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1 El día que me quieras José Ignacio Cabrujas Índice Prólogo , Ibsen Martínez Reparto Canciones Primer tiempo Segundo tiempo © Monte Ávila Latinoamericana , C.A., 1989 Apartado postal 70712, Caracas 1070, Venezuela Prólogo I Vosotros, comunistas, os habéis acostumbrado a exaltar sin amor, a denigrar sin odio. (Pier Paolo Pasolini, Las cenizas de Gramsci) Dos observaciones disyuntas pretextan esta nota: a) Cabrujas estrena El día que me quieras hacia el final de una década cuyo paisaje moral estuvo —y no sólo entre nosotros: también en Europa— dominado por una desilusión política que no osaba decir su nombre. b) Gente más docta que yo ha dictaminado que toda simbolización es arbitraria.

Cabrujas, Jose Ignacio - El Dia Que Me Quieras

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    El da que me quieras Jos Ignacio Cabrujas

    ndice Prlogo, Ibsen Martnez Reparto Canciones Primer tiempo Segundo tiempo

    Monte vila Latinoamericana, C.A., 1989 Apartado postal 70712, Caracas 1070, Venezuela

    Prlogo

    I

    Vosotros, comunistas, os habis acostumbrado a exaltar sin amor, a denigrar sin odio. (Pier Paolo Pasolini, Las cenizas de Gramsci)

    Dos observaciones disyuntas pretextan esta nota: a) Cabrujas estrena El da que me quieras hacia el final de una dcada cuyo paisaje moral estuvo y no slo entre nosotros: tambin en Europa dominado por una desilusin poltica que no osaba decir su nombre.

    b) Gente ms docta que yo ha dictaminado que toda simbolizacin es arbitraria.

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    Ello debe ser cierto porque, puesto en el trance de proponer una imaginera que d cuenta cabal de aquellos aos, ninguna me asalta ms arbitrariamente que aquella fotografa de agencia noticiosa que nos entreg a Salvador Allende enfundado en un sweater de diseo ajedrezado bajo su austero traje de casimir, tocado con un casco de acero, empuando un fusil de asalto AK 47 de fabricacin sovitica, mirando a lo alto, tratando de discernir al enemigo aviones sublevados?, algn francotirador sedicioso?; en suma, acatando su destino de donoso utopista constitucional, de corts redentor aventado a una arena de generales y de dlares, como un protomrtir socialista echado a merced de los leones de un circo transnacional.

    No hay, sin embargo, ultrajado asombro en su mirada; hay casi el alivio macabro de volver a topar, en el ltimo minuto, con esa vieja magia negra latinoamericana que nos ha condenado a ser, desde los tiempos de la Malinche, el paraje del mundo donde mejor y ms ruidosamente fracasan todas las hiptesis, donde se revienen todos los proyectos; desde el proyecto independentista, enciclopedista y liberal que eso esperaba Bolvar iba a hacer de nuestras naciones una vasta Pennsylvania andina y jefferssoniana hasta la quijotesca y viril proposicin guevarista de sembrar en Amrica Latina dos, tres, muchos Vietnams.

    Los setenta fueron los aos que agotaron todos los segundos alientos, todos los propsitos de enmienda del movimiento comunista internacional, todos sus esguinces tcticos y estratgicos, todos sus sicoanlisis en los que el divn era sustituido por el paredn de fusilamientos, todos sus gestos, todos sus designios y todas sus liturgias.

    Aquella gran humanidad que haba dicho basta! para ponerse en marcha, de que hablara el Che, no pudo cumplir la cuota demencial de 10 millones de toneladas de azcar que Fidel Castro fijara como punto de honor de autarqua revolucionaria y antimperialista.

    La victoria vietnamita sobre el Goliath estadounidense condujo de inmediato a las atrocidades genocidas de Pol Pot en Kampuchea.

    Los mundanos, cartesianos dirigentes del occidentalsimo comunismo italiano no lograban hacer cuajar su retrica del no se alarmen: somos italianos antes que comunistas: los italianos les pagaban, eleccin tras eleccin, con la misma moneda de que hablaba Pasolini: exaltarlos sin amor y denigrarlos sin odio: los elegan para alcaldes de Bologna pero jams para ocupar el Palazzo Quirinale en Roma. En Francia, el Secretario General del PC, Georges Marchais, cortejaba votos agitando la nada internacionalista bandera chauvinista.

    El zar Leonid Brezhnev haca aprobar ante el Soviet Supremo planes quinquenales de corrupcin planificada y la condena de exilio interior y muerte civil para Andri Sajrov.

    Louis Althusser, notable filsofo francs que propugnaba la vuelta a las fuentes clsicas del marxismo y desechar toda exgesis, estrangulaba a su esposa al final de un turbio episodio acadmico...

    Era la bajamar de las utopas.

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    Puede extraar que muchos hayamos visto en El da que me quieras una acre transmutacin de nuestras desazones militantes? Salvador Allende, el constitucionalista, topaba con la CIA y la ITT y con decenas de miles de cacerolas vacas.

    De algn modo, en una operacin actoral que ocurra cada noche en las tablas del Alberto de Paz y Mateos, nuestro correlato era Po Miranda, charlatn, good-for-nothing que vea volatilizar su pueril patraa koljosiana y sovitica ni siquiera a manos de Juan Vicente Gmez, el tirano insoslayable y omnmodo, sino por obra y gracia de la mera visita de Carlos Gardel, musical, galana y avasallante fantasmagora propalada por la RCA Vctor.

    II

    Lo que llevo dicho quiz valga para la minora que alguna vez milit en el empecinado y errtico campo de la izquierda pero no alcanza a explicar el decidido fervor del pblico ms tumultuoso y entusiasta con que un autor teatral haya podido contar entre nosotros.

    Algn detractor quiso ver en la multitudinaria gravitacin del pblico hispanoamericano en torno a El da que me quieras el resultado de una calculada operacin de pesca de arrastre cuya red y motor fuera de borda vendra a ser la mtica, avasallante figura de Carlos Gardel.

    Sera ocioso refutar esa mezquina impertinencia que deliberadamente finge ignorar un hecho poblacional incontestable: a buen seguro hay en el planeta muchsimos ms gardelianos que comunistas.

    Pero con todo y el cariz de excepcional idolatra que concita entre iberoamericanos la figura de Gardel, tengo para m que la magia blanca de esta pieza est en su cualidad teatral de alucinacin dirigida, para usar la expresin de Borges, de impecable reverie habitada por la familia Anczar y en su chejoviana demografa de viudeces voluntariosas e impecunes noviazgos eternos.

    A esa vida detenida y sin virtualidades, como la de esos insectos atrapados en un trozo de mbar, llega Gardel y aroma para siempre la casa y las vidas de las Anczar con la sola certidumbre de su existencia.

    Esa certeza cancela el proyecto koljosiano de Po Miranda que no ha sido ms que una cobarde postergacin, una pattica engaifa que cobra la forma de un proyecto de vida slo desplegable en el mbito desprendido y noble y remoto de la Unin de Repblicas Socialistas Soviticas.

    Gardel, el triunfador cosmopolita jovial, es la donosa realizacin del que siempre hubo en l; las Anczar, el simpattico espectador que es Plcido y el retrico Po Miranda no han tenido ni siquiera destino que arrostrar: suean que viven, sonmbulos, bajo una dictadura sorda y muda.

    Al cabo Gardel parte tras dejar sus seas postales y los Anczar son de nuevo aventados a esta equivocacin de la Historia. Pero Miranda se ha salvado al abjurar

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    de toda Arcadia filantrpica y futura, al acatar el mandato de ser, a su vez y por primera vez, el que siempre hubo en l: una herida viviente, aqu y ahora.

    III

    As recordaba El da que me quieras, el acre barroquismo de su escritura, su esttica de anacronismos deliberados y felices, la mirada compasiva, escptica y jubilosa, a la vez que nos propone con envidiable maestra. Pero la perestroika y la debacle de las economas centralizadas del este de Europa, han venido a conferirle un cariz impensable hace una dcada.

    Lo que pudo tener de blasfemo, provocador y partisano se ha volatilizado hasta hacerse parte del clima de ideas que ahora impera.

    No hay Unin de Repblicas Socialistas Soviticas! ya no es una desgarrada insolencia de Po Miranda, boyardo sangrante.

    Su invocacin de la vida koljosiana, de Romain Rolland, los kulaks y los emblemticos tractores del trigo ucraniano tienen hoy, como nunca, toda la traza de una martingala engaabobos.

    Se nos ha hecho Po, en suma, ms arbitrariamente embustero en su condicin de quien no sabe pagar los diezmos que haran de l un hombre con ttulos para la vida. Por ello es ms encarnizada su tragedia.

    Ya no es dable a los crticos discernir tesis en ella; su asunto es, de ahora en adelante y con ms nitidez que nunca, las indciles, ecumnicas, carnales angustias humanas ventiladas por Cabrujas con airosa y airada impudicia.

    Ibsen Martnez

    Caracas, Julio 1990

    Reparto

    El da que me quieras se estren en el Teatro Alberto de Paz y Mateos, del Nuevo Grupo, el 26 de enero de 1979 con el siguiente reparto:

    (Por orden de aparicin)

    Mara Luisa Anczar Gloria Mirs y Manuelita Zelwer Po Miranda Fausto Verdial y Jos Ignacio Cabrujas Elvira Anczar Amalia Prez Daz Matilde Tania Sarabia Plcido Anczar Freddy Galavs Alfredo Lepera Luis Ribas Carlos Gardel Jean Carlo Simancas

    Escenografa Carlos De Luca Vestuario Eva Ivanyi-Laura Otero, Productores Unidos

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    Realizacin del vestuario Costuarte-Giuseppe Micucci Iluminacin Carlos Rivod Maquillaje Carmelo Director de Escena Diana Insausti Produccin Elas Prez Borjas, Productores Unidos Direccin Jos Ignacio Cabrujas

    A Eva Mi agradecimiento a Manuel Caballero, por las conversaciones sobre la Internacional.

    JIC.

    Canciones

    Amores de estudiante (Gardel-Lepera) Sus ojos se cerraron (Gardel-Lepera) Rubias de Nueva York (Gardel-Lepera) El da que me quieras (Gardel-Lepera)

    Primer tiempo

    Rubias de Nueva York

    La sala y el patio de las Anczar a las doce del da. Un reloj Junghans suena y es la nica exactitud del lugar. El resto es rabe y fantasioso; jarrones dorados, mariposas, cermicas, pastorcillos plidos, lotos, bambes y delicadezas. Mara Luisa est sentada en un sof viens. Po Miranda, a su lado, observa el albaal del patio. Mara Luisa sonre vagamente percatndose de Po, a quien olvid hace unos minutos.

    Mara Luisa: Y Stalin?

    Po: Stalin los rene a todos en el saln de conferencias, a mano izquierda, entrando por la puerta principal como quien va hacia el comedor del terrible. Stalin aguarda y entra Bujarn y entra Zinoviev y entra Kamenev y Trotsky y los viejos bolcheviques, tensos, impenetrables, definitivos. Rakovski...

    Mara Luisa: Quin es Rakovski, Po?

    Po: Rakovski es el comisario de Armenia, el gran oso de los kulks. Rakovski tose. Stalin lo mira. Rakovski no tose. Stalin se levanta, sobrio, medular, profundo. Y hay ese momento de angustia. Y Stalin dice: Caballeros: Vladimir Ilich, acaba de morir.

    Mara Luisa: Ay.

    Po: Qu...?, dice Kamenev... Qu...? Un qu abrumado, un qu terrible... Qu...? Y la cabeza se mueve...

    Mara Luisa: La cabeza de quin...?

    Po: La cabeza de Kamenev (Y la cabeza de Po reproduce la perplejidad de Kamenev) Qu...? Qu...?

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    Mara Luisa: Ay.

    Po: Y Bujarn se levanta y camina hacia el llamado ventanal de la zarina en tiempos de opresin. Zinoviev lo mira. Stalin lo mira y Trotsky pregunta: Qu hace el camarada Bujarn en el llamado ventanal de la zarina?

    Mara Luisa: Lloraba.

    Po: Lloraba. Los grandes ojos de Bujarn repletos de lgrimas. Vladimir Ilich los haba dejado aquel 21 de enero de 1924. Y Iosif baj la cabeza, Iosif Visarianovich, mejor conocido por Stalin, acero, as se templ el acero, baj la cabeza por ltima vez hasta el sol de hoy y dijo: Camaradas, cmo se llena un vaco?

    Mara Luisa: (En un hilo) Dijo...?

    Po: Camaradas, cmo se llena un vaco? Y todos se miran y entra Alliluyeva, la mujer de Stalin, con el samovar de la tarde.

    Mara Luisa: No hay nada en el mundo como el t de samovar. Tendremos uno alguna vez, Po?

    Po: Creo que s. O por lo menos nos dejarn usar el samovar del koljosz.

    Mara Luisa: Har mucho fro, verdad?

    Po: Al principio. Pero despus, uno se acostumbra a todo.

    Mara Luisa: Hoy hablar con Elvira.

    Po: Y por qu no esperamos la respuesta de Romain Rolland?

    Mara Luisa: Ella no sabe quin es Romain Rolland. Llegamos a Mosc y hablamos con franqueza. Por qu tenemos que llevar una carta de Romain Rolland? En Mosc es distinto. No es un pas de tarjetas. Vamos al Kremlin y nos quedamos all, junto a la tumba de Lenin. Alguien vendr. Rakovski vendr. Zinoviev, Kamenev, alguien. Quin sabe si el mismo Stalin. Y entonces, nos jugamos el todo por el todo. Le decimos: mire, Stalin, venimos de Caracas, el seor Po Miranda y Mara Luisa Anczar, encantados. Qu puede pasar, Po?

    Po: No va a entender.

    Mara Luisa: Y por qu no?

    Po: Porque el camarada Stalin no habla castellano.

    Mara Luisa: Tal vez Zinoviev o Kamenev...

    Po: Mara Luisa, son personas ocupadas. No puedes salirles al paso, as como as, y decirles que ests llegando de Caracas.

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    Mara Luisa: No saben dnde est Caracas?

    Po: Por supuesto que saben. El camarada Stalin tiene una visin total del planeta. Pero no se trata de eso. Y adems, es imposible entrar en un pas de esa manera. Hay aduanas, Mara Luisa. Si las hay aqu, en esta equivocacin de la historia, cmo no la va a haber en la Unin de Repblicas Socialistas Soviticas? Justamente por eso le he escrito a Romain Rolland. Porque se trata de un humanista, ua y carne con el camarada Stalin y vara alta en la Internacional Comunista. No es lo mismo entrar en el Kremlin, como Pedro por su casa, que hacerlo con una carta donde Romain Rolland diga: los seores son Mara Luisa Anczar y Po Miranda, de Caracas, que vienen all con la intencin de participar en la vida koljosiana, dentro del plan quinquenal, etc., etc...

    (Entra Elvira Anczar. Viene de la calle)

    Elvira: Y Matilde?

    Mara Luisa: No ha regresado.

    Elvira: Vieron las banderas? (Silencio) Dios mo, uno podra morirse viendo las banderas. l no. l va a pasar de largo del puerto al ferrocarril, del ferrocarril al Capitolio, del Capitolio al Panten y del Panten al escenario. No hay una flor en toda la ciudad. Te enfermas y buscas una flor y preguntas dnde hay una flor antes de caer muerta, y te dicen que no hay. Esta noche el Principal huele a magnolia. Y l viene de negro. Se enteraron? No es increble que salte por encima de este asunto panameo y que en lugar de blanco nos entregue un invierno? Chaleco marfil, por supuesto. Como cabe. Como es. Ni una gota de sudor en todo el cuerpo. Ni siquiera cuando acarici las palomas en la plaza de las palomas. Aquella frente limpia y todo el mundo comentando: no suda, no suda...

    Po: (Por anunciar su presencia) Lenin tampoco sudaba.

    Elvira: Lenin est disecado.

    (Entra Matilde)

    Matilde: Las palomas... Lo saben?

    Elvira: Que no sud?

    Matilde: No sud.

    Elvira: Acabo de contarlo.

    Matilde: Y lo del tren? Saben lo del tren?

    Elvira: Qu es lo del tren?

    Mara Luisa: Matilde, despus lo cuentas. Tengo que hablar con Elvira.

    Elvira: (Sin hacerle caso) Qu es lo del tren?

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    Matilde: Se subi al tren. Tena un vagn para l solo y dijo que el vagn era confortable. Y la gente apiada as, as de gente, pidindole una cancin.

    Elvira: Salvajes.

    Matilde: Y l sonre de muerte perezosa, y se toca la garganta y dice... esta noche, esta noche... que, entre parntesis, es mentira lo del oro en la muela. Su dentadura perfecta. Una dentadura intachable.

    Po: Quin le vio la dentadura?

    Matilde: Vox populi.

    Elvira: Es que inventan, e inventan, e inventan. Yo tengo cuatro aos dicindolo. Ninguna muela de oro. Es mentira la muela, como es mentira lo del burdel de su madre, como es infundio la mariconera del padre, como es mentira el Uruguay que es la peor mentira del mundo.

    Po: (Marxista) Y por qu no puede ser uruguayo?

    Elvira: Porque no. Porque se le ve que no es uruguayo. Porque le brota el Mediterrneo, el Toulouse, en el tono, en el pliegue del pantaln, en la vigencia de la hombrera, y t dices: eso no es uruguayo.

    Po: El Uruguay es un pas culto.

    Elvira: Pero con esfuerzo. Hay mucha pampa. Y adems, est el nombre: Gardel, que en francs antiqusimo, significa guardin.

    Matilde: (A Mara Luisa) Lo queran sacar por la ventanilla del vagn. Y l deca: Vengo de un viaje largo y quisiera convertirme en diez mil personas y estrechar la mano de todos ustedes y los hombros del general Gmez.

    Mara Luisa: Fatigadsimo estara. (Y de pronto) Matilde, yo me voy.

    Po: Cunto le pagan?

    Elvira: Y qu importa cunto le pagan? Nada le pagan. Cunto le pagan al militar ruso de bigotes, al Stalin?

    Po: (Comprometido) Trescientos rublos. Y l devuelve doscientos al Comit Central. El dinero no es fundamental en la Unin de Repblicas Socialistas Soviticas.

    Elvira: Me congratulo.

    Matilde: (A Elvira) Entonces, la locomotora se movi y l cerr los ojos y cant Lejana tierra ma... y todos los que estbamos all, queramos convertirnos en una cadena my larga desde La Guaira hasta el Ro de la Plata, una cosa completamente panamericana e infinita y que l caminara sobre nuestras espaldas y regresara a su lejana tierra suya para

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    abrazar a su madre, y a Rosita Moreno, y al presidente Justo de Argentina y, en general, a la vida.

    Mara Luisa: Pero, la voz es la misma...?

    Matilde: No. Es ms ancha. Ms larga. Ms dulce. Aquel momento, cuando l deca: tierra, lejana tierra, la parte de tierra... y me mir...

    Elvira: (Sorprendida) Cmo...?

    Matilde: Me mir. Yo s que me mir. l, en la ventanilla y yo en el pas. Pero sent que tierra era conmigo y que ma, estuvo a punto de pertenecerme.

    Elvira: Vino solo?

    Matilde: Con el seor Lepera.

    Elvira: Cmo es Lepera?

    Matilde: No lo vi bien. Haba tanta gente.

    Elvira: Y yo en la Oficina de Correos. Todas esas cosas pasando, y yo en la Oficina de Correos, vendiendo estampillas como el judo errante. Veinte aos rompiendo dientes de estampillas sin faltar un solo da al trabajo. (A Po, con repentina furia) Y t, hablndole a sta de marxismo. Marxismo es ponerle una bomba al Correo y quedarte en la esquina viendo cmo caen los ladrillos del cielo con los pedazos de carne del superintendente Bertorelli...

    Po: (Aceptando el reto) Y quin te dice que no?

    Elvira: T. T me dices que no. T, y tu Internacional. Dnde est esa Internacional? Yo no la veo por ninguna parte. Yo veo a Bertorelli que me niega el permiso para ir a La Guaira. A se s lo veo, hasta en la sopa, con la explotacin del hombre por el hombre, en la ventanilla del correo. Y a quin le pido auxilio? Llega Gardel, Rubias de Nueva York, Tango bar, Meloda de arrabal, El da que me quieras, la jerarqua del tango, presidentes que bailan tango, reyes que bailan tango, gente de verdad, de all, Gardel, Lepera, Razzano, Broadway, y yo despacho catorce cincuenta en estampillas a tres cuadras de la Plaza Bolvar. El mundo es una mierda.

    Mara Luisa: Elvira!

    Elvira: Hoy era el da. Dijeron... va a venir Gardel, y yo no lo crea. Yo dije: es mentira... por qu va a venir? Qu necesidad tiene de venir? Y est aqu. Uno quiere ver la historia y termina siempre por orla.

    Mara Luisa: Pero qu tiene que ver Po...?

    Elvira: Y con qu tiene que ver Po? Yo quiero que t me digas un da, con qu tiene que ver Po. Muri mam, un 15 de mayo de 1927, y boqueando en la cama, materialmente con el ltimo aliento, me dice, a cuenta de hermana mayor... Elvira, que

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    ese hombre se defina con Mara Luisa, de velo y corona en la Santa Capilla para que mi tumba tenga sentido... y despus volvi la cara contra la pared y se neg a ver el mundo...

    Po: Elvira, creo que he explicado suficientemente bien mi actitud en esta casa.

    Elvira: Nio, si t por explicarte, explicas cualquier cosa. T eres de esa gente capaz de cantarle un vals a un sordo desde el comienzo hasta el tantn.

    Mara Luisa: (Interviene) Elvira... Po y yo nos vamos.

    (Larga pausa)

    Matilde: (Sorprendida) Y adnde, ta Mara Luisa?

    Mara Luisa: (Despus de pesar las palabras) A un koljosz en Ucrania.

    Matilde: Y qu es un koljosz en Ucrania?

    Mara Luisa: (Avergonzada) Un lugar en el campo.

    Matilde: Un lugar ruso?

    Mara Luisa: (A Elvira) Po y yo estamos esperando una carta de Romain Rolland, el autor de Juan Cristbal.

    Elvira: Y quin es Romain Rolland?

    Po: (A Elvira y Matilde) Hace un mes le escribimos a Romain Rolland, prestigioso escritor francs, muy admirado, no slo por sus obras, sino tambin por sus luchas en pro de la paz y la amistad de los pueblos.

    Elvira: (En guardia) Y qu tiene que hacer un escritor francs con la vida de mi hermana?

    Mara Luisa: Elvira... yo quiero vender la casa...

    Elvira: Vender la casa del general Anczar? A quin? A Romain Rolland?

    Po: No. Romain Rolland vive en Pars y no tiene ningn inters en esta casa.

    Mara Luisa: Vender la casa a quien sea, a quien la compre, a quien pague un precio justo...

    Elvira: Y quin va a pagar un precio justo por esta casa? Qu vamos a vender? Ladrillos y metros de terreno? Y qu hacemos con Matilde?

    Matilde: Ta Mara Luisa, cmo te vas a ir tan lejos habiendo aqu tanta agricultura?

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    Elvira: Ah est la terrible consecuencia de unos amores largos... que la gente se vuelve ociosa y onanista de tanto pensamiento y quiere terminar su vida en Ucrania o en cualquier pas de camellos. Diez aos de este manual comunista y ya no tienes ley, ni respeto, ni familia. Vender la casa! Eso es lo nico que se te ocurre!

    Mara Luisa: (Con ira sbita) Me permito recordarte, Elvira, que en la misma cama y en la misma agona, mam nos dijo, y me parece estarla oyendo, que la casa se venda cuando a ti o a m nos hiciera falta venderla. Y no te acepto una ofensa ms a la persona de mi novio...! Porque si me quiero pasar el resto de mi vida con este hombre en las estepas soviticas, es una decisin que me pertenece, como le pertenece a uno la vida cuando tiene treinta y siete aos.

    Po: (Abrumado) Mara Luisa...

    Mara Luisa: (A Elvira) Yo no te estoy sacando de esta casa...

    Elvira: No faltaba ms...

    Mara Luisa: ...ni te estoy pidiendo que te vayas a la calle. Pero he decidido buscar mi vida en otra parte y nadie me lo va a impedir...

    Po: (A Elvira) Quiero aclarar que se trata de una decisin de Mara Luisa, y que en modo alguno pienso tocar un solo rublo de su herencia.

    Elvira: (A Po) No creo una sola palabra de lo que ests diciendo! Porque, como base y principio, la idea del viaje a Ucrania es tuya. En treinta y ocho aos que llevo conociendo a mi hermana, desde el agua caliente en la hora del parto hasta el sol de este da, jams la escuch hablar de Ucrania, ni de trtaros, ni de la revolucin de Octubre. Aqu ha habido un inters por el extranjero desde que t llegaste con el materialismo en la boca.

    Po: Yo comparto mis ideas con mi camarada! Yo creo en un mundo donde se comparten las ideas con la camarada mujer! Yo me opongo a la bragueta solitaria y al macho quincenal, en nombre de una humanidad nueva! El dinero de Mara Luisa no entra en este asunto...! He planificado con ella la posibilidad de marcharnos a la Unin de Repblicas Socialistas Soviticas, porque entre otras cosas quiero que mis hijos nazcan en la verdad proletaria, y no en este basurero del imperialismo. Pero en ningn momento, y lo juro por la hoz y el martillo y la impolutez de Rosa Luxemburgo, me ha cruzado por la cabeza aceptar un solo centavo de la propiedad de Mara Luisa...!

    Matilde: (Que no puede ms) Y por qu no hablamos de esto maana?

    Elvira: Matilde, ve a tu cuarto.

    Matilde: (Protesta) Hoy lleg Gardel! Y esta noche canta en el Principal! Y ustedes discutiendo esa eternidad que discuten, como si no pasara nada. l, en su habitacin, organizndose mentalmente, ensayando, afinando, buscando un apoyo moral en Lepera, y ustedes con este bulul. Lleg! Hganme el inmenso favor de entenderlo! Lleg!

    (Entra Plcido Anczar, con el ensayo de su noticia)

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    Plcido: Lleg al Majestic!

    Elvira: Cundo?

    Plcido: Once maletas de equipaje y todava no han podido subirlas a la habitacin! Y aquello repleto en el vestbulo... el Gobernador, el Rector, la Academia de la Historia, y Monseor Fonturvel furioso porque le pellizcaron una nalga... La gente explicndole... no seor, no hay ofensa, no hay Sodoma, porque l amenaz con la estatua de sal y el anatema... no, monseor, hay apretujamiento y barullo como en la toma de la Bastilla... as le dijo el doctor Fortoul.

    Matilde: Y Gardel?

    Plcido: En un bao, a la izquierda, con Lepera...

    Elvira: Y quin pellizc a Monseor Fonturvel?

    Plcido: El pueblo, sin ninguna intencin malsana. Y eso era lo que el doctor Fortoul intentaba explicar en aquel alboroto.

    Matilde: Cmo qu, Plcido? Cmo un da de la Independencia?

    Plcido: No.

    Matilde: Como una procesin de Viernes Santo?

    Plcido: No.

    Matilde: Como un carnaval de odaliscas?

    Plcido: No. Como algo que nunca se vio. Como si te dijera que nunca supe el color de las alfombras del Majestic hasta esta tarde. Entramos el seor Pimentel y yo, en representacin de la empresa y la polica no quera dejarnos pasar. Y Pimentel le dice al elemento polica: el seor Gardel canta esta noche en mi teatro... el seor Gardel me espera...

    Matilde: Y santa palabra?

    Plcido: Santa palabra. Santsima y reverendsima palabra.

    Mara Luisa: Po, vamos a la puerta.

    Plcido: (Por la actitud de Mara Luisa) Qu pasa?

    Mara Luisa: Nada.

    Plcido: Pero si traje las entradas! (Plcido muestra un sobre que saca del bolsillo)

    Mara Luisa: Yo no voy esta noche.

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    Plcido: (Escandalizado) Por qu?

    Elvira: Mara Luisa!

    Mara Luisa: No voy y se acab!

    Po: Conste que no he influido en su decisin!

    Matilde: (Desesperada) Ta Mara Luisa!

    Mara Luisa: (A Plcido) Vende mi entrada. No estoy de nimo.

    Plcido: Mara Luisa, tuve que suplicarle al seor Pimentel que me vendiera tres entradas...! Qu le voy a decir ahora?

    Mara Luisa: Nada. Dsela a un pobre. (A Po) Vamos, Po.

    Po: (A Plcido) Por lo menos te puedes ganar la plusvala. (A Elvira) Buenas tardes.

    (Salen Mara Luisa y Po).

    Plcido: Mara Luisa! Qu voy a hacer con la entrada?

    Elvira: (A Plcido) Djala. Se levant al revs. Cosas de la mujer.

    Plcido: (Insiste, antes de salir) Mara Luisa... Es en la sexta fila! Te la consegu en la sexta fila...! Mara Luisa, tienes que ir...!

    (Sale Plcido)

    Matilde: (Despus de una pausa) Elvira...

    Elvira: No me digas nada.

    Matilde: Podramos ir al Majestic.

    Elvira: A qu?

    Matilde: A estar.

    Elvira: (En sus rencores) Vender la casa... Le oste?

    Matilde: Ta, por qu no hablas con ella?

    Elvira: Y qu me va a contestar? No ves que se cree La Pasionaria, con la mirada extraviada y los ojos saltones, como si estuviera contemplando el futuro de la humanidad? Ucrania! La cola del hombre... Para eso quedaron las mujeres! El moco del hombre, de los tantos mocos que tiene el hombre! Unin de Repblicas Socialistas Soviticas, y la boca se le llena porque no tiene aire para pronunciar ese nombre. All

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    est su casa, porque ahora es comunista... como si supiera de pobres, como si hubiera trabajado alguna vez! Hipcrita!

    Matilde: (Compungida) Ta Elvira...

    Elvira: Hipcrita y cien veces hipcrita...

    Matilde: Pero no es su felicidad...? Porque yo la veo tan leve, a veces, tan que no pisa y toma caf y enjuaga la taza...

    Elvira: Yo conozco la felicidad de las mujeres... Me s de memoria la felicidad de las mujeres... No es virgen acaso? De qu felicidad estamos hablando? De la felicidad de Santa Rosa de Lima que se pona contenta cuando vea un canario?

    Matilde: Y cmo sabes que es virgen, ta Elvira?

    Elvira: Porque se es incapaz de una machura en territorio nacional. Hasta la biologa le funciona en la Unin de Repblicas Socialistas Soviticas. Son santos y necesitan su Vaticano para andar santeando. No habl de la impolutez de Rosa Luxemburgo? Qu s yo si a Rosa Luxemburgo le convena esa impolutez!

    Matilde: Quin es Rosa Luxemburgo?

    Elvira: Qu s yo...! (Murmura) La felicidad! En 1902 me cas con Raimundo Galarraga y por lo menos tuve una alegra que iba ms all de los pajaritos de Santa Rosa. Era qumico, Raimundo... o por lo menos l deca que era qumico... pero en realidad fabricaba un perfume hediondsimo y estragado que las mujeres de la vida compraban por cuotas semanales.

    Matilde: (Abreviando una historia mil veces repetida) Y se escap a Trinidad, Raimundo...

    Elvira: (Mecnicamente) ...con una negra de apellido Sutherland. Aleg que Cipriano Castro lo persegua y por ms de tres aos le estuve enviando dinero al 18 Caiman Street. Despus, supe la verdad y me dieron ganas de meterme en la cama con un cirio en las manos, por santa y por estpida... La felicidad! Un poquito de decencia... eso es la felicidad...

    Matilde: Como Rosita Moreno...

    Elvira: (Deprimida) Como Rosita Moreno...

    Matilde: En aquella pelcula, cuando Rosita Moreno tiene su tuberculosis galopante y el pauelo se le empapa de sangre cada vez que tose, y la amiga de Rosita Moreno se angustia, como es natural, y le dice: Aura..., porque Rosita se llama Aura, no es as...?

    Elvira: Aura...

    Matilde: Aura... qu tienes? Qu te pasa, Aura? Y Rosita Moreno contesta: nada... nada... con su voz de barco que se aleja y horizonte que se quiebra... nada... nada... Y la

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    amiga de Rosita Moreno, muerta de la angustia porque hay un pauelo hmedo de sangre, le suplica que cuente la verdad y le diga a Carlos que hay sangre, que hay final, que hay agona y cruz y calvario... Recuerdas, ta Elvira?

    Elvira: (Llora) S.

    Matilde: Y Rosita Moreno empeada en que l no se entere... plida y perfumada Rosita Moreno...

    Elvira: As es... Pero, qu tiene que ver...?

    Matilde: Que Gardel regresaba a la casa... un ao ms tarde... mirando aquella cuestin de polvo y colchn arrinconado...

    Elvira: (Por decir) Nunca supe que haba un colchn.

    Matilde: (Describiendo el decorado) A la derecha haba un Cristo... a la izquierda...

    Elvira: ...un armario de caoba...

    Matilde: ...y junto al armario, el colchn de la Moreno...

    Elvira: Nunca lo vi...

    Matilde: Porque l cantaba: Sus ojos se cerraron...

    Elvira: (Llora) Y el mundo sigue andando... (Breve pausa) Qu traje vas a ponerte esta noche?

    Matilde: El blanco de organza con lacitos negros... (Insiste) Todo era tan sacrificado... como si Rosita Moreno cumpliera una orden boliviana... como una paloma que va a transformarse en sopa... sin preguntas... como si ella te dijera: as somos nosotros... as es nuestra ley, nuestra alegra... ahorrar tomate en la cocina... creolina en el piso y dolor en el hombre...

    Elvira: Deberas ir de negro. Ese empeo tuyo en vestirte de blanco. Ya tienes veintisiete aos.

    Matilde: Y l miraba por la ventana... te acuerdas, ta Elvira?

    Elvira: (Llora) S.

    Matilde: Y hablaba de las alas...

    Elvira: (Recuerda) Por qu tus alas tan cruel quem la vida...?

    Matilde: Por qu esa mueca siniestra de la muerte...?

    Elvira: (Llora) ...de la suerte... no de la muerte... Ah est el disco.

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    Matilde: Quise abrigarla y ms pudo la muerte.

    Elvira: Cmo me duele y se ahonda mi herida...

    Matilde: Yo s que ahora vendrn caras extraas...

    Elvira: (Se dispone a salir) Ah est el disco... Yo ni siquiera he terminado de llegar... Y este calor de junio, verdad? Esta mierda de junio...

    (Elvira sale. Pausa. Matilde organiza el gramfono y se escucha Sus ojos se cerraron. Matilde repite en voz baja las primeras palabras. A partir de las alas que con terrible crueldad quem la vida, Matilde une su precaria voz al desencanto de Gardel por la precaria muerte de su amada. Como perros de presa..., indica el regreso de Plcido Anczar atrado por la voz de Gardel. Se sienta junto a su sobrina y comenta)

    Plcido: Est aqu, Matilde...

    Matilde: Habr salido del bao, verdad?

    Plcido: De cul bao?

    Matilde: No dijiste que se haba encerrado en un bao en el vestbulo del Majestic?

    Plcido: S. Pero despus sali...

    Matilde: Y qu haca all? Orinaba?

    Plcido: Y mientras en la calle, en loca algaraba, el carnaval del mundo gozaba y se rea...

    Matilde: Qu haca, Plcido...?

    Plcido: (Con ademn de secreto) Habl con l, Matilde...

    Matilde: Dnde?

    Plcido: En la cocina del Majestic... El seor Pimentel y yo entramos, y l se me queda mirando y me dice: Qu rara es la gente ac...

    Matilde: (Asombrada) Tal cul, Plcido?

    Plcido: Tal cual...

    Matilde: Qu rara es la gente ac...? Y qu ms? (Re estrepitosamente)

    Plcido: Entonces yo le digo: mire, Gardel, aqu el seor Pimentel como empresario y este servidor, queremos preguntarle si se siente cmodo...

    Matilde: Es alto, verdad, Plcido?

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    Plcido: Matilde... yo lo vi y me parpade la virilidad... es alto, como en las pelculas y tiene esa luz que parece atravesarlo... y en lugar de hablar, accede, se inclina, se extiende...

    Matilde: Y Lepera?

    Plcido: Lepera entre las ollas, vigilando, mojando, mordisqueando... (Retomando la descripcin) Mire, Gardel le digo, etctera... si se siente cmodo, etctera...

    Matilde: Etctera, no, Plcido. Etctera es horrible. Etctera es el mircoles a las dos de la tarde.

    Plcido: (Mientras quita el disco que acaba de concluir) Le pregunt, entonces, si quera revisar las instalaciones del teatro... el camerino alfombrado, la estantera, el cortinaje, el teln, la tabla crujiente, el micrfono, los altoparlantes... porque todo me daba vergenza, Matilde. Pimentel, mudo... las cocineras del Majestic como si acabaran de descubrir un fantasma... Y Gardel habla y me dice: Cmo te llams? Y yo le respondo: Plcido Anczar, seor Gardel, el nieto del general Anczar, Plcido Anczar. (Emocionado) Plcido Anczar me contesta, si a vos te parece bien a m me parece bien... Y yo sent la historia universal del ser humano, Matilde, desde la masacre de los caquetos hasta la llegada de los andinos... Y me dije: Coo...! Aqu estamos equivocados! Aqu se ha cometido un disparate en alguna parte! Aqu hubo un loco que nos extravi a todos...!

    Matilde: (Repite, extasiada) Si a vos te parece bien, a m me parece bien...

    Plcido: Y era como si me devolviera el nombre envuelto en cultura, Matilde... como otro clima y otro ladrillo... y otra forma...

    Matilde: Un hombre que ha saludado a reyes, Plcido.

    Plcido: Tal cual.

    Matilde: (Emocionada) Y qu ms te dijo?

    Plcido: Nada ms, porque entre el temblor que yo senta y los emisarios del general Gmez que entraron en la cocina buscndolo, dejamos de hablar.

    Matilde: (Como un conjuro) Si a vos te parece bien, a m me parece bien.

    Plcido: Y entonces, despus de aquello, me vine a entregarles las entradas.

    Matilde: Es a las nueve, verdad, Plcido?

    Plcido: En punto.

    Matilde: (Mira el reloj de la sala) Son las dos.

    Plcido: Y Mara Luisa, ahora, con esa obstinacin de no querer ir...! No se consigue una entrada en todo el territorio! Hay doctores que no consiguen entrada! El taquillero

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    del Principal es, hoy por hoy, el hombre ms importante de Caracas! Y ella dicindome que haga lo que me d la gana con su boleto...! Que no va a ir... que no le interesa!

    (Entra Po Miranda)

    Po: Matilde, dnde est Elvira?

    Plcido: Po, convncela...

    Matilde: Se sinti mal y se fue a su cuarto, Po Por qu no hablas con ella maana, despus del recital?

    Po: Gardel no me divide la historia.

    Plcido: Es un hombre de ideas avanzadas, Po. Un hombre del pueblo. A los ocho aos venda yerba mate en Montevideo. Y estoy seguro de que simpatiza con la Tercera Internacional.

    Po: Matilde, dile a Elvira que quiero hablar con ella, y que Mara Luisa est en la acera de enfrente, esperndome.

    Matilde: (Pausa) Lleg la carta de Romain Rolland? (Larga pausa) Voy, voy.

    (Matilde sale. Plcido guarda cuidadosamente el disco de Gardel)

    Plcido: Te vas a ir con ella, Po?

    Po: Se me ha visto alguna vez en esta casa atropellando a tu hermana?

    Plcido: (Amistoso) Yo entiendo los ideales, Po. Entiendo que el pobre sufre y sufre y sufre y se jode y se jode y se jode. Y entiendo que hay gente que tiene ms y gente que tiene menos y que la humanidad necesita un revolcn y unas cabezas cortadas y un sangrero. Eso est en mi cabeza, Po, y la plusvala de este asunto del seor Pimentel que pone el capital y me roba el trabajo, y las cinco cruces de la dialctica y la desviacin de Trotsky y el imperialismo y la lucha de clases. Yo no era nada, Po, antes de que t me entregaras esta iluminacin. Y ahora veo a Pimentel en la oficina y me digo: ay, Pimentel... ay, Pimentel... y me preparo, calladito, agazapado para el da de la cosa... cuando Pimentel me vea entrar en la oficina, en 1947, supongo, suponte con la ametralladora en la mano... Qu es esto, Anczar? Porque as me va a decir... Qu es esto, Anczar? Ay, Pimentel... ay, Pimentel.

    Po: Cmo sabes que ser en 1947?

    Plcido: No s. Siempre he pensado que ser en 1947.

    Po: Tal vez, antes...

    Plcido: Quin sabe si antes?

    Po: Pondremos la bandera en el Capitolio...

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    Plcido: (Entusiasmado) Con la hoz y el martillo, verdad Po?

    Po: Con la hoz y el martillo.

    Plcido: Y vendr Stalin, verdad?

    Po: Vendr el camarada Stalin, de visita...

    Plcido: Como Gardel...?

    Po: (Iluminado) Nunca habrs visto tanta gente en Caracas, como el da de la visita de Stalin. Esa maana, nos encontraremos frente al Congreso, y si puedo, si me es dado, te entregar el cordel de la bandera roja para que t mismo la subas.

    Plcido: En serio, Po?

    Po: Te he hablado de la bandera, Plcido.

    (Entra Elvira)

    Elvira: (A Plcido) Matilde te espera en la cocina con los pormenores de Gardel.

    Plcido: (Antes de salir) Elvira, dile que te explique el Da de la Bandera... que te hable de 1947... ustedes no se entienden porque jams han hablado de 1947...

    (Sale Plcido)

    Po: Lamento haber discutido, y pido excusas.

    Elvira: No hay de qu.

    Po: Le he pedido a Mara Luisa que me acompae desde esta noche. Buscaremos un lugar dnde vivir, y despus nos marcharemos.

    Elvira: (Aspera) T me dirs dnde debo enviarle la cama.

    Po: (Recto) No me interesa la cama de Mara Luisa, ni las pertenencias de Mara Luisa.

    Elvira: Me alegro.

    (Larga pausa)

    Po: Ahora, hazme el favor de escucharme, porque voy a hablar de este asunto por ltima vez. (Pausa) En treinta y ocho aos de mi vida he sido maestro de escuela, cajero de imprenta, secretario de un comprador de esmeraldas en el ro Magdalena, espiritista, seminarista, rosacruz, masn, ateo, libre pensador y comunista. Y ahora, te voy a explicar por qu soy comunista! Cuando era nio, en Valencia, mi santa madre, Ernestina, viuda de Miranda, enfermera jubilada del Hospital de Leprosos, lectora perpetua de El Conde de Montecristo, se ahorc en su habitacin. Sabes cmo mierda se ahorc? Amonton en el suelo, Los miserables, de Vctor Hugo, El coche nmero 13,

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    de Xavier de Montepin, La dama de las camelias, de Alejandro Dumas, hijo, El crimen del padre Amaro, de Ea de Queiroz y una edicin ilustrada de la Biblia. Se subi a la pila de libros, y ni siquiera, maldita sea, me dej una carta explicativa. Se limit a saltar sobre la narrativa romntica, con una fiereza inexplicable. Ahora parece un chiste y, a veces, me he sorprendido a m mismo, rindome al contarlo. Pero desde ese da tuve miedo! Me orinaba en la cama de puro miedo! No me atreva a cruzar el patio despus de las once, por temor a encontrarla bajo el limonero, o en el comedor, o en la cocina! T me preguntars, miedo a qu mierda? Y yo te dir, miedo a que me explicara por qu lo haba hecho. Miedo a no inventarla. Miedo a terminar en la misma viga y bajo el mismo techo. (Breve pausa) Le los libros de aquel patbulo que mam haba hecho en su dormitorio, buscando una clave, una respuesta, una explicacin cualquiera...! Y no encontr nada! Pginas y pginas... y nada! (Pausa) Ingres en el seminario arquediocesano y comenc a masturbarme todas las noches! Y un da me descubrieron en una lascivia con la imagen de Santa Rita! Y me declararon loco y atormentado! Entonces, dej de creer en Dios... Porque, cmo mierda creo en Dios, si me provocaba la imagen de Santa Rita? No comprendes que me expulsaron de la vida?

    Elvira: Alabado sea el Seor misericordioso...

    Po: No hay Seor misericordioso! Ests en el mundo, con tus manos, con tu lengua... y no hay Seor misericordioso! Yo te podra decir que soy comunista por la cojonudez del Manifiesto, por el hgado de Marx y la cabeza de Federico Engels! Pero soy comunista, por la declaracin de Aura Celina Sarabia, cocinera de la pensin Bolvar donde muri mam! Y sabes por qu se ahorc mam? Porque redujeron el presupuesto del Ministerio de Sanidad, y hubo un error en la lista de pensionados! Aura Celina me lo dijo... Un error en la lista de pensionados y tres quincenas sin el dinero! Muri de vergenza...! Y entonces, yo me pregunt, dnde estn los incendiarios de esta sagrada mierda? Y me dijeron: Lee!... Y aqu estoy, hablndote de mi clandestinidad.

    (Larga pausa)

    Elvira: Tengo jaqueca... Dile a Mara Luisa que venga. No quiero saber que est en la acera de enfrente.

    Po: A veces me provoca salir corriendo y no volver ms. Inaugurar un koljosz en Guayana y callarme la boca.

    Elvira: Quieres dejar a Mara Luisa?

    Po: No lo s.

    Elvira: Y la carta de Romain Rolland?

    Po: No va a contestar.

    Elvira: (Pausa) Cmo sabes?

    Po: (Pausa) No la envi nunca.

  • 21

    (Pausa)

    Elvira: Judas.

    Po: Ni siquiera s dnde vive Romain Rolland. Y aunque lo supiera... qu puede importarle?

    Elvira: Y mi hermana?

    Po: Vendr a buscarla esta noche.

    Elvira: Y adnde vas a llevarla? A la pensin Bolvar?

    Po: A lo mejor nac cincuenta aos antes de lo debido... O a lo mejor se me extravi el mundo. En ocasiones veo el mapa de Australia, Elvira, por hablarte de un lugar lejano, y pienso que all debe existir otro como yo, en alguna calle de Sidney, un fabricante errtico, un vendedor de soluciones, un australiano falsificador. Me acerco a la gente y cinco minutos despus estoy explicando algo... como si me dieran pena. La gente me ruboriza, Elvira, y en lugar de hablar, respondo, explico y reparto pedazos de mundo, con la nica intencin de que me perdonen. Y me provoca gritar: qu mal viven!... qu mierda de vida viven, por no vivir medio metro ms all...! Nadie me pide explicaciones! Nadie se interesa por mis explicaciones, y yo pido perdn por ser testigo de esa tontera...! As pas con Mara Luisa... Qu hacemos, Po? Cundo nos vamos, Po? Cundo nos casamos, Po? Y yo cerr los ojos y me vi en la calle de Gato Negro con los libros y la infinita seguridad de estar equivocado... entonces le dije que iba a escribirle una carta a Romain Rolland, para que ella pensara que Romain Rolland caba en el panorama de Gato Negro... Romain Rolland hablara con Stalin y Stalin era el koljosz de remolachas en Ucrania. Qu estupidez, verdad?

    Elvira: Vivimos tan mal, Po Miranda, con los helechos y los canarios, y el Ecce Homo detrs de la puerta... Vivimos tan mal...

    (Entra Matilde. Se ha puesto el traje blanco de organza con lacitos negros)

    Matilde: Cmo se ve?

    Elvira: Un sueo.

    Matilde: Plcido dice que si llegamos temprano a lo mejor podremos saludarlo en el camerino.

    Elvira: Estar ocupadsimo.

    Matilde: Y Mara Luisa?

    Po: Voy a buscarla.

    (Po sale)

    Matilde: Con el turbante, verdad?

  • 22

    Elvira: (Distrada) Ah?

    Matilde: Con el turbante, pregunto...

    Elvira: Cul turbante?

    Matilde: El de la cabeza. Qu pasa?

    Elvira: Nada. El turbante no me gusta. El tocado de flores es lo apropiado.

    Matilde: Como Margarita de Borgoa en la Torre de Nesle?

    Elvira: Como Genoveva de Brabante, en la gruta, cuando amanece.

    Matilde: Yo pens en Tango bar... al final... cuando l est en el barco y ella sube la pasarela...

    Elvira: Me gustan las flores. Son ms t.

    (Elvira abraza a Matilde)

    Matilde: Te sientes mejor?

    Elvira: S.

    Matilde: Y cmo vas a ir vestida?

    Elvira: Cualquier cosa.

    Matilde: Y Mara Luisa? Plcido piensa que no va a ir...

    Elvira: Mara Luisa va a ir y esta noche ser una gran noche. Pasarn cincuenta aos y ser una gran noche. Yo estar muerta, y seguir siendo una gran noche...

    Matilde: Cmo Rubias de New York...?

    Elvira: Como Mary, Peggy, Betty y Julie...

    Matilde: ...Rubias de New York... Cabecitas adoradas que vierten amor...

    Elvira: Dan envidia a las estrellas...

    Matilde: Yo no s vivir sin ellas...

    (Entra Plcido)

    Plcido: (Canta) Mary, Peggy, Betty y Julie, Rubias de New York... Cabecitas adoradas que vierten amor.

    Matilde: Dan envidia a las estrellas!

  • 23

    Elvira: Yo no s vivir sin ellas...!

    Plcido: Mary, Peggy, Betty y Julie de labios en flor.

    Matilde: Pon el disco, Plcido! Esta noche, en la sexta fila del Principal, van a estar sentadas las tres rubias de New York!

    Plcido: (Mientras dispone el disco) Es como el cristal la risa loca de Julie... Es como el cantar, de un manantial.

    Elvira: Turba mi soar, el dulce hechizo de Peggy, su mirada azul, honda como el mar.

    Plcido: Deliciosas criaturas perfumadas, quiero el beso de sus boquitas pintadas.

    Elvira: Frgiles muecas del olvido y del placer, re su alegra... como un cascabel.

    (Rubias de New York se escucha a todo volumen en el saln de las Anczar)

    Voz Gardel: Mary, Peggy, Betty, Julie. Rubias de New York...

    Matilde: (Grita) Tan lejos...! Coo!... Tan lejos...

    Voz Gardel: Cabezitas adoradas, que vierten amor.

    Elvira y Voz Gardel: Dan envidia a las estrellas.

    Plcido: (Grita) A las estrellas! Oigase bien que dice: a las estrellas!

    Voz Gardel: Yo no s vivir sin ellas.

    Plcido: (Grita) Gardel es tan alto como el general Gmez...

    Voz Gardel: Mary, Peggy, Betty, Julie, de labios en flor.

    (Elvira y Plcido bailan el fox trot)

    Voz Gardel: Es como el cristal, la risa loca de Julie. Es como el cantar de un manantial.

    Matilde y Voz Gardel: Turba mi soar el dulce hechizo de Peggy. Su mirada azul... honda como el mar...

    Matilde, Elvira, Plcido y Voz Gardel: Deliciosas criaturas perfumadas, quiero el beso de sus boquitas pintadas.

    Gardel y Plcido: Frgiles muecas del olvido y del placer. Ren su alegra... como un cascabel...

    Voz Gardel: Rubio coctail que emborracha, as es Mary.

    Plcido y Voz Gardel: Su melena que es de plata quiero para m...

  • 24

    Elvira y Voz Gardel: Si el amor que me ofreca, slo dura un breve da...

    Matilde y Voz Gardel: Tiene el fuego de una brasa tu pasin, Peggy...

    Voz Gardel: Es como el cristal, la risa loca de Julie, Es como el cantar de un manantial...

    Matilde y Voz Gardel: Turba mi soar el dulce hechizo de Peggy, su mirada azul... honda como el mar...

    Matilde, Elvira, Plcido y Voz Gardel: Deliciosas criaturas perfumadas, quiero el beso de sus boquitas pintadas. Frgiles muecas del olvido y del placer. Ren su alegra... como un cascabel...

    (En la calle se escuchan los cohetes municipales que anuncian la llegada de Carlos Gardel y el consiguiente jbilo de la poblacin)

    Matilde: (Eufrica) Cohetes, Plcido... vamos!

    Plcido: Que nadie diga que no fuimos agradecidos, que no supimos reconocer la gloria de un hombre. La ciudad est de fiesta.

    (Se renuevan los cohetes en el zagun de las Anczar)

    Matilde: (Desde la puerta) Vamos, Plcido!

    (Plcido y Matilde salen. Pausa. Entran Mara Luisa y Po)

    Elvira: Por qu no vas a ver los cohetes, Po? Quin sabe si la revolucin es un sonido? De cualquier manera, esta noche te vas a ir con La Pasionaria a la calle de Gato Negro. No te olvides de darme la direccin, por si acaso llega a esta casa la carta de Romain Rolland.

    Po: A veces tarda el correo.

    Elvira: Es culpa de Bertorelli. Pero estas cosas cambiarn cuando haya una bandera roja en el Capitolio.

    (Las explosiones de los cohetes se acercan)

    Po: En 1947.

    Elvira: (Pausa) As es.

    Mara Luisa: (Sbitamente angustiada) Qu les pasa?

    Elvira: Nada. Verdad, Po? Hemos hablado y nos hemos disculpado. Todo hombre tiene una miseria.

    Po: Vengo esta noche, Mara Luisa, despus de Gardel.

  • 25

    (Pausa. Po sale. Larga pausa, despus de la accin de Po)

    Mara Luisa: Tena que ser as.

    Elvira: No me digas nada y dame un abrazo.

    Mara Luisa: (Llora) Mi hermana grande.

    (Elvira y Mara Luisa se abrazan)

    Mara Luisa: (Dentro de todo) Total... no nos vamos por mucho tiempo. Siete... ocho aos, nada ms.

    Elvira: S.

    Mara Luisa: Y quin sabe si t...?

    Elvira: Qu...?

    Mara Luisa: ...Puedas ir...

    Elvira: Tan lejos?

    Mara Luisa: De visita. En julio. En Ucrania. Ahorro y te envo el pasaje...

    Elvira: Puede ser.

    Mara Luisa: Es hermoso all. Hay campos de remolacha y actos culturales en la noche. Una vez al ao, Stalin impone la medalla del trabajo, y la gente se rene en la casa central del koljosz.

    Elvira: Y cmo vas a hacer para cultivar remolachas? T nunca has cultivado nada.

    Mara Luisa: Aprender. Tampoco es tan difcil. Te dan las semillas y las hundes en la tierra. Con el tiempo, crecen.

    Elvira: Despus de todo... Es tu vida, verdad?

    Mara Luisa: Qu voy a hacer si me quedo aqu? Visitarlo en la crcel?

    Elvira: De ninguna manera.

    Mara Luisa: Nos conocemos demasiado... entiendes? Nunca lo he visto desnudo, pero es como si lo hubiera visto. Y si quiero saber algo, l me lo explica. Nos hemos sentado tantas veces en ese sof... y ha habido tantos silencios despus de sus palabras... tanta costumbre

    Elvira: Te comprendo...

    Mara Luisa: He aprendido a escuchar su voz... sus asperezas... sus ternuras...

  • 26

    Elvira: Tendrs que llevar un abrigo. Hace tanto fro...!

    Mara Luisa: Yo no s de la revolucin, Elvira. Yo s de m. Y a veces me maravilla saber de m. Me parece increble mi propia adivinanza, Elvira. Todos los das... uno tras de otro... de domingo a domingo. A veces pienso que no va a volver y me da miedo... Pero est aqu todos los das a las doce y media, provisionalmente, avergonzado del almuerzo, dicindome que no quiere molestar... No me ha tocado nunca. Podrs creer que no me ha tocado nunca? En realidad, no recordamos nada. Vivimos para un da donde habr justicia y se repartir el mundo.

    (Larga pausa, y de pronto entra Lepera en el la sala de las Anczar)

    Lepera: Disculpen... la puerta est abierta

    Elvira: Qu deseaba?

    Lepera: Vive aqu el seor Plcido Anczar?

    Elvira: S.

    Lepera: (Llama) Carlos! Llegamos! Ac es!

    (Pausa)

    Elvira: Perdone. Quin es usted?

    (Entra Gardel, y elige su mejor sonrisa)

    Gardel: Buenas tardes. Me llamo Gardel.

    Segundo tiempo

    TUT-ANKH-AMON

    La sala y el patio de las Anczar a las doce de la noche. Elvira enciende la luz de la sala. Con ella, han entrado Mara Luisa y Matilde. Vienen del Teatro Principal, despus de asistir a la apoteosis de Gardel.

    Matilde: (Grita, desde la entrada y antes de encenderse la luz) Es que no te lo pueden contar! Renes a los escribas y a los fariseos de Jerusalem, y al doctor Fortoul y al doctor Vallenilla y les pides el cuento de esta noche... y no te lo pueden contar! (En el patio) Pas, qu grandeza!

    Mara Luisa: (Alarmada por los gritos) Matilde!

    Elvira: (Risuea) Tengo veinte aos dicindolo! Aqu no se ha visto nada semejante! Aqu se detiene el viento, cuando ese hombre abra la boca y diga! Porque no es el canto ni el repertorio! Es l! Y lo que emana de l! Le vieron los dientes? Qu dije

  • 27

    yo de los dientes? Se ha contemplado alguna vez en el planeta una porcelana semejante? Es un espejo lo que tiene en la boca!

    Matilde: Viene alguien, verdad, Mara Luisa?, y te dice, terciopelo, caramelo, cristal, lgrima, bruido, taido, suponte y te revuelcas fracasadsima en las palabras, como un camello en la arena del Nilo. (Grita) Tutankamn! Tutankamn!

    Mara Luisa: Matilde, baja la voz...

    Matilde: Y por qu voy a bajar la voz? No quiero bajar la voz! Quiero que me oigan! Quiero que se despierten! (Grita) Tutankamn! Tutankamn! Qu maravilla es Tutankamn!

    Mara Luisa: Pero ests loca!

    Matilde: Ebria, como la Borgoa en Pars! Ebria...! Absoluta y definitivamente ebria! Tutankamn! Tutankamn! Cuando cant Tuth-ank-amn, ah, Elvira?, yo me sent una vestal de bandeja, cadena y perro lobo! Y me dieron ganas de subir al escenario con la nica intencin de rescatarlo de las aguas al igual que la madre de Moiss en el Penltimo Testamento. Dios del Sina! Qu humedad de hombre!

    Elvira: Ahora quiero ver a Bertorelli, cara a cara! Maana llegar a la taquilla a las diez y media, o tal vez a las once... y cuando esa alimaa alce los ojos por debajo de la visera y me pregunte por mi tardanza, le dir: Consmome de la pena, Bertorelli, pero ayer estuvo Gardel en mi casa y hay ciertos compromisos que imponen una ligera tardanza! No creo que esta desazn burocrtica entorpezca la marcha de las comunicaciones nacionales! Si as fuere, murome y extngome del pudor, honorable superintendente!

    Mara Luisa: No creo que haya suficientes copas.

    Elvira: Por qu? Vienen l y Lepera solamente.

    Mara Luisa: Y si invita a alguien ms? Haba tanta gente esperndolo.

    Matilde: Fue claro y difano, cuando entr por esa puerta a las dos y treinta de la tarde, antes de mi desmayo. (Cita a Gardel) Seora Elvira...

    Elvira: (Corrige) Seora Elvira, distinguida dama...

    Matilde: (En el juego) Podra tener...?

    Mara Luisa: (Completando las histricas palabras de Gardel) ...el honor de venir ac esta noche despus de mi presentacin en el Principal?

    Matilde: (Emocionada) No puede ser! No puede ser! No puede ser! (A Elvira) Y qu contest la distinguida dama?

    Elvira: (Con falsa afectacin) Ya lo dije. No voy a repetirlo otra vez.

  • 28

    Matilde: Por qu? No me contaron las monjas en el colegio catorce veces la historia del centurin renegado y el lanzazo?

    Mara Luisa: Elvira, dilo...!

    Elvira: Contest... y a qu debo esta distincin, caballero?

    Elvira y Mara Luisa: (Susurran al mismo tiempo) La politesse... la politesse...

    Mara Luisa: (Divertida) Dios mo... estamos locas...

    Elvira: (A Mara Luisa) Celebramos un prestigio y cuatro copas de champagne. Me gustara que alguna vez alzaras la cabeza y vieras el cielo, Mara Luisa. En ocasiones hay estrellas...

    Matilde: (Insiste) Y a qu debo esta distincin?

    Mara Luisa: Po va a llegar de un momento a otro.

    Matilde: Tengo unas profundas ganas de orinar.

    Elvira: Ve, mujer.

    Matilde: Y si viene? (A Elvira) Jrame que no le vas a decir nada.

    Elvira: Lo juro.

    Matilde: (Mientras sale) Hblale de flores... si viene, hblale de flores...

    (Sale Matilde apresuradamente. Pausa)

    Elvira: De verdad, te vas a ir esta noche?

    Mara Luisa: S.

    Elvira: Y tu ropa...?

    Mara Luisa: Vendr por ella.

    (Breve pausa)

    Elvira: Mara Luisa...

    Mara Luisa: Elvira, no me digas que no tengo razn... Por lo que ms quieras, no me digas que no tengo razn...

    Elvira: No.

    Mara Luisa: Tengo diez aos con el olor de este da. S de este jueves como de nada en la vida. Y es as. Es hoy. Viviremos en una habitacin, mientras tanto, y despus...

  • 29

    Elvira: Y ahora? Qu vas a hacer ahora? Tengo los mismos diez aos oyendo hablar a Po, de despus... Y quiero saber de ahora...

    Mara Luisa: No lo s... me quedar all... freir algo... no s... Esta noche... Pienso y nada ms... esta noche... Diez aos, van a terminar esta noche... Y ser como todo el mundo... como t con Galarraga... No es as?

    Elvira: Galarraga se emborrach y deca poemas y hablaba de una empresa de fluidos. Galarraga fue al da siguiente. Y cuando pas... por dentro... tuve un pensamiento. No lo voy a soportar, me deca a m misma, porque era un dolor espantoso, sin remedio, demasiado natural... y al final haba algo... nunca supe qu, exactamente... haba algo y era as... Yo tena veinte aos... Cmo puedo recordarlo?

    Mara Luisa: Yo tengo treinta y seis, como Santa Ana.

    Elvira: Santa Ana pari a Mara. Bendito sea Dios.

    (Entra Matilde)

    Matilde: (Insiste en su imitacin de Elvira) Y a qu debo esta distincin?

    Elvira: (Alegre) Fue un 11 de junio de 1935, cuando lleg Carlos Gardel a esta casa y Elvira Anczar dividi su vida en dos etapas o, mejor dicho, en dos movimientos, tan simples como antes y despus...

    Matilde: (Como Elvira) Y a qu debo esta distincin? (Como Gardel) Seora Elvira: vengo de New York y me siento agotado. No soporto una recepcin ms.

    Mara Luisa: (A Matilde) Te diste cuenta del pelo?

    Elvira: Entre otras cosas.

    Mara Luisa: Tiene un brillo increble, como si el sol se reflejara en su cabeza. Un brillo peruano de medioda en Lima. Quin sabe si la historia del Uruguay es cierta.

    Elvira: Esta noche se despejarn las incgnitas.

    Matilde: Esta noche...!

    Elvira: Y resplandecer la verdad! Fue engendrado en Toulouse, sin partida de nacimiento posterior, de padre francs sospechoso y madre argentina decentsima. A los tres aos, por un azar del destino, lleg a Montevideo, y a los cinco, buscando mejores horizontes, se residenci en Buenos Aires, donde le conocieron por el apodo de El Morocho.

    Mara Luisa: Y no ser india la madre?

    Elvira: Blanca y rubia como la duquesa de Alba. Ese hombre no nos pertenece.

    Matilde: Quiero or lo que dijo de la casa!

  • 30

    Mara Luisa: Matilde, no grites!

    Elvira: Mordi una hoja de helecho... me mir... y dijo: Seora Elvira, le extraar mi peticin, pero quisiera, si no es molestia, compartir esta noche con ustedes.

    Matilde: (Como Elvira) Sera un honor, seor.

    Elvira: (Como Gardel) Porque esta casa se parece a la de mi madre en Buenos Aires, cuando llegamos de Montevideo.

    Matilde: Y cmo hace una para no gritar? De pie, sobre estos mosaicos, el primer latinoamericano trascendental desde San Pedro Claver, declara que esta casa se parece a la de su madre.

    Mara Luisa: (Compartiendo la alegra) Fue tan hermoso en el teatro...

    Matilde: Agonizo y muero.

    Mara Luisa: ...cuando nos dedic Tutankamn. Me dieron ganas de llorar.

    Elvira: Y nadie lo supo. Aquella envidia comindoselos a todos.

    Mara Luisa: Hubo un silencio y la gente pens que iba a ocurrir algo muy especial. Y l esper y esper y esper... hasta que desaparecieron las toses y los murmullos, y dijo: Querido pblico de esta noche... me siento feliz en Caracas...

    Elvira: Y all me brotaron las lgrimas, porque vi al mundo como un planeta redondo donde la Providencia nos depar un rincn y un nombre... me siento feliz en Caracas...

    Mara Luisa: (Contina) ...una ciudad que siempre quise conocer y a la que llevo en mi corazn desde hace muchos aos...

    Matilde: Aleluya.

    Mara Luisa: Medio teatro lloraba en ese momento, como si todas las cosas terminaran all. Y despus hubo un silencio...

    Matilde: (Pausa) Y despus del silencio?

    Mara Luisa: Volvi la cabeza y nos mir... y dijo: Esta tarde conoc a tres personitas de las que me llevo el mejor recuerdo...

    Matilde: (Cuenta) Mary, Peggy, Betty. Y falta Julie.

    Elvira: Julie es tu madre, y tu madre nos miraba desde el Empreo.

    Matilde: Mary, Peggy y Betty, porque Julie muri en 1928, y desde ese da hay flores en su tumba y minutos de silencio.

  • 31

    Mara Luisa: Y a ellas, por buenas, por gentiles, quiero dedicarles un shimmy carioso. Se llama: Tutankh-amn.

    Elvira: Y cant Tutankamn, como si la felicidad fuera su asunto en aquel nuevo Egipto. Dios de mi vida! Dnde puedo escribir esta fecha? Hara falta una pirmide.

    Matilde: (Lcida) Y no hemos puesto el mantel.

    Mara Luisa: Mary y Peggy van a la cocina y traen las copas. Yo pongo el mantel.

    Matilde: Vendr, Elvira?

    Elvira: De un momento a otro. Lo s. Lo presiento.

    (Salen Elvira y Matilde. Mara Luisa busca el mantel y con exacta sabidura cubre una mesa que han dispuesto para la trascendental ocasin. Una pausa. Entra Gardel. Sin hacer ruido se acerca a Mara Luisa)

    Gardel: Me permite?

    (Mara Luisa se vuelve, reprimiendo un grito, ante aquel asombro)

    Gardel: (Despus de oler el mantel) Vetiver.

    Mara Luisa: (Trmula) Toda la casa est llena de Vetiver.

    Gardel: T eres Mara Luisa?

    Mara Luisa: Anczar.

    Gardel: (Con la accin) Se busca el centro del mantel y se hace coincidir con el centro de la mesa. Despus es fcil...

    (Y sbitamente el mantel queda dispuesto con increble rigor)

    Gardel: Lo aprend en Holanda, con la pequea Guillermina.

    Mara Luisa: (Balbuce) Y quin es Guillermina?

    Gardel: La reina, claro est. (Nostlgico) Guillermina y sus manteles. Guillermina y sus caprichos. (A Mara Luisa) Dnde estn las servilletas?

    Mara Luisa: En el mueble. No se moleste.

    Gardel: No es molestia. Es una manera de vivir.

    (Y con paso grcil, Gardel se acerca al mueble de las Anczar y consigue las servilletas)

  • 32

    Gardel: Mi madre dice que las servilletas deben duplicar el nmero de los invitados. No es increble mi madre?

    Mara Luisa: Es argentina?

    Gardel: No lo s. Podr creer que no lo s?

    (Gardel coloca las servilletas en los distintos puestos)

    Gardel: Lepera y Plcido traen el vino. (Breve pausa) Y su novio?

    Mara Luisa: Cmo sabe...?

    Gardel: Plcido me habl de l. Un intelectual, por lo que he odo...

    Mara Luisa: Usted cree?

    Gardel: Por qu no? (Re) Hace un trimestre en Pars me deca Romain Rolland... Conocen ac a Romain Rolland?

    Mara Luisa: No. S.

    Gardel: Me deca el buen Rolland bajo un alero en Montparnasse: cher Gardel... (Corrige) ...querido Gardel, llevamos dos mil aos confiando en el futuro. No es aburrido?

    Mara Luisa: (Perpleja) Rolland?

    Gardel: El futuro. (Displicente) Rolland y sus manas (Pausa) Amo esos das lluviosos en Pars. Nunca ha estado usted all...?

    Mara Luisa: No.

    Gardel: Nunca ha estado! Qu lstima. (Pausa) Disculpe, no le he preguntado por Elvira y Matilde. Si mi madre estuviera conmigo, me pellizcara una oreja... Carlos, Carlos, Carlos! As me dice cuando cometo una descortesa. Se toca la frente, as... Carlos, Carlos, Carlos...

    Mara Luisa: Dios mo...! Me olvid...! Estn en la cocina. Las llamo?

    Gardel: No turbemos la intimidad de dos damas. (Pausa) Volvamos a la noche. Hace calor, no es cierto?

    Mara Luisa: Si me permite... creo que es por la bufanda.

    Gardel: Tiene razn. (Se quita la bufanda) Gurdela. Es suya. (Observa a Mara Luisa) Por qu tiembla?

    Mara Luisa: Ma...?

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    Gardel: No hay preguntas despus de un regalo, deca Mahatma Gandhi. (Re) Iba a decir: Me deca... pero no quiero parecer pedante. Conocen ac a Mahatma Gandhi?

    Mara Luisa: No. Nunca ha estado.

    Gardel: Qu pena.

    Mara Luisa: Perdneme. Hay una pregunta. Una sola pregunta. Por qu vino aqu? Por qu, esta noche? Por qu nosotras?

    Gardel: Cosas tcnicas de Lepera... qu s yo... un micrfono... el sonido de la guitarra. Haba mucha gente en el vestbulo del Majestic, y de pronto lo vi salir. Buscaba a Plcido, con esa tpica angustia de Lepera ante los contratiempos. Y le dije, voy contigo... Cuando llegamos aqu, la puerta estaba abierta y desde la calle vi los helechos...

    (Entra Po Miranda. Trae consigo una maleta)

    Po: (Protesta) Van a robar un da...

    Mara Luisa: Po... (Pausa) ...l es Gardel.

    Gardel: (Cordial) Como el duodcimo del Vaticano... el de las manos largas y las uas pulidas!

    Po: (Despus de dejar caer la maleta) Gardel...?

    Gardel: (A Po) Si ya nos conocemos! Tiene media hora hablndome de usted! (Estrecha vigorosamente la mano de Po) Gardel... enchant... (Corrige) Dios mo... Babel y los idiomas... Encantado!

    Po: Po Miranda. (Perplejo) Mara Luisa... Qu hace l aqu?

    Mara Luisa: (Intenta una explicacin) Estbamos en el patio... Elvira y yo... verdad? Y de pronto... lo vimos... No me preguntes cmo... no lo s... Lo vimos. Quera un retoo de helecho. Verdad?

    Gardel: (Levantando la maleta de Po) De viaje amigo Miranda...? Qu detalle! Y antes de partir a la dura carretera, supongo, una entrevista con la amada. Galn!

    Mara Luisa: Ni siquiera he podido avisarles a Elvira y a Matilde! No me lo van a perdonar nunca! (A Gardel, muy angustiada) Permiso. Regreso en un momento. Queda en buena compaa.

    Gardel: Gracias.

    (Mara Luisa sale en direccin a la cocina)

    Gardel: Djame verte, Po Miranda, hombre feliz. (Palmotea a Po) Qu bella novia tienes! (Airoso) Hay algo apresurado en este pas, que, desde luego, ha terminado por

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    impresionarme. Como si todo sucediera en un momento... como si algo grave estuviera a punto de pasar y la gente se quedara en silencio... (Eufrico) Y qu, pasin) Cmo ands en la vida?

    Po: Bien. Gracias.

    Gardel: Dnde trabajs?

    Po: En una escuela nocturna.

    Gardel: (De nuevo, palmotea a Po) Pestalozzi...! La didctica! A veces me acuesto, y no hay damas en las cercanas, y pienso... porque, despus de todo, para qu sirve el hombre, Miranda? O machea y la colgadura se endurece o piensa y la colgadura se ausenta... y todo lo dems es fantasa. Pienso, digo, en un sentido cartesiano, que hay hombres como vos, y me veo cantando filigranas y yira y yira sin la menor vergenza. Y me digo: Para qu vives, Gardel, esta vida de burbuja, que te agobia? Pero al final duermo, porque gano cien mil dlares al ao, y s que existen personas como vos, en Paraguay, en Nicaragua y fundamentalmente en la repblica de El Salvador. De lo contrario, no dormira, Po grande, porque... cmo se puede dormir despus de entender que existe la repblica de El Salvador?

    Po: (Tmido) Le parece?

    Gardel: Rotundamente.

    Po: (Despus de una pausa) Y... lleg esta maana, verdad?

    Gardel: Un viaje terrible, Po. Cuando llegue a Medelln, voy a tomarme unas vacaciones. Aunque a veces me asalta un terrible presagio, como dicen en la pera. (Pausa) Cant bien, Po?

    Po: Lamentablemente, no pude ir al teatro.

    Gardel: A veces dudo de mi voz. El gordo Enrico, buenazo como el pan nuestro, estuvo toda una noche hablndome del diafragma, como si el diafragma fuera un sentimiento.

    Po: Quin es Enrico...?

    Gardel: (Disculpndose) Caruso, perdn. (Pausa breve) Por qu no fuiste al teatro?

    Po: Razones.

    (Desde la cocina se escucha una hecatombe de copas y platos rotos)

    Gardel: (Alzando la voz) Suerte, Matilde! Aqu estoy, Elvira!

    (Plidas y temblorosas ingresan al patio de las Anczar. Elvira y Matilde, seguidas de Mara Luisa)

  • 35

    Elvira: (Despus de una larga pausa) Nunca lo dud! Y ahora puedo decir, por lo ms sagrado de este mundo, que vala la pena haber vivido cincuenta y seis largos aos y una traicin, hasta esta noche de gloria. Disculpa la humildad de nuestra casa y nuestra torpeza en atenderte. Mara Luisa, Matilde y yo ensayamos una reverencia en tu honor, porque no es posible recibirte con las buenas noches de cada da.

    (Elvira y Matilde exhiben una reverencia que concluye de rodillas en el suelo)

    Matilde: (Se aproxima a Gardel con una espiga) Y en nombre de esta familia y de mi abuelo, el general Anczar, hroe de la Guerra de la Independencia, cuyos restos reposan en el Panten Nacional y son nuestro nico orgullo, queremos darte la bienvenida y decirte que hemos visto todas tus pelculas y escuchado las canciones que estuvieron a nuestro alcance, hasta recordarlas palabra por palabra. Sabemos de tu madre y de tu padre en la lejana Francia y de tus peripecias en el Uruguay. Lamentamos tu infancia desdichada en Buenos Aires. Sentimos, como si fuera nuestro, el dolor de cada personaje que has interpretado. La soledad de Luces de Buenos Aires, la incomodidad de Tango bar, la tisis de El da que me quieras y el asombro de El tango en Broadway. Y en nombre de estos recuerdos, nos permitimos ofrecerte esta espiga, smbolo de la fertilidad de nuestro suelo.

    Gardel: (Recibe la espiga y la besa) Y yo la recibo y la beso y la devuelvo a la tierra y prohbo que se toque, porque ser una manera de permanecer en esta casa. (Besando a las Anczar) Mara Luisa. Matilde. Elvira.

    (Larga pausa)

    Po: (Sobreponindose a la solemnidad del momento) Creo que es tiempo, Mara Luisa. El ltimo autobs pasa a las doce y media.

    Mara Luisa: (Dispuesta) S, Po.

    Gardel: Pero, cmo... se va la dulzura?

    Mara Luisa: (Maravillada) Yo?

    Po: (A Gardel) Seor Gardel, me alegra que la presentacin haya sido positiva.

    Gardel: Gracias.

    Po: Su presencia en esta casa es un gesto afortunado propio de un gran artista popular. De cualquier manera, permtame decirle que hemos soportado durante veintisiete aos una brutal dictadura, y que las crceles de este pas estn llenas de gente decente. (Inspirado) Que nuestro pueblo se muere de hambre y de paludismo mientras los jerarcas del rgimen derrochan el dinero a manos llenas. Pero que en todas partes hay un espritu combativo que en poco tiempo lograr imponerse al recobrar las masas una definitiva conciencia histrica bajo la conduccin del glorioso proletariado nacional. Cuando esto ocurra, y ocurrir, tngalo por seguro, el gobierno popular lo invitar nuevamente a la ciudad de Caracas a un recital gratuito y en la Plaza Bolvar, para que su arte pueda ser escuchado por el pueblo y no por la banda de criminales que mayoritariamente llen hoy el teatro Principal.

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    Matilde: Amn.

    Gardel: (Esplndido) Por favor, cuando ocurra, escrbame a Buenos Aires.

    Mara Luisa: (Por si acaso) A qu direccin?

    Gardel: Ponga en la carta, simplemente, Carlos Gardel... Buenos Aires... Sus Manos. Sucede que todo el mundo me conoce y mi viejita me guarda la correspondencia.

    Po: As lo haremos.

    Matilde: Ta Mara Luisa, y no te puedes ir maana?

    Elvira: (A Matilde) Djalos.

    Matilde: Po... no es lo mismo? Si total, han esperado diez aos... No es lo mismo? Y quin sabe si maana llega la carta del seor francs y se van por la puerta grande con arroz y palomita blanca...! Po, no te la lleves!

    Gardel: (Excusndose) Puedo esperar en la puerta a Plcido y Lepera. No tardan en venir.

    Elvira: Usted en su sitio, grandeza! En el centro de esta casa, donde le corresponde por invitado y por distinto! Despus de diez aos de amores, mi hermana y su prometido han decidido marcharse esta noche, y el autobs del municipio pasa a las doce y media...

    Matilde: (Desesperada) Ta Mara Luisa!

    Elvira: Es la ruta de Caracas a Ucrania con una probable parada en el Limbo para el desayuno! Como se ver, el viaje es largo y no hay tiempo para despedirse...

    Mara Luisa: (Protestando) Y por qu tienes que tomarlo as?

    Elvira: Por nada. Por absolutamente nada.

    Mara Luisa: (A Gardel) Entre otras cosas... puse el mantel, no es cierto?

    Gardel: Por favor.

    Mara Luisa: (A Gardel) Hay un da, verdad? Y tiene que ser ese da... no puede ser maana... verdad que no puede ser maana? (Seala a Po) Mrelo. Tengo o no tengo razn?

    Po: Mara Luisa... qu tiene que ver...?

    Mara Luisa: Yo s que l lo va a entender. Verdad. Gardel?

    Elvira: Claro que lo va a entender! No ven que est aqu todas las noches despus de las doce? No ven que se marcha antes del panadero de las cinco y media y el cambio

  • 37

    de agua a los canarios? Puedes contarle tu vida y hablarle en pantuflas. No es nadie. Es Gardel, apenas. Debera darte vergenza.

    Gardel: Permtame. Si el problema es de transporte, yo puedo solucionarlo. Lepera viene enseguida, con el Lincoln de Pimentel y l puede llevarlos adonde sea...

    Mara Luisa: (Despus de una pausa) Po...

    Po: (Mirando a Elvira) Siendo as...

    Gardel: Pero claro que es as, santsimo Po! Estoy aqu...! He llegado...! Vamos a celebrarlo...!

    Mara Luisa: (Tmida) Yo, asustadsima, por no hacerle a usted una descortesa. Pero, figrese... tendra que contarle mi vida... y... qu importancia puede tener mi vida? Un da... pasa todo junto, y llega usted... Oigame... es un milagro... Yo s que no hay milagros... pero se parece a un milagro... Mi prometido y yo... (Corrige) Mi compaero y yo... mi camarada y yo... (A Po) Se puede hablar, no? Mi camarada y yo... decidimos hacer un viaje, muy largo... Comprende? Si yo le dijera... mire... largusimo... lo ms lejos que usted pueda imaginar en este mundo... Tan lejos, que me apena decirlo... nieve y todo... metros de nieve... nieve as... Usted ha visto la nieve, verdad...? Claro... nos vamos a casar... no aqu, por supuesto... se puede hablar con sinceridad? No aqu... porque... cmo le dira... no estamos de acuerdo... Me comprende? No estamos de acuerdo...

    Gardel: (Papal) Por favor... estamos en 1935... Qu importa?

    Mara Luisa: (A Elvira) Ves? Ves lo que te digo? El entiende. (A Gardel) Verdad?

    (Entran Plcido Anczar y Lepera con enormes cestas donde hay licores y magnificencias)

    Plcido: (Canta) Sentir... que es un soplo la vida!

    Lepera: (Canta) Que veinte aos no es nada...!

    Plcido y Lepera: Que febril la mirada!

    Plcido: Errante en la sombra te busca y te nombra! Vivir! (Sin transicin) Yo declaro en el histrico patio de los Anczar, donde pas a mejor vida el gran Ezequiel Anczar, nuestro abuelo, mejor conocido por El Tigre de San Rafael, que esta es la noche ms grande vivida por este humilde servidor...! Y que traigo una melancola prcticamente filosfica, despus de esta memoria del teatro Principal.

    Lepera: (Por las cestas) Champagne y vino...! Aqu van a tener que abrirle otra fecha a la historia! Cmo cantaste!

    (Lepera coloca las cestas en la mesa del patio)

  • 38

    Plcido: Po! Cmo es posible que no hayas asistido? Yo te tena reservado un taburete en las bambalinas, para or esta dialctica! Po! Dnde estabas? Qu otra posibilidad tenas para esta noche? Dnde estabas cuando el ciudadano aqu presente, Gardel, Carlos, cant Volver? Explicndole el materialismo a un zapatero? Volver, Po...! Cundo vas a apagar el farol? Cundo vas a distraerte? Cundo vas a dejar esta contrariedad del planeta? (A Lepera) Leperita, cumple tu promesa! Calladitos, aqu... Cuntos son? Cuntos somos? (Inicia una cuenta) Elvira, la abandonada...

    Gardel: (Curioso) Quin abandon a Elvira?

    Elvira: (Displicente) Estamos hablando del da de la rana peluda en 1902, cuando t eras un nio, y te llamabas Carlitos Escayola, en Tacuaremb, Valle Edn, Uruguay, despus del nacimiento en Toulouse, calle del Can de Arcole, nmero 4, hijo de padre desconocido y de Berta Gards, planchadora. No le hagas caso.

    Plcido: Mara Luisa, la etrea... (A Gardel) Mara Luisa se va esta noche, con el Redentor, aqu presente, Po Miranda...

    Matilde: (Fastidiada) To Plcido... ya hablamos de eso...! (Re) Se van en el Lincoln de Carlos Romualdo...

    Mara Luisa: Matilde!

    Plcido: (Agresivo) Se van, si este servidor aqu presente concede el permiso, porque a mi hermana, no se la lleva nadie de esta casa sin mi consentimiento!... (Recapitula) Elvira, la abandonada... Mara Luisa, la trnsfuga, Matilde, la futura... (Sentimental) Cuida ese virgo, Matilde... como si fuera tacita de oro... porque es un virgo Anczar, y hay un hroe de la independencia por el medio...

    Elvira: (Indignada) Plcido! Qu palabras son sas?

    Plcido: (Recapitula) Elvira, la abandonada, Mara Luisa la etrea, Matilde, la futura, y mi amigo Miranda... yo no era nadie antes de conocer a Miranda, a este Miranda, yo... Carlos, te puedo llamar Carlos, verdad? Yo... era as... inguita... detritus... excrecencia, antes de este mensaje... Es cierto o no es cierto? Qu lo diga aqu, Charles Romuald! Es cierto o no es cierto?

    Gardel: (Divertido) Qu prometi Lepera?

    Plcido: Lepera, prometi...

    Lepera: Que ibas a cantar una cancin...

    Plcido: Que ibas a cantar El da que me quieras, dedicado al marxista-leninista, a quien acabo de darle permiso para que se vaya esta noche con mi hermana y tome, como quien dice, el poder...

    Gardel: (Disculpndose) Ms tarde, veremos... ahora estoy cansado...

  • 39

    Elvira: (Recobrando su autoridad) Y se acab... (A Plcido) O moderas los tragos que has tomado o te vas a dormir...

    Plcido: No he querido ser ofensivo... Po lo sabe... verdad, Po?

    Po: No importa. Como vern, no es una noche afortunada... Quiero decir... para m...

    Mara Luisa: Po...

    Lepera: La casa propone un brindis!

    Matilde: (Eufrica) As se habla!

    Elvira: (Con repentina alegra) Dios mo de mi vida...! Esta noche! (Enlaza su brazo con el de Gardel) Colgada aqu... del brazo de la historia... Dios mo... mi memoria... Cmo hago para recordarlo todo dentro de m? A ver... entraste por esa puerta... y yo estaba en la cocina... Sal... Matilde te entreg la espiga que simboliza la fertilidad de nuestro suelo... Y t besaste la espiga y la devolviste a la tierra, donde estar hasta el da de mi muerte... porque ese da, con tu permiso, quiero llevrmela en el cajn del horizonte... para oler a poquito de esperanza... a olor tuyo... (Huele a Gardel)

    Gardel: (Conmovido) As eras, Elvira... yo saba...

    Lepera: Quin me ayuda con el champagne?

    Mara Luisa: Por favor! (Y ayudada por Po, descorcha una botella)

    (Matilde abraza a Elvira y a Gardel)

    Matilde: Y a qu huele?

    Elvira: (Inspirada) A universo... a Rey Mago...

    Matilde: Djame ver... (Y huele a Gardel hasta comprobar lo del universo y el Rey Mago)

    Lepera: (Con el corcho) Salud!

    Mara Luisa: Salud!

    Plcido: Una copa nada ms, Elvira...!

    Elvira: (Brinda) Salud...!

    Lepera: Si supieran que ese hombre aqu presente... Carlitos... el Morocho del Abasto, tena esta noche una cita en el palacio de Las Flores, con el dictador de ac... lo conocen, no?, el tal Gmez... y la crema y el petitpois del tout Caracs. Y aqu lo tienen tan tranquilo, disfrutando la velada... no mucho tiempo, por supuesto, porque cada amanecer del zorzal cuesta doce mil pesos y no es para andar derrochando...!

  • 40

    Mara Luisa: Seor Gardel... me permite llamarlo as, verdad?

    Gardel: Claro, Mara Luisa... estamos en el cario... (Brinda) Salud!

    Mara Luisa: Me da una vergenza horrible. (Prueba) Carlos... (Breve pausa) Deca pues, que Carlos... me estaba hablando hace un rato...

    Elvira: Seor de los Ejrcitos! Ya hace un rato...!

    Mara Luisa: (Sonre) Me estaba hablando de...

    Gardel: (Despus de una pausa) De quin...?

    Mara Luisa: De... de... Romain Rolland... (A Gardel) Se pronuncia as, verdad?

    Gardel: (Aplaude) Bravo!

    Mara Luisa: (Con mayor osada en la pronunciacin) ...Romain Rolland... me estaba hablando de... Romain Rolland...

    Gardel: As es. (A Lepera) Te acuerdas, Lepera, de Romain Rolland?

    Lepera: Quin es Romain Rolland?

    Gardel: El viejito de los caracoles... el Rolland...

    Lepera: Cul viejito de los caracoles? Aqul, de Amsterdam?

    Gardel: No. El de Pars. El fastidioso. El de Montparnasse y la lluvia. Rolland, por Dios! Cmo no te vas a acordar?

    Lepera: (Recuerda) Ya s! Que nos estuvo amargando la noche en aquel alero...! Ya s! Y qu pasa con l?

    Po: Mara Luisa.

    Gardel: (A Mara Luisa) Qu pasa con l?

    Mara Luisa: Po, ahora o nunca. Si lo tenemos aqu con nosotros, podramos pedirle el favor...

    Po: Es que...

    Mara Luisa: Yo s que no te gusta. Pero, una sola vez...

    Elvira: (Tensa) Salud, Po!

    Gardel: No faltaba ms! Cul favor...?

  • 41

    Mara Luisa: Ver... la cuestin es muy simple... Por una casualidad... hace un mes... le escribimos una carta a Romain Rolland... prestigioso escritor... Bueno... Para qu le voy a hablar, si usted comparte los aleros con l...? Le escribimos una carta, en su carcter de... (A Po) Explcate, Po...

    Po: (Avergonzado) ...de... simpatizante, digamos, de la...

    Mara Luisa: ...de la Tercera Internacional... Privadamente, y sin que... salga de esta casa... Po y yo, pertenecemos a la Tercera Internacional... por la paz y la amistad de los pueblos... proletarios del mundo...

    Plcido: (Despus del champagne) Unos!

    Mara Luisa: Y pensamos que... poda ser una buena idea...

    Elvira: (De pronto) No sabes hablar, Mara Luisa. (A Gardel) Disclpela. (Explica) Le escribieron una carta a este caballero Rolland, para que a su vez, el camarada Rolland le transmitiera al caballero Stalin los deseos de mi hermana y su novio de radicarse en Ucrania por los siglos de los siglos. Y el seor Rolland por alguna petulante razn no se ha dignado a responder la misiva, ocasionando una verdadera hecatombe en la paz familiar de los Anczar...

    Mara Luisa: Y... abusando de su confianza... quera pedirle... en nombre de mi prometido y yo... si fuera usted tan amable de enviarle al seor Rolland una tarjetica, recomendando nuestra peticin...

    Gardel: Con muchsimo gusto. No faltaba ms.

    Matilde: Ven como todo se arregla...? (Abraza a Mara Luisa) Yo saba! Yo saba!

    Plcido: Y quin sabe si Carlos Romualdo le puede escribir al mismo Stalin? Apuesto a que lo conoce!

    Gardel: No tengo el honor. Pero, en todo caso, maana, desde el Majestic, puedo enviarle un telegrama a Rolland...

    Mara Luisa: (Abrazando a Po) Po...! Ahora s que es verdad! Ahora s que nos vamos...!

    Matilde: (Grita) Vivan los novios...! Vivan los novios...!

    Plcido: Po... en Ucrania... no te olvides de m...! Habla con ellos! Diles que estoy aqu...! Que... cualquier cosa... me tienen a la orden...!

    Lepera: (Brinda) Por la alegra de esta pareja...! Salud, Carlos!

    Gardel: (Antes de beber) Digamos entonces, que es una noche hermosa y que muy pronto debo irme con el retoo de helecho que va a regalarme Elvira... (Pausa) Cranme que no s mucho de m... S de esta noche y de noches como sta... Abro los ojos y me despierto en Tacuaremb, con hambre y ganas de escapar a Buenos Aires...

  • 42

    Alzo la voz y la voz suena... y el sonido es esta noche... el sonido son ustedes... gente de once... Elvira... el sonido es Elvira... tal vez porque quiere decir algo y no se atreve a decirlo...

    Elvira: Que me levanto... y voy a la cocina... contando los mismos pasos... y hago caf... y el agua hierve, mientras cambio el agua de los canarios... y pienso en Raimundo Galarraga, el qumico de los perfumes... y lo odio, y lo amo... porque se pareca a la gloria de este mundo. Despus es nada... como si algo se hubiera callado hasta el medioda de hoy, cuando entraste por esa puerta... Yo les deca a ellas, que esta noche se aclarara todo por tu propia boca y que sabramos de tus misterios. Pero el nico misterio eres t... y no quiero conocerlo. Me alegra saber que ests aqu... y nada ms. (Brinda) Salud.

    Gardel: (Brinda) Salud!

    (Elvira, Matilde, Plcido, Gardel y Lepera, beben)

    Matilde: (A Mara Luisa y Po) Y cmo vas a hacer en Rusia, ta Mara Luisa...? Cuntame... Llegas a Rusia, y qu haces...?

    Mara Luisa: (Extasiada) No s... Po te puede responder...

    Matilde: (A Po) Y es verdad que en Rusia todo el mundo es feliz?

    Po: (Hurao) Digamos que es distinto...

    Plcido: (Interviene) Absolutamente distinto. Clara y contundentemente distinto. En primer lugar, hay primavera, otoo, invierno y verano... y todo es de todos... T vas por la calle, verdad, Po?, y se te antoja... qu s yo... queso... chuleta, capricho... y entras en el mercado, de lo ms formal... y pides: dame, dame, dame... Y por qu te voy a dar? Porque soy un hombre y pertenezco al gnero humano... y tengo hambre... Toma, toma, toma... No es as, Po? Me lo aprend de memoria... palabra que me lo aprend de memoria... Anda, Po... pregunta... para que todos lo oigan...

    Po: No es el momento, Plcido...

    Plcido: (Insiste) Pregunta, Po... Mara Luisa tambin lo sabe... No es verdad, Mara Luisa?

    Mara Luisa: Qu?

    Plcido: (A Gardel) Morocho... ven ac... escucha... Po pregunta... y yo respondo. Y Mara Luisa, tambin...

    Gardel: Un juego?

    Plcido: Un juego... A ver... Qu notamos al examinar la sociedad actual?... Po, pregunta... Qu notamos...?

    Po: (Inquieto) No...

  • 43

    Mara Luisa: Anda Po... pregunta... T primero y nosotros despus. Qu notamos al examinar...

    Po: (Abrumado) ...la sociedad actual?

    Plcido: Respuesta...

    Mara Luisa y Plcido: ...una profunda desigualdad entre los hombres...

    Gardel: Extraordinario!

    Lepera: (Aplaude) Bravo! Bravo! Bravo...!

    Po: (Suicida) Cmo se manifiesta esta desigualdad...?

    Mara Luisa y Plcido: Por la existencia de dos tipos de hombres... el proletario y el burgus...

    Gardel: (Aplaude) Grande! Enorme!

    Lepera: As se habla!

    Po: Quin es el proletario?

    Mara Luisa y Plcido: El pobre. El que no posee nada.

    Gardel: (Entusiasmado) Bien dicho!

    Lepera: (Grita) Y qu ms?

    Po: Quin es el burgus?

    Lepera: Aj!

    Mara Luisa y Plcido: (Despus de una breve pausa) El rico, el que lo posee todo...

    Gardel: Increble!

    Lepera: Perfecto!

    Po: Qu es el proletariado?

    Mara Luisa y Plcido: El conjunto de todos los proletarios...

    Po: Qu es la burguesa?

    Mara Luisa y Plcido: El conjunto de todos los burgueses...

    Po: Est la sociedad actual bien constituida?

  • 44

    Lepera: Aj? Aj? Aj?

    Mara Luisa y Plcido: No. Porque existen dos clases sociales: el proletariado y la burguesa...

    Gardel: Luminoso! Exacto! Cronomtrico!

    Lepera: Aj? Aj? Aj?

    Po: Estn en armona el proletariado y la burguesa?

    Matilde, Lepera: Aj? Aj? Aj?

    Mara Luisa y Plcido: (Gran final) No. La burguesa combate el proletariado. Y el proletariado combate la burguesa. Estn en una continua lucha. La lucha... de... clases...!

    (Todos aplauden, con la excepcin de Elvira y Po Miranda)

    Po: Est bien, seores... se acab... vayan a vislumbrar a sus madres... se acab! Tengo diez aos aqu... con el almuerzo al medioda... Todo esto empieza... porque... digamos... veo un perro, as, con los huesos marcados... un costillar de perro... y me digo: coo... el perro con los huesos... como si la respuesta fuera ma... Excsenme... no es verdad... no es ma... No es mi culpa... no me cabe el pas... No tengo por qu responder... (Desesperado) Soy un prncipe... un boyardo sangrante... Excsenme... no s... maldito sea... no s... no fui yo... me lavo las manos.... (A Mara Luisa) No hay nada en Ucrania. No s dnde queda Ucrania. No hay Unin de Repblicas Socialistas Soviticas. No hay Kamenev ni Zinoviev... no s pronunciarlos. No hay Trotsky... No hay Alliluyeva! No hay Stalin! No hay ventanal de la zarina, ni Bujarn doliente! No hay Lenin! No hay nada...!

    Mara Luisa: (Grita) Po!

    Po: Pregntale a Elvira. Ella sabe. Ella es la nica que sabe... Yo debo explicarle a un perro el porqu de su costillar... Yo... estoy mal... yo... me voy... y nunca ms volver a esta casa... No me esperes... No hay nada! No pasa nada! Ment... esa es la palabra esperada, la palabra proftica! Ment! No hay Romain Rolland! Nunca le escrib a Romain Rolland...! Me importa un coo Romain Rolland, y la paz y la amistad de los pueblos... Se termin! No hay regreso! se termin...! Gracias por el almuerzo... el perro me espera... y debo explicar por qu va a amanecer maana... Adis. Perdn. Adis.

    (Po, sale, precipitadamente. Larga pausa. Mara Luisa se sienta en el sof)

    Gardel: Lepera. Ya es tiempo. Maana hay que seguir el viaje...

    Lepera: As es.

    Gardel: Buenas noches, Elvira. Buenas noches, Matilde. Lo mejor de este mundo, camarada Mara Luisa.

  • 45

    Matilde: (Tras una pausa) Y El da que me quieras ?

    Lepera: (A Gardel) No s. Tal vez el zorzal...

    Matilde: Qu...?

    Lepera: ...no pueda.

    Matilde: (Agobiada) Y si cerrramos los ojos? Porque va a ser horrible verte marchar. Nos quedamos aqu. T cantas El da que me quieras... y te vas.

    Plcido: Y uno se lo cuenta entonces a la gente. Uno dice: l estuvo aqu, y cant.

    Elvira: Y quin te va a creer?

    Plcido: No importa. Uno mismo se cree. (Murmura) Hazlo, morocho. No te vayas sin cantar.

    Matilde: De verdad. Por favor. Para que uno se quede con una palabra.

    (Gardel canta El da que me quieras)

    Gardel: Acaricia mi ensueo, el suave murmullo de tu suspirar...

    Plcido: (En repentino xtasis) Ah, bueno...

    Gardel: Como re la vida si tus ojos negros me quieren mirar...

    Elvira: Bendito seas por este regalo.

    Gardel: Y si es mo el amparo de tu risa leve que es como un cantar... Ella aquieta mi herida, todo, todo, se olvida... El da que me quieras la r