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CAÑADA REAL XV

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Revista Cultural de Torrijos y su Comarca

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Santa Teresa de Jesús Pedro de Olivares (c.1687)

Retablo de Santa Ana. Colegiata del Santísimo Sacramento de Torrijos (Toledo)

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EXCMO. AYUNTAMIENTO DE TORRIJOS

AUTOS MARTÍN ANDINO

EMBUTIDOS Y JAMONES ESPAÑA

ESCOBAR GÓMEZ—VIAJES ESGOTUR

HOTEL “CASTILLA”

HOTEL “LA SALVE”

INDUSTRIAS GRÁFICAS RAFAEL

LAGOMAR ARTES GRÁFICAS

LOS BELIS

MUEBLES-HIERROS TALEGO

MULTIÓPTICAS HERMINIO RUBIO

NEUMÁTICOS SANTA CRUZ

TAHONA “EL CRISTO”

Nuestro más sincero agradecimiento a los colaboradores en la publicación de esta revista

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Agradecimientos

amigo.delacolegiatatorrijos

@AmigosColegiata

Si quieres contactar con nosotros:

[email protected]

También nos puedes seguir en:

amigosdelacolegiata.blogspot.com.es

AmigosColegiata

Revista Cañada Real Nº XV

Dirección y Consejo de Redacción

Asociación “Amigos de la Colegiata”

Colaboración Justiniano de la Peña Carbonero

Julio Longobardo Carrillo Josué López Muñoz

Fátima González Gómez Javier Buitrago Maselli

Fernando Alcántara García Javier Sánchez de Rivera

Fco. Javier de Fuentes Fernández Roberto Félix García

Jesús Sánchez de Haro Luis Jacinto Gómez Escobar

Juan Antonio Morales Gutiérrez

Diseño y Maquetación Jesús Sánchez de Haro

Impresión

Lagomar Artes Gráficas—Torrijos

Depósito Legal: TO--0083-2004 ——————-

Portada:

Imagen de Santa Teresa de Jesús Colegiata de Torrijos

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A nuestros queridos y fieles colaboradores, a los lectores de “Cañada Real” y a todos los torrijeños y amigos de nuestra Comarca, amén de todas y cada una de las Asociaciones Culturales, vaya por delante nuestro más ferviente deseo de un feliz y próspero 2015 para todos.

Aprovechamos, asimismo, este Editorial para solicitar de todos los torrijeños una colaboración puntual de gran valor para uno de nuestros proyectos más inmediatos. Son, de momento, cinco los proyectos editoriales programados por nuestra Asociación “Amigos de la Colegiata” y el Instituto de Estudios Comarcales “Señoríos de Entre-Ríos”, en generosa colaboración con nuestro Excmo. Ayuntamiento, para el presente 2015: los libros “Historia de la Enseñanza en Torrijos”, “Semana Santa Torrijeña: religiosidad y tradición hermanadas”, “Cuevas y conductos subterráneos en la Comarca de Torrijos”, “Crónica del rey don Pedro I en su X Edición” y “Dos “biciperegrinos” en el Camino Real de Guadalupe”. Pues bien, amigos nuestros, para el primer libro citado: “Historia de la

Enseñanza en Torrijos” necesitamos la colaboración de todos los torrijeños deseosos que sus “fotos” escolares y las de sus mayores figuren en las ilustraciones del álbum que aparecerá en dicho libro. Es muy necesaria, queridos lectores, vuestra labor de divulgación “boca a boca”. Y, en momento alguno penséis que esos documentos gráficos tan valiosos sentimentalmente para cada uno de vosotros se podría extraviar: ¡POR FAVOR, PONEOS EN CONTACTO C O N N U E S T R O C O M P A Ñ E R O FERNANDO ALCÁNTARA GARCÍA, EN SU TIENDA DE LA CALLE MAYOR, QUIEN LAS REPRODUCIRÁ Y OS LAS DEVOLVERÁ, AL INSTANTE! ¡GRACIAS ANTICIPADAS, PORQUE CONFIAMOS PARTICIPARÉIS EN ESTE ILUSIONANTE PROYECTO QUE, ES SIN DUDA, UN C A P Í T U L O I M P O R T A N T Í S I M O D E N U E S T R A H I S T O R I A E INTRAHISTORIA!

Remitiéndonos a los contenidos de esta XV número de “Cañada Real”, nos hemos permitido centrarlos en dos tópicos o ejes vertebradores fundamentales:

Necesitamos de vuestra ayuda

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- Divulgar, mediante una confesada finalidad didáctica, los temas de nuestra Exposición “Torrijos en la época del Greco”, con la contribución especial de nuestro compañero “eulaliense” Josué López Muñoz, a través de un interesantísimo artículo “El Greco y Santa Olalla”, de su magnífico libro homónimo, recién publicado. - Dar a conocer, asimismo, a la mayoría de vosotros la figura de Pedro Liñán de Riaza, Capellán Mayor de la Colegiata del Santísimo Sacramento, Secretario de don Jorge de Cárdenas Manrique de Lara, Duque de Maqueda. De dicho “poeta y escritor del Siglo de Oro, firme candidato a la inmortalidad”, ha glosado brillantemente, en las “VII Jornadas Históricas”, el pasado 29 de noviembre, nuestro querido amigo y Cronista Oficial de Calatayud Antonio Sánchez Portero, el más reputado estudioso e investigador del bilbilitano autor del “Quijote Apócrifo, atribuido al Ldo. Alonso Fernández de Avellaneda”, quien nos ha dejado un brillantísima y esclarecedor artículo referido a tan importante hito histórico-literario, cual es la identificación del autor de una de las mejores novelas de la Literatura Española, evidentemente ensombrecida por la inmortal

obra de quien fuera un tiempo su amigo, Miguel de Cervantes Saavedra… Deseamos también ampliar datos sobre otra importante personalidad oriunda y afincada en Torrijos, don Pedro Alonso de Riofrío, Abad de San Salvador de Sevilla y Capellán Mayor de nuestra Colegiata, uno de los principales benefactores de la misma; cuyos restos descansan en la entrada del Coro, a falta de una lápida sepulcral que dignifique su gloriosa memoria… ¡Y cómo no…! Siempre desde nuestra humildad de medios, nuestra Asociación quiere aportar su “granito de arena” y rendir sencillo homenaje a Santa Teresa de Jesús, “La Santita de Ávila, la Santaza de España”, en conmemoración del V Centenario de su nacimiento. ¡Son tantas las relaciones que mantuvo la Santa Doctora de la Iglesia con esta villa de Torrijos, acaso desconocidas para “el gran público”, siempre y por siempre protagonista esencial de nuestro “didactismo”…! Esperamos y deseamos disfrutéis con la lectura de dichos artículos, reiterándoos nuestro más sincero anhelo expresado al principio: ¡Feliz y próspero 2015…! Agradecemos su valiosa colaboración a nuestros amigos, los historiadores Antonio Sánchez Portero, José Colino Martínez y Beatriz Cano.

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Torrijos en la época del Greco DEMOGRAFÍA: La población de Torrijos, el 16 de febrero de 1576 (Relaciones Topográficas de Felipe II) es de 750 vecinos: unos 3.500 habitantes, aproximadamente. A ello había contribuido la llegada de 80 familias moriscas provenientes de Guadix y Baza, tras la deportación posterior a la “Rebelión de las Alpujarras”, a las que hay que añadir otras 20 familias portuguesas. Una importante regresión demográfica (pérdida de población) se inicia en 1598 con la epidemia de peste que asoló Castilla. La natalidad desciende, crece el número de emigrantes al Nuevo Mundo. A finales de 1609, son expulsados unos 700 moriscos. Unas 30 familias torrijeñas emigran, asimismo, al Valle del Vinalopó (Aspe). A mediados del siglo XVII, Torrijos cuenta con unos 2.300 habitantes. ESTAMENTOS SOCIALES: Nobleza: Alta Nobleza: Miembros de la Casa Ducal de Maqueda: D. Bernardino de Cárdenas I y Pacheco, D. Bernardino de Cárdenas II y Velasco, D. Bernardino de Cárdenas III y Portugal y D. Jorge de Cárdenas y Manrique de Lara. Baja Nobleza: unos 20 hidalgos, generalmente de condición humilde. Clero: tiene un gran peso específico en la sociedad torrijeña de esta época. Lo componen unos 140 miembros, entre capellanes de la iglesia parroquial de San Gil (12), los de la Colegiata del Santísimo Sacramento (17 en tiempos de don Jorge de Cárdenas), más los frailes del monasterio franciscano de Santa María de Jesús, las monjas concepcionistas del convento de Nuestra Señora de la Concepción, seminaristas o Infanzones del Coro; amén de “personal auxiliar” que colabora con el Clero (sacristanes, legos, maestros de capilla, organistas, campaneros, perreros, pertigueros, barrenderos…). Burguesía: Comercio próspero. El Mercado de los Miércoles, franco de alcabalas, el más importante de la Comarca. Las principales industrias son la oleícola (molinos de aceite) y jabonera. De la importancia de esta industria quedó este “dicho”: “Jabones de Valencia con Torrijos ha competencia”. Hay también algunos telares e industrias de cordobanes. La agricultura. La escasez del término jurisdiccional (17,34 Kilómetros cuadrados de superficie) es determinante para la escasa vocación agrícola de los torrijeños. El olivo es el principal cultivo (unos 50.000 pies

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de oliva). Cuenta Torrijos con algunas viñas y huertas regadas con el agua de los pozos extraída con norias (“artes” o “malacates” y “porras”). La ganadería es, asimismo, poco relevante. La Cultura: Viven su momento más esplendoroso los Estudios de Gramática y Retórica del Monasterio de Santa María de Jesús (“El otro San Juan de los Reyes”), así como su Escuela o Taller de Iluminadores. El Arte tiene como figura indiscutible a Alonso de Covarrubias. En el campo de las Letras hay una brillante y extensa nómina en la que destacan las figuras de Alonso de Torres “El Turriculano”, Catedrático de Griego y Retórica, y Pedro Liñán de Riaza, extraordinario poeta, amigo personal de Lope, y autor del Quijote apócrifo, firmado con el pseudónimo de Licenciado Alonso Fernández de Avellaneda. En la Música, Gabriel de Gálvez, Maestro de Capilla de la catedral de Cuenca, y Juan Soto, Maestro y Chantre en la Catedral de Granada… En el Colegio de Clerizones de la Colegiata se formarán músicos tan extraordinarios como Fray Diego de Torrijos… Sector Sanitario: Cuenta Torrijos con dos hospitales: el Hospital de la Santísima Trinidad y el Hospital de Nuestra Señora de la Consolación, “especializado” en la curación del llamado “mal francés” o sífilis. Las enfermedades más frecuentes entre los torrijeños eran las “tercianas” o “cuartanas”, fiebres tifoideas producidas por la insalubridad de las aguas. LA VIVIENDA A la pregunta duodécima de las ”Relaciones Topográficas ordenadas por Felipe II”, los informantes comentan, al respecto:“… En esta dicha villa hay buenas casas de morada y entre ellas están las del Duque de Maqueda que es castellana, muy buena y anchurosa… Demás de las casas principales que la ilustre Señora doña Juana de Portugal, Marquesa de Elche, tiene, que es casa muy anchurosa y de muchos jardines y huertos de más de que tiene pasadizos: uno a la iglesia parroquial del señor San Gil y otro al monasterio de la Concepción de esta villa… Los edificios de otras casas del lugar son de mampostería el cimiento y rejas y ventanaje y de buena morada, esto dentro de la villa y fuera, en los arrabales, hay algunas casas muy buenas así de xabonerías como de otras casas particulares y que los materiales los que hay en el pueblo, excepto cal y algunas piedras para mampostería; pero los hay cerca de dos y tres leguas” (“piedra obreriza” de las canteras de Huecas). ABASTECIMIENTO DE AGUAS “…No hay río, pero HAY UNA FUENTE EN MEDIO DEL PUEBLO DE AGUA DULCE (el “Caño Viejo”) Y UN POZO (el antiguo “Pozo Público” que se halla en la actual Plaza de la Constitución).

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Doménikos theotokópopulos nace en Candia (actual Heraclion), capital de la isla de Creta, en 1541. La isla pertenecía entonces, a la República de Venecia. 1ª Etapa pictórica: Cretense - Postbizantina. Desde niño se inicia en la pintura de iconos de estilo postbizantino. A los 22 años es “maestro”. En diciembre de 1566 su tabla “La Pasión de Cristo” se vende en 70 ducados de oro, “cotizándose” como las mejores obras de los maestros venecianos Tiziano y Tintoretto. 2ª Etapa pictórica: Veneciana – “colorista”. Un año después, reside en Venecia donde estudia las obras de los grandes maestros Tiziano, Tintoretto, Paolo Veronese y Jacopo Bassano.

Inicia esta época con su obra “Curación del nacido ciego”, pintada en 1567, actualmente en Dresde (Alemania). 3ª Etapa pictórica: Romana. Una carta del miniaturista Giulio Clovio (16 de noviembre de 1570) dirigida al Cardenal Alejandro Farnesio le introduce en los círculos artísticos romanos: “… Ha llegado a Roma un joven candiota discípulo de Tiziano que, a mi juicio, figura entre los excelentes de la pintura”. El Greco pinta el extraordinario lienzo “Expulsión de los mercaderes del templo”(Metropolitan Museum of New Cork). En la parte inferior del cuadro, retrata a sus maestros Tiziano, Miguel Ángel, Rafael y a Clovio. Fulvio Orsini, bibliotecario del Cardenal Farnesio, coleccionó siete lienzos del Greco, entre ellos “Vista del Monte Sinaí” y un “Retrato de Giulio Clovio”. El 16 de septiembre de 1572 abre su propio taller en Roma y contrata como ayudantes a los pintores Lattanzio Bonastri y Francesco Preboste. Este último trabajó con el maestro hasta el final de su vida, en Toledo. De esta etapa romana destaca “La Anunciación”, que podemos admirar en el Museo Thyssen-Bornemisza (Madrid).

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Breve Biografía del Greco

Autorretrato Museo Metropolitano de Nueva York

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Año de Centenarios 4ª Etapa pictórica: Toledana. Gracias a Orsini y Clovio, el Greco conoció en Roma al humanista español Benito Arias Montano, al clérigo Pedro Chacón y a Luis de Castilla, hijo natural de Diego de Castilla, Deán de la Catedral de Toledo. El pintor se establece en Toledo, en 1577. Primeros encargos en Toledo: Retablo Mayor y dos retablos laterales para la iglesia del monasterio de Santo Domingo el Antiguo. A ellos pertenecían: “Asunción de la Virgen” (Art Museum of Chicago) y “La Trinidad” (Museo del Prado). También pinta para la Sacristía de la Catedral de Toledo el impresionante ”Expolio”. Fracasa en su intento de “hacer carrera” en la corte. Felipe II le encarga dos importantes trabajos para el Monasterio de San Lorenzo del Escorial: “Alegoría de la Liga Santa” – cuadro conocido, asimismo, como “El sueño de Felipe II”- y “Martirio de San Mauricio y la legión tebana”, obras que no gustaron al “Rey Prudente”, por lo que se le cierran las puertas de El Escorial. En 1578, nace su hijo Jorge Manuel, habido de las relaciones del pintor cretense con la dama toledana Jerónima de las Cuevas, tal vez inmortalizada en “La Dama de Armiño”. Los trabajos en su taller de pintura y escultura (retablos) se multiplican en Toledo. En 1585 está documentada la presencia en su taller de su amigo y ayudante romano Francesco Preboste. El 12 de marzo de 1586 recibe el encargo de pintar una de sus obras inmortales: “El entierro del Señor de Orgaz”, más conocida como “El entierro del Conde de Orgaz” para la iglesia toledana de Santo Tomé. La obra fue tasada en 1.200 ducados, precio que pareció excesivo al párroco, quien solicitó una nueva tasación que alcanzó los 1.600 ducados. Entre 1588-1595: “San Juan Evangelista y San Francisco” (Colección particular), “Las lágrimas de San Pedro” y “La Sagrada Familia” (Hospital Tavera), “San Jerónimo” (Colección particular) y “El caballero con la mano en el pecho” (Museo del Prado). En 1603: Pinta para el Hospital de la Caridad, de Illescas cinco cuadros: “La Anunciación”, “La Virgen de la Caridad”, “La Coronación de la Virgen”, “La Natividad” y “San Ildefonso”. 16-11-1608: Retablo mayor y retablos laterales del Hospital Tavera. Además de su hijo Jorge Manuel, trabaja con el Greco el escultor flamenco Giraldo de Merlo, autor del retablo de la Inmaculada Concepción de la desaparecida iglesia parroquial torrijeña de San Gil, a la cual pertenece la “Peana de los Ángeles” que se expone en el refectorio del Palacio de Pedro I.

Entierro del Señor de Orgaz Iglesia de Santo Tomé. Toledo

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Obras pictóricas del Greco en Tavera son “La Sagrada Familia”, “Cristo Resucitado” y “El quinto sello del Apocalipsis” (Metropolitan Museum of New York). Agosto de 1612: Él y su hijo acordaron con las monjas de Santo Domingo el Real una capilla funeraria para enterramiento familiar. El Greco pintó “La adoración de los pastores”. 7 de abril de 1614: Fallece, siendo enterrado en Santo Domingo el Antiguo. Fray Hortensio de Paravicino escribió del Greco en un soneto:

Creta le dio la vida y los pinceles,

Toledo, mejor patria, donde empieza, a lograr con la muerte eternidades…

RECONOCIMIENTO ARTÍSTICO DE SU OBRA La obra del pintor cretense ha sido valorada, según la época, desde los criterios más dispares. Pintor discutido en su tiempo. Desde el siglo XIX, genio de la pintura universal. A finales del XVII, el tratadista Jusepe Martínez tildó su estilo de caprichoso y extravagante. Antonio Palomino analiza así el último período de su carrera artística:“…trató de mudar de manera, con tal extravagancia, que llegó a hacer despreciable y ridícula su pintura, así en lo descoyuntado del dibujo como en lo desabrido del color…” Para resumir:“lo que hizo bien, ninguno lo hizo mejor; y lo que hizo mal, ninguno lo hizo peor…”. Curiosamente la vindicación positiva de su obra nos llega de Francia: Théofile Gautier la valora, Eugène Delacroix y Millet coleccionaban pinturas del Greco. Manet vino expresamente a Toledo, en 1865, para estudiar la obra del Greco. El tratadista Paul Lefort afirmaría:“El Greco no era ni loco ni el desaforado extravagante que se pensaba; era un colorista audaz y entusiasta…un gran pintor…” Y también le llegó el reconocimiento en España… Manuel Bartolomé Cossío, en 1907, hizo un estudio profundo de la obra del Greco y realizó el primer catálogo (383 cuadros), considerando al artista como el más genuino intérprete del misticismo español y el que mejor encarnó el espíritu de la contrarreforma nacido en Trento. ¡Y no han faltado peregrinas hipótesis en torno a nuestro pintor!: Ricardo Jorge, médico psiquiatra portugués, afirmó que era un paranoico. El oftalmólogo español Germán Beritens achacó los cánones alargados y distorsionados de las figuras del Greco a un defecto de astigmatismo…

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Los años en los que El Greco se establece en Toledo coinciden con la época de mayor esplendor del Señorío de Santa Olalla, compuesto por La Mata, Domingo Pérez, Otero, Carriches, Erustes y Santa Olalla, entre otros núcleos hoy desaparecidos. Estos pueblos junto al distante Orgaz formaban el Estado feudal de Orgaz-Santa Olalla. En 1565 este Señorío (ya condado de Orgaz) recae por sucesión indirecta en Juan Hurtado de Mendoza y Guzmán (Antoniana (Álava), 1536 - Santa Olalla, 1606); una nueva rama, la de los Hurtado de Mendoza, con mayor influencia en la corte y en la iglesia. Su matrimonio con Leonor de Ribera hija de los señores de Malpica y la venta de buena parte de sus casas en Toledo para construir la iglesia de los jesuitas le vinculan especialmente a Santa Olalla. Lugar en el que reformarían su palacio, ampliarían la iglesia de San Julián y protegerían sus instituciones. En torno a los condes de Orgaz se generó una “corte” de santaolalleros que tuvieron enorme influencia en el ámbito cultural de su época y es en ese ámbito donde establecen relación con el Greco. El propio conde, Juan Hurtado de Mendoza, fue pintado por el Greco entre los personajes

que asisten de manera anacrónica al entierro del señor de Orgaz. Y dotó la capilla del hospital de San Antón de Santa Olalla con una obra del Greco, un lienzo de San Francisco en oración que estuvo en nuestro pueblo hasta 1959, fecha en que fue subastado y adjudicado a Josefina Bernales Moreno, condesa de Benalua. Su sucesor, su nieto Esteban de Mendoza y Barroso (fallecido en Madrid y enterrado en Santa Olalla en 1665) sigue dotando a nuestro pueblo con nuevas obras de artistas del entorno del Greco: un lienzo de la Inmaculada de Luis Tristán fechado en 1620 y en el que participó su cuñado el pintor de origen portugués Manuel de Acebedo, experto paisajista; y una talla de San Sebastián del taller de Jorge Manuel Theotocopuli, que se conserva en su pequeña ermita. La hija del conde Mariana de Mendoza y Guzmán (Santa Olalla, 1559 – Cuerva 1627) se convirtió en una de las principales protectoras del Greco; junto a su marido, Pedro Laso de la Vega y Niño de Guevara, llegó a tener una colección de más de quinientos cuadros entre ellos ocho destacadas obras del Greco: Laoconte y sus hijos, las lágrimas de San Pedro, la Sagrada

Santa Olalla y El Greco Los Condes de Orgaz, Mariana de Mendoza, Alvar Gómez, Cristóbal de Fonseca

y otros santaolalleros del entorno del Greco

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Familia, San Francisco de Asís, San Lucas Evangelista, retrato del Cardenal Niño de Guevara, Vista de Toledo y Alegoría de la Orden Camaldulense, donde el Greco pinta los escudos de este matrimonio. Todos los historiadores coinciden en situar a Alvar Gómez de Castro (Santa Olalla, 1515 - Toledo, 1580) entre las primeras personas con las que tuvo contacto el Greco en Toledo, aunque pocos años pudieron tener relación ya que el Greco llega a Toledo en 1577 y Alvar Gómez fallece en 1580. Y al iniciarse los pleitos y la campaña de recuperación de la memoria del milagro del señor de Orgaz, por parte del párroco de Santo Tome, es Alvar Gómez quien recibe el encargo de elaborar un retorico epitafio que se gravaría en una lápida sobre la que años más tarde se colocaría el entierro del Señor de Orgaz. Sabemos también que fue propietario de una obra del Greco, una “Sagrada Familia con Santa Ana y San Juanito”. Fray Cristóbal de Fonseca (Santa Olalla, 1550 – Madrid, 1621), uno de los habituales en las tertulias del cardenal Bernardo de Sandoval y Rojas en el palacio de Buenavista de Toledo, también aparece retratado en el entierro del señor de Orgaz. Llego a ser prior del convento de San Felipe en Real de Madrid a cuyas puertas se situaba el mentidero de la Corte y este personaje nos enlaza con otras onomásticas que se están celebrando, ya que ha sido señalado como uno de los posibles autores del Quijote apócrifo de Avellaneda publicado en 1614.

Por ultimo recordar que la iglesia de San Julián de Santa Olalla cuenta con una curiosa versión del entierro del Señor de Orgaz. Una obra donada en 1732 por doña María de Mendoza Rojas y Sandoval, la última condesa de Orgaz que residió en nuestro pueblo. Todos estos datos y otros muchos aparecen completamente desarrollados en el Libro “El Greco y Santa Olalla” que recientemente se ha publicado. Un libro que ha contado con la colaboración de los miembros de la Asociación Amigos de la Colegiata y que ha sido maquetado por Jesús Sánchez de Haro.

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Josué López Muñoz

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1544-1545: Pasa por Torrijos el niño Juan de Yepes y Álvarez, futuro San Juan de la Cruz, en brazos de su madre Catalina Álvarez y acompañado de sus hermanos Luis y Francisco, en busca de asilo entre sus familiares “torrijanos”. 1548: Teresa de Cepeda y Ahumada – más tarde Santa Teresa de Jesús – visita Torrijos por primera vez. 1550: Nace en la calle de los Molinos, el beato Francisco Pérez de Godoy, mártir jesuita torrijeño. Don Bernardino de Cárdenas, II Duque de Maqueda, es nombrado por el Emperador Carlos V, primer Virrey de Nápoles. 1557 (2 de agosto): Fallece en Torrijos (tres años antes que su padre) don Bernardino de Cárdenas y Velasco, II Marqués de Elche, por cesión de su padre. Estaba casado con doña Juana de Portugal, hija de don Juan IV de Portugal, Duque de Braganza. 1558: Juan Correa de Vivar pinta las doce tablas del Retablo Mayor de la Colegiata. 1560: Fallece en Torrijos don Bernardino de Cárdenas y Pacheco, II Duque de Maqueda, Duque de Frías, I Marqués de Elche, Adelantado Mayor del Reino de Granada, Alcalde Mayor de Toledo, Alcalde de la Alcazaba de Almería, Virrey y Capitán General de Navarra y de Valencia. 1570 (11 de marzo): fallece en Toledo el inmortal “imaginario” – arquitecto-escultor – torrijeño Alonso de Covarrubias y Leyva. 1571 (Finales de febrero): 80 familias moriscas, procedentes de tierras de Guadix y

Baza, se establecen en Torrijos, tras la “Rebelión de las Alpujarras” sofocada por don Juan de Austria. Todas se apresuran a bautizar a sus hijos. El primero de los moriscos bautizados en la Parroquia de San Gil fue la niña Isabel Gila (17-7-1572). 1576: Se escriben las “Relaciones Topográficas ordenadas por Felipe II” referentes a la villa de Torrijos. La población “torrijana” es de unos 3.500 habitantes. Carta dirigida por Teresa de Jesús a su primo torrijeño Luis de Cepeda. 1576 (15 de julio): Muere martirizado el jesuita torrijeño Francisco Pérez de Godoy, primo de Teresa de Jesús, cuando navegaba rumbo a las misiones de Brasil.

Cronología Histórica de Torrijos en la época del Greco

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Beato Francisco Pérez de Godoy Iglesia de los Jesuitas. Toledo

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1584 (30 de septiembre). Fallece en Alcalá de Henares el torrijeño Alfonso de Torres “el Torriculano”. Maestro de Gramática y Retórica de la Universidad Complutense. Uno de los humanistas más ilustres de su época. 23-4-1584. Nace en Torrijos don Jorge de Cárdenas Manrique de Lara, futuro Duque de Maqueda. 1586: El día 2 de junio de este año se apareció la Virgen, en Mijas (Málaga), a los niños torrijeños Juan y Asunción Linaire. 1587: Se publica el libro “Carro de las Donas”, apología de doña Teresa Enríquez, “La Loca del Sacramento”. 1588: Finaliza la ejecución del precioso retablo de San Juan Bautista, realizado para la Colegiata por Luis de Velasco y su hijo Cristóbal. 1591: Acaba en la ciudad de Úbeda la vida terrenal de San Juan de la Cruz. 1598: Llega a Torrijos, desde Nueva España (Méjico), la sagrada imagen del Santísimo Cristo de la Sangre. Fallece el Capellán Mayor de la Colegiata don Francisco Martínez de Buitrago. El Cabildo propone como sucesor a don Pedro Alonso de Riofrío, Abad de San Salvador de Sevilla y tesorero del Duque de Maqueda. 1600: El bachiller Francisco de Cebreros, otorga testamento en Nueva España (Méjico), en el que declara haber realizado, entre otras, la donación de la imagen del Santísimo Cristo de la Sangre. 1601: Fallece don Pedro Alonso de Riofrío, Capellán Mayor de la Colegiata, Abad de San Salvador, de Sevilla. La Inquisición persigue, en este año, en el monasterio torrijeño de la Purísima Concepción un evidente foco de criptojudaísmo, promovido por la Abadesa Juana Bautista. El fresco del muro principal de este antiguo refectorio del monasterio

constata signos evidentes de tal acusación. 17 de diciembre de 1601. Fallece en la ciudad de Palermo don Bernardino de Cárdenas y Portugal, III Duque de Maqueda, II Marqués de Elche, Señor de San Silvestre, Comendador Mayor, Comendador Mayor de León, Alcalde de Toledo, Alcalde de La Mota y Chinchilla, Virrey y Capitán General de Cataluña y de Sicilia. Le sucede su hijo, don Jorge de Cárdenas Manrique de Lara. 1604: Pedro Liñán de Riaza, autor del Quijote apócrifo, es nombrado secretario del Duque de Maqueda. 1605: Pedro Liñán de Riaza es nombrado Capellán Mayor de la Colegiata y Secretario del Duque de Maqueda. Durante su estancia en Torrijos escribe el “Don Quijote” apócrifo de “Avellaneda”. 1607: El 19 de abril, Pedro Liñán de Riaza otorga testamento ante el escribano público de Torrijos, Juan de Orozco, en el que expresa su deseo de ser enterrado en la Colegiata de Torrijos. El 14 de julio, hallándose en Madrid, cae gravemente enfermo y fallece el 25 de ese mismo mes. 1609 (4 de abril): Felipe III decreta la expulsión de los moriscos de los Reinos Hispanos. El 14 de diciembre, el genial escultor flamenco Giraldo de Merlo, amigo y colaborador del Greco, contrata, para la iglesia parroquial de San Gil, el retablo de la Inmaculada Concepción, del que se conserva esta preciosa “Peana de los Ángeles”, pieza fundamental en la exposición del Año Greco. 1611 (2 de mayo): Don Jorge de Cárdenas Manrique de Lara otorga la Carta Puebla para la repoblación de la villa alicantina de Aspe. Unas 70 familias de Torrijos y pueblos vecinos del Ducado de Maqueda emigran hasta dicha población levantina. 1614 (7de abril): Fallece en Toledo, Doménikos Thetokópoulos “el Greco”.

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Sin duda, el más ilustre hijo de la Historia de Torrijos. Está considerado como el más grande “imaginario” – arquitecto-escultor – del primer renacimiento español. Nació en Torrijos, en 1488, de familia de bordadores, feligreses de la desaparecida Parroquia de San Gil Abad, donde estaban enterrados sus familiares junto a los Yepes (familiares de San Juan de la Cruz) y los Cepeda (familiares de Santa Teresa de Jesús). Falleció en Toledo, el sábado 11 de marzo de 1570, siendo enterrado en su capilla funeraria de la Parroquia de San Andrés. Muy joven se afincó en Toledo, “la Ciudad Imperial”, iniciando su aprendizaje con los hermanos Antón y Enrique de Egas. El 15 de octubre de 1534, el Cabildo de la “Dives Toletana” le nombra Maestro Mayor, sustituyen do a Enrique de Egas. En 1537, es nombrado Maestro de los Reales Alcázares de Madrid, Toledo y Sevilla. A su genio se deben, entre otras, las siguientes obras: EN SU “PATRIA CHICA”: TORRIJOS: • Participación en las obras de la Colegiata, junto a su maestro Antón de Egas: Portada Plateresca Occidental y Portada de la Sacristía Mayor.

EN LA CATEDRAL DE TOLEDO: • Maestro de obras de la Catedral desde 1534 hasta 1566.

• Capilla de la Trinidad. • Puerta de la Capilla de San Juan o del Tesoro.

• Sepulcro del Obispo Buendía y del Arcediano de Calatrava.

• Puerta de los Leones (Decoración interior). • Capilla de San Eugenio. Sepulcro del Obispo Castillo.

• El Coro Alto. • Portada y Claustro del Palacio Arzobispal. OTRAS OBRAS TOLEDANAS: • Intervención en la iglesia parroquial de San Andrés.

• Parroquia de Santas Justa y Rufina. • El Hospital de Santa Cruz (Portada, Escalera, Patio Principal y Zaguán).

• Las obras del Hospital Tavera. • Puerta de Bisagra. • Las obras del Alcázar. • Convento de San Pedro Mártir (Claustro).

Alonso de Covarrubias

Personajes relevantes de la Historia de Torrijos en la época del Greco

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• Obras en la iglesia de San Clemente. • Portada del Colegio de Infantes. • Obras en la iglesia de San Román. • Obras en Santa María la Blanca. • Palacio de los Marqueses de Malpica y Valdepusa.

OBRAS EN LA PROVINCIA DE TOLEDO: • Monasterio de Santo Domingo (OCAÑA). • Iglesia de San Benito Abad (YEPES). • Iglesia del monasterio jerónimo de Santa Catalina (TALAVERA DE LA REINA).

• Iglesia de la Concepción Franciscana (LA PUEBLA DE MONTALBÁN).

• Portada del Palacio de los Duques de Osuna (LA PUEBLA DE MONTALBÁN),

• Remodelación del Puente del río Tajo (LA PUEBLA DE MONTALBÁN).

• Iglesia de San Juan Bautista (HUECAS). • Iglesia de San Pedro Apóstol (NOVÉS). • Iglesia Parroquial de Santo Domingo de Silos (VAL DE SANTO DOMINGO).

• Iglesia Parroquial de San Martín (LILLO). • Iglesia de San Cristóbal (ALMOROX). • Villa Rústica de don Pedro López de Ayala (CASAS BUENAS).

• Villa Rústica del Conde de Cifuentes (BARCIENCE).

OBRAS EN GUADALAJARA Y PROVINCIA: • Convento e iglesia de La Piedad (GUADALAJARA).

• Iglesia y Claustro del Monasterio de Nuestra Señora de la Concepción (GUADALAJARA).

• Iglesia de Santiago (GUADALAJARA). • Altar de Santa Librada (CATEDRAL DE SIGÜENZA).

• Mausoleo de don Fadrique de Portugal (CATEDRAL DE SIGÜENZA).

• Sacristía Mayor (CATEDRAL DE SIGÜENZA). • Monasterio de San Bartolomé de Luliana (LUPIANA).

• Palacio Ducal (PASTRANA). • Iglesia Parroquial de San Andrés (ALBALATE DE ZORITA).

• Iglesia Parroquial de Santo Domingo de Silos (ALMONACID DE ZORITA).

• Iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol (YUNQUERA DE HENARES).

OBRAS EN CASTILLA-LEÓN: • Intervención en la Catedral Nueva (SALAMANCA).

• Intervención en el claustro principal del Colegio de los Irlandeses (SALAMANCA).

• Palacio de los Vega (GRAJAL DE CAMPOS-LEÓN).

• Monasterio cisterciense de Santa María de la Huerta (SANTA MARÍA DE LA HUERTA – SORIA).

OBRAS EN EXTREMADURA: • Claustro de la Hospedería del Monasterio de Guadalupe (GUADALUPE-CÁCERES).

• Maestro de obras de la Catedral de Plasencia.

OBRAS EN LA PROVINCIA DE MADRID: • Iglesia- concatedral de Santa María Magdalena (GETAFE).

• Convento de Carmelitas de la Imagen (ALCALÁ DE HENARES).

• Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción (CHINCHÓN).

• Iglesia Parroquial de Santa María la Mayor (COLMENAR DE OREJA).

• Palacio de los Marqueses de Villena y Duques de Escalona (CADALSO DE LOS VIDRIOS).

OBRAS EN SANTIAGO DE COMPOSTELA, VALENCIA Y PROVINCIA DE GRANADA:

• Intervención en el Palacio de Fonseca (SANTIAGO DE COMPOSTELA).

• Monasterio de San Miguel de los Reyes (VALENCIA).

• Iglesia Colegial de Santa María de la Encarnación (BAZA-GRANADA).

• Colegiata de la Encarnación (HUÉSCAR-GRANADA).

• Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Quinta Angustia (LA PUEBLA DE DON FADRIQUE – GRANADA).

• Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles (CASTRIL – GRANADA).

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Nació en Torrijos, en 1524. Cursó sus primeros estudios en la famosa Escuela de Gramática y Retórica en el monasterio torrijeño de Santa María de Jesús, para después completarlos en el Colegio de Artes Liberales de la Universidad de Alcalá de Henares y en el Colegio Trilingüe de dicha Universidad.

Entre 1560 y 1570 simultaneó las Cátedras de Gramática y Retórica en dicha Universidad. De su abundante brilla, muy especialmente, “Rhetorica Exercitationes” (impresa en Alcalá de Henares, en 1569) considerada como maestra en su género. Fue dedicada a su protector don Fernando Suárez de Toledo, miembro del Consejo de Castilla, de Felipe II. De él hemos transcrito, asimismo, un drama religioso, “La vida y martirio de los Santos Niños Justo y Pastor”, representada en Alcalá de Herrares, el 7 de marzo de 1564, con motivo del traslado de las reliquias a la Magistral de Alcalá de Henares. “El Turriculano” está reconocido, desde su época, como uno de los más grandes Humanistas Españoles. Así lo reconocen, entre otros, sus colegas coetáneos Alfonso García Matamoros, Ambrosio de Morales o Martín Segura.

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Alfonso de Torres “Turriculanus”

Pedro Alonso de Riofrío Desgraciadamente, es uno de los personajes menos conocidos de la Historia de Torrijos. Debió de nacer en Sevilla hacia 1530. Ejerció su labor pastoral en la parroquia sevillana de San Salvador o del Salvador. Llega a Torrijos en abril de 1570 con el título de Abad de San Salvador para formar parte del Cabildo de la Colegiata. Dos años después participa en la fundación de la Cofradía de San Pedro de la que formaría parte hasta su muerte. Hacia 1590, pasa al servicio del Duque de Maqueda, don Bernardino de Cárdenas III, en calidad de tesorero, permaneciendo en el cargo durante once años. En 1598, fallece el Capellán Mayor de la Colegiata, don Francisco Martínez de Buitrago y el Cabildo propone al Duque el nombramiento de don Pedro. Durante los siete años que duró su gobierno al frente del Cabildo, la Colegiata vivió, acaso, los momentos de su máximo esplendor al amparo del nuevo “Señor de Torrijos”, don Jorge de Cárdenas Manrique de Lara.

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Las Capellanías pasan de trece a diecisiete. Se acometen obras de extraordinario interés artístico, como los dos retablos barrocos de Santa Ana y San José. El 12 de abril de 1605, don Pedro Alonso de Riofrío otorgó testamento, redactado de su puño y letra. Días después completa las disposiciones del mismo mediante un memorial. Dicho testamento contiene 43 cláusulas, según las cuales sus cuantiosos bienes, en metálico y en especies, han de ser destinados a la salud de su alma y en beneficio de sus familiares, amigos, enemigos y el Cabildo de la Colegiata. Precisamente para la Colegiata dona numerosas piezas de plata, el altar de su oratorio con la cruz-relicario del “Lignum Crucis”, más dieciocho cuadros, tres estatuas, donativos para la festividad del Corpus Christi, dádivas para cuatro mozos de coro, dinero para que en fuertecillo de la Colegiata se construya un edificio para las sesiones capitulares, con su correspondiente capilla. Días después, fallecía, siendo enterrado a la entrada del Coro de la Colegiata. Más de cuatrocientos años después de su muerte, los torrijeños tenemos aún una deuda histórica con este ilustre benefactor, cuyos restos descansan bajo una losa de caliza tosca y desnuda. ¡Una lápida sencilla y digna, que evoque su memoria, sería la forma de rendirle un merecidísimo homenaje…!

Pedro Liñán de Riaza Se ha discutido mucho sobre el lugar de nacimiento (Toledo, Consuegra, Calatayud), del que fue el autor del “Don Quijote” apócrifo. Han sido los tratadistas Julián F. Randolph y nuestro amigos, el profesor José Luis Pérez López, y Antonio Sánchez Portero, Cronista Oficial de Calatayud, quienes han dado a conocer la extraordinaria obra de Pedro Liñán de Riaza, Capellán Mayor de la Colegiata de Torrijos y Secretario del Duque de Maqueda, don Jorge de Cárdenas Manrique de Lara. Debió de nacer Pedro Liñán hacia 1556, en Calatayud (Zaragoza). Su padre, Roque Liñán, era criado del Cardenal Juan Martínez Guijarro – posteriormente Silíceo -.

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Sus primeros estudios los realiza en Toledo. Después obtiene el título de bachiller en Salamanca. Posteriormente, se licenciará en la Universidad de Alcalá de Henares, donde traba amistad con los poetas Francisco de garay y Bartolomé Leonardo de Argensola. Combatió con su amigo Lope y con el que sería su posterior “Señor”, don Jorge de Cárdenas, en 1558, en el famoso desastre de “La Invencible”, aunque es en 1600 cuando se ordena sacerdote por la Diócesis de Toledo. En septiembre de 1604, don Jorge de Cárdenas Manrique de Lara, IV Duque de Maqueda y Marqués de Elche, le nombra su secretario. Un año después, ocupa el cargo de Capellán Mayor de la Colegiata del Corpus Christi, de Torrijos, sucediendo en el cargo a don Pedro Alonso de Riofrío. Pedro Liñán de Riaza había mantenido una gran amistad con Cervantes y Lope de Vega hasta el año 1604; pero, a partir de este año la enemistad entre Lope y “sus secuaces” – así los tilda Cervantes – y el autor del Quijote va “in crescendo”. Y dicho encono alcanza su “clímax” con la aparición del citado libro de Liñán. Liñán fue un literato de extraordinario prestigio entre sus coetáneos. Además de los elogios de Cervantes y Lope, hay que añadir, entre otros muchos, los de Francisco de Quevedo en su novela picaresca “Historia del Buscón”, de Vicente Espinel, quien, en el canto 7 de su poema “Casa de la memoria” dice:

¡Oh, tú, Liñan, que desde el monte miras, los que en la falda por subir se quedan…!

Asimismo, su fecunda obra poética contó con el reconocimiento y admiración del conceptista Baltasar Gracían. Pero su más entusiasta apologista fue, sin duda, Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo en su obra “Coronas del Parnaso y Platos de las Musas”. Fue Liñán un autor prolífico y brilló especialmente en la poesía. Su estilo es brillante y manifiesta un especial dominio del romance y del epigrama. Se le atribuyen más de una veintena de sonetos y numerosos romances. Junto a Lope de Vega y Góngora, Pedro Liñán de Riaza contribuyó al triunfo del entonces naciente “Romancero Nuevo”. El 19 de abril de 1607 otorga testamento en Torrijos ante el escribano público don Juan de Orozco. Falleció en Madrid el 25 de julio de 1607, sin haberse cumplido su disposición testamentaria de ser enterrado en la Colegiata de Torrijos.

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Nació en nuestra villa, el 23 de abril de 1584 y falleció en Madrid, el 30 de octubre de 1644. Era hijo de don Bernardino de Cárdenas y Portugal, III Duque de Maqueda y de doña Luisa Manrique de Lara, VII Duquesa de Nájera. Se casó en 1633 con doña Isabel de la Cueva y Enríquez de Cabrera, hija del VII Duque de Alburquerque. No tuvo descendencia. Participó en la guerra naval contra Inglaterra, en el llamado “Desastre de la Invencible”, en 1558. Fue IV Duque de Maqueda, VI Marqués de Elche y de Belmonte, IX Conde de Treviño, Adelantado Mayor del Reino de Granada, Caballero y Comendador Mayor de Medina de las Torres y de Ventosilla de la Orden de Santiago, Gentilhombre de la Cámara del Rey, Alcalde y Capitán General de Mazalquivir, Fez y Tremecén, General de la Armada del Mar Océano, Gobernador de Orán. Valiente y temperamental, un hombre “de armas tomar”, consumado jinete, buen espadachín, “campeón” en las “corridas” o alanceamientos y “juegos de cañas” en que solía participar con motivo de las famosas procesiones del “Corpus Torrijano”. Bajo su generoso mecenazgo, la Colegiata de Torrijos vivió momentos de máximo esplendor. El número de capellanes del Cabildo pasó a diecisiete. Fueron numerosas las obras de arte con que don Jorge embelleció el templo. Incluso, él mismo donó su precioso escritorio florentino de “piedras semipreciosas”, posteriormente empleado como Sagrario. Tras el Decreto de Expulsión de los Moriscos, firmado por Felipe III, el 4 de abril de 1609, al quedar despobladas las terras del Bajo Vinalopó, don Jorge de Cárdenas, el 26 de enero de 1611, ordena al escribano Juan de Orozco la redacción de la “Carta Puebla de Aspe” para repoblar la villa alicantina con gentes de Torrijos y pueblos del Ducado de Maqueda.

don Jorge de Cárdenas Manrique de Lara

Palacio de los Cárdenas-Enríquez. Patio interior. Torrijos

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Probablemente, nació en Toledo, hacia 1560. Estaba emparentado con el escritor y cronista toledano Sebastián de Orozco (1512-1577), a quien algunos tratadistas atribuyen la autoría del “Lazarillo de Tormes”. Sebastián estaba casado con Catalina de Covarrubias, hija del torrijeño Marcos de Covarrubias, famoso maestro bordador de la Catedral de Toledo – hermano del inmoral “imaginario” Alonso de Covarrubias y Leyva -. Hijo de este matrimonio fue el no menos famoso Sebastián de Covarrubias y Orozco (153-1613), lexicógrafo y autor de “El Tesoro de la Lengua Castellana”. El primer destino que Juan de Orozco tuvo como Escribano Público fue el de la villa de Torrijos. El Duque de Maqueda, don Bernardino III, se lo concedió, a renta, en 1586. Y permaneció en el cago durante más de cuarenta y cinco años, con lo que llega a ser el escribano que más tiempo permaneció en este oficio en la historia de Torrijos. Precisamente, tantos años dedicados al ejercicio de su profesión, le permitieron ser testigo de un sinfín de acontecimientos, desde los más cotidianos a los más excepcionales: recordemos, por ejemplo, su intervención para la Carta Puebla de Aspe. Poco después de su llegada a Torrijos, casó con la dama torrijeña doña Catalina Palacios, de familia hidalga, cuyo apellido se remonta en Torrijos a los tiempos de doña Teresa Enríquez. Tuvieron cuatro hijos: Juan y Diego – residentes por último en las Indias – y Micaela y María – ésta última, monja en el monasterio torrijeño de la Purísima Concepción. Vivió en una casa de su propiedad, junto a la Colegiata, en la calle que hoy lleva su nombre, calle de Orozco. Redactó su testamento de puño y letra y falleció, a edad muy avanzada, en 1633. Mandó que le enterrasen en Torrijos, en el monasterio franciscano de Santa María de Jesús.

don Juan de Orozco, escribano

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El Patrimonio Histórico de Torrijos se enriquece

Siguiendo un orden cronológico: Remodelación del Claustro Principal del Palacio de los Cárdenas-Enríquez o de los Duques de Maqueda, de la plaza del Mercado – actual Plaza de España, con posible intervención de nuestro paisano Alonso de Covarrubias y Leyva. Obra realizada en el último tercio del siglo XVI por mandato de don Bernardino de Cárdenas III. Construcción de la Ermita de San Pedro, a principios del Siglo XVII, en las inmediaciones del Camino Viejo de Toledo o Camino de la Vega. Obra impulsada por don Pedro Alonso de Riofrío, fundador de la cofradía del mismo nombre. Retablo de Nuestra Señora del Rosario (Iglesia Parroquial de San Gil).

Retablo de la Inmaculada Concepción (Giraldo de Merlo. Taller del Greco (1609), del que se conserva la “Peana de los Ángeles” (Iglesia Parroquial de San Gil). Obras importantísimas en la Colegiata: Sustitución del coronamiento renacentista primitivo por un chapitel “herreriano” de pizarra culminado por una bola de latón rematada con una cruz. Se erige el retablo de San Juan Bautista el

más importante tras el Retablo Mayor. En este pequeño retablo renacentista “de sabor escurialense”, trabajan los toledanos Luis y Cristóbal de Velasco (1586-1588). Retablos de Santa Rita, de Santa Teresa, de San Antonio Abad, de Nuestra Señora del Amor Hermoso. Retablo de las Ánimas, obra de los ensambladores burgaleses, vecinos de Torrijos, Diego de Céspedes y Fernando del Amo. LIENZOS: “El Sacrificio de Abraham” (réplica de Caravaggio). “San Cosme y San Damián” (Luis Tristán). “Crucifixión de Cristo” (taller de Pedro Orrente). “La Adoración de los Reyes” (taller de Pedro Orrente). “Retrato de un caballero” (anónimo) “San Pedro y San Pablo en la cárcel” (anónimo). ESCULTURAS: Relicario del Lignum Crucis. Nuestra Señora de Montserrat (Escuela del Greco). Santo Cristo de la Agonía o de la Fe (iglesia del Beato Francisco Pérez de Godoy). San Pedro (Retablo de San Juan Bautista). Urna del Sacramento (Precioso escritorio florentino de comienzo del XVII, que perteneció a don Jorge de Cárdenas). La rica orfebrería, cantorales y ropas sacras correspondientes a este per íodo complementan el acervo del patrimonio artístico de nuestra villa.

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Luis Tristán (Toledo, 1585 – Toledo, 1624) entró muy joven a formar parte del taller toledano del Greco, cuyo estilo imitó a lo largo de su vida; hasta el extremo de ser confundidas algunas de sus obras con las de su maestro. Completó su formación en Italia, donde residió desde 1606 a 1613. Es, sin duda, el mejor discípulo del maestro cretense. Entre sus numerosísimas obras destacan las pinturas del Retablo Mayor de San Benito Abad, de Yepes: “Adoración de los pastores”, “Adoración de los Reyes”, “Flagelación”, “Cristo Crucificado”, “Resurrección”; “Magdalena Penitente” (Museo del Prado- anteriormente en el retablo de Yepes)… “SAN COSME Y SAN DAMIÁN” (LUIS TRISTÁN) Los santos hermanos médicos, Cosme y Damián, eran cirujanos que ejercía gratuitamente su profesión, y que, por su fe en Cristo, fueron martirizados en el año 259 d. C. durante el Imperio de Diocleciano. En la Edad Media figuran, junto a San Lucas, como patronos del gremio de médicos y cirujanos. Su festividad se celebra el 24 de septiembre. El lienzo nos muestra a ambos hermanos amputando la pierna de un joven esclavo, fallecido el día anterior, para trasplantársela a un enfermo que tenía la suya gangrenada. Ambos santos van tocados con el bonete característico de su profesión, recordando la tabla de Jaime Huguet del retablo de Tarrasa (finales del siglo XV). Interesante es el estudio anatómico del joven, cuyo cadáver yace entre los dos cirujanos. La escena carece del más mínimo dramatismo o simbolismo religioso. TÉCNICA Y MATERIALES: Óleo, policromía, lienzo. DIMENSIONES: Largo: 1.80 m. Ancho: 1,20.

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Obras de dos extraordinarios discípulos del Greco

Luis Tristán

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Obras de dos extraordinarios discípulos del Greco

Pedro Orrente (Murcia, 1588 – Valencia, 1645). Se formó en Toledo, donde trabó amistad con el Greco y con su hijo Jaime Manuel. Posiblemente viajara a Venecia. Su estilo está muy influido por el de Bassano, de ahí su sobrenombre de “El Bassano Español”; aunque, en el último período de su obra es evidente el influjo del “naturalismo” caravaggiesco. De entre sus obras destacan: “San Ildefonso dándole el velo a Santa Leocadia”, (su primera para la catedral de Toledo, 1611), “La imposición de la casulla a San Ildefonso” (1617, catedral de Toledo), “Adoración de los pastores”, “Martirio de San Sebastián” (Catedral de Valencia), “La multiplicación de los panes y los peces” (Hermitage, San Petersburgo), “Nacimiento” (Iglesia del Hospital de Santiago, Cuenca). “CRUCIFIXIÓN DE CRISTO” (Pedro Orrente) Monumental lienzo, no sólo por su tamaño sino por su indudable calidad artística. Puede visitarse en el museo parroquial. El artista ha utilizado la diagonal para disponer su composición. En este caso, podemos hablar de dos diagonales que confluyen en su parte inferior en la figura de María Magdalena. El cromatismo dominante es el verde-grisáceo, rojo, ocre y blanco. El fondo de la composición es oscuro y la escena se ilumina, esencialmente, a través de dos focos: uno que procede de la derecha del espectador que alumbra a los personajes más individualizados del tema, otro secundario que se proyecta a la altura del costado derecho de Cristo. En la penumbra, numerosos personajes secundarios: soldados romanos, judíos y muchedumbre, en general. A la derecha de Jesús, la Virgen aparece representada como mujer joven y bella, ataviada con un rico manto de seda gris-verdoso y tocado blanco que cubre su cabeza. A su lado, San Juan,

Pedro Orrente

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con túnica verde, sostiene un manto rojo en su brazo izquierdo; mientras que, con su mano derecha, sujeta la cintura de la llorosa María, a la que parece consolar. Ambos dirigen su mirada atenta hacia lo alto de la cruz, donde Cristo agoniza. A la izquierda de Cristo aparece una santa mujer, joven, hermosa, con cabellera rubia recogida y trenzada. Se muestra en actitud orante y viste túnica azul-verdosa y manto anaranjado. Y, en postura de forzado escorzo, con inclinación hacia el lado del espectador, Estafetón acerca con una larga caña la esponja a la boca de Cristo. El soldado romano está representado conforme a la iconografía tradicional de los sayones. Lleva un brillante casco con la celada azada. A sus pies se halla una jofaina que contendría el vinagre. María Magdalena está recostada sobre el pie de la larguísima cruz Viste túnica rojo-anaranjada con un chal verdoso anudado a la espalda. Su rostro, en esta oportunidad, carece de hermosura y gracia. Lienzo de fuerte componente manierista, con figuras que alternan cánones alargados con formas excesivamente voluminosas (muy destacadas en las piernas de Cristo), escorzos, patetismo en los gestos, agitado movimiento de ropajes, así como un original cromatismo. TÉCNICA: Óleo sobre lienzo, policromía. DIMENSIONES (Con marco): Largo: 2,26 m. Ancho: 2,15 m. “ADORACIÓN DE LOS REYES” (Pedro Orrente) Cuadro desgraciadamente “desaparecido”, en diciembre de 1999, durante la restauración de la colegiata. Lienzo de pequeño tamaño, muy colorista, con notable influencia de la Escuela Veneciana y de Juan Bautista Maino La Virgen, San José y el Niño aparecen bajo un arco del Portal. María está sentada y sostiene al Niño en su regazo. Detrás aparece José, representado como anciano calvo de barba cana. Melchor, arrodillado, ha entregado su ofrenda que San José ha recogido. Gaspar, coronado, está efigiado como anciano de barba blanca. Lleva en sus manos un copón dorado. Baltasar es un joven negro, robusto que, al destocarse de su sombrero de plumas, muestra una cabellera abundante, oscura, rizada. Adorna sus orejas con unos pendientes de aro dorados. Porta en sus manos una cornucopia. Completa la composición un músico, montado a caballo, que toca un laúd. TÉCNICA: Óleo sobre lienzo y policromía. DIMENSIONES (Sin marco): Largo: 0,73 m. Ancho: 0,51 m.

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Teresa de Jesús y sus vínculos torrijeños

Teresa de Cepeda y Ahumada nació en Ávila el 28 de marzo de 1515, en el seno de una familia de doce hermanos. Los orígenes de los Sánchez Cepeda hay que buscarlos en la villa vallisoletana de Tordesillas; aunque, a mediados del XVI, encontramos miembros de esta familia en la ciudad de Toledo y en nuestra villa de Torrijos. El abuelo paterno de Teresa, Juan Sánchez de Toledo estaba casado con una prima suya llamada Inés de Cepeda, natural de Tordesillas. Tuvo el matrimonio Sánchez Cepeda un floreciente comercio de sedas distribuido entre Toledo y Torrijos. Aquí, en nuestra villa, residieron durante largas temporadas. El Padre Julián de Ávila, uno de los principales biógrafos de la santa y confesor de la misma durante más de veinte años, afirmaba que Alonso de Cepeda, padre de Teresa, le apodaban, en Ávila “el Toledano”, era natural de Torrijos. “Chauvinismos al margen”, creemos se trata de una interpretación errónea y nos inclinamos por su nacimiento toledano, ¡faltaría más…! En el año 1485, Juan Sánchez de Toledo, sufrió un proceso inquisitorial en la Ciudad Imperial bajo la acusación de “muchos e graves crímenes e delictos de herejía y apostasía” – según consta en el pleito de hidalguía de 1519 - ; o sea, inculpado de haber judaizado. Gran parte de la familia abandonó la ciudad de Toledo y numerosos miembros fijaron definitivamente su residencia en Torrijos. Mas, Juan Sánchez de Toledo buscaba para su familia un ascenso social lejos de a ciudad donde había sido

acusado de judaizar y sufrido el infamante baldón del “sambenito” (1). Así pues, a comienzos de los noventa, instala su familia en Ávila. En “la Ciudad de los Caballeros”, Juan Sánchez adopta el apellido Cepeda de su esposa y, ahora, como Juan Sánchez de Cepeda, confirmará sus negocios textiles que le servirán de fachada para otros bastante más lucrativos, tales como el préstamo y la recaudación de alcabalas. No tardó en comprar un falso certificado de hidalguía y, de esta manera, consolidó definitivamente la posición social y económica de su familia, consiguiendo casar a sus hijos e hijas con ricos terratenientes.

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Santa Teresa de Jesús Pedro de Olivares (c.1687)

Colegiata de Torrijos

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Juan Sánchez murió víctima de la peste en el año 1507, legando a sus hijos saneada hacienda. No obstante, la reputación de los Sánchez Cepeda debía estar en entredicho; ya que, en 1519, los descendientes del comerciante interpusieron una causa fiscal para obtener un nuevo y falso certificado de hidalguía. En esta ocasión, se presta a tal artería el escribano del pequeño lugar de Majalbalago (2). Asimismo, Alonso Sánchez de Cepeda, padre de Teresa, pierde a su primera esposa, Catalina del Peso, en el citado año, a causa de la misma epidemia. Al año siguiente, en 1508, contrae segundas nupcias con Beatriz Ahumada, hija de cristianos viejos naturales de la villa vallisoletana de Olmedo, que aporta al matrimonio rica dote, entre ella una casa de campo en Gotarrendura – donde muy probablemente nacería Teresa – rodeada de tierras de pastoreo y labor, amén de cuantiosos rebaños y rico palomar. La familia vivía en una de las calles principales de Ávila, en una hermosa casa solariega, llamada “Casa de la Moneda” – antes había sido una ceca – sobre cuya fachada principal sobresalía el escudo de los “hidalgos” Cepeda (3). Beatriz Ahumada, madre de Teresa, murió a los treinta y tres años de edad, después de haber traído al mundo ¡diez hijos! Era una mujer muy hermosa que compartía con la familia una gran pasión por la lectura. Teresa tenía, a la sazón, trece años de edad En 1530, partía hacia las Indias Hernando, el hijo mayor de Alonso y Beatriz. Cinco años más tarde le tocaba el turno a Rodrigo, el hermano preferido de Teresa. Poco después de la marcha de Rodrigo, Teresa salió de su casa al amanecer e ingresa en el monasterio carmelita abulense de la Encarnación. En 1543, fallece don Alonso, prácticamente arruinado. La “Casa de la Moneda” queda vacía. Otros dos hermanos más, Lorenzo y

Jerónimo, habían partido a las Indias tres años antes; y, tras la muerte del padre, lo hacen Pedro Antonio. Teresa se lleva consigo al monasterio de la Encarnación a su hermana Juana… La familia quedaba así dividida. Después de dos décadas de vida monástica “un tanto oscura”, abandona su posición privilegiada y “muelle” de “doña”, en el monasterio, entregándose a una religiosidad interior que despierta cierto rechazo en su comunidad religiosa. Teresa se había “convertido” e inicia una nueva etapa de su vida definida por la perfección, reformas, fundaciones, sacrificios, persecuciones… En 1562, da inicio a su otra gran obra, la literaria. Mas, no es nuestra intención abundar más en la biografía de la “Santita de Ávila, la Santaza de España”, sin mostrar someramente su relación con sus familiares “torrijanos”. Pariente de santa Teresa fue doña Mayor de Cepeda, quien fue dama de compañía de doña Teresa Enríquez. Gracias a la generosa ayuda de 2.000 ducados de oro donados por “La Loca del Sacramento”, doña Mayor, a la sazón casada con don Gonzalo Ruiz de Henestrosa, rico-hombre de Usagre, pudo fundar el convento de monjas de la Concepción de dicha villa pacense; como así consta en la cláusula 15ª del testamento de “la Señora de Torrijos”.

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Escudo carmelitano Colegiata de Torrijos

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Fueron numerosas las primas y sobrinas torrijeñas de santa Teresa que tomaron el hábito carmelitano. A dos de estas sobrinas prodigó especial cariño la Santa, concretamente a Isabel y Beatriz de Cepeda, hijas de su primo hermano Francisco Vázquez de Cepeda. Es muy frecuente la correspondencia que mantiene Teresa con sus parientes “torrijanos”. De sumo interés es la fechada en Valladolid para las fundaciones carmelitanas de la santa relacionadas con Torrijos es la fechada en Valladolid, el 26 de noviembre de 1576. Va dirigida al jesuita don Teutonio de Braganza y Mendoza, residente en Salamanca, hermano de la Duquesa de Maqueda doña Juana de Braganza y Mendoza, viuda de don Bernardino de Cárdenas. “…El monasterio de Zamora se queda por ahora, lo uno por no haber tiempo, que será ahora bueno para las tierras de mucho valor, lo otro, porque el que nos daba la casa, no parece ha acudido muy bien, y está ausente, aunque no despedido. Mas, también he considerado cuán trabajosa es para casa de pobreza tener fundador que no sea para ayudar, en especial si ha de haber patronazgo, que me parece será mejor entrar de otra suerte comprando casa; mas será menester más tiempo. El Señor le dará cuando sea servido que se haga. Harta merced me ha hecho Vuestra Señoría de que esté en este punto la licencia… En lo de Torrijos, no se le dé a Vuestra Señoría nada, que cierto, el lugar no es nada de mi gusto. Sólo por mandarlo Vuestra Señoría lo aceptara; y entrar personas de esa suerte que hayamos tanto menester lo que tiene, que si no es para la Orden, no la podamos echar luego, sería cosa que en estas casas no se puede sufrir…” (4). Hemos especulado sobre la posibilidad de

que la “condesa” a la que aludiría seguidamente en esta carta, que no es otra que la citada Duquesa de Maqueda y Marquesa de Elche, doña Juana de Portugal, tampoco deseaba que Teresa fundase un monasterio en la villa de Torrijos puesto que en ella ya existían dos: el de las franciscanas concepcionistas de la Purísima Concepción y el de franciscanos menores de Santa María de Jesús. Por lo tanto, la fundación de un convento de carmelitas descalzas en Torrijos debió ser “cosa de dos”…

A Torrijos, envía una carta a su sobrino segundo, don Luis de Cepeda, hermano de las citadas religiosas, agradeciéndole el donativo de cuatro ducados de oro, a la vez que le refiere que su hermana Beatriz se encargará, provisionalmente, del gobierno del convento descalzo de Malagón, por enfermedad de la madre Brianda (5).

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Carta de Santa Teresa a su sobrino Luis de Cepeda

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“La gracia del Espíritu Santo sea siempre con Vuestra Merced. Recibí las cartas de Vuestra Merced y los cuatro ducados. Esta semana se llevará. Pague Nuestro Señor a Vuestra Merced el cuidado que tiene de la nuestra hermana de la Encarnación que es la que tiene más necesidad. La Hermana Beatriz de Jesús tiene ahora el cuidado del gobierno de la casa de Malagón por el mal de la Priora y con hartos trabajos hácelo extremo bien a gloria de Dios…” Otra carta de Teresa va dirigida a dicha madre Brianda interesándose por su salud, que sabe ha mejorado porque ha recibido noticias al respecto facilitadas por su sobrina Beatriz (6). Refiere el historiador Alarcón que don Diego de Torres, Regidor Perpetuo de la ciudad de Segovia, tenía en su poder una carta de santa Teresa que iba acompañada de una relación en la que explicaba cómo la había conseguido de la “torrijana” familia de Cepeda. Figura en la misma misiva una cita acerca del cadáver incorrupto de doña Mariana Pérez de Ribadeneira, hija de don Juan Pérez de Ribadeneira y de doña Leonor de Cepeda, prima de santa Teresa y vecinos de la villa de Torrijos. Dicho documento viene expresado en los siguientes términos: “Jesús. La gracia del Espíritu Santo sea con Vm. Fue Dios servido, que no fue el brazo derecho el trabajado, y ansí puedo hacer esto. Estoy mejor, gloria a Dios, y puedo guardar la Cuaresma, y con los regalos que siempre Vm. me hace, se llevará bien; páguelo Nuestro Señor a Vm. que, aunque a mí me la hace, es tanta la tentación que la hermana Isabel de San Pablo tiene en quererme, que es muy mayor para ella. Harto consuelo me es estar en su compañía, que me parece de ángel, y me la da que tenga Vm., salud, y essas Señoras, cuyas manos beso muchas veces. Harto las ofrezco a Nuestro Señor, y a Vm. lo mismo.- Grandísima lástima me hizo la muerte de essa Señora. Poco hacía que había escrito al Señor don Teutonio, dándole el parabién del buen suceso del desposorio en respuesta de

otra suya, que le debo mucho. Grandes trabajos ven estos Señores. Bien se les parece ser siervos del Señor, pues es el mayor regalo que nos pueden hacer mientras vivamos; pues si para algo es la buena vida tan breve, es para con ella ganar la Eterna. De esto alabo a Nuestro Señor, que no está Vm. descuidado: ansí se lo suplico lo haga siempre, y a essas Señoras lo mesmo, cuyas manos besa Lorenzo de Cepeda, y las de Vm. muchas veces. Indina sierva de Vm. Teresa de Jesús (7).

La carta anterior la escribe santa Teresa a sus parientes de Torrijos, entre ellos a don Luis de Cepeda, pues alude en la misma a su hermana Isabel de Cepeda (Isabel de San Pablo). La carta fue escrita en la Cuaresma de 1578. La Santa había tenido una caída el 24 de diciembre del año anterior y, a consecuencia de ella, se fracturó el brazo izquierdo del que, en el momento de escribir dicha carta, se hallaba mejor. En cuanto al personaje del “Señor don Teotonio”, santa

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Reliquia. Zapatilla de Santa Teresa. Colegiata de Torrijos

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Teresa alude a don Teotonio de Braganza, jesuita amigo de Ignacio de Loyola, hermano de la duquesa de Maqueda, doña Juana de Braganza y Mendoza. Don Teotonio había accedido, por entonces, a la Silla Arzobispal de Évora. En cuanto a “essas Señoras” a las que la Santa besa las manos en el documento anterior eran doña Juana de Fuentes y Guzmán, esposa de su primo Lorenzo Cepeda, amén de otras damas de la familia Cepeda de Torrijos. Otra carta más dirigida por la Santa a sus familiares “torrijanos”, en esta ocasión dirigida a la esposa de su sobrino Luis de Cepeda, está fechada en Sevilla. Estaba en poder, a finales del XIX, de la señora toledana doña Teresa Antolinez. Es del tenor siguiente: “Jesús.- La gracia del Espíritu Santa sea con Vm. Hoy llega aquí mi hermana y su maridoy hijos á ver a mi hermano Laurencio, y él era partido para la Corte; aunque aquí dexó sus hijos, ya de tornar aquí este invierno; luego se va derecho á Ávila; vino bien flaco y malo; mejor está: harto hemos hablado de Vm.; Agustín se quedó allá. La hermana Beatriz de Jesús tomó tal amor con la Priora de Malagón, que me ha rogado mucho no la saque de allí, y no ha tenido ninguna salud: plega al Señor se la dé que harto contentas están todas della y de su condición; yo no lo estoy mucho del señor Luis de Cepeda, que sería bien alguna vez me hiciese saber de sí. De Isabel de San Pablo he tenido hoy carta: Dios las haga sus siervas, y a Vm. guarde Dios muchos años. Tengo aquí más salud que por allá. A todas esas Señoras me encomiendo mucho. Son hoy XXIV de Octubre.- Indina sierva de Vm.- Teresa de Jesús (8). Y, asimismo, constatamos y documentamos el parentesco de la Santa con nuestro Beato Francisco Pérez de Godoy del Campo, del que era prima en segundo grado.

El día 15 de julio de 1570, el jesuita torrijeño sufrió martirio, junto con otros treinta y nueve compañeros más, cuando se dirigía a Brasil para ejercer labor misionera en aquellas tierras. Ese mismo día, Santa Teresa tuvo una milagrosa revelación que le permitió ver cómo aquellos bienaventurados mártires entraban triunfalmente en la Gloria, reconociendo entre ellos a su primo Francisco. La familia torrijeña de los Cepeda aún perduraba en nuestra villa a finales del siglo XIX. Alarcón comenta, en 1984, que “disfrutan parte de la casa que perteneció a sus ascendientes”. Otra rama de la familia se ha encontrado en la villa sevillana de Osuna, que desciende de Diego de Cepeda, primo de Santa Teresa, hermano de Francisco e igual que el nacido en Torrijos.

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Revelación de Santa Teresa con los Mártires de Tazacorte

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Notas: Alonso Cortés, Narciso. “Pleitos de los Cepeda”. Bol. R.A.H. Madrid, 1946. Cap. XXV, págs. 85-110. Rossi, Rosa. “Teresa de Ávila”. Círculo de Lectores. Barcelona, 1993. Cap. I, pág. 33. Ibídem. Pág. 39. Padre Isidoro de San José. “Santa Teresa de Jesús”. Ed. De la Espiritualidad. Madrid, 1963. Carta 76 del epistolario. Pág. 472. Alarcón, Miguel. “Apuntes históricos sobre la villa de Torrijos…”. Valencia, 1894. Págs. 272-273. Cita errónea del lugar de expedición de dicha carta; pues, el historiador la sitúa en Toledo, cuando en realidad fue en Torrijos. Carta facilitada por nuestros amigos Beatriz Cano y José Colino. Ibídem. Pág. 275. Ibídem. Págs. 276-277 Ibídem. Págs. 279-280

REPRESENTACIONES DE SANTA TERESA EN LA COLEGIATA Dos interesantes obras artísticas rinden homenaje a Santa Teresa en nuestra Colegiata del Santísimo Sacramento: Retablo de Santa Teresa. En él destaca una magnífica talla en madera policromada de la Santa, de estilo barroco, finales del XVII de la Escuela Castellana y autor anónimo. Se la representa como escritora (en 1970 será declarada Doctora de la Iglesia). Porta en su mano derecha una pluma de ave, mientras sostiene en la palma de su mano izquierda un libro abierto. El Espíritu Santo la inspira. La Santa viste el hábito carmelitano, cuyos ropajes caen con naturalidad. La peana sobre la que descansa la imagen nos presenta una rica decoración fitomorfa. En el centro del frontal del altar del retablo, enmarcados en una pequeña tarja, figuran representados un bonete, un libro, una pluma y un tintero. En el libro está escritos los siguientes versos:

“La ciencia calificada, es que el hombre en gracia acabe;

pues, al fin de la jornada, aquél que se salva, sabe;

y el que no, no sabe nada”. Esta imagen de Santa Teresa es, sin duda, desde el punto de vista artístico, una de las mejores de la Archidiócesis Toledana. Un precioso lienzo de pintura barroca, de Pedro de Olivares, fechada en 1687, ubicado en el Retablo de Santa Ana, en el que aparece, asimismo, como escritora, inspirada por el Espíritu Santo.

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Retablo de Santa Teresa de Jesús Colegiata de Torrijos

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El autor del Quijote de Avellaneda es Pedro Liñán de Riaza, poeta de Calatayud

Desde hace más de tres siglos, muchos han sido los candidatos propuestos como autores del conocido como Quijote de Avellaneda, que se publicó en 1614, en Tarragona, con el seudónimo de Licenciado Alonso Fernández de Avellaneda, natural de la villa de Tordesillas. La lista de ellos es variada, amplia y para todos los gustos. La referencia más antigua que conozco se halla en el Latassa (1884), y en estas “Bibliotecas Antigua y Nueva” nos encontramos con los siguientes nombres: Lupercio Leonardo Argensola, Bartolomé Leonardo Argensola, Mateo Alemán, Fray Andrés Pérez, Fray Alonso Fernández, Juan Blanco de la Paz y Fray Luis de Aliaga. Se incrementa esta lista con la aportación del Espasa. En esta enciclopedia encontramos además a: Gaspar Schöpe, polígrafo alemán; Lope de Vega, Fray Luis de Granada; Alfonso Lamberto, poeta; Tirso de Molina, Pedro Liñán de Riaza, Juan Martí, Gabriel Leonardo Albión e incluso el mismo Miguel de Cervantes. Patrocinado por Tomás Ximénez Embún (“Antecedentes literarios que prepararon y causas históricas que produjeron la publicación del Quijote de Avellaneda”, en Álbum cervantino aragonés, Madrid, 1905, pp. 71-98), también entra en liza: Vicencio Blasco de Lanuza. Y Ramón D. Perés, añade: Juan Ruiz de Alarcón y Alfonso Pérez de Montalbán.

En “Nota preliminar” a la edición de El Quijote de Avellaneda, de “Colección Crisol”, de Aguilar (1960), se incluyen, aparte de alguno ya citado: Alonso de Ledesma, de Segovia, poeta. Por su parte, Arsenio Gutiérrez Palacios, en un artículo publicado en “Heraldo de Aragón” (1967) incorpora a: Alonso Fernández de Zapata, abulense. Y el cervantista Martín de Riquer, en Aproximación al Quijote (1970), incrementa la lista con los nombres de: Francisco de Quevedo, Cristobal de Fonseca, Guillén de Castro, Castillo de Solórzano, Vicente García (Rector de Vallfogona), y Jerónimo de Pasamonte. Juan Domínguez Lasierra, en el artículo “El paso Honroso”, Turia (2005), recoge a: Francisco López de Úbeda, Juan de Valladares, Mira de Amescua, Gonzalo de Céspedes y Meneses, y Salas Barbadillo. Y facilitado por Javier Blasco (Valladolid, Instituto Castellano Leonés de la Lengua, Beltenebros Minor, 2005), incorporo a Baltasar Navarrete. Al mismo tiempo que iban surgiendo candidatos, se iban estableciendo unas normas o requisitos que deberían reunir. El propio Cervantes sabía ⎯y lo manifiesta en muchas ocasiones⎯ que tras de Avellaneda se ocultaba un escritor aragonés. A estas manifestaciones de Cervantes, que no las expresaría de no estar completamente seguro, se unen otras: Se cree también que “era dominico aragonés,

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autor de comedias y protegido del poderoso confesor de Felipe III, Fray Luis de Aliaga”, según Martín Fernández de Navarrete (1816). En esta apreciación coinciden otros autores. Para Vicente de los Ríos, la persona que se encubre tras de Avellaneda “debía ser un autor de comedias, enemigo de Cervantes y a quien éste hubiera ofendido”. La exigencia de ser “dominico”, puede ser establecida por las muchas frases y

expresiones que aparecen en latín y el conocimiento de este idioma de que hace gala Avellaneda en su Quijote. Otra condición que sale a la palestra es la de ser “autor de comedias” y la de “enemigo de Cervantes”. Debía tener éste muchos, a decir de algunos biógrafos. Uno de ellos el dominico Juan Blanco de la Paz, quien traicionó a Cervantes y abortó su cuarto intento de fuga cuando

sufría cautiverio en Argel. Otros “enemigos” eran los hermanos Lupercio y Bartolomé Argensola y Mira de Amescua, que influyeron en favor propio para ser ellos quienes acompañasen al duque de Lerma a Nápoles en vez de Cervantes. En Fray Andrés Pérez y Mateo alemán se pone de manifiesto “la poca benevolencia con que lo distinguían”. Por mi parte, añado otras exigencias que a mi juicio se requieren o son indispensables para haber podido escribir el Quijote de Avellaneda, tales como, que a un conocimiento de diversas ciudades de España, y de la comarca de Calatayud y de la ciudad de Zaragoza, debe añadirse uno especial y amplio de Toledo, Alcalá, Madrid y sus alrededores. El autor del Quijote de Avellaneda, una novela de envergadura ⎯no lo olvidemos⎯, con una calidad incuestionable, tiene que haber sido creada por un escritor cuajado, de amplia trayectoria, con experiencia y con muchas obras en su acervo. Su autor pone de manifiesto su dominio del latín y un profundo conocimiento del romancero, de la mitología, de la heráldica y de las leyendas. Alude constantemente a los clásicos; así como hace gala de una sólida erudición literaria e histórica, citando a autores y obras. Demuestra también, que no es ajeno al mundo del teatro y a su entorno. Por todo esto, una obra de estas características no puede ser el resultado espontáneo de una esporádica fase de inspiración ni un fruto sacado de la manga por un enfado o una venganza, aunque éstos sean el móvil. Detrás de esta novela tiene que haber un ducho escritor profesional con muchas horas de vuelo. Además, tenía que ser muy buen amigo de Lope de Vega y que entre ellos existiera una gran confianza y asidua colaboración, a juzgar por la defensa que de él hace. Y otra exigencia ⎯capital⎯, en la que nadie ha reparado, es la de que Avellaneda tiene que ser poeta, y no malo o ripioso, a juzgar por los numerosos versos cuya autoría atribuye a

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algunos personajes de su obra. Tras un estudio minucioso de las biografías de los candidatos propuestos, por no poseer las condiciones exigidas, los he ido eliminando, hasta llegar al que reúne casi todas las premisas, que no es otro que Pedro Liñán de Riaza. Algunos lo consideran toledano; pero en el capítulo que le dedico en Segunda noticia y antología de poetas bilbilitanos, demuestro con profusión de citas y testimonios que es bilbilitano. Fue un

personaje notable. Se licenció en Cánones por Salamanca, desempeñó el cargo de Gobernador del Condado de Gálvez. Encontró un mecenas en don Francisco de los Cobos y Luna, segundo Marqués de Camarasa y conde de Ricla, quien al ser designado capitán de las Guardias Españolas del Rey, lo nombró como secretario suyo y de las Guardias, cargo que desempeñó durante poco más de cuatro años. En 1601 se ordenó como clérigo presbítero en Toledo y es posible que recibiese el hábito tan deseado de manos del Primado de las Españas, don

Bernardo de Sandoval y Rojas. En septiembre de 1604 entró al servicio del joven don Jorge de Cárdenas Manrique de Lara, cuarto duque de Maqueda. Y al año siguiente, el duque, como patrono de la iglesia del Santísimo Sacramento de su villa de Torrijos, le nombró capellán mayor. Falleció en Madrid, en 1607. Fue amigo de Lope de Vega, y con él, uno de los principales creadores del “Romancero nuevo” y un destacado autor de comedias.

La fama y autoridad que en su tiempo obtuvo como poeta lírico y dramático, lo rodeó de un gran número de adeptos e imitadores, designados con el nombre de “aliñanados”, cuya significación en nuestra historia literaria no podemos precisar de manera exacta; pero que, al menos, nos da pruebas del prestigio de que gozaba, considerándosele modelo y fundador de escuela. Otros testimonios de la valía de Liñan los tenemos en la coincidencia de los múltiples y fervientes elogios que le dedicaron sus contemporáneos, entre los que

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se encuentran los más ilustres escritores de nuestro Siglo de Oro. Vemos que cotejando su biografía con los distintos escenarios por donde transcurre la acción del Quijote de Avellaneda, se comprueba que Liñán debe conocerlos a la perfección por haber estado en todos ellos, en especial en Toledo, Madrid, Zaragoza y en Calatayud y su comarca. Las referencias en la novela a la Colegiata del Santo Sepulcro, al poner en escena a “dos canónigos del sepulcro de Calatayud y un jurado de la misma" y al citar a la “Cofradía del Santo Rosario”, especificando que la componían ciento cincuenta hermanos son motivos relevantes, que denotan un profundo conocimiento de Calatayud, sólo reservado a quien tienen una íntima relación con esta ciudad, pues la primitiva iglesia mudéjar del Santo Sepulcro se estableció en 1146, y sobre su solar y sus restos se comenzó la construcción de la actual Colegiata en 1605, finalizándose en 1613. Además, reafirmando mi apreciación, en este mismo episodio refiere Sancho que uno de los canónigos estudió en Salamanca. “⎯... si Dios me diera algún hijo en Mari Gutiérrez, que lo tengo de enviar a estudiar a Salamanca, do como este buen padre, aprenderá teología...” (Liñán se hace protagonista de su propia novela, pues, como es sabido, se doctoró en Cánones por la Universidad de Salamanca). Estas citas, que para el curso de la novela son irrelevantes, no aportan nada y podrían muy bien haberse suprimido, tienen para mí una explicación: Que el autor quería subrepticiamente dejar constancia y resaltar la existencia de Calatayud; afirmar que conocía esta ciudad sin descubrirse, sin soltar prenda. ¡Y tanto que la conocía, pues allí tenía sus raíces! A más abundamiento, la capacidad y calidad literaria de Liñán es reconocida y alabada por sus coetáneos más ilustres. Dominaba el

latín. Era excelente poeta. Fue afamado autor de comedias, alguna atribuida a Lope de Vega. Desempeñó el ejercicio de las Armas como capitán de las Guardias Españolas y puede considerársele hombre de gobierno y de mundo. Recorrió la mayoría de las ciudades de España. Estudió Cánones en Salamanca. Vivió en Valladolid. Estuvo especialmente relacionado con Zaragoza. Fue gobernador del Condado de Gálvez (Toledo); y capellán mayor de la iglesia del Santísimo Sacramento de Torrijos (Toledo), y vivió y falleció en Madrid. Pero esto no es todo. Hay muchas cosas dignas de ser reseñadas. Por ejemplo: Salvo los protagonistas Don Quijote y Sancho, en la obra de Avellaneda, el personaje principal es don Álvaro Tarfe. Pues bien, junto a este personaje literario, aparecen en esta obra con profusión otros como Zaida, Zaide, el Rey Marsilio, Cegríes, Zegrí, Gomeles, Abencerrajes, Maestre, Machuca, Bravonel de Zaragoza, Garcilaso, Almoradí, Abenámar, Quiñonero, Muza, Galaor, y algún otro. Quien emplea estos nombres, así como los de Arïosto, Apolo, Arias, Claridiana, Cupido, César, esculapios, Filis, Galeno, Horacio, don Juan, Lucrecia, Lucrecias romanas, Marte, Ninfas, debe estar familiarizado, indefectiblemente, con los romances (moriscos, caballerescos, amatorios, etc.) Y es revelador que todos estos mismos nombres aparecen en las Rimas de Pedro Liñán de Riaza. Y no hay que olvidar algo muy significativo, que este poeta, junto a Lope, Góngora, Quevedo y otros, es uno de los creadores del “Romancero nuevo”; y que conforme avanzan las investigaciones en torno a Liñán, su figura y categoría alcanzan mayor relieve. Incidiendo en este punto, hay otro dato que creo es importante y revelador. En el capítulo XXIV que trata de “Cómo don Quijote y Sancho llegaron a Sigüenza y de los sucesos que allí todos tuvieron, particularmente Sancho, que se vio apretado en la cárcel”, a una larga parrafada dirigida a la gente dice don Quijote: “...¡Erguid, erguid, pues,

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vuestras derrumbadas cuchillas! Salga Galindo, salga Garcilaso, salga el buen Maestre y Machuca, salga Rodrigo de Narváez. ¡Muera Muza, Cegrí, Gomel, Almoradí, Abencerraje, Tarfe, Abenámar, Zaide, mejor para cazar liebres que para andar...” De todos estos nombres, ya citados con anterioridad, voy a fijar la atención en Machuca. Se trata del capitán don Bernardo de Vargas Machuca, descendiente de Diego Pérez Vargas, quien en 1599 publicó su libro Milicia y descripción de las Indias (ed. V.E., Madrid, 1892), en cuyos preliminares del libro figura un soneto de Liñán. Creo que hay que tener muy en cuenta estas coincidencias, que tienen más valor al disponer solamente de una mínima parte de la producción de Liñán; y es una lástima no poder cotejar la caligrafía de la novela apócrifa con alguna de sus comedias o de sus poemas o manuscritos. Otra muestra de relación o interconexión de Liñán con Aragón y, específicamente con Calatayud, la tenemos, posiblemente, en los elogiosos tercetos que dedica al doctor Pedro Torres, publicados en el Libro de la enfermedad de las bubas. Cita Liñán la patria de su autor, Daroca, una ciudad cercana (38 km.) y dependiente de Calatayud en muchos aspectos, y el río Jiloca que la cruza, que desemboca en el Jalón, en el término de la ciudad bilbilitana. Así mismo, en la novela de Avellaneda, aparecen gran cantidad de nombres de jerga y apodos, lo mismo que en las Rimas. Tengo que decir que no coinciden, pero indican preferencia de ambos autores por usarlos. Y no me resisto a decir, aunque soy consciente de que no tiene ningún valor probatorio, que encuentro similitudes entre el lenguaje poético y el de la novela, sobre todo cuando se describen paisajes o se alude a virtudes o cualidades femeninas. Aún hay más. Al final del último capítulo de

Cervantes, ya fallecido el Ingenioso Hidalgo de la Mancha, después del epitafio de Sansón Carrasco, “... el prudentísimo Cide Hamete, dijo a su pluma: ⎯ Aquí quedarás colgada desta espetera y deste hilo de alambre, no sé si bien cortada o mal tajada péñola mía, adonde vivirás luengos siglos, si presuntuosos o malandrines historiadores no te descuelgan para profanarte. Pero antes que a ti lleguen, les puedes advertir y decirles en el mejor modo que pudieres:

¡Tate, tate, folloncicos! De ninguno sea tocada

Porque esta empresa, buen rey, Para mí estaba guardada.

Para mí sola nació don Quijote, y yo para él; él supo obrar y yo escribir; sólo los dos somos para uno, a despecho y a pesar del escritor fingido y tordesillesco que se atrevió, o se ha de atrever, a escribir con pluma de avestruz grosera y mal deliñada las hazañas de mi valeroso caballero, porque no es carga de sus hombros ni asunto de su resfriado ingenio.” Según el diccionario de la R.A.E., “deliñada” equivale a “compuesta”, “aderezada”. (López Navío, en la nota 113 del capítulo XXXII de la segunda parte, sobre “adeliñado”, aclara: “Aliñado, aderezado”, de líña – línea; ). Lo de “pluma grosera”, pase; pero no es lógico que la pluma esté “mal deliñada”, o sea, esté “mal compuesta” o “ mal aderezada”; pues no debe importar que la pluma sea imperfecta, lo transcendente de verdad es la escritura que realiza o sale de ella. Al usar Cervantes este vocablo, forzando, a mi modo de ver su exacto sentido, ¿no será porque desea citar sutilmente, de alguna manera a su enemigo Liñán, para dejar constancia de que lo ha descubierto? Y ahora es el momento de recordar que al maese del retablo lo denomina Pedro, y no es el único. Seguro que son meras coincidencias, pero tengo la obligación de exponerlas.

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Por su parte, Liñán pudo dejar la marca de la casa al principio de su obra, siguiendo la pauta del propio Cervantes. El “informador” de éste, la fuente que usa, es el historiador árabe Cide Hamete Benengeli, que es un anagrama de Miguel de Cervantes, Y el informador de Liñán es el sabio Alisolán, historiador. Y he reparado ⎯no creo que sea casualidad⎯, que este nombre del “informante” es un anagrama del nombre del informado. Vemos que en A L I S O L Á N se encuentran las letras de LIÑÁN, menos la “Ñ”, que de ponerla, el misterio, el enigma hubiese dejado de serlo, y añade al principio una “A” para formar “ALI”, nombre árabe. Asombra hasta que extremos parodia Avellaneda (Liñán) a Cervantes. Y ahora, voy a tratar un punto delicado y transcendental, antes de consignar otras observaciones a que me incita el texto de Cervantes: La Primera parte de Don Quijote de la Mancha salió “oficialmente” a principios de 1605, aunque cabe una primera edición o, incluso, otra en versión corta, y pudo darse también a conocer manuscrita con anterioridad. Pedro Liñán de Riaza falleció el 25 de julio de 1607, dos años y pico después (al menos), en realidad pudieron ser más de tres años de que se conociera el Quijote. Tuvo suficiente tiempo, en este lapso, de componer el que posteriormente se publicaría con la firma de Avellaneda. Cervantes, de hecho, desde la aparición de este libro hasta la publicación de su segunda parte, dejó transcurrir poco más de un año, aunque es posible que ya estuviese trabajando en ella. Pero, para un escritor de categoría y motivado, un año, da para mucho. A continuación de la cita anterior del texto de Cervantes, que es el párrafo final de su libro, dice: “A quien advertirás [al lector fingido y tordesillesco], si acaso llegas a conocerle, que deje reposar en la sepultura los

cansados y ya podridos huesos de don Quijote [acaba de morir], y no le quiera llevar contra todos los fueros de la muerte, a Castilla la Vieja [se refiere a las aventuras proyectadas por Avellaneda al final del Quijote apócrifo], haciendo salir de la fuesa [fosa] donde real y verdaderamente yace tendido de largo a largo, imposibilitado de hacer tercera jornada y salida nueva; que para hacer burla de tantas como hicieron tantos andantes caballeros, bastan las dos

que él hizo, tan a gusto y beneplácito de las gentes a cuya noticia llegaron, así en estos como en los extraños reinos. Y con esto cumplirás con tu cristiana profesión [Liñán era sacerdote], aconsejando bien a quien mal te hizo, y yo quedaré satisfecho y ufano de haber sido el primero que gozó el fruto de sus escritos enteramente, como deseaba, pues no ha sido otro mi deseo de poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías, que por las de mi verdadero don

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Quijote van ya tropezando, y han de caer del todo, sin duda alguna. Vale. FIN.” Estimo que tratándose de un ser de ficción, de don Quijote, es excesivo e inexacto decir “haciéndole salir de la fuesa donde real y verdaderamente yace tendido de largo a largo, imposibilitado de hacer tercera jornada y salida nueva.” ¿No querrá más bien referirse Cervantes a Liñán, que bien sabía él se encontraba en la situación que describe? Porque a un ser ficticio se le puede ‘resucitar’ o no darlo por muerto, y continuar la historia. Abona mi convicción de que Cervantes sabía que Liñán era el autor del otro Quijote lo que aquél aduce a continuación: “Y yo quedaré satisfecho y ufano de haber sido el primero que gozó el fruto de sus escritos enteramente, como deseaba...” ¿Porqué dice algo tan obvio? Sabe, como escritor, que algo pudo gozar Liñán de sus escritos mientras los componía, pero no enteramente, pues no pudo verlos publicados. Aún aportaré otras pruebas que abonan esta afirmación. Si Liñán llevaba enterrado siete años cuando salió a la luz el Quijote de Avellaneda ¿qué es lo que pudo pasar para que tenga justificación esta incongruencia? Intentaré explicarlo: Mientras algunos escritores luchan con denuedo para que sus obras se publiquen y perduren (sucede ahora y supongo que siempre), bien claro está que Liñán no es de éstos. A las pruebas me remito. A pesar del renombre y de la categoría que disfrutaba, y, posiblemente también de medios económicos, si tenemos conocimiento de una mínima parte de su producción es a través de las noticias de sus contemporáneos. Por lo visto, la inmortalidad a Liñán le importaba un bledo. Cabe suponer que disfrutaba de su trabajo y de la momentánea satisfacción y popularidad que le reportaba. Esto explica que se haya dispersado y perdido la mayor parte de sus escritos y no haya llegado hasta nosotros ninguna de sus celebradas comedias.

En el marco de los frecuentes piques, rivalidades y envidias existentes entre los más destacados escritores del Siglo de Oro, y queriendo poner Liñán de manifiesto su valía (se codeaba con todos los grandes) y recogiendo el reto o insinuación de Cervantes al final de su obra, quien después de exponer que “tiene intención de sacallos a la luz [los versos] con esperanza de la tercera salida de don Quijote”, añade que “Quizá otro cantará con mejor pluma.” Y este otro, a quien se le facilita, además, un argumento fácil, por su tierra, Zaragoza, es Liñán de Riaza.

Pudo estar además Liñán motivado por su animadversión a Cervantes, y por echarle un capote a su amigo Lope de Vega, quien sí que estaba enemistado con aquél, ya que en una carta fechada en agosto de 1604, dijo despectivamente “que no había poeta tan malo como Cervantes ni tan necio que alabe el Quijote” (con esta expresión da fe de que ya lo conocía. Otro motivo pudo ser el demostrar que era capaz de escribir una

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novela, echándole un pulso a Cervantes, o simplemente por capricho, que la mente de estos personajes es imprevisible. Refuerzan esta hipótesis los comentarios de José Antonio Millán, en el prólogo de su edición del Quijote de Avellaneda (Poliedro, 2005): “Si prescindimos del prólogo y le la alusión a los cuernos de Cervantes (IV), nos encontramos con un libro que no pretende en absoluto molestar, sino continuar. Si un improbable hallazgo documental demostrara que Lope (o un partidario suyo) había encontrado ya escrita la continuación del Quijote, sin especial animus incurandi contra Cervantes, y se había limitado a ponerle un prólogo y hacer una interpolación menor, nos lo creeríamos inmediatamente. El Quijote apócrifo es la obra de un autor a quien lo que más le interesa es escribir como Cervantes (... o tal vez escribir lo que Cervantes.” Y el que aparece en la introducción a Don Quijote de la Mancha, impreso en UE por E. Balmes, 2005, donde se especifica que “Las razones que hayan movido a Avellaneda para escribir la continuación tienen que haber sido literarias, pues el esfuerzo derrochado es enorme para una simple rencilla.” Por este motivo o por otro, por varios, o por todos ellos, Liñán pone mano a la obra ⎯nunca mejor dicho⎯ y culmina la novela antes de dejar este mundo, y con este libro es posible hubiese sucedido como con el resto de sus obras y sus comedias, o peor, porque de ellas quedó referencia. Hasta el momento presente, por lo común, los diversos especialistas que han tratado este tema, han sospechado, impulsados por determinados indicios, que tras el seudónimo de Avellaneda se escondía uno u otro nombre, con los cuales se ha formado una copiosa lista. E indudablemente las conjeturas y descubrimientos de unos terminaban siendo refutados por otros. Pero a nadie se le ha ocurrido, que sepa ⎯hay alguna excepción, que ha aflorado últimamente, aunque sin que se precisaran

nombres⎯ que en este negocio han podido participar más de una persona, y si esto fuese así como creo, este intrincado misterio entraría en una pauta desde la que sería más fácil desentrañarlo. Una de las excepciones, a la que accedí cuando tenía ya mi tesis desarrollada, a la espera de retocar y perfeccionar su texto, me llenó de satisfacción. Son unas líneas que he encontrado en “Introducción a Don Quijote de la Mancha, Algaba, 2004, debida al profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha Felipe B. Pedraza: “NOTAS PARA LA LECTURA DEL QUIJOTE [...] Hoy por hoy, sólo se puede afirmar que el libro [el Quijote de Avellaneda] salió del círculo y admiradores de Lope de Vega. También se ha atribuido al gran poeta y dramaturgo su participación activa en su redacción. Cabe suponer que cuando llegó a sus manos el impreso [a manos de Lope el Quijote] y tuvo noticia de su extraordinario éxito, Lope y sus afectos empezaron a pensar en una venganza literaria. Como además Don Quijote era un buen negocio, alguien de este círculo se adelantó a la publicación de la Segunda Parte”. (Posteriormente a la redacción de estas líneas, que prefiero no retocar, he sabido que López Navío y Pérez López, admiten que la autoría del Quijote de Avellaneda fue obra de varias personas, una de ellas Liñán). Antes de seguir adelante, voy a citar a algunos de los que formaban este círculo y las conexiones que tenían entre sí. Liñán pudo nacer en 1557. Tomando por buena esta fecha, en 1604, cuando se dio a conocer el Quijote, tenía 47 años, era muy amigo de Lope y residía en Madrid. La edad de Lope de Vega era de 42 años, muy amigo de Liñán, estaba entonces en Madrid. Y Fray Luis de Aliaga, que contaba 39 años, era confesor del todopoderoso Duque de Lerma, y en 1608 lo fue de Felipe III, vivía, por tanto, también en Madrid, y como había sido capitán predilecto de dicho Rey su paisano

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Liñán, el que se conocieran, trataran y hasta fuesen amigos es lo más lógico que pudo suceder. Los tres personajes eran, o fueron, eclesiásticos. Fray Luis de Aliaga llegó a ser Inquisidor General, y Lope ingresó como familiar en el Santo Oficio. Los tres eran escritores y vivían entre la élite de la sociedad. Según mi opinión, estos son los principales artífices, pero no habría que descartar a algún otro colaborador. Creo que está fuera de discusión que, si no el único, sí uno de los principales motivos de la composición del segundo Quijote fue la venganza, el “ajustar las cuentas” a Cervantes. Para que este fin tuviera efectividad, debería redactarse el texto inmediatamente y darse a la luz lo antes posible. Nunca después de una espera de casi diez años. ¿Qué justificación tiene, pues, lo que considero una incongruencia? Para mí, la siguiente: Cabe suponer, con fundada posibilidad, que Liñán compone esta obra; pero se da la circunstancia de que fallece en 1607. Él, obviamente, no puede publicarla, pero pudieron ser depositarios de esta obra cualquiera de los personajes que se acabamos de citar: Lope y Aliaga. Y esta obra, de momento, se queda aparcada, pero no por mucho tiempo, porque hay noticias de que este manuscrito circuló públicamente y lo más seguro es que llegara a conocimiento de Cervantes, forzándole a mover ficha. Quizás, de no haber mediado esta circunstancia, es muy posible que el Príncipe de los Ingenios no hubiese llevado a término la promesa de una tercera salida de su Quijote, mas, por el manuscrito, se ve acuciado a cumplirla y emprender la tarea, mientras continúa haciendo gala de su vanidad, con sus incordios y aguijonazos, que salen a relucir o se plasman en 1613, en el “Prólogo al lector” y en la dedicatoria al Conde de Lemos en sus “Novelas ejemplares”.

Así comienza el “Prólogo”: “Quisiera yo, si fuera posible, lector amantísimo, excusarme de escribir este prólogo, porque no me fue tan bien con el que puse a mi don Quijote, que quedase con gana de secundar éste. Desto tiene la culpa algún amigo, de los muchos que en el discurso de mi vida he granjeado, antes con mi condición que con mi ingenio; el cual amigo bien pudiera, como es uso y costumbre, grabarme y esculpirme en la primera hoja de este libro, pues le diera mi retrato el famoso don Juan de Jáuregui, y con esto quedara mi ambición satisfecha, y el deseo de algunos que querrían saber qué rostro y talle tiene quien se atreve a salir con tantas invenciones en la plaza del mundo... [...] Una cosa me atreveré a decirte: que si por algún modo alcanzara que la lección destas novelas pudiera inducir a quien las leyera a algún mal deseo o pensamiento, antes me cortara la mano con que las escribí que sacarlas en público. Mi edad no está ya para burlarse con la otra vida, que al cincuenta y cinco de los años gano por nueve más y por la mano” [¿A qué se referirá Cervantes, que gana “por nueve años”? Éste nació en 1547. Liñán en (¿) 1557. Según en qué mes lo hicieran cada uno, la diferencia en años entre ambos puede ser de nueve años. ¿Qué piques, que promueven este rencor póstumo tendrían que no conocemos? En el caso de que haya algo de realidad en lo que insinúo, porque reconozco que es absurdo. Pero creo que no se debe descartar ningún indicio por insignificante y disparatado que sea.] Y siguiendo con el prólogo, sale a relucir la vanidad de Cervantes: “A esto se aplicó mi ingenio, por aquí me lleva mi inclinación, y más, que me doy a entender, y es así, que yo soy el primero que he novelado en lengua castellana, que las muchas novelas que en ella andan impresas todas son traducidas de lenguas extranjeras [esta opinión no sería del agrado de Lope] y estas son mías propias, no imitadas ni hurtadas: mi ingenio las engendró, y las parió mi pluma. Y van apareciendo en los brazos de la estampa. Tras ellas, si la vida no me deja, te ofrezco

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los Trabajos de Persiles, libro que se atreve a competir con Heliodoro, si ya por atrevido no sale con las manos en la cabeza; y primero verás, y con brevedad dilatadas, las hazañas de don Quijote y donaires de Sancho Panza [si no entiendo mal, Cervantes anuncia aquí ⎯“con brevedad dilatadas”⎯ la continuación de las hazañas de don Quijote, antes de los Trabajos de Persiles, anunció que cumplió] y luego las Semanas del Jardín. Mucho prometo con fuerzas tan pocas como las mías, pero ¿quién pondrá riendas a los deseos? Sólo esto quiero que consideres: que pues yo he tenido osadía de dirigir estas novelas al gran Conde de Lemos, algún misterio tienen escondido que las levanta. No más, sino que Dios te guarde y a mí me dé paciencia para llevar bien el mal que han de decir de mí más de cuatro sotiles y almidonados. Vale.” Y de la dedicatoria al Conde de Lemos son las siguientes líneas: [...] ...”Es el segundo decirles que las ponen debajo de su protección y amparo, porque las lenguas maldicientes y murmuradoras no se atrevan a morderlas y lacerarlas. [...] ... Tampoco suplico a vuestra excelencia reciba en su tutela este libro, porque sé que si él no es bueno, aunque lo ponga debajo de las alas del Hipógrifo de Astolfo y a la sombra de la clava de Hércules, no dejarán los Zoilos, los Cínicos, los Aretinos y los Bernias de darse un filo en su vituperio, sin guardar respeto a nadie. [...] En realidad, las posibles alusiones de este prólogo son muy suaves, pero si sus oponentes rivales, receptores de ellas, estaban ya quemados, pero, sobre todo, ante el anuncio de Cervantes de la continuación de su Quijote, decidieron anticipársele, arremetiendo contra él de la manera que más podía dolerle, que no era otra que sacar a la palestra el que se ha dado en llamar Quijote apócrifo, el otro Quijote. El libro, según mi opinión, lo pone Liñán,

acaso a falta de algún retoque. Sin embargo, el “Prólogo” con el que se publica, no puede ser de él en lo referente a las Novelas ejemplares, ya que éstas se imprimieron años después de haber fallecido el bilbilitano. Además, por las primeras líneas del texto del prólogo, cabe deducir que no era un prólogo original, ya existente, sino retocado y ampliado, al menos eso presumo, quizá hilando muy fino: “Como casi es comedia toda la ‘Historia de don Quijote de la Mancha’, NO PUEDE NI DEBE IR SIN UN PRÓLOGO...”, por tanto ⎯añado yo⎯ había que acondicionar uno. Y quien pudo retocarlo

y adaptarlo, o, incluso componerlo como pudiera haberlo hecho Liñán, fue Lope de Vega, y a éste puede referirse Cervantes en el “Prólogo” de su Segunda Parte cuando, en son de queja, dice: “... y siendo esto así, como lo es, no tengo yo de perseguir a ningún sacerdote, y más si tiene por añadidura ser familiar del Santo Oficio; y si él lo dijo por quien parece que lo dijo, engañóse de todo en todo, que de tal

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Miguel de Cervantes

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adoro el ingenio, admiro las obras, y la ocupación continua y virtuosa. Pero, en efecto, le agradezco a este señor autor el decir que mis novelas son más satíricas que ejemplares, pero que son buenas, y no lo pudieran ser si no tuvieran de todo.” En este “Prólogo” algunos investigadores ⎯y yo estoy de acuerdo con ellos⎯ creen que se refiere a Lope de Vega, que se hizo sacerdote en 1614 y fue nombrado familiar de la Inquisición. El elogio está lleno de maliciosa ironía, dada la licenciosa vida de Lope. De los trámites concretos y materiales de la publicación de este Quijote, se encargaría Fray Luis de Aliaga. Pero antes de seguir adelante, para dar verosimilitud a mi tesis, interesa exponer algunas citas y reflexiones: Ya he apuntado que para que pueda cumplirse el objetivo principal de una “venganza”, un requisito lógico y casi imprescindible es actuar con rapidez. Aquí no se cumple.

Habrá que indagar el motivo, por lo que para

completar los anteriores párrafos, hay que tener en cuenta otra cuestión, no menos importante: Cuando se compone una novela de la dimensión de la que nos ocupa, lo más lógico es pensar en que se conozca y divulgue ⎯en verla publicada, ¡vamos con el fin de lograr unos fines concretos, como pueden ser estima, notoriedad, respeto, dinero,... etc. Con el añadido, en este caso, de que se sepa quién es el “castigador”. Fines que no se cumplen si la novela sale con un seudónimo. Ahora bien, una cosa es querer publicarla y otra que se pueda hacer (lo mismo entonces, que ahora), si no se cuenta con editor o con recursos económicos. En el caso de poder editarla ⎯me refiero concretamente ahora al Quijote apócrifo ¿a qué contratiempos se exponía su autor si veía la luz con su nombre? ¿A pena de cárcel? No, porque no era un plagio. ¿A la ira, denuestos y diatribas del perjudicado, en este caso de Cervantes o de sus amigos y valedores? Es relativo, porque igual (como sucede actualmente) le beneficiaba esta “publicidad” si sabía aprovecharse, y podría verse más valorada y promocionada su obra. ¿A qué posible motivo se debe, pues, que fuese publicada con seudónimo? Se me ocurre uno entre otros posibles. Puestos en la tesitura a que he llegado, Fray Luis de Aliaga se encarga de los trámites de su edición. ¿Quién pone la firma? Si se tratase de un libro “normal”, su autor, aunque hubiese fallecido. Pero en este caso concreto que podía ⎯como de hecho ha sucedido⎯ levantar gran polémica, no era oportuno. Tampoco podía ir con la firma de los intervinientes en su publicación. Eras preciso buscarle un seudónimo. ¿Cuál? Aquí es oportuno un inciso: Latassa, en sus “Bibliotecas” expone que con el apodo de “Avellaneda” era injuriado el encopetado Aliaga”, y “que también se conocía al mismo personaje con el epíteto de Sancho Panza”, y que el libro de Aliaga Venganza de la Lengua española... para mortificar a Quevedo lo firmó con el seudónimo Juan Alonso Laureles.

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Fray Luis de Aliaga

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Sería interesante conocer el momento exacto en que se le atribuyeron a Aliaga los citados motes. El de “Sancho Panza”, ¿antes o a partir de la publicación del Quijote de Cervantes? Si fue antes, pudo Cervantes aprovecharse de esta circunstancia para, a través de su personaje, ridiculizar a Aliaga con una impunidad garantizada. Si fue después, la opinión pública pudo relacionar episodios ficticios protagonizados por Sancho con episodios reales protagonizados por Aliaga, con el mismo efecto de ser ridiculizado. En cualquier caso, Aliaga tenía motivos para estar enfadado, “sentirse ofendido” por Cervantes. En el “Prólogo del editor” del Buscapié, su autor, Adolfo Castro, dice: De resultas del altercado que tuvieron en presencia del duque de Béjar “quedaron muy enemigos Cervantes y Aliaga. Aliaga, por vengarse y poseído de una extraordinaria envidia, escribió y publicó la segunda parte del Quijote, encubierto con el nombre de Licenciado Alonso Fernández de Avellaneda. Cosa que confirma también ser Aliaga autor de una obrilla impresa, aunque sin el nombre de su verdadero autor, en el tomo 6º del ‘Semanario Erudito’ la cual lleva por título Venganza de la lengua española contra el autor del ‘Cuento de cuentos’, por don Juan Alonso Laureles, caballero del hábito y peón de costumbres, aragonés liso y llano, y castellano revuelto. Propone en él a Lope como modelo, llamándole Cisne, y da en rostro a Quevedo con sus defectos personales, como la cortedad de su vista y lo largo de sus pies. Es libro tan sin gracia y tan mal escrito como el Quijote que publicó Aliaga con el nombre de Avellaneda.” [He tenido conocimiento de esta noticia cuando hacía tiempo que había terminado mi tesis, y debo matizarla en el sentido de que actualmente se tiene al Quijote de Avellaneda con una novela con gracia, muy interesante y muy bien escrita]. Francisco Lázaro Polo, en “Turia”, expone: “Es, asimismo, el conde de Villamediana quien insinúa en una décima en la que

también se regocija de la caída del dominico, la estrecha relación del confesor real con el Quijote apócrifo ... ⎯y añade⎯ ... Villamediana designa a Aliaga con el nombre del escudero de don Quijote, un mote con el que se le debía conocer desde que apareció la obra apócrifa: “Sancho Panza el confesor / del ya difunto monarca, / que de la vena del arca / fue de Osuna sangrador, / el cuchillo del dolor / lleva a Huete atravesado, / y en tal miserable estado, / que será, según he oído, / de inquisidor, inquirido, / de confesor, confesado.” “En otra ocasión, el noble Villamediana, en una letrilla satírica, aboga por el cese fulminante del confesor: ‘Los que sirven, a sus plazas; / Los demás, a descansar; / El obispo a su lugar, / El Confesor a su casa. / En todo se ponga tasa, / Porque Dios así lo manda./ Anda, niña, anda’ ”. Sobre este punto Revilla y Alcántara (Historia de la Literatura Española, 1884) expone: Algunos críticos “dicen que el Quijote hay un sentido oculto político y aun religioso, mientras que otros afirman que en él quiso Cervantes retratar a la humanidad. Quién ve en él una sátira contra empresas de Carlos V; quién una semibiografía del mismo Cervantes; quién una venganza de éste contra los vecinos de Argamasilla, en cuya cárcel se dice estuvo preso, y quién una burla dirigida al duque de Medina–Sidonia o a Blanco de Paz, enemigo de Cervantes. Mientras que unos creen que en D. Quijote se retrata a la clase noble y en Sancho Panza a la plebeya, otros opinan que ambos caracteres son retratos de personajes de la época.” Respecto al de “Avellaneda”, interesaría saber si se le aplicaba antes o después de la aparición del Quijote apócrifo. Si fue antes, pudo servir este mote (junto con el de “Alonso” ya empleado con un fin análogo) para completar el seudónimo Alonso Fernández de Avellaneda. Si fueron después “Avellaneda” y “Sancho Panza”, cabe suponer que se le aplicaron porque creía la gente con

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fundamento que él era el autor o había colaborado decisivamente en la publicación de la novela apócrifa. En cuanto a la posibilidad de que Aliaga fuese capaz de usar estas artimañas, Latassa nos proporciona una pista: Tras hablar de la Venganza de la Lengua española..., añade: “Como se ve el padre Aliaga era pez de muchas escamas. Bajo su frente anidábanse muchas marrullerías. Era por instinto poco amigo de situaciones poco despejadas. Hería, pero siempre esquivando el pecho al adversario. Había nacido para librar grandes batallas contra los cortesanos de espinazo flexible, darles la zancadilla y vencerlos. El ambiente de los palacios enervó algún tanto su inteligencia.” Seguro que Cervantes conocía todos estos manejos, pero no quiso desvelar el secreto abiertamente por no inmortalizar al colega que le metía el dedo en los ojos y le amargaba la última etapa de su existencia. Además, estaba maniatado por temor a enfrentarse a poderosos enemigos, familiares del Santo Oficio, capitaneados por el omnipotente Fray Luis de Aliaga, todo un confesor del Rey. Él, Cervantes, en entredicho por considerársele con antecedentes judíos, quien tenía motivos para ocultar ciertos episodios personales de dominio público, con una vida conflictiva que lo había llevado a la cárcel en varias ocasiones, no podía atacar abiertamente a sus adversarios. No obstante, si no arremetió con dureza contra sus enemigos, sí que los señaló. A Lope, en el “Prólogo” y en algunas partes de su obra. A Aliaga en los párrafos de los capítulos XXXI y XXXII. Y a Liñán, con menos claridad, y sin seguridad, todo hay que decirlo, en los párrafos que apunto. Me reafirma el que esta tesis pueda ser válida ⎯al menos es verosímil, no menos que otras que circulan avaladas por prestigiosas plumas⎯ que muchos años después de muerto Liñán, le dedique Lope de Vega encendidos y reiterados elogios en Jerusalem

conquistada (1621); Epístola 3 de El Jardín, en el mismo volumen: en la Circe (1924); en Laurel de Apolo (1629); y en La Dorotea (1632), como si estuviera en deuda con él y quisiera recordarle y recompensarle por algún motivo transcendente, al margen de la amistad que se profesaban. Se podría dar aquí por concluida la investigación, máxime cuando el investigador José Luis Pérez López, por caminos y métodos totalmente diferentes a los empleados por mí, llega a la misma conclusión. En “Una hipótesis sobre el Don Quijote de Avellaneda: de Liñán de Riaza a Lope de Vega”, publicado en Internet, expone: “Nuestra hipótesis es que el “aragonés” Pedro Liñán de Riaza (Riselo) fue el autor ⎯siempre de acuerdo y en colaboración con su íntimo amigo Lope de Vega (Belardo)⎯ de una primera versión de lo que luego llegó a ser el llamado Don Quijote apócrifo de Avellaneda, publicado en 1614, el cual Liñán empezaría a escribir en 1605 (o quizá ya en 1604), inmediatamente después de la publicación del Don Quijote cervantino.” Liñán de Riaza ⎯continúa Pérez López⎯ falleció en 1607 y dejó su Don Quijote inacabado, pero trazado en sus principales líneas estructurales. En el tiempo inmediato a su publicación en 1614 la obra fue añadida, quizá enmendada, y acabada por el propio Lope de Vega ⎯sin duda espoleado por las burlas a que Cervantes le sometió de nuevo en el prólogo de las ‘Novelas ejemplares’ de 1613⎯ y [por] sus secuaces.” “El Quijote de Avellaneda no es obra de oscuros escritores de segunda fila (Aliagas, Lambertos o Pasamontes), sino el producto de dos grandes escritores dominadores de todos los recursos del oficio cómico y burlesco; Pedro Liñán de Riaza y Lope de Vega.” Me congratulo de haber coincidido. En el fondo, aunque con distintas palabras, venimos a decir lo mismo. Es extraordinaria y encomiable la labor que

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realiza José Luis Pérez López cotejando poemas y textos, y buscando correspondencias y coincidencias para poner de manifiesto las burlas, ataques e inconveniencias que sufrieron estos autores por parte de Cervantes; y para sacar acertadas conclusiones que nos llevan hasta la casi absoluta certeza de la participación en lo que yo llamo el “otro Quijote” (no me agrada el matiz peyorativo que tienen palabras como “apócrifo”, “falso” o “contrahecho”).

En su erudito y extraordinario ensayo, José Luis López Pérez aporta diversos datos que demuestran por separado, casi sin lugar a dudas, que Avellaneda es Liñán de Riaza, pero que éstos, en su conjunto, confirman la certeza de su afirmación de una manera absoluta. Ofrece, además, una amplia y completísima biografía sobre Liñán de Riaza, entresacando datos de los documentos conocidos, de sus poemas y de los de sus coetáneos, especialmente de los que se cruzó Liñán con su íntimo amigo Lope de Vega.

Creo, estoy firmemente convencido, que ambos, José Luis López Pérez y un servidor, por caminos, senderos y trochas completamente diferentes, hemos dado en el clavo, hemos desvelado un arcano literario que se mantenía en la palestra de las letras españolas y universales desde hace cuatro siglos. También me ha llenado de contento saber (concluida mi investigación) que el padre escolapio José López Navío, hace más de cincuenta años apuntaba a Liñán como coautor del Quijote de Avellaneda, y en la nota número 70 del capítulo XXXII de la segunda parte [El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha (Con las “Notas al Quijote” de José López Navío), edición de José Luis López Pérez, Empresa Pública Don Quijote de la Mancha, 2005], dice concretamente: “Liñán es aragonés, aunque muchos autores lo hagan toledano, de tierras de Calatayud, y de esas tierras es el seudo Avellaneda, conocedor de visu de las riberas del Jalón y de los términos de Ateca, lugar de las primeras hazañas del seudo quijote”. Pero no queda la cosa aquí. Después de dar en el clavo, he tenido la fortuna de poder remacharlo, siguiendo otra vía de investigación. Son dispares los criterios respecto a cuándo comenzó a escribir Cervantes la segunda parte, y en qué grado actuó motivado por el otro Quijote. Hay quien cree que Cervantes estaba redactando su segunda parte y que la llevaba muy avanzada cuando se publicó el de Avellaneda en 1614, cuyo libro y personajes nuevos cita Cervantes expresamente a partir del capítulo 59. Pero la realidad es otra bien distinta. Quizás sea muy aventurado y drástico afirmar que posiblemente Cervantes no hubiese escrito la magnífica segunda parte de su genial obra si no hubiese sido por el Quijote de Avellaneda, cuyo manuscrito leyó íntegra y detenidamente antes de que vieran la luz sus Novelas ejemplares (1613). La clave para

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esta aseveración se encuentra en El coloquio de los perros. No sólo se pone de manifiesto que Cervantes conocía el manuscrito citado, sino que da pautas para la identificación del autor anónimo. La dedicatoria al Conde de Lemos de las Novelas ejemplares lleva fecha de 13 de julio de 1613. La Gitanilla, que es la primera que aparece en la edición de este año, pudo ser escrita en 1610. Entre esta fecha y la de la aprobación, 2 de julio de 1612, de Las novelas, pudo escribir Cervantes El coloquio de los perros, y cuando lo hizo, conocía el

manuscrito de Avellaneda, como se desprende de las citas que he encontrado en esta novela.

Con estas pistas he vuelto a analizar minuciosamente la segunda parte de Cervantes y observo la íntima correlación entre ésta y el libro de Avellaneda. Desde el mismo prólogo, Cervantes deja rastros que nos ayudan a desvelar la identidad del “autor tordesillesco”. Y lo mismo que Avellaneda hizo en su libro copiando y parodiando la primera parte de Cervantes, éste muestra el mismo empeño en aprovechar los motivos, ideas, invenciones y episodios para replicarse y enmendarse mutuamente, como dos gallitos en un mismo corral, a fin de hacer méritos para superarse y quedar como el mejor; y, al mismo tiempo no pierden ripio para aprovechar o inventarse ocasiones para sutil y subrepticiamente zaherirse y clavarse aguijones. Me ha ayudado decisivamente a encontrar multitud de coincidencias y pistas sobre el autor del Quijote apócrifo, el tener la seguridad de que Avellaneda era Liñán de Riaza. De no conocer esta particularidad, hubiera sido difícil, cuando no imposible dar con ellas. Toda esta información la expongo completa y detalladamente en La identidad de Avellaneda, el autor del otro Quijote, libro publicado en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, en mayo de 2006.

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Pedro Fernández de Castro y Andrade VII Conde de Lemos

Biblioteca Nacional de España

Antonio Sánchez Portero

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