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Sociológica, año 18, número 52, mayo-agosto de 2003, pp. 119-145 Fecha de recepción 06/09/02, fecha de aceptación 03/03/03 El espacio de la violencia: un modelo de interpretación social Nelson Arteaga Botello* RESUMEN RESUMEN RESUMEN RESUMEN RESUMEN Partiendo en un primer momento de la distinción entre las corrientes comprensivas y causalistas en sociología y, posteriormente, de la clasificación sobre las teorías de la violencia propuesta por Michel Wieviorka; el documento plantea un modelo de interpretación que intenta dibujar lo que aquí se ha denominado el espacio de la violencia: un ambiente propicio para ésta por la confluencia de distintos factores sociales, culturales e individuales. De esta forma el documento busca articular algunos paradigmas que han servido tradicionalmente para explicar la violencia pero que resultan parciales si se les considera de manera aislada. PALABRAS CLAVE: teorías de la violencia, corriente causalista, corriente comprensiva, espacio de la violencia. RESUMEN RESUMEN RESUMEN RESUMEN RESUMEN Based initially on the distinction between sociology’s comprehensive and causal currents and then on the classification of theories of violence proposed by Michel Wieviorka, the article proposes a model of interpretation that attempts to sketch what has been denominated here the space of violence: an environment propitious for it because of the confluence of different social, cultural and individual factors. In this way, the document seeks to link up paradigms that have traditionally served to explain violence but that are partial if considered in an isolated fashion. KEY WORDS: theories of violence, causal current [en español, corriente causalista], comprehensive current, space of violence. * Maestro en Sociología por la Universidad Iberoamericana, candidato a doctor en Sociología por la Universidad de Alicante. Correo electrónico: [email protected]

Botello, M. - El Espacio de La Violencia

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Botello, M. - El Espacio de La Violencia

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  • El espacio de la violencia: un modelo de interpretacin social... 119

    Sociolgica, ao 18, nmero 52, mayo-agosto de 2003, pp. 119-145Fecha de recepcin 06/09/02, fecha de aceptacin 03/03/03

    El espacio de la violencia:un modelo de interpretacin social

    Nelson Arteaga Botello*

    RESUMENRESUMENRESUMENRESUMENRESUMENPartiendo en un primer momento de la distincin entre las corrientes comprensivas ycausalistas en sociologa y, posteriormente, de la clasificacin sobre las teoras de laviolencia propuesta por Michel Wieviorka; el documento plantea un modelo deinterpretacin que intenta dibujar lo que aqu se ha denominado el espacio de laviolencia: un ambiente propicio para sta por la confluencia de distintos factoressociales, culturales e individuales. De esta forma el documento busca articular algunosparadigmas que han servido tradicionalmente para explicar la violencia pero queresultan parciales si se les considera de manera aislada.PALABRAS CLAVE: teoras de la violencia, corriente causalista, corriente comprensiva,espacio de la violencia.

    RESUMENRESUMENRESUMENRESUMENRESUMENBased initially on the distinction between sociologys comprehensive and causalcurrents and then on the classification of theories of violence proposed by MichelWieviorka, the article proposes a model of interpretation that attempts to sketch whathas been denominated here the space of violence: an environment propitious for itbecause of the confluence of different social, cultural and individual factors. In thisway, the document seeks to link up paradigms that have traditionally served to explainviolence but that are partial if considered in an isolated fashion.KEY WORDS: theories of violence, causal current [en espaol, corriente causalista],comprehensive current, space of violence.

    * Maestro en Sociologa por la Universidad Iberoamericana, candidato a doctor en Sociologapor la Universidad de Alicante. Correo electrnico: [email protected]

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    1. I1. I1. I1. I1. INTRODUCCINNTRODUCCINNTRODUCCINNTRODUCCINNTRODUCCIN

    LOS TIEMPOS que actualmente corren son ms violentos o slo hacambiado nuestra sensibilidad a su presencia? La pregunta tiene queser planteada porque en ella se proyecta una referencia temporal denuestro temor hacia el presente1. Hay quienes afirman que hoy no existems violencia que en el pasado y otros, por el contrario, creen que estosson tiempos mucho ms apacibles. Lo cierto es que el tema de la violenciaest adquiriendo una presencia mayor y, como apunta Rotker (2000),provoca una crisis en el discurso social tejido alrededor de ella porqueest adquiriendo un significado muy distinto al que tena slo haceunas dcadas. A primera vista salta el hecho de que existe una tendenciageneralizada que tiende a eliminar progresivamente toda significacinpositiva a la violencia.

    En los albores de la modernidad, la violencia entendida como laaccin corporal de cualquier tipo que busca ocasionar un dao fsicocon el fin de resolver un conflicto se caracterizaba por estar muy ligadaa la esfera poltica. La rebelin de las lites y ms tarde de las masaspermita vincular aqulla estrechamente con la idea de la trans-formacin social. Esta idea de la historia como revolucin y de la historiacomo reivindicacin impregn, como seala Foucault (1997), laInglaterra del siglo XVII y a Europa en el siglo XIX, dotando a la guerrade una especial aura creativa. La revolucin francesa ser, en granmedida, el modelo histrico de esta traza ideolgica que, ms tarde, se

    1 Si volvemos los ojos a los tiempos pasados, en los albores de la edad moderna, el sentimientode violencia no estaba ligado a acciones que hoy se consideran profundamente agresivas,como es el caso, por ejemplo, de la violacin: ambos slo hasta tiempos recientes hanestablecido un vnculo (Vigarello, 1998).

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    canonizar como paradigma de explicacin social en el pensamientomarxista aunque no exclusivamente. De tal suerte que durante la mayorparte del siglo XIX y XX, la violencia ha sido vista como el recursomediante el cual las clases y grupos desfavorecidos luchan por vencerla violencia de tipo econmico y poltico que les viene de las clasesdominantes; es considerada, en gran medida, una fuerza liberadora.En la actualidad, sin embargo, la violencia adquiere poco a poco otrasignificacin. Se considera que ella no es esencial para construir lahistoria, que no es ms que la manifestacin de un fracaso, ms o menostransitorio, de una solucin negociada y pacfica de los conflictos sociales.Esta valoracin negativa de la violencia expresa no slo un cambio enla percepcin social, sino una crisis intelectual y poltica de su papel enla historia (Martuccelli, 2001).

    Pero la crisis del proyecto modernidad, en su relacin con laviolencia, no deja intactos otros de sus presupuestos, entre los que seencuentra, por ejemplo, la idea de una sociedad donde el conflicto que-da excluido para siempre. Si los procesos modernizadores siguen sumarcha independientemente del proyecto de la modernidad comoseala cierto pensamiento posmoderno sus efectos tambin (Foster,1985; Lyotard, 1989; Habermas, 1989; Calinescu, 1991). La formacinde capital y la movilizacin de recursos, el desarrollo de las fuerzasproductivas, la transformacin constante de las relaciones deproductividad en el trabajo, la implementacin de poderes polticoscentralizados, la formacin de identidades nacionales y locales, ladifusin de los derechos de participacin poltica, de formas de vidaurbana, la educacin formal, la secularizacin de valores y normas,generan todos ellos efectos desarticuladores en el tiempo y espaciosociales que producen, en ltima instancia, conflictos y tensiones entrecapital y trabajo, entre las distintas escalas de los poderes polticos, enla identidad colectiva, en las formas de representacin, en las relacionessociales, entre quienes se aferran a los nuevos valores y quienes losdesprecian. La violencia, por tanto, slo se pude entender como elresultado de un proceso de constante desorganizacin social: los cam-bios en la esfera de la produccin, de las instituciones polticas y en losreferentes identitarios y culturales, devienen en maquinaria de conflicto.Si bien en esta perspectiva subsiste la idea de que la violencia no es msel camino que permite que la humanidad avance por la historia, tampocose le considera como un mero accidente, algo que puede ser eliminado

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    por la refundacin de las ligas sociales y a travs del crecimientoeconmico, el empleo y el combate a la pobreza. Si los procesos dedesarticulacin social siguen producindose y nada parece que por elmomento indique otra cosa se crear un permanente paisaje deconflictos sociales (Wieviorka, 1997). De esta manera, la violenciaparece ser inevitable en la sociedad contempornea porque ella essiempre el residuo estructural constante no institucionalmente tratado,porque no es institucionalmente tratable, de un estado histrico derelaciones sociales de dominacin. Su existencia revela en cierta medidalos lmites del proceso democrtico (Martuccelli, 2001: 242). Lasociologa se encuentra, entonces, frente a un fenmeno que requiereun anlisis cuidadoso, en tanto que en l se cristalizan una serie deconflictos sociales que no pueden reducirse a explicaciones simples,por lo que se demanda, necesariamente, un repaso de los presupuestosen los que puede sustentarse su explicacin.

    2. L2. L2. L2. L2. LAAAAA TEORATEORATEORATEORATEORA SOCIOLGICASOCIOLGICASOCIOLGICASOCIOLGICASOCIOLGICA: : : : : UNUNUNUNUNAAAAA PROPUESTPROPUESTPROPUESTPROPUESTPROPUESTAAAAA DEDEDEDEDE LECTURALECTURALECTURALECTURALECTURA

    Para entender la violencia se podran distinguir dos niveles de anlisisen el mbito de las ciencias sociales: uno que refiere a la explicacincausal del fenmeno y, otro, a la compresin del mismo. Si bien escierto, esta discusin est relacionada con la clsica pugna en cienciashumanas entre explicacin (Erklren) y comprensin (Verstehen)2, entiempos recientes esta discusin tiende menos a enfrentar que com-plementar: la explicacin cientfica no es solo causalista, ni sloteleolgica o hermenutica. El postulado de la complementariedad seva abriendo paso y transitando de un mero deseo a concrecionesmetodolgicas justificadas (Mardones, 1991: 57)3. Especficamenteen la sociolgica, las teoras que ponen el acento en la explicacin causalde los fenmenos sociales tienden, en mayor o menor medida, a poner

    2 No es el objetivo de este trabajo hacer un anlisis pormenorizado de la discusin, los trabajosrealizados al respecto por Habermas (1996), Von Wright (1987) y Mardones (1991) resultanconvenientes para poder tener una visin de la discusin entre estas dos formas de interpretarlos fenmenos sociales.

    3 Habermas apunta, en este sentido, que las dos formas de interpretacin no se excluyen porquelos intereses que los guan se dirigen en direcciones distintas: la explicacin se orienta agenerar un potencial de saber tcnicamente utilizable, que se distingue categorialmente delsaber orientado al entendimiento intersubjetivo, a que se enderezan las teoras planteadas entrminos no-objetivistas (1996: 475).

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    un nfasis en la fuerza de las condiciones estructurales y sistmicas,mientras que las teoras que ponen un mayor celo a la participacin delsujeto y la accin otorgan un cierto privilegio a la comprensin.Por este motivo, el presente artculo busca establecer, en un primermomento, la posicin que ciertos modelos tericos mantienen conrespecto a esta discusin, y que sirven de base a los paradigmas queintentan explicar la violencia. No se trata de hacer una revisin de lasgrandes tradiciones, lo que se busca es dibujar, a grandes lneas, lareflexin que cierta teora sociolgica contempornea plantea en tornode la relacin que tiene, en la interpretacin de la realidad, el sujetofrente a la estructura, la accin frente al sistema. Ello resultanecesario en la medida en que permitir clarificar los modelos deexplicacin de la violencia que se analizarn posteriormente susalcances, sus lmites; a partir de lo cual, se propondr un modelo deinterpretacin de la violencia que intenta articular, en la medida de loposible, las corrientes comprensivas y causalistas en la sociologa.

    3. L3. L3. L3. L3. LAAAAA SOCIOLOGASOCIOLOGASOCIOLOGASOCIOLOGASOCIOLOGA: : : : : ENTREENTREENTREENTREENTRE LOSLOSLOSLOSLOS DETERMINDETERMINDETERMINDETERMINDETERMINANTESANTESANTESANTESANTES ESTRESTRESTRESTRESTRUCTURALESUCTURALESUCTURALESUCTURALESUCTURALESYYYYY LLLLLAAAAA AAAAACCINCCINCCINCCINCCIN INDIVIDUINDIVIDUINDIVIDUINDIVIDUINDIVIDUALALALALAL

    El funcionalismo parsoniano, el pensamiento crtico, el anlisis de laestrategia y racionalidad de los actores, as como la teora del conflictosocial han generado, en la medida de su desarrollo, un amplio abanicode propuestas que tienden a centrar la discusin en un tema fun-damental para la reflexin terica en sociologa, y que para el caso dela explicacin de la violencia resultan centrales: qu es lo que permiteque las relaciones sociales se produzcan y, ms an, se reproduzcan? y,en el caso que nos ocupa qu es lo que hace posible que surja y semantenga la violencia? Cada una de las cuatro grandes escuelas hatratado de establecer un equilibrio al explicar los fenmenos socialesentre las estructuras sociales y la accin individual; con todo, esteequilibrio ha sido muy frgil y regularmente se inclina, aunque seamuy dbilmente, por uno u otro factor. Como apunta Giddens (1997),quienes se inclinan por cierto imperialismo del sujeto pueden deno-minarse corrientes comprensivas o constructivistas, mientras queaquellos que ponen por delante la preeminencia del todo social, puedencatalogarse como vertientes estructuralistas. Desde Durkheim esta

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    cuestin ha estado presente y, a nuestro parecer, es central para podercomprender y explicar la violencia social. Para Durkheim, por ejemplo,la relacin entre individuo y sociedad est en funcin de la relacinentre el volumen de la conciencia colectiva y el de la concienciaindividual; a igual relacin entre los dos volmenes, debe ejercer unaaccin tanto mayor sobre el individuo la conciencia colectiva cuandosta tiene ms vitalidad; si sucede en todo caso lo contrario, la concienciacolectiva slo dbilmente conduce a la conciencia individual y, por ende,sta tender a seguir su propia inclinacin y la solidaridad social sermenor. Cuando la conciencia colectiva ejerce su poder sobre laindividual, el consensus es, pues, tan perfecto como es posible; todaslas conciencias vibran al unsono. A la inversa, cuanto ms generales eindeterminadas son las reglas de la conducta y las del pensamiento,ms debe intervenir la reflexin individual para aplicarlas a los casosparticulares (1987: 181). La violencia podra tener aqu uno de susprimeros modelos explicativos, ella resultara de la fuerza de laconciencia colectiva sobre el individuo: mientras en una sociedad msconciencias vibran al unsono, su explicacin estara vinculada alpoder que ella ejerce, mientras que existiera una mayor disociacincolectiva, la violencia dependera de la variable individual. En todo caso,la interpretacin siempre estara mediada por los factores estructuralese individuales y no habra una frmula explicativa que permitieraresolver la cuestin, ella dependera del contexto particular de la socie-dad y el fenmeno que se analiza.

    En la reflexin sociolgica contempornea existe una serie depropuestas que intentan resolver esta tensin. De un lado del espectrose encuentra, por ejemplo, la propuesta del individualismo metodolgicoa partir del cual la violencia puede ser entendida como un proceso deinteraccin destructora entre los individuos de una sociedad (Elster,1991); mientras que, en el otro extremo, se localiza el funcionalismoestructural donde la violencia deviene en un mecanismo de solucinde conflictos cuando el sistema social se ha vuelto incapaz de constituira aquellos como dispositivos inmunolgicos que permitan su propiareproduccin (Luhmann, 1998a).4 Entre ambas propuestas existen, sinembargo, posiciones intermedias que intentan por decirlo de alguna

    4 Ciertamente Luhmann rechazara que su propuesta fuera catalogada en esos trminos; sucrtica al funcionalismo estructural ha quedado bien clara (Luhmann, 1998a). En este sentido,la adscripcin que se le otorga aqu a su perspectiva resulta ms nominativa que descriptiva.

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    forma conciliar estos dos puntos de vista extremos. La propuesta deTouraine sobre la accin social, donde segn el autor, no se puede com-prender totalmente al actor por la sociedad a la que pertenece; esnecesario partir de los actores y los conflictos que se les oponen y,mediante los cuales, la sociedad se produce a s misma (1986: 97). Laviolencia se produce, como seala (Touraine 2001), ah donde elindividuo o los grupos sociales se siente amenazados en cuanto suje-tos en la vida poltica y econmica, soslayado en sus tradicionesculturales, en una palabra, excluido de la sociedad; su produccin yreproduccin depende, en todo caso, de la forma en cmo aqulla seaentendida: como reclamo de reconocimiento o como amenaza efectiva.Por su parte, desde una renovada tradicin marxista, Bourdieu (1990)seala que la manera de apropiarse y percibir el mundo que permitea los individuos desplazarse sobre el conjunto social y vivir en lestcompuesta de dos elementos: el primero, que consiste en las condicio-nes sociales de los individuos; y el segundo, que consiste en lasinteracciones sociales histricamente constituidas y que componen lamemoria del individuo como ente inscrito en una determinadaestructura social. El primer elemento puede ser entendido como lascondiciones objetivas de la percepcin del mundo y, el segundo, comolas condiciones subjetivas.5 Uno y otro elemento de la percepcin delmundo instituyen un imaginario social, conjunto de lo simblico queda un cierto sentido al mundo social, tanto a la estructura por ejemplo,una clase social a la que se pertenece, como al individuo que la forma.6

    5 Bourdieu apunta que la percepcin del mundo social es el producto de una dobleestructuracin social: por la parte objetiva esta percepcin est socialmente estructuradaporque las propiedades relacionadas con los agentes no se ofrecen a la percepcin de maneraindependiente, sino en combinaciones de muy desigual probabilidad (y as como los animalescon plumas tienen mayores probabilidades de tener alas que los animales con pelo, es msprobable que visiten un museo quienes posean un gran capital cultural que quienes carezcande ese capital); mientras que la parte subjetiva est estructurada porque los esquemas depercepcin y de apreciacin susceptibles de funcionar en un momento dado, y en particularaquellos depositados en el lenguaje, son el producto de las luchas simblicas anteriores yexpresan, de manera ms o menos transformada, el estado de las relaciones de fuerzasimblicas (1990: 288).

    6 Tomando como fuente de reflexin al marxismo, Antonio Negri establece que la accin delindividuo es un proceso de autovalorizacin, donde aqul establece su actuar a partir de ladeconstruccin de la realidad presente. La accin del sujeto es al mismo tiempo estructuralporque pone en movimiento y de manera recompuesta los elementos que intervienendirectamente en l. En este sentido, la accin no sera el resultado ni de la estructura ni delindividuo, por el contrario, sera, por decirlo de alguna forma, un tercero: una operacin deacumulacin del complejo de la actividad de transformacin que el sujeto realiza sobre smismo (1999: 111).

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    De esta manera las expresiones de violencia estn ancladas en lascondiciones objetivas en las que se encuentran sumidos los grupos socia-les pero, al mismo tiempo, en las decisiones estratgicas de los sujetosanclados en dichas condiciones objetivas (Bourdieu, 1977).

    Desde una perspectiva ms cercana a la teora de la racionalidad,Crozier y Friedberg apuntan que los actores individuales y colectivosjams pueden reducirse a funciones abstractas o descarnadas; es decir,las estructuras sociales no determinan de manera directa el actuar delos individuos, simplemente marcan los lmites de su accin. As, losactores, en su totalidad, son quienes, dentro de las restricciones, a vecesmuy pesadas que les impone el sistema, disponen de un margen delibertad que emplean de manera estratgica en sus interacciones conlos otros. La persistencia de esta libertad deshace las reglas ms sabias yhace del poder, en tanto mediacin comn de estrategias divergentes,el mecanismo central de regulacin del conjunto (Crozier y Friedberg,1990: 25). De esta forma, la violencia puede constituirse en unmecanismo de regulacin del conjunto social, no tanto por considerarlauna estrategia adecuada, sino porque se llega a un cierto reconocimientode que el ejercicio del poder, va la negociacin a travs de las estrategiassocialmente reconocidas, resulta incapaz de cambiar las condicio-nes sociales de ciertos grupos en la sociedad (Crozier, 1980).

    Para otros autores, como Norbert Elias, resulta mucho ms relevantetratar de superar el uso de los propios concepto de estructura e individuoen la accin social. Segn este autor, puede decirse con seguridad queno ser comprensible la relacin entre los conceptos a los que llamamosindividuo y sociedad mientras continuemos manejndolos como sise tratase de dos cuerpos con existencias separadas y, adems, comocuerpos cuyo estado normal fuera de reposo y que, por as decirlo, sloentrasen en relacin a posteriori (1987: 16). Esta duplicidad puedeser reemplazada, para Elias, por otro concepto: el de figuracin. Poreste concepto se entiende la imagen de muchas personas individualesque por su alineamiento elemental, sus vinculaciones y su dependenciarecproca estn ligadas unas a otras del modo ms diverso y, enconsecuencia, constituyen entre s entramados de interdependencia ofiguraciones con equilibrios de poder ms o menos inestables del tipoms variado como, por ejemplo, familias, escuelas, ciudades, capassociales o estados. Cada uno de estos individuos es, como se expresa entrminos objetivadores, un ego o un yo (1982: 16). En este sentido,

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    el concepto de figuracin trata de ver esos entramados de inter-dependencia que establecen los individuos como un tejido de tensiones.Los individuos deben, entonces, observarse como jugadores en los quesu interdependencia no es slo una relacin como aliados sino tambincomo adversarios. La violencia, desde esta perspectiva, puede ser pensadacomo el resultado de procesos de vinculacin complejos entre loindividual y lo colectivo, de tal suerte que los individuos se modificanantropolgicamente, interiorizando o exteriorizando sus pulsiones,organizando y ordenando sus afectos y su agresividad en la mismamedida en que puede fortalecer o debilitar al Estado o a sus estructurasinstitucionales de la vida colectiva (Wieviorka, 2001).

    Giddens (1995) apunta en el mismo sentido, al argumentar quemientras las sociologas comprensivas se fundan en un imperialismodel sujeto y las corrientes estructuralistas insisten con vigor en lapreeminencia del todo social sobre sus partes individuales, seranecesario dar un giro para tratar de entender las prcticas socialescomo ordenadas en un espacio y tiempo determinados. Es por eso queeste autor seala que, en el anlisis social, debemos observar laspropiedades por las que se vuelve posible que prcticas socialesdiscerniblemente similares existan a lo largo de segmentos variables deespacio y tiempo, lo que significa que ms que estructura, los sistemassociales presentan propiedades estructurales, y que una estructura existe,como presencia espacio-temporal, slo en las actualizaciones de esasprcticas y como huellas mnmicas que orientan la conducta de losagentes humanos. En este sentido es que Giddens propone que ms queel concepto de estructura, entendida como reglas o conjunto de rela-ciones de transformacin que se organizan como propiedades de lossistemas sociales, la utilizacin de la palabra estructuracin, en tantoque describe mejor las condiciones que gobiernan la continuidad otransmutacin de estructuras y, en consecuencia, la reproduccin delos sistemas sociales. La constitucin de agentes y de estructuras no su-cede en dos conjuntos de fenmenos dados independientemente y noforman un dualismo sino que representan una dualidad. Con arreglo ala teora de la estructuracin, el momento de la produccin de la accines tambin un momento de reproduccin en los contextos donde seescenifica cotidianamente la vida social. De ah que en la reproduccinde propiedades estructurales, los agentes tambin reproduzcan lascondiciones que hacen posible esa accin. As, la estructura nos puede

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    revelar tendencias posibles de comportamiento, pero la accin individualpuede apegarse o no a esa probabilidad, porque sin menoscabo delcomportamiento general del grupo social, siempre existe libertad enlas decisiones del individuo. Son entonces tendencias, no reglas decomportamiento, las que podemos encontrar en el estudio de lasrelaciones entre estructura e individuo desde la perspectiva de Giddens.De esta forma, la violencia, desde esta perspectiva tiende a construirsecomo un fenmeno que responde a las condiciones estrictamentemateriales (econmicas y de poder), pero tambin a factores como lafalta de dilogo y solidaridad social; la violencia se detona como unaaccin estructurante que produce y reproduce en muchas de las vecestanto las condiciones materiales como otro tipo de factores, lo que a suvez hace posible la propia reproduccin misma de la violencia.

    Con un matiz muy distinto, ms del lado estructuralista, se inscribela propuesta neofuncionalista. Quienes son llamados as tienen algocomn que los caracteriza: su revaloracin de la sociologa parsoniana.Las razones para ello se encuentran cimentadas en la propia dinmi-ca de la teora social del presente siglo. Despus de una reaccin encontra de la propuesta terica parsoniana, encabezada por teoras queponan el acento en los aspectos microsociales como la etnome-todologa existe, en la actualidad, un intento por rearticular las teorasmicro y macro de la accin social, vinculando orden y accin, conflictoy estabilidad, as como estructura y cultura (Alexander y Colomy, 1992).Pareciera ser que las lneas de conflicto se disuelven en un intento porrealizar una nueva sntesis (Collins, 1996). Bajo este horizonte, lapropuesta neofuncionalista se considera heredera de lo que fue el primerintento de sntesis de la teora social: el estructural funcionalismo deParsons. Hay que destacar que, pese a todo, el neofuncionalismo no esun intento por reavivar, sin ms, la propuesta parsoniana; si bienmantiene vnculos fundamentales con el trabajo de Parsons, no seconcibe como un intento de rescatar su vieja ortodoxia; es ms, elneofuncionalismo no es una teora integrada: hay muchos desacuerdosentre aquellos que clasificaramos en este rubro, y algunos, en efectono dan la bienvenida a la designacin general en s (Alexander yColomy, 1992: 198); por lo que se podra decir que posee un carcteramorfo como corriente. Pese a todo, existen caractersticas comunes,entre las que destacan, indudablemente, la referencia a un autorespecfico y a los problemas centrales que dej abiertos al debate

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    sobre todo aspectos que intentaban dilucidar la ligazn entre lasacciones individuales con las estructuras sociales; el empleo de conceptosfuncionales y de sistemas; el problema del equilibrio en los sistemassociales; todos ellos muy ligados a las cuestiones de la accin y el ordensocial. En su aspecto emprico, el neofuncionalismo es un paquetedbilmente organizado alrededor de una lgica general y con un nmerode proliferaciones y variaciones autnomas en diferentes niveles y endiferentes dominios, entre los que destacan: 1) Aquellos que buscancomplementar las descripciones de la tendencia maestra con respectoa instituciones crecientemente especializadas desarrollando modelosde las salidas pautadas de esa tendencia; 2) Los que tratan de ir msall de las explicaciones puramente sistmicas y evolucionistas, tratandode destacar ms la contingencia, los grupos concretos, el conflicto, losmovimientos sociales, etctera; 3) Los que analizan el nfasis en elascenso adaptativo, la inclusin y la generalizacin de los valores comouna de las configuraciones posibles dentro del rango mucho ms ampliode resultados de la diferenciacin social; 4) Por ltimo, los que realizanuna evaluacin ms crtica de los efectos de la modernidad y sus ladosms oscuros.

    Las preocupaciones giran, como se puede ver, fundamentalmenteno slo en cmo funcionan las estructuras sociales, sino cmo surgen,se reproducen y, a la vez, se transforman, subordinan y se distorsionanpor los propios individuos y no, como suceda antes, slo analizarcmo produce personalidades humanas e individuos para asumir roles.

    La propuesta de Alexander no es regresar a la teora parsoniana,sino ms bien un intento por revisarla, al igual que lo ha hecho dealguna manera Habermas en la Teora de la accin comunicativadesde la perspectiva neomarxista, as como una amplia estela deautores contemporneos (Alexander y Colomy, 1992); sin embargo, lapropuesta de Alexander va ms all. Al igual que Parsons, la bsquedade Alexander es la de realizar una sntesis terica que implique el fin dela guerra entre escuelas; si bien este espritu ecumnico est profun-damente deteriorado y las escuelas que Parsons intent conciliar seencuentran en una profunda batalla, Alexander no ceja en su interspor realizar un nuevo proyecto en este sentido: que la teora sociolgicacontempornea escape de la infructuosa dialctica entre Parsons y suscrticos, buscando ms bien la interrelacin entre stos y aquel, tratandode superar, de alguna forma, las divisiones entre textos y corrientes. As

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    pues, Alexander propone rescatar los nfasis de las teoras anti-parsonianas que surgieron despus de la Segunda Guerra Mundial. Dela teora del conflicto, que este aspecto es ms importante que el orden;de la teora del intercambio, que la relativa igualdad del intercambio esun tpico analtico ms significativo que las normas que lo regulan; dela teora del interaccionismo simblico y la etnometodologa, que los pro-cesos individuales de formacin de sentido son ms crticos que lostemas culturales supraindividuales; de la sociologa de la cultura, quelos cdigos culturales estructurales son ms crticos que la contingenciay la necesidad; de la teora crtica, que la nica modalidad significativade la teorizacin social es la que hace de las crticas morales, no de laexplicacin cientfica, su meta principal (Alexander, 1992: 106). Sepropone una sntesis, en este sentido, que apunta a la construccin deun anlisis multidimensional a partir de los elementos particulares delas teoras antiparsonianas convirtiendo el nfasis especfico de cadateora unilateral en elementos analticos de una teora ms grande,donde toda la variedad de teoras sociolgicas rivales se pueda impulsarsin dejar de lado sus intereses particulares y parciales, explicando almundo social de manera casi total. Donde el anlisis particular de larelacin entre individuo y estructura tendra que verse como un procesode interdependencia. El fenmeno de la violencia no tendra, en estesentido, por qu ser la excepcin; para Alexander (2000), la incapacidadde las instituciones y las normas sociales para poder sublimar la violenciaen formas ms simblicas y abstractas de agresin, produce lascondiciones psicolgicas y sociales ms propicias para la constitucinde la violencia como mecanismo viable para la confrontacincompetitiva de los grupos sociales por los recursos polticos y econmicosen las actuales sociedades contemporneas.

    4. I4. I4. I4. I4. INTERPRETNTERPRETNTERPRETNTERPRETNTERPRETAAAAACIOCIOCIOCIOCIONESNESNESNESNES SOBRESOBRESOBRESOBRESOBRE LLLLLAAAAA VIOLENCIAVIOLENCIAVIOLENCIAVIOLENCIAVIOLENCIA

    A partir de este espectro terico se han desarrollado tres paradigmascentrales desde los cuales se ha explicado tradicionalmente la violencia:uno de carcter funcionalista, otro utilitarista y, finalmente, un tercerode tipo culturalista (Wieviorka, 1988). El primero tendera a pensar laviolencia como el resultado de la anomia, la desorganizacin y lamarginacin social de ciertos grupos: la violencia puede surgir en cual-

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    quier momento, particularmente de una forma prepoltica criminal,cuando una sociedad entra en crisis o se transforma mientras que, aescala ms reducida, los grupos sociales se encuentran excluidos omarginados al mismo tiempo que descontentos por su posicin relativaen la escala de la estratificacin social. El gran mrito de este paradigmaes el de indicar, desde las condiciones del sistema de instituciones sociales,el escenario de emergencia de la violencia; sin embargo, reduce sta auna mera respuesta a una situacin y no seala cmo se construye. Nohay que olvidar, por ejemplo, que las crisis pueden tambin traer laapata y la desmovilizacin individual y social (Boudon, 1984).7 Aspues, el paradigma funcionalista tiene en gran medida el mrito deestablecer las condiciones favorables a la presencia de la violencia, sibien falla en la explicacin de su constitucin. El segundo paradigmano trata, como el modelo funcionalista, de explicar la violencia comouna reaccin al ambiente social, por el contrario, considera que aquellaes un medio racional para alcanzar un fin; las crticas a esta propuestason, sin duda, amplias, ya que se le acusa de explicar la violencia comoconsecuencia de estrategias racionales establecidas por los actores paraalcanzar un fin determinado. Si bien es cierto, estas y otras crticaspueden ser esbozadas al planteamiento utilitarista, no puede ser excluida,de principio, del anlisis de la violencia; en gran medida porque permitecomprender las estrategias, la definicin de objetivos y la movilizacinde recursos que, de alguna u otra forma, llevan a cabo los grupos y losindividuos para desencadenar la violencia; en este sentido, el modeloutilitarista puede contemplarse si, constantemente, se delimita su espaciode aplicacin dentro del contexto general de accin y no se le consideracomo el centro del mismo. Por ltimo, la perspectiva culturalista buscalocalizar las relaciones que hacen posible la creacin de una culturade la violencia, ver dnde se forjan las identidades individuales, lasligas de solidaridad y de convivencia pero, de igual forma, analizarcmo adquiere significacin la propia violencia en tanto mecanismofundamental e integrante de las redes sociales. Esta perspectiva tiene elmrito de clarificar las redes de socializacin y reclutamiento quepermite la produccin y reproduccin de la violencia; pese a todo, pre-senta dificultades al explicar el sentido de la accin violenta y de lascondiciones sociales que la posibilitan.

    7 Esto puede observarse claramente en el trabajo sobre los desempleados de la comunidad deMarienthal, en Alemania, que Lazarsfeld y otros investigadores (1996) desarrollaron en elperiodo de entreguerras.

  • N e l s o n A r t e a g a B o t e l l o132

    Los tres paradigmas ofrecen la oportunidad de explicar ciertosespacios de la realidad social relacionados con la violencia, pero dejansin tocar otros. Como parte de las grandes corrientes de la sociologaclsica, cada uno subraya aspectos distintos de la sociedad; su desarrollo,sin duda, ha estado marcado por la desintegracin de la llamadasociologa clsica que se constitua a partir de cuatro ejes principales: elfuncionalismo parsoniano, el pensamiento crtico, el anlisis de laestrategia y racionalidad de los actores, as como la teora del conflictosocial (Wieviorka, 2000).

    5. F5. F5. F5. F5. FRARARARARACTURACTURACTURACTURACTURA,,,,, SNTESISSNTESISSNTESISSNTESISSNTESIS,,,,, ARARARARARTICULTICULTICULTICULTICULAAAAACINCINCINCINCIN

    El problema de la violencia, desde una perspectiva terica, debeincorporar una amplia visin de campo que parta de una reflexin queinvolucre la relacin entre las condicionantes estructurales que im-pulsan a los escenarios de violencia, como a destacar, tambin, laposicin del individuo que acta como sujeto y que ha evaluado sudecisin de actuar de esa manera. Ambas perspectivas se encuentran,hoy en da, a debate y la sociologa busca integrarlas de alguna forma.Desde diferentes escuelas y trayectorias intelectuales, se trata deestablecer una armona entre las explicaciones sociolgicas estructu-ralistas y comprensivas. Esto implica que el debate est abierto, porquela complejidad para expresar esta relacin no siempre resulta adecuadaaunque hay quienes consideran, como Luhmann, que este es un falsoproblema que aparentemente resuelve el enfoque sistmico; el dilogointelectual sobre el tema es sumamente interesante, en la medida enque abre nuevas perspectivas y desarrollos en la investigacin social. Ladiscusin sobre la relacin entre estructura e individuo est marcadapor la desintegracin de la llamada sociologa clsica, por lo que, msque establecer lneas cerradas de investigacin, es necesario trazarpuntos y lneas de unin entre distintas corrientes que permitan orientara una sociologa que se podra llamar posclsica,8 ms all de algunosatavismos excluyentes de los grandes sistemas de interpretacin.

    El debate reciente en sociologa se encuentra, como se ha visto, frentea una serie de propuestas encontradas. Unas buscan alejarse lo msposible de las interpretaciones funcionalistas a cambio de subrayar la

    8 Para analizar una propuesta en este sentido, vase Wieviorka (2000).

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    racionalidad del sujeto (Elster), otras pretenden distanciarse del sujetopara coronar la preeminencia del sistema (Luhmann), algunas ms,tratan de mantener un equilibrio entre ambas posiciones (Giddens,Elias), finalmente ciertas propuestas quieren justificar una perspectivaecumnica (Alexander). Desde aqu, la teora social se localiza en unimpasse que tendera a empujar a la sociologa a dos camposaparentemente irreconciliables y a posiciones que, pese a su intencinintegrista, caen de un lado o del otro del espectro terico (como se havisto en el primer apartado). La sociologa parecera encontrarse,entonces, ante cuatro vas de solucin a estos dilemas: la primera, implicala toma de posicin en el espectro terico, lo que lleva a desarrollar suspresupuestos y contradicciones y tratar, en la medida de lo posible, deresolverlos, reconociendo sus limitaciones a la hora de interpretar losfenmenos sociales. La segunda va buscara conectar los puntos dbilesde una posicin terica con un punto de referencia que se localicefuera, es decir, en otro sistema terico y completar as las fallas delprimero. La tercera pretendera establecer una teora social que integreindividuo y estructura, ms all de los intentos extremos que buscansuprimir sta ltima (individualismo metodolgico), o expandirla almximo en un modelo explicativo general (teora de sistemas). Unacuarta opcin ira, sin embargo, en el sentido de desarrollar lospresupuestos de cada uno en la medida en que permiten explicarfracciones de la realidad y tratar de establecer puentes con los restantesmodelos.9 Esta propuesta no pretende un ecumenismo terico porqueno reconoce como pretende Alexander desde la tradicin parsonianareconstituir una teora apoyndose en otra; muy por el contrario, sereconocera la tradicin de cada una de las corrientes a las cuales sedebe cada modelo de interpretacin y slo a posteriori se establecerasu articulacin bajo el entendido de que no habra una frmula quepermitiera resolver su interaccin, ya que ello depende del fenmenoparticular a analizar. El resultado sera un modelo de investigacinterica que parte de tradiciones particulares de anlisis pero que semodifican al momento de engarzarse unas a otras. En este sentido, laparadoja que Durkheim esboz en La divisin del trabajo social alanalizar la relacin entre el volumen de la conciencia colectiva e

    9 En cierta medida es lo que, creemos, ha tratado de hacer Wieviorka (1999) al analizar elfenmeno de la violencia, al considerar al sujeto como punto de partida de toda investigacin,como un sujeto que estara cruzado por las condiciones objetivas (estructurales), racionales(estratgicas) y culturales.

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    individual, resulta sumamente actual si la llevamos a la articulacinde los modelos de explicacin social aqu esbozados: su articulacinest firmemente ligada a las condiciones particulares de la realidad atratar. Por tanto, el modelo que se propone en este trabajo implica unacercamiento que permite articular las propuestas tericas diversas enuna perspectiva que haga posible entender la presencia de la violen-cia como la conjuncin de varios factores relacionados muy estre-chamente con la actual conformacin de las estructuras sociales y lasestrategias individuales.

    6. L6. L6. L6. L6. LAAAAA VIOLENCIAVIOLENCIAVIOLENCIAVIOLENCIAVIOLENCIA: : : : : UNUNUNUNUNAAAAA PROPUESTPROPUESTPROPUESTPROPUESTPROPUESTAAAAA DEDEDEDEDE INTERPRETINTERPRETINTERPRETINTERPRETINTERPRETAAAAACINCINCINCINCIN

    Desde este punto de la discusin, Durkheim podra orientar los primerospasos. Segn Collins (1974), aqul establece una conexin entre laviolencia y las fronteras morales valores, smbolos, costumbres, entreotros que establecen las sociedades y sus grupos. La moral dibuja losespacios de exclusin e inclusin de los individuos frente a una sociedado determinados grupos; esta conexin puede tener un efecto positivo onegativo. El primero permite castigar las actitudes socialmente penadaspor la comunidad, como el homicidio y el robo reconstituyendo as lasolidaridad social, la violencia tiene en este sentido una fuerte cargapunitiva; el segundo es, fundamentalmente, discriminatorio: en tantoque el individuo o los grupos que se encuentran fuera de la comunidadno son considerados como miembros ya que no comparte las reglasestablecidas; la violencia que se puede ejercer a esas personas est,entonces, moralmente permitida. En este caso se encuentran algunosrituales tribales donde prisioneros de guerra, esclavos y simples vctimasde cazadores, son dados en sacrificio de diferentes formas con el obje-to de consolidar o renovar las ligas sociales comunitarias; el sujeto deestos rituales es, regularmente, una persona externa a la comunidad y,por ende, su muerte es aceptada y permitida precisamente porque comoindividuo se encuentra ms all de las fronteras culturales establecidaspor aqulla.

    Con la emergencia de las sociedades modernas los lazos de cohesinse han vuelto mucho ms universales. Por lo que la clave para enten-der la violencia est en comprender la estructura solidaria de los gruposy la moralidad que reflejan sus lazos emocionales (Collins, 1974); enotras palabras, la distancia social que generan las fronteras morales.

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    Aunque realmente esto no explica la aparicin de la violencia, en todocaso resulta un mecanismo articulador y organizador sobre el que otrosfactores la lucha econmica, poltica, por ejemplo habrn deacoplarse. La reflexin sobre la distancia social como factor de vio-lencia es algo que antecede al propio Durkheim.10 Alexis de Tocquevilleapuntaba ya, en La democracia en Amrica, que:

    ...cuando los cronistas de la Edad Media, pertenecientes todos por sus hbitos

    a la aristocracia, refieren el fin trgico de un noble, dan muestras de un dolor

    infinito; pero cuando relatan las matanzas y torturas de la gente del pueblo,

    pasan sobre ella sin la menor emocin [] Otro tanto le suceda a los hombres

    del pueblo bajo tan pronto como se rompa el lazo feudal. Los mismos siglos

    que presenciaron tanta y tan heroica abnegacin de los vasallos por sus seores,

    fueron testigos de inauditas crueldades llevadas a cabo de vez en cuando por

    las clases bajas contra las altas (1994: 142-143).

    No ser hasta Durkheim cuando la falta de un contacto suficiente osuficientemente prolongado de los segmentos sociales sea caracterizadocomo un estado de desorganizacin social, de anomia. Durkheim sealaen este sentido: una funcin no puede distribuirse entre dos o mspartes del organismo como no se hallen ms o menos contiguas ydisminuya la distancia que les separa (1987: 433-434). La cohesiny la solidaridad social, desde esta perspectiva, seran incapaces dedesarrollarse si la distancia entre los grupos sociales fuera profundacomo sucede con el crimen, su caso ms extremo.11 Sin embargo el

    10 La distancia social es fundamental para entender la emergencia de la violencia directaporque, gracias a ella, se difumina la idea del Otro en la violencia. Los trabajos realizadospor Grossman (1995) en el rea de la guerra, muestran la enorme dificultad que representapara un soldado disparar sobre otro; sus estudios exponen cmo la distancia fsica y psicolgicaes un factor para romper el freno que inhibe la violencia en la guerra: entre mayor sea, porejemplo, la distancia fsica entre el agresor y su objetivo, ms fcil es que se produzca laviolencia (bombardear con artillera o misiles), mientras que conforme la distancia se reduce,se encuentran mayores resistencias para llevar a cabo la agresin (lucha cuerpo a cuerpocon bayonetas, por citar una situacin extrema). Los estudios realizados en el rea de labiologa han mostrado, tambin, que existen mecanismos inhibidores en los animales incluidoel ser humano cuya funcin consiste en impedir dar muerte a los semejantes situacin quese encuentra directamente relacionada con la conservacin de la especie (Lorenz, 1988).

    11 Para este autor, el delito es el producto de una diferencia y no el resultado de la divisin deltrabajo social, en todo caso los comportamientos criminales constituyen la negacin mismade la solidaridad, y, por tanto, estn formadas por otras tantas actividades especiales. Pero,hablando con exactitud, no hay aqu divisin del trabajo, sino pura y simple diferenciacin,y ambos trminos piden no ser confundidos (1987: 416).

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    concepto de distancia social ser definido por primera vez por Park(1924).12 Para este autor el trmino permite apreciar el grado y la calidadde entendimiento e intimidad que caracterizan las relaciones personalesy sociales en general; donde el entendimiento y la intimidad comocomunicacin social estarn profundamente determinadas por el estadoque guarda la diferenciacin estructural (Park y Burgess, 1969).13 Laimportancia de la reflexin de estos autores radica en la distincin queestablecen entre distancia social y la diferenciacin estructural; unaremite a la construccin de una serie de lazos de entendimiento eintimidad entre los grupos que conforman la escala social y, el otro, alas condiciones objetivas econmicas y polticas de desigualdad.Siguiendo a Dewey, el pensamiento de la Escuela de Chicago da unsentido sustancial a la comunicacin que, de alguna forma, se reflejaren los trabajos de Shaw y Mckay (1942), en particular cuando formulenque la violencia urbana es el resultado que obtienen las comunidadesal no poder generar una red estrecha de relaciones sociales.14 En estesentido, uno de los aportes de la llamada Escuela de Chicago ser la deconceptualizar, a travs de la figura de crculos concntricos, la relacinde distancia social entre los contactos sociales primarios y secundariosy, a nivel del espacio urbano, la relacin entre centro y suburbio. Buenaparte de las relaciones sociales ser explicada por este mecanismo bajoesta corriente sociolgica y sus herederos. Ms tarde Galtung (1978a)polemizar con la dicotoma centro/periferia en sus estudios sobre lapaz; para l, la distancia social que existe entre los diferentes grupos enuna sociedad jerarquizada tiene su expresin en diferencias de rango orelaciones de explotacin, ambas que determinan profundamente laviolencia; sin embargo, ser en los grupos que presentan una frecuente

    12 Park se encuentra situado en un punto intermedio en la construccin del concepto. EsSimmel el primero que pone en juego el trmino distancia social en su Disgresin sobre elextranjero (1986: 716-722), para distinguir el intercambio entre las relaciones primarias societales o comunitarias y las relaciones secundarias institucionales o sociales. Es a partirde la definicin de Park que Bogardus desarrollar el concepto, la primera escala y losindicadores estadsticos considerados como vlidos para medir la distancia social (Crull yBruton, 1979). Si bien el concepto de distancia social se asocia a los estudios urbanos, Parkdota a este concepto de un alcance mayor.

    13 Park apunta en este sentido: Dado que en sociedad no slo vivimos juntos sino que almismo tiempo vivimos aislados los unos de los otros, las relaciones humanas pueden sersiempre analizadas, con mayor o menor precisin, en trminos de distancia (1999: 90).

    14 Para Park y Burgess (1969) la sociologa ser un punto de vista y un mtodo para investigarel proceso por el cual los individuos son sometidos y someten a otros a cooperarpermanentemente.

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    variabilidad de su distancia con respecto al centro, quienes sern mspropensos a desarrollarla en trminos individuales se expresar, porejemplo, en comportamientos criminales, a nivel de clases enrevoluciones y, en el sistema de naciones, a travs de la guerra (Galtung1978b).

    Diferencia, distancia social y violencia directa parecen ir de la manoen la reflexin sociolgica. Su relacin tiene que ver indudablementecon la idea fundacional que establece Durkheim: la relacin ntimaentre diversas formas de especializacin y funciones sociales con losdiferentes principios de integracin y diferenciacin de la sociedad.Esta problemtica devendr en central en una matriz de reflexin quese inaugura con l, pasa por Parsons, Bourdieu y culmina con Luhmann.Efectivamente, como seala Martuccelli (1999), los conceptos de sis-tema social, campo social y sistemas autorreferenciales ponen el acen-to, aunque con desigual intensidad y en diferente forma, sobre el procesode diferenciacin en que viven las sociedades modernas.15 La violencia,por otra parte, puede ser para cada una de estas perspectivas, unaconsecuencia de la falta de integracin del sistema social (Parsons);16

    el desajuste entre campos sociales por ejemplo, entre el econmico y elsocial que provoca diversos tipos de frustraciones posicionales(Bourdieu);17 y, por ltimo, la exclusin que lleva al individuo a serconsiderado irrelevante como persona (Luhmann).18 La distancia socialpermite en este sentido visualizar la relacin de identidad, estatus,

    15 Bourdieu utiliza el trmino de distancia predictiva, el cual permite establecer la proba-bilidad de que dos personas ubicadas en estratos sociales diferentes no slo se encuentrenalejadas espacialmente, sino que si se encontraran de paso, ocasionalmente y como poraccidente, no se entendern, no se comprendern de verdad y no se gustarn mutuamente(1997: 23).

    16 Parsons en este sentido seala: la fuente del conflicto puede no tener su origen en el ego,sino serle impuesta al actor como consecuencia de la falta de integracin del sistema socialmismo (1984: 266).

    17 Para ejemplificar cmo puede suceder esta falta de integracin, citamos el anlisis de Bourdieusobre el mayo del 68: los lugares donde se observa mayor rebelin en mayo del 68 son loslugares donde la discordancia entre las aspiraciones de estatus ligadas a un origen socialelevado y el logro escolar es mximo (1988: 54).

    18 La idea en este sentido es desarrollada en Luhmann (1998 b). Por su parte Corsi, Esposito yBaraldi apuntan, siguiendo a Luhmann, que la exclusin de un subsistema genera untipo de cadena que lleva al individuo a ser irrelavante como persona. Si se pierde el trabajo setorna difcil mantener la casa, y esto puede conllevar problemas para obtener la asistenciamdica y garantizar la educacin de los hijos. Esta fuerte integracin de la exclusin puedeconducir a los individuos a ser considerados cada vez menos como posibles interlocutores;en situaciones extremas, como en los suburbios miserables en las grandes ciudades, puedellegarse a ver a los individuos ms como cuerpos que como personas (1996: 94).

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    cultura, espacial y personal de los miembros de una sociedad (Schmitt,1972).

    Sin embargo, el paso de la diferencia a la distancia no explica por ssolo cmo surge la violencia; seala, ms bien, sus necesarias condicionesy, en todo caso, un terreno favorable para ella. La distancia que producenlas distintas fronteras simblicas entre los grupos puede organizar laforma en cmo se percibe la desigualdad social pero no explica cmose materializa. Su manifestacin est mediada por cuando menos otrosdos factores, de los cuales, el primero, est relacionado con la frustraciny el miedo. Como seala Rojas, el crimen florece all donde reina eldesequilibrio entre aspiraciones y oportunidades o existen marca-das desigualdades econmicas (1995: 96).19 El miedo, por su parte, esla sensacin de vaco frente a una situacin de peligro que inhibe lasensacin de agresin y pone al individuo en riesgo como estrategiapara salir de dicha situacin. La distancia social es un condicionantemoral, por decirlo de alguna forma, la frustracin y el miedo unasituacin coyuntural, ella sale a flote cuando las condiciones del entornoestn preparadas para ello.

    En este nivel de anlisis, la frustracin y el miedo encasillan a laviolencia como un comportamiento de reaccin, de mera respuesta, esprudente por tanto, apuntar otro factor: el anlisis de la estrategia quepermite llevar a cabo una accin violenta. Efectivamente, el paso alacto de la violencia directa, si bien puede tener como contexto ladiferencia y la distancia social, la frustracin y miedo, no convieneolvidar considerar los medios los preparativos del ataque mediantelos cuales los individuos y ciertos grupos sociales, con mayor o menorxito, definen por qu hay que recurrir a la violencia, la forma encmo precisan sus objetivos, construyen sus proyectos, elaboran susestrategias y se organizan para llevarlas a cabo. En este sentido, unmodelo de explicacin como el que se propone aqu puede observarseen la Figura 1. Cada uno de los recuadros no marcara tanto un estadosino un proceso en constate movimiento: la distancia social permitevisualizar los efectos de la diferencia social en el entendimiento o el

    19 Volviendo nuevamente a los estudios realizados en el rea de la biologa, en ellos se hapodido observar que se esfuma en nosotros toda compasin y desaparece todo escrpulo decausar dao cuando nos sentimos atacados por algo que nos da miedo, sea hombre o animal[por tanto] el miedo al armamento del adversario nunca puede ser un factor deapaciguamiento; tal vez pueda impedir momentneamente que se desaten los instintosagresivos, pero, lejos de mitigar la agresividad, la fomenta (Lorenz, 1988: 276).

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    reconocimiento moral en el sentido durkheminano, una zonainestable y variable que refleja la desigualdad y la fragilidad de laidentidad social;20 mientras que la frustracin, el miedo y la ansiedadson elementos que potencian la agresividad, la cual se materializa unavez que las personas o los grupos establecen una estrategia para accedera los recursos que les permiten cumplir sus objetivos superar el miedoy la frustracin. Cuando la dinmica de la violencia ha sido puesta enmarcha, la distancia social se acenta, con lo que el ciclo vuelve a

    Figura 1El espacio de la violencia

    Distancia social

    Definicin de la estrategiasocial, grupal o comunitaria

    Frustracin y miedosocial

    comenzar profundizando el miedo y expandiendo los recursosdisponibles para enfrentarla, paradjicamente, con ms violencia.

    Estos tres momentos del espacio de la violencia articulan, en granmedida, los tres paradigmas que han servido para explicarla: elfuncionalismo, el utilitarismo y el enfoque culturalista. Cada una deestas perspectivas pone el acento en distintos aspectos de la realidad. Elprimero, pondra el nfasis en los condicionantes estructurales; el se-gundo, en las estrategias, la definicin de objetivos y la movilizacin derecursos que, de alguna u otra forma, llevan a cabo los grupos y losindividuos para desencadenar la violencia; mientras que, el tercermodelo, buscara explicar las relaciones que hacen posible la creacinde una cultura de la violencia, en la que se forjan las identidadesindividuales, las ligas de solidaridad y de convivencia. De estos tresmomentos, aquellos que ponen el nfasis en la explicacin de tipocondicional no tienen como objetivo, siguiendo a Weber, hacer unrecuento finito de las condicionantes que producen la violencia; eso

    20 En este sentido la distancia social no puede ser considerada como un mecanismo que dividea la sociedad en dos o ms partes, con las limitantes interpretativas que ello trae consigo. Eltrmino permite ms bien distinguir grados de extraamiento entre grupos o individuos.

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    sera imposible, ya que como este mismo autor apunta, el nmero y landole de las causas que determinan cualquier evento analizado sonsiempre infinitos, y nada hay en las cosas mismas que indique quparte de ellas debe ser considerada [...] Slo determinados aspectos delos fenmenos individuales, siempre infinitamente mltiples es decir,aquellos a los cuales atribuimos significacin cultural general, sonpor tanto, dignos de ser conocidos, y slo ellos son objeto de explicacincausal (1993: 67). Por lo tanto, la explicacin (Erklren) de los fen-menos sociales es un medio por el cual podemos interpretar la realidad,pero resulta insuficiente; por ello es conveniente comprender el conjuntode comunicaciones con sentido que, alrededor del fenmeno de la vio-lencia, establecen entre s los integrantes de una sociedad. El espacioque se le otorga al sentido que los sujetos dan a la violencia resulta, engran medida de una centralidad a destacar, porque es precisamenteen ella donde puede dilucidarse el sentido que los hombres otorgan alos fenmenos de los que forman parte y en los que pueden, de maneradeterminada, influir y modificar.

    7. A 7. A 7. A 7. A 7. A MODOMODOMODOMODOMODO DEDEDEDEDE EXPLORAEXPLORAEXPLORAEXPLORAEXPLORACINCINCINCINCIN FUTURAFUTURAFUTURAFUTURAFUTURA

    Las distintas corrientes de la sociologa dan interpretaciones diferenteso a veces complementarias, pero insuficientes, de la violencia. Comoapunta Wieviorka (2000), los pilares constitutivos de la sociologa clsicahan puesto nfasis, a veces muy marcado, en las condiciones estruc-turales, utilitarias o culturales que hacen posible la violencia; su parcia-lidad permite explorar ya sea sobre los procesos de desestructuracinsocial, el clculo estratgico y los ambientes simblicos. Sin embargo,resultan insuficientes. Las teoras ms contemporneas tratan de superarestas limitaciones, aunque sus preocupaciones, al no girar necesa-riamente sobre la explicacin de la violencia, no han permitido estruc-turar una propuesta acabada sobre la misma. Cierto es que quienescomo Wieviorka (1988; 1999), Dubet (1987) o Kepel (2000) pormencionar slo algunos autores, han realizado una propuesta paraexplicar la violencia en general, en ciertos grupos sociales como losjvenes, o el terrorismo, han puesto un particular inters por analizarlas condiciones estructurales, culturales e individuales que se encuentrandetrs de la violencia.

  • El espacio de la violencia: un modelo de interpretacin social... 141

    Con todo, esta estrategia metodolgica requiere a su vez un plantea-miento ms a detalle que en muchas ocasiones pasan por alto los investi-gadores. Este documento quiere ser una primera exploracin en estesentido. La sociologa despus de haber sobrevivido al embate de lasteoras de la accin racional y de las distintas corrientes posmodernas;despus de sobrevivir al shock del individualismo y del impulso de lasperspectivas sistmicas, debe plantearse la necesidad de rearticular susperspectivas clsicas, no con el fin de establecer un renovado ecumenis-mo a la manera de cierto neofuncionalismo, sino para retomar el nfasisque cada teora subraya a fin de establecer puentes de comunicacinentre ellos, en funcin de los fenmenos particulares que se analicen yno partiendo de una frmula predeterminada. El resultado, creemos,sera un modelo de investigacin terica que parte de tradiciones tericasmuy slidas pero que se modifican al momento de engarzarse unas aotras. De esta forma, la discusin sobre la relacin entre estructura eindividuo no se cancela, se complejiza en la medida en que la discusinterica se enriquece con la investigacin ms de carcter emprico.

    El fenmeno de la violencia puede ser un campo favorable paradesarrollar de manera positiva esta discusin, ya que este fenmeno nopuede ser reducido a un mero efecto objetivo en tanto que expresa laconstruccin de una subjetividad particular de los individuos, por loque se hace necesario deslizar la investigacin, tambin, hacia la formaen cmo un nmero determinado de grupos sociales lee, significa yutiliza la violencia. De ah que explorar sobre la forma y sentido queadquiere la violencia en las sociedades contemporneas y en particularen Mxico, en tiempos recientes, necesariamente tiene que construirun boceto general de interpretacin que haga posible articular, enprimer lugar, las condiciones estructurales sociales e institucionalesque han permitido un caldo de cultivo favorable a la distancia social y,por ende, a la violencia, poniendo atencin a la evaluacin que hacende aqulla los distintos actores para, finalmente, comprender la consti-tucin de una serie de valores y smbolos fuertemente arraigados a losfenmenos de la violencia. De tal suerte que habra un constante recorri-do entre el anlisis explicativo de la violencia, como en aquel que hurgaen el sentido que dan a ella los individuos, grupos e instituciones sociales.

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