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BRUNNER. El próximo capítulo de la psicología . PRIMERA PARTE: El estudio del hombre En este texto, Brunner reclama el fin del enfoque tipo “o-lo-uno-o-lo- otro” de la cuestión de qué debería ser la psicología en el futuro, si debería ser enteramente biológica, exclusivamente computacional o únicamente cultural. Quiere mostrar una forma en la que, al dedicar su atención a ciertos temas críticos, la psicología puede ilustrar la interacción entre observaciones biológicas, filogenéticas, psicológicas individuales y culturales que nos ayudará a captar la naturaleza del funcionamiento mental humano. Este “próximo capitulo” de la psicología, trata de la “intersubjetividad”, y constituye un sistema de temas que es central para una psicología cultural. Brunner, sostiene que el estudio de la mente presenta dificultades inherentes tanto a su materia temática como a su método. Parecería, que no tener las categorías mentales naturales para explicar nuestras propias mentes, o al menos no en el mismo grado en que tenemos categorías para explicar el mundo físico. A pesar de ello, la psicología en su versión moderna eligió modelarse sobre la psicofísica: las leyes psicológicas que proponía, iban en busca de dimensiones de la conciencia como contrapartes desviadas pero sistemáticas de las dimensiones de la naturaleza. Pero sus éxitos también generaron sus fracasos. La psicología psicofisiológica “clásica” no dejaba espacio para la “psicología popular”. Brunner sostiene que, existe una sutil anomalía de la evolución de la especie Homo, que lleva a un segundo desafío -en el estudio de la naturaleza y condición humana- y que tiene que ver, con la evolución de la propia cultura como un proceso mediador en la respuesta humana. La cultura impone una discontinuidad entre el hombre y el resto del reino animal; dicha discontinuidad crea la “dificultad de extrapolar directamente” de nuestra biología evolutiva, a la condición humana. De este modo, igual que no podemos entender completamente al hombre sin referencia a sus raíces biológicas, tampoco podemos entender al hombre sin referencia a la cultura. Es posible caracterizar el “giro cultural” en la evolución humana desde dos perspectivas, la primera -“individualista”; implica que la cultura descansa psicológicamente en una capacidad simbólica para captar relaciones de representación. Una cultura es una red compartida de representaciones comunales; y como miembros de nuestra especie, vivimos en esa red además de vivir en la naturaleza. Así, la “creación de significado” es crucial para el giro cultural. Como especie, nos adaptamos a nuestro entorno en términos del significado que atribuimos a las cosas, los actos, los acontecimientos, los signos. Los significados se infiltran en nuestras percepciones y procesos de pensamiento, es que, sin creación de significado, no habría lenguaje, ni mitos, ni arte; y tampoco cultura. El segundo enfoque es más “colectivista”, y enfatiza que un giro transaccional es crucial a la forma de vida humana. No sólo representamos el mundo en nuestras mentes repletas de significados, sino que

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BRUNNER. El próximo capítulo de la psicología.

PRIMERA PARTE: El estudio del hombre

En este texto, Brunner reclama el fin del enfoque tipo “o-lo-uno-o-lo-otro” de la cuestión de qué debería ser la psicología en el futuro, si debería ser enteramente biológica, exclusivamente computacional o únicamente cultural.Quiere mostrar una forma en la que, al dedicar su atención a ciertos temas críticos, la psicología puede ilustrar la interacción entre observaciones biológicas, filogenéticas, psicológicas individuales y culturales que nos ayudará a captar la naturaleza del funcionamiento mental humano. Este “próximo capitulo” de la psicología, trata de la “intersubjetividad”, y constituye un sistema de temas que es central para una psicología cultural.Brunner, sostiene que el estudio de la mente presenta dificultades inherentes tanto a su materia temática como a su método. Parecería, que no tener las categorías mentales naturales para explicar nuestras propias mentes, o al menos no en el mismo grado en que tenemos categorías para explicar el mundo físico.A pesar de ello, la psicología en su versión moderna eligió modelarse sobre la psicofísica: las leyes psicológicas que proponía, iban en busca de dimensiones de la conciencia como contrapartes desviadas pero sistemáticas de las dimensiones de la naturaleza. Pero sus éxitos también generaron sus fracasos. La psicología psicofisiológica “clásica” no dejaba espacio para la “psicología popular”.Brunner sostiene que, existe una sutil anomalía de la evolución de la especie Homo, que lleva a un segundo desafío -en el estudio de la naturaleza y condición humana- y que tiene que ver, con la evolución de la propia cultura como un proceso mediador en la respuesta humana. La cultura impone una discontinuidad entre el hombre y el resto del reino animal; dicha discontinuidad crea la “dificultad de extrapolar directamente” de nuestra biología evolutiva, a la condición humana. De este modo, igual que no podemos entender completamente al hombre sin referencia a sus raíces biológicas, tampoco podemos entender al hombre sin referencia a la cultura.Es posible caracterizar el “giro cultural” en la evolución humana desde dos perspectivas, la primera -“individualista”; implica que la cultura descansa psicológicamente en una capacidad simbólica para captar relaciones de representación. Una cultura es una red compartida de representaciones comunales; y como miembros de nuestra especie, vivimos en esa red además de vivir en la naturaleza. Así, la “creación de significado” es crucial para el giro cultural. Como especie, nos adaptamos a nuestro entorno en términos del significado que atribuimos a las cosas, los actos, los acontecimientos, los signos. Los significados se infiltran en nuestras percepciones y procesos de pensamiento, es que, sin creación de significado, no habría lenguaje, ni mitos, ni arte; y tampoco cultura.El segundo enfoque es más “colectivista”, y enfatiza que un giro transaccional es crucial a la forma de vida humana. No sólo representamos el mundo en nuestras mentes repletas de significados, sino que respondemos con una sensibilidad preternatural a la forma en que el mundo se representa en la mente de otros. Y, gracias a esa sensibilidad, formamos una representación del mundo tanto con lo que aprendemos de él a través de otros, como con nuestra respuesta directa a acontecimientos del mundo.No sólo tomamos parte unos en las mentes de otros, sino que además tenemos formas superorgánicas de preservar el conocimiento del pasado. Este conocimiento almacenado repleto de información y de prescripciones sobre cómo pensar en ella, viene a dar forma a la mente. Así que al final, si bien la mente crea la cultura, la cultura también crea la mente.De esta manera, la cultura parece imponer límites a la forma de operar de la mente e incluso a los tipos de problemas que podemos resolver.El tercer argumento general que propone el autor, sostiene que: igual que no se puede entender completamente la acción humana sin tener en cuenta sus raíces de evolución biológica y a la vez entendiendo cómo se construye en la creación de significados de los actores implicados en ella, tampoco se la puede entender completamente, sin saber cómo y dónde está situada. Pues, el conocimiento y la acción son siempre locales, siempre están situados en una red de particularidades. Es casi imposible entender un pensamiento, un acto, un movimiento de cualquier tipo, desde la situación en la que ocurre. Tanto la biología como la cultura operan localmente; encuentran un camino común final en el aquí y ahora: en la inmediata definición de la situación, en el inmediato entorno del discurso, en el estado inmanente del sistema nervioso, local y situado.

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La psicología del futuro debe, casi como una condición para su existencia fructífera, mantener la vista tanto en lo biológico como en lo cultural, y hacerlo prestando la atención adecuada a cómo esas fuerzas conformadoras interactúan en la situación local. La psicología parece haber perdido su centro y sus grandes preguntas inquietantes; razón por la cual, Brunner se propone examinar métodos bio-soci-situacionales que nos podrían llevar a mejorar en el futuro.

IIHay aquí, dos cuestiones que clarificar; una de ellas tiene que ver con la relación entre la mente y la cultura, y la otra, se refiere a la naturaleza local o “situada” del funcionamiento humano.El funcionamiento humano en un momento cultural, mental y externo, toma su forma de la caja de herramientas de “recursos protéticos” de la cultura. Así, cualquier cosa a la que recurramos como caso puro, libre de cultura e in vitro para estudiar lo “básico” de un proceso mental, siempre resultará ser una elección dirigida por presupuestos teóricos. La memoria pura, el pensamiento puro, la percepción pura, siempre son ficciones.Los procesos mentales básicos, no son algo a lo que se añaden “otros procesos”. Más bien, los procesos complejos tienen un a integridad por derecho propio y deben entenderse en tanto que reflejan interacciones evolutivas, culturales y situacionales.En vez de pensar que la cultura se “añade” a la mente o que interfiere de alguna manera con los procesos elementales de la mente, vale más que pensemos que la cultura está en la mente.

IIIBrunner se inspira en las teorizaciones de Geary que se dirigen a la interacción entre las disposiciones psicológicas biológicamente “primarias” y las biológicamente “secundarias”. Las primarias vienen dadas naturalmente; se pueden encontrar en todas las culturas humanas e incluso en órdenes biológicos inferiores al hombre en la escala evolutiva. Son disposiciones cognitivas que se han desarrollado principalmente en respuesta a demandas evolutivas y su expresión en la acción ayuda a la adaptación al mundo natural para navegar, manejarse en un hábitat y demás. Las biológicamente secundarias suponen transformar las intuiciones primarias en una representación más formal y tal vez más consciente: en mapas, gráficos, fórmulas, pictogramas, etc. estas no vienen tan naturalmente como las primarias; están limitadas o incluso puntualmente distribuidas entre los humanos instruidos. Cada cultura concreta, en consecuencia, se enfrenta a la decisión de cuál de las disposiciones llamadas secundarias deberían cultivar sus miembros para cualificarse como plenamente competentes culturalmente, con los consiguientes derechos y privilegios.De todo esto, Brunner encuentra útil el énfasis sobre la decisión que todas las culturas deben tomar sobre qué disposiciones “biológicamente secundarias” cultivar e inculcar para la cualificación de sus miembros, ya sea a través de escuelas o de otros medios disciplinares; tales decisiones, por su naturaleza, están basadas en valores e ideales implícitos que no siempre son fácilmente accesibles a la conciencia de los que las toman. Son decisiones que reflejan algún tipo de consenso cultural o alguna perspectiva de una élite reinante dentro de la cultura. Una vez que entran en vigor, por el método que sea, esas decisiones, se convierten en políticas, políticas culturales.

SEGUNDA PARTE: El desafío de la intersubjetividad

Hasta aquí, se ha expuesto que: La psicología no sólo debe considerar los límites impuestos por la evolución biológica del hombre sobre la actividad mental, sino que también debe tener en cuenta constantemente una discontinuidad omnipresente en esa evolución: la emergencia de la cultura humana -a través de la cual el hombre crea una representación simbólica de sus relaciones con el mundo. Como resultado de esta enculturación de la actividad mental humana, la mente no puede considerarse en ningún sentido como “natural” o desnuda, pensando en la cultura como una añadidura.Al comentar sobre la mente humana esculturada, Brunner propuso dos formas de considerar el cambio del funcionamiento simbólico primate al humano (giro cultural). La primera enfatizaba la capacidad humana individual para captar relaciones simbólicas de “representaciones” a través de un código simbólico arbitrario. La segunda perspectiva era más transaccional, más “intersubjetiva” y centrada en cómo los humanos desarrollaban la capacidad para leer los pensamientos, intenciones, creencias y estados mentales de los miembros de su especie en una cultura. La evolución humana está facilitada por el crecimiento continuado de redes de expectativas mutuas; la marca de los seres humanos esculturados que viven en comunidades.

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II¿Cómo “conocemos” otras mentes, qué tipos de teorías desarrollamos o adquirimos para conocer los estados mentales de otros, cómo se desarrolla y madura esta supuesta capacidad, cuáles son sus orígenes, y cómo la ha conformado la historia cultural? A lo largo de una década, ha habido trabajos que nos pueden ayudar.

1. La mente del bebé. La nueva investigación sobre la infancia temprana empezó cuando los investigadores decidieron echar de nuevo un vistazo a la vida mental del bebé; dejando de lado la “imitación”, la “tabula rasa”, la “confusión del recién nacido”, etc. Trevarthen, fue uno de los primeros en fijarse en la extraordinaria sincronía entre los patrones gestuales y vocales de un pequeño bebé y los de su madre. Para explicar qué podría estar pasando, este investigador tomó prestado el término “intersubjetividad”. Y poco después. Stern se interesó por este mismo fenómeno y lo apodó, tal como lo conocemos hoy, “afinación bebé-mamá.

2. El Autismo en la Infancia. Después de Kanner, el autismo se había considerado un déficit adquirido en la capacidad de responder socialmente, que tenía su origen en una interacción defectuosa entre madre e hijo. Pero posteriormente, gracias a diversos trabajos realizados, se revolucionó la antigua concepción del autismo, y se empezó a considerar que la raíz de este síndrome estaba en un déficit o ausencia de una “teoría sobre otras mentes”. Lo que impedía a los autistas responder socialmente era este déficit y no cierta dificultad temprana en la interacción madre-bebé. Era más frecuente que esas dificultades fueran producidas por el déficit y no que al contrario lo produjeran. Así, sin entender la narrativa, el niño autista está desconectado de una de las principales fuentes de conocimiento sobre el mundo humano que le rodea, particularmente la relacionada con los deseos, intenciones, creencias y conflictos humanos.

3. Teorías de la mente -que desarrolla el niño. El trabajo de Piaget, había hecho que pareciera como si la niña en crecimiento obtuviera su conocimiento del mundo a través del contacto manual directamente con él, más que, como solía ser el caso normalmente, aprendiendo sobre él a través de otros. De hecho, aprendemos buena parte de lo que “sabemos” del mundo físico escuchando las creencias de otros sobre él, no tocándolo directamente.

4. Chimpancés enculturizados. El resumen más general que se puede hacer de los trabajos realizados con chimpancés, es éste: Cuando más se expone a un chimpancé a tratamiento humano, tratándole como si fuera humano, más probable es que actúe de una forma parecida a la humana. Sin una crianza distintivamente humana, los chimpancés nunca exhiben tales capacidades; ni en el entorno natural ni en el laboratorio. De modo que, la “enculturación” depende de ser tratado como si fueras humano.

Todo esto parece implicar que, la “intersubjetividad”, parece tener que ver con un “conocimiento general”, y con un “objetivo”. Así, cuando hablamos de “efecto humanizador” de la cultura humana, debemos tener en cuenta la red de expectativas mutuas que crea. Semejante red se potencia enormemente en nuestra especie con el uso del lenguaje humano.Todo lo cual sugiere seriamente que el complejo humanoide mente/cerebro, no crece biológicamente sin más, según un programa predestinado genéticamente, sino que más bien se adapta a la oportunidad de nutrirse de un entorno parecido al humano.

IIIEl lenguaje permite la construcción y elaboración de esa “red de expectativas mutuas” que es la matriz sobre la cual se construye la cultura; y es lo que hace que la creación de significados sea una técnica tan poderosa de adaptación en la cultura humana.En conclusión: Si la psicología quiere avanzar en la comprensión de la naturaleza y condición humana, tiene que aprender a comprender la sutil acción recíproca entre biología y cultura. Es probable que la cultura sea el último truco evolutivo de la biología; dado que es la que permite al Homo sapiens construir un mundo simbólico suficientemente flexible como para satisfacer sus necesidades locales y para adaptarse a una miríada de circunstancias ecológicas.Pero no debemos olvidar que, aunque el mundo de la cultura ha logrado una autonomía propia, está restringido por límites biológicos y predisposiciones determinadas biológicamente. Así que el dilema en el estudio del hombre no es sólo captar los principios causales de su biología y su evolución, sino también entenderlos a la luz de los procesos interpretativos implicados en la creación de significado.