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Emeterio Viales Las aventuras de Camilo Rodríguez Chaverri

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Camilo Rodríguez Chaverri

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. CR863.44 Rodríguez Chaverri, Camilo

. R696a Las aventuras de Emeterio Viales / Camilo

Rodríguez Chaverri. -- 2a ed. -- San José, Costa Rica: C. Rodriguez Ch., 2009

96 p ; 8,5” x 5,5”

ISBN: 978-9968-547-12-3

1. CUENTOS COSTARRICENSES.

2. NARRACIONES. 3. LITERATURA COSTARRICENSE I. Título.

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Para don Jorge Hernández, don Carlos Álvarez y todos los animadores y los humoristas de Radio Omega, que trabajan junto al humorista Emeterio Viales.

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Dientes de ajo

Así es Camilo, la cosa, mirá. A veces porque el chancho es ñato piensan que es que está chiflando y se equivocan. O porque lo ven agachao a uno piensan que es cusuco. Pero nojotros los campesinos, verdá, somos personas enteligentes, personas que hemos luchao, personas que necesita el pais. Y, yay, una vez me voy yo pa´aquí pal´ lado e´ Puerto Jiménez. Yo no sabía que en Puerto Jiménez había tanto oro, verdá, porque ahi el oro abundaba, ahi, en too eso. Entonces llegué yo y ya me dio por sembrar ajos. Mirá, sembré ajos y la gente me criticaba, me decían, “Emeterio, ¿cómo se le ocurre a usté venir a sembrar ajos aquí, a Jiménez, si aquí es bueno pal´café, pal´banano? Siembre banano, siembre café”, y les digo yo, “ay, déjenme a ver cómo me va”. ¡Mirá, se burlaron de yo! Too el mundo se burlaba porque yo vía sembrao ajos y, vea, , jue cuando hice más plata yo. ¿Sabe por qué? Porque cada diente de ajo venía con una calza e´ oro. ¡Hice un platal! Jue la vez que hice más plata, jejejejejejjeje. ¡Ay jue mi alma!

Pepas di´oro

Volviendo al cuento de Jiménez, ahi me quedé porque ya me gustó la hija de un Otoniel y ya yo, como tocaba guitarra y me gustaba la música y la señora tenía un horno e´ barro de esos buenos en el puro corredor, y esas macetas muy lindas, y esa zona sí que me gustó… ¡Je! Ya compré una finquita y vieras que les digo a unos piones, “mirá, ¿por qué no me van a ayudar a mí?” Y dicen, “Emeterio, a usté no le ayudamos porque esa finca suya tiene mucho oro y a nojotros se nos amellan los machetes”. Vea usté si al oro no le tomaban valor en ese tiempo que la gente no quería trabajar porque había mucho oro. Pues me jui yo a volar machete y a volar pala y donde le daba al oro, me brincaba mucho polvo y tragaba mucho polvo de oro. Y, ¡diay!, después me enfermé, yo me puse amarillo, amarillo. Y yo pensaba, “esta es la condenaa de la fiebre amarilla” Y ya me jui pa` onde el médico y ya me hizo lo que llaman una rayografía por dentro y too eso, y dice, “pa´ mí que lo que usted tiene son piedras en los riñones”. ¡Qué piedras en los riñones! ¿Sabe que´ra lo que tenía yo? ¡Pepas de oro en los riñones, pepas de oro! Y no es naa ¡jajay! Mirá, oiga si había tragao polvillo de oro que una

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vez me jui a orinar y una miada amarillititica. Entonces la eché entre un vaso y la llevé onde el joyero y, oiga, dice “esto es oro de 18 kilates, mejor dicho, de 24 kilates” y me hizo una cadena que quedó que va ser la que usa Mario Baracus, en tele, y a punta de una miada que era puro oro, verdad, je je je je. Mirá uno cuenta esas cosas y la gente dice, “¡qué viejo más jetón!” y son cosas ciertas.

La mata e´yuca

Ay, viera qué lindo. A mí siempre me ha gustao el trabajo porque de veras qué lindo es vese uno con las manos calludas y botar sudor pa´ saber uno que gracias a Dios esto que me estoy comiendo es producto del esfuerzo que yo he hecho sembrando la tierra. Y como en Costa Rica de veras antes los terrenos daban de too, no como ahora, porque también seguro a veces los agroquímicos y los abonos o no sé qué cosas han dañao la tierra. Porque en el tiempo de antes yo arrecuerdo que Guácimo, Guácimo de Limón, era muy bueno pa´ agricultura y es cierto porque yo sembré una milpa que se crió tanto que los pasajeros de los aviones me robaban los elotes a mí. Tuve que apiala porque en después oí en las noticias que parecía que las mazorcas estaban rompiendo las capas de ozono y que estos calores y estos cambios de clima se debían a la milpa. Pero eso no es naa. Le contaba yo a Chindo Peraza, que me lo encontré un día de´stos, verdá, venía montao a caballo en una yegua, y le digo, “Chindo, ¿usté sabe lo que me pasó a mí en Guácimo? Sembré una yuca y yo no sabía que era tan bueno pa´ la yuca y de baboso la voy abonando, mire, Chindo, cuando esa mata e´ yuca se crió era como un palo e´ higuerón. El día que me jui a arrancar la mata e´ yuca, no me lo va a crer usté, pero le pegué la yunta e´ bueyes y ni siquiera la movía, y esos bueyes que tienen juerza, verdá, y había un tractor trabajando, entonces lo llamamos y lo contratamos y se lo pegamos a la mata e´ yuca y hasta que se ponían las cadenas rojititicas. Gracias a Dios que yo tenía un radiecillo que en ese tiempo no sé si se acuerdan ustedes que jue las primeras emisoras que hubieron en el país, verdá, que era radio Manguera, la voz del empaque, y radio Malanga, la voz del suampo, en manga larga, en manga corta… Cuando oigo las noticias que decían, “si alguien está arrancando una yuca en Guácimo, por favor déjela quedititica porque se está desfondando la iglesia de Guápiles. Vea hasta donde llegaba la raíz, jajajajaja, qué terrenos eran esos…”.

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La jartaa e´cajetas

¡Ah vida! Oh, Felipillo, le digo yo a Felipe, “usté qué hace que compró ese carro y le costó un cachimbal de plata, y yo si le contara que yo jui el primero que jui a Limón con un carrillo casi hecho mío”, mejor dicho que yo había armao y me jui aquí por el lao e´ Turrialba. Me acuerdo que había una sequía en ese tiempo que no seas ingrato, era tanta la sequía que hasta las gallinas ponían los huevos fritos, verdá, iba yo subiendo pa´ arriba por una cuesta y no se me apaga el carro. Yo no es rajar, yo de mecánica no sé mucho. Ahí sí sería mentir y a mí no me gusta la mentira, verdá. Entonces, comienzo yo a travesiar el carro por un lao y por el otro y esto y el otro y no le daba el chiste. En eso voy viendo que no llevaba una gota de agua y, ay jue mi alma, vuelvo a ver y no había agua por ningún lao. Oiga, ni ganas de orinar tenía pa` echar una orinaa aunque juera, verdá. Cuando eso voy viendo un palo e´ pipa, oiga, yo no andaba ni cuchillo, pero viera qué juerza teníamos antes, verdá. Me subí yo al palo de pipa y agarré unas pipas y las hice vaciadas entre el radiador. Yo las estripé y llené el radiador de agua e´ pipa y arranqué el carro con toda la pata, y entonces era falta de agua, pero puramente al kilómetro otra vez digo, ¡ay sí es cierto! Pero algo fallaba. Vuelvo a revisarle el agua, que no estaba bien, y ahora qué será. Voy viendo. Naa de aceite. Digo, ora sí que torció la chancha el rabo aquí, pero Tatica Dios está con uno, verdá. Ay jue mi alma, en eso voy viendo un trapiche y me acordé, digo, yay, la miel de dulce antes de echala pa` cer el dulce es espesa y como el aceite es espeso voy a probar, echando a perder se apriende… Mire, eché miel de dulce y yo arranqué el carro con toda la pata. Nombre, jalaba más. No jodás. Claro, cuando llegué a Limón vea qué lindo. Aquella oscurana. Cuando oía, aquí hay una, aquí hay otra, aquí hay una, aquí hay otra, aquí hay una y me voy bajando claro ese montón de chiquillos, claro, con el agua e´ pipa que le vía echao y la miel de dulce, el condenao carro iba tirando cajetas por la mufla. Viera qué jartaa e´ cajetas se tiraron los chiquillos…

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Emeterio francotirador

¡Qué vida! Recuerdo cuando yo llegué a San Carlos, ahh vida, carajo. Uno con la pinta e´ valiente, uno es bonito que lo tengan a uno por valiente y too eso, verdá. Pero a veces lo meten a uno en enredos. Recuerdo cuando llegué yo a Villa Quesada y estaba yo onde Jesús Hidalgo que ha sido talabartero, verdá, conversando, cuando me dice “Emeterio, lo andaban buscando”, yay, ¿quién sería?, “una gente ahi de Florencia” ya en eso van llegando y dicen, “Emeterio, lo andábamos buscando porque sabemos que usté es un francotirador y usté no le tiene miedo ni al mismo demonio y resulta que anda un tigre ahi por Florencia que se está jartando el ganao. A ver si usté, le damos, oiga, le damos 200 colones si usté lo merece eliminar” porque se estaba jartando los terneros, las vacas y too eso, y le digo, “qué tiraa, diay, bueno, yay, es que en ese tiempo 200 pesos era un cachimbal de plata. Estoy hablando de casi 50 años ya y les digo, yay, si quieren voy. Voy a buscar, sólo un tiro tenía yo, vea usté, le digo, no, yo con un tiro me la juego pa´ un tigrillo que es lo que anda ahi. Pero, qué va, cuando yo llegué y más o menos la dirección que me dieron y voy viendo aquel bicho como un elefante. Oiga, y ese bicho se me quedaba viendo a mí, se me quedaba viendo, y ya se me venía, digo, a la mano de Dios, si yo fallo este tiro me lleva el carajo, verdá. Y lo calculo por la pura jupa y ya le mandaba el cachimbazo cuando recula el condenao y agarra pal` lao e´ La Fortuna. Entonces, yo le perdí un poquito el miedo y le digo, aquí lo sigo, lo sigo y llego a La Fortuna, se me queda otra vez viendo, lo calculo por la pura jupa, ya le mandaba el cachimbazo cuando vuelve a recular y agarra pal` lado e´ la frontera de Nicaragua, y digo, aquí no se me escapa este condenao y ya le mandaba el cachimbazo y me dice un carajo, “bueno, qué, lo mató o no lo mató”, le digo pues no lo maté pero lo eché del país y ese condena o tigre en Nicaragua sin papeles ahí lo meten al bote jajajajajaja ¡ay jue mi alma!

Carbonato abombaditico

Una vez que estaba… Yo recuerdo… Diay, usté sabe que Carbonato es un famoso perro que yo tengo. Ese perro resulta que cuando abre el hocico no lo cierra más cuando ve un bicho arriba, encaramao en un palo, verdá. Y estaba yo en La Tigra

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de San Carlos, en la finca de Macario Jiménez, que Dios me lo tenga a juego lento, verdá. Ya murió ese viejo, viejo valiente era ese, verdá. Y me voy yo con Carbonato cuando veo un pintao, un tigre, entre un palo, el condenao… Cuando veo a Carbonato y Carbonato, cuando abre el hocico, comienza a aullar, no cierra el hocico, ¡ayayay! Pero en San Carlos, como llueve tanto, se vino un aguacero y cuando yo volví a ver a Carbonato estaba abombaditico: no ve que se había llenao de agua ¿Saben qué hice? Lo puse boca abajo a vaciale el agua. Lo vacié. Casi medio estañón de agua que se había tragao el pobrecito y hacele respiración artificial pa´que volviera. Uno cuenta esas cosas, je, je, je, y le dicen “qué viejo más jetón”…

Carbonato güele largo lo que sea

¡Ahh, cosa más linda! Ahora que estaba yo en Barranca, estábamos sembrando arracache. Porque es muy bueno pa´rracache y a mí siempre me ha gustao el picadillo e´arracache. Usté sabe que el picadillo de arracache es lo mejor en los turnos, en los rezos, en los rosarios del Niño. Si no hay arracache, no hay turno. Digo yo esas fiestas que se hacían en el tiempo de antes, de las carreras de cinta y, bueno, too eso, verdá. Nunca falta el arracache. Entonces yo sembraba arracache y una vez estaba yo con Carbonato ahi, estaba Carbonato echao y yo lo vi como aburridillo a Carbonato, verdá. En eso pasó un avión y Carbonato bravísimo con el avión. Yo, qué raro, este perro no le ladra a nada que no sea un tigre. Yo no sé muy bien ni por qué pero pensaba “ya se me echó a perder este perro ladrándole a un avión”. Y no jue cuento que se vino detrás del avión y yo, qué perro más tonto, pero como lo quiero tanto, me vine detrás de Carbonato. Oiga, cruzando potreros pasé por Cañuela e´ Naranjo, agarré San Juanillo, la finca de El Macho, toa esa parte agarré yo y llegué a San Juan de Naranjo onde tiene Eliseo una pulpería y ya parece que la había quitao, y sigo hasta que llegué al aeropuerto, a La Sabana, porque en ese tiempo era en La Sabana, no era el Juan Santamaría, y aterrizó el avión y ese perro más bravo y la gana que me quería reventar la cadena y yo, “este condenao perro se me echó a perder”. Claro, cuando voy viendo que venían bajando una jaula del avión. Traían unos tepezcuintes. Los había olfateao desde abajo. Qué perro más famoso es Carbonato. Por eso nunca lo venderé. Jamás. Me lo han ofrecío comprar y yo digo, está loco que voy a vender a Carbonato: es un perro de verdá. Je, je, je, je.

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Volando en cuero

Estaba yo en la pulpería e´ Tulillo. Ahí, ya pedí un sirope con un queque negro. Llega Ramiro, rajando con la finca que tiene y too eso, verdá. Otro rajando con alguna vaca muy famosa que tenía. Viera qué clase de rajones. Les digo, ustedes sí que son rajones con cosas de aquí y de allá, y si supieran que este que les está hablando jue el que inventó la aviación, porque jui yo quien inventó la aviación, no los hermanos Rai, porque los hermanos Rai jueron los segundos. Y empiezan ellos a tercear, que los hermanos Rai inventaron la aviación, y yo, que por lo mesmo, porque ellos siempre andaban a pata siempre andaban al rai, verdá. Por eso es que les decían los hermanos Rai. Pa´que los llevara alguien entonces dijeron no vamos a andar a pata, inventemos algo, pa´ dejar de andar en rai. Inventaron hacer un avión también, pero ya yo era el que lo vía inventao y les voy a explicar cómo. Tenía yo una vaca muy buena, verdá. Y se me esbarrancó la vaca. Entonces, yo le saqué el cuero, me puse a tostalo pa´vendéselo a Jesús Hidalgo porque ese lo aprovechaba pa´ hacer zapatos, fajas y too eso, verdá. Y lo puse a secar… Cuando veo ese montón de zopilotes que estaban encima del cuero y los jui a espantar y al momentico llegaron otra vez. Entonces, me pensé, voy a hacerles una broma bien… a estos condenaos. Llegué onde tenía el cuero, le eché un montón de resistol al cuero, verdá. Y fijate que cuando llegaron los zopilotes, se quedaron pegaos toos, ahi. Entonces voy yo y había un perro muerto, botao, ahi ajuera y lo metí entre una varilla y lo meto entre el cuero, y claro, como lo metí entre el cuero los zopilotes por agarrar el perro, comenzaron a hacer juerza y se me hizo la jugaa… Oiga, me alevantaron con too y cuero, y ya últimadamente yo cuando quería doblar a la derecha hacía el perro a la derecha, y cuando quería a la izquierda, lo hacía a la izquierda. Mire, así conocí yo toda la Península de Nicoya. Todo eso anduve. Oiga, parte e´ Centroamérica. Yo no sabía ni por onde andaba. Al rato me asustaba yo y cuando quería elevar el avión, el cuero, el avión que había inventao, verdá, pues levantaba el perro y el perro se elevaba… Y cuando quería bajalo, bajaba el perro con cuidado pa´que no se me cayera. Mire, así anduve too Costa Rica. ¡Qué país más bello es este! Mire, aquí es que sólo las playas conocemos, pero Costa Rica tiene montañas, tiene ríos… De too tenemos en este país, verdá. Pero, ¿sabe lo

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que me pasó a mí? Venía yo por Muelle de San Carlos y en eso quise bajar el perro, aterrizar ahi porque era llanito, y no ve que se zafó el perro y onde se zafó el perro, los zopilotes se vinieron de pique y viera qué panzazo. Casi me reviento. Casi se muere el piloto Emeterio ahí, je, je, je. ¡Ay ya yayay!

Emeterio leñador

¡Oh, pendejaa! Yo me pongo a pensar, la juventú ahora, digo yo, tan bonita que es la juventú y yo digo qué lindo que se preparen, que vayan a los colegios, que estudien, que sean personas listas ojalá de veras para un futuro. Yo a veces me pongo a pensar, qué lindo, de veras, porque yo arrecuerdo antes, cuando estábamos en la escuela, chiquillos, que lo primero que aprendíamos nosotros en la escuela era el himno nacional y cantábamos canciones, muchas canciones, canciones al árbol, “árbol que tiendes tus ramas hacia las nubes”, y cosas así muy lindas, verdá. Cantábamos canciones y too eso era muy lindo. El tiempo de la escuela y too eso, verdá. Me arrecuerdo de la canción del árbol. Y hablando e´ árboles, llego yo a Pérez Zeledón y comencé a volar hacha porque antes no había motosierras como ahora, verdá, que hay motosierras y hay facilidades y había un palo tan ancho, tan ancho, que comencé yo a voltealo y, no me lo van a crer ustedes, verdá, que comencé a volale y llevaba dos hachas y una lata e´ agua, y me preguntaban, “Emeterio, ¿pa´que lleva dos hachas y una lata de agua?”, y yo les decía, “es pa´cuando un hacha comienza a derretise, la meto entre el agua a que se enfríe, y agarro la otra”. Y había un palo con una boca tan grande que llegaba la vieja a dame comida y tenía que metese por la boca del palo y comenzaba, “Emeteeerio, Eemeteeerio”, y le decía yo “aquí estoooooy”. Era tan grande la boca del palo que se hacía eco ahi adentro. Oigan, cuando ese palo cayó, no me lo van a crer ustedes, verdá, en el corte del palo, ahi mismo, en ese corte hicieron las primeras corridas de toros de San Isidro de El General. Eso no es naa. Comienzo yo a desramar el palo verdá, y gracias a Dios que había sido pal´ lado de Jacó y pa´todo eso, ahi por Dominical, verdá. Porque si lo hago pal´ lado de la frontera me cobran allanamiento de propiedad porque hubiera caido en Panamá. Y no me lo van a creer, la lástima que me dio a mí, en el puro cucurucho del palo, un nido de elefantes con unos elefantes chiquititicos, verdá. ¡A cosa más linda es la vida! El volao del Oso Polar

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A veces llegan los chiquillos a la casa y me dicen, “agüelo”, porque casi toos me dicen “Agüelo Emeterio”, verdá. Y yo comienzo a contales, vean chiquitos, ¿ustedes saben cómo agarrar un oso, un oso negro? ¿Ustedes saben que los osos negros son asesinos y se jartan la gente? Y vean qué fácil y qué sencillo es agarrar un oso negro, y ya me preguntaban “abuelo Emeterio, pero, ¿cómo los agarraba usted?”. Les digo, voy a pasar el secreto por si algún día tienen que agarrar un oso negro o un animal grande. Yo hacía un hueco en la tierra, de unos cuatro metros, verdá, de unos cuatro metros, y así que hacía el hueco, alistaba un estañón lleno e´ hielo, otro estañón lleno e´ harina y agarraba un espejo y un ladrillo, y me decían, “pero, abuelo Emeterio, ¿para qué?” Y les digo, “muy sencillo, agarraba el hueco y me lo echaba entre la espalda, verdá. Y me iba pa´onde estaban toos los osos negros, verdá. Con mucho cuidado de no caese uno porque se le podía rajar el hueco, veá. Entonces, ya va el hueco conmigo y yo lo coloco, entonces, y adentro, en el hueco, metía el estañón de harina y el estañón de hielo. Y ponía un espejo adentro y le ponía unos ladrillos ajuera. Cuando el oso se venía, yo estaba al otro lao del hueco. Onde pegaba en el ladrillo se iba adentro del hueco, y caía entre el estañón de harina. Onde caía entre el estañón de harina, se levantaba too asustao y se tiraba al estañón de hielo. Onde estaba en el estañón de hielo, el baboso pensaba que era un oso polar, verdá. Se volvía a ver en el espejo y pensaba que era un oso polar. Entonces, me lo traiba mansititico ahi, entre el hielo, hasta onde lo podía matar, y apenas podía, lo atizaba, lo recetaba con un leño de la finca de don Rafa Rodríguez, allá en Guácimo. Un leño e´ guayabo. Lo mataba de un solo guayabazo. Que fácil, verdá. Too lo que uno hace con sólo tener creatividá, veá.

Mi mascota es un lagarto

¡Ay! yo le contaba a los chiquillos de too y me decían agüelo y los lagartos que hay tantos, me preguntaban, “¿usté no mató lagartos?”. Porque aquí no hay osos negros en Costa Rica ya ahora no hay tantos como antes, ya ahora no hay. Lo que hay es muchos lagartos, y les digo, muy sencillo… Después me di cuenta que uno tiene que cuidar la naturaleza, la Flora y la Juana, eso que llaman, verdá. Eso… hay que cuidar, no matar los animales, más bien cuidar los bosques y toas esas cosas. Y

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entonces cómo agarrar un lagarto sin matalo. Porque ahora hay que cuidar los bichos, verdá, naa de hacer lo que hacía Emeterio con los osos negros. Vea que sencillo: les voy a pasar el santo, chiquillos, porque yo los quiero mucho a ustedes, verdá. Usté se va pal` lagartal aonde están toos los lagartos, pero vea lo que tiene que llevase: se lleva un libro en chino. Pero, vea, apunte bien. Una cajita de fósforos, una pincilla que usan las mujeres pa sacar cejas y unos binóculos, y me preguntaban pero pa´ qué too eso. Muy sencillo: cuando usté llega al lagartal, busca el lagarto más sazón, y me decían cuál es el lagarto más sazón, les digo el que no le´ntra la uña. Entonces, usté ve qué fácil. Usté llega onde no le´ntra la uña, el lagarto se despierta y lo ve a usté, entonces usté sale en carrera y onde el lagarto lo va siguiendo a usté, usté comienza a ler el libro en chino pero como usté no sabe naa en chino, verdá, lógicamente usté se queda dormío, usté se duerme… Entonces, llega el lagarto a jartáselo a usté, pero el lagarto onde ve el libro en chino, comienza a leer, como el lagarto tampoco sabe leer en chino, también se duerme, como usté se durmió primero que el lagarto, usté se despierta primero, cuando usté se despierta, ve ese tazajón grandísimo, tamaño lagarto a la par suya, entonces agarra con los binóculos al revés y lo ve chiquititico y como está chiquititico, lo agarra con la pincilla de sacar cejas, lo echa entre la caja de fósforos y se lo tre en la bolsa de la camisa, jajajaja, y es una mascota muy linda por cierto…

La yegua Avioneta

Qué lindo antes cuando, diay, uno como no tenía vehículo… Al menos uno, diay, no tenía carro, pero uno se la jugaba. Yo me tenía una yegua que le decían la yegua Avioneta, famosa la yegua esa. Esa yegua la tenía yo pa´ piratear, la tenía de too. Esa yegua le decían la yegua avioneta porque esa yegua no caminaba, volaba, mejor dicho, la condenaa yegua Avioneta. Como en ese tiempo no había comodidades, eran escasas, y se cocinaba con carbón, entonces yo fue el negocio que agarré: vender carbón. Entonces yo mandaba a la yegua, la cargaba y la yegua me repartía carbón por too lado. La Avioneta yo nunca le decía la yegua, too el mundo ya la conocían por la Avioneta, verdá. Y resulta que, yay, yo feliz de la vida nada más mes a mes cobraba la platica y la Avioneta se encargaba e´ repartir

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el carbón. Una vez se me perdió la yegua. Entonces, digo para mí mesmo, “me la robaron”. Era busque y busque y busque, y no apareció. Como a los dos meses, aparece un montón, una carajada quemada, como negra, el suelo quemao, el pasto quemao y cuatro casquillos. Diay, claro, ya me avisaron a mí. Digo yo, la yegua Avioneta tiene que ser que se estrelló y se quemó ahi. Y me voy yendo y ya busqué. Cuando voy viendo la caja negra de la avioneta y ahí decía francamente que un condenao borracho le bía tirao una chinga e´ cigarro entre el carbón y bía muerto asesinaa. Ahi apenas bían quedao los cuatro, como se llama esa carajada que le ponen, ah sí, los casquillos, verdá, je je je.

La máquina e´ matar chanchos

Too mundo habla de la teinología y muchos no le dan los créditos a uno como… porque uno es campesino porque a veces… y porque a uno no le gusta tomase importancia, salir por los periódicos o ir a la radio o a la televisión a decir, “yo inventé tal cosa”, y a mí nunca me ha gustao sobresalir, ni rajar con lo que yo soy y lo que sé y lo que tengo. Pero yo gozo con los que dicen la teinología y la teinología y la teinología para allá y para acá, por este lao y por el otro, y por el revés y por el derecho, y de cuatro patas, pero la verdad es que la teinología, la pura verdá, la mayor parte la inventé yo. Al menos yo inventé la máquina de matar chanchos que jue la última palabra que hubo en el pueblo y, sin embargo, nunca me sacaron por la televisión ni por la radio. Bueno, mejor dicho, en ese tiempo no había ni tele. No había televisoras ni naa e´ eso. Hace años de´so, pero radio sí había, algunas emisoritas, pero nadie me dio créditos. Yo inventé la máquina e´ matar chanchos que naa más usté agarraba una chancha y la metía entre la taza de la máquina, apretaba un botón y por un lao salía el tocino, por otro salía el pellejo, por otro salía la posta, por otro salía el lomo, por otro lao salían los chicharrones y por otro lao salía el chorizo, y con una ventaja, si la chancha estaba con frutilla, que es una enfermedá, volvías a meter toos los pedazos, verdá, y la echabas pa´tras, y salía la chancha caminando otra vez pal´ chiquero. Ahí la podías curar y too eso. Vea qué ventajas, uno ha inventao cosas y nunca le dieron importancia…

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Qué yegua más aventaa

¡Ave María, qué cosas me han pasao a mí! Cuando yo era sabanero, a mí siempre me gustó andar a caballo, pero caballos buenos. Una vez iba yo por la montaña, yo siempre… verdá, usté sabe que el buen sabanero le amarra la soga al pico de la montura, verdá. Y cuando tira el sogazo, uno afloja las manos pa` agarrase bien y me voy yo detrás de un novillo y se mete a esconder entre la montaña, iba a toa velocidad y le mando yo el sogazo y se quita el condenao novillo, le tiro y lo que agarré jue una iguana gigante. Una iguana de las que había antes, que eran más grandes que un lagarto, verdá. Y la iguana, claro, como iba amarraa del pico de la montura agarró un palo pa´ arriba con too y yegua, y cuál jue el colmo que apenas se via un puntillo y cuando yo llegué a pedir auxilio al pueblo, digo, muchachos, vamos y me ayudan a trer la yegua y me dicen onde está la yegua suya y les digo, diay, encaramaa entre un palo, y naide me creiba, me decían, “sea tan jetón, Emeterio”, y les digo, “palabra, yo nunca he mentío, verdá”. Vamos pa´que vean. Después les conté la historia que era que claro con la iguana… Mirá, pa no cansate con el cuento, después tuvieron que trer helicóptero y too eso pa´ salvar la yegua. Pero uno cuenta esas cosas que una yegua entre un palo y naide le va a crer… Y son las cosas que le han pasao a uno.

Vea qué culebrona

¡Ay, ya, yay! Estaba uno volando rula con el finao… Estaba Modesto, estaba Tutillo, estaba Eliadán, no recuerdo quién otro, la cosa es que estaban volando machete, verdá. Y resulta que ya estaban agotaos y más de uno dice, “ya me voy pa´ la casa”, se vinieron todos pa` la casa y digo yo, “voy a quedame un rato más”. Al rato, como a las once, me agarra ese hambrón a mí. Usté sabe que a uno en el campo le da mucha hambre volando rula. Entonces, digo, “voy a tirame el almuercito”, que, por cierto, el almuerzo rico que era siempre, le ponían los frijolitos, el arroz, una torta de huevo y a veces un pedacito e´ salchichón y una media e´ leche y el agua dulce y nunca faltaba el terrón de dulce e´ tapa que era pa´ hacer la digestión, verdá. A mí me ponían casi una tapa de dulce porque era muy saludable.

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En eso, ya me agarra hambre y se me ocurre sentame en un tablón que había ahi, diun palo volcao. Ya me senté entre el palo y comencé a meditar y digo, “¡qué grande que es Dios, qué linda que es la naturaleza, ver las montañas, el canto de las aves…! ¿Cómo hay personas que destruyen la naturaleza, que matan las aves…?” Y estaba yo en eso y ya almorcé y me acuerdo de la tapa e´ dulce, ya partí un pedazo e´ dulce y onde partí el pedazo e´ dulce, metí el cuchillo, quise pegar el cuchillo entre el palo, verdá. Claro, cuando pegué el cuchillo sale el tablón en carrera y digo, “María Santísima, ¿será que está temblando?”, cuando agarra velocidad ese tablón y era corre, corre por la montaña, pegaba yo entre ramas y todo eso, iba haciendo trillo, ¡jay!, qué tablón ni que ocho cuartos: una culebra gigante, muchachos. Gracias a Dios me agarré de una rama, quedé guindando de una rama y la culebra zafó, verdá. Pero, oiga, me contaron que por medio del trillo que iba dejando yo, por ahi mesmo hicieron la carretera a Guápiles, por ahi siguieron los ingenieros, por el trillo que iba dejando la culebra. ¡Ah vida! He sido inventor de caminos, y yo ni me estaba dando ni cuenta.

El Ángel de la Guarda

Los chiquillos me preguntan a mí, “Agüelo Emeterio, díganos una cosa, ¿usté nunca le tuvo miedo a naa?” Les digo, “nunca, nunca”. Bueno, así es, gracias a Dios, a pesar de que en el tiempo de antes no había corriente eléitrica, y la ventaja en ese tiempo era vivir a la par de un cementerio porque uno se alumbraba a pura luz de muerto y uno no pagaba corriente, verdá. Pero yo recuerdo que una vez estaba yo durmiendo solo, solitario, ahi, cuando oía unos pasos, tas tas tas, noventa y nueve pasos y un golpe. Ya está, María Santísima, aquí hay brujas. Al rato, yo contaba los pasos: noventa y nueve pasos y un golpe. Digo, esto son brujas. En eso, me asomo. Yo prendí un fósforo, la candela, je, je, cuando voy viendo… Ve uno se asusta de cualquier cosa: un ciempiés con una pata e´ palo. Ese era el golpe, verdá. Entonces me volví a acostar, me vuelvo a acostar y uno se asusta de cualquier cosa… Al rato, oía yo esos aletazos en las paredes, y entonces agarré el foco y onde oía los aletazos, prendía el foco y no había naa… Digo yo, “ay, María Santísima, esto está feo, esto ya no es un ciempiés”, y entonces apagaba el foco y otros aletazos y así, hasta me hacían viento en la cobija, me querían

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botar la cobija. Yo sentía onde me daba como unos aletazos y volvía a prender el foco y naa. Digo, “ah, ya yay, esto son brujas”, y oiga, no me lo van a crer ustedes, me tuvo casi, casi media hora en ese plan, y digo yo, ahora sí es cierto, yo sé, agarré el revólver, digo, no voy a prender la luz… Tenía yo una condenaa pistola que tenía yo ahi y onde oí los aletazos, comienzo yo, ta ta ta ta ta, hice una balacera, cuando oigo ese güevazo, que cae algo abajo, que cae al piso. Prendo el foco, no me lo va a crer, muchacho ¿sabe qué era? Viera qué injusticia, era el ángel de la guarda, lo había baliao yo… ¿Qué hice yo? Agarrar la yegua de Chole, montar al ángel de la guarda y llevámelo para el hospital San Juan de Dios, pero, yay, no tenía papeles. Me pidieron papeles del Seguro y le digo a la señora, “¿no ve a quién traigo?, ¿no ve que es el ángel de la guarda?, ¿cómo va a tener papeles? Atiéndalo, por favor”. Y lo atendieron unos doctores y gracias a Dios no se murió. Si no, ¿que pasaría? No tendríamos ángel de la guarda, muchachos…. ¡ah vida, la mía! Cómo me ha costao vivir con tanta cosa, verdá.

Maté a cuatro bichos con un solo tiro

Yo siempre lo he dicho a too mundo: la fe es la fe y uno too es a base de fe y ser uno optimista en la vida y usté sabe que entre los santos hay santos más milagrosos que otros. Muchos le tienen fe al menos al San Rafel y todo eso les resulta. Le tienen mucha fe a San Antonio, San Antonio antes era muy milagroso, pero San Antonio después se hizo como interesadillo, había que ofrecele plata para que apareciera alguna cosa y too eso. Recuerdo una Semana Santa, estaba yo por el lao e´ San Carlos y, como too el tiempo, a veces tiene uno situaciones malas, verdá. Se me había quemao a mí una agricultura, y un temporal que se había venío ahi, y ya me bía quedao yo sin plata y no tenía, oiga, pa´comprar una sardinita, y yo con los chiquillos… En eso vivía yo en unión libre con Benilda, en ese tiempo, verdá. Y ya digo, qué injusticia, no tengo pa´ comer una sardinita pa´ esta Semana Santa, pero me acordé que yo tenía un riflecillo y tenía un tiro y como yo tenía tanto pulso, oiga, si yo tenía pulso que le ponía sal a la bala porque yo tiraba tan de largo que cuando yo llegaba que la carne estuviera buena, en eso me voy yendo y comienzo por la montaña y le digo, “San Antonio, usté sabe la necesidá que estoy pasando, no tengo pa´ comprar una sardinita, hacéme el milagro de que aparezca algún animalito

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de monte, que podamos comer toa mi familia, San Antonio, usté es too milagroso”, y comencé yo a orale a San Antonio, le pedí de too y naa… Digo, ¡qué raro!, ¡me falló San Antonio! Bueno, me falló San Antonio. Entonces, me vine llegando al río de San Carlos, y en un palo e´ Ceiba, cuando vi un puntillo digo yo, “ah,aaa,ya,yay, aquello, ¿qué puede ser?”. Voy viendo que era una pava. Entonces, como yo tenía tanto pulso, digo, “aquí le voy a mandar”. Digo, ya que San Antonio no me ha ayudao, pero no perdí la fe, le digo, “San Antonio, por lo menos ayúdeme a pegar esa pava”, y le mando el cachimbazo. Cuando vi que aleteó con too y rama y cayó la rama con la pava, y en ese momento que cayó la rama iba pasando un venao, le dio por la pura nuque al venao, y fijate que el venao chapaleando cayó entre el río San Carlos y comenzó a patalear, y mató cuarenta bobos, y salgo yo y me fijo en la rama, cuando veo que sale chorreando miel de abeja: tenía un güecote aentro lleno e´ miel de abeja. Vea lo que es San Antonio de milagroso, no me lo van a crer ustedes, con una sola bala traiba yo carne e´ pava, carne e´ venao, cuarenta bobos y catorce galones de miel de abeja. ¡Viera qué Semana Santa pasamos esa vez! Y too gracias a San Antonio. Por eso no hay que perdele la fe, jamás nunca, Dios guardísimo…

Emeterio mujeriego

Yo jui bastante apetecío por las mujeres… Diay, uno no es naa pior, y en ese tiempo, como yo tocaba guitarra… Y recuerdo que Modesto tocaba marimba. Entonces, teníamos un dosteto entre los dos y tocaba mucho ese Modesto, verdá. Y andábamos por los pueblos y, diay, nos sobraban las muchachas. Una vez yo más bien tuve una pega de sexo de tanta mujer, verdá. Me pasa lo de un periodista amigo mío, verdá. Uno que escribe libros, verdá. ¡Viera qué tequioso para las mujeres! Bueno, la cuestión es que de veraz tuve una pega. Ahí andaba yo con muchas mujeres y too eso y había un chavalo que me tenía a mí idea… Me tenía idea y una vez me retó a pelear, y yo sabía que el carajo era un francotirador, y me dicen, “Emeterio, a usté lo retó Remigio Anchía y recuerde que Remigio Anchía es un francotirador”, y yo tenía mucho pulso, así que le digo, “yay, yo no seré francotirador pero tengo pulso también”, y fijate que nos jalamos pa´una plaza que había, a matanos ahi, a cien metros de distancia, y al contar a tres, ahi había juez y too eso, y onde contó a tres, el hombre me apuntó y en el momento en que me disparó, yo le carculé el

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cañón del revólver d´él y fijate que disparamos los dos juntos y las dos balas chocaron, quedaron en medio. Mirá, si naide me lo cre vaya pa´que vea la torta de plomo, que la tengo como trofeo, en la casa, onde chocaron las dos balas. Gracias a Dios los dos nos salvamos. ¡Qué personas pa´ tener postura, Chindo y yo! Al final Remigio Anchía quedó en Chindo. Así le decíamos endespués, porque no pudo matame, naa tiene…

Mi panza es una pecera

¡Ah jartadas de guaro habían antes! Como había tanto chirrite, recuerdo, y entonces el chirrite sobraba en los pueblos. El chirrite es el que se hace en las saquillas que se hacen en el río, con caña y con dulce y too eso, que gracias a Dios ya se está eliminando porque es un guaro muy dañino, es un veneno. Enloquece a la persona. Y lo metían en los rosarios del Niño y too eso, y una vez recuerdo que en Palmares estaba yo y me jui pa`un rosario del Niño y comenzaron a repartir pedo e´ chancho, que le decíamos nosotros al guaro, al chirrite, a la lecha de burra, y me pegué una borrachera que bueno… Cuando, yay, yo me desperté a las dos de la mañana que ni sabía onde estaba. Comienzo a tocar y tocar, tuc tuc tuc, y digo, “esta nues la casa mía”, y comienzo a hacer que me ogaba… Me estaba ogando cuando comienzo a tocar así, una pecera, entonces me puse a jartar agua, uno con sed, pero no es naa: me jarté la mitad de la pecera. A los tiempos, me agarran dolores de panza y comienza la panza a infláseme y a infláseme a mí, verdá. Y resulta que me hicieron una rayografía, más o menos así, cuando vieron que era que yo tenía peces aentro en la panza, no ve que me bía tragao un par de peces y se me estaba haciendo la cría aentro, y, claro, cuando se me estaba inflando la panza me agarraban unos dolores… ¿Saben qué hicieron? Trer un pescador finísimo, un chavalo de los que pescan de verdá, y a meteme un anzuelo por la jeta a mí, con una lombriz y too eso, pa´sacar los peces de la panza mía, y me decía, “torta que yo enganche el hígado y me traiga el hígado…”. Le digo, “yay, se muere Emeterio”. Me dice, “¿se la juega?”, y le digo, “diay, ya me la jugué”. Y así me sacaron los peces… Uno cuenta esas cosas y la gente piensa quesque es jetonaa…

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El vaso quebrao

¡Qué lindo que´s San Carlos! Hay carreteras muy lindas en San Carlos. San Carlos es bueno pa´ too, pa´l ganao, pa´ la agricultura, hasta el café… Bueno, ahora el turismo, too eso, y es uno de los cantones que produce más en el país, verdá. Pero cuando yo llegué a Medio Queso, más allacito, por Los Chiles, que eso era pura montaña, calcule que Medio Queso quedaba de El Concho pa´llá, imagínese, concho es uno, verdá. Quedaba a nueve horas a caballo, y me voy yo con el finao Horacio, eh, con el finao Horacio, oíme a mí, ya lo maté, todavía está vivo Horacio. Me voy con Horacio, que era bueno pa´volar machete, y comenzamos a volar machete metidos en esos montañones ahi… Y una vez a Horacio le agarró un dolor de panza que ese hombre se revolcaba, se revolcaba, y oiga, comenzó a inflásele la panza y me decía, “Emeterio, yo me voy a morir”, y le digo, “¿qué hago si aquí estamos a nueve horas a caballo pa´ salir a camino e´ tierra?” Usté sabe lo que´ra venir hasta Villa Quesada en ese tiempo, eran horas, y le digo, “yay, ¿qué hacemos?”, y me dice, ”Emeterio, opéreme”, y le digo, “¿cómo, que lo opere? ¿acaso que yo soy doitor?”. Y él, “opéreme, Emeterio, rájeme la panza porque no aguanto el dolor, rájeme la panza”, y le digo, “no, no puedo”, pero me dice, “mire, yo voy a apuntar en este papel…”, llevaba un culillo de lápiz y un papel onde le envolvían el dulce del almuerzo, y puso ahi “yo me hago cargo si yo muero no hacele cargos a Emeterio, yo le estoy pidiendo que me opere de por sí voy a morir”, y onde me puso ese papel y lo firmó él, le digo, “¡a la mano de Dios!”. Entonces le ordeno, “jartate un poco de dormilona”, porque no había anestesia, pero había mucha dormilona y eso lo duerme a uno, y ya se comió un poco e´ dormilona y me dice, “ya no siento naa, ya estoy adormío”, y comencé a rajalo y que va a saber uno de doitor, sería yo un mentiroso decir que yo soy doitor ni naa de´so, pero Tatica Dios está con uno. Comienzo a rajalo y comienzo a ver los menudos por dentro, viera cómo es uno por dentro y voy viendo, cuando le voy viendo, el vaso quebrao, le digo, “¿sabe una cosa? Usté tiene el vaso quebrao, vamos a hacer una cosa, yo creo que ahi entre el almuerzo yo tengo un jarro e´ lata”, y voy y en de veras en la alforjilla yo andaba un jarro e´ lata que se me había hasta escarapelao. Y vos sabés que le saqué el vaso que tenía quebrao y le metí un jarro e´ lata y mirá de´so hace como casi sesenta años y todavía anda el viejo ahi, con toa la pata. Entonces, le voy

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a decir una cosa, si usté tiene un jarro viejo, mejor no lo bote, por favor, puede salvar una vida…

El caballo e´ Emeterio

Ay, ya, yay, le contaba yo a la gente de San Carlos, volviendo al cuento de San Carlos… San Carlos es un lugar muy lindo, de veras, cuando yo llegué a San Carlos era pura montaña. Oiga si habían culebras en San Carlos que esa carajada parecía un chop suey. Con esto le digo too, que las de abajo se pudrían, verdá. Había tanta culebra que uno preguntaba la dirección de julano de tal y nadie la hablaba de varas: todo el mundo le decía a uno, “mirá, cogé 350 toboas al norte, 25 toboas al oeste y 75 toboas al sur”. Y, de veras, había mucha culebra. Una vez, ya me preguntaban, “Emeterio, ¿cómo hiciste la primera casa en San Carlos, si en ese tiempo no había carro? ¿cómo hiciste pa´ trer el material de construcción?” Les digo, es cierto que no había carro, pero yo me tenía un caballo que vieran qué caballo más famoso. Ese caballo entre más kilómetros caminaba, más velocidá desarrollaba y me decían que era un caballo de raza. Imagínese si era un caballo de raza que nació un 12 de octubre, el día de la raza. Era un caballo completamente de raza. Pues me vengo pa` San José a comprar el material de construcción, ya llegué a San José, compré un montón de tablilla, un montón de varilla, un montón de pintura, como treinta y cinco sacos de cemento, y todavía me monté yo en el caballo, que quedé a nivel del volcán Arenal. No me lo va a crer, pero de La Sabana rumbo a San Carlos, salí a 50 kilómetros por hora, por Alajuela pasé a 75 kilómetros por hora, por Naranjo a 100 kilómetros por hora, por Zarcero a 150 kilómetros por hora. Pero cuando llegué a Villa Quesada, me quise bajar del caballo y el caballo cayó muerto. Toco yo aquel caballo que acababa de morir, y estaba inflado de frío. Digo yo, esto son brujas, no puede ser que este caballo, con la carga que traiba, con la velocidad que venía, y que esté inflao de frío, pues le cuento a un viejo y me dice, hay un viejo veterinario aquí, un tal Juancillo Manteca. ¿Qué iba a saber naa e´ veterinaria? Ya le conté al viejo y me dice, le voy a hacer la astocia, esa carajada, la astocia. Imagínese usté, verdá. Pues se trajo un condenao machete 28, comenzó a rajar el caballo, ya lo abrió: patas pa´ un lao, hígado pa´otro lao, como 40 metros de tripas pa´otro lao… Así que lo vio, me dijo, “sabe

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una cosa, Emeterio, este caballo no murió aquí en San Carlos”. Y le digo, “¿cómo es la cosa?”. Dice, “este caballo cayó muerto en Zarcero, pero con el impulso que traiba vino a aterrizar aquí a San Carlos”. ¡Vieran qué caballo era ese!

Emeterio montador

Ay, ya, yay, yo gozo en Costa Rica, el estrés y tanta cosa ahora, que uno se asusta. Too es así. Va subiendo la gasolina y sube too y a fin de año uno ya se estresa un poquito con las fiestas de fin de año, las fiestas de Zapote. Contaban en Santa Cruz, que yo fui el primer montador de toros. Yo montaba en ese tiempo no como los montadores de ahora, con espuela, yo más bien mandaba a enjabonar el toro y montaba a pura uña, y la vez que monté yo en Plaza Víquez, ayayay, en Pla-za Ví-quez dije, verdá, pa que se oiga bien. Cuando eso, en ese tiempo, que eran toros famosos de veras, le digo a un carajo, “enjabóneme al toro, verdá”. Y me monto a pura uña, nadie me lo creiba, y oiga, ese toro pegaba tantos brincos y yo como iba esa vez, venía medio alzao, me había zampao un poco e´ pedo e´ chancho, fue la única vez que el toro me tiró al otro lao. Gracias a Dios que caí en un carrillo loco pero me di un güevazo en la cabeza que le digo yo al carajo, mirá haceme el favor y me ponés la maría y me llevas a San Jerónimo de Moravia. Ve como había quedao yo de atarantaditico…

Medio gol a cero Ahora que me llamaron a mí, que me han llamao muchas veces pa´ entrenador de la selección nacional, y cosas así, de que les entrene a los jugadores. Yo, me gusta hablarles de fútbol, verdá. Y les contaba yo, en el tiempo que jugaba yo fútbol, que en ese tiempo no se jugaba ni con camiseta. Era pura espalda, espalda pelaa… Había tanta pobreza que le ponían a uno el número pintao en la espalda, entonces decían, “espalda número 10, Emeterio Viales”, y comenzábamos a jugar fútbol, pero éramos de veras futbolistas. Yo pateaba tan duro, tan duro, que una vez que estaba jugando yo con el equipo Pellejo e´ Burro contra Ron Colorao, que fue un partido tan apretaditico que vieran ustedes, y a lo último me tocó castigar un tiro libre y ganamos medio gol

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a cero. Y me decían, “Emeterio, pero, ¿cómo es eso?, ¿medio gol a cero?”, y les digo, sí, porque yo castigué un tiro libre, la bola pegó entre el marco y se partió, y lo que entró fue media bola, y dice el árbitro, “sí, el equipo e´ Emeterio, espalda número diez, ganó el partido medio gol a cero”. Es el único partío que se ha ganao medio gol a cero en Costa Rica…

El tiquisque e´Emeterio Ay, qué lindo, verdá, que es llegar a una finquita, uno, a ver un sembrao bonito. Recuerdo yo cuando estuve en unión libre con Benilda y nos juimos pa`Pital de San Carlos, pa` Pital porque ahi es muy bueno pa´ la agricultura en Pital. Recuerdo que una vez estábamos durmiendo y teníamos un ranchito ahi, una casita humildemente, qué rico dormir en el ranchito. Bueno, ya comencé a sembrar en el terreno, de too sembraba, yuca y de too un poco, plátanos y de too. Porque ahi es bueno pa´too, verdá. Pa´ sembrar piñas es buenísimo. Ahora es piña too eso. Y oíamos nosotros en la noche… Me decía la vieja, “¿qué se oyó?”. Ya me despertó, asustaá, y le digo, “¿qué pasó?”, y dice, “quesque anda el tigre”. Cuando oímos esos ronquidos, le digo, vieja, eso no es el tigre, eso es el volcán Arenal, y me decía, “Emeterio, es el tigre”, y le digo, no, mijita, es el volcán Arenal, no se asuste, no hay tigre. Y la otra noche la misma cosa: esos ronquidos hasta que temblaba la tierra y me decía, “ahora sí, papito”, me decía ella, y al rato, también se dejaba decir, “despertate, viejo, no ves que anda el tigre por aquí”, y le digo que “no te asustés, es el volcán Arenal”, y en ese plan, y nosotros un día nos levantamos, cuando vemos que la casa se estaba levantando y digo, “¿qué es esto?”. ¿Sabe qué era? Ni que tigre ni que volcán Arenal. Un tiquisque que venía pa`juera y estaba levantando la casa. Qué cosa más buena de terrenos hay en San Carlos, ja, ja, ja, ya, yay...

La “raiz” de chayote

¡Ah, tiempos, verdá! Qué lindo es aquí, cómo uno aprovecha too en este país, gracias a Dios. Yo me he puesto a sembrar agricultura, de too, y he sembrao too pa´ sacar mucho del cultivo. En San Ramón, como yo tenía una finquita ahí, había

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una mata e´ chayote y también en Naranjo, en otro terrenillo, sembré una mata de chayote. Una vez pa´ Semana Santa, recuerdo que me jui. Como se vende tanto la raiz de chayote, pa´ Semana Santa, yo iba a aprovechar la mata e´ chayote, la bía abonao y comienzo a sacar una mata e´ chayote, verdá, una raíz de chayote, y era escarbe y escarbe y entre más rato más era la mata y era déle y déle y déle y eso que se encandila uno y yo seguí sacando tierra y no le llegaba al final a la raíz de la mata e´ chayote, y no le llegaba aonde terminaba la raiz del chayote. Era déle y déle cuando veía yo como campanitas y digo, “ay, María Santísima, ¿onde estoy?” Comienzo a llamar a la vieja, ¡que me iba a oír si ya me había consumío yo a la larga! Y era de ver campanitas de gente como rezando. Oía cosas raras, digo, “estoy llegando onde los chinos yo aquí”, y comienzo a salir pa´rriba, cuando escarbo y levanto como el cemento, así, como unos ladrillos, y too eso, y qué era, pues que bía salío a la iglesia e´ Naranjo, claro, la bía sembrao en San Juan y bía salío hasta aá, relejísimos, como juyendo e´la carrera e´crecer y crecer. Vea hasta onde llegaba la raiz de chayote…

El carro bailarín

Así es la cosa. Una vez, cuando yo tablionaba porque, bueno, en ese tiempo uno cortaba los árboles, pero teníamos la ventaja que uno cortaba un árbol y sembraba cinco, verdá. Porque eso es lo que hay que hacer uno, cuidar la naturaleza. Yo tabloniaba y una vez venía yo de Guápiles con el camión y ahi por el Zurquí, venía yo como a la una de la mañana, me falla el carro y estaban esos aguaceros que ayúdeme a decir en aquella oscurana, y me falló el carro y comienzo a travesiarlo, cuando voy viendo que se le vía jodío el clutch, y digo, “¿qué hago aquí?”, se le jue el disco del clutch. Ayayay, y yo sin foco. Entonces, había llevao una bolsa transparente e´ confites, vacié los confites y agarré un montón de candilejas, y me hice un foco improvisao y comienzo a ver, claro, se le había ido el disco del clutch pero en eso voy viendo que traía un disco de Carlos Gardel. Yo ahí me pensé, diay, disco uno y disco el otro, a la larga me resulta, verdá. Entonces le saqué el disco y le metí el disco de Carlos Gardel. Nooooombre. Y me preguntaba un viejo después, “¿le sirvió?”. Le digo, “no sólo sirvió, sino que venía el carro jalando más y oyendo unos tangos de Carlos Gardel, hasta bailaba el confisgao carro”. Uno cuenta esas cosas y la gente piensa que uno es jetón…

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El perro y el carro

Yo veo que los materiales de los carros no son como antes que eran unos carros de buen material… La lata antes, la lata era como de un estañón. Yo tenía un carro viejo, de esos Mack, pero ya muy viejo, demasiadamente viejo y oiga si ese perro Mack… Usté sabe que esos carros tren un perrillo adelante, y ese perro una vez venía yo subiendo pa´rriba por el cerro del Espíritu Santo y me calentó tanto el carro que el condenao perro comenzó a alzar las patas y se tiró abajo y salió huyendo por la montaña…

Carbonato turista

Ay, la gente me ha dicho a mí que por qué no vendo a Carbonato y les digo, ¿al perro Carbonato? ¿vendelo yo? Jamás ni nunca. Si usté supiera lo que me pasó a mí una vez… Estaba yo ahi, por Puntarenas, estaba yo ahi y ya uno se entretiene viendo el mar y toas esas cosas, y estaba yo con Carbonato y se me va perdiendo Carbonato, y era busque aquí y busque allá y busque aquí y busque allá, y no encontraba al perro Carbonato, verdá. Y digo yo, “me lo robaron, me robaron al perro Carbonato”. Bueno, yo sufrí, lloraba yo por ese perro. A los cuatro meses, me llega un telegrama. En ese tiempo no había teléfono. Era un telegrama que decía que juera a pagar un cuentón que debía en Guatemala, en un hotel cinco estrellas, y le digo, “¿por qué? ni conozco Guatemala”. Pues qué era, ¿saben qué?, que ese perro no puede ver un venao y bía pasao el bus de Tica Bus que tiene un venao pintao y se fue detrás de Tica Bus y jue a escolar a Guatemala. Se metió a un hotel cinco estrellas y debía, oiga, un cachimbal de plata porque comió hasta caviar. Debía de too ahi y a mí me tocó ir a pagar la cuenta, pero gracias a Dios salvé el perro…

Emeterio inventó los ferry

Mire, uno, gracias a Dios, no es tan chapas. Recuerdo cuando el río Tempisque sólo tenía un ferry… Igual que en el río Térraba, que pasaba como una plataforma pa´ jalar carga de un lao al

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otro. Pero, ¿quién jue el que inventó el ferry? Les voy a contar. Muy sencillo, venía yo a la orilla del río una vez cuando encuentro un lagartico chiquitico, un lagartico e´ bolsa, decía yo, porque estaba chiquititico. Entonces, yo me lo eché entre la bolsa e´ la camisa y andaba con el lagartillo por todo lado. Un lagartito manso, viera qué cosa más linda, era una mascota que tenía yo. Resulta que cuando el lagarto ya se estaba criando, comencé a pasar yo como en ferry, me montaba yo a caballo y cruzaba yo el río así, por el lagarto, verdá, y no jue cuento que el lagarto se jue haciendo grande, grande, entonces hubo gente que me decía a mí que los pasara… Ya yo me ganaba mi platica pasándole diarios a la gente, que gente que iba a comprar el diario, entonces yo los pasaba de orilla a orilla y ya cuando, oiga, el lagarto se hizo gigante y ya yo pasaba camiones con ganao. Entonces, yo jui el que inventé el primer ferry, verdá. Pero una vez, viera lo que me pasó. Traiba un camión de ganao y lo traiba en el puro hocico del lagarto, seguro el lagarto bía salío caluroso del agua y se había resfriao, me parece, me imagino yo que tenía la quiebra huesos y no ve que se rajó un bostezo en medio río y, claro, onde se jaló el bostezo vació el camión de ganao al río, tuve que pagar el ganao yo, viera que tortón jue eso, pero el gusto que me queda que jue Emeterio el que inventó el ferry…

Emeterio campeón como caminante

Ay, juepuña, yo gozo con la gente que dicen que van a la romería y que llegan cansaos, que tienen que untales ungüento porque se le entiesan las canillas y too eso. Si supieran la vez que venía yo de la frontera, mejor dicho de Nicaragua hasta Cartago, más bien con un saco de pipas pa` que a mí me hiciera más penitencia la Virgencita de los Ángeles y, oiga, venía yo con el saco e´ pipas y too el mundo me decía, “Emeterio, usted no llega ni a Villa Quesada”. Y oiga lo que me pasó. Ya yo venía tan distraío y con aquella fe en la Virgencita y too eso, que seguro, bueno, cuando llegué yo a la iglesia y comencé a rezar, a dale gracias a la Virgen porque ya había llegao y que yo me sentía bastante mayugao. Pero yo vi poca gente y le pregunto a una señora, “¿por qué tan poca gente en esta romería a la Virgen de los Ángeles? Veo muy poca gente en la iglesia, aquí en la Basílica”, y dice “pero usté está loco, acaso que esta es la Basílica, ¿no está viendo que esta es la iglesia e´ San Isidro e´

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Pérez Zeledón?”. Había pasao por derecho más bien. No ve que estaba muy oscuro en Cartago y pasé por derecho. Con too y saco de pipas llegué yo aá. ¿Cuándo ahora?

Los viejos valientes del tiempo e´antes

Mirá, los viejos de antes sí eran fuertes. Yo me acuerdo de mi abuelo. Mi abuelo Domingo sí era un hombre macizo. Era El Coco, porque en ese tiempo se peleaban. Claro que pelear ha sido un mal negocio. Yo siempre lo he dicho. Pero antes, como había tanto pedo e´ chancho, que era el guarillo que se sacaba entre las montañas y too eso, que lo hacían con dulce… Bueno, le contaba yo al finado Overjol Retana que Dios lo tenga en su gloria, qué´ombre que era valiente ese y trabajador ese hombre, verdá. Ese hombre siempre, cuando llegaba uno ahi, a la casa, tenía las canoas de frijoles, la canoa de dulce, too aquello, parecía un jardín y de too. Y le contaba yo al hombre que mi abuelo era valiente, mi abuelo era valiente y mi abuelo tenía un caballo muy bueno, y una vez se dio cuenta que lo andaba buscando El Coco de Naranjo y que lo retaba a pelear, y mi abuelo dice, “Coco sólo uno tiene que haber, yo le voy a demostrar que yo peleo con ese hombre y si es El Coco de Naranjo, lo voy a poner en su lugar”. Y fijate que se va mi abuelo a buscalo a Naranjo, a buscalo y enjachalo. Cuando venía un señor con una carreta, con unos brazotes, un hombre gigante y ya le preguntó mi abuelo, “mire, es que ando buscando un viejo que dicen que es El Coco de Naranjo, que es bueno pa´las pescozadas. Yo quiero saber quién es”, y dice, “¿sabe una cosa? Ese soy yo”. Y fijate que agarró la yunta e´ güeyes y la carreta cargaa e´ leña, y comenzó a dale güeltas en el aire con too y güeyes, oiga, en el aire, vea qué viejo pa´tener juerzas, a dale vueltas y agarró la carreta y la tiró en una ronda pa´ demostrale a mi abuelo que tenía juerza, pero mi abuelo también: de la impresión socó el caballo y lo partió en dos. En ese tiempo sí habían viejos valientes, verdá.

Emeterio científico loco

Ayayay… En los inventos, muchas veces no le dan a uno los créditos ni naa de´so, pero yo he inventao cosas en la vida y naide me ha dao los créditos. Una vez hice cruces de animales.

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Dije yo, ¿por qué no cruzar los animales a ver qué sale? Y resulta que una vez crucé una culebra con un puercoespín, ayayay, y me salió un rollo de alambre de púa, y naide le cre a uno eso. La otra vez crucé un león con una vaca y me salió un condenao ternero jipi. Mirá, uno cuenta esas cosas y naide le cre. Después, fijate que crucé una gallina con un burro y me decían, “diay, Emeterio, ¿que salió?”, y les digo, diay, un plumero de los carajos, je je je je. Pero no es nada, cuando crucé un perezoso con una tortuga… Y me decían, “Emeterio, ¿que salió?”, diay, pues un empleado del gobierno, verdá, ja ja ja ja ja, y pa´cerrar con broche de oro, una vez crucé la avenida central con un carro último modelo, y adivíneme qué salió… Un rabo e´ espanto.

El ostinamiento del toro

Ay, juemialma, yo felicito a los sabaneros de Guanacaste, gente muy valiente y too eso. Yo les daba clases a ellos de cómo se amarraba un toro. Andaba un toro que le decían “El Satanás”, ese sí era un toro completamente bravo, naide lo podía agarrar, y me di cuenta que andaban los mejores sabaneros de Guanacaste tratando de agarrar el toro. Y no lo podían agarrar porque ese toro dicen que brincaba que era el diablo completamente. Entonces, diay, agarro yo la yegüilla Chola y una soga que tenía muy buena, una soga que me había vendío el finao Jesús Hidalgo a mí, y les digo, si quieren me dan la oportunidá a mí, yo no soy tan mal sabanero. Mire, se burlaron de yo. Sin embargo, dijeron “dejemos a este viejo loco”, y me monto yo en la yegua Chola, verdá, y me voy a buscar al toro. Cuando venía ese bicho, era como ver el diablo suelto pegando esos brincos… Y entonces le mandé yo el sogazo y no lo pude agarrar de los cachos, lo agarré del rabo, pero ese toro jue tanto el ostinamiento que se tiró a un guindo y, claro, como lo agarré del rabo, se le salió el cuero. Me quedé yo con el cuero y viendo ese montón de carne como iba pa´bajo. A como está la situación económica y ver ese montón de carne que va pal´guindo. Pero eso no jue naa: al tiempo, pa´una Navidá, iba yo por el potrero, cuando veo un toro, un bravío, y digo yo, ese es el toro que tenía yo. Me voy a buscalo, claro, ya había mudado, en lugar de cuero, lo que tenía era lana. Viera qué toro más lindo, enlanaditico, parecía un portal…

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La calor de Guanacaste

Yo arrecuerdo Guanacaste antes, era más caliente. Oiga si era caliente ahí que cuando jugaba un equipo de fútbol el entrenador en lugar de ponelos a calentar antes del partido, los ponía a enfriar porque el terreno era un terreno completamente caliente, tostao. Vea si hacía calor en Guanacaste, que las gallinas ponían los huevos fritos. Una vez sembré yo maní y lo arrancaba y de una vez lo echaba en la bolsa pa´vendelo, salía el maní tostaditico, viera que manizal me pegué yo…

Burro burócrata

Ayayay, estaba yo en la pulpería, ahi onde Juan, hablando un poquito del trabajo, las agriculturas y todas esas cosas que tiene uno, y los tractores, y a como está ahora la maquinaria, como está la teinología con la maquinaria y las carreteras. Y le contaba yo cuando no había maquinaria si no que yo me tenía en lugar de vagoneta, yo me tenía un burro mejor que cualquier vagoneta, mejor que las que tiene el gobierno. Ese burro lo tenía yo pa´ tabloniar en San Carlos. A ese le pegaba una carreta grande y jalaba arena, jalábamos madera, jalábamos caña. Ese burro sí trabajaba y, yay, la envidia… Usté sabe, se dio cuenta la municipalidá que yo tenía ese burro, entonces me lo ofrecieron comprar y yo no quería vendelo. Pero mi mama me bía dicho a mí que cuando uno tenía una cosa y se la ofrecían comprar, que a veces era malo amarrase, diay, porque se le podía morir y too eso, porque a veces hay envidia mala, verdá. Entonces, yay, uno que es así, que medio creé en esas tonteras, me pensé “no, si es cierto es mejor la platica en mano, de por sí yo no ocupaba mucho el burro”, aunque era un burro valiente. Entonces se lo vendí a la municipalidá. Al tiempo me llaman de la municipalidá diciéndome que yo había hecho una sinvergüenzada. Les digo, ¿sinvergüenzada por qué?”, y dicen “porque este burro que nos vendió usté es mentira que es bueno pa´ jalar caña, que es bueno pa´ tabloniar, que es bueno pa´ jalar arena. Este burro no quiere hacer naa”. Entonces voy y les digo, no, no puede ser, yo no soy ningún tramposo, ese burro conmigo trabajaba y yo no estoy mintiendo. Entonces, me fui y le pregunté al burro, “burro, dígame una cosa, ¿por qué usté no quiere trabajar?” ¿Saben qué me dijo? Pues me dijo lo siguiente: “¿pa´que voy a trabajar si ahora soy empliado del gobierno…?”

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Emeterio inventor de razas de perros

Ay, juepuña, yo me tenía una perra, qué perra más valienta esa perra, verdá. Esa perra yo la estimaba. Por cierto, yo le decía a Fausto Chacón, que él siempre me ofrecía comprar esa perra, yo le decía, “noooombres, esa perra… ¿venderla yo? ¡Dios libre!” Y una vez se jue la perra siguiendo una huella y no apareció la perra, naa más se oían los ladridos. Dicen que ahi, al tiempo, me dijeron que la perra andaba como La Llorona: se oían como ladridos en las montañas, como perdía. Bueno, seguro se había ido detrás de un animal… Y estaba yo sufriendo porque la perdí, perdí la perra. Pero cual jue la sorpresa que un día estaba yo tomando café con Josefa, la viejilla que vivía con yo, en unión libre, arrejuntaos, estábamos tomando café, cuando oigo los ladridos y le digo, “mire, oiga, esos son los ladridos de la perra mía, viene pa´ la casa”. Cuando voy viendo, pero chiquititica la perra… ¿Sabe que era la cosa? Que a la perra se le habían gastao las patas y de ahi fue de onde salió la raza de perro salchicha, de esa perra mía. Se le gastaron las patas diatrás en la montaña de andar perdía tantos meses. Llegó la perra, pero eso jue pa´cer la cría e´ perros salchichas…

Las pipas de Emeterio

Ah sí, Guápiles es muy bueno pal´ terreno, Guápiles, ahi por el río Costa Rica, ahi tenía yo una finquita que se la bía vendío a Leoncio Acuña. Una finca muy linda y tenía yo unos palos de pipa, vieras qué pipas, si yo les contara a ustedes las pipas que pegué yo ahi, verdá. Si vieras, había unas pipas tan grandes que una vez se vino una, no me lo van a crer ustedes, y pegó entre una piedra y se rajó, y el río Costa Rica se creció y bajó una cabeza e´ agua y se llevó siete vacas y un toro e´ Moncho Durán… Casi me demandan a mí. Carcule si esas pipas eran grandes que cuando se iba el agua en Guápiles, llegaban onde yo con estañones y me decían, “Emeterio, pélenos una pipa pa´ llenar los estañones de agua e´ pipa pa´bañanos”, y la gente se bañaba hasta en agua e´ pipa gracias a las pipas de Emeterio… Ve qué bonito, ¡qué terrenos habían antes, por el lao e´ Guápiles, too eso…!

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Emeterio campeón de nado en poza

Ah sí, si yo me fuera dedicao, le contaba yo a Jesucillo Arrieta, que me lo encontré un día e´ estos y hablando e´ deportes y de fútbol y de too eso, verdá. Que si uno fuera sío por caso deportista en ese tiempo como nadador yo carculo que estos que han ganao, esto en grande, en Costa Rica, como María del Milagro y toa esa gente que ha ganao, verdá, Silvia Poll, por ejemplo. Yo quizás fuera sío todavía mejor que ellas porque yo jui un nadador de primera… Yo me zampaba diun palo e´ ceiba y me hacía los clavaos entre el río. Una vez me hice un clavao que más bien me consumí tanto que pegué la jupa en el fondo y casi me destapo la cabeza, ayayay, me quedé atontaditico yo. Y yo cogía pa´un lado, cogía pal´otro y, yay, uno atontao no encontraba yo la salida e´ la poza, y digo, “ay, María Santísima”. Pero uno aunque esté llevándolo el carajo, uno tiene que no abilocase, si no pensar, ponese a pensar, entonces lo que hice yo jue llevar uno puros muy buenos, que me bía hecho, que me bían vendío, puros de los que venden en Puriscal, y unos fósforos muy buenos que encendían entre el agua, prendí un puro entre el agua, aentro en el agua, verdá, y claro, onde tiré la vulcanada e´ humo, me vine detrás del chorro e´ humo y ya onde salió el chorro de humo, ahi estaba la salida, y me salvé…

Emeterio arriero e´chanchos

¿Quién va a crer que Emeterio arriaba chanchos desde San Vito de Coto Brus hasta Heredia? En esos tiempos, verdá, y yo me venía desde San Vito con una pareja e´ chanchos… Duraba días. Pasábamos el Cerro de la Muerte que, cuando eso, sí era frío. Oiga si era frío el Cerro de la Muerte que yo una vez pasé por Chespiritos y estaba haciendo tanto frío ajuera que le digo a un carajo ahi, “dame posada, dejame meteme en un congelador”, porque estaba más calientito el congelador adentro que ajuera. Oiga si estaba frío que yo prendía un cigarro y la llama se congelaba. Ahi tengo un llavero que es de una llama congelaa, viera qué bonita se ve. Oiga si era frío que comenzaba uno a orinar y la orinada se le congelaba a uno, y yo arriaba chanchos, pero, oiga, durábamos tantos días que yo salía con una pareja de chanchos de San Vito de Coto Brus y cuando llegaba a Heredia hacía toa la plata porque se venían reproduciendo y

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reproduciendo, que llegaba hasta con setenta chanchos, viera qué platal hacía yo en esos tiempos…

Carbonato y Chilillillo, el dúo dinámico

Ay, recuerdo la vez que pasaba un animal por el frente de la casa mía, un bicho que era satánico. Unos decían que era un chupacabras, otros que el pisuicas, y bueno, entonces, le echaba yo a Carbonato. Usté sabe que Carbonato es un perro que corre que es una bala, verdá. Es una bala corriendo ese perro y, sin embargo, a ese bicho no lo podía alcanzar, nunca pudo alcanzar a ese bicho. Y una vez digo yo, “yo no me quedo enchilao, ya sé lo que voy a hacer”. Como yo tengo dos perros, Carbonato y Chilillillo, lo que hice jue amarralos en piña los dos, uno con las patas pa´rriba y otro con las patas pa´bajo, al estilo de una piña e´ tamales. Entonces, onde pasó el bicho, le empujo a Carbonato y el otro iba con las patillas pa´rriba, cuando Carbonato se cansaba, se volvía y seguía Chilillillo corriendo, y Carbonato quedaba con las patas pa´rriba. Al rato, cuando se cansaba, Chilillillo se volvía y era Carbonato el que seguía, hasta que así agarramos al bicho. Juimos a buscalo y ya qué va, cuando llegamos, ya se lo habían jartao los animales. Apenas encontramos como unas pezuñas ahi. Nunca se supo qué animal era ese perro, pero era un animal satánico…

La perra e´Emeterio

¡Ayayay! Too mundo habla del hotel Lagarto y nadie sabe que jue lo que pasó con el hotel Lagarto, de por qué se llama el hotel Lagarto. Tenía yo una perra famosa, viera qué perra tenía yo, esa perra pa´ la cacería era lo mejor y una vez iba yo río abajo y estaba un lagarto con el hocico abierto… Entonces, ayayay, onde la perra vio que tenía el hocico abierto, ayayay, no se metió por dentro del hocico y el condenao lagarto cerró el hocico y la perra quedó adentro. Y digo, ¡qué tirada!, perdí la perra yo, perdí la perra. Oiga, yo sufría, verdá, llegué a la casa sufriendo porque había perdío la perra. Pero otra vez iba yo por el mismo lao, cuando veo al lagarto con el hocico abierto, entonces me jui y busqué una tuca, una calza, y se la metí entre el hocico pa´ meteme por el lagarto. Vea qué tonto que es uno, verdá.

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Uno es baboso… Y ya le puse el tuco por si acaso cerraba, que no pudiera cerrar el hocico y meteme yo pa´entro, cuando yo de veras comencé a andar en el lagarto pa´entro, cuando oigo “guau guau guau”, y voy viendo que estaba la perra viva y ese montón de perritos. Unos perritos nacieron con el hocico así puntiadititico, esos perros los agarramos, ¿sabe pa´qué?, hicimos una marca de motosierras que se llama Lagartín, verdá. A esos perros les torcía usté el rabo, los ponía en cualquier árbol y onde socaban el hocico, destrozaban cualquier rama. Jueron las primeras motosierras que inventó Emeterio, verdá, y gracias a Dios cuando el lagarto murió y too eso, le pusimos Hotel Lagarto, ja ja ja ja.

El excusao

Uno habla de las fiestas, las fiestas de la Virgen del Mar y too eso. Una vez, en Puntarenas, vea lo que me pasó a mí. Ustedes saben que en el tiempo de antes no había excusao, menos como los que hay ´ora, excusaos modernos, que son las electrinas, los inodoros y too eso. Antes, lo primero qui´hubo era que lo mandaban al cerco a uno, a cualquier persona, entonces lo que le daban a uno era una tabla y un garrote, la tabla era pa´cubrise uno la cara, pa´que naide lo viera, pa´que naide lo conociera, y el garrote por si llegaba un chancho a jodelo, dale por el hocico pa´spantalo, verdá. Pero después llegaron los excusaos que se hacían a la orilla de los ríos. Entonces, cualquiera hacía una necesidá y no había necesidá e´ hacer güeco, sino que la carambada caía entre el río y se la llevaba el agua. Pero una vez estaba Moncho Villalobos sentao y no venía una cabeza de agua, y se llevó el excusadillo y él sentao ahí, en el excusao, y dice que él pasó por Volio de San Ramón, pasó por San Juan de San Ramón, por toos esos lugares, y llegó a Puntarenas y le voy a decir una cosa: no ve que llegó el día de la Virgen del Mar y andaban toas las lanchas y decía el que daba premios ahi, el que ganó el premio de la lancha jue ese que viene en una lancha muy original que tre en forma de excusao, y sabe qué, ganó, más bien le dieron un pez de oro al hombre como premio y dice que jue el primero que llegó a las fiestas de la Virgen del Mar montao en un excusao…

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Tigres vividores

Ay, arrecuerdo una vez que venía yo de la montaña… Uno cazaba antes por necesidá. Ahora más bien hay que cuidar los animales. Es que uno antes no pensaba, ni pensaba uno que matar los animales del monte era una tontera tan grande porque uno… A mí me dan ganas de llorar cuando veo que va alguien con rifle pa´la montaña. Digo yo, ¿qué necesidá hay de´so? Más bien hay que cuidar la naturaleza. Pero en ese tiempo era uno baboso y uno como no había carnicerías ni naa de´so, y había tanto animal, y la pobreza era muy grande, diay, uno se alimentaba a pura carne. Una vez venía yo, recuerdo que cacé yo un venao y me lo eché al hombro, y venía yo con el venao feliz de la vida porque ya tenía carne pa´toa la semana. Estaban los chiquillos esperando. Al rato sentía yo como unos socollones y yo con el condenao venao en la espalda, ya no aguantaba yo y sentía unos socollones, verdá, y digo yo, ¿será que este venao viene vivo? mejor no lo pongo abajo, porque si viene vivo, se me va. Y esos socollones, cuando paso por la casa de Petra y me dice, “Emeterio, vea lo que lleva guindando ahi”, y lo pongo abajo ¿saben qué era? Dos tigres que se iban jartando el venao. Los llevaba yo encima e´ la espalda, que tal que esos condenaos me hubieran agarrao la nuca, hasta ahi hubiera llegao Emeterio, verdá, je je je je.

Leche e´cuero

¡Ah vida! Uno comienza a hablar de too eso, por caso de toas esas carambaas y digo yo que es que, juepuña, ahora uno ve la ganadería y too eso, pero hay que cuidar mucho el ganao. Antes no era tanto. Antes se las echaba uno las vacas al puro repastillo, verdá. Ahí comían y qué vacas más buenas pa´la leche. Yo tuve una vaca tan buena pa´la leche que no me lo van a crer ustedes, pero esa vaca le vendía leche a too mundo. Más bien era como el lechero. Yo llegaba a las casas y me decía la señora, “véndame tantas botellas de leche”, y le digo, si quiere ordeñala usté vale tanto y si quiere que la ordeñe yo, vale tanto más. Entonces, me decía, “déjeme tres botellas”, yo mesmo la ordeñaba y le dejaba la leche calientica y era como repartidor de leche, andaba de casa en casa, repartiendo leche. Era una vaca tan buena pa´la leche que cuando se esbarrancó, oiga

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si era buena que con el cuero me hicieron unos zapatos y el día que me jui a encaramar los zapatos, no me lo van a crer ustedes, pero tuve que ordeñar los zapatos porque estaban que gotiaban…

El ataúd más pequeño del mundo

Estábamos Leontina Quesada y yo hablando de las cosas… Muchos creen en brujerías, otros en maleficios y todo eso, pues una tía mía, que era muy enamorada, y los hombres la seguían porque era una mujer muy linda como todas las bellas mujeres que tenemos en Costa Rica y todo eso. Mujeronas como decir Maribel Guardia, que está en México, que ha sido una mujer que es un orgullo pa´nosotros de ver como la quieren en México una belleza así. Pues mi tía era una mujer muy linda también, y los hombres andaban detrás de ella, pero ella era muy simpática, diay, seguro como tanto hombre le daba pelota que a ninguno le daba, pero parece que le echaron como un maleficio. Se cree que jue un maleficio porque después jueron onde un brujo porque esa mujer era una mujer alta y comenzó a encogerse y a hacerse chiquititica, y todo eso, verdá. Y oiga, se encogió tanto, que cuando murió, oiga si murió chiquitica, que la enterraron en un zapato, en un zapato la enterraron como quien dice estiró las tennis, je je je je.

Emeterio orillero

Antes sí habíamos piones buenos. Le contaba yo a Ramirillo… Estábamos ahi en la pulpería, hablando de por qué es lindo sembrar la tierra. Pa´ mí no hay cosa más linda que llegar a la finquita y ver la agricultura, ver los frijolitos naciendo, el maicito, cuando ya comienza a criase y comienza el olor a tierra mojaa, y por otro lao tiene un arracachal pa´cer un picadillo, que del arracache se hace un buen picadillo, y sembrando uno el tomate, la papa, los frijoles, de too lo que se come, culantro, hortalizas y too eso. Es linda la naturaleza, es muy bonito, y trabajábamos mucho. Sembrábamos, pero antes se llevaba uno el pique, cuando había piones, por sacar la calle que era el primero y yo era orillero. Orillero es pa´ las personas, mucha juventú no sabe qué es orillero, era que en el trabajo por caso empezábamos a

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trabajar volando machete y el que iba alante, otros venían atrás, el que va alante tiene que sacar la calle primero pa´que el otro no lo encierre, verdá. Es como competencias, como cualquier competencia e´ carros o ciclismo, y too eso es lo mesmo, naa más que a nivel de volar machete. Y yo era bueno pa´volar machete y estaba Célimo Retana, que era buenísimo también y Célimo se llevaba clavo conmigo y una vez me puse yo orillero, y Célimo atrás, y a veces yo veía que me tiraba el monte encima, me tiraba el monte encima, y ya me alcanzaba, y yo seguía volando machete, y el hombre atrás, y ya yo vía que ya no aguantaba la centura, ya yo vía que me estaba llevando el carajo, y era déle y déle y déle, vea que el viejo Célimo era bueno pa´volar machete también, veá. Cuando ya yo me enderecé porque también él se enderezó primero. Entonces llegamos a una pulpería, y yo le dije al pulpero, “primo, hacéme el favor y me vendés un vaso de sirope”, y dice “¿cuál sirope? ¡Aquí no hay sirope! ¡Aquí lo que hay es pinolillo!.” Víamos cruzao la frontera de Nicaragua. Empezamos en La Fortuna de San Carlos y ya estábamos más aaá de la frontera e´ Nicaragua, volando machete, verdá. Vea qué piones bíamos en el tiempo e´ antes. Es que ´ora qué va, ya ´ora es pura vagancia ´tooo´ mundo….

Emeterio, el mejor volador de machete

Una vez estábamos en un tacotal. Un tacotal es un poco ´e´ monte en una socona, en un terreno que tenía yo, y era muy bueno pa´frijoles. Entonces, íbamos a tapar frijol ahi. Estaba yo y doce peones más, y comenzamos a volar machete y, oiga, en el aire a veces parecía un chop sui esa carajada. Porque too y culebras se levantaba uno volando machete y too mundo aprietando y, como yo siempre soy orillero, siempre iba alante y estábamos volando machete y los peones atrás, cuando yo volví a ver pa´tras, no vi a naide más. Digo, diay, ¿qué se hicieron? ¿se jueron pa´la casa? Cuando veo que se mueve un foco… ¿Saben qué era? Que onde iba yo volando machete en el tacotal los bía enterrao a toos con monte. ¡Qué piones bíamos en el tiempo diantes y qué pión era Emeterio Viales, verdá! Imagínense ustedes…

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El papal de Emeterio

¡Ah sí! Yo siempre lo he dicho: las agriculturas y too eso ya no es igual a antes, que antes no se abonaba ni había tanto atomizo, ni naa de´so, verdá. En Tierra Blanca e´ Cartago yo sembraba papa. ¡Qué terrenos había ahi onde Toño Mejía, en Tierra Blanca de Cartago! Yo sembré un papal, oiga, que vieran ustedes naa más llegaba yo, carcule, que llegaba yo, metía la carreta debajo e´ una mata e´ papa pa´que no se asoleara y los bueyes también pa´que estuvieran fresquitos ahi. Y una vez, arrancando unas papas, tuvimos que arrancarlas con cuñas y too eso al estilo traitor, y no ve que salió una papa rodando por una ladera, iba pasando la yegua e´ Toño y la agarró por media panza y reventó a la yegua. ¡Imagínese qué papales se pegaban en el tiempo de antes! ¡Imagínense ustedes cómo era la agricultura del tiempo di´antes! Uno cuenta esas cosas y la gente dice “¡qué viejo más jetón!”, y jueron ciertas, je je je je.

El señor de la leche

Mire, yo he tenío gracias a Dios que hacele a too. Yo tenía una lechería de cabras, tenía unas cabritas muy buenas, buenas pa´la leche las cabras. Porque naide duda que la leche e´ cabra es un gran alimento. Si usté cría un chiquito recién nacío y a veces en vez de leche materna, que también es un alimento, le da leche e´ cabra, ese chiquito llega a tener un juerzón que ayúdeme a decir. Entonces, yo vendía queso e´ cabra y too eso, y hasta la primera moto que tuve yo jue una cabra, le agarraba los cachillos, ¿usté ha visto que los cachillos son así, agachadillos?, y yo me montaba en la cabra, iba por too lao. Pero una vez hubo un accidente y resulta que un bus que se volcó, una cazadora decíamos en el tiempo e´ antes, que se jue entre un guindo, que se le arrancó una lata y le rajó el estómago a un señor, y entonces llegué yo inmediatamente, lo que hice jue sacrificar una cabra, le arranqué la panza a la cabra y se la pegamos al señor. Vean ustedes, uno cuenta esas cosas y la gente piensa que es un jetón. Le pegamos la panza e´ la cabra al señor y comenzó el hombre a respirar y a sentise mejor, y me decían, “Emeterio, eso es una jetonada suya”, y ninguna jetonaa: el señor no sólo está con vida, sino que está echando dieciocho botellas de leche al día…

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Emeterio ve pa´entro

Si les contara una vez que serví yo de perro. Estaba el perro mío, Carbonato, con la quiebra huesos. Entonces, me pensé,… yo le olía la nariz siempre a Carbonato, yo tenía olfato y too eso, me voy pa´la montaña y pasa un tepezcuinte y me voy detrás del tepezcuinte, al estilo perro, pero qué va, uno por más que quiera hacer como un perro, qué va. Iba yo detrás del tepezcuinte y no me voy enredando entre una macolla e´ pasto, y me voy yendo entre un hueco y pego la cara en un alambre de púa y se me salió un ojo y quedó el ojo mío guindando entre un alambre de púa, y diay, yo entre el hueco, no me podía enderezar, y yo veía el ojo que me volvía ver con una tristeza a mí, el ojo mío. Y no jue cuento que comenzó a´cer sol y ya vi el ojo que se estaba arrugando, se estaba derritiendo, y decía yo, “María Santísima, ayúdeme”. Yo de verdá llamé a la Virgen. Me convenzo que la Virgen es milagrosa de veras, tanto que la llamé yo y oigo unas voces que venían. Era Toño Guevara, que venía e´ volar hacha, y lo llamé, “Toño, venga acá”. Y ya, “¿qué le pasó, Emeterio? ¿qué le pasó?” Le digo, “¿no ve que…?”, y ya le conté la historia, que me había ido entre el hueco, y le digo, “pero alcánceme, ¿no ve lo que está guindando en ese alambre?”, y dice, “¿qué es eso?”, y le digo, “¿no ve que se me salió un ojo?”, y ya me alcanzó el ojo, gracias a Dios que el ojo todavía tenía vida, nada más que me lo puse al revés el condenao ojo, y me voy viendo por dentro, gracias a Dios que me di cuenta que tenía piedras en los riñones. Claro, después el ojo se enderezó, pero me sirvió, no hay mal que por bien no venga, gracias a que me puse el ojo al revés me di cuenta que tenía ese problemilla y ya estoy viendo con toa la pata, y sin las condenaas piedras.

Carbonato como la tortuga habladora

Ah, vida, una vez viera que estaba yo en el sueño del banano, estaba yo en Guápiles, por Limón, que ha sido bueno pa´los bananales y too eso, y eso era antes el sueño del banano, como decile los que se van ahora pa´Estados Unidos, que es el sueño americano. Entonces, nojotros a veces nos íbamos. Ahi se hacía mucha plata en ese tiempo. También era la ventaja de jugar fútbol en la zona sur y en todas esas zonas. Primero en la zona sur y endespués por el lao de Limón, también el que jugaba

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fútbol tenía trabajo seguro y yo era muy bueno pa´jugar fútbol. Además que yo cortaba los racimos de bananos con la uña porque a mí me decían “uña e´ hacha”, como yo había entrenao lo que es la cuestión del taicondo, y too eso. Nada más llegaba a los bananales y mandaba una pataa volaora y me apeaba los racimos de banano, ponía el hombro y caía en el hombro el racimo e´ banano, salía en carrera y era el mejor cortador de banano de los que estábamos ahi. Pero una vez me enfermé yo, me agarró lo que llaman el paludismo, que era un bichillo que andaba que era el papalomoyo, que era que lo picaba a uno, y se ponía uno con una calentura, y me estaba muriendo yo… Me agarró paludismo y me estaba muriendo y le digo a Carbonato, mi perro, “Carbonato, tengo que ime pa´San José”, y Carbonato, como era un perro fiel conmigo, me dice, “yo me voy con usté”, y llegamos a un aeropuertillo que había ahi, en Limón, en ese tiempo, que era barrialoso y too eso, y estaba la avionetilla que era la que jalaba porque no había medios de carros en ese tiempo. ¿En ese tiempo? ¡No, qué va! Era una avionetilla que llegaba ahi, a Finca Seis, recuerdo yo. Y resulta que el chofer del avión dice, “diay, yo a usté lo llevo, señor, pero el perro no, yo no puedo montar un perro en este avión”, y le digo, “yay, tiene que llevame, este perro es mío y no puedo dejalo”, y dice, “ah no, si usté quiere lo llevo a usté pero al perro no”, y me cierra un ojo Carbonato como diciendo “móntese, tío”, porque el perro sólo tío me dice a mí, y entonces yo me la juego. Yo a Carbonato le creo. Me monté yo y onde el avión arrancó, hizo el vuelo Carbonato, lo agarró e´ la cola y ese avión, oiga, chapaleaba entre el barro y no podía elevase, y el chofer ostinado que qué raro, que por qué no se eleva el avión, y vio que el perro estaba guindado. Y le digo, “mire, si usté no deja montase al perro conmigo, este avión no se eleva”. Oiga, hasta que lo convencí, se bajó el chofer y se montó con too y perro. Resulta que, claro, en medio vuelo el perro agarró una sombrilla e´ una señora y se mandó. Digo yo, este perro está loco, ¿que será? Se mandó el perro y, güeno, pensé que ora sí lo bía perdío. Llegué a San José, me curaron, volví otra vez a Limón, ya yo curao, ya con toa la pata yo, pero con la lástima que bía perdío a Carbonato. A los cuatro meses, más o menos, oigo los ladridos y cuando veo a Carbonato que venía con una pata enyesada, una muleta, y un cuero de tepezcuinte ebajo del sobaco. Claro, desde el avión bía olfateao un tepezcuinte y se bía mandao. Agarró un paracaídas, que era la sombrilla e´la doña, y se salvó. Sólo tuvo golpes fuertes, naa más. Uno dice esas cosas y la gente no le cre...

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El vocho e´ Emeterio

Cuenta uno cosas y la gente no le cre. Estaban el finao Macario Mena y Antolín Quesada, que no sé si estará vivo todavía. Ah, sí está vivo, porque me contaron que se via juntado con la hija ´e´ Nicanor Arrieta. Entonces, sí debe estar vivo el viejo. Por cierto dicen que tiene unas hijas muy bonitas. ¡Ja! Y estábamos hablando ahí, cuando andaba yo con un carrillo que tenía. Yo digo que con ese carrillo, que si el mundo hubiera tenío timón, yo lo hubiera revolcao. ¡Qué carrillo era ese! Era un vocho. Y una vez iba yo subiendo por el Cerro de la Muerte, pa´rriba, cuando veo que se bía ido en un guindo, se bía ido un furgón lleno e´ maquinaria y habían dos tractores tratando de jalalo, y se le ponían las cadenas rojas, rojas, y ni lo movían, y la gente renegando. Les digo, si quieren hagamos una cosa, suelten esos tractores y yo le pego este vocho que tengo yo. Mire, me trataron de loco, me dijeron que no juera tan atarantao, y les digo yo que cómo se les ocurría. Pero tanto insistí yo que dijo un carajo, “diay, dejemos a ese viejo loco que le pegue el vocho a ver, pa´gozar, pa´ver que se va a ir con too y vocho al guindo”. Y soltaron los dos tractores y pegué yo el carrillo mío y comencé yo a jalar. Oiga, hasta que arrancaba el terreno yo onde venía pa´rriba con el carrillo mío jalando el camión de maquinaria… Así lo saqué ajuera y lo saqué a la carretera. Y comencé a subir todavía pa´rriba cuando veo que el carrito mío estaba echando mucho humo, y voy viendo. ¿Saben qué? No le había sacado el freno de mano. Sin embargo, así saqué el furgón de maquinaria, je je je je.

El rifle e´ Emeterio

Una vez, yo cuento que los alemanes a mí me han llamao pa´que les dé volaos yo, de cómo se hacían las armas, verdá. Gente que sabe porque una vez agarré yo un tubo de cañería y comencé yo… Ah, yo quería haceme un rifle de gusto mío. Entonces, agarré un tubo e´ cañería y me puse a hacer un rifle, verdá. Así que lo hice, me voy pal´lao e´ La Fortuna de San Carlos, a probalo. Llegué a El Tanque e´ La Fortuna, cuando veo un puntillo en el puro cucurucho del volcán Arenal, y ya lo volví a ver yo, y ya yo vi, que el puntico era un venao, entonces digo, “voy a probar este rifle aquí”. Ya puse el rifle, yo tenía mucho pulso,

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puse el rifle entre un palo de ceiba que había, lo carculé bien y le mando el cachimbazo. Oiga, ese rifle quedó con tanta potencia que estalló, que hasta que se puso La Fortuna oscuritica, todo el mundo dicen que las señoras cantando el Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, pensando que era que había estallao el volcán otra vez. Y cuando se jue aclarando, digo yo, ¿qué pasaría? Entonces me voy pal´cerro y comienzo a subir el cerro a pata, y llego y vi que le faltaba un poco al cerro, un cucurucho. Ustedes han visto que al lado izquierdo tiene como un desnivel el volcán Arenal. Era la bala que había pasado ahi. Pero eso no es naa: cuando oigo por radio que una bala perdida había matao siete chanchos de los Martínez, un toro muy fino e´ los Guzmán que tienen finca en Tilarán y que se había apiado la cúpula de la iglesia y que estaban buscando al criminal… Entonces, dije yo, ¡qué torta! Me hice el chancho, verdá. Nunca dije que era yo el que había disparao. Entonces, vea lo que hice: llegué y le corté medio cañón al rifle, le corté la mitad. Al tiempo, ya cuando había pasao el burumbum de los chanchos que había matao, el toro y la iglesia que me había apiao la cúpula, resulta que me voy con medio rifle, llego otra vez a El Tanque de la Fortuna, cuando veo otro puntillo ahi y digo, pues es el mesmo venao. Entonces le disparé y yo vi que el venao ni se movió y digo qué raro el rifle casi ni sonó… Entonces, me voy pal´cerro y llego al cerro y no estaba el venao, pero seguía un poquillo cansao, entonces me acosté a dormir, cuando oigo algo y entonces me preguntan a mí qué era. Otro me dijo a mí, “Emeterio, es un abejón”. Le digo, ¿cuál abejón? No ve que me bía quedao la bala demasiadamente lenta. Si me hubiera dormido profundamente, me hubiera agarrao por la pura frente. Apenas llegó la bala cuando llegué yo. Me bía quedao demasiadamente lento aquel rifle mío. Así me salvé…

El chancho perro e´ Emeterio

Mire, uno habla esas cosas… Yo siempre he sido muy cariñoso con los animales. Me gusta tener en la casa… Le contaba yo a Bernabé Quesada, cuando yo tenía una chancha pronta, y estaba yo feliz porque la chancha iba a parir y aquella felicidá. Y, diay, fijate que lo que tuvo jue un chanchito, por cierto hubo que sacalo hasta con cesaria el chancho, verdá. Y, ¡no ve que murió la chancha en el parto! La cosa jue que el chanchito quedó solo.

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Entonces, me pensé, ¿qué hago?, se me va a morir. En eso, gracias a Dios había parío una perra de Juan Vicente Retana, y le digo, mirá, ¿por qué no le pegamos este chanchito a la perra, a ver si lo amamanta? Y de veras, fijate que se lo pegamos a la perra y se crió el chancho. Y ahora no me lo vas a crer, pero vieras qué chancho más bueno pal´tepezcuinte. Es un chancho bueno pal´ cuido. Mirá, uno cuenta esas cosas y la gente no le cre. Pero, vieras vos, no podés arrimate a la casa porque ese chancho te hace, bueno, es pior que un rotgüailer, esos perros bravisísimos, pior es mi chancho perro, je je je.

La yegua Milagrito

¡Ah, sí! El primer taxi pirata lo tuve yo. Lo tuve yo cuando estaba aaá por el lao e´ Medio Queso e´ Los Chiles, ´aaá´, por el lao e´ San Carlos. Y yo pirateaba con una yegua que tenía. Esa yegua era ambulancia, era de too. A mí me tocaba trabajar ahi, ir a trer diarios… Iba uno a los lugares a trer diarios. Ya me contrataban que pa´una cosa, que pa´la otra, hasta pa´tabloniar porque le amarrábamos un tablón al rabo de la yegua y lo hacíamos sacaditico, verdá. Y too eso. Una vez, había una señora que iba a dar a luz y, yay, no había nada, no había carro en ese momento. Entonces, me contrataron y la montamos en la yegua mía, en la yegua que tenía yo, la yegua pirata. Ya cuando llegamos al río San Carlos, el río estaba crecío, entonces digo yo, a la mano de Dios. Yay, yo me encomendé a Tatica Dios, y hago una, dos y tres. Yo sabía que la yegua brincaba mucho y le digo a la señora agárrese usté bien, de la faja del pantalón mío, y téngase duro porque vamos a tener que brincanos el río, porque estaba crecío y ya a ella le regalaban familia y ya iba con dolores. Y la cuestión es que echamos la yegua pa´tras, le metí los talones y, oiga, con los mesmos estribos iba yo como planiándola y así caímos al otro lao. Claro, cuando salimos, la señora siempre salió rodando, verdá. Cuando oigo… Viera qué cosa más linda: un bebé llorando. Dio a luz una chiquita. El socollón de la yegua pirata hizo que la señora diera a luz una chiquita, y a esa chiquita la pusimos Milagrito. Es un milagro de Dios, sinceramente, pero se salvó la vida, verdá.

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Caite envenenao

Yo… Siempre me ha gustao trabajar… Es dura la vida. Mire, yo recuerdo ahi por el lao e´ Tacares, esos cañales que hay ahi, en Grecia. Porque en toos esos lugares ahi, en Grecia, hay cañales por too lao, verdá. Y la gente siempre está trabajando duro. Y ahí trabajamos cortando caña y yo recuerdo que estaba yo cortando caña. Yo tenía unos zapatos que se llamaban ferretos. Unos zapatos de cuero que los hacían en Turrialba, muy buenos. Y una vez recuerdo que estaba yo agachao, cuando me picó una culebra, y gracias a Dios lo que agarró jue el zapato, naa más verdá. Pero, oiga si era una culebra venenosa, que el zapato comenzó a ponese amarillo y pálido, pálido, pálido, y se jue ensuavizando y se pudrió el zapato. ¿Qué tal que esa culebra me hubiera agarrao el talón a mí? Yay, se me fuera podrío la pata y me hubiera muerto yo, ja ja ja

El reló de Emeterio ¡Ah, sí! Yo le contaba a Cirilo un día e´ estos que me lo encontré, me lo encontré en Palmares de Alajuela. Le digo, Cirilo, ya aora todas las cosas han cambiao. Ya los relojes y toas esas cosas no son iguales a los diantes, al tiempo diantes. Yo arrecuerdo que mi tío tuvo un reló de esos grandes, que ponían en los tabiques, verdá, en las paredes. Y tuvo un reló de paré tan viejo, tan viejo, que imagínese que la sombra del péndulo hizo un hueco en la paré, imagínese usté que sería viejo ese reló…

Los tigres caníbales

Me voy con Carbonato un día pa´ la finca, verdá. Cuando vamos viendo… Íbamos así, suavecito. Yo no llevaba ni arma ni naa e´ eso… Cuando vamos oyendo esos ronquidos que se oían en la montaña, verdá. Le digo, “Carbonato, calladitico porque este es el tigre, el león, perdón”. ¡Vio ya casi me pego una mentira! Era un león, no un tigre, verdá. En eso vamos viendo que se van agarrando dos leones. Le digo a Carbonato, “Carbonato, ni se asome aquí porque nos lleva el carajo, yo no llevo arma y si usté se mete lo hacen estusao”. Y, bueno, carcule que nos quedamos esperando que terminara la pelea y le digo yo

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a Carbonato, esperemos que termine la pelea pa´ llevanos los cueros de los leones pa´sí nojotros llegar rajando, decir que nojotros los matamos. Y comenzó la pelea y, oiga, arrancaban palos, se oía onde arrancaban terreno, brincaba la tierra y eso hasta que temblaba la tierra onde brincaban ese par de leones peliando ahi. Cuando nosotros oímos que ya se vía terminao too, le digo a Carbonato, mi perro, “jale a ver”. Y todavía cuando llegamos, sabe una cosa, estaban los dos rabillos moviéndose. Un león se había jartao a uno y el otro se había jartao al otro. Apenas vían quedao los dos rabos, verdá. El rabo e´ un león y el rabo del otro león… Naa más. No pudimos llegar rajando, diay, naa de cueros pa´ Carbonato ni pa´ Emeterio.

Emeterio en Terrón Colorao

Es como en el tiempo cuando yo jugaba fútbol, verdá. Cuando yo jugaba fútbol era diferente la cosa. Una vez que estábamos en un partío frente a Terrón Colorao, estábamos en Terrón Colorao, jugando un partío, y castigué yo un tiro e´ esquina, verdá. Y Toño Manguera le mandó un bombazo que pegó la bola entre el marco y se partió. En ese tiempo, la bola era de doce pedazos. Entonces dentraron unos pedazos adentro y otros quedaron ajuera. Unos decían que era gol, otros que no era gol. El árbitro dice “bueno, aquí la mayoría manda, vamos a ver cuantos pedazos hay adentro en el marco.” Y habían siete pedazos adentro y ajuera habían cinco, y entonces dice el árbitro, “la mayoría manda”. Entonces, ganamos el partío…

Avión de bahareque

Uno habla e´ estas cosas, verdá, y no le cren a uno, pero no importa. Uno habla de los primeros aviones que hubieron en Costa Rica. Yo, en el primer avión que me monté, recuerdo que era de bareque por dentro. Los asientos eran de tuco. En lugar de cinturón, le ponían el rosario a uno. Y tenía excusao de hueco. Y yo recuerdo que las señoras venían cocinando aentro en el avión y a veces estaban volando machete abajo y les llegaba a los piones el olor a sopa de mondongo onde iban cocinando y decían “¡qué rico lo que van cocinando en el avión, verdá!” y too eso, verdá. Esos jueron los primeros aviones que hubieron en Costa Rica…

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El calzoncillo del culo del mundo

Tan feo que´s la mentira. Yo por eso no me meto mucho con la política. Yo siempre lo he dicho. Soy poli-tico, no político. Porque dicen que el primer político que hubo en el mundo jue Cristóbal Colón, y es cierto… ¿Saben por qué? Miren, porque salió sin saber pa´ onde iba, nunca supo onde llegó y too lo hizo con plata ajena. Pero mentiroso un viejillo que me encontré un día e´ estos. Me decía, “usté sabe una cosa, Emeterio, que yo tengo el museo con las cosas más viejas de la historia”. Le digo, “no seás tan mentiroso, ¿qué diablos tenés vos en ese museo?” ¿Saben qué me dijo? Me dice, “mire, Emeterio, yo tengo la aguja con que le hicieron el ruedo a la falda del volcán Poás, tengo el lente de contacto de Ojo de Agua, tengo el arma con que mataron al mar Muerto, tengo el vestido entero del cuerpo del delito, tengo las plumas del Ave María, tengo las sandalias del judío errante, tengo la brocha con que pintaron el mar Rojo, tengo el envase de la medecina de la Virgen de los Dolores, tengo el sombrero del Padre sin Cabeza, tengo la chupeta del chiquito de La Llorona, tengo el motor del Arca e´ Noé, tengo la factura e´ la Santa Cena, tengo la otra parte del medio ambiente, tengo la semilla de la planta del pie y, como si juera poco, tengo el calzoncillo del culo del mundo”. ¡Qué viejo más jetón, por los diablos, verdá!

El tiempo e´ los peliadores

Antes había mucho viejo peliador. Antes, como sobraba el condenao guaro e´ chirrite, el famoso pedo e´ chancho, la leche e´ burra y too eso, entonces los Rosarios de El Niño a veces terminaban en un pleito. A veces, por alguna noviecilla o alguna carajada, empezaba un pleito. Una vez Jerónimo Gamboa… ese viejo sí era valiente pa` peliar. Jerónimo Gamboa se agarró con Chindo Portugués en un cañal y, oiga, era al machetazo limpio. Y comenzaron a volar machete en el cañal, se le gastaron los cuchillos y siguió la pelea. Llamaron a un carajillo y le dijeron que trajera un par de espadines más, dos cuchillos más, dos rulas 28 y siguió la pelea. Y se les gastaron. Y siguió la pelea. Bueno, tuvieron que terminar la pelea porque se estaban ahogando. Y me decían a mí que de sangre se estaban ahogando. Nooombre. No era por eso. No era que estaban tragando sangre. Se estaban

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ahogando en el caldo de caña que les llegaba hasta el pescuezo, de la corta que hicieron entre el pleito. ¡Qué viejos más buenos pa´ peliar eran esos viejos…!

Emeterio y El Satanás

Yo, gracias a Dios, a too le he hecho en la vida. Yo jui… uno de los primeros carniceros que hubieron jui yo. En la mentada villa, en Villa Quesada… Ahi tuve una carnicería. Yo vendía la mejor carne y too. Ahí recuerdo que andaba un toro cimarrón, ahi por Villa Quesada, que le decían El Satanás. Porque ese toro se levantaba lo que juera y nadie pudo con él… A ese toro llegaron sogueros famosos, sabaneros de Guanacaste y de toos los lugares, y no podían soguealo. No lo podían agarrar. Y un día les digo yo, ¡qué pendejada la de esta gente que dice que son buenos sabaneros y no pueden agarrar el toro! Y yo tenía una bicicletilla ahi, con canasta, que la tenía de jalar carne precisamente y verduras y too eso. Entonces, le amarré una soga en la bicicleta, la amarré bien y digo, “voy atisbar al toro El Satanás”. Me decían, “Emeterio, no sea tan baboso, ¿cómo se le ocurre?” Esperen, les decía yo, esperen, naa más. ¡Viera qué bicicleta más buena esa! En eso, cuando veo ese condenao cimarrón que venía pegando brincos, verdá. Y digo, ¡a la mano de Dios!, y le mando el sogazo en el aire y lo agarro de la pura cachadura. Y de una vez le meto un frenazo a la bicicleta, que se vino el toro y cayó en la canasta. Bueno, que va a ser Maicol Yordan jugando esa carambada que juegan, básquetbol, y too eso, verdá. En la pura canasta, cayó el toro, atontaditico. Y ahí le tiramos una sábana arriba y jue la mejor carne que vendimos en ese tiempo del cimarrón ese, el mentao “El Satanás”.

Emeterio habla con las loras

Estábamos en la finca de Moiso Villegas, en una finca que tiene por el lao de Santa Cruz, muy linda finca y too eso. Había mucha luz ahi, en ese lugar, y a mí siempre me gustó. Pero pa´ coger loras hay que tener listo too, verdá. Hay que tener mucha diplomacia uno pa` agarrar loras. Y yo tenía una jaula muy buena, verdá, una jaula que tenía un secretillo de cómo se agarraban las loras, verdá. Porque tenía una musiquilla que le gustaba mucho a las loras, verdá. Me imaginaba yo que eran

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como loras parranderas, como que les gustaba… Pa´ ellas era como una discoteca, ¡ja! Y les puse la música… Les ponía la musiquilla en la jaula y yo me acostaba a dormir. Y yo me quedé dormío. En eso, me desperté porque oía que me decían, “Emeterio, sáquenos, sáquenos… Emeterio, sáquenos”. Digo, “¿qué? ¡estoy soñando aquí!” Me despierto y ese montón de loras entre la jaula, y se estaban ahogando del calor que hace en Guanacaste. Y algunas se habían zampao unos traguillos de vino de coyol, se habían jumao. Unas estaban medias jumaaas y too eso. ¡Viera qué escándalo era eso, verdá! ¡Eh, qué loras tuve yo en ese tiempo! Uno cuenta esas cosas a la gente y dicen, ¡qué viejo más jetón…!

Los pingüinos de Emeterio

En una ocasión, que estábamos volando machete, allá por Chimurria de Upala, más aentro e´ San Carlos, en ese tiempo too era pura montaña y había que caminar por trillos y picadas. Me encontraba yo con Manuelillo Villalobos, Rogelio y Luis Eladio Villalobos que, por cierto, era un gran futbolista. De pronto me voy pa´ un arroyo a tomar agua porque estaba haciendo mucho calor ahi onde llamaban La Quebrada e´ La Perra… Cuando, de pronto, vuelvo a ver al lao: una nidada e´ güevos. Eran unos güevos muy grandes. Sin decirle naa a mis compañeros, me los traje pa´ mi casa, onde vivía en unión libre con Moncha. ¡Ave María, qué güevos mas grandes! Estos no son de gallina, pueden ser de chompipa o de avestruz, porque una gallina quedaría vuelta al revés al poner un güevo de estos. Para ese entonces, yo ya tenía una refri que jue de las primeras que salieron. Sin pensalo dos veces, lo metí en la refri. Cuál fue la sorpresa que a los tres días, a las dos de la madrugada escuchamos un estruendo. Mi vieja decía que era un gran temblor y yo que había estallado el Volcán Arenal. Como se persigna un cura ñato, nos tiramos debajo de la cama. Cuando vimos a la refri que pegaba brincos, y pensé, “eso es El Diablo”. Dijo Moncha, “¡Santo Dios!, ¡Santo Fuerte!” Le contesto yo, “no seás nerviosa, vieja”, y sin pensalo dos veces, me le puse atrás a la refri y logré abríla. No me lo van a crer, ni qué güevos de avestruz, ni de chompipa, eran güevos de pingüinos, que con el frío pegaban brincos dentro de la refri como bailando reggaetón. Nos dio lástima y les pusimos una cobija encima y seguimos durmiendo. Pero, ¡qué desgracia!,

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al otro día, cuando levanté la cobija pa´ velos, ya se bían ido. Que hay pingüinos en Costa Rica, los hay, pero andan en las montañas más frías que existen en el país, bien sombreaos, pero de que los hay, los hay. ¡Qué lo diga Emeterio…!

Emeterio camionero

Qué bonito, como le contaba yo a Romilio, un día de estos que me lo encontré ahi en la pulpería de Juan Gata. Estaba comprando el diariecito… Qué lindo, caramba. Cuando uno llega con la platica de los jornales que se ha ganao con el sudor de la frente, a comprar el diariecito. El arrocito, los frijolitos, el azúcar, todo lo que se necesita pa´ el hogar. Y estábamos hablando de la vida, los tiempos que uno ha pasao. El tiempo de antes, los temporales que habían antes. Bueno, las tragedias con los caminos de tierra y barro, y que andaba uno con yunta e´ bueyes y tooo eso. Y ya le contaba yo que gracias a Dios a too le he hecho en la vida. Yo a tooo, porque tooo trabajo es honra. Mire, así decía mi tata, tooo lo que sea trabajo es honra. Gracias a Dios que uno tiene trabajo. Uno tiene que dar gracias porque si tiene trabajo está alentao, con toa la pata. Y sentirse chirote y todas las mañanas levantase uno optimista dando gracias al Ser Superior, verdá. Y ya le decía yo, vos te has superao, tenés tu casita, le decía yo a Romilio. Tenés tu señora. Yo conozco tu señora, tu familia. Qué cosa más linda tus chiquitos, muy inteligentes y muy educaos van a ser. Y ojalá que se preparen y estudien y tooo, y que lleguen a ser unos profesionales de veras. Para que no pasen tal vez la vida dura que pasó uno en el tiempo de antes. Volando machete, rompiendo sabana, andando en los cafetales y tooo eso. Aunque es muy lindo recordar too eso… Bueno, yo recuerdo cuando yo era camionero. A mí me tocó la parte dura de manejar un furgón. Porque naide se da cuenta lo duro que es ser chofer uno de un furgón de esos y andar uno por Centroamérica. A veces se sufre, a veces uno con hambre, a veces las carreteras malas y las presas… Y por eso hay camioneros que andan como estresaos, medio turulatos, y es el peligro. Pero yo en el tiempo de antes, gracias a Dios no había mucho carro. Por caso a mí me tocó que manejar furgón desde Nicaragua hasta Panamá jalando maquinaria y todo eso. Y recuerdo que eran escasos los carros. Recuerdo una vez, qué cosa más linda, verdá. Más dura jue esta que me pasó. Iba yo subiendo por el Cerro de la Muerte, oiga, cuando el Cerro de

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la Muerte era tan frío, tan frío, que compraba uno un copo y entre más rato, más grande el copo. Iba yo subiendo pa´ rriba el Cerro de la Muerte y no se me va estallando una llanta. Oiga si estaba frío que me bajé a cambiar la llanta y me puse a orinar y el chorro de orines se congeló. Vieras qué tragedias, caramba, no podía yo caminar pa´lante porque me quedaba clavao en el chorro. Digo yo, ¿qué hago aquí? ¡qué tragedia! Y me pongo a pensar, a ver que hacía, porque usté sabe a la una de la mañana ahi no pasaba naa, y ese frío, caramba. Gracias a Dios en eso veo, en una ronda, un sapo. Un sapo cuando usté lo güevea con un garrote, el sapo empieza a abombase, abombase, abombase, se pone así, como rosao, y hecha una lechilla. Es el veneno, la lechilla. Y me pensé este condenillo sapo con suerte me sirve de gata. Si yo lo pongo debajo del furgón y lo toreo con un garrote, diay, onde se infla a la larga levanta el furgón. Dicho y hecho, me pensé. Cuando lo volví a ver, le dije, nada le va a pasar a usté, por sapo. Pues me voy, agarro el sapo del pelo, je, je, je, je, je, ayayay. Es que en ese tiempo los sapos tenían pelo… Ahora no tanto. Seguro se rasuran. Agarro el sapo del pelo y me lo traigo, lo meto debajo del furgón y comienzo a garrotialo, y comienza el sapo a abombase y abombase, y el furgón a levantase, a levantase, a levantase… Oiga, así cambié la piña de llantas. Lo triste jue pa´ bajalo otra vez… No le encontraba la válvula al sapo, ¡viera qué torta! jajajajajaja.

Emeterio y El Mico Malo

Qué lindo, verdá, uno ve ahora la teinología, como ha cambiao too, verdá. Bueno, gracias a Dios, a mí me dio vida pa´ ver muchas cosas que muchos murieron y no conocieron. Como decir hasta la luz eléitrica, los radios, los televisores, las computadoras, los aviones, los carros… Mucha gente murió y no conoció naa de´so. Y yo gracias a Dios pues he pasao muchas épocas. Yo recuerdo desde el tiempo de antes, que no había corriente eléitrica. Eran los caminos de barro y la ventaja, como siempre lo he dicho yo, era vivir a la par de un cementerio pa´ alumbrase uno a pura luz de muerto. Era la única ventaja. No había que pagar corriente y recuerdo que en ese tiempo se hacía una novia uno. Por caso un domingo, después de la salida de misa, se hacía una novia, y entonces la muchachita de una vez le decía a uno, “hable con mi tata”. Porque había que hablar con el tata y con la mama.

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Porque Dios libre lo vieran a uno copao y uno no les dijera antes a los suegros. Y eso era lo duro pa´ uno, lo que llamaban pedir la mano. Entonces uno llegaba ya de veras con miedo a hablar con el tata. Porque había que pedir la visita y en ese tiempo no era como ahora, que usté marca a toaas horas del día. En la noche. Lunes, martes, miércoles, jueves… Cualquier día es pa´ marcar ahora. En ese tiempo era los domingos. Y cuando llegaba uno asustaditico a pedir la mano es porque a uno le decían “bueno, primero hable con mi tata”. Pegaba unos ronquidos el viejo, aentro. Uno con unos nervios que le agarraban de hablar con el tata y ya le dice, “voy a decile que usté quiere hablar con él”. Y, oiga, se quedaba uno en la sala hasta que le temblaban las canillas a uno. Y venía el viejo too serio, el suegro, verdá, y pegaba un tosido y se dejaba venir. “¿Qué es la cosa?,” le decía a uno. Y uno too asustao. “No, es que yo conocí a su hija hace poquito y yo tengo interés en su casa, como decían, y vengo aquí, con too respeto, a pedir la visita…”. Y ya el viejo tooo serio decía, “bueno, hagamos una cosa…”. Tal vez cuando le iba a uno bien, decía, “venga los domingos de cuatro de la tarde a siete de la noche. Eso sí, a esa hora se me va porque a esa hora hay que rezar el rosario”. Y ya de veras comenzaba uno a marcar. A veces se le metían el suegro y la suegra en medio. No como ahora que hay tanta oportunidá. Tocar uno la mano e´ una muchacha, eso era pa´ uno… Ver los tobillos de la muchacha. Porque cuando eso usaban vestidos largos. Ver los tobillos era un samuel eso, un samuelazo. Y comenzaba uno a hablar de sustos, de espantos y a veces comenzaba a hablar del viejo el´monte, e´ la Segua, del Padre sin Cabeza, de la Carreta sin Bueyes. Porque antes existieron esos espantos. El Mico Malo que era el mismitico Diablo, verdá. De la Tule Vieja, del Cadejos, que andaba siempre con cadenas. Pero pasó por San José, lo agarraron los chapulines, lo asaltaron y nunca volvió a asustar. Entonce´ uno comenzaba a hablar de toooo eso… Eso eran leyendas. Y una vez me decía a mi Lico Anchía que eso era cierto. Yo le decía que no juera mentiroso, que eso eran leyendas. Dice, pa´que vea que existieron los espantos yo le voy a contar el matrimonio que yo tuve. Era un espanto, porque el día que yo me casé, nos casó el Padre sin Cabeza, me casé con La Llorona, que a propósito La Llorona tuvo una pérdida que jue el carajillo que tiró al río. La Llorona era hija de la Tule Vieja. Pa´ ponele sabor al matrimonio nos conseguimos al Dueño del Monte. Nos juimos a pasiar en la carreta sin bueyes, verdá. Nos

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acompañó el Cadejo. Lo triste jue la luna e´ miel… Le digo, ¿por qué, Lico?, y dice, no ve que me salió el Mico Malo. ¡Viera qué susto por toos los diablos!

Emeterio gallero

¡Qué lindo aquello! ¡Ya se ha terminao todo! Antes no había ni entretensiones. Uno no se entretenía ni naaa de´so. Los pueblos eran muy bonitos. Se iba uno a bañar a las pozas, se iba uno a los potreros a comer guayabas, a andar por los ríos, a andar por la montañas, andar por los bananales y era lindo porque antes se oía el canto de las aves. Toooo el canto en la montaña. Los yigüirros, el pájaro nacional, las piapias, lo que usaba uno ollir cuando iba caminando, las creencias decían que las piapias eran maldecidas por la Virgen María, porque cuando iba la Virgen, ellas empezaron a sonar… Algo así, verdá, es la historia, que yo ni pueoo contar porque es una historia muy vieja. En ese tiempo, casi no había en qué entretenese uno. A mí, la afición, vea qué baboso que ahora digo yo, ve qué injusticia hacer eso, porque no me gusta, yo era gallero y como estaba “Pata E´ Queso”, que tenía gallos muy buenos, estaba Linde Rodríguez, que era gallero. Habíamos más de un gallero en el pueblo y se hacían apuestecillas y too eso. A mí me ganaba tooo el mundo, los gallillos míos eran así, yo siempre perdía. Y una vez me conseguí un gallo e´ Panamá, un gallo que para mí era karateca, y fijate que me dio a mí por usarlo como una tortuga. Hice un cruce de un gallo con una tortuga, y me salió un gallo con concha. Un gallo de pelea imagínese cómo. Entonces, yo llegaba y cuando ya lo entrené a peliar, cuando iba a empezar la pelea, descuidadamente le rociaba un poquito de gasolina al otro gallo, al contrario, y cuando empezaba la pelea le metía las espuelas al gallo mío, que era con concha, echaba chispas y le caían en las plumas, y entonces el otro gallo moría encendío.

Emeterio marinero

Ay, gracias a Dios uno está vivo porque Dios es muy grande. A mí me gustó mucho andar en el mar. Para mí, andar en el mar, en los puertos, es algo que me inspira. Contemplar el mar, las gaviotas, los pelícanos, los barcos, toaas esas cosas, verdá, las

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lanchas pesqueras… A mí me gustó mucho pescar y tooo eso. Recuerdo una vez que iba yo con una lanchilla hecha mía, con unas tablillas y todo eso. Seguro una lanchilla apenas porque uno estaba fuerciándola. Entonces yo comencé en la cuestión de la pesca y una vez no se me quebró la condenilla lancha. A mí se me quebró porque parece que pasó una condenada ballena y me le dio un jupazo y me la quebró, y yo caí al agua. Y comencé a nadar y nadar a ver donde salía. Y qué va, por más que nadé y nadé y nadé, no llegaba a naaa, y no llegó un condenao pez espada y me cortó una pierna. No me la cortó de viaje, por dicha. Yo estaba pensando que se me iba a caer la pierna, que estaba pegaaa de un pellejo apenas, pero gracias a Dios en ese momento venía el pez aguja, y me la cosió, y digo yo, ahora, ¿qué hago yo aquí? Me la envolví con el pez mantarraya. Vea que toos lo salvaban a uno, diay, la lanchilla estaba toa desclavaa en ese momento, pero apareció el pez martillo, entonces clavé la lancha, y aquí estoy vivito y coliando, como dice la gente…

Chanchos emplumaos

Qué lindo es trabajar en tooo con los animales. Andar uno en el ordeño; lo que es amansar una yegua, un caballo; cuidar gallinas y tooo eso. Y yo gracias a Dios en el campo, el olor a tierra mojaa, ver la mata e´ chayote criase, ver la milpa crecer… Sentame yo en el corredor de la casa, en el quicio. El quicio era como una gradita que le ponían en la puerta de la casa porque las casas eran antes como de altillo, y el quicio es abajo. Entonces las gallinas ponían debajo del piso. Cuando llovía, yo me sentaba a ver las vacas, a escuchar los yigüirros cantando, el canto de las aves y tooo aquello… La tierra mojaa. Y decía yo, qué lindo es trabajar. Y llegaba yo, recuerdo que llegaba el finao mi tata, con un saco e´ elotes, y mi mama siempre con aquel fogón de leña que eran cuatro tinamastes y una lata arriba, y comenzaba a azar elotes. Y hacía una merienda de elotes, hacía unas chorreadas y comenzábamos a comer chorreaditas con aguadulce o con tamal de elote, y la pasábamos bonito. Y apenas escampaba, a trabajar. Yo también, gracias a Dios, a mí me gustó mucho la cuestión de ser veterinario, aunque nunca pude sacar el titulo, tal vez por la pobreza. Porque le voy a contar, a mí la escuela me quedaba tan largo, tan largo, que cuando yo llegaba, ya estaban en vacaciones, verdá. Era duro

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en ese tiempo. Entonces yo no pude estudiar. Yo me dedicaba a capar chanchos. Una vez estaba yo capando un chancho y así que terminé de capar el chancho, agarré los güevos del chancho y los tiré en una ronda. En eso venía una chompipa culeca… Qué cosa más linda, me parece ver esa chompipa, y agarró los dos güevos y los echó como en una canasta. A mí que esa chompipa venía como de misa, me imaginaba yo, y echó los güevos en una canastica que traiba y se los llevó. Viera que yo no le di mucha importancia. Sí me dio un poco de risa de ver la chompipa con esos dos güevos que se llevó, pero viera que cosa más curiosa. Mire, uno cuenta esas cosas y naide le cre. A los cuatro meses me encuentro yo la chompipa con dos chanchitos emplumaditicos, de colores, viera qué chanchos más lindos, como un abanico cada chancho, unos chanchos de lujo. Yo era feliz con esos chanchos que tenía yo. Nada más que un 24 de diciembre, cuando vieron el puñal, pensaron que yo los iba a matar y salieron volando y nunca más los volví a ver. Así que si alguien ve unos chanchos de lujo, volando, unos chanchos tooos pintaos, son de Emeterio, que me llamen naa más y recibirán una recompensa…

Emeterio y el cable submarino En esta vida uno a veces… A mí nunca me ha gustao que me saquen por periódicos, que mi nombre lo digan por la radio, ni que me levanten una estuatuas como a muchos que les gusta tomase importancia y que los pongan en estuatuas. A mí me han queríoo, bueno, dame muchas cosas en los pueblos en honor a Emeterio. Me han dao la llave, como diciendo tome la llave pa que dentre. Bueno, entonces por caso la Isla e´ Chira. La Isla e´ Chira ahi me transan bueno, que cuando hablan Emeterio, ahi Emeterio es doña toa, porque gracias a los conocimientos de yo esa gente tiene luz eléitrica. Porque cuando estaban por hacer la luz eléitrica decían los del ICE, pero, ¿cómo hacemos pa pasar el cable por too el mar, los cables del teléfono y too eso? Entonces, me llamaron a yo, como, diay, gracias a Dios uno tiene conocimientos y too eso, verdá. Y ya nos reunimos, recuerdo que jue una reunión muy linda, porque había música. Las señoras del pueblo hicieron una tamalada, había picadillo e´ arracache. Ya comenzaron a hablar que tenían un problema porque la gente de la Isla de Chira es muy trabajaoora y entonces

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esa gente necesitaba tener luz eléctrica y teléfono, pero que no había manera de cómo pasar el cable. Porque el cable tenía que ir por el fondo del mar. Esa era la cosa. Entonces, les digo yo, diay, si quieren contratamos cesos y me dicen, “pero, ¿cómo?”, y les digo, déjenme a mí. Y me contestan, “pero, Emeterio, sea tan baboso, ¿cómo va a hacer usté?”, y les digo, “si me dan a mí el contrato, yo lo hago”. Entonces dijeron, “a más no haber, démoselo a Emeterio”. Y de veras, ya llegué yo, y me amarré la carrucha e´ alambre, me la amarré en un tobillo, y como yo era tan buen nadador, me tiré de consumía. Iba nadando y desenrollando la carrucha por debajo del mar, y cuando ya yo me había cansao, me agarraba de la cola de un tiburón y ahi lo iba dirigiendo. Para que doblara a la derecha, le daba un manazo por la quijada al tiburón por el lao derecho, y para que doblara a la izquierda, le daba un manazo por la quijada al tiburón por el lao izquierdo. Y gracias a Dios y a Emeterio, la isla de Chira cuenta ahora con luz eléitrica, con teléfono. Ya los chiquitos tienen computadora. Se han preparao bien y me han querío levantar una estuatua en honor a Emeterio. Y yo les he dicho que no. Lo que la mano derecha hace, que la izquierda no se dé cuenta. A mí nunca me ha gustao tomame importancia.

El foco e´Emeterio Ay, yo a veces me ponía a hablar… Un día de estos que me encontré a Toño Anchía y estábamos ahi, y comenzamos a jugar tablero. A mí me ha gustao siempre jugar tablero, jueguitos así, sanos, que le limpian a uno la mente. Porque hay juegos muy bonitos. Ya comenzamos a jugar y comenzamos a hablar de las cosas que ha vivío uno, del tiempo que ha pasao y las que ha pasao uno, que gracias a Dios está vivo y tiene que contale a la juventú y yo les decía que ya, ahora, todo es comercial. Antes ocupaba uno un cuchillo 28 pa´ volar machete y era un cuchillo que tenía la marca corneta. Y esos cuchillos duraban, le daba uno a la piedra y no se amellaban. Ahora usté agarra un cuchillo de esos, le da a una piedra y se parte en dos el condenao. Es pura chatarra esa carambaa… Los radios de antes, los radios eran famosos. Eran como de madera y, oiga, ahora los radiecitos en plastiquito y too, esas cosas así, ya comerciales, qué va, no sirven de naaa. Los relojes comerciales. Ya escasean cositas así como las de antes que no se jodían así no más. Oiga, un

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foco… Mi abuelo me regaló un foco a mí que no seas ingrato. Ese foco yo lo quería porque era una reliquia, mi hermano. Ese foco era de tres baterías, pero ese foco alumbraba que ayúdeme a decir, con eso le digo que yo me iba a camaronear y era un foco tan fuerte que onde encandilaba, el camarón salía, el camarón tostao ya, de una vez, verdá, y el agua lo levantaba y naaa más le echaba sal, y venga pa´ca. Salía el camarón tostao de la potencia del foco. Una vez estaba Rosendo, ese viejo me caía mal, era muy vago y vivía como a tres kilómetros de la casa mía, y el viejo comenzaba de vago a leer el periódico. Entonces, yo por ver al viejo digo voy a darle una broma a este viejo que me cae mal a mí y lo encandilé con el foco y vea qué foco más fuerte: se le encendió el periódico. Oiga, y es que uno habla de esas cosas, de esos focos que habían y ya too se terminó, ya too es comercial…

Aeropuerto Emeterio Viales ¡Ah, cosa más linda, verdá! Gracias a Dios, uno… Dios le dio una enteligencia a uno. Yo no estoy en la NASA ayudándole a Chang Díaz aunque él me ha pedío que lo asesore en muchas cosas, y yo lo he asesorao diciéndole como llegar al espacio, cómo llegar a la luna, los ejercicios que hay que hacer. Porque gracias a Dios uno a tooo le ha hecho. Y yo le contaba a Chang Díaz, estaba chiquitillo Chang Díaz todavía y yo vi que el hombre era un cerebro, yo digo, este muchachito va a ser un cerebro, y no me equivoqué, jamás ni nunca, porque uno gracias Dios tiene conocimiento. Estaba Chang tomándose una aguadulcita con un tamal pa´ un 24 de diciembre y le decía yo, chiquito estudie, prepárese. El chiquito que estudia y se prepara, con el tiempo llega a ser una gran persona. Y gracias a Dios, ¡cómo es Chang Díaz ahora, carajo!, que a nivel mundial es un gran astronouta, que por cierto yo le decía, ¡qué lindo hacer un libre comercio pero con la luna y hacer intercambios! Por caso una lechería en la luna, imagínese usté, qué lindo verdá, ordeñando vacas en la luna, imagínese usté, que una condenaaa vaca haga una gracia y le caiga en la cabeza a uno en la Tierra, o poner una soda, poner negocios en la luna o que salga petrolio y tirar pa´bajo… Sería la única forma que la gasolina baje. Entonces, yo le hablaba a Chang Díaz esas cosas y yo le contaba que una vez íbamos pa´ Limón, salíamos de La Sabana, yo iba de pasajero y yo no

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sé por qué el chofer del avión ese día iba como nervioso y de pronto yo lo vi que se puso pálido, pálido, pasando por el Zurquí. Yo lo vi que se puso pálido, era de noche, aquella oscurana de los carajos y no fue cuento que el hombre se desmayó… Se desmayó porque se le jueron las luces al avión y quedamos en la pura interperie. Y digo yo, ¿ahora qué hago?, y yo me acordé de un foco que tenía yo y nada de foco. Entonces llamo a Limón y en Limón se había ido la corriente. Y llegué yo, llegamos cerca del aeropuerto, pues, de Limón; comencé yo a dar vueltas y a llamar a todos los santos y le digo a la gente, voy a agarrar el avión. Yo agarré el avión y comencé. Yo tenía un libro que me bían regalao a mí. Me lo bía regalao Muñeco, que fue uno de los aviaores que habían en Costa Rica. Arrecordé el librillo, y apretaba un botón y ya vía que el avión se elevaba, y apretaba otro botón y daba vuelta. Pero, diay, yo no vía el aeropuerto de Limón. Entonces, acaté a llamar a la torre de control. Y le digo al carajo que me salió ahi, mire, por favor dígale a toos los negritos que se pongan en media pista y que se rían, y claro, me hicieron caso, y se pusieron en media pista y se rieron y viéndoles las macanas y las pepas pelaas, pudimos aterrizar de emergencia. Y gracias a Dios saniticos toos. Viera, en otra parte me querían hacer un homenaje por eso, a Emeterio, pero yo nunca quise. El aeropuerto de Limón se iba a llamar Aeropuerto Emeterio Viales, y yo nunca quise que le pusieran ese nombre. Es mejor andar así por la vida, sin rajar y sin que le reconozcan a uno too lo importante que ha hecho uno, verdá.

El peje e´Emeterio Cómo se encariña uno con los animales o con las mascotas, sobre too cuando uno tiene un animalito fuera de serie, como lo que les voy a contar. Bajaba yo pa´ bajo, por el río Tres Amigos, ahi por el lao e´ Pital de San Carlos, con mi caña e´ pescar, pues ese día sentía deseos de comeme un buen guapote, un buen sábalo, que en ese río abundaban en esos tiempos, cuando e´pronto veo un pececillo, como que estaba golpeando… Pues voy viendo que ´ebajo e´ una pestaña tenía como un golpecito en el ojito, sentí mucha lástima por él y yo, que llevaba una bolsa de plástico, la llené de agua y lo metí adentro y me lo traje pa´ la casa, pa´ curalo. Fue poco lo que tuve que hacele y el pececillo ya estaba sano. Pero quise hacer un experimento. A ratos lo tenía

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en agua y a ratos lo sacaba al aire, hasta que lo acostumbré a andar en la tierra, con un mecatico… Esa era la admiración e´ tooo el mundo. No fue cuento que hasta hizo amistad con las gallinas y, como si fuera poco, le puso los cachos al gallo, pues las gallinas se enamoraron de´l. Y ponían güevos de gran calidá, pues eran pipapez. Yo era feliz con él, pero como a too se le llega el día: una vez que lo traje a Ciudad Quesada, amarrao con el mecatico, pasa por una alcantarilla, bajo un gran aguacero, el mecate reventó y el pececillo se me fue al agua y, ¿saben qué?, murió ahogao. Esta historia no iba a contarla porque me da mucho deseo e´llorar, ni contala aquí, pa´ustedes, ni siquiera eso, porque me da mucha tristeza. Que descanse en pez mi animalito ese…

El sembradío e´ alka seltzer ¡Qué bonita, verdá, está Costa Rica!, como digo yoTenemos una tierra previlegiada, bendita por Dios. En esta tierra no se da sólo lo que no se siembra. Pero aquí se ha sembrao e´ todo. Mire, aquí es bueno el arroz, los frijoles, el maiz… Ma-íz yo no sé, porque lo que sembramos aquí es maiz. En hortalizas, lo mejor, la lechuga, el rábano, bueno… ¿Qué no es bueno aquí, verdá? El cacao nació aquí, por cierto. Aquí, en Costa Rica, se le ocurrió a Tatica Dios hacer el cacao. Tooo se siembra en este país. Tatica Dios fue un arrecho aquí. Es una tierra que de frutas, ni hablar. Aguacates, mangos, naranjas, papayas, melón… Todo se pega. Hasta un experimento. Yo tenía una finca en San Carlos y, ¿sabe qué me dio por sembrar en San Carlos? Yo tenía un terreno muy bueno y me dio por sembrar alka seltzer. Y too mundo se burló de yo y me decían, sea usté tan jetón, Emeterio, y oiga, se pegó una alka seltzar que nunca se había visto aquello. Era como ver las vainicas de frijoles. Digo yo, me voy a´ser millonario yo, con la cosecha e´ alka seltzer, qué buenísimo. Y hasta que sonaban a´entro ya, las alka seltzer. Pero había que hacerlas aporreaaas, como aporriar los frijoles. Y yo digo, la que se va partiendo, la vendo e´ segunda o la regalo. Y de veras, arranqué todas las alka seltzer, y las amontoné, y naaa más esperando que hiciera un buen sol pa´que se tostara bien pa´sacala. Y la tenía yo, y vea lo que es uno e´salao, no se va viniendo un temporal de aquellos que se vienen en San Carlos, unos aguaceros d´esos que Dios manda y, oiga, se hizo un espumarajo aquello, que hasta

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el volcán Arenal quedó tapao. El ganao se estaba ´ogando, yo tuve que agarrar vacas y hacerles respiración artificial... Casi nos morimos y todo… Viera qué hombre más salao, yay, hasta ahí, nunca más volví a sembrar alka seltzer, se salvaron las farmacias, jajajay.

El palo sembrao al revés Hablando de terrenos buenos, ¡qué lindo que es sembrar! De veras. Ver la finca uno y llegar uno a contemplar los ríos, ver uno tooo, contemplar la lluvia, los veranitos también… El veranillo e´ San Juan que es casi pal´tiempo de San Juan y too eso, y ver la naturaleza, los potreros, escuchar el gallo cantar en la madrugada, las gallinas felices cuando se levantan y otras cacariando porque ya pusieron. El campo es muy lindo. A mí me ha gustao mucho la vida en el campo. Ver ordeñando las vaquitas o las cabras porque la leche e´ cabra es un gran alimento y too eso, verdá. Y ver la gente que va con su machete pa´su trabajo, contenta, tal vez embarrialaaa la gente, sucios, pero felices. Llegan, se echan una bañadita y toman café con aquella alegría, tal vez con una arepa o unas panochas e´ queso. Pero ha sabío que se ha ganao el pan con el sudor de la frente. Digo yo, qué belleza es el campo, qué lindo es trabajar en el campo. Por caso, yo tenía un terrenito muy bueno. Ese terreno era muy bueno pa´ too. Una vez, en Panamá, me regalaron una semilla e´ aguacate. Me dicen, Emeterio, este aguacate es pura mantequilla, y me traje la semilla yo y, de veras, viera qué aguacate más bueno. Entonces, yo tenía un terreno muy bueno y sembré la semilla de aguacate y al tiempo voy a ver, y no había nacío, y digo, qué cosa más rara en este terreno que no nazca una semilla e´ aguacate, eso es algo raro. Y me pensé, a la larga como es panameño le agarró mal de patria y no quiso nacer. Y viera qué curioso, puramente dieciséis años después, estaba haciendo yo huecos ahi, tenía que hacer un hueco pa´ un excusaoo, y comienzo a ver raiz y raiz y más raiz, digo, que será esto tan raro, y veo un tronco así, como una tuca, pa´bajo, y voy viendo al rato, veo ramas y comienzo a ver, mire, no le miento, unos aguacatones que eran como papayas, y le digo yo a Benilda, la mujer que vive arrejuntaaa con yo, que en ese tiempo vivía yo en unión libre con ella, traete un canasto pa´char estos aguacates, no ve qué cosa más linda, yo pensé

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que no había nacío la semilla, y, ¿saben qué?, era que había sembrao la semilla al revés y el palo bía nacío pentro, pero viera qué cosecha e´ aguacates pegué yo, pero pentro, como pa´ que comieran las lombrices, jajajaja.

La tortuga más grande de la historia Ay, uno le cuenta a los chiquillos… Una vez me llamaron de una escuela pa´ que le contara a los chiquitos como yo soy, uno viejo y too eso, cómo eran los tiempos de antes. Yo comencé a hablale a los chiquitos y a dales un consejo, que estudiaran, que se prepararan y que le pusieran mucho amor de veras y ojalá apréndasen canciones bonitas, canciones costarricenses y ojalá el Himno Nacional… Que endespués no pasen una vergüenza que llega tal vez un presidente de otro país y los ponen a cantar el himno y no se lo saben. Entonces, yo comencé a aconsejar a los güilas y les contaba a ellos las tragedias que pasé yo cuando estaba chiquillo, pero gracias a Dios ya uno… Dios lo ha bendecío, verdá, y yo les contaba que aquí para mí que en el tiempo de antes hasta dinosaurios había. Pero lo que si me encontré yo, una vez que iba yo, recuerdo, por el río Barranca, bajando pa´bajo, cuando veo una cosa que se salía como un cerro, y ya vi que se movía, era como ver las pirámides de Egipto, pero más pequeñas. Sería yo muy jetón decir que eran como las pirámides. Entonces, me voy acercando yo, cuando vi que tenía movimiento esa carajada. ¿Saben qué era? Una tortuga gigante. ¡Vieran qué tortuga! No me lo van a creer, pero esa tortuga no podía ni caminar. Oiga, la matamos. Esa tortuga la hicimos en tamales pa´too el pueblo, too el mundo hizo tamales de tortuga… Todo el pueblo comió carne de tortuga y, oiga, en la concha, la agarramos pa´lancha pesquera en la noche, y en el día e´ salón comunal, en el pueblo. Viera que uno cuenta esas cosas a los güilas y esos chiquillos no le creiban a uno, pero de veras qué cosa más rara, ya no se ven esos animales tan gigantes como en el tiempo diantes.

El caballo rezador Le contaba yo a la gente de los animales, que los animales tienen mucho entendimiento con yo y too eso. A mí me ´biera gustao…

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Yo tuve una lora que era casi profesora porque esa lora era casi bilingüe. Sabía varios idiomas y too, y a veces, cuando los chiquillos querían estudiar, yo le decía a la lora, “enséñelos”. Usté ponía los chiquillos a estudiar y la lora les explicaba inglés. Y de veras, yo tenía animales muy inteligentes… Tuve un caballo que era un caballo católico. ¡Viera qué caballo más enteligente! Y recuerdo que en el pueblo mío, usté sabe que pa´ llegar al pueblo mío, hay un río, y hay días que no entra carro, porque cuando eso no había puente, entonces la gente que llegaba ahi, tenía que pasar a caballo o en una panguilla, pero en ese tiempo, casi no vían ni pangas, verdá. Y una vez hicimos una misa en el pueblo y ya Belisario se fue a topar al padre, con el caballo católico, que era el mío, y llegó el padre con el jeep y le dice, vea, padre usté tiene que dejar el carrito aquí y tiene que montase en el caballo conmigo, y pasar el río… ¿A usté no le da miedo? Y le dice el padre, “no, al contrario, es una experiencia muy linda, yo nunca he andao a caballo”. Pues agárrese e´ la centura mía y pasamos por dentro del río, en el caballo. Y se montan en el caballillo católico, comienzan a pasar el río y comienza el agua a subile, y le llegaba el agua a la rodilla al padre, y comienza el agua a subile y le llegaba a la centura, y al momento le iba llegando el agua al pescuezo al padre. Comienza el padre a rezar, y le dice mi hermano, padrecito, por favor no rece… Le dice el padre, hijo mío, ¿por qué no quiere que rece?, y le dice, no ve que es que este caballo es muy católico y onde lo oye rezando, se hinca y si este caballo se sigue hincando, nos ´ogamos los dos…

El barco del viaje e´Emeterio No, si toa la vida, gracias a Dios, la enteligencia del hombre ha sido grande y con el poder de Dios, porque naaa se mueve sin el poder de Dios. Le hablan a uno del Titanic, del Poseidón, de barcos grandes. Para mí, eso era como cajas de fósforos a la par del barco en el que yo me monté una vez, que hicimos una gira porque después de trabajar en el campo, me hice de una platica. Yo me puse a pensar, quiero ir a conocer Europa, y valía la pena. Yo jui a conocer Italia y too eso, porque yo quería llegar y yo era invitao por el Papa. En ese tiempo, quería que almorzara con él y entonces yo quería conocer Italia y, diay, en ese tiempo de veras era exagerao el viaje, pero yo me monté en un barco tan grande, imagínese si era grande, que tenía

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terrenos baldíos. Ya es lo último en barcos, y era tan grande que habían distintos climas en el mismo barco, habían distintos paisajes. Había partes tal vez de un laoo a otro, había un laoo en invierno y otro lao en verano. ¡Viera qué cosa más linda! Uno habla de esas cosas y naide le cre a uno…

Emeterio siembra la mejor cebolla Costa Rica es un país muy lindo, con pueblos muy bonitos. Usté llega a Pérez Zeledón, y aquello es una belleza… San Carlos también es una belleza, y Limón ni hablar. Y todo pueblo tiene sus tradiciones, su música, sus costumbres y too eso es muy bonito. Yo digo, Costa Rica es un país como previlegiao porque hay distintos climas… Es un país saludable, un país como de hacer amigos de verdá. Se conversa con los vecinos y, si sucede una cosa, too el mundo se da cuenta y medio chismocitos somos en Costa Rica, pero eso es parte del folclor, de lo que vivimos porque hay países en que no hay humanidá, casi se ve alguien muerto y ni lo juntan ni naa de´so, pior que un perro. En cambio aquí no existe eso, la humanidá y toa esa cosa existe. A alguno le pasa alguna cosita en su familia y la gente coopera. Claro, toa la vecindá se da cuenta, eso sí. Pero este país es muy bonito. Yo vivía en Santa Ana. Me gustó mucho Santa Ana. Es uno de los lugares lindos de Costa Rica y naide me lo va a crer. No hay un lugar mejor que Santa Ana pa´la cebolla. Fijate que yo sembré una mata e´ cebolla en Santa Ana y el día que arranqué la mata e´ cebolla, diay, la arranqué con una yunta e´ bueyes, verdá, de tan grande que era esa cebolla. Y quedó un hueco tan grande, tan redondo, tan lindo, que naa más le pusimos azulejo y entonces hicimos una pila finísima en el patio e´ la casa pa´ que se bañaran toos los chiquillos.. ¡Viera qué cosa más linda! Ja,ja,ja. ¡Qué lindo que es Santa Ana!

El tortón de la iglesia Ya uno ve muchas cosas. A mí me ha gustao siempre, porque qué lindo es el deporte, verdá, pero cuando no hay violencia. El deporte hay que velo por el lao e´ la alegría, de disfrutar del ejercicio, de ser uno deportista, pero no fanático, veá. Mucha gente que llega a los estadios y se hacen pleitos, hasta han

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matao gente. Eso no. La violencia es muy triste. Antes, cuando jugábamos, que jugaba el tal Pata e´ Queso, que jugaba Uña e´ Gata, y esos grandes jugadores que jugábamos en el tiempo e´ antes... Bueno, cuando jugaba yo con el Deportivo Pellejo e´ Burro, que fue uno de los equipos que yo carculo que si hubiera estao ahora Pellejo e´ Burro, el Real Madrí sale goliado con ese equipo. Porque ahí jugábamos de verdá, víamos jugadores que le poníamos de veras energía… Unos partidos que hacíamos nojotros en lugares calientes o fríos y no necesitábamos tanta payasada como ahora, que tiene que llevase a los jugadores pa´un hotel, que tienen que concentrase, que las comidas, que esto, que el otro. Nojotros no, nojotros nos apretábamos de olla e´ carne, de frito e´ chancho y toas esas cosas. Y nos íbamos a jugar y hacíamos cosas antes de un partido, picábamos leña, picábamos dos carretaas de leña y se iba uno a pata a jugar un partido. Y, oiga, yo jui uno de los jugadores de los que patiaban duro. Recuerdo una vez que estábamos jugando por el lao e´ Puriscal y me tocó a mí que castigar un tiro libre. Oiga si lo mandé duro el riendazo que pegó en la iglesia y la iglesia hizo sonar el campanario, se llenó la iglesia de viejitas creyendo que había misa e´ once y cuando llegó el padre a dar la misa dice, qué raro, veo que esta iglesia está como que se esfondó pa´entro. Vea qué jugadores víamos en el tiempo e´ antes, sin necesidá de concentramiento, sin necesidá de tanta carajaa como hay ´ora, verdá.

Toño Manguera Volviendo al cuento del futbol, uno tiene que volvese matrero, como le decía yo a los entrenadores en Costa Rica. Muchos entrenadores que ha habío y que yo los ayudé. Una vez, que me llamó el rey Juan Carlos, de España, pa´que asesora yo al Real Madrí, pa´que lo asesorara, verdá. Yo hablaba del futbol de antes, entonces yo le decía que el concentramiento y too eso, y uno tiene que volvese a la malicia del jugador, no es porque sea uno muy rápido, bueno, too eso ayuda, pero es la malicia de los jugadores de ver, sobre todo, un portero… Vea, cuando Toño Manguera atajaba, ese portero le adivinaba a usté con la pierna que iba a tirale el tiro y por onde le iba a llegar a él. Oiga si ese portero era bueno que lo entrenaban y le tiraban piedras con flechas, le tiraban de too y al hombre no lo pasaba naide porque

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el hombre tenía un ojo que él sabía con la pierna que iba a tirar y a qué lao iba la bola. Y una vez, yo digo, alguna vez yo tengo que metele un gol a Toño Manguera, yo tengo que metele un gol de tiro libre. Y una vez, arrecuerdo que estábamos jugando contra Terrón Colorao, otro partido que se disputaba en un campeonato, y ese partido iba cero a cero, y jugamos quince minutos de más porque si no teníamos que inos a penales y a penales perdíamos nojotros porque nojotros sabíamos el portero que era Toño Manguera. Y fíjese que como a los diez minutos hubo un penal a favor de nojotros, pero diay, yo sabía que Toño Manguera me atajaba el penal, pero uno es jugao. Digo yo, aquí voy a hacer una cosa… Coloqué la bola y me concentré. Eso sí, me eché como cuatro metros atrás, y me impulsé, me vine con una velocidá y me hice un clavao, y castigué el penal de cabeza. Así metí el gol. Toño Manguera sabía adivinar pa´onde iba la bola si yo le daba con una pata, pero con la jupa lo jodí. Eso sí jue un jugador de futbol, eso sí es un jugador que manda candanga como dicen, de verdá.

Los güeyes de Emeterio, Los Isopos Ay, yayayay, a veces uno ve que la misma gente ha perdío la energía. Muchos dicen que a veces es tal vez por tanta carambada que han mandao a la luna y los efectos de la capa e´ ozono, y que las frutas y las verduras ya con tanto químico y con tanta cosa, ya no es igual al tiempo e´ antes. Pero recuerdo que en el tiempo de antes había mucha energía, mucha fortaleza en las personas, en el trabajo. Yo arrecuerdo que se iba uno a coger café, pasaba cantando feliz de la vida, cantando canciones y como con aquella energía venía uno y madrugaba a trabajar, a volar pala de veras contento, alegre, y se acostaba uno de veras cansadillo y dormía uno con toa la patota. Y tenía personas que tenían mucha juerza, trabajaban de sol a sol. Yo tenía unos güeyecillos, les decía Los Isopos porque eran flaquitillos, pero esos bueyes yo carculo que si el mundo tuviera timón, lo hubieran remolcao… ¡Viera qué bueyes eran esos! Esos bueyes iba yo una vez por aquí, por el lao de Quebraa Azul, y ahi hay mucha caña y había una carreta que se ´bía ido entre una zanja cargaa e´ caña y habían como cinco yuntas e´ bueyes sacándola y ninguna la movía. Y les digo, vea señores, disculpen, pero yo sé que esos bueyes, a pesar de que son bueyes gigantes y grandes,

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no tienen nada e´ juerza. Si quieren suelten las cinco yuntas y yo les pego estos bueyecillos míos. Mire, se burlaron de yo, dijeron, este viejo está loco, y, oiga, comenzaron a burlase, pero tanto insistí yo que de veras me dieron la oportunidá, y muertos de risa, y comienzo a sacar la carreta… No me lo van a crer, saqué la carreta y jalé un buen rato a esos bueyes y a tooos, los de las cinco yuntas. Hasta que me costó un montón de rato parar a Los Isopos que llevaban a rastra a tooos los animales y las carretas. A mí se me pone que esos bueyes oyeron las risas y entendieron que estaban riéndose de´llos. Qué güeyes más macizos eran los míos.

Miel de chiverre A veces me pongo a pensar y es que es lindo recordar las que ha pasao uno. Yo en la noche a veces me acuerdo y digo, qué lindos esos tiempos pero qué duros, también. En el tiempo de antes, yo me pongo a ver las facilidades de ́ ora, y antes naa e´ naa de´so. Yo me pongo a ver en la feria del agricultor, cuando llegan los camiones que vienen tal vez de Sonafluca de San Carlos, con la yuca, la papaya, a vender cosas. El tiquizque y toas esas cosas, viene la gente e´ Pital a vender las piñas y e´ todos los lugares. Vienen de Pérez Zeledón, tren too eso, se vienen el mesmo día y el mesmo día llegan a la casa, ya con la platica realizaa en las ferias de agricultores, y antes eso no. Antes sí era duro e´ verdá. Nojotros, que éramos del lao e´ Zarcero, teníamos que ir hasta Puntarenas con yuntas de güeyes, durábamos hasta doce días pa´llegar. Entonces, recuerdo una vez, por esos caminos e´ barro, pobrecitos esos güeyes, entonces a los bueyes había que ilos descansando y desenyugando, y dejar que comieran en una ronda, que tomaran agua. Una vez, iba yo con una yunta e´ bueyes. Yo iba e´ primero. Siempre era yo el primero. Yo tenía una yunta e´ güeyes muy buenos y recuerdo que una vez íbamos subiendo la cuesta e´ Barranca y vía un temporal de esos que Dios manda, verdá, y yo llevaba a vender chiverre y dulce… En eso se me jodió un buey y, entonces, yo tenía mucha juerza y me enyugué yo mesmo. Puse la yugueta en el pescuezo y comencé a jalar, y así jalamos la carreta, pero, yay, como el otro buey se me estaba muriendo, entonces me pensé yo, diay, no, yo tengo que ir a buscar auxilio, a topar los otros boyeros. Entonces, por aquello, de baboso prendí una candela y la dejé

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en la carreta, prendida, donde tenía el dulce y donde tenía los chiverres. Y me voy a topar los otros boyeros pa contales a los carajos que, diay, los bueyes se me habían jodío, que yo no quería que se me murieran, que esto y que lo otro, y entonces ya se vinieron a ayudame a mí. Y cuando veníamos subiendo pa´rriba, dice un carajo, qué olor a miel aquí, y digo yo, mirá, sí es cierto, qué olor aquí, ¿hay trapiche o qué es la cosa?, y me dicen, no, aquí no hay trapiche. A deshoras de la madrugada, en ese temporal, llegamos aonde dejé la carreta… Claro, no ve que yo había prendío la candela en la carreta onde llevaba el dulce y el chiverre, y no ve que se ha hecho una miel de chiverre… Bueno, últimadamente, me puse a vender miel de chiverre. Hice más plata, todavía, pero, achará, acharita la carreta que me bía hecho Juaquín Chaverri en Sarchí...

La historia de un hombre sin suerte Vos sabés una cosa, yo, contándole ayer a Remigio, hablando de too un poco, porque se casó Elías, el hermano de´l, y ya me contó que le ha ido muy bien, que tiene una finquita y que hizo una casita y que le dieron una parcela… Y ya le pregunté yo por Inés, la hermana, y dice que también se casó. Estábamos hablando de esas cosas y ya me preguntó por mi hermano y le digo, diay, mi hermano se dejó con la mujer. Y le digo, pero es que mi hermano es muy delicao, mi hermano no aguanta naa. Nojotros vivimos en Zarcero y él se casó con una mujer que tenía plata, y tiene una finquita en Palmira de Zarcero. Pero a mi hermano le cantaba la gallina, como ella era la dueña de la finquita, ella era la que mandaba, y usté recuerda esos temporales que se hacían en Zarcero en el tiempo e´ antes, que eran con viento. Un ventolero que aparecían latas de zinc, ramas en la calle y no podía ni andar uno porque el viento le levantaba el sombrero y andaba uno agachaditico. Y hasta que le sonaban los dientes como si estuviera uno escribiendo a máquina con la jeta, y era tembladera por el frío que le daba a uno en Zarcero. Y una vez amaneció ese temporal de los carajos y mi hermano estaba enfermo, bía pasado con la quiebrahuesos y no vía podido dormir, y se levanta la vieja de´l, no voy a decir el nombre porque diay… Le dice la vieja, “diay, sinvergüenza, ¿no vas a ir a trabajar hoy?”, y le dice, “no, mi amor, ¿cómo voy a ir a trabajar si no pude dormir en toda la noche? Estoy con la quiebragüesos y tengo

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una fiebre…” Y le dice, “naa: o va a trabajar o se me va e´ la casa…” Vea usté, diay, cómo a mi hermano le cantaba la gallina, y desgraciadamente ella era la dueña de la finquita que tenían en Palmira. ¿Qué tuvo que hacer mi hermano? Levántase y le dice mi hermano, “bueno, por lo menos hágame café pa´ ime”, y le dice, “¿qué? ¿está loco?”, le dice la vieja, ¡qué vieja más sinvergüenza! ¡Qué me voy a levantar yo con este frío que está haciendo aquí! ¡Noooo! No, vaya, pica leña usté y hace café. Mire, se va mi hermano de jaibo, el pobrecito, a picar leña, pero en lugar de agarrar el palo a lo largo por más rápido, lo que hizo fue hacelo quebrao. Onde lo quebró, se le vino una astilla y se le clavó entre la frente y, oiga, eran chorros de sangre los que botaba mi hermano. Y agarra por Zarcero como un loco y acató llegar onde el doitor y ya llegó onde el doitor Meléndez y le dice, “mire, doitor, que me estoy escurriendo, necesito que me atienda”. Y le dice el doitor, “un momento, yo hoy no abro, aquí está haciendo mucho frío y la verdá que hoy no voy a trabajar yo”, y mi hermano escurriéndose… En eso, dos chavalos buena gente lo van viendo y dicen, aaah no, este hombre se va a morir, hay que buscar un doitor, pero, diay, sólo ese doitor había y ya vían visto que no lo quería atender. Entonces, dicen, hagamos una cosa, llevémolo a la Laguna e´ Zarcero, onde Chizo. Chizo era un veterinario muy bueno que había ahí, diay, a más no haber llevémolo onde un veterinario. Y ya se lo llevaron a pata, como llevar un borrachillo, porque no había carro y el hombre echando sangre… Y ellos que iban llegando onde Chizo y no ve que venía un toro bravo y venía el toro bravo y los chavalos por salvase pa´ que no los agarrara, lo dejaron solo a mi hermano y llegó el toro y lo levantó a mi hermano y lo tiró en el patio onde Chizo, y vea qué hombre más salao, lo agarró un perro bravo, lo dejó casi too estuzao, y, oiga, onde vieron eso, lo agarraron entre todos y a esperar un carro pa´ llevalo a Grecia, pa´salvalo, por que tal vez era en el único lugar onde lo podían salvar. Y, de veras, venía el finao Nacho Castro, que era un camionero y que venía con un camión que era un camión que era sólo la plataforma. Era sólo de tabloniar, pero venía vacido, y le dicen, “vea, don Nacho, a este señor le ha pasao e´ too y se está muriendo, necesitamos llevalo a Grecia, porque se está escurriendo”. Y dice, “diay, yo lo llevo, pero aquí alante, en la cabina, no, porque me mancha de sangre tooo, échenlo en la plataforma y le ponen un mantiao”. Diay, los chavalos de veras lo pusieron en la plataforma y lo taparon con un mantiao y se lo lleva pa´Grecia, y ellos se montaron alante

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con Nacho. Cuando llegaron al hospital de Grecia, llamaron a Emergencias, mire, traemos un herío d´emergencia, que le ha pasao más de un chile el día di´hoy, y se viene escurriendo, y necesito que usté lo atienda, pero ya, porque el hombre si no viene muerto, le falta poquito. Y dice el doitor, “bueno, está bien, vaya tráigalo”, y se van en la camilla a traelo, y no lo vían dejao perdío. Lo vían dejao botao. Y se van a toparlo, lo ´bían dejao en Sarchí y ´bía pasao una moto y le vía quebrao una pierna. ¡Vea qué hombre más salao, too lo que le pasó! Y llegó, estuvo cuatro meses en el hospital y cuando llegó a la casa, estaba la mujer viviendo con otro carajo… Entonces, dijo, yo soy delicao y dejo a la mujer. ¡Ve qué cosas! Vale más que la dejó.

De cómo Emeterio dejó al tigre pintao en una piedra También uno andando en el campo y esas cosas, en los ríos, se lleva uno cada susto. Yo era atrevío, yo andaba en la montaña y en ese tiempo había tigre, había león, habían culebras, había e´ todo. Yo los vía a caa rato. Arrecuerdo una vez que me voy a cortar un bejuquillo pa´cer canastos. Yo hacía canastos muy lindos pa´ jalar agua. Así no más. Imagínese qué clase e´ canastos. Estaba cortando yo el bejuco con un cuchillillo que tenía una cubierta cuando oigo unos ronquidos y digo yo, ¿qué es esto?, ¡hasta que temblaba la tierra! Cuando voy viendo y estaba yo en eso, cuando oigo otro ronquido y veo que venía el tigre pa´rriba, pero soplao, hasta que roncaba, y dele que dele. Cuando oigo yo, yo sin arma, con un cuchillillo y soplao por el río… Corría y había una parte que había que nadar pa´rriba. Y comencé a nadar pa´rriba yo y en eso voy viendo que el condenao tigre venía detrás de yo. Y ya me levantaba cuando digo, ay, María Santísima me acompañe, ¿qué hago aquí yo? En eso, voy viendo una catarata, y veo un chorro e´ agua, entonces comienzo yo a braciar el chorro de agua hasta llegar arriba, pero cuando llego arriba, voy viendo que el tigre venía por el chorro e´ agua. Entonces, ¿sabe que fue la salvaa? Saqué el cuchillillo, corté el chorro y viera qué espaldazo se dio el condenao tigre. Casi se mata, ja, ja, ja, ja, ja. Ahi quedó la silueta pintada entre una piedra. Naide le cre esas cosas a uno, pero jueron cosas ciertas, que le han pasao a Emeterio, ¡ah, vida!

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El estribo envenenao Ahora se siente uno orgulloso e´ vivir en Costa Rica y ver en San Carlos el progreso, cómo lo disfruta el turismo, en La Fortuna, en Pital, en El Venao… Todos esos lugares que tenemos en Costa Rica, y en San Carlos, buenísimos pa´l turismo. Y yo recuerdo cuando San Carlos era pura montaña, too aquello. Como les contaba yo, una vez que venía yo a caballo, en una yegua que tenía, y pasando la Quebraaa e´ la Perra, porque yo andaba arriando ganao en ese tiempo. Entonces, venía yo a caballo, en una yegua, y pasando la Quebrada e´ la Perra, se me tiró una condenilla toboa, pero yo era un viejo muy listo y saqué la pata. La toboa agarró el estribo, oigan si era venenosa, que agarró el estribo y al rato hasta el pico e´ la montura estaba hinchao…

La cicatriz del portero ¡Qué lindo, verdá, too es lindo en la vida! Por ejemplo, pa´mí son muy lindos los deportes. Como digo siempre, qué lindo cuando me han llamao de la Selección de Costa Rica pa´ que los asesore, pa´ que les ayude y tooo eso. Y a dale istruciones yo, cuando jugamos con la famosa bola e´ coyunta. Primero, empezamos a jugar con una condenilla bola de la vejiga e´ chancho y en los potreros jugaba uno y hacíamos esas mejengas. Pero éramos buenos jugadores y yo no sé por qué teníamos tanta resistencia en la pierna uno pa´ patiar. Nosotros ganábamos, carcule que cualquier equipo en el mundo estaba que se le caiban las babas, porque nosotros poníamos, yo me arrecuerdo, a jugadores como Uña e´ Hacha, Pata e´ Queso, Pecho e´ Sapo… Todos esos ya murieron, grandes jugadores, grandes estrellas que dice uno en este tiempo qué falta que están haciendo. ¿Cómo sería esta Selección de Costa Rica con esos jugadores? Ya estaríamos en el mundial y seríamos campeones mundiales, porque uno tenía energía, tenía pasión, tenía ilusión, tenía corazón, tenía toque… Yo recuerdo una vez que yo castigué un tiro libre de cuarenta metros y estaba Toño Manguera atajando y, oiga, lo hice pasao con too y bola. De eso hace como cuarenta años y resto y, oiga, no me lo van van a crer ustedes. Cuando vean a Toño Manguera, díganle que se levante la camiseta, le quedó una cicatriz en el pecho que dice Talabartería Jesús Hidalgo Quesada, que era lo que traiba de marca la bola esa. Oiga si pateaba uno duro...

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De cómo Emeterio se libró del león Yo arrecuerdo antes también, hablando de too un poco, que antes era más durito y too eso. Pero el respeto que había pa la Semana Santa… Eso sí era respeto. Arrecuerdo que antes, en la Semana Santa, uno Dios libre… Bueno, no se podía prender el juego. Bueno, el fogón que´ra en ese tiempo. Naide prendía el juego. Se pasaba a puro pan y agua. Había que ayunar. No se podía hacer bulla. ¡Dios libre pasara un carro! En ese día no se podía. No podía enyugar la yunta e´ güeyes, no podía ensillar un caballo, menos que pasaran aviones, pasaba un avión y uno decía, ese avión se va a estrellar. Too era malo. Y mucho menos por caso bañase uno porque se volvía pez, según a uno le hablaban que la sirena era una mujer muy linda, se estaba bañando un Viernes Santo y se volvió sirena, echó cola. Por cierto, una vez que jueron de paseo a Puntarenas una familia y era un Viernes Santo, se estaba bañando la agüela, cuando llega un chiquillo, “papi, venga, vea a mi agüela porque se está bañando un Viernes Santo, se está volviendo sirena”, y corre too el mundo y le dicen al chiquillo, “no sea idiota, no ve que se la está jartando un tiburón”. Pobrecita, verdá. Bueno, la cuestión es que estábamos hablando de Semana Santa y too eso y yo recuerdo que andaba yo palmitiando, porque en ese tiempo iba uno a la montaña a palmitiar, a cortar palmito que ahora es prohibío. Pero en ese tiempo sí había palmito e´ montaña, que era muy rico, y estaba yo y llevaba yo un cuchillo, y oigo unos ronquidos… Un condenao león detrás de yo, y principio yo a correr, y el león detrás de yo, y el león se resbalaba y no me agarraba, y era dele y dele y sigo yo corriendo, corriendo, y yo sin arma y el león ya me agarraba, y el león se resbalaba, y sigo corre y corre. Y me pregunta un amigo, Emeterio, ¿qué? ¿y a usté no le dio miedo?, y le digo, no seas ingrato, ¿en qué cres que se resbalaba ese condenao? Viera qué susto e´ los diablos…

Emeterio echó el león a punta e´ lima Ay, Diositico, verdá, otra vez que iba yo también… A mí siempre me ha gustao a veces escapame un domingo que no tengo que hacer naa y después de ir a misa y almorzar, me voy a andar en la montaña, a disfrutar de la naturaleza, a disfrutar de las cosas bellas que Dios nos regaló. Y entonces, me gusta andar aquí, por

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las montañas de Monteverde y too eso que yo andaba, que por cierto ahora Monteverde es muy lindo, llegar uno aaá, onde los Valverde y toaa esa gente… Tooos esos lugares son muy lindos y con tanto centro turístico que hay ahora... Y ahi se disfruta de la naturaleza. Y en ese tiempo yo arrecuerdo que andaba yo por Monteverde y me sale un condenillo león y ahi sí es cierto que no tenía yo remedio, y digo, aquí el tiro es agarrame con el león porque no llevaba arma, lo único que llevaba era un cuchillillo y una limilla, y donde el león comenzó a hacer un limpio pa´ jartame, me roncaba y yo hasta que me temblaban las canillas, pero yo no demostraba miedo. Y yo digo, hasta aquí llegó Emeterio, y comienza ese león a hacer un escarbadero y yo digo aquí tengo que enfrentámele y, entonces, onde vi que el león ya se me tiraba encima, saqué la limilla y comencé a afilar el cuchillillo y onde estaba afilando el cuchillillo, al león se le templaron los dientes y salió montaña adentro corriendo, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, esa jue la salvaa e´ Emeterio, verdá…

El arrozal de Emeterio Yo hablaba con Bernabé Quesada. Él contaba las trifulcas y la historia del tiempo e´ antes. Nojotros, los agricultores, hemos pasao vidas muy bonitas y duras también, y gracias a Dios que uno le ha hecho de too, verdá. Porque antes era puro machete, pala… Ya ahora hay maquinarias pa´ trabajar, pero en el tiempo de antes sí se sudaba uno la chaqueta. Estaba yo con Berna Quesada un día volando machete duro, en las tierras que teníamos listas pa´ sembrar arracache, que eso pa´cer picadillo es lo mejor, y sembrando un poco e´ camote porque el terreno es muy bueno ahí, y cuando oí la noticia yo de que en Guanacaste estaba fea la sequía, y yo que había sembrao un poco e´ arroz en Guanacaste. Usté sabe que Guanacaste es la tapa del perol pal´arroz, pero que había una sequía, que too se estaba secando, ay, María Santísima, la cosa está fea… Hay que hacer algo aquí. En eso, me di cuenta yo e´ unos experimentos que salen de, diay, uno es inteligente y como aquí por estos laos del Valle Central hay tanta chicharra en los cafetales, se me ocurrió a mí coger chicharras porque las chicharras como orinan tanto, me pensé, esas condenillas pueden servir pa´fumigar. Entonces, yo contraté un montón de peones, que era como coger café, entonces yo les pagaba a 200 colones la cajuela de chicharras y, diay, se vino ese montón de gente. Por cierto, se acercaba

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Navidad, hicieron un cachimbal de plata too mundo cogiendo chicharras porque había un chicharrero de los carajos, por too lao, habían chicharras y, diay, como yo tenía una avionetilla, me jui pa´ Guanacaste. De veras, llené unos estañones y comencé a fumigar el arroz, que ya se estaba secando y, oiga, pegué unos arrozales en Guanacaste que, no me lo van a crer, se crió tanto, tanto, tanto que llegaban los pericos a comer arroz, pero era tan alto que les agarraba vértigo y se mareaban, y también se venían abajo las chizas… Querían subise y, como era tan alto, se mareaban y se venían abajo. Y no me lo van a crer ustedes, ¡vieras qué arrozal pegué yo! Oiga si era bueno, que los granos de arroz eran como un güevo e´ gallina, pero más larguchos, y la gente, las señoras, agarraban ese arroz pa´ hacelo relleno. Uno cuenta esas cosas y la gente dice, ¡qué viejo más jetón!, y son cosas que ha pasao uno. Así es que si hay sequía en algún lugar, lástima que ya no hay chicharras como habían antes… Eso sí es calidad pa´ fumigar cualquier arrozal, cualquier siembra e´ tomate, cualquier cosa que siembre uno. Con orines de chicharra… Eso es lo mejor que tenemos…

Emeterio motociclista Yo, gracias a Dios, me he sacudío. En esta vida a too le he hecho, verdá. Una vez, arrecuerdo que tenía una condenilla yegua yo, una condenilla rosilla, una condenilla media cacreca, la tenía pa´ jalar chayote. Ya se antoja un carajo que me la cambiaba a mí por una moto. Yo decía, ¿cómo será Emeterio en moto, de veras? Y, oiga, me compré una moto. Recuerdo que le adapté un motor que tenía yo ahí, un motor viejo, pero traqueteaba y me quedó una moto tan veloz que no me lo van a crer… Too mundo quería comprame la moto. Con eso le digo que yo venía, oiga, no me lo va a crer, verdá, venía e´ Guanacaste, salí de Liberia hacia Puntarenas, y venía a tanta velocidá que el sonido lo dejaba yo atrás como un avión de esos que pasan. Bueno, la cuestión jue que llegué, hice la vuelta en Puntarenas y me devolví, y me topé el sonido. Oigan, ¡qué moto más veloz era esa! Pero, dando la vuelta, los del MOPT se salvaron porque ellos de ahi jue onde dijeron que iban a marcar las carreteras, porque dando la vuelta tan cerraaa me volqué tanto que pegué la rodilla en la carretera, vieran, no me deseo ni arrecordar del dolorazo que sentía yo, y no ve que iba pegando la rodilla y con el hueso de la rodilla iba dejando una raya blanca por la carretera. Claro,

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cuando llegaron los del MOPT dijeron, “¡qué bonito quedó esto!, diay, hay que seguir marcando las carreteras así”. Y de ahi jue onde se agarraron los del MOPT pa´ marcar las carreteras, gracias al accidente que tuvo Emeterio con esa condenilla moto, pero aquí estoy vivito y coliando, como dice la gente, gracias a la voluntá e´ Tatica Dios.

La chanchada salió corriendo Ya vienen los tiempos lindos, verdá. Después de una gran jornaa, porque ahora está lloviendo mucho por too lao, y hay lugares que llueve mucho, pero también hay lugares que está e´ verano. Los climas, aquí, en este país de Costa Rica tenemos toda clase e´ climas. Pero yo arrecuerdo en el tiempo de Navidá, ya too ha cambiao, ya la Navidá no es como en el tiempo de antes onde se celebraba con tanta alegría y tal vez por el tiempo tan difícil porque había más pobreza en aquel tiempo. Cuando a uno le llegaba El Niño, había una ilusión tan grande. Los güilas jugaban con un carretillo e´ madera, otros jugaban con una cornetilla de esas que sonaban tuuu tuuu, y no lo dejaban sonala a uno porque hacía mucha bulla. Como les digo yo, a veces con sólo un gallillo con una plumilla, lo sonaba uno y eso era un juguete que le traiba a uno El Niño y uno lo recibía con una ilusión… De pronto, llegaba ya la tamalaá, eso era otra cosa, verdá, los tamales. Entonces, diay, too el mundo cooperaba en la casa ahi, los hombres nos íbamos a los cafetales a cortar hojas, a los bananales. Otros nos subíamos a los palos de itabo a agarrar las hojas de los palos de itabo. Se suaza, pa´l que no sabe el inglés suazar es que uno las mete al jogón pa´que las hojas se ensuavicen, y comienza a hacer tiras uno pa´marrar los tamales y comenzaba mi mamá, oiga, hacía unos tamales que ayúdeme a decir. Oiga si les echaba carne, verdá, que eran unos tamales que mejor dicho tenían un chancho aentro. Por eso le digo que una vez estaba haciendo tamales pa´ un 24 e´ diciembre y cuando comenzaron a hervir, comenzaron a gritar entre la olla y el susto más grande jue cuando comenzaron a tirase abajo y unos agarraban pal´chiquero, otros agarraban pal´potrero… Viera qué susto nos llevamos ese día. Era como meter una chanchera enteritica en las ollas, pero qué Navidades pasaba uno en el tiempo di´antes. Ojalá que en el futuro haiga de nuevo algo así…

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Alvarillo Rosca Qué lindo, verdá, la ilusión del tiempo que ha pasao uno, cómo ha cambiao la vida, la teinología. Cuántas personas trabajaron duro en el campo, la tierra, y no vieron la teinología que hay ´ora y too eso. Cuántas mujeres sufrieron aplanchando ropa y en los fogones de leña ́ onde se les tiznaba toa la plancha, se les tiznaba la camisa y sufrían mucho trabajando duro. Y ahora ve uno la teinología que hay ´ora, cómo se trabaja con toa la patota, como dicen. Hasta las modas han cambiao. Uno ve las modas que, por cierto, las modas que hay ´ora en el tiempo di´antes, yo no me ponía un pantalón roto jamás de los jamases, y ´ora es moda. Un pantalón roto era que uno era un cochino, un descuidao, un desaseao, no un pobre. Aparte de´so, antes se sufría mucho porque uno estrenaba tres veces al año. Yo, el compañerillo que tenía, es que uno era muy tímido, pero mi compañerillo Alvarillo Rojas, los dos éramos muy tímidos y vivíamos ahi, en el pueblito de Barranca y too eso. Diay, uno iba a marcar a Zarcero en ese tiempo, yo recuerdo, que lo embarraban a uno por la pobreza, le embarraban a uno manteca e´ chancho que es que daba un brillo muy bonito que hacía un tornasol. ¡Vea qué tonteras! Entonces le embarraban manteca e´ chancho, pero como se celebraba por caso el 24 e´ octubre en Zarcero, que´s el día de San Rafel, había que estrenar. Y había qu´ir a San Rabel, a celebrar al santo. Entonces, ese día le compraba la mama a uno un corte de camisa, un corte de pantalón y ya lo llevaba uno ´onde la costurera y le tomaba a uno un montón de medidas. Cuando se lo iba a poner el pantalón, le quedaba la jareta maaaas larga que había que recogelo o le quedaba el ruedo medio picapollo, y había que soltalo. Bueno, eran unas trifulcas en ese tiempo, pero había tanta ilusión cuando uno se ponía una camisa nueva y un pantalón, y tal vez tres meses antes de llegar el turno había que preparase. Y ya el día del turno, que era el 24 e´ octubre, se iba uno pa´ Zarcero a pata. Pero, le decía la mama a uno, pase a la pulpería, ya uno se untaba manteca como era un día de fiesta, compré un cinco de aceite de aguacate que era una carajada que olía un poquito bastante durillo, era fuerte el olor de aceite de aguacate, y se embarraba uno aceite de aguacate y compraba uno un cinco, pero como era tan barato le llenaban la mano, entonces uno buscaba otro compañero, untate vos conmigo de´sta carajaa. No, ya yo me eché bastante, buscate otro. Entonces, se la mandaba uno solo

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y a veces le chorriaba, y le embarraba uno el cuello e´ la camisa, y la oreja le quedaba como el cráter del volcán porque tal vez pasaba una yegua y le hacía un polvazal, y viera cómo se le ponía la oreja. Llegaba uno a Zarcero, yo recuerdo que Alvarillo era muy tímido y llegábamos a misa primero y después al galerón del turno. Otro Álvaro, Alvarillo Rosca, el famoso Rosca, ese día iba pasando por el parque y había una muchachilla sentaa en un poyo, verdá, y se quedó viéndolo y como le vio la costra que andaba en la oreja se quedó viéndolo y Rosca pensó que le estaba dando pelota, verdá, entonces dice, ¡qué tirada!, ¿qué se le dice a las mujeres?, y le digo, no seás tan pendejo, hablale algo, andá, sentate con ella, y dice, no, voy a tirame un traguillo. Y se tiró un traguillo de cincuenta céntimos, que eran cuatro reales en ese tiempo, pero era tamaño bombazo, y le dio vuelta al parque y ya cuando llegó onde ella, ya se le había bajao el trago, entonces dice, voy a mandame uno de seis reales, que era ya copa llena, y fijate que llegó y ya ella onde lo vio, lo que hizo jue quitase el tiro como quien dice. Él pensó que le estaba dando campo y se sentó a la par, pero, diay, no le hablaba naa. De vez en cuando pegaba un tosidillo y encogía los dedos de los pies. Dice él que asina era la congoja que traiba entre pecho y espalda en ese momentitico tan requete incómodo. Pasaron 15 minutos, 20 minutos, y no le había hablao naa. Dice que como a la media hora, se enderezó ella toaa aburría y dice, uy, qué pereza, ya me voy, y con toda la concha le dice Alvarillo, bueno, en eso quedamos. ¡Vea qué tristeza!

Emeterio ciclista El deporte ha sío muy lindo. El deporte es saludable. A veces uno tiene que escoger algún deporte y apartase de muchas cosas que perjudican la salú como es el cigarrillo, el licor. Correr uno, ir al gimnasio, toas esas cosas es bonito. Diay, al menos yo en el tiempo de antes, a pesar de que uno volaba machete mucho, volaba pala y llegaba cansao del trabajo, yo jui el primer ciclista qui´hubo en este país, uno de los mejores ciclistas. Cuando los ciclistas de veras, oiga el tur de Francia era cualquier cosa a la par de la que echábamos nosotros aquí. Subíamos el Cerro e´la Muerte en carrera, soplaos bajábamos y veníamos. Bueno, y yo era un ciclista famoso, carcule en una etapa que, por cierto, jue la que gané yo en ese tiempo. Arrecuerdo que salimos de San

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José, ya íbamos la última etapa, que íbamos pa´ San Carlos, salimos e´ Paseo Colón, ya íbamos pa` San Carlos, ahi era la meta final e iba yo tan soplao que bajando una bajaílla que hay después de´l Cacao, yendo pa´ Grecia, bajando iba, bajando pa´bajo yo iba a tanta velocidá que me jui en un güeco, y la bicicletilla dio vuelta y quedó paraa, y comencé yo a dale y como iba agachao, iba dele y dele, y sigo yo, no me volqué sino que seguí pero cuando voy viendo, iba llegando otra vez al Paseo Colón. Era que la bicicletilla había quedao al revés y yo no había enderezao la jupa pa´ ver y vía seguido. Y otra vez le di vuelta, y comienzo a dale y dale, y oiga, pasé por Zarcero y era dele y dele, y yo soplao con la bicicleta. Ya yo no aguantaa y fijate que llegando a San Carlos, el chavalo iba a agarrar la meta y gracias a Dios ahi onde llaman Sucre, ahi lo alcancé y jue cuando gané yo la última etapa final, una de las grandes hazañas d´Emeterio. Eso no lo hace cualquier ciclista, sólo Emeterio en el tiempo e´ antes…

Una lechuga de tienda e´campaña Diay, así como te´stoy contando, nojotros siempre hemos sío, gracias a Dios… Nace uno en el campo y empezamos a trabajar los terrenos, a volcar restrojos. Restrojos son cuando ya por caso después de coger la milpa, comienza uno a coger la caña ya seca y a retapar y a sembrar de nuevo la tierra. Luego, en los cafetales va uno también a los cafetales a güequiar porque antes se hacía un cuadrao pa´ que, en los cafetales, se recogiera too lo que jueran las hojas podrías, descomponidas, basura y too eso. Se hacía abono, después se le echaba a la mesma mata e´ café, y eso era un gran abono, un abono natural. Y yo siempre le decía a la gente antes las cosas cuando no había tanto químico ni naa de´so, como que too tenía mejor sabor. Usté se comía un tomate y de veras le sabía a tomate de verdá, y eran unos tomates gigantes, unos tomates alentaos. Una vez salió un tomate rodando e´ una ladera que tenía yo, que le había alquilao a Otoniel, y salió el tomate rodando, y cayó entre el río, y el río se puso rojo, y aquello llegó hasta el mar, y too el mundo pensaba que era el Mar Rojo y era el tomate e´Meterio. Oiga si era un tomate gigante. Luego onde Beto Gamboa, que tenía una finquita muy linda, también ahi eso se lo había comprao, yo le había comprao el terrenito. Y yo comencé a alistar el terreno,

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verdá, a trabajar bien y como yo era bueno pa´ volar machete y pala y too eso, ya hice unas eras muy lindas pa´sembrar y me puse a sembrar ahi hortalizas. Oiga, sembraba zanahoria que onde sacaba la zanahoria, no me lo van a crer, pero quedaba un güeco como pa´cer un pozo negro, viera qué cosa. A veces salía agua de onde sacaba la zanahoria, carcule si eran grandes. Una vez sembré lechuga y, no me lo van a crer, yo pensé que iba a´cer mucha plata pa´comer bien… Y too el mundo, verdá, venía, pasaban los gringos, verdá, y me decían, vea, señor, ¿a cómo las tiendas de campaña? La gente se llevaba las lechugas pa´cer tiendas de campaña. Mire, uno cuenta esas cosas… La gente piensa que uno es jetón …

El paraguas de la panza e´Emeterio Diay, too ha cambiao. Antes too era muy difícil. Yo recuerdo cuando iban a dar a luz las mujeres en el tiempo e´ antes… Unas incomodidades. Tal vez en una casa vivían metíos en un camino e´ tierra, en un camino e´ barro… Aquellos barriales que hacían esos temporales y tal vez una mujer iba a dar a luz. Pero, en ese tiempo, no había por caso como ahora que las llevan onde el médico, las llevan ahi, a un buen hospital, y too eso, sino que las mujeres daban a luz en la casa, y siempre había una partera que era la que de veras… Era la que por caso de nosotros se llamaba Marina, por el lao e´ Zarcero. Marina era la que ayudó a mamá a que este muñeco saliera al aire, verdá, ja, ja, ja, pero era muy difícil. Una vez iba, yo recuerdo, el finao Picho González iba con una partera muy linda y le entró la mala tentación de camino y dice que iba echándole los perros, vea qué viejo más sinvergüenza, con la mujer que iba a dar a luz en la madrugaa, iba echándole el cuento a la partera y la partera lo trapió too, y le dice él, no, mamita, preciso más yo. ¡Vea qué concha! Le dijo, preciso más yo que mi señora. Dicen que le metió un manazo la partera, viejo sinvergüenza, atrevío. Y ahora no, ahora la teinología es otra cosa… Bueno, hay buenos médicos y a veces se jalan tortas. Cuando a mí me operaron a mí, a mí me hicieron una operación porque yo padecía de los riñones y me hicieron una operación y, diay, esos doitores que tal vez se han echao unos tragos en la noche. Porque para ser médico hay que tener mucha responsabilidá, sobre too dormir bien, amanecer fresquitos, que no se vayan a jalar una torta…

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A mí una vez que me operaron, recuerdo, no me lo van a crer ustedes, pero cuando salí del hospital yo, a los días me agarró un dolor de estómago y yo sentía unos punzonazos, y yo pegaba gritos, y yo decía, ¡qué raro!, me operaron y que esto va pa´ estar mejor, pero qué va. Pero, entonces, le cuento a Mingo Arrieta. Le digo, me está llevando el carajo a mí, mirá, me jui a operar y, diay, después de que me operé, me duele pior, tengo un dolor de barriga que no aguanto, ¿qué será eso?, y ya me recomendó otro doitor que era mejor, un doitor muy bueno, y ya ese m´hizo una rayografía con la tecnología nueva y dice, ahí se le ve algo a usté, raro, a´entro, hay que volvelo a operar… Y fijate que me operaron otra vez y, ¿sabés qué habían hecho? Me habían dejao un paraguas ahi a´entro, imagínese un paraguas, y de feria el condenao paraguas se abrió a´entro y eso eran los punzonazos que sentía yo en la panza. Mire, uno cuenta esas cosas y naide le cre, y, como quien dice, estoy vivo porque Tatica Dios es muy grande.

La catedral de Alajuela desde Nueva York Ah, sí es lindo too Costa Rica… Es un país muy lindo. Yo siempre lo he dicho: este país es una maravilla, y como decía un amigo mío, qué lindo que es este país, como yo digo. Las playas, las montañas, los ríos, las mujeres tan bellas, gente que nos han presentao y que han hecho hacer este país tan grande como ha sío. Bueno, gente tan inteligente que han estao en este país que uno admira mucho… Vea el doitor Chang Díaz, que ha estao en los Estados Unidos, hombre que ya ha ido a la NASA y too eso, que por cierto yo jui el que lo asesoré mucho a él porque cuando Chang Díaz cogía café y andaba con el canastillo y aquel muchacho descalzo trabajando y aquella pobreza, pues yo vía que era un celebro. Porque ese hombre dicen que estaba en la escuela y siempre estaba en la luna y cuando me llamaron a mí, que era el que lo dirigía, mejor dicho el que lo asesoraba, al chiquillo ese, me dicen, es que el chiquito ese siempre vive en la luna, le digo es que ese chiquito va a ser astronauta y de hecho, y cierto, vea, el hombre ahora ha ido al espacio, ha ido… es una persona a nivel mundial. Después, tenemos mujeres bellas, vea el caso de Maribel Guardia, una mujer preciosa, linda de adeveras, que es un orgullo tener una mujer tan inteligente, bonita y too eso, como es Maribel Guardia. Gente que de veras ha puesto

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a Costa Rica en alto en lo artístico… Esa chiquita, María José, que llegó a la final de un concurso de canto, y que canta muy lindo, que puso a Costa Rica muy en alto. Y así, si me pongo a hablar e´ gente que ha hecho este país, bueno, no terminaría nunca e´ hablar. Pero yo recuerdo cuando yo me pensé, voy a ir a Estados Unidos a estorrentiar a ver que se hace. Diay, uno con esta situación que está un poquito fregaa. Entonces, me jui pa´ los Estados Unidos y ya me jui pa´ Nueva York, y ay juemialma, ya llegué a Nueva York. Mire, a mí me agarraba esa carambada, pero comencé a trabajar lavando trastos y comencé a ver los verdes ahi, el dólar, verdá… Diay, era bonito esa platilla. En ese tiempo uno ganaba mucha plata. Entonces, la mandaba pa´ Costa Rica y compraba tal vez un lotecito el que sabía pensar bien porque en esto hay que saber pensar bien. Entonces, le mandaba uno a la doña que le comprara una finquita o que pagara la casita y too eso el que quería trabajar, pero una vez, diay, yo enamorao e´ la vieja mía, de la vieja en Costa Rica, verdá, y se me antoja, cuando eso estaban las Torres Gemelas y me dicen a mí, Emeterio, usté no conoce las Torres Gemelas, y le digo, no, vamos pa´ que conozca la altura que tiene eso. Nooombre, yo no sabía que era tan alto. Oiga si es alto que estaba clarititico ese día y llegué al último piso de las Torres Gemelas y estaba clarititico, y no voy viendo la cúpula de la catedral de Alajuela, oiga, y me agarró mal de patria, que digo, nooombre, yo no aguanto un día más aquí, en Nueva York… Y me vine pa´ Costa Rica. ¡Qué va! Ya uno con mal de patria no se haya en ninguna otra parte, je, je, je, je...

Me hubiera hecho mataditico pior Ay, gracias a Dios uno está vivo porque Tatica Dios es bueno y uno tiene buena vista. Yo digo que yo tengo vista e´ águila y que siempre lo acompaña a uno El Grande, que es nuestro Dios. Yo tenía una vespa que jalaba, yo le había metío un motor que era como de avioneta. Esa vespa, ayúdeme a decir, una vez iba yo bajando, ahi por Heredia hay una bajadita, verdá, muy paraa, iba yo en la noche, oiga, sin luz, oigamen esto, estaba la noche oscurititica, verdá. Iba yo bajando como a 180 kilómetros con la vespa, verdá, y estaba lloviendo y no se vía naa, naa, y yo no llevaba foco. De feria se había ido la luz en ese pueblo. Ahi iba yo, verdá. Y gracias a Dios, en ese momento se vino un relámpago,

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cuando voy viendo yo que por medio del relámpago vi una aguja que había paraa y, oiga, metí un frenazo que quedé como a dos pulgadas de la aguja, que si yo majo la aguja, se me estallan las llantas, y me hubiera hecho mataditico pior. Gracias a Dios, Él está con uno y aquí estoy vivo y coliando, como dice la gente, con toda la patota… Como quien dice, me salvé de la aguja mortífera, que lo mata a uno, que viene en el centro de los relámpagos gracias a la buena vista.

El reló e´oro, estirao pal negocio Ayer estaba yo con Jose Chaverri hablando ahi. En eso llegó Liberato Mena, que ha sío muy buen amigo mío. Siempre nos poníamos a jugar tablero en la noche. Esas noches que hay de lluvia, que comienzan a azar elotes, otros a hacer chorreaas y le dan café a uno. Y nosotros como víamos el ganao, tal vez el jornalito, habíamos trabajao en la finquita y too eso, ya no había naa que hacer porque en ese tiempo no había radio, no había corriente ni nada. Entonces, uno se ponía a hablar de toas las cosas y en ese tiempo en las casas había escaños. El que no sabe qué es un escaño, es una banca larga, pero hecha como de reglas. Eso lo ponían en los corredores de las casas y les llamaban escaños. Era pa´sentase uno. Estaba el taburete, que el taburete era pa´sentase uno, pero con cuero. Un asientito e´ cuero, y pa´ recostase uno era de cuero también, muy parecío a las mecedoras que hay de cuero, pero se llamaba taburete en ese tiempo. También, para mucha gente que no sabe, estaba el fogón de barro, el horno e´ barro, y le ponían unos tinamastes que eran unas piedras muertas, y arriba le ponían una lata, y comenzaban a´cer las meriendas de elote. Porque eran en los fogones de leña, porque en ese tiempo no había corriente, ni nada e´ eso. Está el molendero, que era onde ponían la máquina e´ moler maíz y comenzaban a moler pa`cer tortillas. Eran noches muy lindas y comenzaban, diay, con la entretención di´uno, que era hablar de sustos, de espantos y e´ too eso. Malaquías sacaba la guitarra y se sentaba en el corredor a cantar canciones desde la tarde, y uno a contemplar las cosas, las bellezas que Dios nos ha regalao, la naturaleza… Había muchos palos de flor de itabo y salía en ese tiempo la flor de itabo que era muy rica arreglaa con güevo, que por cierto pa´ Semana Santa se vende mucho la flor de itabo. La cuestión es que

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estábamos hablando de las cosas y dije yo, qué cosa, porque yo tenía un reló buenísimo que parecía que ese reló era del agüelo e´ Cristóbal Colón. Imagínese si ese reló era viejo… Y yo no sé cómo llegó a las manos de mis agüelos, y así jue. Andando como quien dice de mano en mano, hasta que llegó a manos mías, y ese reló no me lo van a crer ustedes, a mí una vez se me perdió el bandío reló porque estábamos volando hacha, y resulta que había un matoncillo y yo puse el reló en el matoncillo, y resulta que cuando me vine pa´ la casa e´ la montaña, se me olvidó el reló. Al otro día, me acordé del reló y fui a buscalo y era busque y busque y busque... Y lo busqué como las brujas, con agüizotes, pero jamás nunca lo vide e´ nuevo, jamás nunca apareció el reló, que era del agüelo e´ Cristóbal Colón, o el bisagüelo… No quiero mentir, pero yo creo que era del bisagüelo. De alguno de los dos. Resulta que al tiempo, a los años, buscando un palo e´ ceiba, un palo grande, verdá, voltiándolo pa´cer una balsa, estábamos voltiándolo cuando cayó el palo. Cuando oíamos tac, tac, tac, y dice Isidoro Gómez que estaba conmigo, “eso es una martilla”. Porque las martillas suenan así, más o menos, y le digo no, no me parece una martilla, y vamos llegando al tronco del palo, y ahi estaba el reló. Ya el palo se bía hecho gruesísimo, y ese reló agarró mucho más valor, porque imagínese too lo que se estiró y era de puro oro. Diay, con too lo que se estiró, pesaba como dos kilos más. Viera qué reló más bueno. No convenía perdelo. Qué reló más bueno, pero no es naa, vamos a ver y no vía atrasao un minuto… Las cosas de antes sí que valían la pena. Lástima que se nos han terminao ciertas cositas ya.

Los amoríos de Emeterio con La Segua A mí, me preguntaban un día e´ estos, como yo he sío aventurero, he andao en la calle, ¿qué no he hecho yo con yuntas de güeyes?, he andao por too lao… Yo era boyero. También anduve trabajando con una yegua, repartiendo queso por too lado, y hacÍa unas alforjas de cuero. Nos poníamos las polainas, el buen sombrero, la jacket de cuero, las espuelas, nos montábamos en buenos caballos y nos íbamos a vender queso. Luego llegó la oportunidá, estuve por el lao e´ Guápiles viajando, yo estuve trabajando duro, palmitiando y trabajaa con banano. Y luego me dieron trabajo de chofer. Una vez, le contaba yo a Víctor García, que era un gran amigo mío, casao con Josefa Durán,

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que en paz descanse, una señora que, ¡ah señora!, hacía una olla e´ carne riquísima, un arroz con pollo… Esa señora tenía uuuna cuchara y era muy hacendosa. Y le contaba yo al hombre que una vez venía yo con el camión, bajando por Vara Blanca, aquella soledá que en ese tiempo no había casas por ningún lao, cuando voy viendo un mujerón, viera, no me lo van a crer, pa´vela toa había que descansar en el ombligo… Era un mujerón que ayúdeme a decir, y se me quedó viendo, y me hizo lo que llaman rai, dicen los chiquillos, yo no sé que es eso, rai, o así, sin muchas palabras, una paraa e´ camión. Onde vi ese mujerón, diay, quién de tonto la iba a dejar ahi. Ya le abrí la puerta del carro y ya la monté y viera qué simpática la muchacha. Yo le noté a ella que como que no quería decime pa´ onde venía. No ve que comenzó la muchacha a dame pelota a mí, a preguntame que si yo era soltero y uno es mentiroso, yo era casao, vea lo que´s la mentira, yo le dije que no, que estaba soltero y too eso, verdá. Y ya me dijo, como uno no ha sío naa pior, verdá, ya me dijo que qué guapo que era yo y que esto y que lo otro, y que ella tan sola y me dice, y yo paso tan aburría, porque yo paso en un ranchito ahi, aquí no hay diversiones, no hay naa, sin esperanzas de un novio y too eso. Y, diay, uno e´ atrevío, le agarré la manita y onde le agarré la manita, ella me apretó la mano a mí también, y no jue cuento que, entonces, la jalé un poquito, verdá, y se me vino y la besé y, bueno, pa´ no cansalos con el cuento, pasó lo que tenía que suceder. Diay, ya uno en esas, jajay, pasó lo que tenía que suceder. Lo mandaba a decir el cuerpo. Así no más. Es que en verdad yo soy guapo. El problema es que no se me nota. Pero eso es lo de menos. No es naa. Digo yo, bueno, diay, me salió una aventura. Mire, yo duré saboriando esa aventura porque era un mujerón, la verdá. Y yo desiaba volvéla a ver. Fíjese que a los diez meses, más o menos, venía bajando yo otra vez pa´bajo, por la misma parte, y me acordaba yo d´esa muchacha, cuando estaba la muchacha con una chiquita en la mano, y digo yo, ¿qué es eso?, ¡esa es la muchacha aquella! Y ya me hizo paraaa, lo que llaman rai, y dice, vea, don Emeterio, quiero que conozca a nuestra hija. Mire, yo sentí una empresión, me acordé que yo era casao y, diay, digo, ay María Santísima, ¡qué torta! Pero, diay, uno es responsable, y ya veo, la chiquita e´ lo más linda, caramba, y ya yo la alcé a la chiquita y estaba chiniándola y me dice la mama, me lleva porque voy pa´ Heredia, y le digo, diay, vamos. Le digo ¡qué torta!, yo tengo que decíle que soy casao, ¿cómo hago? y estaba yo en eso, manejando,

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maquinando, cuando vuelvo a ver, veo esos dientes peladiticos y veo la chiquita también, con los dientes pelaos y con unos ojos rojititicos, una cosa feísima y, oiga, como con pelo por todo lao, y voy viendo y me dice la mama, yo soy La Segua, y usté es el papá e´ La Següita. Ay, María Santísima, agarro yo ese camión y le pegué un revolcón y las tiré pa´juera y no sé cómo no me maté. Ahi por Vara Blanca fue ese tremendo susto. Llegué a la casa, oiga, me persinaba y llamé a toos los santos. Llegué, hablé con el padre, arrepentío, pero nunca, oiga, yo nunca he sido feliz. Saber de que yo tengo una chiquita, o que soy el papá de una següita, eso nunca se me puede borrar a mí. Por eso a veces me ven a mí como cabizbajo y triste, verdá. ¡Viera qué cosa más triste, que le pase a uno eso, veá! Por eso, muchachos, siempre les digo, hay que portáse bien, hay que ser fiel en el matremonio.

Ese tiburón cantaba como Jorge Negrete Ah sí, uno, gracias a Dios, ha pasao aventuras. Ya nadie tiene que contale naa a uno, verdá. He trabajao en el mar, he trabajao por aire, fumigando con avioneta. Después de too, trabajé en las minas. Yo jui el primero que, gracias a Dios, en aquel tiempo, como le decía yo a Chindo Ortega, que era muy amigo mío, y le contaba yo que uno bía trabajao mucho y ya uno no tenía naa que pasar. Le contaba yo la historia de cuando yo jui el primero que tuve un radiecillo. Viera la alegría que sentía yo al ollir esas canciones lindas por radio y too eso. Y too mundo llegaba a ollir radio onde yo, a la casa, porque en el barrio naide tenía radio. El único era yo. Me daban ganas más bien de cobrar, pero la gente ahí llevaba pan y too eso. Otros llevaban chocolate, y ya hacíamos chocolate, porque la gente era la ilusión ollir radio, verdá, y diay, ese radiecillo yo lo estimaba. Era un radiecillo e´ batería y una vez íbamos pa´ la isla e´ Chira. Estaba la isla empezando. En ese tiempo iba yo pa´ la isla de Chira más o menos. Cuando eso ni se llamaba en ese tiempo así. Era como una montaña aquello. Iba yo, iba en una lanchilla y comenzó a brincar mucho. Yo llevaba el radio y se me jue el radio. Bueno, si les contara el sufrimiento que tuve yo de ver que el radio se me bía ido entre el agua. Y ya llegó el otro día, too mundo a ollir radio y digo, no, el radio se me perdió, y, diay, la gente sufrió en el pueblo mío, había tristeza porque era la única alegría en

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ese pueblo. Era el super radio. Pero viera lo que son las cosas. Después llegó Ernesto García, que no me deja mentir a mí. Ya está muy mayor y too eso. Ernesto andaba pescando y agarró un tiburón porque él pescaba mucho y era muy valiente. Dice que cuando él agarró el tiburón y lo echó a la lancha, y ollía el tiburón cantando y dice, qué raro, esto está raro aquí, esto son brujas. Un tiburón cantando rancheras, cantando unas canciones lindísimas y dice, esto es un espectáculo lindísimo. Esto yo lo llevo y voy a´cer plata y de veras llega con un tiburón que cantaba y too eso, y cuando llegamos al pueblo y oímos y too eso… En la tierra el tiburón ya empezó a ponese mal, a morise, a ahogase, y se ahogó cantando. Entonces, lo rajamos. ¿Saben qué era? Se había encontrao el radiecillo mío y se lo bía tragao, y todavía andaba el radio prendío con toa la pata, verdá. Lo que no conviene perdese, no se pierde.

La vaca que baila en un tubo, con hilo dental Qué cosa más linda, verdá. Yo siempre lo he dicho, los animales toos son cariñosos. Toos los animales tienen su pareja y el animal, me imagino que es igual a la persona, hay una vaca que tal vez se enamora di´un toro o una yegua se enamora di´un caballo. Tal vez es un amor platónico. Tal vez una de esas yegüillas que hay, una yegua jalaqueso o chayotera, de esas que jalan chayotes, y se enamoran di´un caballo fino, diun caballo e´ raza. Es igual a los cristianos, me imagino yo. O una gallina se enamora di´un gallo y tal vez el gallo no le da pelota. De por sí los gallos son poco románticos, verdá. Y too eso me pongo a pensar yo. Pero de veras. De too eso me pongo a pensar. La tortuga puede enamorase de un tortugo y el tortugo no corresponde, tal vez el tortugo está enamorao de otra, y se sufre en esta vida por el amor. Imagínese que en los animales hay eso. Yo tuve un toro y eso no me deja mentir naide, verdá, yo, me gustaría que le preguntaran a Fincho Portuguez, que no me deja mentir. Ese era un toro como modelo. Me imagino que´ra modelo porque era con ojos verdes, tenía un cuerpazo el toro y las vacas se desmayaban con ese toro. Fue un pleito grande porque toas las vacas querían tener relaciones con ese toro. Diay, para mí era un compromiso porque yo dije, ese toro se me va a morir. Pero como yo hago inventos, me pensé yo, no, yo tengo que hacer plata aquí, con ese toro. Yo voy a cobrar caro

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por el salto. Entonces, me hice una cañería e´ caña e´ bambú, veá, qué lindo, verdá, y le puse como codos y la pegué por toos los laos. Entonces, le conecté la cañería del pene del toro a la vagina de las vacas, entonces ponía una vaca a bailar música romántica, como a hacer estristís, a bailar en un tubo. Yo nunca había visto, viera qué cosa más linda, ver bailando una vaca en un tubo, verdá, tal vez en hilo dental. Entonces, comenzaba a bailar, y entonces el toro se excitaba, y entonces el toro ya onde se excitaba terminaba, entonces como tenía una cañería pa´un montón de vacas, tal vez en un solo que terminaba el toro dejaba hasta quince vacas embarazaas, preñaas, que decimos en el campo, veá. Entonces, yo hacía toa la plata con ese toro, pero, diay, como too llega a terminase, el toro endespués resultó que e´ tanta vaca que tuvo se jue poniendo pálido, pálido, y amarillo y murió e´ una enfermedad en los huesos. Hasta ahí llegó el toro modelo que tenía Emeterio.

La bici e´Emeterio ¡Qué lindo la aventura! Gracias a Dios ha andao uno por too. A mí Costa Rica me´ncanta. He andao por too. El primer vehículo que tuve yo jue una moto y con esa motilla iba yo a Puntarenas. Recuerdo que iba aquí, por el lao e´ Jacó. Recuerdo que andaba yo conociendo todas las bellezas de Costa Rica. Iba mucho a las playas… A Monteverde iba mucho, onde los Valverde. Iba mucho yo por too lao. Andaba yo con la motilla y recuerdo una vez que yo jui a Limón, cuando estaba empezando Limón. ¿Veá que Limón es uno e´ los lugares lindos de´ste país? Yo siempre lo he dicho: los negros qué lindo que bailan el calipso, qué rico el rais an bins, el pan bon, y toas esas bellezas que tienen ahi, en Limón. Las mujeres y too eso. Llegué yo a Limón apenas cuando estaba empezando eso, ahi. Y llegué yo con la motilla que tenía yo, y pegué un frenazo, y no ves que se me estallaron las llantas. Entonces, me jui a comprar llantas nuevas y no habían. Digo, y ahora, ¿qué hago aquí? Me dicen, no, Emeterio, lo sentimos pero aquí no hay, nosotros cuando ocupamos una llanta tenemos quir hasta San José porque aquí no hay ventas de llantas y digo, ¿qué hago? No podía quedame ahi ni dejar la moto botaa. Me precisaba venime. Pero uno es enteligente, le quité la parte del hule a las llantas y las puse en la línea del tren, y me vine en el puro aro, por la línea del tren. Me vine así. Llegué yo a San José,

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ay juepuña vida, cuando uno es enteligente, gracias a Dios no falla en ninguna parte, verdá…

Emeterio vuela en paila Hablando e´ too un poco, hablemos de las medecinas caseras… Hablando uno de veras de las plagas que habían, como antes, que gracias a Dios ya too se terminó, las plagas… Niguas. Yo sé que muchos chiquitos o gente joven no sabe qué eran niguas. Las niguas eran un mecrobio que se le metía a uno entre la planta del pie y se le hacía a uno ahi y le agarraba una picazón y too eso, y de pronto le agarraba la mentada posola, que la posola se le ponía a uno roja, roja, y era un ardor en la noche. Y entonces uno como dormía en ese tiempo en esteras, porque no había colchones… Las esteras, pa´ la juventú que no saben qué es, era de la vena e´ plátano o e´ guineo. Cuando está seca hacen una vena y la ponían así, como en línea, y la iban amarrando con mecate. Entonces, la ponían en la cama, entre las tablas. Eso se llamaba una estera. Entonces, a uno en la noche le agarraba esa picazón de las niguas y comenzaba a rascase. Era riquísimo rascase las niguas uno. De pronto llegó la plaga e´ las pulgas, que esa era otra plaga que sólo se mataba con un liquidillo, pero como too bicho se hace valiente a los venenos, más bien después con ese liquidillo se´ngordaban. Después, desaparecieron mucho las pulgas. Luego vino la plaga e´ los piojos, y tanto bicho que ha habío. Los zancudos jueron terribles. Yo arrecuerdo cuando llegué a San Carlos, y en San Carlos estaba el papalomoyo, que era otro bicho que lo picaba a uno, y se le hacía a uno como una cicatriz en la cara. Muchos se la quitaban con cebo. San Carlos era una parte que había tantos zancúos que Jesús Hidalgo tenía una faja de cuero y llegaban y metían el aguijón por la faja y lo picaban siempre. Un día, me pensé, hoy no me pican esos condenaos zancúos, y me acosté y me eché un mantiao e´ camión encima, y, oiga, llegaban los condenaos zancúos y eran grandísimos, y tenían un aguijón grandísimo, me lo metían por el mantiao y me picaban, y yo decía, no, no, yo tengo que dormime tranquilo. ¿Saben lo que hice a lo último? Me metí en la urna de un trapìche, donde meten la leña, debajo de las pailas, y digo, aquí no me van a picar los condenillos zancúos, y, oiga, llegaban los zancúos y en la paila que es de puro hierro, metían el aguijón y me picaban, pero jue

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tanta la cantidá e´ zancúos que me picaron que comencé yo a doblales el aguijón con un martillo que andaba yo, de casualidá. Pero jue tanta la cantidá que salieron volando con too y paila, y la paila llevaba unas tapas de dulce que quedaron ahi y la turba e´zancúos pasó por el volcán Arenal y por La Fortuna de San Carlos. Iban los zancúos por too lao volando y decían que era un platillo volador. Veá que la gente siempre inventa. ¿Cuál platillo volaor si era apenas una paila jalaa por zancúos?

La vaca que echaba chiverres Uno, gracias a Dios le ha hecho a too, a la curandera, porque yo jui casi que el primer veterinario qui´hubo. Un veterinario así, de mano. Saber cuando una vaca padecía e´ pierna negra, que le echaban Dermolán o cosas así, y las curaba. O vacas que estaban por caso con… Por caso, puro pelo, que estaban asoliaditicas. Entonces uno les mandaba un refresco e´ Sal Inglaterra pa´que la vaca se refrescara. Entonces, uno decía que era veterinario así, de conocemiento. Lo mesmo que meterle una lavativa a la vaca, que era que uno agarraba la manguera, se la ponía a la vaca atrás y uno se llenaba la boca de por caso del refresco que le iba a echar a la vaca, y uno soplaba. Había que soplar primero, porque si soplaba la vaca primero, ahi si se lo llevaba al carajo a uno, verdá. Y resulta qui´una vez a las vacas o al ganao lo picaba mucho la araña pica caballo, que es una araña que pica al ganao y se le hace una llaga. Entonces, a las vacas se les hace una llaga muy fea y bota pus y bota cosa, y sólo con cosas frescas se puede tratar. El chiverre es muy bueno pa´echale a eso. Entonces, yo apenas picaba una araña a una vaca, entonces iba, partía un chiverre, como es fresco le pasaba así, crudo, pero bastante le pasaba, y eso refresca mucho, y sana la herida. Y una vez resulta que en La Vuelta del Mudo y too eso, cuando resulta que andaba la gente asustaditica, ya naide quería salir y ya llegó la noticia a la pulpería que es que estaban asustando. Y me dicen, no ves que pasa una mata e´ chiverre. Hay gente que va caminando y se topa una mata e´ chiverre. Yo pensaba, ¿cómo va a caminar una mata e´ chiverre? Y, de veras, llegaba al rato una señora pegando gritos, que me asustó una mata de chiverre, que venía caminando por medio camino… No puede ser eso. Y tanta fue la gente que me dijo que yo dije, no, yo voy a convenceme, y me llevo yo un cuchillillo, y, de veras,

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dicho y hecho, en la pura Vuelta del Mudo, veo una mata e´ chiverre con un montón de chiverres guindando, y digo, ¡que Dios me acompañe, voy pa´entro! Y empiezo a volar cuchillo y comienzan los chiverres a caer. Cuando voy viendo… A´entro me pega un bramío una vaca. Claro, ¿qué era la cosa? Que cuando yo estaba limpiándole la herida con chiverre, le había quedao una semilla a la vaca entre la herida y había nacido una mata de chiverre entre la vaca, y, bueno, viera qué hijuemialma, se crió la mata e´ chiverre y llenititica e´ chiverres, y vieras qué pobrecitica vaca. Yo nunca había visto una vaca riéndose. Ese día, soltó la vaca la risa de la pura alegría de ver que yo le había salvao la tanda, como dicen, y llego al pueblo y les digo, ¿saben qué era la tal mata e´ chiverre?, y les conté, y bueno, too mundo se moría e´ risa, pero qué susto en ese pueblo, en ese tiempo, verdá…

El gallo karateca de Emeterio Ah vida, caramba, uno antes era medio sampaguabas, y no apreciaba uno. Porque a uno de veras le daba por maltratar animales, pero uno lo hacía por la innorancia di´uno, verdá. A veces echaba los perros a peliar y eso, qué injusticia, ver a los perros cómo se muerden, y too. Y pa´uno era una gran gozadera, pero eso no lo hacía uno por malo, sino porque era un innorante. Luego llegué yo, cuando a mí me gustó jugar gallos, me dio por jugar gallos a mí too eso, y me trajeron un gallo famoso, un gallo karateca, y ese gallo no había gallo que se le enfrentara. Di´un solo tiro se hacía apiao a otro. Yo con ese gallo comencé a´cer plata. Pero carcule si era un gallo famoso, que digo yo, este gallo pa´la cría debe ser bueno. Entonces, se lo echaba a una gallina y tenían relaciones. Cuando los güevos… Ya la gallina se enculecaba. Era un gallo tan famoso que traiba en la mesma sangre too, porque apenas nacían los pollitos, los mismos pollitos se agarraban y se mataban uno al otro. Nunca pude sacar una buena cría de ese famoso gallo que tuve yo el famoso gallo karateca que tuvo Emeterio, diay, todos los pollitos se mataban de un solo, je je je je.

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La vaca correcaminos ¿Quién jue el primer lechero qui´hubo en este país? Emeterio. Yo tuve una lechería aquí por Ochomogo. Usté sabe que Ochomogo es frío. En ese tiempo, era más frío. Hasta los toros andaban con jacket de cuero. Las vacas andaban con bufanda. A veces había que sacales la leche con picahielo porque estaba congelaa. Yo tenía una vaca que era buena pa´la leche y buena pa´correr. Viera qué vaca pa´correr. Carcule usté si esa vaca corría que ganó teta de oro en unas olimpiadas que habían. Diay, pero como estaba tan frío, me pensé, esta vaca se me va a morir. Yo me la llevé pa´Guanacaste. Me la llevé pa´La Cruz de Guanacaste. Diay, pero en Guanacaste era una sequía tan grande que le puse anteojos verdes, oscuros, diay, y me estaba echando la leche en polvo. Me pensé, no, esta vaca se me muere y como yo corría mucho, me jui a trer la vaca amarraa con un mecate. La cuestión es que veníamos yo y la vaca corriendo, verdá, pasamos por Liberia, y dele y dele y dele, y la vaca corriendo con yo y amarraa con un mecate. Veníamos a pata, verdá. Y pasamos por Bagaces, y sigo yo corriendo, y pasamos por Cañas. Y seguimos. Llegamos a Barranca y cuando veníamos por Esparza, yo ya no aguantaba las patas. En eso, venía un carro di´un amigo mío y le hago paraa. Le digo, haceme el favor y nos llevás. Me dice, Emeterio, a usté lo llevo, pero, ¿cómo hacemos con la vaca? Le digo, no te preocupes, yo me monto alante y amarremos la vaca atrás. Le dije, esta vaca te garantizo que corre tal vez hasta más que´ste carro. Mire, el viejo no me creiba, pero al final lo convencí. Amarramos la vaca atrás del carro y yo me monté atrás, cerca ´e la vaca. Le digo, cualquier cosa, me avisás por el espejo. La cuestión es que le puso a 50 kilómetros por hora, y le digo, nombre, dale más, y la vaquilla atrás. Le puso a 80 kilómetros y la vaquilla soplaa atrás. Le digo, ponele más y le puso a 100 kilómetros, y la vaquilla soplaa, y, oiga, cuando venía a 120 kilómetros, vuelve a ver por el espejo y dice, Emeterio, esa vaca se viene muriendo, y le digo, ¿por qué decís eso?, y dice, porque viene en un bramío y tre la lengua ajuera. Le digo, a qué lao tre la lengua, y me dice a la izquierda, y le digo, nombre, dale campo que esta jueputa vaca, lo que quiere es rayar… Viera qué vaca pa´ correr.

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La mula volaora Cuando yo llegaba al río de San Carlos y había que cruzalo, no había puente ni había ferry, pero yo tenía una yegua. Entonces, le ponía dos sacos llenos de gallinas y cuando llegaba al borde del río, yo toreaba a las gallinas. Las gallinas salían volando y la yegua caía ligerito, rapiditico, al otro lao. Viera qué lindo.Cuesta que le crean a uno, pero asina fue.

Revolear la cuecha En la pulpería e´ Miguel Araya toditicas las noches es tradicional endespués de las ocho que se reúne toa la gente y de cualquier tema se comienza a hablar. Ahi se habla e´ futbol, política y sustos. Y si alguien su palabra quiere dirigir revolea una cuecha de un lao pa´l otro, y jetonadas se empiezan a ollir. Es Quincho Murillo el viejo mentiroso. Si ustedes lo oyeran, echarían de ver qué viejo más jetón. Cuenta que los tiempos en que esto era montaña él tenía colección de tigres feroces. Cuenta que una noche venía desarmao y que un tigre se lo iba a comer. Donde abrió el hocico, qué hocico, le metió la mano, lo agarró del rabo y lo volvió al revés. Dice que fue amigo de la Tule Vieja y que de La Segua era grande admirador, y fue testigo cuando La Llorona cogió al carajillo y lo tiró al río. Dice que El Cadejos fue su compañero y que al Mico Malo le hizo compañía, y que se alumbraba a pura luz de muerto porque en ese tiempo, corriente no había y que la carreta sin bueyes vio cruzar por la calle. Cual fue su sorpresa que al poquito rato venía en un chiflido y poniéndole al puro El Padre sin cabeza. Quinchillo se luce con sus jetonaas de cosas terribles. Como digo yo, jetonaas de sustos y espantos, y a toos los manda rezando a la casa haciendo la cruz y llamando a los santos…

Emeterio vuela hacha mejor que naide ¡Vieras qué lindo las serenatas cuando llegaba uno a la una de la mañana! Había gente que se robaba las macetas, otros se aprovechaban como había hornos de barro al lao ajuera. Los hornos de barro estaban en el corredor. Entonces, había gente que dejaba melcochas azándose y se las robaban. Yo no

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porque yo era guitarrero, era el que cantaba. Una vez que jui con Adalberto Flores, que tocaba mucho, le dije acompañame, y yo canté una canción que dice, soy un pobre venadito, y le digo, haceme segunda, y dice, yo soy otro venadito…Otra vez, llegué a serenatiar y canté esta canción, de piedra ha de ser la cama, de piedra la cabecera, y salió el suegro con una lágrima de molejón, tome desgraciao, pa´que se cobije…Antes el suegro lo ponía a uno a rajar una tuca e´ guapinol, que´s de lo más duro que hay al hacha, y si uno la rajaba, era buen pión, y a la muchacha la ponían en una batea a lavar, porque antes no había lavaora sino qui´antes se aporriaba en una laja en el río, con jabón de chancho, que lo hacían en la mesma casa y se aporriaba aquellos pantalones de ocho días sin quitáselos uno porque uno trabaja en el campo, y tenían que dejalos sin naa e´ tierra y las muchachas lo hacían, o a cocinar, usté sabe, que por eso ahora los matremonios se dejan, porque hay muchas mujeres que no saben ni cocinar. En cambio, uno iba a ver la novia y le llevaba un cerrito de confites… Pero era con el hacha que tenía que defendese uno. Vale más que yo era tan bueno volando hacha que en una tarde sacaba la tarea di´un año, ayayay.

Emeterio rezador Qué lindos los Rosarios de El Niño, el biscocho, la chicha e´ maiz y, oiga, uno llegaba… Por caso, terminaba el rosario aquí, decían hay rosario en tal parte y como uno era rezador con la guitarras, venid pastorcillos, venid a adorar, al Rey de los cielos, que ha nacío ya… Y había un viejo que contestaba ´el dulce a sesenta´. Así lo vendía. Ve qué confisgao. Era precio fijo de Jose María. El Niñito Dios se lo reparaba, como quien dice.Entonces, las señoras repartían café, biscocho, pero no faltaba el guaro e´ chirrite, y a veces se pasaban, y después cuando terminaba el rosario tapaban con un mantiado el portal y eso era un bailongo, y eso era como un respeto para que El Niñito no viera, y había gente que se abusaba y comía demasiao y entonces le caía mal, pero era muy lindo, a pesar de la borrachera. Ojalá que los Rosarios de El Niño volvieran como antes.

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Los cuentos narrados por Juan Rafael Sandoval, popularmente

conocido como Emeterio Viales, fueron grabados en el

estudio de la Cámara Nacional de Radio (CANARA).

La idea de este libro, la coordinación del estudio para grabar

a este artista, la transcripción y edición de las historias, así

como los gastos de impresión y el trabajo editorial es obra

del periodista y escritor Camilo Rodríguez Chaverri, autor de

más de 90 libros ya publicados.

Tanto la primera como la segunda edición de este libro fueron

costeadas y canceladas por este escritor, sin costo alguno

para Emeterio Viales y sin patrocinadores que aportaran

recursos económicos.

En la primera edición aparecieron los logos de varias

empresas como gratitud por el apoyo en otros libros de este

autor.

En esta edición, aparece el logo de la empresa “Gigantografías”

por su apoyo en especie, con las vallas publicitarias que

anunciaron el lanzamiento de este libro.

Muchísimas gracias a la empresa “Gigantografías” por su

apoyo y muchísimas gracias al Grupo Radiofónico Omega,

donde labora Emeterio Viales.

El diseño es de la artista gráfica Paula Garro, quien ha

diseñado unos 30 libros de Camilo Rodríguez.

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