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ENERO - MARZO DE 2012 • No 2 • REVISTA DE VIAJES Y ENCUENTRO POR LA BAJA CALIFORNIA • www.antiguacalifornia.com Fiesta de Explorando el cañón del Tajo Día de muertos en Baja California Humedales de Ensenada Santa Gertrudis

California Peninsular

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Publicación de viajes y encuentros por la penínsla de Baja California

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• ENERO - MARZO DE 2012 • No 2 • REVISTA DE VIAJES Y ENCUENTRO POR LA BAJA CALIFORNIA •

www.antiguacalifornia.com

Fiesta de

Explorando el cañón del TajoDía de muertos en Baja CaliforniaHumedales de Ensenada

Santa Gertrudis

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Un domingo en Punta Banda, al sur de Ensenada, Baja California

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Dentro del marco del homenaje al misio-nero jesuita Eusebio Francisco Kino, el pasado 21 de septiembre, en la Sala

“Ernesto Muñóz Acosta” del Centro Estatal de las Artes de Ensenada, la Sociedad de la Antigua California (SAC) y el Ayuntamiento de Ensenada brindaron un merecido homenaje al Dr. David Piñera Ramírez, uno de los más reconocidos his-toriadores bajacalifornianos.

Homenaje al Dr. David Piñera Ramírez

Cada dos años la Sociedad de la Antigua California reconoce la labor de los historiadores que mayormente han contribuido al conocimien-to de la historia de la península de Baja California, y para ello, además de entregar un diploma de ho-nor, le propone al Ayuntamiento de la ciudad que se distinga al homenajeado otorgándole el recono-cimiento de “Visitante Distinguido”, el cual se da bajo un estricto reglamento que considera méritos

muy sobresalientes. Diploma y reconocimiento se otorgan conjuntamente dentro del marco de los ho-menajes a los fundadores de la Antigua California que la SAC convoca cada dos años.

La distinción que se le dio al Dr. Piñera fue la segunda que otorga la SAC. La primera le fue concedida al Dr. Miguel León Portilla en sep-tiembre del 2009 dentro del marco del homenaje a Fernando Consag, otro de los más importantes misioneros jesuitas que trabajaron en la península.

Enrique Pelayo Torres, Presidente Municipal de Ensenada, y Carlos Lazcano, a nombre de la SAC, entregaron la distinción al Dr. Piñera. El Dr. Piñera es el historiador más reconocido de Baja California, no solo por sus numerosas publi-caciones que incluyen varios libros, sino también por haber fundado el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), del cual fue su director por muchos años. Además fue parte de los fundado-res de la Facultad de Humanidades de la UABC y de la carrera de historia de la misma institución. Además ha recibido numerosos reconocimientos por sus aportaciones, destacando el Doctorado Honoris Causa por parte de la UABC.

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Editorial

uien está abierto a la vida, cada día descubre sus múltiples dones. Por eso me he dado cuenta que hay personas que cada día aman más la vida. Y no me refiero a que se aferren a la vida, sino a que la viven con sabiduría, es de-cir dándole una concepción justa. No le piden más de lo que nos puede dar,

y están dispuestas a dar y compartir lo mucho o poco que tengan.

La vida me ha puesto en Baja California y eso para mí es un gran privilegio, un gran don que la vida me ha obsequiado ya que se trata de una tierra rica en gentes buenas, con hermosas tradiciones y una geografía maravillosa que incluso se le ha llamado “la geografía de la esperanza”, ya que encierra una de las biodiversidades más importan-tes del mundo y una belleza escénica en la que predomina el mar, el desierto y la sierra.

Como una pequeña muestra de lo que tiene nuestra tierra, pongo como un sencillo ejemplo los tres artículos centrales de este segundo tomo de “California Peninsular”. Uno de ellos nos habla de la tradición más antigua del Estado de Baja California, la fiesta patronal de la misión de Santa Gertrudis, que viene llevándose a cabo desde 1751. Esta celebración, más que la fiesta de una antigua misión se ha convertido en la fiesta de todo el centro de la península, ya que asisten a ella tanto gentes del norte pe-ninsular como del sur. Santa Gertrudis es la primer santa venerada en el estado norte, y hasta la fecha sigue esta fascinación por ella. Su fiesta patronal, en la que se mezclan el fervor religioso con la cerveza y el baile, son una buena muestra de ello.

El artículo fotográfico de los alumnos de Enrique Fuentes, nos refleja la sensibilidad de un grupo de jóvenes que su incursión a la fotografía les permitió descubrir otra vi-sión del entorno natural de Ensenada, el que normalmente pasa desapercibido, como si no existiera. Pero ellos nos dan una maravillosa muestra de que existe y está vivo, muy vivo, a través de la fotografía de los humedales de la ciudad. Enrique es un gran maestro de la fotografía, que sabe como inducir a sus alumnos este amor por la vida, precisamente fotografiando algunos de sus dones. En cierta forma un fotógrafo es un explorador, un descubridor.

Y otra manera de explorar y descubrir nos la muestra nuestro amigo Emeric Szoke, quien ha recorrido ampliamente algunos de los cañones que bajan de la Sierra Juárez hacia la Laguna Salada. Nos platica de cómo un grupo de jóvenes escaladores ensena-denses han estado recorriendo las principales paredes de piedra del Cañón del Tajo, que destaca por su gran peña El Trono Blanco, que presenta una de las paredes natu-rales verticales más altas de México, con 550 metros.

Se trata de escaladas de muy alto nivel, que nos hablan del amor y la pasión con que estos jóvenes aman esta tierra.

Tenga por seguro, amable lector, de que en California Peninsular siempre hablare-mos de nuestra península con amor y con pasión, porque todos los que participamos en ella estamos perdidamente enamorados de esta tierra. Y es un amor que se comparte.

Carlos Lazcano Sahagún

Portada: Muchos de los peregrinos que asisten a la fiesta de Santa Gertrudis lo hacen para pagar mandas, una de las más importantes es pasear a Santa Gertrudis cargándola. La escultura de Santa Gertrudis es la origi-nal y data de 1751. Fotografía: Carlos Lazcano

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Director

Carlos Lazcano

Diseño

jlgarcía

Investigaciones

Sociedad de la Antigua California

Consejo Editorial

Alfonso Aguirre, Rael Salvador, Heberto Peterson, Marco Antonio

Lazcano, Jose Luis Fernández Ruiz, Enrique Fuentes, Arnulfo Estrada, Olga

Aragón, María Eugenia Bonifaz, John Joseph Temple, Roberto Córdova.

Sociedad de la Antigua CaliforniaProyecto California Peninsular

Coordinador del proyecto California Peninsular

Carlos Lazcano

Coordinador Asociado

Jose Luis García

Editorial El Vigía S.A. de C.V.

Director General

Jorge Camargo

Director Ejecutivo

Alberto Manzanarez

Director Editorial

Enhoc Santoyo

Fotografía

Enrique Fuentes, Jose Luis García, Carlos Lazcano.

Jefe de Ventas

Jose Luis Cárdenas

Diseño Publicitario

Patricia Escalante, California Estrada.

Asesores Publicitarios

Carmen Petriz, Laura León, Karla Zazueta, Adrián Astorga, Miguel Íñiguez.

Ejecutivo de Ventas

Socorrito Encarnación.

Revista de viajes y encuentro por la Baja California Publicación de la Sociedad de la Antigua California y Editorial El Vigía

Humedales de Ensenada

Escalando el Cañón del Tajo

La tradicción de muertos en Baja California

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20Homenaje al Dr. David Piñera Ramírez 3

El descubrimiento de California 22

Antonio Ceseña Urías (1952-2011) 24

El Cirio: Vegetal emblemático de Baja California 25

El Cardón Martirizado 26

www.antiguacalifornia.org

www. californiapeninsular.com

www.facebook.com/ sociedaddelaantiguacalifornia

www.elvigia.net

Fiesta de Santa Gertrudis

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Hay sitios y momentos en los que parece viajamos al pasado, me refiero a un pasado bajacalifornia-

no que hoy y más exactamente en las ciudades, nos podría parecer remoto, pero si observamos un poco, y nos me-temos a los ranchos y los poblados del medio rural, nos daremos cuenta de que sigue vivo en muchos aspectos.

Ese viaje al pasado es la sensación que he tenido las ve-ces que he asistido a la fiesta patronal de Santa Gertrudis, la celebración más antigua en lo que hoy es el estado de Baja California, la que se lleva a cabo cada año alrededor del 17 de noviembre, día de la santa. Pero en realidad es una fiesta del centro de la península, justo de su mitad, en la que participan tanto gentes del norte del paralelo 28, como del sur de dicho límite. De hecho, el camino más fá-cil para llegar a Santa Gertrudis parte del estado de Baja California Sur.

Fiesta de Santa Gertrudis

TexTo y foTografías de Carlos lazCano

Testimonios de peticiones y agradecimiento a Santa Gertrudis. Al fondo, la imagen de Santa Gertrudis ro-deada de veladoras. Cada veladora es una muestra de veneración y agradecimiento a esta Santa

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La antigua misión jesuita de Santa Gertrudis La Magna se vino trabajando desde el año de 1737, cuando se nombró al padre Fernando Consag, de origen croata, su primer titular. En esos años la misión tuvo el nombre de Nuestra Señora de los Dolores del Norte. Se trató de la primer misión en lo que hoy es el estado de Baja California. En 1751 el padre Consag decide establecerla definitivamen-te en su sitio actual, y fue cuando se le cambió el nombre por el de Santa Gertrudis. Sin embargo, como Consag ya era titular también de la misión de San Ignacio, se nombró al padre Jorge Retz para que la atendiera. Fue en dicho año la primera vez que se celebró la fiesta patronal.

Hoy, 260 años después, la fiesta sigue celebrán-dose, manteniéndose su función original de culto a Santa Gertrudis La Magna, la patrona del lu-gar. Todas las misiones llegaron a contar con su fiesta patronal, pero en la mayoría, esta tradición se perdió con el paso del tiempo. Únicamente se conservaron, sin nunca interrumpirse, las fiestas patronales de Santa Gertrudis, San Francisco de Borja y Santo Domingo. Pero de ellas, solo la pri-mera conservó su sentido religioso inicial. La fiesta de San Francisco de Borja se ha convertido en un consumismo de alcohol, y la de Santo Domingo en un evento social. En otros pueblos misionales se ha querido rescatar la fiesta, como en La Misión y El Rosario, pero con un sentido esencialmente turís-tico, es decir la fiesta la hacen para atraer turistas.

En la misión de Santa Gertrudis la fiesta pa-tronal es para pedirle favores a la santa y darle las gracias por los favores recibidos. Y esto se expresa de muchas maneras.

En los días de la fiesta la pequeña comunidad de Santa Gertrudis parece revivir como en sus mejo-res tiempos de misión, cuando vivían ahí más de mil indígenas cochimí. Normalmente viven ahí 4 o 5 familias, pero el día de la fiesta llegan 600, 700, o más personas, llenando de bullicio el sitio. Vienen

de las comunidades de los alrededores, de los ran-chos, de los ejidos de Guerrero Negro, Vizcaíno, San Ignacio, Bahía de los Ángeles, de Rosarito, Jesús María, Bahía Tortugas, etc. Algunas vienen de más lejos como Ensenada, Tijuana, La Paz, e incluso del sur de California, Estados Unidos. La gran mayoría de los visitantes son originarios de la región, nacidos en Santa Gertrudis o en algún poblado o rancho de la parte central peninsular. Traen a sus familias, a sus hijos, y muchos de ellos aunque hayan nacido lejos, siguen asistiendo a la fiesta, dando continuidad a una tradición que a pe-sar de la lejanía siguen sintiendo suya.

Aunque en la fiesta hay baile, música y cerve-zas, la gran mayoría de la gente no asiste a la fiesta por esto, sino por rendirle culto a la Santa, aunque desde luego, todos participan del baile, pero lo pri-mero es Santa Gertrudis. Empiezan a llegar desde el día 15 de noviembre, y para el 16 ya hay mucha gente. Casi toda la gente llega en vehículo, pero al-gunos llegan a caballo o en mula, siguiendo desde sus ranchos las antiguas veredas misionales. Desde

Vaqueros de la región de San Ignacio, B. C. S. siguiendo el camino misionero para asis-tir a la fiesta de Santa Gertrudis. En la foto; Raúl Villavicencio, Cipriano Zúñiga, Manuel Villavicencio, Jesús Piñuela y Cipriano Arce

Doña Manuela Urías y su hijo, de las familias mas viejas de Santa Gertrudis.

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El grupo “Los Amarradores de Santa Gertrudis”, de los pocos que aun tocan música traidicio-nal del desierto central

Cabalgata El Arco-Santa Gertru-dis, llegando a la misión para saludar a la Santa en la víspera de la fiesta

El Arco, a kilómetros de la misión, la gente del ejido organiza una cabalga-ta que llega la víspera de la fiesta. Es una cabalgata familiar, en la que par-ticipan vaqueros, señoras, niños, así como las muchachas más bellas de la región. Ya para entrar a la misión, cargan con orgullo la imagen de bul-to de Santa Gertrudis, la misma que trajera el padre Consag ya hace 260 años.

Cada persona o familia que llega, lo primero que hace es ir al templo a saludar a Santa Gertrudis y darle gracias por su intercesión por que se llegó bien al lugar. Después se busca donde alojarse o acampar. En Santa Gertrudis no hay hoteles y muy po-cas casas, por lo que la gran mayoría de los visitantes acampa. Muchos lo

hacen en los patios de las casas, pero la mayoría entre el palmar que rodea al arroyo, y donde está el manantial que descubriera el padre Consag hace ya muchos años, gracias al cual pudo establecerse la misión en este sitio. El palmar es agradable y da sombra y protección a quien se arrima.

Hacia la media noche del día 16, en vísperas del 17, toda la gente asiste al templo para llevarle las mañanitas a la Santa. Normalmente las mañanitas son tocadas por “Los Amarradores”, un grupo de la región, compuesto por señores ya grandes que con violines y guitarras interpretan ritmos y cancio-nes sacadas de otros tiempos, como valses, chotis, valonas y otros. Todos cantan junto con Los Amarradores. Después, de manera espontanea la

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gente le empieza a cantar sus pro-pias mañanitas. Lo hacen por turno, algunos a solo voz, otros acompaña-dos por su guitarra o un violín. La gente lo suele hacer con mucho sen-timiento, notándose el fervor y el agradecimiento con que lo hacen. Es parte de la manda a pagar. Vi a un par de muchachos tocarle y cantar-le a la Santa con profundo respeto y lágrimas en los ojos, -ella intervino para que nuestro padre sobreviviera a un infarto, nosotros se lo pedimos-, -además, comentó el otro hermano, -a consecuencia de esto nuestro pa-dre se volvió a hacer católico, ya que se había alejado por influencia de unos “hermanos”. Y así, buena parte de la madrugada la gente le canta a la Santa, a la que muchos suelen con-fundir con “La Virgen”.

Ya entrado el día 17, día de Santa Gertrudis, hay procesión por las ca-sas y huertos. La gente se desvive por cargar a la Santa y “pasearla”, es otra de las maneras de pagar una manda. También habrá misa, confe-siones, bautizos, quinceaños, y algún otro tipo de celebración de ocasión. Muchos aguardan este día para bau-tizar a sus hijos o para casarse. En la región hay un buen número de per-sonas, tanto hombres como mujeres, que tienen el nombre de Gertrudis, en honor a la Santa, ya que los pa-dres le encomiendan a sus hijos de esta manera. Este día muchas per-sonas van al templo a dejar veladoras y hacer oración ante la Santa, para agradecerle los favores recibidos, o para pedirle algún favor. Algunos cargan a la Santa y la pasean dentro del templo.

Cuando alguien pide una manda y se le concede, casi siempre esta per-sona asistirá a la fiesta por el resto de sus días, en señal de gratitud. Conocí a personas que tenían más de 50 años

viniendo, desde los tiempos en que no existía la carretera transpeninsular y llegar a la misión era toda una odisea.

La duración de la fiesta es variable, dependiendo del día de la semana en que esté el 17, si es fin de semana du-rará más días, 3 o 4, pero si cae entre semana solo dos. Todos los días hay baile, amenizado por algún grupo de música norteña de la región. Durante muchos años fueron “Los Chalitos”, de Rosarito, quienes la amenizaban, pero el grupo desapareció, además de que hoy existen más alternativas.

Además del baile, a veces hay ro-deo, y siempre llegan puestos de todo tipo de fritangas y antojitos. Desde luego hay venta de cerveza, pero esa ha estado bien controlada por los or-ganizadores, de tal manera que la fiesta no ha perdido su carácter reli-gioso y familiar.

Santa Gertrudis se encuentra a casi cien kilómetros al este de Guerrero Negro. Aunque hay mejores cami-nos que antes su relativo aislamiento aun persiste, ya que para acceder-le se tienen que recorrer más de 70 kilómetros de una terracería que no siempre está en buen estado. Sin em-bargo, gracias a ese aislamiento ha conservado en buen estado sus tradi-ciones. Esta situación podría cambiar con el inminente arribo a la región de la minera de El Arco, la que dice que “desarrollará” la zona, y cierta-mente no sabemos qué implicaciones tendrá esto. El tiempo lo dirá, pero mientras, ojalá que la gente de Santa Gertrudis y alrededores, sepan de-fender sus herencias.a

La misión de Santa Gertrudis desde el panteón misional. Muchos peregrinos visitan a sus antepasados, sepultados en este sitio

Buena parte de la madrugada la gente le canta a la Santa, a la que muchos suelen confundir con “La Virgen”

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Se trata de un sitio poco conocido, a pesar de su naturaleza quebrada y hermosa. El aislamiento lo ha mantenido ale-jado, ya que no hay buenos caminos para accederlo. Me refiero al Cañón del Tajo, con su espectacular peña “El Trono Blanco”, que con sus 1,637 metros de altura sobre el nivel del mar, presenta una pared graníti-ca vertical de 550 metros, considerada entre las grandes paredes de México para escalar. Por lo mismo, sus visitantes son básicamente esca-ladores. El cañón del Tajo se encuentra en la Sierra Juárez, en su vertiente oriental y desemboca en la Laguna Salada. Está a unos 50 kilómetros al sur del inicio de la cuesta de La Rumorosa.

TexTo y foTografías de emeriC szoke

Cañón del TajoesCalando el

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La escalada en roca es uno de los deportes más sanos, y Baja California es una tierra propicia para su práctica

Abriendo una nueva ruta de escalada en la cara norte del Trono Blanco, la peña más notable del cañón del Tajo

El “bárbaro” paisaje del cañón del Tajo en donde predominan las visiones de granito

Fue a principios de los 70’s que los escaladores de California se dieron cuenta de este cañón y su gran peña, y así dieron inicio a las escaladas en esta zona, abriendo varias rutas. La calidad y dificultad de estas hizo que a esta pared se le conociera popularmente entre los escaladores estadounidenses como “la Patagonia de los pobres”.

Los primeros mexicanos que escalaron en esta pared fueron Eduardo Mosqueda y Mauricio López Ahumada, del Grupo de Montañismo y Exploración de la UNAM, quienes debido al mal tiempo que les tocó, solo ascendieron las tres cuar-tas partes de la cara oriental. Esto fue durante los días 28 y 29 de enero de 1979. En octubre del cita-do año regresó Mosqueda, acompañado por Carlos Rangel, quienes en esta ocasión completan toda la escalada en dos días. El nivel de dificultad para as-cender esta pared es alto, 5.9 según la graduación europea, lo que implica que se requiere estar muy bien preparado.

En nuestros días ya hay una generación de es-caladores bajacalifornianos que están haciendo un trabajo notable en este deporte. En Tijuana desta-can Alejandro Gastélum y Carlos Oviedo, quienes tienen en su haber el Trono Blanco y otras paredes

del Tajo. En Ensenada un semillero ha estado sur-giendo de la Facultad de Ciencias Marinas y otras escuelas afines de la Universidad Autónoma de Baja California. Uno de los mejores es sin duda Aacini Huerta Escamilla, de 24 años, quien actualmente está abriendo una ruta nueva en el Trono Blanco. Acini, junto con Emeric Szoke Flores representó a Baja California en el Campeonato Nacional de Escalada del 2008. El mentor y promotor de esta generación de escaladores ensenadenses lo ha sido Juan Flores Trujillo, quien con su gimnasio “Baja Vertical”, hoy cerrado, dio un fuerte impulso a este deporte.

Desde luego, el Trono Blanco no es la única pa-red en El Tajo, aunque si la más alta. Las hay por cientos y de muy diferentes alturas. El Tajo es el más largo de los numerosos cañones que descien-den vertiginosamente de la Sierra Juárez. Tiene un encanto que podríamos definir como “bárba-

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El cañón del Tajo, el de mayor longitud en la Sierra de Juárez. Al fondo la Laguna Salada

ro”, debido a lo áspero y quebrado del sitio, pero a la vez impresionante-mente hermoso. Todo son formas de un granito blanco formado durante el tiempo cretácico, cuando los dino-saurios aun eran los amos del mundo. Además el granito de este sitio suele presentar bandeamientos de feldes-patos, cuarzo y otros minerales que le dan gran colorido. Otro de sus en-cantos son los numerosos grupos de palmeras que alegran y refrescan la vista. Existen dos especies de pal-

meras; la azul (Brahea armata), que es endémica de Baja California; y la de abanico (Washingtonia filifera). Desde la parte alta del cañón, se tie-ne una excelente visión de la Laguna Salada y sus contornos, áridos en ex-tremo. Por el otro lado se aprecia la meseta alta de la Sierra Juárez, po-blada de pinos, con su vista del cerro llamado “Chichi de la India”.

El granito, debido a los efectos del intemperismo, ha formado una

masa rocosa con una serie de fractu-ras de líneas geométricas que son los caminos o las vías utilizadas por los es-caladores. Por ellas se van deslizando utilizando manos, dedos, brazos, pier-nas, cadera, espalda, como los medios para ascender. Se van asegurando por medio de las cuerdas de nylon, que so-portan fuertes tensiones. Éstas se les asegura por medio de “stoppers”, “nue-

ces”, “bolts”, “clavos”, “clavijas”, “levas”, y una serie de herrajes ingeniosos que ayudan para que la escalada sea real-mente segura, por más difícil que esta sea. Estas herramientas se encuñan en las grietas de la roca, y así, por me-dio de los mosquetones y las cintas de nylon aseguran las cuerdas para que estas a su vez den seguridad a los es-caladores. Estos nunca se agarran de

Desde la parte alta del cañón, se tiene una excelente visión de la Laguna Salada y sus contornos, áridos en extremo.

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Aacini Huerta, lider escalador que representa a la nueva gene-ración de escaladores bajacali-fornianos

Alejandro Szoke en plena nego-ciación con la roca en el Trono Blanco

Grupo de escaladores de la UABC preparándose para iniciar la escalada del Trono Blanco

las cuerdas ya que son únicamente una protección. De hecho hay toda una ética de este deporte hacia la es-calada “libre”, en la cual el escalador utiliza los menos posibles elementos artificiales para el ascenso, procuran-do dejar limpia la pared.

La escalada como deporte, es una de las actividades más sanas, ya que requiere mantener una condición fí-sica y una elasticidad del cuerpo más que aceptable. Además, brinda un excelente contacto con la naturaleza. Baja California debería ser una tierra de escaladores, ya que tenemos muy buenas zonas para esta práctica, des-tacando la Sierra Juárez, la Sierra de San Pedro Mártir, y otras sierras me-nores a lo largo de la península, casi todas ellas constituidas por grani-to. De hecho tanto Juárez como San Pedro Mártir son una continuación de la cadena granítica de California, Estados Unidos, en donde el parque Nacional de Yosemite es una de capi-tales mundiales de la escalada.

Cabe agregar que el cañón del Tajo era ampliamente conocido por los indios cucapá desde tiempos in-memoriales. Así lo atestiguan las

La escalada como deporte, es una de las actividades más sanas, ya que requiere mantener una condición física y una elasticidad del cuerpo más que aceptable.

numerosas evidencias que de ellos han sido encontradas en varios sitios del cañón. Petrograbados, pinturas rupestres, cerámica, herramientas de piedra, metates, morteros, entre lo más importante. Existe una vere-da prehispánica que desde el desierto recorría todo el cañón hasta llegar a lo alto de la sierra para recoger el pi-ñón en las temporadas en que se da, ya que este era un alimento impor-tante para los indios.

Hay una generación de escaladores bajacalifornianos que están haciendo un trabajo notable en este deporte

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Durante el pasado ciclo escolar se de-sarrolló un Taller de Fotografía de Humedales en la Escuela de Artes

de UABC. Por casi seis meses estudiantes del taller de fotografía estuvieron visitando y foto-grafiando los humedales cercanos a la ciudad de Ensenada.

La iniciativa surge por el interés del desarro-llo de un proyecto sobre la riqueza natural de nuestra ciudad y sus alrededores. Derivado de esta idea los humedales fueron el tema idóneo, al ser un ecosistema sumamente activo, rico en vida tanto de flora como fauna, así mismo los humedales están históricamente ligados a los asentamientos humanos y nuestra ciudad es un ejemplo de ello.

El desarrollo del taller incluyo pláticas intro-ductorias al tema, asesoría por parte del Biólogo Cesar Iván Manriquez de Proesteros, recorridos por los sitios, sesiones teóricas y practicas sobre técnica fotográfica y muchas buenas experiencias recorriendo las maravillas de nuestro municipio.

Humedales de Ensenada

Entre febrero y junio se estuvieron visitan-do los siguientes humedales: La Lagunita del Cipres, El estero de Punta Banda, La Presa (un humedal artificial) y el humedal de la Misión en el límite norte del municipio de Ensenada. Se hicieron visitas en repetidas ocasiones, bus-cando ciertas condiciones de luz, a principios de año se documentó la presencia de numerosas aves migratorias que bajan desde latitudes muy al norte a pasar el invierno en nuestras lagunas, arroyos y costas.

La experiencia fue enriquecedora para quie-nes participaron en este taller. La naturaleza enseña de la mejor manera, sorprendiendo que rincones que son parte de la ciudad estén re-pletos de vida, de colores, de sonidos de aves y cantidad de detalles a capturar con la cámara. El taller fue impartido por el reconocido fotó-grafo ensenadense Enrique Fuentes.

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El taller participaron:Manuel SadanEmma SolorioSid CabreraGaby NavaAndrea GarcíaKarla chaveroLuis MelgozaLuis GarcíaMemo RamírezNadia RíosAna GuerraJuan Carlos LealErika LaraFrancisco Buelna

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... esta idea [de] los humedales

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así mismo los humedales están

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Un niño enciende veladoras sobre la tumba de un fami-liar en el panteón del Rosario. La tradición de velar toda la noche viene desde fines del siglo XVIII

Una tradición que se mantiene desde la época en que llegaron los primeros misioneros a la Baja California

En lo que es el estado norte de la península de Baja California, se piensa que no exis-te una tradición del día de muertos que

sea local. Esta creencia, más bien urbana, par-te del desconocimiento del medio rural y de que en las ciudades, a partir del siglo XX, predomi-nó la tradición estadounidense del Halloween.

Por Fernando Sahala

237 años sin interrupción

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Entre las tradiciones que los mi-sioneros trajeron a Baja California se encuentra la del día de muertos. Sin embargo en el estado norteño to-das las ciudades surgieron no como consecuencia del establecimiento de las misiones, sino por influencia de la nueva frontera entre México y los Estados Unidos que se impuso a par-tir de 1848, por lo que muchas de las tradiciones misionales no llegaron o muy débilmente a las ciudades norte-ñas de la península.

En el medio rural, principalmente en las poblaciones que tuvieron ori-gen misional como El Rosario, Santo Domingo, San Telmo, San Vicente, Santo Tomás, entre otras, la tra-dición de muertos existió y se fue perdiendo a medida que el siglo XX avanzó.

Alejandro Espinoza, cronista de El Rosario, coloca velas con todo respeto sobre la tumba de sus antepasados

Sin embargo en la comunidad de El Rosario, esta tradición se conservó, y muy bien, enriqueciéndose con nue-vos elementos, pero conservando su esencia bajacaliforniana.

Cada 2 de noviembre, todo el pue-blo de El Rosario se vuelca a su viejo panteón, principalmente en la noche, para honrar a sus muertos. Las tum-bas se llenan de veladoras y la gente se pasa toda la noche recordando a sus muertos. El panteón se convierte en una fiesta. Vale la pena estar en esta celebración que cuando menos tiene unos 237 años celebrándose sin inte-rrupción.

En el resto de las comunidades la tradición de muertos misional se per-dió, instaurándose una tradición de muertos que tiene que ver más con el centro del país.

Cada 2 de noviembre, El Rosario se vuelca a su viejo panteón

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El descubridor de la península de California fue Hernán Cortés, el fundador de México, tras una serie de exploraciones marítimas que

le permitieron reconocer casi toda la costa del Pacífico mexicano. Para llevar a cabo estas navegaciones, en 1529 Cortés celebró en España una serie de contratos, o “capitulaciones” como les llamaban entonces, con la Corona española, en la que se le daban todas las autorizaciones para ex-plorar y poblar islas y costas de la Mar del Sur (el océano Pacífico).

El descubrimiento de CaliforniaPor don Esteban Lascano Bouchez

Así, entre 1532 y 1539 Cortés envía desde va-rios puertos del Pacífico (Acapulco, Tehuantepec, Zihuatanejo y otros), una serie de navegaciones cuyo resultado más importante fue el descubri-miento de la península que hoy se conoce con el nombre de Baja California, pero que en ese tiempo se le bautizó como California.

La primera de estas expediciones se llevó a cabo en 1532 y estuvo al mando de Diego Hurtado de Mendoza. Terminó en desastre con casi todos sus participantes muertos, no explorando más allá de las costas del norte de Sinaloa.

La segunda expedición se desarrolló entre fines de 1533 y principios de 1534 y estuvo al mando de Diego Becerra. En esta navegación, el piloto Fortún Jimenez se amotinó, y apoyado por buena parte de la tripulación, asesinó a Becerra y termi-nó huyendo navegando hacia el noroeste. Fue así que dio con la península Californiana, llegando primero a la región de los Cabos y luego a la bahía de La Paz, en donde fue muerto por los indios de la región junto con la mayoría de los amotinados, debido a que accedieron al manantial de la bahía sin acuerdo de los indios. Los pocos sobrevivientes volvieron a la Nueva España dando la noticia del hallazgo y del descubrimiento de perlas valiosas.

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Ante el fracaso de sus capitanes, Cortés decide encabezar personalmente una tercera expedición, la que llega a la bahía de La Paz el tres de mayo de 1535, por lo cual fue bautizada como “Bahía de Santa Cruz”. Cortés permanece un año en la península, intentando consolidar una colonia en Santa Cruz. Explora toda la costa hacia el sur bau-tizando el Cabo San Lucas como Cabo California. Hacia el norte explora por tierra hasta la bahía Magdalena. Ante la hostilidad del clima, de los indios, y la falta de hallazgo de oro y tesoros, la colonia fracasa y Cortés abandona la península en

abril de 1536, y poco después el resto de sus hom-bres. Durante esta entrada se hace el primer mapa de la península, su extremo sur, y de él se despren-de que los exploradores no supieron si la tierra descubierta era isla o península, aunque tendieron a creer que era lo segundo.

Cortés no se rinde y en julio de 1539 envía una última navegación, la de Francisco de Ulloa, quien recorre casi completo el litoral californiano, en-contrando que la tierra encontrada por Cortés es península, y confirmando su carácter árido y seco.

Fue a partir de esta navegación que el nombre California pasa del Cabo de San Lucas a toda la península. Aunque Cortés planeaba enviar más navegaciones, intrigas políticas le impiden conti-nuar con sus proyectos californianos.

En 1542 el primer virrey de la Nueva España, don Antonio de Mendoza envía la navegación de Juan Rodríguez Cabrillo, quien extiende los descubrimientos californianos a Cortés hasta lo que hoy conocemos como California, Estados Unidos.

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El pasado siete de agosto falleció trágicamente uno de los personajes más queridos de la re-

gión central de la península de Baja California, me refiero a Don Antonio Ceseña Urías, muy com-prometido con su historia y su futuro. El frente principal para buscar el bien de su región fue la po-lítica, llegando a desempeñar varios cargos como el de Secretario General del Sindicato Salinero (1985-1987), Regidor del VI Ayuntamiento de Mulegé (1987-1990), Delegado municipal en Guerrero Negro (en dos ocasiones: 1991-1993 y 2008-2010), diputado local (1993-1996), secreta-rio general de organización de la CROC en Baja California Sur (1999-2007).

Lo recordamos como un político congruente y honrado, y uno de los principales promotores de que Guerrero Negro se convierta en el sexto mu-nicipio de Baja California Sur, cosa que estuvo a punto de lograrse en el 2010, pero no cuajó por intereses mezquinos. Apoyó grandemente la idea de que este nuevo municipio llevara el nombre de

Antonio Ceseña Urías (1952-2011)Carlos Lazcano Sahagún

“Fernando Consag” en honor a este gran misione-ro. Igualmente fue de los muy comprometidos en la conservación y restauración de las misiones de Santa Gertrudis y San Borja.

Antonio era una persona generosa, bondadosa. Propugnaba por la unidad familiar y sus valores. Era hermano de Don Eugenio Ceseña, fallecido en el 2010, otro de los personajes que dejaron hue-lla en la región. En lo personal llegué a considerar a Antonio como un hermano y poco antes de su muerte Antonio me hizo saber que así me consi-deraba él. Justo estábamos por incorporarlo como miembro de la Sociedad de la Antigua California.

Hay personas que nos duele que se vayan tan pronto. Sus vidas iluminan de alguna forma a los que les rodean, y la luz de Antonio no me fue aje-na. Y duele no sólo por el hecho de lo fructífero y valioso de lo que emprendían, sino además por-que eran personas buenas, limpias, transparentes. Su ejemplo y su coraje me animan a seguir y en su

memoria continuar luchando por nuestra historia y por nuestras tradiciones. Mi lucha es su lucha, ya que amamos la misma tierra y la misma gente.

Laguna Manuela, parte del desierto central que tanto amó Antonio Ceseña

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En julio de 1751 cuando el misio-nero jesuita Fernando Consag

iniciaba una larga exploración por el interior del norte bajacaliforniano, se topó con un extraño vegetal que llamó poderosamente su atención, ya que anteriormente nadie lo había registrado. Los indios cochimí lo lla-maban “milapa”, Consag lo bautizó como “cirio”, por su parecido con el cirio pascual, nombre con el que se le conoce hasta nuestros días.

El nombre científico de este árbol es el de Fouquieria columnaris y perte-nece a la familia de las Fouquieriaceae. El cirio es endémico de la penínsu-la, viviendo entre los paralelos 28 y 30. Fuera de ella solo se le encuentra en la Punta Libertad, Sonora, por lo que algunos botánicos creen que fue-ron los indios seri, que solían navegar en balsa desde Sonora hasta Baja California desde los tiempos prehis-pánicos, quienes llevaron el cirio a Sonora.

Vegetal emblemático de Baja California

El cirio está bien adaptado para vi-vir en ambientes hostiles, áridos y llega a vivir sin agua hasta cinco años seguidos. Sus alturas máximas llegan a alcanzar los 20 metros, teniendo diámetros de hasta 30 centímetros. Este vegetal dio nombre a una de las reservas de la biósfera más grandes de México, la del Valle de los Cirios, ya que la mayor densidad de cirios se encuentra dentro de dicha área natu-ral protegida.

Mi primer encuentro con los cirios fue al sur del Rosario, sobre la carre-tera transpeninsular, un poco antes del inicio del Valle de los Cirios, ante un horizonte donde abundaban es-tos vegetales. Me detuve y me posé frente a uno que se alzaba altivo no menos de unos 10 metros. Después los he visto en diferentes sitios de la península, llegando a formar ver-daderos bosques por lo denso de su presencia, sobre todo al pie de la sie-rra de San Miguel y en la región del Cirial, no lejos a Nuevo Rosarito.

Fernando Sahala

El Cirio

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El Cardón MartirizadoEn la pequeña comunidad de

Cataviña, hacia el centro del Estado de Baja California, cada día se martiriza a un gran cardón. Este car-dón, localizado a pocos metros de la carretera transpeninsular, dentro del predio de lo que parece un taller me-cánica, es víctima de la inconsciencia, la ignorancia y la ingratitud del ser humano. Su tronco y sus brazos se en-cuentran atravesados por largos tubos metálicos, así como por varillas, fierros viejos o una serie de desperdicios me-tálicos, producto del trabajo mecánico automotriz.

La visión de este cardón siempre me ha impresionado. Es evidente que con esta agresión se está secando, está he-rido. Se trata de un acto de ingratitud

Por: Carlos Lazcanoante los importantes servicios am-bientales que presenta. Uno de los productos de la ignorancia es la insen-sibilidad, y aquí es bien evidente.

El cardón (Pachycereus pringlei) es la cactácea más grande del mundo y uno de los emblemas de nuestros desiertos. Es endémico del noroeste de México, la península de Baja California y Sonora, es decir, en ninguna otra parte del mun-do se le encuentra. Deberíamos estar orgullosos de su presencia, no martiri-zarlos.

Varias veces he pasado por Cataviña, y siempre veo ahí al cardón martiriza-do. Su postura es de víctima y parece estar diciendo: -perdónalos, madre na-turaleza, porque no saben lo que hacen.

CETYS Universidad

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Arbolitos

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Una vista de la laguna Salada desde el cañon del Tajo

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