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Cabo de Palos Fototurismo.org Magazine Mensual Num 11 - Marzo 2014

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  • Edita: Gabinete de Prensa y Comunicacin de Fototurismo.org Director Editorial: Vicente Cepeda Celdrn

    Lugar de edicin: Punta Casablanca 30370 Cabo de Palos (Espaa)

    ISSN: 2255-0984 Depsito Legal: MU 998-2012

    Fototurismo.org Printed in Spain

    Los derechos de cada colaboracin corresponden a cada autor.

    Fototurismo.org Magazine Mensual Ao MMXIII - Nmero 11 - Marzo de 2014

    Fotografa, cultura y sociedad Fototurismo.org MAGAZINE MENSUAL trata de ser un oasis para el solaz, la inteligencia y el buen gusto. La revista que ms y mejor hace mencin y difusin de los valores plsticos y literarios del mundo del Mar, Cabo de Palos y otros enclaves martimos en el marco de sus races, historia, naturaleza, tradiciones y cultura. Fototurismo.org MAGAZINE MENSUAL impulsa el valor y las excelencias del mar, fomenta las oportunidades educativas y brinda unespacio privilegiado para reflexionar sobre el valor humano de la historia y las tradiciones mediterrneas a travs de la literatura y las artes plsticas. Para colaborar pueden enviar sus trabajos al correo:

    [email protected]

    Colaboran en sta revista: - Azucena Carmen Nicols Snchez - Carlo de Verona, duque de Toscana - Cristina Roda Alcantud - Domingo Pedreo y Ros - Francisco Conesa Lpez - Javier Gmez Bueno - Jero Cresp Matas - Jess Andrs Lpez Bayardo - Jess Rodrguez Rubio - Jos Snchez Conesa - Juan Antonio Carreras Espallardo - Juan Antonio Pellicer Nicols - Juan Mediano Durn - Juan Toms Frutos - Lola Gutirrez Snchez - Marcelino Menndez Gonzlez - Mara Jos Valenzuela Cnovas - Mara Teresa Cervantes Gutirrez - Teo Revilla Bravo y Karym Huberman - Vicente Cepeda Celdrn

    Portada: Fotografa de Vicente Cepeda Celdrn, Campo del Mar Menor y monte Carmol.

    Consejo de Redaccin: Caridad Maci Heredia Blanca Benedetti Harrington Marta Sofa Cepeda Maci Director Editorial: Vicente Cepeda Celdrn

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    Jess Rodrguez Rubio Acadmico Numerario de la Real Academia de

    Bellas Artes

    Juan Toms Frutos Doctor en Periodismo y

    Profesor de la Universidad de Murcia

    Cristina Roda Alcantud Doctora en Historia y

    Profesora de la Universidad de Murcia

    Domingo Pedreo y Ros Pedagogo, Profesor e

    Investigador, DEA de la Universidad de Murcia.

    Jos Snchez Conesa Doctor en Antropologa

    Social y Cultural, Presidente de la Liga Rural del Campo de Cartagena

    Javier Gmez Bueno Doctor en Periodismo por la Universidad de

    Murcia; Profesor e Historiador

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    Juan Mediano Durn Escritor y Poeta

    Jero Cresp Matas Lda en Criminolog

    Mster en Seguridad

    Carlo de Verona, duque de Toscana.

    Mara Teresa Cervantes Gutirrez

    Escritora, Poeta y Pintora

    Francisco Conesa Lpez Ldo. en Periodismo y Mdico

    titular del Centro de Salud Cabezo de Torres

    Juan Antonio Carreras Espallardo, Polica Local, Ldo en Periodismo y

    Criminlogo, Ciencias Forenses

    Marcelino Menndez Gonzlez Escritor y Presidente (H) de la Asociacin de Escritores de la

    Regin de Murcia

    Lola Gutirrez Snchez Escritora

    Azucena Carmen Nicols Snchez, Profesora de

    Msica y escritora

    Jess Andrs Lpez Bayardo Ldo en Historia, DEA en Historia Contempornea Polica Local de Cartagena

    Mara Jos Valenzuela Cnovas

    Escritora y Poeta

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    Juan Antonio Pellicer Escritor, Poeta, Fotgrafo

    Teo Revilla Bravo Poeta, Pintor y Escritor

    Karyn Huberman R. Fotgrafa, Escritora y

    Pintora

    Vicente Cepeda Celdrn Ldo en Periodismo, DEA en Documentacin, Profesor de la Universidad a Distancia de Madrid

    Los derechos de autor corresponden al de cada colaboracin, as como la responsabilidad sobre sus opiniones.

    ISSN: 2255-0984Depsito Legal: MU 998-2012

    : Fototurismo.org - Printed in Spain

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    ISSN: 2255-0984 Depsito Legal: MU 998-2012

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    Los derechos de autor corresponden al de cada colaboracin, as como la responsabilidad sobre sus opiniones.

    Vicente Cepeda Celdrn Director editorial

    Marta Sofa Cepeda Maci Consejo editorial

    Caridad Maci Heredia Consejo editorial

    Blanca Benedetti Harrington Consejo editorial

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    Revista Fototurismo.org Magazine Mensual Nmero 11, Marzo de 2014 ISSN 2255-0984 /Depsito Legal MU-998-2012

    Palabra de Descartes (Editorial). Por Vicente Cepeda Celdrn Pg. 05

    Cartagena: gentes, hechos y fechas.- Un ejemplo de propaganda comercial: el logotipo de la casa Nicols Biale. Por Jess Rodrguez Rubio Pg. 10

    Prxima conferencia: La Arqueologa Submarina en Cartagena. Seis dcadas de investigacin. Por Daniel Alonso Campoy. Librera Alfonso XIII Editorial Pg. 15

    Fototurismo.org Magazine Mensual, un lujo para la Regin de Murcia. Por Vicente Cepeda Celdrn Pg. 17

    Cabo de Palos, flora y fauna (II). Padina Pavonica. Por Vicente Cepeda Celdrn Pg. 22

    Medina Siyasa: el encanto islmico en Cieza. Por Javier Gmez Bueno Pg. 24

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    Actitudes de superacin. Por Juan Toms Frutos Pg. 31

    Dilisis Renal. Por Francisco Conesa Lpez Pg. 33

    La esclavitud en el siglo XVII Y EL Campo del Concejo de Murcia. Esclavos en la Casa de Pedreo de El Jimenado. Por Domingo Pedreo y Ros Pg. 36

    Las ermitas del monte Miral. Por Jos Snchez Conesa Pg. 41

    Tipologas de casualidad y causalidad. Por Jess Andrs Lpez Bayardo Pg. 44

    No hay mal que por bien no venga. Por Mara Jos Valenzuela Cnovass Pg. 51

    Dnde leemos?. Por Lola Gutirrez Snchez Pg. 55

    El pez Colorn (cuento para nios). Por Azucena Carmen Nicols Snchez Pg. 58

    Cabo de Palos. Un Faro muy bien alimentado(miscelneas). Por Vicente Cepeda Celdrn Pg. 61

    De la celotipa a una obsesin mortal. Por Jero Cresp Matas Pg. 63

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    Como un silencio nico de luna (poema). Por Mara Teresa Cervantes Pg. 65

    Embrujo (poema). Por Juan Toms Frutos Pg. 66

    Maravilloso y nico en los confines del Yo (poema). Por Juan Antonio Pellicer Nicols Pg. 67

    Entre las sombras, la luz (poema). Por Marcelino Menndez Gonzlez Pg. 69

    Cabo de Palos. Versos en el Paseo de La Barra (III). Arturo Prez Reverte Por Vicente Cepeda Celdrn Pg. 70

    Cien verdades y una mentira prembulo del libro y noticia de su reciente conversin digital. Redaccin Pg. 71

    La gobernanza del medio marino. Redaccin Pg. 73

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  • Fototurismo.org Magazine Mensual N 11-Marzo 2014 - ISSN 2255-0984 /DL MU-998-2012

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    Palabra de Descartes.- Por Vicente Cepeda Celdrn

    ueridos lectores, distinguidos colaboradores, un nmero ms de Fototurismo.org Magazine

    Mensual preludia cuando, apenas unos das atrs comenzbamos el anterior, el anterior,....el que acabamos de concluir y as sucesivamente sin solucin de continuidad, divididos en diferentes frentes, enfrascados en estos y otros temas que tambin debemos atender. Esa es la realidad comn de quienes nos tratamos y acompaamos en esta revista, ocupados continuamente en la gimnasia que nos ejercita para pensar, ensear, aprender y administrar un bien tan preciado como es el tiempo.

    Aunque siguiendo a los estoicos, si va-loramos las cosas importantes y esen-ciales, si lo que deseamos y depende de nosotros lo reconducimos de una for-ma calmada y temperada por la razn, sin dejarnos arrastrar por los impulsos, las prisas o el buen o mal humor de los acontecimientos diarios, veremos cmo nuestro tiempo se alarga y da para mu-cho ms de lo que habamos imagina-do. Al final, la mxima victoria es la que se gana sobre uno mismo, y en lo que uno mismo crea dominado en-

    cuentra que no todo est dicho, y que no todo lo dicho est bien. Existen co-sas muy diferentes a cmo las imagin-bamos, y tambin muchas confusiones como aquella que parafraseaba PuYi ante su maestro ingls diciendo: t piensas, que yo pienso, que t piensas...y sobre esas entelequias se construyen a veces autnticos muros. Murallas que hay que derribar y para hacerlo a veces tan solo son necesarias unas palabras, un contacto respetuoso y sincero, una autntica aproximacin.

    Los filsofos y estudiosos del pasado decan: nunca consideres el estudio como una obligacin, sino como una oportuni-dad para penetrar en el sorprendente y

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  • Fototurismo.org Magazine Mensual N 11-Marzo 2014 - ISSN 2255-0984 /DL MU-998-2012

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    maravilloso mundo del saber, una obser-vacin tan acertada como que todos hoy tenemos, por el simple hecho de haber sido estudiantes primero y ense-antes despus, un compromiso con nuestros contemporneos que excede con mucho otro tipo de consideracio-nes, circunscritas a mbitos o intereses ms particulares y restringidos. Pues si algo hay que me parezca poco discul-pable en esa vida que se da a los dems es el clculo personal excesivamente interesado en los esfuerzos que se reali-zan; los pretextos que dan la espalda a la grandeza que encierra escribir y hacer arte para los dems, porque el utilitarista normalmente decide que todo cuanto hace deben tener una re-percusin inmediata, tangible, efectiva y favorable. Mide en errneos y equ-vocos ndices de impacto, escudria a

    niveles insospechados la vida de los dems y para hacerlo usa su particular calidoscopio, donde cualquier avance ajeno le supone un paso atrs y como cualquier vaco literario se le antoja la expresin concreta de una injusticia manifiesta, sin reparar en el hecho de que as resulta imposible progresar ade-cuadamente en la aventura del cono-cimiento, y que procurando slo su propia trascendencia se dificulta la tra-vesa.

    El utilitarismo de bsqueda especiali-zada escrita en esos percentiles que los universitarios conocemos es a veces de una artificialidad completa, de una in-moralidad absoluta porque poco o na-da valen cuando el progreso se mide al miligramo en la balanza existencial, sa-crificando a los mnimos en los mxi-

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    mos y sometindolo todo a un minu-cioso sesgo, cuando la realidad de la vida que conocemos se abre a lo con-trario.

    La perspectiva correcta es no olvidar que nos hallamos embarcados en la apasionante aventura del conocimien-to, del progreso, cualquiera que sea la ciencia que cada cual cultive en su res-pectivo campo del saber y el nivel al que sea capaz de hacerlo. Hace unos das peda a un pequeo grupo de es-tudiantes universitarios asistentes a la presentacin de la Revista, algunos de ellos apasionados por el arte, otros por la Historia, que empezaran a escribir y no dejaran de hacerlo; me respondie-ron con ilusin por sus estudios y dije-ron que lo intentaran...desconozco si calculando su tiempo y aquello del cos-te beneficio....pero olvid decirles que escribiendo se aprende, que pensando, analizando y escribiendo se harn exac-tos. Grande es la ilusin de quien estu-dia, todava mayor a unas edades y cir-cunstancias donde aprender cosas grandes creemos que nos desviar de nuestra obligacin diaria de producir tambin cosas pequeas, que nos resta-r tiempo. Despus descubrimos que las cosas pequeas nutren lo grande, y que si amplia era nuestra ilusin mas espaciosa era nuestra ignorancia, por-que el conocimiento, cuanto ms com-pleto resulta, menos espacio deja para aquella ilusin en la parte que resultaba ingenua, cediendo el paso, muy lenta-mente, a la verdadera erudicin.

    Ante estos y otros muchos vaivenes vuestra revista sigue dando avante hacia la sociedad del conocimiento, hacia eso

    que la Comisin Europea dicta que ha de satisfacer cuatro caractersticas esen-ciales: investigar y como resultado in-mediato producir conocimiento; transmitirlo a travs de la educacin y la formacin; difundirlo gracias a las modernas tcnicas de informacin y comunicacin; y en todo el proceso acelerar la innovacin.

    Investigar-conocer-difundir lo que se conoce se hace una frmula esencial, el hilo que siguen los profesores e investi-gadores que aqu publican, secuencia obligada para todos los que se conside-ran parte de la sociedad, para todos los que saben aprovechar o quieren apro-vechar la oportunidad que en este sen-tido se les brinda. Recuerden: t pien-sas, que yo pienso, que t piensas... de-masiado complicado ante tantas ten-dencias, direcciones, probabilidades y posibilidades. Por si esto fuera poco, he de recordar que una cosa son los datos y otra la informacin, es decir, por un lado estn los datos y por el otro la se-mntica que los datos conlleva,...que siendo generosos llamaremos la infor-macin. Informacin que cada cual en-tiende a su modo segn sea la codifica-cin del lenguaje, representacin, pro-cesamiento y significado conjunto, de lo que finalmente recordaremos slo una mnima parte.

    Demasiado enrevesado? pensemos ahora en la ms pura y simple relacin de comunicacin, en aquella frmula del emisor-receptor con una flechita que une a ambos...pues si sta se rompe por cualquiera de los sentidos la comu-nicacin no existe, esto quiere decir, que por ejemplo un problema muy

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    complejo de determinado grupo que acta mal o cuyo comportamiento no entendemos puede ser resultado, sim-plemente, de no haber conectado efi-cazmente la humilde pero indispensa-ble relacin de E-R.

    Pongo otro ejemplo, ahora visual, nuestros ojos slo pueden recibir los estmulos visuales que entren por una ventana de entre 400 y 700 nanome-tros,....y slo esto es lo que podemos ver....aunque naturalmente existen otras muchas regiones espectrales y otras muchas otras cosas en el universo, ante las que yo me pregunto: Somos realmente tan capaces como nos supo-nemos? Creen de veras que podemos comprender todas las cosas y que las percibimos correctamente?

    En este nmero nuestro nuevo colabo-rador don Jess Andrs Lpez Bayardo, al que damos la bienvenida, habla de casualidad y causalidad ante el objeto de su estudio, reconociendo cuantas cosas suelen quedar dentro y fuera de nuestro alcance. La ciencia en sentido pasivo es, Jess lo sabe, un conjunto de conocimientos ya contrastados y pre-suntamente ciertos, un almacenamien-to donde a veces penetramos para que-dar asombrados ante lo que se dice y lo que en realidad fue, porque, suele ocu-rrir, una cosa es la historia real y otra la que despus se ha contado, la que se conoce; rota una y otra vez gracias al flujo de personas como Javier Bueno, quien mes a mes, de modo sistemtico y asomado a ese enorme espacio abierto al mundo que llama desde mi balcn, es capaz de generar conocimientos nuevos sobre una actividad que se realiza cons-

    tante y rutinariamente a travs de un mtodo, de un procedimiento que su-pera el valor del almacenamiento y que adems ofrece eso que llaman el valor aadido, el valor aadido de su ptica, de su razonamiento, de su discurso, de su interpretacin luminosa y clara.

    En este sentido Javi, Jess, Paco y tan-tos otros se me antojan en el papel que antes asumieron Bacon o Descartes en la combinacin de lo inductivo y lo sinttico, porque por sus mtodos con-cluye en algo que podemos leer y dis-frutar; no tanto por la ocasin del gran hallazgo, que como tal tantos buscan plantear en esas publicaciones cientfi-cas en lucha por su nivel de impacto de las que ms arriba contaba, sino porque nos descubren que lo ms excelso es des-cubrir aquello por lo que todo lo dems puede ser descubierto con facilidad, sen-tencia que no es ma sino del bueno de Descartes, segn lo escribi en 1628 para sus Reglas para la Direccin del Es-pritu, que se publicaron pstumamen-te y en las que tambin escribi: (...)

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    entiendo por mtodo reglas ciertas y fci-les, mediante las cuales el que las observe exactamente no tomar nunca nada falso por verdadero, y no empleando intil-mente ningn esfuerzo de la mente, sino aumentando siempre gradualmente su ciencia, llegar al conocimiento verdade-ro de todo aquello de que es capaz.

    Aqu concluyo porque no creo que exista un espritu ms claro,...ni una verdad tan remota que no quepa llegar a ella, ni tan oculta que no se la pueda descubrir. Palabra de Descartes.

    Vicente Cepeda Celdrn Capitn de la Armada. Ldo. en Periodismo, DEA en Biblioteconoma y Documentacin y Docto-rando por la Universidad de Murcia, Profesor de la Universidad a Distancia de Madrid. Presidente Fundador del Crculo de Historia y Cultura de la Regin de Murcia.

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    CARTAGENA: GENTES, HECHOS Y FECHAS.-

    Un ejemplo de propaganda comercial: el logotipo de la casa Nicols Biale.- Por Jess Rodrguez Rubio

    ntre los trabajos que tengo abiertos desde hace muchos aos. y que espero alguna vez

    terminar, se encuentra el estudio de los logotipos comerciales en Cartagena. La gran cantidad de datos sobre el tema ha ido prolongando este estudio.

    Detrs de cada logotipo hay una histo-ria. Algunas de fcil interpretacin y otras que muestran una gran dificultad para su desarrollo y posibilidad de des-entraar su historia. Durante siglos han ido apareciendo gran cantidad de estos logotipos que van desde cabeceras de peridicos, a marcas de farmacias, compaas teatrales, etc., en definitiva comercio de toda clase de nuestra Ciu-dad.

    El siglo XIX, es sin duda el siglo de oro de los logotipos, su cantidad es impre-sionante. El haber desaparecido los creadores de los mismos que intenta-

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    ron, la mayora de las veces con xito, interpretar los deseos de los patrocina-dores hacen que esta labor sea muy di-fcil.

    Uno de los logotipos ms representati-vos es, sin duda, el de los Biale. Esta empresa propiedad de Nicols Biale, realizaba fundamentalmente el comer-cio por mar entre las plazas de Orn, Cartagena, Marsella y Npoles.

    La actividad comercial ms importante de la familia Biale se realiz desde me-diados del siglo XVIII, llegando a su punto lgido en las primeras dcadas del XIX.

    Procedentes de Celle, obispado de Sa-bona en el ducado de Gnova, llegaron a Cartagena Francisco Pascual Biale y su es-posa Mara Gertrudis Baro a finales del siglo XVIII. Sus hijos, Ma-nuel y Nicols, se de-dicaron al comercio en diversas partes de Espaa.

    Crearon a tal fin una ruta comercial martima apoyados por los ms impor-tantes capitanes de la Marina Mercante del momento como Scotto, Tiscarnia y Puyol. Como referencia apuntaremos que en el ao 1842, fecha de la muerte de Manuel Biale sus beneficios en el comercio martimo alcanz la nada despreciable suma de 305.746 reales de velln. A su muerte, por ser soltero, dejo su inmensa fortuna a Gertrudis y Librada Biale Valarino hijas de su her-mano Nicols. Eran estas para Nicols como hijas y las haba mimado siempre hacindoles valiosos regalos en vida.

    Import de Italia gran cantidad de obras de arte, especialmente cuadros de los mejores pintores italianos, que les regalaba en los principales aconteci-mientos familiares.

    Entre las grandes aportaciones de los hermanos Biale a la causa nacional es-paola, cosa nunca lo suficientemente agradecida y muy poco investigada por los historiadores, encontramos su ayu-da desinteresada con carbn, lea y aceite a las tropas que luchaban contra los franceses en la Guerra de la Inde-pendencia. La ciudad de Cartagena de-bera de alguna forma agradecer lo mu-cho que hicieron por la causa nacio-nal y en particular por nuestra ciudad dedicndoles una calle. Sus posesiones

    fueron lugar de refu-gio para los cartage-neros perseguidos por los franceses. Les dieron sustento y

    apoyo econmico para que pudieran huir.

    Nicols Biale escogi como logotipo de su empresa un grabado realizado en Marsella, ciudad en donde tena im-portantes negocios. La idea original del mismo fue un dibujo realizado por el mismo Nicols y que fue confiada su realizacin a la Litografa Griolet, si-tuada en el nmero 24 de la calle Par-dis de Marsella.

    Es una vista del puerto de Cartagena que pone en primer trmino la isla de Escombreras. La Ciudad aparece en el fondo mostrando su caracterstica fiso-noma que la distingue de cualquier otra. En un primer plano encontramos

    Este logotipo ha sido infinidad de veces reproducido en publicaciones sobre historia de Cartagena, pero nunca suficientemente explicado.

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  • Fototurismo.org Magazine Mensual N 11-Marzo 2014 - ISSN 2255-0984 /DL MU-998-2012

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    una de las embarcaciones propiedad de Biale. En la parte central superior y presidiendo el logotipo aparece el sm-bolo tradicional del comercio: el cadu-ceo griego.

    Todo ello rodeado por una recargada orla muy al estilo del gusto del siglo XIX.

    Diferentes historiadores han discutido sobre si el islote que aparece en primer trmino con una cruz es o no la isla de Escombreras. El propio Biale lo dejaba bien claro en su correspondencia per-sonal, su dibujo quera hacer referencia a dicha isla. No es la famosa losa que se encuentra en la entrada de nuestro puerto. Intencionadamente puso la Cruz sobre ella.

    En la costa de levante del puerto de Cartagena, se situaban los denomina-dos muelles comerciales de Santa Lu-cia por su cercana a este barrio. Im-portantes empresas, con capital fun-damentalmente cartagenero, pusieron sus fbricas en los aledaos del mismo. Eran estos muelles la salida natural del mercado de plata, plomo, esparto, car-bones, etc. de la comarca.

    Destacaremos los ms importantes:

    - Muelle de Biale, que desde el siglo XVIII fue sede de una lnea naviera entre los puertos de Orn, Marsella, Npoles y Gnova. Gestionado al principio por Nicols Biale paso con los aos, por poltica matrimonial, a los descendientes de Valarino.

    - Muelle de Francisco Buergo, cedido posteriormente a Andrs Pedreo que tena ya otra concesin denominada Cerro de la Cruz.

    - Muelle de Rolandi que contaba con un embarcadero especial de gran calado.

    - Muelle de los Sres. Herederos de Valarino, que daban salida a los productos de sus fbricas de loza y cristal. Importante y simblica para la fabrica de cristal fue un barco bombarda denominado Amable afortunada. En el inventario de bienes realizado a la muerte de Librada Gattorno, esposa de ngel Valarino, el 10 de febrero de 1841, se hacia referencia a los movimientos de dicho barco desde el 16 de marzo de 1834 hasta el 24 de abril de 1840 que zozobr en nuestro puerto con una carga de lea que traa desde Ibiza. El capitn de la misma Jaime Badino relataba los incesantes viajes realizados con productos de las fbricas de Valarino a Mlaga, Cdiz, Sevilla, Argel, Alicante, Valencia, Barcelona, Marsella, Ibiza, Mallorca, etc, con detallada nota de los beneficios obtenidos en cada uno de ellos. Otras fbricas de esta familia se situaron en los alrededores de Santa Lucia. Eran fbricas de minio, de salitre, de nitro, de carbonato de sosa, etc.

    - Separado del anterior por la denominada rambla de Lavandera, se situ desde 1875 el muelle de Ignacio Figueroa, con su fbrica.

    - Existan tambin los muelles de Pedro y Juan Casciaro.

    El movimiento comercial de estos muelles fue importantsimo llegando a ser superior a los producidos en los muelles del Estado. Esto creaba una considerable problemtica para el trfi-co martimo comercial. Dado que al-

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    gunas concesiones eran antiguas su re-cuperacin por parte del Estado fue larga y costosa.

    Ya en 1889, la Cmara de Comercio de la Ciudad expresaba ante el Ministro de Fomento la conveniencia de que desaparecieran las concesiones de mue-lles a particulares. Se impona la nece-sidad de un control por parte del Esta-do del trfico martimo. Despus de varios intentos fallidos, la Ley General de Presupuestos de 28 de junio de 1898 atac el problema, en un intento de darle solucin al asunto. Deca: El Ministerio de Fomento podr autorizar a la Junta de Obras del Puerto de Car-tagena para adquirir directamente los muelles y concesiones de terrenos otor-gados a particulares en dicho Puerto.

    Se especificaban que los pagos se reali-zaran con cargo a los arbitrios, sub-venciones y dems recursos del Puerto. Este largo proceso terminara en 1975 con la caducidad de la concesin de Figueroa.

    Volviendo al tema del logotipo Nico-ls Biale, ste describa lo que haba querido expresar concretando en los cuatro factores para l eran important-simos: en primer lugar la Cruz caracte-rstica de su acendrado cristianismo. Famosa era en la Ciudad la religiosidad de esta familia. En su casa tenia un ora-torio particular con Licencias Papales, lo que se conoce como bulas, que le daban permiso para celebrar en el la Santa Misa.

    En segundo lugar aparece un buque comercial, smbolo de sus negocios, En tercer lugar aparece la ciudad de Carta-

    gena centro de sus negocios y por ulti-mo el camafeo griego tradicional sm-bolo del comercio.

    Este logotipo ha sido infinidad de veces reproducido en publicaciones sobre historia de Cartagena, pero nunca sufi-cientemente explicado.

    Cartagena, 1 de marzo de 2014

    Jess Rodrguez Rubio Acadmico Numerario de Bellas Artes. Director Tcnico (E) de la Biblioteca Naval de Cartagena.

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  • LOS JUEVES DE ALFONSO XIII Librera-Papelera Alfonso XIII, en colaboracin con la Revista Fototurismo.org Magazine Mensual

    Ofrece sus selectos ciclos de Conferencias

    La Arqueologa Submarina en Cartagena, seis dcadas de investigacin

    Cartagena ha estado desde su fundacin slidamente ligada al puerto desde su fundacin y los estudios martimos son bsicos para el conocimiento de cualquier perodo de la Historia de la ciudad y su entorno.

    Las aguas de Cartagena son un inmenso yacimiento arqueolgico, como se conoce desde los siglos XVII y XVIII, siendo en 1947 cuando los buceadores de la Armada efectuaron en Cartagena la primera campaa arqueolgica submarina de Espaa.

    Desde entonces las instituciones cientficas y los medios tcnicos han evolucionado notablemente, al nivel de que Cartagena se ha convertido en la capital espaola de la Arqueologa Submarina. En la conferencia explicaremos el pasado, presente y futuro de los principales trabajos que se realizan, y de cuanto est atrayendo el inters de los especialistas a nivel mundial.

    Daniel ALONSO CAMPOY

    Librera-Papelera Alfonso XIII, 6 de MARZO de 2014 7,30 de la tarde. Libre acceso hasta completar aforo

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    Fototurismo.org magazine Mensual, un lujo para la Regin de Murcia.- Por Vicente Cepeda Celdrn

    l martes 11 de febrero el Direc-tor General de Comunicacin y Portavoz Adjunto al Gobierno

    de la Comunidad Autnoma de la Re-gin de Murcia present oficialmente la Revista Fototurismo.org Magazine Mensual, en coincidencia con la edi-cin numero 10. El acto se celebr en la Librera-Papelera Alfonso XIII de Cartagena y al mismo acompaaron

    algunos colaboradores de la Revista, alumnos de la carrera de Historia en la UNED y diferentes autoridades locales como el Jefe del Cuerpo de la Polica Local de Cartagena; a todos muchas gracias por el esfuerzo que hicieron pa-ra acudir, por concedernos el honor de su presencia y por el calor humano que dieron al acto, sabiamente dispuesto por la diseadora Cristi Juaneda y plasmado, como decamos ms arriba, en el acogedor espacio de una librera con clase, calidad y oficio en unos tiempos difciles para poder poner en marcha y sostener casi cualquier cosa.

    Vivimos un instante en el que afortu-nadamente para todos pas el tiempo

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    de los fondos pblicos dilapidados con alegra, las francachelas y las expectati-vas turbias de muchos asuntos que inti-tulaban pelotazos, sueo para algunos y vigilias para todos, porque han llegado unos tiempos recios, como deca mi ancestro santa Teresa de Cepeda para referirse a los suyos, un tiempo donde muchos que son buenos ya no tendrn oportunidad de sobresalir pero en el que seguirn ejerciendo quienes verda-deramente sienten y viven el valor de la cultura, tratando de llevarla siempre adelante y de la mejor forma posible, actuando con sinceridad y como en es-te caso en conjuncin con modelos de empresa que tratan de vivir como lo intenta hacer ahora todo el mun-do...luchando, sacrificando comodida-des propias y dndolo todo con valor y la mayor honestidad. Este es el nimo que mueve a la gente que colabora con nosotros y el de la gente con la que co-laboramos, el nimo del que me honro

    en la pequea parte que me toca como director editorial y lo que necesitamos percibir cada vez que nos encontramos frente a personas autnticas, gente con experiencia en las cuestiones principa-les de la vida, personas que ahora se asoman a la universidad y personas tambin que han vivido en ella casi to-da su existencia, dando una porcin de esos tropecientos aos de vida que tie-nen nuestras instituciones y que son la suma de tantas almas como han senti-do que estaban haciendo algo, cada una desde su puesto, en un ocano formado por un inmenso conjunto de gotas de agua, donde todas son importantes y ninguna imprescindible. Digo esto porque cada vez que se vive el cierre, la marcha o el cambio de algo como si viniera el fin del mundo, digo aquello de que los cementerios estn llenos de imprescindibles, sobrecogido para mis adentros cada vez que alguien peridi-camente se ensalza y se escribe despa-

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    chos de l mismo hacia s mismo fin-giendo ser otro y adoptando la actitud de un csar...probablemente sin saber que los verdaderos csares mantenan detrs, mientras daban esa vuelta triun-fal sobre la cuadriga siendo aclamados bajo una lluvia de vtores y aplausos, a un esclavo que les elevaba sobre la ca-beza la corona de laurel y, cada cierto tiempo, les repeta al odo: recuerda que eres mortal. La ancdota es real y creo que suficientemente explicativa como para entender que las personas pueden obnubilarse ante cosas vanas hasta perder el sentido, confundir y confundirse hasta lmites insospecha-dos, cada vez que la envidia y la sober-bia pueden ms que la razn.

    Hace unos das el Director General de Comunicacin deca que vamos a ser una revista til a la Comunidad Aut-noma de la regin de Murcia, til al Turismo y til tambin a la Educacin porque somos una revista aventajada, esto es, una revista que se sale de lo or-

    dinario porque es provechosa, digna, interesante y completa incluso en el decir, que evoca el canto a la vida y ese conocimiento enciclopdico del XIX, actualizado y modelado para una pu-blicacin del siglo XX. La observacin creo que es acertada, tan atinada como otras muchas que en el mismo lugar se hicieron, porque gracias a nuestros co-laboradores somos una Revista huma-nista y moderna, con un hacer y un de-cir asimismo de nuestro tiempo pero sin perder la sustancia, sin olvidar que tras cada frase debe quedar la esencia; una Revista con una fuerza y una vi-sin de admirado respeto tambin hacia nuestro pasado que en este ins-tante me trae a la memoria las palabras

    de Blasco Garca: (...) siglo XIX, siglo inmortal, rey de la historia, heraldo del progreso, a cuyo nombre el corazn del hombre palpita lleno de esperanza y glo-ria.

    Existen y existirn siempre cosas a me-jorar porque somos humanos y como

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    deca el filsofo nada de lo humano nos es ajeno, pero por idntica razn somos un sitio vivo y lleno de gente que estudia y ensea, que investiga y trabaja,...que para nosotros es un lujo. Un lujo del que no apartamos a nada ni a nadie, un lujo al alcance de quie-nes quieren y tienen capacidad, un lujo para la Regin de Murcia.

    Vicente Cepeda Celdrn Capitn de la Armada. Ldo. en Periodismo, DEA en Biblioteconoma y Documentacin y Docto-rando por la Universidad de Murcia, Profesor de la Universidad a Distancia de Madrid. Presidente Fundador del Crculo de Historia y Cultura de la Regin de Murcia.

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    Cabo de Palos, flora y fauna (II): Padina Pavonica.- Por Vicente Cepeda Celdrn

    l artculo anterior sobre los vo-races y exquisitos salmonetes me conduce casi directamente a

    escribir del alga que en las fotografas observaban a su lado, tan interesante o ms que la especie que ocupaba la re-vista anterior: la extraordinaria Padina pavonica.

    La Padina pavonica o cola de pavo es un alga de la clase Phaeophyceae muy abundante y fcil de ver en Cabo de Palos; un alga parda que se distribuye desde las islas Britnicas hasta Mauri-tania y desde el Mediterrneo hasta el mar Negro, colonizando los substratos rocosos y suelos duros.

    Para instalarse este alga prefiere las zo-nas del infralitoral superior, mareales e infra mareales, sumergida pero aprove-chando la luz solar, desde escasos cen-tmetros superficie hasta los 20 metros de profundidad.

    Su tamao suele rondar los cinco cen-tmetros aunque puede alcanzar los 15 centmetros de dimetro. Caractersti-camente presenta un talo laminar de

    consistencia rgida y color blanquecino o pardo amarillento segn la forma en que reciba la luz pero siempre en forma de abanico o embudo abierto, a su vez formado por varias lminas superpues-tas.

    El talo est constituido por ejes polsti-cos o ramificaciones de crecimiento simultneo que originan su forma ca-racterstica, como ms arriba deca en forma de abanico, embudo abierto o cola de pavo asimismo abierta en re-dondo. Aunque lo ms original, como ms adelante explicar, es que su super-ficie se encuentra calcificada por sales de carbonato clcico, junto a cilios o pelos oscuros que a su vez van forman-do filas horizontales y concntricas. Son las nicas algas pardas calcreas conocidas

    Se reproduce en verano, por esporofito y gametofito, utilizando los rganos reproductivos que tiene situados en es-pacios llamados soros, sobre las bandas concntricas de los pelos. Crece desde el estoln o formacin ms bsica hasta sucesivas agrupaciones mucho ms grandes y complejas. En todos los casos su belleza es admirable, aunque ms admirables son an sus propiedades, como a continuacin explicar.

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    La Padina pavonica es un alga de sor-prendentes propiedades cuando se des-tina a fines dermatolgicos. Aplicada de forma local acta como precursor natural de la elastina humana e incen-tiva de forma cuasi milagrosa la pro-duccin del colgeno tambin en humanos, en otras palabras, mejora la calidad, el tono y la elasticidad de la piel.

    La farmacia, la parafarmacia y en gene-ral toda la etnobotnica lo resume ex-poniendo que mantiene saludable y re-juvenece la piel, al nivel de haber sido considerada elixir de la juventud. Ya lo ven, un alga bella y extraordinaria, co-mo lo es Cabo de Palos.

    Vicente Cepeda Celdrn Fototurismo.org - asesor. Profesor de la Univer-sidad a Distancia de Madrid.

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    Medina Siyasa1: el encanto is-lmico en Cieza. Por Javier Gmez Bueno

    a ciudad perdida durante 500 aos, fue la puerta de entrada de la meseta a la Cora de Tudmir

    y, de ella, al legendario Valle de Ricote.

    Enclavada en un risco poco accesible al lado de la emblemtica Atalaya ciezana, donde se celebra la romera en honor a la Virgen del Buen Suceso, la patrona 1 Fotografas facilitadas por Don Joaqun Salmern Juan; Director del Museo de Siyasa, erudito del arte y gran conocedor de la historia de Cieza, en la tam-bin experta opinin del Dr. Javier Gmez B.

    del municipio. Fue hasta la poca mu-djar del Reino de Murcia la joya isl-mica de mayor esplendor de la zona.

    La existencia de una Medina islmica en el Monte del Castillo era conocida por todos, pero fue el azar el que quiso que fuera descubierta por unos nios cuando encontraron unos fragmentos de cermica en 1980. Se comenz a ex-

    cavar en 1981, sucedindose las cam-paas hasta 1988.

    Dejando volar la imaginacin podemos vislumbrar un enclave paradisaco. A la vera del romano ro Thader, actual Se-gura, en lo alto de la montaa, se en-contraba la Medina. Jalonada en su

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    descenso de pinares mediterrneos has-ta llegar a la vega, donde los ingenios rabes inundaban de agua y vida los frutales y la huerta; uno de los motores econmicos de la comarca, y donde ca-da primavera asistimos al majestuoso frenes floral de los frutos trados de Oriente por nuestros antepasados.

    Cieza ha estado habitada desde el Pa-leoltico. Existen ms de un centenar de yacimientos de diversas pocas y culturas. Pinturas rupestres en El Ba-rranco de los Grajos y en Almadenes, y asentamientos ocupados, sin cesar, a lo largo de la historia, como en Bolvax.

    All, a un par de kilmetros de la Me-dina, en la otra margen del ro, se en-cuentra la milenaria Segisa. La ciudad fue fundada por los iberos y colonizada con posterioridad por romanos y visi-godos. El toponmico, de origen celta (Seg significa Victoria), con el transcu-rrir de los siglos y las civilizaciones de-riv en Siyasa (pronunciado Siasa en rabe coloquial), despus, con la caste-llanizacin, en Ciea, para llegar a la poca moderna como Cieza.

    Nos adentramos, por tanto, en un re-corrido histrico donde encontramos una amalgama, un crisol de razas y cul-turas que habitaron la denominada Perla del Segura. Hombres del Paleol-tico; del Neoltico; beros; romanos; visigodos; rabes y castellanos dejaron sus huellas, indelebles, en un enclave nico y privilegiado. Un enclave que, por su historia y belleza, merece un mayor reconocimiento del que posee.

    La Medina

    El asentamiento, que alcanz su ma-yor apogeo durante los siglos XI y XIII, estaba compuesto por una alcazaba que ejerca la funcin de fortaleza, una me-dina o casero, compuesto por unas 780 casas de las que se han desenterra-do 19 y una muralla, de unos tres ki-lmetros, que rodeaba todo el poblado. El yacimiento en su conjunto ocupa una extensin de diez hectreas, ase-gura Joaqun Salmern, director del Museo de Siyasa y erudito de la histo-ria de Cieza.

    La alcazaba estaba compuesta por dos recintos: el superior donde se encon-traba una torre cuadrada y el inferior, posiblemente un albacar de dimensio-nes ms amplias que el anterior. En s-te, las defensas de mampostera se

    Cortesa de D. Jos Antonio Helln Martnez

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    adaptaban al terreno aprovechando las irregularidades escarpadas de la zona. La alcazaba se encontraba regida por una autoridad y un grueso de soldados de carcter permanente. Era en este re-cinto donde se refugiaban los habitan-tes de la zona en caso de ataques, ya que las alqueras de los alrededores haban sido abandonadas por su difcil defensa en el siglo XI.

    Se eligi este asentamiento tan escar-pado por su difcil acceso y fcil defen-sa en caso de asedio. En el siglo XII, el emplazamiento ya haba logrado la ca-tegora de hisn o fortificacin, despla-zando a Rikut (Ricote) como capital de la comarca. Se estima que en su mo-mento culmen la habitaron alrededor de 4000 personas de diversa ndole so-cial. Esto viene atestiguado en las di-mensiones de las casas descubiertas, que oscilan entre los 234 y los 29 m2 construidos. El poblado posea las ca-ractersticas irregularidades que le son

    propias a las Medinas rabes, confor-mando una impresin estructural ca-tica. Adems, debido al aumento po-blacional, muchas casas fueron dividi-das para albergar a los nuevos miem-bros de la familia con lo cual se aumen-t dicha impresin estructural.

    En l tambin se encontraba un zoco, foco de la actividad social en las ciuda-

    des islmicas, una mezquita y un ce-menterio donde los habitantes eran en-terrados de la manera tradicional isl-mica, es decir, de costado y orientados a La Meca en la misma tierra, sin ata-d. El cementerio ha sido la zona ms saqueada a lo largo del tiempo por los ladrones de tumbas, que se veran de-cepcionados ya que el Islam dicta que las personas marchen a la otra vida de la misma forma en que vinieron, sin ningn tipo de objeto de valor.

    Se han documentado dos tipos de construcciones en las casas: las de tipo

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    complejo y las de tipo elemental. Las primeras, de mayores dimensiones, po-sean un zagun; un patio central, a travs del que se articulaba la vida de la casa hacia el interior de la misma y al que daban todas las estancias siguiendo la funcin de recogimiento propia de la cultura rabe; un saln principal; otro secundario, no siempre existente; una cocina; el tinajero, para almacenar el agua; una letrina; escaleras que comu-nicaban con la planta superior y el es-tablo. Estas son las caractersticas de las casas 6 y 10 que se encuentran recons-truidas en el Museo de Siyasa. Otras diez de las casas descubiertas responden a la tipologa de tipo elemental y no solan sobrepasar los 50 m2.

    Las casas posean yeseras talladas, principalmente arcos, siendo los ms antiguos de estilo almohade y protona-zar; aunque tambin se conservan elementos decorativos de poca ms antigua: prealmohade, procedentes del exterior de la zona excavada o que fue-ron reutilizados.

    El modo de vida de estos pobladores estaba basado en la agricultura propia de la zona. Aunque los restos encon-trados de ovejas tambin nos aporta que se dedicaban al ganado o pastoreo. Adems, se ha documentado que obte-nan ingresos mediante los aranceles de paso al comercio en la ruta que una la Cora de Tudmir con el exterior, ase-vera el historiador ciezano Joaqun Salmern.

    El ocaso de esta magnfica civilizacin se produjo veinte aos despus de la conquista castellana. Desde 1264 a

    1266 se produce la sublevacin mud-jar en el Reino de Murcia y Alfonso XIII recurre a su suegro, Jaime I de Aragn, para apaciguar el reino. ste devuelve el reino a la Corona de Casti-lla, pero lleva a cabo una brutal repre-sin. Siyasa, junto con Lorca, pagarn las ms terribles consecuencias. Al no someterse mediante un pacto, toda la poblacin es expulsada de la Medina. En un documento notarial de finales del siglo XV en Granada aparece la mencin de una persona denominada Al-Siyas (El Ciezano), lo cual indica que uno de los puntos geogrficos a los que se dirigieron los antiguos morado-res de Siyasa fue ste. Aunque la fecha (cercana a la conquista de Granada por los Reyes Catlicos y la posterior con-versin forzosa de los musulmanes) in-dica que le auguraba un destino toda-va peor que el destierro de Siyasa.

    Posteriormente, a partir de 1272, Al-fonso XIII, facilita el repoblamiento con poblacin castellana. Su presencia se halla documentada con varios grafi-tis, entre los que destacan el de un ca-ballo que se puede contemplar en el Museo de Siyasa. Finalmente, Pedro de Fajardo, en 1457, destruye el castillo debido a los enfrentamientos que aso-laban Murcia entre los bandos cristia-nos y la poblacin se traslada al actual emplazamiento de Cieza, en la vega del ro. Sin embargo, el gran peligro pro-vena de los ataques nazares del Reino de Granada. En el ltimo de estos ata-ques, el 6 de abril de 1477, la villa fue incendiada, gran parte de la poblacin asesinada y la restante march cautiva a Granada hasta su liberacin por la to-

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    ma del ltimo reducto musulmn de la Pennsula por parte de los Reyes Cat-licos.

    El museo de Siyasa

    Ubicado en el edificio del emblemtico Casino de Cieza, en el casco histrico de la ciudad, el Museo de Siyasa se en-cuentra dividido en 4 niveles en su ms de 1500 m2 de superficie. Fue fundado el 12 de mayo de 1999 y recibe entre 18000 y 24000 visitantes anuales. Dis-pone de guas en Braille y maquetas tctiles para los usuarios con deficiencia visual, algo nico en el patrimonio mu-sestico de la Regin de Murcia. En su interior se disponen recreadas las casas 6 y 10 del yacimiento. El museo es nico en toda Europa al albergar una representacin a escala real de las casas con su arcos originales, afirma el di-rector. Adems, en estos arcos, era habitual la siguiente inscripcin: La felicidad y la prosperidad, con la fina-lidad de que verdaderamente se atraje-sen para la casa estos conceptos.

    Tambin se muestran en l numerosos objetos encontrados en el yacimiento como restos de caracoles y huesos de frutales, molinos, vasijas, hebillas, ja-rras, multitud de fragmentos de cer-mica, objetos de vidrio y amuletos que nos indican el modo de vida de sus po-bladores. Entre los amuletos destaca la Mano de Ftima, donde se pueden apreciar sus creencias espirituales y su-persticiosas, lo cual nos dice que la f-rrea doctrina medieval religiosa no im-pidi que los creyentes siguieran con supersticiones paganas. En realidad, la Mano de Ftima es una representacin

    rabe muy comn en el Norte de fri-ca, adaptada a las creencias cornicas, de un amuleto de origen babilnico.

    Se expone, adems, un prtico de la casa 10 compuesto por un arco polibu-lado de hojas sobre el que se desarrolla hasta el techo un pao de sebka. Este prtico es la pieza de decoracin arqui-tectnica ms monumental de la ar-quitectura almohade en Al-ndalus despus de La Giralda y Los Reales Al-czares de Sevilla.

    Finalmente, posee espacios dedicados a la Paleontologa y Arqueologa preis-lmica en el cual se puede disfrutar de la Prehistoria, de la Cultura Ibrica, de la Romanizacin y de la poca Visigo-da de Cieza. Un recorrido fascinante por la milenaria historia ciezana.

    Las iniciativas del Museo de Siyasa no cesan y mensualmente acoge exposi-ciones de gran inters cultural. Ac-tualmente y hasta el 2 de marzo, se ofrece al visitante una exposicin de 176 peridicos (El Sol, La Voz, El Pas, Crnica o La Verdad entre los ms des-tacados) en los que se refleja la dilatada historia de Cieza y de Espaa en los ltimos 150 aos, recogiendo los mo-mentos ms importantes de la historia hispana como la proclamacin de la II Repblica, la muerte de Franco y nu-merosos acontecimientos del mundo del espectculo y de la crnica negra.

    A modo de conclusin

    El yacimiento arqueolgico de Medina Siyasa es uno de los ms importantes de Europa, y nico por su recreacin

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    musestica a escala real y con las estruc-turas arquitectnicas originales, algo que le otorga un indudable valor aa-dido. Con l se puede documentar el modo de vida de sus antiguos morado-res y ofrece una visin excepcional para reconstruir el periodo medieval islmi-co en la Pennsula desde los XI al XIII.

    En Siyasa floreci una prspera urbe rabe, trgicamente fenecida, que ba-saba su existencia en la agricultura, la ganadera y el comercio. Conocer nues-tra historia, adems de suponer un pla-cer artstico, erudito y espiritual, es co-nocernos a nosotros mismos. Como ya hemos mencionado en artculos ante-riores, debemos ser capaces de apreciar y deleitarnos con nuestro majestuoso patrimonio histrico. En nuestra Re-gin, y en Espaa, poseemos un am-plio patrimonio en relacin con otros pases que carecen de las huellas deja-das en el tiempo por las civilizaciones

    que han habitado esta tierra a lo largo de milenios: nuestros propios antepa-sados

    Podemos relajarnos y disfrutar de unos das en Cieza. Pasear por su casco his-trico, por el Paseo Ribereo a la vera del Segura, visitar el Museo de Siyasa y aprovechar para hacer escapadas. Entre ellas destacan la del poblado rabe; la del Barranco de los Grajos y Almade-nes con su majestuoso can horadado por el ro, visitando las cuevas prehist-ricas y las pinturas rupestres; y el yaci-miento bero-romano de Bolvax, al mismo tiempo que se practica sende-rismo en estas excursiones. Todo ello al amparo de un paisaje nico donde se mezclan, cadenciosamente, la vegeta-cin mediterrnea (pinares, olivos y frutales), con la historia milenaria de nuestra Regin. Un remanso de paz y erudicin histrica, porque lo que nos rodea, nuestro patrimonio histrico, es

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    maravilloso. En ocasiones buscamos maravillas fuera de nuestras fronteras sin percatarnos de que estn ante nues-tros ojos.

    Javier Gmez. Bueno Doctor en Periodismo por la Universidad de Murcia. Profesor de Geografa e Historia.

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    Actitudes de superacin.- Por Juan Toms Frutos

    e encanta ver las muestras efusivas de felicidad. El ser humano, a menudo metido

    en innecesarios problemas, es capaz, de vez en cuando, de escapar de la desidia, del hasto y de la torpeza, para mostrar lo mejor de s mismo. La dicha, que llega a cuentagotas, nos oferta ocasio-nes para vivir mo-mentos de trnsito dichoso: sin duda, los aprovechamos con interesantes y suaves muestras de cario, con guios, con saltos, con imgenes de profunda amistad, de amores hermosos. Son una leccin vital: es lo que anhelo mostrar en esta ocasin.

    No s si el tiempo, si la meteorologa, si la posibilidad de salir a la calle ayuda, o si contribuyen en positivo los calores con sus planteamientos indelebles. Lo cierto es que, a veces, los astros se con-jugan y los verbos que aparecen son maravillosos. Nos planteamos, en al-

    gunas oportunidades, que la vida es be-lla, que lo es en lo sencillo, y sencilla-mente la palpamos en esa intrahistoria que no tiene nombres de brillo y s si-tuaciones de autntica heroicidad. Lo cotidiano, con dosis de entusiasmo, hace la existencia ms justificada y ex-plicada. Al final, y al principio, lo ni-mio es, si se basa en la franqueza, lo que nos arregla el corazn y nos expe-rimenta en equilibrio.

    En los momentos, ms o menos efme-ros, en los que vemos la belleza de un abrazo, de unos besos, de unas lgrimas por compartir la felicidad de un instante tambin breve, en esos momentos o

    etapas nos decimos sentirnos orgullosos, porque lo estamos, del ser humano, de una raza que no siempre es capaz de sacar lo mejor de s misma, pero que tiene gestos claramente deli-ciosos. Son los casos que referimos aqu. Si hacemos balance, entiendo que hay ms bueno que malo, y as lo de-bemos sostener buscando dinmicas de

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    progreso social desde el respeto indivi-dual.

    Cada jornada nos brinda oportunida-des de existir, de resistir a lo negativo y de imponernos ciclos de avances senci-llos y plcidos, colmados de jovialidad y de estilos genuinos. El ser humano vive de la pureza de relacionarse con sus conciudadanos, que, asimismo, cuentan entre s (deben). Somos refe-rencias de ilusin.

    Los encantos de cada segundo suman futuro. ste viene de la maravilla de entender que la historia la hacemos disponiendo lo ms lindo. Hagamos, por favor, que las escenas que se suce-den se expriman en el mejor de los sen-tidos para aprender y para compartir. Desarrollemos los cimientos sociales, econmicos, culturales... Comparta-mos con gratitud nuestros destinos de-licadamente insuperables.

    Me deleito perennemente con esas acti-tudes de alegra, de jovialidad, que, a su vez, compartimos con los convecinos, incluso con gentes a las que no cono-cemos, y con las que no tenemos trato, pero que vemos, en la inmensidad del ocano, como hermanos de una reali-dad que necesita, en determinados tre-chos, de un cierto descanso. El ingenio que fraguamos, en algunas oportuni-dades, lo gestamos tambin en las de-mostraciones de una entrega que, por no poner condiciones, nos regala pa-sin y entusiasmo por haber estado ah, a una hora determinada, sin darle ms vueltas, porque s. Esos instantes, sin duda, valen todo. Frente a lo que dicen algunos, entiendo que somos capaces

    de lo mejor partiendo de una carga de franqueza y optimismo. Superaremos la crisis con estas posturas.

    Juan Toms Frutos Profesor Doctor en Periodismo de la Universidad de Murcia y Escritor.

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    Dilisis Renal.- Por Francisco Conesa Lpez

    l 9 de marzo es el Da de la en-fermedad renal en Espaa. El presente artculo es una llamada

    de atencin para concienciar a la po-blacin sobre la problemtica de esta enfermedad y tambin de la necesidad de la donacin altruista de rganos.

    Los riones sanos eliminan de forma continua sustancias txicas, sales y otros elementos que son dainos para el organismo. Disueltas en el agua con-tenida en el cuerpo, estas sustancias son excretadas en forma de orina. Cuando por enfermedad o trauma los dos rio-

    nes dejan de cumplir esta funcin, se hace necesario reemplazar la funcin de los riones mediante un proceso artifi-cial llamado dilisis, palabra que signi-fica depuracin, en la que se saca la sangre del paciente, se limpia en una mquina destinada para este propsito para devolverla despus al torrente san-guneo. Los pacientes son sometidos a un programa de dilisis, que finaliza cuando se procede a un trasplante re-nal. Hasta que no se encuentre un ri-n idneo, el paciente debe seguir el tratamiento, que puede realizarse sin excesivas complicaciones durante un periodo de tiempo prcticamente ilimi-tado.

    Cules son las patologas que pueden conducir a una insuficiencia renal?

    Las patologas que pueden conducir a una insuficiencia renal son mltiples, desde patologas agudas a crnicas que llevan a una insuficiencia renal crnica como son la glomerulonefritis, las en-fermedades qusticas renales, las infec-ciones urinarias de repeticin, las litia-sis, la patologa vascular y otras.

    Y los sntomas incipientes que nos hagan sospechar que estamos ante una I. R.?

    La insuficiencia renal no da sntomas hasta que la enfermedad est avanzada,

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    pero hay algunos sntomas que nos pueden hacer sospechar que nos encon-tramos ante una I.R., como son la anemia, la astenia, la nicturia (prdida de orina por la noche), los edemas o la hipertensin arterial.

    Qu dieta deben llevar los pacientes?

    La dieta que deben llevar los pacientes vara segn el estado de la enfermedad renal crnica, en los casos avanzados han de ser muy estrictos con los ali-mentos de alto contenido en potasio, vigilar la ingesta de fsforo, limitar el consumo de protenas y controlar la ingesta de lquidos. Es un tratamiento individualizado segn la patologa y caractersticas de cada paciente.

    Cmo cambia la vida de un paciente en hemodilisis?

    La vida de un paciente medio en hemodilisis cambia bastante porque la mayora se dializan 3 veces a la semana durante 4 horas cada vez, lo que supone un cambio importante para adaptar su actividad cotidiana a este tratamiento. Otros pacientes se dializan menos tiempo, pero 6 das a la semana, que es la hemodilisis diaria. Se intenta en los pacientes que trabajan o estudian adecuar los turnos de dilisis para que su actividad normal se vea lo menos afectada posible. La dilisis peri-toneal, al realizarse en casa por el propio paciente, crea bastantes menos interferencias en la vida de cada uno. La dilisis supone un cambio en la vida de las personas por lo que se debe abordar desde un punto de vista multidisciplinar ofreciendo apoyo

    psicolgico tanto al paciente como a su familia.

    Cundo est indicada la dilisis peri-toneal?

    Las indicaciones de la dilisis perito-neal son en general las mismas que la hemodilisis; el paciente tras ser infor-mado elige que tratamiento prefiere seguir, siempre que no exista una con-traindicacin para la dilisis peritonea, como puede ser la ciruga previa ab-dominal, la presencia de divertculos intestinales y la enfermedad pulmonar severa entre otras.

    Cules son las complicaciones ms frecuentes en el paciente dializado?

    Las complicaciones ms frecuentes en el paciente dializado son: la anemia, las alteraciones del metabolismo mineral-

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    seo, el acceso vascular en los pacientes en hemodilisis y las peritonitis en los pacientes en dilisis peritoneal.

    Cundo se aconseja el trasplante re-nal?

    El trasplante renal es otro tratamiento sustitutivo para la enfermedad renal crnica y se aconseja siempre que el paciente quiera y no exista una contra-indicacin para poder realizarse como, por ejemplo, la patologa arterioescle-rtica severa, una afectacin cardiaca importante, algunos tumores, enfer-medades vricas activas en general cualquier enfermedad o patologa que pueda empeorar tras recibir un tras-plante renal.

    Existen lneas nuevas de investigacin que lleven a curar la insuficiencia re-nal?

    Lo ms importante en el tratamiento de la insuficiencia renal es evitar su progresin con control de los factores de riesgo como son la tensin arterial, la diabetes, la obesidad, el tabaco y el alcohol. Hay diferentes lneas de inves-tigacin y avances en todos los campos de la Nefrologa que seguro en aos prximos nos depararn nuevas tera-pias esperanzadoras.

    Francisco Conesa Lpez Licenciado en Periodismo y Mdico titular del Centro de Salud Las Torres.

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    La esclavitud en el siglo XVII y el Campo del Concejo de Murcia. Esclavos en la Casa de Pedreo de El Jimenado.- Por Domingo Pedreo y Ros

    n los siglos XVII y XVIII la vi-da y el trabajo en casa de los ms pudientes estaba organiza-

    do por el empleo de personas de distin-to origen social. As, existan en las haciendas y casas distintos tipos de tra-bajos y diferentes tipos de trabajadores.

    - Arrendatarios o colonos, en fincas de labranza. - Trabajadores y empleados, contratados a sueldo. - Criados/as de la casa. - Esclavos del amo o seor/a de la casa.

    En el presente estudio conoceremos del servicio de la Casa: Los esclavos y sus circunstancias.

    Para concretarlo mejor vamos a partir de una situacin conocida y concreta: el inventario de bienes a la muerte de Don Juan Pedreo y Almagro en 1685, donde, entre otros bienes deja la pro-piedad de dos esclavos:

    1. Un esclavo llamado Juan Bautista, de color blanco, herrado en sus dos carrillos, de edad de diecisis aos.

    2. Una esclava negra atizada, llamada Susana Mara, de edad de veinte y cuatro aos, la cual empeo por 1.568 reales.

    Para conocer el valor econmico que representara hoy esta propiedad recu-rrimos a los siguientes documentos:

    De la hijuela a su hijo Juan Jos Pedre-o Carrin y Mula, (A.H.P.M. Proto-colo n 2.059, Notario: Alfonso Santi-lln, 1.685) obtenemos el valor defini-tivo de uno de ellos un esclavo llama-do Juan Bautista, de color blanco, herrado en los carrillos, de edad de die-cisis aos. A su hijo Juan Jos Pedre-o Carrin y Mula, como adjudica-cin por el pago de 1.500 reales. Se anota el valor en maraveds = 51.000. En otra parte del documento dice que un (1) real son 34 maraveds. (Doc. 2) De la hijuela a su hijo Juan Jos Pedre-o Carrin y Mula, mismo protocolo.

    Para poder establecer el valor de los 1500 reales, tenemos el valor de tierras, donde el mismo inventario establece el valor monetario de una fanega de tierra buena en 72 reales, y de una mala, en 58 reales, por lo que tenemos un valor

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    medio de: 65 reales/fanega de tierra, al final de la centuria del s. XVII. Lo que nos da el valor del esclavo, igual a 27 fanegas de tierra, lo que nos da una idea actual, del valor econmico de la propiedad de un esclavo, en 1685.

    Haciendo una valoracin actual, en va-lor de tierras de esa poca y familia, comparndola con las tierras de la misma familia en la actualidad y te-niendo en cuenta que las mismas tie-rras corresponden al mismo pueblo El Jimenado, a fecha de hoy se estn vendiendo a precio medio de fanega rustica a 50.000 euros, tendramos el valor de un esclavo en: 1.350.000 eu-ros.

    Cmo se ha llegado a esta situacin de heredar como bienes muebles la pro-

    piedad de PERSONAS, valoradas co-mo mercanca, en dinero de curso le-gal?

    1. La esclavitud en las escrituras pblicas: la legalidad.

    Junto a las disposiciones testamentarias y cartas de libertad, las escrituras de compra-venta estn reglamentadas, en tanto que constituyen una operacin mercantil ms, realizndose normal-mente entre propietarios particulares. As en las escrituras se hace referencia al nombre del propietario que lo ven-der, su cargo o profesin., inmedia-tamente se indica el nombre del escla-vo, porque puede ser ya como cristia-no. Se menciona tambin la posible procedencia, origen, raza o color y

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    formas de obtencin del esclavo.

    La mercanca debe venderse sin ningn tipo de defecto o tacha sano de todos sus miembros, exento de cualquier en-fermedad y libre de cualquier carga o hipoteca sobre l. (Peafiel, R. 1992, pg. 31 y siguientes). Finalmente de sealarse en la escritura el precio esti-pulado, distinto segn las circunstan-cias al respecto, haciendo constar la po-sibilidad de haber recibido ya el dinero o de hacerlo en ese preciso momento, entregndose a tal efecto la correspon-diente carta de pago. (Peafiel, R. 1992, pg. 35)

    a. Edad El primer problema que se plantea es la edad, por la falta rigurosa de su exacti-tud, por lo que se utiliza frecuentemen-te la formula ms o menos acompa-ada de la edad prxima y no certera.

    Problema mucho mayor es el del cono-cimiento de su procedencia, ya que se trata de una poblacin desarraigada de sus lugares de origen, arrancada a la fuerza, por la general, de su mundo y sus costumbres, y trasladada a una nueva mentalidad y una nueva( por supuesto radicalmente distinta) manera de ver y entender las cosas.

    El predominio de la edad es fundamen-tal, para valorar su precio. De este mo-do, el grueso de lo constituyen hom-bres y mujeres de 16 a 30 aos, es decir una mano de obra joven y por lo tanto fuerte, en su mejor momento para ser capaz de desarrollar el trabajo a que normalmente se destina, y de suponer una inversin, a travs precisamente de ese trabajo, para el capital desembolsa-

    do. Alcanzando el mximo para los hombres entre los 21-25 aos y las mu-jeres entre los 16-20 aos. (Peafiel, R. 1992, pg. 55)

    b. Sexo Las mujeres eran ms adecuadas, por lo general, para las tareas y funciones de tipo domestico para las que solan ser adquiridas las esclavas, su mayor longe-vidad y menos propensin a la huida. Al tiempo se poda, igualmente, servir de concubina al dueo, aportando as el llamado salario del placer de forma que esta alegraba las noches de los amos y aada. Al mismo tiempo, al-gunos futuros esclavos suplementarios (Bennassar, B. 1978, pg.108).

    De esta forma, la compra y venta de una esclava poda llegar a suponer, tambin una forma para aumentar progresivamente el nmero de esclavos. Adems en algunos casos se contaba con la posibilidad de a cambio de unas compensaciones econmicas, de lograr cierta libertad para ganarse la vida. Lle-gando incluso a poder alquilarlos y vi-vir de las rentas (Torres, Rafael, 1986, pg. 98).

    c. Color. Est muy generalizada la inscripcin del color, as que a veces se indica el color claro o blanco, que induce a error, al tratarse generalmente de mo-ros o berberiscos, sin olvidar que tam-bin se denominan esclavos blancos a fin de distinguirlos precisamente de los negros (Franco, Alfonso, 1979, pg. 74).

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    El sello de la esclavitud viene represen-tado por marcas o expresiones de su existencia de la condicin de esclavo, como los hierros en los dos carrillos, como sello o mercanca de esclavitud o propiedad fcilmente identificable, pa-ra que todos lo sepan as y no quede ninguna duda acerca de su condicin. Y en caso de llegar a ser libre, quede sealado para siempre con el doloroso y lacerante recuerdo de sus orgenes y vida anterior.

    d. Precio Hay una amplia oscilacin entre los 240 (una esclava de 35 aos) reales de velln a los 2980, (una esclava negra de 16 aos) producindose la mayor fre-cuencia entre los 1000 y 1600, en un 47 % de los casos, y ms concretamen-te un 5% de 1500. Es pues un artculo de lujo caro. Se constata tambin los precios ms elevados en los esclavos negros, considerados un artculo de lu-jo de la poca. Por tanto para la valora-cin de los precios de los esclavos in-fluirn una serie de factores a destacar, tales como el sexo, la edad, presencia fsica, docilidad, raza, etc. (Peafiel, R. 1992, pg. 65)

    e. Los propietarios Encontramos as a la nobleza como la propietaria de los esclavos, situacin comprensible si tenemos presente que una de las funciones del esclavo, ade-ms de servir, es la de dar prestigio. Una funcin que podramos llamar de-corativa, (como relata Larquie, C. 1970, pg. 67).

    Hay que tener un negro en su pala-cio Los esclavos llenan la casa y pala-

    cios, participan de las actividades coti-dianas, aseguran los trabajos ms pesa-dos y las tareas ms duras sirven de confidentes dciles y complacientes. , s, los esclavos son, ante todo lujo ( Bennassar, B. 1978, pg.98).

    La nobleza como estamento privilegia-do por excelencia, de ah el cursus honorum del antiguo rgimen, y una serie de indicios que puedan servir Para acreditar el grado o nivel de hidalgua; como por ejemplo la ostentacin de escudos, exencin de alojamientos, co-fradas nobiliarias, etc. La nobleza con-sidera la propiedad de esclavos como legtima y natural (Domnguez, A. 1973).

    Dndose igualmente dentro de esta nobleza casos de libertad a alguno de sus esclavos, como ocurre con D. Ale-jandro Fontes de Albornoz, hijo de los marqueses de Torre pacheco, en 1718, al disponer la libertad inmediata de sus esclava Luisa Mara y da otra Ana tras-curridos cuatro aos a partir de la fecha de su fallecimiento. Tambin Doa Nicolasa Mara Ferro, viuda de D. Juan Bautista Ferro, al liberar a su es-clava Teresa de Jess.

    Junto a la nobleza, tambin se com-prueban como propietarios de esclavos los cargos, oficios y dignidades de la Murcia del momento (Hidalgo, F. 2013, pg. 242). Tambin los miem-bros de la Iglesia como D. Luis Belluga y Vargas, Den de la Catedral y sobri-no del Cardenal Belluga, que compra una esclava llamada Juana de la Cruz de buen cuerpo y de edad de 19 aos, en 1722.( Peafiel, R. 1992, pg. 92)

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    Para terminar aado que la esclavitud puede seguir existiendo, aunque no sea social sino econmica, a menudo lleva-da de la mano de mafias y de unos problemas que estos das tenemos a las puertas, llevado del nuevo signo de los tiempos. Yo seguir dndole vueltas al asunto, pero eso ser ya otro da, si Dios quiere, si no, no.

    Domingo Pedreo y Ros. Profesor, Pedagogo, investigador histrico del mbito local. Mster UMU en Historia Familiar. Doctorando en Didctica de la Historia..

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    Las ermitas del monte Miral- Por Jos Snchez Conesa.

    l sbado 8 de febrero tuvo lugar una excusin a las ermitas del monte Miral, frente al

    monasterio de San Gins de la Jara. Desde la iglesia de El Estrecho de San Gins salieron unas 130 personas para subir al monte Miral, convocadas por la Asociacin de Amigos de San Gins, la Liga Rural del Campo de Cartagena y la Federacin de Asociaciones de Vecinos de Cartagena y comarca. Estaban presentes los respectivos

    presidentes de estos colectivos: Javier Lorente, Jos Snchez y Leandro Snchez. Un acto en defensa de nuestro patrimonio cultural que cont con las explicaciones del arquelogo Pedro Huertas Snchez.

    Hoy da podemos contemplar cinco ermitas pero la tradicin nos indica que llegaron a ser nueve, construidas en el siglo XVII, aunque al lado de algunas encontramos cavidades de tierra que sugieren una ocupacin anterior de la zona. Sobre el topnimo del monte, Antonino Gonzlez Blanco, catedrtico emrito de Historia Antigua de la Universidad de Murcia, propone su origen en LARIM, a los dioses lares. Alfonso Grandal, archivero del Archivo Municipal de Cartagena, ofrece otra explicacin, quiz ms plausible y ms simple pues procedera de mirar. Es hermossima su vista sobre el Mar Menor.

    SOS Salvemos San Gins

    Las ermitas del monte Miral son BIC y de ellas, la de ms mayor dimensin es la de los ngeles, llamada as porque la leyenda nos dice que la construyeron los ngeles del cielo para que San Gins orara en su recinto. Su decoracin pictrica interior narra otro relato legendario: la procedencia real de Gins, sobrino del gran Carlomagno. En el exterior de la ermita, en la que se cuenta que fueron guardadas las reliquias del santo hasta su desaparicin, podemos ver unas letras en su muro: AVE MARIA. Las ermitas y el monasterio forman parte de un interesante entorno histrico-

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    arqueolgico como seala el arquelogo Pedro Huertas Snchez, miembro de los Amigos de San Gins y de la Liga Rural. No le falta razn porque muy cerca est la cueva Victoria de ms de un milln de aos, en el propio Miral existieron pobladores del Paleoltico Superior, unos 8000 aos, un poblado ibrico en Los Nietos (siglos V-II Antes de Cristo), y de poca romana tenemos la calzada de El Beal, una villa en Los Belones, otra en El Estrecho de San Gins, una zona de explotacin minera en Lo Poyo y posiblemente all un destacamento militar. Toda esta informacin y la que falta por aflorar nos indica claramente que fueron muchas las culturas que por all pasaron y que posiblemente hicieron del enclave un lugar sagrado, ligado a la trascendencia. Sobre el monasterio se ha barajado la hiptesis de una anterior iglesia visigoda y una rbida islmica, es decir, una instalacin de doble uso como fortaleza militar y como monasterio. Con la conquista cristiana llegan en 1260, de la mano del infante Alfonso, rey Alfonso X el Sabio, los agustinos. A esta orden le sucedern en 1491 los franciscanos, larga presencia hasta la desamortizacin de Mendizbal en 1836, en que pasa a

    manos privadas y comienza su lento y progresivo declive. La construccin del primer monasterio moderno data de 1591, un monasterio con torre defensiva.

    El licenciado Cascales nos refiere que las ermitas adscritas al monasterio contaban con bellos cuadros, jeroglficos pintados en

    sus muros y canciones en varias lenguas.

    La primera de ellas dedicada a San Pablo de Tebas, considerado el primer eremita, otras a San Hilarin, San Antonio Abad, San Jernimo, San Juan Bautista Nio, San Onofre y San Francisco de Ass. Melchor de Hulamo, franciscano y cronista, arremete a principios del siglo XVII contra los eremitas que van por libre y pueblan las ermitas del monte Miral. All se encontraran con los frailes de San Gins que se retiraban un tiempo prudencial a los oratorios, por unos das o semanas incluso. Clrigos y autoridad eclesistica no aprecian a estos eremitas que van por libre, ya que compiten con ellos en la obtencin de limosnas de los vecinos y de quienes se acercaban por la zona.

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    Dios elige la rurala

    A este entorno le han dedicado sus investigaciones Juan Torres Fontes, Alejandro Egea, Carmen Berrocal, Jos Antonio Zapata o Francisco Fernndez Matallana. Francisco Henares, que celebr all misas como franciscano, ha escrito una magnfica obra, ya agotada, sobre el enclave: San Gins de la Jara. Merece la pena su reedicin y en ello se empean quienes defienden nuestro patrimonio como los Amigos de San Gins. Asensio Sez nos relat los milagros del santo, muchos de ellos en favor de los moriscos, que lo tenan como algo propio. Henares, compaero de la Liga Rural y de los Congresos Etnogrficos del Campo de Cartagena, present en el primero de ellos una comunicacin harto interesante sobre la ermita desde una visin multidisciplinar, publicado en la Revista Murciana de Antropologa de la Universidad de Murcia, n 11. La ermita es punto de encuentro con la Divinidad, espacio de comunin con la Naturaleza (monte, fuente, campo), lugar alejado del espacio urbano y de lo cotidiano donde se manifiesta Dios. El terruo configura la ermita y la ermita configura el terruo y los lugareos se identifican con su ermita. En sus atrios se facilita el encuentro vecinal como escribe Paco: () el atrio, a la salida del culto, se torna en peridico de noticias, y acercamiento de preocupaciones de ayuda por los dems. Es centro privilegiado de rogativas por la sequa y las plagas, concentracin de promesas o exvotos, romeras que exigen caminar juntos,

    gozar y divertirse en grupo, repartir el pan, representar la Iglesia peregrina. La Divinidad escoge el campo. Henares finaliza citando a Vil Valent, prestigioso catedrtico de Geografa: El campo prorrumpe violentamente contra su ciudad; quiz, dicho con ms exactitud, contra los gobernantes de la ciudad. Hay siempre en esta confrontacin implicaciones de toda suerte, econmicas, sociales, incluso estrictamente polticas.

    Jos Snchez Conesa Doctor en Antropologa Social y Cultural; Presi-dente de la Liga Rural del Campo de Cartagena.

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    Tipologas de casualidad y causalidad1.- Por Jess Andrs Lpez Bayardo

    n estos tiempos en los que la coherencia y la responsabilidad es un hndicap, qu mejor cosa

    que adecuarnos a la calidad del pensa-miento y adentrarnos en el tiempo his-trico.

    Referenciado a la tipologa de la causa-lidad y la causalidad, puede ser atpico que dentro de este punto de inflexin profundice sobre este tema, pero qu mejor que el presente texto para que a travs de hechos verdicos y debida-

    1 Pueden encontrar las citas en el libro del mismo autor: LPEZ BAYARDO, Jess Andrs. Histo-riografa de la Guardia Municipal de Cartagena. Cartagena, 2006.

    mente contrastados con fuente heme-rogrficas, bibliogrficas, documentales y orales, podamos tener una valoracin ms objetiva y conocer mejor nuestra historia.

    Sobre la primera referencia histrica de la Guardia Municipal de Cartagena, consta en textos histricos desde 1570, atribuidos a los Alguaciles y Caballeros de la Santa Hermandad de Cartagena.

    Es en tiempos del Rey Carlos III de Borbn, cuando el da 6 de Octubre de 1768 a propuesta de Pedro Pablo Abarca de Bolea, (Conde de Aranda) aprueba la Real Cdula en Madrid de la Divisin en 8 Cuarteles con un Al-calde de Barrio para cada Cuartel, y un Alcalde de Casa y Corte; por un perio-do de un ao. Con fecha 13 de Agosto de 1769, el citado Rey mediante una Real Cdula establece los Alcaldes de Cuartel y de Barrio en todas las ciuda-des de Espaa. Hasta la fecha la prime-ra referencia biogrfica sobre los Sere-nos de Cartagena es de fecha 24 de Ju-nio de 1789, en la que segn el libro de Actas Capitulares del Excmo. Ayunta-miento de Cartagena de 1789, haba una Comisara de Serenos, compuesta por el Comisario Diego Hernndez y sus dems componentes: Lino Garca Campero, Juan Garca Campero, Jos Prez, Antonio Prez, Toms Cispade-ro, Manuel Siles y Antonio Valdivieso.

    Como misin tenan vigilar la impuni-dad de la noche, y encender al anoche-cer y apagar al amanecer las lmparas de aceite existentes en las calles de la ciudad.

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    Durante ms de 120 aos el cuerpo de Serenos fue el encargado de velar por la seguridad de la noche pasando a de-nominarse Guardia Municipal noctur-na con fecha 09 de Agosto de 1911, cuando se produce el punto de in-flexin en un solo colectivo con la Guardia Municipal diurna. El decreto fue firmado por el Alcalde de la Ciu-dad Manuel Ms Gilabert, realizndose al efecto un Reglamento que constaba de 136 artculos y 14 captulos.

    La citada unificacin formada por unos 125 entre mandos y Guardias, estable-ci solo una Jefatura, ya que existan

    dos, y reseaba una serie de requisitos para el ingreso, derechos y deberes.

    Esta estructura orgnica que desarro-llaba la unificacin de Serenos, Celado-res y Guardia Municipal, son las races histricas de la actual Polica Local, de Cartagena.

    Los comienzos de la Guardia Munici-pal de Cartagena datan de la 2 Ins-truccin del Real Decreto de 28 de Noviembre de 1851, sobre las atribu-ciones de los Alcaldes de los Ayunta-mientos en referencia a la creacin y nombramiento de los empleados Mu-nicipales encargados de la vigilancia y

    seguridad de la pobla-cin.

    El 10 de Septiembre de 1862 se hace referencia a la renuncia de su pla-za de Guardia Munici-pal, Federico Martnez. Con fecha de 21 de Octubre de 1862 cons-ta en el Libro de Actas Capitulares del Excmo. Ayuntamiento de Car-tagena que, haba en la ciudad 16 Guardia Municipales, trabajan-do durante el alba, has-ta el anochecer, que en-traban de servicio los Serenos.

    En base a los datos his-tricos referenciados, se puede aportar la si-guiente cronologa.

    Con fecha 09 de Agos-to de 2014, hara cien-

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    to tres aos de la unificacin de los Se-renos y la Guardia Municipal en un solo cuerpo, englobndose tambin los celadores municipales, con un total de unos 125 componentes.

    El da 24 de Junio de 2014, sera cro-nolgicamente 225 aos de la existen-cia de la Comisara de Serenos.

    Con fecha 10 de septiembre y 21 de Octubre de 2014, hara 152 de la Guardia Municipal, y en virtud de la 2 Instruccin del Real Decreto de 28 de noviembre de 1851, se ampliara hasta una definitiva de 163 aos.

    Desde la primera referencia histrica en 1570, hasta la fecha; Caballeros de la Santa Hermandad, Serenos, Guar-dias Municipales, Polica Municipal y Polica Local, siempre han estado cuando han sido necesitados, prestado su servicio a los ciudadanos de Carta-gena, ante epidemias, guerras, catstro-fes, inundaciones, hambrunas, etc., evolucionado hasta nuestros das con una formacin adecuada ante las de-mandas sociales, con un total de 444 aos de historia.

    Setenta y cuatro aos en la oscuridad. Primera parte.

    Sobre las cinco de la tarde del diez de marzo de 2010, haba quedado citado en el portal de su domicilio de Plaza de Espaa de Cartagena, con Francisco Blzquez Soriano. Mientras llegaba al lugar, me vena a la memoria las prime-ras palabras que haba tenido telefnica con este seor dos das antes, ya que adems de ser muy educado, no le sor-

    prendi mi llamada; todo lo contrario, es como si me conociera o esperara que contactara con l. La verdad es que fue emocionante haber podido llegar a este punto de la investigacin, pero esto era solamente el comienzo de esta increble historia.

    Puntualmente se abri la puerta del edificio, y apareci un hombre delgado de 170 metros de estatura y de unos setenta y pocos aos. Inmediatamente nos saludamos, y nos dimos la mano con la impresin de antes como si nos conociramos, y empezamos a hablar.

    Tengo que reconocer que estaba muy contento, haba logrado localizar des-pus de mucho tiempo, al hijo del jefe de la Guardia Municipal de Cartagena durante la guerra civil; Francisco Blz-quez Snchez. No solamente era im-portante con objeto de obtener infor-macin para confeccionar la tesis doc-toral que estaba realizando; adems se da la circunstancia que como agente de la Polica Local de Cartagena, me sen-ta todava ms en la obligacin de co-nocer la historia de mi colectivo.

    Acto seguido caminamos unos minutos hasta llegar a una cafetera, donde mientras nos tombamos un caf, co-menzamos a hablar. Aunque en la lla-mada telefnica con la que contacte con el, ya le indique someramente quien era yo, y el motivo de la misma, le volv a indicar que debido a un tra-bajo de investigacin histrica con el fin de realizar el doctorado en historia contempornea, y sin poderle decir el porque del inters, llevaba tiempo in-tentando esclarecer porque pona en un

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    libro antiguo de jefes de la guardia municipal, que estaba en el despacho de mi jefe, que el responsable que estu-vo a cargo de los guardias municipales durante casi la totalidad de la contien-da civil, fue fusilado.

    Este seor me pidi que lo llamara Pa-co, y volvi a indicarme que su madre nunca dudo en la inocencia de su pa-dre, y as se lo transmiti a sus hijos, y por tal motivo su madre luch mucho para sacarlos adelante. La verdad es que no sala del asombro ante la enteraza, sabidura y paz que transmita Paco. Yo no llevaba el sumario de su padre, solo llevaba una libreta para tomar notas, y le pregunte sobre qu recordaba de su padre. Paco me indic que, tena poco ms de tres aos y medio cuando detu-vieron a su padre el 30 de marzo de 1939; no obstante tena un entraable recuerdo, sobre todo cuando su padre lle-gaba a ca-sa a comer y lo coga ponindo-lo sobre sus rodi-llas. Tam-bin a pesar de tantos aos, se acordaba de aquel da 30 de marzo de 1939, cuando sobre el medio da un hombre de uniforme y armado, llego a su do-micilio llevndose a su padre el cual no lo volvi a ver ms.

    Cuando me comunic esto me qued callado y ante ese silenci sbito le di un sorbo a la taza de caf, mientras lo relacionaba con lo ledo en el sumario de que sobre el medio da del 30 de marzo de 1939, Antonio Albaladejo Meca, cabo de la Guardia Municipal, se desplaz hacia el domicilio de Fran-cisco Blzquez Snchez, donde en cali-dad de detenido se lo llevo hacia la cr-cel de San Antn, dejndolo ingresado sin cargo alguno. No le dije a Paco na-da sobre esto de momento y le pregun-te sobre sus hermanos, ya que en el sumario se reseaban de la existencia de cuatro menores cuando procesaron a su padre.

    Quizs iba demasiado deprisa, pero inmediatamente comenz a relatarme los datos de sus hermanos. El era el ter-

    cero, siendo el

    mayor Andrs, despus

    Mara, y la menor

    ngeles. Andrs

    naci en Cartagena el tres de junio de 1927; cin-co das

    antes de cumplir catorce aos fusilaron a su padre. Como hermano mayor no dudo en ponerse inmediatamente a trabajar para ayudar a la familia. En poco tiempo consigui ser un eficiente trabajador de