Presidente de la República, puesto que modifican sustancialmente aspectos regulados expresamente en la LAIP.

de falta de transparencia estatal al que nos hemos referido con gran frecuencia y hemos dedicado un estudio puntual: el retraso en la publicación del periódico oficial (Boletín de Estudios Legales N°12, “La importancia de la modernización del Diario Oficial”, diciembre 2001). Casos como este inducen a comentarios que la negativa del gobierno a regularizar la publicación y circulación del Diario Oficial obedecen a intenciones oscuras, más que a una falta de eficacia administrativa, lo que debía motivar la pronta solución del problema.

2. D.L. N° 534, 2 de diciembre de 2010; D.O. N° 70, Tomo 391, 8 de abril de 2011

3. El Grupo Promotor está integrado por 9 asociaciones de la sociedad civil: FUSADES, IIDC, UJMD, Centro de Estudios Jurídicos, ASDER, APES, Funde, ANEP, UCA y El Faro.

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destinados a respaldar la posición del Ente Obligado ante una controversia de carácter jurídico.

b) Tratándose de antecedentes o deliberaciones previas a la adopción de una resolución, medida o política, sin perjuicio que los fundamentos de aquélla sean públicos una vez que sean adoptadas. Se entiende por antecedentes todos aquéllos que informan la adopción de una resolución, medida o política y por deliberaciones, las consideraciones formuladas para la adopción de las mismas que consten, entre otros, en discusiones, informes, minutas u oficios.

2. Cuando su publicidad, comunicación o conocimiento afecte la Seguridad Nacional y/o la Seguridad Política.

3. Cuando su publicidad, comunicación o conocimiento afecte el interés nacional, en especial si se refieren a la salud pública o las relaciones internacionales y los intereses económicos o comerciales del país.

En la calificación de estas causales, el Ente Obligado podrá hacer las consultas necesarias a los demás Entes Obligados para determinar su ocurrencia para el caso de toda aquella documentación o información que se encuentre compartida con otros Entes Obligados”.

Lo menos que se puede decir de este artículo es que constituye un exceso de las facultades reglamentarias del

Presidente de la República y una injerencia indebida en las atribuciones de la Asamblea Legislativa. Los reglamentos deben limitarse al desarrollo de los principios contenidos en la ley y no pueden adicionarla ni, mucho menos, contradecir sus disposiciones. Deben contener únicamente aquellas normas administrativas necesarias para hacer efectivas sus disposiciones por la administración pública, pero todo añadido que afecte de alguna manera los derechos de los particulares, tal como han sido establecidos por la Asamblea Legislativa, se traduce en un exceso de poder. En el presente caso, el reglamento no solo pretende complementar la decisión del Órgano Legislativo, lo que constituye una clara violación al principio de separación de poderes y las reglas del principio de legalidad contenidas en el Art. 86 Cn., sino que violenta directamente la decisión parlamentaria. En efecto, las disposiciones del Art. 29 no sólo podrían conducir a la reserva de materias que la Ley de Acceso a la Información declara de conocimiento público, como los resultados de censos o estadísticas agrícolas, sino que además, con el uso de terminología vaga e imprecisa puede conducir a la inoperancia total de la ley. El más controvertido de dichos conceptos es el de “seguridad política”, no utilizado por ninguna otra ley en nuestro sistema jurídico.

El Art. 2 del reglamento da las siguientes definiciones relacionadas con la disposición anterior: “Seguridad Política: Toda acción o actividad, directa o indirecta, que realicen los Funcionarios de Alto Nivel, tendientes

Los reglamentos deben limitarse al desarrollo de los principios contenidos en la ley y no pueden adicionarla ni, mucho menos, contradecir sus disposiciones.

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a defender el orden público, la organización política del gobierno y sus instituciones, así como toda actividad que tenga por objeto gobernar o dirigir al Estado o al buen desarrollo de la política gubernamental, incluyendo las actividades destinadas a proteger de las amenazas contra la legitimidad, reconocimiento y la autoridad del gobierno que desencadenen circunstancias de inestabilidad política, corrupción e ingobernabilidad, entre otras”; “Funcionario de Alto Nivel: Funcionarios Públicos que desempeñan un cargo de dirección y tienen la facultad de tomar decisiones en cualquiera de los órganos del Estado”.

Con base en tales definiciones, podemos señalar que cualquier titular de cualquier oficina pública podría negar el acceso a información legítimamente disponible a los particulares de conformidad a su arbitrio. El concepto de “seguridad política”, tal como está definido, abarca una inmensa gama de posibilidades y puede conducir a la reserva de cualquier información en manos del Estado, con pretextos que son imposibles de comprobar por una parte o contradecir por la otra. El resultado sería simplemente la inoperancia de la Ley de Acceso a la Información Pública.

El Art. 73 del reglamento literalmente establece:

“El Presidente de la República contará con treinta días previos al inicio de funciones de los comisionados para hacer la elección de los miembros propietarios y suplentes. En caso que a criterio del Presidente de la República

ninguno de los candidatos de las ternas propuestas, ya sea propietarios o suplentes, es apto para ocupar el cargo de comisionado se volverá a realizar la elección de la terna correspondiente en base a lo estipulado en los artículos anteriores y en la Ley. En este caso, únicamente se realizará el proceso de elección para las ternas presentadas al Presidente que no cumplan con los requisitos estipulados”.

El artículo se refiere a la integración del organismo encargado de la puesta en práctica y el cumplimiento de la ley, el Instituto de Acceso a la Información Pública. Este deberá estar integrado por cinco funcionarios designados por el Presidente de la República de ternas propuestas por cinco sectores de la sociedad civil (asociaciones empresariales, asociaciones profesionales, universidades, asociaciones de periodistas y sindicatos); el objeto de tal composición es garantizar la independencia de la institución, ya que serán los administrados quienes escogen a los candidatos a ocupar los cargos de autoridad. La disposición aprobada por el Presidente de la República le permite rechazar las propuestas de candidatos hechas por la sociedad civil si a su “criterio” ninguno de los propuestos es “apto” para ocupar el cargo; en tales condiciones, el Presidente puede rechazar cuantas veces quiera a los candidatos propuestos por cualquier sector hasta que éste designe a una persona. El resultado sería que se limitaría la independencia con que debe contar el organismo y, nuevamente, la anulación de los efectos de la ley.

El concepto de “seguridad política”, tal como está definido, abarca una inmensa gama de posibilidades y puede conducir a la reserva de cualquier información en manos del Estado, con pretextos que son imposibles de comprobar por una parte o contradecir por la otra.

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Las disposiciones constitucionales que regulan la potestad para emitir reglamentos de ejecución de las leyes son las siguientes:

“Art. 168.- Son obligaciones y atribuciones del Presidente de la República:N° 14.- Decretar los reglamentos que fueren necesarios para facilitar y asegurar la aplicación de las leyes cuya ejecución le corresponde”.

La sumisión del reglamento a la ley tiene tres consecuencias principales: 1) No se puede emitir más que para facilitar y asegurar la aplicación de la ley; 2) No puede entrar en contradicción con los preceptos de la ley; y 3) No puede suplir la ley allí donde ella no existe.

La primera consecuencia nos indica que el contenido de los reglamentos debe ser limitado al establecimiento de las normas administrativas que harán posible el cumplimiento de las leyes que desarrolla; no puede ir más allá de ellas. La segunda es consecuente con el principio de preeminencia de la ley sobre las actuaciones administrativas. El tercero implica que el reglamento en nuestro sistema, a diferencia de otros donde tal cosa es aceptable por disposición constitucional, no es una ley complementaria, no puede llenar vacíos legales, ni conceder derechos o imponer obligaciones a los particulares que no estén contemplados en el acto legislativo.

La jurisprudencia de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia ha sido explícita, numerosas veces, en los puntos que tratamos:

“El reglamento, como fuente no puede sino regular aspectos que explícitamente se le hayan conferido en la ley secundaria, es decir, que si bien puede normar algunas conductas individuales y colectivas, el contenido de dichas normas no puede ir más delante de los límites de la cobertura formal de todo reglamento, innovando respecto de su campo jurídico…el reglamento no puede suplir a la ley donde esta no existe, aunque el Presidente de la República considere necesario regular un cierto contenido” (Inconstitucionalidad 22-97 del 27.03.2001).

¿Qué es lo que hay que hacer con el reglamento de la Ley de Acceso a la Información Pública? La solución ideal sería que el Presidente de la República reformara esta normativa a la mayor brevedad posible, ya que al aprobar las disposiciones citadas se ha excedido las facultades que la Constitución le confiere. Si el Presidente no realizara lo anterior, la Asamblea Legislativa podría corregir esto con una reforma a la LAIP, que precise el alcance de las disposiciones afectadas, o cualquier ciudadano podría dirigirse a la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, exigiendo la declaratoria de inconstitucionalidad de las disposiciones referidas.

2. La normativa emitida por los entes reguladores

Hace varios años dedicamos dos de nuestros boletines a un tema que afecta profundamente nuestra vida jurídica, pero que no había sido considerado adecuadamente en un nivel académico: los entes reguladores en la legislación

La jurisprudencia de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia ha sido explícita, numerosas veces, en los puntos que tratamos: “El reglamento, como fuente no puede sino regular aspectos que explícitamente se le hayan conferido en la ley secundaria...”

“...el reglamento no puede suplir a la ley donde esta no existe, aunque el Presidente de la República considere necesario regular un cierto contenido” (Inconstitucionalidad 22-97 del 27.03.2001).

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salvadoreña4. La relación que este tópico tiene con nuestro tema de estudio, amerita que se haga una breve recapitulación de dichos documentos.

El término “ente regulador” es de reciente adopción en los países de habla hispana, teniendo su origen y modelo en instituciones del derecho anglosajón de considerable antigüedad. Entendemos por tal a “una oficina estatal independiente encargada de la vigilancia y supervisión de una actividad de interés estatal, aunque ejercida por los particulares, y con la capacidad de emitir la regulación que rige dicha actividad”. La adopción de la figura implicó apartarse en alguna medida del estricto principio de separación de poderes, considerado como la base fundamental de las sociedades democráticas desde las revoluciones liberales del siglo XVIII, concediendo extensas facultades legislativas a organismos de carácter ejecutivo, pero cualquier reserva de carácter ideológico que pudiera provocar la figura ha sido vencida por el hecho de que ha resultado una institución sumamente eficaz para el cumplimiento de ciertos fines, en especial la vigilancia de la prestación de servicios públicos y de otras actividades económicas realizadas por los particulares de una manera técnica y en gran medida despolitizada, hasta el punto de que se ha extendido por todo el mundo. Pese a ser tan reciente su introducción en los países hispanos, se ha adoptado con éxito y entusiasmo, hasta el punto de que algunos ya hablan de una nueva especialización del derecho administrativo, al que llaman “derecho regulatorio”.El ente regulador debe ser, según

los principios teóricos que lo guían, una entidad independiente de las autoridades centrales, con el objeto de garantizar su autonomía en cuestiones técnicas, característica que es observada con mayor o menor puntualidad en los distintos países, creándose híbridos controversiales. Sus funciones son de vigilancia del cumplimiento de las normas aplicables al sector de su competencia, sancionadora y resolutora de conflictos en instancia administrativa; pero su actividad fundamental es la regulación de dicho sector, a través de normas de carácter general. En los países con un alto desarrollo de los entes reguladores, la mayor parte de las normas de carácter reglamentario proviene de éstos.

En El Salvador, la creación de entes reguladores comenzó con el otorgamiento de facultades regulatorias al Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, con la aprobación del Código de Salud (1988), lo que hace más inusual la figura, pues se trata de una entidad centralizada. Con posterioridad se han creado nuevos entes reguladores con el carácter de instituciones oficiales autónomas, sucesivamente: la Superintendencia del Sistema Financiero (1990)5, el Consejo Nacional

4. Fusades (abril y mayo 2005) Los entes reguladores en la legislación salvadoreña. Boletín de Estudios Legales N° 52 y N° 53. Departamento de Estudios Legales.

5. Con base a la Ley de Supervisión del Sistema Financiero (D.L. N° 592, 14 de enero de 2011; D.O. N° 23, Tomo 390, 2 de febrero de 2011), la Superintendencia del Sistema Financiero es ahora la organización que ha absorbido a la antigua Superintendencia de tal nombre, ahora denominada Superintendencia Adjunta de Bancos, Aseguradoras y Otras Entidades Financieras, a la Superintendencia de Valores y a la Superintendencia de

Las funciones de un ente regulador son de vigilancia del cumplimiento de las normas aplicables al sector de su competencia, sancionadora y resolutora de conflictos en instancia administrativa; pero su actividad fundamental es la regulación de dicho sector, a través de normas de carácter general.

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de Ciencia y Tecnología (1992), la Superintendencia de Valores (1996), la Superintendencia de Pensiones (1996), la Superintendencia General de Electricidad y Telecomunicaciones (SIGET) (1999), el Consejo de Vigilancia de la Contaduría Pública y Auditoría (2000), la Autoridad de Aviación Civil (2001) y la Autoridad Marítima Portuaria (2002). Todas estas entidades han sido prolíficas emisoras de reglamentos, generalmente con el título de “normas” y la mayor parte de la normativa reglamentaria emitida en el presente siglo, si exceptuamos la actividad de la Corte de Cuentas de la República y las municipalidades, ha sido producto de tales entes reguladores.

La introducción de la figura del ente regulador en el sistema jurídico salvadoreño no está exenta de controversias, en especial por el tema de las facultades normativas de dichas instituciones, fenómeno que se repite en gran número de países latinoamericanos. Existe una seria discusión entre algunos estudiosos acerca de la constitucionalidad de tales normativas.

Según una primera opinión, los entes reguladores son una institución ajena a nuestro sistema jurídico que ha sido trasplantada sin hacer los necesarios cambios a la normativa constitucional. De conformidad a ésta, la facultad de

emitir reglamentos de ejecución de las leyes aplicables por la administración pública, está reservada exclusivamente al Presidente de la República (Art. 168 N° 14 Cn.), por lo que la atribución de facultades reglamentarias a organismos distintos a través de leyes aprobadas por la Asamblea Legislativa, constituye una violación a la Constitución y todas esas leyes, así como los reglamentos emitidos por los entes reguladores con base en las mismas, son inconstitucionales y deberían ser declarados así. Señalan también que el contenido de la normativa que ha sido emitida por los entes reguladores, al imponer una regulación a los particulares que les implica gran cantidad de derechos y obligaciones, casi como una ley complementaria, excede el limitado campo de regulación que la disposición primaria relacionada atribuye a los reglamentos, con lo que invaden las atribuciones constitucionales reservadas a la Asamblea Legislativa. Mientras no se reforme la Constitución, según los defensores de esta posición, los entes reguladores deben abstenerse de continuar legislando para los particulares y los reglamentos necesarios para la aplicación de sus leyes deben ser aprobados por el Presidente.

De conformidad a una segunda opinión, las materias a normar por los entes reguladores exceden las capacidades de los parlamentos, tanto por su carácter técnico como por su cantidad y la celeridad con que deben ser aprobadas muchas veces. La adopción de los entes reguladores constituye un tendencia global para la administración de ciertos aspectos de

La introducción de la figura del ente regulador en el sistema jurídico salvadoreño no está exenta de controversias, en especial por el tema de las facultades normativas de dichas instituciones, fenómeno que se repite en gran número de países latinoamericanos.

Pensiones, y ha heredado sus facultades normativas. La institución es aún de muy reciente creación y organización para haber emitido reglamentación. Asimismo, es importante destacar que esta ley propone un modelo de supervisión y regulación novedoso, otorgando la facultad normativa al BCR y la facultad de supervisión a la SSF.

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la vida moderna, que no pueden serlo de la manera tradicional instaurada por los principios constitucionales de corte clásico, por lo que abogan por una interpretación teleológica de la Constitución, en el sentido de que debe existir cierta flexibilidad para que organismos distintos a los tradicionales poderes legislativo y ejecutivo puedan emitir regulaciones, pues de otra manera el principal perjudicado sería el público consumidor de servicios públicos. Por tanto, abogan por una interpretación “progresiva” de la norma primaria, que permita su adecuación a las cambiantes realidades6.

Los boletines a que nos referimos antes, hicieron una excitativa a la comunidad jurídica a iniciar un debate ponderado y pronunciarse sobre el tema. Tal debate no se ha dado. Aún el reciente Congreso Internacional de Derecho Administrativo, realizado en nuestro país el pasado mes de septiembre, trató el tema de los entes reguladores desde el punto de vista de la organización interna y funcionamiento de tales entidades, exclusivamente, sin entrar en consideraciones sobre los límites de sus facultades normativas. En este sentido, sería deseable la reactivación del tema, para poder debatir a profundidad sobre esta temática en el ordenamiento jurídico salvadoreño.

3. Prácticas Administrativas: casos concretos

Solo cuatro artículos de la Constitución se refieren a la emisión de reglamentos:

el Art. 167 N° 1, que atribuye al Consejo de Ministros la emisión de reglamentos autónomos; el Art. 168 N° 14, que atribuye al Presidente de la República la emisión de reglamentos de aplicación de las leyes cuya ejecución corresponde al Órgano Ejecutivo; el Art. 195 N° 6, que atribuye a la Corte de Cuentas de la República la emisión de reglamentos necesarios para la ejecución de sus atribuciones; y el Art. 204 N° 5, que atribuye a las municipalidades la facultad de emitir ordenanzas y reglamentos locales7. Hay acuerdo, sin embargo, en que estas disposiciones no son exclusivas y existe la posibilidad de que otros organismos de la administración pública emitan reglamentos, siguiendo el principio de que, siendo los reglamentos normas para desarrollar las distintas leyes, deben ser emitidos por los organismos a los que les corresponde aplicarlos.

No hay discusión de que tales facultades corresponden legítimamente a los órganos independientes del Estado, los poderes tradicionales y los creados por la norma constitucional con el carácter de tales. Así, el Órgano Judicial ha emitido reglamentos internos desde tiempo inmemorial y tal facultad se ha extendido al Consejo Nacional de la Judicatura en su ley orgánica (Art 22 letra “d”). La Corte de Cuentas de la República vio constitucionalizada sus facultades reglamentarias en la Constitución de 1983. El Tribunal

7. Por supuesto, está también el Art. 131 N° 1 Cn., que atribuye a la Asamblea Legislativa la facultad de emitir su reglamento interior, pero a pesar de la terminología usada, se trata de un normas de carácter general emitidas por el Órgano Legislativo, por tanto, de una ley sujeta a todos los principios y disposiciones que rigen los actos legislativos.

6. Esta es la tendencia que encontramos en jurisprudencia reciente de la Sala de lo Constitucional (Inc. 78-2006 del 31.07.2009).

Los boletines a que nos referimos antes hicieron una excitativa a la comunidad jurídica a iniciar un debate ponderado y pronunciarse sobre el tema. Tal debate no se ha dado.

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Supremo Electoral y los distintos organismos que conforman el Ministerio Público (Fiscalía General de la República, Procuraduría General de la República y Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos) han recibido facultades reglamentarias expresas en sus recientes leyes y todos ellos, excepto la Fiscalía, han emitido reglamentos de organización interna.

Con respecto a los organismos que constituyen el Órgano Ejecutivo centralizado, existen circunstancias de distinto orden. Hasta la Constitución de 1962, las facultades reglamentarias de las leyes eran atribuidas al Órgano Ejecutivo, en general. Esto permitía cierta flexibilidad en la determinación de la autoridad correspondiente para emitir normas reglamentarias; así las leyes del Instituto Salvadoreño del Seguro Social establecían que sus reglamentos serían emitidos por el Consejo de Ministros. El Reglamento Interno del Poder Ejecutivo de 1976, estableció que los distintos ministerios debían emitir su reglamento interno y de funcionamiento y, a consecuencia del mismo, la mayoría de ellos lo emitieron, inclusive algunos que ya contaban con reglamento aprobado por el Presidente de la República.

La Constitución de 1983, cambió las cosas, estableciendo la disposición que hemos indicado, reservando las facultades reglamentarias al Presidente de la República (Art. 168 N° 14). Durante el período presidencial 1984-1989, la disposición fue interpretada en el sentido más literal y estricto. En esta época prevaleció la práctica que los reglamentos del Estado fueron aprobados por el Presidente

de la República. Las disposiciones en la Ley del Seguro Social a que nos hemos referido fueron reformadas, determinándose que sería el Presidente y no el Consejo de Ministros el que aprobara sus reglamentos. Paradójicamente, al aprobarse el nuevo Reglamento Interno del Órgano Ejecutivo (D.E. N° 24, 18 de abril de 1989; D.O. N° 70, Tomo 303, 18 de abril de 1989), se conservó la facultad de los ministerios de autorreglamentarse (Art. 80); la mayoría de los ministerios, sin embargo, no han emitido nuevos reglamentos y los aprobados anteriormente se han convertido en algo obsoleto e inaplicable; únicamente el Ministerio de Economía ha continuado emitiendo y actualizando diligentemente su reglamento interno8; en fecha reciente, el Ministerio de Agricultura y Ganadería ha emitido también su nuevo reglamento interno9. También en esta época se aprobó el Código de Salud que confirió facultades regulatorias al Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, como ya lo indicamos, aunque este tardó muchos años en utilizarlas y no comenzó a emitir normativas sino hasta 1995; sin embargo, desde esa fecha ha emitido una gran cantidad.

En los últimos años ha sucedido un cambio significativo en la emisión de reglamentos, que viene sucediendo desde 1989, pero que se ha acentuado en el último período presidencial: el número de los emitidos por

8. La última versión en A.E. N° 1347, 19 de octubre de 2006, publicado en D.O. N° 112, Tomo 375, 20 de junio de 2007.

9. Reglamento Interno y de Funcionamiento del Ministerio de Agricultura y Ganadería (A.E. N° 321, 28 de mayo de 2010; D.O. N° 111, Tomo 387, 15 de junio de 2010).

En los últimos años ha sucedido un cambio significativo en la emisión de reglamentos, que viene sucediendo desde 1989, pero que se ha acentuado en el último período presidencial: el número de los emitidos por el Presidente de la República ha disminuido considerablemente, mientras que ha aumentado el número de los que han sido emitidos por otras entidades.

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el Presidente de la República ha disminuido considerablemente, mientras que ha aumentado el número de los que han sido emitidos por otras entidades a las que nunca antes se les había reconocido esa facultad: los ministerios y las instituciones oficiales autónomas.

Con respecto a los ministerios, con excepción del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, no cuentan con facultades reglamentarias estipuladas en la ley; sin embargo, se ha hecho común que muchos reglamentos de ejecución sean emitidos por aquéllos. Así, encontramos que el Ministerio de Trabajo y Previsión Social ha emitido un reglamento, con el contenido de una ley aprobada por la Asamblea Legislativa, denominado “Política Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional10; el Ministerio de la Defensa Nacional emitió acuerdos incorporando a la Ley de Condecoraciones Militares distinciones no creadas por ésta y disposiciones que regulan la situación de los oficiales designados para seguir estudios superiores11; el Ministerio de Economía emitió un “Reglamento de funcionamiento de los comités que conforman la Comisión Nacional Administradora de Tratados Comerciales” y un

“Reglamento para la integración de las listas de árbitros en los Tratados de Libre Comercio ratificados por El Salvador”12; el Ministerio de Agricultura y Ganadería aprobó un “Instructivo para las aplicaciones aéreas de insumos agrícolas”13, materia que debería considerarse regulada por el Reglamento de Aviación Agrícola emitido por el Presidente de la República o como el caso del Director de CONCULTURA, quien ha emitido y publicado en el Diario Oficial un reglamento que denomina “Normativa de regulación de investigaciones arqueológicas en El Salvador14.

El Reglamento General de la Ley del Medio Ambiente y varios reglamentos especiales del ramo fueron emitidos por el Presidente de la República, pero alternativamente el Ministerio del Medio Ambiente y Recursos Naturales ha estado emitiendo normas que por su importancia y alcances, y por la afectación que producen en los derechos de los particulares, ameritan ser señaladas expresamente. Así, se han dado unas “Disposiciones para la importación, transporte y almacenamiento y proceso de sustancias peligrosas”15, una “Categorización de actividades, obras o proyectos según la Ley del Medio Ambiente”16, un

10. A.E. N° 93, 5 de junio de 2006, publicado en D.O. N° 117, Tomo 371, 26 de junio de 2006.

11. A.E. N° 74, 27 de octubre de 2004, publicado en D.O. N° 6, Tomo 366, 10 de enero de 2005; y A.E. N° 24, 1° de febrero de 2006, publicado en D.O. N° 57, Tomo 370, 22 de marzo de 2006.

12. A.E. N° 1111, 25 de octubre de 2005, publicado en D.O. N° 200, Tomo 369, 27 de octubre de 2006; y A.E. N° 553, 28 de mayo de 2007, publicado en D.O. N° 98, Tomo 375, 31 de mayo de 2007.

13. A.E. N° 423, 16 de junio de 2011, publicado en D.O. N° 123, Tomo 392, 1° de julio de 2011.

14. Resolución N° 007/2006, 6 de octubre de 2006, publicado en D.O. N° 11, Tomo 374, 18 de enero de 2006.

15. A.E. N° 17, 7 de junio de 2005, publicado en D.O. N° 110, Tomo 367, 15 de junio de 2005.

16. A.E. N° 39, 26 de abril de 2007, publicado en D.O. N° 83, Tomo 375, 9 de mayo de 2007.

17. A.E. N° 46, 9 de mayo de 2007, publicado en D.O. N° 93, Tomo 375, 24 de mayo de 2007.

Con respecto a los ministerios, con excepción del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, no cuentan con facultades reglamentarias estipuladas en la ley.

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“Instructivo que determina tiempos de respuesta del Ministerio del Medio Ambiente y Recursos Naturales en el proceso de evaluación ambiental”17, un “Procedimiento para declarar e inscribir a favor del Estado, aquéllos bienes que según el Art. 9 de la Ley de Áreas Naturales Protegidas constituyen bienes nacionales considerados como áreas naturales protegidas que carecen de antecedente registral”18, un “Reglamento interno del Sistema Nacional de Gestión del Medio Ambiente”19, una “Política Nacional de Gestión del Medio Ambiente”20, un “Acuerdo de creación del Consejo Nacional de Áreas Naturales Protegidas”21, un “Procedimiento para declarar como áreas naturales protegidas inmuebles propiedad de particulares, las municipalidades y entidades autónomas, conforme el Art. 11 de la Ley de Áreas Naturales Protegidas”22, un “Instructivo de diligenciamiento de las actuaciones previas y de los procedimientos administrativos establecidos en la Ley del Medio Ambiente”23, una “Guía de procedimientos para desarrollar la consulta pública establecida en el

Art. 25 literal b) de la Ley del Medio Ambiente”24, un “Plan de extracción sostenible, sector occidental, Bahía de Jiquilisco”25 y unas “Tarifas y derechos para la ejecución de actividades, obras o proyectos en los bosques salados que forman parte de las áreas naturales protegidas administradas por el Ministerio del Medio Ambiente y Recursos Naturales”26.

El Ministerio de Educación ha sido objeto de numerosas quejas de particulares, especialmente de parte de centros de estudio privados, por tratar de impulsar una legislación paralela a la aprobada por la Asamblea Legislativa, que les impone obligaciones; generalmente son normas que el Ministerio incluye en un instructivo y pretende imponer a interesados que no tienen ni siquiera la oportunidad de conocerlas, pues tales reglamentaciones no aparecen en el periódico oficial27. En los últimos siete años el Ministerio se ha convertido en el más prolífico emisor de reglamentos de

18. A.E. N° 45, 22 de julio de 2008, publicado en D.O. N° 143, Tomo 380, 30 de julio de 2008.

19. A.E. N° 69, 23 de octubre de 2008, publicado en D.O. N° 215, Tomo 381, 14 de noviembre de 2008.

21. A.E. N° 70, 23 de octubre de 2008, publicado en D.O. N° 215, Tomo 381, 14 de noviembre de 2008.

21. A.E. N° 72, 5 de noviembre de 2008, publicado en D.O. N° 218, Tomo 381, 19 de noviembre de 2008.

22. A.E. N° 37, 29 de abril de 2009, publicado en D.O. N° 85, Tomo 383, 12 de mayo de 2009.

23. A.E. N° 52, 4 de mayo de 2010, publicado en D.O. N° 103, Tomo 387, 3 de junio de 2010.

24. A.E. N° 65, 24 de junio de 2010, publicado en D.O. N° 131, Tomo 388, 13 de julio de 2010.

25. A.E. N° 120, 16 de diciembre de 2010, publicado en D.O. N° 10, Tomo 390, 14 de enero de 2011.

26. A.E. N° 817, 10 de agosto de 2011, publicado en D.O. N° 150, Tomo 392, 16 de agosto de 2011.

27. La práctica es común también en numerosas instituciones. Un ejemplo muy conocido nos lo da el Ministerio de Gobernación en el cual un instructivo para la aplicación de la Ley de Asociaciones y Fundaciones sin Fines de Lucro, y que incluye un modelo de estatutos de las asociaciones, tiene más peso que la misma ley en las decisiones de la oficina registral encargada de aplicarlo. Como ejemplo, en vista de que el modelo de estatutos incluye categorías de socios de las asociaciones (fundadores, ordinarios, honorarios, etc.), durante un tiempo se negó la inscripción a las que no contenían tal categorización, a pesar de que no está contemplada como obligatoria en la ley y es nada más una decisión interna de la entidad establecer diferentes derechos para sus asociados.

En los últimos siete años el Ministerio de Educación se ha convertido en el más prolífico emisor de reglamentos de la administración pública, que a veces continúa llamando “instructivos”, sobre las materias de su competencia.

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la administración pública, que a veces continúa llamando “instructivos”, sobre las materias de su competencia. Solo a título ejemplificativo, citamos unos cuantos: “Normativa para el registro, control de asistencia, permanencia y puntualidad de los empleados administrativos del Ministerio de Educación”28, “Normativa general para la gestión, ejecución y liquidación del presupuesto escolar” (Instructivo MINED N° 001/2007)29, “Política para la administración del Programa de Becas del Ministerio de Educación”30, “Reglamento de funcionamiento del escalafón de los empleados y empleadas técnicos y administrativos del Ministerio de Educación”31, “Normas y procedimiento para que los centros públicos y privados legalicen los títulos de educación media, por medio del registro académico e institucional (SIRAI)”32, “Instructivo del Sistema de Registro y Control de los Bienes Muebles del Ministerio de Educación”33, “Instructivo para la asignación de sobresueldo de Director o Subdirectora que ha laborado por un período de diez años consecutivos en la misma institución”34, “Instructivo para la realización y generación de resultados de la prueba de aprendizaje y aptitudes para egresados de educación media (PAES)”35, “Instructivo para la gestión, administración,

ejecución, seguimiento y control de la cooperación y/o asistencia técnica no reembolsable”36, “Instructivo para la asignación y cancelación del incentivo al desempeño docente”37, “Normas y Procedimientos para el Funcionamiento de Centros Educativos Privados Biculturales con Calendario Norte”38, etc. Una peculiaridad muy común es que en ocasiones el Ministerio solo publica el acuerdo de aprobación de la nueva normativa, pero no el texto de sus disposiciones, por lo que su contenido no puede ser conocido por los particulares.

El Ministerio de Educación ejemplifica claramente la práctica muy común de emitir, en lugar de reglamentos, otros cuerpos normativos como “normas”, “políticas”, “procedimientos” y sobre todo “instructivos”. Este último término indica también una confusión en prácticas administrativas. Por regla general, los instructivos son considerados normativas internas de los ministerios y otras oficinas públicas, que contienen instrucciones del superior de la oficina sobre puntos de interpretación de las leyes que aplican; son a manera de órdenes permanentes emitidas por el titular de la institución a sus subordinados y no

28. A.E. N° 15-1546, 15 de diciembre de 2004, publicado en el D.O. N° 170, 372, 13 de septiembre de 2006.

29. A.E. N° 15-0436, 1° de marzo de 2007, publicado en D.O. N° 66, Tomo 375, 13 de abril de 2007.

30. A.E. N° 15-0284, 27 de febrero de 2007, publicado en D.O. N° 77, Tomo 375, 27 de abril de 2007.

31. A.E. N° 15-1282, 22 de septiembre de 2008, publicado en D.O. N° 217, Tomo 381, 18 de noviembre de 2008.

32. A.E. N° 15-1520, 28 de octubre de 2008, publicado en D.O. N° 218, Tomo 381, 19 de noviembre de 2008.

33. A.E. N° 15-1421, 18 de noviembre de 2009, publicado en D.O. N° 48, Tomo 376, 10 de marzo de 2010.

34. A.E. N° 15-0348, 19 de marzo de 2010, publicado en D.O. N° 70, Tomo 387, 19 de abril de 2010.

35. A.E. N° 15-0539, 22 de marzo de 2010, publicado en D.O. N° 153, Tomo 388, 19 de agosto de 2010.

36. A.E. N° 15-1193, 15 de octubre de 2010, publicado en el D.O. N° 3, Tomo 390, 5 de enero de 2011.

37. A.E. N° 15-1378, 7 de diciembre de 2010, publicado en D.O. N° 13, Tomo 390, 19 de enero de 2011.

38. A.E. N° 15-0529, 29 de marzo de 2011, publicado en D.O. N° 91, Tomo 391, 18 de mayo de 2011.

El Ministerio de Educación ejemplifica claramente la práctica muy común de emitir, en lugar de reglamentos, otros cuerpos normativos como “normas”, “políticas”, “procedimientos” y sobre todo “instructivos”. Este último término indica también una confusión en prácticas administrativas.

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trascienden a los particulares. Por tal razón son hechos informalmente, ni siquiera necesitan ser aprobados por acuerdo ejecutivo ni ser publicados en el Diario Oficial; el mismo término “instructivo” debería ser indicativo que la normativa que contiene no se aplica a los administrados. Sin embargo, como lo revelan los nombres con los que el Ministerio de Educación designa sus supuestos instructivos, espera que sean aplicados a centros educativos privados, becarios y todo tipo de usuarios de sus servicios39.

Con respecto de las instituciones oficiales autónomas, hasta hace pocos años, la única a la que se le reconocía la facultad de emitir reglamentos era la Universidad de El Salvador, indudablemente debido a la autonomía administrativa que le fue reconocida en la Constitución de 1950 y las posteriores40. Desde el año 2006, sin embargo, la ley confiere facultades reglamentarias al Tribunal de Ética Gubernamental (Art. 12 letra “i” Ley de

Ética Gubernamental)41; la institución ha emitido tres reglamentos42, que presentan la peculiaridad de que no regulan exclusivamente la labor de la institución, sino que contienen normas administrativas aplicables a todos los organismos y empleados del Estado, de manera que, el tribunal se ha convertido en un “superlegislador” de toda la administración pública.

En igual forma, tenemos que hacer una referencia al tema de las ordenanzas municipales, que también hemos tratado en otros boletines y vienen a complicar aún más el panorama de la proliferación legislativa en el país. Hemos señalado que las ordenanzas son reglamentos de ejecución de las leyes, pura y simplemente, y sujetos a todos los principios que rigen a los mismos, pese a que algunos las consideran,

39. Otro ejemplo de uso de instrumentos llamados “instructivos” para legislar, lo ha dado la Superintendencia del Sistema Financiero que, amparada en su ley constitutiva y la que ahora la rige, ha creado todo un sistema de derecho paralelo, aplicable a todo el sistema financiero, a través de instructivos que comunica a los interesados, pero nunca publica en el Diario Oficial.

40. Antes de esta fecha, toda la reglamentación interna de la Universidad de El Salvador era aprobada por el Ministerio de Educación. A partir de entonces, la institución se autorregula en la mayor parte de asuntos internos, pero buena parte de esta normativa es desconocida para el público, porque no su publicaba en el Diario Oficial, no fue sino hasta 1972 que la ley orgánica de la institución estableció este requisito.

41. El Tribunal de Ética Gubernamental es una institución trasplantada de un sistema ajeno al nuestro y por exigencia de organismos internacionales; al crearlo no se definió la naturaleza jurídica de la institución, por lo que fue necesaria una

reforma para convertirlo en institución oficial autónoma (D.L. N° 427, 4 de octubre de 2007; D.O. N° 188, Tomo 377, 10 de octubre de 2007).

42. Reglamento de la Ley de Ética Gubernamental (D. N° 1, 28 de mayo de 2008; D.O. N° 109, Tomo 379, 12 de junio de 2008), Mecanismos de Transparencia de la Administración Pública y de la Publicidad de los Actos Administrativos (A. N° 1, 6 de mayo de 2009; D.O. N° 87, Tomo 383, 14 de mayo de 2009) y Políticas de Uso Racional de los Recursos del Estado y del Municipio (A. N° 2, 6 de mayo de 2009; D.O. N° 87, Tomo 383, 14 de mayo de 2009). Adviértase que el primero de estos instrumentos fue aprobado por “decreto”; la práctica administrativa ha reservado la emisión de instrumentos denominados “decretos” a los tradicionales emisores de actos regla, es decir, normas de carácter general, como son la Asamblea Legislativa, las municipalidades para la emisión de ordenanzas y, en la administración pública centralizada, el Presidente de la República. Cuando, ocasionalmente, otras entidades emiten normas de carácter general, como los ministerios al aprobar sus reglamentos internos o los entes reguladores al aprobar cualquier tipo de normas, lo hagan mediante un “acuerdo ejecutivo”, que se asienta en el libro correspondiente, con todas las demás decisiones de la oficina.

El Tribunal de Ética Gubernamental ha emitido tres reglamentos que presentan la peculiaridad que contienen normas administrativas aplicables a todos los organismos y empleados del Estado.

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sin explicar por qué, como una clase de normativa sujeta a principios especiales. Desde 1986, cuando comienza a ponerse en práctica el Código Municipal, las municipalidades han emitido la inmensa mayoría de los nuevos reglamentos del país y han creado nuevos problemas jurídicos. Es muy frecuente la consigna que el resultado del Código ha sido la creación de 262 asambleas legislativas en el país. Las municipalidades han comenzado a regular numerosos temas de su competencia, pero también han emitido varias ordenanzas que invaden la esfera de competencia del Órgano Legislativo, como pinta y pega de propaganda política, establecimiento de locales comerciales, transporte público, lactancia materna, actividades recreativas, casinos, etc. Esto obedece en parte a la vaguedad con la que son reguladas las atribuciones de los concejos municipales en el Art. 4 del Código, pero también a una falta de conocimiento sobre la naturaleza de los instrumentos que aprueban y a los límites de su potestad normativa.

Las numerosas ordenanzas sobre protección de los recursos naturales son un buen ejemplo. El Art. 4 N° 10 del Código Municipal establece como competencia de los municipios: “La regulación y el desarrollo de planes y programas destinados a la preservación, restauración, aprovechamiento racional y mejoramiento de los recursos naturales, de acuerdo a la ley”. La última expresión no parece ser atendida por los concejos municipales. Dichas ordenanzas están llenas de medidas de protección y ordenamiento de los recursos de propiedad municipal, como playas, lagunas, corrientes de

agua, etc., pero también interfieren de una manera indebida en la acción de los particulares, estableciendo medidas de protección onerosas que no están contempladas en la ley o que contradicen a ésta, como reforestación, prohibición de tala de árboles o de construcciones, elaboración de obras de disminución de riesgos, etc.

En los últimos años, en el país, se han publicado algunos textos de Derecho Administrativo que tratan el tema de los reglamentos, pero no abordan la problemática que hemos señalado en el presente boletín; podrían haber sido escritos en las décadas anteriores a la vigencia de la Constitución actual y describir la situación entonces imperante con toda autoridad. La comunidad jurídica no ha discutido a profundidad estos temas y se está creando una brecha que puede llegar a resultar insuperable entre la letra y espíritu de la ley y la realidad práctica. Las reglas del juego jurídico deben ser claras y comprensibles para todos, estar definidas y ser observadas a cabalidad. En este sentido, es importante reiterar que toda normativa que sea de aplicación general, deber ser publicada siempre en Diario Oficial con el fin de garantizar su conocimiento. Este es uno de los principios fundamentadores del Estado de derecho.

La Asamblea Legislativa no se ha expresado categóricamente en contra de la invasión de funciones legislativas por parte de otras entidades. Por una parte, se ha mostrado susceptible ante resoluciones de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia que supuestamente interfieren en sus facultades, pero por otra, no

...las ordenanzas son reglamentos de ejecución de las leyes, pura y simplemente, y sujetos a todos los principios que rigen a los mismos, pese a que algunos las consideran, sin explicar por qué, como una clase de normativa sujeta a principios especiales.

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se ha manifestado respecto de las extralimitaciones de otras autoridades en las facultades que la ley les otorga.

4. Consideraciones jurispru-denciales sobre las potestades reglamentarias

A la par de la proliferación normativa señalada en los párrafos anteriores, también es necesario mencionar que la jurisprudencia de la Sala de lo Constitucional proveída en procesos de inconstitucionalidad, ha sido bastante amplia en el tema de las potestades reglamentarias de la administración pública o de las potestades normativas de los entes distintos a la Asamblea Legislativa, aun cuando de estos pronunciamientos no se logren extraer líneas contundentes y unívocas. Entre las más recientes que cabe señalar, podemos mencionar las siguientes: Inc. 78-2006 del 31.07.2009; Inc. 26-2008 del 25.06.2008; Inc. 22-99 del 08.04.2003; Inc. 22-97 del 31.03.2003; Inc. 11-97AC del 16.07.2002: Inc. 16-95 del 16.05.2000; e, Inc. 1-95 del 09.05.2000.

La precitada jurisprudencia contiene una serie de criterios jurisprudenciales que abarcan los más variados aspectos relacionados con la potestad reglamentaria. A título de ejemplo -por ser uno de los más claros y recientes pronunciamientos-, la Inc. 78-2006 ha establecido una serie de consideraciones que incluyen los reglamentos con rango de ley, como el Reglamento Interno del Órgano Ejecutivo (RIOJ) o el Reglamento Interior de la Asamblea Legislativa, que por derivarse directamente de la Constitución poseen un carácter particular; desarrollan el tema de la

reserva de ley relativa, y definen la expresión reglamento, a partir de una configuración sumamente amplia.En este sentido, cabe considerar que si bien la Sala de lo Constitucional admite la posibilidad que existan distintos entes públicos con potestades normativas y que en igual forma a través de los reglamentos puedan regularse los más variados aspectos con efectos ad intra o ad extra- es decir, tanto para regular internamente a la administración pública como para incidir en derechos de los ciudadanos-, el debate sigue abierto, por lo que sería deseable que la misma Sala pudiera ordenar la variedad de criterios y de aspectos relacionados con el ejercicio de las potestades normativas de los entes que conforman la administración pública, incluyendo las potestades normativas de los entes reguladores.

5. Conclusiones

El Reglamento de la Ley de Acceso a la Información Pública contiene algunas disposiciones que son inconstitucionales, porque son manifestación de un exceso en la potestad reglamentaria conferida al Presidente de la República y en este sentido deberían modificarse, puesto que limita el alcance de la Ley. El respeto a la separación de poderes y al sistema de frenos y contrapesos entre los Órganos del Estado, manifestado entre otros, en el respeto de las potestades y ámbitos normativos conferidos a cada Órgano y a cada ente del Estado es fundamental para la existencia de un verdadero respeto al Estado de derecho en el país. Los excesos, como los que hemos descrito en el Reglamento de la Ley de Acceso

El Reglamento de la Ley de Acceso a la Información Pública contiene algunas disposiciones que son inconstitucionales porque son manifestación de un exceso en la potestad reglamentaria.

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CoordinadorLuis Nelson Segovia

DirectorJavier Castro De León

GerenteLilliam Arrieta de Carsana

AnalistasRoberto VidalesMarjorie de ChávezRené Abrego LabbéCarlos A. Guzmán Carmina Castro C.Óscar Pineda

a la Información Pública, pueden conducir a una permanente inseguridad jurídica que afecta la institucionalidad del país.

Los problemas que señalamos en este boletín, son indicativos de prácticas que afectan el orden jurídico nacional, ya que de conformidad con el artículo 86 de la Constitución, las potestades normativas de los entes que conforman la Administración Pública deben estar expresamente señaladas en la ley, así como sus alcances.

Los distintos organismos estatales con potestades legislativas deben asegurarse de no invadir el ámbito normativo de otros entes y de no excederse en el alcance y materias respecto de las cuales pueden regular. Asimismo, todas estas regulaciones deben cumplir con el requisito de publicidad material en el Diario Oficial, para garantizar mayor transparencia y dar mayor certeza jurídica.

Nuevamente debemos hacer una exhortativa a la comunidad jurídica, a

debatir el tema de los límites y alcances de las facultades reglamentarias de una manera académica y ponderada, y a la Sala de lo Constitucional para que establezca criterios que coadyuven a definir los contornos de las potestades normativas de los entes que integran la Administración Pública. Las reglas del juego social, manifestadas en el ordenamiento jurídico, deben estar claramente definidas y la sociedad debe funcionar cabalmente con base en las mismas.

La legislación y las prácticas administrativas en nuestro país no han avanzado a la par de las que constituyen las tendencias internacionales en la materia, por lo que es importante avanzar a la modernización de las mismas, de forma ordenada con sustentos normativos que brinden seguridad jurídica. La situación debe ser examinada y comprendida y si resulta inadecuada, debe ser cambiada por la vía de los mecanismos legales preestablecidos. Nada se gana con la transgresión sistemática de la ley.

La legislación y las prácticas administrativas en nuestro país no han avanzado a la par de las que constituyen las tendencias internacionales en la materia, por lo que es importante avanzar a la modernización de las mismas.