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29 CAPÍTULO I EJERCICIOS ESPIRITUALES Y PEDAGOGÍA Los EE son la «búsqueda de la voluntad de Dios sobre la propia vida para ofrecerse a ella con todo el ser» 6 . Los EE poseen un carác- ter experiencial, y su dimensión autobiográfica profunda es eviden- te. El mismo Ignacio explica al P. González de Cámara en el nº 99 de la Autobiografía que los EE habían sido un proceso evolutivo y que así como a él le habían sido beneficiosos, pondrían serlo para otros 7 . Pero es que el mismo Ignacio, al inicio de los EE y en la pri- mera Anotación, nos define con absoluta precisión que entiende por lo que nos entrega: «La primera anotación es que por este nombre, ejercicios espi- rituales, se entiende todo modo de examinar la conciencia, de me- ditar, de contemplar, de orar vocal y mental, y de otras espiritua- les operaciones, según que adelante se dirá. Porque así como el pasear, caminar y correr son ejercicios corporales, por la misma manera, todo modo de preparar y disponer el ánima para quitar de sí todas las alecciones desordenadas y, después de quitadas, pa- ra buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del ánima, se llaman ejercicios espirituales» 8 . 6 MELONI, J., Los Ejercicios en la tradición de Occidente: EIDES nº 23 (1998) 38. 7 «(…) Él me dijo que los Ejercicios no los había hecho todos de una sola vez, si- no que algunas cosas que observaba en su alma y las encontraba útiles, le parecía que podrían ser útiles también a otros y así las ponía por escrito (…)». IPARRAGUIRE, I ., Obras de San Ignacio de Loyola..., 175. 8 EE [1]. A no ser que se indique lo contrario de aquí en adelante usaremos pa- ra el texto de los EE a: ARZUBIALDE, S., Ejercicios Espirituales de S. Ignacio. Historia y Análisis, M-ST, Bilbao-Santander, 1991. Énfasis personal.

CAPÍTULO I EJERCICIOS ESPIRITUALES Y PEDAGOGÍA · ahora en la pedagogía propiamente dicha de los EE y en el diálogo pedagógico entre el que da los EE y la persona que se ejercita

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CAPÍTULO I

EJERCICIOS ESPIRITUALES Y PEDAGOGÍA

Los EE son la «búsqueda de la voluntad de Dios sobre la propiavida para ofrecerse a ella con todo el ser» 6. Los EE poseen un carác-ter experiencial, y su dimensión autobiográfica profunda es eviden-te. El mismo Ignacio explica al P. González de Cámara en el nº 99de la Autobiografía que los EE habían sido un proceso evolutivo yque así como a él le habían sido beneficiosos, pondrían serlo paraotros 7. Pero es que el mismo Ignacio, al inicio de los EE y en la pri-mera Anotación, nos define con absoluta precisión que entiende porlo que nos entrega:

«La primera anotación es que por este nombre, ejercicios espi-rituales, se entiende todo modo de examinar la conciencia, de me-ditar, de contemplar, de orar vocal y mental, y de otras espiritua-les operaciones, según que adelante se dirá. Porque así como elpasear, caminar y correr son ejercicios corporales, por la mismamanera, todo modo de preparar y disponer el ánima para quitarde sí todas las alecciones desordenadas y, después de quitadas, pa-ra buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vidapara la salud del ánima, se llaman ejercicios espirituales» 8.

6 MELONI, J., Los Ejercicios en la tradición de Occidente: EIDES nº 23 (1998) 38.7 «(…) Él me dijo que los Ejercicios no los había hecho todos de una sola vez, si-

no que algunas cosas que observaba en su alma y las encontraba útiles, le parecía quepodrían ser útiles también a otros y así las ponía por escrito (…)». IPARRAGUIRE, I ., Obrasde San Ignacio de Loyola..., 175.

8 EE [1]. A no ser que se indique lo contrario de aquí en adelante usaremos pa-ra el texto de los EE a: ARZUBIALDE, S., Ejercicios Espirituales de S. Ignacio. Historia yAnálisis, M-ST, Bilbao-Santander, 1991. Énfasis personal.

1. BREVE INTRODUCCIÓN DE LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES

EN CLAVE PEDAGÓGICA

La especificidad de los EE radica en la unión con Dios que se «daa través del mundo a través del discernimiento continuo de la vo-luntad de Dios» 9, configurando la vocación personal. No se trata deejercicios piadosos sino de operaciones espirituales que tienen encuenta la tradición medieval de meditar, contemplar, orar y exami-nar la conciencia. Ignacio retoma dicha tradición, la reinterpreta yla reelabora con el fin de quitar de sí todas las afecciones desorde-nadas, buscar y hallar la voluntad divina en la disposición para lasalud del ánima.

Más todavía en los EE, hay una invitación a profundizar en un pro-ceso de ordenamiento de orden de la vida que se encuentra enmar-cada desde el inicio por el Principio y Fundamento, donde se deter-mina cuál es el sentido de la misma. Ignacio parte del principio yfundamento, del fin mismo de la vida cristiana: el servicio, la reve-rencia y la alabanza a Dios. Podríamos decir que la propuesta delPrincipio y Fundamento es la oportunidad de iniciar al ejercitante enun proyecto de hombre 10 que K. Rahner llamaría hombre en relación 11.Esta iniciación intenta movilizar al ejercitante a que se oriente para re-cibir las disposiciones que se requieren para entrar en la experienciade los EE. Tal iniciación, en fin, contiene en germen los principalesnúcleos de los EE.

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9 MELLONI, J., Los Ejercicios en la tradición…, 43.10 Hemos optado por el término «hombre» por las resonancias bíblicas e igna-

cianas que nos ofrece, sin pretender establecer ninguna diferencia en cuanto al gé-nero: «El hombre es creado para alabar (…)». EE [23]. «Hombre» es término delibera-do de Ignacio que incluye a los dos géneros; cuando desea diferenciarlos utiliza laforma varón, como puede corroborarse en EE [325]: «(…) así como es propio de lamujer cuando riñe con algún varón (…)». «Hombre»: «Ser animado racional, varón omujer». DRAE 2001.

11 ¿Qué implica, en la propuesta del Principio y Fundamento, ser «hombre en re-lación»? Por un lado, podemos decir, que nos ubica: en el sentido de que «hemos si-do creados por Dios... a él destinados y llamados a participar de su gloria». Nos ubi-ca como criaturas. Por otro lado, nos ubica en relación a las criaturas. Debemos usary dejar «las otras cosas». Por las «otras cosas» entiende Ignacio todo cuanto se sitúa en-tre mi yo desnudo y Dios. El uso de las cosas se impone como necesario para nues-tras relaciones con los demás y con Dios. Es, en este ámbito, en el uso de las cosas,el lugar de nuestro servicio y alabanza. RAHNER, K., Meditaciones sobre los Ejerciciosespirituales, Herder, Barcelona, 1971, 18, 20-24.

En la elección, sin embargo, es donde se percibe con mayor in-tensidad la dimensión paradigmática del Principio y Fundamento. AsíK. Rahner:

«El factor determinante de los ejercicios ignacianos es la elec-ción personal, que cabrá abordar de diversas maneras; pero, en to-do caso, no puede tener otro punto de partida que lo que San Ig-nacio llama “Principio y fundamento”» 12.

B. Melía afirma que la elección suscita en nuestra psicología la ideade iniciativa, de paso hacia delante. Y es una decisión libre de acep-tar lo que durante el proceso de EE se ha visto que es la voluntad deDios en la vida del creyente.

El tiempo previo a la elección, dispone al que hace los EE para queéste ordene su vida y, contemplando la vida de Jesucristo que llama alseguimiento, encaminar a que el ejercitante encuentre la voluntad deDios. Del mismo modo, el tiempo posterior a la elección, en que se con-templa la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, tiene por objeti-vo fortalecer y confirmar la elección ya hecha. Es decir, se busca clarifi-car y decidir la manera particular de la imitación de Jesucristo. El objetivode la elección no es que el ejercitante se decida a tomar la fe cristianaen serio, sino que la elección pone la mira en un objetivo concreto ypersonal: clarificar la forma de vida en que el ejercitante ha sido lla-mado por Dios a vivir la fe o bien que se confirme dicha elección, pro-fundizando en ella, o si es necesario reformarla según las exigencias desu estado, ya sea matrimonial, vida consagrada, sacerdocio o celibato.

Sería un error considerar el texto de los EE prescindiendo de la prác-tica a la que conduce. Si intentamos profundizar en la pedagogía de losEE, es preciso responder cuál es la función del texto, y nos encontra-mos con tres funciones: la primera consiste en proponer al ejercitanteun cierto método; en lenguaje Ignaciano, un cierto modo y orden. Lostextos tienden a ayudar a quien acepta un camino y quiere ser ayuda-do. Cuando Ignacio designa al ejercitante, lo nombra como el que «an-da en Ejercicios» 13. La virtud de esta expresión es que habla de una mar-cha, de cierto dinamismo. Es lógico que, desde esta perspectiva, laexperiencia de los EE no se define por sus contenidos, sino como senos dice en nº 1:

«[Por] todo modo de preparar y disponer el ánima para quitarde sí todas las afecciones desordenadas y después de quitadas, bus-car y hallar la voluntad divina».

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EJERCICIOS ESPIRITUALES Y PEDAGOGÍA

12 Ídem., 17.13 EE [9].

La segunda intención sería la de poner de relieve la riqueza de laexperiencia a través de los ritmos que va atravesando el ejercitante.El texto ofrece qué buscar, pero no es él el que hace hallar. Ningúntexto puede acompañar plenamente la experiencia. Ella es la únicamaestra. El ritmo buscar/hallar se impone como única norma.

Y la tercera, el texto ayuda a leer la experiencia que va desarro-llándose, pudiendo clasificar varias series de textos dentro del librode los ejercicios. Pero todas van a cumplir la misma función críticacon relación a lo que vive el ejercitante.

Después de este apartado general dedicado a los EE, en los queseguiremos adentrándonos en las paginas siguientes, profundicemosahora en la pedagogía propiamente dicha de los EE y en el diálogopedagógico entre el que da los EE y la persona que se ejercita.

2. CARÁCTER PEDAGÓGICO DE LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES

El estilo pedagógico de los centros educativos de la Compañía deJesús se caracteriza por la huella profunda de Ignacio de Loyola, quienfue primero discípulo y solamente después maestro. Recordemos quea los cuarenta años fue estudiante de gramática, estudios generales yuniversitarios (Barcelona, Alcalá, Salamanca y París y en esta ciudaden los colegios de Monteagudo, Santa Bárbara y Santiago).

No podemos olvidar que, en buena parte, el primer maestro de Ig-nacio fue el propio Dios 14. Se trata de una formación que empezaríaen Loyola, continuaría en Manresa, y proseguiría hasta Roma. Este he-cho determinará el carisma del P. Maestro Ignacio, su fe personal y laabsoluta orientación y confianza en Dios de todas sus actividades yobras. Los historiadores de la educación de la Compañía reconocenen este magisterio divino la primera fuente de la que derivan todoslos demás principios, expresado como camino pedagógico de formaprivilegiada en los EE.

En el Principio y fundamento, ya comentado, se divisa de mane-ra general toda la dinámica de los EE. El fin especifica los actos y dasentido a toda vida humana, dando respuesta al acuciante «¿para qué?»que preside la existencia del hombre. Así, los EE se toman muy en se-rio una cuestión que siempre se han formulado tanto la antropolo-gía 15 como la pedagogía, tal y como afirma R. García Mateo:

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CARISMA IGNACIANO Y MÍSTICA DE LA EDUCACIÓN

14 Au 27.15 En torno al tema antropológico: ROYÓN, E., Antropología cristocéntrica del

Principio y fundamento: Manresa nº 39 (1967) 349-354. RUIZ PÉREZ, J., Teología del ca-

«(…) [L]os fines de la educación son múltiples, ya que ella tienecomo objetivo inmediato determinadas facultades de la persona: lavoluntad, la memoria, los afectos, las virtudes, etc. Pero la finalidadpedagógica se unifica en torno al ser humano, a su mejor autorre-alización. Lo que es objeto de la aspiración del ser humano, por-que se siente realizado, no es en realidad otra cosa que la felicidad.El deseo de felicidad llena las aspiraciones de toda persona. Para Ig-nacio, en consonancia con la fe cristiana, la felicidad humana nopuede llegar a su término si no se ve como don salvífico de Dios» 16.

Ignacio pretende la unificación de un ideal, de fin educativo, cen-trado en la invariabilidad del elemento divino, junto con la variabili-dad y libertad del hombre como objeto de educación. Desde esta pers-pectiva, podemos clarificar que en la pedagogía de Ignacio de Loyolaen los EE aparece en un extremo la finalidad teísta y en otro los ins-trumentos humanos, siempre en tensión dialéctica.

Lo anterior nos permite concluir así: la originalidad expresada enlos EE no está en una cierta forma de sensibilidad religiosa o en la in-sistencia en un aspecto particular de la vida cristiana sino, más bien,en la transformación de su experiencia personal en una experienciametodológica y pedagógica.

2.1. Planos Metodológicos

El libro de los EE no es un libro de lectura, preferiblemente se tra-ta de la exposición de un modo de proceder, de un método al que R.García Mateo 17 denomina método de elección, según hemos indicadoantes. Y al estudiar la pedagogía de los EE, distingue tres niveles di-ferentes, que se encuentran entrelazados:

— El primero, el plano teológico doctrinal, que hace referencia ala temática principal de los EE, centrada en el misterio de Cris-to, de su persona, de su obra, de su llamada universal y perso-nal a la salvación, y no se refiere a una devoción particular, nia una virtud o modo de oración.

— El segundo, el plano ascético-espiritual, presentado de maneraespecial en las anotaciones, en el examen de conciencia y la

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mino. Una aproximación antropológica-teológica a Ignacio de Loyola, M-ST, Bilbao-Santander, 2000, 45-52.

16 GARCÍA MATEO, R., Ignacio de Loyola. Su espiritualidad y su mundo cultural,Mensajero, Bilbao, 2000, 302. Énfasis personal.

17 Ídem., 299.

confesión, en los preámbulos, en las adiciones, en los modosde orar y en las reglas para ordenarse en el comer, para la dis-creción de espíritus, y para sentir en la Iglesia.

— En tercer lugar, el plano práctico-pastoral, al que encontramosprincipalmente en el presupuesto, en las notas, en la materia ymodos de elección, en las reglas para dar limosnas y las notaspara «sentir y entender» los escrúpulos.

Estos distintos niveles se desarrollan y conjugan en torno a un ob-jetivo central: la elección. Hacia ella conducen los ejercicios de las dosprimeras semanas y de ella proceden los de la tercera y cuarta sema-na, como indicábamos con anterioridad.

2.2. Escuela de la libertad

Los EE quieren, también, a través de diversas técnicas pedagógi-cas, enseñar al ejercitante a aprender a discernir y a optar, asumien-do el ejercicio de su libertad.

«(…) no somos libres para cualquier cosa, para seguir cuantas ins-piraciones puedan venirnos. Somos libres para alguien; somos li-bres para amar. Por eso los Ejercicios, más que escuela de oración,son una educación en la libertad» 18.

Recordemos que los EE gravitan en torno a la elección, expandenla elección. Así Santiago Arzubialde nos recuerda que la gran aporta-ción de Ignacio a la historia de la espiritualidad radica en que el serhumano es libre cuando se ha liberado de los afectos desordenadosdescubriendo que su voluntad coincide con la de Dios.

«La gran aportación de S. Ignacio a la historia de la espirituali-dad ha sido precisamente haber vinculado indisolublemente la “ex-periencia del Espíritu” (el lenguaje de Dios) al reconocimiento, através de él, de su voluntad, la consolación con la libertad. El hom-bre accede a su plenitud cuando, libre de los condicionamientosde la pasión (afección desordenada) y movido inmediatamente porDios, elige espontáneamente aquello que siente que Dios previa-mente le pone en el corazón [155,2] (…)» 19.

Los EE quieren, a través de diversas técnicas pedagógicas, enseñaral ejercitante a aprender a optar, asumiendo el ejercicio de su libertad

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18 LAPLACE, J., El camino espiritual a la luz de los Ejercicios Ignacianos, Sal Te-rrae, Santander, 1988, 64.

19 ARZUBIALDE, S., Ejercicios Espirituales…, 382.

dentro de una pedagogía religiosa de la libertad, que conlleva una acep-tación personal del ejercitante y un salir de sí mismo. Aquí, el discer-nimiento pasa a ser determinante en el ejercicio de la libertad frente alos valores, de tal forma que se fomenta la formación de espíritus libresy críticos. Podemos afirmar que el equilibrio entre la libertad y la gra-cia facilita que sean los EE una verdadera escuela de la libertad.

2.3. Engranaje cognitivo y afectivo

Dentro la metodología de los EE y la escuela de la libertad, hay unengranaje psicopedagógico fundamental. Se trata de tres ejercicios queposeen una finalidad semejante y que aparecen con un gran poten-cial cognitivo y afectivo: dos banderas, los tres binarios de hombres ylas tres maneras de humildad. Cada uno de estos ejercicios apunta auna facultad particular: las dos banderas se dirigen a la facultad cog-nitiva, en concreto al entendimiento, mientras que los binarios y lastres maneras de humildad miran a la facultad afectiva, a la voluntaden general y a los afectos particulares respectivamente.

La meditación de las dos banderas es la primera, en sentido es-tricto, de las llamadas meditaciones de elección. La vida del hombreestá marcada por un sinfín de decisiones, y precisamente ahora el ejer-citante intenta elegir, optar. Esta meditación, su contenido, genera unmarco de referencia y de sentido para que el ejercitante, a la hora deelegir, posea una comprensión del «mundo» y de su responsabilidadante él. Su decisión es un acto que tendrá influencia en la realidadaquí propuesta.

Después de este ejercicio de lucidez cristiana —las dos banderas—en donde hemos visto la intención de Cristo, Ignacio nos propone lameditación de los tres binarios. Recordemos que el ejercitante está enbúsqueda de la voluntad de Dios para su vida. De ahí que, ésta me-ditación sea un test sobre su indiferencia, dicho de otra manera, so-bre su grado de libertad real a la hora de elegir.

El proceso de los EE, decíamos en su momento, es un proceso deordenar la vida... quitando afecciones desordenadas. Se trata de or-denar nuestros afectos de manera que el deseo de mejor poder servira Dios nuestro Señor le mueva a tomar la cosa o dejarla. La medita-ción de los tres binarios es una pieza clave de este proceso, como nosdice. I. Iglesias:

«(…) en su núcleo esencial, el más típicamente ignaciano, comienzaen la meditación del Reino continúa en las Banderas-Binarios-Tres

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Maneras de humildad, y desemboca en la elección... movido porel amor que desciende de arriba [155.180.184]» 20.

No nos encontramos frente a una meditación o contemplación. SanIgnacio presenta las Tres Maneras de humildad como una considera-ción que habrá que realizar considerando a ratos por todo el día.

Cuando Ignacio piensa en las maneras de Humildad, está enun-ciando modos de amor que implican, según la primera manera, laobediencia a la ley de Dios; el servicio de Dios Nuestro Señor en lasegunda manera; y por último, la imitación de Cristo en el extremode su radicalidad. Si se observa bien, este itinerario no es más que lalínea pedagógica de fuerza de toda la segunda semana. Vamos a de-jar a Ignacio que hable sobre el objetivo de esta consideración: «(…)antes de entrar en las elecciones, para hombre afectarse a la vera doc-trina de Cristo nuestro Señor (...)» 21.

Sintetizando, cuando el ejercitante opta por la persona de Jesús, seencuentra con su ser más profundo, donde entran naturalmente susfacultades cognitivas: entendimiento (razón), imaginación y memoria,y afectivas: voluntad (libertad), apetitos sensitivos y sentimiento. Op-tar por Jesús es asumir todo esto desde un vértice que plenifica y di-namiza: es la fuerza de la libertad.

2.4. Dinamismo pedagógico-espiritual

Ignacio exige dinamismos personales activos por parte del ejerci-tante que no radican en la asimilación de una gran cantidad de teorí-as, datos, hechos, etc., sino más bien, sentir y gustar de las cosas, unainvitación descarada a cierta sabiduría pedagógica, porque «(…) no elmucho saber harta y satisface al ánima, mas el sentir y gustar de lascosas internamente» 22.

De ahí, se desprende que la pedagogía de los EE sea una peda-gogía dinámica basada en la comunicación de principios activos. Seconduce al que hace los EE a través de una metodología activa y sis-temática, buscando incrementar el conocimiento y la cercanía a la per-sona de Jesucristo por medio de las contemplaciones de su vida, pa-sión y resurrección.

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20 IGLESIAS, I., Los tres binarios de hombre: texto y forma de exposición y reflexiónbíblico-teológicas: Manresa nº 226 (1986) 58.

21 EE [164].22 EE [2]. Énfasis personal.

Es una pedagogía, además, cuyo interés fundamental es el hom-bre en su totalidad, ya que pretende formar al hombre contemplati-vo en la acción. La idea del esfuerzo personal, que surge de la com-paración con los ejercicios físicos, nos ayuda a ejemplificar ladinamicidad y actividad de los mismos. Así como el ejercicio físicoexige el movimiento del cuerpo, del mismo modo, los EE deben mo-ver a toda la persona.

En los EE, prevalece una llamada continua a reflexionar y orar so-bre el conjunto de toda la experiencia personal, y así, poder discer-nir a dónde nos lleva el Espíritu. En la experiencia está, precisamen-te, la base más sólida del conocimiento; de aquí que el método estribeen la necesidad de que el ejercitante proceda discurriendo y racioci-nando por sí mismo a partir de su propia experiencia contemplativa.Esta activa disposición debe caracterizar a la persona que se ejercitacomo sujeto responsable de su propia realización personal. En estacaracterística, afirma E. Ipiña 23, se encuentra uno de los aportes pe-dagógicos más importantes de los EE: ayudaron a dar el salto desdeuna pedagogía verticalista («magister dixit») a una más propia de laEdad Moderna, en la que primaban las ciencias experimentales.

No podemos olvidar que sólo después de una reflexión adecua-da de la vivencia y de una interiorización del significado y las im-plicaciones de lo que se estudia, se puede acceder libre y confiada-mente a una elección correcta de los modos de proceder quefavorezcan el desarrollo total de la persona como ser humano. Porlo tanto, la reflexión constituye para Ignacio el punto central del pa-so de la experiencia a la acción; tanto es así que, confía al que dalos EE la responsabilidad primordial de ayudar en el proceso de lareflexión.

Está misma actividad de los EE manifiesta una exigencia de tra-bajo dinámico sobre la memoria, el entendimiento, la voluntad, y laimaginación. Así, la memoria tiene la función de revivir el pasado.La voluntad debe de mover al alma, cuya actividad tiene el objetivode hacer coincidir el querer con el desear en la opción por el amor.Por lo tanto, la voluntad es siempre movilizada para «mover los afec-tos». Y la imaginación, fundamentalmente, debe ser activa para ha-cer suyo el imaginario bíblico, al reconstruir las escenas evangélicas

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23 IPIÑA, E., Ignacio de Loyola, sus ejercicios espirituales y la educación, en: CARO

BAROJA, J. (dir.), Ignacio de Loyola, Magister Artium en Paris, 1528-1535, Sociedad Gi-puzkoana de Ediciones y Publicaciones, Donostia-San Sebastián, 1991, 371.

en toda su especificidad como marco concreto de los misterios dela vida de Cristo, los lugares donde vivió, los caminos que recorrió,las personas con quien se encontro, etc.

Prevalece un dinamismo que, en fin, corresponde a una activi-dad continua en la búsqueda de lo que se pretende en cada ejerci-cio. En este contexto, juegan un papel importante el examen, lospreámbulos, las repeticiones y la aplicación de sentidos. Aspectosmetodológicos activos de los EE que son retomados en el estilo edu-cativo de la Compañía desde sus orígenes y concretados desde laprimera Ratio Studiorum. Así, el examen será retomado como unametodología activa en cuanto lo asimilado, los preámbulos, tienensu paralelo en la preelección de la materia que debe ser enseñada;la repetición se asemeja al dominio de la materia por medio de larepetición del trabajo de clase; y la aplicación de sentidos, donde sepone énfasis en lo creativo, lo imaginativo, en la motivación, el de-seo y el gozo de aprender.

Los EE, finalmente, nos brindan una pedagogía activa que une loteórico con lo práctico. Como se afirma en el nº 108, se trata de re-flectir para sacar algún provecho. Es una pedagogía, como afirma J.Thomas 24, que busca, en consecuencia, una formación sólida, pro-funda y básica, fundada en objetivos claros y precisos. Es el non mul-ta sed multum, no muchas cosas sino aquéllas profundas y funda-mentales, porque basta con la memoria y la comprensión si no se llegaa la comparación, aplicación, síntesis y evaluación. Es decir, se fo-menta una transición desde planteamientos teóricos a soluciones prác-ticas activas e interdisciplinares, que conllevan una relación pedagó-gica como apertura al Otro, sin la cual no sería educación, sinomanipulación…

«(…) la experiencia de los Ejercicios tiene algo excepcional. El lu-gar que ocupa la conversación espiritual traduce una convicciónsólida: nadie puede crecer sin aceptar ayuda. (…) Concierne todauna relación pedagógica, pone al educador en guardia contra to-do lo que seria la voluntad de reproducir en el otro su propia ima-gen. (…) Una apertura hace que nada puede cerrar en el corazónde esta relación, y además la hace posible. Sin esta apertura al Otrola educación no sería más que manipulación» 25.

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CARISMA IGNACIANO Y MÍSTICA DE LA EDUCACIÓN

24 THOMAS, J., Le secret des jésuites. Les exercices spirituels, DDB, Paris, 1984, 111-114.

25 Ídem., 117-118.

3. DIÁLOGO PEDAGÓGICO

En la experiencia pedagógica de los EE, constatamos una rela-ción del ejercitante, que es el sujeto activo, con el que da los EE oejercitador, que conduce al anterior hacia su encuentro con Dios 26.Desde esta perspectiva, podemos decir que son tres los actores:orientador, ejercitante y Dios. En el distinto y específico papel delejercitador y del ejercitante, se encuentra un modelo vivo de inte-racción maestro-discípulo. Y en esta interacción entre ejercitador-ejercitante, maestro-discípulo, encontramos notas características dela pedagogía ignaciana, que es de índole interpersonal.

El papel psicopedagógico del que da los EE debe facilitar el en-cuentro entre Dios y el ejercitante, ayudando a éste en el camino deldiscernimiento y de la elección. El ejercitador debe ayudar al ejerci-tante a prepararse a través de la indiferencia para responder genero-samente a la apelación que Dios le hace.

«(…) [El P]apel psicopedagógico del director —por ser los Ejer-cicios un diálogo entre Dios y el alma del ejercitante—, debe con-sistir en facilitar el diálogo o encuentro entre Dios y el hombre, enayudar a discernir la verdadera presencia y acción divina en el al-ma del ejercitante, en pugna con otros influjos procedentes de losfondos inconscientes de la naturaleza, o posiblemente, también del“mal espíritu” en frase de San Ignacio. El papel psicopedagógicodel director, consistirá en favorecer y alentar el trabajo de una rec-ta elección, sin inmiscuirse tampoco el Director en la decisión quequiera tomar el ejercitante. En otras palabras, deberá el director co-adyuvar a una recta y generosa respuesta por parte del ejercitanteante la voluntad de Dios. Por parte del ejercitante ante la voluntadde Dios» 27.

Por su lado, el ejercitante debe luchar, con ayuda de la gracia, pordejar todo afecto desordenado con el fin de conocer, aceptar y seguirdecididamente la voluntad de Dios.

«(…) [L]a labor específica del ejercitante debe ser trabajar parallegar a conocer, aceptar y seguir esta voluntad de Dios. Consiste

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EJERCICIOS ESPIRITUALES Y PEDAGOGÍA

26 KOLVENBACH, P.-H., Decir… al «Indecible». Estudios sobre los Ejercicios Espiri-tuales de San Ignacio (Edición a cargo de Ignacio Iglesias), M-ST, Bilbao-Santander,1999.

27 BERTRÁN, M., Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio: Un método dinámico einterpersonal de pedagogía religiosa: Espíritu nº 17 (1968), 48.

su papel en desarraigarse de todo afecto desordenado que le im-pida acercarse a Dios por conocimiento y por amor. Y en segun-do lugar, y como etapa siguiente, el ejercitante ha de procurar tras-plantar el amor que tenía por sí y por sus ideales egoístas y ponerloen la persona y vida de Jesucristo que debe ser para él, en ade-lante, verdadero “camino, verdad y vida”, en el ideal práctico y per-sonal de identificación e imitación de Cristo. Todo ello, claro está,ayudado y apoyado por la gracia divina que por dentro le dirige,le empuja y le sostiene en este trabajo» 28.

Nos encontramos ante el seguimiento personal, que indica la cali-dad que debe tener el diálogo pedagógico, la relación cuidadosa yentregada entre el ejercitador-maestro y el ejercitante-discípulo en unservicio generoso. Dentro de este específico campo pedagógico, pro-fundicemos en los roles del ejercitante y ejercitador.

3.1. Papel del que da los ejercicios

A lo largo de la historia de los EE ha recibido muchos nombres,quien da los EE: instructor, guía, director, acompañante, etc. Entre lascaracterísticas que debe poseer el que da los EE, podemos mencio-nar: capacidad de encarnar una actitud normativa en cuanto al méto-do de los EE, lo cual excluye toda característica directiva. La actitudconlleva, también, la comprensión e interpretación personal del tex-to que se muestra en el modo de proponer los puntos, la entrevista ycuidar el entorno del ejercitante. Su disposición es neutral, es decir,su función consiste en poner al otro ante Dios, libre de todo condi-cionamiento, para dejar que sea Dios mismo quien actúe. Su activi-dad es sobria, en cuanto que debe de informar sobre qué son los EEy ofrecer el material adecuado para cada meditación; también instru-ye y acompaña al ejercitante durante el proceso del paso de Dios ensu vida aportando la capacidad que tenga el ejercitador de reflexio-nar sobre su propia experiencia.

Entre las características personales del que da los EE, realzamos és-tas 29: su capacidad intelectual (si es rudo u hombre de ingenio), su ap-titud (dones naturales) e idoneidad (subjecto), su complexión (fuerzafísica y salud corporal), su deseo de aprovechar, su situación social(compromisos, obligaciones, etc.) y sus posibilidades de apartamiento,para que pueda adaptarse a la experiencia personal de cada sujeto.

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CARISMA IGNACIANO Y MÍSTICA DE LA EDUCACIÓN

28 Ídem.29 Seguimos a: ARZUBIALDE, S., Ejercicios Espirituales…, 42.

Pero es la Anotación segunda la que define al que da los EE de for-ma concluyente al definirla como la persona que da a otro modo y or-den. Siendo así, intentemos ver en qué consiste esta expresión: «mo-do y orden» 30.

«Orden» comprende una serie de elementos de contenido (reflexivoo afectivo) y de recursos psicológicos y materiales (tiempos, sitios, pos-turas) orientados a un fin, que tienen la función de hacer de principioordenador, organizado en forma de proceso dinámico, y que ha sidoconcebido por experiencia y observación. El orden es una referenciaobjetiva. Es la propia experiencia personal del que da los EE la que ha-rá que éste factor objetivador sirva al encuentro entre la novedad ina-gotable del Espíritu y la situación irrepetible de cada ejercitante.

«Modo», hace referencia a la utilización concreta de ese orden porun determinado sujeto, es decir, quien da los EE. El principal servicioque tendrá tal persona radicará en proponer y acertar el modo per-sonal que resulte conveniente para el que recibe los EE. Este esfuer-zo personalizador requiere de parte del que da los EE conocimientodel orden, pero a la vez exponer y poner en juego su propia expe-riencia espiritual personal, que es irreducible al método.

Para profundizar en este papel pedagógico, las Anotaciones y lasReglas de Discernimiento son vitales. Son orientaciones precisas paraque el ejercitador-maestro adapte su experiencia al ejercitante-edu-cando, como facilitador de la experiencia del que hace los EE. La apro-piación personal de lo que se va aprendiendo o interiorizando en losEE, es una experiencia no sólo intelectual sino afectiva, e implica, poresto, a todo el hombre.

Siguiendo a Bertrán 31, los puntos que resumirían el papel psico-pedagógico del ejercitador con respecto al ejercitante son: a) conoci-miento suficiente del ejercitante, lo que implicaría «ser buen testigo» 32;b) adaptación y acomodación a su modo de ser; c) ayudar a que elejercitante busque y halle la voluntad de Dios, y d) fomentar la acti-vidad personal del ejercitante. Estos puntos se encuentran en estre-cha relación entre sí.

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EJERCICIOS ESPIRITUALES Y PEDAGOGÍA

30 IGLESIAS, I., Dar a otro modo y orden (Ex. 2): Manresa nº 241 (1989) 364.31 BERTRÁN, M., Los Ejercicios Espirituales…, 48-55.32 Bertrán en este punto plantea un conocimiento «íntimo del ejercitante» ante el

que tomamos distancia, y optamos por la actitud del ejercitador de tener un conoci-miento fundamental del que hace los EE, siendo un «buen testigo», lo que permitaconocer las mociones espirituales del ejercitante, los afectos con Dios y con los hom-bres. CEBOLLADA, P., Retos «al que da los Ejercicios»: Manresa nº 282 (2000) 50-53.

a) Conocimiento del perfil del ejercitante: El ejercitador debe co-nocer las mociones suscitadas por los varios espíritus en el ejercitan-te. Lo cual es un presupuesto básico para que el ejercitador puedaayudar adecuadamente al ejercitante, siendo ante todo un buen testi-go. Lo que constamos en la Anotación nº 17:

«(…) Mucho aprovecha, el que da los ejercicios, no querien-do pedir ni saber los propios pensamientos ni pecados del quelos recibe, ser informado fielmente de las varias agitaciones y pen-samientos que los varios espíritus le traen; porque, según el ma-yor o menor provecho, le puede dar algunos espirituales ejerci-cios convenientes y conformes a la necesidad de la tal ánima asíagitada».

El ejercitante debe informar fielmente al ejercitador de sus mocio-nes y estados espirituales. En los EE, se pide al ejercitador un granrespeto a la libertad del que hace los EE. Ahora bien, en caso de quele interrogara, debe ser sin curiosidad, aunque tenga todo derecho aindagar en lo referente a cómo hace los ejercicios, sobre todo, cuan-do no se vea el fruto de la actividad del que se ejercita:

«(…) El que da los ejercicios, cuando siente que al que se ejer-cita no le vienen algunas mociones espirituales en su ánima, asícomo consolaciones o desolaciones, ni es agitado de varios espí-ritus, debe interrogar cerca los ejercicios, si los hace a sus tiemposdestinados y cómo; asimismo de las adiciones, si con diligencia lashace, pidiendo particularmente de cada cosa destas. Habla de con-solación y desolación, de adiciones [73-90]» 33.

El ejercitador debe poder comunicarse con el ejercitante, de tal ma-nera que se fomente un verdadero diálogo, como proponen las Ano-taciones nn. 8, 9, 10 y 14:

«(…) El que da los ejercicios, según la necesidad que sintiereen el que los recibe, (…) podrá platicarle las reglas (…). [E]l quese ejercita (…) es persona que en cosas espirituales no haya sidoversado (…) que da los ejercicios no le platique las reglas de va-rios espíritus (…). Cuando el que da los ejercicios siente al que losrecibe que es batido y tentado debajo de especie de bien, enton-ces es propio de platicarle sobre las reglas (…). El que los da, sive al que los recibe que anda consolado y con mucho hervor, de-be prevenir (…) y cuanto más le conociere (…) más le debe pre-

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CARISMA IGNACIANO Y MÍSTICA DE LA EDUCACIÓN

33 EE [6].

venir y admonir. (…). [M]ucho debe de mirar la propia condicióny subyecto [del que hace los EE] (…)».

b) Adaptación y acomodación a su modo de ser: El principio deadaptación y acomodación del ejercitador al ejercitante es una con-secuencia de la capacidad de comunicación, mencionada en el pun-to anterior. Lo que se constituye en un principio importante, comonos lo indica la Anotación nº 8:

«El que da los ejercicios, según la necesidad que sintiere en elque los recibe (…) podrá platicarle las reglas de la primera y se-gunda semana (…)».

El ejercitador debe acomodarse a las necesidades que tiene el ejer-citante y también a su modo de ser. Lo cual queda explicitado en laAnotación nº 9 al señalar que el que da los EE únicamente debe daral ejercitante lo que en aquel momento pueda éste asimilar y enten-der. El ejercitador está en función del ejercitante y su aprovechamientode la materia de los EE, del mismo modo como el maestro está enfunción del discípulo.

Como señala Bertrán, el ejercitador cumple las funciones de ma-estro en tanto en cuanto da su lección-explicación exclusivamentecuando lo necesita el ejercitante. Así, por ejemplo, si el ejercitante,durante la Primera Semana de EE, se encuentra en estado de desola-ción, el que da los EE ha de aclararle qué es lo que le pasa y cuál esel estado de desolación que éste experimenta.

Como ayuda para cumplir mejor este papel de pedagogo, se ofre-cen al ejercitador 14 reglas durante la Primera Semana, para que a sutiempo las vaya aclarando al ejercitante, y que son «reglas para en al-guna manera sentir y conocer las varias mociones que en la ánimase causan», como nos lo indica el nº 313.; y otras ocho reglas, que sonpara tener en cuenta y explicarlas al ejercitante, si es conveniente, enla Segunda Semana.

En este proceso psicopedagógico, el que da los EE no dará conse-jos, órdenes o advertencias, sino más bien, comenzará por ilustrar porvía cognoscitiva la situación, como nos lo indica el P. Ignacio en las Re-glas de Discernimiento de la nº 4 a la nº 6 34. Después, será importanteiluminar el trayecto espiritual del ejercitante y clarificar los estados in-teriores 35 . El que da los EE, en fin, debe de iluminar, clarificar, objeti-

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EJERCICIOS ESPIRITUALES Y PEDAGOGÍA

34 EE [317-319].35 EE [323-324].

var y sobre todo acompañar. Como afirma Pascual Cebollada, se valo-ra especialmente la atención personal que brinda el que da los EE y suayuda en el discernimiento de las mociones 36.

c) Ayudar a que el ejercitante busque y halle la voluntad de Dios:el que da los EE es un mero instrumento para facilitar y preparar elcamino hacia el contacto entre el creador y su criatura:

«El que da los ejercicios no debe mover al que los recibe más apobreza ni a promesa que a sus contrarios, ni a un estado o mo-do de vivir que a otro. (…) [M]ás conveniente y mucho mejor es,buscando la divina voluntad, que el mismo Criador y Señor se co-munique a la su ánima devota, abrazándola en su amor y alaban-za, y disponiéndola por la vía que mejor podrá servirle adelante.De manera que el que los da no se decante ni se incline a la unaparte ni a la otra; mas estando en medio, como un peso, deje in-mediate obrar al Criador con la criatura, y a la criatura con suCriador y Señor» 37.

El ejercitante es el que debe buscar constantemente y hallar la voluntad de Dios en su vida. De aquí que la misión del que da losEE es ayudar al ejercitante a encontrar esa voluntad recorriendo un ver-dadero camino pedagógico, que conduzca al que hace los EE al en-cuentro con el Padre, como se nos indica en la Primera Anotación:

«(…) preparar y disponer el ánima para quitar de sí todas las afec-ciones desordenadas y, después de quitadas, para buscar y hallarla voluntad divina en la disposición de su vida para la salud delánima (…)».

Al ejercitador se le pide una actitud de indiferencia ante el ejerci-tante, facilitando el camino al Espíritu de Dios para que sea éste elque se comunique directamente con el que hace los EE. Su papel es-tá normado por un principio equilibrador, relativizando los estadosespirituales. Siguiendo a K. Rahner podemos resumir el papel de re-lación de ayuda del que da los EE que…:

«(…) se limita a ofrecer una pequeña ayuda con objeto de que Diosy el hombre puedan realmente encentrarse de un modo directo

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CARISMA IGNACIANO Y MÍSTICA DE LA EDUCACIÓN

36 Es una constatación realizada por CEBOLLADA, P., Dar y hacer los Ejercicios. Con-cepciones de la práctica de los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola en las áre-as lingüística francesa e inglesa de Europa y América del Norte entre 1954 y 1992,París, 1993, 288 (Tesis Doctoral inédita).

37 EE [123]. Énfasis personal.

(…). [Se trata de] una ayuda mistagógica destinada a que los de-más no rechacen la inmediatez de Dios, sino que la experimenteny asuman claramente (…). [El que da EE debe de]ayudar a que seproduzca esa experiencia directa de Dios, en la que al ser huma-no se le revela que ese misterio incomprensible que llamamos Dioses algo cercano, se puede hablar con El y nos salva por sí mismoprecisamente cuando no tratamos de someterlo, sino Que nos en-tregamos a El incondicionalmente» 38.

d) Fomentar la actividad personal del ejercitante: el que da losEE debe fomentar el trabajo interior y personal del ejercitante. Demodo tal que el que el que los recibe desarrolle una actitud perso-nal-espiritual, una actividad interior, que le ayude a quitar impedi-mentos, afecciones desordenadas, y después, buscar y hallar la vo-luntad de Dios.

Este fomento de la actividad personal del ejercitante sintetiza la la-bor del que da los EE, en cuanto que debe conocer al ejercitante yadaptar y acomodar a su manera de ser las explicaciones de las Re-glas de Primera y Segunda Semana sobre varias mociones del áni-ma 39. Desde esta perspectiva, podemos comprender por qué se de-ben tener en cuenta las necesidades y estados subjetivos 40 así comola postura solamente auxiliar del que da los EE, su papel de iluminarlas mociones y ayudar a descubrir los engaños del enemigo interiory las tácticas que éste sigue 41.

En resumen, me parece que hemos aportado suficientes argumen-tos ignacianos, tomados de las primerisimas fuentes, como son los EEpara demostrar que el papel fundamental del que da los EE es el deayudar y el de iluminar para alentar el trabajo del ejercitante, convir-tiéndose en el un verdadero maestro, en un verdadero pedagogo, queconduce al discípulo por los caminos del encuentro con Dios.

3.2. Papel del ejercitante

El proceso de los EE gira en torno a la persona que se ejercita, éles quien se encuentra con Dios y quien debe elegir. De aquí que,nuestra primera pregunta sea relativa a qué clase de personas pueden

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EJERCICIOS ESPIRITUALES Y PEDAGOGÍA

38 RAHNER, K., Palabras de Ignacio de Loyola a un Jesuita de hoy, Sal Terrae, San-tander, 1979, 6-10.

39 Anot 8, 9, 10.40 Anot 17.41 Anot 7, 12, 13, 14.

ser admitidas a los EE. Esta respuesta iluminará el desarrollo del apar-tado, puesto que el perfil que descubramos del ejercitante nos brin-dará parcialmente las características que debemos tener en cuenta enrelación con las exigencias mínimas que se piden al que hace los EE.

Siguiendo los Directorios, nos encontramos que el candidato a EEdebe poseer condiciones previas. Y no se trata sólo de meras reco-mendaciones, ya que Ignacio afirma categóricamente que «los que notienen estas disposiciones (...) no se les han de dar los Ejercicios» 42. Yla primera disposición que se requiere es que el futuro ejercitante«aprecie en mucho los Ejercicios y que quiera ayudarse de ellos» 43.

La Anotación quinta compendia para muchos Directorios todo elbagaje de disposiciones que debe traer el ejercitante: entrar con gran-de ánimo y liberalidad. Esta anotación usa términos algo generalespara explicar el contenido de ese ofrecimiento: «todo su querer y li-bertad», «así de su persona como de todo lo que tiene», pero apunta cla-ramente a la totalidad de la entrega que se le pide.

Los puntos que resumen el papel pedagógico de la persona quese ejercita corren paralelos a los mencionados en el apartado ante-rior respecto al que da los EE. Bertrán plantea: a) la obligación delejercitante de autoconocerse frente a la misión del ejercitador de co-nocer al ejercitante; b) frente a la misión del ejercitador de adaptar-se y acomodarse al ejercitante, éste por su parte debe de mostrarcompleta apertura al que da los EE; c) frente a la misión del ejerci-tador de ayudar a que el ejercitante busque y halle la voluntad deDios, está la obligación del que hace los EE de atender a la volun-tad de Dios que ha conocido, y, por último, d) frente a la obliga-ción de fomentar el ejercitador la actividad personal del ejercitante,éste debe trabajar activa y constantemente por llegar al mejor dis-cernimiento interior y elección final. Vamos a ver cada uno de estospuntos por separado:

a) Autoconocimiento: Ignacio insiste en que el ejercitante tra-baje para que se conozca bien a sí mismo. El que hace EE va cono-ciendo de manera procesual su estado particular al comparar lo quesiente y experimenta por dentro: «sentir y conocer las varias mocio-nes que en la anima se causan: las buenas para recibir y las malaspara lanzar» 44. Así, las reglas son como un autoexamen o manual

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42 LOP, M., El director de Ejercicios, Heder, Barcelona, 1965, 306 (nota 1).43 D 31 [47]. Citado por: Ídem (nota 4).44 EE [313].

crítico de la sensibilidad, por medio del cual se va descubriendo elmundo interior del espíritu.

Dando un paso más, en la segunda semana Ignacio quiere queel ejercitante conozca el origen, el curso y la finalidad que tienensus pensamientos. Como dice el nº 333 (regla quinta de la SegundaSemana):

«(…) Debemos mucho advertir el discurso de los pensamien-tos; y si el principio, medio y fin es todo bueno, inclinado a todobien, señal es de buen ángel. Mas si en el discurso de los pensa-mientos que trae, acaba en alguna cosa mala, o distrativa, o me-nos buena que la que el ánima antes tenía propuesta de hacer, ola enflaquece o inquieta o conturba a la ánima, quitándola su paz,tranquilidad y quietud que antes tenía, clara señal es proceder demal espíritu, enemigo de nuestro provecho y salud eterna».

Las reglas de Segunda Semana son una auto-crítica de la razón. Elejercitante debe desconfiar de los engaños, incluso en sus mismospensamientos, cuando no los mueve intención pura y segura 45. A me-dida que progresa la persona que se ejercita en el campo espiritual,es sometida a tentaciones más sofisticadas. Es precisamente el cono-cimiento y la superación de estas tentaciones que permiten al ejerci-tante ir subiendo paulatinamente una escala de mayor intimidad conDios, a fin que la indiferencia sea un punto clave para una elección:escoger exclusivamente según la voluntad de Dios.

b) Apertura hacia el ejercitador: la acomodación y adaptación delque da los EE al que los hace parte del presupuesto de la transpa-rencia a la hora de expresar los estados espirituales del ejercitante.Recordemos que los EE presuponen la sólida convicción de que na-die puede crecer si no se deja ayudar, y esta ayuda tiene un método:el diálogo y la apertura al otro. De tal modo, el que da los EE se con-vierte en una mediación explícita, en un maestro que conduce y ayu-da en el camino espiritual, que es diverso e incierto para cada uno.

c) Docilidad a la voluntad de Dios: ya anteriormente mencioná-bamos que el ejercitador debe ayudar al ejercitante a buscar la solavoluntad de Dios, y al ejercitante en consecuencia, le compete ser dó-cil y tener una actitud motivacional de fondo que consiste en obrar«sólo por servicio, honra y gloria de la su divina majestad» 46, teniendo

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EJERCICIOS ESPIRITUALES Y PEDAGOGÍA

45 EE [332].46 EE [16].

la osadía de dejarse llevar. Y si el ejercitante se halla muy inclinadopor una decisión antes de haber experimentado qué cosa quiere Diosde él, sin haber alcanzado la indiferencia ignaciana: «(…) muy con-veniente es moverse, poniendo todas sus fuerzas, para venir al con-trario de lo que está mal afectada (…)» 47. Descubrimos aquí la tácticaignaciana del agere contra, que consiste en moverse poniendo todassus fuerzas, en pasar al extremo contrario, en no querer lo que antesse deseaba hasta que el alma haya llegado a un cierto equilibrio na-tural y esté dispuesta a inclinarse hacia lo que Dios quiere de ella.

d) Actividad y trabajo interno personal: la Anotación nº 20 se-ñala que la actividad personal del que hace los EE se aplique a apro-vechar en todo lo posible y que quiera disponerse; del mismo modose aconseja que el ejercitante ofrezca todo su querer y libertad. Estadisposición de la voluntad que se concreta en la entrega global de síal trabajo, se ve corroborada en la Anotación nº 5:

«(…) Al que recibe los ejercicios mucho aprovecha entrar enellos con grande ánimo y liberalidad con su Criador y Señor, ofre-ciéndole todo su querer y libertad, para que su divina majestad,así de su persona como de todo lo que tiene, se sirva conforme asu santísima voluntad».

Ignacio de Loyola pretende que el ejercitante saque provecho yexperiencia personal trabajo y actividad espiritual, logrando el cono-cimiento interno, venciendo la desolación y evitando ser engañadoen adelante por el mal espíritu. De ahí la insistencia en la actividadinterna del ejercitante 48: el considerar y contemplar, el advertir (mi-rar, advertir y contemplar), el reflectir (reflectir para sacar algún pro-vecho), examinar, pedir, buscar (para buscar con diligencia lo quetanto se desea). Todo ello a fin de que el alma ahonde en el pensa-miento, junto con el sentimiento deseado, que lleva a la actividad tanignaciana del conocimiento interno. En este contexto, también las re-glas nn. 6, 7 y 8 de Primera Semana ayudan para disuadir la desola-ción e identificar el mal espíritu. Lo cual requiere, una vez más, de laactividad y del trabajo personal interno por parte del ejercitante.

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47 Ídem.48 La actividad del ejercitante la podemos constatar a través del uso de los ver-

bos que emplea el texto de los EE (aborrecer, abrazar, acusar, adelgazar, advertir,afectar, besar, buscar, comunicar, conferir, conmover, corregir, decir, deliberar, de-sear, determinar, disponer, gustar, sentir…). GARCÍA DE CASTRO, J., ¿Qué hacemos cuan-do hacemos ejercicios?: Manresa nº 290 (2002) 11-40.

Para concluir en una palabra, a lo largo y ancho del proceso de losEE los papeles del ejercitador-maestro y del ejercitante-discípulo soncomplementarios, y como hemos corroborado, están íntimamente li-gados en un diálogo de conocimiento interno y de dejarse llevar.

«Está interacción tan íntima, entre el director-maestro y el diri-gido discípulo, que (…) caracteriza el proceso dinámico de los Ejer-cicios Espirituales, hasta el punto de poderle llamar verdaderamenteun método interpersonal de pedagogía religiosa. Ellos son los per-sonajes esenciales que encarnan y realizan todo el proceso psico-pedagógico en cuatro semanas (…)» 49.

De esta manera, el espíritu y la misma letra de este texto funda-mental en la historia de la Iglesia, alcanzarán dimensiones ulterioresen tantos quehaceres de Ignacio y entre ellos, lo relativo a la educa-ción, auténtico objetivo de nuestro trabajo. Momento es, pues, de pa-sar al segundo texto capital, el de las Constituciones, para contemplaridéntico proceso.

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49 BERTRÁN, M., Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio..., 63.