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alberto-alvarez
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Capítulo II El exterminio de los pueblos indígenas
Desde el principio de los tiempos, en México, como en todo el mundo, ha existido
racismo, el fenómeno se ha dado siempre y en todas las épocas como parte del
proceso social y cultural de cualquier pueblo, pero al llegar los españoles a
nuestro país, éste se agravo en razón de las diferencias físicas tan marcadas
entre europeos y nativos americanos. Lo cual nos lleva a replantear la situación
histórica de los pueblos indígenas que habitan en el territorio nacional, desde la
fatídica llegada de hombres de tez blanca y ojos verdes, la discriminación y el
genocidio voltearon hacia ellos y comenzó una lenta y disimulara pero efectiva
aniquilación, que sin llegar a cumplir su cometido, sigue mermando
silenciosamente a estos hombres y mujeres, vulnerables por la sencilla razón, de
tener semblante de algún grupo originario de México, con sus rasgos y cultura
transformados por el mestizaje, el cual nos ha orillado al absurdo de negar nuestro
propio origen, sin embargo, pareciera que, en el país donde nos decimos
orgullosos de nuestro color de piel, el México de la raza de bronce, quien nace con
esos rasgos distintivos, está condenado a ser discriminado, pues en realidad
vivimos en un pueblo de morenos donde se rinde culto a la piel blanca,
inconscientemente asimilamos el color de piel con la “personalidad”, si el color es
blanco, entonces debe ser bueno, inteligente, formal, serio, etc. Y al contrario
entre más obscuro sea el tono de piel, de le asocia con términos como; ignorante,
sucio, malo. Entonces en razón a esto, o eres de los afortunados o del grupo de
los miserables, pues si tus rasgos son puramente autóctonos, sufrirás el estigma
social y padecerás de por vida las penurias que tu color de piel lleva consigo,
burlas, discriminación, violencia física y verbal de una sociedad que no tiene
conciencia de sí misma y aun a pesar que los españoles fueron expulsados hace
doscientos años, nos dejaron su huella muy en el fondo de nuestra cultura y
nuestro ser.
En los últimos quinientos años, los pueblos y grupos minoritarios hemos sufrido los
estragos de la aniquilación sistemática por parte de los españoles primero y por
los gobiernos después, dado que los grupos en el poder siempre han guardado
celosamente el que una persona no blanca nos gobierne, aunque ya tuvimos un
presidente indígena, todos buscaron destruirlo hasta lograrlo, a tal grado que se
optó por traer un presidente extranjero para poder paliar ese pecado cometido por
los liberales a mediados del siglo XIX, así es, el presidente Juárez es el más claro
ejemplo de como los morenos no tenemos derecho a gobernar y mucho menos a
un pueblo de blancos.
Históricamente los pueblos sometidos sufren las arbitrariedades de sus
dominadores, pero lo natural seria que una vez derrocado el dominador y
recobrada la independencia y libertad de autodeterminación, el problema
discriminatoria seria superado, pues un país con una legislación que considera a
todos sus miembros como iguales y les da los mismos derechos y obligaciones, es
inconcebible que la diferenciación la marquemos social y culturalmente hasta
convertirla en odio.
A pesar de que vivimos en la era tecnológica, no podemos superar aun ese
problema, tan arraigado que parece imposible solucionarlo, se ha llegado al
extremo de criminalizar y desterrar a esa gente, como en la época de Díaz, y sin
embargo el color de piel es parte de nuestro pueblo y nunca lo podremos
erradicar, aunque lo neguemos y enseñemos a odiar esta sangre, no la
quitaremos de nuestras venas, pues el racismo más terrible es el que sentimos por
nosotros mismos, es decir, culturalmente hemos aprendido que los morenos no
valen lo mismo que los blancos, y en esa negación de nosotros mismos, nos
perdimos buscando nuestra verdadera identidad, vivimos extraviados.
Generación tras generación heredamos y alimentamos esa malicia y ese odio
hacia nosotros mismos, lo peor que un pueblo puede perder es la identidad y
entonces al ser un pueblo sin identidad definida, existe el resentimiento que se
descarga sobre un grupo en particular, así en el México del siglo XXI bien queda la
expresión “dime que tan moreno eres y te diré quién eres”.