5
Dimensión Ontológica de la categoría de Mirada en Sartre: La mirada ocupa un rol fundamental en la reflexión filosófica realizada por Sartre en torno a la relación entre el Yo y el Otro, entendido bajo la forma del Prójimo , las formas 1 que asume esta relación a partir del ejercicio de mirar transforma la noción que el ser tiene de sí mismo. Sin embargo esto no debe tomarse en un sentido literal, no se trata que en el esquema de Sartre haya un movimiento del serpara sí hacia el serparaotro, más bien nos encontramos con un nuevo horizonte que no es propio del seryo –en cualquiera de sus modalidades sino que es externo a él: Camino solo por el bosque y a medida que avanzo oigo pisadas tras de mí –siguiéndome. Yo avanzo, ellas también avanzan; corro ellas también corren… Me detengo, no oigo nada. Observo hacia todos lados con algo de temor en busca de mí perseguidor(a) pero nada, continuo avanzando y vuelven las pisadas… Vuelvo a correr huyendo de quién sea, son pisadas humanas –de eso no hay duda, así sigo una rato hasta detenerme producto del cansancio, al parecer vuelvo a estar solo. Me dispongo a continuar mi marcha –algo intranquilodoy unos pasos y vuelven a escucharse pisadas, yo me detengo trato de meditar en torno a aquella situación…Ahora rio. Eso que me perseguía no era más que el eco de mis pisadas entre la espesura de los árboles del bosque, la verdad es que siempre estuve solo; y sin embargo por un instante no estuve solo, por más que el ruido que oí –y que me turbo proviniera de mí, en la medida que se transformaba en un susurro se convertía en algo ajeno a mí, algo otro… pero tampoco cualquier otro, sino que se trataba de una –otra persona, alguien más que al igual que yo caminaba y en secreto me espiaba con alguna finalidad. Estoy solo pero ya no puedo estar tan seguro de ello como al principio, al parecer lo otro –manifiesto o no, falso o real siempre me persigue, incluso acá en medio de la nada… He decidido comenzar con esta suerte de ejemplo –intento sartreano típico del autor en su libro El Ser y La Nada con el fin de introducir en la temática del presente ensayo. Siguiendo el hilo argumental del relato anterior, el otro como categoría filosófica aparece bajo una suerte de amenaza hacia mí integridad y eso no es todo ya que en última instancia se trata de una amenaza de la que no puedo escapar; llegado a este punto resulta pertinente el preguntar acerca de la naturaleza de esta amenaza, ¿la amenaza la constituye la mera presencia del otro –falsa o real? o más bien la amenaza radica en el hecho de que al sentirme observado algún aspecto de se muestra en alerta reaccionando precisamente bajo el sentimiento de amenaza. En términos más simples ¿la amenaza es 1 Refiriéndose al concepto utilizado en la traducción al español. Sarte, JeanPaul. El Ser y la Nada, Ed. Losada, 1966. Buenos aires.

Camino Solo Por El Bosque y a Medida Que Avanzo Oigo Pisadas Tras de Mí.docx

Embed Size (px)

DESCRIPTION

oko

Citation preview

Dimensión Ontológica de la categoría de Mirada en Sartre:

La mirada ocupa un rol fundamental en la reflexión filosófica realizada por Sartre en torno a la relación entre el Yo y el Otro, entendido bajo la forma del Prójimo , las formas 1

que asume esta relación a partir del ejercicio de mirar transforma la noción que el ser tiene de sí mismo. Sin embargo esto no debe tomarse en un sentido literal, no se trata que en el esquema de Sartre haya un movimiento del ser­para sí hacia el ser­para­otro, más bien nos encontramos con un nuevo horizonte que no es propio del ser­yo –en cualquiera de sus modalidades­ sino que es externo a él:

Camino solo por el bosque y a medida que avanzo oigo pisadas tras de mí –siguiéndome­. Yo avanzo, ellas también avanzan; corro ellas también corren… Me detengo, no oigo nada. Observo hacia todos lados ­con algo de temor­ en busca de mí perseguidor(a) pero nada, continuo avanzando y vuelven las pisadas… Vuelvo a correr huyendo de quién sea, son pisadas humanas –de eso no hay duda­, así sigo una rato hasta detenerme producto del cansancio, al parecer vuelvo a estar solo. Me dispongo a continuar mi marcha –algo intranquilo­doy unos pasos y vuelven a escucharse pisadas, yo me detengo trato de meditar en torno a aquella situación…Ahora rio. Eso que me perseguía no era más que el eco de mis pisadas entre la espesura de los árboles del bosque, la verdad es que siempre estuve solo; y sin embargo por un instante no estuve solo, por más que el ruido que oí –y que me turbo­ proviniera de mí, en la medida que se transformaba en un susurro se convertía en algo ajeno a mí, algo otro… pero tampoco cualquier otro, sino que se trataba de una –otra­ persona, alguien más que al igual que yo caminaba y en secreto me espiaba con alguna finalidad.

Estoy solo pero ya no puedo estar tan seguro de ello como al principio, al parecer lo otro –manifiesto o no, falso o real­ siempre me persigue, incluso acá en medio de la nada…

He decidido comenzar con esta suerte de ejemplo –intento­ sartreano típico del autor en su libro El Ser y La Nada con el fin de introducir en la temática del presente ensayo. Siguiendo el hilo argumental del relato anterior, el otro ­como categoría filosófica­ aparece bajo una suerte de amenaza hacia mí integridad y eso no es todo ya que en última instancia se trata de una amenaza de la que no puedo escapar; llegado a este punto resulta pertinente el preguntar acerca de la naturaleza de esta amenaza, ¿la amenaza la constituye la mera presencia del otro –falsa o real­? o más bien la amenaza radica en el hecho de que al sentirme observado algún aspecto de mí se muestra en alerta reaccionando precisamente bajo el sentimiento de amenaza. En términos más simples ¿la amenaza es

1 Refiriéndose al concepto utilizado en la traducción al español. Sarte, Jean­Paul. El Ser y la Nada, Ed. Losada, 1966. Buenos aires.

externa o interna? Sonando quizá un tanto ambiguo podría decirse que ocurren ambas cosas pero siempre en referencia al yo, la amenaza en primer momento es siempre amenaza de sentirme desprotegido hacia otro y no necesariamente que el otro sea una amenaza hacia mí (aunque perfectamente puede darse el caso que coincidan) y el gesto que provoca aquel estado de alerta no es más que el simple hecho de verme observado, siento una especie de anulación de mi ser –siendo­ respecto al sentirme mirado y ello me impulsa a actuar de otro modo, casi sintiéndome expulsado del mundo pero logro volver a mí y sin embargo ya no soy el mismo de antes.

Alguien siente o derechamente se da cuenta que no se encuentra solo, fija su mirada en aquello que acaba de descubrir podría seguir, incluso ignorar, pero por algún motivo se detiene. Él no es el único que observa sino que él también es observado, por un instante pudo dar cuenta de este hecho y algo en él cambia; acaba de darse cuenta que algo ha mutado respecto a su ser ya que este ha tomado cierta reflexión de sí mismo a partir del echo de creer haber sido observado.

Con esto no refiero más que a lo que Sartre llama “ser­visto­por­otro” , aquella 2

posibilidad permanente de verme observado por un otro, pero si hay algo que queda claro en la reflexión sartreana es que no nos referimos a cualquier otro sino que como fue nombrado al comienzo de este ensayo, estamos hablando acerca del Prójimo. El status que Sartre le otorga a este concepto es de principal importancia para acercarnos a la problemática real sobre la que trata este ensayo –la dimensión ontológica de la categoría de mirada­ ya ayudará a precisar de qué estamos hablando y también del por qué podemos hablar cuando nos referimos a la mirada (y su categoría ontológica), el prójimo viene a ser la otredad, aquello que al igual que yo ocupa una existencia en este mundo no como objeto sino que como sujeto y que por lo mismo posee una consciencia propia que desborda la del Yo.

Al Prójimo no se le percibe –sí antes me referí al sentir o percibir era más que nada con un fin propedéutico funcional a los ejemplos dados anteriormente­ que al no ser objeto no es algo de lo que podamos hacer representación mental como sí este fuese una creación de nuestro intelecto, “así, la aparición, entre los objetos de mí universo, de un elemento de desintegración de ese universo, es lo que llamó la aparición de un hombre, en mi universo” . Este hombre, al que alude la cita anterior, es el prójimo; el concepto 3

disgregador de mí universo. Cáptese la diferencia entre decir,el concepto disgregador de mí universo y el concepto disgregador del universo, la diferencia es fundamental ya que en ella radica el tipo de relación que se da entre el Yo y el Prójimo, en tanto signifique una experiencia que remita a un otro externo a mi ser y que también sea externo al mundo

2 Sarte, Jean­Paul. El Ser y la Nada, pág 333. Ed. Losada, 1966. Buenos aires. 3 Ibíd. pág 330­331.

se da una situación tal que mi percepción del mundo se trastorna debido a la presencia de aquel otro, en otras palabras, mi relación con el prójimo no es de una naturaleza material. El vínculo entre el Prójimo y el Yo no se da a nivel corporal, no se trata de una mera experiencia mundana sino que se da en otro plano, pero antes de avanzar con ello es necesario detenernos en otro asunto.

Hasta aquí hemos llegado al punto de establecer que existe una relación entre algo que Sartre ha llamado el Prójimo y el Yo, esta es una relación que altera la visión que posee sobre mí­mismo, ya no soy sólo un ser­para­mí sino que además me veo siendo un ser­para­otro pero ¿no hemos caído acaso en un error cuando decíamos que es una relación entre un ser distinto al Yo? ¿De qué manera es posible que algo externo a mí –y que además es transmundano­ penetre en mí universo/mundo? Sería injusto atribuirle este error a Sartre, de hecho se trata de un error hecho a la medida del presente ensayo y no tiene más fin que el poder llegar al tema central del escrito: la mirada.

Ya en una cita anterior se habló sobre la aparición del Prójimo, ahora resulta necesario saber, mejor dicho explicitar, el cómo este aparece. El mismo Sartre nos da la pista para hallar este primer encuentro: “el prójimo se nos aparece en la realidad cotidiana, y a la realidad cotidiana se refiere su probabilidad” . Al hablar de cotidianeidad debemos 4

entender a la realidad concreta –al diario vivir­, esto quiere decir que no es necesario alguna experiencia en particular o por antonomasia que nos permita el encuentro con el Prójimo, mientras que el carácter de probable alude al hecho de que al ser un algo desconocido –no poseemos conocimiento de el en tanto Prójimo­ su encuentro se da más bien en lo inesperado, no es algo que sea necesario de hallar (más bien no es algo hallable ya que remite a algo que escapa de nuestras posibilidades); ahora es necesario ir más allá.

Para evitar confusiones diremos que una cosa es el encuentro con el Prójimo y otra es vínculo que el Yo pueda establecer con él, es más podríamos afirmar que estamos hablando de dos tipos de Prójimo. El primer caso ocurre en el plano del mundo, tal como lo señala la cita anterior pero cabe precisar que no se trata del Prójimo asimilable al Yo, más bien se trata de una suerte dePrójimo en apariencia, no el Prójimo como tal sino que más bien es el modo en como mi Yo lo percibe sensiblemente, es lo que Sartre define al inicio del capítulo sobre la mirada como la condición de objeto del Prójimo y que más 5

adelante llamará el “Prójimo­Objeto” , mientras que cuando habla del vínculo con el 6

Prójimo alude a otra dimensión de este –precisamente aquella externa al ser y transmundana­, Sartre la denomina el “Prójimo­Sujeto” . El paso de uno a otro no se trata 7

de un movimiento progresivo –incluso cabría cuestionarse el hecho de hablar de

4 Ibíd. pág 329. 5 Ibíd. pág 328­329. 6 Ibíd pág 332. 7 Ibíd pág 354.

movimiento­ ni el hecho de avanzar de Prójimo­Objeto al Prójimo­Sujeto no implica para nada algún grado de conocimiento alguno –no hay que olvidar que se trata de una relación en la que el Prójimo aparece pero esta se encuentra en todo momento remitida a un Yo­, y sin embargo sí es posible hablar de una distancia entre ambos, esta distancia es la mirada.

A través de la mirada es como se produce el encuentro con el Prójimo, la mirada se da en el mundo pero no remite a algo mundano. El hecho que el Prójimo se nos aparezca como objeto pasa más por la imposibilidad de conocerlo como tal, y por lo tanto sólo es posible –en este encuentro­ asociarlo como objeto; sin embargo la existencia del Prójimo­Sujeto es anterior a la del Prójimo­Objeto pero en tanto Yo solo me percibo como un para sí, este se mantiene con un algo inexorable, es necesario otro que me haga dar cuenta de que mí ser no es sólo para mí sino que además mis actos son vistos –vivenciados­ por otros. En esto consiste la mirada, es el mecanismo de anclaje entre el Yo y el Prójimo, es no sólo la condición necesaria para el encuentro sino que también es la condición necesaria para mí descubrimiento de ser­para­otro.

A esto nos referimos cuando hablamos del carácter ontológico de la mirada, esta es la posibilidad de existencia del ser­para­otro. Para que el Prójimo inunde mi universo es necesario que se produzca su encuentro –independiente que sea un Prójimo objetivado­ sino es imposible que yo me sienta interpelado por aquel otro. Pero llegado a este punto es necesaria la inversión de los términos, la mirada no refiere al hecho de que el Yo vea –encuentre­ al prójimo sino que al contrario lo que Sartre llama Mirada se produce en el momento que es el Prójimo quien observa –encuentra­ al Yo: “¿a qué presencia originaria del prójimo se refiere?... sí el prójimo­objeto se define en conexión con el mundo como el objeto que ve lo que yo veo, mi conexión fundamental con el prójimo­sujeto ha de poder reducirse a mi posibilidad permanente de ser visto por el prójimo” . Ahora cabe realizar la 8

inversión respecto al yo, pero primero ¿qué es lo que exactamente sucede al momento de que el Yo es visto por el Prójimo?, recordemos el micro cuento al inicio de este escrito. Quien se siente observado –el Yo­ no se siente en amenaza hasta el momento en el cual siente un ruido –el Prójimo­ que lo pone en alerta, he aquí el momento de la mirada: el sentirse visto (a esto Sartre lo caracteriza como el “ser­visto­por­otro” ), el Yo ya no es un 9

Yo exclusivamente para­sí sino que otro lo observa, pero ese acto de observar da pie a que el Yo se objetive para el Prójimo, es el instante en que el prójimo destruye el universo del Yo. Es el Yo siendo trascendido por el Prójimo, una parte del Yo es expulsada de mi ser, “capto la mirada del otro en el propio seno de mi acto como solidificación y alienación de mis propias posibilidades” . Entre él (Yo­Objeto) y el Yo que aún 10

permanece en mí (Yo­Sujeto) se levanta un abismo, un infinito, una nada…el Prójimo.

8 Ibíd. pág 332. 9 Ibíd pág 333. 10 Ibíd pág 339

La mirada, entendida cómo la relación originaria que posibilita el encuentro entre el Prójimo y el Yo, se cumple de este modo como el acceso hacia el ser­para­otro, un tipo de ser que logra vivenciar un aspecto de sí mismo por vía de otro –y que de otra forma no podría haber llegado a ser tal­. Hablamos de vivenciar y no de conocer porque precisamente al ser otro quien nos hacer experimentar un nuevo aspecto del ser, resulta imposible sacar conocimiento alguno, yo no actúo más que como objeto para él. De ahí que el Prójimo se alce como la Nada entre ambas modalidades del Yo.

Por medio de la mirada el Ser se transforma en un objeto­en­el­mundo, tal como lo afirma Sartre la mirada “espacializa y temporaliza” , esto no quiere decir que el Ser no exista 11

antes de que observado por el prójimo, la existencia del Ser no depende del Prójimo –ni viceversa­ lo que se da es que lo que antes era sólo para­sí pasa a transformarse en un para­sí­para­otro, pero este tampoco depende de la existencia del Prójimo, ya se dijo que la existencia del Prójimo sólo se da como probable y que esta es una relación que se encuentra siempre en referencia hacía el Yo. El paso del para­sí al para­otro se encuentra determinado por la Mirada, de ahí su sentido ontológico en Sartre, el único modo de poder enfrentar dos términos –Yo y Prójimo­ inaccesibles entre ellos es por medio del punto de encuentro que significa la Mirada.

Hay que todavía no queda del todo claro, sabemos que hay un paso del Ser­para sí hacia el Ser­para­otro además que la condición de posibilidad que esto ocurra se da en el instante que el Prójimo se encuentra con el Yo –La Mirada­ pero ¿cómo se logra este ensanchamiento del ser? Habíamos establecido que entre el Yo­Objeto y el Yo­sujeto se levantaba un infinito constituido por la intervención del Prójimo en el mundo del Yo, también y aunque ya parezca repetitivo fijamos que esta es una relación con referencia al yo; esto quiere decir que de alguna forma el Yo que ha sido expulsado de mí, retorna al Ser pero ya no como el que era antes del encuentro. Nuevamente hay que señalar que en esta trasformación el yo sólo interviene en la medida que mira –en ningún instante se da un mezcla o una fusión entre el Prójimo y el Yo­ pero sería demasiado simple si bastara sólo con esto que hemos ido exponiendo a lo largo del presente ensayo, falta un punto que abarcar, este es la toma de conciencia de ser observado.

11 Ibìd pág 343­344.