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CATHE DRALIS Síntesis 24 DE OCTUBRE DE 2009 /SÁBADO/891 L E T R A S + L E T R A S miguel ángel granados chapa Con su tarea periodística, ha cimbrado conciencias y enaltecido este oficio todos los días EN LAS LETRAS DE : OMAR RAúL MARTíNEZ + VíCTOR ROURA + MARIANO MORALES CORONA PONENCIAS LEíDAS DURANTE EL HOMENAJE REALIZADO EN EL ITESM CAMPUS CIUDAD DE MéXICO PERIODISTA CON VOZ QUE SÍ PESA El hidalguense homenajeado es uno de esos pocos periodistas que a lo largo de su vida no nos ha mentido LAS LECCIONES DE ESTE REPORTERO CORREN EN TRES VÍAS; UNA ES EL CUIDADO DEL LENGUAJE, QUE LE HA DADO LA SILLA XXIX EN LA ACADEMIA MEXICANA DE LA LENGUA

Cathedralis No. 891

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cathedralis

Síntesis 24 de OCTUBRe de 2009 /SÁBADO/891

L E T R A S + L E T R A S

miguel ángel granadoschapaCon su tarea periodística, ha cimbrado conciencias y enaltecido este oficio todos los días

en las letras de : omar raúl martínez + víCtor roura + mariano morales Corona ponenCias leídas durante el homenaje realizado en el itesm Campus Ciudad de méxiCo

periodista con voz que sí pesaEl hidalguense homenajeado es uno de esos pocos periodistas que a lo largo de su vida no nos ha mentido

las lecciones de este reportero corren en tres vías;una es el cuidado del lenguaje, que le ha dado la silla XXiX en la academia meXicana de la lengua

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É l es de esa rara estirpe de periodistas que atesoran bella prosa, sensibili-dad e intuición para desmenuzar y explicar los hechos, y valor para de-

nunciar los excesos del poder.Don Miguel Ángel Granados Chapa es un

apasionado del periodismo: desde hace 45 años lo vive, lo recrea, lo disfruta, lo padece, lo crit-ica, lo renueva y lo proyecta para entregárselo a sus lectores y radioescuchas.

Vemos en sus afanes al heredero de Manuel Buendía no sólo por escrutar, revelar y hacer comprender las entretelas del poder, sino tam-bién por su sólida integridad profesional.

Don Miguel Ángel Granados Chapa es un profesional de la información obsesionado

por la exactitud de sus palabras y el susten-to de sus críticas.

Para quienes nos dedicamos al estudio y al análisis de los medios y el periodismo, el autor de “Plaza pública” ha dejado una huella indele-ble en la prensa y las letras mexicanas. Consid-eramos que su nombre puede sumarse ya a esa breve lista de figuras cuya búsqueda libertaria ha tenido a ensanchar las avenidas democráti-cas, como lo fueron Joaquín Fernández de Liz-ardi, Francisco Zarco, Ricardo Flores Magón e incluso don Francisco Martínez de la Vega y don Manuel Buendía.

Porque después de una fructífera carrera profesional trazada por una vocación a toda prueba, don Miguel Ángel nos ofrece lecciones cotidianas de periodismo. En tal sentido, desde mi punto de vista, son tres los factores que lo distinguen día a día:

El primero es el riguroso e incluso elegante manejo del estilo. Su precisa y esmerada ex-presión constituye un deleite y a la vez un com-promiso para quienes también nos dedicamos a estos menesteres. Porque nos evidencia que no basta con la aguda inteligencia en el análisis político: para que éste resulte certero se pre-cisa del manejo pulcro y ponderado del len-guaje. Por momentos su prosa alcanza un vig-or expresivo sumamente elegante y atractivo por la construcción de sus estructuras gramat-icales. No es gratuito por ello que don Miguel

presidente: Armando Prida Huertapresidente adjunto: Armando Prida Noriegavicepresidente ejecutivo:Óscar Tendero Garcíavicepresidente de relaciones políticas:Mariano Morales Coronavicepresidentade comercialización:María del Carmen Morales Alarcóngerente de arte y diseño: Adrián Palma Arvizugerente de Web:José Luis Benítez Armasgerenta comercial: Nydia Luisillo Martínezgerenta administrativo:Judith Ramírez Monjaráseditor responsable: Carlos Alcaraz Ramírezdiseñador responsable:Jorge González Rojano

oficinas generales, redacción, publicidad y distribución: Asociación Periodística Síntesis, S.A. de C.V. 23 sur No. 2504 Col. Volcanes CP 72410. Puebla, Pue., México Tel: 551 00 50 con 10 líneasrepresentantes de ventas en méxico:Av. Palmas # 731, Col. Lomas BarrilacoMéxico, D.F. CP11010Teléfono: 5202-166 (Con 10 líneas) / Fax: 5202-11-62talleres gráficosLitografía Magno Graf, S.A. de C.V. Calle E No. 6, Fraccionamiento Industrial Puebla 2000 Tel. 2 97 82 00 | Apartado postal 58 Puebla, Pue.

suscripciones: Teléfono 2 82 80 10 ó 2 82 99 50 ext. [email protected] [email protected]

Viernes 23 de octubre de 2009Número 891Publicación periódica;certificado de licitud de título: 14267certificado de licitud de contenido: 11840 Número de reserva de derecho de autor: 04-2008-022117372400-101

Los artículos firmados reflejan la opinión de sus autores, no necesariamente la de esta casa editorial.

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Homenajea miguel Ángel

granados CHapap o r o m a r r a ú l m a r t í n e z

Es un gran privilegio concurrir a un homenaje para celebrar a un

profesional que ha entregado su vida a las letras periodísticas. Indiscutiblemente,

don Miguel Ángel Granados Chapa es hoy y ha sido por años el mejor y más influyente

columnista político de nuestro país

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Ángel Granados Chapa haya sido convocado para ser miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

El segundo elemento que lo hace único en el escenario del periodismo nacional lo signifi-ca justamente el rigor de su análisis del entra-mado político. A diferencia del común de los columnistas que pretenden haber descubier-to el mundo y ofrecen sentencias implacables como si emergieran desde el Olimpo, la pluma granadina ofrece una mirada reposada. Si uno se sumerge en la hechura de sus columnas es posible advertir una profunda indagación, que procesa a partir de su juicio crítico para luego explicarnos el posible trasfondo de los suce-sos vinculados al poder. Sin ostentar sofisti-cados planteamientos teóricos, “Plaza públi-ca” desmenuza y valora algunas de las claves implícitas en los asuntos de coyuntura, y con regularidad saca a la luz vertientes que nadie había percibido o escrutado. Los excesos del poder sigue siendo uno de los temas infalta-bles en sus espacios periodísticos.

El tercer aspecto que desde mi perspectiva distingue a don Miguel Ángel Granados Chapa es una cualidad de la que muy pocos pueden jactarse: su congruencia profesional. Basta re-visar su historia personal para corroborarlo. Desde muy joven tuvo muy claro qué quería ser y lo que deseaba hacer. Desde principios de los años sesenta tenía una avidez por construir el horizonte y hoy, para nuestra fortuna, no ha mermado esa búsqueda. Al contrario: cada día la refrenda sin concesiones, sin evasivas.

Si fuera necesario reforzar la congruencia de su actuar podríamos recordar, por ejemplo, que él fue el único que se opuso al ofrecimiento de José López Portillo de regresarle el control del diario Excélsior al grupo de Julio Scherer. Su argumento era totalmente claridoso: “Si una acción del gobierno nos había echado —me re-spondió en una entrevista hace 15 años—, era incongruente que una decisión gubernamen-tal nos repusiera porque ni siquiera iba a ser la corrección de una irregularidad sino que iba a ser una nueva irregularidad”.

La inflexibilidad frente al poder ha sido un rasgo que le ha permitido una trayectoria ver-tical y transparente, lo cual a todas luces se manifiesta en sus columnas y participaciones periodísticas.

Dos puntos más me llaman particularmente la atención. Al hacer un repaso de la vida pro-fesional de don Miguel Ángel, advertimos que él mismo ha sido testigo y actor de los eventos que han transformado a la prensa y a los me-dios mexicanos en los últimos 40 años. Pre-cisamente en el momento que empieza a in-corporarse él al campo profesional de mane-ra paralela comienzan a perfilarse cambios y nuevos aires periodísticos: desde el Excelsior de Scherer, pasando por la creación de la revis-ta Proceso, el Unomásuno y La Jornada, has-ta la recomposición generada a principios de los noventa, primero con El Financiero y lue-go con el diario Reforma. Su presencia y par-ticipación han gravitado en momentos rele-vantes para los medios informativos mexica-nos: ¿coincidencia o hechos resultantes de su ánimo juvenil e influencia razonada?

Otra consideración digna de destacar es su energía vital, que ya quisiera gozar uno para un día: escribe seis “Plaza pública” a la sema-na para Reforma y El Norte; teclea las colum-nas “La calle” y “Diario de un espectador” en el diario Metro; publica “Interés público” para la revista Proceso; conduce su “Plaza pública” en Radio Universidad, y participa sin tregua en Radio y Telefórmula en “Punto de encuentro” con Virgilio Caballero y Ricardo Rocha. Todo ello, claro, sin descartar los innumerables com-promisos de conferencias, actos y entrevistas. Todo ello, asimismo, sin descuidar un ápice la calidad y el rigor de sus textos. A este respecto, los interesados en su obra tenemos realmente mucha tarea para en un futuro cercano publi-car sus columnas en volúmenes temáticos.

En medio de la nublazón que acecha los ti-empos nacionales, el quehacer y la obra de don Miguel Ángel Granados Chapa es un estímulo y un signo de esperanza.

Celebrarlo a él es reconocer y reivindicar la postura de una prensa cuestionadora y de pe-riodistas que lo son a toda costa y sin titubeos, pese a los afanes inhibitorios y controladores del poder político y económico.

Homenajear a don Miguel Ángel es dignifi-car el oficio del libre pensador que tanta falta hace a las páginas de nuestros periódicos.

Brindarle un reconocimiento es ofrecer al-icientes a los jóvenes que buscan construir mun-dos nuevos. Porque él mismo mantiene esos afanes de luchar contra el desaliento y el con-formismo que apaga el ánimo frente al avasal-lamiento de los poderosos. Porque él ha dem-ostrado que sí es posible.

“No nos deslicemos a la desgracia —sostiene con firmeza—, menos aún caigamos de súbi-to en el abismo, cada quien desde su sitio, sin perder sus convicciones, pero sin convertirlas en dogma que impidan el diálogo, impidamos que la sociedad se disuelva”.

La pluma de don Miguel Ángel, pues, nos ayuda a mirar y entender la realidad con la pre-tensión de reconstruirnos como país y recon-struir la esperanza.

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el tercer aspecto que

distingue a don miguel

Ángel granados chapa es una

cualidad de la que muy

pocos pueden jactarse:

congruencia profesional

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No sé qué dirá Miguel Ángel Grana-dos Chapa acerca de estos periodis-tas que hoy ya no quieren poner un pie en las redacciones porque to-

do lo quieren hacer desde la comodidad de su casa. No sé qué piense acerca de esta reiterada incitación al debate por la inminente desapa-rición de la prensa de papel. No sé cuáles son sus cavilaciones sobre el estrellato de los pe-riodistas acomodaticios que, enriquecidos por el poder político al que dicen enjuiciar, usan la crítica como arma metafórica para aceitar sus maquinarias convencionales. No sé qué pien-sa Miguel Ángel Granados Chapa de toda esta retórica periodística —alojada hasta en los dia-rios de información ínfima proclive a las cir-cunstancias oportunistas del partido asentado en el reino gubernamental— que ha simulado a la perfección su papel de mediador social por convenir así a sus íntimos intereses. No sé cuál es su opinión de esta contemporánea maleabi-lidad informativa de los periodistas inmersos en la averiguación y exégesis de los compor-tamientos institucionales, siendo ellos ya de-

clarados simpatizantes e incluso enfervoriza-dos acaparadores de ungidos en el poder. ¿Sa-be Miguel Ángel Granados Chapa las tarifas de los afamados periodistas por conversar con el público durante un tiempo limitado?

Lo cierto es que su figura representa el ideal periodístico, por lo menos para el significado contemporáneo de la prensa en papel, no de la prensa trabajada en blogs y en paquetes elec-trónicos, donde el anonimato y (permítaseme decirlo, aunque cause escozor) la cobardía pu-lulan como las hojas doblegadas en otoño. Si ahora mucho se habla del futuro de la prensa es porque el presente importa poco. Si ahora se dice que la prensa en Internet va a plurali-zar las voces periodísticas es porque en la ac-tualidad el gremio sufre de evidentes parce-laciones. Acaso por eso mismo el modelo im-plantado por Miguel Ángel Granados Chapa en la práctica es ejemplar: hace lo que dice y escribe como piensa, elementos desconocidos e imponderables en los supuestos iconos de los medios masivos de comunicación, ateni-dos más a la prestancia de las imágenes y a las

Una letracon peso

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p o r V í C t o r r o u r a

Con su trabajo, este periodista ha implantado un modelo: hace lo que dice y escribe como piensa, elementos desconocidos

e imponderables en los supuestos iconos de los medios masivos de comunicación; no puedo sino guardar un desbordado

respeto a un hombre que venera y de paso enaltece su oficio

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simulaciones verbales que a la nobleza, aun-que oculta, de la veracidad lingüística. Yo, que lo he visto trabajar en sus silenciosas oficinas, que lo he visto escribir a diario además de aten-der otros cien asuntos indispensables en su je-rarquía, no puedo sino guardar un desborda-do respeto a un hombre que venera —y de paso enaltece— su oficio, un oficio que en los pri-meros años del siglo XXI (los cuales han visi-bilizado, ante la cada vez más ineducada pers-pectiva cultural de la clase política, el inobje-table triunfo de la comunicación electrónica que a su vez sólo ha puesto al descubierto la grandísima desilustración ciudadana, que ésa, y no otra, es la mayor calamidad de los tiem-pos que corren) ha sido ejercido, y solapado por los magnates de la comunicación, no na-da más por apócrifos periodistas sino por dis-cretos cínicos, esa raza que odiara Riszard Ka-puscinski pero que conociera, para su infortu-nio, en la intimidad.

En una ocasión entró a su oficina una auxi-liar de redacción para consultarle un dato acer-ca de no sé qué requisito constitucional. Con su acostumbrada generosidad, Miguel Ángel Granados Chapa suspendió la escritura de su “Plaza pública” para indicarle, mediante un ges-to, que la información la podía encontrar el tal tomo de aquella enciclopedia que se hallaba exactamente en el tercer espacio del librero a su izquierda. La auxiliar fue hacia donde el pe-riodista le indicaba. Tomó el volumen necesa-rio. Empezó a buscar en sus páginas. Granados Chapa la contemplaba. Y fue aun más pródi-go: le dio el número de la página en que venía el dato. A ella nunca se le olvidaría la anécdo-ta, porque cada que puede la recuerda toda-vía admirada. Así es, o así debiera ser, la me-moria de los periodistas: fértil, dadivosa, acu-ciosa. Hombre de redacciones, donde allí se respiran las ansiedades y se calibra las infor-maciones, por eso no sé qué sentirá Granados Chapa ahora que la mayoría de los periodistas no quiere asomarse a los recintos periodísti-cos. Incluso muchos ya los rehúyen: creen que con enviar su nota por medio de la web es sufi-ciente para redondear su profesión periodís-tica. Alguna vez, al contratar a una reportera,

me dijo que todo estaba muy bien excepto su presencia en la redacción. “¿Es necesario que me veas —preguntó—, no puede enviarte mi retrato para que sepas cómo soy?” No sé que hubiera hecho Granados Chapa en ese preciso momento, yo sólo supe que no estaba delante de una guerrera. Porque tal vez “guerrero”, en su sentido no de belicosidad ni de beligeran-cia sino de acometedor, táctico, provocador, sea un buen sinónimo de periodista, cuando éste de veras ama el periodismo.

Como Miguel Ángel Granados Chapa, quien, en su oficio de columnista, no ha de-jado de ser, nunca, editor, reportero e inves-tigador, propiedades que, conjuntadas sólo mediante la buena escritura (y no sólo con limitados 140 infames caracteres que requie-ren los numerosos twiter fútiles que caen en el olvido apenas igualmente caiga la tarde), pueden hacer al periodista un emisor con-fiable de información. ¿Por qué se dice, con énfasis desconsiderado, que la prensa debe acortar su lenguaje para así ser recibida por lectores apresurados, pues la perentoriedad es el signo indubitable de la época electróni-ca? ¿Por eso somos testigos impávidos de la exitosa coronación de los locutores, que sin acaso saber escribir despachan en dos minu-tos la noticia sobre la próxima huelga de los electricistas? Pero son precisamente las irre-flexiones las que anidan en los subterfugios de los saberes oscurantistas, que pasan por alto la madurez de la dialéctica: sin disqui-siciones de la colectividad, los minoritarios poderes políticos se alzan enmudecidos con intolerante transigencia. Granados Chapa es uno de esos pocos periodistas que a lo largo de su vida no nos ha mentido: los matices de su carrera (incluyendo sus acaso errados re-covecos en la política hidalguense, de donde es oriundo) están a la vista de todos y, a dife-rencia de otras personalidades, él es el pri-mero en debatirlos, lo que lo hace un ser de extraordinaria capacidad humana.

Que, curiosamente, no ha dirigido ningún periódico pero no por otra cosa sino por las propias mezquindades del gremio, pues, de ha-berlo hecho, seguramente algo, ¿quién lo du-

da?, habría modificado en las estructuras mis-mas del diarismo mexicano. No estuvo al fren-te de Excélsior por las siempre conservadoras jerarquías que han imperado en el viejo perio-dismo nacional; ni en el unomásuno porque allí Manuel Becerra Acosta, aunque cometie-ra descabelladas arbitrariedades, era conside-rado el insustituible director, cuestión incluso que no debía debatirse en el interior de aque-lla empresa si no se quería ser tratado como un visible, y apestado, desleal, término que le sacaba púas en la lengua al viejo líder de aquel rotativo; ni lo fue en La Jornada por la infamia de un pequeño núcleo que, desde un principio, se apoderó, como si fuera suya, de la empre-sa inicialmente —ingenuamente— colectiva, que prefirió mejor echar fuera a este connota-do periodista, tal como así lo hizo, que situarlo al frente de sus páginas, ahora en poder eterno de un circuito minoritario que, tras argucias constitutivas, se ha adueñado del diario para conservar sus particulares intereses. Sin em-bargo, a causa [tal vez] de ello —de no haber di-rigido hasta el momento ningún periódico (sí una revista: Mira, mas éstas, por lo menos en el país, están imposibilitadas, por un sinfín de complejas manufacturas internas y, encima, por una ausencia de educación lectora, de com-petir con los diarios, sino son, cuando mucho, complementos de éstos)—, hemos conservado, para nuestra fortuna, al preclaro columnista político que es, el mejor y más cabal dentro del gremio de la comunicación escrita en México. Nadie como Granados Chapa para despejarle al lector las dudas de las contiendas políticas. “Un columnista no es un reportero retirado —ha dicho Granados Chapa ante la pregunta opuesta; es decir, acerca de si un columnista es un reportero ya retirado del apunte cotidia-no—; un buen columnista siempre va a ser un reportero en activo, no dejará de serlo nunca, a menos que una contrariedad o una fatal ca-lamidad le obstruya el camino.”

Y hasta el momento ninguno de ambos in-fortunios ha impedido que Granados Chapa continúe su importante labor periodística, lo que agradecemos ennoblecidamente sus pun-tuales lectores.

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Un generosogesto...En una ocasión entró a su oficina una auxiliar de redacción para consultarle un dato acerca de no sé qué requisito constitucional. Con su acostumbrada generosidad, Miguel Ángel Granados Chapa suspendió la escritura de su “Plaza pública” para indicarle, mediante un gesto, que la información la podía encontrar en tal tomo de aquella enciclopedia que se hallaba en el tercer espacio del librero a su izquierda

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periodista,entre la ética y la palabraPor Mariano Morales Corona

Miguel Ángel grAnADOS ChAPA

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H ablar de los aportes periodísti-cos de Miguel Ángel Granados Chapa podría ser tan vasto co-mo hablar del mar. De la vida que resguarda el mar.

El periodista Miguel Ángel Granados lo ha hecho todo:

En 1977 empezó a publicar la columna “Pla-za Pública” en Cine Mundial, de la ciudad de México; hoy la columna aparece en muchos diarios, a lo largo y ancho de todo el país, en-tre los que destacan por supuesto los periódi-cos Síntesis de Puebla, Hidalgo y Tlaxcala, Re-forma, Mural y El Norte. Asimismo, escribe las columnas “La calle. Diario de un espectador”, en Metro, “Interés público” en el semanario Proceso y tiene un programa de radio, diario, con el mismo nombre de la columna, en Radio Universidad Nacional Autónoma de México, que también se escucha en las radios univer-sitarias de otros estados de la república.

Fue subdirector editorial de Excélsior (1976); director y gerente de Proceso (1976-1977); je-fe de los noticieros de Canal 11 (1977); director general de Radio Educación (1978-1979); sub-director de Radio Educación (1978-1988); sub-director de La Jornada (1988-1990); y director general de la revista Mira (1990-1994).

Entre 1994 y 1996 fue consejero ciudada-no en el Consejo General del Instituto Fede-ral Electoral.

Fue candidato a gobernador de Hidalgo por el Partido de la Revolución Democráti-ca en 1999.

Y si ha hecho todo, también lo ha escrito to-do: La columna “Plaza pública” es un ejemplo de constancia, información y erudición, más de 40 años sin fallar un solo día; es sin duda un instrumento de conciencia. ¿Conciencia de qué y para qué?, para dejar de vivir en un Es-tado de cínicos, para construir un México en el que quepan todos los mexicanos.

Además Granados Chapa es autor de varios libros, entre los cuales se pueden citar:

La banca nuestra de cada día (Océano, 1982).

hacer ha contribuido, como partícipe en pro-yectos periodísticos y como analista político, a la modernización y profesionalización de la prensa mexicana.

También obtuvo: el Premio Nacional de Pe-riodismo 2004 por trayectoria periodística. El Premio Nacional de Periodismo 2006 por co-lumna periodística. Más “los que se acumulen esta semana”, como el de la Fundación para el Nuevo Periodismo, presidida por Gabriel Gar-cía Márquez, recientemente anunciado.

Síntesis, el periódico de Hidalgo, le otorgó el “Alux a la eminencia” 2009, con motivo del décimo aniversario del diario, sumándolo a las medallas Belisario Domínguez y Pedro María Anaya, ya mencionadas.

Entre la ética y la palabraSin embargo me quedo con dos cosas muy

difíciles de encontrar en el periodismo mexi-cano: una ética intachable y el amor por el len-guaje. (Y, como habrán notado, ya entró por la puerta de atrás el “yo, mí, mío”.)

No me tocó, por desgracia, ser su alumno en las aulas; pero a través de leerlo durante mucho tiempo, es una de las figuras que más me han enseñado a lo largo de mi vida. Jun-to con Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska y José Emilio Pacheco han sido faros para na-vegar sin dar demasiados tumbos en la lumi-nosa oscuridad de la vida mexicana: de la vi-da intelectual, política, cultural, literaria, po-pular, etcétera.

Según mi experiencia, es muy difícil cruzar los pantanos de la política mexicana sin salir embarrado. Y el periodismo es parte de esa agua cenagosa y encharcada que alimenta y de la que se alimenta la política mexicana. De tal mane-ra que así como es sumamente difícil encontrar políticos de a libra en términos de su verticali-dad; es casi tan imposible también hacerlo en los terrenos del periodismo. Y más del perio-dismo que tiene influencia política.

Hace un par de años se publicó un libro, Pren-sa Negra, que les recomiendo a los estudiantes, no para aprender las mañas del oficio sino pa-ra ponerse alerta sobre ellas. Para combatir-

periodista,entre la ética y la palabra

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Desempeño como profesor

La Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM se sumó al homenaje al periodista organizando una serie de mesas de debates denominadas: “Enseñanzas de Miguel Ángel Granados Chapa”, como un tributo a este universitario que ha forjado generaciones de periodistas egresados de la academia y de las redacciones

Alfonso Cravioto, un liberal hidalguense (Océano, 1984).

Votar, ¿para qué? Manual de elecciones (Océano, 1985).

Comunicación y política (Océano, 1986).¡Nava sí, Zapata no! La hora de San Luis Po-

tosí: crónica de una lucha que triunfó (Grijal-bo, 1992).

¡Escuche Carlos Salinas! (Océano. 1996).Constancia hidalguense (Grijalbo, 1999).Fox & Co. Biografía no autorizada (2000).

Y ha ganado, si no todos, sí los reconocimien-tos más significativos:

Tras ejercer el periodismo de denuncia du-rante 45 años, el columnista hidalguense Mi-guel Ángel Granados Chapa recibió dos pre-seas: la medalla Belisario Domínguez que otor-ga anualmente el Senado de la República a los mexicanos distinguidos por su ciencia o virtud en grado eminente, como servidores de la pa-tria y/o la humanidad, y la medalla Pedro Ma-ría Anaya que otorga el Congreso del Estado de Hidalgo a oriundos de la entidad, que se han distinguido por su trabajo científico, cultural o artístico y que representan una aportación trascendente a la sociedad.

Estas dos distinciones se suman a las reci-bidas a lo largo de su trayectoria periodística, en las que destacan los premios José Joaquín Fernández de Lizardi, del Club de Periodistas de México (1978); el Premio Nacional de Perio-dismo por artículo de fondo (1981); el Manuel Buendía a la trayectoria periodística (1987); el mismo premio, al Periodismo Político (1989); y Nacional de Periodismo a la trayectoria pe-riodística (2005).

Es caballero de la Orden del Mérito de la República Francesa.

Para reconocer su desempeño como profe-sor, también la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM se sumó, organizando una serie de mesas de debates denominadas: “Enseñan-zas de Miguel Ángel Granados Chapa”, como un tributo a este universitario que ha forja-do generaciones de periodistas egresados de la academia y de las redacciones, y cuyo que-

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las. Ahí José Martínez desnuda un periodismo que por desgracia prolifera: como la política se aceita con corrupción, pocos funcionarios pú-blicos no tienen cola que les pisen, entonces, estos seudoperiodistas (el Diccionario de de-recho a la información, coordinado por el doc-tor Ernesto Villanueva incluye ya la definición de “sicario periodístico”), entre suposiciones, mentiras y medias verdades, les denuncian, les difaman, ensucian sus carreras y luego los visi-tan para firmar convenios. Y lo peor de todo es que los funcionarios, en vez de enfrentarlos, la mayoría de las veces por el miedo a que deve-ras les pisen las colas, y “al fin que es con dine-ro público”, ceden al chantaje y pagan.

Cuando iniciamos el periódico Síntesis en Puebla y Tlaxcala, hace 18 años (que por cier-to, en la planeación me dije a quién obligato-riamente necesito para analista, y por supues-to enlisté en la primera línea de mis priorida-des a Granados Chapa (y valga aclarar, entre otros también busqué a Carlos Ramírez, que entonces era un columnista notable: pero que cambió de prioridades y hace ya tiempo no se le publica en Síntesis; mientras MAGCH es columnista fundador y hasta hoy aparece día con día; por cierto que, por estas mismas ra-zones, también fue nuestro primer Defensor de los derechos del periodista), luego de dar-nos de topes con el gobierno, que apostó a que cerráramos y cuando vio que no íbamos a ce-rrar porque la empresa que hacía el periódi-co, una empresa impresora bastante grande, no iba a quebrar por no tener publicidad gu-bernamental; se acercaron a ofrecer cualquier

cosa, para amistarse con el periódico. En una de esas reuniones el director de comunicación social me dijo que todos los directores de no-ticieros y periódicos teníamos un salario en su oficina (que no era gran cosa, pero que ahí estaba esperándome). Tiempo después pude confirmar que era verdad. Y no sólo eso; prác-ticamente todos los columnistas, también co-braban ahí, y los reporteros de la fuente. Y me-jor ya no le sigo.

Así, la mayoría de los columnistas también obedecen consigna gubernamental (y esto no cambió con la alternancia: los gobiernos del PAN se conducen de la misma manera; e in-cluso, aunque no conozco el caso de la ciudad de México, gobiernos del PRD con los que he tratado no actúan distinto).

El otro tema, como adelanté, es el lenguaje, el cuidado del lenguaje que lo ha llevado a ser miembro de número en al Academia Mexica-na de la Lengua, en la silla XXIX, que pertene-ciera al historiador Ernesto de la Torre Villar, quien había sido su maestro.

El lenguaje por supuesto está asociado a la conversación, pero mucho más a la lectura y a la escritura. Y yo sostengo que la falta de lectu-ra (y por consiguiente de escritura, ahora con-vertida en “copiar y pegar”) es ya un problema de soberanía nacional para México. El proyec-to México que el próximo año cumple apenas 200 años se encuentra amenazado. Estamos a punto de convertirnos, como Puerto Rico, en una estrella más, no del canal de las estrellas, pero sí de la mano de él, en una más de la ban-dera de las barras y las estrellas.

La de Estados Unidos es una economía de guerra. Si los productos no circulan, no son com-prados y consumidos, no producen riqueza y lo mismo ocurre con la industria militar norte-americana: si las metralletas, misiles, bombas, aviones de guerra, tanques, etc. no son com-prados, si no se consumen, se convertirían en un gasto inútil. Pero no sucede así. A través de la guerra permanente los Estados Unidos tienen bien aceitada su industria y su econo-mía. Las constructoras de aviones, de comu-nicaciones, de electrónica de armamento, en general, producen e innovan porque son con-

sumidas y son negocio. Y tras ellas las grandes acereras, las petroleras, etc. No dudaría que las hamburguesas y las pizzas se hayan crea-do con intereses militares.

Y la economía de guerra, por supuesto, im-plica una Cultura de la guerra. Los programas de televisión, las películas, los juegos de com-putadora, etc. forman a los niños norteame-ricanos en una cultura de violencia y bélica. Su educación sentimental e intelectual (hoy le llaman inteligencia emocional) ha mama-do violencia desde la primera infancia.

Y, hoy, en México, que nuestros niños y jó-venes no son orientados a la lectura y se ali-mentan también de toda esa parafernalia im-portada, están educándose en la cultura de la violencia y de la guerra. No en balde en nues-tro país mueren más periodistas que en paí-ses en guerra. Hace un par de décadas hubo un escándalo en Tijuana y Ciudad Juárez, por-que los primeros sicarios eran jóvenes bien, de familias acomodadas, entonces se les llamaba juniors, quizás la primera generación educa-da en el Atari… Y no tardará que comiencen a darse en las secundarias mexicanas masacres como las que suceden en los EU.

La falta de lectura (y por consiguiente de escritura) es un empobrecimiento intelectual; la cultura de la imagen (TV, videojuegos…) es un acondicionamiento a la violencia. Y frente a ese panorama encontrar a un escritor, un co-lumnista como Miguel Ángel Granados Chapa, preocupado minuto a minuto, día a día, por el lenguaje preciso, por la palabra exacta, por el enriquecimiento léxico que es enriquecimien-to intelectual, es algo que nos costaría mucho trabajo valorar. (Hay que recordar que las pala-bras no son sólo palabras; son conceptos, ideas, reelaboraciones intelectuales.)

Tratando de resumir: jóvenes, les recomien-do la lectura de las columnas de Granados Cha-pa, primero, porque se van a informar de las cosas de trasfondo de lo que pasa en México; segundo, porque leerán a un periodista inco-rrupto; tercero, porque al hacerlo incremen-tarán cotidianamente su inteligencia, con la información, las tomas de posición y el enri-quecimiento del lenguaje. Háganlo, apuesten por la inteligencia.

Granados Chapa ha contribuido a la profesionalización de la prensa mexicana. El cuidado del lenguaje lo ha llevado a ser miembro de número en al Academia Mexicana de la Lengua.

08Síntesis + Sábado

24 de octubrede 2009