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la separa el cerro de la Oliva, donde Leovigildo erigió la titánica ciudad en honor a su hijo Re- caredo, y que a lo lejos dibuja la silueta en forma de cuernos de su basílica. Ambos cerros, el que sirvió de asentamiento a los visigodos en el siglo VI y el que ocuparon los árabes con la alcazaba inexpugnable, tienen en común que dominan visualmente un vasto territorio sobre la vega del Tajo, encrucijada de caminos de ejércitos inva- sores y defensores, zona fronteriza y clave en la dominación musulmana y la Reconquista del centro de la península. Pero además de su en- clave estratégico, ambas construcciones están íntimamente ligadas, pues fueron piedras de Recópolis las que configuraron los lienzos de la muralla que fortificó Zorita, y la marca de los canteros así lo atestigua en los arcos bajo la torre La otra reconquista del castillo de Zorita Culminan los trabajos que han consolidado los muros, han acondicio penas distan dos kilómetros entre la central nuclear que comienza a des- mantelarse y esta imponente pero desmoronada fortaleza que ha dado un paso importante en su consolida- ción. Menos aún, kilómetro y medio A Texto y fotografías: Concha Balenzategui. Imágenes digitales e históricas cedidas por Carpetania Patrimonio 36 / EL DECANO DE GUADALAJARA 26 DE MARZO DE 2010 Es una de las fortalezas más grandes de la provincia y una de las más importantes, atendiendo a su papel en la Historia, de la zona centro. Pero el paso de los siglos, las inclemencias del tiempo y la acción de los desconsiderados ha ido minando unos muros que resistieron a las batallas y a las sucesivas ocupaciones. Las obras, en todo caso insuficientes para las dimensiones de este colosal castillo, han llegado sobre todo en la etapa más reciente, desde que el Ayuntamiento es propietario de la construcción. Los últimos trabajos, culminados este mismo mes, tienen resultados visibles: Se han consolidado los muros que desprendían piedras sobre el caserío, y se ha acondicionado el recorrido de la visita, hasta ahora desordenada y un tanto peligrosa. Pero además, por primera vez se ha realizado un pormenorizado estudio arqueológico sobre el castillo, del que sólo había reseñas históricas. Un moderno sistema de escaneado por láser ha permitido catalogar cada piedra, conociendo la evolución de la construcción a lo largo de las distintas épocas. Albarrana. La simbiosis continuó con muchos de los hogares de los vecinos, apoyados cual hiedra sobre las murallas que antaño descen- dían hasta el río, y levantados con las piedras que habían servido antes a la fortaleza o al pala- cio visigodo, canteras ambas del caserío duran- te siglos. Lo que la Historia ha unido no lo ha separado la Administración, que ha procurado que el parque arqueológico de las ruinas visigo- das quede ligado al castillo, presentando la visi- ta como un conjunto indisoluble al que se hace referencia en el centro de interpretación. Pero durante el último año, los miles de visi- tantes de los vestigios visigodos (se han conta- bilizado más de 55.000 desde la inauguración del parque en el año 2005), que frecuente- mente completaban la excursión con una visita al castillo, han tenido que quedarse sin ver la fortaleza que corona majestuosa el pueblo de Zorita. Porque ese es el tiempo, prorrogado por las abundantes lluvias (el plazo fijado era de diez meses) que han durado los trabajos que han envuelto al castillo en un trajín de anda- mios y carretillas. Tres han sido los móviles de las actuaciones en una construcción que pedía a gritos una intervención. El primero, con mar- chamo de urgencia, pretendía consolidar los mu- ros, no sólo para frenar su deterioro, sino para salvaguardar un pueblo otrora protegido por la fortaleza, y que era amenazada literalmente por los desprendimientos. «Lo fundamental ha sido consolidar las murallas que dan hacia la zona del pueblo, que estaban muy debilitadas y con gran peligro sobre las casas de la población. Lo primero que alarmó eran las piedras de la muralla que esta- ban sueltas y suponían una situación muy peli- grosa», explica el arquitecto que ha dirigido la obra, Javier Navarro, afincado en Malagón, y con experiencia en otras fortalezas, como la de Calatrava la Nueva. Pero además, se ha habilitado un itinerario que facilita y ordena la visita. «Se ha puesto en valor el recorrido, porque antes era muy aleatorio, y se ha evitado el peligro con la colocación de unas baran- dillas. Sólo falta colocar la cartelería que explique cada punto», en palabras de Navarro. Los pane- La otra reconquista del castillo de Zorita A

Castillo Zorita

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la separa el cerro de la Oliva, donde Leovigildoerigió la titánica ciudad en honor a su hijo Re-caredo, y que a lo lejos dibuja la silueta en formade cuernos de su basílica. Ambos cerros, el quesirvió de asentamiento a los visigodos en el sigloVI y el que ocuparon los árabes con la alcazabainexpugnable, tienen en común que dominanvisualmente un vasto territorio sobre la vega delTajo, encrucijada de caminos de ejércitos inva-sores y defensores, zona fronteriza y clave en ladominación musulmana y la Reconquista delcentro de la península. Pero además de su en-clave estratégico, ambas construcciones estáníntimamente ligadas, pues fueron piedras deRecópolis las que configuraron los lienzos de lamuralla que fortificó Zorita, y la marca de loscanteros así lo atestigua en los arcos bajo la torre

La otra reconquistadel castillo de Zorita

Culminan los trabajos que han consolidado los muros, han acondiciopenas distan dos kilómetros entre lacentral nuclear que comienza a des-mantelarse y esta imponente perodesmoronada fortaleza que ha dadoun paso importante en su consolida-ción. Menos aún, kilómetro y medioA

Texto y fotografías: Concha Balenzategui.Imágenes digitales e históricas cedidas por Carpetania

◆◆◆◆◆ Patrimonio

36 / EL DECANO DE GUADALAJARA 26 DE MARZO DE 2010

Es una de las fortalezas más grandes de la provincia y una delas más importantes, atendiendo a su papel en la Historia, dela zona centro. Pero el paso de los siglos, las inclemencias deltiempo y la acción de los desconsiderados ha ido minandounos muros que resistieron a las batallas y a las sucesivasocupaciones. Las obras, en todo caso insuficientes para lasdimensiones de este colosal castillo, han llegado sobre todoen la etapa más reciente, desde que el Ayuntamiento espropietario de la construcción. Los últimos trabajos,culminados este mismo mes, tienen resultados visibles: Sehan consolidado los muros que desprendían piedras sobre elcaserío, y se ha acondicionado el recorrido de la visita, hastaahora desordenada y un tanto peligrosa. Pero además, porprimera vez se ha realizado un pormenorizado estudioarqueológico sobre el castillo, del que sólo había reseñashistóricas. Un moderno sistema de escaneado por láser hapermitido catalogar cada piedra, conociendo la evolución dela construcción a lo largo de las distintas épocas.

Albarrana. La simbiosis continuó con muchosde los hogares de los vecinos, apoyados cualhiedra sobre las murallas que antaño descen-dían hasta el río, y levantados con las piedrasque habían servido antes a la fortaleza o al pala-cio visigodo, canteras ambas del caserío duran-te siglos. Lo que la Historia ha unido no lo haseparado la Administración, que ha procuradoque el parque arqueológico de las ruinas visigo-das quede ligado al castillo, presentando la visi-ta como un conjunto indisoluble al que se hacereferencia en el centro de interpretación.

Pero durante el último año, los miles de visi-tantes de los vestigios visigodos (se han conta-bilizado más de 55.000 desde la inauguracióndel parque en el año 2005), que frecuente-mente completaban la excursión con una visitaal castillo, han tenido que quedarse sin ver lafortaleza que corona majestuosa el pueblo deZorita. Porque ese es el tiempo, prorrogado porlas abundantes lluvias (el plazo fijado era dediez meses) que han durado los trabajos quehan envuelto al castillo en un trajín de anda-

mios y carretillas. Tres han sido los móviles de lasactuaciones en una construcción que pedía agritos una intervención. El primero, con mar-chamo de urgencia, pretendía consolidar los mu-ros, no sólo para frenar su deterioro, sino parasalvaguardar un pueblo otrora protegido por lafortaleza, y que era amenazada literalmente porlos desprendimientos. «Lo fundamental ha sidoconsolidar las murallas que dan hacia la zona delpueblo, que estaban muy debilitadas y con granpeligro sobre las casas de la población. Lo primeroque alarmó eran las piedras de la muralla que esta-ban sueltas y suponían una situación muy peli-grosa», explica el arquitecto que ha dirigido laobra, Javier Navarro, afincado en Malagón, ycon experiencia en otras fortalezas, como la deCalatrava la Nueva.

Pero además, se ha habilitado un itinerario quefacilita y ordena la visita. «Se ha puesto en valor elrecorrido, porque antes era muy aleatorio, y se haevitado el peligro con la colocación de unas baran-dillas. Sólo falta colocar la cartelería que expliquecada punto», en palabras de Navarro. Los pane-

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n acondicionado la visita y han estudiado las ruinas

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les, con el mismo diseño que los que guían lavisita en el parque de Recópolis, se están elabo-rando para explicar con breves textos el sentidode los diferentes rincones que quedan en pie,para ilustrar a los visitantes.

La tercera vertiente de los trabajos no es visi-ble, pero sí de un gran valor para el históricoalcázar. Se trata del estudio arqueológico realiza-do por la empresa Carpetania, que ha permitoreseñar cada piedra y cada resto de la ruina,consignando su época, lo que permitirá «leer»cronológicamente el monumento, y saber quéocurrió con la fortificación en cada época. Esun trabajo de gran valor, especialmente por que,aunque sí había reseñas históricas del inmuebley del papel que desempeñó, «nunca se habíaintervenido anteriormente haciendo un estudioarqueológico del castillo, con una documentaciónplanimétrica y topográfica. No había plantas fie-les», expone el arqueólogo Domingo Martínez,quien en estos días se enfrenta a la voluminosainformación recabada para ordenar la documen-tación en forma de memoria.

La actuación, adjudicada a la empresa Arte-món de Madrid, no ha supuesto un gran movi-miento de tierras ni una rehabilitación en pro-fundidad, pero sí ha tenido efectos concretos.Se trata de una partida del programa «1 porciento cultural» de los Ministe-rios de Fomento y Cultura, quese concreta en 450.000 eurosaportados por el Estado y150.000 por la Junta de Comu-nidades, a los que hay que sumarel proyecto encargado por elAyuntamiento, con un coste de25.000 euros. La inversión fueaprobada en febrero de 2008,pero el inicio de las obras se de-moró un año. En las últimas se-manas se han quitado los espec-taculares andamios y se han re-cogido herramientas y materia-les, a falta sólo del trámite buro-crático de la certificación de obra para quitar lasvallas que deniegan el paso por los dos accesos

l estudio arqueológico realizado ha per-mitido fechar cada muro y cada arco,delimitar las etapas principales en laE

evolución de la fortaleza y constatar las dife-rentes obras realizadas «porque en cada fasese levantaron y cayeron paramentos, lo que dalugar a muchas subfases más, al menos cincoen cada etapa», según el arqueólogo Domin-go Martínez. Las principales fueron:■ Fundación de la alcazaba por Muhammad Ien el siglo IX. De la etapa musulmana es elarco de herradura de la entrada principal, elcerramiento del muro norte y probablementela llamada Sala Omega, hoy una bóveda sub-terránea que pudo tener un uso ligado al agua.■ Desde el siglo XII al XV. Con la Reconquista,el castillo pasa a manos de la Orden de Cala-trava y vive un segundo momento de esplen-dor. Esta orden militar y religiosa «edifica deforma importante y fortifica el conjunto», aun-que modifica las dimensiones, reduciendo elespacio defendido. Entonces de levanta la igle-sia, la torre albarrana (fachada este), se cons-truye la barbacana, la llamada Sala del Moro,y se refuerza el muro norte.■ Del siglo XV al XVI se hacen intervencionesmuy puntuales. El castillo se toca parcialmentecon los duques de Pastrana y se sigue usandola ermita. En el XVI se levanta la torre Espolón,la más fuerte, reforzada a principios del XX.■ Desde el siglo XVIII en que pasa de la Coro-na a manos privadas, la fortaleza apenas tieneuso (salvo el que los vecinos dan a la ermita encelebraciones religiosas). Eso acelera la deca-dencia y el deterioro de las construcciones. ◗

Calendario de piedrasy ocupantes

Ruina del castillo de Zoritapor Salcedo (1877)

Vista oeste de Zorita de los Canes.Dibujo de Tomás López (siglo XVIII).

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en la muralla. «La gente está loca por subir alcastillo, pero no se puede, porque si se cae una pie-dra nos puede buscar un problema, ya que figuraque está en obras», explicaba a principios de estasemana el alcalde, el veterano Dionisio Muñoz,satisfecho con los resultados de la actuación, yesperanzado de que el trámite quedara solven-tado a tiempo de permitir las visitas durante laSemana Santa.

Muñoz, como muchos vecinos, sienten comopropio un castillo que conquistaron una y miltardes de correrías infantiles, cuando el maestrodejaba a los niños en la fortaleza y se marchabapedaleando hacia Pastrana; tiraron piedras al«pozo sin suelo» para comprobar que no se lasoía topar con el fondo, o se adentraron en susoquedades buscando pasadizos secretos. Perono fue hasta finales de los años noventa cuandola fortificación fue realmente suya, cuando elAyuntamiento la compró a la familia Becerrilpor el precio simbólico de una peseta. Hastaentonces, apenas se recuerda una intervenciónde calado para frenar la ruina, y de eso hace másde 35 años, según el alcalde. Se reforzó enton-ces la esquina sur, que hoy aparece desafiantecomo la proa de un barco, lo que fue proverbialpara la estabilidad del conjunto, a juicio delarqueólogo, pues actuó como contrafuerte.

Sin embargo, el tiempo, el descuido e inclusolos movimientos sísmicos y los problemas deasentamiento, según el arquitecto, se encarga-ron de borrar hace años la torre del Homenaje ymás recientemente los arcos del antiguo atrio dela iglesia en que jugaban de niños los hoy jubi-lados. El Ayuntamiento que rige Muñoz desdehace 28 años, también promovió otra interven-ción con la escuela taller, y colocó 36 focos parailuminar las ruinas. Pero ha sido la más recientela que al menos ha permitido que el deteriorono avance, devolviendo a su lugar piedras des-perdigadas por el suelo y fijando a los muros lasque estaban a punto de caer, siempre cuidandode diferenciar lo nuevo de lo antiguo, lo autén-tico de lo intervenido.

Como resultado, el visitante se encuentra entodo caso con una ruina, pero de la que quedanen pie muros, torreones, arcos, sugerentes arran-ques de construcciones y varios habitáculos enlos que curiosear. Hay que tener en cuenta quelo que hoy vemos parece ser la punta del ice-berg de una fortaleza oculta bajo metros de es-combro, tierras y hierba, que esconden peroprotegen de las inclemencias galerías y volúme-nes edificados. «El interior está colmatado, peroda la impresión de que está tapado, tiene muchísi-ma potencia», explica el arqueólogo. Esta cir-cunstancia, y las dimensiones del castillo, ha-rían necesaria una abultada inversión y muchopico y pala para poner ante nuestros ojos la joyaaún oculta. Hablamos de alrededor de 8.000metros cuadrados de superficie, que en la épocaislámica tenía la alcazaba, ocupando todo el es-carpado cerro de roca caliza. Y que posterior-mente, con la Orden de Calatrava, se redujo a lamitad por mera cuestión práctica: facilitaba ladefensa de un reducto menor.

▲ Arcos de herradura y ojivales superpuestoshablan de dos épocas constructivas y de sucesi-vas restauraciones.

▲ La parte sur, que aparece como la proa deun barco, fue reforzada hace década y actuócomo contrafuerte del conjunto.

▲ Varios muros han sido «cosidos» y consoli-dados pues se habían separado peligrosamen-te unos centímetros.

▲ Se ha trazado un camino llano para orde-nar y facilitar el recorrido interior, donde va-rios muros y torres recuerdan lo que fue.

▲ La iglesia románica, con 17 capiteles distin-tos, es una de las partes más curiosas. Con lasobras se ha retejado la cubierta.

Durante las obras, grandes andamios (yaretirados) permitieron el acceso a la zona su-perior de los muros que se han rematado.

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Fue en torno al siglo XII, la época de mayorconflicto en la región entre cristianos y árabes,cuando el castillo sufrió esa modifica-ción. Y lo sabemos hoy gracias al estu-dio arqueológico, que confirma que esteera un castillo con un importante vo-lumen de construcciones, por muchoque una vez traspasada la muralla exte-rior parezca un inmenso patio de ar-mas. Pero aquí y allá, ahora protegidospor rejas, aparecen grandes orificios quedejan entrever curiosos pasadizos, dosaljibes, uno de ellos atravesado por unpozo, galerías y algunas cámaras queahora parecen subterráneas, pero no lo eran. Esel caso de la sala Omega, que aparece como unacripta abovedada donde permanecen variosbolaños testigos de las batallas a catapulta, yque probablemente tuvo un uso asociado alagua y los baños. Otra bóveda, en la llamadaSala del Moro, está coronada por una pequeñacabeza. En el acceso principal de la muralla oes-te, sobre el casco urbano, dos arcos ojivales yuno de herradura constatan dos épocas de cons-trucción, la islámica y la cristiana, pero tambiéndos restauraciones. El de herradura, que habíacaído, ha sido ahora recolocado, mientras losdel siglo XIV fueron restauraos hace unos añospor la escuela taller. La rampa que lleva al arcoha visto renovado el pavimento, manteniendolas grandes lajas de piedra y completado las quefaltaban, recubriendo con cantos rodados delTajo los laterales. En el interior, el sendero irre-gular se ha convertido en un camino practica-ble, en un recorrido ordenado y con barandillasen los muros para proteger de caídas que desdealgunos muros serían de más de diez metros.

Un paramento que había sido recubierto detierra se han destapado rebajando el terreno conlas obras, y muchos más han visto rematados losbordes antes en pleno desmoronamiento. In-cluso en la zona noroeste se han cosido dos mu-ros volviendo a formar un ángulo recto, pues sehabían separado unos centímetros, y uno deellos se inclinaba amenazante sobre el caserío.

La iglesia, ahora retejada, es una de las cons-trucciones más interesantes, con una sola navecubierta por bóveda de cañón y con el ábsidede cabecera ligeramente desviado respecto a laorientación de la planta, pues aprovechó el huecode la torre original. 17 capiteles románicos, to-dos distintos, una escalera de caracol donde cadapeldaño está tallado en la misma piedra que sucorrespondiente tramo del eje, y una bella crip-ta con una gran pila bautismal son más sorpre-sas que guarda en su interior la ermita. Los ván-dalos también han dejado huella en forma debasura, botellas y firmas en las paredes.

Finalmente, se ha arreglado el suelo aterraza-do de la zona meridional del castillo, que per-mitía la filtración de agua que dañaba la cons-trucción. «No han sido obras de envergadura, nohan modificado espacios», concluye el arquitec-to. Sin embargo, han puesto un punto y apartedefinitivo al abandono y han vuelto grata lamirada a un castillo que sigue oteando el valle. ◗

caja deguadalajara

ejos de las tradicionales zanjas y excava-ciones, el estudio arqueológico del casti-llo ha conllevado muy poco movimientoL

de tierras. La recogida de datos se ha realizadopor un novedoso sistema que permite un estu-dio estratigráfico vertical de todo el conjunto. Seha realizado un escaneado digital con un rayoláser georeferenciado, esto es, un barrido que

recoge cada piedra, cada hueco existente (conresolución de un punto por cada dos centíme-tros) de forma que se puede realizar una espe-cie de alzado digital en tres dimensiones, y seapoya con fotogrametría. El volumen de infor-mación obtenido es ingente, y una vez ordena-do, ofrece una cronología de la edificación, y eldetalle de lo existente antes de la intervención.◗

Radiografía láser de cada piedra