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Camilo José Cela (Camilo José Cela Trulock; Iria Flavia, La Coruña, 1916 - Madrid, 2002) Escritor español. Residió en Mallorca, donde en 1956 fundó la revista Papeles de Son Armadans. Desde muy joven compuso poesía, con ecos e influjos de autores como Neruda y Alberti, y algunos pasaron al libro Pisando la dudosa luz del día (1945). Pero su personalidad literaria se desarrolló como prosista, dentro de los géneros de la novela, el cuento y el libro de viajes. Alcanzó súbita notoriedad en 1942 con la novela La familia de Pascual Duarte, una de las pocas obras destacadas de la década. Son las supuestas memorias de un campesino extremeño, autor de múltiples crímenes, que acaba en el patíbulo. La narración, escrita en una prosa desgarrada y deliberadamente tosca, se complace no sin humor en un tremendismo que cabe emparentar con el de la picaresca el de ciertos relatos de Pío Baroja. La siguiente novela Pabellón de reposo (1943), se centra en un grupo de tuberculosos internados en un sanatorio. Nuevas andanzas y desventuras del Lazarillo (1944) es un intento - frustrado, según reconocería el propio autor- de pastiche sobre una novela clásica. Suceden a estas obras los primeros y mejores libros de viajes, modalidad paisajística y testimonial: Viaje a la Alcarria (1948), muestra perfecta del género, y El gallego y su cuadrilla (1949). En 1951 publicó su novela más famosa, La colmena, panorámica de la vida madrileña hacia 1942, en el ambiente depresivo de la posguerra. Ya el título evidencia el propósito de referirse al colectivo de una ciudad, sin argumento ni protagonista definidos. Con un complejo montaje para ubicar y seguir a más de trescientos personajes y con una técnica que con reservas cabe

Camilo José Cela

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Camilo José Cela

(Camilo José Cela Trulock; Iria Flavia, La Coruña, 1916 - Madrid, 2002) Escritor español. Residió en Mallorca, donde en 1956 fundó la revista Papeles de Son Armadans. Desde muy joven compuso poesía, con ecos e influjos de autores como Neruda y Alberti, y algunos pasaron al libro Pisando la dudosa luz del día (1945).

Pero su personalidad literaria se desarrolló como prosista, dentro de los géneros de la novela, el cuento y el libro de viajes. Alcanzó súbita notoriedad en 1942 con la novela La familia de Pascual Duarte, una de las pocas obras destacadas de la década. Son las supuestas memorias de un campesino extremeño, autor de múltiples crímenes, que acaba en el patíbulo. La narración, escrita en una prosa desgarrada y deliberadamente tosca, se complace no sin humor en un tremendismo que cabe emparentar con el de la picaresca el de ciertos relatos de Pío Baroja.

La siguiente novela Pabellón de reposo (1943), se centra en un grupo de tuberculosos internados en un sanatorio. Nuevas andanzas y desventuras del Lazarillo (1944) es un intento -frustrado, según reconocería el propio autor- de pastiche sobre una novela clásica. Suceden a estas obras los primeros y mejores libros de viajes, modalidad paisajística y testimonial: Viaje a la Alcarria (1948), muestra perfecta del género, y El gallego y su cuadrilla (1949).

En 1951 publicó su novela más famosa, La colmena, panorámica de la vida madrileña hacia 1942, en el ambiente depresivo de la posguerra. Ya el título evidencia el propósito de referirse al colectivo de una ciudad, sin argumento ni protagonista definidos. Con un complejo montaje para ubicar y seguir a más de trescientos personajes y con una técnica que con reservas cabe calificar de objetivista, el escritor traza un desgarrado testimonio de las zozobras y estrecheces de una sociedad.

Son posteriores Mrs. Cadwell habla con su hijo (1953), novela en forma epistolar que encierra una confesión en las fronteras del delirio, y La catira (1955), cuya acción se sitúa en Venezuela; las colecciones de cuentos El molino de viento (1956), Tobogán de hambrientos (1962), Garito de hospicianos (1963) y El ciudadano Iscariote Reclús (1965), entre otras, y libros de viaje como Del Miño a Bidasoa (1952), Judíos, moros y cristianos (1956) y Viaje al Pirineo de Lérida (1965).

En 1969 vuelve a la novela con una obra barroca de claro propósito experimental, Vísperas, festividad y octavas de San Camilo de 1936 en Madrid, de nuevo centrada en Madrid, esta vez al comienzo de la guerra civil, para explorar en el confuso ambiente político y moral la

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violencia fratricida que tal clima desencadenó. El autor recurre a una expresión novedosa y compleja, tanto en la sintaxis como en la puntuación e incorpora los recursos de la nueva narrativa (monólogo interior, narración en segunda persona, etc.).

CONTENIDO:

La colmena es una obra abierta en la cual no hay ni argumento ni desenlace, es un fragmento de la vida de un conjunto de personas. El tema central de la obra es la incertidumbre de los destinos humanos, donde los protagonistas no pretenden conseguir o hacer nada especial en la vida, simplemente pasarla y donde no se sabe que ocurrirá al día siguiente, pues quizá al día siguiente no tengan para comer. Además, hay temas secundarios como el sexo, que es una necesidad de estos personajes, pero sin amor; el hambre y la pobreza, que van unidos, los personajes están en continua preocupación por lo que podrán comer al día siguiente; el aburrimiento; la hipocresía y la humillación.

Como resumen de la obra, podríamos decir:

doña Rosa es una señora gorda, con bigote, dueña de un café donde le gusta arrastrar sus “arrobas” por las mesas, cuando está de buen humor, lee novelas sangrientas en la cocina, pero normalmente, está regañando a todo el mundo y de mal humor, salvo con excepciones, como doña Elvira.

Don Leonardo Meléndez, es un señor con clase, que aparenta ser diestro en los negocios, pero debe dinero a Segundo Segura (el limpia) y a mucha más gente, porque siempre va a montar negocios y ,al final, no salen, no es que salgan mal, sino que no salen y don Leonardo se queda el dinero.

Los clientes del café de doña Rosa son gente que no aspira a nada en la vida, se dedican a dejar pasar el rato en el café, pensando lo que podía haber sido la vida, aunque no se lamentan por lo que haya pasado es así y punto.

Doña Elvira, es una señora que se quedo huérfana y se hecho a la vida, buscaba hombres que la mantuviesen, para no morirse de hambre, ahora esta todo el día en el café sin hacer nada, no podía comer casi y los hombres caían de pascuas a ramos, don Pablo fue amante suyo.

Un poeta que siempre está en el café, escribiendo obras, no tiene casi dinero, y casi no come, leda un mareo y le llevan al baño.

Don Trinidad García Sobrino es un hombre cliente del café, quiso ser diputado, y se gastó dinero en ello, no lo consiguió y ahora es prestamista.

Don Mario de la Vega, es un impresor enriquecido, al que le gusta fumar puros.

Don Pablo es marido de doña Pura, antiguo amante de doña Elvira, es un ser despreciable.

Los camareros del café, tienen que aguantar continuamente que doña Rosa les critique, regañe y grite, pero ellos no se lo toman a mal, simplemente lo aceptan, estos son Pepe, un hombre mayor, Gabriel, el cocinero y Consorcio López, un chico joven.

Padilla es el cerillero, que vende tabaco y habla con los clientes de doña Rosa.

El señor Suárez es homosexual, le llaman la fotógrafa, su pareja es José Giménez . Su madre es doña Margot, una anciana, viven juntos en el mismo edificio que don Ibrahim, el doctor Gómez y Leoncio Maestre. La señora tiene un loro que no deja de decir cosas molestas para todo el edificio. Cuando el señor Suárez entra en su casa llama a su madre,

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y al no contestar, el se asusta y se va, los vecinos encuentran a doña Margot colgada con una soga y la policía detiene al señor Suárez y a su pareja como posibles asesinos, pero les sueltan pues se demuestra que no han sido ellos.

Don Leoncio Maestre, intenta ligar con doña Elvira, tiene bastante dinero e invita a doña Elvira a tabaco.

Martín Marco, es un escritor que no tiene trabajo y es pobre, no tiene papeles y de vez en cuando escribe artículos en revistas y periódicos, que le dan algo de dinero. Doña Filo es su hermana, está casada con don Roberto, un señor que trabaja en una panadería a las órdenes de don Ramón. Filo le da a veces de comer y ropa vieja de su marido, pero a escondidas, pues Martín se lleva mal con este. Ahora estaba en el café de doña Rosa, esperando a un amigo que le iba a pagar el café, pero este no ha venido y doña Rosa, al enterarse de que no puede pagar, le ha echado. Martín va a dormir o a casa de su amigo Pablo Alonso (que es novio de Laurita, con la que va al descampado) o al burdel de doña Jesusa, que es la madre de un amigo suyo que murió en la guerra y le tiene mucho aprecio, así que le deja la habitación y uno de los días manda a Pura a que duerma con él. Suele quedar con su amigo Ventura (es opositor y su novia es Julita) en el bar de Celestino, mientras le espera, Celestino le recuerda a Martín que le debe dinero, por lo que Martín se molesta y se va. Otro día se encuentra a Nati, una antigua amiga de la universidad, que le da un poco de dinero. Los amigos de Martín, se enteran de que la policía le busca y pretenden esconderle.

Doña Visi está casada con don Roque, tienen varios hijos, Visi (sale con un estudiante de medicina), Esperanza (tiene un novio formal que tiene una droguería) y Julita. Julita, es novia de Ventura, estos van a la casa de citas de doña Celia, para poder practicar el sexo, Julita se encuentra a su padre, y se mienten mutuamente, relacionado con la razón por la que están allí, pero don Roque va a ver a la hermana de su criada (Lola), y engaña a su mujer.

Victorita tiene un novio tuberculoso, su madre se pasa el día diciéndola que le deje, y ella se enfada, pues le quiere de verdad. Cree que eso se cura con aire puro y comiendo mucho, y está dispuesta a hacer cualquier cosa por él, por eso, habla con doña Ramona, que tiene una lechería, que además es otro burdel, y esta la consigue hombres que la den dinero a cambio de sexo, entonces Victorita se acuesta con don Mario, a ella no le gusta nada hacer eso, pero desea que su novio se ponga bien por encima del mundo.

Don Ibrahim, va también por el café, y no deje de repetir su discurso para ser admitido como académico.

ANÁLISIS DE LA SOCIEDAD DEL MOMENTO:

La sociedad es la de los años 40, situada en Madrid, pues se leen periódicos como Madrid e informaciones, en los años posteriores a la guerra civil, pues se habla de rojos, de Hitler, de falta de libertad y de racionamiento de la comida; lo que influirá mucho en la sociedad, pues es una época de miseria humana, económica y social para los perdedores de esta, y de esplendor para los vencedores. La forma de vida es colectiva, marcada por la incertidumbre y por la falta de libertad y de libre comunicación, por la monotonía de la vida, que, a veces, da asco, según afirman algunos de los protagonistas.

Es una sociedad sin pretensiones, no aspira a nada en la vida, se dedican a dejar pasar el tiempo, a tratar temas triviales, por lo que no ven nada especial en la vida, tienen una visión pesimista de ella. Esto lo podemos ver en frases como los clientes ven pasar a la dueña, mientras piensan, vagamente en el mundo que, ¡ay!, no fue lo que pudo haber sido; En el de doña Rosa, todos fuman y los más meditan, a solas, sobre las pobres, amables,

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entrañables cosas que les llenan o vacían la vida entera; Por las tardes se iba al café de doña Rosa, se sentaba al pie de la escalera y allí estaba las horas muertas, cogiendo calor; Doña Elvira [...] se fuma algún que otro tritón y está a lo que caiga.

Está sociedad, tiene continuamente presente la preocupación de la pobreza y la falta de comida, pues estamos en un tiempo en que comer es difícil, y hay que trabajar mucho para conseguirlo, y tener suerte, pues mucha gente se muere de hambre. Está presente en las frases con lo que unos se gastan para hacer sus necesidades a gusto, otros tendríamos para comer un año; No hace nada, eso es cierto, pero por no hacer nada ni come siquiera; el violinista [...] comía poco y mal, cierto es,[...] conseguía alargar los ocho duros durante una semana entera.

Hay personas de clase alta, como Don Mario de la Vega, que tiene dinero suficiente como para comer todos los días bien y poder permitirse muchos caprichos, como los puros, estos, por lo menos, tienen asegurada una necesidad tan grande como es el alimento, muchos de estos han trabajado mucho para conseguirlo, pero otros lo tienen gracias a la suerte, desgraciadamente, estos son minoría en la sociedad, en ocasiones, parece que quieren presumir de su poder adquisitivo, ¿quiere usted fumarse uno? [...] Pues trabaje usted como trabajo yo; yo anduve peor que está usted y, ¿sabe lo que hice?, pues me puse a trabajar. Hay otras personas, que son de una clase media, más normales, no tienen tanto dinero pero pueden comer, aunque no en exceso, y no presumen, Hay muchos así, que llegan justos a fin de mes, pero no se mueren de hambre, tienen una vida modesta, ejemplos de estos pueden ser, Ventura, don Roque y don trinidad, ahora don Trinidad vivía apartado de la cosa pública [...] mientras seguía dedicándose al lucrativo menester del préstamo a interés. Por último, tenemos a la clase más baja, que no tiene nada de dinero, y que solo come cuando por suerte, tiene algo, estos pasan todo el día intentando sacar comida de debajo de las piedras, a este grupo pertenecen Martín Marco, el gitanillo y doña Elvira, no tienen trabajo fijo, y cada uno, de su manera, intenta ganarse su dinerillo para salir a delante, tienen unas condiciones infrahumanas, y, lo peor de todo, es que en esta época, la mayor parte de la sociedad está en esta terrible situación, muriéndose de hambre y sin comer todos los días, hay una gran miseria, y la gente de esta época, no muestra casi nunca solidaridad, oye, Ventura, déjame dos duros, hoy no he comido; el gitanillo cena, siempre que puede, en una taberna.

La mujer está considerada como objeto sexual, no se ve amor, toda relación entre hombre y mujer es sexual, y cuando un hombre ve a una mujer, no piensa en el tiempo que va a estar con elle, sino en el placer que le va a dar, esto se ve en la obra, pues se hace mucho uso de casas de citas y burdeles, que en la colmena hay tres, muchos maridos como don Roque, engañan a su mujer, y hay muchos solteros como Ventura, que cuando estaba en la casa de citas con Julita, esta le pregunta que si la quiere, este, se ríe pregunta que a que viene eso, y dice que si para que la otra le deje en paz y le de placer, lo que demuestra que no hay romanticismo, solo se pretende satisfacer esa necesidad. Además, debido a la crisis económica, hay muchas chicas dedicadas a la prostitución, pues es la única salida que tienen para no morirse de hambre, otras muchas, no se prostituyen, pero buscan novios con dinero y aunque no les quieran, se Irán con ellos, para sobrevivir.

La forma de hablar de esta sociedad, intenta ser culta, pues todos quieren imitar a las clases altas y usan palabras francesas, como don Mario, y algunos cultismos, pero a parte de esos intentos con esas palabras, su forma de hablar es de clase baja, y utilizan expresiones como nos han merengao; tritón; pitillo de picadura; pitillo de cuarterón; leñe; etc.

TÉCNICA NARRATIVA:

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En cuanto al tiempo, la colmena (1951), se desarrolla en tres días, el capítulo uno se da en el primer día por la tarde, el segundo, en el primer día al anochecer, el tercero, el segundo día por la tarde, el cuarto, el primer día por la noche, esto es, una vuelta al pasado, coincide con el capítulo dos, el quinto, el segundo día por la tarde y noche, coincide con el capítulo tres, el sexto, el segundo día por la mañana, que, cronológicamente, está entre el capítulo dos y tres y por último, el final, que se da una mañana tres o cuatro días más tarde. Por tanto, la obra sufre un desorden cronológico, al estar desordenados los hechos según ocurrieron, y también sufre un desfase temporal, ya que no coinciden el tiempo en que se desarrolla una acción, con el tiempo que le dedica Cela a esa acción, pues hay a hechos que, pese a ser más cortos en el tiempo, Cela les da más importancia, y por ello, las aporta más líneas, también se da el tiempo simultaneo, es decir, acciones que suceden a la vez, pero al no poder ser escritas así, se escriben después.

Se da una reducción espacial, pues Cela, como es natural, no puede representar todos los lugares de Madrid, así que, solo representa, las zonas que más le interesan para la historia que son cafés y bares, que se relacionan con la tradición costumbrista, las casas, que expresan las relaciones familiares, los lugares de citas, que incitan el tema de sexo y del erotismo, los lugares de trabajo y calles.

Cela quiere que esta sea su novela más importante, busca, una novela que sea reflejo de la realidad, “ un trozo de vida narrado paso a paso”, sin ocultar nada, sin que intervenga la opinión del narrador, es decir, como realmente es la vida. Además, como la época que refleja la sociedad de esta novela, es la de la posguerra, hay un malestar social, sobre todo, en perdedores de la guerra, y autores como Cela, pretenden mostrar las circunstancias de la época, de la vida y de la sociedad.

Cela habla de ciento sesenta personajes en la colmena, serían más de 200 pero muchos son alusiones, los personajes importantes son 45 y en estos, hay unos más importantes que otros. De todas formas, no podemos hablar de ningún personaje en particular, y menos de un protagonista, el personaje es colectivo, esto es, Cela, coge un montón de personas y los interrelaciona, está interrelación puede ser bien por amistad o familia, o bien por situación, que van al mismo sitio, como al café de doña Rosa. La vida de cada personaje de la colmena, es imprescindible para al desarrollo de la vida de los demás personaje, además, la historia es la composición de todas estas vidas.Cela demuestra cariño y protección a favor del devil.

Cela caracteriza a los personajes desde fuera, mediante un retrato o mediante el diálogo, pero siempre desde el perspectivismo, pues la obra comienza no perdamos la perspectiva, por lo que siempre es objetivo, aunque abunden las descripciones y narraciones. La pintura de ambientes, suele hacerse dando pinceladas sueltas o detalladas o mediante escenarios. Se utiliza un narrador testigo y hay un objetivismo selectivo.

VALORACIÓN CRÍTICA:

Cela escribió la Colmena en 1948 y fue censurada, siguió trabajando en la obra y en 1951, consiguió su publicación en Buenos Aires. Cela, inició estudios de medicina y derecho que no completó, más tarde, fundó una revista y fue nombrado miembro de la real academia española. Creo que debo hacer una breve alusión a la muerte de esta autor hace una semana aproximadamente.

Vivió la guerra civil, lo que le marco mucho, de ahí viene el tremendismo que muestra en esta obra, y el cariño hacia los débiles, que le viene de Baroja y se plantea el sentido de la vida.

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En la colmena, que es tremendista, los personajes no tienen metas, su vida sufre una gran monotonía, este es su tema principal, y las razones por las que se mueven los personajes son el sexo y el hambre, que son sus dos necesidades básicas. La unidad de la novela, está en las relaciones entre los personajes.

Tiene varias secuencias que transcurren en un mismo momento. y la suma de esas secuencias es lo que forma la obra, pero además hay desfase temporal.

Tiene estructura de novela abierta, sin hilo argumental, ni desenlace, no sabemos que pasara con los personajes cuando acaba la obra, lo que lleva a la incertidumbre, que se da tanto en la estructura, como en la vida de los personajes.

El lenguaje utilizado es muy vulgar y coloquial, va en concordancia con la clase social de los personajes, se da eliminación de la última d, de los participios, uso frecuente de diminutivos, etc.

BIBLIOGRAFÍA:

La información empleada en este trabajo, a sido obtenida del diccionario esencial Santillana de la lengua española, de la enciclopedia multimedia Planeta de Agostini, del libro La Colmena de club Bruguer y por último, de la enciclopedia Espasa.

LA COLMENA DE CAMILO JOSÉ CELA

Personajes

-Don Leonardo: Quiere aparentar que es un hombre de dinero, que se pude permitir grandes lujos, pero en realidad no puede ni pagar el café que toma en el bar, por eso simpre que puede gorrea; debe el alquiler de un mes. Don Leonardo no tiene trabajo, vive de las vendas que va haciendo a la gente que conoce, vende cosas de mal uso por buenas, o sea, estafa a quien puede. Su carácter es superficial, sólo le importa temas de problemas ajenos o morbosos, suele ir de enterado con todo. El hambre le ha hecho espavilado y busca vidas.

Apoya al régimen franquista. Frecuenta el prostíbulo.

Don Leopoldo representa la APARIENCIA Y LA CHULERIA, el aparentar lo que no es.

-Don Tesifonte: Es una persona del mismo calibre que don Leopoldo, sólo se interesa por temas triviales, quiere aparentar ser rico y no tiene ni trabajo ni dinero. Se preocupa por pequeños detalles como llevar tabaco para invitar a las mujeres o hombres, para quedar como todo un señor. Fuma mucho.

Frecuenta el prostíbulo. Como no es nada vivo su amigo don Leonardo se aprovecha de él en cuanto a gorrear.

También representa el APARENTAR.

-Pepe

-Consorcio Camareros, gente humilde y personas con cáracter fácil, buenachona.

-Padilla Representan la HUMILDAD.

-Doña Jesusa: Jefa del prostíbulo, deja alojar A Don Martín, porque era amigo de su hijo.

Para mí representa la GENEROSIDAD.

-Doña Célia: Dueña de la pensión.

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-Jefa del café: Lleva el café. Tiene muy mal cáracter, es una persona muy codiciosa, piensa solo en ganar más y más dinero, trata a los camareros muy mal.

Representa la CODICIA porque pone el negocio ante todo.

-Don Ibrhaim: Aspira a ser académico. Es un señor que pasa de los 60 años y que lleva toda su vida intentando entrar de académico pero no lo consigue nunca. A pesar de que cada semana cambia el discurso para obtener el título no hay maneras. Suele invitar a los poetas.

Acaba como todos los personajes de La Colmena, sin nada de dinero ni para pagar un simple café.

Representa el FRACASO.

-Don Martín Marcos: Es el poeta modernista en el cual se centra más la novela. Es un idealista, quiere vivir como él desea, sin trabajar y sacando dinero de lo que escribe; pero no le sale bien y pasa hambre, hasta tal punto que tiene que comer del rancho público.

Es una persona sabia, humilde, noble y centrada.

Tanto él como el resto de modernistas son imcomprendidos por el resto de la sociedad y mal vistos.

Los modernistas pasan sus horas haciendo tertulia en el café. Aunque no tienen dinero simpre consiguen que alguien les pague una que otra cosa.

Duerme en el prostíbulo porque es soltero y no tiene casa.

Martín Marcos representa el IDEALISMO, el vivir como desea, es un auténtico bohemio.

-Don Ricardo: Es uno de los poetas de las tertulias del café, un modernista que sabe escuchar y como sus compañeros de mesa goza de una gran sabiduria y cultura que no le da para comer, ya que vive del escribir.

Siempre se las arregla para invitar a alguien en la mesa del café y que éste le acabe invitando a alguna cosa.

Pasa las horas del día leyendo, escribiendo y haciendo tertulias en el café.

Representa el IDEALISMO de los modernistas.

-Don Ventura: Vive en la pensión, es un caradura, se aprovecha de su novia Julita, manteniendo una relación amorosa sin ningún compromiso. Le promete a Julita que se casarán cuando acabe los estudios pero como es un vago, no estudia nunca. La engaña y finje quererla, pero en realidad solo la quiere para el sexo.

En todos los aspectos es un cuentista.

Representa la GANDULERIA.

-Julita: Hija única, aunque ya es mayor, es muy infantil y tiene el carácter de una niña.

Es inocente e ingenua, porque no se da cuenta de que su novio Ventura le miente cuando le dice que está estudiando y que se van a casar pronto. Es una chica que nunca ha estudiado mas que lo básico por eso es poco inteligente. Ha sido educada para ser una buenca ama de casa, por eso es fina y obediente a sus padres, no se revela en ningún aspecto.

Es una chica muy tontaina, todo le da vergüenza y rencor.

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Representa la SUMISIÓN a sus padres y a su novio.

-Victorita: Es una chica que tiene su novio en el hospital con tuberculosis y debe conseguir dinero para pagar su medicamiento.

Tiene muy mal carácter pero es sincera, va al grano en todo.

Hará lo que sea para ganar dinero, tiene muchos empleos y al final llegará a prostituirse.

Representa la LUCHA que le lleva el amor hacia su novio.

-Elvira: Se pasa todo el rato en el café.Es una mujer humilde, a veces no tiene dinero para pagar. Es soltera y el día se lo pasa yendo detrás de los hombres desesperadamente a fin de encontrar una pareja.

Representa la SOLEDAD, ya que siempre que está en el bar sola.

-Nati: Antiga amiga de don Martín, de clase alta. Estudió en la Univerdiad con Martín, desde siempre que ha estado enamorada platonicamente de él, pero la ambición por tener una vida mejor que la de una simple escritora mediocre como los modernistas la ha llevado a casarse con un burgués o un rico, y le ha solucionado la vida.

Admira a Martín por seguir sus ideales y ella siente rencor por no seguir el camino que en realidad quería, sinó por pensar solo en la clase social.

Representa la AMBICION por no hacer lo que se cree sinó lo que mejor rentabilidad le da.

-Julian: Homosexual, muy afeminado.

-Pepe: pareja de Julián. Representan la HOMOSEXUALIDAD muy mal vista durante aquella época, ya que era el principio de ésta en público.

-Roberto: Cuñado de don Martín, marido de Visi. No soporta a Martín, ya que lo ve como un vago y un fracasado. Está en contra de que no trabaje.

Roberto representa los PREJUICIOS de la sociedad de la época, solo era bien vista la vida estable con dinero y si eras de derechas mejor.

-Visi: Hermana de Martín, muy buena ama de casa, se preocupa mucho por la salud de su hermano y lo apoya en lo que puede.

Sensible y bondadosa.

-Roque: Padre de Julita, frecuenta el prostibulo. Es un hipócrita, aparenta ser una persona honrada juzgando a todo aquel que no tiene un comportamiento adecuado, mientras que él le hace los cuernos a su mujer.

Representa la HIPOCRESIA.

-Casimiro: Actor de teatro

-Don Ricardo:Obseso sexual, viejo verde. Representa la OBSESIÓN POR EL SEXO.

-Dorita: Prostituta de la cual se enamora Martín, pero que su amor no puede ser ya que los dos tienen vidas muy distintas, la Dorita se tiene que ganar la vida y no puede dejar la prostitución.

Representa la RESIGNACIÓN, por no hacer lo que quiere, estar con Martín.

Temas

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-Tabús: Muchos temas de la sociedad no se podían hablar o estaban mal vistos, como la homosexualidad, que era marginada por todos. También el hecho de escribir era mal visto, la palabra bohemio era como un insulto, aunque los escritores estuvieran orgullosos de ello.

El sexo era otro tabú, era mal visto que una pareja tuviera relaciones si no tenian un lazo matrimonial, aunque por contrapuesto los maridos eran infieles yendo de prostitución. La prostitución era un hecho muy importante que afectaba a mucha gente del momento, pero nadie lo comentaba, estaba mal visto o daba vergüenza hablarlo.

Prostitución: La prostitución es un tema que se comenta mucho en la película y como hemos dicho antes era un tema tabú. Muchos maridos usaban el servicio, el hecho de que fuera tan usada es que las relaciones entre parejas eran frias, y el distanciamiento entre la mujer y el marido era muy grande, el sexo solo lo hacian para tener un hijo y pocas veces más. El sexo también era un tema tabú.

La infidelidad de los maridos podría ser otro tema contrapuesto con la gran fidelidad de Victorita con su novio del hospital, que llegará a prostituirse para pagar su medicamiento.

La enfermedad del momento también queda representada en el novio de Victorita, que era la tuberculoso.

Tema político: Sale el patriotismo franquista, en la radio ponen una frase que dice “Viva Franco”. En la novela no es cuestionado el régimen dictatorial franquista del momento, nadie opina, la novela queda neutral.

La religión, la sociedad es religiosa, todo es ante Dios y todo es pecado. En el cine en vez de películas salen documentales religiosos.

La mentalidad de la gente es muy conservadora.

La pobreza y el hambre .Es un tema que sale mucho, la gente pasa mucha hambre, y muy poca trabaja. Se ve un país pobre con una economia baja.

Poca gente que se puede permitir tomar un café y hay mucha gente que le cuesta pagar el alquiler. Hay gente que tienen que comer del rancho público.

Las famílias tienen poco para comer y solo cosas sencillas.

El machismo también está muy acentuado, la mujer no trabaja, sinó que es ama de casa, hace todas las tareas de la casa y no decide nada importante. El hombre siempre tiene la razón y nunca la mujer se atreve a discutir nada con él.

Hay mucha ignorancia, la gente solo sabe escribir y lee muy poco, no hay mucha gente culta, a parte de los poetas que pasan su vida leyendo. En las escuelas enseñan lo básico y la ignorancia de la gente es alta; por ejemplo no saben donde está Buenos Aires o ni se imaginan los habitantes de China.

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ANALISIS LITERARIO: LA COLMENA AUTOR: Camilo José CelaNACIONALIDAD: EspañolGÉNERO: NarrativoESPECIE: Novela socialÉPOCA: “contemporánea”MOVIMIENTO LITERARIO: generación del 36.ESTRUCTURA: Seis capítulos Y un epílogo.MARCO ESPACIO-TEMPORAL: Madrid en 1942, En plena posguerraTEMA: La Sociedad Madrileña De Mediados Del Siglo XX.

PERSONAJES: Doña Rosa: es la dueña del café Señorita Elvira: es una clienta del bar Trinidad García Sobrino: Es una prestamista, cliente del Café de doña Rosa Don Roberto González: Marido de Filo, la hermana de Martín Marco Señor Ramón: Patrón de la panadería donde trabaja don Roberto González Julita: Hija de don Roque Moisés Vázquez y de doña Visitación Leclerc Martín Marco: Es un cliente habitual del café de doña Rosa Victoria: Es una joven que hace lo posible para cuidar a su novio Nati Robles: Antigua compañera de Facultad de Martín Marco.

De entre los trescientos personajes que aparecen, apenas encontraremos representantes de las clases más acomodadas, y del mismo modo no tienen relevancia los pertenecientes a la clase obrera o a los sectores marginados. Lo que predomina es la clase media baja, la pequeña burguesía venida a menos, que tienen un futuro incierto y han de vivir a salto de mata.

ARGUMENTO:En un pueblo había un bar cuya dueña era doña Rosa, una mujer independiente que le daba igual todo. En este bar se juntaba gente de todas clases tanto afortunados como gente que no podía pagarse un café con leche.Al bar regentaba el hombre que vendía cigarrillos o el limpiabotas que nunca faltaban al igual que los camareros o la propia dueña. Hay muchos personajes y dispares que relatan su vida sobre este bar donde frecuentan a menudo; como por ejemplo don Martín Marco un señor pobre, sin dinero y que va a la casa de su hermana a ver si le da algo de comer porque no tiene ni para alimentar su hambre, el es escritor y le encanta la poesía de la cual escribe cuando tiene tiempo y ganas. Su hermana Filo esta casada con don Roberto un hombre que trabaja en una panadería y al cual no le cae nada bien su cuñado, don Martín, tiene dos hijos con su esposa y tampoco es que la vida le sonría pero están en buen estado familiar.A Martín no le iba muy bien su vida pero veía a gente conocida como una amiga de Facultad que había terminado la carrera que él también había empezado pero que nunca termino. Se dedico a escribir que era lo que a el le gustaba.Otras de las vidas que cuenta este libro es la de don Leoncio Maestre un señor de buen ver que esta enamorado de la señorita Elvira una mujer que va al bar de doña Rosa a tomarse un café y a fumarse unos cigarrillos, don Leoncio no sabe que hacer para conquistarla así que le compra cigarrillos y siempre va al bar a cualquier instante para ver si la ve.El señor Suárez es un hombre que tienen tendencias hacia su mismo sexo y tiene a una especie de novio que le dicen “Pepe el Astilla”, el señor Suárez vive con su madre la cual el señor Leoncio se la encontró muerta en su casa. Mas tarde los llamaron al juzgado para que testificaran de lo sucedido pero el hijo no estaba presente.Don Francisco Robles y López-Patón, medico de enfermedades secretas, tiene una chica, Amparo, que está casada con don Emilio Rodríguez Ronda, medico también. Don roque es marido de doña Visi, la hermana de doña Rosa; don Roque Moisés

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Vázquez, según su cuñada es una de las peores personas del mundo. Don Tesifonte Ovejero y Solana, capitán veterinario, es un buen señorito de pueblo, un poco apocado, que lleva una sortija con una esmeralda. El señor Ramón, es una panadero que tiene un molino bastante importante cerca de por allí.Las hijas de doña Visi y de don Roque son tres: las tres jóvenes, las tres bien parecidas, las tres un poco frescas, un poco ligeras de cascos. La mayor se llama Julita, tiene veintidós años y lleva el pelo pintado de rubio. Con la melena suelta y ondulada. La del medio se llama Visitación, como su madres, tiene veinte años y es castaña, con los ojos profundos y soñadores. La pequeña se llama Esperanza. Tiene novio formal que entra en casa y habla de política con el padre. Esperanza esta ya preparando su equipo y acaba de cumplir los diecinueve años.Julita tenia novio, Ventura un hombre que estaba opositando, con el cual mantenían relaciones sexuales. Se iban a una casa de una mujer donde estaban allí largo tiempo; para sorpresa de Julita cuando vio a su padre en el mismo bloque, el padre le decía que iba a ver a un amigo que estaba enfermo y ella le contaba que había ido a hacerse una fotografía pero ninguno de los dos se lo creía. Una también de estas vidas puede ser la de Victoria, una joven de dieciochos años pero aparenta más, tiene novio que era oficial pero lo trajeron porque estaba enfermo, ella trabaja para conseguir comida y medicinas para curarlo y así poder casarse con él porque lo quiere mucho y es capaz de hacer cualquier cosa por conseguir dinero le da igual la forma de conseguirlo así que se acostó con un hombre de buen ver y muy rico para así conseguir mucho dinero para su futuro marido si salía de sonde estaba.Así podemos seguir con la vida de todos los personajes del libro pero seria muy largo.

Conclusión.Es un libro que relata y expresa perfectamente la España de la pos-guerra y como la gente sobrevivía en aquel entonces. Es un libro no de lectura adolescente sino más adulta y para la gente que le guste los libros que hablen sobre la pos-guerra o sobre la época de Franco. No es uno de mis libros predilectos pero tampoco ha estado mal. Es entretenido, en parte, y relata muchas vidas y de diferentes condiciones y posiciones sociales.

1.-MOVIMIENTO

1.1.- Localización

Fue escrita en 1951, fecha en la que España se encontraba sumida en la posguerra. Al escribirse en esta época tan cercana a la nuestra, el entorno léxico y social es bastante similar al de nuestros días.

1.2.-Primeras Ediciones

En 1951, en la editorial Emecé, de Buenos Aires, se publicó La Colmena, como primer volumen de una serie, titulada Caminos inciertos.

Cela supo irse separando de la España oficial y escribir unas obras críticas, que pusieron de manifiesto la violencia que dominaba las relaciones, como el desánimo y la miseria, económica y moral, en que se había sumido el país en la guerra y el régimen franquista.

La obra de Cela resultó demasiado crítica y derrotista para el gobierno de Franco, lo que impidió la publicación en España de su primera edición. Incluso Cela, fue expulsado de la Asociación de la Prensa y resultó problemática la continuación de sus colaboraciones en

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los periódicos oficiales. Además, la novela fue muy criticada desde el punto de vista moral, por los sectores dependientes de la Iglesia Católica. Todavía en 1966, el repertorio del jesuita francés G. Sagehomme, consideraba La Colmena como una obra nociva que debía rechazarse.

Cela abre la primera edición de la obra, con una nota que afirmaba que su obra no era sino “ un pálido reflejo... una humilde sombra de la cotidiana, áspera, entrañable y dolorosa realidad”. En definitiva, Cela tiene interés en presentar su obra como testimonio y su labor como compromiso con el realismo.

3.-CARACTERÍSTICAS DE SU PRODUCCIÓN

En este apartado se muestran todas las obras hechas por Camilo José Cela, tanto las mas conocidas, como las menos, debido a que todas son importante.

3.1-POESÍA

Pisando la dudosa luz del día (1936; 1ª ed. 1945).El monasterio y las palabras (1945).Cancionero de la Alcarria (1948).Tres poemas galegos (1957).Reloj de arena, reloj de sol, reloj de sangre (1989).Poesía completa (1996).

3.1-NOVELA

La familia de Pascual Duarte (1942).Pabellón de reposo (1943).Nuevas andanzas y desventuras de Lazarillo de Tormes (1944).La colmena (1951).Mrs. Caldwell habla con su hijo (1953).La catira (1955).Tobogán de hambrientos (1962).San Camilo 1936 (1969).Oficio de tinieblas 5 (1973).Mazurca para dos muertos (1983).Cristo versus Arizona (1988).El asesinato del perdedor (1994).La cruz de San Andrés (1994). Madera de boj (1999).

4.- TEMAS DE SU PRODUCCIÓN

A Camilo José Cela los temas que le gusta tratar en sus novelas son los más sórdidos de la existencia del ser humano (violencia, sexo, miseria). Con estos relatos da lugar a un tipo de corriente literaria reconocida como tremendismo.

La producción literira de Camilo José Cela esta compuesta por muchas novelas y de diversos tipos, en las cuales no siempre trata los temas antes escritos, sino que tambien trata temas como los viajes, su libro “Viaje a la Alcarria” es un ejemplo de esto.

Además de tratar viajes Cela también a escritos libros de cuentos como; “EL gallego y su cuadrilla”. En esta colección de cuentos Cela dibuja con un humor no exento de ternura unos geniales personajes y unos ambientes un tanto marginales.

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Y lo más curioso de este escritor es su “Diccionario secreto”. Libro donde explica con detalle y esta literalmente documentado, las llamadas palabras mal sonantes de nuestro idioma, como pueden ser los insultos o similar.

5.-CARACTERISTICAS DE SU ESTILO

La intención de Cela es reflejar en todo momento la sociedad española de la posguerra, y más concretamente el reflejo de la vida cotidiana de la gente de Madrid, el cuál, consigue reducir a un ambiente de tipo rural. Para mostrarnos estas ideas recurre a varias técnicas literarias como el decoro poético, variedad de registros lingüísticos...

En líneas generales, se puede decir que cultiva el arte del retrato o de la pintura de ambientes con gran maestría. Un ambiente con pinceladas impresionistas y descripciones relativamente detalladas, aunque nunca largas. Lo descriptivo no abunda, pero son detalles muy intencionados. También maneja magistralmente la técnica del diálogo con la adaptación del habla a los personajes y la variedad de registros que veremos más adelante. El estilo está cuidadosamente trabajado sea cuál sea el tono que adopte, encontrando gran diversidad: ironía demoledora, frases crueles y duras, ternura, reflexión... e incluso pasajes auténticamente poéticos, tales como el final del capítulo VI.

Críticas no le han faltado. La estilización deformante que pone en práctica en sus descripciones y la selección de la realidad son los objetivos principales de sus críticos.

En cuanto a la primera, se acerca al esperpento de Valle-Inclán: muñequizaciones, animalizaciones... y es legítimo artísticamente. Se acerca también al tremendismo, pero todo o casi todo lo que presenta se da también en la realidad.

La selección es necesaria. La acumulación de ciertos aspectos circunstanciales puede hacer que la misma “novela” pierda realidad. Es más, “la realidad siempre supera a la ficción”, pero también es cierto que la realidad no tiene por qué ser realismo.

Cela es un gran estilista recordando las características del realismo social, movimiento literario en el cual esta encuadrado La Colmena, los diálogos expresan el habla de cada estrato social. Así el discursista, utilizará frases largas con muchas aposiciones y poco contenido y significado.

· Como primer recurso estilístico que caracteriza la obra, nos encontramos con el decoro poético:

Doña Rosa dice con frecuencia, “leñe, nos ha merengao” (Lenguaje normal de una tabernera) (Pág. 21)

· También es normal la presencia de la ironía, a la que se une el humor y la burla:

”...que nació de mala uva... pero, en fin, paciencia y barajar. Estas tías gordas y medio bebidas suelen durar mucho” (Pág. 120)

· Es constante la presencia de la estética de lo feo que es característica de la literatura de posguerra:

“[...]con sus dientecillos ennegrecidos llenos de basura” (Pág. 23)

Quizá lo que más destaca de la obra es el profundo realismo que exige y muestra para poder expresar la realidad de la vida de la posguerra, en este caso la pobreza.

Pero lo que realmente parece más destacable es la cantidad de localizaciones espaciales y temporales que nos da el autor acerca de la época “en” y “sobre” la que escribe, también

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hace referencia a diferentes realidades de la época, como serían la política o la población de España:

“Vino la guerra y con ella el final de su carrera política.” (Pág. 31)

Encontramos vulgarismos, coloquialismos y diminutivos afectivos y despectivos, así como algún aumentativo propio del decoro poético.

El proceso que sigue para descubrir a los personajes consiste en presentar al personaje, hablar brevemente de él para después dejarlo y retomarlo más tarde.

Utiliza también circunloquios, lítotes, antítesis, paralelismos, reiteraciones, comparaciones, polimorfismos, hipérbole y toda clase de recursos propios de un libro de estas características, entre las que destacan las onomatopeyas que le dan a la obra un carácter realista: “Ja, ja, ..., psché” (Pág. 29)

Esta obra no ha sufrido evolución fonética ya que la lengua ha llegado al sistema morfológico y sintáctico actual.

Cela nos introduce cantidad de registros que dan lugar a una gran diversificación entre las que destacan las siguientes: introducción de palabras foráneas al castellano, correspondientes al francés o al inglés, como water.

Para darnos a entender la simplicidad del lenguaje del que habla produce la apócope de la “j” final de algunas palabras (reloj), lo mismo sucede con la “t” (vermut).

Lógicamente, al distanciarse esa época de la actual, habrá alguna diferencia con la actualidad en cuanto al léxico. Así pues, el hecho de que veamos arcaísmos en la obra es fruto del distanciamiento de la época:

- “Ande, líe un pitillo y no las pie” (Pág. 58)

- “...casi tan deprisa como amontona los cuarto” (Pág. 64)

Por último, se puede decir que el título de la obra responde a la idea de aglomeración masiva que el autor expresa, insertando en muy poco espacio, gran cantidad de cosas con la consiguiente dificultad que esto supone tanto para el escritor como para el lector. Es un conglomerado de secuencias; como un conjunto de “celdillas” que conforman la colmena.

6.-VALORACIÓN DE LA OBRA

Esta obra posee un estilo diferente a la novela común. Es un estilo basado en la carencia de unos personajes principales, (el protagonista es la colectividad), y en el carácter abierto de la obra. Por ello resulta un poco extraña y monótona en ocasiones. El autor y la obra son una unidad compleja y desde el punto de vista estructural resulta muy difícil realizar un esquema de contenidos. El mero hecho de poder narrar la vida alrededor de 250-300 personajes es algo realmente complicado, sobre todo si añadimos el profundo análisis psicológico que realiza con muchos de ellos.

La obra en sí esta encaminada entre el realismo y lo abstracto, conduciendo al lector hacia un ambiente de desorientación e incluso desmotivación hacia la obra. Resulta difícil estructurar un libro con tantos caracteres y afluencias en su texto.

7.-ANALISIS DETALLADO DE LA NOVELA

7.1-ARGUMENTO

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La Colmena nos presenta a través de un domino perfecto del lenguaje una imagen cruda y realista de lo que fueron los años de la posguerra en España. Concretamente la acción se centra durante tres días en un Madrid desnutrido de los bajos fondos.

La novela es un texto de personajes. Un sinfín de sujetos que se van entrelazando en un ir y venir en la vida cotidiana de estos. Cela presenta así unas existencias decrépitas, solitarias, y olvidadas de la realidad al encerrarse en mundos propios; unas vidas con el único deseo de poder sobrevivir día tras día. Estos personajes únicamente encuentran salida momentánea entre los brazos del sexo. Por eso se critica la situación social vivida durante esa época, tocando con crudeza temas como la violencia, el sexo y la desesperación.

7.2-ESTRUCTURA

Estructura externa

La novela en sí, consta de 6 capítulos mas un último llamado Final, en los que se desarrolla toda la acción descrita por Cela. Pero en la mayoría de ediciones del libro se adjunta un censo, en el que se hace un breve comentario sobre casi todos(por no decir todos) los personajes que aparecen en la novela. Este hecho se lleva acabo debido a la complejidad de la lectura, que nos ofrece el autor, debido al gran número de personas que aparecen en la obra.

Visualmente, estos capítulos se encuentran integrados por secuencias, separados por espacios en blanco, las cuales, cada una de ellas, narra pequeños hechos que les van sucediendo a los protagonistas.

Estructura interna

Le estructura interna se define como las relaciones que entrelazan el hilo narrativo. Esta echo, en La Colmena, se caracteriza por su gran complejidad. Lo cierto es que el verdadero regalo que nos ofrece La Colmena es precisamente, el enlace del hilo narrativo. Esto rompe toda la estructura lineal, creando por si misma una estructura nueva que produce una renovación de la técnica literaria, de tal manera que corta cualquier tipo de trama argumental continuada.

Con el entramado definido en la estructura interna, se dan determinados casos de cortes de secuencias. En estos casos el lector se siente perdido (o por lo menos eso es lo que me a pasado a mí), pero seguidamente, en los capítulos siguientes, vuelve a coger el hilo narrativo. Precisamente por eso, el libro forma una estructura calidoscopica, en la que las secuencias quedan interrumpidas pero seguidamente encajan. Esta superposición de secuencias, como un puzzle desordenado manos de un desconocida, pero con todo el sentido delante del autor, da un dinamismo extraordinario, dando el escritor un movimiento imparable de continua renovación.

7.3-Temática

La intención de Cela es reflejar en todo momento la sociedad española de la posguerra, y más concretamente el reflejo de la vida cotidiana de la gente de Madrid, el cuál, consigue reducir a un ambiente de tipo rural. Para mostrarnos estas ideas recurre a varias técnicas literarias como el decoro poético, variedad de registros lingüísticos...

En líneas generales, se puede decir que cultiva el arte del retrato o de la pintura de ambientes con gran maestría. Un ambiente con pinceladas impresionistas y descripciones relativamente detalladas, aunque nunca largas. Lo descriptivo no abunda, pero son detalles muy intencionados. También maneja magistralmente la técnica del

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diálogo con la adaptación del habla a los personajes y la variedad de registros que veremos más adelante. El estilo está cuidadosamente trabajado sea cuál sea el tono que adopte, encontrando gran diversidad: ironía demoledora, frases crueles y duras, ternura, reflexión... e incluso pasajes auténticamente poéticos, tales como el final del capítulo VI.

Críticas no le han faltado. La estilización deformante que pone en práctica en sus descripciones y la selección de la realidad son los objetivos principales de sus críticos.

En cuanto a la primera, se acerca al esperpento de Valle-Inclán: muñequizaciones, animalizaciones... y es legítimo artísticamente. Se acerca también al tremendismo, pero todo o casi todo lo que presenta se da también en la realidad.

La selección es necesaria. La acumulación de ciertos aspectos circunstanciales puede hacer que la misma “novela” pierda realidad. Es más, “la realidad siempre supera a la ficción”, pero también es cierto que la realidad no tiene por qué ser realismo.

Cela es un gran estilista recordando las características del realismo social, movimiento literario en el cual esta encuadrado La Colmena, los diálogos expresan el habla de cada estrato social. Así el discursista, utilizará frases largas con muchas aposiciones y poco contenido y significado.

· Como primer recurso estilístico que caracteriza la obra, nos encontramos con el decoro poético:

Doña Rosa dice con frecuencia, “leñe, nos ha merengao” (Lenguaje normal de una tabernera) (Pág. 21)

· También es normal la presencia de la ironía, a la que se une el humor y la burla:

”...que nació de mala uva... pero, en fin, paciencia y barajar. Estas tías gordas y medio bebidas suelen durar mucho” (Pág. 120)

· Es constante la presencia de la estética de lo feo que es característica de la literatura de posguerra:

“[...]con sus dientecillos ennegrecidos llenos de basura” (Pág. 23)

Quizá lo que más destaca de la obra es el profundo realismo que exige y muestra para poder expresar la realidad de la vida de la posguerra, en este caso la pobreza.

Pero lo que realmente parece más destacable es la cantidad de localizaciones espaciales y temporales que nos da el autor acerca de la época “en” y “sobre” la que escribe, también hace referencia a diferentes realidades de la época, como serían la política o la población de España:

“Vino la guerra y con ella el final de su carrera política.” (Pág. 31)

Encontramos vulgarismos, coloquialismos y diminutivos afectivos y despectivos, así como algún aumentativo propio del decoro poético.

El proceso que sigue para descubrir a los personajes consiste en presentar al personaje, hablar brevemente de él para después dejarlo y retomarlo más tarde.

Utiliza también circunloquios, lítotes, antítesis, paralelismos, reiteraciones, comparaciones, polimorfismos, hipérbole y toda clase de recursos propios de un libro de estas características, entre las que destacan las onomatopeyas que le dan a la obra un carácter realista: “Ja, ja,..., psché” (Pág. 29)

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Esta obra no ha sufrido evolución fonética ya que la lengua ha llegado al sistema morfológico y sintáctico actual.

Cela nos introduce cantidad de registros que dan lugar a una gran diversificación entre las que destacan las siguientes: introducción de palabras foráneas al castellano, correspondientes al francés o al inglés, como water.

Para darnos a entender la simplicidad del lenguaje del que habla produce la apócope de la “j” final de algunas palabras (reloj), lo mismo sucede con la “t” (vermut).

Lógicamente, al distanciarse esa época de la actual, habrá alguna diferencia con la actualidad en cuanto al léxico. Así pues, el hecho de que veamos arcaísmos en la obra es fruto del distanciamiento de la época:

“Ande, líe un pitillo y no las pie” (Pág. 58)

“...casi tan deprisa como amontona los cuarto” (Pág. 64)

Por último, se puede decir que el título de la obra responde a la idea de aglomeración masiva que el autor expresa, insertando en muy poco espacio, gran cantidad de cosas con la consiguiente dificultad que esto supone tanto para el escritor como para el lector. Es un conglomerado de secuencias; como un conjunto de “celdillas” que conforman la colmena.

7.4- PERSONAJES

La alusión al mismo titulo hace una pequeña introducción de lo sucedido respecto a os personajes de la novela. Este titulo nos centra la acción en un enjambre de personajes que se van relacionando de manera esporádica en determinados escenarios; van y vienen, entran y salen. Se entrecruzan los unos con los otros en un desfile variopinto de tipos, a los cuales les unen las desavenencias de la época y la pobreza de un Madrid de la posguerra en plena crisis.

De esta manera, La Colmena se transforma en un relato donde es imposible sacar a uno o dos protagonistas principales. No existe un personaje principal del cual se enlacen todas las relaciones, más bien al contrario; el autor da a conocer el protagonismo colectivo. Todos los personajes viven en una ciudad común, pero encerrados en su propio mundo; presentando así una novela abierta.

El explicar este punto, supone la imposibilidad de nombrar a todo los personajes, ya que se contabilizan trescientos cuarenta y seis; entre imaginarios y reales. Todo libro de La Colmena tiene al final un censo de personajes al cual se pude acceder en caso de necesidad.

Aunque ante la imposibilidad nombrarlos a todos, el autor los ha caracterizado con unas propiedades generales: los personajes son planos, los cuales vienen definidos, no por sus características físicas, ya que las explicaciones sobre esto son escasas en general, sino por sus pensamientos e historial general. A la vez cada personaje queda claramente especificado por el nombre, facilitando así el reconocimiento.

Destacan las relaciones que se van estableciendo entre ellos. Veamos algunas de sus características:

Martín Marco: Se dice irónicamente que “no es uno de tantos”, pero en realidad, ese escritor no deja de ser un pobre hombre, que va dando tumbos por la vida. Se asiste a sus preocupaciones, miedos...

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Doña Rosa: Dueña del café “La Delicia”. Hermana de doña Visi. Tiene un temperamento violento. Adinerada y tacaña, que odia, insulta y explota a sus empleados.

Filo: Es una mujer sacrificada por las estrecheces económicas. Esposa de D. Roberto y hermana de Martín Marco.

D. Roberto: Pobre pluriempleado para sacar adelante a su familia. Marido de Filo.

Señorita Elvira: Buscona condenada a la soledad.

Victorita: Muchacha que se vende para comprar medicinas y comida a su novio tuberculoso.

Familia de los Moisés:

· Doña Visi: Beata y ciega de lo que le rodea. Esposa de D. Roque y hermana de Doña Rosa.

· D. Roque: Engaña a su mujer

· Hijas: En especial Julita, se reúne con su novio en la casa de citas.

7.5-TIEMPO

TIEMPO OBJETIVO

Claramente La Colmena se trata de una novela de posguerra, en la que se nos cuenta el estado que existe en Madrid en la época de los años venideros de la guerra. Este hecho ya centra bastante el tiempo objetivo de esta novela, pero el año exacto en que se basa la novela no esta revelado.

Dado a la falta de descripción propia del texto literario de la novela, debido a que el autor se centra en pensamientos, memorias y diálogos, el tiempo objetivo no se ve reflejado con total claridad. Pero a Camilo José Cela no se le escapa el centrar al lector en una época concreta, y con gran sigilo presenta pequeños detalles que encaminan el hilo narrativo hacia finales de 1942.

Estos son los detalles:

! El periódico que se encuentra leyendo el librero del cual se extrae la nota sobre la búsqueda de Martín Marco. En este periódico se hace una pequeña referencia de la “Conferencia de Teherán”, la cual tuvo lugar entre el 28 de noviembre y el 1 d diciembre de 1943.

A la vez, en un fragmento hace una aproximación que demuestra la noticia del librero; “van tomando aires navideños”, con lo que la acción queda centrada en diciembre de 1943.

! Otros detalles como las ideas nazistas de doña Rosa al hablar de Hitler, o el hecho de que don Trinidad se hiciera lerroulixta.

TIEMPO SUBJETIVO (INTERNO)

El tiempo interno de la novela, viene caracterizado por que son tres días en la vida de sus protagonistas. Exactamente transcurren en dos días, pero en el último capítulo (Final) se narra en la mañana del día siguiente, o en la mañana de tres o cuatro días posteriores. Por lo tanto, esto le da a La Colmena un dinamismo extraordinario, debido a que los sucesos narrados se amontonan en un espacio corto de tiempo. A la vez que se va ayudando por el empleo de oraciones breves en las que intervienen verbos de acción.

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Pero a la vez, este tiempo subjetivo de tres días no sigue una estructura lineal, sino que el tiempo se ve seriamente cortado para posteriormente enlazarlo con las distintas secuencias, formando finalmente la belleza caracterizada de La Colmena.

De esta manera tenemos el tiempo subdividido en:

Capítulo I y

Capítulo II

Nos narra el atardecer del primer día acabando en la noche.

Concretamente a las diez.

Capítulo III Se nos centra en la tarde del segundo día.

Capítulo IVLos acontecimientos son los propios del primer día por la noche

enlazando con el segundo capítulo.

Capítulo V Segundo día tarde-noche.

Capítulo VI Es aquí cuando se explica el amanecer del día segundo

Final o

Epílogo

Narra lo que ocurrió en una mañana tres o cuatro días después del

segundo día

Este es el orden del tiempo que existe en la novela, pero realmente el orden lógico que debería existir seria el siguiente:

1º- Capítulo primero y capítulo segundo.

2º- Capítulo cuarto y capítulo sexto.

3º- Capítulo tercero y capítulo quinto.

4º- Final o Epílogo.

Siguiendo este orden obtenemos el orden lógico del tiempo de la novela con una estructura lineal. ¿Pero por que deshacer la gracia que precisamente caracteriza esta novela?

7.6-ESPACIO

El espacio que se encuentra en la novela de Camilo José Cela, es puramente real. Todo el libro se caracteriza por una correlación de paisajes reales los cuales se centran en Madrid de la posguerra.

La Colmena se desarrolla en escenarios reales y conocidos por el autor, con el fin de que el lector pueda reconocer e identificar mejor el marco geográfico donde transcurre la novela. Esto se observa en el conocimiento de la ciudad por parte del autor, con sus calles, encrucijadas y lugares de interés. (Ej: La calle Sagasta (pág. 76); Calle Goya (Pág. 78); Boca del Metro; Calle Narváez; Calle Velázquez) El entorno de la Gran Vía en Madrid y de algún determinado barrio marginado (Atocha).

De esta forma se tiene que todos los escenarios descritos son reales, pero por otro lado tenemos que la posibilidad de que sean interiores o exteriores:

INTERIORES:

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En todo el primer capítulo la acción se centra en el bar de doña Rosa “La Delicia”, el cual refleja las características de la época. Un lugar mugriento, abandonado por la chispa de la vida, donde un tupido velo de humo recubre a sus visitantes a expensas de ver pasar como corre el tiempo.

Este bar se nos describe en la página 189.

Otro lugar interior es el bar de del Celestino. Donde va Martín Marco después de ser echado de La Delicia. (pág. 186)

Los prostíbulos son otros escenarios internos en los que transcurre la acción de esta novela.

La casa de doña Cecilia (pág. 159)

EXTERIORES:

Entres estos tenemos toda la correlación de calles descritos por el caminar de Martín Marco. A parte de otras zonas determinadas como:

Barrio: “Desde el camino del este se ven unas casuchas miserables, hechas de latas viejas...”(pág. 288)

Las calles: Sagasta, Goya, Narváez...

Otras zonas: Plaza de toros, la cual esta al lado del descampado donde Pablo Alonso y Laurita realizan el amor

Por otro lado tenemos otro tipo de escenario, el cual es real pero no se encuentra presente en la lectura. Con esto me refiero a escenarios q los que aluden los personajes, pero que no se encuentran en Madrid.

Siguiendo este tipo de escenarios tenemos a Teherán, el cual se hace referencia a partir de la noticia del periódico. Alemania, que se nombra en el relato que hace doña Rosa al dejar ver sus ideas nazis; etc, etc,.......

7.7-NARRADOR

En esta novela el papel del narrador no queda muy definido a la hora de introducirlo dentro de una clasificación estereotipa de puntos ópticos desde los que se narra y se cuenta la acción. Ya que con la estructura de la novela, Cela, hizo gala de su ingenio e increíble dominio de la literatura, cosa que también se descubre en la narración.

Durante toda la novela se presenta al cronista como poseedor de un punto de vista omnisciente. Esto se nos da ha conocer debido al conocimiento total del autor acerca de los personajes. Cela, conoce todo el mundo interno de los integrantes de la novela; sus deseos, sus sueños, sus recuerdos...

Teniendo en cuenta toso esto, se podría decir que se trata de un narrador omnisciente, pero a la vez, Cela pierde la actitud distante y objetiva que caracteriza a este tipo de narradores, ya que realiza diversas aportaciones propias.

De esta manera el punto de vista no queda del todo esclarecido, hecho al que se le va aumentando una pequeña paradoja ocurrida en la pág. 76

En esta página, al comienzo de una secuencia se nos narra lo siguiente “Un hombre baja por Goya leyendo un periódico; cuando lo cogemos pasa por delante de una pequeña librería de lance...” Como se puede apreciar en este fragmento, el autor, se caracteriza acompañado, ya que habla en primera persona del plural. Este hecho en un principio

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insignificante, puede llevar a considerar varias deducciones realmente interesantes. Teniendo en cuenta mi punto de vista y debido a lo explicado, yo considero que Cela se engloba en la maraña formada por el sinfín de personajes que nos encontramos por el camino de la lectura. De esta forma Cela es un personaje mas al cual se puede encontrar presente en la escena de acción pero que en realidad nadie alude su presencia. Esto es mi opinión personal, claro esta que el hecho de la utilización de ese cogemos puede ser simplemente, una manera de acercar más al lector hacia interpelación que se ofrece en La Colmena.

Aunque sea lo que sea realmente el narrador nos presenta una visión omnisciente de la novela

7.8-ESTILO

"Algún hombre ya metido en años cuenta a gritos la broma que le gastó, va ya para el medio siglo, a madame Pimentón.

- La muy imbécil se creía que me la iba a dar. Sí, sí... ¡Estaba lista! La invité a unos blancos y al salir se rompió la cara contra la puerta. ¡Ja, ja! Echaba sangre como un becerro. Decía: oh, la, la; oh, la, la, y se marchó escupiendo las tripas. ¡Pobre desgraciada, anda siempre bebida! ¡Bien mirado, hasta daba risa!

Algunas caras, desde las próximas mesas, lo miran casi con envidia. Son las caras de las gentes que sonríen en paz, con beatitud, en esos instantes en que, casi sin darse cuenta, llegan a no pensar en nada. La gente es cobista por estupidez y, a veces, sonríen aunque en el fondo de su alma sientan una repugnancia inmensa, una repugnancia que casi no pueden contener. Por coba se puede llegar hasta al asesinato; seguramente que ha habido más de un crimen que se haya hecho por quedar bien, por dar coba a alguien.

-A todos esos mangantes hay que tratarlos así; las personas decentes no podemos dejar que se nos suban a las barbas. ¡Ya lo decía mi padre! ¿Quieres uvas? Pues entra por uvas. ¡Ja, ja! ¡La muy zorrupia no volvió a arrimar por allí!

Corre por entre las mesas un gato gordo, reluciente; un gato lleno de salud y de bienestar; un gato orondo y presuntuoso. Se mete entre las piernas de una señora, y la señora se sobresalta.

-¡Gato del diablo! ¡Largo de aquí!

El hombre de la historia le sonríe con dulzura.

- Pero, señora, ¡pobre gato! ¿Qué mal le hacía a usted?"

7.8.1 - Estructura y Lenguaje

El texto está situado en la VIII secuencia del capítulo I, el primer día por la tarde, en el café de Doña Rosa, en la obra de Cela La colmena.

El texto podría dividirse en dos partes: una parte dialogada, que pertenece a los dos personajes que intervienen, y una parte narrativa, que pertenece al Narrador, en algunos momentos objetivo y en otros omnisciente, pero siempre omnipresente, pareciendo otro personaje que nos introduce en la acción.

En cuanto al vocabulario, aquí existe una distinción entre la forma de hablar del Narrador y el vocabulario de los personajes. El Narrador emplea alguna expresión coloquial como va ya para el medio siglo. Emplea un lenguaje casi culto, describiendo la situación que ve con sustantivos con un tono despreciativo hacia los personajes: cobista por estupidez, repugnancia inmensa; así como adjetivos que también expresan ese desprecio: gato

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gordo, gato orondo y presuntuoso; es una forma de hablar casi irónica: son las caras que sonríen en paz, con beatitud, en esos instantes en que, casi sin darse cuenta, no llegan a pensar en nada. “La gente es cobista por estupidez... Seguramente ha habido más de un crimen que se haya hecho por quedar bien, por dar coba a alguien”. (Parece que Cela con estas palabras quiera demostrar su poco apego a la raza humana, tacha a los hombres de cínicos). El vocabulario de los dos personajes lleva un tono popular. El hombre emplea adjetivos a modo de insulto: imbécil; así como la mujer: gato del diablo, y nombres igualmente para insultar: desgraciada, mangantes, zorrupia. Usan expresiones coloquiales: se rompió la cara contra la puerta, echaba sangre como un becerro, se marchó escupiendo las tripas, no podemos dejar que se nos suban a las barbas...

Las frases son cortas, casi sentenciosas: “Algunas caras, desde las próximas mesas, lo miraban casi con envidia”. En la intervención del hombre los tiempos verbales empleados son en pretérito perfecto simple para dar impresión de una narración rápida: invité, rompió, marchó... Pero en casi todo el texto abunda el presente actual y el presente habitual: son, miran, sonríen; casi todos en tercera persona.

Las figuras estilísticas que aquí aparecen son comparaciones como: echaba sangre como un becerro; o también anáforas: gato gordo, gato orondo, gato lleno de salud.

7.8.2 - Contenido e Interpretación

Un hombre del café de Dña. Rosa caracteriza ridiculizando duramente a una mujer que no está presente, llamada madame Pimentón. Después, el Narrador hace una pintura de la situación del café en ese momento, parándose en el análisis de la actitud de los que escuchan la historia del hombre mencionado anteriormente. El Narrador, más tarde, cuenta como un gato gordo molesta a una señora, y ésta echa al gato de malos modos. Irónicamente el hombre que contaba la historia recrimina a la mujer por la dureza con la que ha tratado al gato, cuando él estaba contando una anécdota en la cual humillaba a madame Pimentón.

Así, la secuencia se centra en torno a humillados y los que humillan (el señor a madame Pimentón, la señora al gato y el señor a la señora; incluso, el Narrador a los espectadores que escuchan la historia del señor); existe una especie de pirámide de jerarquías, en la que el Narrador se encuentra en la cúspide. El hombre, realmente humilla a la persona de la que habla, la llama imbécil, ladrona, incluso zorrupia (zorra) y, más tarde, se permite el lujo de criticar a una señora que echaba de mala manera a un simple gato, la humilla delante de todos. Todo esto ocurre el primer día por la tarde, de los dos en los que transcurre la obra.

Estos dos personajes son dos de los muchos que pululan por el café de Dña. Rosa, gentes mediocres, de baja talla moral, vulgares; en este caso, son personajes secundarios, que se relacionan indirectamente con los principales. Son personajes anónimos, el Narrador no nos ofrece ni sus nombres, ni cómo piensan u opinan, simplemente comportamientos, una observación de su conducta (técnica de la narrativa moderna), ello, sumado a un comentario en el que el autor hace una reflexión, puesta en boca del Narrador, sobre la adulación y la coba. Hace una gran crítica al cinismo humano.

7.8.3 - Integración del Autor en su Época

La Colmena la comenzó a escribir Cela en el año 1945, año en el que España pasaba un mal momento, un año que pertenecía a una época de postguerra, la Guerra Civil española había acabado pocos años antes. Además la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) hizo que España quedase "aislada" del resto de Europa, pues el General Franco, no quiso aliarse con Alemania, a pesar de que el mismo Hitler se lo pidiera. En la época de

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posguerra había carestía de productos básicos, pues los campos fueron abandonados durante la guerra, hubo sequía, una represión política fuerte(censura, partido único...) y el exilio fue abundante, además Franco fomentaba y animaba la emigración, para prevenir un número alto de parados.

Además esas emigraciones y esos exilios se llevaron consigo muchos novelistas españoles, suponiendo una ruptura de la trayectoria de la narrativa española. Surgió el existencialismo, que era una preocupación por darle un sentido a la existencia. Los personajes de la novela tienen una angustia personal, el malestar generalizado se canaliza hacia un malestar individual. En la novela de posguerra existía un interés por reflejar amargamente la vida cotidiana. El existencialismo en la literatura fue reprimido por la censura, la cual también interrumpió la trayectoria de la narrativa española. Esta impidió que La colmena tuviese su primera publicación en España. Los novelistas exiliados fueron: Ramón J. Sender, Francisco Ayala, Max Aub, Rosa Chacel... Entre otros. Se cultivaron en España nuevas líneas: la novela psicológica, la poética y simbólica, etc. Los autores que gozaron del favor oficial fueron: García Serrano, Sánchez Mazas; otros escritores críticos del régimen: Cela, Carmen Laforet, Delibes...

La OBRA de Cela llena los últimos cincuenta años: La familia de pascual Duarte (1942), Pabellón de reposo (1944), Nuevas andanzas y desaventuras de Lazarillo de Tormes (1944), Pisando la dudosa luz del día (poesía), Esas nubes que pasan (poesía), El monasterio y las palabras (poesía) y Mesa revuelta (1945), El bonito crimen del carabinero y otras invenciones (1947), Cancionero de la Alcarria y Viaje a la Alcarria (1948), El gallego y su cuadrilla (1949), La Colmena (publicada en Buenos Aires en 1951), Mrs, Caldwell habla con su hijo (1953), La Catira (1955), San Camilo 1936 (1969), Oficio de tinieblas 5 (1973), Mazurca para dos muertos (1983), Cristo versus Arizona (1988), El asesinato del perdedor (1994), La cruz de San Andrés (1994).

La Colmena por sus valores propios, es una de las cimas del autor y, sin duda, un título clave de la literatura española posterior a la Guerra Civil. Desde el principio, y sin necesidad de someterse a ningún control ideológico, supo separarse de la España oficial y escribir unas obras críticas que pusieron de manifiesto el desánimo y la miseria económica y social en que había sumido el país el nuevo régimen. Aunque el autor tiene interés por presentar su obra como testimonio y opta por recoger los aspectos más ásperos, entrañables y dolorosos, Cela no se limita a registrar unos hechos, sino que realiza una importante elaboración literaria. Según vamos leyendo nos damos cuenta de que La Colmena, más que un documento, es la visión sintetizadora y cargada de significación que el narrador tiene del Madrid de los años 40.

8.-OPINIÓN PERSONAL

El libro tiene una estructura complicada, y por tanto, padece de una lectura complicada. Pero a pesar del cargoso esfuerzo a realizar, la estructura de La Colmena te envuelve en un dinamismo agradable que crea una lectura divertida.

Al leerla no te vas integrando en la vida de los personajes, ya que no se sigue un camino lineal, sino que te ves envuelto genéricamente en un todo. Podríamos decirlo que uno se siente, al leerla, en el ambiente de la época, como mínimo de mi parte, me sentía como uno más de los tantos que entrecruzan sus miradas en la telaraña de La Colmena.

9.-BIBLIOGRAFÍA

Para la elaboración de este trabajo a sido necesario consultar los siguientes libros y paginas web:

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“Lengua castellana y literatura 2”. Ediciones SGEL.

“La Colmena”. Ediciones

“Nueva enciclopedia Larousse”. Ediciones Larousse

“htpp://biografias.hypermart.net/jose_cela.htm”

ÍNDICE

1.-MOVIMIENTO 1

2.-BIOGRAFÍA DEL AUTOR 2

3.-CARACTERÍSTICAS DE SU PRODUCCIÓN 3

4.-TEMAS DE SU PRODUCCIÓN 4

5.-CARACTERISTICAS DE SU ESTILO 5

6.-VALORACIÓN DE LA OBRA 7

7.-ANALISIS DETALLADO 8

7.1-Argumento 8

7.2-Estructura interna y externa 9

7.3-Temática 10

7.4-Personajes 12

7.5-Tiempo 14

7.6-Espacio 16

7.7-Narrador 17

7.8-Estilo 18

8.-OPINIÓN PERSONAL 21

9.-BIBLIOGRAFÍA 22

Trabajo sobre La Colmena

de Camilo José Cela

CELA, Camilo José

La Colmena

Noguer, 32ª ed., Barcelona 1978, 293 pp.

I. Introducción; II. Resumen del argumento; III. Personajes más importantes; IV. Valoración literaria y técnica; V. Valoración moral.

I. Introducción

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Camilo José Cela se dio a conocer con La familia de Pascual Duarte, novela que sugirió el término "tremendismo", aplicable a buena parte de la producción de su autor: truculencias, gusto por los aspectos más sórdidos de la existencia, muestra desencantada de la vida. Esto coincide con algunos aspectos propios del naturalismo literario de signo materialista, del siglo pasado.

A) Una novela de protagonista colectivo

Según declara el autor, "su acción discurre en Madrid, en 1942". En el Madrid inmediatamente posterior —dato relevante— a la guerra civil terminada en 1939. Eran momentos de dificultades económicas graves, de bajo nivel general de vida, con los recuerdos y las consecuencias terribles de la situación anterior. Es, pues, un ambiente difícil para la mayoría de los personajes, muchos de ellos afectados en sí o en sus familias por los acontecimientos bélicos.

Hay una fidelidad absoluta a la topografía urbana, que permite seguir, incluso con detalle, los desplazamientos de los personajes. Se mencionan numerosos nombres, reales, de calles y estaciones de Metro. Naturalmente, estos datos pueden resultar significativos, relevantes o no, para el lector, según sus conocimientos previos. Pero, en todo caso, denotan una actitud por parte del autor. Esta objetividad resulta plena en cuanto que Cela no proporciona ninguna descripción o caracterización de los lugares que menciona. Salvo en un solo caso: cuando Martín Marco viaja en Metro, la lectura de los nombres de las estaciones le evoca las características sociales, nivel económico, ambiente, etc., de los correspondientes lugares de la superficie urbana.

Si este bullir de personajes por la ciudad —cruzándose, coincidiendo, entrechocando, hurtándose— justifica (especialmente cuando se conocen sus móviles) la denominación de la novela, la impresión se acentúa cuando la acción se desarrolla en interiores. El Café de doña Rosa (lugar en que se inicia la narración) constituye un escenario excelente —el más reiterado— para congregar personajes diversísimos. Igualmente cumple esta función, con más eficacia aún, la casa de numerosa vecindad. La visión en simultaneidad de las distintas viviendas, con impresionante variedad de tipos y situaciones domésticas, recuerda las celdillas colmeneras, y alcanza su clímax en la reunión de todos los vecinos en el piso de uno con motivo del asesinato de una anciana de la casa.

No resulta preciso avanzar mucho en la lectura para encontrar la justificación del título. La Colmena presenta un tropel de personajes cuyas peripecias vitales se entrecruzan ampliamente, en la misma ciudad, durante algunos momentos de "tres o cuatro días".

Son 296 los personajes creados por el autor, según consta en un censo final. No todos tienen intervención directa en el desenvolvimiento de la novela; pero aun descartando aquellos sólo presentes por la referencia de otros o por su relación con otros, es imposible fijar, en una simple apreciación, cuántos se insertan efectivamente en la acción. Algún crítico ha contado hasta 45. Respecto de éstos, tampoco es posible determinar prioridades según el grado de protagonismo, porque, en realidad, ninguna individualidad prevalece abiertamente como centro activo o pasivo de la narración.

La Colmena es una novela en la que aparecen muchos personajes, sin un argumento unitario. Está formada por la articulación, muy estudiada, minuciosamente

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establecida, de diversos relatos cortos. Cada uno se ve fragmentado por los demás en numerosos episodios de mínima extensión; a veces, visiblemente inconclusos, aun sin mostrarse así, para completarse o cerrarse en un momento posterior. Una muestra concreta: en intervalos separados, y aun distorsionados temporalmente, conocemos que la dueña del Café pide a un camarero que expulse a un parroquiano insolvente y le golpee en la calle; el camarero asegura a su ama que ha cumplido exactamente —lo detalla— su cometido; al reproducir en el capítulo siguiente la escena de la expulsión, se ve que, sin ejecutar los golpes, se presenta al escritor Martín Marco como arrojado de un Café por no pagar, etc.

B) La estructura del relato

La Colmena se configura como novela abierta: podría aligerarse o incrementarse la materia narrativa, el número de episodios, la nómina de personajes, etc., sin menoscabo de su identidad literaria. Esta se alcanza con la estructura del relato, con el modo de establecer la sucesión o simultaneidad de acciones variadas o idénticas llevadas por personajes diversos, tanto como por la manera de establecer relaciones entre tales personajes.

El procedimiento que emplea Cela para individuar a los personajes es el siguiente: descripción física, en la que subraya uno o dos rasgos muy característicos, a menudo caricaturescos; nombre y dos apellidos; lugar de nacimiento; ocupación habitual o profesión, y referencia a algún acontecimiento biográfico muy acusado.

Merced a una estudiada disposición ("su arquitectura es compleja, a mí me costó mucho trabajo hacerla"), aplicada al abigarrado tropel de existencias humanas, el autor logra su propósito, bien conocido por sus explícitas declaraciones (acaba de citarse una), que han ido acumulándose en los preliminares del libro y a medida que se sucedían las ediciones: "Los personajes que bullen —no corren— por sus páginas me han traído durante cinco largos años por el camino de la amargura". Resultaría relativamente sencillo simplificar la novela. Pero en La Colmena la estructura se complica a propósito con las múltiples vicisitudes que ligan a los personajes. Cada uno toma parte en la vida de varios otros, sin que éstos conozcan todas las relaciones, de modo que no forman una cadena lineal de eslabones, sino que siempre son varios los que se imbrican. Algún caso: Petrita, criada de Filo, ama silenciosamente a Martín, hermano de su señora; pero es novia del guardia. Este y Martín se relacionan por frecuentar la misma taberna, la de Celestino, a quien también conoce Petrita como clienta, etc. Eloy es hermano de Paco y empleado de Vega, quien pretende a Victorita, novia de Paco, etc.

Las vinculaciones entre los personajes pueden ser aún más sutiles. Si uno pierde una cantidad de dinero, otro la encuentra; los problemas así causados al primero, se compensan, en la colmena humana, con la solución para los del segundo. También en este minúsculo episodio resplandece el sentido colectivo que gravita en la concepción de la novela y la cuidadosa técnica del autor, fértil en recursos de este orden.

II. Resumen del argumento1[1]

1

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Todos los episodios de la novela transcurren en un período de tres jornadas. Los seis primeros capítulos ocupan dos días y el "Final" se sitúa en la mañana de tres o cuatro días más tarde. La distribución sería:

— CAPITULO I: Tarde del primer día.

— CAPITULO II: Anochecer del primer día.

— CAPITULO III: Sobremesa y primeras horas de la tarde del segundo

día.

— CAPITULO IV: Noche del primer día.

— CAPITULO V: Tarde del segundo día.

— CAPITULO VI: Mañana (primera hora) del segundo día.

— FINAL: Mañana de "tres o cuatro días después" (tercer día).

Esta deliberada concentración temporal es, aún más notable si consideramos que no se trata de días completos sino de fragmentos de jornada, a veces, realmente breves.

Los capítulos I, II y IV se refieren a un lapso de aproximadamente seis horas. Los capítulos VI, III y V ocupan un indeterminado, pero breve, momento del amanecer y la sobremesa y la tarde del segundo día (quizá otras seis horas). El Final transcurre durante un período máximo de tres horas de la mañana del tercer día. La reducción temporal es, por tanto, todavía más acusada de lo que a primera vista parece.

Por otra parte existe una deliberada transgresión del orden cronológico lineal. La disposición lógica de los capítulos sería: I, II, IV, VI, III, V, Final. Esta alteración del tiempo no es gratuita, depende de los espacios y de los temas, y afecta a la estructura y al sentido global de la novela.

Se da también alguna superposición: el tiempo de un capítulo invade el tiempo de otro, como puede comprobarse en algunos episodios de los capítulos I, II y IV. Además, muchos otros episodios transcurren en el mismo tiempo narrativo, simultaneidad que es muy acusada en los capítulos IV, VI y Final.

Capítulo I

El autor presenta los comportamientos de unos cuantos personajes —que forman el paisaje humano— reunidos en un Café —paisaje físico— durante un determinado segmento del día: la tarde. Lo reducido del espacio favorece el contacto entre la dueña y los empleados, por un lado, y los clientes por otro. Se hace referencia a que el Café:

— tiene dos pisos —en el superior se hallan los "billares"—, cocina, retrete, tarima para los músicos (pianista y violinista) y en él atienden un cerillero y un limpiabotas;

— los veladores son de "costoso mármol"; su descripción es ya una muestra del carácter mezquino de la dueña, pues muchos de los mármoles de los veladores han sido antes lápidas en los cementerios;

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— alguno de sus elementos denotan cierta "riqueza": respaldos de peluche, dorados en el techo, lámparas, algún espejo, teléfono, un diván, donde se sientan los pensionistas, y un reloj.

Este paisaje físico está poblado de seres humanos que llenan el recinto con sus miradas, con el humo de sus cigarrillos, con sus conversaciones; con sus vidas, en suma. El autor presta una gran atención a la descripción de este ambiente. En él se enmarcan los episodios que se refieren a la personalidad de doña Rosa, sus ideas y sus relaciones con los empleados y las secuencias que tienen a los clientes del café como protagonistas.

El autor dedica varios pasajes a la descripción del aspecto exterior de la dueña, que produce repulsión física:

"Doña Rosa va y viene por entre las mesas del Café, tropezando a los clientes con su tremendo trasero. Doña Rosa dice con frecuencia "leñe" y "nos ha merengao". Para doña Rosa, el mundo es su Café, y alrededor de su Café, todo lo demás (...). A doña Rosa lo que le gusta es arrastrar sus arrobas, sin más ni más, por entre las mesas. Fuma tabaco de noventa, cuando está a solas, y bebe ojén, buenas copas de ojén, desde que se levanta hasta que se acuesta. Después tose y sonríe. Cuando está de buenas, se sienta en la cocina, en una banqueta baja, y lee novelas y folletines, cuanto más sangrientos, mejor: todo alimenta. Entonces le gasta bromas a la gente y les cuenta el crimen de la calle de Bordadores o el del expreso de Andalucía (...). Doña Rosa tiene la cara llena de manchas, parece que está siempre mudando la piel como un lagarto. Cuando está pensativa, se distrae y se saca virutas de la cara, largas a veces como tiras de serpentinas. Después vuelve a la realidad y se pasea otra vez, para arriba y para bajo, sonriendo a los clientes, a los que odia en el fondo, con sus dientecillos renegridos, llenos de basura (...). Lleva vestido negro y mandil, y su voz es insoportable: parece el chasquido de un timbre con la campanilla partida" (p. 21).

A su aspecto físico doña Rosa añade un carácter irascible, que le lleva a proferir insultos continuamente. Se alude expresamente a su poderío económico: "es riquísima". Entre otras cosas es accionista de un banco donde trae de cabeza a todo el consejo y, según dicen por el barrio, guarda baúles enteros de oro tan bien escondidos que no se los encontraron ni durante la guerra civil. Hay una referencia significativa a su pasado cuando se comenta que el reloj fue un regalo de un marquesito tarambana y sin blanca que anduvo cortejando a doña Rosa allá por el 905. El marquesito, que se llamaba Santiago y era grande de España, murió tísico en El escorial. El perfil humano de doña Rosa está ligado a sus ideas, extraordinariamente "conservadoras": entre otras cosas es partidaria de Hitler.

En resumen, la dueña del Café se presenta como un personaje grotesco, casi esperpéntico, y su riqueza y sus ideas reaccionarias ofrecen un contraste con las miserias de sus empleados, que ante doña Rosa se rebajan aduladores:

"Los camareros, mirando para el suelo, procuran pasar inadvertidos.

—Y vosotros, a ver si os alegráis. ¡Hay muchos cafés solos en esas bandejas! ¿Es que no sabe la gente que hay suizos, y mojicones, y torteles? No, ¡si ya lo sé! ¡Si sois capaces de no decir nada! Lo que quisierais es que me viera en la miseria, vendiendo los cuarenta iguales. ¡Pero os reventáis! Ya sé yo con quienes me juego la tela. ¡Estáis

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buenos! Anda, vamos, mover las piernas y pedir a cualquier santo que no se me suba la sangre a la cabeza.

Los camareros, como quien oye llover, se van marchando del mostrador con los servicios. Ni uno solo mira para doña Rosa. Ninguno piensa, tampoco, en doña Rosa" (p. 40).

"El camarero (Pepe) hace gestos con la cabeza y llama al echador.

Luis, el echador, se acerca hasta la dueña.

—Señorita, dice Pepe que aquel señor no quiere pagar.

—Pues que se las arregle como pueda para sacarle los cuartos; eso es cosa suya; si no se los saca, dile que se le pegan al bolsillo y en paz. ¡hasta ahí podíamos llegar!

La dueña se ajusta los lentes y mira.

—¿Cuál es?

—Aquel de allí, aquel que lleva gafitas de hierro.

—¡Anda, qué tío, pues esto sí que tiene gracia! ¡Con esa cara! Oye, ¿y por qué regla de tres no quiere pagar?

—Ya ve... Dice que se ha venido sin dinero.

—¡Pues sí, lo que faltaba para el duro! Lo que sobran en este país son pícaros.

El echador, sin mirar para los ojos de doña Rosa, habla con un hilo de voz:

—Dice que cuando tenga ya vendrá a pagar.

Las palabras, al salir de la garganta de doña Rosa, suenan como el latón.

—Eso dicen todos y después, para uno que vuelve, cien se largan, y si te he visto no me acuerdo. ¡Ni hablar! ¡Cría cuervos y te sacarán los ojos! Dile a Pepe que ya sabe: a la calle con suavidad, y en la acera, dos patadas bien dadas donde se tercie. ¡Pues nos ha merengao!" (pp. 40 y 41).

La actitud de doña Rosa ante sus empleados se extiende también a los clientes del Café. La dueña suele hablar con ellos y frecuentemente se arroga el derecho de opinar o intervenir en sus vidas.

Con unos cuantos trazos Cela nos ofrece, sintetizados, los rasgos que predominan en el modo de vivir de estas gentes:

"Los clientes de los cafés son gente que creen que las cosas pasan porque sí, que no merece la pena poner remedio a nada. En el de doña Rosa, todos fuman y los más meditan, a solas, sobre las pobres, amables, entrañables cosas que les llenan o les vacían la vida entera. Hay quien pone al silencio un ademán soñador, de imprecisa recordación, y hay también quien hace memoria con la cara absorta y en la cara pintando el gesto de

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la bestia ruin, de la amorosa, suplicante bestia cansada: la mano sujetando la frente y el mirar lleno de amargura como un mal encalmado" (p. 22).

A través del camarero, Pepe, y del echador, Luis, hemos visto que hay un cliente que no quiere pagar (p. 41). El "hombrecillo" ofrece todo cuanto tiene e intenta dejar un libro como aval. Pero, finalmente, es expulsado del Café. Su aspecto denota la falta de recursos: "es un hombrecillo desmedrado, paliducho, enclenque, con lentes de pobre alambre sobre la mirada" (p. 42). Sin embargo, como preludio a la importancia que adquirirá (se trata de Martín Marco) se dice de él: "El hombre no es un cualquiera, no es uno de tantos, no es un hombre vulgar, un hombre del montón, un ser corriente y moliente; tiene un tatuaje en el brazo izquierdo y una cicatriz en la ingle. Ha hecho sus estudios y traduce algo el francés. Ha seguido con atención el ir y venir del movimiento intelectual y literario y hay algunos folletines de El Sol que todavía podría repetirlos casi de memoria. De mozo tuvo una novia suiza y compuso poesías ultraístas" (p. 42).

Poco antes, el novelista había fijado la mirada en varios clientes más del café: el señor Suárez, y las pesimistas doña Matilde y doña Asunción.

El señor Suárez es un cliente distinguido: "Lleva traje a la moda, de color clarito y usa lentes de pinza. Representa tener unos cincuenta años y parece dentista o peluquero. También parece, fijándose bien, un viajante de productos químicos". Se adivina su condición de homosexual por su modo de hablar (p. 39).

Doña Matilde y doña Asunción son dos mujeres de aspecto repugnante. Doña Matilde es "gorda", sucia y pretenciosa, y huele mal. Doña Asunción, por su parte, "tiene un condescendiente aire de oveja". Representan la hipocresía social. Critican a "la Elvirita" cuando su descendencia nada tiene que envidiarle: doña Matilde tiene un hijo imitador de estrellas; y doña Asunción, una hija, Paquita, que cohabita en Bilbao con un catedrático.

"La Elvirita" es retratada por Cela con trazos degradantes y momentos de compasión: se trata de una mujer de la vida, venida a menos. Tuvo la oportunidad de prosperar, si hubiera aceptado a don Pablo, el marido de doña Pura, pero le rechazó por "baboso y repugnante". Todavía hoy atrae la atención de algún señor. Por su afición al tabaco mantiene una especial relación con Padilla, el cerillero.

"La señorita Elvira llama al cerillero.

—¡Padilla!

—Bueno.

Padilla sacó los dos tritones y se los puso a la señorita Elvira sobre la mesa.

—Uno es para luego, ¿sabes?, para después de la cena.

—Bueno, ya sabe usted, aquí hay crédito.

El cerillero sonrió con un gesto de galantería. La señorita Elvira sonrió también.

—Oye, ¿quieres darle un recado a Macario?

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—Sí.

—Dile que toque "Luisa Fernanda", que haga el favor.

El cerillero se marchó arrastrando los pies, camino de la tarima de los músicos" (p. 49).

La vida de Elvira está marcada por un pasado lleno de infortunio. Al padre le dieron garrote por haber asesinado a su mujer con una lezna de zapatero. Entonces, huérfana, se fue a vivir con su abuela, pero no pudo soportar las bromas de las muchachas del pueblo y se largó con un asturiano que la maltrataba bestialmente. En el momento presente, Elvirita es un ser desgraciado, lleva una vida marcada por el hambre. "La pobre —dirá Cela— no come lo bastante para ser viciosa ni virtuosa".

En el café de doña Rosa, Elvira llama la atención de uno, que le regala una cajetilla de tabaco completa: el señor se llama don Leoncio Maestre, que desde entonces dedicará a Elvira todos sus pensamientos: casi le mata un tranvía por pensar en ella y en lo hermoso que es su nombre.

En el capítulo I, aparecen también otros clientes del café de doña Rosa:

— Don Mario de la Vega: fuma un puro descomunal, en contraste con los humildes cigarrillos —"tritones"— que fuman otros clientes. La riqueza de don Mario le lleva a humillar a los demás: a un hombre que afirma que le gustaría fumarse un puro como el suyo le espeta: "¡Pues trabaje usted como trabajo yo"! Don Mario ofrece trabajo en su imprenta como corrector a "un bachiller", con quien dialoga.

— Don Leonardo Meléndez: encarna las pretensiones sociales y el abuso. Le gusta decir "nosotros los Meléndez", utiliza palabras del francés como madame y cravate; y plantea negocios que nunca salen adelante.

— Don Jaime Arce: pidió un crédito que no pudo pagar y se queja de los bancos y los notarios. Usa bien el lenguaje aunque a veces dice "la monda y el despiporrio".

— Doña Isabel Montes: viuda de Sanz, es una señora silenciosa, sobre todo desde que se le murió un niño, Paco, de meningitis.

— Don José Rodríguez: escribiente de juzgado, viudo, que bebe ojén como doña Rosa y que humilla a sus semejantes. Le tocaron ocho duros en la Lotería:

"Don José Rodríguez de Madrid está hablando con dos amigos que juegan a las damas.

—Ya ven ustedes, ocho duros, ocho cochinos duros. Después la gente, habla que te habla.

Uno de los jugadores le sonríe" (p. 48).

— Don Pablo: en opinión de doña Rosa, con quien mantiene relaciones "es un culebrón, siempre riéndose por lo bajo". Don Pablo cuenta como se ensañó con madame Pimentón.

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— Un joven poeta: mientras intenta componer un poema titulado "Destino", sufre un mareo.

— Don Trinidad García Sobrino: prestamista, se dedicó "a los negocios y al buen orden y acabó rico". Quiso ser diputado en los partidos de Gil Robles y Lerroux antes de la guerra. Asiste con su nieto al café y auxilia al poeta enfermo.

— Mauricio Segovia: empleado de telefónica, es el personaje que se rebela contra la prepotencia de doña Rosa y la indolencia de los empleados en el episodio de la expulsión del hombrecillo que no pudo pagar: "yo no sé quien será más miserable, si esa foca sucia y enlutada o esta partida de gaznápiros" (p. 38).

— Unos niños que juegan al tren representan el tedio y la monotonía que se vive en el café. Comentan que a cierto señor "le huele mal la boca".

— Un gato que molesta a una señora se ofrece como contraste con otros personajes, porque "es un gato gordo, reluciente; un gato lleno de salud y de bienestar; un gato orondo y presuntuoso" (p. 47).

Capítulo II

En lo que afecta al tiempo, el capítulo es continuación del anterior. Narra en el anochecer del primer día la historia de varios clientes del café de doña Rosa, que emprenden el regreso a sus lugares de descanso, y la de otros personajes que aparecen por vez primera.

La narración se concentra fundamentalmente en:

1. un personaje (Martín Marco) y su entorno vital, lo que permite al autor dibujar —en escenarios múltiples y con referencia a muchos personajes— una gran variedad de historias; y

2. un sucedido, el asesinato de doña Margot, que el autor aprovecha para adentrarnos en los rincones de una casa de vecinos.

Al iniciarse el capítulo se desvela el nombre, Martín Marco, del "hombrecillo que no quiere pagar". Comprobamos que, en contra de lo que le dijo a doña Rosa, Pepe, el camarero, no le expulsó violentamente del café.

Al salir del café, Martín vaga por diversas calles de Madrid. Su obsesión es la falta de dinero y las desigualdades sociales; la contemplación de una tienda de lavabos y retretes le conduce a una serie de consideraciones sobre la injusticia social y sus deseos de reforma de la humanidad: "Con lo que unos se gastan para hacer sus necesidades a gusto, otros tendríamos para comer un año" (p. 76).

En la entrada del metro que hace esquina a Hermanos Alvarez Quintero reflexiona sobre el rechazo del que son objeto esos autores teatrales por parte de la crítica: "Le trastorna que no haya rigor en la clasificación de los valores intelectuales, una ordenada lista de cerebros" (p. 80).

Más adelante viaja en metro pensando en los ocupantes de los retretes de las casas que hay encima de las estaciones que recorre: reflexiona sobre el alto nivel de vida de

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los habitantes del barrio de Salamanca de Madrid (estaciones de Colón, Serrano, Velázquez y Goya). Se acerca a ver si puede cenar en casa de su hermana Filo:

"La Filo es su hermana, la mujer de don Roberto González —la bestia de González, como le llamaba su cuñado—, empleado de la Diputación y republicano de Alcalá Zamora.

El matrimonio González vive al final de la calle de Ibiza, es un pisito de los de la Ley Salmón, y lleva un apañado pasar, aunque bien sudado. Ella trabaja hasta caer rendida, con cinco niños pequeños y una criadita de dieciocho años para mirar por ellos, y él hace todas las horas extraordinarias que puede y donde se tercie; esta temporada tiene suerte y lleva los libros en una perfumería, donde va dos veces al mes para que le den cinco duros por las dos, y en una tahona de ciertos perendengues que hay en la calle de San Bernardo y donde le pagan treinta pesetas. Otras veces, cuando la suerte se le vuelve de espaldas y no encuentra un tajo para las horas de más, don Roberto se vuelve triste y ensimismado y le da el mal humor" (p. 84).

Aprovechando que su cuñado, con quien se lleva mal, está fuera, Martín cena un huevo y una taza de café. Luego pide dinero a su hermana; ésta sólo puede darle dos pesetas.

"—Pan no hay. Hasta tenemos que comprar un poco de estraperlo para los niños.

—Está bien así, gracias; Filo, eres muy buena, eres una verdadera santa.

—No seas bobo.

A Martín se le nubló la vista.

—Sí; una santa, pero una santa que se ha casado con un miserable. Tu marido es un miserable, Filo.

—Calla, bien honrado es" (p. 85).

Algunas veces Filo le guarda las sobras de su comida, y la criada, Petrita, se las baja a la puerta de la calle: existe una intensa afectividad entre ambos hermanos y también entre Martín y Petrita.

Martín baja por la escalera mientras su cuñado sube en el ascensor. Luego se encamina hacia el bar de Celestino Ortiz, en la calle Narváez, donde estaba citado con un amigo que debía entregarle un paquete. En el bar, Martín pide un café. Surge de nuevo el problema de la pobreza: ya debe allí 22 pesetas que no puede pagar:

"Ortiz trajina un poco con la cafetera, prepara la sacarina, el vaso, el plato y la cucharilla, y sale del mostrador. Coloca todo sobre la mesa, y habla. Se le nota en los ojos, que le brillan un poco, que ha hecho un gran esfuerzo para arrancar.

—¿Ha cobrado usted?

Martín lo mira como si mirase a un ser muy extraño.

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—No, no he cobrado. Ya le dije a usted que cobro los días cinco y veinte de cada mes.

Celestino se rasca el cuello.

—Es que...

—¡Qué!

—Pues que con este servicio ya tiene usted veintidós pesetas.

—¿Veintidós pesetas? Ya se las daré. Creo que le he pagado a usted siempre, en cuando he tenido dinero.

—Ya sé.

—¿Entonces?

Martín arruga un poco la frente y ahueca la voz.

—Parece mentira que usted y yo andemos a vueltas siempre con lo mismo, como si no tuviéramos tantas cosas que nos unan.

—¡Verdaderamente! En fin, perdone, no he querido molestarle, es que, ¿sabe usted?, hoy han venido a cobrar la contribución" (p. 97).

Antiguo comandante del anarquista Cipriano Mera durante la guerra civil y lector de Nietzsche, del que suele recitar párrafos de memoria a sus clientes, Celestino Ortiz añade:

"—Con sermones yo no pago el impuesto.

—¿Y eso le preocupa, grandísimo fariseo?

Martín lo mira fijamente, en los labios una sonrisa mitad de asco, mitad de compasión.

—¿Y usted lee a Nietzsche? Bien poco se le ha pegado. ¡Usted es un mísero pequeño burgués!" (...)

"Celestino se queda perplejo, sin saber qué hacer. Piensa romperle un sifón en la cabeza, por fresco, pero se acuerda: 'entregarse a la ira ciega es señal de que se está cerca de la animalidad'. Quita su libro de encima de los botellines y lo guarda en el cajón. Hay días en que se le vuelve a uno el santo de espaldas, en que hasta Nietzsche parece como pasarse a la acera contraria" (p. 98).

Celestino manifiesta, al lado de este barniz cultural, algunas bajezas, tanto en su aspecto (usa dentadura postiza que, cuando le molesta mucho, deja sobre el mostrador), como en su comportamiento con los clientes, a los que no perdona las deudas.

Martín se levanta y "sale a la calle con paso de triunfador" (p. 98). Al encontrar en la calle a su amigo Paco se queja del comportamiento de Celestino y le comenta que ese mismo día le han echado "a patadas de otro café". Su amigo le entrega un libro.

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En el capítulo II, el escritor Martín Marco actúa como elemento vertebrador de muchas de las historias que se cuentan. Varios personajes tienen especial relación con él y malviven o luchan por sobrevivir. Sus peripecias dominan la segunda parte del capítulo, centrada en el asesinato de doña Margot. Antes de él ya se nos presentan dos: el gitanito y la castañera.

El gitanito es avistado por Roberto González desde el tragaluz de la tahona cantando delante de una taberna una tierna canción flamenca para ganarse la vida. Una "golfa borracha" le da una coz, pero el niño la soporta bien y sigue cantando. La descripción del gitanillo es lírica y desgarrada y pone el acento sobre la miseria: "que nació de milagro, que come de milagro, que vive de milagro y que tiene fuerzas para cantar de puro milagro" (p. 83).

En la última secuencia del capítulo, un gitanito simpático canta la misma canción ante un grupo reunido en la calle, se calla respetuosamente cuando sacan de la casa el cadáver de doña Margot.

La castañera vende unas castañas a Martín Marco y a la señorita Elvira ("la cena"), que se dirige a dormir a su fonducha. La vendedora permanece en la calle hasta las once de la noche.

"A las once viene a buscarla su hijo, que quedó cojo en la guerra y está de listero en las obras de los Nuevos Ministerios. El hijo, que es muy bueno, le ayuda a recoger los bártulos y después se van, muy cogiditos del brazo, a dormir. La pareja sube por Covarrubias y tuerce por Nicasio Gallego. Si queda alguna castaña se la comen; si no, se meten en cualquier chigre y se toman un café con leche bien caliente. La lata de las brasas la coloca la vieja al lado de su cama, siempre hay algún rescoldo que dura, encendido, hasta la mañana" (p. 96).

Don Leoncio Maestre, sentado en un baúl de su casa, intenta entonar con la música de La donna è mòbile la letra ¡Oh bella Elvirita! Mantenía los ojos entornados y no dejaba ni un instante de pensar en ella. Don Leoncio decide salir a buscarla.

El señor Suárez (Julián Suárez Sobrón, alias "la Fotógrafa", el homosexual del café de doña Rosa) llega en taxi a su domicilio. Su madre es doña Margot. Llama muchas veces a la puerta diciendo repetidas veces "¡Mami! ¡Mami!", pero la madre no contesta. Suárez toma otro taxi y se va a la Carrera de San Jerónimo, enfrente del Congreso. Más adelante, llega a un café de la calle del Prado, donde se reune con Pepito el Astilla.

El pintoresco Don Ibrahím de Ostolaza y Bofarull, ensaya ante el espejo un pedante discurso académico, lleno de verbosidad. El discurso resulta cómico no sólo por su contenido, sino porque don Ibrahím declama con una voz que suena solemne como la de un fagot.

Un inesperado suceso altera la suerte de los tres personajes anteriores —Leoncio Maestre, Suárez y Don Ibrahím—, donde se comprueba sus relaciones de vecindad: mientras don Ibrahím ensaya su discurso, llama a la puerta —pálido—, don Leoncio Maestre que le da la noticia de que doña Margot ha muerto ahorcada con una toalla.

El resto de las secuencias del capítulo ofrecen un irónico y ácido contraste: a pesar de estar preocupado por su madre, el señor Suárez permanece junto a Pepe el Astilla,

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que le trata despectivamente por la calle del Prado arriba, y en un bar de la calle Echegaray. Mientras, don Ibrahím, con la ayuda de varios vecinos del inmueble, intenta esclarecer el asesinato de doña Margot ante el juez.

Pero en el abigarrado mundo de La Colmena el autor no olvida reseñar la trayectoria de otros personajes. Los tres primeros estaban ya en el café de doña Rosa.

Se insiste de nuevo en la carencia de recursos de la señorita Elvira. Sólo cena una peseta de castañas y sonríe ("la costumbre") ante la conversación de un novelista con una persona que tiene aspecto de jurado literario. Mientras lee en la cama el folletín Los Misterios de París, medita sobre si debe volver con don Pablo. Durante la noche da vueltas, "está desazonada".

Don Mario de la Vega invita a cenar y a tomar café al bachiller, Eloy Rubio Antofagasta, para ofrecerle trabajo en su imprenta. Le pagará 16 pesetas. Al despedirse están formando parte del grupo reunido a la puerta de la casa de doña Margot, donde canta el gitanillo.

Mauricio Segovia, el empleado de la telefónica que no puede aguantar el mal trato que doña Rosa da a sus empleados, sale del café irritado. Cena con su hermano Hermenegildo. Tras la cena, se marchan "de bureo". En uno de los bares contiguos a la calle Echegaray descubren a "la Fotógrafa" con Pepe el "Astilla".

Por último, a través de doña Rosa sabíamos que "la Visi", su hermana, se dejaba engañar por su marido. Ahora se nos ofrece un apunte de sus ideas. Doña Visi cree que para mejorar la vida de los trabajadores, los señores de la junta de damas han de organizar concursos de pinacle. "Los obreros también tienen que comer, aunque muchos son tan rojos que no merecerían tanto desvelo" (p. 91).

Capítulo III

Las primeras horas de la tarde del segundo día transcurren principalmente en espacios interiores. Los cafés, como en el capítulo I —aunque esta vez sean varios— y las viviendas familiares, como en el capítulo II, le sirven al autor para relacionar entre sí las historias —función conectiva— y recoger en lugares cerrados aquellos personajes que antes estuvieron dispersos en el espacio novelesco. Desde los primeros episodios de este capítulo Cela sigue ofreciendo noticias de sus pequeños personajes.

Padilla, el cerillero, intenta convencer a los clientes de la superioridad del tabaco de cuarterón sobre el tabaco de colillas.

Alfonsito, el niño de los recados, lleva la carta de un señor para una señorita, con esta contraseña: "Napoleón Bonaparte, apréndetelo bien y si ella te contesta sucumbió en Waterloo, tú vas y le das la carta. ¿Te enteras bien?" (p. 131).

Petrita, la criada de Filo Marco, llega al bar de Celestino para comprar sifón. Celestino le comenta que Martín debe 22 pesetas, y Petrita le atrae a la trastienda donde se entrega a él para saldar la deuda. El autor intenta resaltar la generosidad de la acción con estas palabras: "Por la trastienda del bar de Celestino Ortiz pasó como un ángel que levantase un huracán con las alas" (p. 138).

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Martín encuentra a su amigo Ventura Aguado, opositor, novio de Julita; Ventura le ofrece más dinero del que le pide el escritor. Después, Martín y su antigua compañera de estudios Nati Robles rememoran los tiempos pasados y el escarceo amoroso que hubo entre ambos. Nati le da diez duros.

Marujita Ranero (Tomelloso) antigua novia de Consorcio López —de cuya relación nacieron gemelos—, llega, con aspecto de gran señora, al café de doña Rosa con la intención de comprarlo. Consorcio, sorprendido y azarado por su presencia e intenciones, derrama el contenido de algunas botellas y es recriminado con tono humillante por doña Rosa.

En una llamada telefónica posterior, Marujita le cuenta a Consorcio que su marido (con el que no ha tenido hijos) va a morir y que ella tiene una renta de cinco millones, y le da una cita de amor en el hotel donde se hospeda.

Seoane, el violinista, se despide de Sonsoles, su mujer:

"Seoane sale de su casa. Todas las tardes, a las seis y media, empieza a tocar el violín en el café de doña Rosa. Su mujer se queda zurciendo calcetines y camisetas en la cocina. El matrimonio vive en un sótano de la calle de Ruiz, húmedo y malsano, por el que pagan quince duros; menos mal que está a un paso del café y Seoane no tiene que gastarse jamás ni un real en tranvía.

—Adiós, Sonsoles, hasta luego.

La mujer ni levanta la vista de la costura.

—Adiós, Alfonso, dame un beso.

Sonsoles tiene debilidad en la vista, tiene los párpados rojos; parece siempre que acaba de estar llorando. A la pobre, Madrid no le prueba. De recién casada estaba hermosa, gorda, reluciente, daba gusto verla, pero ahora, a pesar de no ser vieja aún, está ya hecha una ruina. A la mujer le salieron mal sus cálculos, creyó que en Madrid se ataban los perros con longanizas, se casó con un madrileño y ahora que ya las cosas no tenían arreglo, se dio cuenta de que se había equivocado. En su pueblo, en Navarredondilla, provincia de Avila, era una señorita y comía hasta hartarse; en Madrid era una desdichada que se iba a la cama sin cenar la mayor parte de los días" (pp. 142 y 143).

Macario, el pianista, se cita con su novia, Matildita, en "el cuchitril de la señora Fructuosa", tía de Matildita y portera de la calle Fernando VI:

"Macario es un chico muy fino que todos los días da las gracias a la señora Fructuosa. Matildita tiene el pelo como la panocha y es algo corta de vista. Es pequeñita y graciosa, aunque feuchina, y da, cuando puede, alguna clase de piano. A las niñas les enseña tangos de memoria, que es de mucho efecto.

En su casa siempre echa una mano a su madre y a su hermana Juanita, que bordan para fuera.

Matildita tiene treinta y nueve años" (p. 143).

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Varios vecinos se reúnen en casa de don Ibrahím para costear entre todos los funerales por el alma de la finada. La pedantería de don Ibrahím brilla de nuevo. Se enumeran los vecinos que acuden a la casa, y resultan significativas las ausencias de:

— Don Leoncio Maestre, descubridor del cadáver de doña Margot, que "está preso por orden del juez".

— El señor Suárez, "la Fotógrafa", está retenido con el Astilla "en los sótanos de la Dirección General de Seguridad". Fue detenido sin razón aparente y manifiesta una constante preocupación por su madre.

— Don Ignacio Galdácano, "que el pobre está loco". (¿Posible asesino?).

— Don Antonio Jareño, "que está de viaje".

En un café de lujo detrás de la Gran Vía, Laurita le hace a Pablo una escena de celos que hace reflexionar a éste: "se empezó a dar cuenta de que se aburría al lado de Laurita. Muy mona, muy atractiva, muy cariñosa, incluso muy fiel, pero muy poco variada" (p. 129).

Doña Asunción y doña Matilde, pensionistas, celebran la buena "colocación" de sus hijos. Doña Asunción recibe una carta en la que su hija Paquita le cuenta que si logra quedar embarazada, se podrá casar con el catedrático de psicología, lógica y ética, don José María Samas, ya que la mujer de éste ha fallecido. Al hijo de doña Matilde, Florentino del Mare Nostrum, le ha salido un trabajo en un salón del Paralelo de Barcelona; el espectáculo se llama "Melodías de la Raza".

Doña Ramona Bragado adquirió su negocio de lechería en la calle Fuencarral por la manda de un marqués metido a político, del que había sido amante al menos veinte años. Doña Ramona es, además, una celestina "correveidile". Ahora acosa a Victoria, empaquetadora de una imprenta, para atraerla a su lechería con intención de prostituirla. Victorita, personaje lleno de ternura cuya vida está marcada por la crudeza, tiene un novio tísico llamado Paco, al que intenta curar como sea.

Doña Celia, tiene su casa de citas cerca de la plaza de Chamberí. Desde la muerte de su marido, don Obdulio, se dedica a estos menesteres. El autor señala que el retrato de don Obdulio preside toda esta actividad con mirada dulce, pues permite que coma su viuda.

Algunos asiduos de la casa de doña Celia asisten, después de comer, a una tertulia del café de San Bernardo. Son don Francisco Robles, padre de Nati Robles, la amiga de Martín Marco y don Roque Moisés Vázquez, marido de doña Visi y cuñado de doña Rosa.

También frecuentan la tertulia don Pablo, antiguo pretendiente de Elvirita y marido de doña Pura, don Emilio Rodríguez Ronda, yerno de don Francisco Robles, don Tesifonte Ovejero, capitán de veterinaria y huésped de la pensión de doña Matilde, y el señor Ramón, dueño de la tahona cuya contabilidad lleva don Roberto González, el cuñado de Martín Marco.

Mientras juegan al ajedrez o al dominó conversan sobre sus familias: Don Roque confiesa que odia a su cuñada doña Rosa y que la aguanta porque el café "la Delicia",

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entre otras muchas cosas, será algún día de sus hijas. La familia de don Roque Moisés tiene una gran importancia en la novela.

Doña Visi y su amiga doña Monserrat, beatas, creen en los milagros de cierto cura bilbaíno. En "El querubín misionero" se reflejan las contribuciones de doña Visi y sus tres hijas para bautizar chinitos. Las hijas ponen a los bautizados los nombres de sus respectivos novios: Ventura, Manuel y Agustín. Mientras charlan, don Roque mantiene relaciones con Lola, criada de la pensión de doña Matilde.

También se habla detenidamente de las hijas de don Roque y doña Visi, y de sus respectivos novios:

a) El novio de Julita, la mayor, se llama Ventura Aguado. Prepara oposición a notario, y lleva siete años, sin contar los de la guerra, sin tener éxito alguno. Ventura acudirá con su novia Julita a la casa de citas de doña Celia. Es amigo de Martín Marco y le presta dinero.

b) Visitación, segunda hija de don Roque, sale desde hace una semana con Alfredo Angulo Echevarría, su séptimo novio. La tía de Alfredo, doña Lolita Echevarría de Cazuela, y su marido don Fernando son vecinos de don Ibrahím.

c) Esperanza "ligera como una golondrina y tímida como paloma", es novia de Agustín Rodríguez Silva, dueño de una droguería en la calle Mayor. Agustín escribe una carta (corregida por el autor) —que incluye todos los tópicos populares del género epistolar— invitando a su madre a Madrid para que conozca a su novia Esperanza.

Capítulo IV

La acción transcurre en alcobas o en lugares exteriores, en los que se contempla la vida de un personaje colectivo (los noctámbulos), la de Martín Marco y la de otros personajes de menor importancia (el guardia y el sereno, por ejemplo).

Como en otros capítulos, el autor esboza unas consideraciones generales acerca del comportamiento de los habitantes del período del día durante el cual transcurre la acción. En este caso, se trata de los noctámbulos, que pueden ser: noctámbulos puros ("los que salen por salir") o trasnochadores accidentales (el público de los cines).

Entre los noctámbulos puros, sobresale el escritor Martín Marco, que deambula por Madrid en un largo periplo narrativo. Se encuentra con la Uruguaya, pupila del burdel de doña Jesusa, a la que "llaman así porque es de Buenos Aires". Su descripción ("una mujer repugnante") es uno de los fragmentos más crudos de La Colmena. Va acompañada de un señor, y le invitan a un café.

Martín anda sin rumbo fijo y le gustan los paseos solitarios, las cansadas caminatas por las calles anchas de la ciudad o sentarse en un banco a liar un cigarrillo con papel de sobre que ya no sirve. Los bancos callejeros "son como la antología de todos los sinsabores y casi todas las dichas" (p. 201). Al llegar a una esquina, le dan el alto, le cachean y le piden la documentación. En secuencias alternas se cuenta que Martín se asusta mucho. Su miedo responde a causas políticas; arguye que trabaja en la Prensa del Movimiento; el policía se porta bien y le deja ir. Martín intenta tranquilizarse mientras jadea y reflexiona cómicamente: el policía que le dio el alto tenía un diente de oro, mientras que él sólo quiere comer y comprar una cajetilla de tabaco para no fumar

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colillas. La histeria le invade; sus pensamientos son entrecortados y vacilantes. Aún no se le ha quitado el pavor, pero habla con el sereno de lo bien que se ha portado la policía. Al fin encuentra el sosiego. Va al burdel de doña Jesusa.

El guardia, Julio García Morrazo, fue herido en la guerra; ahora "es una autoridad" que se dedica a prender estraperlistas. Le cuenta al sereno detalles de su pasado, también sus relaciones con Celestino Ortiz, el dueño del bar "la Aurora", y con Petrita, criada de Roberto y Filo y "protectora" de Martín Marco. Petrita quiere mucho al guardia, es su primer novio.

El resto del capítulo, se dedica a describir escenas de alcoba, que se desarrollan simultáneamente, intercaladas con descripciones de la noche en soledad que viven otros personajes, en diálogo con sus propios pensamientos. Así, por ejemplo:

A la hora de la cena su familia recrimina a Victorita que tenga un novio tísico. Ella contesta airadamente y su madre le da dos tortas antes de irse a la cama (cfr. p. 171). Después, llora amargamente por el mal ambiente de su casa y la enfermedad de Paco, su novio (puede curarse "con mucha comida y con inyecciones"). No sabe qué hacer. La muchacha piensa que tal vez lo mejor sea echarse a la calle, a ver si encuentra algún señor con dinero. Su amiga Pirula, empaquetadora también, encontró hace un año a un caballero rico y ahora vive como una duquesa, la llama todo el mundo señorita y tiene un piso con radio.

Mientras tanto, don Mauricio de la Vega, impresor enriquecido, anda en tratos con doña Ramona Bragado para atraer a Victorita a su lechería (cfr. p. 174). Más adelante sabemos que Eloy Rubio Antofagasta, el bachiller que trabaja en la imprenta, es hermano de Paco, el novio tuberculoso de Victorita.

Por otra parte, en su peculiar alcoba (duerme en un jergón de la trastienda del bar) Celestino lee, antes de dormir, romances antiguos y quintillas. Uno de ellos versa sobre las últimas palabras del cabo Pérez ante un piquete de fusilamiento y ofrece una visión irónica del heroísmo humano. En el sueño, arenga a sus soldados con vehemencia, y entre asentimientos (¡Muy bien!, repiten constantemente los soldados) les pide que se sacrifiquen y cumplan con su deber para acabar con los explotadores o repartir el oro del Banco de España.

Capítulo V

El capítulo narra el anochecer del segundo día. Si la novela siguiera un orden temporal, iría a continuación del capítulo III, también por su contenido temático. Son relevantes tanto la historia como el tiempo. El autor distribuye las escenas de forma caprichosa. Alterando la linealidad del relato y rompiendo las secuencias en fragmentos, consigue ofrecer la impresión de un rompecabezas temporal.

Seleccionando los principales episodios, tenemos:

a) El incidente de las veinticinco pesetas, entre Martín Marco y Seoane, dibujado en cuatro secuencias:

— Seoane, violinista del café de doña Rosa, busca en una droguería unas gafas "de tres duros" para su mujer, Sonsoles, que "tiene los ojos cada vez peor". Pero las gafas más baratas cuestan dieciocho pesetas y Seoane "decide" no comprar.

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— Martín Marco llega al café de doña Rosa, con la intención de reparar su honor por la expulsión de que fue objeto —por no pagar— el día anterior. Hoy lleva dinero porque su amiga Nati Robles le dio nada menos que diez duros. Paga el café del día anterior, pide otro y deja la vuelta para el camarero; va luego al retrete y saca de un pañuelo el dinero sobrante; al regresar, utiliza el servicio del limpiabotas, compra tabaco al cerillero y se permite, ante la estupefacción de doña Rosa, despreciar el café que le sirven, porque sabe a "malta". Después sale a la calle satisfecho, pensando que "verdaderamente se acaba de portar como un hombre".

— Seoane encuentra en el suelo del retrete del café de doña Rosa cinco duros. Casi no se lo puede creer. Al día siguiente va a la droguería y compra a su mujer las mejores gafas.

— Martín Marco llega ufano a casa de Rómulo, librero, que también vende grabados. Busca un grabado para Nati. Encuentra uno, pero al ir a pagar se da cuenta de que ha perdido cinco duros.

El episodio resalta hasta qué punto —incluso por casualidad y en medio de la miseria— los personajes se necesitan unos a otros.

b) El encuentro casual de don Roque, y su hija Julia en la casa de citas de Doña Celia. Don Roque había ido allí para encontrarse con Lola, criada de Matilde, y Julita con Ventura Aguado, su novio. Esta historia es relevante por su contenido, pero también por el tratamiento narrativo y el juego que realiza el autor con el tiempo.

c) Otras escenas.

En la lechería de doña Ramona Bragado, Victorita muestra una enorme decisión. Doña Ramona se enfada por la desfachatez de la muchacha. Al salir a la calle, Victorita es abordada por don Mario de la Vega. La muchacha se va con él, pues quiere curar a su novio y no se anda con rodeos para conseguir dinero.

Don Francisco Robles, médico —que se dedica, entre otras cosas, a las enfermedades venéreas— tuvo once hijos. Su vida se narra con detalle:

"En la casa, en una habitación interior, doña Soledad, su señora, repasa calcetines mientras deja vagar la imaginación, una imaginación torpe, corta y maternal como el vuelo de una gallina. Doña Soledad no es feliz, puso toda su vida en los hijos, pero los hijos no han sabido, o no han querido, hacerla feliz. Once le nacieron y once viven casi todos lejos, alguno perdido. Las dos mayores, Soledad y Piedad, se fueron monjas hace ya mucho tiempo, cuando cayó Primo de Rivera; aún hace unos meses, desde el convento, tiraron también de María Auxiliadora, una de las pequeñas. El mayor de los dos únicos varones, Francisco, el tercero de los hijos, fue siempre el ojito derecho de la señora; ahora está de médico militar en Carabanchel, algunas noches viene a dormir a casa. Amparo y Asunción son las dos únicas casadas, Amparo con el ayudante del padre, don Emilio Rodríguez Ronda; Asunción con don Fadrique Méndez, que es practicante en Guadalajara, hombre trabajador y mañoso que lo mismo sirve para un roto que para un descosido, que lo mismo pone unas inyecciones a un niño o unas

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lavativas a una vieja de buena posición, que arregla una radio o pone un parche a una bolsa de goma.

(...) Después, en la familia de don Francisco y doña Soledad, viene Trini, soltera, feucha, que buscó unos cuartos y puso una mercería en la calle de Apodaca" (pp. 232-233).

La catadura moral del médico don Francisco se nos muestra en que no receta medicinas eficaces, para que los enfermos le duren más, como clientes:

"Don Francisco es un poco tramposillo, el hombre tiene a sus espaldas un familión tremendo.

A los enfermos que, llenos de timidez y de distingos, le preguntan por las sulfamidas, don Francisco los disuade, casi displicente (...):

—Haga usted lo que quiera, pero no vuelva por aquí. Yo no me encargo de vigilar la salud de un hombre que voluntariamente se debilita la sangre.

Las palabras de don Francisco suelen hacer un gran efecto.

—No, no, lo que usted mande, yo sólo haré lo que usted mande" (pp. 231-232).

En este capítulo también encontramos a don Ricardo pidiendo en casa de don Pedro Pablo Tauste, dueño de la clínica del Chapín y vecino de don Ibrahím. Después lleva a un café a su novia Maribel, muchacha de familia pintoresca y a la que don Ricardo mata de hambre. Don Ricardo, que es amigo de Martín Marco, espera a un poeta, también acomodado, Ramón Maello, que está delicado de salud y que no llegará a aparecer. Se trata del mismo poeta que se indispuso en el café de doña Rosa en el capítulo primero, y del que se cuenta lo siguiente:

"El poeta de la vecindad es un jovencito melenudo, pálido, que está siempre evadido, sin darse cuenta de nada, para que no se le escape la inspiración, que es algo así como una mariposita ciega y sorda pero llena de luz, una mariposita que vuela al buen tuntún, a veces dándose contra las paredes, a veces más alta que las estrellas. El poeta de la vecindad, en algunas ocasiones, cuando está en vena, se desmaya en los cafés y tienen que llevarlo al retrete, a que se despeje un poco con el olor del desinfectante, que duerme en su jaulita de alambre, como un grillo" (p. 233).

Otro episodio habla de don José Sanz Madrid (chamarilero): tiene dos tiendas de ropa y objetos de arte y alquila smokings y chaqués. Por la tarde va al cine con Purita (pupila de doña Jesusa y amiga de Martín Marco). Purita le pide que la ayude a ingresar a su hermano en la guardería de Auxilio Social. Don José promete ayudarla pensando en aprovecharse de ella. La situación de la familia de la muchacha es patética: sus cinco hermanos viven en un sotabanco pasando por grandes dificultades; al padre le fusilaron "por esas cosas que pasan" y la madre murió tísica y desnutrida.

Don Pablo permanece en su domicilio, malhumorado por tener que soportar a dos sobrinos de su mujer que han venido de Zaragoza en viaje de novios y no poder salir a tomar chocolate.

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El señor Ramón ríe feliz un chiste del agradecido don Roberto González. Es un chiste sobre "olores" y marca el contrapunto a la secuencia siguiente.

Don Tesifonte Ovejero charla en la pensión de doña Matilde con Ventura Aguado, novio de Julita. Don Tesifonte es muy tímido con las mujeres, y emplaza a Ventura para que cuente con él algún día y le anime.

Don Emilio Rodríguez Ronda es ayudante de don Francisco, su suegro, y se encuentra en el consultorio.

Doña Juana, vecina de don Ibrahím, introduce un tema pendiente: el asesinato de doña Margot. Doña Juana está muy impresionada. Es viuda de Sisemón, y muy inocente: su marido murió en un prostíbulo de tercera clase, pero los amigos le dijeron que había muerto mientras hacía cola para rezar ante una famosa imagen. La viuda charla con doña Asunción, preocupada sólo porque su hija Paquita pueda casarse con el catedrático de Bilbao.

Doña Monserrat, a la que roban el bolso en la iglesia mientras reza, sólo piensa en milagros.

En el capítulo se cuenta, además, un extraño suceso. La secuencia contrasta con la anterior —el regocijo de don Ramón ante un chiste de "olores"— y su comienzo resume el suceso: un hombre que estaba enfermo y sin un real, y que se suicidó porque olía a cebolla. No se dice nada más pero el pasaje expresa de forma contundente el sinsentido de la existencia humana, cuyas consecuencias son la locura y el suicidio.

Capítulo VI

El capítulo refiere los modos del comportamiento humano tras el despertar. La acción transcurre en la mañana del segundo día y es continuación del capítulo IV.

Tras el incidente con el policía (cap. IV) Martín se refugia en el burdel de doña Jesusa, donde está Purita Bartolomé. Martín alegra el despertar de Purita con la lectura de unos versos de Juan Ramón Jiménez. Ella le agradece su compañía invitándole a desayunar.

La patética vida de Dorita, una de las planchadoras del burdel, pone el contrapunto. En tiempos, abusó de ella un seminarista de su pueblo. Dorita tuvo un hijo y la echaron de casa. La muchacha anduvo vagando por los pueblos. La criatura murió en una cueva, pero nadie se enteró porque Dorita le colgó unas piedras al cuello y lo tiró al río, a que se lo comieran las truchas. En Madrid, un ricachón, don Nicolás de Pablo, se casó con ella por lo civil. Le nacieron tres hijos, todos muertos. De don Nicolás no se supo más, desde que se marchó de España en el 39, "porque decían si era masón". Dorita recaló en casa de doña Jesusa donde trabaja como planchadora por las mañanas cobrando tres pesetas. Por las tardes acompaña (por dos pesetas) a una señora impedida, gruñona e insoportable.

La vida de esta muchacha, marcada por la desgracia, resulta tan rutinaria como la del resto de los personajes del capítulo, reflejada a través de múltiples detalles psicológicos y sociológicos.

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Más noticias de otros personajes: el señor Ramón mete la cabeza en un caldero de agua fría. Se encuentra fuerte. Desde que es rico, ya no se asoma al horno de pan, y es complaciente con sus clientes.

Victorita, que "tiene una tosecilla ligera, casi imperceptible", se levanta renegando de su madre que siempre le pregunta cuando va a dejar a su novio tísico. La muchacha corre a trabajar. En la imprenta le espera un duro trabajo: "todo el santo día de pie". A veces, siente "una ganas inmensas de llorar".

Doña Rosa va todos los días a misa; desayuna churros con ojén. Piensa en la guerra "que, ¡Dios no lo haga!, van perdiendo los alemanes", y en la autoridad que tiene sobre sus empleados; "por la mañana temprano, siente que el café es más suyo que nunca".

Don Roberto González siempre va al trabajo a pie, para ahorrar. Desayuna malta con leche y media barra de pan, y guarda la otra media para el bocadillo de más tarde.

El niño que canta flamenco "duerme debajo de un puente, en el camino del cementerio", y "tiene un pie algo torcido". Doña Margot reposa en el depósito de cadáveres. La señorita Elvira, por contraste, está como muerta en vida. No madruga: se demora y piensa en sus cosas o lee Los misterios de París, folletín que concuerda en parte con su trayectoria vital.

El capítulo termina con el siguiente comentario:

"La mañana sube, poco a poco trepando como un gusano por los corazones de los hombres y de las mujeres de la ciudad; golpeando, casi con mimo, sobre los mirares recién despiertos, esos mirares que jamás descubren horizontes nuevos, paisajes nuevos, nuevas decoraciones.

La mañana, esa mañana eternamente repetida, juega un poco, sin embargo, a cambiar la faz de la ciudad, ese sepulcro, esa cucaña, esa colmena..." (p. 271).

Desde la cama, Martín Marco percibe los sonidos de una mañana habitual: ruidos de carros de caballos, voces de vendedores, bocinas, gritos de niños. La actividad de los habitantes de la mañana es, pues, la misma que la de otros días: todo tiene un aire recurrente, de normalidad. Todas las vidas son repetitivas y monótonas.

Final

El capítulo presenta algunas notas que lo diferencian de los anteriores:

1. La acción transcurre durante la mañana, "tres o cuatro días después". La acción de los capítulos anteriores se concentra en dos días. El lapso transcurrido indica que no ha sucedido nada especialmente reseñable y el autor efectúa un salto temporal hasta encontrar una historia de relieve.

2. Lleva el título "Final" (y no el de capítulo VII) por un doble sentido : a) parece un guiño implícito del autor, que nos anuncia que es suficiente lo que ha narrado y el fragmento que resta; y b) tiene una intención irónica, ya que este llamado Final no es el desenlace. La novela permanece abierta al no desvelar el elemento que genera la intriga de este capítulo, ni ofrecer el desenlace de determinadas historias.

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3. La trama gira en torno a una amenaza que pesa sobre Martín Marco sin que éste lo sepa. Por el contrario, la amenaza es conocida por otros personajes, que se movilizan para ayudar a Martín. En este sentido, es importante la selección que hace el autor al situar en torno al elemento vertebral —Martín Marco— a los que son, probablemente, los personajes más importantes del relato.

Adquiere relevancia un rasgo que permanecía latente en algunos comportamientos: la solidaridad. Hasta ahora, pequeños gestos de hombría de bien conseguían paliar la mezquindad individual, las consecuencias de una situación social y política marcada por la pasada guerra civil.

La narración presenta dos procesos simultáneos que se relacionan entre sí:

— Martín Marco, ignorante de lo que puede sucederle, visita la tumba de su madre y hace planes para el futuro.

— El resto de los personajes descubren en los periódicos "un mal asunto" que afecta a Martín Marco y se movilizan en su auxilio.

El periplo de Martín Marco se relata en seis secuencias. Al comienzo, el autor aprovecha el viaje en tranvía para describir la fauna humana que transporta. Estamos cerca de la Navidad.

Ante el silencio del cementerio, "Martín siente un bienestar inefable" (p. 287), el sosiego le invade ante el nicho de la madre. Lee los nombres de las tumbas aledañas. Intenta rezar un Padre Nuestro pero no consigue recordarlo e improvisa una oración que, en cambio, le sale muy bien. Al regresar del cementerio, Martín piensa:

"—Sí, me voy a organizar. Trabajar todos los días un poco es la mejor manera. Si me cogieran en cualquier oficina, aceptaba. Al principio, no, pero después se puede hasta escribir, a ratos perdidos, sobre todo si tienen buena calefacción. Le voy a hablar a Pablo, él seguramente sabrá de algo. En Sindicatos se debe estar bastante bien, dan pagas extraordinarias" (p. 290).

Martín entiende que debe buscar trabajo y sopesa varias opciones. Consigue —prestado— un periódico, para consultar ofertas de empleo. Pero antes, sin prisa, sentado en un banco lee otras secciones: las noticias sobre la guerra mundial, "las crónicas internacionales, el artículo de fondo, el extracto de unos discursos, la información teatral, los estrenos de los cines, la Liga..." Pliega el periódico, se levanta y echa a andar. Es feliz, sobre todo porque "hoy sabe más cosas que nunca" (p. 292).

Vuelve a ilusionarse con un posible trabajo. Palpa el periódico en el que puede "haber una pista". Todavía le faltan por leer tres secciones: los anuncios, los edictos y el racionamiento de los pueblos del cinturón. La secuencia (y la novela) terminan así con un inocente y optimista Martín Marco.

Mientras tanto, y en paralelo, los que le conocen van descubriendo en el periódico un edicto que cita a Martín Marco para que comparezca ante el juez. Don Roberto lo lee en el desayuno y piensa que han de hacer algo "por ese chico". Filo, su mujer, tiene "los ojos llenos de lágrimas". No se lo quiere contar a Petrita porque no podría comprenderlo. Pablo Alonso observa que Martín salió de su casa temprano, y que al salir pidió una corbata negra. Tras doblar el periódico, comenta con Laurita: "¡Pobre

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desgraciado! ¡lo único que le faltaba!". Pablo decide salir en busca del escritor para prevenirle. Paco, el amigo de Martín Marco, le comunica la sorpresa a Celestino Ortiz.

Mientras contemplan a un perro atropellado por un taxi, doña Jesusa y Purita hablan en la calle de "lo de Martín":

"En la calle de Torrijos, un perro agoniza en el alcorque de un árbol. Lo atropelló un taxi por mitad de la barriga. Tiene los ojos suplicantes y la lengua fuera. Unos niños le hostigan con el pie. Asisten al espectáculo dos o tres docenas de personas.

Doña Jesusa se encuentra con Purita Bartolomé (...)

—¿Y ahora?

—Pues no sé, hija, me temo que nada bueno. ¿Lo has visto?

—No, no lo he vuelto a ver.

Unos basureros se acercan al grupo del can moribundo, cogen al perro de las patas de atrás y lo tiran dentro del carrito. El animal da un profundo, un desalentado aullido de dolor, cuando va por el aire. El grupo mira un momento para los basureros y se disuelve después. Cada uno tira para un lado. Entre las gentes hay, quizás, algún niño pálido que goza —mientras sonríe siniestramente, casi imperceptiblemente— en ver como el perro no acaba de morir..." (p. 284).

Ventura Aguado se cita por teléfono con Julita y luego le cuenta lo que ha descubierto. La insta a ir a casa de Filo:

"... He pensado que vayas a ver a la hermana, vive en la calle de Ibiza.

—¡Pero si no la conozco!

—No importa, le dices que vas de parte mía. Lo mejor era que fueses ahora mismo. ¿Tienes dinero?

—No.

—Toma dos duros. Vete y vuelve en taxi, cuanto más prisa nos demos es mejor. Hay que esconderlo, no hay más remedio.

—Sí, pero... ¿No nos iremos a meter en un lío?

—No sé, pero no hay más remedio. Si Martín se ve sólo es capaz de hacer cualquier estupidez" (p. 285).

Rómulo, el librero de viejo descubre el asunto leyendo las noticias de la segunda Guerra Mundial y comenta: "¡los hay gafes!".

Todos los personajes buscan una solución para este "mal asunto" y el autor pone en relación a algunos de ellos.

Don Roberto no ha ido a trabajar a su negociado y recurre al señor Ramón. El dueño de la tahona accede a esconder al escritor por unos días. Luego planea con don

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Roberto lo que procede hacer: Martín "se presentaría acompañado del capitán Ovejero, don Tesifonte, que no es capaz de negarse y que siempre es una garantía" (p. 283).

Julita llega a casa de Filo, que, llorando, justifica a Martín: "Mi hermano no hizo nada (...); eso debe ser una equivocación, nadie es infalible, él tiene sus cosas en orden". A la hermana se le ocurre como solución "rezar a la virgencita del Perpetuo Socorro, que siempre me sacó de apuros" (p. 283).

En suma, todos los personajes buscan activamente el modo de evitar la amenaza que pesa sobre Martín, mientras él deambula por la ciudad ajeno a todo. El final de la novela es, pues, abierto. No llegamos a conocer ni la naturaleza de la amenaza, ni el futuro de Martín Marco.

III. Personajes más importantes

Martín Marco

El personaje más importante en toda la novela —aunque no "el protagonista"—. En este sentido presenta dos rasgos fundamentales:

a) Es el carácter individual más definido de la novela. Llama la atención el relieve que Martín Marco alcanza dentro de la que es una novela de protagonista colectivo. Aparece en 31 secuencias y es el único personaje presente en todos los capítulos.

Lo más definido del perfil de Marco son sus ideas políticas y sociales. Tiene una concepción utópica de la igualdad entre los hombres y la reforma de la humanidad: comparte muchas cosas con Celestino Ortiz (lector de Nietzsche y excombatiente anarquista); no se siente seguro cuando la policía le pide la documentación; y sus amigos temen por él al saber que "un mal asunto" —sin duda de carácter político— amenaza su futuro.

En su figura se encarnan los temas centrales de la novela: la incertidumbre de su vida se manifiesta en la falta de oficio y vivienda —penuria económica—, y en la amenaza que pesa sobre él; es objeto de la caridad de otros personajes (Petrita, su hermana Filo, Nati Robles, Martín Alonso); reúne cualidades humanas diversas (ternura hacia Filo y Purita, odio hacia su cuñado Roberto González, miedo ante el policía, orgullo ante doña Rosa y Celestino); y atrae la solidaridad de otros personajes ante el asunto que le amenaza.

b) Actúa como elemento vertebrador de varios espacios y personajes de la novela. Su condición de bohemio le convierte en personaje itinerante por lo que cumple una importante función estructural. Sus periplos sirven de nexo entre las diversas zonas de Madrid. Algunos espacios (el burdel de doña Jesusa, la casa de Pablo Alonso, la librería de Rómulo) alcanzan, casi, su razón de ser por la presencia de Martín Marco.

En torno a él se teje una tupida red de historias personales: por ejemplo, Martín es amigo de Ventura Aguado que, a su vez, es novio de Julita Moisés, de cuya familia pasan a relatarse diversos sucedidos. A veces, como en el Final, la historia se centra en Martín, que pasa a ser, además de un elemento "estructural", el eje de la narración.

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Doña Rosa

De las 21 secuencias en que aparece doña Rosa, 15 pertenecen al primer capítulo; el único capítulo donde no figura es en el IV. Se trata de un personaje monolítico marcado por la repulsa que causa. Su admiración por Hitler constituye una verdadera metáfora del poder dictatorial, basado en la prepotencia y en la humillación, que ejerce en el café. Su vida se ofrece como contraste: es el paradigma de la seguridad frente a la incertidumbre; de la suficiencia frente a las carencias de otros personajes, etc.

Roberto González y Filo Marco

Roberto González y Filo Marco aparecen en 13 y 12 secuencias respectivamente. Representarían "el único aspecto verdaderamente positivo de la obra" por su afirmación de la vida. Ambos son modelo de abnegación (Roberto es pluriempleado y Filo cuida de cinco hijos y de su hermano Martín Marco); sus conversaciones están llenas de lirismo y ternura; su vida es una mezcla de aceptación de la realidad y confianza en sí mismos; por ello no les importaría tener un nuevo hijo a pesar de las dificultades.

Los Moisés y Ventura Aguado

Estos personajes alcanzan su mayor relieve en el capítulo V, en relación con el tema de la hipocresía de las relaciones familiares. La vida de cada uno de ellos es desconocida para los demás miembros de la familia.

Don Roque Moisés, el padre, desprecia e ignora a su mujer y es un vividor. Su mayor preocupación es que sus hijas hereden el Café de su cuñada, doña Rosa.

Doña Visi es una beata, lectora de revistas religiosas, asistente a la "junta de damas" e ilusionada pintorescamente con el futuro matrimonio de sus hijas.

Julita, que para su madre es una inocente muchacha, mantiene relaciones con su novio en una casa de citas, donde encuentra casualmente a su propio padre. Su novio es Ventura Aguado, eterno opositor a notarías, amigo de Martín Marco y experimentado con las mujeres.

IV. Valoración literaria y técnica

A) Lenguaje y estilo

Por la índole social de la mayoría de los protagonistas y en correspondencia con ella y con las situaciones concretas, el autor usa la lengua coloquial y aun vulgar, con grandes efectos expresivos. Pero sabe adecuar el registro lingüístico oportuno a la condición de cada personaje y a la intencionalidad perseguida en cada momento: narración, descripción, reflexiones por parte del autor, etc.

Es en los fragmentos correspondientes a las citadas modalidades donde se manifiesta más patente la voluntad estilística del autor por procedimientos claramente tipificados: repeticiones, series adjetivales graduadas semánticamente, paralelismos sintácticos.

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Idéntica voluntad se manifiesta también en la construcción y relación de las unidades temáticas. En este aspecto, Cela gusta de los contrastes llamativos. Así, mientras don Ibrahím ensaya su pomposo discurso académico, suenan unas voces en el piso contiguo, donde hay una niña enferma. Cuando el académico cesa en su solemne perorata, puede oír: "¿ha hecho caquita la nena?". De modo análogo la contemplación de un establecimiento de aparatos higiénicos, minuciosamente descrito ("retretes de dos tapas y de ventrudas y elegantes cisternas", etc.) sugiere a Martín colocar sobre ellos libros bien encuadernados de Hölderlin, Keats, Valéry...

B) La función del espacio

Una terminología muy extendida en crítica literaria, que parte de W. Kayser, distingue tres tipos de novela: de acción (evidentemente, no es este el caso); de personaje, "caracterizada por la existencia de un personaje central, que el autor diseña y estudia morosamente, y al cual se adapta todo el desarrollo de la novela"; y de espacio, que "se caracteriza por la primacía que concede a la descripción del ambiente histórico y de los sectores sociales en que discurre la trama"2[2]. En base a esta clasificación, las peculiaridades de La Colmena se adaptan más a la denominada novela de espacio, de forma que la expresión "novela de personajes" podría prestarse a equívocos.

C) La función del tiempo

La brevedad del tiempo, unida a la limitación del espacio urbano (y más aún, a la de los interiores), la densidad de figuras (protagonismo colectivo) y multiplicidad de incidencias (muchas de ellas análogas), contribuyen a crear el ambiente de agobio, de fatalismo, en que se mueven los personajes.

D) Realismo

Es cierto, y la crítica suele admitirlo, que La Colmena no es una novela totalmente realista, y tiende a considerársela más como precedente que como modelo típico del llamado "Realismo social", característico de la novela de los años 50. Es indiscutible que el autor no muestra toda la realidad del momento, sino que realiza una selección en la que pone de relieve lo mas sórdido de esa realidad. Ahora bien, este hecho se da en casi todas las novelas consideradas realistas; los autores suelen seleccionar unos determinados sectores de la realidad, los más adecuados a la concepción del mundo que desean transmitirnos: unos destacan lo más sórdido y desagradable, mientras que otros lo soslayan para ofrecer una visión amable —a veces incluso un poco "idílica"— de la vida. Por supuesto, detrás de cada selección hay una determinada intención del novelista. Sin embargo, la parte de la realidad que Cela presenta en esta obra tiene cierto fundamento en la sociedad española de la época que trata y no hay en ella nada imposible o inverosímil. Lo que no impide calificarla de tendenciosa moral e ideológicamente.

En cuanto a la técnica realista, hay, en esta novela, junto a fragmentos elaborados con una técnica objetiva, otros en los que se da una clara intervención del narrador omnisciente, a semejanza de lo que ocurría en las novelas realistas decimonónicas y que no se dará en las más típicas novelas del Realismo social. Este es uno de los factores por los que no se incluye de modo pleno a La Colmena en dicho movimiento literario.

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También hay algún rasgo poco realista en la caracterización de algunos personajes, vistos con ironía por el autor; se trata de rasgos deformados, reminiscencia de la técnica esperpéntica de Valle-Inclán, que convierte a ciertos personajes en "peleles burlescos o trágicos". En efecto, este procedimiento disminuye el realismo de la novela, pero no lo anula, ya que no se da en la mayor parte de los personajes, especialmente en aquellos que alcanzan una cierta relevancia.

V. Valoración moral

En uno de sus prólogos, Cela desarrolla la tesis de que "el hombre sano no tiene ideas. A veces pienso que las ideas religiosas, morales, sociales, políticas, no son sino manifestaciones de un desequilibrio del sistema nervioso". Por todo lo dicho, la afirmación inicial del autor desde la nota a la 1ª edición: "Mi novela (...) no es otra cosa que un pálido reflejo, que una humilde sombra de la cotidiana, áspera, entrañable y dolorosa realidad", sólo puede aceptarse entendiendo que el autor escoge la parte así determinada, intencionadamente delimitada, de la realidad social y personal. Y abiertamente contradice su principio de que la vida no se puede disfrazar con la literatura, que el mal "no puede ser combatido con los paños calientes del conformismo, con la cataplasma de la retórica y la poética", puesto que la novela responde a una esforzada, delicada labor de engranaje de sus componentes, a una retórica constructiva (véase más adelante) muy cuidada, a fin de alcanzar el deseado efecto de dar una determinada visión del mundo: "la vida es lo que se vive —en nosotros o fuera de nosotros—, nosotros no somos más que su vehículo, su excipiente, como dicen los boticarios". No hay por qué dudar de que ésa es la idea propia de Cela.

A) Arquetipos de conducta

Dentro de la amplia variedad de condición social, económica, profesional, de edad, etc., que exhibe la muchedumbre de tipos creados por Cela, todos o casi todos responden a una misma concepción del hombre y vienen a ser iguales, en cuanto que les guían las mismas intenciones, combinadas en dosis diversas de acuerdo con la citada variedad. "La cumbre y la tradición del hombre, como la cultura y la tradición de la hiena o de la hormiga, pudieran orientarse, sobre una rosa de tres solos vientos: comer, reproducirse, y destruirse. La cultura y la tradición no son jamás ideológicas y sí, siempre, instintivas".

Se entiende así que cada personaje vaya a vivir "su momento" con el máximo egoísmo. Son personas, en su mayor parte, mezquinas o mediocres, de turbios anhelos, de inseguro proceder, de actitud asustadiza y recelosa. Más que elegir libremente una vida acertada y adecuada a su naturaleza humana racional y espiritual, se arrastran por ella, eludiendo sus golpes, tratando de no ser arrollados, apurando las posibilidades del momento presente. Se ha dicho, con razón, que La Colmena es una novela behaviorista, que sus protagonistas constituyen arquetipos de conducta. Y, en efecto, por su conducta los conocemos (aunque en pocos casos el autor traza epopeyas): por lo que anhelan, hacen, sufren en cada instante.

De acuerdo con el ideario trazado por Cela, sus personajes buscan el alimento como fin único de su vida. Los que ya lo tienen asegurado, la satisfacción sexual. Y si, ciertamente, ninguno parece querer destruirse (tercer punto del programa), se sienten

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abocados a la muerte sin ningún horizonte de más allá, sin que ni siquiera conciban algún modo de sobrevivencia puramente humano como honor, gloria, fama, prestigio, etc. No buscan destruirse, pero lo sienten fatalmente. Así lo enuncia Filo, uno de los poquísimos personajes de honrada y abnegada actitud: "Esperar a que los hijos crezcan, seguir envejeciendo y después, morir. Como mamá, la pobre".

Hay, pues, en el común de todas estas figuras una clara nota de animalidad, en el sentido estricto del término, que se manifiesta en cómo reaccionan ante los estímulos del medio. Por el instinto, no por la razón, ni siquiera por sentimientos nobles. Con muy pocas excepciones, el amor humano no existe. No hay más que la atracción instintiva, nunca se atiende (el autor jamás la describe) al afecto de la belleza femenina; se desea, sin más explicaciones, a determinada mujer. Esta, a su vez, se entrega de modo análogo, sin ternura, sin afecto, sin pasión. Como por pura fuerza natural, cuando no es simple venta de su cuerpo.

B) Predominio de lo sórdido

Aun aceptando la realidad de la parcela social y humana acotada por el autor, y la caracterización de cada personaje (sin considerar ahora los esperpénticos), resulta enormemente significativo el hecho de que casi todos los personajes sean socialmente anodinos, torpes o chapuceros en su profesión, con enfermedades físicas o taras morales, envueltos en problemas familiares, siempre cansados y abrumados, con apuros económicos o deseos insatisfechos. Según Cela la novela no quiera ser "más —ni menos, ciertamente— que un trozo de vida narrado paso a paso, sin extrañas tragedias, sin caridad, como la vida discurre, exactamente como la vida discurre". Sin embargo, tal afirmación sólo es válida si se circunscribe a una determinada vida particular, no cuando se pretende describir la vida humana en general.

La sordidez que domina todo el cuadro —salvo alguna excepción— queda acentuada por la hipocresía que domina a todas las figuras. El autor explota esta vertiente en situaciones hábilmente presentadas, como el encuentro de padre e hija de respetable familia cuando el uno sube y la otra baja por la escalera de una casa de citas. Ambos fingen sus excusas y se esfuerzan por aceptar las del otro.

C) El dinero

Son continuas las referencias, especialmente en la primera parte del libro: precio de los productos de primera necesidad, costo de los servicios, racionamiento de los alimentos, estraperlo,...

Varios personajes pasan hambre o sufren las consecuencias de la falta de dinero en situaciones primarias: Seoane no podrá comprarse ni las más baratas gafas del mercado; don Roberto ha de pedir un anticipo para costear una magra celebración familiar; Victoria se prostituye para alimentar a su novio enfermo. Hay gentes sin empleo; quienes lo consiguen se humillan hasta el envilecimiento para conservarlo.

La estrechez económica es general y frecuente la miseria. Las relaciones laborales son abusivas por parte del patrón (doña Rosa, don Mario) y, en conjunto, a los hombres y mujeres con necesidades elementales insatisfechas no les quedan, en la novela, tiempo ni fuerzas para atender a otros bienes del espíritu.

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A la escasez se le da, a veces, un tratamiento burlesco. Una breve escena recoge una visita de cumplido entre dos damas pacatas. La despedida, llena de fórmulas de cortesía, la remata Cela con una frase que disuelve la atmósfera de delicadeza, que resulta haber sido sólo aparente: "Oígame, Visitación, no se me olvide usted que me prometió dos pastillas de jabón Lagarto a buen precio".

D) La religión

Los pocos personajes que muestran en la novela una actitud religiosa son beatas tipo "no-sé-dónde-vamos-a-parar" ("Yo estoy hecha una laica. En fin, ¡que Dios no me castigue!", dice con falsa sinceridad doña Visitación), de una religiosidad que se adivina como hecha exclusivamente de prácticas externas. Cela trata con distanciamiento irónico a casi todos sus personajes literarios, pero a las personas "piadosas" se puede decir que las trata burlonamente.

Un comportamiento aberrante es el de doña Asunción, que menciona repetidamente el nombre de Dios para que favorezca sus planes deshonestos; refiriéndose a su hija soltera, que es la querida de un profesor: "—Ahora, ¡si Dios quisiera que se quedara embarazada! ¡Eso sí que sería suerte! (...) Yo he ofrecido ir a pie al Cerro de los Angeles si la niña se queda en estado". Es notable el relativismo moral de la madre...

La única persona de quien, de pasada, nos enteramos que oye Misa a diario es la repugnante doña Rosa, explotadora de sus empleados. Como dato complementario y en el mismo contexto, doña Rosa es partidaria del nazismo de la II Guerra Mundial, en curso durante la acción de La Colmena. Lo mismo sucede en otros casos: todas las referencias a la religión son negativas, ridículas, o incluso repelentes.

E) Matrimonio. Sexualidad

La atracción sexual, presentada de varias maneras, está tan presente en el libro como el tema, antes comentado, del dinero (en el "Resumen del argumento" se ha omitido gran parte de las referencias a este tema). La mayoría de los personajes que aparecen en la novela, casados o no, tienen o desean tener relaciones ilegítimas. Acerca de este hecho, no hay juicio moral alguno a lo largo de las páginas, ni por parte del novelista ni por parte de los personajes de ficción. Por más que los comportamientos apuntados son moralmente censurables, y en muchos casos especialmente aberrantes.

De las mujeres que aparecen en la novela, bastantes son prostitutas; otras conviven con hombres; etc. Se ha mencionado ya a Victorita, ramera "por necesidad"; merece citarse, en esa línea, Petrita, que lo es "por compasión". Esta muchacha, chica de servicio, engaña a sus señores, de la misma forma en que Julia, que es también una chica oficialmente honesta, engaña a sus padres. La necesidad, siguiendo el camino iniciado, lleva a una viuda "decente", doña Celia Vecino, a convertir su vivienda en una casa de citas vergonzante.

Se presentan también personas casadas, pero la vida conyugal y familiar aparece, lo mismo que las restantes situaciones noveladas, cubierta por la capa de la rutina y el cansancio, encarada sin sentido trascendente. En la mayor parte de los casos, cuando se habla de la vida conyugal, se refiere a los momentos de desencanto.

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El efecto seductor, y el posible escándalo de las situaciones eróticas, está en cierto modo suavizado por la vulgaridad y falta de entusiasmo con que todas las cosas son hechas. Según un crítico, en esta novela "hasta el sexo es cosa sin gracia, más obsesiva que agradable"3[3].

Varias redacciones de La Colmena fueron rechazadas para ser publicadas en España por los informes de la censura. De ahí que se editara en Buenos Aires, en 1951. Algunos la calificaban de pornográfica. Ciertamente, hay bastantes pasajes escabrosos, alusiones a actos sexuales o próximos, pero sin llegar a describirlos. Con frecuencia, se sugieren por una serie de manifestaciones o indicios previos, sin llegar a una mención explícita. Se trata de una inmoralidad que tiende a repugnar más que a seducir, pero que en cualquier caso no deja de ser degradante.

Los autores de manuales de literatura son conscientes de las limitaciones de La Colmena: "muestrario microscópicamente detallado de las mezquindades y desventuras de la vida de la capital"4[4]; "... presentación de ciento sesenta personajes en un Madrid hambriento de pan y sexo"5[5]. Son juicios, sin duda alguna, acertados.

J.D. - R.F.

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