Bolivar Sangre y Juventudweb

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  • Bolvar:sangre y juventud

    de la nueva independencia

    Jos Ignacio Cabrujas

  • Bolvar: sangre y juventud de la nueva independencia. Jos Ignacio Cabrujas

    Ministerio del Poder Popular para la Comunicacin y la InformacinAv. Universidad, Esq. El Chorro, Torre Ministerial, pisos 9 y 10. Caracas-Venezuela. www.minci.gob.ve / [email protected] Rif: G-20003090-9

    Directorio

    Mauricio rodrguez gelfenstein Ministro del Poder Popular para la Comunicacin y la Informacin

    alejandro Boscn Viceministro de Estrategia Comunicacional

    Helena salcedo Viceministra de Gestin Comunicacional

    roberto Malaver Director General de Difusin y Publicidad

    gabriel gonzlez Director de Publicaciones

    iris yglesias, jos daniel cuevas Correccin y edicin

    omar cruz Portada e ilustraciones

    luis cardozo Diseo y montaje

    Michel Bonnefoy Presentacin

    Depsito Legal: lf87120103202844Impreso en la Repblica Bolvariana de VenezuelaAgosto, 2010

    La causa de la Independencia, la causa de la libertad no se resolvi en Carabobo en 1821. Nosotros estamos buscando

    esa independencia, esa libertad. El episodio espaol ya no importa en la historia, pero la Independencia contina.

    jos ignacio cabrujas

  • presentacin

    Simn Bolvar es un hombre de sangre, que convoc a este pueblo a la gran empresa

    de la libertad.

    Simn Bolvar es un hombre joven que est

    entre nosotros.

    Cabrujas nos recuerda que Bolvar no es

    una estatua ni un Dios, sino un hombre cuyo

    pensamiento y cuya moral estn presentes en

    cada persona y en cada pueblo que lucha por

    su dignidad.

  • Bolvar:sangre y juventud

    de la nueva independencia

  • jos ignacio cabrujas

    19371995,

    dramaturgo,

    director de teatro,

    articulista,

    cronista,

    guionista,

    actorista,

    critiquista de arte,

    humorista

    Alguna vez pens hace muchos aos que un da me tocara presentarme en

    un acto como ste, que sera en algn pueblo

    venezolano, que se cumpliran aos del naci-

    miento o de la muerte de Simn Bolvar, y que

    unas personas generosas me llevaran a ese

    pueblo para hablar de este hombre que hizo

    la nacin.

    Alguna vez lo pens, y ese da me hice el ju-

    ramento de que si alguna vez tena yo el privi-

    legio que hoy se me concede, y que siento casi

    como una extensin de mi cumpleaos que

    fue hace dos das, si tengo el privilegio de

  • 12 13

    hablar sobre Bolvar, no voy a decir las mismas

    necedades, no voy a repetir los mismos tpicos,

    no voy a hablar la misma rutina que durante

    decenios y decenios se viene hablando de este

    hombre; sino que voy a tratar de expresarme

    como lo siento, como un hombre de la histo-

    ria; pero como mi contemporneo, como un

    amigo, como un hombre que vive, como un

    hombre que est con nosotros y que debe estar

    con nosotros. Y no necesariamente como esa

    estatua que est a las espaldas de ustedes y a mi

    frente, esa estatua que lo consagra en bronce

    y que se repite incansablemente en todos los

    pueblos de Venezuela.

    Hoy, cuando se cumplen 200 aos del na-

    cimiento de este compatriota, no habr pue-

    blo venezolano, no habr placita Bolvar en

    Venezuela donde alguien no est hablando en

    este instante, un poquito ms temprano, un

    poquito ms tarde, de Simn Bolvar.

    Ojal no nos invada el palabrero; ojal no

    sigamos ocultando a este hombre; no le quite-

    mos gloria a este hombre; no le quitemos amor

    a este inmenso personaje diferido en una ido-

    latra, en una bobera que ha tratado de obscu-

    recerlo. Porque, en efecto, amigos, lo primero

    que a m se me ocurre decir para tratar de ser

    fiel a mi promesa es que hoy estamos celebran-

    do el natalicio de un hombre misterioso, de un

    hombre del cual la historia ha escrito tonela-

    das de papeles.

    Yo conozco a historiadores, cronistas, que

    podran en este momento decirnos qu diablos

  • 14 15

    haca Bolvar el 24 de agosto de 1818 a las 6:30

    de la tarde. Es un hombre acorralado. No hay

    da que se nos escape; no hay minuto prctica-

    mente que se nos escape. Se ha dicho a veces

    que el Libertador era un hombre de una intensa

    vida ertica, un hombre muy dedicado a la con-

    quista femenina. Yo digo que sera justo que sus

    cronistas e historiadores dejaran en paz a este

    hombre, aunque fuese para hacer el amor.

    No es Bolvar, es la leyenda que escuda a Ve-

    nezuela. No tenemos derecho a lanzar sobre las

    espaldas de este hombre la responsabilidad de

    lo que no somos, de lo que no nos atrevemos a

    ser. No es Bolvar ese hombre de frases oportu-

    nas que se citan y recitan en tiempos de demo-

    cracia, en tiempos de dictadura, que las citan

    hombres honrados y las citan ladrones. No es

    Bolvar esa oquedad de palabras que permanen-

    temente se citan y se comentan acerca de l.

    Es, en primer lugar, y por eso me maravilla

    que la primera vez que hablo de l en pblico

    sea con motivo de su nacimiento un hombre

    joven. El Bolvar del cual tenemos que hablar,

    el Bolvar que tenemos que sentir est en la his-

    toria de un muchacho venezolano, de un hom-

    bre joven, tanto que muri a la corta edad de

    47 aos. Muy joven cuando hizo esa empresa,

    hombre de juventud cuando intent cambiar el

    rostro de este continente.

    Ese hombre joven procedi y vivi como lo

    que era, un hombre joven. Hombre de balbuceos,

    hombre de contradicciones, hombre de errores,

    hombre de aciertos, hombre que viva, hombre

  • 16 17

    de sangre. se es el hombre que, de alguna ma-

    nera, cre esta patria.

    Ese hombre joven, no como se le pinta en

    los cuadros, porque tal vez por cierta coquete-

    ra que tena el personaje, le gustaba aparecer

    pintado con aire de militar napolenico, se no

    era Bolvar, el de los cuadros, sino un hombre de

    una larga melena como cuenta Indalecio Li-

    vano Aguirre, una melena que le llegaba a la

    espalda y que despus perdi, a partir de 1824,

    cuando comenz a ponerse un tanto calvo.

    Ese hombre al que llamaban el Zambo, que

    usaba largo pelo y que se lo ataba con una cinta,

    en una especie de cola de caballo, ese hombre

    que no se bajaba de un caballo y que andaba

    tras la vida, tras un proyecto, fue el hombre

    que de alguna manera convoc por ltima vez

    a este pueblo a una empresa, a la empresa de la

    libertad, a la empresa de ser. He all el ltimo

    hombre que nos ha convocado para que haga-

    mos algo en la historia.

    Ese hombre que me gustara hoy presentar tal

    como era, un poco mal hablado, un poco hom-

    bre de groseras caraqueas en su boca porque

    como dicen algunos cronistas peruanos, la ex-

    presin favorita de este personaje que tenemos

    en esa estatua, cuando estaba frente a una tribu-

    lacin, o frente a una bronca, deca: la pinga;

    ese hombre que lejos de parecerse a una figura

    protocolar, en la cual lo ha envuelto la Acade-

    mia de la Historia y la Sociedad Bolivariana, tal

    vez los peores enemigos que este hombre ha

    tenido despus de muerto, an peores que los

  • 18 19

    mismos espaoles; ese hombre que gustaba de

    bailar vals y polca, que gustaba de subirse a las

    mesas en los banquetes, protagoniz en Per un

    pintoresco incidente, junto al general Flores,

    cuando iba a dejar a su compatriota Flores al

    mando del Per, en Lima.

    Estaba reunida toda la oligarqua limea,

    convocada a una fiesta de baile, naturalmen-

    te. Ninguna muchacha de la oligarqua limea

    quera bailar con el general Flores, porque les

    pareca venezolano y medio mestizo. Qu hizo

    entonces este hombre del cual hoy convocamos

    su nacimiento? Pues se fue al frente de la orques-

    ta, pidi que se tocaran unos valses y l mismo

    sac a bailar al general Flores y bail ocho valses

    para enrostrrselo a toda la oligarqua de Lima.

    se es Bolvar, porque eso es un romnti-

    co, que vivi en el ideal romntico. El hombre

    de las ideas, pero sobre todo, como lo deca el

    historiador Livano Aguirre quien lo llam

    con el mejor ttulo que le han dado a este hom-

    bre, el ttulo que ms nos convendra hoy re-

    cordar, ms que llamarlo Libertador, que ya lo

    sabemos, Bolvar es el hombre de las dificulta-

    des, el hombre que naci para enfrentar las di-

    ficultades porque, en efecto, sa es la vida terri-

    ble, dura, implacable, donde Bolvar es prcti-

    camente una rutina del fracaso, una rutina del

    escollo, una rutina prcticamente de lo impo-

    sible. Es ese hombre al que vemos alentado en

    1810, turbado y extraordinario, reclamndonos

    una calma de 300 aos en 1811; desesperado en

    1812; perdido y destruido en 1813; liquidado y

    remitido al exilio extremo en 1814; apedreado

  • 20 21

    en Giria de la Costa en 1815, cuando desespe-

    radamente intentaba buscar un pueblo y no lo

    consegua por ninguna parte; un tanto recupe-

    rado en Guayana, en la cercana del general Piar,

    pero a la vez colocado en el centro de un conflic-

    to que conllev al fusilamiento de este hombre

    que de alguna manera lo haba salvado.

    Luego, alentado otra vez por el gesto de Pez

    en el Llano y por la idea genial y extraordinaria

    de desplazar la lucha por la independencia ha-

    cia Colombia, hacia la Nueva Granada, hacia la

    Gran Colombia, hacia el sueo de un continen-

    te, hasta que logr esa empresa.

    Pero sobre todo, lo que abisma, lo que con-

    tinuar pasmando generaciones tras generacio-

    nes sin drmelas en este instante de boliva-

    rero, sino simplemente con el reconocimiento

    elemental de quien hizo una proeza ante nues-

    tra historia, es que ese hombre vivi su vida,

    vivi su accin durante 14 aos. Slo en 14 aos,

    en tan escaso tiempo, este hombre se plante la

    libertad de este pas y logr la hazaa de la liber-

    tad de una vasta regin de este continente, que

    se extiende hasta el Per. Tan slo en 14 aos

    Nosotros tenemos 31 aos de democracia de

    estos gobiernos, y en ese lapso, contando con

    nada menos que 16 aos de ventaja sobre el Li-

    bertador, hemos sido incapaces de crear una

    obra, de construir una obra conocida, tangible

    ante nuestros ojos. Porque lo que somos, lo que

    hemos logrado ser los venezolanos en estos 30

    aos es porque se lo hemos araado al Gobierno,

    se lo hemos quitado a araazos al Gobierno.

  • 22 23

    Dnde est el secreto que hace que un da

    como hoy todo el pas lo mencione, en ocasio-

    nes ms retricamente, en ocasiones, y espero

    que sta sea una, ms como l merece, ms in-

    formalmente, ms como era su genio y su carc-

    ter? Qu hace que este hombre signifique tanto

    para nosotros? Qu lo hace significar tanto en

    nuestra vida, en nuestra cita cotidiana, en el res-

    peto que tenemos a esa imagen de un hombre

    del cual nos separan 208 largos aos?

    Bolvar es un hombre cuyo pensamiento

    tiene una vigencia tica, moral, mas no prcti-

    ca, mas no referida a los usos y al mundo con-

    temporneo, puesto que sera pasarle una fac-

    tura imposible a este hombre. Qu hizo este

    hombre? Qu tuvo? Qu nos dijo? Por qu

    lo recordamos hoy? Lo recordamos porque este

    hombre nos convoc a una empresa. Nos con-

    voc como pueblo a hacer algo en la historia.

    Bolvar tard muchos aos en encontrar a su

    pueblo. Era un godo, un mantuano caraqueo,

    un patiqun caraqueo, hijo de rico y nieto de

    rico. Era un hombre de modelos aristocrticos

    que se meti en la vida y que por muchos aos

    busc; tard mucho tiempo en acercarse al mu-

    lato venezolano, al zambo venezolano, al mesti-

    zo venezolano y hablar en su lenguaje.

  • en un baile en per, en vista que ninguna muchacha de la oligar-qua limea quera bailar con el general Flores, porque les pareca venezolano y medio mestizo. simn Bolvar, pidi que se toca-ran unos valses y l mismo sac a bailar al general Flores.

  • 26 27

    Es un hombre que logr girar la independen-

    cia de Venezuela, cuya causa al principio era

    monrquica, y logr transformar esa causa mo-

    nrquica en la causa de la libertad y la repbli-

    ca; pero ese hombre nos convoc a la empresa,

    logr citar a este pueblo para que todos unidos

    emprendiramos una accin que iba a conside-

    rarse histrica.

    Y yo pienso que a la hora de citarlo, no es

    para solazarnos en el orgullo de este recuer-

    do, sino para que nos preguntemos hoy desde

    cundo no se les convoca a ustedes para hacer

    algo, desde cundo no se me convoca a m para

    hacer algo, desde cundo no se convoca a este

    pas para que asumamos una empresa.

    La causa de la independencia, la causa de la

    libertad no se resolvi en Carabobo en 1821.

    Nosotros estamos buscando esa independencia,

    esa libertad. El episodio espaol ya no importa

    en la historia, pero la independencia contina.

    Aqu hay un nuevo pas que aparece, que

    uno lee en los rostros de los jvenes, de las per-

    sonas de empresa joven, de mentalidad joven,

    que nos dicen a cada instante: hasta cundo so-

    portar ese espectculo bochornoso en que se ha

    convertido el poder en Venezuela? Ese nuevo

    pas est pidiendo su independencia, ese nue-

    vo pas est pidiendo desesperadamente apare-

    cer entre tanta corrupcin, entre tanta palabra

    hueca, entre tanto bochorno moral, entre tanta

    politiquera, como se est haciendo en esta eta-

    pa del pas.

  • 28 29

    Es esa nueva independencia la que debera-

    mos tener en mente a la hora de festejar 209

    aos del glorioso nacimiento de este hombre.

    Es esa necesidad de encontrarnos otra vez como

    pueblo. Porque estamos perdidos, porque anda-

    mos cada uno por nuestro lado, como se dice,

    sin que la historia nos convoque, nos concite

    al resurgimiento de un espritu, de una nacin

    que nos necesita.

    Es que la democracia que nosotros nos he-

    mos dado, que es un sistema que deberamos

    defender en su forma, en la posibilidad, en la

    libertad que ella conlleva, es algo que tenemos

    que utilizar.

    La democracia est all en sus leyes, en sus

    instituciones, pero es algo que no usamos, que

    no nos estamos atreviendo a utilizar. Esta es la

    hora en que cada venezolano tiene que decir

    la verdad, tiene que decir lo que siente. No po-

    demos permitir que se nos siga tapando como

    pueblo, que se nos siga mermando nuestra po-

    sibilidad. Hay que decir lo que uno vive y lo

    que siente.

    Yo acabo de tener una impactante, una dra-

    mtica reunin, por azar prcticamente, con el

    ministro de la Familia de este Gobierno, y all,

    reunido con ella y con algunos socilogos, yo

    me enter de que Venezuela era un pueblo. Era

    un pas que desde el ao 1922 cuando empie-

    zan a conocerse algunas estadsticas en esta na-

    cin hasta el ao 1982 haba tenido una dis-

    minucin progresiva de la mortalidad infantil.

  • 30 31

    Y lo digo con la palabra, y quisiera que la pa-

    labra se llenara de todo el drama posible, desde

    1922 hasta 1982, nuestros nios venezolanos se

    moran cada vez menos; pero desde 1982 has-

    ta el da de hoy, hasta 1991, se estn muriendo

    ms nuestros nios.

    Hay que decir en este instante que el ao pa-

    sado fallecieron 8.500 nios venezolanos por

    diarrea, una cifra que nos debera abochornar,

    porque con un presupuesto muchsimo ms

    bajo Costa Rica y Cuba han logrado que ese

    promedio de muertes de nios se vea reducido

    prcticamente a cero.

    Cmo es posible? Esa es la independen-

    cia ante la cual de nuevo la historia nos sigue

    convocando, que por lo menos comencemos

    a cobrar la conciencia de que nuestros nios

    venezolanos no pueden morirse en esa propor-

    cin, que no es posible que un pas acepte que

    8.500 bellezas humanas, 8.500 posibilidades de

    genios, posibilidades de colocar con esos 8.500

    nios 8.500 estatuas como esa que est all (se

    refiere a la estatua de Bolvar), 8.500 como se

    que alguna vez fue un nio (se refiere a Bol-

    var), porque hoy celebramos el da cuando na-

    ci, cuando era nio y cuando no le dio diarrea,

    porque probablemente se la supieron curar en

    ese momento sa es la posibilidad, sa es la

    nueva independencia a la que se nos convoca.

    Cumplo hoy este viejo compromiso que

    alguna vez me hice de hablar de Bolvar sin

    refugiarme en el tpico y en las frases hechas,

    sino tratando de observar hasta dnde por-

    que no se trata de Dios, se trata de un ser hu-

  • 32 33

    mano, hasta qu punto el pensamiento de

    este hombre es vigente.

    No lo s, en realidad eso no importa. No

    importan las reflexiones que en algn mo-

    mento Bolvar se hizo sobre la manera de ad-

    ministrar el pas, sobre si haba que crear un

    consejo de arcontes1 o sobre si los hijos de los

    libertadores deban representar el poder en

    Venezuela, probablemente en eso estaba es-

    pantosamente equivocado.

    Lo que s es importante reivindicar es que

    la historia de Bolvar no se puede continuar

    1. Del griego archai, orgenes, comenzar cosas, anteriormente en el tiempo. En el mundo clsico mediterrneo, arcn era comnmente usado para designar el gobernador de una provincia, o cualquier au-toridad religiosa o gubernamental. Por lo tanto, el plural arcontes es a menudo traducido en los textos gnsticos como las autoridades.

    contando como la historia de un hombre in-

    comprendido y de un hombre derrotado, y

    aqu vuelvo a utilizar su expresin favorita: la

    pinga. No seor, no es se Bolvar. l no es un

    hombre al que se le debe recordar macilento en

    Santa Marta, en la casa de un espaol, como si

    la empresa histrica que hizo hubiese resulta-

    do un fracaso, no seor.

    Bolvar fue un hombre de xito, fue un hom-

    bre de triunfos. Su muerte, como toda muerte,

    no es ms que una ancdota. Ese hombre, que se

    propuso de muchacho un juramento, cumpli

    ese juramento. Ese hombre, que de nio alz

    una palabra, vio engrandecerse esa palabra. Ese

    hombre se mont en un caballo e hizo lo que se

    propuso. se era nuestro compatriota, se que

    sigue all en esa estatua. Cundo lo bajamos

  • 34 35

    de all? Cundo lo quitamos de ese bronce?

    Cundo aprenderemos a leer en ese rostro el

    cario que la gente de este pueblo logr colo-

    car all?

    Bolvar es un smbolo, pero cundo se nos

    va de esa plaza y se nos mete adentro ese gesto,

    esa emocin? se es el nuevo pas.

    Yo sospecho cuando veo rostros, cuando veo

    personas en la calle, sobre todo ahora, en este

    pas, en este momento Es como si se sintiera

    que viene un cambio, que esto no puede conti-

    nuar. Esta corrupcin que cotidianamente nos

    invade, este espectculo diario del corrupto de

    la semana, este show de mostrar quin es el co-

    rrupto de la semana o de la quincena, porque

    de una quincena no pasa ninguno Llega un

    momento en que esta situacin atosiga, por-

    que ya no nos importa.

    Ya yo no quiero que me digan quin se rob

    los reales, yo s que se los robaron, me consta,

    pero ya no me basta con eso. No es que la demo-

    cracia venezolana ha madurado porque ahora

    denunciamos a los corruptos. Estoy en absoluto

    desacuerdo con eso.

    Yo pienso que est muy bien denunciar a los

    corruptos, quin lo niega, pero eso no basta, eso

    no es ms que pan y circo. Eso no es ms que

    un espectculo de la prensa y la televisin, para

    darse, como se dice, con una piedra en los dien-

    tes: Yo denunci Yo dije Yo habl.

  • 36 37

    El problema es que esas personas que llama-

    mos corruptos son denunciadas, son colocadas

    ante la picota y la opinin pblica; pero todos o

    casi todos estn en sus casas.

    All est la pintoresca Gardenia Martnez,

    que cobr un cheque por 3.900 millones de d-

    lares hace cinco aos. Deposit ese cheque en

    un banco y retir los intereses, y no entreg las

    municiones al Ejrcito. se s es un delito, as lo

    ha dicho la prensa y as lo ha dicho el coman-

    dante del Ejrcito. Y quin ms lo va a decir en-

    tonces? Pero all est ella, en su casa.

    Yo no la veo en la crcel, no la veo colocada

    en el sitio donde debe estar una persona que se

    apodera de 4.000 millones de dlares, simple-

    mente por distraer un cheque a las Fuerzas

    Armadas o a cualquier institucin del pas.

    Esa corrupcin, que se nos ha instalado en

    la sociedad venezolana, ya no basta con de-

    nunciarla; ya tenemos que comenzar la inde-

    pendencia de esa corrupcin. Hay que recrear

    al pas; hay que reinventarlo; hay que analizar

    una a una las instituciones de este pas, desde

    el mismsimo Presidente de la Repblica,2 que

    todos los das nos dice que est abrumado, que

    no quiere hablar de eso, que l es optimista,

    porque no quiere enfrentar la realidad, ni la ca-

    terva de pillos que lo rodean en este momento,

    hasta el ltimo concejo municipal de este pas

    y el ltimo funcionario.

    sa es la independencia que nos espera. Ah

    s me permito ser optimista; ah s me permito

    2. Se refiere a Carlos Andrs Prez, en su segundo perodo presidencial (1989-1994).

  • 38 39

    pensar que nosotros no somos esa nacin de la-

    drones que nuestra prensa exhibe.

    Yo creo, yo tengo en este instante la vida.

    Dios, como se quiera llamar, me hizo un rega-

    lo: me dio un nio. Se llama Diego y tiene en

    este momento tres aos, y ahora en octubre me

    cuenta cuatro. Yo tengo ese beb, ahora que soy

    casi un viejo, y lo miro, y lo amo, y me pregun-

    to por l: Qu ser lo que mi nio Diego, mi

    amor Diego va a hablar cuando tenga 20 aos?,

    cules sern sus temas? Qu pas le estoy de-

    jando? Qu pas le estamos dejando a mi hijo y

    a esa cantidad de carajitos que en este instante

    tienen tres aos? Qu pas les vamos a dar?

    El pas de la denunciadera, el pas de la co-

    rrupcin convertida en circo, el pas donde la

    poltica ha descendido al chisme; un pas don-

    de no hay dilogo, un pas donde no hay empre-

    sa porque estn tapadas las grandes iniciativas.

    sa es mi pregunta.

    Por eso all, ante esa estatua de la cual dista-

    mos en este momento, yo quisiera renovar un

    compromiso, no bolivariano en el viejo sentido

    de la palabra, no la coronita de flores, no el re-

    cuerdo cada 24 y cada 17, y moral y luces son

    nuestras primeras necesidades y pachotadas

    por el estilo

    El recuerdo diario, el recuerdo de una accin

    humana, de un hombre que venci unas difi-

    cultades, de un hombre que convoc a su pue-

    blo. Por eso, cuando paseen por esta calle, cuan-

    do vayan a esa plaza, chenle una miradita de

  • 40

    vez en cuando. No est all de balde, no lo puso

    all la historia de balde. Est all un hombre

    que supo qu hacer con este pas y qu hacer

    con su vida.

    Discurso pronunciado por Jos Ignacio Cabrujas, en ocasin del Bicentenario del nacimiento

    del Libertador, Simn Bolvar. Santa Ana del Norte, isla de Margarita,

    24 de julio de 1991

    el libertador es sublime

  • Es cierto que existen hombres que se han dedicado a coleccionar nuestra memoria; pero, dentro de esos conos, tenemos las dos caras, una que el pas excepta de s mismo: Bolvar.

    Bolvar es venezolano slo en el sentido para-djico que pudiese tener la palabra, nuestra paradoja; es venezolano en la medida que no es venezolano, en la medida en que no se compor-ta, en que no se predica en torno a Bolvar las caractersticas que nos hemos atribuido a noso-tros mismos como pueblo, ciertas o falsas.

    El Libertador es sublime. Nadie lo describe como astuto, como pcaro. Se pondera su inte-ligencia, su talento, su genio. Es un cono mo-ral, es un hombre sublime, enfrenta la vida, y

  • 44

    los venezolanos amamos contar esa historia. Enfrenta su vida con pasin, con sentimiento, con fuerza.

    Es una persona de la cual esperamos siempre que la historia nos confirme gestos de un in-menso poder moral, por eso lo hemos excep-tuado, hemos llegado a ese convenio. Nadie sabe cmo fue Bolvar; pero hemos llegado al convenio social de colocarlo como un paradig-ma. Es nuestra nica atadura con lo sublime y lo elevado.

    Fragmento de Jos Ignacio Cabrujas, tomado de La cultura del trabajo, La viveza criolla.

    Destreza, mnimo esfuerzo o sentido del humor, Caracas: Ctedra. Fundacin Sivensa-Ateneo

    de Caracas, 1996.

  • ndice

    Presentacin 7

    Bolvar: sangre y juventud de la nueva independencia 9

    el libertador es sublime 41

    En los talleres grficos de la

    Imprenta Nacional y Gaceta Oficialse termin de imprimir esta obra

    en agosto de 2010

    Caracas, Venezuela

    La edicin consta de 20.000 ejemplares.

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