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En el mensaje para este Día de Corpus Christi, Día de Ca- ridad, nos dicen los obispos responsables de la Pastoral So- cial que “el espíritu de caridad alimentado en la Eucaristía nos capacita para atender al prójimo, mirándolo con los ojos de Cristo. Entonces podemos descubrir sus necesida- des reales, podremos ofrecerle la mirada de amor que él necesita, la mirada de amor que merece Jesucristo”. En el Año de la Fe se hace palpable que al creyente se le exige especialmente unir la confianza en Jesús con el amor al hermano doliente y necesitado, para así poder reconocer su esencial condición de imagen y semejanza de Dios. Llevamos cinco años de una profunda crisis económica que es, al mismo tiempo, una crisis de valores y estilos de vida. En el horizonte no hay perspectivas que anuncien el final de esta situación. Sigue creciendo el número de perso- nas que acuden a nuestros equipos de acogida y las ayudas económicas no dejan de aumentar. Verdaderamente es una pobreza intensa, extensa y crónica. Cáritas trabaja por la justicia desde la caridad, desde el amor. Por eso denuncia las causas que conducen a la exclusión social y a la pobreza. Desde el principio, hemos exigido a los gobiernos que atiendan con agilidad a quienes deben recibir las prestaciones sociales que hagan posible una vida digna. Con la vista en el futuro, es preciso profun- dizar en las políticas sociales para que de verdad se trabaje en la reducción de la pobreza. Estos tiempos malos, por contraste, han puesto de ma- nifiesto en muchos una gran ternura y un sentido auténtico de la solidaridad y de la justicia. En Cáritas voluntarios y trabajadores no han cejado en su empeño. Se han incorpo- rado nuevos voluntarios y seguimos recibiendo el apoyo de la comunidad cristiana y de la sociedad en general, a través de las colectas y de socios y donantes. En ese servi- cio caritativo a los hermanos ocupa un lugar destacado la esperanza. Hemos de hacer nuestras las palabras del Papa Francisco: En la Iglesia “no hay espacio para el pesimismo ni para el desaliento”. Carlos Sauras Herrera Director de Cáritas Diocesana de Zaragoza n CAMPAÑA DÍA DE CARIDAD: Vive con sencillez y otro modelo de convivencia nos hará felices. n Una crisis ¿sin fin? Durante 2012, Cáritas atendió a 11.429 personas un 37% más que en 2011. n Comunión, sencillez y comercio justo. Mirar con otros ojos MAYO 2013

Cáritas mayo 2013

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Separata de la publicación diocesana Iglesia en Zaragoza

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Page 1: Cáritas  mayo 2013

En el mensaje para este Día de Corpus Christi, Día de Ca-ridad, nos dicen los obispos responsables de la Pastoral So-cial que “el espíritu de caridad alimentado en la Eucaristía nos capacita para atender al prójimo, mirándolo con los ojos de Cristo. Entonces podemos descubrir sus necesida-des reales, podremos ofrecerle la mirada de amor que él necesita, la mirada de amor que merece Jesucristo”. En el Año de la Fe se hace palpable que al creyente se le exige especialmente unir la confianza en Jesús con el amor al hermano doliente y necesitado, para así poder reconocer su esencial condición de imagen y semejanza de Dios.

Llevamos cinco años de una profunda crisis económica que es, al mismo tiempo, una crisis de valores y estilos de vida. En el horizonte no hay perspectivas que anuncien el final de esta situación. Sigue creciendo el número de perso-nas que acuden a nuestros equipos de acogida y las ayudas económicas no dejan de aumentar. Verdaderamente es una pobreza intensa, extensa y crónica.

Cáritas trabaja por la justicia desde la caridad, desde el amor. Por eso denuncia las causas que conducen a la

exclusión social y a la pobreza. Desde el principio, hemos exigido a los gobiernos que atiendan con agilidad a quienes deben recibir las prestaciones sociales que hagan posible una vida digna. Con la vista en el futuro, es preciso profun-dizar en las políticas sociales para que de verdad se trabaje en la reducción de la pobreza.

Estos tiempos malos, por contraste, han puesto de ma-nifiesto en muchos una gran ternura y un sentido auténtico de la solidaridad y de la justicia. En Cáritas voluntarios y trabajadores no han cejado en su empeño. Se han incorpo-rado nuevos voluntarios y seguimos recibiendo el apoyo de la comunidad cristiana y de la sociedad en general, a través de las colectas y de socios y donantes. En ese servi-cio caritativo a los hermanos ocupa un lugar destacado la esperanza. Hemos de hacer nuestras las palabras del Papa Francisco: En la Iglesia “no hay espacio para el pesimismo ni para el desaliento”.

Carlos Sauras HerreraDirector de Cáritas Diocesana de Zaragoza

n CAMPAÑA DÍA DE CARIDAD: Vive con sencillez y otro modelo de convivencia nos hará felices.

n Una crisis ¿sin fin? Durante 2012, Cáritas atendió a 11.429 personas un 37% más que en 2011.

n Comunión, sencillez y comercio justo.

Mirar con otros ojos

MAYO 2013

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Aunque solo sea porque el mo-delo de sociedad que tenemos, individualista, de un ansia de progreso sin fin, con despilfarro de materias primas… ha fraca-sado, hay que buscar otro mo-delo de sociedad. No se debe, aunque se pudiera, que tampo-co se puede, volver al modelo anterior.

Y es que muchos podemos estar viviendo, como si la crisis no fuera del todo con nosotros, porque seguimos manteniendo los mismos hábitos de vida. Es verdad que muchos otros se han caído de este bienestar y se han unido a los que ya estaban mal y a los que nunca les llegaron “los años buenos”.

Llega el tiempo de modificar nuestros hábitos de vida. Se acabó el usar y tirar, yo y los míos, comprar lo más barato sin preguntar por qué tiene ese precio, sumarse (sin reflexionar) a las opiniones de la mayoría, esta comida me gusta, esta no me gusta, la comodidad a la hora de comprometerse en grupos y plataformas sociales…

Los cristianos los primeros, como la luz en el candelero, en la vanguardia de este nuevo modelo de sociedad, en los distintos grupos, asociaciones, estructuras participativas.

Siempre apostando por el diálogo, nunca por la confrontación. Si profundi-zamos, siempre tendremos algo en común con el otro. Practicar la escucha, la comprensión para la solidaridad.

Cultivando el interior. Valorando las cosas sencillas, los gestos pequeños. La mística de lo pequeño. No mercantilizando el ocio y favoreciendo encuentros entre las personas.

Todo esto es una opción de vida, un modo de vivir contracorriente a los mo-delos económicos y sociales actuales. Modelos que han fracasado y que no han hecho que todos hayamos sido más felices, generando incluso más marginación. Algo que ya Cáritas denunció antes incluso de la crisis.

El mercado y el dinero no pueden ser el centro y el único objetivo de la actividad económica, como recoge la Doctrina Social de la Iglesia, sino que lo ha de ser la persona. Ya que si no, la codicia y el enriquecimiento sin límite son los que mueven la economía, llevando a grandes desigualdades y a la injusticia.

Hay que favorecer la gratuidad en nuestras relaciones y la entrega desinte-resada, porque ahí hay una gran fuente de felicidad. Hay que hacer frente a la cultura del tener y del exhibir, que no valoran al hombre por lo que es, sino por lo que tiene y aparenta.

Primero la justicia y luego la caridad. Aunque no estaría mal poner un poco de caridad en la justicia. Y si primero es la caridad, que anteceda la denuncia.

Hemos de ser capaces, todos, de suscitar esperanza para los pobres y deshe-redados, porque si no no habrá esperanza para nadie en esta sociedad.

“El verdadero progreso social no consiste en aumentar las necesidades, sino en reducirlas voluntariamente; pero para eso hay que ser humildes” (Mahatma Gandhi).

Gonzalo Gonzalvo Ezquerra Consiliario de Cáritas Diocesana

Otra manera de vivirVive con sencillez y otro modelo de convivencia nos hará felices

La Campaña de Caridad 2013 se basa fundamentalmente en dos pilares. Por un lado, en la profundización en la búsqueda de la SENCILLEZ como modo de vida y como medio imprescindible para que otros tengan una opción a una vida digna, sencillamente digna. Con ello se pone en cuestión el modelo de sociedad en el

que vivimos y nos sentimos interpelados a tomar conciencia y compromiso con la realidad y con el tiempo histórico que nos toca vivir. Por otro lado, la sencillez se concreta en esta campaña de Caridad en una invitación a la reflexión sobre OTRO MODO DE CONVIVENCIA que pueda hacernos a todos más felices.

Campaña de Caridad 2013

En el fondo subyace una llamada, una in-vitación al cambio. Un cambio que debe combinar transformaciones a la vez per-sonales y sociales. Ante la profunda cri-sis a la que estamos sometidos, y ante la desorientación para su solución, ante la creciente instauración, cronificación y profundización de la pobreza y la des-igualdad social, se nos propone que co-mencemos a andar por la senda de otro modo de convivencia, que introduzcamos en nuestros hábitos de vida y convivencia modificaciones que permitan, desde la perspectiva de la sencillez, abrir caminos de esperanza y de futuro. Pero modifica-ciones significativas, no sólo coyuntura-les, no sólo colaterales. Se nos pide una transformación de mentalidad, pero tam-bién una transformación práctica, activa, real. De esta crisis que vivimos que no es una crisis económica cíclica, tal como señalan los manuales, sólo se saldrá de verdad si conseguimos diseñar personal y colectivamente nuevas maneras de re-lacionarnos, de ser, de comunicarnos, de utilizar los recursos naturales, de despren-dernos de lo superfluo, de educarnos, de solidarizarnos, de querernos, de amarnos.

Por otro lado, el ámbito de este cambio convivencial debe abarcar todo el espectro social, pero debe iniciarse desde la base, debe ser impulsado desde los cimientos del tejido social. Es poco lo que podemos esperar, y así lo de demuestran las encues-tas, de nuestros responsables políticos más directos, convertidos cada vez más en gestores que están al dictado de oscuras instancias que manipulan y señalan para su estricta y reducida conveniencia los ca-minos a seguir.

Este cambio de convivencia y de or-denación de la vida desde la sencillez nos interpela especialmente a los cristianos. Hoy como siempre y más que nunca se hacen patentes aquellas palabras de Jesús a los suyos: “sois la sal de la tierra, la luz del mundo”. Se nos requiere, se nos cita a los creyentes en Jesús para testimoniar que es posible otra manera de vivir que genere la posibilidad de paliar los efec-tos más inmediatos y urgentes de la crisis económica, que corrija las desigualdades, que infunda esperanza en la consecución de un mundo más justo y equitativo.

Para ello es necesario dar pasos deci-didos, tomar un papel activo, participativo y sentirnos protagonistas en el proceso de hacer comunidad, de fortalecer los tejidos sociales. La crisis está tiñendo peligrosa-mente de desencanto, pesimismo y a ve-ces de resignación a nuestra sociedad. No es ajeno a ello la sibilina táctica de la uti-lización del miedo: no hay más remedio que tomar estas duras medidas, no existe otra alternativa. O las exasperantes y va-cías declaraciones del “haremos lo que tengamos que hacer”. Se pretende cada vez más reducir los espacios de participa-ción, se ocultan o se falsean programas y medidas y, lo que es más grave, se atenta gravemente contra la convivencia demo-crática al saltar ésta por los aires con el incumplimiento de programas electorales y hurtar de este modo a la ciudadanía su protagonismo y su capacidad de decisión.

Otro modelo de convivencia que pueda hacernos felices debe suponer la recupe-ración del protagonismo en nuestra vida social y en nuestra organización democrá-tica, que tomemos las riendas de nuestras propias vidas. Debemos transitar hacia es-pacios donde haya encuentro, comunica-ción, experiencia compartida, donde haya debate, donde se produzcan espacios y viveros de proyectos nuevos, alternativos, enriquecedores.

Vivir sencillamente no se reduce a una pura cuestión material de conformarse con tener pocas cosas, sino que abarca todo el ser de la persona. Implica una op-ción de vida. Es un compromiso personal por un estilo de vivir contracorriente a los valores que promueve el modelo econó-mico social actual.

Sencillez, justicia, caridad. En este día de caridad conviene detenernos, pregun-

tarnos ¿Cómo vivir hoy la caridad? ¿cómo presentar hoy ante la sociedad y ante el mundo la vivencia de la caridad cristiana como alternativa, como opción de vida? ¿Cómo hacerlo cuando en el ambiente pesa una carga de interpretación negativa sobre la palabra caridad fruto de equivoca-das lecturas y a veces también de nuestras propias prácticas cristianas?

Los creyentes en Jesús debemos for-talecernos de todas las maneras posibles para saber y dar explicación del profundo significado de la caridad cristiana que se sitúa mucho más allá de lo que se entiende hoy por “hacer caridad”. El ministerio de la caridad se integra en la Iglesia y en cada una de las comunidades como elemento fundamental de su vida y misión. Pala-bra, culto y caridad no son acciones yux-tapuestas. Ninguna de estas tres acciones debe caminar por su cuenta con criterios excluyentes. El servicio de la caridad es esencial en la vida de la Iglesia, no es un adherido administrativo, no es una obra social más.

El amor hacia los pobres debe recla-mar justicia: “Quien no practica la justicia, o sea, quien no ama a su hermano, no es de Dios” leemos en la primera carta de San Juan. La caridad reclama la implantación de la justicia como condición necesaria de su propio progreso y verificación en la rea-lidad. NO HAY OPOSICIÓN ENTRE EL ORDEN DE LA CARIDAD Y EL DE LA JUSTICIA. UNA JUSTICIA SIN CARI-DAD puede aparecer totalmente desencar-nada y deshumanizada. UNA CARIDAD SIN JUSTICIA corre el riesgo de ser ilu-soria e incluso falsa. La caridad nos sitúa

junto a los pobres y contra las causas de la pobreza. Una caridad para adormecer y tranquilizar conciencias, que deja las cosas como están, los ricos con su riqueza y los pobres con su pobreza, es una falsa cari-dad. La caridad es, además, por su origen y destino, universal. Dios Padre ama a todos y hace hermanos a todos sus hijos. Jesús, leemos en el Evangelio de Mateo, se diri-gía así a los suyos “Vosotros no os hagáis llamar rabí, porque uno es vuestro maes-tro, mas todos vosotros sois hermanos”( Mt. 23,8).

La caridad debe aportar novedad en el interior de las personas y en el orden so-cial. El Espíritu hace nuevas todas las cosas y es capaz de cambiar el corazón del hom-bre y de hacer un cielo nuevo y una tierra nueva en los que habite la justicia. Así lo encontramos escrito en la segunda carta de Pedro y en el libro del Apocalipsis. En palabras del cardenal Jorge Mario Bergo-glio, hoy Papa Francisco, el ministerio de la caridad supone participar de la angustia cristiana por aquellos que no pueden alcan-zar la dignidad humana. La caridad supone “tocar la carne del hermano herido”. Vivir la caridad, ejercer la caridad implica un compromiso, un cambio radical de vida, implica renuncia, implica entrar en el ám-bito de la pobreza espiritual, implica susci-tar esperanza en el mundo, especialmente en el mundo de los pobres, marginados y excluidos.

Ramón Sabaté IbarzResponsable Voluntario del Servicio

de Comunicación

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Durante 2012, Cáritas atendió a 11.429 personas, el 37% más que en 2011. Como viene siendo habitual en estas fechas, Cáritas hace balance de su acción social y comunitaria y presenta los datos que ponen de manifiesto, y en cierto modo evidencian, la realidad de la exclusión social de nuestro entorno. Es, además, un manera de de-nunciar las carencias de un estado de bienestar que no está poniendo en el centro a las personas y sus derechos, por lo tanto su dignidad.

La escalada anual de datos sobre la incidencia de la crisis en las personas es más que alarmante y, sin embargo, no parece que esto tenga prioridad o solución desde la Administración, ya que son las entidades sociales, entre las que se encuentra Cáritas, las que están poniendo a disposición de las víctimas de la crisis y del sistema que las ha creado, todos su medios y recursos que, por otro lado, son insuficientes.

Más de 5.122 familias acompañadas por Cáritas en su si-tuación de precariedad, pobreza o exclusión, son más que un reflejo del sufrimiento cotidiano de miles de ciudadanos, muchos de ellos niños y personas mayores, que no cuentan con apoyos para poder sobrellevar situaciones traumáticas de desempleo, vi-vienda, salud, educación… y un largo etc. de derechos constitu-cionales inexistentes o que están viendo recortados gradualmente.

Sin embargo, la solidaridad y la opción por la convivencia fra-terna de muchas personas, inmersas también en esta crisis, han hecho que Cáritas pudiera seguir manteniendo sus proyectos y su opción por los pobres a través de 116 puntos de acogida y 11 servicios especializados. Los 1.236 voluntarios y los 7.080 socios, con los que cuenta, son una muestra esperanzadora de lo que se puede llegar a hacer con una gestión adecuada de recursos sin otro fin que el de estar al servicio de las personas más desfa-vorecidas.

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Una crisis sin fin

Cáritas destinó una media de 3.090,53 €diarios en ayudas económicas a familias.

Ofreció servicios especializadosa 2.665 personas

COMUNIÓN, SENCILLEZ Y COMERCIO JUSTO. Cruces del mundo en La Artesa

Nuestra tienda solidaria La Artesa dispo-ne de nuevas colecciones de productos de artesanía procedentes de Palestina y Bolivia, países en los que Cáritas Dio-cesana de Zaragoza desarrolla proyectos de cooperación al desarrollo. Entre estos productos están las cruces, realizadas en talleres artesanos de Belén, en madera de olivo unas y, otras, en madera policromada, en el penal de Sacaba en Bolivia. Estas cruces que están muy indicadas para regalos de Primera Comunión y de Confirmación, unen a la sencillez del gesto la significación de su procedencia.