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15/1/2015 Carta del Santo Padre Francisco al periodista italiano Eugenio Scalfari (11 de septiembre de 2013) http://w2.vatican.va/content/francesco/es/letters/2013/documents/papa-francesco_20130911_eugenio-scalfari.html 1/7 CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO AL PERIODISTA ITALIANO EUGENIO SCALFARI DEL PERIÓDICO «LA REPUBBLICA» Vaticano, 4 de septiembre ce 2013 Estimado Dr. Scalfari: Con viva cordialidad, y aunque sólo sea en grandes líneas, me gustaría intentar responder con la presente a la carta que, desde las páginas de “La Repubblica”, tuvo a bien dirigirme el 7 de julio con una serie de reflexiones personales, que amplió posteriormente, el día 7 de agosto, en las páginas de ese mismo diario. Antes que nada, le agradezco la atención con que ha leído la Encíclica “Lumen fidei”. De hecho, en la intención de mi amado Predecesor, Benedicto XVI, que la concibió y en gran medida la redactó, y del que yo la heredé con gratitud, está pensada no sólo para confirmar en la fe en Jesucristo a los que ya se confiesan creyentes, sino también para suscitar un diálogo sincero y riguroso con quien, como usted, se define “un no creyente, interesado y fascinado por la predicación de Jesús de Nazaret desde hace muchos años”. Por tanto, me parece, sin duda, positivo, no sólo para nosotros individualmente, sino también para la sociedad en que vivimos, detenernos a dialogar sobre un fenómeno tan importante como la fe, que se basa en la predicación y en la figura de Jesús. Creo que hay, concretamente, dos circunstancias que hacen que hoy sea obligado y valioso este diálogo. Además, como es sabido, es uno de los objetivos del Concilio Vaticano II, convocado por Juan XXIII, y del ministerio de los Papas posteriores que, cada uno con su sensibilidad y con su contribución, han seguido el camino trazado por el Concilio. La primera circunstancia –como indican las páginas iniciales de la Encíclica– deriva del hecho de que, durante los siglos de la época moderna, hemos asistido a una paradoja: la fe cristiana, cuya novedad e incidencia en la

Carta Del Santo Padre Francisco Al Periodista Italiano Eugenio Scalfari (11 de Septiembre de 2013)

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  • 15/1/2015 Carta del Santo Padre Francisco al periodista italiano Eugenio Scalfari (11 de septiembre de 2013)

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    CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO AL PERIODISTA ITALIANO EUGENIO SCALFARI

    DEL PERIDICO LA REPUBBLICA

    Vaticano, 4 de septiembre ce 2013

    Estimado Dr. Scalfari:

    Con viva cordialidad, y aunque slo sea en grandes lneas, me gustaraintentar responder con la presente a la carta que, desde las pginas de LaRepubblica, tuvo a bien dirigirme el 7 de julio con una serie de reflexionespersonales, que ampli posteriormente, el da 7 de agosto, en las pginasde ese mismo diario.

    Antes que nada, le agradezco la atencin con que ha ledo la EncclicaLumen fidei. De hecho, en la intencin de mi amado Predecesor,Benedicto XVI, que la concibi y en gran medida la redact, y del que yo lahered con gratitud, est pensada no slo para confirmar en la fe enJesucristo a los que ya se confiesan creyentes, sino tambin para suscitarun dilogo sincero y riguroso con quien, como usted, se define un nocreyente, interesado y fascinado por la predicacin de Jess de Nazaretdesde hace muchos aos.

    Por tanto, me parece, sin duda, positivo, no slo para nosotrosindividualmente, sino tambin para la sociedad en que vivimos, detenernosa dialogar sobre un fenmeno tan importante como la fe, que se basa en lapredicacin y en la figura de Jess.

    Creo que hay, concretamente, dos circunstancias que hacen que hoy seaobligado y valioso este dilogo. Adems, como es sabido, es uno de losobjetivos del Concilio Vaticano II, convocado por Juan XXIII, y delministerio de los Papas posteriores que, cada uno con su sensibilidad y consu contribucin, han seguido el camino trazado por el Concilio.

    La primera circunstancia como indican las pginas iniciales de la Encclicaderiva del hecho de que, durante los siglos de la poca moderna, hemosasistido a una paradoja: la fe cristiana, cuya novedad e incidencia en la

  • 15/1/2015 Carta del Santo Padre Francisco al periodista italiano Eugenio Scalfari (11 de septiembre de 2013)

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    vida de los hombres, desde el principio, se haba expresado con el smbolode la luz, a menudo ha sido descalificada como la oscuridad de lasupersticin que se opone a la luz de la razn. Y as se ha vuelto imposiblela comunicacin entre la Iglesia y la cultura de inspiracin cristiana, poruna parte, y la cultura moderna de signo iluminista, por otra. Ha llegadoahora el momento, y el Vaticano II inaugur precisamente esta nuevaetapa, de entablar un dilogo abierto y sin prejuicios, que haga posible denuevo un encuentro serio y fecundo.

    La segunda circunstancia deriva del hecho de que este dilogo, para quienintenta ser fiel al don de seguir a Jess a la luz de la fe, no es algoaccesorio y secundario en la existencia del creyente, sino una expresinntima e indispensable. Permtame que cite, a este respecto, una afirmacinde la Encclica, a mi entender, muy importante: como la verdad quetestimonia la fe es la verdad del amor, se ve claro as que la fe no esintransigente, sino que crece en la convivencia que respeta al otro. Elcreyente no es arrogante; al contrario, la verdad le hace humilde, sabiendoque, ms que poseerla l, es ella la que le abraza y le posee. En lugar dehacernos intolerantes, la seguridad de la fe nos pone en camino y haceposible el testimonio y el dilogo con todos (n. 34). ste es el espritu queanima las palabras que le escribo.

    La fe, para m, naci del encuentro con Jess. Un encuentro personal, quetoc mi corazn y dio una nueva direccin y un nuevo sentido a miexistencia. Pero, al mismo tiempo, un encuentro que ha sido posiblegracias a la comunidad de fe en la que he vivido y por la cual pude llegar acomprender la Sagrada Escritura, tuve acceso a la vida nueva que brota aborbotones de Jess a travs de los Sacramentos, a la fraternidad contodos y al servicio de los pobres, verdadera imagen del Seor. Crame: sinla Iglesia no hubiera podido encontrar a Jess, si bien soy consciente deque este inmenso don que es la fe lo guardan las frgiles vasijas de barrode nuestra humanidad.

    A partir de aqu, desde esta experiencia personal de fe vivida en la Iglesia,escucho con agrado sus preguntas y busco, junto a usted, senderos por loscuales podamos comenzar a recorrer juntos parte del camino.

    Perdneme si no sigo uno tras otro los razonamientos que usted expuso enel editorial del 7 de julio. Me parece ms prctico o al menos va ms conmi estilo ir en cierto modo al fondo de sus consideraciones. No medetengo tampoco en la dinmica de la estructura de la Encclica, en la queusted echa de menos una seccin dedicada especficamente a laexperiencia histrica de Jess de Nazaret.

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    Simplemente sealo, para comenzar, que un estudio de ese tipo no essecundario. Se trata, de hecho, siguiendo, por otra parte, la lgica que guael desarrollo de la Encclica, de prestar atencin al significado de lo queJess dijo e hizo y as, en definitiva, a lo que Jess ha sido y es paranosotros. Las Cartas de San Pablo y el Evangelio de Juan, frecuentementecitados en la Encclica, estn construidos, en realidad, sobre el slidofundamento del ministerio mesinico de Jess de Nazaret, que lleg a supunto culminante en la pascua de muerte y resurreccin.

    Por tanto, es necesario confrontarse con Jess, con lo concreto y desabridode su vida dira yo, tal como la cuenta, sobre todo, el ms antiguo de losEvangelios, el de Marcos. En ella se ve cmo el escndalo que provocanlas palabras y los hechos de Jess a su alrededor se debe a suextraordinaria autoridad: una palabra, sta, utilizada ya por el Evangeliode Marcos, pero que no es fcil de traducir. La palabra griega es exousa,que literalmente quiere decir lo que proviene del ser que cada uno es. Nose trata de algo exterior o forzado, sino ms bien de algo que sale dedentro y que se impone por s mismo. Jess, en efecto, llama la atencin,sorprende, aporta novedad l mismo lo dice desde su relacin con Dios,al que llama familiarmente Abb, que es quien le da esta autoridad paraque la use en favor de los hombres.

    As, Jess predica como quien tiene autoridad, cura, llama a los discpulosal seguimiento, perdona cosas, todas ellas, que en el Antiguo Testamentoson propias de Dios y slo de Dios. La pregunta que ms se repite en elEvangelio de Marcos: Quin es ste que?, y que se refiere a laidentidad de Jess, nace de la constatacin de una autoridad diferente a ladel mundo, una autoridad que no pretende imponerse sobre los dems,sino servirlos, darles libertad y plenitud de vida. Y esto hasta el punto deponer en juego la propia vida, hasta experimentar la incomprensin, latraicin, el rechazo, hasta ser condenado a muerte, hasta caer en el estadode abandono en la cruz. Sin embargo, Jess permanece fiel a Dios, hasta elfinal.

    Y paradjicamente, precisamente entonces como exclama el centurinromano a los pies de la cruz, en el Evangelio de Marcos, Jess semanifiesta como el Hijo de Dios, Hijo de un Dios que es amor y que quiere,con todo su ser, que el hombre, todo hombre, se descubra y viva comoverdadero hijo suyo. Esto, para la fe cristiana, lo ratifica el hecho de queJess ha resucitado: no para salir vencedor sobre quien lo haba rechazado,sino para confirmar que el amor de Dios es ms fuerte que la muerte, queel perdn de Dios es ms fuerte que cualquier pecado, y que vale la pena

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    gastar la propia vida, hasta el final, para dar testimonio de este inmensodon.

    La fe cristiana cree esto: que Jess es el Hijo de Dios, que ha venido a darsu vida para abrirnos a todos el camino del amor. Por eso, tiene razn,estimado Dr. Scalfari, cuando ve en la encarnacin del Hijo de Dios el ejede la fe cristiana. Ya Tertuliano escribi caro cardo salutis, la carne (deCristo) es el eje de la salvacin. Porque la encarnacin, es decir, el hechode que el Hijo de Dios haya venido en nuestra carne y haya compartidonuestras alegras y nuestras penas, nuestros logros y nuestros fracasos,hasta el grito de la cruz, viviendo todo desde el amor y la fidelidad al Abb,da testimonio del increble amor que Dios tiene por cada hombre, del valorinestimable que le concede. Por eso, cada uno de nosotros est llamado ahacer suya la mirada y la opcin de amor de Jess, a entrar en su forma deser, de pensar y de obrar. Esto es la fe, con todas las expresiones que sondescritas detalladamente en la Encclica.

    *****

    Volviendo al editorial del 7 de julio, usted me pregunta tambin cmo seentiende la originalidad de la fe cristiana, centrada precisamente en laencarnacin del Hijo de Dios, con respecto a otras religiones que se basan,en cambio, en la trascendencia absoluta de Dios.

    La originalidad dira yo estriba precisamente en el hecho de que la fe noshace participar, en Jess, en la relacin que l tiene con Dios, que es Abby, a partir de ah, en la relacin que l establece con los dems hombres,incluso con los enemigos, bajo el signo del amor. Con otras palabras, lafiliacin de Jess, tal como nos la presenta la fe cristiana, no ha sidorevelada para crear una separacin insuperable entre Jess y todos losdems, sino para decirnos que, en l, todos estamos llamados a ser hijosdel nico Padre y hermanos entre nosotros. La singularidad de Jess espara la comunicacin, no para la exclusin.

    Ciertamente, de aqu se sigue tambin y no es algo banal esa distincinentre la esfera religiosa y la esfera poltica que expresa la frase dar a Dioslo que es de Dios y al Csar lo que es del Csar, afirmada claramente porJess, y sobre la cual, no sin dificultad, se ha construido la historia deoccidente. La Iglesia, de hecho, est llamada a esparcir la levadura y la sal

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    del Evangelio, es decir, el amor y la misericordia de Dios, que son paratodos los hombres, indicando la meta ultraterrena y definitiva de nuestrodestino, mientras que a la sociedad civil y poltica le corresponde la arduatarea de organizar y encarnar en la justicia y en la solidaridad, en elderecho y en la paz, una vida cada vez ms humana. Vivir la fe cristiana nosignifica huir del mundo o buscar una cierta hegemona, sino servir alhombre, a todo el hombre y a todos los hombres, a partir de las periferiasde la historia, teniendo despierto el sentido de la esperanza, que impulsa ahacer el bien a pesar de todo y mirando siempre ms all.

    Usted me pregunta tambin, como conclusin del primer artculo, qu decira los hermanos judos sobre la promesa que Dios les hizo: ha sido retiradadefinitivamente? Se trata de una cuestin crame que nos interpelaradicalmente, como cristianos, que con la ayuda de Dios, sobre todo apartir del Concilio Vaticano II, hemos descubierto que el pueblo judo siguesiendo, para nosotros, la raz santa de la que brot el retoo de Jess.Tambin yo, que he cultivado amistad durante todos estos aos enArgentina con los hermanos judos, muchas veces he interrogado a Dios enla oracin, especialmente cuando me vena a la mente el recuerdo de laterrible experiencia de la Shoah. Lo que le puedo decir, con el ApstolPablo, es que la fidelidad de Dios a la alianza establecida con Israel no hafallado y que, en las terribles pruebas de estos siglos, los judos hanmantenido su fe en Dios. Y esto, nunca se lo agradeceremossuficientemente como Iglesia, pero tambin como humanidad. Adems,perseverando en la fe en el Dios de la alianza, nos recuerdan a todos,tambin a nosotros cristianos, que estamos siempre a la espera, comoperegrinos, del regreso del Seor y que, por tanto, siempre debemos estarabiertos a l y nunca conformarnos con lo que ya hemos conseguido.

    Paso ahora a las tres preguntas que me plante en el artculo del 7 deagosto.

    Me parece que, en las dos primeras, usted desea comprender la actitud dela Iglesia con los que no comparten la fe en Jess. En primer lugar, mepregunta si el Dios de los cristianos perdona a quien no cree y no busca lafe. Partiendo de que la misericordia de Dios no tiene lmites que es lo msimportante si acudimos a l con corazn sincero y contrito, la cuestinpara quien no cree est en obedecer a la propia conciencia. Hay pecado,tambin para quien no tiene fe, cuando se va contra la conciencia.Escucharla y obedecerla significa, de hecho, decidirse frente a lo que sepercibe como bueno o como malo. Y en esta decisin se juega la bondad ola maldad de nuestras acciones.

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    En segundo lugar, me pregunta si pensar que no hay nada absoluto y, portanto, tampoco una verdad absoluta, sino slo una serie de verdadesrelativas y subjetivas, es un error o un pecado. Para empezar, no hablara,ni siquiera para quien cree, de verdad absoluta, si se entiende absolutoen el sentido de inconexo, que carece de cualquier tipo de relacin. Para lafe cristiana, la verdad es el amor de Dios por nosotros en Jesucristo. Portanto, la verdad es una relacin! De hecho, todos nosotros captamos laverdad y la expresamos a partir de nosotros mismos: desde nuestrahistoria y cultura, desde la situacin en que vivimos, etc. Eso no quieredecir que la verdad sea variable y subjetiva, todo lo contrario. Ms bienindica que se nos da siempre y slo como camino y vida. No dijo el mismoJess: Yo soy el camino, la verdad y la vida? Con otras palabras, laverdad, siendo, en definitiva, una sola cosa con el amor, requiere humildady apertura para buscarla, acogerla y expresarla. Por tanto, es necesarioponerse de acuerdo en los trminos, y quizs, para salir de los atolladerosde la contraposicin absoluta, replantear en profundidad la cuestin. Creoque esto es totalmente necesario hoy para entablar el dilogo sereno yconstructivo que propona al principio de mis reflexiones.

    En la ltima pregunta me plantea si, con la desaparicin del hombre sobrela tierra, desaparecer tambin el pensamiento capaz de pensar a Dios.Ciertamente, la grandeza del hombre radica en su capacidad de pensar aDios. Es decir, en la capacidad de vivir una relacin consciente yresponsable con l. Pero la relacin se da entre dos realidades. Dios as loveo yo y as lo experimento, y son muchos los que, ayer y hoy, locomparten no es una idea, por muy alta que sea, fruto del pensamientohumano. Dios es una realidad con R mayscula. Jess nos lo revela yvive la relacin con l como un Padre de bondad y misericordia infinita.Dios no depende, por tanto, de nuestro pensamiento. Adems, incluso siacabase la vida humana sobre la tierra y para la fe cristiana, en todo caso,este mundo tal como lo conocemos est destinado a desaparecer, elhombre no dejara de existir ni tampoco, aunque no sabemos bien cmo, elmundo creado con l. La Escritura habla de cielos nuevos y tierra nueva yafirma que, al final, en un lugar y en un tiempo que estn ms all denosotros, pero que en la fe anhelamos expectantes, Dios ser todo entodos.

    Estimado Dr. Scalfari, concluyo aqu estas reflexiones, suscitadas por lo queha tenido a bien comunicarme y plantearme. Recbalas como un intento derespuesta provisional, pero sincera y confiada, a la invitacin que le hehecho de recorrer juntos parte del camino. La Iglesia, crame, a pesar detodas sus parsimonias, infidelidades, errores y pecados que puede haber

  • 15/1/2015 Carta del Santo Padre Francisco al periodista italiano Eugenio Scalfari (11 de septiembre de 2013)

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    cometido y que todava hoy puede cometer en quienes la forman, no tieneotro sentido y finalidad que vivir y dar testimonio de Jess: l que ha sidoenviado por el Abb a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivosla libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; aproclamar el ao de gracia del Seor (Lc 4,18-19).

    Con fraterna cercana,

    Francisco

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