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Bury John - La Idea Del Progreso

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  • La idea del progreso

  • Humanidades

  • John B. Bury

    La idea del progreso

    El libro de bolsillo Filosofa Alianza Editorial

  • T tjw o rig in a l: The Idea ofPrpjre.v. AxJz>pvjryJxt>jit O rjfjx a x d G rw /J ? Traductores: Elias Daz y Julio Rodrguez Aramberri

    Primera edicin en El libro de bolsillo: 1971Primera edicin en rea de conocimiento. Humanidades: 2009

    Diseo de cubierta: Alianza Editorial Ilustracin de cubierta: Kupferdreh-Ruhr

    Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra est protegido por la Ley, que establece penas de prisin y/o multas, adems de las correspondientes indemnizaciones por daos y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren pblicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artstica o cientfica, o su transformacin, interpretacin o ejecucin artstica fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a travs de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacin.

    AlianzaEditorial,S.A.,Madrid, 1971,2009 Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15; 28027 Madrid; telifono 91393 88 88 www.alianzaeditorial.es ISBN: 978-84-206-6334-0 Depdsito legal: M. 52.800-2008 Impreso en Efca, S. A.Printed in Spain

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  • Dedicado a la memoria de Charles Francois Castel de Saint-Pierre

    Marie Jean Antoine Nicolas Caritat de Condorcet,Auguste Comte,

    Herbert Spencer, y otros optimistas

    mencionados en este volumen.

    Tantane vos generis tenuit fiducia vestri

  • Prlogo

    Se puede creer o no en la doctrina del Progreso, pero en cualquier caso lo que indudablemente posee inters es analizar sus-orgenes y evolucin histrica, incluso si en ltima instancia resultase no ser ms que un idolum saeculi porque de hecho ha servido para dirigir e impulsar toda la civilizacin occidental. El progreso terrestre de la humanidad constituye, en efecto, la cuestin central a la cual se subordinan siempre todas las teoras y movimientos de carcter social. La frase civilizacin y progreso ha quedado estereotipada para indicar el juicio bueno o malo que atribuimos a una determinada civilizacin segn sea o no progresiva. Los ideales de libertad y democracia, que poseen su propia, antigua e independiente validez, adquieren un nuevo vigor cuando se relacionan con el ideal del Progreso. La conjuncin de libertad y progreso y de democracia y progreso, surge as cada momento; el socialismo, en las etapas iniciales de su moderno desarrollo, reclama igualmente de dicha relacin. Es ms, incluso las mismas corrientes o movimientos de carcter belicista, que niegan la posibilidad de todo proyecto de paz perpetua, lo que hacen es considerar a la guerra como instrumento indispensable para el Progreso.

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    En nombre del Progreso declaran hoy obrar los doctrinarios que han instaurado en Rusia el actual (1920) rgimen de terror. Todo ello parece probar la indudable vigencia de una forma de pensar que atribuye escasas probabilidades de supervivencia a toda teora o programa social y poltico incapaz de lograr una armonizacin con esa idea directriz que es el Progreso.

    La Edad Media europea se gui con criterios muy diferentes. La idea de una vida ultraterrena era, en efecto, su punto central de referencia, en virtud del cual las cosas importantes de esta vida mundanal se movan siempre desde la perspectiva de la otra vida en el ms all. Cuando los sentimientos ms profundos de los hombres reaccionaban ms poderosa y establemente ante la idea de la salvacin del alma que ante ninguna otra, era precisamente la armona con esa idea la que permita establecer el juicio sobre las posibilidades de pervivencia de las instituciones y teoras sociales. La vida monstica, por ejemplo, se desarroll bajo su influencia, mientras que la libertad de conciencia careca de su apoyatura. Con una nueva idea directriz, dicha situacin cambi: la libertad religiosa creci as bajo la gida del Progreso, mientras que la vida monstica no pudo invocar ninguna relacin con l.

    La esperanza de lograr una sociedad feliz en este mundo para las futuras generaciones -o bien de una sociedad a la que de modo relativo se puede calificar como feliz- ha venido a reemplazar, como centro de movilizacin social, a la esperanza de felicidad en otro mundo. La creencia en una inmortalidad personal tiene todava amplia vigencia, pero, no podemos decir con toda honradez que dicha creencia ha dejado ya de constituir el eje de la vida colectiva, es decir, el criterio apto para el enjuiciamiento de los valores sociales? Mucha gente, por supuesto, no opina de esta manera, pero quizs un nmero an mayor considera que de algo tan incierto como es esa creencia no cabe razonablemente

  • PRLOGO 11

    hacer depender vidas y formas de pensar. Los que as piensan constituyen sin duda la mayora, pero este pensamiento admite muchas gradaciones. Difcilmente nos equivocaramos al afirmar que, por regla general, la creencia ultrate- rrena no rige la forma de pensar de quienes la admiten y que sus emociones reaccionan ante ella muy dbilmente, que esa creencia es sentida como algo remoto e irreal y que su influencia directa sobre la conducta real es mucho menor que su influencia sobre los argumentos abstractos tpicos de los tratados de moral.

    Regido por la idea del Progreso, el sistema tico del mundo occidental ha sido modificado en los tiempos modernos por un nuevo principio que aparece dotado de una importancia extraordinaria y que deriva precisamente de ella. Cuando Iscrates sintetiza su regla de vida en la frmula Haz a los dems..., probablemente no inclua entre los dems a los esclavos y a los brbaros. Los estoicos y los cristianos extendieron despus su aplicacin a toda la humanidad viviente; pero es en los ltimos aos cuando este principio ha recibido su ms vasta ampliacin al incluir alas generaciones futuras, las generaciones de los

  • 12 LA IDEA DEL PROGRESO

    conclusiones que estn implicadas en dicha investigacin y que deben quedar fuera de sus modestos lmites. Las crticas ocasionales sobre algunas formas particulares que ha adoptado la creencia en el Progreso o sobre algunos argumentos aducidos en su apoyo no deben, por supuesto, entenderse como juicios sobre su validez general. Debo, no obstante, hacer aqu dos observaciones. Las dudas suscitadas hace alrededor de treinta aos por Mr. Balfour en un escrito suyo aparecido en Glasgow no han sido, por lo que yo conozco, contestadas todava. Es probable que muchos de los que hace seis aos habran considerado como semifan- tstica la idea de la repentina decadencia y muerte de nuestra civilizacin occidental, como resultado no de la accin de fuerzas csmicas sino por la dinmica de su propio desarrollo, hoy se sientan mucho menos seguros de su opinin, a pesar del hecho de que los pueblos dirigentes del mundo hayan constituido una Liga o Sociedad de naciones para la prevencin de la guerra, medida sta a la que muchos altos servidores del Progreso haban aspirado considerndola como un importante paso adelante en el camino de la Utopa.

    La importancia de las aportaciones francesas al desarrollo de la idea del Progreso constituye una caracterstica destacada de su historia. Francia que, al igual que a antigua Grecia, ha sido siempre buena engendradora de ideas, es la principal responsable de la evolucin histrica del concepto de progreso. Si, por tanto, es al pensamiento francs al que constantemente se dirigir nuestra atencin, no se debe ni a una arbitraria preferencia por parte ma ni tampoco al olvido de lo aportado por otros pases.

  • Introduccin

    Cuando decimos que las ideas gobiernan el mundo o que ejercen un poder decisivo en la Historia, pensamos generalmente en aquellas ideas que expresan aspiraciones humanas y cuya realizacin depende de la voluntad humana, como por ejemplo la libertad, la tolerancia, la igualdad de oportunidades, el socialismo. Algunas han sido realizadas en parte y no hay razn para que cualquiera de ellas no pueda llegar a ser realizada en una sociedad o en el mundo, si este fin fuese el propsito comn de una sociedad o del mundo. Esas ideas son objeto de aprobacin o de rechazo, segn se consideren buenaso malas, y no por ser verdaderas o falsas. Pero hay otra clase de ideas que pueden tener una gran importancia en la determinacin y orientacin de la conducta humana y que, sin embargo, no dependen de la voluntad del hom bre. Son ideas referentes a los misterios de la vida, tales como el Destino, la Providencia o la inmortalidad personal. Estas ideas pueden actuar de modo importante sobre las formas de actuacin social, pero encierran una cuestin de hecho y son aprobadas o rechazadas no por

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    su utilidad o su perjudicialidad sino porque se las supone verdaderas o falsas.

    La idea del progreso de la humanidad pertenece a esta segunda clase, y esto conviene aclararlo desde un principio. Ahora lo damos tan por sentado, somos tan conscientes del constante progreso de nuestros conocimientos, de las artes, de la capacidad de organizacin, de toda suerte de servicios, que nos resulta sencillo considerar el Progreso como una meta, como igual que lo es la libertad o una federacin universal, cuya consecucin depende nica y exclusivamente de nuestros propios esfuerzos y nuestra buena voluntad. Pero, pese a que todos los incrementos de poder y de conocimiento dependen del esfuerzo humano, la idea del Progreso de la humanidad, de la que derivan su valor todos esos progresos particulares, suscita una clara cuestin de hecho a la que los deseos y el trabajo del hombre no pueden afectar, igual que no pueden prolongar la vida tras la tumba.

    Esta idea significa que la civilizacin se ha movido, se mueve y seguir movindose en la direccin deseable. Pero para poder juzgar si nos estamos moviendo en una direccin deseable tendramos que saber con exactitud cul es la meta. Para muchos, el fin deseable de la evolucin humana sera un estado social en el que todos los habitantes de la Tierra llevasen una existencia perfectamente feliz. Pero es imposible tener la certeza de que la civilizacin se est moviendo en la direccin adecuada para llegar a esa meta. Ciertos aspectos de nuestro progreso pueden presentarse en favor de ese argumento, pero siempre existen otros que le sirven de contrapeso, y siempre ha sido fcil demostrar que, desde la perspectiva de una felicidad creciente, las tenden

  • INTRODUCCION 15

    cias de nuestra civilizacin progresiva se hallan lejos de lo deseable. En resumen, no se puede probar que esa desconocida meta hacia la que se dirige el hombre, sea la deseable. El movimiento puede ser Progreso, o puede darse en una direccin no deseada y, por tanto, no ser Progreso. Esto es una cuestin de hecho, tan insoluble en estos momentos como la de la inmortalidad personal. Es un problema que atae a los misterios de la vida.

    Por otra parte, incluso si admitimos que es probable que el curso de la civilizacin haya evolucionado hasta ahora en la direccin deseable y que, de seguir as, llegaremos a la felicidad general, no podemos probar que su arribada feliz dependa enteramente de la voluntad humana. Pues la marcha hacia adelante podra verse detenida en algn punto por un obstculo infranqueable. Tomemos, por ejemplo, el caso del saber. Siempre sobrentendemos que la continuidad de su progreso futuro depende totalmente de la continuidad del esfuerzo humano (suponiendo que el cerebro humano no degenere). Esa presuncin se basa en una experiencia estrictamente limitada. La ciencia ha avanzado ininterrumpidamente durante los ltimos trescientos o cuatrocientos aos, todo nuevo descubrimiento ha llevado a nuevos problemas y a nuevas frmulas para solucionarlos y ha abierto nuevos campos a la investigacin. Hasta ahora, el hombre de ciencia no se ha visto obligado a detenerse y ha encontrado los medios para proseguir su camino. Pero podemos estar seguros de que no se encuentre algn da con un obstculo infranqueable? Una experiencia limitada a un espacio de cuatrocientos aos, durante los cuales hemos empezado a conocer con xito la parte ms superficial de la Naturaleza, no puede ser considera

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    da como garanta de conclusiones referentes a operaciones que hayan de extenderse a lo largo de otros cuatrocientos o de cuatro mil siglos. Pensemos en la biologa o la astronoma. Cmo podemos asegurar que algn da el progreso de estas ciencias no llegue a un punto muerto, no porque se hayan terminado las posibilidades de conocimiento, sino porque nuestros recursos para la investigacin se hayan agotado, porque, por ejemplo, los instrumentos cientficos hayan alcanzado el lmite de una perfeccin que se pueda demostrar insuperable o porque (en el caso de la astronoma) lleguemos a encontrarnos con fuerzas de las que, a diferencia de la gravedad, no tenemos experiencia terrestre? Afirmar que no vayamos a alcanzar pronto un punto en nuestro conocimiento de la naturaleza al cual el intelecto humano no est capacitado para superar, es una suposicin indemostrable.

    Pero justamente es esa suposicin la luz y la inspiracin de la investigacin cientfica. Pues si la suposicin no es cierta, significa que nunca se puede llegar a ver el fin que, en el caso de la fsica, es si no un conocimiento completo del cosmos y de los procesos naturales, s por lo menos un incomparablemente mayor y ms profundo saber que el que ahora tenemos.

    As, el progreso continuo en el conocimiento humano de su entorno, que es una de las principales condiciones del Progreso general, es una hiptesis que puede ser cierta o no. Y si es cierta, quedara an una hiptesis ulterior, la de la perfectibilidad moral y social del hombre, que se basa en una evidencia mucho menor. No hay nada que pueda demostrar que el hombre no pueda llegar en su desarrollo psquico y social a un estadio en que sus condiciones de vida estn lejos de ser satisfactorias y ms

  • INTRODUCCION 17

    all del cual resultara imposible progresar. Ello es una cuestin de hecho que ningn voluntarismo por su parte conseguira alterar. Es algo que atae a los misterios de la vida.

    Creemos haber mostrado suficientemente que el Progreso humano pertenece a la misma categora de ideas que la Providencia o la inmortalidad personal. Es una idea verdadera o falsa y, a semejanza de aquellas otras, no puede probarse su verdad o falsedad. Creer en ella exige un acto de fe.

    La idea del Progreso humano es, pues, una teora que contiene una sntesis del pasado y una previsin del futuro. Se basa en una interpretacin de la historia que considera al hombre caminando lentamente -pedeten- tim progredientes- en una direccin definida y deseable e infiero que este progreso continuar indefinidamente. Ello implica que, al ser el fin del problema mximo de la Tierra, se llegar a alcanzar algn da una condicin de felicidad general, que justificar el proceso total de la civilizacin, pues, si no, la direccin adoptada no sera la deseable. Pero hay alguna implicacin ms. Ese proceso debe de ser el resultado necesario de la naturaleza psquica y social del hombre, no debe hallarse a merced de ninguna voluntad externa, ya que, de no ser as, no existira la garanta de su continuidad y de su final feliz, y la idea de Progreso se convertira paulatinamente en la de Providencia.

    Dado que el tiempo es la condicin esencial para la posibilidad de Progreso, es obvio que esta idea carecera de valor si tuvisemos razones convincentes para pensar que el tiempo de que dispone la humanidad llegar a su final en un futuro prximo. Si hubiese razn para pensar

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    que la tierra se convertir en inhabitable hacia el ao 2000 o 2100, la doctrina del Progreso perdera su significacin y desaparecera automticamente. Sera una cuestin delicada decidir sobre el mnimo de tiempo que debe tener asegurado el hombre para su desarrollo futuro, de suerte que el Progreso no acabase por perder su valor y su influjo sobre los sentimientos humanos. La historia documentada de la civilizacin se extiende a lo largo de unos seis mil aos, y si tomamos ese perodo como medida de nuestra concepcin de las distancias temporales, podemos afirmar que si tuvisemos la certeza de disponer de un perodo diez veces mayor, la idea del Progreso no perdera su atractivo. Sesenta mil aos de tiempo histrico abren unos horizontes casi infinitos a la imaginacin cuando pensamos en lo que se ha realizado durante seis mil.

    Sin embargo, no necesitamos solucionar esta cuestin psicolgica, ya que la ciencia afirma que la estabilidad de las condiciones presentes del sistema solar estn aseguradas para varios millares de aos ms. Aunque pueda haber modificaciones graduales del clima, el planeta no dejar de sustentar la vida durante un perodo que excede y escapa a cualquier esfuerzo de nuestra imaginacin. En suma, la posibilidad del Progreso est garantizada por una alta probabilidad, basada en la ciencia astro-fsica, de un inmenso tiempo en el cual progresar.

    Puede que muchos se sorprendan al enterarse de que la nocin de progreso, que ahora nos parece tan fcil de aprehender, tiene un origen relativamente reciente. Se ha dicho que varios pensadores, tanto antiguos (Sneca, por ejemplo) como medievales (Roger Bacon, por ejemplo) la concibieron hace ya tiempo. Pero algunas espordicas reflexiones -tales como la observacin de la gra

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    dual evolucin humana desde un estadio primitivo y salvaje hasta un cierto nivel de civilizacin, merced a una serie de inventos, o la posibilidad de futuros acrecentamientos en su conocimiento de la naturaleza- que eran inevitables en una cierta etapa del pensamiento humano, no equivalen a una anticipacin de la idea. El valor de semejantes observaciones estaba determinado, y debe ser as estimado, por el contexto total de ideas en el que aparecieron. El concepto de Progreso deriva su valor, su inters y su poder de sus referencias al futuro. Se puede concebir que la civilizacin haya avanzado gradualmente durante el pasado, pero la idea de Progreso no aparece hasta que se conciba que la civilizacin est destinada a avanzar indefinidamente en el futuro. Las ideas necesitan de un clima intelectual y, por ello, tratar de mostrar brevemente en esta introduccin que el clima intelectual de la Antigedad clsica y de los tiempos que la siguieron no eran propicios para el nacimiento de la doctrina del Progreso. Los obstculos a su aparicin no empezaron a ser superados definitivamente hasta el siglo xvi, en el que gradualmente comenz a prepararse una atmsfera favorable.

    Uno

    Puede parecer particularmente sorprendente que los griegos, tan frtiles en sus especulaciones acerca de la vida humana, no dieran con una idea aparentemente tan simple y obvia en nuestra opinin como la idea del Progreso. Pero si tratamos de investigar sus experiencias y el carcter general de su pensamiento, dejaremos de pensar por qu. La parte de historia que les era co

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    nocida no se extenda demasiado hacia el pasado y, en ese tiempo, no se haba registrado ninguna serie impresionante de descubrimientos nuevos que pudieran sugerir bien un aumento indefinido del saber, o bien un dominio creciente sobre las fuerzas naturales. Durante el perodo en que sus cerebros ms brillantes estaban ocupados en los problemas del universo, los hombres podan mejorar la construccin de buques o inventar nuevas demostraciones geomtricas, pero su ciencia hizo poco o nada para transformar las condiciones de vida o para abrir nuevas perspectivas hacia el futuro. Los griegos no conocan hechos suficientemente fuertes como para equilibrar esa profunda veneracin por la antigedad que parece ser connatural a la hum anidad, y los atenienses de tiempos de Pericles o de Platn, por ms que fueran total y evidentemente modernos en comparacin con los griegos de Homero, nunca tu vieron conciencia de su modernidad como la tenemos hoy.

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    Las muestras de que la civilizacin humana consista en un crecimiento progresivo y de que los hombres haban avanzado penosamente desde un estadio primitivo y salvaje, no podan desde luego escapar a la aguda visin de los griegos. Por ejemplo, Esquilo pinta a los hombres viviendo originalmente de forma precaria en cuevas sombras, condicin de la que Prometeo les salv al ensearles las artes de la vida. En Eurpides encontramos un reconocimiento similar del ascenso de la humanidad desde un estadio primitivo de barbarie, desempeando aqu otros dioses el papel de Prometeo. En pasajes como

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    ste se puede decir que existe la idea de que el hombre ha progresado; y podemos suponer que tanto para Esquilo como para Eurpides, tras la ficcin potica de una intervencin sobrenatural, exista la creencia en un progreso natural. Pero estos reconocimientos de un progreso no eran incompatibles con la creencia, ampliamente extendida, en una degeneracin de la raza humana en sus orgenes, y tampoco apareca usualmente como doctrina rival. La vieja leyenda de una edad de oro sencilla, desde la cual el hombre haba cado, se aceptaba generalmente como una verdad y los pensadores de ms talla la combinaron con la doctrina de una sucesin de mejoras sociales y materiales1 durante el perodo subsiguiente de decadencia. Encontramos ambas ideas combinadas as, por ejemplo, en Las Leyes de Platn y en la ms antigua historia razonada de la civilizacin, escrita por Dicearco, discpulo de Aristteles2. Pero la vida sencilla de aquella primera edad en la que los hombres desconocan la fatiga, la guerra y la enfermedad, era considerada como el estadio ideal en el que el hombre sera tremendamente afortunado, caso de que pudiese volver a l. El hombre haba conseguido, ciertamente, en un remoto tiempo pasado mejorar algunas de las condiciones de su destino, pero descubrimientos tan antiguos como el fuego, el arado, la navegacin o el arte de legislar no sugeran que nuevas invenciones pudiesen llevar finalmente a condiciones en las que la vida pudiera ser ms compleja pero tan feliz como la vida sencilla del mundo primitivo.

    As pues, aunque pudiera admitir un relativo progreso, la concepcin general de los filsofos griegos era la de que estaban viviendo en un perodo de inevitable degeneracin y declive inevitable, porque as lo prescri

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    ba la naturaleza del Universo. Slo tenemos un imperfecto conocimiento de las influyentes especulaciones de Herclito, Pitgoras y Empdocles, pero podemos tomar el esbozo de filosofa de la historia de Platn para ilustrar las tendencias y los prejuicios del pensamiento griego acerca de este tema. El mundo fue creado y puesto en marcha por la Divinidad y, al ser obra suya, era perfecto, pero no era inmortal y llevaba en s el germen de la decadencia. Su duracin era de setenta y dos mil aos solares. Durante la primera mitad de este perodp, la uniformidad y el orden primigenio que le fueron grabados por el Creador se mantienen gracias a la direccin de ste, pero luego se llegar a un punto a partir del cual el mundo comenzar, por as decirlo, a dar marcha atrs. La Divinidad pierde su influencia sobre la mquina, el orden se perturba y los ltimos treinta y seis mil aos es un perodo de gradual declive y degeneracin. Al final de este perodo, el mundo, abandonado a s mismo, se disolver en el caos, pero la Divinidad volver a tomar el timn, restaurar las condiciones originales y todo el proceso comenzar de nuevo. La primera parte de este ciclo csmico corresponde a la legendaria Edad de Oro, en la que los hombres vivan feliz y sencillamente. En este momento nos encontramos, desdichadamente, en algn punto del perodo de decadencia.

    Platn aplica esta teora del declive al estudio de las comunidades polticas. Concibe su utpica aristocracia como un estado que existi en algn momento, hacia el principio del perodo de recada csmica, cuando las cosas no iban tan mal todava3 y explica su gradual deterioro a travs de los sucesivos estadios de la timocracia, la oligarqua, la democracia y el despotismo. Platn explica

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    ese deterioro como algo causado, en primer lugar, por la degeneracin de la raza debida a la relajacin y los errores en la regulacin estatal del matrimonio, lo que acarre el nacimiento de individuos biolgicamente inferiores.

    Las teoras de Platn son slo el ms ilustre ejemplo de la tendencia, caracterstica de los filsofos griegos, a idealizar lo inmutable como en cuanto provisto de un valor superior a lo que vara. Esto afect todas sus especulaciones sociales. Crean en el ideal de un orden absoluto de la sociedad que, una vez establecido, no poda ser alterado sino para empeorar. Aristteles, considerando el tema desde una perspectiva prctica, seal que los cambios en un sistema social establecido son poco deseables y deberan ser tan pocos y escasos como fuera posible4. Este prejuicio en contra del cambio excluy la posibilidad de considerar la civilizacin como un movimiento progresivo. No se le ocurri ni a Platn ni a ningn otro pensar que el orden perfecto pudiera alcanzarse a travs de una larga serie de cambios y adaptaciones. Un orden semejante slo podra crearse por medio del acto deliberado e inmediato de una razn planificadora, ya que era una encarnacin de la razn. Podra ser ideado por la sabidura del filsofo o revelado por la divinidad. De ah que la salvacin de una comunidad estribase en mantener intactas, hasta donde fuera posible, las instituciones impuestas por el legislador iluminado, ya que todo cambio equivala a corrupcin y desastre. Estas ideas a priori explican la admiracin que muchos filsofos griegos sentan por Esparta, pues se consideraba que sta haba mantenido intacto, durante un perodo excepcionalmente largo, el sistema establecido por un legislador inspirado.

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    El tiempo, por tanto, era considerado el enemigo de la humanidad. El verso de Horacio

    Damnosa quid non inminuit dies?,(el tiempo deprecia el valor del m undo)

    expresa el axioma pesimista aceptado en la mayor parte de los sistemas de pensamiento de la Antigedad.

    La teora de los ciclos universales era tan corriente que casi puede ser descrita como la teora ortodoxa del tiempo csmico entre los griegos, quienes la transmitieron a los romanos. Segn algunos pitagricos, cada ciclo repeta hasta en sus ms mnimos detalles el curso y los acontecimientos de lo que preceda. Si el universo se disuelve en el caos original, no hay razn, pensaban ellos, para que el segundo caos deba producir un mundo que difiera en lo ms mnimo del anterior. El ensimo ciclo sera numricamente distinto del primero, pero en todo lo dems idntico a l y nadie podra descubrir el nmero del ciclo en el que viva. Como el proceso pareca carecer totalmente de fin, el curso de la historia del mundo contendra, por ejemplo, un nmero infinito de guerras de Troya y un infinito nmero de Platones escribiran una infinita cantidad de Repblicas. Virgilio usa esta idea en la gloga IV, en que se refiere a la vuelta a la Edad de Oro:

    Alter erit tum Tiphys et altera quae vehatArgo Delectos heroas: erunt etiam altera bella Atque iterum ad Troiam magnus mittetur Achilles.

    La teora cclica poda ser tomada de forma que esta inquietante doctrina de la identidad absoluta fuese evi

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    tada, pero, en el mejor de los casos, significaba una reiteracin infinita y montona que era singularmente inadecuada para estimular un inters especulativo por el futuro. Conviene recordar que ningn pensador tena forma de saber lo cerca que la hora presente podra estar del final de su ciclo. La ms influyente de las escuelas filosficas del ltimo perodo griego, los estoicos, adoptaron la teora cclica y su efecto psicolgico natural est claramente expresado por Marco Aurelio, quien frecuentemente reflexiona sobre ello en sus Meditaciones.

    El alma racional -escribe- vaga alrededor del mundo y a travs del vaco circundante y mira hacia el tiempo infinito y considera las peridicas destrucciones y renacimientos del universo y piensa que nuestra posteridad no ver nada nuevo y que nuestros antepasados no vieron nada ms grande que lo que nosotros estamos viendo. Un hombre de cuarenta aos que posea la ms mediana inteligencia puede decir que ha visto todo lo pasado y lo futuro; as de uniforme es el mundo.5

    3

    Y, sin embargo, un filsofo estoico vio claramente y declar con nfasis que se poda esperar un aumento del saber en el futuro.

    Hay muchos pueblos hoy -escriba Sneca- que ignoran las causas de los eclipses de luna, y stas slo han sido demostradas hace poco entre nosotros. Llegar un da en que el tiempo y la diligencia humana aclararn muchos problemas que hoy estn oscuros. Dividimos los escasos aos de nuestra vida muy desigualmente entre el estudio y el vicio, por lo que an se tardar muchas generaciones en explicar fenmenos como los cometas. Algn da la posteridad se maravillar ante nuestra ignorancia de causas tan claras para ellos.

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    Cuntos nuevos animales hemos llegado a conocer por primera vez en nuestro tiempo? En el futuro, los hombres llegarn a conocer muchas cosas que a nosotros nos resultan desconocidas. Muchos descubrimientos estn reservados a las edades futuras, cuando nuestro recuerdo se haya extinguido de la memoria de los hombres. Creemos que estamos iniciados en los secretos de la naturaleza, pero estamos tan slo en el umbral de su templo.

    Pero estas predicciones no llegan a mostrar que Sneca tuviera la menor idea de una doctrina sobre el Progreso de la humanidad. Los principios de su filosofa excluan totalmente una doctrina semejante al igual que su visin, profundamente pesimista, de los asuntos humanos. Pues, inmediatamente despus del pasaje que he extractado, se extiende sobre los progresos del vicio. Ests sorprendido porque digo que el saber humano no ha llegado todava a cumplir su tarea? Por qu? La maldad humana no se ha desarrollado totalmente todava.

    Sin embargo, por lo menos puede decirse que Sneca crea en el progreso del saber y reconoca su valor. S, pero ese valor no consista en las ventajas que ese progreso pudiese aportar a la totalidad de la comunidad. No esperaba que pudiese aportar ninguna mejora al mundo. El valor de la ciencia natural, desde su perspectiva, consista en la apertura para el filsofo de una regin divina donde, paseando entre las estrellas, podra rerse de la tierra y de todas sus riquezas y donde su razn como liberada de una prisin, podra volver a su hogar natural. En otras palabras, su valor no consista en los resultados, sino simplemente en la actividad intelectual, y, por tanto, era vlido no para el comn de los hombres sino para unos pocos individuos escogidos que, condenados a vi

  • INTRODUCCION 27

    vir en un mundo miserable, podran librar as a sus almas de la esclavitud.

    Pues la creencia de Sneca en la teora de la degradacin y en la irreparable corrupcin de la raza es indudable. La vida humana sobre la tierra se destruye peridicamente, alternativamente mediante el fuego y las inundaciones, y cada perodo comienza con una edad de oro en la que los hombrea viven en rstica sencillez, inocentes porque son ignorantes, no porque sean sabios. Cuando degeneran de este estado, las artes y los inventos promueven la degeneracin favoreciendo la lujuria y el vicio.

    Las observaciones de Sneca acerca de las perspectivas de futuros descubrimientos cientficos son interesantes, pero aunque sean nicas en la literatura antigua6, estaban lejos de sugerir una doctrina acerca del Progreso del hombre. Para l, al igual que para Platn y otros filsofos ms antiguos, el tiempo es enemigo del hombre.

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    Sin embargos hubo una escuela filosfica que podra haber desembocado en la fundamentacin de una teora del Progreso si la perspectiva histrica de los griegos hubiera sido ms amplia y su temperamento diferente. La teora atomista de Demcrito nos parece ahora, por varios conceptos, el ms maravilloso logro del pensamiento griego, pero tuvo poca influencia en Grecia y hubiera sido an menor de no haber captado la brillante inteligencia de Epicuro. Los epicreos la desarrollaron y puede ser que las ideas que propusieron sobre la historia de la raza humana sean principalmente su propia superestructura.

    Esos filsofos rechazaron totalmente la teora de la Edad de Oro y de la corrupcin subsiguiente, que era ma

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    nifiestamente incompatible con su teora de que el mundo se haba formado mecnicamente a partir de los tomos, sin ninguna intervencin divina. Para ellos, la primera condicin del hombre se asemejaba a la de los animales. A partir de ella, los hombres haban alcanzado laboriosamente el estado de la civilizacin existente, no mediante una gua externa o como consecuencia de algn designio inicial, sino simplemente mediante el uso de la inteligencia humana durante un largo perodo7. La mejora gradual de su existencia pas por los hitos del descubrimiento del fuego y el uso de los metales, la invencin del lenguaje y del tejido, el crecimiento de las artes e industrias, la navegacin, el desarrollo de la vida familiar, el establecimiento de un orden social por medio de los reyes, magistrados y leyes y la fundacin de ciudades. El ltimo gran paso en la mejora de la vida, segn Lucrecio, haba sido la reveladora filosofa de Epicuro, quien haba desterrado el miedo a los poderes invisibles y haba conducido al hombre desde la oscuridad mental hasta la claridad.

    Pero Lucrecio y la escuela a la que perteneca no esperaban un seguro y continuo progreso de mejora en el futuro. Crean que llegara un momento en que el universo se convertira en ruinas8, pero el perodo intermedio no les interesaba. Como otros muchos filsofos, pensaban que su propia filosofa era la ltima palabra sobre el universo y no consideraban la posibilidad de que las generaciones futuras pudieran realizar importantes avances en el terreno del saber y, en cualquier caso, su perspectiva era enteramente individualista, todas sus especulaciones se subordinaban al propsito de convertir la vida del individuo en algo tan llevadero como fuera posible aqu y ahora. Su filosofa, como el estoicismo, era una filosofa de la resignacin; era totalmente pesimista e in

  • INTRODUCCION 29

    compatible, por tanto, con la idea del Progreso. El mismo Lucrecio muestra ocasionalmente un sentimiento subyacente de escepticismo con respecto al valor de la civilizacin9.

    De hecho, podra decirse que en la mente de los antiguos griegos exista una inclinacin que no les habra permitido admitir semejante idea con seriedad, si se les hubiese propuesto. Ningn perodo de su historia puede ser descrito como una edad optimista. Nunca se sintieron inclinados, a pesar de sus realizaciones en arte o literatura, en matemticas o filosofa, a exaltarse en la auto- complacencia ni sintieron la tentacin de poner grandes esperanzas en la capacidad humana. El hombre tiene los recursos suficientes para afrontarlo todo -anopos rc otiSev p%rai-, esto fue cuanto llegaron a reconocer.

    Este pesimismo instintivo de los griegos tena un matiz de una aureola religiosa que quizs hasta los mismos epicreos encontraron difcil de borrar. Siempre sintieron que se hallaban en presencia de poderes desconocidos e incalculables y que sutiles peligros acechaban las realizaciones y las adquisiciones humanas. Horacio tom ese sentimiento como el motivo de una crtica sobre los poderes inventivos del hombre. Un viaje de Virgilio le sugiere la reflexin de que la vida de su amigo no estara expuesta a los peligros de alta mar si nunca se hubiese llegado a descubrir el arte de navegar, si el hombre hubiese respetado sumisamente los lmites impuestos por la naturaleza. Pero el hombre es audaz:

    Nequiquam deus abscidit Prudens ocano dissociabili Trras.

    (En vano un sabio dios separ las tierras dividindolas con el mar.)

  • 30 LA IDEA DEL PROGRESO

    Ddalo viol el aire al igual que Hrcules invadi el infierno. El descubrimiento del fuego nos puso en posesin de un secreto prohibido. Es prudente o acertada esa antinatural conquista de la naturaleza? Nil mortali- bus ardui est:

    El hombre no encuentra ninguna hazaa demasiado durao demasiado elevada.Ni siquiera el cielo est libre de las ansias humanas.Nuestros temerarios deseos encolerizan a Jpiter.No se atreve a retener su trueno.

    Esta oda10 expresa claramente cul hubiera sido el sentimiento instintivo de los intelectuales griegos si se les hubiese presentado la doctrina del Progreso. La idea de unos hombres indebidamente exaltados y confrontados peligrosamente con poderes desconocidos e incalculables les habra parecido temeraria.

    Este sentimiento o actitud estaba en conexin con la idea de la Moira. Si tuvisemos que sealar una idea que, en general, haya controlado o penetrado el pensamiento griego desde Homero hasta los estoicos11, habra de ser esta idea de la Moira para la cual carecemos de equivalente. Su traduccin comn por sino es equvoca. La Moira supona un orden fijo en el universo. Pero como hecho ante el cual los hombres tenan que inclinarse, tena bastante en comn con la fatalidad como para exigir una filosofa de la resignacin y para impedir la creacin de una atmsfera optimista de esperanza. Era ste el orden que mantena las cosas en su lugar, asignaba a cada una su propia esfera y funcin y mantena una lnea divisoria, por ejemplo, entre hombres y dioses. El progreso humano hacia la perfeccin -hacia un ideal de omnisciencia o de felicidad- hubiera sido una ruptura de los lmites que sepa

  • INTRODUCCIN 31

    raban lo humano de lo divino. La naturaleza humana no puede sufrir alteraciones, est ya prefijada por la Moira.

    5

    Ahora podemos explicar por qu la mente especulativa de los griegos no se top nunca con la idea del Progreso. En primer lugar, su limitada experiencia histrica no poda sugerirles fcilmente semejante sntesis, y, en segundo lugar, los axiomas de su pensamiento, sus aprensiones hacia el cambio, sus teoras de la Moira, de la degeneracin y de los ciclos les sugeran una visin del mundo que era la anttesis misma de la del desarrollo progresivo. Los epicreos dieron un paso, que podra haber sido importante, en direccin de la doctrina del Progreso, al descartar la teora de la degeneracin y al reconocer que la civilizacin haba sido creada por medio de una serie de mejoras sucesivas logradas por el exclusivo esfuerzo humano. Pero al llegar aqu se detuvieron. La razn es que tenan la mirada fija en la suerte del individuo aqu y ahora, y que su estudio de la historia humana se hallaba totalmente subordinado al inters personal. El valor de su reconocimiento del progreso humano en el pasado est condicionado por el tono general y el propsito de su teora de la vida. La idea de que el hom bre no deba nada a una intervencin sobrenatural y nada tena que temer de los poderes sobrenaturales, no era ms que una parte de su demostracin. Sin embargo, no fue una casualidad que la escuela de pensamiento que se encontr sobre un camino que podra haber conducido a una concepcin del Progreso fuera el mayor y ms declarado enemigo de la supersticin que Grecia haba producido.

  • 32 LA IDEA DEL PROGRESO

    Podra pensarse que el establecimiento del dominio y del orden romanos en una gran parte del mundo conocido y la civilizacin de los pueblos brbaros no poda dejar de abrir a la imaginacin de algunos de los que reflexionaron sobre esto en los das de Virgilio o de Sneca, una perspectiva hacia el futuro. Pero no hubo un cambio en las condiciones de vida capaz de sugerir una visin ms amplia de la existencia humana. Con la prdida de la libertad, el pesimismo se acrecent y se sinti ms que nunca la necesidad de las filosofas griegas, de la resignacin. Aquellos que no pudieron satisfacerse con ellas dirigieron sus pensamientos a nuevas filosofas msticas y a religiones que estaban poco interesadas por los destinos terrenos de la sociedad humana.

    Dos

    1

    La idea del universo que prevaleci en la Edad Media y la orientacin general del pensamiento humano eran incompatibles con algunos de los postulados fundamentales que requiere la teora del Progreso. Segn la teora cristiana, elaborada por los Padres de la Iglesia, y especialmente por San Agustn, el propsito del movimiento total de la historia es asegurar la felicidad de una pequea parte del gnero humano en otro mundo; no se postula un ulterior desarrollo de la historia humana sobre la tierra. Para San Agustn, como para todo creyente medieval, el curso de la historia se completara de modo satisfactorio si el mundo llegase a su fin durante su propia vida. No estaba interesado por el tema de si alguna me

  • INTRODUCCIN 33

    jora gradual de la sociedad o un aumento del saber podran llenar el perodo de tiempo que quedaba hasta el da del juicio. En el sistema de San Agustn, la era cristiana introduca el ltimo perodo de la historia, la vejez de la humanidad, que durara solamente hasta que Dios pudiese reunir el nmero predestinado de los elegidos. Esta teora podra combinarse con la difundida creencia del milenio, pero la concepcin de ese perodo no la convierte en una teora del Progreso.

    Todava la doctrina medieval entiende la historia no como un desarrollo natural, sino como una serie de acontecimientos ordenados por la intervencin divina y las revelaciones. Si la humanidad hubiese sido dejada a su propio arbitrio, hubiera arribado a un puerto poco deseable y todos los hombres hubiesen sufrido el destino de la perpetua miseria de la que la intervencin sobrenatural rescat a una minora. La creencia en la Providencia podra compartirse, como de hecho ocurri en una edad posterior, con la creencia en el Progreso, dentro de un mismo espritu, pero los postulados fundamentales de ambas eran incongruentes y la doctrina del Progreso no poda germinar mientras la doctrina de la Providencia se hallase en una supremaca indiscutida. Y la doctrina de la Providencia, tal como fue desarrollada en la Ciudad de Dios de San Agustn, domin el pensamiento de la Edad Media.

    Adems, exista la doctrina del pecado original como un obstculo insuperable para la mejora moral del gnero humano mediante algn proceso gradual de desarrollo. Ya que mientras exista la especie humana sobre la tierra, cada nio nacer naturalmente malo y digno de castigo, por lo que un avance moral de la humanidad hacia la perfeccin es evidentemente imposible.

  • 34 LA IDEA DEL PROGRESO

    2

    Pero hay algunos aspectos de la teora medieval cuya significacin no podemos ignorar. En primer lugar, a pesar de que mantuvo la creencia en la degeneracin, respaldada por la mitologa hebraica, abandon la teora cclica griega. Se reconoci que la historia de la tierra era un fenmeno nico en el tiempo, no volvera a suceder nunca ni nada que se le pareciese. Lo ms importante de todo es el hecho de que la teologa cristiana construy una sntesis que por vez primera trat de dar un significado preciso a la totalidad de los acontecimientos humanos, una sntesis que representa al pasado como algo que lleva hacia un fin definido y deseable en el futuro. Una vez que se adopt generalmente esta creencia, y despus de haber prevalecido durante siglos, los hom bres pudieron descartarla junto con la doctrina de la Providencia, sobre la cual se apoyaba, pero no podan contentarse con volver a las ideas que haban satisfecho a los antiguos, para quienes la historia humana, aprehendida como un todo, era una fbula insignificante12. Tenan que buscar una nueva sntesis que pudiese reemplazarla.

    Otro rasgo de la teora medieval, de importancia para nuestra investigacin, era una idea que la cristiandad tom de los pensadores griegos y romanos. En el ltimo perodo de la historia griega, iniciado con las conquistas de Alejandro Magno, haba emergido la concepcin del mundo habitado como unidad y totalidad, la idea de la unidad del gnero humano. Podemos denominarla la idea ecumnica -el principio de la ecumene o mundo habitado en contraposicincon el de la polis o ciudad-. Fomentada por la vasta extensin de los lmites geogrficos

  • INTRODUCCION 35

    del mundo griego resultante de las conquistas de Alejandro y de su poltica de romper las barreras que separaban a los griegos de los brbaros, la idea se reflej en la doctrina estoica de que todos los hombres son hermanos y que la verdadera patria de un hombre no es su propia ciudad particular, sino la ecumene13. Esta idea pronto devino familiar, popularizada por los ltimos filsofos griegos, y de igual manera que la doctrina estaba implicada en la aspiracin imperial de la poltica de Alejandro, lo estaba tambin, an ms claramente, en la teora imperial de Roma. La idea del Imperio Romano, su justificacin terica, podra ser descrita como la realizacin de la unidad mundial medinte el establecimiento de un orden comn y la unificacin de la humanidad en un solo organismo poltico a escala mundial. El trmino mundo, orbis (terrarum), que los poetas imperiales usan libremente al hablar del imperio, es algo ms que una mera exageracin potica o patritica; expresa la idea, el irrealizado ideal del imperio. Hay una piedra de Halicarnaso en el British Museum en la que se expresa claramente esta idea desde otra perspectiva. La inscripcin es de tiempos de Augusto y en ella el emperador es designado como salvador de la comunidad humana. Aqu tenemos la nocin del gnero humano aprehendido como un todo, la idea ecumnica que impone a Roma la tarea descrita por Virgilio como regere imperio popu- los, y ms humanamente por Plinio como la creacin de una nica patria para todos los pueblos del mundo.

    Esta idea, que en el Imperio Romano y en la Edad Media tom la forma de un estado universal y de una iglesia universal, se transform despus en la concepcin de la interconexin de los pueblos como contribuyentes a un patrimonio de civilizacin comn, principio que cuan

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    do la idea del Progreso hizo finalmente su aparicin en el mundo, se convirti en uno de los elementos de su desarrollo.

    3

    Especial consideracin merece un hombre notable, el franciscano fray Roger Bacon14, que se eleva aislado en la Edad Media. Se ha dicho que fue l quien anunci la idea del Progreso e incluso se le ha llegado a comparar con Condorcet o Comte. Tales interpretaciones se basan en determinados pasajes aislados de su contexto e interpretados indulgentemente a la luz de teoras posteriores. No resisten un examen de su concepcin general del Universo y la finalidad de sus escritos.

    Su fin era la reforma de la educacin superior y la introduccin en las universidades de un amplio, liberal y cientfico programa de estudios laicos. Su obra principal, Opus Majus fue escrita con este propsito, al que se subordina la exposicin de sus propios descubrimientos. Estaba dedicada, y fue enviada, al papa Clemente IV, que haba pedido a Bacon un informe de sus investigaciones, e intentaba persuadir al pontfice de la utilidad de la ciencia desde un punto de vista eclesistico as como convencerle de que sancionase una reforma intelectual que hubiera resultado imposible en aquel tiempo sin la aprobacin de la Iglesia. Con una gran ingeniosidad y riqueza de recursos trat de demostrar que los estudios a los que se dedicaba matemticas, astronoma, fsica y qumica eran indispensables para un estudio inteligente de la teologa y la Escritura. Aunque algunos de sus argumentos se dirigiesen tan slo a captar la benevolencia del papa, no cabe duda de que Bacon era absolutamente sin

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    cero al declarar que la teologa era la soberana (domina- trix) de las ciencias y que el valor supremo de stas consista en ser necesarias a aqulla.

    Bacon bas, en efecto, su solicitud y su programa de reformas sobre el principio de la estrecha interconexin de todas las ramas del conocimiento. La idea de la solidaridad de las ciencias, con lo que se anticip a teoras posteriores, es una de sus dos afirmaciones principales por las que merece ser recordado. En ella se basa el Opus Ma- jus y an hubiera quedado ms perfectamente elaborada si hubiese vivido lo suficiente para terminar la obra enciclopdica Scriptum Principale que comenz a escribir poco antes de su muerte. Su segundo derecho a la fama es bien conocido. Fue el primero en darse cuenta de la importancia del mtodo experimental para investigar los secretos de la naturaleza y fue pionero casi solitario en los caminos sobre los que, trescientos aos despus, habra de llamar la atencin del mundo su gran homnimo.

    Pero aunque Roger Bacon estuviese inspirado por estas ideas iluminadas, aunque rechazase muchos de los prejuicios de su tiempo y se rebelase audazmente contra k tirana de la preponderante filosofa escolstica, en otros aspectos no dej de ser un hijo de su tiempo, y no pudo desembarazarse de la concepcin corriente del universo en la Edad Media. Su concepcin general del curso de la historia humana no difera esencialmente de la de San Agustn. Cuando dice que el objeto prctico de todo conocimiento estriba en asegurar la salvacin del gnero humano, explica a continuacin que ello ha de interpretarse en el sentido de cosas que conducen a la felicidad en la otra vida.

    Conviene sealar que no slo crea en la astrologa, cuya creencia era universal en aquel tiempo, sino que la

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    consideraba una de las partes ms importantes de las matemticas. La astrologa no era bien vista por la Iglesia, que la consideraba una materia peligrosa. Bacon, sin embargo, defenda su uso en inters de la Iglesia misma. Mantena, como Santo Toms de Aquino, la influencia fisiolgica de los cuerpos celestes y consideraba los planetas como signos que nos dicen lo que Dios ha decretado desde toda la eternidad que debe suceder, ya mediante procesos naturales, ya mediante actos de la voluntad humana, ya mediante su buen deseo. Los diluvios, las plagas y los terremotos podan ser previstos, de igual modo que las revoluciones polticas y religiosas se hallaban inscritas en el curso de las estrellas. La existencia de seis religiones principales estaba determinada por las combinaciones de Jpiter con los otros seis planetas. Bacon, basndose en la prediccin de un astrlogo rabe, esperaba con toda seriedad la extincin de la religin mahometana antes del fin del siglo xili.

    Una de las enormes ventajas que el estudio de la ciencia astrolgica aportara a la humanidad sera que, por su mediacin, se podra fijar con exactitud la fecha de aparicin del Anticristo y as la Iglesia podra prepararse para afrontar las pruebas y los peligros de ese terrible perodo. La llegada del Anticristo equivala al fin del mundo y Bacon aceptaba la opinin, compartida, segn l, por todos los hombres inteligentes, de que no estamos lejos de los tiempos del Anticristo. Por ello, las reformas intelectuales que consideraba necesarias tendran el efecto de preparar, nada ms, a la cristiandad para que resistiese con mayor xito la corrupcin en que el reino del Anticristo sumira al mundo. La verdad prevalecer -con lo cual quera decir que la ciencia avanzar- aunque con dificultad, hasta que aparezca el Anticristo y sus pre

  • INTRODUCCION 39

    cursores, y, segn su propia conviccin, el intervalo habra de ser probablemente corto.

    La frecuencia con que Bacon recurre a este tema y el nfasis que pone en l muestran que la aparicin del Anticristo constitua un punto fijo en su horizonte mental. Cuando miraba hacia el futuro, se lo representaba como una serie de escenas de corrupcin, tirana y luchas bajo el reino de un siniestro enemigo de la cristiandad, tras de lo cual vendra el fin del mundo. Es desde esta perspectiva desde donde tenemos que valorar sus observaciones respecto del progreso del saber.

    Es nuestro deber -escribe- completar lo que los antiguos dejaron incompleto porque hemos entrado en sus tareas, las cuales, a menos que seamos unos asnos, pueden estimularnos para conseguir mejores resultados.

    Aristteles corrigi los errores de los primeros pensadores. Avicena y Averroes cor rigieron a su vez a Aristteles en muchos puntos y le aadieron muchas cosas nuevas, y as ser hasta el fin del mundo. Bacon cita algunos pasajes de las Investigaciones Fsicas de Sneca a fin de mostrarnos que la adquisicin del saber es gradual. Ya hemos llamado la atencin sobre esos pasajes, al tiempo que hemos sealado hasta qu punto es equivocado basar sobre ellos la idea de que Sneca fuera un maestro de la teora del Progreso. Para Bacon se ha reclamado un honor semejante, con mayor seguridad an, pero ello no deja de ser una equivocacin. La idea del Progreso es evidentemente incongruente con su concepcin del mundo. Si se hubiese aceptado su programa para revolucionar la enseanza laica -que fue abandonado de igual modo que sus escritos quedaron olvidados durante muchos aos- habra sido autor de una reforma progresiva, pero cuntos reforma

  • 40 LA IDEA DEL PROGRESO

    dores no ha habido antes y despus de Bacon en cuyas mentes nunca apareci la idea de Progreso?

    4

    As pues, las teoras baconianas de reforma cientfica, lejos de ser una anticipacin de la idea de Progreso, muestran hasta qu punto era imposible que semejante idea apareciese en la Edad Media. Todo el espritu de la cristiandad medieval lo exclua. La concepcin respecto del funcionamiento de la Providencia divina, la creencia en que el mundo, sorprendido como un hogar por un ladrn nocturno, pudiera en cualquier momento llegar a su repentino fin, tuvieron el mismo efecto que las teoras griegas de la naturaleza del cambio y los ciclos recurrentes del mundo. O, mejor dicho, tuvieron un efecto ms poderoso todava, ya que no eran conclusiones razonadas sino dogmas garantizados por la autoridad divina. Y el pesimismo medieval respecto de la condicin mundana del hombre era an ms negro y ms severo que el pesimismo de los griegos. Era compensado por la esperanza de felicidad en otra esfera, pero sta, al absorber la imaginacin, haca an menos probable la posibilidad de especular acerca del destino del hombre sobre la tierra.

    Tres

    1

    Los pases civilizados de Europa emplearon unos trescientos aos para pasar del clima mental del Medioevo al del mundo moderno. Esos siglos fueron uno de los pe

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    rodos ms claramente progresivos de la historia, pero las condiciones tampoco fueron favorables para la aparicin de una idea del Progreso, aunque se estaba preparando el milieu intelectual propicio para el nacimiento de esa idea.

    Este periodo progresivo, que muy adecuadamente se ha denominado Renacimiento, dur desde el siglo xiv hasta el xvn. Los mayores resultados significativos para nuestro presente propsito a los que lleg la mente humana en este estadio de su evolucin fueron dos. Se restaur la confianza en la razn humana y se reconoci que la vida en este planeta posea un valor independiente de cualquier temor o esperanza relacionados con una vida ultraterrena.

    Pero para abandonar la navet y la supersticin medievales, para asumir una actitud ms libre respecto de la autoridad teolgica y para desarrollar un nuevo concepto del valor de la personalidad individual, los hombres recurrieron a la gua de los pensadores griegos y romanos y resucitaron el espritu del mundo antiguo para exorcizar los fantasmas de las edades oscuras y tristes. Se volvieron as hacia una civilizacin pasada que entronizaron como un ideal en su ardor por los nuevos descubrimientos y en su reaccin antimedieval, con lo que apareci una nueva fuente de autoridad: la autoridad de los escritores de la Antigedad. En general, los pensadores del Renacimiento siguieron las tendencias y adoptaron muchos de los prejuicios de la filosofa griega. A pesar de que en este perodo tuvieron lugar grandes descubrimientos de consecuencias revolucionarias a largo plazo, la mayor parte de las inteligencias activas se ocuparon en redescubrir, elaborar, criticar e imitar lo antiguo. Hasta los ltimos aos del Renacimiento, la especu

  • 42 LA IDEA DEL PROGRESO

    lacin no empez a buscar el camino hacia nuevos puntos de partida. Slo entonces apareci una reaccin seria contra las ms profundas infidencias del pensamiento medieval.

    2

    Para ilustrar las limitaciones de este perodo tomemos a Maquiavelo, uno de los ms originales escritores que Italia haya producido nunca.

    En la base de la ciencia poltica de Maquiavelo hay determinados principios, que l, con su peculiar estilo asistemtico, indic de pasada pero que son esenciales para la comprensin de sus doctrinas. El primero es que el mundo de los seres humanos ha sido siempre idntico, aunque vare de un pas a otro, y que presenta siempre el mismo aspecto: unas sociedades que avanzan hacia la prosperidad y otras que decaen. Las que estn ascendiendo, llegarn a un punto que no podrn superar. Tampoco permanecern para siempre en ese nivel sino que comenzarn a declinar, ya que las cosas hum anas estn en perpetuo movimiento y deben ir, por tanto, hacia arriba o hacia abajo. De igual modo, los estados en declive llegarn finalmente a tocar fondo y comenzar entonces su ascensin. As pues, una buena constitucin u organizacin social slo puede durar poco tiempo.

    Es obvio que Maquiavelo fue ilustrado e inspirado por los antiguos en su concepcin de la historia. De sus premisas se segua que el estudio del pasado era del mismo valor porque permita al hombre que viese lo porvenir, pues todos los acontecimientos sociales de una poca se corresponden con otros de pocas pasadas.

  • INTRODUCCION 43

    Pues los acontecimientos son obra de los hombres, los cuales tienen y han tenido siempre las mismas pasiones, y por lo tanto sus efectos deben ser necesariamente los mismos.

    Maquiavelo se inspir tambin en sus maestros de la Antigedad al dar por sentado que una buena organizacin de la sociedad slo puede ser fruto del designio deliberado de un sabio legislador. Las formas de gobierno, as como las religiones son creaciones personales de una inteligencia individual, y la nica posibilidad de que una buena constitucin o una religin se mantengan por algn tiempo consiste en la represin constante de cualquier tendencia a alejarse de los designios originales de su creador.

    Es evidente que ambos principios estn lgicamente conectados. El legislador construye sobre la inmutabilidad de la naturaleza humana: lo que es bueno para una generacin debe serlo para la siguiente. Para Maquiavelo, igual que para Platn, cambio equivaldra a corrupcin. As pues, su teora fundamental exclua cualquier concepcin de que un orden social satisfactorio pudiera brotar gradualmente del trabajo impersonal de generaciones sucesivas que adaptasen sus instituciones a sus propias y cambiantes necesidades y aspiraciones. Es caracterstico de Maquiavelo, y otra de sus semejanzas con los pensadores antiguos, que buscase el estado ideal en el pasado: la Roma republicana.

    Estas doctrinas, la identidad de la naturaleza humana y la omnipotencia del legislador, no dejaban resquicio alguno para una teora del Progreso. Se ha sealado con razn que estas ideas se encuentran en la base de algunas de las ms famosas especulaciones del siglo xviii, aun cuando no en la forma rotunda en que Maquiavelo las present.

  • 44 LA IDEA DEL PROGRESO

    3

    La identidad de la naturaleza humana significaba, para Maquiavelo, que el hombre tendra siempre las mismas pasiones y los mismos deseos, idnticas debilidades y vicios. Este postulado era compatible con la opinin, ampliamente extendida, de que el hombre haba degenerado en el curso de los ltimos mil quinientos aos. sta era la deduccin fcil y natural de la exaltacin de la Antigedad griega y romana a una posicin de superioridad inalcanzable, especialmente en el campo del conocimiento. Si los griegos eran autoridad en filosofa y en ciencias, si eran inigualables en arte y literatura, si la Repblica romana, como crea Maquiavelo, era el estado ideal, haba que concluir que los poderes de la Naturaleza haban declinado y que sta ya no poda producir cerebros de la misma calidad. Es evidente que la idea del Progreso no poda aparecer hasta que no desapareciese esta paralizante teora.

    Aqu y all, a lo largo del siglo xvi, si bien tmida y espordicamente, los hombres empezaron a rebelarse contra la tirana de la Antigedad o, mejor, a preparar el camino hacia una rebelin abierta que se producira en el siglo xvii. Pronto empezaron a mostrarse brechas en la orgullosa acrpolis del saber antiguo. Coprnico min la autoridad de Tolomeo y sus predecesores, las investigaciones anatmicas de Vesalio daaron el prestigio de Galeno, Aristteles fue atacado en diferentes puntos por Telesio, Cardan, Ramus y Bruno. En algunas ramas de la ciencia comenz una innovacin que sirvi de heraldo para una revolucin radical en el estudio de los fenmenos naturales, aunque el significado general de las perspectivas que abran esas investigaciones era

  • INTRODUCCION 45

    tan slo vagamente atisbado en aquellos tiempos. Los pensadores y los hombres de ciencia vivan un crepsculo intelectual. Era el crepsculo del amanecer. Por un lado, tenemos el misticismo que culmin en las especulaciones de Bruno y Campanella; por otro, el escepticismo de Montaigne, Charron y Snchez. La desorientacin que sufra el saber se muestra en el hecho de que, mientras Bruno y Campanella aceptaban la astronoma de Coprnico, ese mismo sistema era rechazado por un hombre que, en otros muchos aspectos, puede pretender que se le reconozca como un moderno: Francis Bacon.

    Peto la tendencia creciente a desafiar la autoridad de los antiguos no separa a este perodo del espritu total que inform al Renacimiento, ya que estaba subordinada o era incidental en relacin con un inters ms general e importante. Rehabilitar al hombre natural, p ro clamar que debera ser el dueo de su propio destino, afirmar su libertad en el campo de la literatura y del arte, fue la tarea del primer Renacimiento. El problema del Renacimiento tardo consista en completar esa emancipacin en el terreno del pensamiento filosfico. La atrevida metafsica de Bruno, la cual habra de expiar en la hoguera, ofreci la solucin menos ortodoxa y ms completa. La deificacin de la Naturaleza y del hombre como parte de aqulla implicaba la liberacin de la humanidad de cualquier autoridad externa. Pero otros pensadores de la poca, si bien menos audaces, estuvieron igualmente inspirados por la idea de interrogar libremente a la naturaleza y se dedicaron de lleno a realizar el programa del Renacimiento: la reivindicacin de este mundo como poseedor de un valor humano independiente de sus relaciones con cualquier esfera ultraterrena. Los arrebatos

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    de Giordano Bruno y la sobriedad de Francis Bacon se hallan aqu sobre una base comn. Todo el movimiento era el preludio necesario para una nueva era en la que la ciencia sera soberana.

    Conviene sealar que haba un sentimiento general de complacencia con respecto a la necesidad de aprender y a los objetivos intelectuales. Rabelais expresa este optimismo. Garganta, en una carta a Pantagruel, que estudiaba en Pars, comenta a su hijo las grandes mejoras en el conocimiento y en la educacin que, dice l, acababan de producirse.

    El mundo est lleno de sabios, maestros cultivados, amplias bibliotecas y pienso que ni en tiempos de Platn, de Cicern o de Papiniano hubo tantas facilidades para el estudio como en la actualidad.

    Indudablemente a lo que Garganta se refiere en una educacin liberal humanstica es al estudio de las lenguas y literaturas de la Antigedad, pero su satisfaccin ante la presente difusin del saber junto con la sugerencia de que, al menos en esto, sus contemporneos tienen ventaja sobre los antiguos, es el punto significativo. Esta satisfaccin brilla tambin en la observacin de Ramus de que en un siglo hemos vist mayores progresos en los hombres y en el saber que cuanto pudieron ver nuestros antepasados en el curso total de los catorce siglos anteriores15.

    En esta ltima fase del Renacimiento, que incluye el primer cuarto del siglo xvii, se estaba preparando el terreno en el cual germinara la idea del Progreso. Y nuestra historia de sus orgenes comienza con el trabajo de dos hombres que pertenecen a este tiempo: Bodino, ape-

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    as conocido ms que por los especialistas en ciencias polticas, y Bacon, conocido de todos. Ambos tuvieron una ms amplia comprensin de la significacin de su propia poca que cualquiera de sus contemporneos y aunque ninguno de los dos expuso una teora del Progreso, ambos contribuyeron a la elaboracin de un pensamiento que colabor directamente en su aparicin subsiguiente.

  • 1. Algunas interpretaciones de la Historia Universal: Bodino y Le Roy

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    Hay un gran desnivel entre el genio de Maquiavelo y el historiador francs Juan Bodino, el cual public su introduccin a los estudios histricos1 unos cuarenta aos despus de la muerte de aqul. Sus opiniones y su mtodo difieren en gran medida de los del gran pionero, al que ataca. Sus lectores no fueron atrados por sus sorprendentes innovaciones o su doctrina inmoral. Bodino es cauto e inspido.

    Pero los pensamientos de Bodino abarcaban un campo mucho ms amplio que los de Maquiavelo, concentrado por completo en la teora poltica, y su importancia para nosotros no estriba en las especulaciones polticas por medio de las cuales trat de probar que la monarqua es la mejor forma de gobierno2, sino en su tentativa de sustituir con una nueva teora de la historia universal la teora prevaleciente en la Edad Media. Bodino rechaz la concepcin popular de una Edad de Oro y de la subsiguiente degeneracin de la humanidad, y re

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  • 1. ALGUNAS INTERPRETACIONES DE LA HISTORIA UNIVERSAL: BODINO Y LE ROY 49

    fut la opinin, corriente entre los telogos medievales y basada en las profecas de Daniel, que divida la historia en cuatro perodos correspondientes a las monarquas babilnica, persa, macednica y romana, la ltima de las cuales habra de durar hasta el da del juicio. Bodino sugiere una divisin en tres grandes perodos: el primero, de unos dos mil aos de duracin, en el que predominaron los pueblos del sudeste; el segundo, de igual duracin, en el que los que l llamaba pueblos medios (mediterrneos) desempearon un papel principal; el tercero es aqul en que los pueblos del norte que arrasaron Roma se convirtieron en rectores de la civilizacin. Cada perodo est marcado por el carcter psicolgico de cada uno de los grupos raciales dominantes. La caracterstica del primero es la religin! la del segundo la sagacidad prctica y la del tercero el arte de la guerra y la capacidad de invencin. Esta divisin anticipa la sntesis de HegeP. Pero lo interesante es que se basa en consideraciones antropolgicas en las que se toma en cuenta el clima y la geografa y, pese a la crudeza de la exposicin total y a la intrusin de argumentos astrolgicos, es un nuevo paso en el estudio de la historia universal.

    He dicho que Bodino rechaz la teora de la degeneracin del hombre junto con la tradicional creencia en una edad previa, de virtud y felicidad. La razn que dio para ello es importante. Los poderes de la naturaleza han sido siempre uniformes. Es ilegtimo suponer que haya podido producir en un momento dado los hombres y las condiciones postuladas por la teora de la Edad de Oro y que no pueda producirlos en otro. En otras palabras, Bodino afirma el principio de las facultades permanentes e inalterables de la naturaleza, y, como veremos en seguida, este principio era significativo. No debe ser confundido

  • 50 LA IDEA DEL PROGRESO

    con la doctrina de la inmutabilidad de las cosas humanas sostenida por Maquiavelo. El escenario humano ha cambiado ampliamente desde la poca primitiva del hombre; si la supuesta Edad de Oro pudiera ser revivida y comparada con la nuestra, nos parecera una edad de Hierro4. Pues la historia depende en gran medida de la voluntad humana, permanentemente cambiante: cada da aparecen nuevas leyes, nuevas costumbres, nuevas instituciones, seculares y eclesisticas, y tambin nuevos errores5.

    Pero en este escenario cambiante podemos observar cierta regularidad: una ley de oscilacin. El ascenso es seguido del declive, y viceversa: es un error pensar que el gnero humano est continuamente degenerando6. Si as fuera, hace ya tiempo que habramos tocado fondo en vicio e iniquidad. Por el contrario, ha habido, a travs de esa serie de oscilaciones, un ascenso gradual. En las edades que tan a la ligera han sido llamadas de Oro o de Plata los hombres vivan como las bestias salvajes, y desde este estado han llegado a alcanzar la humanidad de las costumbres y el orden social que prevalecen en la actualidad7.

    As pues, Bodino reconoce que ha habido un progreso. Esto no es nuevo, pues tal haba sido ya la opinin de los epicreos, por ejemplo. Pero en el mundo haban sucedido muchas cosas desde el tiempo en que la filosofa de Epicuro estaba viva y Bodino tena que tomar en consideracin mil doscientos aos de nuevos acontecimientos. Poda ponerse al da la teora epicrea?

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    Bodino trata la cuestin casi exclusivamente desde el punto de vista del conocimiento humano. Al negar totalmente la degeneracin humana, Bodino expresaba tan

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    slo lo que muchos pensadores del siglo xvi haban presentido, aunque tmida y oscuramente. Los filsofos y los hombres de ciencia que criticaron en determinados puntos a los antiguos no formularon una opinin general sobre la posicin privilegiada de la Antigedad. Bodi- no fue el primero en hacerlo.

    El saber, las letras y las artes sufren sus vicisitudes propias, dice; nacen, crecen y florecen para luego declinar y perecer. Tras la decadencia de Roma hubo un largo perodo de inactividad que fue seguido por un esplndido resurgimiento del saber y una productividad intelectual que no ha sido excedida por ninguna otra edad. Los descubrimientos cientficos de los antiguos merecen una alta estima, pero los modernos no slo han visto bajo una nueva luz los fenmenos que aqullos haban explicado slo parcialmente, sino que han realizado descubrimientos de igual o incluso superior importancia. Tomemos, por ejemplo, la brjula marina que ha hecho posible la circunnavegacin de la tierra y el comercio universal mediante el cual el mundo se ha convertido, por as decirlo, en un estado nico8. Tomemos los avances que se han realizado en geografa o astronoma, el descubrimiento de la plvora, el desarrollo de la industria textil y el de otras industrias. La invencin de la imprenta, por s sola, puede compararse con cualquiera de los inventos de los antiguos9.

    Lo que de aqu infiere un lector moderno de modo evidente es que en el futuro habr oscilaciones semejantes y se realizarn nuevos descubrimientos, tan notables como cualquiera de los realizados en el pasado. Pero Bo- dino no saca esta consecuencia. Se limita al pasado y al presente y no dice nada respecto del futuro. Pero no est obsesionado por visiones del lin del mundo o la venida

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    del Anticristo; tres siglos de humanismo lo separan de Roger Bacon.

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    Y, sin embargo, la influencia del medievalismo, que en esos tres siglos se haban esforzado en superar, segua siendo an pertinaz. La autoridad de los griegos y los romanos, renovada por el renacimiento del saber, pesaba an ms sobre pensadores como Bodino que no sentan escrpulos en criticar libremente a los autores antiguos. Y as, en su tentativa intelectual de buscar una clave de la historia universal, Bodino estaba obstaculizado por teoras teolgicas y csmicas, legado del pasado. Es significativo de su tendencia mental el hecho de que, al tratar del declive peridico de las ciencias y las letras, sugiere que puede deberse a la accin directa de Dios, que castiga a quienes usan mal de esas ciencias tratando de destruir al hombre.

    Pero sus reflexiones estaban particularmente prejuiciadas por su fe en la astrologa que, pese a los esfuerzos de humanistas como Petrarca, Eneas Silvio y Pico para desacreditarla, mantena su influencia sobre muchos eminentes pensadores del Renacimiento que se haban emancipado en otros aspectos. Aqu Bodino se halla unido a Maquiavelo y Francis Bacon. Pero no satisfecho con la doctrina de la influencia astral sobre los acontecimientos humanos, busc otra clave para explicar los cambios histricos en la influencia de los nmeros, reviviendo las ideas de Pitgoras y de Platn, elaborndolas a su modo. Bodino enumera la duracin de la vida de muchos hom bres famosos para demostrar que puede ser expresada por las potencias del 7 y del 9, o los productos de esos

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    nmeros. Otros nmeros que tienen virtudes especiales son las potencias del 12, el nmero perfecto10 496 y otros ms. Da muchos ejemplos para probar que esos nmeros msticos determinan la duracin de los imperios y estn en la base de la cronologa histrica. Por ejemplo, la duracin de las monarquas orientales desde Nio hasta la conquista de Persia por Alejandro Magno fue de 1.728 aos (= 123). Atribuye a la Repblica romana una duracin de 729 (= 93) aos desde la fundacin de Roma hasta la batalla de Accio.

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    Difcilmente se puede esperar una visin del Progreso de quien crea en una teora tal, que muestra los lmites de la visin sobre el mundo durante el Renacimiento. Lo nico que podemos alegar en su favor, tanto en este punto como en sus creencias astrolgicas, es que Bodino intenta conectar simplemente la historia humana con el resto del universo j establecer el principio de que el mundo est constituido segn un plan divino, en el cual todas las partes estn ntimamente interrelacionadas. Sin embargo, Bodino evita cuidadosamente cualquier fatalismo. Mantiene, como hemos visto, que la historia depende en gran medida de la voluntad humana. Se aproxima a la idea del Progreso ms de lo que nadie lo haba hecho antes que l: se encuentra en el umbral.

    Si descartamos sus especulaciones astrolgicas y pitagricas y varios parntesis teolgicos que no perturban su argumentacin, su obra anuncia una nueva visin de la historia, optimista en lo que se reitere al curso de la vida humana en la tierra, sin retenrse a una vida futura. En esta visin optimista hay que resaltar particularmen

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    te tres puntos que han sido esenciales para el crecimiento posterior de la idea del Progreso. En primer lugar, su decisivo rechazo de la teora de la degeneracin que haba sido un perpetuo obstculo para la aprehensin de este concepto. En segundo lugar, la franca asercin de que su poca era totalmente igual, y en algunos aspectos superior, a la Antigedad, en el campo de las ciencias y las artes. Bodino mantiene reverentemente en su pedestal a los antiguos, pero eleva otro pedestal, y ste es algo ms alto, para los modernos. Veremos la importancia de esto cuando consideremos el movimiento intelectual sobre el que, posteriormente, emerger la idea del Progreso. En tercer lugar, concibi la idea del inters comn de todos los pueblos de la tierra, concepcin que se corresponda con la antigua idea ecumnica de los griegos y los romanos11, pero que alcanzaba una nueva significacin con los descubrimientos de los modernos navegantes. Bodino habla repetidamente del mundo como de un estado universal y sugiere que las distintas razas han de contribuir al bien comn de la totalidad mediante sus aptitudes y cualidades peculiares. Este concepto de la solidaridad de los pueblos habra de ser un elemento de decisiva importancia en el desarrollo de la doctrina del Progreso.

    Estas ideas se hallaban ya en el ambiente. Otro francs, el estudioso de los clsicos, Louis Le Roy, traductor de Platn y Aristteles, mantuvo opiniones semejantes en un trabajo menos clebre, Sobre la vicisitud o variedad de las cosas en el Universon . Contiene un resumen de los grandes perodos en que pueblos determinados llegaron a un estado excepcional de poder y prosperidad, y se anticipan historias posteriores de la civilizacin al tratar superficialmente los acontecimientos polticos y fijar la

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    atencin sobre las realizaciones humanas en el campo de la ciencia, de la filosofa y de las artes. Comenzando con el progreso del hombre desde su primitivo estado salvaje hasta llegar a una sociedad ordenada -u n esquema basado sobre las conjeturas de Platn en el Protgoras-, Le Roy pasa revista a la historia y sopesa los mritos de egipcios, asirios y persas, griegos, romanos y sarracenos, para terminar con la consideracin de los tiempos modernos. Los hechos, piensa Le Roy, muestran que el arte blico, la elocuencia, la filosofa, las matemticas y las bellas artes florecen y declinan conjuntamente.

    Pero declinan. Las cosas humanas no son perpetuas: todo recorre un ciclo idntico de nacimiento, progreso, perfeccin, corrupcin y muerte. Pero esto no explica la sucesin de los imperios en el mundo ni los cambios en el escenario de la prosperidad desde un pueblo o conjunto de pueblos hacia otro. Le Roy encuentra la causa en los designios de la Providencia. Dios, opina, se cuida de todas las partes del Universo y ha distribuido la supremaca en las armas y en las letras primero a Asia, luego Europa y despus frica, haciendo que la virtud y el vicio, el saber y la ignorancia, viajen de un pas a otro para que todos, cada uno en su turno, puedan compartir la buena y la mala fortuna y ninguno se vuelva demasiado orgulloso a causa de una prolongada prosperidad.

    Pero qu decir de la Edad Moderna en Europa occidental? Le Roy afirma que est completamente a la altura de los ms ilustres tiempos del pasado y, en algunos aspectos, es superior a ellos. Casi todas las artes liberales y mecnicas de la Antigedad, perdidas durante mil doscientos aos, han sido restauradas y se han realizado nuevos descubrimientos, especialmente la imprenta y la brjula marina y yo otorgara el tercer lugar a la in

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    dustria del armamento si no pareciese que ste se ha creado ms para ruina que para utilidad del gnero humano. Nuestros conocimientos de astronoma y cosmografa superan a los de los antiguos.

    Podemos afirmar que todo el mundo nos es ya conocido, as como todas las razas humanas. stas pueden intercambiar sus mercancas y proveer a sus mutuas necesidades como habitantes de la misma ciudad o estado mundial.

    De ah que haya habido un notable incremento de la riqueza.

    El vicio y el sufrimiento son, desde luego, siempre graves, y nos hallamos desgarrados por la hereja, pero ello no es prueba de un general deterioro de la moral. Si esta inveterada queja, estribillo constante de los viejos de todas las pocas, fuera cierta, el mundo habra llegado ya al extremo de la corrupcin, y la integridad hubiera desaparecido totalmente. Sneca, hace mucho tiempo, haba criticado acertadamente este fenmeno. Hoc maiores nostri questi sunt, hoc nos querimur, hoc posteri nostri querentur, eversos esse mores... A t ista stant loco eo- dem. Quiz Le Roy estuviese pensando particularmente en el curioso libro Apologa de Herodoto, en el que el eminente investigador de la cultura griega, Henri Es- tienne, expona con prejuicios calvinistas las iniquidades de los tiempos modernos y la corrupcin de la Iglesia catlica13.

    Pero si juzgamos segn nuestra pasada experiencia, no tendramos que reconocer que nuestro tiempo seguir el mismo camino que las grandes edades del pasado, con las que rivaliza y a las que incluso supera? Acaso no es una leccin de la historia que tambin nuestra ci

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    vilizacin, una vez que haya llegado a su perfeccin, declinar inevitablemente y morir? Le Roy no esquiva esta cuestin. ste es el tema que ha dominado toda su exposicin y lo plantea vivamente.

    Si el recuerdo del pasado consiste en instruir al presente y anticipar el futuro, habra que temer que una vez alcanzado un tal grado de excelencia, el poder, la sabidura, los estudios, los libros, la industria decaern, como ha sucedido en el pasado, y desaparecern surgiendo la confusin tras el orden y la perfeccin actuales, la barbarie tras la civilizacin, la ignorancia tras el saber. Ya me parece ver en la imaginacin que otras naciones distintas en su forma, su complexin y sus usos, invadirn Europa -al igual que los antiguos godos, hunos, vndalos, lombardos y sarracenos- y destruirn nuestras ciudades y nuestros palacios, quemarn nuestras bibliotecas y devastarn toda belleza. Imagino que habr guerras civiles y exteriores en todos los pases y que habr facciones y herejas que profanarn todo lo divino y lo humano, habr hambre, plagas e inundaciones, el universo se acercar a su fin, la confusin mundial y la vuelta de las cosas al caos originario.14

    Pero, tras habernos llevado hasta esta conclusin pesimista, Le Roy la considera repugnante y se resiste a aceptarla. Como un dramaturgo en una situacin sin salida, escapa del nudo que l mismo ha atado introduciendo un deus ex machina.

    Aunque es cierto que estas cosas suceden segn la fatal ley del mundo y tienen sus causas naturales, sin embargo los acontecimientos dependen sobre todo de la Providencia divina, que es superior a la naturaleza y es la nica que conoce los tiempos predestinados de los acontecimientos.

    Es decir, el problema de si la experiencia pasada es vlida depende al final de cuentas de la Providencia. Quin

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    puede decir que la Edad Moderna no ser la excepcin a la regla que ha prevalecido hasta el presente? Obremos como si as fuera.

    sta es la moral prctica sobre la cual insiste Le Roy en el ltimo libro de su disertacin. No podemos permitir una paralizacin o un desfallecimiento en nuestro trabajo a la vista del destino de las civilizaciones pasadas, sino que hemos de trabajar con ahnco para traspasar a la posteridad cuanto hemos realizado y hemos de aumentar los descubrimientos del pasado mediante nuevas investigaciones. Porque el saber es inagotable.

    No seamos tan ingenuos como para que creamos que todo est dicho por los antiguos, que lo saban todo y no dejaron nada que descubrir a sus sucesores. O que la naturaleza les dispens todos sus favores y qued estril para el futuro.

    Aqu Le Roy mantiene el principio de Bodino acerca de la permanencia de las fuerzas naturales, principio que fue sostenido con mayor fuerza an en el siglo siguiente. La Naturaleza es ahora la misma de siempre y puede producir inteligencias tan grandes como siempre. Los elementos tienen el mismo poder, las constelaciones siguen manteniendo su orden tradicional, los hombres estn hechos del mismo material. No hay nada en esta poca que pueda impedir que nazcan hombres de talento semejante al de Platn, Aristteles o Hipcrates.

    Filosficamente, la conclusin de Le Roy renquea. Se nos pide que abandonemos los datos de la experiencia y que actuemos movidos por la eventualidad. Sin embargo, no deja de ser significativo el esfuerzo del optimista por salirse de la lgica de su propio argumento. No posee el concepto de un propsito creciente ni de una unidad subyacente a la historia humana, pero piensa que la

  • 1. ALGUNAS INTERPRETACIONES DE LA HISTORIA UNIVERSAL: BODINO Y LE ROY 59

    Providencia -la vieja Providencia de San Agustn, que prepar los sucesos de la historia de Roma previendo la venida de Cristo- puede prolongar, por alguna razn desconocida, la Edad Moderna indefinidamente. Al pensar as, Le Roy obedece al instinto de optimismo y de confianza que empezaba ya a crear el ambiente propicio para la revolucin intelectual del siglo siguiente.

    Su libro fue traducido al ingls pero no alcanz, ni en Francia ni en Inglaterra, una influencia comparable a las especulaciones de Bodino. Sin embargo, sugera las mismas tres opiniones que mantuvo ste, y debe haber contribuido a su propagacin. Esos principios son: que el mundo no ha degenerado, que el tiempo moderno no es inferior respecto de la Antigedad clsica y que las razas de la tierra forman ahora una especie de repblica mundial.

  • 2. La utilidad como finalidad del saber: Bacon

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    Entre los grandes precursores de una nueva forma de pensar, Francis Bacon ocupa una posicin privilegiada. Elabor un programa bien definido para una gran renovacin del saber; Bacon era ms consciente que sus contemporneos de la necesidad de romper con el pasado y empezar de nuevo, y su mtodo de jiensamiento nos es ms prximo intelectualmente que las especulaciones de un Bruno o de un Campanella. Por ello es fcil comprender que se le considere a menudo, especialmente en su pas, como algo ms que un precursor, como el primer filsofo que se encuentra claramente dentro de los linderos de la Edad Moderna.

    Evidentemente, no es una cuestin de fundamental importancia el modo en que clasifiquemos a los hom bres que se encuentran en el lmite entre dos mundos, pero hay que reconocer que en muchos aspectos Bacon haba superado a sus contemporneos, a los que no podemos disociar del Renacimiento, aunque en otros, por

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  • 2. LA UTILIDAD COMO FINALIDAD DEL SABER: BACON 61

    ejemplo la fe en la astrologa y en los sueos, est al mismo nivel e incluso haya sido superado en un punto esencial -que podramos tomar como referencia para comprobar el progreso mental en este perodo- por Bruno y Campanella. Para Bacon, Coprnico, Kepler y Galileo haban trabajado en vano, ya que l se adhera obstinadamente al viejo sistema geocntrico.

    Hemos de recordar tambin que el principio sobre el cual bas su ambicioso programa de reforma de la ciencia -que la experimentacin es la clave para descubrir los secretos de la naturaleza- no era nada nuevo. No necesitamos insistir en el hecho de que esto lo haba anticipado Roger Bacon; sin embargo, las ideas de ese maravilloso pensador no haban cobrado vigencia en una edad inmadura para comprenderlas. Pero la interrogacin directa a la naturaleza ya estaba reconocida tanto en la teora como en la prctica en el siglo xvi. Bacon no hizo sino insistir con mayor fuerza y ms explcitamente sobre ese principio, formulndolo con mayor precisin. Esclareci y explic las ideas progresistas que inspiraron el pensamiento cientfico del ltimo perodo del Renacimiento europeo, del cual, en mi opinin, no puede ser disociado.

    Pero al esclarecer y definir esas ideas progresistas, hizo una contribucin al desarrollo del pensamiento humano que tuvo gran importancia y reviste especial significacin para nuestro tema. En la esperanza de un gradual crecimiento del saber haba sido precedido por Roger Bacon, y antes por Sneca. Pero con Francis Bacon esa idea adquiere un valor completamente distinto. Para Sneca, la exploracin de la naturaleza constitua el medio de escapar a las srdidas miserias de la vida. Para el fraile de Oxford, la principal aplicacin de la extensin

  • 62 LA IDEA DEL PROGRESO

    del saber era prepararse para la venida del Anticristo. Francis Bacon dio el tono moderno; para l, el fin del conocimiento es la utilidad.

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    El principio de que el verdadero fin del saber es mejorar la vida humana, acrecentar la felicidad de los hombres y mitigar sus sufrimientos -commodis humanis inservire- fue el norte y gua de Bacon a lo largo de toda su labor intelectual. Declar que el avance de la felicidad del gnero humano era el propsito principal de las obras que haba escrito o pergeado. Consideraba que todos sus predecesores se haban equivocado porque no cayeron en la cuenta de que el finis scientiarum, el verdadero y legtimo fin de las ciencias es dotar a la vida humana de nuevas invenciones y riquezas, e hizo de este propsito el punto de referencia para comparar el valor de las diferentes ramas del saber.

    El verdadero objeto, por tanto, de la investigacin de la naturaleza no es, como pensaban los griegos, la satisfaccin especulativa, sino el establecimiento del dominio humano sobre la naturaleza; y Bacon consideraba que ello era posible, con tal de que se introdujesen nuevos mtodos para afrontar los problemas. Aparte de lo que podamos pensar de su osado acto de hacer descender a la ciencia natural desde las nubes y destinarla a la funcin de atender a las conveniencias materiales y al bienestar humano, podemos criticar a Bacon por su doctrina de que cada rama de la ciencia debera ser estudiada con la vista puesta exclusivamente en su finalidad prctica. Pensaba que las matemticas deberan comportarse, en caso necesario, como humildes sirvientes sin aspiraciones

  • 2. LA UTILIDAD COMO FINALIDAD DEL SABER: BACON 63

    propias. Sin embargo, no ha sido ste el rumbo que ha tomado el dominio del hombre sobre la naturaleza desde tiempos de Bacon. La mayor parte de las cosas valiosas y sorprendentes que ha logrado la ciencia para la civilizacin no se habran realizado nunca si cada rama del saber no hubiera estado guiada por su propio ideal, independiente de la totalidad especulativa1. Pero ello no invalida el principio pragmtico de Bacon ni disminuye la importancia del hecho de que, al sostener la perspecti