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Caretakerman era un hombre de unos cuarenta y pico … · Había una vez una niña llamada Sara ella y sus tres amigos Paula, Víctor y Héctor, estaban siempre juntos. ... Paula

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ÍNDICE Portada 1

Fotos 2

Índice 3

Cuentos del Concurso Popular del IES Gustavo Adolfo Bécquer

3 a14

Rebelión en las Aulas 15-16

Memorias de Familia 17

Entrevistas 18 a 20

Excursiones 21 a 24

Cuentos de los escritores de la revista 25 a 30

Cómic de Désirée 31

Vivir en tiempos medievales 32

Historias por entregas 33-34

Reflexiones, consejos y divertimentos 35-38

Fotos alumnos 1º y 2º ESO 39-40

LA REVISTA DEL OTOÑO DEL AÑO 2007

FELIZ AÑO 2008

Revista “El Pasillo” Nº1 diciembre

Otra vez el comienzo de curso y sus novedades. Año tras año se incorporan nuevos alumnos y nos alegramos. Sin embargo nuestro instituto empieza a masificarse. Creemos sinceramente que una de las claves para abordar el fracaso escolar es la reducción del número de alumnos por aula. En algunas materias conseguimos este objeti-vo con los desdobles, pero aún quedan muchas asignaturas que se imparten con un elevado número de alumnos. Desde la dirección del centro y desde el AMPA se viene solicitando la necesidad de crear un tercer instituto en la zona. Esto arreglaría el problema de la masificación y además permitiría crear ciclos de formación profe-sional. Esta última circunstancia tendría que ser autorizada por la Administración Educativa pero el espacio es un requisito previo.

Desde estas líneas nos atrevemos a pedir la movilización de todos los sectores que intervienen en el proceso educativo para conseguir este objetivo. Es previsible que la población de la zona continúe creciendo y ya estamos desborda-dos en cuanto a capacidad. En los últimos años hemos tenido que destinar espacios de laboratorios y

talleres para albergar aulas. Obviamen-te esto significa un deterioro en la calidad de la enseñanza. La respuesta de la Comunidad de Madrid ha sido la creación de un centro concertado con un elevado coste para los padres y que además pagamos todos. Muchos alum-nos no pueden pagar las cuotas que se solicitan, por lo que existe una discri-minación económica. La enseñanza pública garantiza el acceso para todo el alumnado. La oferta de este tipo de enseñanza debe ofrecerse para garanti-zar a todo el mundo una enseñanza de calidad.

Deseamos que en el año 2008 se cum-plan todos nuestros deseos, éste en especial. A lo mejor alguien entiende que los alumnos españoles no son más incapaces que el resto de los europeos

Otra vez iniciamos el trabajo de la Revista de “El Pasillo” Son ya cuatro años de andadura y resulta gratificante ver cómo nuestros alumnos participan cada vez más con sus aportaciones. Los profe-sores les animan y rescatan sus escritos para que otros los disfru-ten. Esto es la comunicación. Sin embargo aún nos queda la tarea del diseño y de la maquetación. Gracias a la inestimable colabora-

ción de Alberto Nestares y de la dona-ción que hace de su bien más preciado, el tiempo, es posible esta publicación. No obstante el objetivo no era éste, sino que los propios alumnos cogieran las riendas de la revista y la maqueta-sen ellos mismos. Nosotros siempre estaríamos ahí pero la revista sería creación suya de una forma plena y autónoma. Esperamos que esta llama-da sea atendida y que los alumnos os hagáis cargo de esta publicación.

I.E:S. Gustavo Adolfo Bécquer

IES G.A.Bécquer REVISTA Nº 1 Diciembre 2007

¡Nueva edición del Concurso Popular de Cuen-tos!¡Enhorabuena por vuestra participación! En el próxi-mo número aparecerá el alumno ganador ¡Buena suerte !

Algunos de los periodistas de nuestra revista en su mesa de trabajo. Nos reunimos los miércoles de 14,30 a 15,30

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LAS AVENTURAS DE CARETAKERMAN

Caretakerman era un hombre de unos cuarenta y pico años. Tenía unos ojos saltones que le ocupaban gran parte de la cara, una pequeña nariz aplastada y torcida, lo cual le daba un aspecto no muy agradable y una boca parecida al corte de una navaja. Era bajito y delgado, por lo que tenía problemas para llegar a sitios más altos de metro y medio. Recientemente se había mudado de una pequeña y cochambrosa granja perdida en el campo a una casa modesta en la localidad de Algete. Había conseguido un trabajo como conserje en un instituto. Estaba tan nervioso por su primer día de trabajo que había tardado media hora en vestirse porque se había vuelto a poner el pijama después de quitárselo y había estado un buen rato ante el armario sin saber que ponerse cuando tenía el uniforme al pie de la cama. Salió de su casa, y se dirigió al garaje, donde le esperaba un “ferrari” llamado “Rasputia”, su aliada a la hora de viajar.

* * * * * * * * * Eran las 8:20. Cate y sus amigos esperaban a la puerta del instituto, cuando de repente, una máquina extrañamente inusual se

acercaba a ellos. ¿Qué era aquello? ¿Un BMW? No. ¿Un ferrari? Casi. Era un tractor pintado de rojo con un caballo negro pintado malamente sobre una chapa amarilla. A un lado tenía una pegatina rosa sassandra en la que destacaba un letrero que ponía “I love Rasputia” en naranja fosforito.

- ¡Mira Cate!- dijo Sufi.- ¡Qué velocidades! ¡Uf! ¡Es que parpadeas y te lo pierdes!

A todos les entró la risa floja. Sonó el timbre y todos medio dormidos entraron en clase con un nuevo cotilleo para el recreo: el nuevo conserje. Caretakerman entró el último y se sentó en un banco esperando instrucciones. Llegó el director y le dijo:

- Quiero que busques al profesor Thrustmaster y le digas que si es suyo el Porsche que está en la entrada. Si es suyo, que baje pitando que se le está quemando.

- ¡“Entendío zagal”! Ahora mismo voy “pa´” ya. Caretakerman se despidió y se fue a buscar al tal Thrustmaster ese. No sabía

por donde empezar, así que, para ahorrar tiempo empezó a gritar:

- ¡¡¡“Onde” andas “tegiñaste”!!!¡¡¡Qué se te chamusca!!! Le oyó el instituto entero pero nadie se dio por aludido porque no había nadie que se apellidara “tegiñaste”. Transcurridos 20

minutos fue a ver al director y le dijo que no encontraba al tal “tegiñaste” ese.

- ¡¡¡¡Pero cómo que “tegiñaste”!!!¡¡¡Te he dicho Thrustmaster, cacho lerdo!!!¡¡¡Vete ahora mismo a buscarle, pero cagando leches!!! ¿Eh? O te despido. ¡¡¡“Desgraciao”!!!

El pobre conserje se fue guiñándole un ojo a causa de un tic. Empezó buscando en los baños, donde un montón de chicas le tiraron rollos de papel a la cabeza. Después buscó en el armario de las escobas, pero ahí no cabía ni el pelo de una gamba. Finalmente tras preguntar a varios alumnos que salieron despavoridos, logró saber en qué clase estaba. Fue mirando todos los carteles con el número de cada clase y no la encontró hasta llegar a lo más alto de la más alta torre.

- Toc toc. - Adelante. -¿“Ta” por estos montes un tal “Turusmaster”? - Si soy yo, ¿qué pasa? - “Er” zagal barbudo quiere que bajes pitando. Que están haciendo una

hoguera en el porche. - Pero… ¿cómo pitando? - ¡“Pos” como siempre! ¡¡¡Pi pi piiii!!! - Déjalo que ya bajo. Quédate aquí mientras vuelvo. En cuanto salió Thrustmaster toda la clase se asomó al pasillo para

reírse un poco: - ¡¡¡Pi pi piii!!!

Le perdieron de vista y a los dos minutos oyeron un grito muy agudo:

- ¡¡¡Aaaahhhh!!! Era evidente que algo había pasado. Thrustmaster subió embalado y le gritó a Caretakerman delante de toda la clase: - ¡¡¡ Pero tú eres tonto o le buscas pelos a los folios!!! ¡¡¡No estaban haciendo una hoguera en el porche!!! ¡¡¡Se me estaba

quemando mi Porsche!!! - ¡¡¡“Pos” a qué espera!!! ¡¡¡Llame a los bomberos o se le quemará “toa” la casa!!!

Toda la clase se empezó a reír y Caretakerman se bajó a su pequeña portería, donde un montón de tizas le esperaban. ¿Cuánto tiempo aguantaría así? Patricia Méndez y Andrea Miguel 2º G

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La casa del bosque Había una vez un niño llamado Sergio. Sergio era alto, delgado y con el pelo moreno, vivía con sus padres y con su hermana Cristina, ella era unos años mayor que él, se llevaban como el perro y el gato, porque siempre estaban discutiendo. A Sergio le gustaba mucho leer, y sus padres le compraban muchos libros, pero un día su padre le compró un libro muy extraño, la tapa de la portada era áspera y en letras grandes y rojas ponía “La casa del bosque”. Sergio intrigado por saber de que iba aquel libro tan raro comenzó a leerlo:

- Había una vez una niña llamada Sara... - ¡A comer! –Era la madre de Sergio que interrumpía su lectura. Dejó el libro encima de su mesa para pode continuar más tarde. Sergio no tardó nada en comer, estaba ansioso por leerlo y en cuanto acabó, se encerró en su habitación, abrió el libro por la primera página y ahora si comenzó a leer: ….. Había una vez una niña llamada Sara ella y sus tres amigos Paula, Víctor y Héctor, estaban siempre juntos. Sara era una chica de estatura mediana, con el pelo moreno y los ojos negros, era muy inquieta y siempre se metía en más de un lío. Paula era alta, de cabellos rubios y de ojos azules, era una chica lista y tranquila. Víctor era alto, de tez y pelo moreno y los ojos marrones, era un chico atrevido que no tenía miedo a nada (o eso creía él). Héctor era de estatura normal, con el pelo y los ojos negros, era un chico un poco tímido y listo. Eran muy amigos.

Ellos vivían en un pueblecillo que apenas nadie conocía, un día era de noche y quedaron en la plaza. Sara y Paula fueron las primeras en llegar y unos segundos más tarde llegaron Víctor y Héctor, Sara dijo: - ¿Queréis que os cuente una historia? - Vale.-Contestaron todos a la vez. - ¿Conocéis aquella casa grande de las afueras? - ¡Si!-Dijeron los demás. - Pues en realidad no es una casa hace unos años era un manicomio, e iban allí todos los locos, lo cerraron dos años después de abrirlo, no se las razones de su cierre, pero dicen que todavía algunos locos están allí y que si te acercas te matan. - Si claro y yo eso me lo creo.-Dijo Víctor con tono irónico. - Si no te lo crees, ¿Por qué no vas a averiguarlo?-Le respondió Sara. - Yo solo no voy, o vamos los cuatro o nadie.-Respondió él. - Vale.-Dijo Sara - Yo no se si...-Dijo Paula - Yo tampoco quiero.-Se quejó Héctor. - Venga chicos no seáis aburridos, iremos mañana después de comer. - De acuerdo.-Dijeron los dos resignados. Después de comer se fueron andando hasta aquella casa o lo que fuese. Al llegar la puerta estaba abierta ellos entraron sin problemas, pero una voz que gritaba dijo: - ¿Quién se atreve a entrar en mi casa? De repente apareció un hombre altísimo y grandísimo con un hacha en la mano. Ellos salieron corriendo asustados, entonces aquel hombre dijo: -¡Como volváis por aquí os hago trizas! Ellos siguieron corriendo y cuando llegaron al pueblo fueron a contárselo a sus familiares, pero no les creyeron. Sergio estaba intrigado, ¿quién sería aquel hombre?, pensaba. Paula, Sara, Víctor y Héctor decidieron investigar sobre aquella casa y sobre aquel hombre, preguntaron por todo el pueblo pero no consiguieron nada, nadie sabía nada sobre eso, ¿qué raro?. Ellos decidieron olvidarlo y juraron no volver por allí. Todo se quedó en un misterio, ¿quién sería ese hombre sería un loco o simplemente un vagabundo? FIN Sergio había terminado de leer aquel libro y se quedó con una sensación rara, pero en fin, solo son libros.

FIN Celia Magdaleno 1ºC

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Un mundo virtual Cuatro chicos y chicas de doce y trece años iban al colegio Cadic, en Francia. Se llamaban Ulrich, Odd, Jeremie y Yumi. Yumi

era de origen japonés y tenía trece años, los demás eran de origen francés y tenían doce años. Un día descubrieron una fábrica abandonada y decidieron entrar. Al parecer había dos plantas. En la primera planta, unas

cuerdas para bajar a la segunda y en ella, un ascensor por el cual bajaron. No había solo dos plantas, sino cinco en total. En la tercera había un ordenador y, como Jeremie era bueno en informática, se quedaron con él y lo llamaron el “Super ordenador”.

- ¿Qué es eso?-dijo Yumi-Al parecer es un ordenador. - Sí –dijo Jeremie-pero está apagado. En la cuarta planta había tubos gordos que se podían abrir y cerrar. Estos tubos estaban

conectados al Super ordenador y se llamaban “escaners”. En la quinta planta encontraron algo parecido a aquellos escaners por el grosor y la altura que tenía un interruptor.

- ¡Eh! Mirad-dijo Odd-¿Sabes lo que es Ulrich? - Pues no.-dijo Ulrich.- ¿Y tú, Jeremie? - Está apagado, encendámoslo- intervino Yumi. - ¡Vale!-dijeron los demás a la vez. Al parecer estaba apagado y lo encendieron entre todos. El Super ordenador también se

encendió y, junto a él, los escaners. Jeremie descubrió un mundo virtual llamado “Lyoko”. Lyoko se dividía en cuatro sectores: el sector del bosque, el del hielo, el

de las montañas y el sector del desierto. En cada sector había diez torres, es decir, cuarenta en total. También habitaba un ser virtual llamado Aelita y otro maligno llamado Xana.

Para ir a Lyoko tenían que virtualizarse, y para ello utilizaban los escaners. Jeremie no iba a Lyoko porque lo vigilaba y les advertía sobre los monstruos de Xana.

Cuando iban a Lyoko utilizaban las siguientes vestimentas: Yumi iba con un traje de geisha rojo y negro con un lazo amarillo, Odd con un traje de gato morado, Ulrich como un samurai y Aelita un traje como el de Yumi pero rosa y verde con un lazo naranja. Sus armas eran: para Yumi unos abanicos giratorios, para Odd unas flechas láser, para Ulrich una espada de samurai y para Aelita bolas de energía.

Ellos luchaban contra Xana y protegían y ayudaban a Aelita para desactivar las torres que Xana había activado anteriormente. Casi siempre tenían que volver al pasado.

Siempre salvaron, salvan y salvarán el mundo. Guadalupe Inés Guichón Gaggiolo 1º C ESO

LA VISITA DE LA MUERTE

Hace como dos días, yo me encontraba en el despacho de mi casa, revisando unos papeles. La lluvia repicaba con ganas en los cristales de la ventana. “¡Qué gozada ver caer la lluvia!”, me dije. Con el verano tan duro que hemos tenido. De repente, me quedé helado. Una mujer alta y esbelta avanzaba entre la cortina de agua. Iba sin paraguas. Con la cabeza inclinada y las manos en los bolsillos. Por un momento pensé: “¿adónde irá una chica tan linda a estas horas? ¡Con la que está cayendo!” Se fue acercando cada vez más; hasta que estuvo lo suficientemente cerca para verle el rostro. “ Pero… ¡No puede ser! ¡Es ella! ¡Ha vuelto! ¡María…María…!” –grité como un loco. “Tú…Pero si estás… ¿Cómo es posible? Pero si yo mismo…” La mujer se paró, casi tocó con su cara el cristal; y en su rostro blanco e inexpresivo se dibujó una sonrisa siniestra que dejó al descubierto una dentadura podrida. No pude más. Solté un grito horrible que me desgarró la garganta y me desmayé. Cuando me desperté, era noche cerrada. Decidí que tenía que asegurarme. No era posible que María estuviese viva. Yo la maté. Con mis propias manos apreté su cuello. Luego la llevé a una finca donde pasábamos los fines de semana. En el huerto cavé la fosa y tuve mucho cuidado de disimular la tierra removida. En menos de una hora, ya estaba en la finca. Cuando me acerqué al huerto, un temblor recorrió todo mi cuerpo. “¡Dios mío! ¡No puede ser! La fosa está vacía.” Me entró un pánico terrible. Ya no sabía qué hacer. De repente, una voz que me resultó familiar dijo: -Antonio… ¿Por qué, Antonio…? ¿Por qué lo hiciste…? Dime Antonio… -María…-dije con tono desesperado-. Tú no quisiste el divorcio. No me dejaste alternativa-. Entones ella se acercó, vestida como siempre, pero el semblante de su cara era de una palidez fantasmal. Los pies no le llegaban al suelo, como si flotara; entonces, me tendió los brazos diciéndome:

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- Antonio, ven…abrázame por última vez-. Como hipnotizado, avancé y la abracé como nunca hasta ahora lo había hecho. Nos dimos un beso largo y apasionado. Poco a poco fui entrando en un sopor que fue dejándome medio dormido; y ya no recuerdo nada más. Me encuentro en un lugar lleno de barro y oscuro. “¿Qué oigo? ¡Voces! ¡Alguien se acerca! ¿Vendrán a socorrerme?”

- ¡Oiga, usted!, ¿qué hace ahí dentro? ¿No ve que está dentro de una fosa? “Pero, entonces... ¡No estoy muerto!” - ¡Por favor, ayúdeme a salir de aquí!

Una vez fuera, salí corriendo como un loco, gritando: “¡María, te quiero! ¡Vuelve a casa! ¡María!...” Daniel Mora Aguilera 1ºA

LA III GUERRA MUNDIAL

Dieciséis de octubre de dos mil quince. La guerra lo ha destruido todo. No queda nada. Sólo refugios nucleares en los que esperar a que acabe la tercera guerra mundial. Me llamo Ane, vivo en Canadá y soy una de las supervivientes de esta catástrofe. Vivo en un refugio nuclear con mi hermanastro y mi hermana pequeña. Desafortunadamente, mis padres fallecieron mientras intentaban encontrar alimento para el búnker en el que nos encontramos ahora. Mi hermanastro tiene veintidós años y es fuerte; podría protegernos a mi hermana y a mí de un soldado. Mi hermana es pequeña; tiene unos diez años pero es muy lista; a veces, lo que me da ánimos para levantarme es ella. En cuanto a mí, tengo dieciocho años recién cumplidos, soy pelirroja y mi cara está llena de cicatrices por un suceso que…prefiero no recordar.

Hoy me toca a mí ir a buscar comida fuera del búnker. Una vez salí del refugio y vi el paisaje a mi alrededor. El suelo era árido, las plantas sin hojas, los cristales de las ventanas rotos. Todo empezó con un conflicto político. En una de las reuniones mundiales todo se echó a perder; nadie quería negociar con ningún país. Recuerdo que los continentes se dividían en países independientes en busca de poder. Las bombas atómicas comenzaron a fabricarse más rápido para atentar contra los demás países hasta llegar a este estado. Nadie se alojaba en su casa; los que seguían vivos se refugiaban. La vida era diferente en ese lugar.

Mientras avanzaba por la ciudad, dos soldados me vieron y me mandaron que me agachara con las manos en la cabeza; en un

gesto rápido saqué la pistola de mi bota y se desplomaron en el suelo. Los observé detenidamente y vi su pase al refugio central de guerra. Decidí ir y acabar con esto de una vez. Recorrí dos kilómetros y abrí la puerta gracias a la contraseña; logré entrar.

No había nadie, todo estaba vacío, excepto un baúl. Contenía un interruptor, pero no ponía para qué. Me tropecé con algo y lo

presioné. Al parecer, todo seguía tranquilo: no pasó nada. Cuando salí, el paisaje era el mismo, pero noté movimiento. La gente salió de sus refugios al exterior. En ese momento parecía que todo se solucionaba. O al menos, en ese país.

Ignacio Muñoz Quero 1ºB

EL ALGODÓN NO ENGAÑA ¡Hola, soy don Algodón!, Algodón para los amigos. La historia de mi vida fue así: Un día iba paseando con mi amiguita Pasta de Dientes, hasta que Cepillo vino y, de repente, saltamos del

susto. Cepillo se dedica a ir pegando sustos y también a hacer el vago. Siempre estaba quieto, lo único en que trabajaba era en cepillar los dientes a los humanos.

Ya llegada la noche, quedé con mi novia para ir a dar un paseo: mi novia se llama Lima, tiene una tienda de manicura. También tengo hijos. Se llaman Pintalabios y Horquilla.

Cuando íbamos caminando, me dijo que tenía un viaje de negocios, que un humano se iba a dormir a casa de un amigo y la tenía que llevar con él. Entonces, yo le dije que me quedaría con los niños.

Un día de mucho trabajo, apareció Cepillo preguntándome que cuál era la raíz cuadrada de cien. Entonces, dije

que era diez, y Cepillo dijo que no, que era dos. Mis hijos me decían que era cuatro. Le dije a mis hijos que al día siguiente preguntasen al profesor Escobilla cuál era la raíz cuadrada de cien. Al volver del colegio, estaba con Cepillo discutiendo la raíz cuadrada. Le pregunté a mis hijos que cuál era la raíz cuadrada, y dijeron que tenía toda la razón, que era diez.

¡Por eso siempre decimos: el algodón no engaña!

Cristina Velázquez 1ºE

TRES APROBADOS Y UNA SORPRESA

Érase una vez tres niños de 13 años que se llamaban Hayner, Seifer y Rainer. Ellos eran muy buenos amigos: salían de marcha juntos, cateaban juntos, hacían el gamberro juntos…

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Un día quedaron en casa de Hayner para ver un partido. Era un día lluvioso y sólo se veía pasar algunos coches por la calle. Cuando se acabó el partido, salió el sol; Rainer propuso ir a jugar un partido en el polideportivo del pueblo. A todos les gustó la idea, así que fueron al campo de fútbol.

Al día siguiente, los tres chicos se olvidaron de hacer los deberes. La profesora de Matemáticas los mandó al Jefe de Estudios. Después de ponerles una falta leve, los chicos volvieron a clase. En el recreo hubo una pelea y los chicos se la perdieron. El resto del día transcurrió como de costumbre, es decir, un “muermazo”. Al salir del cole, de camino a su casa, Hayner se encontró con un hombre misterioso:

- ¡Pssssss, muchacho!-dijo el hombre. - ¿Quién, yo?- preguntó Hayner. - Sí, tú. ¿Te gustaría hacer lo que quisieras? - Emmmm… Sí - Pues vete, que yo no hago milagros, chaval. - ¡Imbécil!- gritó Hayner. - Je je. No, era broma. Ahora en serio. ¿Te gustaría? - Sí, si no me engañas otra vez. - Vale, te dejaré hacer lo que quieras. Pero hay un precio que tienes que pagar. - ¿Cuál, cuál?-preguntó ansioso Hayner. - Mmmmm. Veo que te interesa mucho. En ese caso el precio que tendréis que pagar tus amigos y tú será... ¡portarse lo mejor posible durante este último trimestre hasta junio! - ¿Quéeeeeee?-preguntó patidifuso Hayner- Ni de coña. - Tú mismo. Pero piénsalo. Si haces lo que te he dicho, el último día de clase pásate por la calle que hay detrás del instituto.

Acto seguido el hombre se fue corriendo. Hayner se quedó un momento pensando y después se marchó a casa.

A la mañana siguiente Hayner le contó todo a Seifer y a Rainer:

- ¿En serio, tío?-preguntó Rainer, el más fuerte de los tres. - Sí, era un hombre muy extraño, con ropa negra. ¡Y encima me vaciló el muy…! - Calma. Si es cierto lo que dices, yo creo que merece la pena. ¿Por qué no lo intentamos?-dijo Seifer, el más listo de los tres- ¿Qué me decís? - No sé. ¿Y si es un engaño?-dijo Hayner. - Tiene razón-dijo Rainer. - Venga, tíos-insistió Seifer. - Vale. Me has convencido. El último día de clase iremos a la calle que hay detrás del instituto, y si es mentira, pobre de ese hombre.

Así lo hicieron. Por fin llegó el último día de cole. Tras muchísimo esfuerzo y mucho sufrimiento, los tres aprobaron todas con un cinco. Más

tarde, fueron a la calle a la que debían ir. Allí descubrieron una carta que decía: Querido Hayner:

Si estás leyendo esto es porque has aprobado todas las asignaturas. Te felicito por tu trabajo y a tus amigos también. Has cumplido con tu parte del trato. Ahora yo, como te prometí, te dejaré hacer lo que quieras.

¡¡FELIZ VERANO!! Fdo: El Director. P.D.: Me mudo a mi chalet de Marbella por problemas familiares. FIN Pablo Bohígas Marcos. 2º C.

EL ÁRBOL TRISTE Había una vez un árbol que vivía en una gran montaña, era joven, tenía 30 años. Estaba muy triste, tan triste que en verano se le caían las hojas de las ramas. Su tristeza le venía porque no tenía compañía en el monte, ya que estaba acompañado de una vegetación muy bajita y escasa. Un día apareció un niño que había ido al monte a estudiar, ya que en su casa había mucho alboroto por culpa de su familia: hermanos, padres, abuelos, perro y loro. El niño se sentó a la sombra del árbol y de pronto oyó una voz ronca que le decía “SI ME SACAS CON CUIDADO Y LUEGO ME PLANTAS AL LADO DE OTRO ÁRBOL, TE RECOMPENSARÉ CON LO QUE TU QUIERAS”.

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El niño se asustó y salió corriendo. Aquella noche no durmió nada, pero era tal la curiosidad que le entró, que volvió al día siguiente con una pala. Según se iba acercando se iba poniendo muy nervioso, se sentó debajo y esperó. Al cabo de una hora, cuando se iba a marchar volvió a escuchar la misma frase, pero con un tono más amable, y esta vez le contestó que aceptaba el trato. Pidió ayuda a sus amigos y entre todos lo sacaron y se lo llevaron a un bosque cercano donde le plantaron al lado de un roble y una encina. El niño notó que las ramas le abrazaban y al oído le dijo: mañana ven solo y cumpliré la promesa que te hice. Al día siguiente después del colegio se fue corriendo, cuando se acercó al árbol éste le dijo: ¿Has pensado ya tu deseo? Y el niño le contestó: Tenerte en mi jardín. Al pobre árbol con lo que le había costado salir de la vieja montaña, no lo dudó y cual fue la sorpresa del niño cuando llegó a su casa. Estaba allí, esperándole con el perro y el loro.

Al día siguiente, él y su familia plantaron un roble y una encina para que todos estuvieran contentos. Nacho Llorens de 1º C

La Casa De Mi Abuela Metí mi libro favorito en la mochila y miré, por última, vez la que había sido mi habitación durante diez años y bajé las escaleras. No pude evitar quedarme paralizada cinco minutos frente a la foto en la que salíamos mi padre, mi madre y yo. Aquellas eran personas que no iba a volver a ver nunca. Abandoné mi casa para siempre, mientras por mi mejilla se resbalaba una lágrima, sin querer.

- Vamos niña, te espera un día muy largo- me dijo mi abuela. Me cogió de la mano y arrastrándome me llevó hasta el coche viejo que ella tenía. Al cabo de dos largas horas de aburrimiento me atreví a abrir la boca por primera vez.

- Abuela… ¿Dónde vamos? Mi abuela se quedó pensativa y miró por el retrovisor para ver mi cara.

- Pues… vas a pasar una temporada en mi casa del pueblo. - Ah…y… ¿Por qué? - Porque sí, y ya está niña, es lo mejor para ti y punto. - Pero… ¿Dónde están mis padres? - ¿Tus padres? Pues… tus padres están de viaje, ¿vale? Deja ya de hacer preguntas estúpidas niña.

Otras dos horas aburridas en ese coche viejo y maloliente. No podía estar más tiempo allí; cuando estaba a punto de preguntar si faltaba mucho por décima vez oí las palabras que llevaba esperando todo el viaje.

- Ya hemos llegado.

Corriendo abrí la puerta del coche y salí a estirar las piernas. Me quedé impresionada al ver una casa enorme y vieja frente a mí, esa casa tenía algo raro, en las paredes, en las ventanas…todo era muy raro y yo lo noté desde el primer día.

- Deja ya de mirar así la casa que la vas a desgastar, niña; si desde fuera te impresiona espera a verla desde dentro.

Por primera vez en una semana en mi cara se dibujó una gran sonrisa, y corriendo entré en aquella casa. Tenía las paredes pintadas con nubes azules preciosas, parecía que estabas en el cielo; el suelo tenía baldosas verdes con flores azules. Era enorme. El salón, la cocina, el baño,…todo. Subí las escaleras de caracol y vi a la derecha una puerta con mi nombre escrito. Carla. Esa casa me encantaba, me recordaba al palacio de mi cuento preferido, en aquel en el que la princesa se encontraba con el príncipe, aquel palacio con el que yo había soñado tantas noches, aquella princesa que deseaba ser, aquel príncipe con el que tanto ansiaba encontrarme… Pero todavía quedaba lo mejor de la casa, al girar a la izquierda del pasillo me encontré con la habitación más bonita del mundo, en la que yo iba a pasar tantos ratos... Tenía el techo de cristal, lo que significaba que se veía todo el cielo sin tener que abrir la ventana. Me quedé asombrada con aquella habitación. Bajé corriendo las escaleras y encontré a mi abuela tomando un café en la cocina.

- Esta casa me encanta.

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Mi abuela sonrió y siguió tomándose su café. Miré el reloj. Las diez y media de la mañana. Me levanté y bajé las escaleras. En la mesa de la cocina me encontré una nota: Carla, he salido a comprar no tardaré mucho. Me vestí y salí corriendo de la casa, tenía muchas ganas de conocer el pueblo y, a lo mejor, hacer amigos, porque si iba a pasar allí una temporada, mejor tener algún amigo. Aquel parecía un pueblo agradable; en la plaza había un mercadillo con frutas, verduras,… y alrededor de él un montón de niños jugando entre los puestos. Me acerqué a un niño rubio, alto que parecía tener mi edad.

- ¿Puedo jugar con vosotros? Se me quedó mirando con cara de asco y se fue corriendo y riéndose, parecía que no hablaba mi idioma o algo así; no le di mucha importancia y me fui.

Ya eran más de las doce y por más que intentaba hacer amigos no lo conseguía, la gente de ese pueblo era muy rara… El pueblo estaba al lado de un bosque oscuro y enorme que no parecía tener fin. A mí siempre me había gustado curiosear por todos lados e imaginarme que yo era la princesa de aquellos cuentos que tanto me gustaban y que mi madre me leía cada noche antes de irme a dormir. Sin miedo ninguno me adentré en aquel bosque. Era de las cosas más bonitas que había visto nunca. El suelo estaba lleno de hojas de todos los colores y se oía a los grillos y los jilgueros por la lejanía. Un sendero parecía indicarte el camino que debías seguir. Como hipnotizada y sin pensar me fui alejando del pueblo pero aún así yo seguía andando sin preocuparme por nada ni por nadie. A la derecha de aquel extraño sendero, colgado de un árbol me pareció ver un cuaderno rojo con una flor blanca en el medio; me acerqué para poder verlo mejor. Era como el cuaderno en el que solía escribir mi madre, y ella y sólo ella sabía qué ponía. Lo abrí con mucho cuidado y empecé a leer, era una especie de diario con unos dibujos muy bonitos en los que salían personajes como los de los cuentos que tanto me gustaban: hadas, unicornios, princesas,… Fui corriendo a enseñarle el libro a mi abuela, cuando llegué a casa y le conté todo lo que había visto se le oscureció la cara y empezó a susurrar frases que yo no entendía como “sabía que llegaría este momento,…mira que les avisé de lo que iba a pasar,…”

- Abuela… ¿qué te pasa? - Niña, hazme caso, no vuelvas a ese bosque nunca. - Pero, ¿por qué? Es lo único que me gusta de este pueblo. ¿! Por qué no puedo ir!? - Carla, te lo digo muy en serio, no vuelvas a ese bosque nunca más.

Enfadada subí a mi habitación, ya estaba harta de que todo el mundo me tratara como un bebé y no me diera ninguna explicación. Preparé mi mochila y me escapé por la ventana. Ya era casi de noche y no se veía nada, pero me daba lo mismo, no quería estar en la misma casa de la persona que me escondía cosas que yo necesitaba saber. Fui hacia el bosque, pues era el único lugar en el que me había sentido a gusto desde hacía semanas. Cansada y llorando me senté en una piedra y saqué mi libro preferido, nunca me cansaba de leerlo, aunque ya me lo sabía de memoria, a veces lo único que quería era poder meterme en aquel cuento con princesas y princesas y no salir nunca más. Una mano me dio un golpe en el hombro; sobresaltada me di la vuelta y frente a mí apareció un niño con una sonrisa de oreja a oreja y con unas orejas muy largas.

- Hola. ¿Qué te pasa? Te he oído llorar y he venido a ver quién era… - Déjame, no quiero hablar con nadie. - Bueno… haz lo que quieras, pero que sepas que si me lo cuentas te

vas a quedar mucho más a gusto. Me quedé mirándole solo por un momento, me di cuenta de que tenía los ojos más bonitos que había visto nunca.

- Tú eres Clara, ¿verdad? La que estuvo por aquí el otro día, ¿a que sí? - ¿Cómo lo sabes? ¿Me estabas espiando? - No, pero yo vivo aquí. - ¿Aquí? ¿Dónde? - ¡Claro! Que tu no eres de aquí, ven conmigo y te enseñaré algo que no

has visto nunca… ¡Vamos! Me cogió de la mano suavemente y me arrastró por el sendero. Delante de un charco se paró y me miró.

- Entra. Venga, no pasa nada. - Pero… ¿Cómo quieres que entre en un charco? - Mira voy a entrar yo primero y luego entras tú, ¿vale?

Sin dejarme ni siquiera responder dio un salto y desapreció en el charco. Para no quedarme allí sola salté yo también. A los dos segundos estaba tirada en un suelo muy blandito al lado de aquel personaje tan curioso.

- Por cierto, ¿cómo te llamas? - Ayer. - ¿Ayer? - Sí…Cuidado ahora con las plantas

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- ¿Qué plantas? De repente del suelo salió una rama y me enganchó el pie. Nerviosa me puse a gritar, y Ayer me tiró del brazo y consiguió que esa planta me soltara.

- Tengo miedo, quiero irme con mis padres. - Tus padres ya no están, Carla, ya no están aquí. - Entonces… ¿Dónde están? - En el cielo, Carla, en el cielo.

Mi sonrisa se convirtió en un llanto que no paraba.

- Carla, no llores, yo estoy aquí para ayudarte, tranquila. No sé por qué pero esas palabras me tranquilizaron mucho y dejé de llorar.

- Estas en Nunca Jamás; aquí nunca te va a pasar nada malo, te vas a quedar aquí conmigo, este es tu sito Carla. - Pero… ¿Y mi abuela? - ¿Tu abuela? ¿Andrea? Tranquila, pronto la verás.

Llegamos a un lugar muy raro, con seres muy raros y con casas muy raras.

- Vete acostumbrando a esto porque va a ser tu casa a partir de ahora. En un trono estaba mi abuela sentada.

- Hola Carla. Ya me conoces, ¿Verdad? - Abuela… ¿Qué haces ahí? - Yo soy la reina de Nunca Jamás, y tú, Carla eres la princesa.

Se me iluminó la cara, por fin había conseguido lo que yo tanto quería. A partir de ese momento ya no necesitaba ningún cuento para imaginármelo porque ya era real. Desde ese día viví en Nunca Jamás al lado de mi abuela y de Ayer contenta como una princesa; contenta, como yo siempre había deseado… Tania Gómez 2º G

LA PISTA PERDIDA Todo estaba tranquilo, aquella noche yo me dirigía a mi casa después de un largo día de instituto. Iba callejeando y algo me

llamó la atención. En el campo, de al lado, había una trampilla camuflada que sino me hubiese tropezado con un palo no hubiese visto. Como tenía prisa, fui a casa corriendo y no la hice caso. Comí y haciendo los deberes, no se me quitaba la idea de la cabeza de abrir esa trampilla, y descubrir lo que había detrás.

Al día siguiente en las noticias, escuché que había sido secuestrada una niña, cosa que no sé por que me llamó mucho la atención. Ese mismo día, abrí la trampilla, y para mi gran sorpresa sólo encontré una pared pintada con dibujos, pero sólo una pared. ¡Vaya asco! Yo que creía que iba a ser algo emocionante.

Dos días después en el informativo, escuché que el secuestrador les había mandado a los padres un vídeo. Se le veía a él y a la niña delante de una pared pintada ¡era la pared que yo había visto!, ¡casi me desmayo! pero yo pensé: si habían grabado aquí el video, la niña tenia que estar cerca. Desde luego así no, era imposible abrir la pared o algo similar. Me acordé del video y decidí examinarlo

cuando lo pusieron otra vez en la tele. Encontré para mi sorpresa, un detalle: la niña señalaba el dibujo de un perro en las pinturas. Así que fui rápidamente y lo toqué. Detrás de mí se abrió un gran muro. Descubrí un laberinto que conseguí pasar con ayuda de unas marcas ya hechas, un gran río que tuve que cruzar andando y por último una pregunta. ¿La salvarás por muchas riquezas que te dé si no lo haces? Yo respondí un sí rotundo. Cuando crucé la puerta, me encontré con que todo a mi alrededor eran riquezas. Tras pensar un rato, decidí llevarme todas ellas. Al fin y al cabo cuando se lo dijese a la policía vendrían a rescatarla.

Salí por la puerta y me acordé de la promesa y de la pobre niña aislada y sola. Seguramente me podría haber llevado las riquezas pero tenía la oportunidad de salvar una vida y era lo único que importaba.

Irene Pérez 1º F

LA SUBIDA A LA CIMA A las cinco de la mañana Gabriel, Alejandro y Carlos se prepararon para salir del campamento base. Después de despedirse de sus compañeros los tres expedicionarios salieron montaña arriba bordeando la ladera de la montaña. Tenían que hacer grandes esfuerzos no solo porque la pendiente era pronunciada sino porque la nieve se estaba derritiendo y se iban hundiendo en ella hasta las rodillas. Pero no se daban por vencidos.

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Descansaban cada pocos metros y cuando llegaron a unas rocas al mediodía y se detuvieron a comer ya habían alcanzado bastante altura. Después de la comida continuaron su camino. Su plan consistía en alcanzar la cumbre antes de anochecer porque sería imposible dormir en la pendiente. Pero como las distancias en la nieve engañan y el sol se iba ocultando llegaron la conclusión de que tendrían que dormir en alguna parte de la ladera. Oscurecía con rapidez y el pánico estaba apoderándose de ellos. Llegaron a otro saliente y Alejandro pensó que tal vez existiera una superficie plana encima y comenzó a escalarlo. De repente Gabriel oyó gritar “ ¡ Cuidado ! “ y una gran roca pasó rodando junto a él. No había lugar apropiado para dormir encima de aquel saliente pero un poco más allá encontraron una roca inmensa al lado de la cual el viento había formado una trinchera de nieve. Allí montaron el campamento y se deslizaron en el interior del saco para dormir. Tenían ante ellos un enorme paisaje de montañas cubiertas iluminadas por la pálida luz de la luna y las estrellas. Al día siguiente cuando asomó el sol reanudaron la ascensión. Los tres estaban todavía cansados y tenían las extremidades entumecidas, pero encontraron una especie de sendero en la roca que parecía que los llevaría a la cima. La pared de nieve era casi vertical pero Alejandro sólo podía continuar haciendo escalones que Carlos y Gabriel usaban al seguirlo. Ninguno se desanimaba, pues ya les quedaba poco para llegar a la cima. Los empujaba toda la emoción de un montañero que tiene el triunfo al alcance de la mano y la intensa ansiedad que se siente por ver lo que hay al otro lado. Repentinamente, la cara que estaban subiendo dejó de ser tan escarpada, apareció una pequeña pendiente y luego una superficie plana antes de descender hacia el otro lado. Estaban en la cumbre de la montaña, con la sensación de encontrarse por encima de todos. `` He escalado esta montaña – pensó Alejandro – por lo la llamare Montebastián en memoria de mi padre ´´; llevaba consigo una bolsa de plástico y le pidió a Carlos su barra de carmín que utilizaba para curarse los labios y escribió en la bolsa `` Montebastián ´´ y la colocó bajo una piedra en la cumbre. Luego los tres se sentaron para admirar el paisaje. Alejandro Bernardino Palomar 2º E

Relatos cortos Esto sucedió hace ya unos años. Una persona estaba en la habitación con su hermana y mientras hablaban vieron a su abuela que había muerto hace poco. Su abuela las atraía. Era como si quisiera despedirse de ellas y no era cosa de la imaginación porque la vieron las dos hermanas. La abuela estaba asomada a la ventana y cuando la hermana pequeña se acercó a ella, la cogió de la mano y desapareció. Las hermanas se miraron y se pusieron a llorar.

Un hombre estaba haciendo la mili y unos compañeros estaban haciendo la güija. Esa noche algo raro pasó, los tres compañeros que estaban haciendo la guija no durmieron esa noche en el cuartel. Al día siguiente llegó la noticia de que unos de ellos se había suicidado y los otros dos se habían matado en un accidente de coche. Una chica estaba en su habitación, en la última planta de su casa. Abajo, estaba encendida la televisión, y ella bajó para decirle a su madre que se iba a ir a dar una

vuelta, la sorprendió que la madre no le hablara. Ella se fue y luego cuando llegó le preguntó que de donde venía. La niña respondió que ya se lo había dicho antes. La madre le dijo que era imposible porque ella no había estado en casa. La niña se quedó pensando quien era entonces la mujer que estaba en la cocina, si en la casa solo estaba ella. Gemma Alavez 4º div.

TRASTORNADA POR ÉL

Nostálgica y pensativa me hallaba recostada en aquel viejo sillón de cuero que tan buenos recuerdos me traía a la mente. El cansancio y la soledad me invadía en aquellos momentos por todas partes. Había sido un día muy duro. Todo el mundo se dedicaba a sus respectivos quehaceres en las inmediaciones del pueblo castellano. Por lo que me encontraba sola en casa. Enmudecida y adormilada no hacía más que darle vueltas a aquello que tanta emoción me inquietaba. El aire de la habitación estaba demasiado denso. Sin más, decidí levantarme cautelosamente a abrir la ventana en la que me reflejaba en sus limpios cristales. A través de la cristalera, algunos rayos del sol del atardecer se colaron en el interior de la habitación, notando suavemente una ligera y agradable brisa que se apropiaba de todos los más rebuscados y pequeños rincones. Llena de felicidad sentía en mi interior, una sensación de frescura que me dejaba inmensamente sumergida en un sosegado sueño. Aunque dormida me yacía, podía distinguir sin duda alguna el agudo y meloso piar de las pequeñas crías de gorriones que esperaban ansiosos a la llegada de sus madres con algo de qué alimentarles.

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Sin embargo, algo me sobresaltó de inmediato e hizo que me despertara y abriese los ojos por completo. Me pareció ver a alguien al otro lado de la ventana cruzar rápidamente pero no estaba segura del todo. Nerviosa y atemorizada cerré la ventana, creyendo que así estaría más protegida. Regresé con las piernas temblando a mi sillón y allí intenté tranquilizarme. Volvió de nuevo a mi mente toda aquella inquietud que me carcomía por mis adentros. - ¡Lucía! ¡Lucía! Me estremecí de inmediato al oír mi nombre que rompía aquel tierno silencio que invadía por completo toda la casa. Aquella voz me resultó familiar. Abrí la puerta del cuarto y me dirigí a la puerta principal recorriendo el pasillo. - ¡Hola mamá!¿Qué tal te ha ido? - ¡Lucía!¿Qué estabas haciendo? Te estaba llamando y no has contestado... A mí me ha salido todo muy bien. - ¡Qué voy a hacer mamá! Los deberes, ¡qué preguntas! << Espero que no me haya visto en el sillón... >> pienso. - Venga hija, date prisa en ducharte que vamos a cenar dentro de poco. A ver si viene ya tu padre... –dijo mi madre. - Pero... ¿qué hora es? –pregunté inquieta. - ¡Lucía, por favor! ¡Son las nueve y cuarto! ¿Se puede saber que has estado haciendo toda la tarde? - Los deberes... –mentí. - ¿No habrás estado en el ordenador, verdad? –preguntó de nuevo. - Que no, mamá. He estado haciendo los deberes. Si no te lo crees, no te lo creas... –le dije. - Bueno, pues si así es, vete inmediatamente a ducharte. Y no tardes mucho... –dijo enfadándose. Eran las nueve y cuarto y yo aún no había hecho nada de deberes ni había estudiado. << ¿Qué podía hacer? Mañana me preguntaría el de Naturales y no me lo sabría... ¡¡¡Catearía entonces!!! >> pensaba. Corriendo me puse a hacer algunos deberes para el día siguiente. Mientras, seguía cavilando. << ¿Cómo había podido perder toda la tarde pensando en aquello? Pero... ¡también he estado durmiendo...! ¡No, no puede ser! Era imposible...>> Una vez preparada la mochila, me fui de inmediato a la ducha. Intenté tardar lo menos posible para disimular que en lugar de haber estado haciendo los deberes me había estado duchando. Bajé a cenar, eran las nueve y media e incluso papá había llegado ya de trabajar. Terminé cuanto más rápido pude, me despedí de mis padres y me subí rápidamente a estudiar Naturales. Intentaba estudiar, pero no me podía concentrar. No hacía más que darle vueltas a lo mismo. Me encontraba rendida por completo y el sueño me impedía tenerme en pie. Por otra parte, era ya muy tarde. Me fui a dormir aunque mucho me costó ya que cavilaba y cavilaba... Una agradable sensación de calor me recorría todo el cuerpo de pies a cabeza. Me encontraba dulcemente relajada en la inmensidad del espacio. Lentamente notaba como un agudo y constante tintineo cada vez con mayor velocidad me iba despertando. Llegó a tal punto que no aguantaba más. Lo apagué de muy mal humor de un estrepitoso golpe que hizo que cayera al suelo y se rompiese. Formé un gran escándalo, sin duda, y decidí despertarme ya que por el contrario llegaría tarde. Me vestí sin prisa alguna, hice la cama, desayuné al paso tortuga y por fin, con una parsimonia de la de una lombriz, me marché al instituto. Durante el camino, aún seguía pensando y pensando en todo eso. Era una sensación incómoda y extraña la que invadía mi interior. Aquello hacía que me comportase de una forma muy peculiar. Aunque estaba alegre y nerviosa a veces, en los estudios no daba pie con bola. Es decir, cateaba la mayoría de los exámenes y sacaba notas muy bajas, mientras que anteriormente mis notas eran de dieces y de nueves. A la entrada del instituto, me reuní con mis amigos y compañeros de clase. Permanecimos hablando hasta que el timbre nos indicó que debíamos regresar a nuestras respectivas aulas. - ¡Lucía! Me di la vuelta repentinamente al oír que alguien me llamaba a mis espaldas. - ¡Mónica! ¿Qué tal guapa? -dije- ¿Has estudiado ¨Natu¨? - Sí, me lo sé bastante bien, ayer estuve toda la tarde estudiando para que ahora no me lo sepa... ¿Y tú te lo sabes, no? Bueno para qué pregunto, si tú te lo sabes todo. - Pues, te vas a reír pero, no he estudiado nada y como me pregunte... –dije avergonzada. - Muy mal Lucía, tienes que estudiar ¿eh?-dijo irónicamente Mónica riéndose. -. ......¡Jo, y ahora Inglés, qué ganas¡ -dije. Me giré hacia atrás para ver si le veía. Pero a causa de la multitud de gente que se encontraba en el pasillo esperando a que les abriesen la clase no pude ver a nadie. Manu, Mónica, María, Tania y demás compañeros entramos a clase ya que el profesor había abierto la puerta para que entráramos. Según fueron transcurriendo las clases, llegó el primer recreo. Contenta y nerviosa miré para todos los lados para ver si le veía. Por fin le pude divisar a lo lejos entre toda la multitud de alumnos. Eufórica traté de disimular haciendo que charlaba con Mónica. Cuando se encontró a mi altura le observé momentáneamente, hasta que le perdí de vista a lo lejos. Llegó la hora de Naturales y me hallaba muy nerviosa porque apenas me sabía nada. El profesor se sentó en su silla y comenzó a preguntar como normalmente hacía. Llamó a varios compañeros hasta que llegó a mí. Salí al encerado. Los nervios podían más que yo. El profesor empezó a preguntarme, <<¿Qué es una fuerza?, ¿Qué tipos de fuerzas hay?...>>. Hubo un momento en el que pude observar como el resto de los compañeros murmuraban entre sí sorprendidos al ver que no había estudiado. Guardé silencio durante unos instantes cuando al fin logré decir: - No me lo sé, no he estudiado –dije avergonzada. - Entonces para mañana me copias cada concepto ciento veinte veces. ¿De acuerdo?

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Al oír pronunciar la palabra <<ciento veinte veces cada concepto>> se me subió el corazón a la boca. Todo aquello me supondría estar copiando toda la tarde. La verdad que me lo tenía bien merecido y así para la próxima vez me las apañaría. Llegué a casa muy malhumorada. En toda la tarde no me despegué del bolígrafo, hasta que mi mano empezó a sentirlo más que yo. Decidí ponerme a estudiar Sociales ya que gran falta me hacía. No me sabía nada y el examen me esperaba a la vuelta de la esquina, es decir, la semana siguiente. Sin embargo, no fui capaz de concentrarme puesto que no hacía más que darle vueltas a la cabeza sobre aquello. No solamente tenía el examen de Sociales la semana siguiente sino también uno de Tecnología, de Matemáticas y de Música. No quería ni imaginar lo que tendría que estudiar. Fueron transcurriendo los días de la semana con absoluta normalidad hasta que llegó por fin el día más esperado de la semana, el viernes. Como todos los viernes, mis amigos y yo quedamos para dar una vuelta por el pueblo. <<Tenía ganas de verle. No dejaba de pensar... De repente, lo vi cruzar hacia la acera de enfrente. La alegría inundó mi corazón, subía con sus amigos a unas escaleras que había más arriba. Alguno de ellos me saludó, <<Hola Lucy>>. Con una sonrisa de oreja a oreja, les saludé también. La euforia podía más que yo. Al día siguiente, era sábado, fin de semana y me dispuse a estudiar y a olvidarme por un momento de todo aquello. Al fin lo conseguí y me lo aprendí. De nuevo como todos los lunes, regresé al instituto. Hoy me examnaría de Música. Una vez dentro, me reuní con mis amigos y entré a clase. <<¡Un momento! Le había visto que iba con otro compañero...>> pude recordar. Los días transcurrieron como siempre. Realizamos todos los exámenes correspondientes y pasadas ya semanas nos dieron los resultados. Perpleja, observé detenidamente las notas de las distintas asignaturas según me las iban dando. El mundo se me cayó encima. Había cateado dos asignaturas, mientras que las otras dos las había aprobado con un cinco escaso. <<¡Qué mal! ¡Si me lo sabía perfectamente! Todo era por culpa de aquellos pensamientos... Ya verás cuando se lo diga a mi madre... Se va a poner como una fiera. ¡No quiero ni pensarlo!>>. Razonable, pensé en tomar una lógica decisión para evitar los suspensos: O dejo de pensar en aquello o suspenderé los exámenes y eso me llevará a repetir curso. Hice por olvidarlo pero no pude. ¡Era imposible, se había convertido en una obsesión! Traté de hablar con mis amigos con el fin de que me ayudasen y tomaran medidas para intentar que me quitara aquello de la cabeza que hacía que suspendiera. - Lucía, tenemos que hablar –dijo Mónica- ¿Qué es lo que te hace pensar tanto, si se puede saber, que hace que suspendas? - Es que..., ¡bah!, nada, asuntos míos –dije. - No, Lucía por favor, dímelo, trato de ayudarte... Es por tu bien. Todos queremos ayudarte, pero si tú no nos cuentas qué te pasa no podemos hacer nada. - Ya te enterarás... –dije. De repente, vino Manu acompañado de María, Virginia y Christy. - ¡Os estaba buscando! ¿Qué hacéis? –preguntó Manu. - Estaba hablando con Lucía para ayudarla sobre lo que le hace pensar que haga que suspenda. Pero no me lo quiere decir. - Lucía confía en nosotros, que no se lo decimos a nadie. Somos tus amigos y queremos ayudarte –dijo Virginia. - Está bien, os lo contaré –acepté- Veréis, bueno Manu a ti te va a sorprender. Es todo por él. No dejo de pensar y pensar. Me saca años pero... No sé, no puedo olvidarle. - ¿Pero de quién hablas? –preguntó Christy. - Os vais a reír... –hubo silencio- Es tu primo Luis, Manu –dije por fin. Todos se quedaron atónitos. Se miraron entre ellos con cara de asombro. Yo, con la mirada fija en el suelo guardé silencio. - ¿Entonces es todo por él? –preguntó Mónica- Pues si os digo la verdad..., a mí me pasa lo mismo. Se echaron a reír. - Haber Lucía –dijo Virginia haciéndome razonar- entiende que Luis te saca cinco años, no es por entristecerte más aún, pero es que es la verdad... - Para que lo entiendas de otra forma –interrumpió Christy- no te hace caso, hay muchos más chicos por ahí... Además, déjate de tonterías Lucía y olvida a Luis. - Sí, pero es que no puedo olvidarle... –dije tristemente. - Lucía, te lo voy a decir claramente, andémonos sin rodeos, Luis es un amor imposible –intervino María. Un silencio vagabundo heló el ambiente. Las claras palabras de María me llegaron verdaderamente al alma. Pero es que era sin más la realidad, la verdad, <<Luis era un amor imposible>> ¡Parecía todo un sueño!... Me tendría que olvidar de él para siempre... Me costaría mucho. En fin. - Venga Lucía, no te preocupes por él. Olvídale, piensa...., en otra cosa, en la playa, por ejemplo –dijo Virginia. - Lo siento si he sido excesivamente clara y te han molestado las palabras de antes –se disculpó María. - ¡Lucía, esta tarde sales,¿no?! –dijo Manu haciendo que sonriera. - No habrá otro remedio –dije seria. Lo que me había dicho María me había profundizado de verdad. Ya podía habérmelo dicho de otra forma para que no me hiciera tanto daño, ¿no? Todo el mundo se ríe de mí... Esto es una pesadilla.

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- Os agradezco mucho todo lo que habéis hecho por mí. Muchas gracias de verdad. Os lo tendré en cuenta –les dije a todos agradeciéndoselo mucho a todos. - ¡Para están los amigos! –dijo Manu. Triste y enmudecida con la mirada fija en el suelo regresamos a clase. Permanecí en silencio aunque el resto hablaban por lo bajines entre ellos. Parecía que tramaban algo. De repente, se abrazaron todos a mí. - ¡Lucía, todos te queremos y estamos siempre para lo que necesites! ¡Ánimo! –chillaron todos al unísono para alegrarme. Al cabo de seis años, había acabado ya el instituto y realizaba estudios universitarios. Dicha historia la recordaba y siempre la recordaría como mi mejor adolescencia. Por último, a aquellos amigos que tanto me ayudaron en esos momentos nunca les olvidaré, ya que no he perdido ni perderé nunca la amistad con ellos. Lucía Bayona 3º A

UNA PROFESORA TERRORIFICA Por la mañana me levanté temprano debido a que tenía que ir al instituto. Después de asearme bajé a desayunar. Mi madre me metió prisa y me advirtió que iba a perder el autobús. Una vez llegado al instituto, la señora Marianne, que era nuestra profesora nos pasó lista.

- Jack Joonson – dijo. Yo levanté la mano, aunque un poco tembloroso, pues su cara daba muchísimo miedo. Pelo blanco y rizado, gafas grandes, anchas, oscuras y negras, nariz picuda, mirada terrorífica, ojos oscuros y clavados en mí; mirada satisfactoria, dientes afilados. Cuando acabaron las clases me fui a mi casa a comer y después me largué a dar una vuelta con mi bici. Al ir por el asfalto me caí y cuando me levanté me quedé impresionado. Había una casa enorme, sucia y maloliente, tejado roto; casa marrón, puerta de hierro y negra. Alrededor había un montón de hierbajos en el suelo. Parecía abandonada, así que como yo era muy curioso fui a inspeccionar un poco. Después de pasar por pinchos, malas hierbas y toda clase de hierbajos, oí que la puerta estaba abierta. No me lo pensé dos veces y la empujé de par en par. Estaba todo oscuro y no veía nada, y cuando entré la puerta se cerró sola. Me faltaba el aliento, jadeaba, temblaba, respiraba fuerte, en fin, estaba aterrado. Me di cuenta de que había unas cerillas en el suelo, así que las cogí y encendí una para iluminarme el camino. Subí por unas

escaleras polvorientas y ruidosas y me estremecí por uno de los pasillos del segundo piso de la casa. Llegué a un armario y decidí abrirlo y contemplar lo que había en el interior. Empujé la puerta del armario y éste se abrió y justo iba a contemplar el interior cuando la cerilla se apagó. Encendí otra y después alcé los ojos y vi un hacha, unos prismáticos y una pierna ortopédica. De repente oí una voz y me escabullí de aquella espantosa casa. Mientras recorría la calzada con mi bici me pregunté de quién podría ser aquella voz que me resultaba tan familiar. Al día siguiente por la tarde, después de acabar los deberes de Lengua que nos había mandado la señora Alison me fui con la bici a dar una vuelta por el barrio. Cuando iba por la acera me paré al llegar a la casa donde ya había estado, aquella casa tan terrorífica en la que no podía dejar de pensar. Dejé la bici al lado de la acera e intenté volver a entrar, pero contemplé que alguien me estaba mirando por la ventana con unos prismáticos. Parecía mujer bajita, parecía reconocerla. Su cara me resultaba familiar, pero desde aquella vista tan mala y con aquellas ventanas tan sucias y polvorientas no podía reconocerla. Cuando fui a recoger mi bici del suelo vi que había un buzón al lado y un nombre escrito, ponía... ¡¡MARIANNE!! No me lo podía creer. La mujer de aquella casa tan sucia y maloliente era, nada menos, que mi profesora. A la mañana siguiente cuando llegué a la clase la vi un poco cabreada y cuando nos puso ejercicios a mí me llamó para que hablara con ella. Me sacó fuera, al pasillo, y con su zarpa gigante y sus uñas pintadas de colores rojizos y afilados, me agarró por la espalda y me dijo:

- ¿Qué hacías hace dos días en mi casa? Me faltaba el aire y me palpitaba el corazón; no podía abrir la boca y con un acto de decisión dije.

- Nada. - ¡Nada! ¿Cómo que nada? – dijo con su voz grave.- Si vuelves a entrar en mi casa haremos un banquete en tu honor.

Y cojeando, con una pierna que, por cierto, no parecía auténtica, se metió en clase y me exigió que entrara yo también. Al acabar las clases me puse a pensar qué habría querido decir con aquella frase tan rara de “haremos una fiesta en tu honor” y decidí seguirla hasta su casa para ver qué se traía entre manos. Al llegar ella, entró y dejó la puerta abierta. No sé para qué la habría dejado abierta, pero sin duda esta era mi oportunidad para volver a entrar. Corrí rápidamente y me dio tiempo a entrar sin que me viera. Recorrí las escaleras para buscar un sitio donde esconderme. Encontré una habitación y me escondí detrás de la puerta. De repente oí que alguien subía las escaleras sigilosamente y entraba en la habitación tras cuya puerta me había escondido. Y justo cuando iba a mover la puerta para mirar lo que había detrás supe que era el fin y... me pilló.

- Sabía que me seguirías – me dijo Marianne. Sujetando un hacha con sus frías manos la deslizó sobre mi cuerpo y... Desperté de mi sueño. Me desperté de aquella horrible pesadilla jadeando y dije:

- Menos mal. Después de asearme y desayunar me fui al instituto y cuando cogimos el autobús pasamos por una ladera de casas. Una de ellas era la de mi sueño y había alguien en la ventana, una mujer con unos prismáticos... José Pérez 1º A

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REBELIÓN EN LAS AULAS El primer día que llegué al instituto Bécquer poco podía imaginar lo que posteriormente llegaría a ocurrir. Era la hora del primer recreo, los alumnos deambulaban por el patio mientras algunos, los mayores, salían a echar un cigarro fuera. Nada especial, pensé, como en los demás centros por los que me he movido durante los últimos diez años, uno más. Y así fue hasta que con el paso del tiempo las cosas se me fueron complicando, algo que había intentado evitar siempre. Al superar los diez años en la profesión había adquirido ya cierta mecánica, cierta rutina, a la hora de dar clase: imponer silencio, soltar el rollo correspondiente y esperar a que aprendieran; mientras contemplaba cómo pasaba la vida. No era necesario complicarse más; algunos hasta llegaron a apreciarme por ello. Mas en este instituto, al parecer, las cosas no iban a discurrir por los mismos derroteros. ¿Me habría equivocado al enjuiciarlo? Desconozco cómo comenzó todo, aunque sospecho que fue en cuarto de la ESO donde prendió la chispa que semanas más tarde arrasaría todo el instituto. El libro se titulaba Vigo es Vivaldi; un libro como otro cualquiera por lo que pude percibir, una historia de amor adolescente con un final sorprendente. Recuerdo haber percibido un brillo especial en los ojos de aquellos chicos y chicas que salían al recreo con el libro bajo el brazo, una mirada más limpia, una cierta intensidad que les hacía elevarse por encima de lo que les rodeaba; mas no le di importancia. Hoy sé con certeza que aquel afán repentino por la lectura, aquel interés, se fue contagiando a los demás cursos, aunque yo continuaba sin verlo. Lo que sí recuerdo es el primer día que caí en la cuenta de que algo extraño estaba pasando. Estaba de guardia de aula, no recuerdo bien en qué curso, tal vez un segundo o un tercero, tenían trabajo. Al cabo de un rato me di un paseo por la clase para echar un vistazo; como siempre, la mayoría vegetaba entre libros de texto y apuntes; pero, de pronto, descubrí a un chico rubio, greñudo y pecoso con la nariz sumergida en un pequeño libro. ¡Estaba leyendo! No reparó en mi presencia. Sus ojos despedían aquel brillo que había visto con anterioridad, y me asusté; no sé por qué, pero me asusté. Tuve la certeza de que no tenía poder sobre aquel chico que parecía moverse en una esfera diferente a la mía, lejana, inalcanzable.

-¿No tienes tarea? – intenté expresar un cierto enojo. Levantó un momento los ojos y me miró como si contemplara a un bicho raro.

-No – me dijo muy suavemente con una sonrisa en los labios, y siguió leyendo. No habría pasado de una simple anécdota si hubiera sido un caso aislado, mas a partir de entonces comencé a ver por todas partes chicos con libros bajo el brazo y aquella perturbación en la mirada. Sorprendí a gente leyendo en los recreos, por los pasillos, sentados en cualquier rincón, enfrascados en cualquier aventura lejana y desconocida para mí. Incluso alguno tuvo la osadía de intentar leer a escondidas en mis clases, pero lo corté de raíz. Pensé que podría ser alguna campaña organizada por algún departamento; ya sabemos, esas campañas que se organizan de vez en cuando y que están muy bien, que duran un tiempo y luego todo vuelve a la normalidad. Pregunté a algunos compañeros a los que vi también con un libro bajo el brazo; pero, tras mirarme, con una sonrisa en los labios, se dieron media vuelta dejándome cada vez más desconcertado. No comprendía nada de lo que estaba pasando a mi alrededor. Jamás había visto cosa semejante. ¿De dónde había salido esa afición por la lectura? ¿Y esa mirada de inteligencia o de felicidad, no lo tenía claro, era fruto de la lectura? ¿Cuándo se había visto a tanta gente aficionada a la lectura? ¿Qué pretendían, ser más que los demás? ¿Por qué no estudiaban que era lo que tenían que hacer? ¿Lo sabían sus padres? Seguro que no conocen el teorema de Pitágoras o lo que es un adjetivo y

pierden el tiempo leyendo, me decía afianzándome en mis convicciones. ¿Y el Equipo Directivo qué hace que no pone orden?

Era como si un virus se hubiera apropiado del instituto. Pasaron los días y aquella locura fue en aumento. Llegué a sentirme acosado, cada vez más aislado, hasta llegar a la situación en que ahora me encuentro. Los pasillos se han llenado de gente leyendo, los recreos son un hervidero de libros que parecen agitarse ante mí sin piedad. He salido al patio e intento fijarme en los títulos por ver si todos leen lo mismo, lo cual confirmaría mi

teoría del virus, mas no es así. Veo varios Harry Potter, algún Señor de los anillos, muchos de Laura Gallego, ¿cómo podrán con esos libros tan gordos unos chicos tan pequeños?, la trilogía de Memorias de Idhún tiene mucho éxito. Veo también un Grimpow de Rafael Ábalos, un libro que conozco por cierto sobrino aficionado también a la lectura y que de vez en cuando me habla con pasión de los libros que lee, y éste, particularmente, le ha gustado; ambientado en la Edad Media, que no en la Tierra Media, cuenta las andanzas de un joven que cierto día encuentra un cadáver que le conducirá al centro de una aventura que le cambiará el destino. También observo alguna Historia interminable, con sus páginas verdes y rojas. El libro me remite a la realidad que me circunda. La pasión por la lectura parece inundarlo todo, como la nada invade el mundo del libro que Bastián sustrae de la tienda del huraño Koreander. Estos chicos necesitan un Bastián que les salve del avance de la nada en la que han caído. Sigo descubriendo títulos, ya en los mayores; un par de libros de Poe, siempre gusta Poe; a él le debo el conocimiento de lo que es la catalepsia y mi interés en ser incinerado. La máquina del tiempo y El hombre invisible lo leen dos chicos sentados bajo las canastas de baloncesto, mientras un poco más allá una chica lee a Julio Verne, Miguel Strogoff. Al ver esta novela me pregunto qué habrá pasado con las novelas clásicas de nuestra juventud que ya no se ven. ¿Alguien leerá La isla del tesoro, Robinson Crusoe, Los viajes de Gulliver, Los tres mosqueteros, Ivanhoe y todas aquellas novelas que me hicieron

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vibrar cuando tenía dieciséis años? En qué punto del camino, pensé brevemente, había perdido aquella ilusión? No puedo transmitir lo que no poseo. ¿Podré recuperarla? Cojo de las manos de una chica un libro que no conozco, Moonfleet de J. Meade Falkner y puedo comprobar que los piratas siguen surcando los mares y las mentes de los jóvenes. Le devuelvo el libro y me doy cuenta de que a mi alrededor se va creando un círculo cada vez más denso; me siento agobiado; no me miran, sólo leen. Dejo el patio y me refugio en el edificio de Primero. A través de las ventanas de la clase donde me he encerrado contemplo el exterior, todo sigue igual. Me siento, abatido, recordando que en los años setenta pasó algo semejante en Europa con Momo, libro que los estudiantes llevaban bajo el brazo a las manifestaciones; mas aquello tenía un sentido, había una idea detrás, pero ahora... Ahora me siento como el protagonista de Rinocerontes , aquella obra de Ionesco en la que las personas se van transformando en rinocerontes y amenazan con su cuerno a quienes no quieren someterse al cambio. Me asomo de nuevo a la ventana; hay un continuo ir y venir de alumnos y también profesores, trayendo en las manos ramas, hojas y demás material combustible; parece que pretenden hacer una pira en el centro del campo.¿Qué pretenden quemar? ¿Tal vez los libros? ¿Habrá

finalizado todo por fin? De pronto veo aparecer al Equipo Directivo al completo que avanza hacia el montón de palos a través de un pasillo de estudiantes. “Ahora se acabará todo”, pienso. El Jefe de Estudios pegará cuatro voces y todos volverán a sus clases. Imagino, con una sonrisa, la severidad en la cara de Alberto, mientras Gloria y Pedro, siempre tan comprensivos, reparten explicaciones a quienes se hallan a su alrededor. Grito y gesticulo ante la ventana para que me vean y sepan que yo también estoy de su parte. Alberto llega junto a la pira; en una mano trae una tea apagada y en la otra un portafolios; hay un momento de expectación. De pronto, lanza el portafolios al montón de leña y a continuación se le añaden los demás; todos lanzan sus carteras, bolsos, carpetas y demás utensilios donde guardan, al parecer, sus elementos de trabajo. Finalmente, Augusto enciende la tea que lleva el

director, quien la lanza sobre aquel monumento al trabajo, que poco a poco comienza a arder, levantando una columna de humo que amenaza con invadir todo el mundo. Desolado contemplo la alegría en los rostros de los presentes. Y me siento muy solo. Abrumado decido retirarme de la ventana y esperar acontecimientos. Echo un vistazo al aula. Es como cualquier otra, algún adorno en las paredes, un montón de mesas y sillas desordenadas y la pizarra con rastros de tiza aún de la última sesión. Un pequeño armario se me revela en un rincón. No parece nada del otro mundo, es un armario inofensivo, aunque... ¡está lleno de libros! En cualquier otro momento no me habría importado, pero ahora... el corazón me da un vuelco. Me acerco lentamente, casi temeroso. Son libros, sólo libros, libros pequeños, de colores atractivos, perfectamente ordenados, parecen un pequeño ejército de juguete. En un momento de osadía o de lucidez, tal vez, cojo uno al azar. Se titula El caballero de la armadura oxidada. Me pongo a leer. Un caballero se acostumbra de tal modo a su armadura que no puede ya quitársela y vive permanentemente con ella. “Ponemos barreras para protegernos de quienes creemos que somos. Luego un día quedamos atrapados tras las barreras y ya no podemos salir.” Sigo leyendo. “¿Cómo te soportas si no tienes la voluntad y la osadía de poner a prueba el conocimiento que tienes de ti mismo?” No puedo dejar de leer. A medida que voy acercándome al final, es un libro breve, mi corazón se acelera. “Déjate ir y confía” . Yo soy el caballero y he visto; a través de este libro he visto mi enorme armadura oxidada. “Ahora el caballero sin armadura era el arroyo. Era la Luna. Era el Sol. Podía ser todas estas cosas a la vez, y más, porque era uno con el universo. Era amor.” Ahora comprendo por fin la luz de quienes leen. Son caballeros sin armadura, espíritus libres, y yo quiero ser como ellos. Me lanzo escaleras abajo hacia el patio, en una mano el libro y en la otra el portafolios donde llevo todo lo que me lastra, lo que me ciega. Llego corriendo junto al fuego, aún arde. Lanzo con fuerza y con rabia a las llamas mi cartera, con todos mis prejuicios dentro, con mis barreras, mis excusas, mis “no tengo tiempo para leer”, mis “estoy muy ocupado”, mis “me absorbe tanto el trabajo...” y contemplo cómo se van quemando lentamente mientras una alegría desconocida me inunda el corazón y no puedo evitar el grito que me sube a la garganta: ¡¡Viva la lectura!!

Miguel Angel Santiago Alonso

Entrevista a ANTONIO ¿Cuántos años llevas en el instituto GAB? Cuatro años ¿Te quedarías más tiempo? Sí, todo el tiempo ¿Cambiarías algo de nuestro instituto? ¿El qué? Sí, las tutorías de 1º ciclo, atenderlas de otra manera y que le tutor se relacionase mejor con los otros profesores ¿Te parece bien el tamagochi? ¿Por qué? Sí, porque es rápido y eficaz ¿Has puesto un castigo demasiado duro? No, nunca ¿Suspendes mucho a los alumnos? Muy poco ¿Por qué sueles castigar en los recreos? Porque me divierte

Sabemos que el año pasado te eligieron para hacer formación profesional

¿Qué es lo que hiciste realmente? Diseñar profesiones para los alumnos que no quieren estudiar carreras universitarias o que no titulan en la ESO ¿Cuánto tiempo duró? Seis Meses ¿Por qué te eligieron a ti? Porque me hicieron una entrevista y me seleccionaron ¿Te gustó lo que hiciste?

Sí, pero prefiero dar clase ¿Te gustaría volver a ir? No, jamás ¿Te supuso mucho trabajo? Sí, bastante Mercedes pozo y Arancha Redondo 2º F

Entrevista a Isabel Palomo

Hoy vamos a hacer una entrevista a Isabel Palomo, la nueva profe de Educación Física

1. Nos hemos enterado de que has sido antigua alumna del centro. ¿Esperabas venir aquí a trabajar?

No, ha sido una sorpresa, pensaba que me iba a tocar más lejos.

2. ¿Quién era tu profe preferido?¿Sigue en el centro?

Yolanda Zapatero. Aunque no me podía dieces en los exámenes. Sí, sigue en el centro.

3. ¿Qué querías ser de pequeña?

Profesora de Educación Física, como mi padre.

4. ¿Has trabajado en otros institutos?

Sí, en Alcobendas y en San Sebastián de los Reyes. 5. ¿Por qué elegiste la materia de Educación Física?

Porque siempre me ha gustado el deporte y quería ser profesora.

6. ¿Cuánto tiempo hace que saliste del centro? Acabé C.O.U. en el año 96/97.

7. ¿Qué tal somos los alumnos del centro? Son majetes y buenos chicos , aunque un poco vagos 8. ¿Se te hace raro trabajar con los profesores que te han dado clase? La verdad que es muy extraño encontrártelos por los pasillos y que no te manden a clase como cuando eras alumna. Me hace mucha ilusión trabajar aquí.

• Bueno Isabel, nosotros esperamos que te sientas a gusto en este instituto y te deseamos mucha suerte. Un beso.

Raquel, Rafa y Noemí 2ºG

Entrevista “Al Jefe”(Augusto por si cabe alguna duda) a propósito de Carpe Diem ¿Quién formó el grupo? Algunos del Centro, algunos son antiguos alumnos y yo. ¿Cómo se llama? ¿Quién le puso el nombre? Carpe Diem, significa “aprovechar el momento”.

¿Cuántos lo formáis y quiénes sois? Nueve músicos y medio, cuatro cantantes y hay también colaboraciones. (Saxo casi como del grupo). ¿Habéis dado algún concierto? ¿Dónde? ¿Cuántos?

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Sí hemos dado conciertos. En el pueblo (Algete), cuatro conciertos. ¿Qué planes tenéis para el futuro del grupo? No hay planes, vivimos el momento. ¿Qué música tocáis? ¿Cuál os definiría? Rock-pop. Ninguno desde el principio. Tocamos de todo. ¿Por qué decidisteis formarlo? Porque surgió en una clase. ¿De qué hablan vuestras letras? Hay letras de todo tipo (desde canciones amorosas, hasta

canciones roqueras y algunas con tacos). ¿Tenéis club de fans? ¿Cómo se llama? No, pero hay gente que nos sigue desde el principio.

¿Qué instrumentos utilizáis? Guitarras eléctricas, bajo, batería, teclado y saxo. ¿Cómo podéis compaginar el grupo con las demás ocupaciones? Cada vez peor, nos cuesta mucho reunirnos. ¿Habéis pensado en dejar el grupo? De momento no, pero alguna vez tiene que ocurrir, algún día desparecerá.

Guitarras, Rodri y Pablo (son hermanos), bajo, Adolfo, Batería, Miguel, voces Marisol, Rubén, Sergio y Ana, Teclados el JEFE.

Entrevista con Miguel de “Efecto Mariposa” P: ¿Cuántos años estuvo tocando el grupo antes de hacerse famoso? M: Diez años o por ahí. P: ¿Cuál fue vuestra impresión al oíros por primera vez en la radio? M: Suena diferente a como te oyes normalmente, es raro. P: ¿Cuántos conciertos habéis hecho fuera de España? M: Pocos, unos diez o una cosa así. P: ¿Por qué sitios habéis pasado al ir de gira? M: Por España por todas partes. El año pasado hicimos 80 conciertos y en total llevaremos más de 300 seguro. P: ¿Dónde disteis vuestro primer concierto? M: No lo recuerdo, en Madrid seguramente. Antes hemos tocado en muchos sitios pequeños (garitos, etc.)

P: ¿Qué es lo que más te gusta de ser músico? M: Hacer música.

P: ¿Y menos? M: Viajar. P: Si no fueses músico, ¿qué te gustaría hacer? M: No se, algo relacionado con la ciencia. P: ¿Qué música prefieres? ¿Qué opinas de la música comercial? M: No te puedo decir nada en concreto, me gustan muchos tipos de música, pero la comercial la que menos. P: ¿Cómo te ves dentro de diez años?

M: No tengo ni idea, espero seguir haciendo música.

Entrevista de Paula Lanjarín a un miembro del grupo “Efecto Mariposa”

CHICOS DEL G.A.B. EN BARCELONA

Revista: Parece que unos compañeros del centro habéis estado en Barcelona. Cuéntanos que fuisteis a hacer: Rafa: ¡Hola a todos!. Soy Rafa de 2ºG y os voy a contar lo que he hecho con mis colegas del Taekwondo, aparte de

mi family. Hemos estado en un albergue y no era muy bonito en

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Viladecans, al lado de Barcelona. Estuvimos compitiendo en el Campeonato de Taekwondo ITF de España, aunque también había ingleses, italianos e irlandeses. Revista: ¿Y qué resultados obtuvisteis? Rafa: Yo quedé 3º de España en mi categoría, pero el gimnasio quedó 2º de España. Estuvo bien aunque teníamos que levantarnos a la 6:30 de la mañana, ¡qué cansancio!.

Revista: ¿Cuándo y dónde volvéis a competir? Rafa: En marzo vamos a Zaragoza y en mayo otra vez a Cataluña.

Revista: ¿y quiénes fuisteis del G.A.B.? Rafa. Del Instituto fuimos Aldana, Vanesa, Alex, Guille, el “Sobao and company” (Raúl), mi hermano Tito (que ya no está en el tuto) y yo. Revista: y ¿Cómo se llama

vuestro profesor y dónde dais las clases? Rafa: se dice Sabonim, no profesor, y se llama Mariano Bechara y entrenamos en el Poli de Fuente el Saz. Revista: Muchas gracias y enhorabuena a todos. Rafa: Quiero dar las gracias por mi y por todos mis compañeros al Ayuntamiento de Fuente el Saz que nos pagó el viaje y nos compró unos chandall que te cag… ¡Gracias Alipín! Y hasta el próximo en Zaragoza. Rafael Nestares 2ºG

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Un paseo por Alcalá

Los alumnos de segundo de la E.S.O que damos francés, nos fuimos el pasado 25 de noviembre a dar un paseo por Alcalá de Henares antes de asistir al teatro en la sala Margarita Xirgú situada en la Avda. Complutense,19, cerca de parque O´Donnell. Visitamos diferentes lugares, empezando por la puerta de Madrid donde vimos la espectacular puerta y sus murallas. Seguidamente, nos dirigimos a la Plaza de Palacio donde Miguel Alcobendas nos explicó y nos señaló las diferentes partes: el palacio, el convento, el museo.... Nos explicó también porqué las piedras de los muros tenían una firma (era la firma que lo trabajadores dejaban para después cobrar).

espués del recreo, visitamos el lugar Cervantes, la

ta sobre un nuevo

do, se alía con su hija y entre las

errano 2ºG

Minutos más tarde, visitamos la plaza de las Bernardas donde ya no hay monjas. Acto seguido, fuimos a ver la Plaza de los Santos niños, Justo y Pastor (por si no os acordabais). Anduvimos por los soportales y llegamos a la Calle mayor. Una vez allí, entramos al hospital que no costaba dinero, salía a flote gracias a la generosidad de los

demás. Después de visitar el hospital, nos dejaron libres (como cabras por el campo) veinticinco minutos que dieron mucho de sí. Unos se fueron a comprar almendras garrapiñadas al convento mientras que otros prefirieron entrar al tienda de chuches. No hay que olvidarse de aquel grupito de chicas (entre las que estaba yo) que se lo pasó genial echando de comer a los pajarillos que se acercaban tanto que los podías incluso coger. donde fue bautizado D

Universidad, etc. Y después, al teatro. Los actores iban cambiando sus papeles frecuentemente. Sus nombres eran Pablo, Mireia y Sergio. a obra que representaron fue “El Burgués Gentilhombre”, que traL

rico que quiere hacerse notar y por eso empieza a “tontear” con una marquesa que sólo quiere su dinero. Por otra parte, su hija Lucie quiere casarse con Cleón pero su padre no la deja porque él no tiene dinero ni es importante. La esposa, que se entera de la infidelidad de su maridos consiguen engañarle y que Lucie se case con Cleón. Por falta de personal, tuvieron que pedirnos ayuda y salió un chico a hacer de Cleón y nuestro profesor de francés a hacer de cura.

Fue muy divertido...

aquel Bernardo S R

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IES GAB – FRANCÉS ALCALA DE HENARES, 21 noviembre 2007

Recorrido con alumnos de 2º de ESO por Alcalá de Henares antes de asistir al teatro en la sala Margarita Xirgú situada en la Avda. Complutense, 19, cerca del Parque O’Donnell.

esde la Puerta de Madrid (1) [Puerta y Murallas], nos dirigimos a la Plaza de cio (2)

ersidad,

D Pala[Palacio Arzobispal, Convento Bernardas, Museo Arqueológico,...], Plaza de los Santos Niños (3) [Catedral - Magistral], Calle Mayor (4) [Casa Cervantes, Hospital Antezana, Corral de la Sinagoga,...], Plaza de Cervantes (5) [Capilla Oidor (pila bautismo Cervantes), Colegio Málaga (Obispo Moscoso),...], Plaza de San Diego (6) [UnivConvento Clarisas (almendras),...] y desde allí al teatro. Le bourgeois gentilhomme Molière (Paris 1622-1673)

Comédie-ballet. Version pour 3 acteurs.

dain, un bourgeois très sot, veut acquérir re, il se

ent

t de

gentilhomme – noble, caballer , dalgo Sot – bobo, simple, tonto Costume – traje Maniement – manejo, maneras s’entourer – rodearse

se moquer - burlarse tromper – engañar atteindre – alcanzar persuader – convencer, persuadir

SYNOPSIS

onsieur JourMl’apparence et les manières des aristocrates. Pour se faifait confectionner un costume plus approprié à sa nouvelle condition de gentilhomme et décide d’apprendre le maniemdes armes, la danse, la philosophie, etc. Il s’entoure donc de nombreux professeurs et conseillers. Mais ceux-ci se moquenlui et le trompent pour atteindre leurs propres objectifs alors que lui est persuadé d’être accepté par des membres de la plus hautenoblesse.

o hi

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Salimos a las ocho y media de la mañana y llegamos sobre

dos grupos. Uno consistía en nseñarnos la cueva y las cosas que hacían en ella, ientras que al otro grupo les explicaban como convivían,

eva, una sala a la que llamaban arco-iris porque la

os años. Más tarde nos enseñaron un pequeño poblado similar a los que tenían antiguamente los homoDespués volvimos y llegamos a las dos y cuarto.

Hola, soy la cueva de los Enebralejos. Hoy por aquí hace mucho do mis galerías. Yo vivo er, por eso hay varios

e. Encima de mí hay un dificio con carteles, y vitrinas que explican cómo vivían los

n entrado unas quince personas, y la guía, la llamáis

las diez. l llegar nos separaron en A

emde qué forma utilizaban y hacían las herramientas, que comían, cómo conservaban la comida, de qué forma cazaban y cómo hacían fuego. Dentro de la cueva había muchas rocas de distintas formas, unas húmedas y otras no. Las rocas húmedas no se podían tocar porque tienen unas gotas de agua que caen y una vez que han caído habría que esperar unos cien años para que se volviese a formar la formación calcárea, por eso era muy importante no quitar las gotas y no tocar las rocas.

Nos enseñaron dónde y cómo enterraban a los muertos y la forma de convivir dentro de la cueva. También nos enseñaron a lo largo de cien metros del recorrido unos dibujos que hicieron los habitantes de la cupared estaba llena de colores. Había un río sin agua que sólo tenía caudal cuando se deshacía el hielo de las montañas en los meses de abril y mayo. El agua baja hasta el río de la cueva y de allí a la superficie. Al lado de río había unas figuras formadas por las gotas de agua que iban cayendo unas encima de otras. A esas figuras las llaman Belén debido a su forma y disposición.

largo de muchísimloTambién había unas largas barras formadas por las gotas de agua a sapiens.

Por Alicia Castiñeira Cañadas

frío pero así puedo mantener en buen estaa 45km. de Segovia y no me puedo movniños y niñas que me visitan para vermehombres en estas tierras, mis galerías, y una recreación del poblado. Cuando yo estaba dormida, hacia las 11:00 han entrado una serie de personas en masa que han pisoteado mi superficie; se oían unos pasos tremendos y luego las explicaciones de mis compañeras, las de la luz, ¿sabéis cuales os digo no? Cuando de epente har

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así ¿no? Ha empezado a explicar que aquí hacían sus ritos funerarios y que iban a recorrer 200m de mí, aunque yo tengo mucho recoveco, así que, según las investigaciones tengo 3.700m. Hay una especie de pinchos en el techo y en mi suelo, llamados estalactitas y estalagmitas respectivamente, sobre todo hay una que destaca mucho en mi cueva, pues es muy grande porque se han unido las estalactitas con las estalagmitas

rmando una columna. En esa columna dicen que se ve un Nacimiento.

istóricos que pasaban parte de su vida aquí.

l poblado que está a mi derecha según sales del

an para comer,

SENDA DE SEGUNDO

fo Además tengo diferentes variedades de colores y grabados hechos por los susodichos hombres preh Lo que os he contado era mi historia, la de la cueva; ahora os voy a hablar del poblado. Eedificio donde estoy, está compuesto por cabañas, cacharros de barro y cosas que utilizabtambién hay hogueras. Las cabañas estaban echadse adobe, una mezcla de barro y madera, su ropa era de piel. Bueno esto es el conjunto histórico de Enebralejos, llegó el momento de despedirnos. Cuando queráis, venid a verme, que si no me encuentro muy sola y a oscuras. ADIOS

Alicia Alarcón García. 1º F.

Hola queridos lectores:

voy a contar la senda que hicimos los de segundo. Nos sitio llamado río Duratón, estuvimos todo

l día siguiendo el río, tras unos 7 kilómetros de recorrido

Después seguimos andando un rato más, hasta que llegamos a un sitio donde nos dejaron comer, era un sitio precioso, estaba todo lleno de hojas marrones que daban

maravillosos árboles, altos y divinos. Después de ese rato nos vinieron a buscar los autobuses, y vuelta

Osllevaron en autobús a unellegamos a un sitio donde paramos para tomar el aperitivo. Era como una montañita, pero no muy alta.

el aspecto de una preciosa alfombra. Allí comimos y luego tuvimos tiempo para admirar la naturaleza y descansar un rato de toda la caminata. Pasamos allí como una hora o así. Fue maravilloso admirar ese río cubierto de una alfombra de hojas y ese campo con tan

a casa a descansar. Fue una experiencia agradable. Nos lo pasamos muy bien. Por Lucía Martín

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ADIÓS Aquella noche el tiempo pasaba más despacio. No podía parar de pensar en lo ocurrido aquella tarde. Rubén y yo nos conocimos con 16 años, llevábamos saliendo diez años, por lo tanto, no era extraño, pero nunca me había parado a pensar que me pudiera pedir matrimonio. Cuando me lo dijo pareció que se había congelado mi tiempo, no podía decir nada, pero le abracé con tanta fuerza que no hacía falta contestar para saber cuál era mi respuesta. Estuve toda la noche mirándole dormir a mi lado, estaba muy mono dormido. Tras horas de pensar en lo ocurrido y en lo que pudiese ocurrir, le cogí de la mano con fuerza, intentando no despertarle, cerré los ojos y me dormí con una sonrisa en la boca. Pasaron los días y todo iba como siempre, a la perfección. El y yo apenas habíamos peleado en diez años, éramos muy felices, por eso yo sabía que el era la mejor persona con la que podría compartir el resto de mi vida. Una noche me comentó que tenía que irse a Londres por dos semanas por motivos del trabajo. A mi no me gustaba pasar tanto tiempo sin el, hacía mucho tiempo que no estábamos separados, pero el trabajo es el trabajo. Finalmente llegó el día en el que se fue. Ambos estábamos muy tristes. Me dio un beso y se marchó. Me llamaba muy a menudo. La primera semana me decía que ya me echaba de menos, la segunda decía que necesitaba volver a estar junto a mi, que lo estaba pasando muy mal. Quedaban a penas tres días para su regreso y volvió a llamarme. Me decía lo mucho que me quería una vez tras otra. Me dijo unas cosas muy bonitas; que el no conocería jamás a nadie como yo y que lo único que el quería era que yo fuese feliz. Todas esas cosas que me había dicho me emocionaron mucho, estaba ansiosa por verle, pero también estaba muy feliz porque sabía que llegaría pronto. Cuando llegó el día en el que Rubén volvería yo estaba muy nerviosa y muy feliz. Me desperté y no salí de casa en todo el día. Pero a medida que el sol se iba escondiendo tras el horizonte, yo seguía esperando y no venía nadie. Llegaron las doce y no había venido aún. Estuve llamándole pero su teléfono estaba apagado. Tras toda la noche en vela preocupada por Rubén llegó la mañana y yo esperaba encontrarle en el otro lado del colchón, pero nada. Pasaron los días y él no venía. Yo estaba muy deprimida, le esperaba en casa durante todo el día pero no venía nadie. Tras varios meses empecé a pensar que no me quería y asumí que me había abandonado. Siguió pasando el tiempo y yo no conseguía superarlo. Una noche, me estaba duchando y sucedió algo que nunca olvidaré. Salí de la ducha, como de costumbre, el baño estaba cubierto por vapor y los espejos llenos de vaho. Me cubrí con la toalla y me senté en el suelo mirando a ninguna parte. Entonces algo llamo mi atención; una silueta borrosa se reflejaba en el espejo cubierto de vaho. Mis ojos estaban más abiertos que nunca y mis pupilas eran como dos canicas, yo estaba pálida y era incapaz de moverme. En el espejo pude ver como alguien o algo comenzaba a escribir aprovechando el vaho: “Tengo la esperanza de que pasado ya un año y medio hayas conseguido olvidarme. Yo quisiera pasar contigo muchísimo tiempo y así poder casarnos, tal y como te pedí. Pero por desgracia eso no es posible. Sólo te pido que seas muy feliz, aunque sea con otra persona. Te quiero.” Finalmente, la figura desapareció. Yo continuaba inmóvil en el suelo y estaba más pálida todavía. Al fin conseguí extender el brazo.

Busqué el pomo de la puerta con la mano, lo abrí y me arrastré hacia mi cuarto, aún horrorizada por lo ocurrido. Me senté con las piernas encogidas en un rincón, sobre mi cama, empapándola por completo. El pelo mojado me caía sobre la cara y me la tapaba casi por completo. Mi rostro reflejaba pánico. De repente cerré los ojos fuertemente, apoyando los codos sobre mis piernas y tapándome la cara con las manos. Abrí los ojos esperando que nada fuera real, pero un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al ver que si. Aspiré aire y me quedé unos segundos con la boca abierta, pero sin soltarlo, luego lo solté y me mordí los labios volviendo a cerrar los ojos. - ¡¡Rubén!!- grité con una voz aguda y desgarrada. Lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas. Yo quería creer que nada era cierto y me dormí esperando olvidar todo. A la mañana siguiente recibí una llamada. Me comunicaron que la noche anterior Rubén había muerto a causa de un cáncer. En su funeral me entregaron una carta de Rubén:

“Lo siento mucho… Te mentí, pero debía hacerlo. Cuando me fui a Londres, en realidad era porque debía ir al hospital allí ya que me habían diagnosticado un cáncer y decidí estar en mejores manos para intentar hacer posible mi curación. Me comunicaron que era demasiado tarde. Yo siempre he querido lo mejor para ti, y no quería verte sufrir por mi enfermedad, así que volví a España, pero me fui a vivir a un piso de alquiler lejos de ti y de el resto de mi familia y de amigos. Tenía la esperanza de que para cuando yo estuviera muerto te hubieses olvidado de mi y hubieses conocido a otro. Siento hacerte sufrir comunicándote mi muerte y todo esto, pero, como comprenderás, no podía dejar que vivieses engañada y sin saber de mi muerte. Espero que seas muy feliz. Adiós, te quiero.” Paula Lanjarín

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EL CURRICULUM El humo del cigarrillo de Leo hacía extrañas formas, libre y sin barreras suspendido en el aire; era curioso, nunca se había fijado en la sutileza de los movimientos del humo, grácil y ligero, jugaba con el tiempo, ajeno a las leyes de la física… Ya era la tercera vez que se quedaba embelesado con algo tan superfluo como el humo de un cigarrillo, el vuelo indefinido e irregular de una mosca o el monótono girar de la lavadora. Delante de él, en una mesa con la madera un tanto descolorida, había un ordenador con la pantalla encendida y un archivo de Word en blanco. Después de mucho meditarlo puso su apellido y su nombre, y pausadamente anotó su edad, 20 años. Añadió su residencia y número de móvil, miró su escrito con orgullo, la vista se le desvió al reloj de la cocinita (el tamaño de ésta hacía indispensable el

diminutivo) y desfallecieron sus ánimos; dos horas para poner su nombre, edad, residencia y número de móvil era mucho tiempo. Es que hacer un currículum era algo que había que meditar mucho y escoger las palabras exactas. Haciendo un vago intento de convencerse a sí mismo se dijo: “aunque bien mirado ¿para qué iba a servir? Acabaría en manos de un oficinista mal pagado de la ETT que apenas se fijaría y que a lo mejor, con algo de suerte, enviaría a algún empresario negrero que le utilizaría para alguna chapucilla de una semana” Dijo una vocecilla en su interior. Una desanimada parte de su interior le decía que se fuera a dormir y otra parte, (fuertemente secundada por su compañero de piso y su casero) a seguir contando su “preparación para el mañana”. Finalmente escribió: Estudios: Primaria-“¿se dará esto por sabido?” –se preguntó- Secundaria: Bachillerato de Humanidades y…un cursillo de

socorrismo “-¡No!- “ ¿Para qué iba a interesarle a nadie si sabía socorrer a alguien en una oficina de pringados acobardados?. Borró lo escrito. En ese momento quiso haber puesto algo más pero sabía perfectamente que no había nada más. Miró desganado el techo y las goteras numerosas que había en éste. Producían un extraño y curioso efecto con la telaraña, si alguna vez le enseñaban varios techos, entre ellos el de su casita (necesario en este caso el usar el diminutivo, también por las mismas razones que en el caso anterior) sabría reconocer el suyo sin duda alguna. Cuarta vez que se distraía. Iba a volver al trabajo cuando en la pantalla apareció una ventana que anunciaba “error en read” “no puede cargarse el archivo” Leo, nervioso, intentó cerrar la ventana, en vano ya que en el acto el ordenador se colapsó a causa de haber tocado varias veces el botón de cerrar. Con un manotazo apagó el ordenador, si es que se le podía llamar así. Malhumorado al ver las tres horas de trabajo perdido, sacó un boli y un papel y se dispuso a redactar de nuevo su currículum. Ya lo pasaría, si podía, más tarde, al ordenador. El ordenador no era gran cosa, tenía tres años, a veces era lento, pero servía para escribir y tenía lo básico: un teclado un tanto grisáceo al que le faltaba la letra “ñ”, una pantalla con manchurrones y unos altavoces poco utilizados porque hacían un ruido molesto. Con el papel en blanco y la mente en el mismo estado, Leo decidió irse a su habitacioncita (mismas razones) Estaba empezando a deprimirse. Veía asqueado como su vida pasaba por delante de forma continua, como un río que se dirige al mar, imperturbable, indiferente. Se dio la vuelta, aporreó la almohada y se esforzó en no pensar en nada. Cuando parecía que iba a quedarse finalmente dormido sonó el teléfono. No pensaba cogerlo, no estaba de humor. Después de sonar un rato, que a Leo le pareció interminable, paró. Para desesperación de Leo, el teléfono volvió a sonar, y sabía lo que significaba. Su madre llamaba para hacerle la inspección diaria, “No estoy en casa” pensó para sí. Pero su madre era pez viejo y dijo por el contestador: “Se perfectamente que estás ahí porque has salido de mis entrañas” Leo se levantó de mala gana con los ojos en blanco y cogió el teléfono.

- Hola, mamá, sí, lo siento, es que estaba concentrado haciendo de nuevo mi currículum. …… …………… ………………… …………………………. Sí mamá, mi contrato en la librería era de dos meses …………… …………………….. ya, yo también, esperaba que me lo ampliaran, pero en fin …………………….. ¡No, no me des dinero, ni se te ocurra! ………… ……………… ……………………. Sí, mañana voy a comer, a las dos ………………………… Vale, ¿Qué tal papá? ¿Tan pesado como siempre? ................... ................ ........................ Ya imaginaba, bueno tengo que seguir haciendo el currículum ………… ………………… ………… Sí, yo también te quiero …………… ………. Sí, sí mañana voy a comer, un beso, adiós.

No sabía porqué pero esa conversación con su madre le había deprimido aún más. De repente se acordó de su instituto, de sus profesores, recordó especialmente con tristeza al que fue su mejor amigo en la adolescencia. Digo con tristeza porque había muerto de sobredosis hacía un año ya. Era un chaval alegre pero con mala suerte. Los profesores le machacaban en cuanto tenían ocasión. Lo catalogaron en el grupo de “los malos”. Leo recordaba especialmente una frase que le decían: “yo ya tengo la vida hecha y ya se lo que te estoy explicando, si tú no lo sabes es problema tuyo” “Desgraciados” dijo en voz alta Leo. ¿Y si en vez de marginarlo se hubieran centrado en comprenderlo? No sabían su situación, en su casa tenía unos padres que curraban todo el día y que apenas lo veían. Su hermana se había quedado embarazada. Sintió cómo se le humedecían los ojos y decidió abstraerse haciendo de nuevo su currículo. Estaba de muy mal humor pero tenía que hacerlo. Agarró y apretó con fuerza el bolígrafo, con tanto ímpetu que reventó el pequeño cilindro que contenía la tinta. Con toda la mesa llena de tinta y las manos de color azulado, dio un puñetazo en la silla manchándola también. Algo tenía que hacer, no sabía el qué, pero algo tenía que cambiar. Eso no podía continuar así. Sentía odio, rabia, impotencia.

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Después de recogerlo todo, con mucho esfuerzo y tiempo, se armó de valor y por cuarta vez en la tarde volvió a ponerse manos a la obra. Cogió esta vez un lápiz. Nombre: esclavo pasivo Residencia: hacinado en un piso Preparación: veinte años de vida Aspiraciones: cambiarlo todo Arturo Alarcón García

LA NIÑERA ASESINA

Lucía, una mujer de unos 20 años, tuvo un hijo con su amado esposo Ricardo, el bebé nada más nacer murió de un soplo en el corazón, lo que angustió mucho a Lucía e hizo que no quisiera tener nunca más un hijo. Esto dificultaba su trabajo, ya que era una amante empedernida de los niños, en especial de los bebés. Lucía cayó en una profunda depresión, ya cansada de esta enfermedad, al cabo de tres años decidió volver a su antigua rutina y dedicarse de nuevo a los niños, pero sin ser madre, ya que quedó muy traumatizada después de la muerte de su hijo. Puso anuncios por toda California diciendo:” mujer responsable busca trabajo cuidando niños”, hasta que la llamaron de uno. El bebé tenía seis meses, era precioso, se llamaba Clara, y era la niña más bonita que había visto Lucía en años. Fue a la entrevista de trabajo, y la madre de Clara quedó sorprendida, por lo que la contrató.

Por fin llegó su primer día de trabajo, empezó cuidando a Clara y se le dio muy bien, todo iba sobre ruedas. Iba a su casa todos los días, cada día que pasaba Lucía cogía más cariño a Clara, pasó un año y a pesar de que la niña creció un poco más, ella la seguía cuidando. Un buen día, Lucía fue como siempre a su trabajo, pero para sorpresa de todos, fue con una maleta, como lista para irse a algún sitio, y efectivamente, aprovechó que ese día no estaba la mamá de Clara y se la llevó, para no volver jamás. Llamó a Ricardo y le dijo que si quería irse con ellas, a lo que este respondió:

- No, jamás seré cómplice de tal acto, nunca! Si quieres tú, vete y llévate a la pobre inocente que no tiene culpa de nada.

- Pues muy bien, me pienso ir contigo o sin ti. Adiós. La mamá de Clara denunció el secuestro, pero no la encontraron, ya que se fueron a otro estado. Su madre desistió de la búsqueda.

Pasaron 6 años, y apareció un caso en las noticias de una supuesta madre que mataba a su hija de 6 años. Sí, era ella, cuando Clara creció, a Lucía ya no le gustaba y la mató. Allí donde se fue la condenaron, pero antes de que se hiciera justicia, Lucía, torturada por la atrocidad que había cometido decide volcarse en el alcohol, algo que no le trajo muy buenos resultados le llevó a cometer un acto del que posiblemente se hubiera arrepentido. Abrió la ventana de su habitación, Lucía vivía en un séptimo piso. Por noticias reveladas horas más tarde lucía cayó y se suicidó estando sobria, no pudo ser condenada por el secuestro de clara, pero se condenó ella misma. Marta Fernández Inglés

"Una triste historia" Es lunes. Tengo que ir al instituto. Después de estar toda la semana castigada sin Messenger volveré a reencontrarme con amigos y compañeros… Vicky llega tarde a primera hora. Se sienta a mi lado. Está nerviosa. Durante la clase, a través de notas escritas en su cuaderno me hace sentir una extraña mezcla de rabia: “las mato”; miedo e incomprensión: “¿Qué es lo que está pasando?” “¿Volveré a casa con dos costillas rotas?” La voz del profesor suena cada vez más lejana… Vicky me pasa otra nota contándome lo que han escrito por el Messenger: “El lunes os vais a enterar. Como no vengáis a la pista os buscamos por todo el recreo. Os vamos a dar de hostias.” Un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Tengo que pensar. Tengo que intentar pensar con claridad. Ellas no pueden salirse con la suya. No nos podemos dejar atemorizar de esa manera. Suena el timbre del primer recreo. Engancho la mano de Vicky y salimos disparadas hacia las pistas.

- Vicky, hay que llegar antes que ellas. Nos quedaremos en un rincón. Si vienen nos 27

defenderemos pero no vamos a hacer nada por armar follón, ¿vale? Permanecemos tensas, mirando en todas direcciones. Ellas vienen en bloque y nos rodean. Parecen una manada de lobos atacando a su presa y aullando todas a la vez. El corazón me late en el cuello. Noto que todos los músculos del cuerpo estás agarrotados.

- ¿Por qué nunca dices las cosas a la cara? Siempre utilizas el Messenger. ¡Eres una falsa!- me grita mientras que todas las demás la jalean por detrás

- Marta, no me he conectado durante todo el fin de semana.- la contesto a la defensiva y dispuesta a atacar si es necesario. Ella sigue en sus trece. Sostiene, en actitud cada vez más agresiva, que yo la he insultado a través del ordenador. Las demás la defienden a muerte.

- ¿Eres corta o no quieres enterarte de lo que te estoy diciendo? No me he conectado ¿Vale?- grito rabiosa - ¡No me insultes! Que sepas que aquí no te vamos a pegar porque nos caerían tres días de expulsión pero como te cojamos por

la calle...- me amenaza con todo su cuerpo. Las demás nos incitan a pegarnos jaleando:

- ¡Pegaros! - ¡Venga Marta, dala! - ¡Pegaros!

Por fin suena el timbre. Uff, ¡qué alivio! Llego histérica a clase. Me desahogo con mis compañeros. Ellos me apoyan incondicionalmente y están dispuestos a echarme una mano en el segundo recreo. Durante las dos horas siguientes estoy ida: no me entero absolutamente de nada y me siento cada vez más y más cansada. Tengo miedo de quedarme sola, no sé si tendré fuerzas para volver a pasar por la misma situación.

---------------- ¡Riiing, riiing! Pego un salto sobre mi asiento y salgo disparada hacia el patio. Una de ellas se avalancha sobre mi dispuesta a abofetearme. Mis compañeros se ponen detrás en guardia. Yo, comportándome como un animal al acecho, instintivamente sujeto su brazo.

- ¡A mí no me levantas la mano! Una masa humana cada vez más compacta empieza a rodearnos. Sin saber cómo ni por qué han surgido de todas partes. No quieren perderse el espectáculo por nada del mundo: su instinto les dice que puede haber pelea.

- No entiendo por qué tiene que meterse tanta gente de por medio. ¿No es mejor que tú y yo vayamos a resolver nuestras diferencias a solas?

Ella acobardada, no por mis palabras, sino por no haber calculado bien sus maniobras intimidatorias y viendo la magnitud que van tomando los acontecimientos, me contesta:

- No, no. Si al final no os vamos a pegar... Toda esa acumulación de violencia que para mí resulta insoportable se disipa por arte de magia. Por fin vuelve a salir el sol: cada una tira por su lado, mezclándose con la gente que ha venido a disfrutar de forma gratuita de una pelea entre compañeras. La masa, decepcionada, se disuelve poco a poco. Lo más sorprendente es que no entienden por qué no nos vamos a pegar y no dejan de preguntar:

- ¿Qué pasa? pelea? Pues... ¡Vaya!

er ------

Ahora lo entiendo todo:

Qué triste historia!” ¡Qué falta de sentimientos! ¡Qué poca valoración hacemos del compañerismo y la amistad!.. Y todo por un

a de mis amigas tenía dudas sobre unos ejercicios de música y estábamos ayudándola. Se

- as. Tenéis música. Por eso he repetido: para no tener deberes de música.

ner que estudiar música tarde o temprano.

o te vengas con nosotras. ¡Me estás jodiendo la vida! A pa fatídico

- ¿No va haber- Pero ¿por qué no la pegas? - Ya me contarás - Dame tu messeng

--------

“¡comentario, quizá un estúpido comentario...

... Hace unas semanas, en el recreo, unacercaron y: Jaja, qué pip

Yo, molesta la contesté: - Que tonta. Si vas a teElla, tomándose a mal mis palabras, se alejó con las demás diciendo:- Que sepas que repetir no es malo. Si no te gustan las repetidoras nrtir de mi comentario las que hasta entonces habían sido amigas fueron cambiando su actitud para conmigo hasta este

lunes.

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¡Qué absurdo! ¡Qué estupidez! ¡Qué ganas de no querer entender las cosas! Si somos capaces de llegar a esto por culpa de un “malentendido” carecemos de principios y de valores, de un mínimo de respeto y educación. Laura Berzal

Los músicos de la calle Preciados Era un día soleado. Un chico llamado Víctor, de ojos verdes y cabello negro paseaba tranquilamente por la calle preciados. De pronto oyó un sonido muy agradable y se guió, hacia donde salía ese ruido tan dulce. Descubrió quienes eran. Nada más ni nada menos que seis músicos tocando el violín, la viola y el violonchelo. Se quedó horas viendo como tocaban aquellos músicos. Anocheció y seguía contemplándolos, hasta que llegó un momento en el que se tuvieron que marchar y Víctor también. Cuando llegó a su casa su madre le dijo- ¿Por qué has tardado tanto? ¿Has hecho los deberes? Víctor se quedó sin habla. Seguía pensando en aquellos músicos que había visto esa tarde. No comía ni bebía, hasta que un día le dijo a su madre – mamá, quiero tocar el violín. Al día siguiente, después del colegio, él mismo se apuntó a una escuela de música que había cerca de su casa. Cuando llegó a la escuela vio que era de un color limón, alegre y tan grande como dos bloques de pisos juntos. Luego entró y observó muchos instrumentos hasta algunos que el no conocía, uno era muy alargado, otro redondo, que si otro rectangular. Luego llegó al despacho del director, pidió permiso para entrar y se sentó, aquel tipo era muy siniestro y de cara triste. Víctor le dijo que quería apuntarse a clases de violín, entonces el director resopló y dijo- ya no quedan más plazas para violín, pero si para viola. Víctor dudó durante un momento pero al final se decidió y dijo que sí. El director asintió y acto seguido dijo

- ahora sólo faltan dos cosas, la firma de tu madre y el dinero. Víctor dijo- “ok” y se fue a su casa. El chico iba la mar de feliz y se lo contó a su madre, lo de que tenía que ir a firmar y a pagar, para que pudiese aprender a tocar la viola, su madre lo miró con cara de tristeza, pues no podían pagarse aquel lujo, porque el padre se pasaba todo el día frente a la caja tonta y la madre no podía llegar a fin de mes con un sueldo de camarera, pero aún así quería hacer feliz a su hijo y asintió. Víctor, contento, se fue a su cuarto a hacer los deberes y como al terminarlos le sobraba tiempo quiso ir a ver a los músicos con los que había soñado la noche anterior. Cuando llegó, ahí estaban perennes, alrededor había un corrillo de gente a la que le gustaba como tocaban. Volvió a anochecer y Víctor se fue a su casa, esta vez no oyó a su madre. Víctor inquieto le preguntó a su padre

- ¿y mamá, dónde está? Se ha ido a pagarte eso de la música. Víctor dijo un

- ¡toma ya! en alto. Su padre seguía viendo la televisión, sin hacerle el menor caso. Al rato, su madre llegó y gritó

- ¡Víctor! El chaval acudió al instante y la bombardeó a preguntas como estas: ¿me has apuntado? ¿Qué te ha dicho el director? ¿ tengo ya una viola ? La madre, un poco estresada por su bombardeo se fue a su cuarto, tras ella iba Víctor. Cuando hubo descansado la madre se lo explicó, -ya está todo firmado y te he comprado una viola hijo. Por la mañana, como era sábado Víctor se despertó tarde y fue a ver a los músicos. Era otoño y hacía frío, así que su madre le dijo que se abrigara. Esa mañana antes de bajar les había escrito una carta que decía así: Hola, soy un gran admirador vuestro, y me he apuntado a viola ¿me podríais enseñar a tocar como lo hacéis vosotros? No sé seguramente no, pero hay que intentarlo. Os he puesto un poco de dinero para que podáis comer mejor. Besos, Víctor. Se la dejó en la funda del violín de uno de los músicos. Por la tarde fue a visitar a sus abuelos, la madre les pidió un poco de dinero para las clases de música, claro, sin que se enterara Víctor. Víctor se lo pasó muy bien pues también jugó con sus primos. El domingo los seis músicos no estaban, Víctor se extrañó, porque el domingo pasado si que estaban. Pero lo más raro es que el lunes tampoco estaban. El lunes le tocó ir a la escuela de música. La clase le encantó, pero al salir volvió a pensar en los músicos y que no habían respondido su carta. Se lo dijo a su madre y la madre le contestó

– yo todos estos días he estado pasando por la calle Preciados y no he visto ningún músico. Víctor decidió preguntar a una castañera que siempre estaba en la esquina de la calle y entonces la señora mayor le dijo

- hace años que no para ningún músico, pero aquí cuando yo era pequeña, hará unos cincuenta años, había un grupo de músicos muy apreciados por la gente. Un día desaparecieron y dejaron abandonados sus instrumentos en la pensión donde se alojaban. Algunas noches a la anciana también le había parecido verlos y oírlos tocar. FIN Alicia Alarcón

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GONE WITH THE WIND Carla es una mujer joven, de unos veinticinco años. Vive en un pequeño ático en la calle Ríos Rosas. Pequeño, sí, pero a ella le basta y le sobra. Todos los días sigue la misma rutina desde hace dos años. Se levanta a las seis y media, se deja preparado el café y va a la ducha. Después de ducharse desayuna. Un cortado hecho en la cafetera exprés que le regaló su madre, y unas tostadas con margarina. Carla tiene un viejo tocadiscos en su habitación, y mientras se viste, le gusta escuchar alguno de esos vinilos de jazz que guarda en un cajón. Para ir a trabajar siempre se pone uno de esos vestidos de falda y chaqueta. Medias oscuras, porque tiene la piel muy pálida. Una vez vestida se acerca al pequeño aseo de la casa y se maquilla con esmero. Tiene por costumbre hacerse la raya muy gruesa. Hay a quien no le gusta cómo le queda, pero ella se ve guapa. Luego se pinta los labios de rojo y se echa unas gotas de ese perfume francés tan caro. Coge su bolso, su tarjeta para fichar, apaga el tocadiscos, y se dispone a salir a un nuevo día. Un día igual que el de ayer, y seguramente muy parecido al de mañana. Carla baja las escaleras de su edificio sin ascensor. “Tanto mejor”, piensa. “Así hago un poco de ejercicio”. Sale a la calle y va hacia la esquina, donde está la parada del cinco. Ahí coincide con un grupo de personas. Siempre el mismo. Después de tanto tiempo ha logrado adivinar más o menos a qué se dedican cada una de ellas. Ya sea por el uniforme, el traje, o simplemente por el semblante, Carla ha ido encajando piezas, como si de un puzzle se tratara, de la vida de aquellas gentes. Pero de entre ellas, había un joven con media melena.

Un chico de lo más normal. Camisa negra, vaqueros, zapatos… Nada fuera de lo común. Sin embargo, por alguna razón, Carla y él compartían algo más que aquella parada del cinco. A ella le gustaba sentarse en el lado de la izquierda del autobús, justo detrás del conductor. A él… también. De modo que siempre acababan sentándose o bien juntos, o bien muy cerca. Y en todo este tiempo jamás habían cruzado palabra alguna. “Buenos días”, y gracias. Nada más. Era un chico sin nombre, sin historia, sin gustos, sin aficiones, sin manías… al menos que Carla supiera. No era especialmente guapo, ni tenía los ojos de un color llamativo. No iba uniformado, no llevaba mochila, y no se bajaba en ninguna parada antes que ella. A la salida del trabajo Carla cogía el mismo autobús de vuelta e iba directa a su sitio favorito. Pero normalmente estaba ocupado. Estaba el chico. Fuera cual fuera el trabajo que desempeñaba, estaba claro que entraba y salía a la misma hora que ella. Pura casualidad. Puro azar. Mera coincidencia. Pero ahí estaba. Y al final del día laboral tampoco presentaba pista alguna de de dónde venía o qué había estado haciendo. Nada. Carla nunca reparaba en él. Quizá alguna vez se dio cuenta de la ironía, o la cara del joven se le hizo familiar. Ni más ni menos. Simplemente eso. “El mundo es un pañuelo”, se dijo a sí misma un par de veces en todo este tiempo. Cuando llegaba a su calle, a su esquina, Carla se bajaba del cinco y marchaba hacia casa. Nunca reparó en la dirección que tomaba el joven, así que nunca supo (ni le importó) dónde podría vivir. Una vez en su ático, lo primero que hacía era quitarse los zapatos, entrar en su dormitorio y encender el tocadiscos. Se desvestía, desmaquillaba, y aún en ropa interior se fumaba un cigarro sentada sobre la cama, escuchando la música. Luego se ponía el batín, iba a la cocina y se preparaba la cena. A menudo se la tomaba sentada en el sofá viendo la televisión. Y cuando se hartaba de llenar su cerebro de

banalidades, apagaba el aparato y se iba directa a la cama. Leía un poco del libro que fuera que estaba leyendo en aquel momento y poco antes de las doce se dormía. Muchas veces tenía que levantarse a eso de las tres porque se había dejado el tocadiscos puesto. Pero salvo en esas ocasiones, dormía de un tirón. En eso consistía la vida de Carla. Rutina, rutina y más rutina. Y dentro de ésta había encontrado cierta comodidad, quizá incluso estabilidad. No, no habría cambiado nada. Todo marchaba bien tal y como estaba. Sin embargo, una mañana de Noviembre iba a ser diferente. Fuera estaba lloviendo a cántaros. Ella se despertó a las seis y media, como siempre, y desarrolló sus labores como siempre. Esta vez se puso una gabardina y se llevó un paraguas para protegerse de la lluvia. Caminó hasta la parada del autobús con más velocidad de la acostumbrada, para ponerse a resguardo pronto. Miró a las demás personas que estaba esperando al cinco. Dio y los buenas días y les dedicó una sonrisa. Como siempre. Pero hoy… hoy era diferente. Probablemente fuera el día, más gris de lo acostumbrado. Sí, debía ser eso. Luego subió al autobús y se sentó en su asiento favorito. Y por alguna razón incomprensible, no se alegraba de haberlo encontrado vacío. ¿Sería que ya no le gustaba aquel asiento? ¿O quizá habían cambiado los autobuses y aquel no le resultaba cómodo? Fue a la oficina, fichó, y el día transcurrió con normalidad. Después cogió el cinco de nuevo para volver a casa. No había ninguna duda, todo estaba normal. Como siempre. Pero ella seguía experimentando esa sensación de vacío, de abandono. Algo había fallado en su reloj interno. Una pieza faltaba hoy en el puzzle por encajar. Cuando llegó a casa seguía lloviendo. Se quitó los zapatos lentamente, y entró en su habitación mucho más triste de lo normal. Ni siquiera se paró a desvestirse o a desmaquillarse. Sacó un vinilo y lo puso en el tocadiscos. Encendió un cigarrillo y se lo puso en la boca. La canción que estaba sonando era “Gone with the Wind”, cantada por Ella Fitzgerald. Entonces, Carla supo qué pasaba. Comprendió por qué estaba tan triste. Por qué este día había resultado tan amargo. El rimel se le corrió por la cara mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. El pintalabios rojo quedó marcado en el cigarrillo que se le calló de los labios. Carla se llevó las manos al rostro. Y siguió llorando. Toda la noche.

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CARL LINNAEUS Durante este año 2007 que se nos escapa, se ha cumplido el tercer centenario del

nacimiento del más grande naturalista que dio el siglo XVIII. Carl Linnaeus (conocido como Linneo en España) nació el 22 de mayo de 1707 en Råshult, localidad situada al sur de Suecia. El apellido latino fue adoptado por su padre Nils en recuerdo de un tilo próximo su lugar de nacimiento. Así pues, Carl no convirtió al latín su apellido como se ha escrito en numerosas ocasiones. Hijo de un pastor luterano, pasó los primeros años de su vida rodeado de jardines y flores silvestres, hecho que probablemente determinó su pasión futura por la naturaleza.

Ingresó a la edad de diez años en la escuela de Växjö para seguir estudios eclesiásticos. Ya desde una edad temprana era tal su interés por las plantas que en la escuela era conocido como "el pequeño botánico". A la vista de sus preferencias, sus profesores consiguen convencer al padre sobre el verdadero interés de Carl, y en 1727 comienza sus

estudios de medicina en la Universidad de Lund, primero, y en Uppsala posteriormente. Conviene recordar que en aquellos tiempos la botánica y la medicina eran disciplinas hermanas ya que la mayoría de los medicamentos provenían de plantas raras que eran cultivadas en huertos especiales. Carl pronto consiguió amigos influyentes. Cabe mencionar a Olof Celsius (botánico y lingüista, no confundir con Anders Celsius, físico y astrónomo sueco inventor de la escala centígrada para la medición de temperaturas) que guió sus primeros pasos universitarios. Con el tiempo consiguió un puesto de conferenciante de botánica. Al mismo tiempo se ocupó de renovar el mal cuidado Jardín Botánico universitario, al que incorporó nuevos y valiosos ejemplares. También comenzó a enseñar botánica teoría, algo completamente nuevo en aquella época. En 1732, Linnaeus obtuvo una beca de la Real Sociedad de Ciencias de Uppsala para un realizar un viaje científico a Laponia, en el norte de Suecia. Permaneció cinco meses en esas heladas tierras entregado a la descripción de la flora local, el análisis de las rocas y minerales de la zona, y el estudio de la cultura indígena.

Sus estudios pronto causan admiración en la comunidad científica sueca. En 1735 se instaló en los Países Bajos. En esa época publicó sus primeros trabajos, en especial la primera edición de su

Systema Naturae, una obra capital de la que hablaremos más tarde. El prestigio de Linnaeus en botánica creció con rapidez. Tras un breve período de tres años en los que pasó el tiempo viajando por Gran Bretaña y Francia, retornó a su país con 31 años. Al no recibir ninguna propuesta de interés, se dedicó al ejercicio de la medicina en Estocolmo. Contrajo matrimonio en 1739 con Sara Elisabeth Moræa, mujer con la que tuvo siete hijos. Finalmente, en 1741 obtuvo la cátedra de medicina en la Universidad de Uppsala y más adelante la de botánica, que desempeñó hasta su muerte. En 1762, al serle concedido un título de nobleza, comenzó a utilizar el nombre de von Linné, que es como se le conoce en Suecia. Dotado de una incorregible curiosidad, se interesó en diversos campos del conocimiento como la óptica, la mecánica y otras ramas de la física. A modo de anécdota cabe recordar que en 1745 invirtió la escala de temperatura propuesta por Anders Celsius, que atribuía 0° al punto de ebullición del agua y 100° al punto de fusión. No obstante, el nombre de Linnaeus ha pasado a la historia natural por su decisiva participación en la llamada nomenclatura biológica, es decir, el modo por el que denominamos a las distintas especies biológicas actuales o extinguidas, y por su contribución a racionalizar el sistema de clasificación de los seres vivos. Sus amplios conocimientos, su trabajo incesante y su enorme talla intelectual lo llevaron a la cima en su campo. Inventó nombres científicos para las 4.200 especies de animales y la 7.700 especies de plantas conocidas en la época. Hasta mediados del siglo XVIII, las especies se expresaban por una frase que era una descripción corta y diferencial de sus características (la diagnosis de la especie). Estas frases tenían dos partes: la parte “genérica” formada por la primera palabra de la serie y común a todas las especies del género, y la parte “específica” compuesta por el resto de palabras de la frase. Es como si para designar el nombre científico del gorrión usáramos una frase descriptiva del ave como “pájaro pequeño granívoro que vive en ciudades y pueblos, y gusta de la compañía del hombre”. Linnaeus sustituyó la frase de diagnosis por dos palabras, una correspondiente al género y otra correspondiente a la especie. Ambas se escriben en latín y la primera comienza por letra mayúscula. Volviendo al ejemplo del gorrión, ahora lo conocemos como Passer domesticus. Esta forma linneana de denominar a los seres vivos se conoce como Sistema de Nomenclatura Binomial y, tres siglos después, está consolidada en la comunidad científica internacional.

Carl Linnaeus pasó toda su vida coleccionando especimenes de plantas, animales y minerales. Una pequeña colección se exhibe en el Museo de Historia Natural de Estocolmo. El resto, incluidos todos los manuscritos de sus libros, su biblioteca privada y su correspondencia, fueron heredados por su viuda y vendidos en 1784 a un rico naturalista inglés. Esta valiosa colección privada se conserva hoy en la Linnean Society de Londres, el más importante gabinete de ciencias del siglo XIX, punto de encuentro de los mejores naturalistas y foro de debate de numerosos descubrimientos. En 1858, en esta sede londinense se presentaron los manuscritos de Charles Darwin y Alfred Russel Walace relativos a la teoría de la selección natural de las especies, la piedra angular de la biología evolutiva moderna.

Menos conocidos son sus escritos sobre “sexualidad en las plantas”. En su tesis doctoral, defendida en 1729 y titulada “Preludios de los esponsales de las plantas”, Linnaeus describía la polinización como un acto sexual; el polen era el esperma, las semillas eran los óvulos y era imposible la fertilización si se extirpaban las anteras, como si de una castración se tratara. Este modo de describir la reproducción de las plantas despertó un enorme interés entre sus compañeros universitarios pero un temor creciente en la Iglesia, que defendía la moralidad en la naturaleza y consideraba que equiparar la fertilización vegetal con la sexualidad animal era “pornografía botánica” pues “incitaba a la poligamia y al incesto”. Mucho después de la muerte del naturalista, un obispo llegó a escribir que “nada puede igualar la lujuriosa mente de Linnaeus”. Otro clérigo protestó por el nombre dado a una planta de la familia de los guisantes, Clitoria, que en palabras suyas “no hacía sino ofender la modestia femenina”.

Carl Linnaeus murió el 10 de enero de 1778. Por entonces era ya una celebridad nacional y un científico de prestigio mundial. José A. López Isarría

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VIVIR EN TIEMPOS MEDIEVALES Me llamo Pedro, hijo de Mateo el de las viñas. Soy el séptimo hijo de una familia de nueve hermanos y hermanas.

Ahora soy un maestro panadero de gran prestigio en mi provincia. Todo empezó a los diez años, cuando mis padres me mandaron con mi tío Aurelio a aprender el oficio de panadero. Me levantaba mucho antes del canto del gallo, mi tío me ponía a barrer, a limpiar los cacharros, a traer agua del pozo, leña para el horno, y cuando estaba de buen humor, que era muy pocas veces, me enseñaba a hacer pan. Recuerdo aquellos días tan fríos de invierno en los que las manos se me quedaban moradas y

todo se me caía de las manos, a lo que mi tío me daba alguna que otra bofetada. Trabajé duro durante ocho años, pero aprendí bien el oficio. Mi tío me enseñó todos los trucos para ahorrar harina y que no se notará en el pan. Una cosa tengo que decir, y es que no pasé hambre nunca, pues aunque la comida era escasa, me comía todo el pan que quería a escondidas. A los veinte años de edad, el gremio de panaderos me ascendió a oficial. Poco más tarde, como se me daba muy bien el oficio, ascendí a rango de maestro. A la muerte de mi querido tío Aurelio, al no tener descendencia pues murieron a temprana edad porque Dios lo quiso así, me quedé con la panadería. Al cabo de unos años me casé y tuve una sana y bien alimentada familia, ya que el pan no les faltaba. Agradezco a mi querido amigo Zacarías, párroco de mi pueblo, por haberme escrito esta pequeña biografía, dictada por mi, ya que no sé li leer ni escribir.

A 3 de Marzo, año del señor de 1493. Lucía Rodríguez Mesa 2º G ESO.

Hoy me he levantado antes del alba, he bajado a la cocina donde estaba la señora del maestro Aguado, me ha servido el desayuno que eran unas tortas de trigo, un pedazo de queso y un vaso escaso de leche.

Después he bajado al taller donde se encontraba ya el maestro y el oficial Marco. Allí he empezado a hacer una vasija de cerámica traída de de Asca, sin torno y pintándola con pequeñas flores blancas y amarillas y metiéndola en el horno. Era la primera vez que el maestro me dejaba hacerlo, siempre me decía que aún no estaba preparado. Dentro de uno veinte días me harán el examen para ser oficial, todavía queda mucho tiempo pero ya estoy nervioso. El maestro me anima mucho y me ha dicho que si no lo paso que no me preocupe que hasta que haya otro el me seguirá preparando.

Después he ido a almorzar y de nuevo manos a la obra, cuando ha sonado el repique de media tarde, el maestro me ha dicho que podía recoger por que hoy había trabajado mucho.

Anoche, haciendo cálculos me di cuenta de que si paso la prueba podré pedir la mano de la hija del maestro, Amapola, es una bella muchacha trabajadora y muy lista. Así, cuando el maestro se retire me hará un examen para maestro, la temida obra de arte, y todos los varones de mi familia serán oficiales en mi panadería, el primogénito será el siguiente Maestro de la panadería y así durante muchas generaciones. Esto sí, si no desaparece la familia Aguado o yo por culpa de la peste negra, que ya se extiende muy rápidamente desde el norte.

Ana Álvarez Méndez 2º G ESO

Nací en Aranda de Duero. Desde muy pequeña perdí a mis padres y a mis siete

hermanos a causa de la peste negra, desde aquel día vivo con mi ama y señora Doña Urraca de la Picotera, hija única de un noble caballero de Aranda de Duero.

Todavía me acuerdo de aquel día en el que me prometió que si cuidaba de ella podría vivir en su casa como sirvienta.

Mi vida es muy dura, todos los días me levanto con el canto del gallo, y hago mis tareas: encender el fuego, echar de comer a los animales, ir a por agua al pozo, ayudar en la cocina y atender a mi señora. Y a la puesta de sol caigo rendida en mi camastro de paja.

No tengo mucho que contar, mi vida siempre es la misma, triste y aburrida, mi única distracción es acompañar a mi señora a la iglesia en las fiestas del patrón.

Cuando Doña Urraca murió a causa de un cólico miserere, me dejó una pequeña choza, tres gallinas, un cerdo y una vaca, supongo que después de tantos años juntas, me cogió algo de cariño.

Su vida no fue tampoco muy alegre, vivió como una vieja amargada y no se casó. A los veinte años me enamoré del maestro artesano que me arreglaba los muebles de mi pobre casa. Me casé con él y

tuvimos cinco hijos, tres crecieron sanos y dos murieron a corta edad. Los dos varones siguieron el oficio de su padre y la única chica que tuve se casó con un campesino vecino. Aranda de Duero a 1327 de Nuestro Señor Jesucristo.

Lucía Rodríguez Mesa 2º G ESO. 32

Aquella revista era, posiblemente, la mejor edición que todos aquellos alumnos del Instituto Gustavo Adolfo Bécquer habían conseguido. Y, sin duda, lo era. No sólo los autores de la revista recibieron una muestra, sino que prácticamente todos los alumnos del instituto la adquirieron, y con ello, el pueblo entero de Algete la compró y se puso a la venta en casi todos los establecimientos importantes del pueblo. Un padre de un chaval que vivía en Algete y estudiaba en 3º ESO era un director de una gran empresa de Madrid, que publicaba periódicos. Al leer esa magnífica revista, obviamente no dudó ni un solo instante en ordenar en el trabajo que en el periódico la nombraran y que dijeran que en el Instituto de Algete se podía comprar. Los clientes de varios quioscos de Madrid y otras tiendas compraron el periódico y varios de ellos acudieron a Algete a pedir un ejemplar de la revista “El pasillo”, que era el nombre de tan fabulosa publicación. Todos ellos la leyeron encantados, y se la recomendaron a amigos, familiares, mascotas y vecinos, y así Madrid entero la conoció y leyó. Madrid era y sigue siendo, supongo, la ciudad más importante de España, y dicho esto no hace falta que diga nada más, excepto que se corrió la voz y en los telediarios mencionaron la noticia, y España disfrutó leyendo la revista. Juancho, un niño de siete años de Valencia, estaba leyendo la famosa revista “El pasillo” sentado en la hamaca en la playa, cuando el viento se la quitó de las manos y la arrojó al agua. Juancho corrió hacia ella, nadó para alcanzarla, y, cuando la iba a agarrar, un pulpo le lanzó con un potente tentáculo a la orilla, donde cayó en un agujero hondo hecho por un grupo de chavales. Se quedó atrapado, y cuando subió la marea, murió ahogado. La revista flotó y se desplazó por el mar en una

funda impermeable que había puesto Juancho, hasta la isla de Sicilia, en Italia. Un niño pequeño la vio y se la dio a su padre, Tony el Gordo, un mafioso de Palermo, la capital de la mafia. Tenía al día siguiente una reunión

con Factony, para planear el asalto a la familia Simpson, y pensaba acudir con esa revista. En el callejón de Palermo, Tony el Gordo esperó a Factony para enseñársela, y eso hizo cuando dobló la esquina y llegó junto a él. -Mira lo que he encontrado, Factony- dijo Tony el Gordo. -¿Qué es?- contestó Factony. -Una espectacular revista. Mañana y pasado mañana sale el siguiente número, ¡y aquí dice que será mejor! Hay que viajar a Algete y conseguirlo.

-Pero Tony, si mañana tenemos que asaltar a Homer Simpson y a Appu... -Eso puede esperar. Homer seguirá tumbado en el sofá bebiendo cerveza y Appu seguirá vendiendo productos defectuosos en el badulaque. ¡Necesitamos esa revista a toda costa!

Eran las tres y media y aún no había empezado la reunión de la revista. Era los miércoles a las dos y media, y los únicos que habían llegado eran Diego, Desiré, Arturo y su hermana Alicia, junto con su tocaya, y también Javi, apodado Joey1. Cuando eran menos veinte, Gloria, la coordinadora de

la revista, llegó con el resto de alumnas y con Alberto, el padre de Rafa, un colaborador de la publicación. Entraron en el aula y se sentaron en torno a una mesa rectangular. Los miembros eran: Diego, Javi, Octavian, un chaval inglés que recientemente había venido de Inglaterra, Gema, Arturo, dos Alicias, Desiré, Andrea, Paola, Paula, Mercedes, Lucía y Rafa. Gloria empezó a hablar: -Hola a todos, buenos días, qué tal, hola, voy a empezar a comentar con cada uno su trabajo. A ver, empecemos por ti, Gema. ¿Has hecho ya la foto de la portada de la revista? -Sí- contestó-, está ya hecha. -Muy bien. ¿Y tú, Octavian? -Bien- hablaba regular el español-. Pero no me dijiste nada. -Cierto. Podrías hacer un texto sobre las diferencias que has encontrado al venir a España, en la educación, el lenguaje, la sociedad... -Vale. -¿Y vosotras, chicas?- preguntó a Paola, Lucía, Mercedes y Andrea. -Bien, hemos hecho ya la entrevista. -¿Y tú, Rafa? -Pues bien, porque no me mandaste nada. -Y... ¿a ti qué te gusta?

-Pues... los deportes. -Entonces, haz una crónica deportiva. -Desiré, ¿has hecho el cómic? -Sí, está aquí- se lo enseñó, y Gloria le dijo:

-Ahora te corrijo las faltas. -Arturo y Diego, ¿habéis hecho la crónica política? -Sí, por supuesto- contestaron a la vez. -Alicias, tenéis terminada ya la crónica de la excursión a los Enebralejos, ¿verdad? -Sí- contestaron-, y aquí tengo las fotos- añadió una de ellas. -Estupendo. Javi, ¿has escrito ya la historia? -La estoy acabando, me faltan 9 líneas. -¿Qué tal con el cuento que estás escribiendo, Paula? -Me falta poco para terminarlo. -¿Es del mismo estilo que los otros?

1 Joey: por si hay dudas de su pronunciación, se dice “Youi”.

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-Sí, parecido. -Subversivo, ¿no? -Eso mismo. Se pusieron, los que no habían acabado sus obligaciones, a trabajar, y cuando lo hubieron terminado , juntaron todo y confeccionaron la fantástica revista.

-Bueno, pues la revista está ya acabada. Sólo falta hacer copias y publicarla.

Bajaron Gloria y unas niñas a hacer las fotocopias, y el resto se quedó en el aula, esperando, hasta que oyeron un grito y un disparo, y cuando salieron en busca de ellas, dos hombres les interceptaron. Estaban armados. Uno de ellos era gordo, y los dos de piel amarilla.

-¡¿Dónde está la revista?!- preguntaron. -Han... bajado las... chicas a... hacer... las foto... foto...

foto... -¿Grafías?- intentó ayudar Tony el gordo, que

supongo que sabréis que era él uno de los dos hombres, y el otro Factony.

-¡No! Foto... ¡Copias! -¿Fotocopias?- preguntó Factony- ¿Qué es eso?

-¡Incultos!- gritó Javi, que casi recibe una patada en la boca por no callarse.

Todos fueron obligados por los mafiosos a acudir a donde había sonado el tiro.

Todos bajaron a buscarlas, y encontraron a la conserje temblando de miedo. Ésta sólo pudo tartamudear:

-Alguien... ha cogido... único ejemplar de... revista y... chicas...

secuestradas. Entonces murió, y cuando cayó inerte en el suelo,

en su espalda se vio un agujero teñido de rojo, provocado por un disparo.

¿Quién habría sido el ladrón y agresor?

(Si quieres leer la continuación, es decir, la 2ª parte, y resolver este enigma, tendrás que esperar un

poco, porque saldrá en la siguiente edición de la revista, te lo recomiendo, es decir, que si alguien se opone a que lo compres, dile: “recomendado por Joey”, y te dejará.)

Javier Adrada, 1º A, o Joel

Mundo animado y mundo real ¿Os gustaría saber que pasa cuando el mundo real y el mundo animado se cruzan, creéis que serÍa posible, bueno, lo sea o no, yo os lo voy a contar? Érase una vez en Londres, una chica que vivía en una pequeña casita en Yersey un pueblecito de Londres. Esta chica de la que os hablo, se llamaba Alice, era una chica de trece años, rubia, no muy alta, ojos azules……………… Alice vivía con sus padres, Jon y Dora y su hermana Kelsy. Alice era una chica estudiosa, muy simpática y con muchos amigos. Ella deseaba vivir una historia de amor como las protagonistas de sus películas favoritas “La Bella y la Bestia”, “La Bella Durmiente”, “Blancanieves”, Ariel, etc……………..

Alice quería convertirse en una princesa disney y vivir muchas aventuras, como las verdaderas princesas disney. Ella pasaba las noches leyendo historias encantadas de amor y de divertidas luchas entre feas brujas y preciosas princesas. Una de esas noches, su madre la mandó dormir, porque llevaba una temporada en la que había bajado sus notas, ella le suplicó que la dejara un rato más, y su madre le dijo que podría seguir leyendo hasta las 11 y media, pero no más. Alice muy feliz siguió su lectura, cuando ya llevaba casi todo el capítulo, su madre le llamó la atención y tuvo que apagar la luz y ponerse a dormir. Esa noche Alice intentó imaginar que pasaba en el final del capítulo. Pasó toda la noche soñando con que el final terminaba como la mayoría: “la princesa era salvada por el príncipe y volvía a palacio en su precioso corcel blanco”. A la noche siguiente Alice cogió su libro, y fue a leerlo donde lo había dejado, pero algo muy extraño sucedía con ese libro, estaba lleno de imágenes suyas en las que trascurría el final de la historia, todo era como ella había pensado sólo había una diferencia, la protagonista era ella. Pasó un rato mirando las imágenes, y sin salir de su asombro Alice se pellizco en el brazo para ver si estaba despierta o eran sólo imaginaciones suyas, como se hizo bastante daño pudo comprobar que no estaba soñando, y que en realidad era ella la protagonista y todo estaba lleno de fotos suyas. Pasado un rato, llegó la hora de ir a cenar, ella cogió el libro y lo llevo al comedor. Una vez allí lo abrió para enseñárselo a su madre, pero cuando lo abrió todo estaba lleno de letras, ella pensó que eran imaginaciones suyas y volvió a pellizcarse, al ver que por segunda vez se hacia bastante daño, se quedó muy extrañada, a la mañana siguiente metió el libro en su mochila y se fue al instituto. Al llegar allí, se reunió con su amiga Lucy, Alice sacó el libro de su mochila y se lo enseñó a Lucy, al enseñárselo volvieron a aparecer las imágenes, pero también salía Lucy. Muy extrañada Alice le dijo a su amiga,- ¿estás viendo eso? – si, claro que lo veo, es alucinante, cómo podemos aparecer las 2 en un libro que lleva más de 50 años en tu casa muerto de la risa. En ese momento sonó el timbre, y ellas 2 se despidieron. Esa misma tarde (que por fin era viernes) Alice invitó a Lucy a dormir a su casa. A ella la dejaron, y cuando llegó llevaba en su mochila un viejo libro de tapas duras en el que aparecían historias encantadas que sólo 2 personas en el mundo descubrirán. CONTINUARÁ

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Artículo sobre las agendas: Hola, voy a escribir mi opinión sobre las agendas, yo creo (y me parece que mucha gente piensa lo mismo que yo) que las agendas son personales, y aunque es verdad que son para apuntar los deberes creo que también se pueden decorar, porque aunque un alumno apunte los deberes en la agenda, no tiene porqué hacerlos. La agenda no asegura a ningún profesor que el alumno vaya a hacer los deberes. Y además para muchos de nosotros no nos sirven de nada, solo para decorarlas y enseñárselas a los amigos. Lucía Martín Herrera. Opiniones: Me da un poco igual que no nos dejen pintarlas, aunque por otro lado podrían permitir que en los días de fiesta o en las partes que no se utilizan pusiéramos lo que nos guste, una foto, una dedicatoria……… etc. Y aparte, me gustaría que también nos dejaran decorar la portada y la contraportada, porque son muy feas ja, ja. Mercedes del Pozo Me parece que una agenda es personal, aunque nos la de el instituto. Por eso creo que deberían dejarnos pintarla tanto como quisiéramos. (Aunque sin pasarse) Patricia Méndez. Por supuesto que las agendas habitualmente suelen ser personales, pero la que nos ocupa es una agenda para uso académico al igual que los libros de texto, mesas, sillas, ordenadores, etc. Otra cosa es lo que compréis vosotr@s para vuestra casa a lo que daréis el uso que os venga en gana. A pesar de eso yo no estoy en contra de que cada uno la decore a su gusto, pero sin llegar a dificultar su misión principal, que es, recordaros los deberes, exámenes, excursiones, etc., así como servir de vehículo de comunicación entre los profesores y vuestros padres. Alberto Nestares (A.P.A.)

CONSEJOS RECOPILADOS POR LUCÍA MARTÍN

Los fenómenos que parecen acontecimientos malos, dolorosos, desagradables, son estados transitorios de algo que está mejorando.

En mi casa tengo un canario que canta cuando te nombro. Mira si te nombro veces que hasta el canario está ronco. El río vuelve a su cauce, la golondrina, a su nido, sólo el corazón no vuelve a tener la ilusión que ha perdido. Anoche pedí a un ángel que fuese a protegerte mientras dormías. Al rato volvió y le pregunté por qué había vuelto. Un

ángel no necesita que otro lo proteja, me respondió. No te fijes en la letra, ni tampoco en la escritura, fíjate en mí que te

quiero con locura! Lo que hace disfrutar de una relación son los intereses comunes;

lo que la hace interesante son las pequeñas diferencias. Si te propones desempeñar un papel superior a tus fuerzas, no sólo lo

harás mal, sino que dejarás de desempeñar aquél que en realidad te corresponde.

Un verdadero amigo es aquel que entra cuando todos los demás se van.

Un amigo es alguien que está contigo porque le necesitas, aunque le encantaría estar en otra parte.

Cuando te duele mirar hacia atrás y te da miedo mirar adelante, mira hacia la izquierda o la derecha y allí estaré, a tu lado.

Mucha gente entra en y sale de su vida a lo largo de los años. Pero solo los verdaderos amigos dejan huellas en su corazón.

Un amigo verdadero es alguien que cree en ti aunque tú hayas dejado de creer en ti mismo.

Un abrazo vale mil palabras. Un amigo más. Al final, no nos acordaremos tanto de las palabras de nuestros enemigos, sino de

los silencios de nuestros amigos (Martin Luther King, Jr.) Cultivar un verdadero amigo requiere dedicación y tiempo. La amistad es el ingrediente más importante en la receta de la vida. Una vida sin amigos es como vivir en una isla desierta, sin agua, sin alimentos, sin luz. Un verdadero amigo es alguien capaz de tocar tu corazón desde el otro lado del

mundo. Un verdadero amigo es alguien que te conoce tal como eres, comprende dónde has

estado, te acompaña en tus logros y tus fracasos, celebra tus alegrías, comparte tu dolor y jamás te juzga por tus errores. Quién descubra la verdadera amistad, se encuentra con un tesoro.

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¿Qué es un amigo? Es una única alma que vive en dos cuerpos (Aristóteles). La mejor forma de destruir a su enemigo es convertirle en su amigo (Abraham Lincoln). El mejor espejo es un viejo amigo (George Herbert). La amistad duplica nuestras alegrías y divide nuestra tristeza. Si planta una semilla de amistad, recogerá un ramo de felicidad (Lois L. Kaufman). Mientras se tenga al menos un amigo, nadie es inútil (Robert Louis Stevenson). Una respuesta honesta es señal de una amistad verdadera. Es muy difícil encontrar un buen amigo, más difícil todavía dejarlo e imposible olvidarlo.

ESTO TE AYUDARÁ MUCHO: 1º.*Te quiero*…no por quien eres, sino por quien *soy yo* cuando estoy contigo… 2º.Ninguna persona se merece *tus lágrimas* y quien se las merezca *no te hará llorar*… 3º.Sólo porque alguien no te ame *como tu quieres*, no significa que no *te ame* con todo su ser… 4º.*Un verdadero amigo* es el que te toma de la mano y *te toca el corazón*… 5º.La peor forma de *extrañar* a alguien *es estar sentado a su lado y saber que nunca lo podrás tener*… 6º.*Nunca dejes de sonreír*, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes quién *se puede enamorar de tu sonrisa*… 7º.*Puedes ser* solamente una persona para el mundo, pero *para una persona tu eres el mundo*… 8º.*No pases el tiempo* con alguien que no esta dispuesto a

pasarlo contigo… 9º.Quizá *Dios, quisiera* que conozcas a mucha gente equivocada antes de *que conozcas a la persona adecuada, para que cuando al fin la conozcas sepas estar agradecido*… 10º.*No llores* porque terminó, *sonríe* porque sucedió… 11º.Siempre habrá gente que te lastime, así que *lo que tienes que hacer es* seguir confiando y solo *ser más cuidadoso en quien confías dos veces*… 12º.*Conviértete en una mejor persona* *y asegúrate de saber quién eres* antes de conocer a alguien más y esperar que esa persona sepa quién eres… 13º.No te esfuerces tanto, *las mejores cosas suceden cuando menos te las esperas*… Mercedes Pozo 2º F

Acertijos Tengo 20 vacas ¿Cuántas quedan si quedan 9? ¿Cuál es la palabra más larga del mundo? ¿Qué tiene de especial la palabra aristocráticos? Sigue la siguiente fila: L M M…. Escribe cualquier cosa Haz un rectángulo con tres rayas En una carrera, ¿en qué posición quedas si adelantas al segundo? ¿Y al último? 3 aves volando, tres cazadores cazando. Cada cual mató a la suya Y dos se fueron volando. ¿Qué tiene de especial la frase: ella te dará detalle? ¿Qué tiene de especial la frase: yo lo coloco y ella loquita? ¿El padre de Ernesta tiene 5 hijas: Chacha Cheche Chichi …….. Chuchu - ¿Cómo se llama la cuarta? Vas conduciendo un tren paras en la 1º parada y se suben 20. En la segunda se bajan la mitad y suben 3. En la tercera se suben 5 personas. ¿Quién conduce el tren? Raquel Bernardo 2º G

Yo pienso: Que la vida es una experiencia única. Que todo el mundo tiene derecho a equivocarse. Que la gente tiene que tener libre expresión, aunque sin ofender a nQue cad

adie. a

n

a

e

si

nadie debe

ma

persona es umundo, y podríamos dedicarnos explorarlo por dentro en vez dechar una mirada porfuera y decirnos cae bien o no. Que de ser juzgado por su forma de pensar, color de la piel, acento, forfísica , etc………………….. Que todo el mundo tiene derecho a un amigo. Que nadie debería intentar convencer a las personas de que no traten con otras o que las discriminen. Que todos deberíamos fijarnos un poco más en lo que nos rodea, y no sólo en nosotros mismos, así no sólo ayudaríamos a los demás, sino también a nosotros mismos. Que deberíamos sacar todo lo bueno que llevamos dentro y ocultar lo malo.

Lucía Martín

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Consultorio Sentimental...*

1º Caso: ¡Hola chicas! Os quería preguntar sobre el amor a distancia; este verano conocí un chico, y con el tiempo le fui conociendo y me enamoré. El me decía que sentía lo mismo que yo, pero nunca ha querido nada serio, entonces realmente no se lo que quiere, parece que está jugando conmigo… ¿Qué puedo hacer? - Respuesta: ¡Hola! No te preocupes por tu caso, porque suele pasar a menudo. Nuestra opinión es que si realmente está tan enamorado como dice, no estaría dudando tanto sobre vuestra relación. Dile que te aclare las cosas y que no se ande con rodeos. Te deseamos mucha suerte y que te sirva nuestra solución de ayuda ¡Un beso! 2º Caso: Buenas, quería consultaros un problema al que no puedo dejar de darle vueltas… El año pasado conocí a un chico, con el tiempo empezamos a hablar y al final salimos, pero no duró mucho, y lo dejamos. Así estuvimos continuamente hasta que decidimos dejarlo de una vez por todas. Ha pasado bastante tiempo desde aquello, pero no puedo olvidarle por más que lo intento. Muchos chicos me han pedido relaciones después de salir con él, y les he rechazado, todo por estar todavía enamorada de mi ex. ¿Qué debería hacer? -Respuesta: La verdad es que es difícil opinar sobre eso, pues la última decisión la tienes tú. Tienes que pensar si tú realmente quieres pasar página de una vez por todas, o volver a intentarlo; Pero también tienes que saber que siente él por ti. Atenderemos todas vuestras dudas en el próximo número. Podéis mandar vuestros casos a la siguiente dirección:

[email protected]

Mi nombre es Ismail Octavian y vengo de Rumanía, un país demasiado diferente de España desde el punto de vista de la educación. Tengo quince años y estoy en cuarto. El número de cursos en Rumania es igual, pero se hacen cuatro años de escuela primaria, ocho de secundaria y cuatro de bachillerato. Hasta los cuatro años de bachillerato la distribución de las signaturas es casi igual para todos los alumnos. Empezando con el bachillerato, las signaturas empiezan a distribuirse según las preferencias y dependiendo de lo que va a hacer cada uno después de terminar. Por ejemplo, en la opción de matemáticas-informática se imparten cinco horas de cada una de estas materias. En general, en Rumanía, se insiste mucho en las matemáticas y también en la informática. De inglés también se sabe mucho, la causa es que nuestras vocales son similares a las de inglés, cosa que

en español no pasa. Diferencias de asignaturas no hay muchas, sólo la historia de Rumanía, la geografía y por supuesto, la lengua. Pero con todo eso, hay una diferencia, creo yo, importante: el nivel que en España se tiene en cuarto en las materias de ciencias nosotros debemos alcanzarlo dos años antes. Tenemos diez minutos de recreo después cada clase y un examen importante cada semestre; la diferencia es que nosotros tenemos sólo dos trimestres; y luego se hace la media de ese examen importante con las notas que sacas por los deberes, o por exámenes orales. España es un país más avanzado y más organizado que Rumanía, y lo que más me gusta de aquí es la puntualidad de la gente en general y además el respeto de todos frente a todos. Por Isamil Octaviam

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HISTORIA SOBRE MI ABUELA

Infancia pobre, con la educación que todo padre da cuando uno es pequeño. Bajo la pobreza nunca les faltó de nada. Prácticamente desde los 8 años se tuvo que poner a trabajar porque eran dieciséis hermanos y tenían que

ayudarse entre todos. Sólo pudo estudiar hasta 6º de primaria. Cuando se casó y tuvo a los dos niños primeros fue cuando volvió a estudiar he hizo de 1º a 4º de secundaria. Cuando tuvo al tercero hizo de 4º a 6º de secundaria y compartía clase con uno de sus hijos. Al mismo tiempo estudió enfermería, hasta ahora su vejez. La vida que tuvo es distinta a la actual porque antes si había para un niño no había para el otro. En cambio ahora te puedes dar unos lujos que antes no se podían dar, y también porque la juventud de ahora está muy mal educada en referencia a la de antes.

La anécdota es que sus tres niños tenían que ir al colegio en una bicicleta y para llegar al colegio tenían que pasar una cuesta bastante empinada. Una vez a la bicicleta se le habían roto los frenos y tenían que ir al colegio. Ninguno de los tres se quería bajar para ir andando y al final bajaron en la bicicleta y cuando llegaron al final de la cuesta los tres se habían rasmillado las rodillas y tenían magulladuras por todo el cuerpo pero no les pasó nada grave. Mº José Moreira Zambrano 4º DIV

LA HISTORIA DE MI FAMILIA

Mi abuela cuando tenía veinticuatro años, durante la posguerra, decide viajar a Venezuela con su hermana mayor. Todavía en esa época no existían los aviones y no tenían suficiente dinero para viajar en

barco. Deciden viajar de polizonte en un velero. El viaje duró seis meses. Cuando llegan a Venezuela les detienen en una cárcel que había en el Amazonas. Esa noche duermen con animales venenosos serpientes y escorpiones. Cuando consiguen salir de ahí, gracias a un amigo de la hermana de mi abuela, llegan a Caracas capital de Venezuela. No tenían dinero para poder vivir y se ponen a vender huevos. Mientras caminaba durante horas conoció a un político y se

hicieron muy buenos amigos. Él la ayudó a poner un puesto en el mercado para ella y otro para su hermana. Ella cuenta que para ganar dinero vendía los huevos internacionales como nacionales para poder venderlos más caros, y así poder traerse a su hijo. Fue reuniendo dinero poco a poco. Un día fue invitada a una subasta de joyas, compró algunas con el poco dinero que tenía. Con el tiempo fue reuniendo dinero y compró una joyería. Viajó con su hijo por todo el mundo hasta que por fin volvieron a España. Génesis Bruzzo