Caso Padilla

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Η περίπτωση του κουβανού διανοουμένου που ταλάνισε την Κούβα

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El "Caso Padilla" http://www

El "Caso Padilla" http://www.letras.s5.com/padilla3.htm

Antonio AvariaCon una rapacidad conocida, nuestra prensa liberal y sus servicios culturales en Chile hay algunos escritores de derecha hicieron un alegre festn con el caso del poeta Heberto Padilla. Desde su barricada, les interesaba tener pi para desprestigiar una vez mas la causa de la revolucin socialista en Amrica Latina. El problema en realidad no les concerna, de tal modo que gastaron algunas bromas fciles a costa de Cuba. Pero si es un entierro -y probablemente lo es "el caso" Padilla- agreguemos que la reaccin no tiene aqu vela alguna que encender, pues ignora todo un proceso histrico de liberacin del subdesarrollo, la tirana, el bloqueo, la corrupcin, la invasin. Carece por tanto de significado lo que un redactor de derecha pueda decir sobre esta situacin.

Paradojalmente, quienes deban tomar la palabra para orientar y explicar, han callado. Hasta hoy 20 de mayo la prensa calificada "U.P." ha guardado silencio. Sesenta das despus de un hecho que significa una reorientacin drstica de la poltica cubana ante la cultura, nuestros intelectuales de la izquierda, extraamente pusilnimes, han preferido aguardar los acontecimientos, "pues an no tienen todos los antecedentes". La excusa periodstica es pueril; para un semanario noticioso, por ejemplo, la detencin y la autocrtica de Padilla, el discurso histrico de Fidel el 1 de mayo, la carta de los cien intelectuales publicada en Le Monde, la posicin de Sartre, Cortazar, Vargas Llosa, inclusive la renuncia de este a la revista CASA DE LAS AMERICAS, mas su calificacin de "colonizado" y oportunista por parte de la institucin, son eventos que no valen mencin. No son noticia. Que mal servicio a la revolucin cubana, ignorarla. Es acaso la conciencia culpable del intelectual de izquierda, siempre a la zaga del proceso revolucionario (as pas en Chile), siempre vacilante como conciencia de clase, siempre con paso de pisahuevos para evitar ser tildado de hacer el juego de la derecha? Oportunismo agazapado, en espera de una posicin mas acomodada con alguna lnea poltica oficial?

Si los escritores no se ocupan de la poltica, los polticos se harn rpido cargo de los escritores. A qu esperar en posicin de avestruz? Me parece que justamente ahora, cuando la situacin es fluida, el escritor debe jugar su carta en la discusin general. A que esperar instrucciones, mandatos, consignas, muy necesarias, por cierto?

La discusin sobre "el caso Padilla" y sus consecuencias resulta verdaderamente fecunda slo dentro de una opcin de izquierda. Mas explcitamente, slo tienen plena autoridad moral para ventilar este asunto los que han adherido a la revolucin cubana. Solo a ellos les duelen los problemas internos del socialismo en Cuba y les duele cualquier situacin que ponga en peligro el crecimiento de la revolucin latinoamericana.

Consultamos la opinin de varios escritores chilenos que jamas disimularon esta adhesin y que en su mayora conocieron personalmente la nueva sociedad cubana. Una buena parte se excus con las razones mencionadas arriba. Es posible y deseable que al tiempo de aparicin de estas lneas hayan completado su documentacin y dicho su palabra en publicaciones de salida ms rpida que sta sobre el fenmeno cultural cubano.

El cual puede, en cualquier caso, llevarnos a una decisin saludable: la autocrtica rigurosa. Tras el arrebato verbal revolucionario, No delata nuestra obra una ntima, involuntaria burguesa? Nuestra literatura abre, difunde y cierra su circuito en la burguesa. Hasta qu extremos el escritor ha sido cmplice de la ideologa dominante, acatando la dependencia sin altivez ni esfuerzo original? En la mira del socialismo, resulta vlido todava insistir en "la tragedia" del escritor, descuidando la realidad de un pas culturalmente mutilado? Si la condicin ha sido parasitaria y marginal dentro de la sociedad capitalista, se trata ahora slo de cambiar de muro y quedarse hiedra?

La situacin en Cuba nos servir para medir el tamao de la esperanza chilena. Empecemos.

Colofn de ultimo momento

Imposible detenerme ahora a examinar dos documentos recientes que han tenido desigual fortuna ante un pblico que merece una informacin completa. Nuestra "gran" prensa no ha difundido la carta de Hayde Santamara- representando a CASA DE LAS AMERICAS- a Mario Vargas Llosa en la cual se detallan cargos que la Revolucin hace al novelista peruano, quien es calificado como "la viva imagen del escritor colonizado, despreciador de nuestros pueblos, vanidoso, confiado en que escribir bien no solo hace perdonar actuar mal, sino permite enjuiciar a todo un proceso grandioso como la revolucin cubana, que ha pesar de errores humanos, es el mas gigantesco esfuerzo hecho hasta el presente por instaurar en nuestras tierras un rgimen de justicia.

La carta de 50 intelectuales de izquierda publicada en LE MONDE el 20 de mayo, ha tenido una circulacin inmensa. Esta circunstancia y el prestigio intelectual de los firmantes obligan a estas lneas escritas a vuelatecla. La violencia del documento no admite matices: significa ruptura con el rgimen cubano. Sus autores afirman derechamente que la autocrtica de Padilla es una confesin prefabricada a la manera de los procesos de Mosc y Checoslovaquia ("La confesin"), lo que revela "un desprecio por la dignidad humana".

La consecuencia -ruptura frontal- me parece disparatada y quizs por eso no fue firmada por espritus tan lcidos como Julio Cortzar, Gabriel Garca Mrquez u Octavio Paz. Una cosa es manifestar sin tibiezas la preocupacin por lo que les parece un signo de sectarismo, y otra sumarse a la contrarrevolucin. No se trata de negar la crtica, sino cuestionar el derecho a enjuiciar todo un proceso desde afuera. Tengamos presente que Padilla fue detenido no por ser escritor sino por sospechas de actividades contrarrevolucionarias, y en todos los piases -Chile no es excepcin- tenemos a gente detenida por sospechas de atentar contra la Seguridad del Estado.

Adems resulta necio -por decir lo menos- homologar estas "confesiones". En los casos de terror sealados -Mosc, Checoslovaquia- el estado hablaba por los acusados y estos cumplieron condena. Sera insensato sostener que la revolucin Cubana ha dictado esas cuatro mil palabras lamentables (reiteradas en la UNEAC y ante France Press) y sentimentales, de sintaxis nada policial -como ha dicho Vargas Llosa- sino muy propia del poeta Padilla. Aqu no hay una autocrtica ideolgica, sino una lastimera confesin de debilidades personales. Supongo que estas no eran de mucha monta (seguramente fue colaborador de la CIA sin deliberacin ni intencin), pues el hombre qued en libertad. Asimismo supongo que -al igual que en 1968- Padilla ha quedado en libertad de decidir si se pliega creadoramente al proceso revolucionario o se mantiene aparte, como es el caso de buen nmero de escritores cubanos de generaciones anteriores a 1959. l ha dicho que en su celda empez a cantar a la primavera...

No cabe duda que estos 50 intelectuales -poniendo pi en esa curiosa sacralizacin de la literatura que la civilizacin burguesa concede como compensacin del desdn que manifiesta hacia la condicin general del escritor- se yerguen a bastante distancia en conciencias crticas de la Revolucin, autoasumiendo el carcter de poder paralelo al Gobierno Revolucionario Esta alarde de comprensible orgullo los llev a anteponer -precipitadamente, me parece- un arrebato personal de gremio herido sobre la adhesin revolucionaria, causando un dao grave, que an pueden rectificar, a los intereses dramticos de nuestras "dolorosas repblicas" (Mart).

Antonio Avaria

Guin de los hechos

Heberto Padilla concedi la entrevista que sigue -a la que Mensaje da hoy publicacin exclusiva en Chile-, el 19 de febrero recin pasado, un mes antes de ser detenido por Seguridad del Estado en su departamento de La Habana. Cristin Huneeus, el entrevistador, se hallaba entonces de paso por Cuba, siendo uno de los primeros chilenos que fueron como turistas a la isla de Fidel luego de la apertura de la Embajada Cubana en Chile. Viaj con la visa de cortesa N 15 y permaneci en Cuba un mes. Durante su estada entrevist a numerosos escritores, con el objeto de presentar a nuestro pblico un panorama de las letras cubanas de hoy. Entre otros, pudo conversar con Edmundo Desnoes, autor de Memorias del Subdesarrollo, con Roberto Fernndez Retamar, director de la revista Casa de las Amricas, con Lisandro Otero, ahora consejero Cultural de la Embajada de Cuba en Chile, con Miguel Barnet (Biografa de un Cimarrn), con el poeta Pablo Armando Fernndez (Los Nios de Despiden), premio Casa de las Amricas en novela, 1968, con Csar Lpez (ganador del nuevo premio Ocnos de poesa de Barcelona), con la poetisa Belkis Cuza Mal, esposa de Padilla, y con el propio ( erberto Padilla, segn la crtica internacional, uno de los poetas mayores de la Revolucin Cubana.

La publicacin de sta entrevista alcanza un inters que difcilmente podramos subrayar lo suficiente, en atencin a que Padilla ha saltado al primer plano de la noticia mundial a raz de su arresto por la polica cubana el da 20 de marzo bajo el cargo de "actividades contrarrevolucionarias", y de la confesin ulterior que se dio a conocer en el extranjero el 27 de abril cuando se le puso en libertad luego de una permanencia de 30 y tantos das en seguridad. La presente entrevista contiene probablemente las ultimas declaraciones pblicas que Padilla hiciera antes de su arresto. En los das que siguieron a su liberacin, Padilla ha abundado en declaraciones a la prensa y notoriamente en su intervencin ante la UNEAC, Unin Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (ver Punto Final, 130, 11 de Mayo de 1971), sobre las culpas que se atribuye en la carta-autocrtica de 4.000 palabras que escribi desde la crcel al Gobierno Revolucionario.

Ha elogiado a los organismos de seguridad y a sus antiguos enemigos literarios, ha censurado a sus amigos cubanos, incluida su propia esposa, y a los intelectuales occidentales que asumieron su defensa. Todo esto niega la imagen de Padilla que tenan los conocedores de su poesa y de sus enfrentamientos con la burocracia oficial de la cultura. Como un ejemplo de estos ltimos conviene citar una vez mas un conocido pasaje de su respuesta a la redaccin de El Caimn Barbudo (marzo, 1968), cuando la polmica sobre Pasin de Urbino, novela de Lisandro Otero.

"Ciertos marxistas religiosos aseguran por ah que revolucionario verdadero es el que ms humillaciones soporta: no l mas disciplinado, sino l ms obediente; no l mas digno, sino l mas manso. All ellos. Yo admirar siempre al revolucionario que no acepta humillaciones de nadie, y mucho menos a nombre de una revolucinque rechaza tales procedimientos".

Dentro de sta lnea vigorosa y desafiante se inserta Fuera del Juego, libro que al obtener el premio de poesa de la UNEAC en 1968 dio comienzo a las dificultades de Padilla. Mientras el jurado, compuesto por el ingls J.M. Cohen, el peruano Csar Calvo, y los cubanos Jos Lezama Lima, Jos Z. Tallet y Manuel Daz Martnez saludaba su fuerza y sentido revolucionarios-"se compromete con la Revolucin, y adopta la actitud que es esencial al poeta y al revolucionario: la del inconforme, la del que aspira a mas porque su deseo lo lanza mas all de la realidad vigente"- el Comit Director de la UNEAC estimaba que el libro, por crtico y polmico, era "contrarrevolucionerio" y condenaba su "contenido ideolgico". Con ambas declaraciones antecediendo al texto, Fuera del Juego se public, y si bien no tard en activarse una campaa de desprestigio contra su autor, la publicacin en si revelaba sobradamente algunas de las mayores y ms sanas virtudes de la revolucin de Fidel: su amplitud, su flexibilidad, su tolerancia.

Fue en defensa de Padilla y de ese estado de cosas amplio y abierto que se escribi a Fidel Castro la llamada "Carta de los Cien Intelectuales" publicada por Le Monde el reciente 9 de abril:"Los abajo firmantes, solidarios de los principios y objetivos de la revolucin cubana, se dirigen a usted para expresar su preocupacin ante el arresto del poeta y escritor Heberto Padilla, y para solicitar a usted que tenga a bien examinar la situacin creada por dicho arresto.

"Considerando que el gobierno cubano no ha evacuado hasta el momento ninguna informacin sobre la materia, empezamos a temer el resurgimiento de un proceso de sectarismo mas fuerte y ms peligroso que aquel denunciado por usted en marzo de 1962 y al que el Comandante Che Guevara hiciera alusin muchas veces cuando denunciaba la supresin del derecho de crtica en el seno de la revolucin.

"En momentos en que se instaura un gobierno socialista en Chile y en que la nueva situacin creada en Per y Bolivia facilita la ruptura del bloqueo criminal contra cuba por el imperialismo norteamericano, el recurso a los mtodos represivos contra los intelectuales y escritores que han ejercido el derecho a la crtica en la revolucin no puede tener sino una repercusin profundamente negativa entre las fuerzas anti-imperialistas del mundo entero, y ms especialmente de la Amrica Latina, donde la Revolucin Cubana es un smbolo y una bandera.

"Agradeciendo de antemano la atencin que usted se sirva dispensar a esta solicitud, reafirmamos nuestra solidaridad con los principios que guiaron la lucha en la Sierra Madre y que el gobierno revolucionario he expresado tantas veces a travs de la palabra y la accin de su Primer Ministro, del Comandante Che Guevara, y de tantos otros dirigentes revolucionarios". Entre las cien firmas, Le Monde destaca las de: Carlos Barral, Simone de Beauvoir, Italo Calvino, Jos Mara Castallet, Fernando Claudin, Julio Cortzar, Jean Daniel, Marguerite Duras, Hans Magnus Enzenberger, Jean-Pierre Faye, Carlos Fuentes, Gabriel Garca Marquez, Juan Goytisolo, Alain Jouffroy, Andr Pieyre de Mandiargues, Joyce Mansour, Dionys Mascolo, Alberto Moravia, Maurice Nadeau, Hlene Parmelin, Octavio Paz, Anne Philipe, Pignon, Jean Pronteau, Rebeyrolles, Rossana Rossanda, Francisco Rosi, Claude Roy, Jean-Paul Sartre, Jorge Semprun, Mario Vargas Llosa.

La carta no obtuvo respuesta directa, aunque debe entenderse, en parte como tal el discurso de Fidel Castro ante el Primer Congreso Nacional de Educacin y Cultura en la madrugada del 1 de mayo. All anuncia un cambio drstico en las directivas culturales de la revolucin. (El Siglo, cable de Prensa Latina, 5 de mayo).

Se refiere con desprecio a los intelectuales europeos que asumen actitudes crticas frente a la revolucin "Algunos", dice, "retratados aqu con lcidos y ntidos colores" "hasta trataron de presentarse como simpatizantes de la revolucin". Sin especificar nombres dice que entre ellos haba mas de "un pjaro de cuenta". Y sin establecer distinciones, lanzando el sayo a quin se lo quiera poner, califica de "locos de remate", "adormecidos hasta el infinito", "marginados de la realidad del mundo" a los antiguos beneficiarios de la hospitalidad cultural cubana que ven los problemas de Cuba como los de " dos o tres ovejas descarriadas" que entran en dificultades porque no se les da "derecho de seguir sembrando el veneno y la insidia dentro de la revolucin", sin ver que los problemas reales de la isla son los de un pas "amenazado por el bloqueo, por las armas de todo tipo, hasta bacteriolgicas, los de "dos millones de nios como los que aqu tenemos que atender con ropas, pupitres, pizarras, tizas, alimentos". Declara que el socialismo no puede "servir de pretexto a los semi-izquierdistas descarados que pretender ganar laureles en Pars, Londres, Roma". Reserva su condena ms enrgica para los latinoamericanos que "en vez de estar en las trincheras de combate, viven en los salones burgueses a diez mil millas de los problemas, usufructuando un poquito de las platas que ganaron cuando pudieron ganar algo". Estos seores intelectuales burgueses y liberalistas burgueses y agentes de la CIA" ya no vendrn a hacer el papel de jueces en los concursos; ya no tendrn entrada a Cuba. "Cerrada la entrada indefinidamente, por tiempo indefinido y por tiempo infinito" Si esto es una respuesta a los firmantes de la carta publicada en Le Monde, la definicin de principios que la informa, terminantemente radicalizada, se evidencia en las palabras con que se refiere al frente interno de la Revolucin.

Es ilgico, dice Fidel, que falten libros de formacin infantil "mientras la minora privilegiada contina escribiendo cuestiones de las que no se deriva ninguna utilidad, que son expresiones de decadencia". Esto ha sucedido porque "se ha considerado intelectuales a un grupito que han monopolizado el ttulo de trabajador intelectual". "Los verdaderos intelectuales han dejado en de un grupito de hechiceros los problemas de la cultura". "Aqu han estado recibiendo premios seorones escritores de basura".

"Nosotros", agrega, "en un proceso revolucionario, valoramos las actividades culturales y artsticas en funcin del valor que le entreguen al pueblo, do lo que aporten a la felicidad del pueblo. Nuestra valoracin es poltica".

Por ltimo, "la obra cultural debe ser obra de las masas. Los principios de la ciencia, de las matemticas, de la geografa, de la astronoma pueden ser patrimonio de las masas, pueden estar al alcance de las masas. No tenemos acaso casi cien mil profesores y maestros?" "Es que entre casi cien mil profesores y maestros, para situarse en un slo sector de los trabajadores, no se podra promover un formidable movimiento cultural, artstico y literario?"

El arresto y la autocrtica del poeta Padilla aparecen, segn estas palabras, como uno de los puntos de un programa de reorientacin cultural. Son hechos ntimamente ligados, as hay que verlos para entender la situacin en su conjunto.

Antonio Avaria.

18 de mayo de 1971Dialogo en La Habana con Heberto Padillahttp://www.letras.s5.com/padilla4.htmhttp://www.letras.s5.com/padilla5.htm

Viernes 19 de febrero 1971. Cristin HuneeusC.H. Heberto, permteme disparar dos o tres cosas para iniciar esta conversacin: me impresiona la onda de preocupacin y responsabilidad moral en que se da tu poesa: es una poesa comprometida con el hombre en su situacin social concreta en la civilizacin de hoy. En tus dos libros ms importantes, El Justo Tiempo Humano (1962) y Fuera del Juego (1968), obra esta ltima a raz de la cual, como se sabe, se suscit el caso el "caso Padilla", hay una temtica que veo esencialmente como la misma. Por ejemplo, el temor de la condena a nuestra poca.

H.P. No, no siento yo esa condena; tampoco siento un orgullo especial por vivir en esta poca y, adems, es casi un tema retrico el que los poetas de cada poca se sientan muy dichosos de vivir en ella. Todos exaltan la poca en que viven y a pesar de que la sufren como nadie, se sienten dichosos de ser partes de esa poca. Yo realmente no eleg esta poca; es algo que asumir o asumo a mi modo.

C.H. Pero Fuera del Juego es un libro puesto en la Revolucin

H.P. Si, miran El Justo Tiempo Humano es una especie de antologa, es un libro que resume, como dice en la solapa, libros que en algunos casos nunca se publicaron, porque eran tiempos en que no haban editoriales en Cuba. Es un libro ya viejo, un libro que llega hasta el ao primero, primero o segundo, de la revolucin, el ao 60. El primer poema, Dones, es una especie de recuento de una vida vivida antes de la revolucin, no muy larga porque yo no tena sino 20 y pico de aos cuando empez la revolucin, pero de algn modo, es un recuento de las experiencias de mi generacin Por eso dice que "No te fue dado el tiempo del amor, ni el tiempo de la calma... Un viento de furia, etc.". Estos libros, como tu dices, tienen un vnculo; es decir que si este primero se llama El Justo Tiempo Humano, segundo se podra llamar El Justo Tiempo Histrico, por ejemplo, porque el primero, este, El Justo Tiempo Humano, incide ms sobre la experiencia personal, subjetiva, yo dira, del poeta. Pero creo que en muchos sentido Fuera del Juego est contenido en ciertos aspectos de El Justo Tiempo Humano, en partes de El Retrato del Poeta como un Duende Joven, en infancia de William Blake, en donde quise establecer un dilogo entre dos pocas y justamente buscando un hecho ejemplar en un hombre como Blake, que es extraordinario para su poca, que fue ms all de su poca, y en otros, como en los poemas finales del libro, que ya directamente se referan al nacimiento de la Revolucin Cubana, no hay duda que se planteen los elementos que aqu voy a desarrollar, pero con ms intencin y ms obsesin, si se quiere, en Fuera del Juego.

C.H. En relacin con esto, quisiera volver sobre esa preocupacin y responsabilidad moral que me resulta patente en tu poesa. Cuando se piensa en Fuera del Juego yo dira incluso que tu poesa puede calificarse como poesa cvica. No s si te guste el trmino, no s si te parezca limitante. Por lo que a m respecta, resulta un trmino de apertura cuando se aplica a tu poesa. Me explico. Es una poesa que asume el drama, no del individuo vuelto de espaldas al medio, como ha querido cierto crtico, sino del individuo en cuanto ciudadano, concebido en trminos de esa palpitante interseccin de fuerzas sociales y polticas que constituyen su exigencia mayor y su principal determinante en un Estado socialista.

H.P: Por eso yo quise decir que a m fundamentalmente me interesa el hombre envuelto en problemas moral-polticos, digamos, y puede ser esto una limitacin, yo no lo s. Tu has hecho referencia a que ha sido mal comprendida en muchos aspectos esa poesa. El prlogo del libro donde se ataca Fuera del Juego se hace bastante obvio este problema. Se ha, dira yo, tergiversado lo que yo he querido plantear. El hombre envuelto en problemas morales y polticos, porque yo creo que ese es el hombre de nuestra poca. Es decir, en estos libros hay desde el primero hasta el ltimo una preocupacin por la historia. En el mundo latinoamericano la historia ha aparecido como preocupacin, pero de otro modo, de un modo muchas veces augural, proftico, tico, en el sentido de que es previo al desarrollo de la sociedad. Entonces, yo estoy viviendo una experiencia desde hace muchos aos, que no solo est reducida al hecho de vivir en Cuba una revolucin, sino a haber vivido en otros pases que hace muchos aos han hecho esa revolucin. He vivido en la Unin Sovitica, he vivido en Checoeslovaquia, por ejemplo, en ambos pases, aos. Conozco casi todos o todos los pases socialistas y a muchos de sus escritores. Yo dira que esta experiencia de ms de 13 aos ha marcado definitivamente mi formacin personal.

C.H. La experiencia de vivir en el socialismo y la experiencia del contacto con los escritores socialistas...

H.P. Si, si, entre ellos hay muchos que han sido importantes para m. No todos son poetas, por supuesto, pero tambin en su gran mayora son poetas. Muchos de ellos casi desconocidos para nuestro continente, debo decirlo. Por ejemplo hay muchos poetas rusos, checos, polacos, hngaros, que son magnficos, y que a m me interesan mucho. Estos jvenes, cuando les conoc, especficamente a Vozneshenski, Evtushenko, en la Unin Sovitica, alrededor de los primeros aos del 60,61,62, empezaban en la literatura, eran jvenes que se iniciaban pero que tenan una madurez sorprendente en relacin con la que yo en aquel momento tena. Yo haba vivido en EE.UU, en muchos pases capitalistas, nunca en un pas socialista, como la Unin Sovitica por ejemplo. El conocimiento que ellos tenan de la responsabilidad moral del escritor en su sociedad era extraordinario, a tal punto que en tal momento yo no pude calibrar a fondo lo que esta responsabilidad significaba en la literatura. A veces la tildaba a esa literatura de demasiado obvia, demasiado, como dicen ellos, demasiado pragmtica o publicista, queriendo decir cvica, como t has empleado, a punto de que, por ejemplo, recuerdo que en muchas ocasiones-discutiendo una noche con un grupo de escritores rusos en el ao 62, mas o menos, ellos decan que si tuvieran que escribir un libro- ya no recuerdo quin deca esto exactamente, pero era uno de ellos, tal vez fue Evtushenko, tal vez Vozneshenski, deca que si tuvieran que escribir un libro de poemas polticos lo llamaran Poemas Privados y si tuvieran que escribir un poema, un libro en que intervinieran las pasiones del amor, lo podran llamar Poemas Pblicos; a tal punto est imbricada la situacin social, las responsabilidades, las instancias exigentes, insistentes, de la vida social en el mundo socialista, con las pasiones personales del hombre.

C.H. La cosa est precisamente all y yo debo precisar, en parte repitindome, que para m Fuera del Juego es uno de los ejemplos ms brillantes y ms luminosos que conozco de poesa responsable, de poesa informada por uno propsito moral, directamente dirigido, directamente vertido, hacia la vida social: hacia la vida colectiva.

H.P. Eso pienso-en el sentido de la intencionalidad. Pienso que en ese libro la historia es una obsesin, pero quizs este libro no sea tan claro para otros mundos, para otros piases que no tengan nuestra misma experiencia; es lo que me he preguntado en muchas ocasiones. Si esto que yo escribo puede ser claro para el mundo, digamos latinoamericanos. Los latinoamericanos viven todava una fase pica en su literatura, es decir que el socialismo es para ellos un propsito a cumplir, pero que en modo alguno exigira una reflexin sobre su prctica, sobre su existencia. Pero nosotros, a 13 aos o a 10 aos, de haberse creado en Cuba una sociedad socialista, no podemos escribir ya en la misma forma. A tal punto la experiencia histrica nos ha marcado. Es decir, en algunos de estos poemas hay un momento, digamos de angustia, de reflexin angustiada, en esa prctica. Y yo lo he hecho porque no he querido falsearme. Yo creo adems, por experiencia personal, por el contacto que he tenido con los poetas que he conocido, en todos los piases, en el mo propio, que todos viven en alguna medida fluctuando entre la desesperacin, la angustia, el entusiasmo, el proyecto. Todo, todo, lo que puede constituir la naturaleza del hombre, se hace tan evidente, se hace tan extremo, tan lmite. En nuestras sociedades, que proponerse polticamente, digamos, una finalidad persuasiva o de difusin de entusiasmo revolucionario por ser, me hubiera parecido injusto, me hubiera parecido un modo de traicionarme. Tal vez no sea sta una poesa "til", en el sentido en que habitualmente se entienda; tal vez se espere de la poesa cubana, como siempre se esperaba o casi se exiga de la poesa y de la literatura rusa, que reflejaran, ms que la realidad que vivan, el proyecto de realidad por el que luchaban.

C.H. A m personalmente me parece que cuando se quiere hablar de "utilidad" en el arte, hay que hacer una revisin total de los conceptos. Puesto que si el arte, a mi modo de ver, el arte verdadero, el arte autentico, es siempre til. Aunque la palabra arte y la palabra utilidad se repugnen mutuamente, el gran arte es til. Pero en un sentido muy especial, muy peculiar, en el cual solo puede serlo el arte. Cmo definido ese sentido?. No es fcil: pero se trata de que el arte penetra en aquella zona de lo propio, lo esencial, lo definitivo del hombre, que es el punto nico de entrecruce de todas las relaciones, expresa todo eso y lo redime. En ese sentido tu poesa me parece inmensamente mas "til" para una revolucin que aquella otra, la que canta el proyecto. Porque una revolucin, si bien se da como un hecho externo, es fundamentalmente, creo, un hecho interno: un proceso de conciencia

H.P. Yo creo eso. Una sociedad est llena de contradicciones y de dificultades. Yo digo, por ejemplo, que la alienacin persiste durante una etapa del socialismo; que no existe en la sociedad socialista todava el agrado de participacin general del pueblo, de la masa, en las decisiones. No existe. No existe todava una articulacin social que exija sta participacin, que la exprese como una necesidad. Entonces, este punto es muy importante porque hay una fase todava de alienacin que el poeta, no me queda mas remedio que decirlo, est obligado a reflejar. Yo creo que adems de estar obligado a reflejar esa situacin, si es consciente, tiene que escribir tambin una poesa de estmulo para la transformacin. Existe un mundo al cual hay que persuadir de alguna manera, llevar de alguna manera por el camino que nos interesa. Pero tambin existe un mundo al que hay que decirle cmo es ese camino. Esto me lleva a tratar de aspectos polticos especficos que, por una serie de razones de los ltimos tiempos, ni siquiera me gustara tratar. Es tan complejo, tan difcil el problema, que podran contra mis posiciones y argumentos levantarse otros tan vlidos como los que yo puedo tener.C.H. Qu podras decir sobre tu actitud ante el lenguaje potico y su relacin con poetas que te oigo nombrar a menudo, como Elliot, Pound, Auden?

H.P. Como todo cubano nosotros hemos tenido una formacin muy cercana inevitablemente al espritu ingls. Por muchas razones. Nosotros vivimos, como sabes a 90 millas de los EE.UU. y desde nios hemos aprendido mas o menos el ingls. Francia haba ejercido una influencia mucho ms poderosa en el siglo pasado y a principios de este siglo en nuestras letras que la poesa en la lengua inglesa por ejemplo. Esta poesa era prcticamente desconocida. Para nosotros fue una cosa perfectamente normal haber llegado a ella. Al espritu excesivo muchas veces, fogoso, locuaz, del hispanoamericanismo se le pudo aadir, como ocurri en muchos casos, la contencin, la lucidez, la norma, que esta poesa o esta literatura esencialmente proponan. Efectivamente, nosotros nos acercamos a esta literatura, a la literatura inglesa, como una totalidad, con un sentido incluso indiscriminado. Para nosotros un poeta ingles poda serlo Ezra Pound como lo hubiera podido ser Blake o Auden, a quin tu has mencionado. Haba una totalidad, una atmsfera general, de sta poesa, que a m personalmente me cautiva, no solo por los temas sino por el modo de tratarlos. Era una poesa que no se fundaba esencialmente en la lengua, en el leguaje, en la metfora, en la superposicin muchas veces catica de planes imaginativos, en un modo de nombrar que era una modo de escamotear. Eso yo siempre lo repugn. Fatalmente muchas veces caa en ellos, en esas cosas, incluso podra caer hoy. Pero, bueno, le estos poetas en mi adolescencia, los he seguido leyendo mucho despus, he vivido en EE.UU., he vivido en Inglaterra, esta poesa para m ha sido muy familiar. Tan familiar que incluso me ha impedido disfrutar a veces de cierta poesa francesa que a mi no me interesa salvo muy contadas excepciones, que a m en absoluto me interesa. La poesa francesa despus del simbolismo me aburre mucho. A mi la experiencia surrealista, con ser tan exaltada por los poetas, con ser la poesa que se dice que abri nuevas formas, nuevas experiencias, al poeta, me parece que se ha convertido en una academia, en una especie de dislocacin superficial de esquemas poticos convencionales. Para mi la metfora, la imagen, son incidentes dentro de un poema, pero de ningn modo constituyen el centro mismo del poema. Si tu me pidieras que lo definiera no sabra ni como hacerlo. Pero yo recuerdo, voy a citar a un poeta ingls, un norteamericano, o ingls, que es ELIOT, que es muy conocido en Amrica latina. Me parece como deca Eliot, que toda revolucin en poesa se anuncia como una vuelta al lenguaje comn, incluso a veces con esa misma vuelta. Que cualquier verso que se utilice, el mtrico, el silbico, el blanco, el que fuere, no puede nunca separarse por completo de los intercambios del lenguaje diario.

Por ejemplo, Valry, un poeta que influy mucho en nuestra lengua en una poca, deca que la poesa era un lenguaje dentro del lenguaje. Eso yo nunca lo entend. Yo no creo que la poesa deba ser un leguaje muy diferente al lenguaje comn o al lenguaje que pueda utilizar un hombre que escribe en prosa. Es la capacidad de sntesis -y esto nos llevara a Pound- la que hace de este lenguaje, la que crea en este lenguaje, una dimensin que es lo potico. Pero yo no veo por qu la poesa deba renunciar a la reflexin, y me molesta la pasin con que muchos escritores y tericos literarios de Amrica Latina se refieren a la reflexin, a la idea dentro de la poesa. Pareciera que a la poesa no le es dada la oportunidad de pensar. Eso no lo creo yo. Yo creo que la poesa debe plantearse problemas, los problemas que agobian al hombre de una poca o que lo entusiasman. Y precisamente has citado a Pound y yo creo que la gran leccin de Pound es haber devuelto a la poesa la funcin que los latinos le dieron. Si nosotros hoy leemos a Marcial, a Catulo, por ejemplo, descubriremos una poesa que prescinde de todo el ornamento, de toda la carga verbal barroca, y va directamente al objeto, a la captacin del objeto potico. Y a m personalmente la experimentacin, verbal no me interesa nada. Yo pienso que un poema es, en s mismo, un momento de reflexin, de pasin y de belleza, que puede ser conquistado por los medios ms dismiles, pero no sobre la base constante de la metfora de la imagen. No, no me interesa. A m eso no me interesa. Puede ser que yo est equivocado. Eso no me interesa en absoluto.

C.H. Tu poesa tiene un carcter marcadamente concreto...

H.P. Exactamente pienso. A m la poesa abstracta no me interesa mucho, a m me interesa lo concreto, lo que se ha dicho, y esto ya es retrica Tambin, el objeto potico mismo, sin decorarlo, sin cubrirlo. Esa catacresis, de que tanto se ha hablado, que consiste en darle un nuevo nombre a las cosas a m me parece un camouflage, me parece una figura retrica ms. El poeta dice sus cosas -si tiene la suerte, la fortuna maravillosa de poder decirlas y de encontrar un nombre nuevo para ellas, magnfico; pero -recuerdo aquello que deca Neruda, que muchas veces el que huye de la frialdad, en los caballos verdes para la poesa, cae en el hielo, no. No, la poesa est llena de impurezas, como deca el mismo, y yo pienso que este es uno de sus momentos mejores, lo mejor que tiene la poesa de Neruda, con ser a veces excesiva en sus smbolos, en sus metforas -cierta etapa de su poesa, y hay otra que no tiene nada que ver con eso- es justamente ese modo violento de captar el hecho potico, el fenmeno potico, ah al alcance de la mano. A veces es difcil de tomar, de analizar, de poner, pero ese reto es el nacimiento de la poesa.

C.H. Heberto, en relacin con las races de tu poesa, es sabido el hecho de que t, durante muchos aos de tu vida, fuiste periodista y es sabido tambin el hecho de que en cierto modo t has sido un hombre de empresa. Quiero decir, tuviste a tu cargo durante un tiempo Cubartimpe. Crees t acaso que estas dos actividades pueden haber influido sobre tu concepcin del lenguaje de la poesa?

H.P. Puede ser... puede ser. En el periodismo, por lo menos en el periodismo que yo estaba obligado a hacer, en EE.UU o Inglaterra, el lenguaje tena un carcter de signo, estaba agobiado por el concepto, no se poda uno ir por otras formas, como ocurre en el periodismo espaol, por ejemplo. Adems, como dijiste, l haber trabajado con cientos de empleados en una empresa de monopolio estatal te lleve a usar un lenguaje sin duda comunicativo, y si vives en una revolucin no slo comunicativo sino persuasivo, porque existen millones de problemas que un director general en una empresa socialista tiene que confrontar diariamente, en donde hay que resolver los problemas concretos, laborales, de una empresa y los problemas polticos que la revolucin trae, que plantea. Las exigencias polticas y las exigencias mismas del hombre como trabajador, las dificultades del trabajador y el elemento de persuasin de que tiene que valerse un director para hacerles ver que hay que ir ms all de las exigencias, que a veces hay que incluso posponerlas en nombre de una tarea comn y de una dificultad superior a las dificultades inmediatas. Yo me sorprend mucho de ser ese hombre de empresa. Estas cosas se producen solamente en ciertos momentos de la historia, cuando la voluntad, la desesperacin, por colaborar, por ayudar con las capacidades que tengamos, cualquiera que stas sea, lo llevan a uno a desempear las labores ms inesperadas, y esto me ocurri a m, en que me encontr con que tena a veces, a veces no, con una frecuencia increble, que hablar en asambleas, discutir problemas que muchas veces yo no conoca a fondo, de empresas en el orden comercial, de transacciones internacionales. Yo no slo fui el Director Gerente de una Empresa sino que fui adems miembro del Consejo de direccin de un Ministerio, del Ministerio de Comercio Exterior, que era un lugar de balance de la economa cubana, que es un pas, como fue Cuba, un pas como sabes, que basa toda su economa, casi toda en el comercio exterior. Imagnate qu impresin producira para un hombre de treinta aos, por ejemplo, el encontrarse de pronto con las tremendas dificultades y problemas que tiene un pas en revolucin, cuando ese pas se ha separado abruptamente de su rbita econmica tradicional, como era EE.UU., y se lanza a comerciar con pases de que apenas tenamos referencia los cubanos. Pases remotsimos en aquel momento para nosotros, de un exotismo increble, que el conocimiento va borrando, y que se hacen tan inmediatos despus, tan transparentes despus, como nuestro propio pas. De modo que cuando yo recordaba mis transacciones comerciales con un hngaro, con un checo o con un coreano, por ejemplo, al principio pensaba que eran negociaciones con otro mundo, remotsimo, y despus descubr que no, que era un mundo como el nuestro, con sus mismas contradicciones, con sus mismos intereses. En fin puede ser que esto haya intervenido. A lo mejor ha empeorado mi modo de concebir la poesa pero cada uno tiene su modo de concebirla, no?

C.H. A m me parece que las verdaderas unidades de la persona surgen, o se manifiestan de un modo a menudo fortuito. Me arriesgo a decir que hasta donde yo lo percibo en tu vida y en tu obra hay una gran unidad. Quisiera para terminar esta conversacin hacerte una pregunta respecto a la obra en la cual tu estas actualmente trabajando, en la novela aquella, que segn t, terminaras dentro de cuatro das.

H.P. Espero...

C.H. Cmo relacionaras t esta novela con esa unidad de experiencia vital y de experiencia potica que a mi modo de ver patentiza en tu expresin personal y literaria?

H.P. Yo pienso que esta novela participa de las mismas preocupaciones de mis libros poticos. Es una novela especficamente cubana, y se basa en la vida cubana actual. No s que pasar con esta novela. No s si tendr, si habr tenido xito, en lo que me propuse, es muy difcil porque en Cuba esta experiencia no ha sido trabajada anteriormente. No existe una literatura a la cual yo pueda remitirme para confrontarla o para aclarar la ma. No obstante, con mi pobre capacidad o lo que fuere, yo he tratado de reflejar esta realidad. La novela, claro, me ha permitido hacer lo que muchas veces la poesa no me ha permitido, y es trabajar con personajes que no tienen nada que ver conmigo; es decir, all donde en mi poesa el punto de partida es mi punto de vista, en esta novela, en la novela, es el punto de vista de muchos. El punto de vista de muchos, y he querido ser en eso lo mas objetivo posible. Cmo deca Hegel del teatro, no, habr de escribir un teatro en que todos los personajes tengan razn, tengan su razn, su racin como dira un clsico, como dira Unamuno, que le gustaba tanto esa filosofa que viniera de la etimologa, no es cierto? Es decir, cada uno tiene su racin de razn en esa novela. Yo a veces pongo mi punto de vista, no te lo niego; adems nadie est exento de ese vicio fatal, porque uno tiene su cabeza, sus parmetros, pero por todos los medios he tratado de reflejar esta realidad en la novela. Y estoy un poco nervioso con ella; aunque, aunque no te haya que en cuatro das ya est terminado todo este trabajo, a m me parece que dentro de 4 das, que es lo que me parece que me falta, empezar de verdad esta novela de nuevo y as incesantemente, hasta que los amigos decidan, ellos por si mismos, como en otras ocasiones han hecho, ponerle el punto final y decirme que yo no puedo ir mas all, que eso es imposible. Pero... vamos a ver que va a pasar, ya veremos...

C.H. Bien Heberto, quisiera por ltimo decirte que, an cuando yo no saba y no supe sino hasta hace muy pocos das, que lo que tu estabas escribiendo era una novela, a m me pareca en cierto modo inevitable que algn da tu escribieras una novela, y debo confesarte que espero con suma ansiedad poderla ver publicada.

H.P. Quera decirte que aparte de esta novela, tengo este nuevo libro de poemas que le hace unos 20 das en la Unin de Escritores, que ms o menos est terminado, y que pienso entregar para editarse. Es decir que no significa, como en muchas ocasiones ocurre, que un poeta interrumpe su labor potica y se lanza por otras cosas. Tampoco es la primera vez que escribo esta novela, o cuentos. Lo he hecho anteriormente. Incluso escrib antes una novela que no lleg a publicarse pero muchos de sus captulos se publicaron aqu en Cuba.

C.H. Las novelas nunca se escriben por primera vez...

H.P. Es cierto... es cierto... Eso es cierto...

Cristin Huneeus.Enrique Lihn:

Opina sobre el "caso Padilla" (http://www.letras.s5.com/padilla6.htm)17 de Mayo de 1971La poltica cultural de Cuba se caracteriz, durante doce aos, por su indefinicin terica y una flexibilidad prctica hasta excesiva, pero que serva a los fines de la Revolucin. Mientras esta juzg conveniente prestigiarse internacionalmente, no dej de atraer a los intelectuales de los tres mundos; de preferencia a los que ahora llama Fidel Castro, "las ratas intelectuales" de "esas sociedades decadentes, podridas y carcomidas hasta la mdula de los huesos por sus propias contradicciones". Hubo en verdad, por parte de la Revolucin Cubana, una marcada simpata hacia los visitantes europeos procedentes de Pars; algo comprensible, dadas las relaciones -econmicas, en primer lugar- que sostiene la Revolucin con el capitalismo europeo.

El Congreso Cultural de La Habana, al que tuvimos el privilegio de asistir, proliferaban artistas e intelectuales transportados, en cantidades apreciables e indiscriminadamente, desde el Boulevard Montparnasse o la isla de San Luis, al hotel Habana Libre. Y fue conmovedor ver como estos invitados de inequvoco aspecto burguesoide y liberaloide, alzaban los puos al cierre del Congreso con un gesto de Patria o Muerte, despus de estampar su firma al pi de un documento ultrarrevolucionario. Esa gente estaba, acaso en mayora, con respecto a los mas modestos representantes del tercer Mundo, pero uno poda comprender que Cuba necesitaba hacerse de buenos amigos en ciertos lugares estratgicos.

Durante diez aos, un organismo llamado "Casa de las Amricas" -cuya existencia y labor no ha podido ignorar el Primer Ministro- desarroll, con brillo extraordinario, una poltica de intercambio cultural con todos los pases del mundo, publicitando y univerzalizando a la Revolucin Cubana. La Casa de las Amricas relacion a los artistas e intelectuales latinoamericanos -no siempre de extrema izquierda- entre ellos, con sus pariguales europeos o norteamericanos, y, naturalmente, con la Revolucin Cubana: una buena nueva que unos y otros se esmeraron, por regla general, en propalar a los cuatro vientos. La Casa no ofreca su amistad a los indiferentes, rompi algunas de sus relaciones por razones de principio, pero entendi que poda establecerlas sin poner como condicin una plataforma comn, estrecha y drsticamente excluyente. Por algo el propio Fidel Castro en sus "palabras a los intelectuales" haba expresado "Todo con la Revolucin, contra la Revolucin, nada". La calidad del producto cultural y el hecho de que no fuera portador de una carga poltico-ideolgica negativa, bastaron para que circulara ese producto, libremente por la Isla, conforme a un criterio tan amplio como tericamente insuficiente. Pero la Labor concreta realizada por los intelectuales en Cuba - nacionales y extranjeros, concursantes, jurados e investigadores- alent la creacin de una genuina conciencia literaria de Latinoamrica -necesariamente compleja, diversificada- y cumpli con el objetivo de rescatar el pasado cultural de nuestro Continente, bajo una perspectiva revolucionaria. Ahora hay que preguntarse, cuales fueron aquellos libros de los cuales, por razn de principio, no debieron publicarse "ni un ejemplar, ni un captulo, ni una pagina, ni una letra". Sera necesario ponerlos en un nuevo tipo de abrumadora lista negra.

"El grupito de hechiceros" en cuyas manos dejaron los verdaderos intelectuales -en el decir de Fidel castro- los problemas de la cultura en Cuba, son, a nuestro entender, los exponentes de un medio social que privilegi la produccin cultural de un modo, juzgando ahora, incompatible con los problemas del subdesarrollo; que le garantiz un margen incalculable de libertad de expresin y que hizo del quehacer cultural, nacional, y extranjero, una fuente de prestigio para Cuba.

El liberalismo de la Revolucin Cubana en lo que respecta a la cultura, en cierto modo consciente y pragmtico, es la razn social de la existencia de ese "grupo de hechiceros" y de las "dos o tres ovejas descarriadas", a travs de las cuales, en verdad, ha hecho crisis el modelo de democracia socialista a la manera cubana. De acuerdo con dicho modelo, habra tenido que compatibilizarse la construccin del socialismo y la libertad de criticar. Como queda demostrado, era una incoherencia pretender cultivar cierto tipo de amistades intelectuales, en el exterior y a travs de un trfico permanente, y catalogar, al mismo tiempo, como contrarrevolucionario a quienes eran, en no poca medida, los equivalentes cubanos de esos visitantes extranjeros y el producto de una poltica de puertas abiertas.

Finalmente, ante los problemas y los antagonismos sociales propios de un socialismo en construccin que parece haber elegido el ascetismo de las masas y el poder irrestricto de sus dirigentes, puede haberse llegado a la conclusin de que era polticamente ms til terminar con las visitas inoportunas y, en el interior, con dos o tres ovejas descarriadas. Es as como se le ha permitido al poeta Heberto Padilla dividir su vida en dos, en una celda de Seguridad del estado, acusndose l mismo de las peores cosas y declarando a ciertos viejos amigos de la Revolucin -a quienes por lo dems, mal pudo Padilla invitar personalmente- de "incuestionables agentes de la CIA".

El encarcelamiento y la conversin de Padilla ocurrieron oportunamente, unos das antes del discurso de Fidel Castro al Cierre del Congreso de Educadores de su pas; discurso en el cual (Por una feliz coincidencia?) arremete contra los "pjaros de cuenta" "que trataron de presentarse como amigos de la Revolucin", contra "los intelectuales libelistas burgueses y agentes de la CIA", "ratas intelectuales" que se hundiran a corto plazo en el tempestuoso mar de la Historia.

El discurso al que nos referimos -uno de los peores del gran estadista cubano- est lleno de apreciaciones de tal modo burdas, que parece que le hubiera sido dictado, o por la pasin del momento o por una falta de objetividad -sectarismo e infantilismo- imputable a su auditorio.

Nadie pone en duda que los 2.300.000 personas que estudia nn en la Isla constituyen un xito educacional. La participacin de sta y de todas las masas cubanas, tendra que ser desde ya un hecho, dado el xito al que nos referimos, en lugar del proyecto de una "verdadera revolucin en nuestra educacin". La verdad es que se trata de promover intelectuales orgnicos, ligados, por encima de sus respectivas especialidades, a las tareas revolucionarias, pero que , al mismo tiempo, no se desven de la lnea poltica trazada por los dirigentes. Se trata, adems, de fervorizar a grupos juveniles, hacindolos protagonistas de una suerte de "revolucin cultural", y en un pas en que se ha decidido terminar con las promesas en cuanto a los bienes materiales.

Lo lamentable de este captulo es que para crear un fervor revolucionario concentrado en las "satisfacciones morales", sea necesario incorporar al ritual concientizador a dos o tres ovejas descarriadas, o por as decirlo, chivos expiatorios. Lo lamentable es que sea necesario sacar la castaas con la mano del gato e imputar a otros, a los cuadros de segunda lnea, una poltica que, como la de ciertos organismos culturales, emanaba, ciertamente, desde arriba. Lo lamentable es que se promueva el odio contra una minora insignificante y sin influencia poltica ninguna, como si se tratara de un grupo de mandarines o de una aristocracia del saber, semejante a aquella contra la cual se procedi en China por razones histricas especficas. Estamos seguros de que los dos o tres o el nico acusado en beneficio de esta revolucin cultural cubana, en el interior del pas, slo ahora es conocido en Cuba; ahora que se ha declarado "tremendamente ingrato e injusto con Fidel", dando muestras de un grotesco arrepentimiento. En cuanto a las expresiones vertidas por el lder mximo sobre los libelistas burgueses y las ratas intelectuales, no benefician, decididamente, a nadie.

Nos preguntamos por qu, en lugar de abrumar tardamente a sus intelectuales, la Revolucin Cubana no se apoy en ellos para proyectar y sacar adelante una poltica cultural adecuada a sus circunstancias, sin recurrir a un verdadero ritual primitivo, hecho de ocultamientos, confesiones y mistificaciones.

La legtima aspiracin por parte de una sociedad socialista, de crear un cultura nacional y popular, debe plantearse en potros trminos y conforme a otros principios.

Santiago, 17 de mayo de 1971Mauricio Wacquez:

Opina sobre el "caso Padilla" (http://www.letras.s5.com/padilla7.htm)Respecto del poeta Heberto Padilla quedan bien pocas cosas que decir. Durante mucho aos, intelectuales cubanos y extranjeros adhirieron indiscriminadamente al gobierno de Cuba con reglas de juego que este mismo gobierno estableci: apertura a Europa, Congreso Cultural de La Habana, libertad y respeto para crticos en la Revolucin como Heberto Padilla, existencia de un rgano de difusin cultural como la Casa de las Amricas. Todos los intelectuales, artistas y escritores respetaron estas reglas: los jurados, laureados e invitados que pasaron por Cuba se vieron envueltos en actividades propiciadas por una poltica cultural que tanto les convena a ellos como a las autoridades de las cuales emanaba. Se viva en el mejor de los mundos. Todos se entendan. Ahora resulta que el gobierno a cambiado inesperadamente las reglas y los que ayer fueron a partidarios ahora son una sarta de enemigos.

No puedo dejar de pensar que entre estos ltimos me encuentro yo. Mi amistad con Padilla, Cortzar, Fuentes y Enzensberger me acusa de manera inequvoca; el hecho d e haber trabajado en Cuba me obliga a acogerme a la condicin de "enemigo solapado con el disfraz de intelectual (que) viene a Cuba buscando informacin a nombre del enemigo"; el hecho de haber sido publicado y premiado en Cuba tambin me coloca entre "los pjaros de cuenta" con que Fidel Castro calific a aquellos que premi y public el gobierno cubano. Quin sabe si yo no era uno de los eslabones de la cadena de la CIA! Mi implicacin en el asunto es clara y vergonzante. Ya es hora entonces de que para seguir siendo considerado como un revolucionario dialctico (a nuevas reglas, nuevo juego), yo haga tambin mi autocrtica pblica. Me reconozco culpable de admirar al poeta contrarrevolucionario Heberto Padilla y de ser su amigo; de haber credo en la poltica cultural -oscura y segn parece contrarrevolucionaria- que propiciaba el gobierno de Cuba; de haber osado pensar que los intelectuales tenan algo que ver con el pueblo y de algn modo lo interpretaban; de haber en ltima instancia esperado que los intelectuales -la parte de la masa cuya nica prctica es la expresin, cosa por lo dems peligrossima cuando se la pretende controlar- formarn parte de la masa y no fueran un grupo de muecos dislocados y torpes cuya "basura" a lo ms debe ser recogida por las revistas literarias.

Todos somos culpables cuando el cinismo reemplaza a las razones polticas y a la verdad que, dicen, es siempre revolucionaria. Yo estoy apenado por esta culpa. Arrepentido. Encolerizado. Vivimos nuevamente en el mejor de los mundos.Carlos Ossa:

Opina sobre el "caso Padilla" (http://www.letras.s5.com/padilla8.htm)Las nociones que fij el Primer Congreso Nacional de la Educacin y la Cultura de La Habana con respecto a ciertas labores especficas son bastantes conocidas. No es necesario, por lo tanto, volver sobre ellas. Baste sealar que en ese Congreso se elaboraron con absoluta ortodoxia los caminos que posibilitan o abren una ancha va hacia un l stalinismo cultural de nuevo ropaje, pero que conserva en su esencia los mismos vicios y las mismas manas que hicieron tristemente popular al seor Andrei Zhdanov, cuyos consejos estticos pueden encontrarse reunidos en su clebre opsculo que titul El papel del Partido en el dominio de la literatura.

No tiene sentido ni oportunidad poner al da tales pobrezas. Las teoras estticas del marxismo, que se abren en cierta forma con Marx y Engels, se cierran con Zhdanov, puntual comisario de las corrientes artsticas que pugnaron para hacerse vlidas en la era staliniana, pero que fueron reprimidas, consecuentemente, por los frreos lineamientos del Consejo Nacional de Cultura de la URSS, cuya misin fundamental era "orientar" la produccin literaria y artstica en su conjunto.

En Cuba, pues de casi 12 aos de revolucin, se crea el Congreso Nacional de Educacin y Cultura que tiene una una finalidad parecida y que incurre en el error voluntario de calificar groseramente a un grupo de escritores europeos y latinoamericanos, aduciendo que conforman una maffia o son representantes de las putrefacciones de las mas corrompidas sociedades occidentales.

El lenguaje, desde luego, pone de manifiesto slidos maniquesmo. Vivir en Occidente es ser putrefacto o estar corrompido. Se olvidan las contradicciones del mundo moderno y veladamente se acusa a Sartre, por ejemplo, de ser un perro guardin del sionismo, omitindose que Sartre no slo fue un defensor permanente de la Revolucin cubana, sino que sus actitudes polticas y personales sobrepasan cualquier valoracin burda que quiera hacer sobre su vida y su obra.

Adems, no hay consecuencia en lo que se deca ayer y lo que se afirma hoy.

Esa inconsecuencia es la que abruma y la que nos hace, en cierto sentido, ponernos a cubierto de que los hechos se encadenen y repercutan dolorosamente en nuestro pas. Se dan casos en que faltan los artistas y sobran los comisarios.

La adhesin obsecuente, esclertica y balbuceante a cualquier proceso revolucionario, unidimensionalmente, permite, en el fondo, aceptar cualquier tipo de aberracin. Y estamos conscientes de que toda obsecuencia es un paso para que los manipuladores de conciencias conjuguen un slo verbo: el de la obediencia claudicante.

El socialismo puede y debe ser la liberacin autentica del ser humano, por una liberacin que borre o lime las alienaciones, que permita el ejercicio pleno, desmistificado, de la conciencia, que es en ltimo trmino el baluarte mas concreto por el cual el hombre se realiza.

De otra manera-y es algo terrible decirlo-los sueos de Marx, genio indiscutido de la humanidad, concluirn en esa mnima instancia.

Slo los mediocres, los fatuos, los resentidos, pueden estar felices por el actual proceso cultural cubano: encuentran un modelo para encauzarse.

Se llega al facilismo de sealar en las conclusiones del Congreso Nacional de la Educacin y la Cultura que todo intelectual de occidente est "enfermo y contagioso". Eso se rechaza por s mismo: Marx, Engels, Lenin, Che Guevara, habran sido enfermos y contagiosos. A lo mejor es cierto: inocularon el virus de la plenitud humana. Y resulta que ahora, esa plenitud est en contradiccin con los burcratas del socialismo.

19 de mayo de 1971 Cristin Huneeus:

Opina sobre el caso Padilla (http://www.letras.s5.com/padilla9.htm)Difcilmente podra opinar sobre el caso de Padilla sin ponerme en la perspectiva concreta de un chileno que escribe a ocho meses del triunfo electoral de la Unidad Popular. Vale decir, en el contexto de un pas que si todava no puede definirse como socialista, ciertamente se define como un pas que marcha hacia el socialismo. Lo significativo de nuestro esfuerzo es que se plantea como pluripartidista, abierto a la disensin y a la oposicin, consciente de la importancia vital del juego libre de la crtica, que no es otra cosa que el juego libre de la inteligencia. En ello, el proceso chileno se muestra fiel, como no podra menos de hacerlo, al sentido de una historia poltica madura, que opera en funcin de las legitimidades democrticas que se otorga, y que se muestra resuelto, mas all de sus contradicciones internas, a no operar sino en funcin de esas mismas legitimidades.

Los principios que animan el proceso chileno son substancialmente idnticos a los que animaron la lucha en la Sierra Maestra y animan el extraordinario esfuerzo actual cubano: democracia efectiva y liberacin nacional. La circunstancia, la historia local, son no obstante, diversas. Pero si Heberto Padilla, poeta de la disencin-a mi juicio, de la disencin dentro de la Revolucin, por mucho que su confesin sostenga lo contrario- se ha visto trgicamente obligado a renegar por entero de s mismo y hacer de su pasado una ridcula opereta de fatuidad y narcisismo, tenemos que buscar una explicacin ms inmediata que la carencia de cultura poltica cubana, carencia que la Revolucin ha luchado tenazmente por suplir mediante un permanente y sostenido desarrollo de la conciencia revolucionaria. Por otra parte, los lderes cubanos han sido hasta ahora clarividentes en el estmulo a la cultura, no solo slo a la cultura de masas, sino tambin a la hoy vituperada "cultura de lites", cuya profunda imbricacin con l todo de un proceso social pocos han logrado explicar satisfactoriamente. Cuba no slo ha dado acogida y estmulo a todas las manifestaciones literarias y artsticas de vanguardia, a sabiendas del carcter crtico, y ms que crtico, explosivo, de toda expresin literaria y artstica autentica: Cuba ha competido, superando el lastre del subdesarrollo y el lastre del bloqueo, para ser una metrpolis de la cultura. Las pruebas abundan y sobran. Estn las ediciones, estn las exposiciones, estn los concursos, estn los congresos. Y Cuba nunca, hasta ahora, le ha exigido incondicionalidad a nadie. Que es lo que ha sucedido, entonces, con Padilla? Habra que buscar, deca mas arriba, una explicacin ms inmediata. Y creo que esa explicacin est indisolublemente ligada a un anlisis de la economa cubana.

Como el propio Fidel lo ha venido reconociendo desde la zafra del 70, las dificultades son extremas. Y cuando las dificultades econmicas son extremas hay que apretarse el cinturn. La disencin y la crtica asumen un carcter de aguda peligrosidad para el equilibrio del sistema y pasan a conceptuarse como bienes suntuarios. Padilla y la gente como Padilla pasan a ser un lujo, tales son las obvias y reiteradas explicitaciones del ltimo discurso de Fidel. Solamente los incondicionales permanecen como artculos de primera necesidad, y se produce un vuelco en contra de las formas propiciadas anteriormente. No olvidemos que las celebradas iniciativas culturales cubanas no han sido cosa de tres o cuatro individuos aislados sino la resultante de una poltica oficial.

Hasta en un proceso avalado por la mayor madurez poltica y la mas profunda exigencia literaria, el sentido crtico inherente a la cultura puede convertirse en un lujo repudiable si las dificultades econmicas se muestran demasiado duras de superar. En su brillante discurso del 12 de mayo, Salvador Allende dijo que si el proceso chileno desembocaba en el fracaso econmico, desembocara en el fracaso social..

A mi juicio el caso Padilla es incompresible sin atender a los problemas econmicos reconocidos, repito, por el propio Primer Ministro cubano. Pero entender no significa justificar. Y an en el supuesto de que entienda bien, no justifico. La crcel y la confesin de Padilla representan un modo de encadenar el pensamiento abierto que, junto con lesionar lo ms vlido en la dignidad de la persona humana, ocasionan un dao social difcil de aquilatar en sus verdaderas consecuencias. Algn da la Revolucin Cubana tendr que reconocerlo y remediarlo, y tal es la esperanza de todos los amigos y admiradores de los principios que la inspiran.

17 de mayo de 1971. Jorge EdwardsUn hueco para Heberto Padilla (http://www.letras.s5.com/artpadilla1.htm).....Me imagino que los poetas jvenes de nuestra lengua ya no saben nada o tendrn una idea muy confusa del llamado "caso Padilla", que hizo correr bastante tinta a comienzos de 1971 y que provoc, segn la opinin de algunas almas piadosas del estalinismo criollo, que trataron de restar importancia al incidente, una tempestad en el vaso de agua de los medios literarios europeos y latinoamericanos. Despus de un mes en una crcel cubana, Padilla regres a la circulacin para hacer la ms extraordinaria negacin de s mismo que se ha escuchado en estos tiempos. Dijo que se haba convertido en un traidor, en un aliado objetivo de los contrarrevolucionarios que pululaban dentro y fuera de la isla, lo cual no es poco, si se considera que otros, por el mismo delito, han sido condenados al paredn. En seguida, acus a sus mejores amigos. a los que en ese mismo instante hacan su apasionada defensa, como era el caso del poeta alemn Hans Magnus Enzenberger, de ser agentes de la CIA.......No slo nadie crey que un hombre como Enzensberger pudiera ser agente de la CIA, sino que nadie crey, siquiera, que Heberto pudiera creer, recin salido de la crcel, hablando bajo la luz de las candilejas de la Unin de Escritores Cubanos, en la seriedad de lo que afirmaba. El problema era que Heberto, a travs del procedimiento inquisitorial de la autocrtica, se haba convertido en esos momentos en una no persona. Sus defensores y sus amigos de Europa y de Amrica quedaron perplejos, y no tuvieron ms remedio que guardar silencio. Pareca que el Heberto Padilla que defendan no era ms que una rplica fantasmal, un doble desteido, del poeta que haban conocido en aos menos ingratos. Lo grave del caso, el aspecto diablico del tratamiento policial a que haba sido sometido Padilla, es que todos doblamos la pgina y lo consideramos muerto, sin pena ni gloria, para la literatura......Algn tiempo despus de la muerte de Jos Lezama Lima, ocurrida algunos aos ms tarde, alguien me cont una ancdota del entierro, que haba adquirido un carcter semioficial, con asistencia de autoridades culturales y todo eso. De pronto apareci Padilla, que haba llegado a convertirse en amigo entraable de Lezama Lima, y los asistentes a los funerales se alejaron de l como si fuera un apestado, creando alrededor suyo un crculo de vaco. Veo muy bien a Heberto en ese crculo, desarrapado, con los zapatos viejos, rindiendo homenaje al poeta de la calle de Trocadero......Despus, a mediados del ao pasado, por una fuente curiosamente directa, supe que Heberto Padilla, el fantasma, haba continuado escribiendo. Es decir, supe que el poeta que haba en l haba sobrevivido, a pesar de todo, comprobacin que me pareci instructiva con respecto a la naturaleza de los poetas. Por una casualidad, tuve ocasin de contrselo a Hans Magnus Enzensberger, y recuerdo que hablamos, con alegra, de esta comprobacin, que demostraba que el espritu de nuestro amigo de la Habana continuaba sano y fuerte......Ahora he recibido un ejemplar del "New York Review of Books" y me he encontrado con tres poemas de Heberto Padilla traducidos al Ingls por Alastair Read, traductor de Neruda y de otros poetas de habla castellana. Padilla habla en estos poemas, precisamente, de los zapatos viejos con que ha conseguido atravesar todo este perodo; de Pablo Armando Fernndez, "amigo de mis aos mejores y ms difciles", y del "vestido de payaso que no hizo rer a nadie", aludiendo, supongo, al vestido con que pronunci su famosa autocrtica, que no hizo, en efecto, reir a nadie......Heberto, que para suerte nuestra no ha perdido el humor provocativo de antes, puesto que esa provocacin y ese humor son condimentos esenciales de su obra, declara en sus versos que la Derecha estuvo algunas veces contenta con l, con la idea de apropirselo, y que la Izquierda lo ha hecho famoso. Y como resumen de todo esto, pide en uno de sus poemas, en su magnfico "Autorretrato del otro", que le hagamos un hueco sin darnos por aludidos de su presencia; sin dirigirle la palabra; hacindonos a un lado cuando lo veamos aparecer......En la sociedad cubana posterior a los das del "caso Padilla", Heberto se mira como el otro, como el bufn cuya presencia incomoda, puesto que siempre ser capaz de salir con algunas verdades molestas. El hecho es que ha sobrevivido con la tenacidad de los que en Chile llaman "monos porfiados", esos polichinelas con resortes que salen de una caja, y que cuando uno se ha olvidado de ellos vuelven a salir con un silbido. En este caso es un silbido potico, y el autor de Fuera de juego se muestra maduro, depurado, ms sutil en su juego de insinuaciones y contradicciones.. Las tres versiones inglesas de Alastair Reid nos dejan con deseos de conocer ms de esta nueva etapa de Heberto Padilla.HEBERTO PADILLA EN CHILE (http://www.letras.s5.com/padilla250203.htm)"Los recuerdos son cuadros?O uno quiere que sean como cuadros?Y si lo fuesenNo seran ms bienlienzos abandonados entre la telaraa?"por Cecilia Garca Huidobro McA...... El cuadro que de l guarda mi memoria, lo sita en el aeropuerto de Pudahuel. Acababa de aterrizar un vuelo proveniente de Miami. Se bajaron familias completas con orejas de Mickey en la cabeza, bulliciosos y felices de arrastrar gigantescas bolsas y paquetes. Al no verlo, llegu a pensar que lo haba dejado el avin. Pero supongo que espontneamente haba guardado distancia de esa manada carnavalesca, pues finalmente apareci, elegante y caballeroso, como acostumbraba a ser...... Era su primera visita a Chile y, por desgracia, termin por ser tambin la nica. Su curiosidad pareca no tener lmites y gustaba preguntar, contrapreguntar y volver a preguntar sobre todo que por esos das, primavera de 1993, el pas se encontraba en proceso de elecciones presidenciales. Me di cuenta, adems, que sola chequear con otras personas la informacin que obtena de nuestra conversacin a la usanza "cubana", presumo...... Era un hombre que quera desentraar la historia, pese a que la historia gast con l una de sus bromas ms pesadas. El archibullado caso Padilla lo volvi un hroe para los ms, un traidor para los menos, pero en cualquier caso lo oblig a un protagonismo que no se condeca con su propio carcter. "No me gustan los hroes -le o decir-. Son una mentira". Saba que la realidad no es tan simple y no dejaba de mirarla con irona y distancia...... Esa tensin que hay entre el individuo y la historia tambin marc su poesa, ms cercana de la tradicin inglesa que de la espaola. "Yo leo un poema y tengo que ver lo que est pasando, que no me llene de palabras". Por eso fue un gran lector de Pound, Eliot... Eso no le impidi apreciar al Neruda de Residencia en la Tierra, por ejemplo. Recuerdo haberlo odo recitar algunos versos de "Tango del viudo" imitando su pastoso tono a la perfeccin: Oh, maligna, ya habrs hallado la carta, ya habrs llorado de furia... "Por esos versos -me dijo-, por ese tono coloquial entr Nicanor Parra a la poesa"...... Era en realidad un gran imitador y un mejor observador. Cualquier relato de las diversas actividades que realiz en Chile: conferencias en el Centro de Estudios Pblicos (CEP) y en la Universidad Catlica, entre las principales, y reunin con distintos grupos intelectuales, siempre inclua observaciones agudas y sabrosas producto de su notable percepcin...... De sus amigos de los buenos tiempos, se encontr con que Enrique Lihn se haba adelantado en la partida por lo que ya seran irrepetibles aquellos das de andanzas isleas. En cambio, Roberto Ampuero lo aloj unos das en su casa en Valparaso. Y pudo estar con Jorge Edwards, quien se preocup de que pasara una agradable estada, invitndolo incluso a la piscina. Claro que los panoramas ms frecuentes eran por la noche a bares y centros nocturnos de tertulia a los que tan slo al llegar, contaba Padilla, algunas mujeres "tan maquilladas que parecan periodistas" lo saludaban efusivamente desde la distancia: Joorge!, Jorge!..... Das despus, Heberto Padilla se fue como vino: amable, desencantado y con su carga de sabidura en bancarrota...... La historia, que se encarg de que Heberto Padilla no fuera un lienzo abandonado entre la telaraa, se ocup tambin de arrojarlo a una dolorosa e injusta soledad en la que vivi y en la que muri la semana pasada en Alabama, Estados Unidos. Quizs por eso, prefiero recordarlo como el hombre irnico y buen conversador que era, un enamorado de la vida y de la literatura. Total, en mi jardn tampoco pastan los hroes.en Revista de Libros de El MercurioSantiago ChileHeberto Padilla al vuelo (http://www.letras.s5.com/padilla010202.htm)por Jorge Edwards .......... Heberto Padilla era nervioso, eufrico, incisivo, alcanzaba en la conversacin momentos de brillo insuperable. Nunca pareca cansarse de analizar situaciones y de saltar de una conclusin a otra, sin perder el hilo conductor. Amaba toda la poesa del mundo, pero sobre todo la del romanticismo ingls -John Keats, Shelley, Byron-, que conoca a fondo y que recitaba con gusto, a voz en cuello; y la de algunos latinoamericanos. Tena un espritu provocador, que no bajaba la guardia en ningn momento, incluso en circunstancias peligrosas, y practicaba con verdadero exceso los hbitos de la confesin a gritos y del arrepentimiento. No es extrao que en un momento dramtico haya hecho una autocrtica difcil de creer. Siempre pona gran atencin en las autocrticas ms clebres del mundo comunista y es probable que se hubiese imaginado la suya desde mucho antes....... A pesar de la distancia, tena un conocimiento sensible, curioso, de los universos mentales de la Rusia posestalinista, conocimiento enriquecido por la lectura de los clsicos rusos del siglo XIX y de comienzos de la era sovitica. En otras palabras, desde Gogol y Dostoievski hasta Vladimir Maiakovski, sin olvidar a su contemporneo y amigo Eugenio Evtuchenko. Emir Rodrguez Monegal, el gran crtico uruguayo, a propsito de mi retrato de Padilla en Persona non grata, escribi que le haba parecido un "Stravrogin del Trpico", un personaje de Los endemoniados de Dostoievski.

. El problema de Padilla en su famoso "caso" consisti en que calcul mal. Crey que su prestigio internacional, sus amistades con escritores conocidos, su falta de toda influencia poltica, lo protegeran de cualquier accin clara y decidida en su contra. Pero en el caso suyo intervino un factor imprevisto, nuevo, que ninguno de nosotros supo medir a tiempo. Fue la relacin del rgimen castrista con la Unidad Popular de Salvador Allende, fenmeno que sacaba al castrismo de su sofocante aislamiento en Amrica Latina. Padilla fue acusado de darme datos y comentarios negativos sobre lo que suceda en el interior de Cuba, datos que yo, en mi calidad de representante diplomtico, naturalmente transmita a las autoridades allendistas. Ya no se trataba de un pecado de simple frivolidad intelectual. Era, en los tiempos que corran, en la dimensin policial que haba alcanzado esa atmsfera, en su incesante delirio, un delito de alta traicin. El caso Padilla, por ese motivo, estuvo a punto de ser mi propio caso. Fui acusado con severidad y con furia por el rgimen de Castro ante el gobierno chileno. Pero las costumbres polticas de Chile, hasta entonces por lo menos, eran muy diferentes. Las acusaciones cubanas fueron recibidas con indiferencia, con algo de sorna, y pude seguir viaje a Pars y reanudar mi trabajo en la embajada chilena, junto a Pablo Neruda, con una relativa calma. Insisto en lo de relativa. Mi idea actual es que Chile, en contacto con la versin caribea de la Guerra Fra, cambi para siempre, y creo por desgracia que para mal...... Ahora recuerdo a Heberto Padilla en mangas de camisa, fumndose un "tabaco" enorme, bebiendo un "extraseco en las rocas" y hablando, con asombro, con burla, con lucidez implacable, de la Historia con mayscula. Su poesa me parece una prolongacin de aquellas conversaciones y de esa incesante reflexin. Sus versos adoptaban un tono coloquial reflexivo que vena de la mejor tradicin moderna: de Cavafis, de T. S. Eliot, de Csar Vallejo, y hasta de nuestro Nicanor Parra. En sociedades ms cultas, menos atormentadas, menos castigadas por sus inflexibles y celosos caudillos, habra obtenido el reconocimiento debido y ocupado un lugar de honor. Pero estamos muy lejos de todo aquello. Por eso muri solo, en su oficina de profesor universitario, en algn campus del fondo de los Estados Unidos, mundo para l, como para nosotros, vasto, ancho y ajeno. A nosotros, los que hemos conseguido sobrevivir, nos toca recordar con emocin, con tristeza, con el asombro admirativo de los comienzos, y dar testimonio.en Letras Libres.LO QUE DIJO CORTAZAR

En 1968, antes de que Padilla fuera preso, Julio Cortzar escribi:

"Yo persisto en creer que todo intelectual cubano debe, en las filas de la Revolucin, guardar el derecho a la libre crtica y a no estar sometido a una autocensura que no podra llevarlo ms que a la mediocridad."

"Padilla no es ese hombre nuevo en quien las revoluciones fundan sus esperanzas. A caballo sobre dos pocas, vestido con un pasado que no se puede quitar como una camisa, no puede evitar ser herido all donde los ms jvenes aportan su adhesin completa. Como yo, como otros, Padilla est condenado a permanecer, en parte, ''fuera del juego''".

La Buena MemoriaPor Pio E. Serrano (http://www.letras.s5.com/artpadilla4.htm)"A aquel hombre le pidieron su tiempo / para que lo juntara al tiempo de la Historia". As, Historia con mayscula, escriba Heberto Padilla en 1968 el poema inicial del libro que habra de convertirlo en el primer disidente cubano. Se trataba de Fuera del juego, un libro paradjicamente premiado en la Cuba castrista. En 1971, arrestado por la polica poltica, retenido en prisin durante varios meses y sometido a una severa tortura psicolgica, el rgimen le pasara la cuenta por su desacato. La Historia, efectivamente se cebaba en el poeta forzado a proclamar una humillante autocrtica que recordaba los tenebrosos procesos stalinistas de la dcada del treinta.El "caso Padilla", sin embargo, precipitara la fractura de la intelligenzia de izquierdas con el rgimen cubano. En septiembre de 1971 la revista Libre recoge la denuncia al secuestro de Padilla. En el documento aparecen las firmas de Sartre, Beauvoir, Duras,Genet, Calvino, Sontang, Enzensberger, los Goytisolo, Barral, Castellet, Garca Mrquez, Vargas Llosa, Donoso, Donoso, Fuentes, Bryce y un largo etctera. La presin internacional logr la excarcelacin del poeta y en 1980 pudo marchar al exilio.La breve obra potica de Heberto Padilla (Las rosas audaces, 1949; El justo tiempo humano, 1962; Fuera del juego, 1968; Provocaciones, 1973 y El hombre junto al mar, 1981), renovada y ahondada en cada ttulo nuevo, lo situ entre los grandes poetas de su tiempo. Fue, sin duda, la figura mayor de su generacin, el grupo potico cubano de los cincuenta, uno de los momentos ms altos de la poesa cubana del siglo. Lector voraz y conocedor en profundidad de la poesa francesa y anglosajona, en su escritura qued la huella de Auden, Eliot, Wallace Stevens y los poetas isabelinos. As pudo construir un universo potico apoyado en una ntima intensidad lrica, reflexiva e inteligente siempre. Sus poemas buscaron la inspiracin en lo inmediato cotidiano para elevar esta experiencia a resonancias universales, lejos de lo tpico y domstico.Su novela (En mi jardn pastan los hroes, 1986) y su ensayo autobiogrfico La mala memoria, 1989) constituyen desgarradores testimonios sobre la soledad y el horror que debi padecer. El libro del chileno Jorge Edwards, Persona non grata, relata objetivamente los preliminares y el desencadenamiento de estas amargas experiencias.Lo trat poco en Cuba pero tuvimos una larga y profunda amistad en el exilio durante los aos que pas en Madrid. Dotado de una humanidad generosa y abierta, su conversacin, reflexiva y coherente, se enriqueca constantemente con los versos de sus poetas preferidos gracias a su providencial capacidad para el recuerdo.Sufri mucho. La autoconfesin forzada y el proceso que lo condujo a ello haba depositado en l, tan lcido para otras cosas, un injustificado sentimiento de culpa. El rgmen toler su exilio pero antes se asegur de destrozar los mecanismos ms ntimos y delicados de este hombre bueno y noble.Ahora, Heberto ha muerto a los 68 aos. Deja entre nosotros su palabra, una buena memoria.Publicado en Cuba Hoy, Septiembre del 2000Heberto Padilla: delito de poetaZOE VALDES (http://www.letras.s5.com/artpadilla5.htm)El autor de El justo tiempo humano y de Fuera del juego, este ltimo uno de los ms clebres poemarios escritos en el siglo XX, falleci el pasado da 25 en Auburn State University, en Alabama, donde imparta clases como profesor de Literatura Latinoamericana. Heberto Padilla es uno de los ms grandes protagonistas de la poesa contempornea cubana y se convirti en el ao 1968 en el primer escritor denigrado en forma contundente por las autoridades del rgimen castrista, a raz de su participacin en el concurso Julin del Casal de la Unin de los Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) con Fuera del juego.

Acusado y atacado oficialmente de escribir literatura contrarrevolucionaria, tena como enemigos principales a tres personajes: Luis Pavn, un teniente al mando de una publicacin militar llamada Verde Olivo, puesto all por Ral Castro, quien a su vez ordenaba las grabaciones de las lecturas poticas de Padilla para fomentar pruebas que permitieran destruirlo. El tercer enemigo yel ms aplastante era Fidel Castro.

Los jurados del concurso literario -Jos Lezama Lima, Jos Zacaras Tallet, Manuel Daz Martnez, el ingls J.M. Cohen y el peruano Csar Calvo- fueron interpelados por la Seguridad del Estado y sobre ellos cay el peso de un poder empecinado en evitar que Padilla fuera premiado. Las manipulaciones salpicaron incluso a Nicols Guilln, presidente de la UNEAC, entre otras personalidades. El libro fue publicado, pero el galardn no fue concedido.

Desde aquel instante, el poeta vivi en la ms terrible de las pesadillas: persecuciones, vigilancia extrema y acusaciones viles de conspirar en contra de Castro junto al novelista chileno Jorge Edwards, diplomtico en La Habana bajo el Gobierno de Salvador Allende y considerado entonces persona non grata. Tambin lo relacionaron con el periodista y fotgrafo francs Pierre Golendorf; se supona que ambos eran colaboradores de la CIA. Golendorf pas sus buenos aos en la crcel antes de su devolucin a Francia.

En 1971, la polica allan la casa del poeta; destruyeron cuanto pudieron, llevndoles detenidos a l y a la que entonces era su esposa, la escritora Belkis Cuza Mal. Este hecho ha trascendido a la historia de la represin castrista como el caso Padilla. Hecho que dio lugar a que figuras relevantes de la cultura mundial rompieran con el Gobierno represor de la isla, entre ellas Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Mario Vargas Llosa, Octavio Paz, Susan Sontag, Juan Goytisolo, Federico Fellini, Marguerite Duras, Alberto Moravia. Otros 72 artistas y escritores levantaron su voz en contra del sangriento totalitarismo caribeo.

Padilla haba profetizado su destino con los versos del poema que da ttulo al libro: Al poeta, despdanlo! / Ese no tiene aqu nada que hacer. / No entra en el juego. / No se entusiasma. / No pone en claro su mensaje. / No repara siquiera en los milagros. / Se pasa el da entero cavilando. /Encuentra siempre algo que objetar...

Sufri las huellas indelebles de la crcel cubana; para colmo, mientras se hallaba en prisin, una carta con su nombre a modo de declaracin de arrepentimiento y de delacin de sus colegas dirigida al Gobierno revolucionario comenz a circular misteriosamente por La Habana. Dasdespus, Padilla hubo de realizar un acto autoinculpatorio de su persona, es decir, repetir de manera exagerada el contenido sospechoso de la carta. As se vio obligado a la farsa truculenta; bajo amenaza policial, debi criticar su propia actitud y denunciar a sus compaeros; tuvo que reconocer pblicamente sus errores, a la manera de los peores juicios estalinistas de la historia del comunismo. Los escritores mencionados por l debieron imitarle. Manuel Daz Martnez lo cuenta: Para m, el problema era que yo no saba de qu acusarme. Y esas autoacusaciones se hicieron pblicas en la noche del 17 de abril de 1971. Heberto Padilla sali al exilio hacia Estados Unidos por razones humanitarias y polticas en el ao 1980. Hace un instante, colgu el telfono con Belkis Cuza Mal; me dice que l nunca consigui recuperarse de aquello, jams pudo curarse de semejante espanto, sufri en silencio hasta el ltimo minuto.

En el ao 1982 yo me hallaba en una clase de la Facultad de Filologa de la Universidad de La Habana, no s qu bicho me pic y me levant para pedir a la profesora que nos aclarara las nebulosas alrededor del caso Padilla. La mujer palideci, empez a gaguear y a muequear, finalmente me expuls de la clase como primera advertencia; luego me expulsaron de la universidad. En 1995 conoc al poeta en Berln; era un hombre cansado, pero luchaba por mostrar vivacidad, nos abrazamos e incluso brome con su situacin de conferenciante itinerante. Hoy, frente a la evidencia de la muerte de un inmenso poeta acosado, lacera que el mundo olvide cnicamente los crmenes de Castro en beneficio de sucios negocios. Intelectuales y artistas le hacen el juego al dictador en ese abre y cierra cclico que mantiene desde hace 42 aos para despistar al mundo de sus barbaridades. La apariencia de apertura cultural y poltica, los guios econmicos al extranjero son todos mentira pura. Los viajes de escritores y artistas cubanos pagados por el rgimen para dar una buena imagen en coordinacin con mercaderes de la dignidad es pura astucia, mediocridad y colaboracin explcita. Nunca he visto un restaurante latinoamericano en Pars luciendo una foto de Pinochet, me repugnara verla; sin embargo, debo soportar montones de fotos del Che en las paredes de restaurantes parisinos de moda, la aburrida imagen del guerrillero que, por no dejar de fusilar, fusil hasta a adolescentes por la espalda, sin contar la paradoja de que fue uno de los artfices de la miseria de mi pas cuando fue ministro de Industria. Cmo tragar un bocado de comida frente a su foto si hoy miles de nios no tienen un pedazo de pan que llevarse a la boca, y muchos de mi generacin quedaron hurfanos por su culpa?

El ser humano Heberto Padilla fue despedazado por la dictadura. No as su poesa, que despus de 33 aos conserva ms actualidad que nunca:

Instrucciones para ingresar en una nueva sociedad. Lo primero: optimista. /Lo segundo: atildado, comedido, obediente: / (Haber pasado todas las pruebasdeportivas). / Y finalmente andar. / Como lo hace cada miembro: / un paso alfrente, y / dos o tres atrs: / pero siempre aplaudiendo.

No s si este texto de dolor ante su desaparicin fsica tendr sentido. A muy pocos les emociona en estos tiempos la muerte de un poeta, mucho menos si se trata de un cubano exiliado. Confo en que existan personas que no crean solamente que los cubanos debemos ser esclavos, o que debemos morirnos en el mar intentando alcanzar la libertad. Acrquense, por favor, a la obra de Heberto Padilla y conocern la verdad del injusto tiempo humano que le toc vivir.

Zoe Valds es escritora cubana y reside en Pars

Cuba Hoy Publicado el Conoci a Heberto Padilla en La HabanaRoberto Ampuero (http://www.letras.s5.com/artpadilla6.htm)..Tuve la fortuna de conocer a Heberto Padilla en La Habana, en 1975. El poeta ocupaba entonces, bajo una suerte de prisin domiciliaria, un modesto departamento en el barrio de Marianao junto a su esposa, la pintora Belkis Cuza Mal, y su pequeo hijo Ernesto. Fidel Castro lo haba condenado en 1971 al silencio por su poemario, "Fuera del Juego", y por sus crticas al proceso revolucionario, lo que Jorge Edwards describe magistralmente en su libro "Persona non grata".

Aquellas crticas le costaron caro a Heberto. Cuando lo conoc, el rgimen ya lo haba expulsado de la unin de escritores y la mayora de sus miembros -por oportunismo, prudencia o cobarda- le aislaron y quitaron el saludo, como Roberto Fernndez Retamar, actual director de la Casa de las Amricas, el mismo a quien Pablo Neruda llam en sus memorias "sargento de la cultura". Por orden de Castro, los libros de Heberto fueron retirados de libreras y bibliotecas, y a l se le prohibi publicar en la isla y el extranjero, mudarse de vivienda, trasladarse sin aviso fuera de la ciudad o abandonar el pas, y tambin conversar con corresponsales extranjeros.

De cuando en cuando llegaban a hostigarlo a su departamento agentes de la seguridad del estado, quienes, con la pistola bajo la guayabera, permanecan por horas en su living y se hacan servir caf mientras le preguntaban cnicamente cmo le iba. Trabajaba como traductor de una editorial, pero estaba obligado a laborar en su casa, porque el rgimen no deseaba que se mezclara con colegas y, lo que era aun ms maquiavlico, sus traducciones no llevaban nombre. El "mximo lder" quera borrarlo de la memoria de su pueblo y el mundo, pero fracas, porque en la universidad se recitaban, entre gente de confianza, sus poemas y en el extranjero sus libros siguen vendindose.

Yo fu testigo directo de los abusos contra Heberto y de su sufrimiento. Nadie me los cont. Me reuna con l dos veces por semana en su apartamento, donde le enseaba alemn y conversbamos de poltica. Yo era entonces un joven comunista que denunciaba la dictadura de Pinochet y vea en el socialismo cubano el modelo de desarrollo para Amrica Latina. Pero al conocer al poeta sitiado, hostigado, injuriado y en poder de la polica poltica por el mero delito de escribir poemas y expresar crticas, entend que aquel rgimen no era democrtico ni deseable para nadie.

Pese a las presiones, Heberto nunca sucumbi.Y vaya que haba que tener coraje para oponerse a Castro en la isla! Cuando constat que no lograra doblegarlo por la intimidacin, Castro le puso en perspectiva una estada en Weimar, Alemania del Este, donde seguira tenindolo bajo control. Para ello quiso imponerle una condicin: que "rectificara" y "reconociera la superioridad del socialismo", pero Heberto no estaba dispuesto a traicionar sus convicciones y no se dej seducir.

Esa osada le signific tener que esperar durante doce aos, bajo circunstancias lamentables e injustas, el permiso para abandonar legalmente el pas. A veces cierta gente -tal vez agentes- le ofrecan una balsa para escapar, pero l no acept. Tema que fuese una trampa mortal y quera salir de su patria haciendo uso de un derecho que deba corresponderle como ser humano. Slo gracias a la intervencin humanitaria de polticos espaoles y norteamericanos, Heberto pudo dejar la isla con su familia. Castro lo dej salir porque quera mejorar entonces las relaciones con Madrid y Washington, y porque tal vez lo crey destrudo para siempre.

Ahora que Heberto ya descansa, vuelve a llamarme la atencin un hecho simple y escalofriante: nunca se le acerc alguien del exilio chileno en Cuba. Escalofriante, pues todos saban quin era, que viva en La Habana y que ningn tribunal lo haba condenado. Ninguno de los lderes de la izquierda chilena de entonces, que pasaban a descansar a La Habana mientras recorran el mundo denunciando legtimamente las violaciones a los derechos humanos en Chile, tuvo el coraje moral de llegar hasta donde el poeta a expresarle una voz de aliento. Gladys Marn, Volodia Teitelboim, Camilo Escalona, Jaime Gazmuri, Oscar Guillermo Garretn, Pascal Allende y Estvez, por nombrar slo a estos adalides de entonces de la libertad, saban que Heberto era un smbolo clave de la oposicin pacfica en Cuba, pero ninguno de ellos pronunci jams una palabra en su apoyo. Ellos exigan libertad y democracia solamente para Chile, pero ante el rgimen de partido nico cubano guardaban un silencio cmplice. Slo pueden haber tenido dos motivos para callar: la conviccin de que Castro era un dictador y no convena provocarlo, o la conviccin de que quienes se oponen al comunismo carecen de derechos humanos. Ambas opciones son, por lo menos, deleznables e hipcritas en el contexto de la poltica chilena.

Hay que recordar que slo la protesta suscrita por un centenar de intelectuales de todo el mundo -entre quienes figuraban Jean Paul Sartre, Mario Vargas Llosa y Alberto Moravia- logr liberar a Heberto Padilla en 1971 de la crcel. El "caso Padilla" -juicio en el cual fue obligado a culpar de "actitudes contrarrevolucionarias" a su mujer, sus amigos y a s mismo-- mostr que la revolucin nada tena que ver ya con los jvenes barbudos de verde olivo que haban derrocado al dictador Fulgencio Batista para imponer la libertad y la democracia, sino que impona en la isla un rgimen dictatorial estalinista al estilo de la Unin Sovitica o la Europa del Este.

Heberto admiraba nuestra transicin a la democracia y soaba con que algn da su patria pudiese imitarla. Pensaba, sin embargo, que Castro, a diferencia de Pinochet, jams dejara el poder, porque ha atado el estrepitoso fracaso de su destino personal al destino de la nacin cubana. Pese a esa conviccin desesperada, Heberto rechaz siempre la violencia y so con un