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La antigüedad, un espacio interconectado La Idea del Tiempo en la Historiografía Clásica Francesco Borghesi Resumen: En este artículo se reflexiona respecto a las concepciones cíclicas y lineales del tiempo en la antigüedad, destacando las percepciones que al respecto han planteado los estudios posteriores. Una lectura atenta de la historiografía antigua, posibilita anotar varias características propias que la distancian de una visión cíclica de la historia. Palabras clave: Idea cíclica del tiempo, idea lineal del tiempo, pensamiento griego, pensamiento romano, cristianismo, historiografía. Los griegos concebían el tiempo como un ciclo, la Biblia y los cristianos como una progresión lineal ad finitum o ad infinitum. Es la teoría de Cullmann, Bultmann, Löwith entre otros filósofos, teólogos, antropólogos. La doctrina del ciclo es sugerida a los primeros filósofos griegos por las vicisitudes recurrentes de las revoluciones astrales, de los días, de las estaciones, de los ritmos biológicos, etc. El universo es un ser viviente vivificado por el Alma del mundo(Platón), que tiene una vida o ciclo que se cumple cuando todos los astros vuelven a la posición del comienzo: este es el Gran año(llamado también con otros nombres) en el que se verifica una conflagración cósmica, la ekpýrosis, que devuelve todos los elementos al Caos originario. Sucesivamente el universo renace (palingénesis) y recorre un ciclo análogo al precedente en el que todo se repetirá exactamente. La noción de ciclo cósmico se encuentra ya en el orfismo, en el pitagorismo, en Empédocles, en Heráclito y, con particular desarrollo, en el estoicismo. El concepto de tiempo lineal, introducido en Occidente por el cristianismo, no conocerá tales procesos porque desvinculado de una acepción puramente naturalista del hombre; la historia es iter salutis, camino de salvación, cuyo sentido reside en la fe escatológica, en un fin último de Redención. Esta sumariamente, la distinción entre tiempo cíclico y tiempo lineal bíblico-cristiano. Una distinción aceptable si no se la hubiese convertido en contraposición irreducible y, sobre todo, si no se la hubiese generalizado hasta convertir la idea del ciclo en una nota definitoria del espíritu clásico no sólo en el ámbito filosófico, sino también en el historiográfico; esto sin demasiado esfuerzo por distinguir épocas, autores y obras. Si en filosofía tal distinción podía tener alguna

Borghesi, La Idea del Tiempo en la Historiografía Clásica

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  • La antigedad, un espacio interconectado

    La Idea del Tiempo en la Historiografa ClsicaFrancesco Borghesi

    Resumen:En este artculo se reflexiona respecto a las concepciones cclicas y lineales del tiempo en laantigedad, destacando las percepciones que al respecto han planteado los estudios posteriores.Una lectura atenta de la historiografa antigua, posibilita anotar varias caractersticas propias quela distancian de una visin cclica de la historia.

    Palabras clave: Idea cclica del tiempo, idea lineal del tiempo, pensamiento griego, pensamientoromano, cristianismo, historiografa.

    Los griegos conceban el tiempo como un ciclo, la Biblia y los cristianos como una progresinlineal ad finitum o ad infinitum. Es la teora de Cullmann, Bultmann, Lwith entre otros filsofos,telogos, antroplogos. La doctrina del ciclo es sugerida a los primeros filsofos griegos por lasvicisitudes recurrentes de las revoluciones astrales, de los das, de las estaciones, de los ritmosbiolgicos, etc. El universo es un ser viviente vivificado por el Alma del mundo (Platn), quetiene una vida o ciclo que se cumple cuando todos los astros vuelven a la posicin del comienzo:este es el Gran ao (llamado tambin con otros nombres) en el que se verifica una conflagracincsmica, la ekprosis, que devuelve todos los elementos al Caos originario. Sucesivamente eluniverso renace (palingnesis) y recorre un ciclo anlogo al precedente en el que todo se repetirexactamente. La nocin de ciclo csmico se encuentra ya en el orfismo, en el pitagorismo, enEmpdocles, en Herclito y, con particular desarrollo, en el estoicismo.El concepto de tiempo lineal, introducido en Occidente por el cristianismo, no conocer talesprocesos porque desvinculado de una acepcin puramente naturalista del hombre; la historia esiter salutis, camino de salvacin, cuyo sentido reside en la fe escatolgica, en un fin ltimo deRedencin. Esta sumariamente, la distincin entre tiempo cclico y tiempo lineal bblico-cristiano.Una distincin aceptable si no se la hubiese convertido en contraposicin irreducible y, sobre todo,si no se la hubiese generalizado hasta convertir la idea del ciclo en una nota definitoria del esprituclsico no slo en el mbito filosfico, sino tambin en el historiogrfico; esto sin demasiadoesfuerzo por distinguir pocas, autores y obras. Si en filosofa tal distincin poda tener alguna

  • razn de ser aunque sabemos que Aristteles no dio mayor importancia a los Grandes aosy que Epicuro no acept la idea de los retornos no la haba para extenderla, como hacen losautores mencionados al comienzo, a los historiadores, por lo que Herdoto, Tucdides y, por depronto, Polibio, seran clasificables como historiadores con una visin cclica del tiempo.Lo que sigue se propone volver sobre dicha afirmacin, indicando de paso algunos caracteres dela historiografa antigua.Para medir los efectos de la atribucin al campo historiogrfico de un tiempo cclico, no debenolvidarse los caracteres propios de ste. La teora del Gran ao surgi junto con el mito delas edades histricas sucesivas, que comienzan siempre con la edad de oro para degradarprogresivamente, a travs de metales siempre menos nobles, hasta la del fierro, que pone fin alproceso y al ciclo. El tiempo, por el mero hecho de ser duracin, desgasta y altera continuamentela evolucin csmica e, implcitamente, la condicin humana, haciendo necesaria lametacsmesis, la renovacin peridica del mundo, convirtiendo tambin a la historia en unproceso infinito de creacin destruccin creacin. Platn tratar en el Politico sobre la causay en el Timeo sobre el desarrollo de las fases del ciclo, atribuyndolos ya a la accin de unDemiurgo, ya a los procesos naturales de la mecnica celeste.Es pertinente, al respecto, una observacin de Bultmann. Tanto la visin cclica de la historia,como la posterior visin lineal, constituyen tentativas de solucin del hombre tradicional parasoportar la presin de la historia: la historia ha podido ser soportada slo atribuyndole un sentidoy, sobretodo, un carcter necesario, es decir inevitable, sujeto a un plan predeterminado por algunode los sujetos metahistricos que se han sucedido como seores de la historia. El hombre se hadefendido de la historia ya borrndola peridicamente mediante la regeneracin peridica delcosmos y del tiempo, ya dando a los acontecimientos un significado metahistrico, significadono slo consolador, sino capaz tambin de integrarse en una visin orgnica en la que el cosmosy la existencia humana encontraban cada uno su razn de ser. Estas formas, u otras semejantes,de proteccin contra las ofensas de la historia, tuvo vigencia en Occidente al menos hasta laIlustracin. Recordemos, por ejemplo, que la mayora de las clases cultas de la sociedad romanaen los siglos I y II d.c., adhera a filosofas que hacan de la repeticin csmica una de susdoctrinas principales, como el estoicismo y el neopitagorismo.El cristianismo antiguo se acerc de alguna forma a esta visin. Al gran incendio csmico quellevaba a la destruccin del mundo, el mito griego agregaba una segunda forma de destruccin, eldiluvio. Dos destrucciones, una por el agua otra por el fuego, simbolizadas en la figura de Faethn,el inepto auriga del carro solar, y Deucalin, el No griego. En la segunda epstola del apstolPedro, documento interesante de la polmica sobre la Parusia, su confutacin de los negadoresde la Parusia se basaba, entre otros supuestos, en que El cosmos originario fue destruido por eldiluvio y el presente ser destruido por el fuego; y esperamos segn lo anunciado por El, nuevosciclos y una tierra nueva (II Pedro 3, 12-13). De alguna manera la afirmacin de Pedro encierrauna concepcin cclica, aunque los ciclos sean tres y no infinitos.Y, de paso, otra semejanza con la Biblia; las reiteradas secuencias del Antiguo Testamento:alianza, culpa, castigo, arrepentimiento, perdn, que son pequeos ciclos morales que terminanpor constituir la fuerza motora de la historia judaica, encuentran alguna correspondencia en la

  • historiografa griega ms antigua y en Herdoto, en la secuencia hybris o adika y nmesis.Sin embargo, el recurso a una causalidad divina, a una providencia, mientras continu en todo elAntiguo Testamento y continuara, en otro contexto, tanto en la filosofa como en la historiografacristiana, no podramos encontrarlo en los historiadores griegos. A partir del siglo V, conTucdides, los dioses abandonan la historia dejando solos en la dura lid a aqueos y troyanos,como dice Homero cuando los dioses se retiran en Troya de la batalla.Esto sin embargo es todava mito y filosofa, aunque la filosofa, como la cosmologa, sean anpoco ms que una metafsica de lo sensible. Otra cosa es lo que los historiadores pensaban deltiempo. La idea del ciclo, considerada propia de la mentalidad clsica, no debe ser asumida enabstracto, sino en sus manifestaciones concretas, fuera del mbito mtico o filosfico que la gest.La intuicin del tiempo histrico es distinta.Una caracterstica de la cultura griega, en este orden de cosas, es la de acentuar, ms que el ritmonatural del ao, su aspecto civil, de cerrar los ojos ante el sol y la luna, como ha sido dichoexagerando. Habra entonces que hablar de un uso civil de tiempo csmico, de una apropiacinpsicolgica y pragmtica de l. Cuando Cicern en el De inventione define el tiempo comoaquella parte de la eternidad que designamos con las palabras ao, mes, da, noche, se limitaa definir sin problematizar lo que el hombre comn, romano o griego, entiende por tiempo: lasecuencia concreta que rige una duracin. El ao civil, tanto griego como romano est organizadokat selnen y kat lion generalmente era lunisolar por ejemplo en la periodicidad de lasasambleas y de los rganos del Estado, en la duracin de las magistraturas: el tiempo es usadosin determinar al sujeto que lo usa. Ni el mito ni la filosofa pudieron instaurar una sola visindel tiempo. Cuando Herdoto dice que hay un ciclo de las cosas humanas habla evidentementede ciclos histricos, no csmicos: se refiere a ciudades grandes que se convierten en pequeas,como haba dicho en la introduccin de su obra y ejemplificado en el logos de Creso y Soln (quetambin es un ejemplo de la interaccin tico-religiosa entre hybris y nmesis). Para Herdotohay fuerzas operantes en la historia que slo se hacen visibles al trmino de una larga cadena deacontecimientos, fuerzas generalmente relacionadas con la intervencin de los dioses en la vidahumana. Sin embargo, en otros momentos, anticipando el carcter contingente que Aristtelesatribuir a la historia, dir que el hombre es casualidad, que ningn da es portador de unacontecimiento semejante a otro.Algo anlogo acontece con Tucdides. Cuando escribe que su obra est dirigida, a quien quieratener una visin clara tanto de los acontecimientos ocurridos, como de los que algn da, segntoda probabilidad humana, ocurrirn de nuevo de manera idntica o similar (Tucdides I, 22),no parece razonablemente que aluda el eterno retorno. No sabemos si la afirmacin se refierea la totalidad de su tema la guerra del Peloponeso o slo a los hechos especficos a losque est aludiendo en el momento; ms probable es que se refiera, como ha hecho otra veces, ala continuidad de la naturaleza humana, presente de igual manera a travs del tiempo. ArnoldoMomigliano cita dos de los ejemplos que se suelen aducir para probar la teora del retorno enTucdides. Al dar razn de su excursus sobre los sntomas de la peste de Atenas, dir que es con elfin de que mediante el conocimiento una persona pueda, conocindolo de antemano, reconocerlamejor si alguna vez estallara de nuevo (II, 48). Realmente es difcil creer que Tucdides, o quesu contemporneo Hipcrates, atribuyera una causa cclica a las pestes; adems, si se describen

  • sus sntomas, es no solo para conocerla, sino sobre todo para prevenirla, cosa imposible si lapeste tuviera un comportamiento cclico y, por lo tanto necesario. El segundo ejemplo se refierea una digresin sobre las revoluciones (III, 82). Tucdides afirma que los sufrimientos que lasrevoluciones significaban para los ciudadanos fueron muchos y terribles, como en las que hanocurrido y en las que ocurrirn siempre, aunque en forma ms severa o ms limitada y consntomas variables segn la variedad de los casos particulares, mientras la naturaleza humana sigasiendo la misma. La gravedad variable de los males que causan las revoluciones y su atribucina la malevolencia de la naturaleza humana, pueden referirse slo a la experiencia comn de viviry conocer la historia.Ms compleja al respecto es la posicin de Polibio, o mejor, del libro VI de sus Historias. Allexpone su teora sobre la metabol, el cambio cclico de las constituciones a causa de los procesosdegenerativos que se anidan en cada una de ellas. La secuencia del cambio, de la anakyklosis(retorno cclico) como la llama, es la misma que se encuentra en la Repblica de Platn. Cadanueva constitucin, a partir de la monarqua hasta la democracia, constituye el antdoto contra lapatologa de la anterior; tras la ltima constitucin, que lleva a la disolucin misma del Estado,el ciclo comienza de nuevo. Polibio concede que el dinamismo del cambio puede ser atenuadoy hasta temporalmente detenido mediante la adopcin de una constitucin mixta, que funde ycontempere las tres constituciones, como ya haban sostenido los Peripatticos. La constitucinespartana de Licurgo y, en Roma la constitucin republicana del siglo II a.C., son ejemplode ello. Tras una primera prediccin sobre la perennidad de Roma, debida precisamente a suconstitucin, en una segunda redaccin de las Historias el viejo Polibio, decepcionado por lapoltica del senado romano, terminar escribiendo Tambin el Estado romano, que ha tenidoun origen y un desarrollo, tendr naturalmente tambin una decadencia (VI, 9). Con todo, estateora de las constituciones es una digresin ajena al resto de la obra y sin mayor incidenciasobre ella. El mismo Polibio lo reconoce cuando comienza el libro VI escribiendo: Ciertamentealguien se preguntar por qu a este punto interrumpo la narracin de los hechos para tratarde la constitucin de Roma. Por otra parte, una secuencia de constituciones que se sucedenmecnicamente, independientemente de los sujetos que rigen, va contra el concepto mismo deconstitucin, la cual es producto de un ordenamiento poltico, jurdico y social que surge deuna situacin madurada a lo largo de un especfico proceso histrico. Condicionar el ordenconstitucional a un ciego proceso csmico es una contradiccin de trminos. En realidad la teorade la anakklosis es un centn de ideas filosficas fragmentarias y de segunda mano. En el restode su obra la teora expuesta no influye en la interpretacin de acontecimiento alguno. Polibiohace lo que suelen hacer los historiadores ante los filsofos: escuchar deferentemente y seguirhaciendo como si nada.Pese al reconocido desinters epistemolgico atribuido a Aristteles hacia las ciencias histricas,algunos de sus tratados de filosofa moral y poltica y de sus obras de filosofa natural puedenayudar a la comprensin de la naturaleza de los principios de diverso origenmtica, metafsica,cosmolgica que hicieron posible la formacin de dos interpretaciones del concepto de tiempo.Ttulos de historiador a Aristteles no le faltan. La extensa documentacin reunida por l y porsus escolares para la composicin de la Poltica, una obra que no tiene menos noticias histricasque polticas y jurdicas, debi confluir, junto con el material ms especfico, en la elaboracin de

  • las 158 historias de las constituciones de ciudades griegas y brbaras, de las que, como se sabe,ha llegado hasta nosotros slo la de Atenas. Atendiendo a la estructura de sta, podemos suponertambin que las dems constaban de una parte histrica ms extensa que la de la sistemtica legal,lo que significa un acopio de documentacin realmente considerable. Por otra parte el libro I dela Metafsica comienza con una importante resea crtica-histrica de doctrinas filosficas que seextiende de Tales a Platn, considerada en su gnero la primera historia de la filosofa. Al margende su carcter normativo y crtico, tambin la Potica requiri indudablemente una documentaciny una metodologa cercanas a la de la historia, que establecieron algunos principios presentesen las historias de la literatura hasta el Romanticismo. Con estas obras Aristteles parece haberinaugurado, como escribir Hegel, el gnero de la historia especializada, sectorial, que se ofrecetan slo en su parcialidad.La posicin de Aristteles parece permitir una interpretacin en la que los dos conceptos detiempo pueden ser compatibilizados, siempre que rijan en dos esferas de fenmenos diferentes.Es oportuno ahora indicar algunos antecedentes para comprender el fundamento de la relacinque Aristteles establece entre los dos conceptos de tiempo. Por su esencia los cuerpos celestesson ingenerados incorruptibles e inalterables; poseen slo movimiento circular, estn sujetosa leyes necesarias e inmutables, son increados y eternos. El mundo sub lunar, la Tierra, porel contrario, est constituido por cuatro elementos (Empdocles) combinables entre si y porlo tanto sujeta al cambio cualitativo y a las mutaciones de la generacin y de la corrupcin.Aristteles identifica el conocimiento cientfico con el conocimiento causal de la esencia necesariade los objetos (necesario significa que no puede ser diverso de lo que es). Por lo tanto no hayciencia de lo no necesario, de lo accidental. Dispersa en mltiples lneas de fuerza, la historiapresenta una multiplicidad irreductible, los esquemas causales se rompen, cada situacin terminapor tener su propia originalidad. No hay ciencia de la historia porque no existe inteligibilidaden la contingente temporalidad sub lunar. La historia tiene por tarea presentar acontecimientosen su relacin accidental con un determinado periodo. En la Poltica y en la Constitucin deAtenas, Aristteles, con su habitual precisin, describe, clasifica, generaliza, trata de sistematizar,pero ante hechos tan diversos, mutables, contradictorios, aparentemente gratuitos, termina porpermanecer apegado al dato, nica referencia que considera real. En el breve captulo 3 del librosptimo de la Poltica, hay veinticinco alusiones histricas. Singularidad y contingencia parecenagobiarlo. Se atendr al dato histrico porque slo por medio de l, aunque precario y segregadocomo suele ser, podr construir, ya que no una ciencia, al menos una praxis poltica. No aceptalas filosofas que pretenden como la de Platn introducir un orden filosfico en la sucesinde los acontecimientos. En la Potica dir que son ms logrados los relatos homricos que lasreconstrucciones histricas que, mientras pretenden teorizar los hechos, se sumergen en el caosde los acontecimientos. La conocida afirmacin de la Potica, segn la cual la poesa es msfilosfica que la historia, fundamenta tanto la renuncia de Aristteles a una filosofa de la historia,como su comprensin de la naturaleza del discurso histrico como discurso de la contingencia.Tal vez, el nico texto en el que Aristteles acoge la teora cclica del tiempo se encuentre ensus Problmata (17, 3) que no tiene incidencia en sus tratados de filosofa moral y poltica.Verdaderamente resulta difcil entender de qu tiempo cclico se puede hablar en un mundosupralunar inmutable, inalterable, eterno, ajeno tanto a la destruccin como a la creacin. Y por

  • otra parte las caractersticas que atribuye al mundo sublunar lo convierten en el nico lugar quepareciera compatible con su idea de historia.Ante la posicin de Aristteles, parece razonable la afirmacin de Lwith, segn la cual elpensamiento griego no concibi la presencia del logos en los acontecimientos histricos. A esterespecto es indicativo, como sentir comn de la cultura griega sobre la historia, la doctrinaelaborada por la Stoa en el crculo de Crates de Mallo (s. II a.C.), gramtico, director dela biblioteca de Prgamo. De su escuela procede la clasificacin de las actividades de lainvestigacin crtica en tres partes: la lgica, la retrica y la histrica. Fin de esta ltima es tratarde aquellas materias no susceptibles de ser sometidas a reglas metdicas. Es decir, la lingsticadel helenismo tiene reglas para la lgica y para la retrica, no para la histrica. La historia esser otra definicin una amthodos hyle, una materia, una selva sin reglas, una polimathe,un puro material de dispersa erudicin que hace imposible la racionalizacin de los prgmata, delos acontecimientos histricos. A su manera, sin embargo, los griegos elaboraron algunos esbozosde filosofa de la historia aunque con resultados aporticos. Y en estas aporas se debera ver, msque una renuencia cultural, como se ha dicho, una demostracin de racionalidad: el espritu griegono acept,para bien o para mal la opcin judeo-cristiana de evitar el terror a la historia, segnla expresin de Eliade, amparndose en una filosofa o teologa de la historia.Hay otra razn que explica la presencia espordica del tema temporal en la historiografa clsica.La aproximacin del historiador a su tema est generalmente guiada por dos criterios: el relatode acontecimientos de gran significado intrnseco (guerras persas, guerra del Peloponeso,conjuracin de Catilina, vidas ilustres) por una parte, por otra la disponibilidad de informacin.Este ltimo criterio lleva a los mejores historiadores a preferir la historia contempornea, aunsacrificando el relato de grandes gestas mal documentadas: Tito Livio, en la primera deca, lamentaa menudo la escasa confiabilidad de las tradiciones de Roma primitiva; Varrn divide claramentesu relato en funcin de la documentacin de que dispone. Una historia de duracin relativamentebreve, no se presta ciertamente para visiones cclicas. Incluso en las que consideramos historiasuniversales, como la de Pompeyo Trogo y de Diodoro Sculo, los autores insisten a menudo sobreel valor ejemplar de sus relatos, pero no por cierto sobre sus posibles retornos. El mundo clsicono tiene profetas; su equivalente podran ser tal vez los filsofos, que por otra parte no suelenprofetizar.A estos dos principios de seleccin, la historiografa romana agrega un carcter que es slo suyo:un fuerte sentimiento y tensin moral que prima sobre las diferencias polticas e ideolgicas delos historiadores. Su objeto son las grandes virtudes colectivas de la ciudad asimiladas a travsde una tradicin secular: sentido religioso de la existencia, rectitud y lealtad en las relacioneshumanas, moderacin privada y pblica, amor a la libertad, coraje. Una moral que, cuando seconoci el pensamiento griego, se hizo coincidir con la moral estoica. Las Meditaciones de MarcoAurelio no son menos romanas que estoicas. Para los historiadores Salustio, Livio, Tcitoson virtudes cuya prdida es ciertamente la de un bien moral, pero no menos la de una garantade estabilidad y supervivencia del imperio. Una ciudad sin alma no puede sobrevivir, habaescrito Platn, y ahora, ya en el s. I a.c., el poderoso y prspero imperio estaba perdiendo ellegado moral que haba hecho posible y preservado su grandeza. La desvalorizacin del presente,el temor del futuro, la obstinada nostalgia por condiciones pasadas irrevocables, son frecuentes

  • en una historiografa cuya ltima obra maestra es la alta y desolada meditacin de Tcito. A estepropsito, un fragmento de Polibio ilustra bellamente estas disposiciones; su texto nos ha llegadoa travs de una cita de Procopio de Cesara, un historiador bizantino del siglo V. Se trata deun episodio de la destruccin de Cartago en la conclusin de la tercera guerra pnica. EscribePolibio:

    Cuando Escipin vio esta grande y antigua ciudad ir alencuentro de su fin en una aniquilacin total, se dice que no pudoretener las lgrimas ni ocultar el hecho de que estaba llorandopor el enemigo. Durante largo tiempo permaneci ensimismadoen sus pensamientos; comprendi que las ciudades, las nacionesy los imperios estaban destinados por la providencia de Dios adesaparecer; record que ste haba sido el destino de Ilin, unaciudad prspera en su poca; el hado de los imperios Asirio,Medo y Persa, que cada uno a su vez haba sido el ms grandedel mundo; el sino del imperio Macednico, el ms recienteEntonces deliberada o inconscientemente, repiti en voz altaestas palabras: Da vendr en el que perecer la sagrada Ilion yPramo y el pueblo del magnnimo Pramo.Polibio, que haba sido maestro de Escipin, le pregunt quhaba tenido la intencin de decir con esa cita y Escipin, dejandode lado toda reserva, profiri el nombre de su propio pas, por elque estaba preocupado debido a su visin del destino humano.

    *

    Algunas consideraciones sobre la relacin entre mito-tiempo e historia.

    Mitgrafos y loggrafos entre el s. VII y comienzos del s. V trataron, si no de agregar unaprovincia a la historia, de llenar el vaco de su origen con un replanteamiento del mito que lohiciera histricamente tolerable y vlido, visto que para la mayor parte de los griegos el pasadolejano poda ser legible y reconstruible slo a travs del mito.Nuestras categoras de mito y de historia, como formas de conocimiento diversas, no tienen valorpara los antiguos historiadores, que los distinguen slo por el grado de verificabilidad, comopiensa Herdoto. Platn, en el Critias, define el mito como bsqueda de las cosas perdidas.Tucdides, el ms racionalista de los historiadores griegos, lo define escpticamente como aquelloque es narrado solo as (as no ms) y no se niega a aceptar en su arqueologa (los primeros 22cap. del libro, I) personajes y hechos para nosotros mticos, como el rey Minos de Creta y su luchacontra la piratera.Entender el mito como historia, transformarlo en historia, haba sido ya el objetivo de Hecateode Mileto en su obra que hoy llamamos Genealogas, en la que narra la historia griega hasta la

  • guerra de Troya, una poca conocida solo por narraciones mticas. Hecateo cree que pueden serrecuperadas para la historia slo aplicndoles el metro de la verosimilitud y del buen sentido. Ensu obra trata, mediante conexiones genealgicas, de establecer un orden cronolgico en la variaday extensa tradicin mtica. La materia atemporal del mito comienza a encontrar un orden y unaclasificacin de tipo gentico, que trata de establecer el devenir continuo de las formas de vida yde los aspectos sensibles a partir de un principio informe, el Caos, el vaco primordial (la teogonade Hesodo haba afirmado en el comienzo era el Caos, que no puede dejar de recordarnosen principio era el Logos, del evangelio de Juan). Los mitos no son considerados entre sitemporalmente independientes, sino que son situados en una conexin miticamente comprobable.En el curso de este proceso de organizacin, se pueden distinguir dos tendencias: por una parte losrboles genealgicos son sincronizados con creciente precisin y rigor, de manera que la secuelade generaciones pasa transversalmente a travs del mayor nmero posible de mitos; por otra, tratade colmar el vaco existente entre el final del perodo mtico, la generacin de los combatientesde Troya y el comienzo del material tradicin oral y documentos propiamente histricos.El principio de la conexin genealgica de los mitos se remontaba a los poemas homricos,que construyen rboles genealgicos de tres o ms generaciones. Los hroes homricos tienenun padre, a veces se menciona tambin un hijo; por ejemplo, Laertes, Odiseo, Telmaco. Haygenealogas ms largas como la de Eneas, que la enumera a Aquiles antes del duelo (Iliada,XX, 215 sg.); de su progenie, que se remonta a Zeus, puede nombrar seis antepasados y unatupida red de parientes que relaciona entre si una larga lista de personajes y de mitos que deotra manera viviran en una confusa dispersin y aislamiento. Pero es decisivo el hecho que atravs de este tipo de conexiones se crea una secuencia cronolgica al interior de la poca mtica,por ejemplo, de Zeus hasta Eneas y Hctor. El cantor pico entonces no slo recita, sino querecoge y sistematiza los mitos en una narracin orgnica que comprende tanto el material mticocomo el material pico, originalmente separados; es una importante masa de datos replanteados yuniformados por una cronologa ficticia pero coherente.Hesodo, ms de un siglo antes de Hecateo, haba adoptado en su Teogona un orden genealgicopara constituir su visin del mundo de los dioses y por lo tanto del cosmos representado por ellos:Gea y Urano son elementos naturales y a la vez dioses. La Teogona termina con una lista dematrimonios de Zeus y dems dioses, que empalma con una obra de difcil atribucin, el Catlogode las mujeres, cuyo tema son las uniones de dioses con mujeres mortales de cuyos descendientesva siguiendo las genealogas a travs del perodo mtico hasta la generacin de los combatientesde Troya. De las distintas uniones nacen tambin los hroes epnimos: Helena, epnimo de losHelenos, genera Eolo, Daro y Xuto, fundadores de los tres grupos dialectales griegos, eolios,dorios y jonios. Un paso ms y los hroes se convertirn en hombres de la prehistoria. Unacronologa reelaborada terminar por insertar gradualmente la poca de los hroes en un pasadosiempre ms definido y pensable como un continuum. Es el caso del mtico Teseo, rey y hroenacional de los atenienses, asesinado segn la leyenda en Skros, cuyos huesos, prodigiosamenteencontrados, fueron transportados solemnemente por Cimn el ao 476 a Atenas, donde se leconstruy un santuario. La mitologa no slo se ha soldado convincentemente con la historiaaunque sin identificarse con ella sino que ha iluminado el origen y el ms lejano pasado de

  • los griegos, dando razn de estirpes, dialectos, instituciones sagradas y polticas, contribuyendopoderosamente a formar la conciencia de la nacin griega.Hasta el siglo XIII a. C., los griegos mantuvieron relaciones culturales frecuentes con lascivilizaciones paleorientales a travs de la regin greco-anatlica. Se han sealado analogasdel mito teognico griego con sagas de origen sumerio y acdico, con divinidades y leyendashititas y fenicias. Estos relatos, como otros de posible origen iranio y mediatamente hind, tienencomo elemento constitutivo la doctrina del eterno retorno, de la destruccin y de la restauracinperidica del orden csmico, con una vasta gama de versiones incluyendo, a nivel individual,mltiples formas de reencarnacin.Diversamente, ya en la edad de los loggrofos (s.VI.), el mundo mtico griego, replanteado ensu materia y en su cronologa, se extender a lo largo de una recta temporal, no sin vacosy variantes pero sin retornos, desde el Caos originario hasta la generacin de los hijos de loscombatientes de Troya, con acontecimientos progresivamente siempre ms cercanos a la historia,como la expedicin de los Argonautas, la guerra de Troya, la vuelta de los Herclidas. Creadoresde este tiempo y orden nuevos son aquellos a los que historiadores y rtores llamarn ms tarde,algo despectivamente, genealoguntes, genealogistas, los cuales como los historiadores que losseguirn, no tienen en mayor consideracin la nocin de tiempo cclico.En conclusin, en el curso de la historiografa clsica, la eleccin del tipo de tiempo ha dependidoslo de su compatibilidad con los contenidos en los que ha sido empleado y sin mayoresdiscrepancias tericas.

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