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CAMPERO ECHAZU, EL POETA DE TARIJA El 9 de julio de 1970 murió en Cochabamba (Bolivia), a los setenta años, el poeta Octavio Campero Echazú. Entre sus libros deben recordarse Amancayas. Sucre, 1942; Voces, Tanja, 1950; Al borde de la sombra, Tanja, 1963. La Uni- versidad de esta última ciudad editó, en 1971, la obra póstuma Aroma de otro tiempo. A su muerte se han cele- brado en su país y en Argentina diversos actos de home- naje. «Poeta cuyos versos se recuerdan»: así tituló el doctor Gregorio Marañón una nota periodística aparecida a la muerte de un autor de obra muy extendida, con la que alcanzó en su tiempo notoria influen- cia: Agustín de Foxá. Con no menor motivo podría usarse tal expre- sión en el caso del escritor de quien nos ocupamos. Pocos poetas gozan en Bolivia el privilegio que distingue a los versos de Campero Echazú, que son como una corriente vital de gracia y annonía, destinada a rebo- tar de boca en boca y a prenderse a la memoria y al sentimiento de gentes de la más varia condición. Corren esos versos tan ampliamente entre sus compatriotas que muchos los repiten sin preocuparse de saber quién los escribió, convirtiéndose en patrimonio común, en voz de la sabiduría popular. En ello estriba tal vez la mejor garantía de su au- téntica calidad. Pasarán esas aladas palabras de generación en genera- ción, como legado cuya conservación y recuerdo están plenamente ase- gurados por la propia fuerza de su inteligibilidad clara y de su directa resonancia en el corazón de los que sienten la poesía ante todo como cántico y no como labor afanosa de desciframiento intelectual. Campero escribe poesía concreta, localizada en un lugar preciso de su tierra andina. Es él el poeta de su Tanja natal, de sus campos, de

CAMPERO ECHAZU, EL POETA DE TARIJA · 2017. 4. 29. · pedo, hermano de Man Césped’, el dulce prosista, enamorado de los valles coehabambinos. En el poema titulado Madre transparece

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  • CAMPERO ECHAZU, EL POETA DE TARIJA

    El 9 de julio de 1970 murió en Cochabamba(Bolivia), alos setentaaños,el poeta Octavio CamperoEchazú.Entresus libros debenrecordarseAmancayas.Sucre,1942; Voces,Tanja, 1950; Al borde de la sombra, Tanja, 1963. La Uni-versidad de esta última ciudad editó, en 1971, la obrapóstumaAroma de otro tiempo. A su muerte se han cele-brado en su país y en Argentina diversos actos de home-naje.

    «Poetacuyos versos se recuerdan»:así tituló el doctor GregorioMarañón una nota periodísticaaparecidaa la muerte de un autor deobra muy extendida,con la que alcanzóen su tiempo notoria influen-cia: Agustínde Foxá. Con no menor motivo podría usarsetal expre-sión en el casodel escritorde quien nos ocupamos.Pocospoetasgozanen Bolivia el privilegio quedistingue a los versosde CamperoEchazú,queson comounacorrientevital degraciay annonía,destinadaa rebo-tar de boca en boca y a prendersea la memoria y al sentimientodegentesde la más varia condición. Correnesosversos tan ampliamenteentre suscompatriotasquemuchoslos repitensin preocuparsede saberquién los escribió, convirtiéndoseen patrimoniocomún, en voz de lasabiduríapopular. En ello estribatal vez la mejor garantíade su au-téntica calidad. Pasaránesasaladaspalabrasde generaciónen genera-ción, como legadocuya conservacióny recuerdoestánplenamentease-guradospor la propia fuerzade su inteligibilidad clara y de su directaresonanciaen el corazónde los que sientenla poesíaantetodo comocánticoy no como labor afanosade desciframientointelectual.

    Camperoescribepoesíaconcreta,localizadaen un lugar precisodesu tierra andina.Es él el poetade su Tanja natal,de sus campos,de

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    sus paisajes,de su gente, de su hablapopular. Le interesaante todocaptarel alma de esastierras, traduciendoa un esenciallenguajepoé-tico la naturalezaíntima de esosvalles, esos ríos, esasarboledas,esoscamposde cultivo, esascasas,esa razacampesina,que forman, en elsur dela patriaboliviana, unaporción vital y entrañablede la naciona-lidad. Nada estámás lejos, sin embargo,de la musade don Octavioque la intención meramentecostumbrista.Ha sido él uno de los másaltospoetasque ha dadoBolivia y. por tanto, seriamezquinizaro mal-entendersu mensajecreer que todo lo que quedadc él es la simpleacuarelalocalista. Desdeluego, no hay en su obra la menor concesióna la temática social o política. Es Campero un poeta retirado, querehuye el contactode la multitud y ante todo quiere preservar «suíntima soledadsonora».El poeta prefiereno viajar, no deseaalejarsede su tierra. Pasólargos años en Sucre, pero, desdeel retorno, en1937, hundesus raíces,como un árbol —«ya sólo soy un árbol», diceun versode Amancayas—en el suelonatal.

    Como es sabido,la generaciónliteraria del 98. en España,hizo deCastilla y su paisajeunode los temasfundamentalesde su obra. A par-tir de entonces,el paisajeya no es, en la literatura escrita en español,visión naturalista, reproducciónminuciosa, exterioridad de rasgos ydetallescaptadoscomo con una lente fotográfica. El paisajeimporta ensu esencia,en su relación viviente con el hombre, en su peculiaridadabsolutamentedistinta de cualquier otro ámbito humano.Esto es loque interesamás hondamentea CamperoEchazú,en el casoprecisode suvalle tarijeño.El no describevastospanoramas,no enmuera,nodespliegasuntuososescenarios,no acudeal vivo cromatismode los ver-des bosqueso praderas.Camperoinsinúa, esboza,da leves toques su-gerentes.Sus paisajesno son ubérrimos,sino humildes,pero rientes yluminosos.El valle es «una sinfoníaen rosay blanco»;o bien se pres-tigia, durantela siega—la «bíblica faena»—con la tonalidadde «unrubio horizonte de gavillas». El cardo es, en este paisaje, el símbolode la humildad, como lo es tambiénel arroyo o «la vida de la humil-de ¡ y encorvadahiguera».Camperono evoca bosques,sino árboles,no pinta pueblos,sino casas,Tan sólo una vez recogemosentre suspáginasun delicadocuadrocon la visión fugaz de una romería: es lafiesta de San Roque.pero él prefieretranscribir diálogosde un mozoy una mozao dibujar siluetas aisladasde labradoresen las faenasdela siegao en la notade color de una ¡mil/a que cimbrea la pollera azula la orilla del río.

    La forma romanceada,la copla o el epigrama,sirven a nuestroautor para reproducircon eficacia el lenguajecampesino.En estases-

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    trofas, llenas de ritmo y musicalidad,se da una perfectaapropiaciónpoéticadel lenguajedel campo tarijeño. Junto a los trigos maduros,mecidospor «el tibio resuellodel aire», la parejacampesinaintercam-bia sus quejas, sus donaires, sus dichos de reconvencióno cariño.Pero, repitamos: esto no es costumbrismo,como el de un MarianoLatorre, en Chile, o el de un Gabriel y Galán,en España.Si se quiere,es un «popularismo»,al estilo de un Lorca o un Alberti.

    En los viejosdecires,el lenguajecoloquialde Amancayasencuentralas raícesde lo popular y tradicional. El arcaísmoexpresivode estosdiálogos traza un arco de líricas correspondenciasentreestapoesíayla de Góngorao Lope o la que ha florecido en la obrade los grandespoetasandalucesa los que Guillermo Diaz Plaja reúnebajo el comúndenominadordel «neopopularismo».Al evocar la imagendel «cople-ro anónimo»,dice Campero que «cada copla entre sus labios 1 eraun ecodel paisaje»,pero, además,esosversosencierranel valor, siem-pre antiguoy siemprenuevo,de la poesíatradicionaly anónima,segúndice el autor:

    y aunque entoncesya teníanel saborde otras edades,yo las bebE comonuevascon la lechede mi madre.

    El campotaríjeño de CamperoEchazúes un campohumanizado,en movimiento,con voz y gesto de protagonistaen el «evento»o ac-ción de cadapoema.La zagalade Porque van diez cilios tiene «olorde la tierra». «Esevalle, dondevegas y mozas son lo mismo», dicela Carta a tres a~n¡gos.La mujer y la tierra tienen el rasgo común dela fecundidad;el amor termina siempre,en los versosde Campero,enel alumbramiento:«¡Qué bosquesonoro formarántus hijos!», excla-ma el poeta en una páginade Voces.El tema de la fecundidadestátambién en 1/osme¿latís otro y en La nula en pena,queconcluyeconlos dos versos que dicen: «¡La luz del alumbramiento¡ te iguala aDios, clara niña!»

    La tierra es «madretierra» en la poesíaque analizamos.Tierra ala que se une el hombre en el gesto nupcial del trabajo, de la rotura-ción, de la siegay la cosecha.La moza campesinaes el símbolo deesoscamposque el hombredebehacer fértiles con el abrazofuerte ydominadorde la labranza.Por tiemposmás o menoslargos,el hombrepuedealejarse.pero es seguroqueun día habráde volver, atraídoporel insustituibleamor de la tierra. El tema del retornoes uno de los

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    motivos constantesde la poética camperiana.A esta idea se añadeotra noción reiteradamentebuscada,el camino:

    Cambiétodo aquel día,cambiédiez largos años;y aún me encuentroen el camino,caminando,caminando.

    Ve el poeta a la tierra como fuente permanentede dones y debienes.En la Navidad y en el día de Reyes se unen las dosimágenesde la bendición: la criaturarecién nacida y los donesque traela vida.En el poemaEn el alba de Reyesentonael autorunajubilosa letaníade agradecimientopor todos los beneficioscon que nos regalala exis-tencia:

    por la tierra tatuada de surcosy henchidade gérmenes;por la frescasonrisa del aguasobre el campoverde;por el sol que pinta las uvas de eneroy grana las mieses;por el pan nativocon lunares de anisessilvestres;por todos los dones,por todos los bienes;la pazde estosvallesy la vida que Dios nos concede.

    En el valle luminosose alzanlos árbolesy extiendeel río su senderode plata. El arraigo y la transitoriedad.La permanenciay el flujoincesantede las cosas. Los paisajesde CamperoEchazú no podríanconcebirsesin estadoble presencia,en mutua y necesariacompenetra-ción. El destino del hombre, piensael autor, es morar y morir juntoal ejemplo de los árboles. El poetalos conoce,los individualiza. sabecuálesson sus inconfundiblesatributos; entonaentoncesla alabanzade estos hermanos,vistos con franciscanaexaltación:

    Beatitudde ciprés, vigor de roble,gracia de ceibo en flor o pazde olivo.

    Sobre la naturalezase cierne, sin embargo,el avasalladorpeligrode la rápida urbanizacióny de los medioscon que cuenta la civiliza-ción moderna:

  • CAMPEROECEAZU, EL POETA DE TARLIA 383

    El viejo parque dondeayer alzabansu perfumadacopa los naranjas,ya es cemento,no más, y sol a plomo,en vezde fronda y flor y cántico.

    Y si en estetexto se ve el poetaen el casode decir

    Aquí estampóel galopedel progresosus rutilantes y sonoroscascos,pero, ¿en dónde —¡Dios mío!—van a cantar los pájaros?,

    en otro poema, paralelamente,expresa la misma alarma, pero estavez referida al hombre,a la vida, no ya sólo a la naturaleza:

    ¿Qué va a ser del val, mañana,sin el agua del romance?

    El cantorde Vocesy Al bordede la sombra posee,sin embargo,unafe tranquila que le hacecontemplarcon optimismola existencia.No es la suya,precisamente,unafe cristiana,centradaen un Dios per-sonal y providente.La fe de CamperoEchazú es fe en la naturaleza.Hay en él un indudablesentimientopanteísta,que lo hace,en esteas-pedo,hermanode Man Césped’,el dulce prosista,enamoradode losvalles coehabambinos.

    En el poematitulado Madre transparece.a la vez, el hondo cariñofilial del poetay su visión panteístadel universo: ¿En dónde he deencontrarte,Madre?, preguntael dolorido corazóndel poeta. bajo lacongojade su muertereciente:

    ¿En la tierra que aguarda la maduracosechadela carne,o en el remansoazul del firmamento,terriblementemudo e insondable?

    Más allá de la muerte proseguiráalentandonuestro ser, suponedon Octavio. en el rápidocursode los ríos, en la vibradoraluz de lamañana,en la fuerza vital que renuevaen cadaprimavera el cicloinalterablede la naturaleza.Proseguirála vida, segúnél. ante todo enlos hijos, prolongaciónde nuestracarne,en quienes «seremosla luzque ilumine sus pupilas».

    Pseudónimode Manuel Céspedes(1874-1932).

  • 384 JORGE SILES SALINAS ALH, i (1972)

    Tal es el sentimientode la naturalezaquealimentala obradel vatetarijeño. Podríamosahorapreguntarnos:¿bajoqué luz ve el poetaesemundosuyo, esepedazodel universoal cual él ha dado para siemprenombrey prestigio en la historia literaria?El mundopoético de Cam-pero estácolmadode luz, de una luz cenital, de verano. Difícilmentese hallará entre sus poemasalguno que evoqueun ambientenocturno.El tema del alba aparecea la vuelta de cadacántico, de cadapágina.La transparenciaestáen el aire, en la luz matinal, pero estátambiénen el agua,en su claridad y limpidez, a travésde las múltiples metáfo-ras de que el poetase vale para reflejar en ella sus paisajes.

    Especialvigor poseela imagen luminosaque surgedel poemaDecamino. El alba azul, picoteadapor los gallos, segúnla venerableme-táforadel más antiguo cantar,inaugurala luminosavisión; sigue la luzdel mediodía,el resp!andordel verano; está quieto el sol, duermeelviento, la acequiaestádormida.Es un escenarioinmóvil, como el queda comienzoal poematitulado haga, cuyos elementossustentantessonel sol, el pájaro,la dicha, no en otra línea, por cierto, del mundopoé-tico alumbradopor Jorge Guillén en su Cántico. La luz del campo

    aparecerecomendadaen otra composición,Alba nueva,como remedioa las dolenciasdel alma.A la mujer que vive «recogidaen la nochede su pena,olvidadade la flor, del astro»,el poetale propone:

    ¡Abre ya las ventanasde tu alcoba,de par en par, al sol del campo!Que te embriaguela brisa mañanera...

    La obra de CamperoEchazúes fruto de madurez,de plenaclari-dad,de depuradaexperiencia.Nacido en 1900, su primer libro es de1942. Con el poetatarijeíio sucedelo mismo que con Primo Castrillo,cuyaobra se acercaa veces,significativamente,a la de aquél, en cuan-to unay otra testimonian,por igual, el amora la tierra, la revaloriza-ción del folklore, la iluminada pintura del paisajey las laborescampe-sinas.Castrillo.como Campero,publicasus libros pasadoslos 40 años.A la circunstanciade la tardíaedición de la obra de este último autorse debe,sin duda, el hechode queJoséEduardoGuerrano la estudiaraal tiempo de evocar el paisajede Tanja, en su itinerario espiritual deBolivia, publicadoen 1936. Es indudableque el designiode la perfec-ción formal guía permanentementela elaboraciónartísticade CamperoEchazú.Nuestropoetaama el sentido clásico de la medida,detestalaimprovisación,aborrecelo quepresentaun perfil borrosoo inacabado.En estesentido,es un cultivadordel modeladoperfecto, de los valoresplásticosy visuales.Caricia imaginaria es un texto en el que se advier-

  • CAMPERO ECHAZIJ, El POETA DE TARIJA 385

    te una inclinación parnasiana,perceptibleen otros muchospasajesdela obra total del gran poeta.

    En la lira camperianase percibennítidamentelos elementossenso-riales quedana su inspiraciónun acento tan inconfundible.Es ésteunmundopoéticohechode olores,de sensaciones,de sabores.En su fincade Escapana.en la tarijeñatierra deSanJuandel Río del Oro, OctavioCampero Echazú escribía versos al mismo tiempo que cultivaba susviñedos y elaborabael vino que ofrecíagustosoa los amigos queacu-dían a visitarle. En su poesía,esencialmenteterrígena,se repite una yotra vez la idea de la posesión,de la fecundidad,de la maternidad.para lo que el autor no necesitaen modo alguno inclinarse por lafácil pendientedel erotismo. Tal vez se debaa estemarcadotono sen-sorial de su arte el hechode que en los poemasde Camperono apa-rezcael campesinode Tanja.el chapaco.luciendosu destrezacomo ji-nete.Raravez hallamosen suslibros la presenciadel caballo. Son muysignificativasestaslíneas:

    Mediodía. Por la cuestoiba a gatas mi caballo.. -

    A diferenciadela poesíagauchesca,en la quenuncafalta la estam-pa del brioso jinete que atraviesalos camposal galope,el texto trans-crito muestraal animal derrengadoqueapenaspuedeascenderla cues-ta «a gatas»,bajo el pesodel sol. Tampocointeresaal poetatransmitirla imagen meramentefolklórica del hombredel campo, vestido segúnlos usosregionales,con ser tan típica la figura del chapacoen relacióncon otros sectoresruralesdel país. Inútilmente buscaríamosen la obrade Campero,por ejemplo, un personajeque se asemejaseal retratodiseñadopor el cuentista Franz Avila del Carpio, en su narraciónPablo Carreras, el vaquero.

    En una ocasión.CamperoEchazúalcanzael tonovibrante, heroico,que correspondea la poesíaépica. Ello sucedeen 1938. al ganare]poetael segundopremio en los juegos florales del cuarto centenariode la fundaciónde Chuquisaca.Su Canto a la ciudad de los cuatronombrescomienzacon un acentorubeniano,inflamadode entusiasmo:

    A modo de una fugade centaurospor el friso de un mármol de Carrara,irrumpen los guerrerosde Castillaen el solar de Charcas.

    Pero luego el ardor bélico de estecuarteto inicial va transformán-doseen idilio, y el fuerte compáscon que ha dado comienzoel canto

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  • 386 JORGE SiLES SALUSAS ALlí, (1972)

    cede ante las notas amables,tiernas, casi bucólicas, de las estrofassiguientes.Es éste, sin duda,un importantetestimonio que nos permi-te apreciar de qué fuerte maneraprevaleceen la poesíaque estudia-mos la corriente intimista y sentimentalsobrecualquiermomentáneointentode hacerliteratura basadaen temashistóricos o sociales.

    1932 a 1935: son los años trágicos de la guerracon el Paraguay.Pasanpor los caminos y aldeasde Tanja las cansadastropas que sedirigen al frente. La capital provincianase convierteen encrucijadadetodaslas vías queconducenal Chaco,en gran cuartel y centro princi-pal de abastecimiento.¿Quédirá el poetaanteel rugir de los camio-nesquetransportana los jóvenescombatientes,ante el retorno angus-tioso de los heridos,ante las despedidasmarciales,ante los febrilespreparativos,antela acumulaciónde pertrechosbélicos?Poresosaños.Octavio Camperoenseñaen Sucrecursosde literatura en la EscuelaNormal; pero él se imagina lo que ocurre en su tierra nativa,muchomás próxima al teatrode la guerra.No será él el bardodel heroísmoen cuyasestrofasseescucheel ecode la contienda.Lejos de ello, Cam-pero Echazúve en sueñosa los pueblosde su tierra zambulléndoseenel río o cubriéndosecon la niebladel albaparadesaparecerde la pre-senciade los soldados.«. -. Y vendrán soldados,soldados,soldados,al son de un tamborde exterminio...»,dice un poemade Amancayas,en el que se condena a la guerraen nombrede la paz de los camposy el ordenadoritmo de la recolección y el cultivo.

    No es. en verdad,el sentimientoépico el motivo que hacevibrarde emociónlírica a CamperoEchazá.Su inspiraciónnacede la tierra.se nutrede su savia. Su antiguaadmiraciónpor GabrielaMistral mos-trabaya el fuerte instinto de la naturaleza,el amor al árbol, el gustode la vida provinciana,que habíande guiar hastael fin su obra poé-tica. coincidiendoen estocon algunos de los temasfundamentalesdela poetisachilena. Pero,a tales motivos habíade agregarCamperounacierta entonacióndionísiacaquele hará mirar la vida con instinto degozo,con aire de optimismo, con voluntad de arraigo y señorío.

    Iluminado por la luz clara del cielo de su tierra, Camperonos dael aportemagnífico de su poesíabien construida, «pulida a punta degozo»,plasmada«deunaarenilladorada/ y un limo oscuroy remoto»,como dice uno de sus versos,arenilla y limo extraídosde su valle ysu río; poesíaquepenetraen el corazón; poesíaqueno se olvida.

    JORGE SILES SAUNASDe la AcademiaBoliviana de la Lengua