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  • 8/11/2019 C. Medina

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    Educando a Frankenstein

    Cuauhtmoc Medina

    UNO.

    La curadura como todos sabemos no es una profesin liberal; lacapacitacin de un curador no est definida por una formacin relativamentehomognea dentro de la educacin superior, al contrario de lo que ocurre conlas ciencias o las humanidades, sobre todo porque el derecho de ejercercomo curador no est regido por una restriccin autoimpuesta sobre lascompetencias, que otorgue a un cuerpo acadmico, sindical o profesional elderecho de otorgar validez a los ttulos o condiciones bajo las cuales unapersona est habilitada para trabajar en cierto campo. A diferencia delimpulso hacia la profesionalizacin presente, desde hace unos treinta aos,

    en el desarrollo de las diferentes profesiones del mundo musestico bajo elparadigma estatal francs de la museologa y la museografa impulso que, atravs de diversas asociaciones como el Consejo Internacional de Museos(ICOM) o el Comit Internacional para Museos y Colecciones de Arte(CIMAM), ha intentado generalizar un cdigo deontolgico formal y unaregulacin tica de las prcticas musesticas, la nocin de curadura, porotro lado, se ha resistido a toda nocin de regulacin acadmica o profesional.Parafraseando la conocida tipologa de Max Weber de las formas deautoridad y a pesar de los temores de muchos de nuestros colegas queaprendieron su oficio a travs de la sucesin que es caracterstica de laantigua prctica del aprendiz, o de aquellos que se hicieron curadores pormedio de un tipo de autoproclamacin carismtica, lo cierto es que unsistema moderno racional-legal de reproduccin de los curadoresprofesionales sigue siendo apenas una fraccin del actual sistema dereproduccin de la profesin. De hecho, puede decirse que prcticamente nohay curador para quien el llamado de la vocacin no involucre hasta ciertopunto, una mezcla peculiar de modalidades de inicio genealgicas,burocrticas y mesinicas.

    DOS.

    Como sealaron Nathalie Heinich y Michael Pollak a finales de la dcada de1980 (aunque estaban equivocados al pensar que se trataba tan slo de unacondicin transitoria), el desarrollo de la nocin contempornea del curadorconlleva un cierto proceso de desprofesionalizacin.

    1Las funciones que

    parecan ser, desde el punto de vista del paradigma moderno del desarrollode las profesiones, el resultado de una tendencia hacia la especializacin queacompaaba a un conocimiento cada vez ms sofisticado y a una mayordivisin de tareas, parecen desintegrarse de manera cada vez msidiosincrtica en la condicin del curador. Las tareas reservadasanteriormente a los crticos de arte, a los encargados de recabar fondos, a los

    expertos en arte, a los artistas, a los galeristas, a los funcionarios culturales,a los diseadores de museos, a los archivistas, a los agentes artsticos, a los

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    historiadores, a los activistas, a los tericos, a los aficionados, a lassecretarias y a los asesores profesionales, se fusionan en una mezcolanzaposmoderna. Cada curador es, por regla, una especie de Frankenstein, uncompuesto de todas esas identidades que antes eran estables. No obstante,la mezcla y confusin de los constructos de tales disciplinas no es nunca

    homognea: hasta los curadores institucionales son valorados precisamentepor aquello que sus colegas no son.

    Sin embargo, Heinich y Pollak se equivocaron al entender esa crisisde la profesin como resultado de un aumento y especializacin de lasprcticas de las exhibiciones temporales y/o como la adjudicacin de autorade las exposiciones, provocada por la invasin de filsofos, antroplogos yartistas que asuman el papel de productores de exposicin y por laapropiacin de lo que la teora del cine llama el auteur, o para ser msprecisos, el curauteur. Antes bien, debemos tomar en cuenta la deuda quela redefinicin y la des-definicin de las prcticas curatoriales tienen con al

    menos dos momentos histricos del arte: la autoconciencia de la institucindel arte y la naturaleza contextual de la prctica artstica, derivadas en granmedida de las coaliciones entre artistas, pensadores y activistas culturales entorno del arte conceptual a finales de los aos sesenta e inicios de los setentaen la metrpoli; y la agitacin debida a la concientizacin geopoltica, laspolticas identitarias y la historia del arte provocadas por la visibilidad queadquirieron las prcticas artsticas de la as llamada periferia y ese complejoentrecruzamiento de regiones, genealogas y conceptos causado por lasrevoluciones del arte poscolonial y global de los aos noventa. Al conceptodel curador contemporneo le son inherentes tanto la sensibilidad autocrticaque transform las exposiciones, instituciones y proyectos en

    autocuestionamientos de los protocolos del poder institucional que elconceptualismo provoc, como la desterritorializacin, la traduccin, lasnegociaciones y las contaminaciones suscitadas por el descentramiento delmundo del arte.

    2Mucho ms que la creacin, son dos las palabras que

    plagan el vocabulario de nuestro oficio: negociacin e intervencin. De hecho,se podra aseverar que si la curadura se aleja del ideal de pureza crtica delintelectual del siglo XX, ello se debe a que su modo de operar y de pensartiene que ver con lo particular, y que, junto con la crtica, siempre instiga unacierta negociacin con los poderes, las epistemologas y los discursospblicos. Un curador debe negociar todo menos su manera de negociar. Esaes la razn por la cual el trmino curador, ms all de su genealoga comottulo heredado de la antigua ley romana (el curatus, el conservador, cuidadoro superintendente de una propiedad ajena: por ejemplo, la de un hurfano),es el lugar de una permanente revisin y reinvencin de los contextosartsticos.3

    TRES.

    Dado que la curadura, como se afirm anteriormente, es una actividadcontextual, estratgica, autocrtica y sobre todo ad hoc, cmo es que hemos

    llegado a asumir de manera tan generalizada que la capacitacin curatorialpuede ser una cuestin de educacin superior? Cmo se puede pretender

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    ensear, esto es, impartir el conocimiento y ensear las destrezas de unaprctica inherentemente indeterminada y, en gran medida, sin regulacin?Cmo se puede pretender reproducir individuos capaces de asumirfunciones tan hbridas, canbales y singulares? Espero que compartamos laidea de que, dada su posicin problemtica en tanto que profesin, la

    curadura no slo rechaza una definicin general, sino que adems pareceser algo imposible de ensear como tal. La gente seconvierte/asume/presume la funcin del curador, y ningn grado deeducacin superior puede garantizar que alguien sea capaz de realizar unacuradura, y mucho menos una curadura adecuada. Esta observacin, queadems implica el reconocimiento de que la vocacin de curador es uncampo abierto (esto es, el campo extrauniversitario), sin embargo deja unamplio margen para acompaar, nutrir y tutelar el proceso de la accincuratorial. En resumen: es posible que no se pueda ensear la curadura,pero es perfectamente viable (y cada vez ms productivo) educar a loscuradores, esto es, persuadirlos de una cantidad de modos posibles de

    operacin, ayudar en su desarrollo intelectual, tico y esttico, contribuir a larefinacin de sus criterios mediante la asesora y la crtica de su prctica. Enotras palabras, la curadura no es una disciplina que pueda ser racionalizadapor un conjunto de cursos y tareas establecidas, pero los individuos queestn en el proceso de convertirse en curadores profesionales se puedenbeneficiar de la experiencia de un espacio especulativo e intersubjetivo deestudio de la disciplina. Todo esto ocurre, desde luego, especialmente en elcaso de individuos que carecen del todo de experiencia curatorial previa oestn, de hecho, volviendo al sistema universitario en busca de laoportunidad de revolucionar sus propias trayectorias. De igual manera, esmuy posible que los curadores obtengan un beneficio especfico al buscar supropia educacin fuera de los programas de estudios curatoriales,involucrndose en una capacitacin dentro de cualquier otra disciplinapertinente, de acuerdo con sus propias prioridades especficas.

    De hecho, a pesar de una tendencia lgica y centrfuga que impulsa alos cursos curatoriales hacia la innovacin y la diferenciacin unos de otros en especial en los ltimos cinco aos, cuando el relativo monopolio de losfundadores de los programas de estudios curatoriales (Bard College y elRoyal College of Art) fue seriamente socavado por muchas otrasinstituciones, la formacin de curadores implica muchos elementos encomn. Pese a la enorme diversidad en el diseo de los folletos acadmicos,la mayora de los programas de estudios curatoriales dignos de ese nombre,tanto en el Norte como en el Sur, tanto en programas universitarios deposgrado como en operaciones informales y casi amateurs, tiende aproporcionar a sus participantes un ncleo de recursos pedaggicos:

    a) Una serie de cursos o seminarios de teora, historia del arte ehistoria de la exhibicin para brindar a sus estudiantes ciertospuntos de referencia histricos y tericos en comn. No esnecesario decir que tales contenidos nunca son neutros: infundenciertas visiones hegemnicas, que ms tarde se fusionan en elengranaje de principios ideolgicos de la prctica.

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    b) Una experiencia supervisada, ya sea individual o colectiva, demontaje de una exposicin o gestin de proyecto, que permite unacierta prctica profesional y la oportunidad de adquirir visibilidad.Sin duda estas experiencias, la mayora de las veces, siguen elmodelo de ciertas formas paradigmticas de organizaciones

    profesionales. De hecho, la diferencia ms significativa entre lasmuestras finales de instituciones tpicas como el Centro deEstudios Curatoriales (CCS) del Bard College, en Estados Unidos,y el Curso de Curadura Contempornea del Royal College of Art,en el Reino Unido, consisti en que la muestra final del RCA hacaque los estudiantes compartieran la experiencia de la divisin detareas entre el personal de un proyecto musestico, mientras quelas muestras individuales en el Bard College enfatizaban laautosuficiencia del curador independiente (o con financiamientoprivado).

    c) Una constante exposicin a conferencias, dilogos y visitastanto de colegas establecidos como emergentes, a quienesusualmente se les pide que hablen sobre las particularidades de supropia experiencia prctica. Tal interaccin reconoceimplcitamente que, dada la imposibilidad de desarrollar una teorade la curadura, la formacin de un curador depende en granmedida de la emulacin, la actitud crtica, las deudas intelectuales,la valoracin y el contagio de las trayectorias de otros curadoresprofesionales, y de la experiencia del razonamiento oracionalizacin de su prctica e incluso de ejemplos de lasactitudes profesionales que ellos han desarrollado a travs del

    tiempo. De igual manera, ser invitado a dar conferencias en talesinstituciones, especialmente en los centros metropolitanos,representa para la comunidad curatorial un tipo de reconocimientodel estatus individual como ejemplos ilustrativos de un cierto tipode contexto o prctica.

    d) Una porcin del capital simblico de la institucin y su facultad,en trminos de proporcionar a los curadores cierto nmero deoportunidades de insertarse en diversas redes artsticas,curatoriales, institucionales y crticas. Esto va desde dar a losparticipantes una validacin implcita para realizar visitas de

    estudio y una cierta exploracin del contexto de los mtodos detrabajo de las instituciones, hasta los beneficios del acceso asimples herramientas de poder como directorios telefnicos y listasde correos electrnicos, tarjetas VIP e invitaciones a eventos, yfamiliaridad con una serie de recursos de investigacin.

    e) Por ltimo, una significativa ventaja en la competencia dentro deciertos mercados de trabajo, ya sea porque algunos museos ogaleras tienden a contratar sistemticamente a los egresados dedeterminadas instituciones educativas mediante el acceso aprogramas de residencias, o por la manera en que el personal del

    programa curatorial sirve informalmente como agencia de empleospara sus colegas entre los curadores en el medio. Ciertamente, los

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    programas curatoriales y los gremios y organizaciones decuradores no disponen de ningn medio regularizado para frenar elmercado informal de empleos curatoriales, pero muchas de lasinstituciones actuales mantienen un cierto monopolio en materia derecursos humanos destinados ciertas redes de administracin

    institucional, lo que a su vez se convierte en futuras estructuras decolaboracin y complicidad en el mundo del arte.

    CUATRO.

    Hasta qu punto la educacin del curador ha transformado crticamente losmecanismos del arte contemporneo y sus instituciones, o si se trata msbien de un efecto colateral de la manera en que el capitalismocontemporneo se sirve de la educacin superior para naturalizar lasdivisiones sociales y de clase y hacerlas aparecer como el resultado de laeducacin y del mrito, es algo que nadie sabe.

    Como prctica y modo de pensar arraigados en lo particular (loespecfico de las prioridades culturales y polticas, las interacciones localesde diferentes estructuras de poder, la preferencia saludable por un ciertonmero y tipo de artistas contemporneos), la curadura no es tanto una

    profesinsino una funcinque se ajusta y que muta de acuerdo con cadaproyecto, muestra o institucin especfica. Incluso la relativa estabilidad,rutina y dignidad profesional del curador institucional o de museo o seraninsostenibles hoy sin los potenciales horrores de las tareas mltiples, delestablecimiento de redes de contactos, de la autofinanciacin y de la

    autopromocin. No sorprende que las actividades del curador con frecuenciatiendan a provocar recelo entre el pblico, los periodistas, los artistas, loscrticos de arte y, sobre todo, la mayora de los acadmicos. Ningn grado devalidacin acadmica, ni siquiera el currculum ms exigente de educacinsuperior, es capaz de disipar la impresin de que los curadores carecen decualquier tipo de criterios profesionales en comn.

    Pese a la extraordinaria pandemia mundial de los ltimos aos deestudios curatoriales y formaciones musesticas y para galeristas, lacuradura sigue siendo en gran medida un paraso de los que improvisan.Como sola suceder con los poetas, proclamar que uno es curador ni siquiera

    exige haber organizado una exposicin o proyecto: el curador es hijo de laprestidigitacin de los actos de habla performativos. Todava sucede quepara convertirse en curador baste definirse como tal. Pero lo que otorga a lacuradura su mala fama es al mismo tiempo su potencial. Espero no ser elnico en pensar que si todos nosotros, independientemente de nuestraformacin, somos curadores de facto, que no podemos esperar unavalidacin profesional de parte de nuestros pares, no es porque nuestra des-definicin profesional sea una aberracin. Que toda clase de curadores,aquellos con formacin y los arribistas, compitan, colaboren y se mezclen enel mismo espacio, sigue siendo uno de los principales obstculos para laneutralizacin de un tipo de cultura artstica felizmente voltil. Que el indoctoFrankenstein pueda ser tan significativo, artstica y crticamente, como el que

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    viene dotado de un doctorado es mucho ms pertinente en una poca en quelas prcticas artsticas ms relevantes implican crtica, descontento ydesobediencia frente a los protocolos instrumentales y las convencionesepistemolgicas de esta sociedad y de esta poca.

    1Heinich, Nathalie y Michael Pollak, From Museum Curator to ExhibitionAuteur: Inventing a Singular Position, en Thinking about Exhibitions, ReesaGreenberg, Bruce W. Ferguson y Sandy Nairne (eds.). Londres, Routledge,1996, pp. 231-265.2Vase: Ramrez, Mari Carmen, Brokering identities, en Thinking aboutExhibitions, pp. 21-38.3Diccionario de la Real Academia Espaola, vol. 2, p. 401.