2
ALERTA ROJA MAÍZ TRANSGÉNICO Monsanto, la principal empresa productora de semillas transgénicas, solicitó en septiembre pasado permisos para sembrar maíz transgénico de forma comercial en Sinaloa y en Tamaulipas. De aprobarse esta siembra, será una traición al pueblo y al corazón de México, y la mayor siembra de transgénicos de un cultivo en su centro de origen a nivel mundial, poniendo en riesgo uno de los cuatro granos más importantes para la alimentación de toda la humanidad. La mayor parte del maíz que comemos viene de Sinaloa, por lo cual en pocos meses en el DF, Guadalajara, Monterrey y otras ciudades estaremos comiendo tortillas, tamales, elotes, atoles y muchos otros alimentos transgénicos. Además, ese maíz también se distribuye a zonas rurales por lo que la contaminación se disparará mucho más allá de Sinaloa y Tamaulipas. A los maíces transgénicos se les introducen en laboratorio genes de virus y bacterias para supuestamente controlar ciertas plagas y malezas. El maíz transgénico puede resistir enormes cantidades de herbicidas y plaguicidas que tendrán efecto en quienes lo comemos. Ataque a la alimentación Si el gobierno lo autoriza, todos los tipos de masa y harina que ocupan en los molinos, las tortillerías, las tiendas Diconsa y las tortillas de los supermercados estarán elaborados o contaminados con maíz transgénico a mitad de 2013. La imposición del maíz transgénico será un golpe mortal para los millones de campesinos que siguen sembrando maíz nativo y criollo y cuidando sus territorios, pero tam- bién para nuestra salud, la de nuestros hijos, que ya no conocerán un maíz verdadero sino las variedades trans- génicas de las empresas que hoy solicitan los permisos de siembra. Ataque a la salud Existen cientos de referencias científicas de efectos fatales de los transgénicos en la salud de animales y personas. Según resultados de un comité científico in- dependiente en Francia las ratas que alimentaron con el maíz transgénico que quieren imponer en México su- frieron cáncer, muerte prematura, desarrollaron tumores enormes, problemas en el hígado y bazo. La Academia Estadunidense de Medicina Ambiental informó en 2009 que entre los efectos compro- bados a partir de decenas de estu- dios en animales, se cuentan infer- tilidad, fallas en el sistema inmu- nológico, disminución de peso, en- vejecimiento acelerado, fallas en la síntesis de colesterol, fallas en la regulación de la insulina, cam- bios en el hígado, riñones, bazo y sistema gastrointestinal. Hay muchos casos de vacas y ovejas que murieron en Alemania e India por alimentarse rutinariamente con cose- chas transgénicas. México (toda Mesoamérica y más) es más que un centro de origen. Es el lugar en que los pueblos transformaron el teocinte, que es un pasto, en un alimento pilar de toda la humanidad. Contaminar al maíz es un crimen contra toda la humanidad. La lucha contra los transgénicos Hace más de 10 años cientos de comunidades y organizaciones campesinas han estado luchando contra la contaminación del maíz transgénico, creando conciencia entre sus habitantes, afinando sus estrategias de intercambio de semillas, obser - vando más de cerca sus milpas, haciendo estatutos comunitarios que prohíben la entrada de cultivos transgénicos, rechazando las semillas de los programas de go- bierno. La lucha no es sólo por una comida, o por una planta, o por una parcela; es una lucha que comienza en la semillas y se extiende a la defensa de los territorios. Es una lucha por tener qué comer pero también por tener soberanía. El propósito principal del maíz transgénico es servir para forrajes, plásticos, com- bustibles, y todas sus formas procesadas. Pero la contaminación de esos maíces con el maíz que comemos será inevitable, porque las plantas se cruzan libre- mente. Y a pesar de que el gobierno sabe todo eso, ha ido abriendo cancha a las trasnacionales de los transgénicos. Resistencia en las ciudades 1. Es necesario garantizar junto con los campe- sinos un suministro de maíz sin transgénicos para las tortillerías que quieran ser indepen- dientes o tengan relación con las organizacio- nes en las ciudades. 2. Formar urgentemente brigadas, talleres y ac- ciones de información en comunidades y ba- rrios en todas las ciudades. 3. Es cuestión de vida o muerte encontrar en las ciudades espacios para aprender a sembrar. No podemos exigir simplemente “alimentos sanos” y exigirle a los campesinos que siembren “me- jor” (sin agrotóxicos, sin transgénicos). 4. Apoyar a los campesinos que transitan las ciudades intentando vender productos de sus milpas y fortalecer los vínculos que to- dos tenemos con personas o comunida- des campesinas, pedirles ayuda para me- jorar nuestra alimentación y la economía de todos. 5. Tenemos que exigir al gobierno de la ciudad que cumpla su pro- mesa y que no permita el sumi- nistro de maíz transgénico para la alimentación de la población y la contaminación de los maíces nativos. El maíz transgénico no es un problema que se va a resolver nomás en el campo. No podemos permitir que nos sometan a todos, en el campo y en las ciudades, a lo que las grandes empresas decidan.

Cartel: ALarma transgénica (para ciudades)

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Cartel: ALarma transgénica (para ciudades)

Citation preview

Page 1: Cartel: ALarma transgénica (para ciudades)

ALERTA ROJA

MAÍZ TRANSGÉNICOMonsanto, la principal empresa productora de semillas transgénicas, solicitó en septiembre pasado permisos para sembrar maíz transgénico de forma comercial en Sinaloa y en Tamaulipas. De aprobarse esta siembra, será una traición al pueblo y al corazón de México, y la mayor siembra de transgénicos de un cultivo en su centro de origen a nivel mundial, poniendo en riesgo uno de los cuatro granos más importantes para la alimentación de toda la humanidad.

La mayor parte del maíz que comemos viene de Sinaloa, por lo cual en pocos meses en el DF, Guadalajara, Monterrey y otras ciudades estaremos comiendo tortillas, tamales, elotes, atoles y muchos otros alimentos transgénicos. Además, ese maíz también se distribuye a zonas rurales por lo que la contaminación se disparará mucho más allá de Sinaloa y Tamaulipas.

A los maíces transgénicos se les introducen en laboratorio genes de virus y bacterias para supuestamente controlar ciertas plagas y malezas. El maíz transgénico puede resistir enormes cantidades de herbicidas y plaguicidas que tendrán efecto en quienes lo comemos.

Ataque a la alimentación

Si el gobierno lo autoriza, todos los tipos de masa y harina que ocupan en los molinos, las tortillerías, las tiendas Diconsa y las tortillas de los supermercados estarán elaborados o contaminados con maíz transgénico a mitad de 2013. La imposición del maíz transgénico será un golpe mortal para los millones de campesinos que siguen sembrando maíz nativo y criollo y cuidando sus territorios, pero tam-bién para nuestra salud, la de nuestros hijos, que ya no conocerán un maíz verdadero sino las variedades trans-génicas de las empresas que hoy solicitan los permisos de siembra.

Ataque a la salud

Existen cientos de referencias científicas de efectos fatales de los transgénicos en la salud de animales y personas. Según resultados de un comité científico in-dependiente en Francia las ratas que alimentaron con el maíz transgénico que quieren imponer en México su-frieron cáncer, muerte prematura, desarrollaron tumores enormes, problemas en el hígado y bazo.

La Academia Estadunidense de Medicina Ambiental informó en 2009 que entre los efectos compro-bados a partir de decenas de estu-dios en animales, se cuentan infer-tilidad, fallas en el sistema inmu-nológico, disminución de peso, en-vejecimiento acelerado, fallas en la síntesis de colesterol, fallas en la regulación de la insulina, cam-bios en el hígado, riñones, bazo y sistema gastrointestinal.

Hay muchos casos de vacas y ovejas que murieron en Alemania e India por alimentarse rutinariamente con cose-chas transgénicas.

México (toda Mesoamérica y más) es más que un centro de origen. Es el lugar en que los pueblos transformaron el teocinte, que es un pasto, en un alimento pilar de toda la humanidad. Contaminar al maíz es un crimen contra toda la humanidad.

La lucha contra los transgénicosHace más de 10 años cientos de comunidades y organizaciones campesinas han estado luchando contra la contaminación del maíz transgénico, creando conciencia entre sus habitantes, afinando sus estrategias de intercambio de semillas, obser-vando más de cerca sus milpas, haciendo estatutos comunitarios que prohíben la entrada de cultivos transgénicos, rechazando las semillas de los programas de go-bierno. La lucha no es sólo por una comida, o por una planta, o por una parcela; es una lucha que comienza en la semillas y se extiende a la defensa de los territorios. Es una lucha por tener qué comer pero también por tener soberanía.

El propósito principal del maíz transgénico es servir para forrajes, plásticos, com-bustibles, y todas sus formas procesadas. Pero la contaminación de esos maíces con el maíz que comemos será inevitable, porque las plantas se cruzan libre-mente. Y a pesar de que el gobierno sabe todo eso, ha ido abriendo cancha a las trasnacionales de los transgénicos.

Resistencia en las ciudades

1. Es necesario garantizar junto con los campe-sinos un suministro de maíz sin transgénicos para las tortillerías que quieran ser indepen-dientes o tengan relación con las organizacio-nes en las ciudades.

2. Formar urgentemente brigadas, talleres y ac-ciones de información en comunidades y ba-rrios en todas las ciudades.

3. Es cuestión de vida o muerte encontrar en las ciudades espacios para aprender a sembrar. No podemos exigir simplemente “alimentos sanos” y exigirle a los campesinos que siembren “me-jor” (sin agrotóxicos, sin transgénicos).

4. Apoyar a los campesinos que transitan las ciudades intentando vender productos de sus milpas y fortalecer los vínculos que to-dos tenemos con personas o comunida-des campesinas, pedirles ayuda para me-jorar nuestra alimentación y la economía de todos.

5. Tenemos que exigir al gobierno de la ciudad que cumpla su pro-mesa y que no permita el sumi-nistro de maíz transgénico para la alimentación de la población

y la contaminación de los maíces nativos.

El maíz transgénico no es un problema que se

va a resolver nomás en el campo. No podemos permitir que nos sometan a todos, en el campo y en las ciudades, a lo que las grandes

empresas decidan.

Page 2: Cartel: ALarma transgénica (para ciudades)

ALERTA ROJA

MAÍZ TRANSGÉNICOMonsanto, la principal empresa productora de semillas transgénicas, solicitó en septiembre pasado permisos para sembrar maíz transgénico de forma comercial en Sinaloa y en Tamaulipas. De aprobarse esta siembra, será una traición al pueblo y al corazón de México, y la mayor siembra de transgénicos de un cultivo en su centro de origen a nivel mundial, poniendo en riesgo uno de los cuatro granos más importantes para la alimentación de toda la humanidad.

La mayor parte del maíz que comemos viene de Sinaloa, por lo cual en pocos meses en el DF, Guadalajara, Monterrey y otras ciudades estaremos comiendo tortillas, tamales, elotes, atoles y muchos otros alimentos transgénicos. Además, ese maíz también se distribuye a zonas rurales por lo que la contaminación se disparará mucho más allá de Sinaloa y Tamaulipas.

A los maíces transgénicos se les introducen en laboratorio genes de virus y bacterias para supuestamente controlar ciertas plagas y malezas. El maíz transgénico puede resistir enormes cantidades de herbicidas y plaguicidas que tendrán efecto en quienes lo comemos.

Ataque a la alimentación

Si el gobierno lo autoriza, todos los tipos de masa y harina que ocupan en los molinos, las tortillerías, las tiendas Diconsa y las tortillas de los supermercados estarán elaborados o contaminados con maíz transgénico a mitad de 2013. La imposición del maíz transgénico será un golpe mortal para los millones de campesinos que siguen sembrando maíz nativo y criollo y cuidando sus territorios, pero tam-bién para nuestra salud, la de nuestros hijos, que ya no conocerán un maíz verdadero sino las variedades trans-génicas de las empresas que hoy solicitan los permisos de siembra.

Ataque a la salud

Existen cientos de referencias científicas de efectos fatales de los transgénicos en la salud de animales y personas. Según resultados de un comité científico in-dependiente en Francia las ratas que alimentaron con el maíz transgénico que quieren imponer en México su-frieron cáncer, muerte prematura, desarrollaron tumores enormes, problemas en el hígado y bazo.

La Academia Estadunidense de Medicina Ambiental informó en 2009 que entre los efectos compro-bados a partir de decenas de estu-dios en animales, se cuentan infer-tilidad, fallas en el sistema inmu-nológico, disminución de peso, en-vejecimiento acelerado, fallas en la síntesis de colesterol, fallas en la regulación de la insulina, cam-bios en el hígado, riñones, bazo y sistema gastrointestinal.

Hay muchos casos de vacas y ovejas que murieron en Alemania e India por alimentarse rutinariamente con cose-chas transgénicas.

México (toda Mesoamérica y más) es más que un centro de origen. Es el lugar en que los pueblos transformaron el teocinte, que es un pasto, en un alimento pilar de toda la humanidad. Contaminar al maíz es un crimen contra toda la humanidad.

La lucha contra los transgénicosHace más de 10 años cientos de comunidades y organizaciones campesinas han estado luchando contra la contaminación del maíz transgénico, creando conciencia entre sus habitantes, afinando sus estrategias de intercambio de semillas, obser-vando más de cerca sus milpas, haciendo estatutos comunitarios que prohíben la entrada de cultivos transgénicos, rechazando las semillas de los programas de go-bierno. La lucha no es sólo por una comida, o por una planta, o por una parcela; es una lucha que comienza en la semillas y se extiende a la defensa de los territorios. Es una lucha por tener qué comer pero también por tener soberanía.

El propósito principal del maíz transgénico es servir para forrajes, plásticos, com-bustibles, y todas sus formas procesadas. Pero la contaminación de esos maíces con el maíz que comemos será inevitable, porque las plantas se cruzan libre-mente. Y a pesar de que el gobierno sabe todo eso, ha ido abriendo cancha a las trasnacionales de los transgénicos.

Resistencia en las ciudades

1. Es necesario garantizar junto con los campe-sinos un suministro de maíz sin transgénicos para las tortillerías que quieran ser indepen-dientes o tengan relación con las organizacio-nes en las ciudades.

2. Formar urgentemente brigadas, talleres y ac-ciones de información en comunidades y ba-rrios en todas las ciudades.

3. Es cuestión de vida o muerte encontrar en las ciudades espacios para aprender a sembrar. No podemos exigir simplemente “alimentos sanos” y exigirle a los campesinos que siembren “me-jor” (sin agrotóxicos, sin transgénicos).

4. Apoyar a los campesinos que transitan las ciudades intentando vender productos de sus milpas y fortalecer los vínculos que to-dos tenemos con personas o comunida-des campesinas, pedirles ayuda para me-jorar nuestra alimentación y la economía de todos.

5. Tenemos que exigir al gobierno de la ciudad que cumpla su pro-mesa y que no permita el sumi-nistro de maíz transgénico para la alimentación de la población

y la contaminación de los maíces nativos.

El maíz transgénico no es un problema que se

va a resolver nomás en el campo. No podemos permitir que nos sometan a todos, en el campo y en las ciudades, a lo que las grandes

empresas decidan.