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Capítulo II El exterminio de los pueblos indígenas Desde el principio de los tiempos, en México, como en todo el mundo, ha existido racismo, el fenómeno se ha dado siempre y en todas las épocas como parte del proceso social y cultural de cualquier pueblo, pero al llegar los españoles a nuestro país, éste se agravo en razón de las diferencias físicas tan marcadas entre europeos y nativos americanos. Lo cual nos lleva a replantear la situación histórica de los pueblos indígenas que habitan en el territorio nacional, desde la fatídica llegada de hombres de tez blanca y ojos verdes, la discriminación y el genocidio voltearon hacia ellos y comenzó una lenta y disimulara pero efectiva aniquilación, que sin llegar a cumplir su cometido, sigue mermando silenciosamente a estos hombres y mujeres, vulnerables por la sencilla razón, de tener semblante de algún grupo originario de México, con sus rasgos y cultura transformados por el mestizaje, el cual nos ha orillado al absurdo de negar nuestro propio origen, sin embargo, pareciera que, en el país donde nos decimos orgullosos de nuestro color de piel, el México de la raza de bronce, quien nace con esos rasgos distintivos, está condenado a ser discriminado, pues en realidad vivimos en un pueblo de morenos donde se rinde culto a la piel blanca, inconscientemente asimilamos el color de piel con la “personalidad”, si el color es blanco, entonces debe ser bueno, inteligente, formal, serio, etc. Y al contrario entre más obscuro sea el tono de piel, de le asocia con términos como; ignorante, sucio, malo. Entonces en razón a esto, o eres de los afortunados o del grupo de los miserables, pues si tus rasgos son puramente autóctonos, sufrirás el estigma social y padecerás de por vida las penurias que tu color de piel lleva consigo, burlas, discriminación, violencia física y verbal de una sociedad que no tiene conciencia de sí misma y aun a pesar que los españoles fueron expulsados hace doscientos años, nos dejaron su huella muy en el fondo de nuestra cultura y nuestro ser. En los últimos quinientos años, los pueblos y grupos minoritarios hemos sufrido los estragos de la aniquilación sistemática por parte de los españoles primero y por

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Capítulo II El exterminio de los pueblos indígenas

Desde el principio de los tiempos, en México, como en todo el mundo, ha existido

racismo, el fenómeno se ha dado siempre y en todas las épocas como parte del

proceso social y cultural de cualquier pueblo, pero al llegar los españoles a

nuestro país, éste se agravo en razón de las diferencias físicas tan marcadas

entre europeos y nativos americanos. Lo cual nos lleva a replantear la situación

histórica de los pueblos indígenas que habitan en el territorio nacional, desde la

fatídica llegada de hombres de tez blanca y ojos verdes, la discriminación y el

genocidio voltearon hacia ellos y comenzó una lenta y disimulara pero efectiva

aniquilación, que sin llegar a cumplir su cometido, sigue mermando

silenciosamente a estos hombres y mujeres, vulnerables por la sencilla razón, de

tener semblante de algún grupo originario de México, con sus rasgos y cultura

transformados por el mestizaje, el cual nos ha orillado al absurdo de negar nuestro

propio origen, sin embargo, pareciera que, en el país donde nos decimos

orgullosos de nuestro color de piel, el México de la raza de bronce, quien nace con

esos rasgos distintivos, está condenado a ser discriminado, pues en realidad

vivimos en un pueblo de morenos donde se rinde culto a la piel blanca,

inconscientemente asimilamos el color de piel con la “personalidad”, si el color es

blanco, entonces debe ser bueno, inteligente, formal, serio, etc. Y al contrario

entre más obscuro sea el tono de piel, de le asocia con términos como; ignorante,

sucio, malo. Entonces en razón a esto, o eres de los afortunados o del grupo de

los miserables, pues si tus rasgos son puramente autóctonos, sufrirás el estigma

social y padecerás de por vida las penurias que tu color de piel lleva consigo,

burlas, discriminación, violencia física y verbal de una sociedad que no tiene

conciencia de sí misma y aun a pesar que los españoles fueron expulsados hace

doscientos años, nos dejaron su huella muy en el fondo de nuestra cultura y

nuestro ser.

En los últimos quinientos años, los pueblos y grupos minoritarios hemos sufrido los

estragos de la aniquilación sistemática por parte de los españoles primero y por

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los gobiernos después, dado que los grupos en el poder siempre han guardado

celosamente el que una persona no blanca nos gobierne, aunque ya tuvimos un

presidente indígena, todos buscaron destruirlo hasta lograrlo, a tal grado que se

optó por traer un presidente extranjero para poder paliar ese pecado cometido por

los liberales a mediados del siglo XIX, así es, el presidente Juárez es el más claro

ejemplo de como los morenos no tenemos derecho a gobernar y mucho menos a

un pueblo de blancos.

Históricamente los pueblos sometidos sufren las arbitrariedades de sus

dominadores, pero lo natural seria que una vez derrocado el dominador y

recobrada la independencia y libertad de autodeterminación, el problema

discriminatoria seria superado, pues un país con una legislación que considera a

todos sus miembros como iguales y les da los mismos derechos y obligaciones, es

inconcebible que la diferenciación la marquemos social y culturalmente hasta

convertirla en odio.

A pesar de que vivimos en la era tecnológica, no podemos superar aun ese

problema, tan arraigado que parece imposible solucionarlo, se ha llegado al

extremo de criminalizar y desterrar a esa gente, como en la época de Díaz, y sin

embargo el color de piel es parte de nuestro pueblo y nunca lo podremos

erradicar, aunque lo neguemos y enseñemos a odiar esta sangre, no la

quitaremos de nuestras venas, pues el racismo más terrible es el que sentimos por

nosotros mismos, es decir, culturalmente hemos aprendido que los morenos no

valen lo mismo que los blancos, y en esa negación de nosotros mismos, nos

perdimos buscando nuestra verdadera identidad, vivimos extraviados.

Generación tras generación heredamos y alimentamos esa malicia y ese odio

hacia nosotros mismos, lo peor que un pueblo puede perder es la identidad y

entonces al ser un pueblo sin identidad definida, existe el resentimiento que se

descarga sobre un grupo en particular, así en el México del siglo XXI bien queda la

expresión “dime que tan moreno eres y te diré quién eres”.