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Informe de la Comision de Seguimiento a la Contratacion de Bogota. En este capitulo se reseñan las investigaciones periodisticas, los testimonios de algunas personas, las grabaciones. Se concluye con una lista de preguntas al alcalde
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Capítulo 1
LAS ANOMALÍAS GRAVES DE LA CONTRATACIÓN DE BOGOTÁ2
Como ya se explicó en la introducción, la Comisión para el Seguimiento de la Contratación
Distrital, CSC, tuvo que limitarse a examinar los riesgos y los indicios más severos de
corrupción. Esto significa que tuvo que enfocarse hacia las responsabilidades que le caben
a la cúpula de la administración, en la distracción de recursos públicos en las
contrataciones distritales de mayor envergadura. Al respecto, la Comisión hizo varias
constataciones que se reseñan a continuación y se desarrollan en los capítulos
subsiguientes.
Imputaciones directas al senador Iván Moreno
Tres personas han hecho manifestaciones que son de dominio público y que
comprometen a Néstor Iván Moreno Rojas.
La primera de ellas fue el ex representante a la Cámara Germán Olano. En un diálogo
telefónico con Miguel Nule cuya grabación divulgó Caracol Radio, describió un escalafón
de personas que inciden poderosamente en la contratación –al punto de que de ellos
dependería el nombramiento del director del Instituto de Desarrollo Urbano, IDU, la
agencia distrital con mayor capacidad de contratación–. Ese escalafón estaría compuesto,
en su orden, por “Iván”, “el Turco”, “Emilio” y “Julio”.
Al responderle a Nule la pregunta de “por qué nombran a ese man en el IDU”, el ex
representante dice: “Porque Emilio se le metió a Iván [...] Emilio es el que tiene un nexo
con Iván en Estados Unidos a nivel personal”. Y añade: “la figura que me expresan a mí es
ésta: que aquí está un Emilio, que acá atrás está un Julio y que por encima de ellos dos hay
un turco […] Pero el que está hablando con el señor Iván es Emilio, y Emilio se hace unos
negocios con ellos en Estados Unidos”.
De esa misma conversación se desprende que Olano estaba cobrando una suma
voluminosa de dinero a un “Julio”, a un “Dávila” y a los propios Nule.
A la luz de esa conversación es evidente que Olano participaba en un esquema ilícito de
intermediación contractual y pago de comisiones. Pero es improbable que un político
curtido como él se hubiera arriesgado a hacer las afirmaciones que le hizo a un
empresario con tantas conexiones como Nule, sin contar con alguna base en los hechos.
2 Los valores que se mencionan están expresados en pesos constantes de 2009, a menos que se indique algo
distinto.
La segunda persona cuyas declaraciones comprometen a Iván Moreno es el ya citado
Miguel Nule.
En recientes diálogos con los medios de comunicación (el 21 de octubre pasado),
identificó por sus nombres de pila como Iván Moreno, Emilio Tapia y Julio Gómez, a las
personas mencionadas por Olano. Señaló también que “el Turco” es Andrés Jaramillo,
gerente de de CONALVÍAS.
Migue Nule afirmó también, según El Espectador, que “en la oficina del abogado Álvaro
Dávila, en presencia de Julio Gómez y Emilio Tapia, me pidieron una comisión del 6% para
el hermano del alcalde y del 2% para el contralor”. En declaraciones a Caracol Noticias
aseveró que “el señor Iván Moreno me presionó en forma directa para que nosotros las
estaciones de servicio que estaban en la concesión Bogotá Girardot que eran de
propiedad del Consorcio Bogotá-Fusa una de ellas se las adjudicáramos en forma directa
por llamarlo así a ellos”. En esa misma entrevista agregó que “sentí como una presión y
porque no existe una relación con ellos para que esto se diera de esta manera, eso queda
claro en un correo además eso lo confirma uno de los correos que me manda en él se
solicita que se firme ese contrato la oficina del señor Álvaro Dávila quien es una persona
muy allegada a él”.
También a través de Caracol Radio, Migue Nule manifiesta, al contestar la pregunta sobre
con qué pruebas cuenta, que “yo tengo claramente un correo electrónico donde el señor
Álvaro Dávila a través de él y de su correo me solicita llenar el modelo de contrato para las
estaciones de gasolina que iban a ser entregadas al señor al señor Moreno”. Y añade: “por
otro lado las relaciones entre los señores Moreno con el señor, en otro contexto, con el
señor Emilio Tapia, tengo en mi poder un pagaré en los cuales los deudores son Emilio
Tapia y Víctor Gómez y el deudor es el señor Álvaro Dávila y el señor Iván Moreno”.
En una entrevista muy anterior, de mayo de 2010, Miguel Nule había dicho lo siguiente:
“al señor Emilio Tapia yo lo conozco pues básicamente porque nuestro asesor jurídico que
era el señor Álvaro Dávila, el señor Álvaro Dávila ehhh, mmm, me lo presenta”.
Es evidente que Miguel Nule no es un testigo desinteresado. Es corresponsable, con su
hermano Manuel y su primo Guido, de un enorme descalabro empresarial que está
afectando los recursos y los intereses públicos. Lejos de reconocer su responsabilidad y la
de su familia, que los llevó a tener que ceder los contratos que tenían con el Distrito,
culpa por completo a otros. Pero esa circunstancia, aunque debilita la credibilidad de lo
que dice sobre Moreno, Dávila, Tapia y Gómez, no la elimina del todo.
Finalmente, están de por medio las afirmaciones públicas y las que hizo ante la CSC
Alejandro Botero, subcontratista de Julio Gómez y Emilio Tapia Aldana en varias obras de
infraestructura vial.
Botero sostiene que ha sido subcontratista de Julio Gómez y de Emilio Tapia. Éstos
últimos, según lo estableció la CSC, han celebrado contratos con ese instituto a través de
diversas sociedades y personas por $173.000 millones, para la construcción y
mantenimiento de vías.
De acuerdo con Botero, Gómez y Tapia le dieron a él y a otros subcontratistas un
tratamiento económico desequilibrado –se quedaron con todo el AIU (administración,
imprevistos y utilidades) y los pusieron a construir las obras solo con lo presupuestado
como costos directos–. Al propio Botero le habrían quedado debiendo $268 millones.
En reuniones con Gómez, Tapia y sus colaboradores, afirma Botero, oyó hablar varias
veces de Iván Moreno. Al referirse a esas conversaciones le dijo a El Espectador que
“siempre escuché el nombre de Iván Moreno […] en todos los contextos”. En la semana
anterior a las elecciones parlamentarias del 14 de marzo de 2010, Tapia le pidió un
préstamo de $50 millones para Moreno. Cuando hizo gestiones ante el IDU y ante un
asesor del alcalde para que le ayudaran a recuperar lo que Gómez y Tapia le habían
quedado debiendo, quienes lo habían contratado le dijeron: “¿usted qué va a decirle al
alcalde si el alcalde es hermano de Iván e Iván es amigo nuestro?”.
Las quejas de Botero no habrían tenido ningún resultado ni en el IDU ni en la alcaldía. Lo
único que le habrían dicho fue que no denunciara nada en los medios de comunicación.
Según Botero, Gómez y Tapia cuentan con mucho poder en el Instituto de Desarrollo
Urbano. Tenían mucho acceso al ex subdirector del instituto, Luis Eduardo Montenegro y
varios otros funcionarios les colaboraban. Incluso intentaron convertirse en cesionarios de
los contratos del grupo Nule, a efectos de lo cual los habrían presionado y arrinconado, en
unión con funcionarios del instituto. A diferencia de Olano y los Nule, Botero no está sub
judice y no ha incumplido contratos con el Distrito.
La Comisión de Seguimiento no ha podido dejar de preguntarse qué hubiera ocurrido si
un dirigente del sector que tiene una representación minoritaria en los órganos de
dirección del Polo, por ejemplo, Gustavo Petro o el senador Avellaneda, hubieran sido
objeto de los señalamientos concurrentes que se le han hecho al senador Iván Moreno en
los medios de comunicación por parte de Olano, Nule y Botero.
A buen seguro, esos órganos habrían tomado cartas en el asunto y emprendido una
investigación de oficio para imponer las sanciones del caso y salvar la responsabilidad del
partido. Muy posiblemente habrían adoptado la medida provisional de suspender los
derechos de los investigados como militantes de la organización –así acaba de hacerlo el
Partido Liberal con el contralor de Bogotá, Miguel Ángel Moralesrussi– .
Sin embargo, en el caso del senador Moreno no se ha dado ni un paso en esa dirección.
Por el contrario, el sector que controla la dirección ha sido explícito en apoyar al alcalde e
implícitamente ha respaldado a su hermano Iván. Y eso a pesar de mediar un agravante:
por ser Iván Moreno hermano del alcalde de Bogotá, las imputaciones que se le han hecho
pueden tener mayor alcance que las referentes a otros dirigentes y perjudican mucho más
al partido.
La Comisión de Seguimiento entrevistó, asimismo, a Jorge Acevedo Ávila, subcontratado
por Emilio Tapia en nombre de la Cooperativa COOTECOL, para la construcción de un
camino en Chitaraque, Boyacá. El ingeniero residente de la obra era Ulfran López,
cedulado en Sahagún, Córdoba. Tapia le quedó debiendo $151 millones a Acevedo y
cuando éste se los reclamaba le contestaba que se tranquilizara, que le iba a pagar, que él
era muy poderoso porque era amigo del alcalde de Bogotá y de su hermano. Al final,
según Acevedo, Tapia lo mandó a amenazar con sus guardaespaldas, para que no cobrara
más.
Nexos entre Iván Moreno y Emilio Tapia Aldana y favorecimientos a éste
Los medios de comunicación han documentado la existencia de vínculos cercanos entre el
senador Iván Moreno y Emilio José Tapia Aldana. El primero de ellos ha reconocido que se
conocen desde hace años y que sus familias han sido amigas desde hace varias
generaciones, porque el general Rojas Pinilla, abuelo de Iván, tuvo una hacienda en
Cereté, Córdoba, vecina a una propiedad del padre de Emilio Tapia.
Se sabe que éste último acompañó a Moreno a hacer campaña electoral en Córdoba,
especialmente en Sahagún, de donde es oriundo, y que en ese municipio la votación por el
candidato alcanzó los 3.880 votos en marzo pasado, mientras que en las elecciones
parlamentarias anteriores había obtenido solo seis.
Existen también muchas pruebas indirectas de las relaciones entre Tapia y el senador
Moreno. Como empresario e inversionista, Emilio Tapia ha tenido un meteórico
crecimiento durante los años de la administración Moreno Rojas. De ocupar una posición
económica más bien modesta pasó a participar, en consorcio con Héctor Julio Gómez
González, en contratos con el IDU por un valor de $173.000 millones –como Tapia
responde, por interpuestas personas, por alrededor del 20% del capital de los consorcios,
su participación en esos contratos sería del orden de los $35.000 millones–.
Por la magnitud de sus contratos, Gómez y Tapia ocupan hoy el quinto lugar entre los
contratistas del IDU y han sido beneficiados con medidas como los siguientes:
Se les adjudicó casi el 20% del valor contratado por el IDU en 2009 (básicamente obras de
valorización del Acuerdo 180 de 2005).
En esos contratos de obras de valorización se les hicieron anticipos por el 40% del valor
del contrato, cuando lo acostumbrado por el IDU era el 30% y lo normal en la construcción
es aún más bajo.
Fueron unos de los beneficiarios de la adición, sin licitación, de obras de valorización a
contratos preexistentes, concretamente, al de uno de los dos distritos de conservación vial
que tenían en asocio con los Nule.
Se les permitió seguir participando en uno de los distritos de mantenimiento de la malla
vial que manejaban en consorcio con los Nule y en el que las obras estaban muy
atrasadas. A los Nule se los obligó a ceder su participación en el consorcio contratista,
pero Gómez y Tapia no solo conservaron la suya sino que la ampliaron del 45% al 60%, a
pesar de que eran corresponsables de los retardos.
No se atendieron cabalmente los reclamos del subcontratista Alejandro Botero contra
ellos por sumas de dinero que le habrían quedado debiendo.
También se ha ventilado públicamente que Tapia actuó como intermediario para que a los
Nule no se les declarara la caducidad de sus contratos y pudieran cederlos a terceros.
Contratación sin licitación en el IDU
Mientras Tapia Aldana iba haciéndose a una trayectoria empresarial atípica, en el marco
de la mega contratación distrital de obras de infraestructura se presentó algo
preocupante: $846.383 millones fueron asignados a grandes contratistas sin previos
procesos de licitación.
El fenómeno se produjo por tres vías: adiciones de obras de valorización (Acuerdo 180 de
2005) a los contratos de la fase III de Transmilenio y de los distritos de conservación vial
($95.430 millones); cesiones de los contratos de los Nule a otros contratistas –como
CONALVÍAS y Julio Gómez ($357.204 millones) –; y reajustes en el valor de los contratos
de la fase III de Transmilenio ($393.700 millones). La parte del león en estas
reasignaciones de recursos le correspondió a CONALVÍAS: recibió $515.383 millones, casi
el doble de lo que se le había adjudicado en procesos licitatorios.
Estos mega desplazamientos de recursos sin procedimientos públicos y competitivos de
selección de los contratistas y orientación de la inversión, crean, objetivamente,
oportunidades para la corrupción y vulneran los derechos de quienes participaron en las
licitaciones originales.
Las razones alegadas por la administración para haber movido $846.000 millones sin los
trámites de rigor fueron, en varios casos, deleznables y han dado lugar a investigaciones
de los órganos de control.
La otras cuerdas contractuales de Emilio Tapia Aldana
La ingerencia de la red de relaciones a la que pertenece Tapia Aldana en la contratación
no se agota en el área de la movilidad. Existen muchos indicios de que a través de varias
sociedades y personas, articuladas entre sí, ha incidido en los contratos más grandes de
otros sectores de la administración.
Según la Revista Dinero, Tapia ha utilizado como eje de sus actividades a la sociedad Geos
Consulting S. A. S., constituida en Calarcá, cuyo domicilio actual es Bogotá y cuya
denominación es hoy Geos Construcciones S. A. S. Tapia fue socio de la firma en 2009. El
socio mayoritario de ésta es actualmente Juan José Durango (50% del capital), miembro
de la escolta de Tapia según Dinero.
De acuerdo con Alejandro Botero, Tapia Aldana actúa en asocio de colaboradores y
amigos como Ómar Pérez Tejada (cedulado en Sahagún), Salomón del Valle, Javier Haddad
(barranquillero) y el mencionado Juan José Durango (también cedulado en sahagún).
Haddad es el gerente de H y H Arquitectura S. A., sociedad con domicilio en Barranquilla
que en consorcio con firmas controladas por Julio Gómez y Emilio Tapia licitó y obtuvo la
adjudicación de una de las obras de valorización del Acuerdo 180 de 2005.
Además de los mencionados, los medios de comunicación han señalado, como estrecho
colaborador de Emilio Tapia a Manuel Fernando Pastrana Sagre, quien también tiene
cédula de Sahagún. Dinero lo identificó como “cuota burocrática” de Tapia e informó que
había acompañado a éste último y a Iván Moreno en recorridos electorales por Córdoba.
Pastrana es asesor de la gerencia de la ERU desde que Néstor Eugenio Ramírez encabezó
la entidad.
Geos Consulting ha tenido muchas articulaciones con la sociedad INDECON S. A.,
constituida en Manizales y con domicilio actual en Bogotá. INDECÓN llegó a tener el 49%
de las acciones de Geos. Alejandro Valencia Osorio fue gerente de ésta y,
simultáneamente, accionista de INDECÓN. Julián Gómez Naranjo fue suplente de Valencia
en la gerencia de Geos y ha sido socio de las dos firmas. Eduardo Arango Arango también
lo ha sido de ambas. Gómez Naranjo gerencia actualmente a INDECÓN. Esta firma tuvo
contratos con el municipio de Manizales cuando Néstor Eugenio Ramírez, actual director
del IDU, era alcalde.
Para la época en que se formalizó la renuncia de Valencia Osorio a la gerencia de Geos,
Juan José Durango ya era el accionista principal de la compañía.
Acueducto y alcantarillado y aseo
Alejandro Valencia Osorio es hoy el gerente de Aguas de Bogotá S. A., E.S.P., sociedad
creada por la Empresa de Acueducto, EAAB, para la promoción y realización de negocios.
Julián Gómez Naranjo ha sido socio de H20 Consulting S. A., cuyo accionista mayoritario es
Óscar Antonio Morales Beltrán. Morales y dicha sociedad constituyen el grupo
empresarial que tiene mayor participación en las interventorías de la Empresa de
Acueducto. Manejan las correspondientes a los proyectos más grandes de la EAAB, como
el túnel del alcantarillado troncal Tunjuelo-Canoas-Río Bogotá, el acueducto y el
alcantarillado de Soacha y el revestimiento de los túneles de Chingaza.
Pero no solo participan en las macro interventorías: también se les ha adjudicado un buen
paquete de interventorías medianas y pequeñas mediante la modalidad de contratación
directa de menor cuantía.
La licitación del Relleno Sanitario Doña Juana, recientemente adjudicada, contenía
condiciones que favorecían muy claramente a Aguas de Bogotá S. A., como si la
administración hubiera estado determinada a dejar el relleno en manos de esa empresa.
Sector hábitat
El contrato más grande de la Caja de Vivienda Popular, CVP, bajo el gobierno de Samuel
Moreno, fue celebrado por $13.780 millones para la construcción de 667 viviendas de
interés prioritario. El contrato le fue adjudicado, a través de un proceso de selección
enredado, a un consorcio compuesto por Constructora Villa Ángela S. A. y por DAIMCO S.
A. S. La primera de esas compañías se desarrolló, al parecer, durante la reconstrucción del
Eje Cafetero. DAIMCO S. A. S. fue creada en Montería, con domicilio, según la respectiva
escritura, en la vía Lorica-Cereté. Al momento de hacerse la selección del contratista,
DAIMCO tenía un contrato vigente con el municipio de Sahagún. Su gerente era Carlos
Javier Espitia, con cédula de Cereté.
El negocio de más envergadura en que participa la Empresa de Renovación Urbana, ERU,
es un centro comercial en San Victorino, cuyo valor-ventas podría ascender a unos
$780.000 millones. Un proceso de selección controversial condujo a entregarle la gerencia
y las ventas, a finales del gobierno de Luis Eduardo Garzón, a una Unión Temporal
controlada por INDECÓN S. A. La gestión de la unión contratista presentó posteriormente
muchas deficiencias y el primer gerente de la ERU bajo la administración Moreno, Néstor
Eugenio Ramírez, pensó en quitarle el contrato. Según Dinero, Emilio Tapia y su amigo
Julián Gómez Naranjo, gerente de INDECÓN, se movieron para evitarlo, haciendo valer los
contactos del primero con el gobierno distrital, y consiguieron la asesoría de Diego Alberto
Muriel, quien era, a su vez, asesor de la ERU y hoy se desempeña como gerente de esa
empresa distrital.
En la estructuración de la selección de la firma interventora del contrato de gerencia y
ventas, participó Manuel Fernando Pastrana Sagre, el amigo de Emilio Tapia ya
mencionado. Roberto Posada Gracia, cedulado en Sahagún, formó parte del comité
evaluador de las propuestas.
Según lo informó el diario El Tiempo, Pastrana Sagre estaría incidiendo en el proceso de
selección de la firma que hará los estudios y diseños de Ciudad Salud, el proyecto de
renovación urbana que concentrará numerosos equipamientos de salud en el centro de
Bogotá.
Sector salud
El contrato más cuantioso de la Secretaría bajo el actual gobierno es el celebrado por
$67.000 millones para un servicio de 70 ambulancias con sus respectivos equipos de
médicos y paramédicos.
Se ganó la licitación una unión temporal compuesta por una empresa con cierta
experiencia en ese servicio, Transporte Ambulatorio Médico Ltda. (con el 30% del capital
del consorcio), y por dos firmas constructoras, Suárez y Silva Ltda. Ingenieros Contratistas
y J. A. Asociados S. A. (50% y 20% del capital, respectivamente).
Suárez y Silva Ltda. amplió su objeto social un mes antes de la apertura de la licitación, e
incluyó la prestación de servicios de salud mediante unidades móviles para el traslado de
pacientes.
Los dos socios de Suárez y Silva Ltda. –Juan Carlos Aldana Aldana y Wilson Bula Ramos–
son de Sahagún. J. A. Asociados S. A. es una firma barranquillera gerenciada por Jairo
Ramón Aldana Bula, cedulado también en Sahagún. Ambas sociedades habían licitado
juntas para la construcción de vías en el departamento del Atlántico. J. A. Asociados S. A.
también lo hizo con H y H Arquitectura S. A., cuyo representante legal, como se dijo, es
Javier Haddad.
La unión temporal que se ganó la licitación presentó una certificación sobre el cupo de
crédito exigido redactada en términos que la hacían inservible. No obstante, la Secretaría
de Salud la validó.
Vale aclarar que ser oriundo o tener cédula de Sahagún, Córdoba, no es ningún motivo de
descrédito. La belleza de la ciudad y de su entorno y la calidez de su gente llevan a pensar
lo contrario. Ahora bien, Sahagún solo tiene algo más de 100.000 habitantes. Y ocurre que
la proporción de los cedulados en ese municipio dentro de la ciudadanía colombiana es
muchísimo más baja que su proporción dentro de los grandes contratistas del Distrito de
Bogotá y sus colaboradores inmediatos. Esto es lo que llama la atención, máxime si se
tiene en cuenta de que en muchos casos se trata de personas vinculadas a un mismo
contratista, Emilio Tapia Aldana.
Los Torrado y el programa bandera del Polo en Bogotá
El de la seguridad alimentaria de los pobres, que fue el programa bandera del Polo en
Bogotá, devino en el negocio de unos particulares, los dirigentes del Partido de la U Efraín
y Edgar Torrado y sus parientes cercanos. El primero de los mencionados es senador y es
amigo de Iván Moreno, de quien fue compañero en la Comisión Sexta del Senado. Las
empresas de los Torrado fueron contratistas del municipio de Bucaramanga durante la
alcaldía del hoy senador Moreno.
Dichas empresas celebraron contratos con Bogotá durante el gobierno de
Garzón por $15.353 millones. De ellas, la que tiene mayores operaciones con la actual
administración es COOPROSPERAR, cuyos servicios fueron muy mal calificados por la
Contraloría Distrital durante el período de Garzón. Pero esas firmas no solo volvieron a ser
contratadas por el gobierno de Samuel Moreno sino que se las premió con contratos por
$161.131 millones, de los cuales $96.000 millones quedaron asegurados mediante
vigencias futuras –algo totalmente atípico para actividades de suministro de alimentos–.
Los amigos y los testaferros
La existencia de una red de sociedades y personas vinculadas a Emilio Tapia que participan
en los contratos más grandes de diversos sectores de la administración distrital no es, por
sí sola, prueba de corrupción, aunque es un indicio de irregularidades. Pero aquí
intervienen otros hechos inquietantes: las operaciones de esas empresas crecen
rápidamente; el objeto y la magnitud de sus contratos no siempre guardan relación con su
experiencia previa; se les conceden a los contratistas condiciones muy favorables
(adiciones, anticipos…); se toleran sus incumplimientos y se los admite como
intermediarios de operaciones entre la administración y terceros.
Agréguense a lo anterior las declaraciones de subcontratistas sobre comportamientos
abusivos de las empresas de la red y las personas que las manejan y sobre sus vínculos con
los funcionarios de la administración.
En este caso hay, además, circunstancias objetivas que prueban una conexión entre los
líderes de esa red y el hermano del alcalde –como la amistad familiar de vieja data entre
los Rojas y Moreno Rojas y los Tapia, el apoyo electoral que le dio a Iván Moreno Emilio
Tapia, y las menciones recurrentes de éste, de Julio Gómez y de los colaboradores de
ambos a su cercanía con el aludido senador–.
Todo esto es bien preocupante, independientemente de las declaraciones de algunas
personas sobre el papel de Tapia y su socio Julio Gómez en el cobro de comisiones para el
alcalde y su hermano.
Los gobernantes corruptos no pueden actuar solos. Tienen que servirse de amigos que
tengan presencia en diversos sectores de las administraciones y acceso fácil a las
oportunidades de negocios que se presentan allí. Y aunque del hecho de que un
gobernante tenga amigos provistos de buenos contratos no puede inferirse, con certeza,
que participa en maniobras corruptas, sí hay motivos para prender las alarmas porque
esas relaciones vienen como anillo al dedo para las maniobras de ese tipo.
El “cartel de la contratación”
De tiempo atrás se viene hablando en los medios de comunicación de un “cartel de
contratistas” en Bogotá. Sobre su composición, antes de que Emilio Tapia fuera
mencionado con insistencia en los medios, se citaron los nombres de Julio Gómez, Manuel
Sánchez, Álvaro Dávila y Carlos Alberto Plata. Todos ellos han estado vinculados desde
hace muchos años al Distrito, como funcionarios o contratistas, básicamente desde los
tiempos de Jaime Castro en la Alcaldía.
Gómez, como se muestra en este informe, no es solo un contratista grande de
infraestructura vial, en asocio con Emilio Tapia. También participa en la edificación de
hospitales y, a través de fundaciones, en las actividades de la Secretaría de Integración
Social.
La Comisión de Seguimiento recibió referencias a que las relaciones que pudieron existir
entre Manuel Sánchez y los Moreno Rojas se deterioraron mucho apenas comenzó la
actual administración. En sus indagaciones, la Comisión supo, entre otras intervenciones
de Sánchez, de su asesoría a uno de los proponentes de la licitación de los refrigerios
escolares en 2009, y a un grupo de transportadores en la licitación de la operación del
Sistema Integrado de Transporte, SITP, en 2010.
De Álvaro Dávila se ha dicho que ha incidido en muchos procesos contractuales, en áreas
como la construcción obras de infraestructura, la operación del sistema Transmilenio y la
recolección y el manejo de residuos sólidos. La Silla Vacía señaló que Dávila estudió con
Samuel Moreno en el colegio Anglo Colombiano y en la Universidad del Rosario y que ha
sido asesor jurídico de varias entidades distritales. Añadió que se lo “percibe[…] como un
intermediario que tiende puentes entre empresas privadas interesadas en negocios con el
Distrito y las secretarías de la Alcaldía, algunas de cuyas licitaciones él asesora,
aprovechando la amistad que tiene con el alcalde”.
Álvaro Dávila le pidió a la Silla Vacía que rectificara sus informaciones. Planteó que no
había estudiado en el mismo curso de Samuel Moreno en el colegio ni la universidad y que
no había estructurado licitaciones de la administración. Sin embargo, de su comunicación
a ese portal se infiere que, aunque no actuó como estructurador de aquéllas, sí asesoró,
en general, procesos de selección de contratistas, revisó y evaluó pliegos de condiciones, e
intervino en la elaboración de contratos de concesión. Por otra parte, Dávila ha sido
mencionado como representante de diversos empresarios e inversionistas con intereses
en el Distrito, como los Nule y la firma española Ortiz Construcciones y Proyectos S. A.
El papel de oficinas de abogados como las de Manuel Sánchez y Álvaro Dávila debe
mirarse a la luz de lo planteado por las entidades que trabajan globalmente contra la
corrupción. El Banco Mundial, por ejemplo, ha sido explícito en aconsejar que se evite que
intervengan en la preparación y marcha de los procesos contractuales del sector público
abogado externos, sobre todo cuando también fungen como articuladores y
representantes de grupos de inversionistas privados.
Miami y las Islas Vírgenes
Emilio Tapia está registrado en el Estado de la Florida como agente de una “limited liability
company” llamada Geos Investment LLC y que también en la Florida se encuentra
registrada una sociedad llamada Arkgo Corporation, cuya presidenta/directora es la
señora Jannett Arévalo, esposa de Julio Gómez.
En una de las reuniones con Gómez, Tapia y sus colaboradores, Alejandro Botero oyó
decir, según lo afirmó ante la CSC, que un residente en Miami, Luis Cárdenas Gerlein, les
iba a dar dos o tres millones de dólares para convencer a los Nule de que cedieran sus
contratos de vías en Bogotá. Germán Olano, como se reseñó arriba, afirmó en
conversación telefónica con Miguel Nule que Iván Moreno tiene negocios con Emilio Tapia
en Miami.
Iván Moreno también dispone desde hace muchos años, en asocio con “Samuel Moreno”
(él ha dicho que se trata de su padre, Samuel Moreno Díaz), de una cuenta en las Islas
Vírgenes, un paraíso fiscal, según lo denunció en Semana el columnista Daniel Coronell.
Cualquier gobernante puede tener negocios en el exterior sin que eso indique que sea
corrupto. Pero también es un hecho que las cadenas de movilización de recursos de
dudosa procedencia suelen contar con terminales en países diferentes a aquél donde se
generaron, y especialmente en paraísos fiscales.
¿Y el Polo qué?
Mientras todo este panorama se ha venido configurando, los órganos de dirección del
Polo han estado mirando para otra parte. No solo han impedido que se dé el debate de la
contratación en Bogotá, como se los pidió el sector que tiene representación minoritaria
en esos órganos, sino que han salido a respaldar al alcalde e, implícitamente, a su
hermano Néstor Iván, como ya se señaló.
Curiosamente, esto ocurre en un contexto de falta de vínculos programáticos y políticos –
en el buen sentido de la expresión– entre el partido y el gobierno de Bogotá. Carlos
Gaviria ha dicho públicamente que mientras fue presidente del Polo (más de tres años) no
habló con Samuel Moreno más de tres veces, y que le reprochó que no era el PDA sino el
uribismo, el liberalismo y los conservadores quienes gobernaban la capital de la república.
De los doce secretarios y secretarias de despacho y coordinadores de otros tantos
sectores de la administración solo tres, concretamente tres mujeres, se reconocen como
del Polo –dos de ellas, las secretarias de gobierno y de integración social son, ante todo,
personas de estrecha confianza de la Casa Rojas–.
Así las cosas, no es el Polo Democrático Alternativo sino los Moreno Rojas, la cúpula de la
ANAPO y sus aliados en otros partidos, como el de la U y el samperismo, quienes manejan
el Distrito.
Preguntas al alcalde
En los países anglosajones se acostumbra que los políticos, los periodistas, los académicos
y los ciudadanos en general, le hagan preguntas a los gobernantes, sobre asuntos de
interés colectivo. Las preguntas pueden ser comprometedoras, a condición de que no
sean insultantes. La gente se siente con el derecho a que se las respondan y es implacable
con el gobernante que falta a la verdad al contestarlas. Para el avance de la democracia en
Colombia sería muy saludable que se adoptara esa práctica.
Además de lo que se narra en los diferentes capítulos de este informe, la Comisión de
Seguimiento ha recogido elementos dispersos acerca de hechos sobre los cuales no
pueden hacer afirmaciones pero sí formular interrogantes, para obtener aclaraciones del
alcalde y sus colaboradores a la propia CSC, a los órganos de control –incluidos los de
control político– y a la ciudadanía. Se trata de las siguientes preguntas:
¿Qué papel cumplió Emilio Tapia Aldana en el proceso por el cual el contrato del grupo
Nule en la troncal de la Calle 26 le fue cedido al grupo CONALVÍAS?
¿Cuántas veces y en qué fechas se han reunido el señor Alcalde o su hermano, el senador
Iván Moreno, con la señora Victoria Turbay, hermana del ex contralor Julio César Turbay
para hablar del metro de Bogotá?
¿En cuáles de esas reuniones ha estado presente el señor Carlos Alberto Plata?
¿Qué papel ha jugado o juega el señor Carlos Alberto Plata en relación con la contratación
de los trabajos del metro y la selección de los contratistas?
¿Ha sido mencionado el señor Carlos Alberto Plata por el señor Alcalde como “la persona
correcta” para tratar el tema del metro con posibles contratistas, o para tratar con ellos
otros temas de interés distrital? En este último caso, sírvase decir cuáles son esos otros
temas.
¿Qué papel ha jugado o juega el señor Álvaro Dávila en relación con la contratación de los
trabajos del metro y la selección de los contratistas?
¿Qué papel ha jugado o juega el señor Álvaro Dávila en relación con la contratación, por
parte del Distrito, de otras obras de infraestructura en la ciudad, y en la selección de los
contratistas?
¿Qué participación o incidencia tienen algunos dirigentes distritales del Partido de la U en
la administración y en la contratación del Distrito? Al contestar, sírvase indicar de qué
dirigentes se trata y referirse específicamente, a su incidencia en el sector de movilidad,
entre otros.
¿Qué reuniones o diálogos han tenido el señor Alcalde o el senador Iván Moreno, o sus
dependientes o colaboradores, con el señor Héctor Taborda Maya o los administradores o
socios de ANGELCOM S.A., para hablar sobre el Sistema de Recaudo y Control de la
Información, SIRCI?
¿A qué acuerdos se ha llegado en esas conversaciones o diálogos?
¿Qué reuniones o diálogos tuvieron el señor Alcalde o el senador Iván Moreno, o sus
dependientes o colaboradores, con los operadores de las “áreas de servicio exclusivo” de
recolección de los residuos sólidos, o con sus representantes, en relación con la prórroga
del contrato que les concedió la UAESP?
¿A qué acuerdos se llegó en esas conversaciones o diálogos?
¿Qué papel jugó el señor Álvaro Dávila en la concesión de la prórroga a que se refieren las
dos preguntas anteriores?
¿Qué papel jugó el señor Álvaro Dávila en relación con la estructuración de reciente
licitación del Relleno Doña Juana y en la selección del contratista?
¿Qué incidencia tiene el senador Iván Moreno en la administración y marcha de los
hospitales de la red pública de Bogotá? ¿En cuáles hospitales tiene incidencia? En
particular, ¿qué influencia ejerce y para qué efectos en los hospitales Simón Bolívar y de
Engativá y Fontibón?
¿Está el señor Alcalde realizando personalmente o por interpuesta persona, contactos
con posibles interesados en convertirse en socios de la Empresa de Telecomunicaciones
de Bogotá, ETB? En su caso, ¿con quiénes se han establecido esos contactos y para qué
efectos?
Conclusiones
La Comisión de Seguimiento considera que los elementos planteados en este capítulo y
sustentados en los subsiguientes, pueden contribuir a enriquecer el control político y la
deliberación ciudadana sobre la corrupción en la contratación pública distrital y nacional.
Esos elementos justifican también la adopción de medidas políticas y éticas de los
organismos internos del PDA en relación con los miembros del partido comprometidos
con los hechos enunciados y, más específicamente, la suspensión de la militancia del
senador Iván Moreno y del alcalde Samuel Moreno, conforme lo solicitó públicamente el
senador Luis Carlos Avellaneda, en nombre de la Comisión, en rueda de prensa del 20 de
octubre.
Es posible, en cambio, que las declaraciones e indicios recogidos y evaluados por la CSC no
basten para sustentar sanciones penales o disciplinarias. Pero el objetivo de los trabajos
de la Comisión no era reemplazar a los jueces ni a los agentes disciplinarios, conforme se
explicó en la introducción.