Catalu�a hispana de Javier Barraycoa r1.1

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  • Saba que la primera capital de la Espaa unificada por los godos fue Barcelona? O que la Marca hispnica ya reunacondados navarros, aragoneses y catalanes, prefigurando la reunificacin de Espaa? Conoca que la Barcelona de 1714estuvo defendida tambin por un Tercio de castellanos y que Felipe V, tras la Guerra de sucesin, constituy un cuerpopara su proteccin personal dirigido por catalanes?

    Saba que en Barcelona, cuando nadie conoca la sardana, el baile ms popular era el de San Isidro, en memoria del patronomadrileo? O que hasta la llegada del catalanismo, a ningn cataln se le ocurri poner el nombre de Jordi a sus hijos? Yque el Monasterio de Montserrat tuvo monjes castellanos durante cuatro siglos y dependa de la comunidad benedictina deValladolid?

    Alguien le habl de cuando el Himno de Espaa s tuvo letra oficial y que fue compuesta por un cataln? Y que el origen delos Castellers no fue cataln sino valenciano? O que en el diccionario de lengua espaola hay ms de mil vocablos de origencataln? Saba que los catalanes participaron en todas las grandes gestas militares del imperio espaol, como en la crucialbatalla de Lepanto?

    Este libro descubre infinidad de historias que demuestran la verdadera esencia hispnica de Catalua y desvela la mitologay las miserias intelectuales del nacionalismo catalanista. El nacionalismo ha sido el verdadero descatalanizador de Cataluaqueriendo privarle violentamente de su naturaleza hispana.

    Sin Hispanidad no existira Catalua, sin Catalua no podr existir la Hispanidad.

  • Javier Barraycoa

    Catalua hispanaHis to r i as s o rprend entes d e l a es pa o l i d ad d e Catal u a y el fraud e d el nacio nal i s mo

    e Pub r1.1

    S a r a h 11.02.14

  • Ttulo original: Catalua hispanaJavier Barraycoa, 2013

    Editor digital: SarahCorreccin de erratas (r1.1): heutorezePub base r1.0

  • Leer demasiados libros es peligroso.

    MAO TSE-TUNG

    El nacionalismo es una enfermedad infantil. Es el sarampin de la humanidad.

    ALBERT EINSTEIN

    De aqu procede el que la ira del cielo haya trocado muchos reinos de la tierra, de tal modoque a causa de la impiedad de su fe y de sus costumbres ha destruido a unos por medio de

    otros.

    Canon 75 del IV Concilio de Toledo

  • A mi padre y mi abuelo paterno.Sin paternidad no hay Patria.

  • Cant a la Immaculada, patrona dEspanya,de

    Mossn Cinto Verdaguer [*]

    Oh Verge immaculada,per vostra Concepci,

    dEspanya Reina amada,salvau vostra naci.

    Concebuda sou, Maria,s lo cntic celestial

    que la terra al cel enviacom un himne triomfal;Concebuda sou, Maria,

    sens pecat original.

    Vs, Maria, sou lestrellaque gui Espanya al Nou Mn,

    la de lalba hermosa i bellade la glria que sens pon.

    Oh Maria, hermosa estrella,resplendiu dEspanya al front.

    Quan sa Reina era Maria,nostre regne era el ms gran,

    sa bandera el mn cobriades dAmrica a Lepant.Si a regnar torna Maria,ses grandeses tornaran.

    Vs dEspanya sou la glria,Vs lo Sol del Principat;

    nostra ptria i nostra histriaVs, oh Verge, ens ho heu donat:

    tronos sn de vostra glriaCovadonga i Montserrat.

    Patrimoni ets de Maria,oh dEspanya, herms pas!,

    mes avui lerror hi niaque et far poble infeli.

  • Oh!, xafau-li el cap, Maria,que s la serp del parads.

    Canto a la Immaculada, patrona de Espaa,de

    Mosn Jacinto Verdaguer

    Oh Virgen Inmaculadapor vuestra Concepcin,de Espaa Reina amadaSalvad nuestra nacin

    Concebida sois Mara,Sois el cntico celestial

    que la tierra enva al cielocomo un himno triunfal;Concebida sois Mara

    sin pecado original

    Vos, Mara, sois la estrellaQue gui Espaa al nuevo mundo,

    la del alba hermosa y bellade la gloria que se nos poneOh Mara, hermosa estrella,

    Resplandeced al frente de Espaa

    Cuando su Reina era Mara.nuestro reino era el ms Grande

    su bandera cubra el mundodesde Amrica a Lepanto.Si vuelve a reinar Marasus grandezas volvern

    Vos de Espaa sois la gloriaVos el Sol del Principado

    Nuestra patria y nuestra historiaVos, oh Virgen, nos los habis dado:

    tronos son de vuestra gloriaCovadonga y Montserrat

  • Patrimonio eres de Maraoh de Espaa, hermoso pas,

    Mas hoy hay un errorque te har pueblo infeliz

    Oh! Chafadle la cabeza, Maraque es la serpiente del paraso.

  • INTRODUCCINLo que muestra la imagen del pasado que se nos ofrece no es tan importante como lo que oculta

    (LVARO GARCA)

    TURISTA EN TU TIERRA?

    Paseamos por el barrio gtico de Barcelona. Entrecomillamos lo de gtico, porque ese es unnombre inventado en el siglo XX para los turistas. Tradicionalmente se llam el barrio de la Catedral,cuando sta an no contaba con la fachada actual, que data de principios del siglo pasado y quemuchos toman, sin saberlo, como medieval. Muy pocos catalanes conocen bien la zona, la historia desus calles, los detalles recnditos. Hay pequeos-grandes secretos que esconden las piedras; ytambin muchas mentiras que se ofrecen inocentes a los incrdulos turistas. Estos efmerostrashumantes del asombro y la fotografa no pueden alcanzar a comprender que el barrio gtico esuna invencin muy moderna. A inicios del siglo XX, un grupo de catalanistas fund la Sociedad deAtraccin de Forasteros, con la intencin de cautivar a turistas y captar inversiones para la ciudad.Su mayor xito fue la organizacin de la exposicin de 1929. Ese proyecto fue continuado por elfranquismo, hasta que finalmente se logr crear un atractivo ambiente (falsamente) medieval queembriaga el alma errante entre callejuelas.

    La burguesa catalanista, ante el impulso que supuso la llegada de inmensas fortunas de las viejascolonias, y de la fundacin de nuevas industrias que ello propici, decidi transformar una ciudadprovinciana, insalubre, mal comunicada y con evidentes problemas polticos y sociales, en un modelode ciudad cosmopolita. El catalanismo, tambin deseoso de rememorar el esplendor de la poca de laCorona de Aragn, puso en marcha este proyecto arquitectnico en el barrio, que remitiera a tanaugustas races medievales y uniera la ciudad moderna con sus fundamentos romanos, e inclusoibricos. Al abrirse la Va Augusta, permiti que algunos edificios centenarios se pudieran trasladar,piedra a piedra, al degradado barrio de la Catedral. En pocas dcadas la zona fue tomando el aspectoactual. Se recurri a la restauracin de estilo, que era una tcnica copiada de Francia que habapromocionado el movimiento de restauracin arquitectnica para la glorificacin de la Patria. ElEstado francs se dio cuenta de que la recuperacin de antiguas joyas arquitectnicas exaltaba elorgullo por el pasado y legitimaba el estatalismo vigente. La arquitectura se converta as en unpoderoso instrumento de propaganda poltica. Por su parte, los catalanistas siempre tuvieronpuestas sus miras en las novedades parisinas y aprendieron rpidamente este mecanismo de

  • educacin social. La barriada decadente de la que hablamos vio cmo mediocres luceras eransustituidas por encantadoras copias de ventanales gticos. De la nada aparecan magnficos edificiosmedievales donde antes haba casas obreras en mal estado. Ello no quita que los turistas fotografencon entusiasmo todo lo que les parezca vetusto sin ser capaces de distinguir lo verdadero de lo falso.Igualmente, se emocionan al ver el bello puente neogtico que se alza sobre la calle que va de la plazasan Jaime hasta la Catedral. Sorprendentemente, la obra es de 1928, construida por Juan Rubi yBellver. Pero da igual, todo paseante piensa que es una reliquia del pasado y lo fotografa como quiencaptura digitalmente la historia. Al visitar la famosa Casa de la Ardiaca (una verdadera joyamedieval), cualquier experto puede encontrar donde un restaurador bromista restaur, a principiosdel siglo XX, un bajorrelieve medieval donde aparece el busto de un hombre medieval con americanay corbata. Los turistas pasan por delante y son incapaces de percibir el anacronismo.

    No es de extraar que en la Lliga Regionalista (primer gran partido catalanista, cuya poca deesplendor fue durante el primer cuarto del siglo XX), estuvieran involucrados muchos arquitectoscomo Puig y Cadafalch o Domnech y Muntaner (el restaurador de la Casa de la Ardiaca). Incluso sepuede considerar como el primer gran acto catalanista, de un catalanismo todava sin concrecinpoltica, la masiva celebracin de la restauracin arquitectnica del Monasterio de Ripoll, en 1893. Laarquitectura, para aquellos hombres en los que ya lata el catalanismo, no era slo arte sino unpotente mecanismo de adiestramiento popular. Sin saberlo, haban descubierto una de lasdimensiones esenciales de la propaganda moderna. Miles de catalanes acudieron a Ripoll, consideradala cuna de Catalua, para celebrar el renacimiento de un pueblo reflejado simblicamente en unmilenario monasterio recin restaurado. La Renaixena el renacimiento de la nacin catalana seestaba produciendo, y no slo en el plano literario, sino tambin en el espiritual y material (laarquitectura conjuntaba estas dos dimensiones del hombre). Con motivo de este acto, por primeravez en la historia de Catalua, se vieron ondear miles de banderas catalanas. Las autoridadeseclesisticas del Principado demostraron su capacidad de movilizacin y organizacin. Tras casi unsiglo de persecuciones liberales, crean ser los fautores del renacimiento cristiano de Catalua, graciasa la aplicacin de una pastoral catalana que sustitua a la castellana. El pueblo catlico poda,por tanto, sentirse partcipe de la resurreccin de la madre patria. Una ilusin que, como veremos,durara bien poco.

    La arquitectura modernista era algo ms que un movimiento arquitectnico o artstico. Setransform en una forma de extender la nueva ideologa de la burguesa catalana, que no era otra que elnacionalismo. Romanticismo, wagnerismo, fantasas, sublimacin de las medievales, esculturas devalquirias o la recreacin de una falsa naturaleza se entremezclaban y se plasmaron en piedra con laintencin de embelesar al mundo y darle a conocer una nacin que como Ave Fnix resurga desus cenizas. Curiosamente, Gaud nunca se consider modernista. Para l, catlico de pro, elmodernismo se asociaba a la doctrina que haba condenado San Po X en la Encclica Pascendi. Poreso siempre quiso desmarcarse de ese epteto.

    Por las plazas del barrio gtico, como la del Rey o la de San Felipe Neri, un especialista, ocualquiera que se preocupe por la historia de su ciudad, puede reconocer los edificios que fuerontrasladados en el siglo XX. Lo mismo ocurre con los palacios medievales que rodean el bside de laCatedral. Hace cien aos no estaban ah. Entrando por la antigua puerta romana que da al carrer delBisbe (Calle del Obispo) se pueden vislumbrar las piedras que colocaron los romanos hace ms de

  • 2000 aos. A esta calle se accede desde la Plaza Nueva, donde se encontraba una de las cinco horcasde Barcelona en las que obviamente se ejecutaba a los condenados a muerte. Hace tan solo 60aos, los edificios que ocupaban esa zona desaparecieron para dejar paso a un gran espacioturstico: la gran plaza de la Catedral. Si uno observa la zona con cuidado puede descubrir los restosde un acueducto romano; sin embargo, su antigedad data de los aos 50 del siglo XX, y fueconstruido como atraccin para los turistas que empezaban a frecuentar la ciudad.

    LOS OLVIDOS QUE OCULTAN LA HISTORIA

    No se puede pasear por la calle del Obispo sin cierta tristeza. No ha muchos aos, se llamaba delObispo Irurita, el que fuera metropolitano mrtir de Barcelona en el 36. En la fachada del Palacioepiscopal, en la misma calle, se conserva su estatua; pero el silencio sobre su persona flota en elambiente. Misteriosamente alguien cambi la placa de la calle y despareci el nombre de Irurita,quedando slo el de Obispo. Por ello, le hemos querido dedicar este libro al que fuera Pastor de laIglesia en Catalua en los difciles aos de la Repblica. Este navarro de pro representa esosolvidos que poco a poco languidecen el alma de nuestro pueblo. Cmo puede sobrevivir unasociedad si elimina conscientemente una parte interesada de su memoria colectiva?

    No hay nada peor que ser un turista en tu propia ciudad, tierra o patria; sin conocer ni ser capazde juzgar lo que se te presenta delante y reconocer lo que es verdadero distinguindolo de lo que esfalso. Es fcil quedar satisfecho ante cualquier explicacin con tal de no molestarse en contrastarla.Para darnos cuenta del alcance de la historia mal explicada intencionadamente o no relatamos unapequea ancdota. En una visita con universitarios a Ripoll, el vicario del Monasterio para granasombro del que escribe explic sin inmutarse a los alumnos que la decadencia del Monasterio fuepor culpa de los carlistas que lo haban quemado en la Guerra de los siete aos (1833-1840). Elpobre hombre, no se nos ocurre otro apelativo, incomprensiblemente ignoraba que el final de la vidamonacal en Santa Mara de Ripoll lleg con la exclaustracin obligatoria de 1835. Los monjesabandonaron el monasterio, que fue arrasado e incendiado por los liberales y que, de paso, asesinarona dos de sus monjes benedictinos. El edificio poco a poco se fue derrumbando, quedando finalmentearruinado. Acabando el siglo XIX, el obispo Morgades promovi la restauracin que hemosmencionado ms arriba.

    El nacionalismo ha rehecho la historia de Catalua, al igual que se reconstruy artificialmente elbarrio gtico. Al pasear por l, todo es hermoso, todo parece multisecular y venerable, todo embriagalos sentidos; pero buena parte de lo que se ve es falso y lo que es real es ignorado, desconocido o noest en el lugar que le corresponde. La verdad se esconde entre piedras y falsos relatos, y hay quedescubrirla. Esta es la analoga que proponemos para entender el catalanismo: se ha construido una

  • historia a base de retazos, de reinterpretar acontecimientos y retorcer su explicacin. Muchoscatalanes, ante el metarrelato nacionalista, se comportan como los turistas: admiran lo que se lespresenta delante, las consignas, las interpretaciones; sin preguntase siquiera si es real lo que sustentasu cosmovisin y si se corresponde con la verdadera historia. Por nuestra parte, no deseamos serturistas en lo poltico: que se dejan llevar por itinerarios y futuros deslumbrantes que los nuevosguas prometen. No gracias.

    Los que somos catalanes de verdad no necesitamos que ningn nacionalista nos interprete qusignifica ser cataln, ni que nos reinterprete la historia. Somos parte de ella y no podemos permitirque los que mancillan constantemente el nombre de nuestra tierra, querindosela apropiar sin siquierahaber entendido su esencia, nos lleven al despeadero; estn movidos por extraos resentimientos,por egosmos de casta o simplemente por alucinaciones colectivas creadas por intereses nefandos. Siexiste un futuro asesino de Catalua este no es ni Madrid, ni el centralismo borbnico dieciochesco,ni Castilla, ni el franquismo. El asesino de Catalua tiene un nombre: el nacionalismo cataln. Por esohemos escrito este libro y por eso lo hemos titulado as: Catalua hispana, ya que la esencia deCatalua se encuentra en su hispanidad. La catalanidad no es otra cosa que una forma especial (quizmuy especial y hermosa) de concretar la Hispanidad. El que no quiera verlo as, sea centralistaespaol, sea catalanista independentista, no podr comprender nunca lo que es la tierra catalana.Descubrir nuestra catalanidad es disipar el catalanismo y reconciliarnos con nuestra historia yrealidad.

    LA CASA CATALANA Y LA DECONSTRUCCIN NACIONALISTA

    Puig y Cadafalch (1867-1956), arquitecto y poltico catalanista al que ya nos hemos referido, tieneun escrito titulado La casa catalana, en el que se pretende (con bastantes sesgos, e imitando lapoltica cultural francesa del momento) demostrar la continuidad de la casa catalana entre lasestructuras romanas, el romnico, el gtico y lo que habra de ser la arquitectura de la Renaixena. Suobra es un magnfico ejemplo de malabarismo poltico para intentar justificar una continuidad patria atravs de la arquitectura y as demostrar que Catalua es una nacin. Pero qu es lo importante delas casas? Sin lugar a dudas, para nosotros, las personas y familias que en ellas habitan. La falsacontinuidad de estilo que pretenda demostrar Puig y Cadafalch, se asemeja a la falsa continuidaddel espritu cataln que reclaman los separatistas actuales. Ellos se autoproclaman herederos de lainmemorial nacin catalana. Pero qu pensaran los catalanes de hace dos siglos de los actualesmilitantes de partidos polticos como Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), y de otros msradicales an? Comprobemos cul era el espritu de aquellos viejos catalanes y comprobemos si estospartidos separatistas son su continuacin natural, o ms bien la inversin de lo que fue el espritu de

  • nuestro pueblo.En el costumario Visions barcelonines (Visiones barcelonesas), de Francesc Curet, de 1952,

    editado en cataln durante el franquismo, se define perfectamente uno de los rasgos ms importantesque caracterizaba al pueblo cataln. En el volumen primero de este ingente estudio, dedicado a Lavida en el hogar, se esbozan las siguientes caractersticas de la organizacin familiar: El hogar era elsantuario del barcelons autntico [] el fundamento del hogar era la familia y su ordenacinjerrquica, mantenida por vnculos de parentesco y convivencia derivada de la autoridad omnmodadel padre, amo y seor de la casa. Es verdad que estas caractersticas propias del genio cataln seperdan algo en su rigidez al bajar del mundo rural a la ciudad [] Ningn hijo se habra atrevido atutear al padre, ni a hacerle preguntas u observaciones consideradas impertinentes y, menos, adiscutir su autoridad. Hacer la amistad [fer la amistat], no tiene traduccin al castellano, o sea, elbeso que se daba en la mano del padre, significaba respeto y admiracin. El padre procuraba por suparte comportarse con gravedad, y haba de hacer un esfuerzo por reprimir su carcter posiblementefestivo y las efusiones de ternura [] Un viejo adagio concluye [] No muestres a los hijos amor,para que no te causen dolor. Es decir, estmales, pero no se lo hagas ver, porque si se dan cuenta teperdern el respeto.

    Esta filosofa de la sagrada autoridad paterna era connatural al ser cataln. Ello se visibilizaba enla forma de establecer la herencia de todos los bienes para el hermano mayor, que ejercera laautoridad sobre la familia al desaparecer el padre. Se recomienda leer el libro La invencin de Europa,de Emmanuel Todd, donde se explica que en las zonas de Europa donde predominaba este tipo deestructura familiar, con una jerarqua muy clara y definida (algunos la llaman patriarcal), es dondesurgi entre otras cosas el desarrollo industrial. Porque este espritu de responsabilidad yobediencia, transmitido durante siglos, es lo que permiti que los valores y normas de la familia quese viva en las masas, se transmitieran luego a las empresas (algo parecido ocurri en lasVascongadas). La misma autoridad patriarcal que mantuvo el sistema de produccin de las casassolariegas, se traslad al mundo del comercio y la empresa, permitiendo un despegue productivo sinparangn en Espaa.

    Siguiendo la comparacin entre los catalanes de antao y los nacionalistas actuales, no podemosreprimirnos y no leer el programa poltico que present ERC en las elecciones de 2012. No haysorpresas, el texto es correccin poltica e ideologa dominante en estado puro: El machismo diceel programa es el conjunto de leyes y normas que tienen la finalidad implcita y explcita deproducir, mantener y perpetuar el sistema de valores que jerarquiza las personas segn el sexo. Seespecifica que por culpa del franquismo, la situacin de la mujer en Catalua est ms retrasada queen otras partes [inslita afirmacin, pues la mujer ms liberal en Espaa es la de Catalua] por culpade una sociedad patriarcal. Sigue el programa diciendo: elaboraremos una ley de reconocimientodel colectivo transexual y, por supuesto, se hacen brindis a los colectivos gays y lsbicos. Lacuadratura del crculo es imposible. O se defiende las esencias de Catalua, y se reconoce que elespritu patriarcal y religioso fue su quintaesencia durante siglos y siglos (y as qued recogido en eltan reclamado derecho civil cataln); o se propugna una Catalua moderna y progresista quenada tiene que ver con nuestros antepasados y lo que ellos creyeron y defendieron.

  • LOS MUERTOS NO ESTN EN SU SITIO

    Cualquier cataln de siglos precedentes, incluso nos atreveramos a decir que catalanistas de la IIRepblica, se habra quedado atnito escuchando las propuestas programticas de la actual ERC, ysonaran apenas ininteligibles para l. Tras un momento de absorta reflexin, hubiera entrado en sucasa pairal (Masa), saliendo al cabo de poco con el trabuco heredado de su padre y le hubieradescerrajado una bocachaza al catalanista. Ese era el espritu intransigente del campesinado cataln.No en vano los catalanes (mal que les pese a muchos) inventamos la Inquisicin, mucho antes que loscastellanos. Por cierto, esta hiptesis de un pays descerrajando a algn representante nacionalistade Catalua, es bastante parecida a lo que pas con el ltimo maqui libertario de nuestra tierra:Quico Sabater. Fue abatido por el somatn de Sant Celoni, compuesto por payeses de toda la vida.Tericamente su cuerpo est enterrado en el cementerio del pueblo, donde cada ao se le homenajea.Pero fuentes fidedignas nos revelaron que, en realidad, en su tumba hay un moro que haban halladoahorcado unos das antes de la trgica muerte del maqui. Los payeses decidieron que el maqui nopoda descansar en campo santo y lo sustituyeron por el cadver del moro. Para desconocimiento delos que realizan el homenaje anual, ste se efecta en el lugar equivocado. El sitio donde reposan susverdaderos restos es desconocido, excepto para los dos campesinos que lo enterraron y que nuncadesvelaron el secreto. De esta terrible ancdota histrica sacamos dos conclusiones: a) entre aquellospayeses, que el imaginario independentista representa como la esencia de Catalua, no haba nada quelos vinculara moral y vitalmente con los separatistas actuales y b) los catalanes nos hemosacostumbrado a venerar demasiadas irrealidades, como las de las tumbas en las que no reposanquienes imaginamos o las de las piedras que no estn donde debieran o las de los hechos que nuncaacontecieron como nos los relatan.

    Aqu no podemos resistirnos a volver a la historia del Monasterio de Ripoll. En l, a partir de laRestauracin catalanista de finales del XIX, se custodian los hipotticos restos de Guifredo el Velloso(iniciador de la casa Condal de Barcelona), Berenguer Ramn I; y otros condes catalanes comoRamn Berenguer III, Ramn Berenguer IV y otros nobles seores. Decimos hipotticos restos,pues los nacionalistas que van a Ripoll a venerar los orgenes genealgicos de las dinastas condalesapenas sospechan lo que hay dentro de los sepulcros. Por ejemplo, el de Ramn Berenguer IV fueprofanado: primero por los franceses, en 1749, que robaron todo lo que de valor haba en su tumba,aunque respetaron el cadver; luego por los liberales cristianos, en 1835, que incendiaron elmonasterio, juzgaron al cadver y lo condenaron a la hoguera por ser un rey que habacombatido el islamismo para propagar la religin catlica (manda narices, y estos eran losilustrados!). La persecucin religiosa de 1936 conllev nuevos saqueos y profanaciones de lastumbas, y los restos de muchos de ellos fueron arrojados al ro. Vaya usted a saber qu se estvenerando ah; pero la cuestin para el catalanismo es reverenciar algo que nos hile con elpasado, sea real o no.

  • DEL REALISMO AL VACO: EL AUTO-ODIO CATALN

    En la famosa obra del siglo XVII (que mencionaremos varias veces a lo largo del libro), Fnix deCatalua, de Narciso Feliu de la Pea, se define el verdadero espritu de los catalanes de aquellapoca: El genio natural, habilidad, fe y lealtad con sus Seores, es propio para las empresas grandes,que atrevidamente emprendieron, y valerosamente acabaron; porque naturalmente son constantes yfirmes en la fe de su Dios, y lealtad de su Rey, generosos y liberales y en sumo grado con susSeores, y Prncipes; humildes con los sencillos, altivos con los vanos, alentados, y esforzadospolticos en el gobierno, entendidos en todo gnero de ciencias y expertos en las reglas de mercanca ymaridaje. Podemos encontrar cientos de textos antiguos que alaban al cataln por sus virtudes, tesny capacidad de esfuerzo: Los catalanes son el pueblo ms industrioso de Espaa, escribe JosCadalso en sus Cartas marruecas (1789); o Francisco Mariano Nipho, uno de los mejoresperiodistas del siglo XVIII, en la Estafeta de Londres, deca: Catalua es una pequea Inglaterra en elcorazn de Espaa. A pesar de estas loas, y hasta la llegada del nacionalismo, no hemos encontradoninguna descripcin que manifieste soberbia y malsano orgullo en referencia al espritu cataln. Undiputado de ERC durante la II Repblica, Puig y Ferreter, en sus memorias (que citaremosreiteradamente), condena el error catalanista de creerse que somos los mejores. Rememorando elambiente catalanista en el que respiraba y viva, describe: Pompeu Gener [un catalanista racista]pintaba a los castellanos como una raza famlica y degenerada, que no se alimentaba suficiente, nocoma suficiente carne, cosa que contribua a su decadencia. Si un catalanista se llamaba Alfons, ponaAmfs para no parecer espaol se hablaba del castellano, y de todo el castellano, raza y lenguaje,en tono de burla y parodia Se hacan burlas con el Limpia, fija y da esplendor de la Real AcademiaEspaola que se la comparaba con el Netol No se pronunciaba una palabra en castellano sino parapronunciarla mal y no se aluda a la Corte de Madrid sino como la Corte de los cerdos. Estaconciencia de ser superiores a costa de humillar a otros, no pertenece a la idiosincrasia catalana. Fueintroducida por el nacionalismo y sus efectos han acabado volvindose contra la verdadera Catalua.

    Hubo un fenmeno, acallado, durante el primer tercio del siglo XX que fue el denominado auto-odio judo. La judeofobia reinante en Europa provoc en muchos judos, o descendientes yaasimilados, un complejo que les llev a odiarse por ser hebreos. Uno de ellos fue el poeta HeinrichHeine, descendiente de israelitas, para quien el judasmo no es una religin sino una desgracia. Elescritor judo Moritz Saphir fue an ms lejos, afirmando que: el judasmo es una deformidad denacimiento. En 1930, Theodor Lessing escriba El auto-odio judo. En esta obra se detallabanbiografas de judos que odiaron tanto su ascendencia que incluso algunos llegaron a suicidarse. Estees el caso del conocido psiquiatra y filsofo austraco Otto Weininger. Sealamos este cruel asuntoporque hace poco un amigo, de esos cuya genealoga se entronca con lo ms profundo de la herenciacatalana, siendo capaz de recitar ocho de sus apellidos seguidos, todos ellos catalanes, nos decaenfadado: Estos (cabrones) catalanistas han conseguido que odie ser cataln; siento auto-odiocataln. Tremendo. La omnipresente interpretacin de lo que ha de ser un verdadero cataln, segn la ideologa nacionalista reinante, est consiguiendo que los catalanes de verdad, no esosfrustrados que necesitan por complejo proclamarse ms catalanes y catalanistas que nadie, seavergencen de sus orgenes. Esta es la trampa en la que no podemos caer. Nosotros, en cuanto queno renegamos de nuestra identidad, podemos vivir la catalanidad que el nacionalismo est matando.

  • Ms an, somos los nicos capaces de transmitir lo que verdaderamente ha sido Catalua, no la quealgunos desalmados quieren que sea o afirman que ha sido.

    No es difcil demostrar cmo la casta poltica catalana ha ido liquidando los ltimos vestigios detradicin catalana, en nombre de una idea jacobina y centralista de Catalua, contra la quelucharon durante dos siglos los catalanes (como demostraremos extensamente ms adelante).Pongamos algunos ejemplos. En la antiqusima baslica parroquial de Barcelona, San Justo y Pastor,existe un altar lateral, el de San Flix, muy especial. A l se le atribuan tres privilegios: el juramentode los judos (ante una disputa entre un cristiano y un judo, el judo deba jurar sobre el altar que sutestimonio era verdadero, para ser admitida su declaracin), el de la Batalla juzgada (donde se jurabaantes de un duelo, que no se utilizaran sortilegios ni encantorios) y, por fin, el testamentosacramental. Este ltimo privilegio reconoca legal y civilmente un testamento oral que fueraencomendado a alguien y as lo jurara ante el altar. En 1995, la Generalitat de Catalua, que tantoama Catalua, elimin esta magnfica y antiqusima tradicin que proviene de la poca de Lus elPiadoso, hijo de Carlo Magno. O en 1978, ningn poltico cataln se opuso a que el Senado espaoleliminara legalmente el somatn cataln que tena una tradicin de siglos, y que representaba unaparte de la tan cacareada sociedad civil. Y ya no hablamos de toros y otras tradiciones centenariasque el catalanismo ha desmantelado como si fuera el dueo de la Historia.

    DERECHAS-IZQUIERDAS? CATALANISTAS-ESPAOLISTAS?

    Nunca cremos en la dialctica, ni en la hegeliana ni en la marxista. Crear oposiciones contrarias paraengendrar perversas sntesis es algo que no nos va. No aceptamos que nadie nos obligue aencasillarnos en ser de derechas o de izquierdas; o catalanista o espaolista. Algunos analistaspolticos piensan que el problema cataln se resolvera si las izquierdas en Catalua fueran fieles asus principios espaolistas (recordemos el lerrouxismo, el espaolismo comunista en la Guerracivil, o el regionalismo aptrida de los anarquistas de la Confederacin Nacional de Trabajadores(CNT) de Catalua, la mayora de los cules no usaba el cataln ni por casualidad). En versinmoderna, estos analistas piensan que el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) debe ser fiel a susemillero de votos inmigrantes. Otros creen, errneamente, que ser espaolista en Catalua ya depor s le convierte a uno en ciudadano de derechas. Por el contrario, ser catalanista (si bien hace unsiglo era sinnimo de conservador y catlico) hoy parece que es propio de la izquierda msprogresista y liberal. No creemos que el problema de Catalua sea posicionarse como de derechas ode izquierdas, catalanista o espaolista. Se trata, simple y complejsimamente a la vez, de descubrirqu es y qu ha sido Catalua. Y ser fiel a ello. La realidad siempre se acaba imponiendo y sirenegamos de nuestras races surgir en esta tierra algo que a lo mejor se llame oficialmente

  • Catalua; pero nada tendr que ver con los que fueron nuestros antepasados.Los pueblos hispanos manda la lgica histrica y el realismo poltico estamos abocados a

    entendernos, s o s. Para acabar esta introduccin contamos una ancdota que a lo mejor muy pocossaben. Al iniciarse la conduccin de coches en Espaa, no haba ninguna norma que estableciera si sedeba conducir por la derecha o por la izquierda. Las autoridades de la poca dejaron la decisin enmanos de la sociedad civil. El Real Automvil Club de Madrid, propona que deba conducirse porla izquierda, como los ingleses. En cambio el Real Automvil Club en Catalua propona que semanejara por la derecha, como en el resto de Europa. La lgica impuso que si iban a trasladarsecoches de Madrid a Barcelona, o viceversa, mejor llegar a un pacto. Como no haba forma de ponersede acuerdo, hasta que no lleg Primo de Rivera no se tom la decisin, que finalmente le dara larazn a Barcelona: sera obligatorio conducir por la derecha.

    Se nos ocurren varios juegos de palabras demasiado facilones sobre si a Barcelona le conviene irpor la derecha, o sobre si hizo falta un militar para poner de acuerdo a todos; o que, en Madrid, ycontra las apariencias, les iba la izquierda, en fin no caeremos tan bajo. Slo queremos decir, einsistir, que el problema de Espaa no es de derechas o izquierdas, de nacionalismo o centralismo. Unmaestro nuestro, el Dr. Francisco Canals Vidal, deca: No soy de derechas ni de izquierdas, ni de losque dicen que no son de derechas ni de izquierdas [en alusin a los que ocultaban en su moderantismoy centrismo una postura apoltica y tolerante con la destruccin de la sociedad]. Ser verdaderamentepoltico, hoy en da, exige no caer en esta dicotoma. Anlogamente podemos decir, no somosseparatistas ni centralistas; ni de los que dicen no ser centralistas ni separatistas, (por su miedo apensar y comprometerse). Por el contrario, afirmamos que la solucin est en descubrir la verdaderacatalanidad (que el velo del catalanismo nos oculta) y contemplar en ella como dijimos una bellaconcrecin de lo que fue la Hispanidad; y que debe ser respetada como parte fundamental de ella, aligual que otros pueblos la concretaron a su manera. Slo as podremos hermanar los pueblos de lasEspaas, no hay otro camino. Esperamos que este libro sea un grano ms de arena que contribuya aque todos los espaoles (incluyendo los nacionalistas) conozcan y amen Catalua y la reconozcan ensu verdadera alma.

  • Captulo IDE IBERIA A HISPANIA

    El gran problema para nosotros no es saber desde cundo somos catalanes, sino desde cundosomos espaoles y qu clase de espaoles somos

    (Borrador de carta de RAMON DABADAL a Amrico Castro)

    Qu papel tuvieron siete siglos de romanizacin comparados con ocho de dominacin musulmana?Es misterioso, si realizamos una mera comparacin cuantitativa, que sigamos siendo ms romanosque rabes. No podramos dilucidar el misterio sin entender el papel de los godos en la unidadpoltica y religiosa de Hispania. La voluntad visigoda el menos brbaro de los pueblos brbarospor mantener un reino hizo perdurar un derecho comn herencia romana que configur unaunidad de la que particip toda la Pennsula. El recuerdo de la Espaa goda fue una de las ideas quepermitieron dotar de espritu al esfuerzo de la Reconquista. Sin los godos, el mundo hispano romanose hubiera desintegrado ante las incesantes razzias brbaras o no hubiera sobrevivido a la invasinmusulmana. La historiografa catalanista, tradicionalmente, ha tratado de minimizar la Espaa goda,pues as tiene consistencia su tesis del surgimiento de una nacin catalana de la nada, sinataduras a un pasado o a una herencia previa. Y he aqu el primer problema a resolver de dndevenimos los catalanes?

    1. PROVENIMOS DE NO O DEL DRIOPITECUS JORDI?

    Jernimo Pujades escribi en 1609 su famosa Cornica [sic] universal del Principat de Catalunya.Esta crnica fue iniciada en lengua catalana y, sorprendentemente, acabada en castellano. Estuvo apunto de perderse, pero tras muchas peripecias, en 1829, pudo recuperarse. El rescate se debi a losprimeros historiadores romnticos catalanes, como Prspero de Bofarull, que tanto influiran en laconfiguracin del catalanismo. De hecho, Pujades se convirti en un referente entre el clero catalanistade finales del XIX (e incluso en el XX), por el tono pico y providencialista de su obra. Nada msarrancar el prlogo, hace referencia a la queja del pueblo de Israel a Isaas ms en concreto porno tener a nadie para que escribiera la historia de los hebreos desde sus orgenes. Pujades inicia suCornica como la Biblia, retrotrayndose a la creacin del mundo, la cada de los primeros padres, elfratricidio de Can y el Diluvio. Hoy nos sorprende este modo de relatar la historia, pero era lo ms

  • natural para los cronistas de esas pocas. La Humanidad tena un origen sin el cual no se podaexplicar ningn acontecimiento presente. As pues, si Pujades deseaba registrar la historia deCatalua, deba explicar de dnde proceda el pueblo cataln; y las fuentes ms autorizadas de lapoca eran, lgicamente, los textos sagrados. La Biblia cuenta que, tras el diluvio universal, No y sushijos descendieron al Valle de Senar, desde donde comenzaron a repoblar el mundo. Uno de losdescendientes de Cam, el hijo maldecido por No, construy Babilonia. Y desde ah se dispersarontodos los descendientes del constructor del Arca. El mundo, segn los antiguos, y el relato de Pujadesinsiste, estaba dividido en tres partes: Asia, frica y Europa. No los reparti as: para Sem, Asia;para Cam, frica; y para Jafet, Europa. Apoyndose en mltiples cronistas de diversas pocas,deduce nuestro autor que el quinto hijo de Jafet, Tubal, fue el primero en poblar Espaa.

    Tras unas sesudas disquisiciones y confrontaciones de fuentes, sobre cul sera el lugar pordonde Tubal entr en Espaa, Pujades se inclina (naturalmente) porque debi de ser por Catalua.Quedaba as establecido el origen escogido del pueblo cataln. En el captulo X del primer Libro dela Cornica, nuestro autor especifica que Tubal fue el fundador de Tarragona (aunque le entran dudassobre si antes fund Amposta). Prueba de ello sera que el smbolo de la Catedral de Tarragona esuna Tau, la ltima letra del alefato hebreo, que correspondera tanto a Tubal como a Tarragona.Para los amantes del esoterismo, se puede descubrir en una de las dos grandes campanas de la Seotarraconense: las armas de la Catedral (la Tau) y las del arzobispo Rocabert, que mand hacer lacampana.

    Si a alguno no le convence esta historia de los orgenes de Catalua, tenemos otra alternativa quedespert en su momento los delirios de algunos nacionalistas. Hace unos aos, en las cercanas deSabadell, se encontraron los restos de un antropoide (vamos, un mono nada evolucionado). Laantigedad constatable era de unos nueve millones de aos. Aparte de ser considerado un extraoeslabn perdido (perdido en Sabadell), se le concedieron tres dones: 1) un nombre tcnico muyrimbombante, Driopitecus Laietanus; 2) el honor de ser considerado el primer cataln, aunqueindudablemente el antropoide como mucho sabra gruir y no superara el nivel C de cataln, y 3) unapodo por parte de sus descubridores: Jordi. El Driopitecus Jordi estimul discusionesacadmicas como la provocada por la entonces directora del Museo Histrico de Catalua, CarmenLaura Gil, obsesionada por encontrar el primer cataln: nuestro Adn particular y diferencial. Deah que reivindicara (para enfado de los cientficos franceses) que los restos del Hombre de Taltell(las migajas de un pobre desgraciado del Paleoltico) eran catalanes, y no franceses, pues haban sidohallados en el Roselln (y claro, el Roselln es cataln y no francs, como todo el mundo sabe,especialmente en Francia). Si al seor del Paleoltico le hubieran comunicado hace miles de aos queera cataln, se habra quedado anonadado.

    Estas dos explicaciones del origen de los catalanes no distan tanto la una de la otra, pues las dosestn al servicio de la idea por otro lado fundamental e incluso cientfica de que es necesario,para encontrar un sentido al presente, lo acontecido en el pasado. Lo malo, lo dramtico, es cuando lahistoria se retuerce sin escrpulos para justificar un discurso ideolgico dominante. Entonces, no seajusta el presente al pasado, sino el pasado al presente. El nacionalismo busca continuidades dondeen realidad no las hay y nunca las hubo. Este es el mal del nacionalismo. Nosotros, para comprenderlo que ha sido y es esencialmente Catalua, no nos retrotraeremos tan lejos y as el lector nosagradecer que no empecemos por el Gnesis. Nuestro hilo argumental es que Catalua nace

  • tardamente, en el medioevo, de un sustrato cultural hispano multisecular, aquilatado por una cortapero intensa simbiosis con el mundo godo, y como parte de unos pueblos hispanos que debieron deforjarse frente al Islam y, en el caso cataln, tambin frente a los francos. La conciencia de haberpertenecido a esta tradicin comn, permiti que la historia de Catalua se desarrollara de la mano delos pueblos hispanos. Lo hispano es anterior a lo cataln, y lo cataln no deja de ser unamanifestacin esencial de lo hispano, constituyendo parte de lo que secularmente se llam LasEspaas. As, rogamos nos perdonen Tubal y el Driopitecus Jordi, iniciamos nuestro viaje,precisamente con el anuncio de una famosa y discutida despedida.

    2. CUANDO VAYA A ESPAA

    La palabra Espaa (Hispania) tiene el honor de salir una vez en el Antiguo Testamento, en el I librode los Macabeos, cuando se da noticia de los romanos: Le contaron a Judas sobre sus guerras y sushazaas entre los Galos, de cmo haban dominado a ese pueblo y lo haban obligado a pagarimpuestos. Le contaron tambin todo lo que haban hecho en Espaa para apoderarse de las minas deplata y oro de ese pas (I Macabeos 8,3).

    Digresin: Dos siglos antes de nuestra era ya eran conocidos los romanos por expoliarnuestro oro y nuestras minas, aunque todava no hemos descubierto a ningn espaol queest resentido contra Italia por ello. Por el contrario, el mantra Espaa nos roba es uno delos ms rezados por la religin nacionalista. Tampoco hay viaje a Hispanoamrica en el queno le saquen a uno el dichoso tema del oro que se llevaron los espaoles. En cierta ocasin,al que suscribe estas lneas le acusaron del latrocinio espaol, precisamente visitando elMuseo del Oro de Bogot. La respuesta fue algo cnica por nuestra parte: si los espaolesnos llevamos todo el oro, cmo es que hay tantas piezas en este museo.

    Aparte de la referencia veterotestamentaria a Espaa, resaltan especialmente dos versculos en elNuevo Testamento, ms concretamente en la carta de san Pablo a los Romanos: cuando vaya aEspaa, ir a vosotros, porque espero veros al pasar, y ser encaminado all por vosotros, despus dehaber gozado con vosotros [] As que, cuando haya concluido esto, y les haya entregado estefruto, pasar a visitaros rumbo a Espaa (Romanos, 15, 24 y 28). Una profunda tradicin convenientemente negada por los sesudos historiadores atestigua la presencia de san Pablo enTarragona que, por aquel entonces, era la capital de la Hispania Citerior o Hispania Tarraconensis .Durante la Repblica romana haba sido una pequea colonia que fue adquiriendo poco a poco

  • importancia hasta convertirse en una de las ciudades ms importantes del Mediterrneo.Desde el primer desembarco de los romanos en Ampurias (218 a.C.), con la intencin estratgica

    de socavar el peligro cartagins cortando sus lneas de suministros, hasta la llegada de los godos,pasaron siete siglos de romanizacin, que dejaran una huella indeleble incluso en nuestros das.Durante los tres primeros siglos, los romanos constituyeron diversas provincias, hasta llegarfinalmente a organizar la Pennsula en cinco divisiones administrativas. La denominacin de Hispaniase asoci inmediatamente a las tres grandes provincias romanas que primero se crearon: HispaniaUlterior Btica, Hispania Citerior Tarraconensis (la ms grande, cuya extensin llegaba hastaGalicia) e Hispania Ulterior Lusitania. Posteriormente se crearon las provincias Carthaginense yGallcia. En sus mejores tiempos, la provincia Tarraconense se extenda por las llanuras queactualmente ocupan Madrid, y arribaba hasta el cantbrico, exceptuando unos reductos testarudos ala romanizacin: los cntabros (que los nacionalistas actuales quieren confundir con los vascos).Tarraco, que incluso lleg a ser visitada por Augusto, se perfilaba como la capital principal deHispania.

    3. DE IBERIA A HISPANIA: CONEJOS O ARTESANOS?

    Hasta la llegada de las guilas romanas no puede hablarse de una unidad poltica peninsular. Iberia,como la denominaban los griegos, no era ms que una referencia territorial ocupada por unas serie depueblos indgenas. Por mucho que se empeen algunos, ni siquiera en lo cultural podra hablarse deuna uniformidad ibrica. El historiador catalanista (y conservador antimarxista) Ramn dAbadal, enEls precedents histrics de Catalunya (Selecta, 1967), publicada en cataln durante el franquismo,presupona una unidad territorial de los pueblos ibricos, pero no cultural. La referencia geogrfica yaera usada por los griegos, pero Abadal aceptaba que: La Iberia con sus pobladores ibricos, seentiende extendida desde la regin de Huelva hasta tocar la Provenza, en la desembocadura delRdano. Evidentemente la pretensin del historiador catalanista era justificar que a Catalua lesegua correspondiendo la Provenza por derecho pre-romano. Pero su opinin, de rebote, tambinreconoca una unidad peninsular de pueblos, aunque demasiado diversos y dispersos como paraconsiderarlos una unidad espiritual o siquiera cultural. Con ms acierto, el Marqus de Lozoya, ens u Historia de Espaa (Salvat, 1967), sentencia: los pueblos hispnicos (preromanos), detrascendente incapacidad poltica, no supieron agruparse formando un Estado, ni siquiera unaconfederacin estable.

    La romanizacin en Espaa produjo una curiosa situacin que recoge Tito Livio: Hispania hasido la primera provincia que se atac y la ltima que se venci. Ello indica dos cosas, a) que ciertosreductos tardaron mucho en ser romanizados y b) que la romanizacin fue gradual, asentndose

  • primero en el levante mediterrneo.

    Digresin sobre el origen de la palabra Espaa: Iberia fue un nombre usado porgriegos como Herodoto. Fue sustituido en la Historia por Hispania, debido a cronistasromanos como Cicern, Csar, Plinio el Viejo, Catn, Tito Livio y Ctulo. El nombre lotomaron de los fenicios (Hispania provendra del fenicio i-spn-ya). Tradicionalmente se hainterpretado que Hispania significara tierra de conejos, ya que el lexema spn, en fenicio ytambin en hebreo se puede leer como saphan, o conejos. Esta tradicin no es muy emotivaque digamos. Posiblemente nunca sabremos el verdadero origen de la palabra, pero traemos acolacin una teora ms reciente y honrosa. Los expertos en filologa semita del CSIC,Jess Luis Cunchillos y Jos ngel Zamora, proponen, tras un profundo estudio filolgicocomparativo entre varias hablas semitas, que la hiptesis ms probable de la traduccin de I-span-ya, sera: isla/costa de los forjadores o forjas (de metales). Ello cobrara sentidodebido a la riqueza minera y metalrgica que atrajo a los fenicios a nuestras costas.Francamente, suena mejor artesanos que conejos.

    Cuando san Pablo se refiere a Espaa ya estaba hablando de una unidad poltica y cultural,aunque dependiente de Roma, y no de un mero territorio ocupado por tribus beras. Sin lugar a dudassu primer destino deba de ser la gran capital ms cercana a Roma: Tarraco. Segn un texto deLorenzo Riber, recogido en la Histria de Catalunya del nacionalista Antoni Rovira i Virgili, la raznpor la que san Pablo escogi Hispania (en ningn momento duda que el viaje se produjo) es: msque la Galia y mucho ms que Germania y Britania, Espaa haba asimilado la cultura romana, y yaen los das de San Pablo tena que ser muy poderoso el atractivo de la civilizacin hispanorromana,para que tan vivamente despertase sus ansias de evangelizacin. Todava en poca de Rovira yVirgili, la palabra Hispania no les produca a los historiadores nacionalistas la urticaria que les sacudehoy. Y su texto nos confirma lo arraigado de esta tradicin.

    4. NON PLUS ULTRA

    Frente a los negacionistas del viaje de san Pablo a Espaa (curiosamente muchos de elloseclesisticos progresistas en lo religioso y en lo poltico) y con motivo del ao paulino proclamadopor Benedicto XVI en 2008, una serie de expertos aportaron argumentos que apoyan la tesis de lapresencia de san Pablo en la actual Catalua y, por tanto, en Hispania. Resumamos los argumentos:

  • a) En la II Carta a Timoteo, escrita ya muy tardamente, san Pablo habla de que hacompletado su proyecto evanglico y que le han escuchado todas las gentes (II Timoteo, 4,7); suponindose as que recorri buena parte del imperio, del que Espaa era la provinciams importante.

    b) En la Carta a los Corintios del Papa Clemente de Roma escrita el ao 69 afirmaque el apstol Pablo haba ido a predicar el Evangelio hasta los lmites de Occidente. Para losromanos la Pennsula Ibrica era el confn occidental del mundo. Segn la leyenda, Hrculesgrab en el estrecho de Gibraltar la leyenda Non plus ultra para indicar que no haba tierrams all (Non Terr Plus Ultra) y, por tanto, ah terminaba el mundo. San Clemente conocipersonalmente a san Pablo, y era romano. Segn l, el apstol haba estado en la tierra delNon plus ultra; al igual que Santiago, habra llegado hasta Finisterre (El final de la tierra),cumpliendo el mandato de Jess: Id por todo el mundo; predicad el Evangelio a todacriatura (Marcos 16,15).

    Digresin sobre el Non plus ultra: De Tarraco (en la actual Catalua) a Finisterre(en la actual Galicia) haba una unidad ms que geogrfica. Antes de que Franco le diera aEspaa el lema Una, grande y libre, y la Democracia lo finiquitara, multisecularmente ellema atribuido a Espaa, conocido en todo el mundo, fue el de Non plus ultra. Este lema harezado en las columnas de Hrcules que adornaron los escudos de Espaa durante siglos. Larbrica la comenz a usar el emperador Carlos I, complementando la divisa que llevaban losReyes Catlicos (Plus Ultra). El lema haca clara referencia al Nuevo Mundo y al desafode los avatares para cruzar los mares, as como en sentido actual la referencia a que no sepuede alcanzar algo ms supremo.

    c) Finalmente, tenemos el Canon de Muratori. Un experto escriturista, Cornely, afirmaba:apenas hay ningn documento de toda la Antigedad que tenga, no ya mayor, sino nisiquiera la misma autoridad para la historia del Canon del Nuevo Testamento. Fuedescubierto en la Biblioteca Ambrosiana, en 1740. Su origen puede oscilar entre 160 y 200d.C. En l se habla del viaje de san Pablo a Hispania, diciendo: San Lucas recopil para eldignsimo Tefilo las cosas que en su presencia fueron hechas, como lo demuestrasingularmente el hecho de que omite detalles sobre la muerte de Pedro y la marcha de Pablode la ciudad (Roma) cuando fue a predicar el Evangelio a Espaa. Muchos Padres de laIglesia dieron por cierta esta tradicin: san Anastasio, san Epifanio, san Juan Crisstomo osan Jernimo. Sea como fuere, con o sin san Pablo, durante siglos y siglos, amarrar en elpuerto de Tarraco era arribar a Espaa.

  • 5. SANTA TECLA: DE ARMENIA A ESPAA, DE ESPAA AAMRICA

    Los negacionistas del viaje paulino tambin tuvieron a santa Tecla, patrona de Tarragona, comouna mera leyenda. Segn sta, durante la predicacin de san Pablo en Iconio (ao 48), Tecla, unajoven y rica heredera, qued entusiasmada con su predicacin. Tras varias peripecias, consiguilibrarse de su familia y de su prometido, y acompa a san Pablo hasta Tarragona. Posteriormentesigui su evangelizacin sola, siendo sometida a tormentos de los que milagrosamente escap.Derrotados sus perseguidores, la dejaron en libertad y vivi en una cueva como anacoreta. De nuevofueron a por ella unos soldados y, cuenta la tradicin, or para librarse y permanecer pura. Entoncesla cueva se derrumb, dejando solamente su brazo al descubierto. Los devotos recogieron el brazo ylo trasladaron a Armenia para darle sepultura y rendirle culto. De all, con los siglos, regresara aTarragona para ser custodiado en la Catedral consagrada a su memoria (en realidad est documentadoque se trasladaron dos brazos de vuelta).

    La primera referencia escrita de santa Tecla en las comunidades cristianas de Tarragona data delsiglo III d.C. en un documento annimo que trata sobre la implantacin del Cristianismo en laPennsula Ibrica. Ah ya se habla de la gran devocin que tenan los tarraconenses hacia una beataThecla virgine, egipcaca, que fund un convento de religiosas junto a Tarraco. Cuando el CondeRamn Berenguer III, en 1117, reconquista Tarragona a los musulmanes, santa Tecla fue declaradapatrona de la ciudad. Para no alargarnos, hemos de decir que est documentado el intercambio, en1319, entre el rey Jaime II de Aragn y el rey Onsino, de Armenia, de los dos brazos de la santa, acambio de caballos andaluces, un trono de oro, mil quesos mallorquines y otros bienes materiales. Elcaso es que las reliquias pasaron mil vicisitudes, tal y como la prdida y encuentro de uno de losbrazos durante la Guerra del francs, o el paso del otro brazo por el Monasterio de Sant Cugat, hastaacabar ambas extremidades en Tarragona. En 1995, en unas excavaciones realizadas para laconstruccin de un complejo comercial en Tarragona, se hallaron los restos de una baslica monsticadel siglo III d.C. En el conjunto haba un cementerio con una tumba principal con una inscripcin enreferencia a la Beata Tecla, virgen, de patria egipcaca . Ello dej estupefactos a los negacionistasincrdulos.

    La devocin a santa Tecla puede reforzar la explicacin de la participacin catalana en los viajescolombinos. Especialmente en el segundo viaje, donde la intervencin de stos fue ms que evidente:Pedro Margarit como capitn de la expedicin, doce monjes de Montserrat y otros aspectos (como elorigen de las carabelas, que presumiblemente haban llegado a Cdiz procedentes de Barcelona). Lainvestigadora del Centro Superior de Investigaciones Cientficas, Eva Sans, ha intentado demostrarque en siglo XV an se construan carabelas en las atarazanas de Barcelona y que, en el segundo viajecolombino, primero partieron de Barcelona, para luego fondear en Cdiz y de ah levantar velas a lasAmricas.

    Como documento de autoridad tenemos los Anales de Catalua (1709), de Narciso Feliu de laPea (nada sospechoso de precatalanista, ms bien lo contrario), en los que se relata, respecto alsegundo viaje colombino: Embarcronse grande nmero en Barcelona con Coln y fue el capitnPedro Margarit. Tambin en los Anales se puede leer: [] fundaron los catalanes en las Indias

  • iglesias de Santa Tecla y de Santa Eulalia []. Ciertamente, entre las primeras iglesias fundadas enAmrica aparecen las dedicadas a la co-patrona de Barcelona y la de Tarragona. As, simblicamente,se hace presente el non plus ultra que antes referamos. Catalua, como parte de las Espaas,particip en los viajes colombinos y ampli Espaa ms all de los mares. Y las devociones catalanaspasaron a Amrica como parte de la Hispanidad. Al respecto, es recomendable y asombroso leer lahistoria del patronazgo de la Virgen de la Merced en la Repblica Dominicana y antigua isla de laEspaola. Ello se debe a una aparicin de la Virgen a las tropas de Coln, sitiadas por los indgenas,en un cerro en el centro de la isla. La aparicin de la Virgen, iluminando la noche, y que se dedujo queaconteca bajo la advocacin de la Virgen de la Merced, hizo retroceder a los indgenas. Por cierto, losdescendientes de los nativos le tienen mucha devocin y la veneran en el santuario del Santo Cerro,lugar de los hechos. Para un barcelons es sorprendente encontrarse en medio de la RepblicaDominicana la imagen de la Virgen con el escudo mercedario con las cuatro barras sobre su trajeblanco.

    Apostilla: Hemos olvidado mencionar que la investigadora antes citada pertenece alCrculo Cataln de Historia. Esta institucin, algo ms que catalanista, pretende reivindicaruna historia que justifique los objetivos polticos del nacionalismo. Una de sus obsesiones esintentar demostrar que Coln era cataln (al igual que Hernn Corts), y que elDescubrimiento de Amrica fue prcticamente una gesta catalana, dirigida por Fernando elCatlico y malograda por los perversos castellanos. La paradoja resulta de que cuantoms se esfuerzan en demostrar que Catalua tuvo una parte fundamental en el descubrimientode Amrica, ms se refuerza la idea de que el Principado era indudablemente parte de lasEspaas, comprometido con los reinos que la configuraban y sus destinos.

    6. EL PATRONO DE ESPAA VISITA BARCELONA

    Otra famosa visita, tambin negada por historiadores y eclesisticos del mismo pelaje, es la deSantiago el Mayor, el hijo de Zebedeo, que a la postre se convertira en el Patrono de Espaa. Y cuyoapodo medieval, matamoros, alcanza la incorreccin poltica en su mximo grado. Antes de moriren Jerusaln, segn la tradicin, predic en Hispania llegando hasta los confines del orbe (Finisterre),cruzando las columnas de Hrcules y atravesando desde ah la Pennsula. A su desesperacin por lafalta de conversiones se debe la visita de la Virgen Mara sobre un Pilar en Csaraugusta (Zaragoza).Se cuenta que Santiago y los siete primeros conversos de la ciudad (conocidos como los siete varonesapostlicos) edificaron una primitiva capilla de adobe en la vera del Ebro. Otra tradicin cuenta el

  • viaje al revs: desembarcara, como san Pablo, en Tarraco, pasara por Barcelona y subira por el valledel Ebro. La primera referencia de la predicacin de Santiago en Hispania puede encontrarse a finalesdel siglo IV, en san Jernimo, cuando afirma Viendo, pues, Jess a los apstoles reparando sus redesa orillas del mar de Nazaret, los llam y los envi al gran mar para convertirlos de pescadores depeces en pescadores de hombres, de modo que predicaran el Evangelio desde Jerusaln hasta el Ilricoy las Espaas. Otros textos, a partir del siglo VI, esta vez claramente apcrifos, recrean la visita.

    La devocin a Santiago dio lugar a infinidad de estudios histricos, reputados para su tiempo,como la Prueba evidente de la predicacin del Apstol Santiago el Mayor en los Reinos de Espaa,escrito por Miguel de Erce Ximnez en 1648. Pero, desde mucho antes, la tradicin jacobea ya habaarraigado en Catalua. Se sabe que uno de los primeros peregrinos catalanes fue el Abad Cesar deMontserrat, que fue andando hasta Santiago de Compostela en 1059. De hecho existen muchasvariantes de la ruta jacobea que pasan por Catalua. Una de ellas empieza en Sant Pere de Rodes ysigue un trazado que pasa por el Monasterio de Montserrat hasta llegar a Alcarrs (Lrida), donde elcamino entra en Aragn.

    Dice la tradicin que Santiago el Mayor lleg a Barcelona y su primera predicacin fue cerca deun bosque que ira de la actual plaza de Santa Catalina hasta la Plaza del Pino. All, sobre una piedra,y en el lugar que con los siglos ocupara la actual Catedral, hizo una cruz con dos ramas de pino sobresu cabeza, que fue la primera cruz que vieron los espaoles. Reza la leyenda que el punto exactodonde predic Santiago es el lugar ocupado por el actual altar mayor y, en recuerdo de la cruzoriginaria, fue alzada otra, de grandes dimensiones, en el terrado de la Catedral. No en vano la Seo deBarcelona est consagrada a la Santa Cruz. La piedra sobre la que predic Santiago se guard en laprimera Iglesia de San Jaime, donde actualmente se venera al santo. En la Plaza de San Jaime (sede dela Generalidad), en un edificio esquinado, ms concretamente en una hornacina, una imagen deSantiago, patrono de Espaa, contempla silenciosa la plaza. Ni los transentes ni posiblemente lospolticos se habrn dado cuenta de este testimonio jacobeo. Segn el episcopologio de la dicesis deBarcelona, el primer obispo fue San Eterio, discpulo de Santiago (aunque no consta ningunadocumentacin escrita, evidentemente).

    En Lrida todava sigue viva la tradicin del paso del patrono de Espaa. Una pequea capilla delsiglo XIII, situada en la calle Mayor, conmemora el lugar donde, segn una leyenda, el apstol se clavuna espina en su pie derecho. Era de noche y un ngel con un farolillo le alumbr para que pudierasacrsela. Hoy en da todava se celebra la romera de Els Fanalets de Sant Jaume (Farolillos deSantiago), la vspera de su festividad. Los nios de la ciudad marchan hasta la Catedral Nuevaprovistos de farolillos y acompaados por los Gegants (Gigantes) de la ciudad.

    Curiosidades: El nombre de Santiago es la contraccin de Sant Yago, y Yago deriva delnombre propio latino Jacobus que, a su vez, proviene del hebreo Jacob. En Cataluaevolucion bajo la forma de Jaume. Esta onomstica se hizo especialmente popular enCatalua a principios del siglo XX entre los vstagos de familias carlistas, ya que el nuevopretendiente era Don Jaime. De hecho a los carlistas se les empez a denominar jaumistes.Segn a los que les gusta indagar ms all de lo cientfico y buscar explicaciones esotricas elnombre de Yago contiene la raz snscrita yug, que dio lugar en latn a la palabra yugo o unin.Por tanto, Sant Yago, o Santiago, representara a aqul que rene lo que est disperso: un

  • buen patrono para las Espaas. Y se non vero, ben trovato. Contra lo que puedaparecer y explicaremos en otro captulo, la devocin al patrono de Espaa fue mucho msfuerte que a sant Jordi. Por ello algunos Reyes de la Corona de Aragn tomaron el nombre deJaime y absolutamente ninguno el de Jordi.

    7. LA PRIMERA UNIFICACIN DE CATALUA Y LOSSUSPIROS DE FERRAN SOLDEVILA

    Fue alguna vez el actual territorio que ocupa Catalua una unidad en s, antes de la romanizacin?Gracias a los autores clsicos romanos conocemos el mosaico de pueblos que ocupaban el actualsuelo cataln. Entre ellos: los ilevarcones (o ilerdenses), que ocupaban parte de Castelln, ladesembocadura del Ebro hasta la zona de Balaguer, en Lrida; los cosetanos, en la costa tarraconense;los layetanos, en la costa barcelonesa; los lacetanos, por la cuenca del ro Llobregat; los ausetanos,desde Gerona a Vich; los indigetas, en el Ampurdn; y los cartanos, dispersos por los Pirineos.

    Como hemos sealado, la romanizacin se inici en la costa y tard en extenderse. Tito Livio, porejemplo, se refiere a las costumbres agrestes y salvajes de los hispanos, excepto los que habitan lacosta de nuestros mares. El afamado historiador nacionalista Ferran Soldevila, en su Histria deCatalunya (Alpha, 1962), reeditada en cataln durante el franquismo, se congratula de que la costacatalana se encuentre incluida en esa referencia de Tito Livio (dejando as caer que Catalua seciviliz antes que el resto de Espaa, y olvidndose de lo avanzada que estaba la Btica).Reconociendo el alto grado de romanizacin de la futura Catalua, se pregunta: Qu debiCatalua a esta romanizacin?. Y l mismo contesta: favoreci el proceso de unificacin de lastierras catalanas, una entidad que de una forma u otra, religa y plasma Catalua, si bien an no con sunombre. Y sigue: En el orden espiritual, la ms fuerte influencia de Roma se manifiesta en el ordendel idioma y en el derecho, lo cual parece agradecer profundamente.

    Analizando framente estos juicios, uno no deja de sorprenderse. Soldevila supone que Cataluaes una pre-existente pero que no se ha desarrollado todava. Realmente, an faltaran catorce siglospara que apareciera el nombre de Catalua desde la llegada de los romanos, pero en la cabeza delhistoriador nacionalista ya est el esquema de una Catalua an no tangible pero destinada a seruna nacin libre. Lo ms gracioso, o penoso, es que Soldevila, en la susodicha obra de referenciapara el catalanismo, asegura que fue fundamental para la futura Catalua la unidad lingstica yjurdica que provoc la romanizacin. El latn sustituy (y aniquil) las lenguas beras y el conventojurdico tarraconense (unin de ciudadanos) unific la multiplicidad de costumbres y normas queposean aquellos pueblos.

  • Dnde est la paradoja? Soldevila, como otros tantos nacionalistas, se lamenta hasta la saciedaddel Decreto de Nueva Planta que unific la legislacin espaola, (anulando los viejos fueros), eimpuso el castellano (ms adelante matizaremos convenientemente esta creencia nacionalista). Sinembargo, ninguna lgrima se desliza por sus mejillas por las lenguas propias de los lacetanos o delos ausitanos; ningn suspiro por las viejas costumbres de los indigetas o de los cartanos. Y es quelos romanos s que provocaron una unificacin, que hemos llamado romanizacin, y que a ningncatalanista escandaliza. Por el contrario, Soldevila brama porque el Roselln, en poca romana, estababajo la administracin de las Galias. Ello le impeda sumar argumentos a favor de la pre-existenciaterritorial de la Catalua soada. Eso s, nuestro historiador se encarg de repetir una y otra vez:Por lo que hace a Espaa la Hispania no constituye durante la dominacin de Roma unaProvincia, ni una demarcacin. Simplemente sorprendente. Para l, Roma permiti crear laestructura unitaria que posteriormente sera Catalua, pero este argumento no es aplicable a Espaa.Cuando se releen estos afamados historiadores, y con la perspectiva que dan los aos yconocimientos, uno se pregunta por qu tienen tanto prestigio.

    Otro historiador catalanista, Ramon dAbadal y de Vinyals, sin dejarse arrastrar por la pasin, escapaz de reconocer la realidad. En su obra Els precedents antics a la histria de Catalunya (Selecta,1967), publicada en cataln durante el franquismo, acierta en su juicio: Antes del dominio romanono puede decirse que Espaa existiera y tardar todava en adquirir personalidad; y no es necesariodecirlo, Catalua, que en definitiva la conseguir por desprendimiento de aqulla, an tardar muchoms. Esta tesis, verdadera, que presupone la existencia de Hispania para poder explicarposteriormente el surgimiento de Catalua, es exactamente la contraria de la que insina Soldevila:para ste ltimo, primero surgi Catalua, por romanizacin; y luego el resto de Espaa porcasualidad.

    8. PERO SOMOS UNA RAZA?

    Con todo respeto al Driopitecus Jordi y a la familia de Tubal, la respuesta es evidentementenegativa. Los catalanes no somos una raza en sentido tnico. El historiador Miguel Taradell, en suHistoria de Catalua (Aedos, 1969), se pronuncia al respecto: No se puede hablar de una razacatalana. No ha existido nunca. No hay casi ningn pueblo en Europa con una base tnica pura, eincluso la palabra raza, entendida como sinnimo de pueblo, ha sido prcticamente abandonada. Porel contrario, Ferran Soldevila, en la obra antes mencionada, afirma: Desde el punto de vista tnico, lainfluencia latina hubo de dejar algunos rastros. La constante renovacin de funcionarios, lasguarniciones donde haba legionarios romanos, la fijacin de familias latinas en nuestro pas, larelacin comercial, haban de dar por resultado, en siete siglos de dominacin, una penetracin racial,

  • que no hace falta exagerar, pero que tampoco hay que ignorar. En este caso, nuevamente sucatalanismo le puede y, en la obra citada, asegura: En el pueblo cataln actual hay un sector, quiztodava hoy el ms numeroso, [], que, si pudiramos reseguirle las genealogas familiares, veramosque desciende de aquella poblacin que durante casi setecientos aos vivi en el territorio cataln bajoel regimiento romano. Bajo esta afirmacin se esconde un delirio tnico, el cual es mejor nocomentar.

    Ms rsticas, y menos cientficas an, son las afirmaciones del padre del nacionalismo cataln:Enric Prat de la Riba. En la biblia del catalanismo, La nacionalitat catalana (1907), escribe (encataln): Aquellas gentes (los beros) son nuestros antepasados, aquella etnia ibrica es el primereslabn que la historia nos deja ver de la cadena de generaciones que han forjado el alma catalana. Laafirmacin de Prat de la Riba es mera influencia romntica e ignorancia etnogrfica. Por desgracia, hoysubyace en trabajos cientficos. A modo de curiosidad, leamos en un abstract de un artculocientfico de arqueologa una afirmacin cientfica que lleva la marca de Prat la Riba. El texto diceas: En el siguiente trabajo pretendemos aproximarnos a la cuestin a partir de la interpretacin delregistro arqueolgico de los pueblos antiguos (del rea oriental de la Pennsula Ibrica) [].Prestaremos especial atencin al vnculo existente entre la identidad tnica y el surgimiento deentidades geopolticas de carcter urbano. De esta manera, se analizaran los indicadores arqueolgicosque puedan ayudar a delimitar estas unidades territoriales y aproximarnos a las sociedades quecrearon los elementos distintivos con los que robustecer los estados emergentes. Hay que reconocerque el lxico cientfico camufla muy bien la ideologa. En el fondo, la tesis siempre es la misma:intentar demostrar que hubo un sustrato propio (fuera una etnia ibrica, fuera una administracinromana) que permita afirmar la existencia de Catalua como entidad propia y no como mezcla deinterrelaciones no deseables.

    Por suerte, la historiografa catalana qued bastante oxigenada gracias a Jaime Vicens Vives. En suNotcia de Catalunya (Destino, 1962), publicado en cataln durante el franquismo, su juicio sobreeste sustrato es mucho ms realista: Somos fruto de diversas levaduras y, por tanto, una buena partedel pas pertenece a una biologa y a una cultura de mestizaje. No remontndonos ms all de lapoca carolingia sabemos que el ncleo de nuestra poblacin campesina la formaban los hominesundenque vinientes, es decir, los hombres que venan de cualquier parte. En la primera poca condalse nos dice que Vich fue poblado ex diversis locis et gentibus colligentes (reuniendo hombres dediversas procedencias y razas). Y desde entonces el movimiento de inmigracin no ha cesado. Yanos referimos en nuestro anterior libro, Historias ocultadas del nacionalismo cataln, al originalsentido racista del catalanismo. La idea de un sustrato racista nunca ha desaparecido del todo, aunquese ha disimulado en la medida de lo posible. Esta sutil influencia llega hasta historiadores como JoanRegl, que afirma que la base ibrica constituye el fundamento tnico de los catalanes. Por elcontrario, en palabras de Jos Antonio Vaca de Osma, es una base de la que dice Snchez Albornozque no tiene otra singularidad racial que, precisamente, la de ser mezcla y resumen de todas lasculturas y razas de Hispania. Por ende, si no podemos referirnos a una base racial, deberemosreferirnos a sustratos culturales que, a pesar de los siglos, siempre tuvieron como denominadorcomn lo que denominamos el sustrato hispano.

  • 9. HISPANO, HISPANO, HISPANO

    Los que han visto la pelcula de Gladiator pueden asombrarse que en una de sus primeras peleascircenses el pblico aclama al protagonista con los gritos de hispano, hispano, hispano, []. No setrata de un anacronismo o gazapo del guin, sino que tiene un fundamento que intentaremos explicarllanamente. Los romanos, durante muchos siglos, distinguieron entre ciudadanos y peregrini. Losperegrini (o extranjeros) eran habitantes de provincias romanas que, sin poseer la ciudadana,tampoco eran esclavos. Sin embargo, no disfrutaban plenamente los derechos de un verdaderociudadano romano. Un peregrinus, poda formar parte de las unidades del ejrcito imperial, aunqueslo en unidades auxiliares (las al y las cohortes) y sin mezclarse con los romanos de verdad.Este servicio de armas (que duraba 25 aos) serva para alcanzar el tan deseado derecho deciudadana. Como ya sealamos, la romanizacin fue rpida en la provincia btica y en el levanteespaol. Estrabn afirma que en tiempos de Augusto ya haban desaparecido las lenguas indgenas dela Btica e igual debi de pasar en la costa de la Tarraconense.

    El servicio militar se convirti en uno de los factores ms importantes de romanizacin entre laspoblaciones indgenas. Los legionarios, al acabar su servicio y volver a sus comunidades, ellosmismos difundan la romanidad. Hoy se conocen buena parte de esas unidades, que tenan nombrespropios correspondientes a los pueblos hispanos que las componan: austures, vettones, varduliEntre ellas encontramos las unidades de los Ausetani, que corresponderan a la comarca de Vich(Vicus Ausetanorum), en la actual provincia de Barcelona. A aquellos cuerpos militares se losconoca genricamente como los de los hispanos (Hispanorum). Se han contabilizado un centenarde unidades hispanas que han quedado registradas en planchas de cobre. A veces, cuando se unandos grupos de pueblos muy diferenciados, se unan los nombres: como la Cohors Ligurum etHispanorum (donde se mezclaban hispanos y genoveses).

    Sabemos de unas 25 Cohortes hispanorum y una decena de Al hispanorum. Estas unidades secomponan de unos 500 hombres y excepcionalmente de 1.000. Por tanto, se puede afirmar que elservicio de armas prestado por la poblacin hispana fue importante en el Imperio. Pero lo querealmente cre la primera unidad poltica y social en Hispania fue la extensin del ius Latti. El iusLatti era un grado de ciudadana ligeramente inferior al de ciudadano y superior al de peregrinus.Vena a ser una clase media que legalmente no poda acceder a la ciudadana romana pero que era muyrespetada. Vespasiano, en el ltimo tercio del siglo I de nuestra era, concedi en Espaa el ius Latii atodos aquellos que no tuvieran el grado superior de ciudadana. Fue un caso excepcional en elImperio, que borraba de facto la categora de peregrini y consideraba a todos los hispanos parte deRoma (exceptuando a los esclavos, claro).

    Hispania dejaba de ser una mera colonia para convertirse en una verdadera provincia romana, consu personalidad propia (en la que, evidentemente, se inclua la actual Catalua). En todo el Imperiofueron conocidos y admirados los hispanos y se les distingua de otros ciudadanos romanos. Pruebade ello son las lpidas funerarias de soldados romanos encontradas en toda Europa, en las que seresalta si el soldado es Hispano o de otra nacionalidad. Igualmente, todo el mundo ha odo hablarde la guardia pretoriana. Sus miembros se escogan entre los soldados ms aguerridos del Imperio ydeban medir al menos 1,72 centmetros de altura (bastante para su poca). En tiempos de SeptimioSevero, hacia el ao 200, los hispanos componan uno de los grupos ms importantes de pretorianos.

  • Se sabe de Julio Csar que tena una guardia de beros o que el propio Augusto tuvo bajo su mandopersonal a Vascones de Calagurris (Calahorra). Roma integr a Hispania, la unific y la prepar sinsaberlo para engendrar una futura unin poltica tras la cada del propio Imperio. En definitiva, laidentidad hispana naci unos mil aos antes que la catalana, y la englob connaturalmente.

    10. Y LA FE VINO DE FRICA

    Hace unos aos falleca el obispo auxiliar de Barcelona Joan Carrera Planas. Conocido por sucatalanismo extremo y combativo, tuvo seguidores y detractores. Un testigo presencial nos cont unahomila que tuvo a bien (o a mal) escucharle un ao en la festividad de sant Jordi. La Misa secelebraba en la famosa iglesia de San Felipe Neri de Barcelona. El Obispo Carrera, entusiasmado,platicaba sobre la pureza de la fe catlica, recogida por el pueblo cataln. Una nacin que provenadel norte de Europa, de los pueblos arios (sic). As nos lo contaron y as lo escribimos. Y as nosduele comprobar hasta donde puede llegar el nacionalismo. Un poco ms arriba nos hemos referido ados profundas tradiciones orales sobre la presencia de san Pablo y Santiago en nuestras tierras. Lasfuentes sobre la presencia del Cristianismo en tierras catalanas no tienen apoyo documental hastafinales del siglo III, como dijimos. En el Peristephanon de Prudencio (siglo V) ya se nos habla de SanFructuoso, Augurio y Eulogio de Tarragona, obispo el primero y diconos los segundos, martirizadosen la persecucin de Valeriano y Galieno a mediados del siglo III. En el circo romano que se conserva,an se pueden ver los restos de una baslica visigoda (siglo VI), sobre la cual se estableci la iglesiamedieval de Santa Mara del Milagro.

    Por las fuentes documentales, se puede concluir que en el siglo III el Cristianismo ya habaarraigado en la provincia tarraconense y que esta iglesia local, como tantas otras, sera martirial.Encontramos por ejemplo la figura de Santa Eulalia de Barcelona (que algunos han querido identificarcon la de Mrida, y otros simplemente negar su existencia); o los gerundenses, hoy tambin tandiscutidos, Germn, Justurio, Paulino y Cicio. Podemos encontrar unos Gozos (cantos piadosospopulares de los que volveremos a hablar) que rememoran a estos mrtires (Goigs dels quatre santsmrtirs Germ, Paul, Justuri i Cici: venerats en la parrquia dAdri, bisbat de Girona); los obisposde Barcelona Severo (mrtir de la persecucin de Diocleciano, en el siglo III, aunque no estsuficientemente documentado) y san Paciano (siglo IV). Este es el obispo de la Antigedad msfamoso de la sede de Barcelona y su vida est perfectamente documentada. San Jernimo le dedica unsincero elogio en el captulo 106 del libro De viris illustribus. Como decamos, la tradicin martiriales larga y sera inacabable exponerla. Slo nos referiremos a los innumerables mrtires de Geronaque, segn tambin tradicin, fueron asesinados en los inicios del siglo IV, en la persecucin de

  • Mximo y Galerio. En realidad, los innumerables tendran nmero y seran 360, incluyendo a santNarcs, obispo de Gerona. Pero hemos de reconocer que la certeza no es absoluta y slo rige laautoridad de la tradicin.

    La pregunta, y por enlazar con el inicio de este epgrafe, es: quin evangeliz a estas gentes?Quin logr que arraigara con tanta fuerza el Cristianismo en lo que despus sera Catalua? Por loque parece, y as lo seala la tradicin, Santiago no tuvo mucho xito: de ah el consuelo mariano enZaragoza. Para contestar a la pregunta, tenemos dos nombres clave: san Flix y san Cucufate (ahoraSant Cugat). Por lo que sabemos, y as lo reconoce el historiador Rovira y Virgili (republicano,laicista y nacionalista) estos dos prohombres del Cristianismo vendran de frica, como lo podemosleer en su Historia Nacional de Catalunya (publicada en cataln durante el directorio de Primo deRivera) y en otras fuentes. Contra lo que crea el Obispo Carrera, la fe vino a Catalua del sur. De ahque san Flix fuera conocido como el Africano.

    Digresin personal: En nuestra ignorancia de juventud, conocamos la Parroquiabarcelonesa de san Flix Africano. Ese analfabetismo disfuncional propio de la edad imberbenos llev a creer que era un santo que fue a evangelizar frica, pero resulta que era al revs.Por esas cosas de la vida, la parroquia fue levantada de la nada por un santsimo yhumildsimo sacerdote cataln, Mn. Marin, que tuvimos a bien conocer durante muchosaos. Este cura, cataln hasta el tutano, entre las miles de labores pastorales que consumansu vida, era el consiliario de los veteranos de la Legin en Barcelona, de lo cual se enorgulleca.Hablaba con esfuerzo el castellano, pero se senta ms espaol que nadie. Gracias a l,durante muchos aos se pudo conservar (y an se conserva) en Barcelona una capilla dondese oficia la Misa en rito Tridentino.

    11. BARCELONA, PRIMERA CAPITAL DE ESPAA (Y PORTRES VECES)

    La cada del Imperio Romano fue lenta, salpicada de convulsiones, sobresaltos, reconstrucciones yrecadas. La aparicin de los godos tendra un papel fundamental en la constitucin de un sentido deunidad de gens (gentes) en el nuevo Reino que se ira forjando en Hispania, y que acabaraconocindose como el Reino visigodo de Toledo, que ira del siglo V al VIII. Nuestra intencin no esrealizar un tratado de Historia, sino pincelar cmo se fue logrando, ante la cada de un imperio, y laemergencia de nuevas fuerzas brbaras, un sentimiento de unidad en la Pennsula Ibrica. Todo ellopretende demostrar la dificultad para explicar el origen de una nacin; no como hacen los

  • nacionalistas, que configuran en su imaginacin un pueblo perenne e inmortal, ajustndolo todos losdatos histricos para reforzar esa imagen pre-concebida.

    Todava se oyen recriminaciones a la escuela franquista por la inutilidad de aprenderse la listade los treinta y tres reyes godos. No tema el lector, no nos embarcaremos en dicha retahla denombres, la mayora de ellos impronunciables. No obstante, conviene detenerse en algunos paradescubrir lo que represent la Espaa visigoda, en la cual el territorio de la futura Catalua estabatotalmente integrado. El primer nombre de la lista de los reyes godos (visigodos para ms exactitud)es Atalfo. De l apenas sabemos nada, salvo que fue coronado rey al estilo germnico, a la muerte desu primo Alarico. Tambin conocemos que albergaba el deseo de finiquitar el Imperio Romano queya estaba en sus ltimos estertores y construir un imperio propio. Sin embargo, lleg a un pactocon el emperador Honorio. ste le conceda tierras en las Galias a cambio de que devolvieran a GalaPlacidia (hija del Emperador Constancio II, que Alarico haba tomado como rehn tras el sitio deRoma). Atalfo, al que se considera el fundador del poder poltico godo (su gobierno fue mucho msestable que el de las hordas de Alarico que asolaron la vieja Roma), no cumpli su pacto, se cas conGala Placidia y se gan las iras del Emperador. Ello le oblig a retirarse hacia lo que llamaramos laGalia Narbonense y Aquitania. Este dato no deja de ser importante, pues el catalanismo nunca dejde soar con la posibilidad de que la Aquitania hubiera sido parte de un gran reino cataln queabarcara ambos lados de los Pirineos; hecho que la historia se neg a conceder, y sobre lo queevidentemente el nacionalismo tena que buscar culpables (que, evidentemente deban de ser loscastellanos, como ms adelante se expondr).

    La presin militar del emperador Honorio llev a que Atalfo se retirara, entrando en Hispania;un camino que cinco aos antes haban realizado los suevos, vndalos y alanos, arrasando todo a supaso. La gran diferencia de las anteriores razzias brbaras es que Atalfo fue un rey capaz de asentaruna corte e intentar una organizacin poltica centralizada. Esta labor la realiz en Barcino(Barcelona) donde instal su gobierno o corte. Desde ah quiso gestar su soado imperio, aunque suacercamiento a Roma le granje enemistades que provocaron su asesinato. Lo que queremos destacares que la primera capital de Espaa, en el primer e inestable perodo visigodo, fue varias vecesBarcelona, incluso antes de que acabara asentndose en Toledo. La historia que sigue es tan sencillacomo la naturaleza humana, esto es, cruel. Asesinatos de reyes y manipulaciones polticas estuvieronal orden del da. El Emperador Honorio pag a los godos para que exterminaran a vndalos y alanos,cosa que hicieron (slo se salvaron los suevos que acabaran integrndose con los godos aregaadientes). A cambio, el Emperador les regal Aquitania, pasando la capital visigoda deBarcelona a Tolosa.

    Pero la Historia tena sus propios planes. La aparicin de los hunos, con Atila al frente, y loslevantamientos de los suevos, todava no suficientemente domeados, llevaron a que los visigodos sedesplazaran nuevamente hacia Hispania (el lector ya puede intuir que los nacimientos de las nacionesno son tan idlicos como suean los nacionalistas). Tras la disolucin oficial del Imperio Romanooccidental (en el 476), los visigodos se vieron libres para consolidarse entre las Galias e Hispania. Yaen 474 Eurico, fantico arriano [el arrianismo era una hereja que portaban los godos sobre suscaballos y que negaba la divinidad de Cristo], haba conquistado Tarraco. Durante el reinado deAlarico II (en el cambio del siglo V al VI) el reino godo ocupaba buena parte de la Pennsula Ibrica yde Francia. Sin embargo, la presin de los francos y la muerte de Alarico II llev a que los godos se

  • fueran replegando definitivamente a Hispania. Su sucesor Gasaleco, volvi a instalar la Corte enBarcelona. Desde ah intent recuperar a los francos la Septimania y la Provenza. Aunque por aquelentonces Catalua slo exista en la mente de Dios, los historiadores romnticos y polticoscatalanistas han puesto siempre sus ojos en la Septimania, como si perteneciera a la esencia ancestralde Catalua. Ms adelante relataremos cmo se conjuga todo ello siglos ms tarde con la cruzadaalbigense y el papel de los Reyes de la Corona de Aragn.

    Fue con Gasaleco cuando definitivamente entraron en Hispania unos 200.000 godosmilitarizados, casi todos arrianos. En ese momento, en la Pennsula residan unos siete millones dehispano-romanos, que ya haban asumido el catolicismo plenamente y que se resistiran a serconvertidos al arrianismo, a pesar de que el poder estaba en manos de los godos. La dinasta de estosreyes fue toda una odisea de asesinatos, pactos y traiciones. Amalarico, que rein entre 526 y 531,intent que la capital goda fuera nuevamente Narbona, pero las intrigas le llevaron a que Barcelonafuera su lugar de residencia. As, por tercera vez, se convirti en la capital goda. Su sucesor Teudisfue el que finalmente traslad la capital de Barcelona a Toledo, y de ah la denominacin actual delReino visigodo de Toledo. Y qu pasaba con Madrid? preguntar algn lector. Simplemente noexista. La primera noticia histrica que tenemos data de finales del siglo IX, cuando el emir cordobsMohamed I levant una fortaleza en un promontorio junto al ro Manzanares, en el lugar donde sealza hoy la catedral de la Almudena. Barcelona fue tres veces capital de Hispania antes de queapareciera la villa de Madrid.

    12. TOTIUS HISPANI REX

    A mediados del siglo VI, el reino visigodo estaba lejos de estabilizarse. Luchas internas por el poderse combinaban con las invasiones de los francos, que estaban dispuestos a dominar la PennsulaIbrica, o de los vascones, que asolaban el valle del Ebro. Mientras las tribus astures iban a la suya ylos suevos, que ocupaban Galicia y medio Portugal, no se daban por enterados de que pertenecan alReino visigodo. Para colmo, ante tanta presin, los godos pidieron ayuda a los bizantinos, que lecogieron gusto a la Pennsula y ms tarde hubo que echarles por la fuerza. Los del imperio oriental deBizancio, aprovechando la invitacin, invadieron buena parte del levante sur de la Pennsula, desdeCartagena hasta el sur de Portugal, y la denominaron Provincia Spani.

    En medio de tanta inestabilidad aparece la figura de Leovigildo, que se instala nuevamente en laSeptimania para frenar el avance de los francos, dejando a sus espaldas a los bizantinos. Tras variascampaas redujo a vascones y astures, incorpor a los suevos y consolid el poder de Toledo comocapital del Reino. Ya slo quedaban los bizantinos como ltimos invasores peninsulares. Su hijo, elfamoso Recaredo, convoc el III Concilio de Toledo, donde se consagra la unidad de Hispania, se

  • convierte al catolicismo (por obra de san Leandro) y unifica as a los godos con la poblacinhispanorromana. El trgico asesinato de su hermano san Hermenegildo, a manos de su padreLeovigildo, culmina uno de los episodios fundantes de la unidad de Espaa. Varios reyes y asesinatosdespus, apareci Suintila quien, por fin, unific todos los territorios ibricos al expulsardefinitivamente a los bizantinos. Segn cuenta san Isidoro en su obra Historia Gothorum, Suintilaaparece como el primer rey de totius Spani. Como enseguida veremos, ya se va larvando elconcepto de Hispania como algo ms que un mero recuerdo de un pasado romano o una merareferencia geogrfica: como un evidente concepto. El resto de los reyes godos hasta la cada de D.Rodrigo, se lo evitamos al lector. Ello no quita que prosigamos nuestra reflexin sobre lo quesignificaba para aquellos hombres la palabra Hispania.

    13. LAUS HISPANI

    San Isidoro de Sevilla (nacido en Cartagena, para los despistados), es una figura inestimable en unmomento histrico en el que el Reino visigodo, estando a punto de desintegrase, consiguimilagrosamente su consolidacin y alcanz una efmera etapa de esplendor. De hecho, el santo esalbacea de esa poca y referente inexcusable como testigo de su tiempo. Jos Antonio Maravall, ensu obra ms que clsica, El concepto de Espaa en la Edad Media (1981), asent el siguiente juicio:el carcter bsico que la obra isidoriana tiene en la cultura de nuestra Edad Media, da a suconcepcin hispnica un valor excepcional. Acta, con otros tantos, como un factor de integracin ennuestro disperso medioevo y es una de las razones, entre otras muchas, por las que en nuestra EdadMedia subsiste, a pesar de las fuerzas contrarias, un sentimiento de comunidad. Esta visin deMaravall nos desvela la importancia de la figura de san Isidoro de Sevilla. En l se manifestexplcitamente el sentimiento hispnico que pudo sobrevivir posteriormente a siete siglos de invasinmusulmana, y que explicar la futura hermandad (a pesar de muchas querellas internas) de los nuevosreinos hispanos que surgen durante la Reconquista. De ah que los historiadores nacionalistas insistanen que, tras la invasin musulmana, no qued nada de la Espaa goda; y en que los nuevos reinosnada tenan que ver con la vieja Hispania romana. Slo as se podra argumentar (con ms queextraos equilibrios argumentativos), que Catalua era un pueblo y una nacin en s misma queproceda de s misma, y para s misma.

    Para ilustrar la importancia de san Isidoro de Sevilla debemos remontarnos al prlogo de lasegunda versin de la Historia Gothorum que escribi (la primera era ms breve y en la segundamuestra una mayor confianza hacia los godos, recin convertidos al Catolicismo). Este prlogo esconocido como la Laus Hispani. El texto destaca por su fuerza y emotividad, y evidencia unsentimiento nacional o de unidad espiritual de los pueblos hispanos, unificados polticamente por

  • los godos. Es un escrito de reconciliacin, en el que se reconoce implcitamente a los godos como unpueblo llamado a fecundar el sustrato hispano-romano. El texto, del siglo VII, (extractado) reza as:Eres, oh Espaa, la ms hermosa de todas las tierras que se extienden del Occidente a la India; tierrabendita y siempre feliz en tus prncipes, madre de muchos pueblos. Eres con pleno derecho la reinade todas las provincias, pues de ti reciben luz el Oriente y el Occidente. T, honra y prez de todo elOrbe; t, la porcin ms ilustre del globo. En tu suelo campea alegre y florece con exuberancia lafecundidad gloriosa del pueblo godo. La prdiga naturaleza te ha dotado de toda clase de frutos. Eresrica en vacas, llena de fuerza, alegre en mieses. Te vistes con espigas, recibes sombra de olivos, tecies con vides. Eres florida en tus campos, frondosa en tus montes, llena de pesca en tus playas[] Eres, pues, Oh, Espaa, rica de hombres y de piedras preciosas y prpura, abundante engobernadores y hombres de Estado; tan opulenta en la educacin de los prncipes, como bienhadadaen producirlos. Con razn puso en ti los ojos Roma, la cabeza del orbe; y aunque el valor romanovencedor; se despos contigo, al fin el floreciente pueblo de los godos, despus de haberte alcanzado,te arrebat y te arm, y goza de ti lleno de felicidad entre las regias nfulas y en medio de abundantesriquezas.

    Aunque algunos expertos interpretan que san Isidoro slo hace referencia a Espaa como unaunidad geogrfica, la loa habla por s misma: es un canto a un espritu que enlaza con siete siglos deromanizacin y un agradecimiento a los godos, antiguos invasore