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Las villas nuevas medievales del reino de Granada (siglo XV-comienzos XVI) Antonio Malpica Cuello José María Martín Civantos Universidad de Granada Boletín Arkeolan, 14

Boletín Arkeolan, 14 · te un asentamiento inmediato, pero no se halla de-fendido o apenas lo está. Ejemplos claros los tene-mos en Benzalema, en el distrito bastetano, en don-de

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Las villas nuevasmedievales del reinode Granada (sigloXV-comienzos XVI)

Antonio Malpica CuelloJosé María Martín Civantos

Universidad de Granada

Boletín Arkeolan, 14

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1. Introducción histórica.

El poblamiento nazarí se organizaba en tres unida-des bien definidas. Los elementos que lo componenson los castillos y estructuras defensivas, los asen-tamientos rurales y las ciudades. Cada uno tiene unascaracterísticas propias que lo diferencian de sus igua-les en épocas anteriores o en la sociedad cristiana.Se impone una mínima definición de ellos para po-der hacer posteriormente precisiones importantes quepermitan situarlos en la estructura de poblamiento yverificar las transformaciones que sufrieron tras laconquista castellana.

a. Tipología del doblamiento islámico. Los castillos ysistemas defensivos: tipología interna.

Los castillos y sistemas defensivos, que han sido es-tudiados y analizados en múltiples ocasiones1, sonuna evolución de las estructuras anteriores y no su-ponen novedades que se deban de reseñar. Arqui-tectónicamente los castillos nazaríes son herederosdirectos de las construcciones defensivas almoha-des, que, sin duda, supusieron innovaciones de im-portancia (creación de entradas en recodo y doblerecodo, desarrollo, por tanto, de las torres puertaspara hacer posible tal tipo de ingreso, torres habita-das y elevadas por encima del adarve, barbacanasy antemurales, albarranas y corachas, entre otras),con la utilización de materiales y técnicas construc-tivas ya conocidas, pero adaptadas, como es el ca-so del empleo del tapial calicastrado. Así pues, a es-tos niveles sólo cabe hablar de refuerzo de lo ya co-nocido, que se ve, por ejemplo, en una mayor com-plejidad en las entradas (generalización del doble re-codo y utilización incluso del triple, según se apre-cia en la Puerta de la Justicia de la Alhambra de Gra-nada), en la multiplicación de barreras como las bar-bacanas y antemurales. En definitiva, nada nuevo eneste dominio, salvo una cuestión sobre la que ha-blaremos posteriormente. La generalización de talesmecanismos, que suponen un aumento de la capa-cidad defensiva de las fortificaciones, ya fue puestade relieve por L. Torres Balbás, quien las relacionó

directamente con la edilicia militar de los almohades2,en tanto que H. Terrasse habla de un influencia cris-tiana3. En este último supuesto hay que mencionarla aparición de una técnica constructiva y de mate-riales hasta esas fechas poco utilizados en las cons-trucciones militares andalusíes. Nos hemos de refe-rir a la mampostería encintada, en la que los cajo-nes de mampuestos están separados por dos o máshiladas de ladrillos, en otros casos, por lajas de pie-dra, con ripios a veces para asentar las piedras obien usando fragmentos de tejas y/o de ladrillos pa-ra tal fin. El aparejo se completa con un enfoscadoque forma vitolas en torno a dichas piedras. Suelenalternarse las torres de planta circular con las cua-dradas o rectangulares que tienen un refuerzo de si-llares en las esquinas. Asimismo un almenado de ta-pial es el complemento de estas construcciones. Seha señalado que este programa edilicio es obra deMuhammad V4, el célebre rey nazarí, que junto consu padre, Yusuf I, transformó el conjunto del reino.Que ambos sultanes tuvieron una política construc-tiva importante no se puede dudar. Hay abundantestestimonios escritos y arqueológicos que lo ponende manifiesto. Pero no es menos cierto que su ini-ciativa obedece a un deseo de controlar el reino demanera más decidida, hasta el extremo que va mu-cho más allá de una política puramente defensiva.Esta se concentró en núcleos urbanos, en los quese levantaron construcciones muy importantes y tam-bién se reforzaron las defensas urbanas. El progra-ma constructivo que se dio en el entorno de la mez-quita mayor de Granada fue acompañado por la erec-ción de la muralla exterior de la propia capital, todoello obra de Yusuf I5. En Málaga se edificó el impor-tante castillo de Gibralfaro, en donde se resume to-da la arquitectura militar andalusí. Pero no es menoscierto que se reforzaron las defensas del reino. Nosólo los castillos de la frontera, sino también las mu-

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1 Reseñemos sólo el trabajo de uno de los dos firmantesde este artículo: Malpica Cuello, Antonio, .«Los castillosen época nazarí. Una primera aproximación», en Malpica,Antonio (ed.), Castillos y territorio en al-Andalus, Grana-da, 1998, pp. 246-293.

2 Torres Balbás, Leopoldo, «Arte almohade. Arte nazarí.Arte mudéejar», en Ars Hispaniae, vol. IV, Madrid, 1951,pp. 141-163.3 Terrassa, Henri, Les forteresses de l’Espagne musulma-ne, Madrid, 1954, pp. 32-33.4 Acién Almansa, Manuel, «Los tugur del reino de Grana-da. Ensayo de identificación», en Bazzana, André (ed.),Castrum, 5. Archéologie des espaces méditerranéens auMoyen Âge, Murcia, 1999, pp. 427-438.5 Se ha tratado este tema en Malpica Cuello, Antonio, «Gra-nada, ciudad islámica: centro histórico y periferia urbana»,Arqueología y territorio medieval, 1 (1994), pp. 195-208,y del miso autor, «La expansión urbana de la Granada na-zarí y la acción de los reyes granadinos», en Homenaje alProfesor Ángel Barrios García, Salamanca (en prensa).

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rallas urbanas (Antequera y Loja, por ejemplo) se cons-truyeron o rehicieron con el programa edilicio ya des-crito, en el que la mampostería aparece de formacasi absoluta. En otros puntos del reino ese mismoprograma, más allá de su situación concreta, se uti-lizó frecuentemente. De todas formas, es evidente que donde aparececon su máxima nitidez es en la línea fronteriza, enestructuras defensivas que no se pueden conside-rar meros castillos, sino que tienen importantes fun-ciones en el poblamiento y en la organización de losterritorios. Son lo que los castellanos llaman en lascrónicas de la época «villas». Se aproximan a las quehabía al otro lado de la raya divisoria en su configu-ración, aunque se aprecien diferencias dignas de te-ner en cuenta. La existencia de tales núcleos nos obliga a plantearcuestiones de amplio calado en el estudio del po-blamiento nazarí. Las fuentes árabes no las deno-minan «ciudades» (mudun, plural de madina), peroen rigor no se las puede considerar alquerías. Sonasentamientos muy diversos, que presentan, al me-nos, tres tipos diferentes.El primero es el más simple y sólo cuenta con unaestructura defensiva, que puede contener viviendaso sencillamente las construcciones necesarias parael mantenimiento de una guarnición. En tal caso exis-te un asentamiento inmediato, pero no se halla de-fendido o apenas lo está. Ejemplos claros los tene-mos en Benzalema, en el distrito bastetano, en don-de el poblado está fuera del castillo propiamente di-cho, y el célebre sitio de Píñar, con casas dentro yfuera del recinto amurallado, si bien se puede hablarde una barbacana o cinturón defensivo que podríaincluir algunas viviendas. Entre ambos extremos te-nemos el castillo de Zagra, que parece contar conhabitaciones fuera y dentro de la muralla, pero sindefensa de las exteriores. De todas formas las ob-servaciones que hacemos proceden de la prospec-ción arqueológica y del análisis de las estructuraselevadas6.

El segundo tipo es aquél en el que se aprecian dospartes bien diferenciadas, ambas amuralladas, for-mando distintos recintos. Es lo que las mismas fuen-tes castellanas llaman «castillo», porque se trata, efec-tivamente, del espacio militar por excelencia, en don-de se halla la residencia del alcaide y en el que estála guarnición y el armamento. Se encuentra en el áreamás elevada topográficamente hablando y, desdeluego, es la mejor defendida. El segundo recinto esla denominada propiamente «villa», que es el lugarpoblado, con casas y posiblemente otros tipos deedificios. Se identifican en la geografía granadina confacilidad, pues son abundantes en la frontera y enotros territorios incluso alejados de ella. En este gru-po se encuentran, por ejemplo, Castril, Colomera,Moclín, Montefrío, Archidona, en primera línea fren-te a los castellanos, y Salobreña, por señalar un so-lo caso, en la costa de Granada.El último de los conocidos es el que se consideramás complejo, pues además de tener las dos áreasreseñadas cuenta con otra que se suele mencionarcomo «arrabal». Es un espacio también poblado, ocu-pado por tanto de forma permanente, y que eviden-cia el crecimiento del asentamiento. Se puede citarcomo ejemplo el de Íllora, en donde se excavó en lasdos primeras áreas, que no en la tercera, aunque esvisible7 (foto 1).En este caso se puede hablar prácticamente de unaciudad, puesto que en la «villa» propiamente dichase ha identificado un grupo de estructuras que nose pueden considerar viviendas y que parece queconforman un espacio artesanal y comercial.Estamos, pues, ante un caso muy evolucionado detales núcleos. En realidad, se puede explicar la apa-rición de estas «villas» por la propia evolución del po-blamiento en al-Andalus. Las hay que proceden deun conjunto fortificado (hisn), mientras que otras pa-recen que surgieron de un asentamiento abierto. Encuanto a las primeras se sitúan por lo general en unaelevación, mientras que las segundas están es es-pacios llanos. Dicho de otra manera, es posible pen-sar que los castillos dieran lugar a estructuras máscomplejas, pero también que lo fueran las alquerías.A este respecto hay que anotar que se observa, aniveles arqueológicos y a partir de una lectura aten-ta de las fuentes escritas y a lo largo de arco tem-

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6 Sobre Píñar, a la espera de que acaben las intervencio-nes arqueológicas que apenas han comenzado allí, he-mos de consultar el libro de Luque Martínez, Flor de, Elcastillo de Píñar: análisis estratigráfico de las estructurasen superficie, Granada, 2003. Para Zagra tenemos el tra-bajo, que tiene visos de continuar, de Suárez Cañadas,Juan Alonso, El castillo de Zagra. Análisis de las estruc-turas en superficie, trabajo de investigación inédito, 2006.

7 Malpica Cuello, Antonio, (ed.), Íllora, una villa de la fron-tera granadino-castellana. Análisis histórico y arqueológi-co, Granada, 2003.

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poral más o menos amplio, que algunos husun (plu-ral de hisn) tenían posibilidades de crecer en tal sen-tido. La conocida dualidad señalada por P. Guichardhace ya algunos años de fortificación propiamentedicha (donjon o celloquia) y albacara8 podría inter-pretarse, pero sólo podría, pues estamos faltos de

un trabajo minucioso y en muy diferentes casos, co-mo la apropiación de un espacio para un desarrollopoblacional posterior, siempre en un proceso de re-lación con los núcleos rurales que, por supuesto,contribuyeron de una u otra manera a su creación yformación.

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8 Guichard, Pierre, «El problema de la existencia de es-tructuras de tipo feudal en la sociedad de al-Andalus. (Elejemplo de la región valenciana», en Bonnassie, Pierre yotros, Estructuras feudales y feudalismo en el mundo me-diterráneo (siglos X-XIII), Barcelona, 1984, pp. 117-145.

Foto 1. Vista aérea de Íllora, en la frontera central de Granada. Se aprecian sus tres componentes: villa, a laderecha; alcazaba, en el centro, y arrabal, a la izquierda.

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Además, hay que volver a recordar que esos asen-tamientos rurales pudieron evolucionar hasta con-vertirse en casi ciudades o pequeñas ciudades, poremplear la terminología del geógrafo Idrisi, del sigloXII9. En algunos casos es evidente que no contabancon murallas, por lo que no es posible hablar de quefuesen inicialmente husun. Se podría hablar, pues,de una evolución que se produjo a partir de la ge-neración de una agricultura de irrigación que segu-ramente permitió una jerarquización del campesina-do, pero sin posibilidad de acumular riquezas terri-toriales, sino sobre todo bienes muebles, produciendouna tesaurización. El comercio era la única posibili-dad real para generar esa riqueza y éste se desa-rrollaba en espacios «neutrales», que permitieron asu vez al Estado establecer un control más o menosintenso. Lo que ocurre es que esos núcleos urbanosse establecieron como áreas propias y con capaci-dad de captación de los recursos de sus alrededo-res. La disponibilidad de esos asentamientos y suautonomía fue un hecho incuestionable, según ve-remos más adelante.Estas estructuras defensivas de las que venimos ha-blando no son similares a otros castillos que tam-bién se documentan en el propio reino nazarí. Se tra-ta de construcciones como el castillo de Castell deFerro en una ensenada marítima. Tiene unas carac-terísticas muy específicas. Es una construcción muyfuerte, sin apenas huecos exteriores, que cuenta conun aljibe en la parte baja, a modo de sótano. Es encierto modo una gran torre, que se aproxima a otrasde menores proporciones, como la de Romilla, en laVega granadina. La misión de estos castillos pareceque debió de ser de control, al margen de los asen-tamientos rurales de su entorno, con los que no guar-da relación. El de Beires, en la Alpujarra almeriense,es parecido al costero.Todos los elementos defensivos que hemos men-cionado y que hemos analizado brevemente tene-mos que contemplarlos desde la perspectiva de laorganización global del poblamiento y del territorio. Los últimos castillos citados no parece que tuvieranrelación alguna con los asentamientos. Recibían pro-visiones del sultán, que incluso podía fijar para ellosel cobro de los diezmos de las tierras vecinas; tam-bién contaban con bienes habices, con frecuencia

lejos de su punto de implantación. Asimismo los al-caides no disponían de tierras en la zona donde es-taba el castillo que regían. Se ha podido detectar sudedicación a la ganadería10, lo que supone una po-sibilidad de contar con riquezas ajenas al desempe-ño estricto de su cargo, pero favorecidas por él, to-da vez que los bienes semovientes se trasladabande un lugar a otro, como ellos mismos hacían.Los otros castillos no se pueden llamar propiamen-te así, porque son indudablemente asentamientospermanentes de poblaciones, defendidas y amura-lladas, que conviven quizás con una pequeña guar-nición, aunque estén separadas de ella. Se trata enmuchos casos de ciudades en embrión. Tema distinto es el de los asentamientos fortificados,verdaderos poblados con muros, pero sin que hayadistinción entre la parte propiamente civil y la militar.Parece remontarse al período anterior al reino naza-rí, como se aprecia en «El Castillejo» de Los Guája-res11. No se trata en realidad de ninguno de los tiposya definidos más arriba, sino que es un ejemplo nue-vo con paralelos en otras partes de al-Andalus12. Su-pone su presencia en el poblamiento una cierta «anor-malidad», porque en rigor no son castillos que ten-gan la presencia del Estado y de los grupo humanosdel territorio donde se insertan, pero tampoco sonestructuras que caminan hacia su configuración co-mo ciudades. Se trata de alquerías fortificadas, ubi-cadas seguramente en un espacio en el que hay otrassin defensas, abiertas. Es lo que ocurre con las «vi-llas», que están amuralladas, a veces sin superar suextensión la de una alquería. La convivencia de aqué-llas con núcleos rurales no amurallados supone queno sea posible articular su explicación en las nece-sidades defensivas. Quizás haya que verlas como el

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9Puede consultarse al respecto el trabajo de Mazzoli-Guin-tard, Christine, «Quelques éléments du signifié de madi-na: l’emploi de “ka” chez al-Idrisi», Sharq al-Andalus, 9(1992), pp. 187-195.

10 Sucede así con el Alatar, alcaide de Loja y presente entantas otras zonas del reino, quien contaba con un espa-cio para la custodia de su ganado a la entrada de la ciu-dad lojeña (Jiménez Puertas, Miguel, El poblamiento delterritorio de Loja en la Edad Media, Granada, 2002, pp.140-141). Esta dedicación ganadera de los alcaides tam-bién ha sido destacada por J. Torró para la Valencia al-mohade (Torró, Josep, El naixement d’una colònia. Do-minació i resistencia a la frontera valenciana (1238-1276),Valencia, 1999, p. 220.11

García Porras, Alberto, La cerámica del poblado fortifi-cado medieval de «El Castillejo» (Los Guájares, Granada),Granada, 2001.12 Azuar Ruiz, Rafael, El castillo del Río (Aspe, Alicante).Arqueología de un asentamiento y la transición al feuda-lismo (siglos XII-XIII), Alicante, 1994.

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resultado de un impulso que está en el propio códi-go de la sociedad andalusí. Para poder entenderlohabrá que analizar, siquiera brevemente, el mundorural nazarí. Las alquerías son los asentamientos nucleares delpoblamiento de los campos. Si acerca de sus orí-genes hay una hipótesis, controvertida desde luego,que permite explicarlas, estamos lejos, sin embar-go, de haber trazado mínimamente su evolución. Yes necesario, porque quedan muchas cuestiones porresolver desde el mismo momento de su definicióninicial. Esta tarea no es fácil, porque, pese a lo quepudiera parecer, queda mucho trabajo de investiga-ción por llevar a cabo. Hasta ahora contamos conartículos y libros que sólo han esbozado los proble-mas. Carecemos de un análisis de base y ya nos so-bran las hipótesis.P. Guichard es quien definió la estructura antropo-lógica de al-Andalus13 partiendo del hecho tribal. Des-de entonces se ha insistido en la importancia de losgrupos familiares extensos. Es cierto que se dudade que se instalaran en la Península en los primerostiempos14, hasta el extremo de señalar E. Manzano:

Cinco siglos más tarde, en zonas como Sevilla la ma-

yor parte de las alquerías todavía seguían teniendo nom-

bres de origen preislámico, tal y como reflejan los nom-

bres de lugar... o incluso una fuente tan tardía como

es el Repartimiento.

Esto nos está indicando que los conquistadores casi

nunca optaron por crear nuevos enclaves en un primer

momento. Hicieron lo que haría cualquier ejército con-

quistador: establecerse en medio de la población so-

metida para controlar mejor sus recursos15.

Por eso no es extraño que llegue a afirmar este mis-mo autor: «Es simplemente gratuito pensar que lallegada de los conquistadores modificó la sociedadhispana»16.

Tales planteamientos, aunque sean matizados des-pués, chocan frontalmente con la concepción queestableciera P. Guichard y que ha precisado y de-sarrollado M. Barceló17.La idea de que las alquerías fueron asentamientosde grupos clánico-tribales, que han conservado sunombre en el topónimo en ciertos casos, se reforzópor la explicación de la generación de los mismos apartir del establecimiento de áreas de cultivo irriga-das. La organización de estos núcleos se basaba enla creación de un sistema hidráulico permanente, con-trolado por la sociedad campesina que lo formó, yde una nueva agricultura que hacía imposible la acu-mulación y la dirección de la producción.No parece que la discusión deba de apartarse, sinembargo, de unos planteamientos distintos a los quese viene últimamente esgrimiendo. Ya en su momentoel propio M. Barceló escribió lo que sigue:

La lógica social del agua... es la lógica de la produc-

ción del espacio de trabajo. De ninguna manera sin

embargo, queda exenta la posibilidad de que este pre-

ciso proceso de trabajo campesino sea capturado18.

Y precisaba:

El engarce de estas comunidades campesinas con un

poder «legal» se convierte así en un problema tan acu-

ciante como severo. La solución pasa simplemente por

aceptar que es, justamente, el proceso de trabajo cam-

pesino, que incluye, por fuerza, el trabajo originario de

producción del espacio agrario, quien funda el código

político que excluye cualquier otra «legalidad política».

Históricamente, esta total autonomía de la comunidad

campesina se produce pocas veces puesto que el en-

garce con otro poder «legítimo» es constantemente bus-

cado por este último. Pero la tensión política hacia la

autonomía — o exterioridad de los poderes «legales»—

está inscrita en todo el proceso de producción del es-

pacio19.

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Antonio Malpica Cuello, José María Martín Civantos

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13 Guichard, Pierre, Al-Andalus: estructura antropológicade una sociedad islámica en Occidente, Barcelona, 1976. 14 Manzano Moreno, Eduardo, Conquistadores, emires ycalifas. Los omeyas y la formación de al-Andalus, Barce-lona, 2006.15 Manzano Moreno, Eduardo, Conquistadores, emires...,p. 279.16 Manzano Moreno, Eduardo, Conquistadores, emires...,p. 115.

17 Podemos citar su último libro: Barceló, Miquel, Los Ba-nu Ru‘ayn en al-Andalus. Una memoria singular y persis-tente, Granada, 2004.18 Barceló, Miquel, «Saber lo que es un espacio hidráulicoy lo que no es o al-Andalus y los feudales», en GonzálezAlcantud, José Antonio y Malpica Cuello, Antonio, El agua.Mitos, rito y realidades, Barcelona, 1995, pp. 240-254,especialmente p. 247.19 Barceló, Miquel, «Saber lo que es...», p. 243.

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Con mayor o menor intención se ponen sobre la me-sa las cuestiones fundamentales, aunque tal vez nose resuelvan de la manera adecuada, entre otras co-sas porque no es fácil hacerlo en el estado actual dela investigación. Se definen dos elementos: el poderexterno, que es el Estado, y los grupos campesinos.Son los que definen una formación social tributario-mercantil. La acción de uno y otro, o mejor dicho deluno con respecto a los otros no es simple, aunqueesté regida por el cobro de un tributo. Sería así siem-pre y cuando la autonomía de los segundos pudie-se ser real. Ahora bien, hay un factor que debe deconsiderarse. La agricultura de regadío supuso la ge-neralización de los intercambios. Era el camino másfrecuente, habida cuenta de que era preciso mante-ner las estructuras agrarias y que no era fácil con-seguir renta. El propio pago del tributo era una for-ma obligatoria de acudir al mercado a conseguir mo-neda para hacerlo. De qué modo esta agricultura pu-do dar lugar a cambios sociales en el seno de las co-munidades rurales es el debate que ha de realizar-se y posiblemente haya que conducirlo por la nece-sidad de conocer el papel y la función de las ciuda-des, sobre lo que volveremos posteriormente.Se puede pensar que en sus inicios estos grupos tu-vieran una estructura clánico-tribal, pero no es fácilpensar en que continuaran perviviendo como tales.Desde el momento de su plena territorialización, de-bieron de darse las condiciones para una jerarqui-zación en su seno. La pervivencia de aspectos tri-bales incluso es posible, quizás ya como una formaideológica de manteniendo de las estructuras so-ciales sin que se produjera un conflicto social pro-fundo. Aun cuando se establecieron mecanismos depreservación y estrategias que permitieron que con-tinuaran perviviendo, teniendo en cuenta también laaportación de grupos venidos de fuera, sobre tododel Norte de África a partir del siglo XI y durante elsiglo XII20, no es posible calificar sin más a la socie-dad rural nazarí como tribal.

La economía agrícola nazarí estaba limitada por dosfactores decisivos. Por una parte, estaba inmoviliza-do un fondo importante de tierras. Y ello a pesar deque se pusieran en valor nuevas parcelas. A esta ta-rea parece que se dedicó, entre otros, el propio sul-tán Yusuf I21.Tampoco era posible formar grandes propiedadesdedicadas a monocultivos. Es debido a que los tra-bajos agrícolas eran realizados normalmente en ta-les fincas por arrendatarios. En ese sentido, no lle-gó a producirse una «proletarización» del campesi-nado, pues, además del amparo que le daban losgrupos familiares, por descompuestos que estuvie-ran22, los bienes habices servían de protección.Por otra parte, no se invertía por lo general en tierrasya explotadas, pero sí se vivificaban, tarea que pa-rece que desarrollaron sobre todo el sultán, comoqueda dicho, y los más próximos a él, aunque fue-se práctica abierta a otras gentes por el derecho is-lámico. De acuerdo con él se podían poner en valoralgunas tierras no apropiadas y mantenerlas en pro-piedad, siempre que fueran permanentemente ex-plotadas.Es así como, según ya hemos visto, los reyes na-zaríes intervinieron en la vida económica, siguiendouna práctica que, desde luego, es anterior. De ese

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20 Queda por establecer la dimensión de las migraciones,que incluso son anteriores a las fechas dadas. Un ejem-plo de análisis de estas migraciones en un marco con-creto en Barceló, Miquel, «Immigration berbère et établis-sements paysans. Ibiza (902-1235). La recherche de la lo-gique de la construction d’une nouvelle société», Martin,J. M. (ed.), Castrum 7. Zones côtieres litorales dans lemonde méditerranéen au Moyen Âge: Défense, Peuple-ment, Mise en valeur (Roma, octubre 1996), École Fran-çaise de Rome y Casa de Velázquez, Roma-Madrid, 2001,pp. 291-321.

21 Fue López de Coca quien señaló que este rey granadi-no procedió a vivificar tierras para expandir el cultivo de lavid y así hacer pasas (López de Coca Castañer, José En-rique, «Granada y la ruta de Poniente: el tráfico de frutossecos (siglos XIV-XV)», en Malpica Cuello, Antonio (ed.),Navegación marítima del Mediterráneo al Atlántico, Gra-nada, 2001, pp. 149-177, especialmente p. 177). Un ca-so comprobado es el de Escóznar, en la Vega granadina,analizado en Malpica Cuello, Antonio, «Sobre el mundoagrícola andalusí. La alquería de Escóznar en el siglo XIV»,en Reglero de la Fuente, Carlos (ed.), Homenaje al Profe-sor Luis Vicente Díaz Martínez, Valaldolid, 2002, pp. 1007-1024; otro lo tenemos en la creación de una gran zona deregadío en la Alberzana, en la parte amurallada de la ciu-dad de Granada, estudiado en Malpica Cuello, Antonio,«La expansión urbana de la Granada nazarí y la acción delos reyes granadinos», en Homenaje al Profesor Ángel Ba-rrios García, Salamanca, 2006 (en prensa). 22 Efectivamente lo estaban. Se aprecia en un ejemplo quehemos citado en varias ocasiones anteriores. La vieja Jav-la, tenía propiedades en Turillas, si bien murió en Jete, am-bas alquerías en el distrito de Almuñécar, y las cedió a lapersona que la acogió en su casa, seguramente a cam-bio de que la cuidara en los últimos años de su vida, puesno tenía familia y vivía sola. En realidad, no parece normalen una sociedad en la que el grupo familiar es fuerte (Mal-pica Cuello, Antonio, Turillas, alquería del alfoz sexitano(Edición del Apeo de Turillas de 1505), Granada, 1984,parágrafos 561, 646, 706 y 961.

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modo pudieron conseguir escapar de los mecanis-mos que había en la vida agrícola y que limitaban suproductividad de cara a un comercio cada vez másgeneralizado que surgió precisamente por el poli-cultivo existente en las parcelas campesinas. Segu-ramente las élites urbanas hicieron inversiones en losespacios más o menos cercanos a las ciudades enlas que residían, como se dio en otras partes de al-Andalus y en tiempos anteriores23, lo que muestra elpapel de ordenación de la vida económica y territo-rial que fue adquiriendo la ciudad.La jerarquización del mundo campesino era un he-cho, la capacidad de penetración en la economía ru-ral de los notables de las ciudades andalusíes y na-zaríes y del poder del Estado está asimismo de-mostrada. Desconocemos cómo se pudo solucio-nar la contradicción que estaba más o menos explí-cita. En cualquier caso, de lo que no hay duda es de la dis-paridad de los núcleos campesinos. Hay alquerías másricas y más pobladas que otras, incluso con capaci-dad de atraer o generar poblamiento. La densidad deocupación, que no sólo se refleja en el caserío, sinoen la extensión de tierras cultivadas más allá de lasdel área principal, permitió la aparición de habitats me-nores conectados con ellas. Se trata de los michareso cortijos que se encuentran recogidos en las fuentesposteriores a la conquista con cierta regularidad y queprecisan un estudio pormenorizado.Sin duda algunas de estas alquerías fueron evolu-cionando hasta aproximarse a la categoría de ciu-dad, pero sin llegar a ella. Tampoco hay que olvidarque los castellanos, luego de la guerra de conquis-ta y de la ocupación de los diferentes territorios, se-leccionaron algunos de estos establecimientos y losprivilegiaron a la hora de establecerse ellos mismoso de servirles de centro de su poder.

Las ciudades nazaríes no son muy distintas de lasprecedentes. Se puede hablar más que nada de unacontinuidad de lo que cabe denominar «modelo al-mohade». Así por ejemplo, la existencia de zonas decultivo en la misma ciudad, eminentemente produc-tivas y propiedades del Estado, que existen con cla-ridad en tiempos nazaríes, está precedida por ini-ciativas que se llevaron a cabo en determinados es-pacios urbanos norteafricanos y andalusíes en los si-glos XII y XIII. El caso más claro es el que encontra-mos en la Sevilla almohade con la creación de laBuhayra. No puede considerarse sólo como un áreade recreo, sino que contaba con tierras de cultivoirrigadasAsí pues, tales iniciativas, emanadas por lo generaldel poder estatal, se dieron en ambos periodos, elalmohade y el nazarí. Seguramente aparecen conmayor nitidez en esta última época, pero habrá quepensar que tal vez se deba a que, una vez destrui-do el dominio almohade en la Península, el protago-nismo corresponde a la zona que abarcaba el reinonazarí. Hay que tener en cuenta que en los primerosmomentos del mismo, la actuación de los reyes secentra en espacios que con certeza estaban ocu-pados precedentemente, como sucede en el Cuar-to Real de Santo Domingo. Tal acción directa con-tinuó, aunque con otra dimensión, en los años cen-trales del siglo XIV, por iniciativa de Yusuf I. Nos referimos a la creación de una extensa área irri-gada en el entorno de la cerca exterior de Granada,que cubría el Albayzín, que se destinó a la madrazaconstruida por el mismo rey. Mucho más, el espa-cio amurallado abarcó un área sin viviendas ni edifi-cios. Tal vez pudo ser utilizada para guardar gana-do. A nuestro entender, es claro indicio de la pre-sencia del monarca y, por ende, del Estado en la vi-da urbana. También lo es de su capacidad de inter-venir incluso en la economía, ya que la puesta en cul-tivo de tierras irrigadas para ser bienes habices, osea inmovilizados, pero productivos, tiene como sig-nificado la aparición de un mayor número de pro-ductos agrícolas para ser vendidos en los zocos ymás que nada con vistas a la exportación, pues nose debe de olvidar que las tierras eran arrendadas agentes que ya tenían propiedades rurales. Tal vez Málaga reproduzca lo que sucedió en Gra-nada, aunque sea de forma parcial. La construcciónde Gibralfaro y la continuidad en la expansión urba-na más allá del Guadalmedina pueden confirmarlo.Parece que es la respuesta del sultán a la crecienteautonomía de las ciudades, capaces de controlar in-

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23 Ricas familias de Silves y de Sevilla adquirieron ya enépoca califal bienes agrarios, como ha demostrado Pi-card, Christophe, «Quelques remarques sur la propriétédu sol dans le Gharb al-Andalus pendant la période mu-sulmane», Revue des Études Islamiques, nº 60, 1992, pp.471-519. Es lo que detecta Ph. Sénac para la zona delEbro (Tudela, Zaragoza y Lérida): Sénac, Philippe, «Stra-tigraphie du peuplement musulman au nord de l’Ebre (VIIIe-XIe siècles)», en Sénac, Philippe (éd.), De la Tarraconai-se à la Marche Supérieure d’al-Andalus (IVe-XIe siècle):les habitats ruraux, Toulose, 2006, pp. 61-73.

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cluso territorios vecinos, según un proceso que ha-bía comenzado con anterioridad y que se percibecon mucha claridad en los siglos XI al XIII. La pérdi-da de la centralidad de la mezquita mayor es unaprueba clara, al menos en la capital, Granada. Que-dan muchos casos por examinar que tendrían queestudiarse muy a fondo y que aún no se ha hecho.

b. La llegada de los cristianos y las transformaciones.

Este poblamiento es el que encuentran los ReyesCatólicos cuando conquistan a lo largo de una gue-rra de diez años el conjunto del reino nazarí de Gra-nada. Su reorganización territorial y del poblamien-to es una labor que comenzó desde los inicios, pe-ro que ha de matizarse, porque no cabe hablar deuna transformación radical, al menos aparentemen-te. Cambios los hubo y son innegables, porque lasociedad castellana los exigía, al ser cualitativamen-te distinta de la nazarí, pero fueron siempre en unmismo sentido: ocupación de los núcleos fuertes (ciu-dades y espacios amurallados) y reagrupamiento delas poblaciones vencidas en determinados asenta-mientos. De acuerdo con esta política, la fundaciónde «villas nuevas» fue una política que apenas se pu-so en práctica. Ejemplos los hay, y nos dan una di-mensión significativa de lo que los poderes nuevosquerían. Antes de examinarlo conviene, no obstan-te, establecer las líneas generales de actuación enlos centros nazaríes para su conversión en caste-llanos. Las villas de la frontera fueron ocupadas de manerainmediata. Tanto las que se quedaron bajo el poderreal como las que la corona entregó a la nobleza setransformaron. En todos los casos se asiste a la cre-ación de un programa constructivo más o menos ex-plícito que pone de manifiesto la necesidad de adap-tar, o por mejor decirlo, de generar un nuevo polode poblamiento. En su momento, J. M. Gómez Mo-reno24 estudió las iglesias de las cinco villas adscri-tas al fin del proceso de ocupación del territorio a laciudad de Granada, que en algunos casos nos esconocido, a niveles meramente políticos, como enel de Montefrío25. En Montefrío precisamente se de-

sarrolló un programa constructivo de entidad (Foto2). No sólo se levantó una iglesia, como en los de-más casos, sino que se creó un espacio amuralladoen la parte alta del castillo, reduciendo el espacio aocupar. En Moclín, sin embargo, se optó por un asen-tamiento en la parte baja, en la zona de la torre puer-ta, que pasó a denominarse torre del homenaje (Fo-to 3). Tal vez se buscase tal solución porque la ver-dadera torre del homenaje, en la parte alta de la for-taleza fue destruida en 1486 por efectos de la arti-llería castellana. De todas formas, salvo en el casode Montefrío, se situaron las iglesias en la parte ba-ja, incluso de la villa propiamente dicha. Así se ve,por ejemplo, en Moclín, Colomera e incluso, ya lejosde estos asentamientos que cubren el paso a la Ve-ga de Granada, en Castril. Más aún, en Íllora, luegoen el mismo Montefrío, la iglesia, que parece que sesituaba en la parte superior, en el castillo26, pasó a lazona extramuros.

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24 Gómez-Moreno Calera, José Manuel, Las iglesias de lasSiete Villas : Colomera, Guadahortuna, Illora, Iznalloz, Mo-clín, Montefrío, Montejícar. Granada, 1989.25 Peinado Santaella, Rafael-Gerardo, «Financiación de laguerra y señorialización del Reino de Granada; Montefríoy la Casa de Aguilar», Baetica 4(1981), pp. 166-192

26 Malpica Cuello, Antonio, «Las villas de la frontera gra-nadina y los asentamientos fortificados de época medie-val». Acta historica et archaeologica mediaevalia, 20-21(1999-2000), pp. 279-320.

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Foto 2. Parte cristiana de la villa de Montefrío, en donde se ve la primera iglesia construida en ella.

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Foto 3. Villa de Moclín en la que se observa la existencia de dos partes diferenciadas: la alcazaba en el es-pacio superior y la villa en el inferior. En esta última se encuentra la iglesia que fue edificada tras la conquis-ta castellana.

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Asistimos a una transformación evidente en todoslos casos conocidos. El resultado final fue la pérdi-da de entidad de la zona fortificada y el crecimientodel núcleo fuera de ella. No obstante hubo villas quecontinuaron, y aún lo están, ocupadas, con un de-sarrollo hacia el exterior. Es lo que se percibe en Iz-nalloz y Colomera. La solución más común consis-tió en crear un núcleo nuevo en el espacio inmedia-to a la fortaleza, quedando ésta en su globalidad co-mo un reducto sin funciones, salvo por lo que res-pecta a las iglesias. Ese asentamiento fue hecho se-guramente en algunos casos sobre una base ante-rior no siempre suficientemente desarrollada. Hay ejem-plos incluso de abandono total del espacio fortifica-do y de creación de la nueva población relativamentelejos de él, como se aprecia en Píñar. Los ritmos detransformación no han sido medidos hasta la actua-lidad, pero en algunos casos fueron lentos y las cre-aciones de las poblaciones o su verdadera confor-mación se hizo tardíamente.Paralelamente el territorio se reestructuró. Las anti-guas alquerías se redujeron, incluso algunas desa-parecieron. Hubo un doble resultado. Por una parteel número de asentamientos rurales disminuyó; porotra, muchos pasaron a ser cortijos. El resultado fi-nal es que las villas se quedaron como núcleos se-cundarios reducidos y dependientes directamentede Granada.En otros puntos del reino la reducción de los núcle-os habitados fue muy importante, como se apreciaen la costa granadina27. La opción que tomaron loscastellanos fue la de ocupar los puntos más fuertesy desde ellos controlar a la población vencida, queincluso fue concentrada, en la medida de lo posible,en determinados puntos. En tal caso una villa comola de Salobreña se organizó como un asentamientode características nuevas, en la que pernoctaban loscristianos de la zona. En Vera, considerada ciudad,hubo un traslado de su antiguo emplazamiento en elCerro del Espíritu Santo a la zona llana, tras un te-rremoto.

En suma, las antiguas villas se transformaron hastael punto de quedar como centros secundarios de lasciudades, pero sin posibilidades de convertirse encentro urbanos. Su reducción en cuanto a la ocu-pación del espacio anteriormente habitado, inclusosu salida del recinto amurallado, parece general, co-mo lo fue la disminución de los habitats rurales. Hubo, por lo demás, fundaciones nuevas de villas,pero muy escasas. Son los casos de Santa Fe y dela Puebla de D. Fadrique que pasamos a estudiar.

***

2. Ejemplos de las raras villas nuevas fundadas porcristianos en el reino.

c. Santa Fe.

Santa Fe es el campamento creado por los ReyesCatólicos para el asedio de Granada en 1491. En suorigen, pues, no nació como una villa nueva para po-blar y organizar un territorio, sino como una estruc-tura de carácter militar. Sin embargo, una vez rendi-da la ciudad y conquistado el reino, el lugar perma-neció y se pobló, pasando a convertirse en una villacon un territorio propio. Pero este espacio se en-contraba ya poblado y estructurado previamente, porlo que su constitución en villa supuso una alteraciónen los términos de las alquerías y el sistema hidráu-lico de la Vega de Granada. En las inmediaciones delsolar en el que se construyó y se ha desarrollado laciudad es muy posible que se encontrara un asen-tamiento previo de época nazarí, la alquería del Goz-co, aunque su ubicación exacta es desconocida28.A mediados del siglo XIV, Ibn al-Jatib29 realiza unadetallada descripción del poblamiento de la Vega deGranada. Su relato ofrece un panorama de ocupa-ción densa y de una intensiva explotación agrícola.En total son más de trescientas las alquerías reco-gidas, aunque no todas serían del mismo tamaño, yal menos treinta almunias pertenecientes al patrimonioreal.

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27 Malpica Cuello, Antonio, «La emigración al norte de Afri-ca de los moriscos de la costa del corregimiento grana-dino y de la taha de Suhayl, después de su conversión».Cuadernos de la Biblioteca Española de Tetuán. 19-20(junio-diciembre, 1979), pp. 307-336.

28 Ibn al-Ja™¶b, Iæãta f¶ ajbãr Garnã™a. Ed. ‘Inan., ElCairo, 1973, vol. I pp. 134; Anónimo, Fragmento de laépoca sobre noticias de los Reyes Nazaritas o Capitula-ción de Granada y emigración de los andaluces. Larache,1951, p. 43; Seco de Lucena, Luis, Topónimos árabesidentificados. Granada, 1974, p. 45; Jiménez Mata, M.Carmen, La Granada Islámica. Granada, 1990, p. 199.29 Ibn al-Ja™¶b, Iæãta…, pp. 131 y ss.

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En las proximidades del lugar donde se fundó la vi-lla de Santa Fe, más o menos en lo que actualmen-te es su término municipal, existían varios asenta-mientos andalusíes. De ellos tenemos constancia nosólo a través de las fuentes escritas, sino también dealgunos restos arqueológicos, aunque éstos seanescasos. Además del mencionado lugar del Gozco(Gutqu), en el lugar que hoy ocupa el anejo de El Jause encontraba la alquería de Saws30. En el linde deltérmino se encontraría la alquería de Wakar o (Hué-car)31. También se mencionan las almunias de Ay-nalabrax32 y Aboalí33, de propiedad real, y el cortijo ohuerta de Juceila34.Ya antes de la fundación de Santa Fe se habían pro-ducido distintas incursiones castellanas a esta zonade la Vega. La primera expedición del rey Fernandoaconteció en 1483 y queda reflejada en los escritosde varios cronistas, entre ellos los del marqués deCádiz y a Fernando del Pulgar. El primero dice:

Otro dya, sábado siguiente por la mañana, se asentó

el Real a los Ojos del Huecar y los peones fueron este

dya con el fardaje al Real e con las batallas de los ca-

balleros…El lunes e martes siguientes demandó el Rey

al secretario Francisco de Madrid que tomase a su car-

go derribar la torre que dice del Huecar, que estaba

ayuxo, baxo del Real35.

En 1486 se produjo una nueva incursión por la mis-ma zona y se realizó una nueva tala. Unos años des-pués, en 1490, durante otra campaña cristiana seasaltó la cercana Torre de Roma36.Finalmente, en 1491 se decidió poner cerco defini-tivo a Granada y, tras pasar por Montefrío, Íllora y Pi-nos Puente, las tropas castellanas acamparán en laVega, creando una estructura temporal junto a la al-quería del Gozco.Este primer asentamiento, llamado Real de la Vega,era un espacio acotado con fosos o trincheras relle-nos de las aguas derivadas de las acequias, y pro-bablemente protegido por un talud y una empaliza-da. Al interior se encontrarían las tiendas y otras es-tructuras donde se alojó el ejército cristiano:

Y otro día de mañana el Rey se vino con toda su jen-

te hasta el Goço, que es poco más de legua y media

de la ciudad de Granada y un quarto de legua del río

Jenil. Y allí mandó asentar su real, muy ordenado; y lo

hiço cercar de cavas muy hondas, y en ellas sus puen-

tes para las entradas y salidas de las jentes. Y cada

uno procuró de hacer dentro de aquel sitio sus choças

y ramadas, debaxo de do pudieron37.

Este Real se encontraba un kilómetro al este de San-ta Fe, en el lugar que hoy ocupa el cementerio mu-nicipal. Sobre su solar se construyó luego la ermitade Santa Catalina gracias a una merced real conce-dida en 149438.

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30 Ibn Sa’¶d, Al-Mugrib f¶ hula al-Magrib. Ed. Sawqi Dayf.El Cairo, 1955, vol. II, p. 123; Ibn al-Ja™¶b, Iæãta..., pp.134; Seco de Lucena, Luis, «Versiones árabes de topó-nimos de origen latino», Miscelánea de Estudios dedica-dos al profesor Antonio Marín Ocete. Granada, 1974, vol.II, pp. 1001-1009, p. 1004; Jiménez Mata, M. Carmen, LaGranada Islámica, p. 259.31 Ibn al-Ja™¶b, Iæãta…, pp. 131-136; Anónimo, Hechosdel condestable don Miguel Lucas de Iranzo. Ed. Carria-zo y Arroquia, Juan de M. Madrid, 1940, p. 80; Seco deLucena, Luis, Topónimos árabes identificados, p. 47; Es-pinosa Cabezas, Ángel, Santa Fe. Aproximaciones geo-gráficas históricas.Santa Fe, 1995; De Paula Valladar, Fran-cisco, Colón en Santafé y Granada. Estudio Histórico. Gra-nada, 1892. p.38; Jiménez Mata, M. Carmen. La Grana-da Islámica, p. 278.32 Ibn al-Ja™¶b, Iæãta…, p.131; Peinado Santaella, Ra-fael G., «Un espacio aristocrático: Propiedad, formas deexplotación de la tierra y poblamiento en el sector occi-dental de la Vega de Granada a finales de la Edad Media»,Fundamentos de Antropología, 6-7 (1997), pp. 232-244p. 237; Jiménez Mata, M. Carmen. La Granada Islámica.p.82 y 139.33 Ibn al-Ja™¶b, Iæãta…, p.131; Jiménez Mata, M. Car-men. La Granada Islámica. p.82, 85 y 124; Peinado San-taella, Rafael G., «Un espacio aristocrático…», p. 243.34 Marín Ocete, Antonio, «Una obra poco conocida de Alon-so de Palencia», Anales de la Facultad de Filosofía y Le-tras de la Universidad de Granada, 4-5(1929), pp. 93-111p. 104.

35 “Relación de las cosas que pasaron en la entrada quelRey nuestro Señor fizo en el reyno de Granada en el mesde junio deste presente año (1483)”, cita de Valladar, Fran-cisco de P., Colón en Santa Fe…, p. 38. Citado tambiénpor Lapresa Molina, Eladio, Santafé, historia de una ciu-dad del siglo XV. Granada, 1979, p.25, nota 19.36Anónimo, Fragmento de la época sobre noticias de losReyes Nazaritas o Capitulación de Granada y emigraciónde los andaluces. Ed. Bustani, Alfredo y trad. Quirós, Car-los. Larache, 1951, p. 40; Anónimo: Crónica de Don Ál-varo de Luna, condestable de Castilla, maestre de San-tiago. Madrid, 1940, p. 124.37 Santa Cruz, Alonso de, Crónica de los Reyes Católicos(Hasta ahora inédita). Ed. y est. Carriazo y Arroquia, Juande M. Sevilla, 1951, tomo I, pp. 31 y 35-38. Veáse tam-bién Continuación de la Crónica de Pulgar por un anóni-mo. Ed. Rosell, Cayetano. BAE LXX Crónica de los Reyesde Castilla, III. Madrid, 1953, pp. 515-516.38 Archivo de la Real Chancillería de Granada, sala 3, leg.978, piez. 4 y Lapresa Molina, Eladio: Santafé…, pp. 209-211.

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Sin embargo, este campamento se incendió a cau-sa de una vela que prendió la tienda de la reina Isa-bel el 14 de julio de 149139. Este fue uno de los mo-tivos que movió a los Reyes Católicos a la erecciónde un asentamiento más estable y seguro. Surgió asíSanta Fe de la voluntad de permanecer cerca deGranada y prolongar el asedio el tiempo que fueranecesario.Es posible que el proyecto de levantar la villa fueraanterior al incendio y motivado por el curso de losacontecimientos. Como afirma Hernando del Pulgar:

…Visto que el cerco se dilataba y que los moros esta-

ban firmes, é que cada dia salian á las escaramuzas y

á resistir las talas que se hacian, y que el invierno se

acercaba, tuvieron por dificultoso de poder sostener el

Real, principalmente por la falta de bastimientos […]

Paresciéles cosa muy dificultosa é casi imposible la

permanencia en el Real, é por este respecto, habido

su consejo, mandaron hacer una villa de muy buena

cerca é muy buenas cavas, é con muy buenos ba-

luartes é con sus traveses, é todo lo que era mas ne-

cesario para que pudiesen defensar é sostenerse jun-

to al mismo Real é casi dentro de él…40.

De hecho, algunos documentos fechados en los me-ses de enero y marzo de aquel año indican la inten-ción de crear una villa desde el comienzo del asedioa la capital41. En el mismo sentido ha de entenderseuna carta del rey católico al concejo de Sevilla, fe-chada en abril, ordenándole que envíe cincuenta pa-res de bueyes, con carretas y yugos y con un hom-bre para cada uno que eran necesarios para la edi-ficación de Santa Fe42.

La construcción de una especie de ciudadela a es-paldas del campamento del Gozco suponía una ac-ción estratégica fundamental y la expresión de unavoluntad firme de continuar el asedio y asentar el po-der castellano en pleno corazón de la Vega. De es-ta manera, la presión sobre Granada no cejaría en elsupuesto de que hubiera que abandonar la campa-ña sin haber conseguido el objetivo que se propu-sieron: la conquista definitiva de la capital nazarí. Pe-dro Martir de Anglería lo describe en una epístola:

“El propósito de construir esta pequeña ciudad fue pa-

ra que en el caso de que tuvieran que retirarse sin ha-

ber dado remate a la empresa, quedaran allí guarni-

ciones que día y noche hostigasen al enemigo y no lo

dejaran vivir tranquilo ni sembrar nada.”43

Por otra parte, la erección de la Santa Fe tiene tam-bién un marcado carácter simbólico. El propio nom-bre dado a la villa es explícito en este sentido.La nueva población se erigió junto al Real de la Ve-ga. Alonso de Palencia, afirma que el nuevo núcleose edificó iuxta castra:

Además con propósito de ulterior defensa se comen-

zó a construir junto al campamento el simulacro de una

ciudad que había de perdurar con el nombre de San-

ta Fe44.

El lugar exacto de su emplazamiento es el del cas-co histórico de la actual localidad de Santa Fe, don-de se conserva la traza original de su planta rectan-gular y su urbanismo ortogonal.Para su construcción se empleó a un gran númerode hombres con la finalidad de abreviar al máximola duración de la obra. También con este objetivo ypara economizar gastos se reaprovecharon los ma-teriales de las alquerías y asentamientos del entor-no que previamente habían sido destruidos. El anó-nimo nazarí recoge este extremo en su relato de laconquista:

Vuelto el rey de Castilla a la Vega de Granada, acam-

pó con su ejército en la alquería de Atqa, lugar en el

cual emprendió la construcción de un gran recinto amu-

rallado, al cual llamó Santafé. Empezó a destruir los

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39 Bernáldez, Andrés, Memorias del reinado de los ReyesCatólicos que escribía el bachiller Andrés Bernaldez, cu-ra de los Palacios. Ed. y est. Gómez-Moreno, Manuel yCarriazo y Arroquia, Juan de M. Madrid, 1962, pp. 224-232; Pulgar, Hernando del, Crónica de los Señores Re-yes Católicos don Fernando y doña Isabel de Castilla yAragón escrita por su cronista Hernando del Pulgar cote-jada con antiguos manuscritos y aumentada de varias ilus-traciones y enmiendas. Ed. Rosell, Cayetano. BAE, LXXCrónica de los Reyes de Castilla, III. Madrid, 1953, pp.510-511.40 Continuación de la crónica…, pp. 515-516.41 Carriazo y Arroquia, Juan de M., «Historia de la Guerrade Granada», en Historia de España, dirigida por Menén-dez Pidal, R., tomo XVII, vol. I, Madrid, 1969, pp.812..42 El tumbo de los Reyes Católicos del concejo de Sevilla.Ed. Carriazo y Arroquia, Juan de M. Sevilla, 1971, tomoV, p. 224.

43 Mártir de Anglería, Pedro, Epistolario. Est. y trad. por Ló-pez de Toro, José. Madrid, 1953, tomo I, pp. 165-168.44 Marín Ocete, Antonio, «Una obra poco conocida…», p.104.

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poblados y a apoderarse de las herramientas de edifi-

cación en ellas existentes, las cuales transportaban en

carros para utilizarlas en el pueblo que estaba levan-

tando…45.

La celeridad de la construcción es destacada pornumerosos autores. Algunos coinciden en que enochenta días estaba ya conformada. Según PedroMartir «…fue tal el entusiasmo en el trabajo, que alos ochenta días quedaron terminadas las obras»46. Lo mismo afirma Alonso de Santa Cruz ya que setrabajaba

… cudiciosos de loor y con mucha porfia, de día y de

noche, hicieron los muros y torres y cavas y puertas,

y otras cosas necesarias; todo dentro de ochenta dí-

as. Y así mesmo la población de casas47.

F. de P. Valladar cita:

Hiciesen de las tiendas casas, y se fundase una ciu-

dad torreada y murada, con su caba y foso, con qua-

tro puertas, y en medio la plaza de armas: y para que

mas se acabasse, se repartió la fábrica y los concejos

de las ciudades y maestrazgos, tomando cada uno por

su cuenta la costa y el trabajo. En ochenta días se acor-

deló, y acabó una ciudad de quatrocientos pasos de

largo, y trescientos y doze en ancho con torres, mu-

rallas y caba, poniendo cada ciudad en su cuartel el

nombre de quien le fundó48.

Sin embargo, según el escudero real Francisco Lay-rine,

… donde que asentaron Real que encomendaron a

edificar la dicha cibdat estuvieron faciéndola cosa de

siete meses e que aunque edificadaba guerreaban la

dicha cibdat de Granada e vido este testigo que cuan-

do tomaron a Ganada e la entregaron a los Reyes Ca-

tólicos aún no era acabada la dicha cibdat de Sancta

Fee pero en breve se acabó, después que se ganó…49.

En cualquier caso, el esfuerzo realizado fue grande,al igual que la celeridad de las obras. Para ello,

…porque más brevemente se edificase, sus altezas

encomendaron y dieron encargo de la obra a las gen-

tes de las ciudades de Sevilla, Córdoba, Jaén, Écija y

Úbeda, Carmona, Xerez y Andujar, que son las princi-

pales de Andaluzía50.

La configuración original de la ciudad ha sido ha si-do estudiada por distintos investigadores a través dealgunos documentos conservados. En primer lugarlas crónicas y noticias escritas en momentos próxi-mos a la fundación y generalmente relativas a la con-quista de Granada, de los que ya hemos visto algu-nos ejemplos. En segundo lugar el Libro del Repar-timiento de 149251 y, por ultimo, algunas fuentes ico-nográficas como el relieve del coro de la catedral deToledo; el Diseño del río Genil de Granada (1751); elplano del Catrastro de la Ensenada (1752) y el pla-no de Quintillán (1780).Como ya hemos dicho, el plano de Santa Fe es unrectángulo atravesado por dos calles principales quecomienzan y terminan en puertas y que se cruzan enla plaza central, que marcan un urbanismo ortogo-nal (Foto 4).

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45 Anónimo, Fragmento de la época…, pp. 43-44.46 Mártir de Anglería, Pedro, Epistolario…, pp. 165-167.47 Santa Cruz, Alonso de, Crónica de los Reyes Católicos,Ed. y est. Carriazo y Arroquia, Juan de M., Sevilla, 1951,tomo I, pp.31 y 35-38.48 Valladar, Francisco de Paula, Colón en Santafé y Gra-nada. Estudio Histórico. Granada, 1892, p.39.49 Relación sacada por parte del Concejo, Justicia y Regi-miento de la ciudad de Granada en el pleito que trata conla villa de Santa Fe. Año 1521, en Lapresa Molina, Eladio,Santafé…, p.38.

50 Marineo Sículo, Lucio, Vida y hechos de los Reyes Ca-tólicos. Madrid, 1943, p. 130.51 Publicado y estudiado por Peinado Santaella, Rafael G.,La fundación de Santa Fe (1491-1520), Universidad deGranada, 1995.

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Ejemplos de poblaciones españolas con un trazadoreticular no faltan. Se ha dicho que el precedente máscercano a Santa Fe es Briviesca (Burgos), pero tam-bién Villa Real (Castellón) o Puerto Real, en Cádiz, fun-dada por los Reyes Católicos en 1483. En realidad, elmodelo es romano, con un cardus y un decumanusque estructuras el espacio interno de la ciudad.En el caso de Santa Fe, la calle Real (decumanus),que discurre de este a oeste, no es simétrica res-pecto al perímetro, puesto que la atraviesa longitu-dinalmente en un tercio, el superior. Al sur, la calleLarga, corre paralela por el tercio inferior. En ambosextremos de los lados largos, corren las Rondas deBelén y de Sevilla que corrían junto a la muralla. Elresto de las vías se organizan de norte a sur.En la plaza de armas central confluían simbólicamentelos poderes eclesiástico, local y regio representadosen los edificios destinados a iglesia, sede del Cabil-do y Casa Real. La Casa Real se localizaría en el so-lar que hoy ocupa la casa parroquial, que fue a suvez originariamente el nuevo hospital construido enel siglo XVIII.

Además de estos edificios, en el Libro del Reparti-miento se habla de la existencia de un hospital. Seencontraba, donde ahora se encuentra el coro y lacapilla mayor de la colegiata del siglo XVIII, construi-da tras la demolición de la primera iglesia y el solarcontigo a la misma. Es conocido gracias a un docu-mento localizado en el Archivo Histórico Nacional don-de se refiere la demolición del hospital cuando se ini-cia la construcción del nuevo templo52.Por su carácter militar y su situación en una zonamuy llana y sin protección natural, la construcciónde Santa Fe exigió una protección artificial. Prácti-camente no han llegado hasta nosotros elementosdel sistema defensivo del campamento original, si

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52 Proyecto y presupuesto de reparación de la antigua co-legiata de Santa Fe. 20 de octubre de 1764. Archivo His-tórico Nacional. Consejos, Patronato, Leg. 17092, cita deÁlvarez García, José Javier et al., Carta arqueológica deSanta Fe. Inédito, p. 34. Recientemente se ha llevado acabo una intervención arqueológica de urgencia en el so-lar posterior a la iglesia cuyos resultados por el momentopermanecen inéditos.

Foto 4. Vista aérea del núcleo de Santa Fe. Se distingue la ordenación ortogonal del espacio urbanizado.

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excluimos las cuatro torres muy transformadas porreformas posteriores.El núcleo fue rodeado con una muralla almenada contorres, con un perímetro total de la muralla sería de milcuatrocientos veinticuatro pasos (unos 1190 m.)53. Enél se abrían las cuatro puertas; una en cada lateral. Lastorres, de planta cuadrangular, serían un total de die-ciséis según cuenta Antonio de Lalaing, Señor de Mon-tigny54, que visitó Santa Fe en 1501:

...tiene cuatro puertas y dieciséis torres alrededor de

las murallas. Los fosos hechos de tierra seca, son muy

profundos.

Destacaría de entre todas ellas, la conocida comoTorre de Santiago, estaría situada en el ángulo no-reste de la cerca mirando hacia Granada. Circundando el muro se encontraba la cava, un fo-so que se llenaba con agua procedente de las ace-quias que regaban los terrenos próximos. Por últi-mo, el sistema se completaba con unos baluartessemicirculares que defendían los puentes de acce-so a las puertas (Foto 5).

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53 García Pulido, L. J. y Orihuela Uzal, Antonio, «Nuevasaportaciones sobre las murallas y el sistema defensivo deSanta Fe», Archivo Español de Arte, tomo. LXXVIII, nº 309(2005), pp. 23-43 p. 8.54 De Lalaing, Antonio, «Primer viaje de Felipe el Hermosoa España en 1501», ed. y est. García Mercadal, José, Via-jes de extranjeros por España y Portugal: desde los tiem-pos más remotos hasta comienzos del siglo XX. Vallado-lid, 1999, tomo I, p. 443.

Foto 5. Gráfico en el que se recoge la primitiva muralla y foso de la villa de Santa Fe.

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De nuevo las referencias en las crónicas coetáneasson numerosas. Así, Pedro Martir describe

una ciudad —pues aunque pequeña así quieren que

se llame—, acotada con un surco. Es de cuatrocien-

tos pasos de larga por trescientos doce de ancha. Tie-

ne murallas almenadas, fosos, defensas y fuertes to-

rres. Su forma es casi rectangular, dejando una plaza

en el centro. En cada uno de sus cuatro lados se ha

dejado una puerta55.

La continuación de la Crónica del Pulgar afirma quelos reyes «…mandaron hacer una villa de muy bue-na cerca e muy buenas cavas, e muy buenos ba-luartes….»56. Por último, Andrés Bernáldez insiste en que «se cer-có el real muy bien de paredes e cavas, como lo te-nía por costumbre en los otros cercos…»57.Respecto a los baluartes, conocemos incluso el nom-bre del ingeniero que los construyó gracias a unacarta fechada en 1497. En ella, Fernando el Católi-co se dirige a Ramiro López en los siguientes térmi-nos: «…que el baluarte de la puerta principal no seacuadrado, salvo ala manera de los de Santa Fe quevos hisystes…»58.La reciente identificación del relieve de la sillería delcoro de la catedral de Toledo como Santa Fe59, hapermitido poder trazar con mayor detalle las carac-terísticas de la nueva villa levantada por los ReyesCatólicos. La sillería, realizada en 1495, ofrece unarepresentación coetánea y aparentemente realista.Sin embargo, son muchas las dudas que se plante-an sobre la configuración del núcleo. La propia exis-tencia de los baluartes no está documentada en elLibro del Repartimiento, donde sí se habla de otrasestructuras defensivas utilizadas como referenciasgeográficas para situar huertas sorteadas entre lospobladores.Tampoco sabemos nada sobre el sistema constructivoempleado ni los materiales utilizados en su factura,ya que hasta la fecha no se ha realizado ninguna in-

tervención arqueológica sobre el recinto defensivo60.Algún documento parece indicar que se utilizaronmateriales de los poblados musulmanes cercanos,pero no se habla de tapias, ni de ninguna otra téc-nica o material.Desde luego, la imagen de la villa reflejada en la ca-tedral de Toledo resulta imponente y tal vez exage-rada a juzgar por la reconstrucción realizada por Pu-lido y Almagro a partir de esos datos61. Por otra par-te se llegado incluso a afirmar que la muralla de San-ta Fe no era tal, sino una simple empalizada. GinésPérez de Hita dice al respecto:

Las torres y muros eran de madera todo y luego por

encima cubiertos de lienzo encerado que parecía una

blanca y firme muralla, toda almenada y torreada, que

era cosa de ver, que no parecía sino labrada de una

fuerte cantería62.

Tal vez se recurriera a una solución híbrida63 entre eltapial y la empalizada de madera constituida por blo-ques de tierra prensada con paja, cantos rodados yalgo de cal, con un encofrado perdido de madera aambas caras, conformado por troncos de árbolesclavados en vertical. Esta estructura habría sido re-cubierta de mortero de cal que le conferiría rigidez yuniformidad, de tal forma que vista de lejos parecie-ra una obra mucho más sólida.Respecto a la distribución y tipología de los edificiostampoco existe unanimidad64. Recientemente, M. A.Fernández ha criticado el uso del Libro del Reparti-miento y el plano de Quintillán parar establecer demodo fiable la organización original de la villa65. Suestudio se basa fundamentalmente en los relatos cro-nísticos y el estudio métrico de la trama. Aunque suestructura espacial no habría cambiado, si lo habrí-an hecho los edificios que originalmente estarían cons-

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55 Mártir de Anglería, Pedro, Epistolario, pp.165-168.56 Continuación de la Crónica…, pp. 515-516.57 Bernáldez, Andrés, Memorias del reinado…, pp. 224-232.58 Archivo General de Simancas, Cámara, Libro de Cédu-las, número 2/2, folio 105. Recogido en García Pulido, L.J. y Orihuela Uzal, Antonio, «Nuevas aportaciones…», p.11.59 García Pulido, L. J. y Orihuela Uzal, Antonio, «Nuevasaportaciones…»

60 Álvarez García, José Javier et al., Carta arqueológica…,p. 44.61 García Pulido, L. J. y Orihuela Uzal, Antonio, «Nuevasaportaciones…»62 Pérez de Hita, Ginés, Historia de los bandos Zegríes yAbencerrajes (primera parte de las guerras civiles de Gra-nada). Ed. facsímil. Est. Corre Rodríguez, Pedro y ed. Blan-chard-Demouge, Paula. Granada, 1999, p. 280.63 Espinosa Cabezas, Ángel, Santa Fe. Aproximacionesgeográficas históricas. Santa Fe, 1995, pp.119 y ss. y Gar-cía Pulido, L. J. y Orihuela Uzal, Antonio, «Nuevas apor-taciones…», pp. 36-37.64 Espinosa Cabezas, Ángel, Santa Fe… y Lapresa Moli-na, Eladio, Santafé…65 Fernández Aparicio, Miguel Ángel, Santa Fe, Modelo Ur-bano. En prensa.

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tituidos por grandes pabellones, donde se ubicaríanla caballería, la artillería y las tropas del rey, ademásde las casas compartimentadas para capitanes, no-bles y cortesanos. La existencia de los pabellones lodenota el aspecto alargado de las manzanas, prin-cipalmente en los barrios situados al Sur de la calleReal, donde, como señaló el escribano Antón de laBarrera, se les encomendó a dichas ciudades la cons-trucción de los pabellones de las tropas cristianas.La descripción de Pedro Mártir parece coincidir conesta idea: «Se han levantado edificios con capaci-dad para acoger a las tropas correspondientes a ellasen el único piso que tienen.»66

Distinta es en cambio la fisonomía de las manzanassituadas al norte de la calle Real, donde estuvieronubicadas las casas de los señores como indican al-gunos apuntes que aparecen en el Libro del Re-partimiento67.Una vez finalizada la Guerra de Granada, Santa Fese constituyó en una villa, lo cual provocó un proce-so de deslinde de términos y derechos de aguas noexento de conflictos y también de repoblación y re-parto de los bienes y heredades de Santa Fe68. Es-te hecho hubo de suponer transformaciones en losinmuebles del núcleo urbano, que habrían de adap-tarse no a una guarnición militar, sino a una pobla-ción dedicada fundamentalmente a la agricultura. Elresponsable del repartimiento designado por los re-yes fue Diego Fernández de Iranzo, sobrino del con-destable don Miguel Lucas de Iranzo y alcaide de Iz-nalloz (Granada). El fue también el encargado de lasempresas repobladoras de Loja (1488), Guadix y Fi-ñana (1495).Para el repartimiento, se dividió la ciudad en tres zo-nas denominados cuartos: el de Córdoba, el de Ja-én y el de Jerez. El primero situado entre la murallaNorte y la calle Real, los otros dos, al Sur de la calleReal, separados entre sí por la plaza y la calle Isabella católica. El de Jaén se encontraba Oeste y el deJerez al Este.El proceso urbanístico se inicia a partir de las cons-trucciones que dejaron los participantes en el asediode Granada. En total se contabilizaron ciento quincecasas y treinta y una naves, cuyas características noses imposible conocer. De entre estas construccionesdestacaba la Casa Real, lugar que ocuparon los Re-

yes Católicos y que se ubicaba en el ángulo Suroestede la plaza central.Estas construcciones se irán reutilizando según las ne-cesidades de la nueva población, bien remodelándo-se, bien construyendo nuevas viviendas. La villa, se iríaorganizando, renovándose, pero siempre siguiendo latrama original, que será respetada casi en su totalidad.La falta de información que constate la existencia ini-cial de las pequeñas plazoletas dispersas actualmen-te en el caso antiguo, y que ya existían en el plano deQuintillán del siglo XVIII, permiten deducir que surgie-ron tras el derribo de edificaciones deshabitadas69.Durante el siglo XVI se edificarán la Iglesia y el Hospi-tal, elementos que ya estaban presentes en el cam-pamento militar. La iglesia se comenzó a edificar en1510 en un solar contiguo a la Casa Real. El hospitalse levantó justo al Oeste del templo, bajo la campillamayor de la actual iglesia parroquial. En el siglo XVII, la ciudad comienza a expandirse fue-ra del recinto amurallado. Surgirán los primeros arra-bales poblados con nuevas gentes que acuden aSanta Fe. Las puertas de la ciudad son reformadas,cubriéndolas con cúpulas, y se convertirán en ora-torios dedicados a las advocaciones marianas (Be-lén, Rosario, Carmen y Dolores) que darán una nue-va fisonomía al pueblo. Seguramente aparecerán eneste momento algunos espacios nuevos como pla-zas o calles presentes posteriormente en los planosdel siglo XVIII, pero que no alteraran sustancialmen-te la trama original.En cambio, en el siglo XVIII Santa Fe entrará en los pla-nes de los ilustrados y se producirán algunos cambiosimportantes. Se construirá entonces la cárcel, el nue-vo hospital, el edificio del pósito, el ayuntamiento y unanueva iglesia alrededor de la antigua plaza de armas.Las murallas ya se habían arruinado casi en su totali-dad, aunque permanecería aún en pie la Torre de San-tiago, mencionada en documentos de la época. La ca-va o foso será objeto de distintas remodelaciones.En 1806, un devastador terremoto causó graves des-trozos en la población y en buena parte de la provin-cia. Se llegó a pensar incluso en abandonar la pobla-ción y edificarla de nuevo, pero finalmente se optó porla reconstrucción. Estas obras conllevaron el derribodefinitivo de los restos que aún quedaban de la mura-lla y el allanamiento de la cava.

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66 Mártir de Anglería, Pedro, Epistolario, pp. 165-168.67 Peinado Santaella, Rafael G., La fundación…, pp. 109-300.68 Peinado Santaella, Rafael G., La fundación…

69 Fernández Aparicio, Miguel Ángel, Santa Fe…en pren-sa.

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d. Puebla de Don Fadrique.

Muy distinta es la situación y el proceso en La Pue-bla de Don Fadrique, de la que además tenemos mu-cha menos información (Foto 6). Ubicada en el ex-tremo nororiental de la actual provincia de Granada,durante época nazarí fue un territorio fronterizo es-casamente poblado, entre Murcia y los dominios de

la Orden de Santiago en las Sierras de Segura y Ca-zorla. Las sierras de Castril, La Sagra, Orce, María ylas Estancias conforman por si mismas una fronteranatural frente a los territorios murcianos y jiennen-ses. Concretamente, el extremo septentrional don-de hoy se encuentra la Puebla era conocido en épo-ca nazarí como la Bolteruela, un amplio espacio apa-rentemente despoblado.

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Foto 6. Puebla de Don Fadrique. Esquema del casco antiguo e iglesias.

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En 1488 se rindió definitivamente Huéscar tras la ca-ída de Vera y toda una serie de alquerías del sectororiental del reino. Sin embargo, hasta la conquistade la ciudad de Baza al año siguiente no se produ-jo un efectivo control del territorio que dependía deeste núcleo. Las capitulaciones suponen un cambioen la política de los Reyes que suponían una ciertabenignidad para con los vencidos. Sin embargo, es-to no impedirá que de forma casi inmediata se co-mience a fraccionar el territorio para concederlo enseñorío a una serie de nobles70. La finalidad, ademásde pagar con mercedes los servicios prestados, erala de consolidar estos territorios bajo dominio cas-tellano y comenzar el proceso de repoblación de to-do este área. Al igual que ocurriera en Santa Fe, lareorganización del espacio no estuvo exenta de pro-blemas, especialmente para la ciudad de Baza, quevio como su territorio mermaba progresivamente.Así, ya en 1488 las localidades de Castilléjar y Cor-tes de Baza son donadas a dos mudéjares colabo-racionistas que habían ayudado a la conquista de lazona nororiental del reino nazarí. Hernando de Za-fra, secretario de los Reyes Católicos, recibió la villade Castril en 1490. Orce y Galera son donadas en1492 al mayordomo mayor de los Reyes CatólicosDon Enrique Enríquez. No obstante, en 1495, Cas-tilléjar, Cortes de Baza, Orce y Galera pasarán a ma-nos del Condestable de Navarra. Efectivamente, elConde de Lerín, Don Luis de Beaumount, recibió co-mo prenda por sus posesiones navarras, los térmi-nos de Huéscar, los Vélez, Zújar, Freila, Las Cuevasy Castilléjar, aunque más tarde se le concedió la vi-lla de Huéscar como señorío mientras viviese. Estehecho provocó las protestas de los habitantes de lalocalidad, que en las capitulaciones había de quedarcomo realengo. A su muerte en 1508 la villa pasó denuevo a la Corona, que le concedió en 1509 el títu-lo de ciudad. Sin embargo, esta situación durará bienpoco, ya que será entregada de nuevo y de mane-ra definitiva en 1513, junto con Castilléjar, al duquede Alba71. La donación a Don Fadrique de Toledo seprodujo por los muchos méritos prestados al rey Fer-nando, su primo, en especial en la ocupación del rei-no de Pamplona en 1512.

En realidad desconocemos cuando se produce lafundación de la Puebla de Don Fadrique y si esta serealiza ex novo sobre un lugar completamente des-habitado. Es posible que antes de que se produjerala fundación, o al menos antes de que tuviera lugarla repoblación y repartimiento existiera un pequeñonúcleo denominado la Bolteruela. Así se desprendede algunas referencias como la de la provisión delduque haciendo válidas las franquezas de Castillé-jar y Huéscar al lugar de Bolteruela: «e a las fran-quezas de Huesca e Castilleja de los nuevos veci-nos las estiende al dicho lugar de Bolteruela»72. De hecho, antes del inicio de la repoblación Bolte-ruela contaba con unos veinticinco habitantes. Así loafirma un testigo de avanzada edad en 1560:

Sobre este testigo que el dicho lugar de la Puebla a sy-

do y es aldea desta dicha cibdad de Guesca desde el

principio que se començó a poblar porque este testi-

go se acuerda de cuando se començó a poblar que

no avía en dicha aldea más de çinco o seys vecinos73.

En realidad no nos es posible por el momento de-terminar si se trataba originalmente de una peque-ña alquería o si el primer asentamiento se realizó enépoca del señorío del conde de Lerín. A favor de laprimera opción está el hecho de que el topónimoBolterurela o Volteruela sea conocido desde épocanazarí. Sin embargo, hay elementos que nos permi-ten hablar de una clara influencia navarra en la loca-lidad, como algunos de los elementos del folklore, ladevoción por las Santas patronas Nunilón y Alodiao, como algunos poblatos afirman, la sorprendentecantidad de apellidos norteños como Carricondo, Cor-costegui, Iriarte, Irigaray, Sola, Trucarte y los nume-rosos Navarro. El proceso repoblador comenzó poco después dela toma de posesión de la zona por parte de Don Fa-drique y puede considerarse un éxito ya que a me-diados del s. XVI la localidad contaba ya con una po-blación de quinientos vecinos, es decir, aproxima-damente unas dos mil quinientas personas. Así locuenta el mismo testigo:

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70 Alfaro Baena, Concepción, La formación de un señoríoen el reino de Granada. El repartimiento de Castril de laPeña, Granada, 1998, pp. 53-54.71 A. G. S. R. G. S., IV-1497, fol. 260, cita de Alfaro Bae-na, Concepción, La formación..., pp.57-59.

72 Archivo de municipal de la Puebla Don Fadrique (sin ca-talogar). Documento fechado antes de 1523. Cita de Ru-bio Lapaz, Jesús, Arte e Historia en Puebla de Don Fa-drique. Granada, 1993, p. 56.73 Ar. Ch. Gr. 3-1496-11, cita de Rubio Lapaz, Jesús, Ar-te e Historia…, p. 56.

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Que por virtud del ilustrísimo y muy excelente señorDuque de Alba, marqueés de Coria, el mi señor te-nía el y sus predecesores de quarenta y más años aesta parte desde que el dicho lugar se pobló74.

Será el 9 de noviembre de 1525 cuando Don Fadri-que de su nombre a la localidad de Bolteruela, quepasará a denominarse a partir de entonces Pueblade Don Fadrique75. De todas formas, el núcleo siguiósiendo una aldea dependiente de Huéscar, aunqueotorgara algunas facultades al Concejo como la deelegir escribanía pública o aumentara la capacidaddel alcalde otorgándole quinientos maravedis76.Con el aumento de la población hubieron de reali-zarse obras para acondicionar las infraestructuras,tanto el arreglo de los caminos que comunicaban lapoblación como de las dos fuentes que abastecíande agua77.La iglesia principal se comenzó a construir en la dé-cada de 152078. Sus dimensiones son considerablesy sin duda desmesuradas para la población que enese momento tenía la localidad. La explicación paraeste hecho podría estar no tanto en las previsionesdel proceso repoblador iniciado entonces como enla rivalidad entre el arzobispado de Toledo y el obis-pado de Guadix por controlar este territorio, que pro-vocó una fuerte inversión y actividad constructorapor parte de la sede primada.En 1525 se fundó un pequeño hospital gracias a ladonación de un vecino llamado Juan Ochoa79. Pos-teriormente, en 1568 se levantó una nueva iglesia, lade San Antonio Abada y en 1612 el convento de losFranciscanos Descalzos hoy desaparecido.

Poco podemos decir de la planta original de la po-blación. A juzgar por la estructura del casco antiguo,su organización debía de ser regular. La forma esalargada y se adapta a las curvas de nivel de la la-dera sobre la que se encuentra. Aparentemente, laiglesia mayor está descentrada, quedando ya fueradel núcleo primitivo. Sin embargo, la de San Antónestá emplazada en el casco histórico, dando la im-presión de que hubiera sido esta la primitiva iglesiadel pueblo.

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74 Ar. Ch. Gr. 3-1496-11, cita de Rubio Lapaz, Jesús, Ar-te e Historia…, p. 56.75 Archivo de municipal de la Puebla Don Fadrique (sin ca-talogar). Documento fechado en 1525. Cita de Rubio La-paz, Jesús, Arte e Historia..., p. 58.76 Ar.Ch.Gr. 3-1496-11, cita de Rubio Lapaz, Jesús, Artee Historia…, p. 57.77 Ar.Ch.Gr. 3-1496-11, cita de Rubio Lapaz, Jesús, Artee Historia…, p. 56.78 Rubio Lapaz, Jesús, Arte e Historia…, pp. 110 y ss.79 Archivo de Protocolos de Granada (sin catalogar), citade Rubio Lapaz, Jesús, Arte e Historia…, p. 59.