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MARCELINO GONZÁLEZ.- CASTILLO DE SAN FELIPE

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CASTILLO DE SAN FELIPEGUARDIÁN DE LA RIA DE FERROL

Por

MARCELINO GONZÁLEZ

(Nota: Artículo publicado en el número de marzo de 2007, de la “Revista Española de Historia Militar”)

El visitante que llegue a Ferrol por mar, poco antes de entrar en puerto recibirá el mudo saludo de dos grandes fortificaciones que en otros tiempos contribuyeron a la defensa de la ciudad y su arsenal, y hoy se conservan como bellos vestigios de su pasado histórico. Son los castillos de San Felipe y La Palma, situados uno frente al otro en las márgenes norte y sur de la ría respectivamente, y en su zona más angosta. Ambos castillos han estado íntimamente ligados a la defensa de Ferrol, base naval y arsenal muy protegidos por su emplazamiento natural. Actuaron como elementos disuasorios unas veces y como activos baluartes defensivos otras, para impedir que la ciudad cayera en manos ajenas, y por ello fueron muy codiciados por los enemigos de España de otros tiempos. No en vano, los británicos solían decir que “Si Ferrol fuese inglés, estaría rodeado de murallas de plata”.

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De estos dos castillos, el de San Felipe será el protagonista de este artículo, en el que de forma breve serán comentados su estructura y constitución, su pasado histórico, su situación actual y su posible futuro.

El castillo.El castillo de San Felipe es una excelente muestra de fortificación costera adaptada a su entorno.

Está dotado de todos los elementos que una construcción de su tipo debe reunir, y a pesar del paso del tiempo conserva muchos de ellos, gracias en gran parte a que durante mucho tiempo fue utilizado por el Ejército de Tierra, que veló por su conservación.

Se encuentra en la orilla norte de la canal de entrada a Ferrol, al comienzo de la bella población de su nombre. Está ubicado en un pequeño saliente o cabo que forma la caída del monte Brión al mar, y con su planta poligonal un tanto irregular se amolda perfectamente al terreno.

Su estructura.Cuenta con un hornabeque, o fortificación central formada por dos muros que divergen hacia el

norte o parte de tierra, donde terminan en dos semibaluartes trabados con una cortina, que por la parte sur tiene los alojamientos de la tropa. Hacia el sur, muy cercano y paralelo a la cortina, se levanta el edificio central del mando, con una capilla. Los extremos sur de los laterales del hornabeque se unen por una galería porticada, que con los laterales y el edifico de mando cierra un amplio patio de armas, con un pozo en el centro para extraer el agua del aljibe situado debajo.

Un foso exterior al hornabeque, lo separa de otras las estructuras del castillo. Por fuera del foso, en la parte norte se encuentra el revellín, en forma de rombo apuntado rodeado de caminos cubiertos, y por los laterales se extiende el resto de las infraestructuras del castillo, que en parte conforman las baterías de poniente y levante. Completan la fortificación diversos edificios y espacios para variados usos, como almacenes, caballerizas, cuerpo de guardia, polvorines, etc.


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Además de sus muros de cerramiento y apoyo, San Felipe conserva interesantes estructuras y elementos, como la galería porticada de la parte sur del patio, el pozo central del patio de armas, la escalera de caracol que une las baterías alta y baja de poniente, la puerta de levante del hornabeque, las garitas - muchas de ellas en un excelente estado de conservación -, las troneras y merlones, el reloj de sol, la espadaña y los dos remates ovales del edificio de mando, o la portada principal de entrada, que conserva los rebajes donde alojaban los maderos de accionamiento del puente levadizo, hoy desaparecido y sustituido por un puente firme. Y clavadas en las rocas de la batería baja, muy cerca de los muros del castillo, aun se pueden ver las anclas utilizadas en otros tiempos para cerrar la Ría.

Su construcción.


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Para buscar los antecedentes del castillo de San Felipe hay que remontarse al siglo XVI, cuando a consecuencia del descubrimiento de América se organizó un gran tráfico entre España y el Nuevo Mundo, en el que las colonizaciones, el comercio, y las luchas por proteger el tráfico y mantener el dominio del mar, obligaron a España a contar con puertos resguardados, preparados para construir barcos, mantenerlos, darles cobijo y atender a su logística. Uno de estos puertos, por su situación y características naturales, fue Ferrol.

En realidad, el origen y situación del castillo, además de por sus antecedentes históricos, se explica por sí solo al estudiar la zona geográfica en la que se encuentra. La boca de la ría de Ferrol, que conforma su canal de entrada, se extiende de oeste a este, es larga, angosta, profunda y flanqueada por altos montes, con una especie de antepuerto en la ensenada de Cariño, al que sigue una estrechez de paso obligado para los barcos que quieran llegar al puerto que se abre a continuación. El puerto es amplio, bien resguardado de los vientos, con una considerable extensión, y con profundidad hacia levante, por donde llega hasta la desembocadura del río Jubia. En su margen norte se encuentra el Arsenal, la base naval y la población de Ferrol, y en sus riberas se asientan muchos otros pueblos, que con Ferrol a la cabeza forman una gran comarca.

Vistas sus características, no resulta extraño que en su momento se hayan llevado a cabo profundos estudios de la ría ferrolana, para proceder a su fortificación atendiendo a posibles ataques por mar, sin olvidar que dichos ataques también podían proceder de tierra. Tampoco resulta extraño que las principales fortificaciones se hayan levantado en la parte más angosta de la entrada, donde el castillo de San Felipe era capaz de batir casi a bocajarro a cualquier barco que en otros tiempos intentara franquear el paso.

Los primeros constructores comenzaron a estudiar la Ría alrededor del año 1580, forzados por las amenazas que se empezaban a cernir sobre la primitiva base naval, en la que en 1588 se llevó a cabo el abastecimiento de barcos de la “Gran Armada”. Fue al año siguiente, 1589, cuando a instancias de Felipe II se comenzó a construir el primer castillo, que recibió el nombre que aún hoy conserva, San Felipe, dado en memoria del santo patrono del Rey. Según documentos de la época, en principio iba a ser de planta trapezoidal, con trazado en estrella hacia el mar y dos grandes baluartes hacia el monte. Los primeros trabajos, dirigidos por Pedro Rodríguez Muñiz, se efectuaron a ritmo lento, y del diseño inicial solo se construyó un trozo de la parte sur, de cuyas primeras estructuras aun se pueden ver algunos paños de muralla, integrados en las posteriores construcciones y reformas realizadas al castillo.

Al mismo tiempo que se empezaba a levantar San Felipe, se inició la construcción de otros castillos que con el tiempo completaron la compleja fortificación de la ría ferrolana. De estos


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castillos, merecen destacarse los dos cercanos situados en la margen opuesta, el de La Palma hacia levante y el de San Martín hacia poniente, que con el de San Felipe formaban un triángulo casi equilátero.

En el siglo XVII se impulsaron los estudios de baluartes y defensas costeras, que tuvieron un gran empuje a principios del siglo XVIII, en que se llegó a la concepción del castillo o defensa “ideal” de costa, que tenía que operar en combinación con otras defensas cercanas. Los nuevos conceptos y los diseños resultantes se utilizaron para mejorar las antiguas defensas - los castillos o “fuertes de la Marina” -, y se aplicaron en San Felipe.

En el siglo XVIII, con los Borbones en el trono de España, se produjeron grandes cambios. La Armada había dejado el siglo XVII en una situación lamentable. Tras la Guerra de Sucesión de principios del XVIII, el rey Felipe V, consciente de que para conservar el imperio representado por las posesiones en América y en el Pacífico, y consolidar el comercio con ultramar, necesitaba una importante marina mercante y una poderosa marina de guerra, puso todo su empeño en potenciar la Armada. Y sus sucesores siguieron en la misma línea. En consecuencia, en dicho siglo floreció la construcción naval, la potenciación de arsenales, la organización de bases navales, la protección de costas y puertos, la creación de un Ejército de Tierra y una Marina de Guerra o Armada totalmente diferenciadas, la creación de cuerpos militares especializados, y muchos otras mejoras y adelantos surgidos en el seno de la “Ilustración”.

Dentro de la nueva organización se crearon las demarcaciones territoriales o departamentos. Uno de ellos fue el Departamento Marítimo del Norte (1726), que abarcaba las costas españolas del norte


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y noroeste, desde la frontera con Francia hasta la de Portugal, con su capital en Ferrol, que veía incrementada tanto su capacidad como su responsabilidad en todo lo relacionado con la construcción naval, y el mantenimiento y apoyo logístico de los barcos, lo que obligaba también a potenciar y robustecer sus defensas, no solo para proteger a la ciudad y a su arsenal y astilleros, sino también a los barcos surtos en la ría.

Por estas razones, el castillo de San Felipe fue muy mejorado, lo mismo que el resto de castillos y baterías de la zona, que se prepararon para actuar de forma coordinada, y se alistó un sistema de cierre de la ría de Ferrol con cadenas firmes a anclas clavadas en las rocas, a los pies de los muros de los castillos de San Felipe y San Martín. También aumentó el número de bocas de fuego de las defensas costeras, para contrarrestar la potencia de fuego de los navíos, que estaba en aumento y podía llegar, e incluso superar, los 100 cañones.

Diversos ingenieros estudiaron de nuevo la Ría, y fue Francisco Montaigú, Director General del Cuerpo de Ingenieros en Galicia entre 1726 y 1729, el encargado de aprobar los nuevos proyectos para San Felipe. El responsable de la construcción en 1730, fue Juan de la Ferriére y Valentín, auxiliado por otros prestigiosos técnicos, que también acometieron las mejoras de otras instalaciones. Las obras comenzaron por Real Orden del 8 de abril de 1731 y progresaron a buen ritmo. En 1732 estaba avanzada la construcción del hornabeque o reducto interior, y en 1733 ya estaba prácticamente lista una nueva batería baja por el oeste y consolidado el antiguo castillo. En 1734 se reforzó el equipo de técnicos, entre los que estaba el ingeniero Juan Vergel, y en poco tiempo finalizaba la construcción de la batería baja de levante, se reforzaba el hornabeque, y en 1737 se añadía una batería alta por el oeste, se terminaban otras obras y comenzaba a surgir el edificio central.

En 1739, la falta de fondos empezó a frenar el avance de las obras, que siguieron adelante pero a ritmo más lento. De todas formas, los primeros edificios interiores estaban casi listos en 1744, aunque se continuó con ajustes, correcciones y remates, hasta que en 1775 el castillo se dio por terminado. El resultado fue una construcción que en su época fue tomada como ejemplo de fortaleza costera abaluartada. Contaba con baterías preparadas para repeler ataques por mar y ataques procedentes de tierra, coordinando en todos los casos su fuego con el de otros castillos cercanos.

Más adelante, sufrió otras reformas para adaptarlo a los nuevos tiempos, de las que destacaron las realizadas en el siglo XIX, entre ellas las efectuadas en la batería baja de poniente, el añadido de una torre y la construcción de un aljibe.

Su historia.


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Las primeras defensas de la ría del Ferrol supieron hacer frente a ataques y bloqueos ingleses en 1594. Más adelante, en el año 1639 quedó probada la valía del primitivo San Felipe y demás castillos de entonces, cuando fueron capaces de repeler con facilidad el ataque de las fuerzas francesas del Arzobispo de Burdeos. Y sobre todo, hay que destacar el importante papel de San Felipe en el intento de invasión inglesa ocurrido en 18001.

Hacia finales de agosto de aquel año, se aproximó a la ría ferrolana una flota inglesa al mando del Contralmirante Warren, para atacar la plaza y destruir los barcos y el arsenal. Estaba formada por 7 navíos, 11 fragatas y bergantines, otros barcos menores, y casi 90 transportes con unos 10.000 soldados a bordo.

En aquellos tiempos, siendo el Jefe de Escuadra Melgarejo Comandante interino del Departamento Marítimo, en sustitución del titular Félix de Tejada que estaba en Madrid de permiso, Ferrol estaba mal preparado para su defensa, ya que solo contaba con una reducida guarnición, mientras en la ría fondeaban varios barcos, entre ellos, frente La Graña se encontraban 5 navíos y 6 barcos de menor porte pertenecientes a la escuadra del Almirante Joaquín Moreno.

Cuando el 25 de agosto por la mañana los vigías avistaron la flota inglesa, dieron el aviso. Los barcos fueron identificados, se dio la alarma y comenzó con rapidez el alistamiento para hacerles frente. El Almirante Moreno acoderó parte de sus barcos a la altura de la Punta del Martillo del Arsenal, de modo que presentaran un costado hacia la boca de la ría. Con parte de las dotaciones organizó una fuerza de unos 500 hombres que mandó a los altos de Brión. Situó lanchas cañoneras cerca del castillo de La Palma, y distribuyó otras unidades por la ría.

Pero el Contralmirante Warren eludió la amenaza de los castillos, y en la tarde del mismo día 25, en lugar de entrar en Ferrol fondeó en la ensenada de Doniños, al norte de Prioriño, neutralizó el castillo y batería de la playa, y desembarcó sus tropas y 16 cañones al frente del Teniente General Pultney, que se dirigieron a los altos de Brión. Mientras tanto, el Gobernador Militar interino, Mariscal de Campo Quesada y Silva, Conde de Donadío, que sustituía al titular Martínez de Córdoba, había movilizado a gente para reforzar el destacamento de Brión y otros puntos, entre ellos la parte de tierra del castillo de San Felipe.

Al anochecer del día 25, los ingleses se encontraron con el nutrido fuego de los defensores apostados en Brión, frenaron su avance y se mantuvieron en sus posiciones hasta el amanecer del día siguiente, en que con las primeras luces del día, una columna de 4.000 hombres se dirigió a tomar el castillo San Felipe para utilizarlo a su favor en el asalto a Ferrol. Pero San Felipe se defendió con coraje, y gracias a sus refuerzos y al apoyo recibido de otros fuertes y lanchas cañoneras, los asaltantes sufrieron muchas bajas y se vieron obligados a replegarse a Brión. A continuación regresaron a Doniños y reembarcaron, abandonando la playa en la madrugada del día 27, 36 horas después del desembarco, derrotados y con gran cantidad de bajas.

Aquella victoria fue celebrada en su momento por Napoleón, aliado de España en la guerra contra Inglaterra, con su brindis: “Por los valientes ferrolanos”. Y quedó en el recuerdo de Ferrol, que cantaba: “Castillo de San Felipe / prepara la artillería / que se acercan los ingleses / por la boca de la Ría”.

Pero, como ha ocurrido muchas veces en la historia, pocos años después cambió la situación, y en 1809, en la Guerra de la Independencia, el castillo cayó en manos de los franceses, aunque solo por poco tiempo. Aquel año comenzó con las tropas españolas desbaratadas y el entonces aliado ejército inglés retirándose hacia Galicia, perseguido muy de cerca por las tropas francesas. El avance francés fue imparable, y el 27 de enero se hizo con Ferrol y sus defensas, entre ellas San Felipe. Pero al poco tiempo la situación cambió de nuevo. Los franceses fueron expulsados de Galicia, las tropas españolas volvieron a entrar en Ferrol en mayo, y el castillo volvió a manos de los españoles contrarios a Napoleón.

1 1800. Los ingleses desembarcan en Ferrol. Marcelino González. Revista Española de Historia Militar. Septiembre-octubre 2000.


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San Felipe continuó su andadura a lo largo del siglo XIX y principios del XX. Durante la sangrienta Guerra Civil (1936-39) fue escenario de fusilamientos, que hoy son recordados en una placa colocada en el castillo el pasado año 2006.

Finalizada la Guerra Civil continuó siendo utilizado por el Ejército de Tierra, que veló por su conservación y mantenimiento, hasta que el Ministerio de Defensa procedió a su venta a finales del siglo XX.

Su situación actual.La superficie del conjunto histórico del castillo de San Felipe se calcula en unos 15.000 metros

cuadrados. Desde 1994 es Bien de Interés Cultural, y desde el 29 de diciembre del año 2000 es propiedad del Ayuntamiento de Ferrol, que con el respaldo de todos los partidos políticos de entonces lo compró al Ministerio de Defensa por casi un millón de euros.

Por el momento está abierto al público, que lo puede visitar a diario de 11 a 21 horas tras adquirir la entrada en el cuerpo de guardia, y recibir un folleto con indicaciones para efectuar un completo recorrido. La información se complementa con paneles explicativos estratégicamente dispuestos por todo el recinto.

En alguna ocasión, el castillo también es escenario de exposiciones y recreaciones de tipo histórico.

Su posible futuro.El futuro del castillo de San Felipe es algo que está en discusión entre las diferentes

administraciones, sin que desde su adquisición por el Ayuntamiento de Ferrol se hayan dado pasos definitivos en ninguna de las posibles direcciones, salvo la mínima preparación llevada a cabo para hacerlo visitable.

Por el momento se están buscando fondos para proceder a la total recuperación de sus infraestructuras y prepararlo para su uso posterior; un uso que, de acuerdo con la opinión de muchos amantes de la historia de Ferrol, debe ser “básicamente cultural”, sobre todo a la hora de considerarlo una parte importante del legado histórico de Ferrol, en una época en que se están llevando a cabo los trámites para que la UNESCO declare a la ciudad y si entorno Patrimonio de la Humanidad.

De hecho, en los últimos tiempos y en repetidas ocasiones, los medios de comunicación se hacen eco de esta situación con informes muy alentadores, entre ellos el dado por los organismos competentes para fortalecer la candidatura de los baluartes y castillos de la ría de Ferrol a ser declarados Patrimonio de la Humanidad. Dichos organismos han realizado una valoración muy positiva de todo el conjunto, y según la dirección nacional del Consejo de Monumentos y Sitios, los inmuebles ferrolanos – entre ellos San Felipe - se encuentran en muy buen estado y sólo necesitan una buena gestión para salir adelante.

De acuerdo con los planes y trabajos en desarrollo, se prevé que si junto con los demás monumentos ferrolanos, el castillo de San Felipe logra la declaración de Patrimonio de la Humanidad, una fundación coordinará sus actividades, entre las que está la preparación del castillo como museo y que el público visitante tenga acceso al 80% del recinto.

Esperemos que esto, o algo parecido, sea una realidad en un futuro no muy lejano; San Felipe lo merece, ya que el paseo por sus patios, murallas y recintos es muy agradable e instructivo, y su recorrido permite, con un poco de imaginación, viajar hacia atrás en el tiempo y revivir momentos de hace dos o tres siglos.

Madrid, a 13 de enero de 2007


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Marcelino González FernándezC/Oña, 89, 2º, 2

28050 – MADRIDTeléfono: 91 302 99 25

Móvil: 606 83 79 7E-mail: [email protected]

BIBLIOGRAFÍA:Para la elaboración de este trabajo, fueron consultados documentos del Archivo del Museo naval

de Madrid, artículos aparecidos en diversas revistas: Historia de Iberia Vieja, Revista Española de Historia Militar. Revista General de Marina, etc., prensa diaria, y varias publicaciones, entre ellas:

- Armada Española. Cesáreo Fernández Duro. Museo Naval, Madrid, 1973.- Cartografía militar de plazas fuertes y ciudades españolas. Siglos XVII-XIX. Antonio

Bonet Correa. Instituto de conservación y restauración de bienes culturales. Madrid, 1991.

- Guía del Castillo de San Felipe en la Ría de Ferrol. Juan Antonio Rodríguez-Villasante Prieto. Concello de Ferrol-Central Librera. Ferrol. 2003.


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