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Mujer que sabe latín... ¿ Qué necesita una mujer para casarse? Que sea poco inteligente. Eso dijeron. Y no bromeaban. Parece que la Edad Media ha vuelto. En el mundo occidental, durante la Edad Media, saber latín era la gran cosa. Porque si alguien sabía latín podía leer. Y si podía leer tenía información. Y si tenía información tenía poder. Y ya fuera sacerdote, señor feudal o rey, sin duda era hombre. Poquísimas mujeres lograron estudiar latín. En cambio, se les entrenaba para bordar, coser, cocinar y tocar algún instrumento musical. Es decir, se les pre- paraba para servir y agradar al señor de la casa. Por eso varias mujeres prefirieron la vida conven- tual (donde sí se podía leer). Y deduzco que para des- animar al resto se inventó el dicho: “Mujer que sabe latín ni encuentra marido ni tiene buen fin”. Y encontrar marido no era cosa menor, porque si a las mujeres no se les permitía aprender, heredar, administrar sus bienes y un largo etcétera, encon- trar un buen marido era una especie de garantía de supervivencia. Situación de la que una sociedad dominada por hombres sacaba beneficio. Necesitaban mujercitas bien domesticadas y no mujeres que supieran latín. No sin sacrificios, nuestras ancestras, particular- mente las sufragistas del siglo XIX, nos consiguieron el derecho a estudiar. Ahora, en pleno siglo XXI, más mujeres que nunca egresan de las universidades, obtienen las mejores ca- lificaciones, y casi se podría creer que la Edad Media se había ido para siempre. Hasta que se lee: “Cuanto más inteligente es la mujer más trabajo le cuesta casarse”. El artículo, que circuló por una red social, refiere “recientes investigaciones” (no dice cuáles), realizadas por “varias universidades inglesas” (tampoco dice cuá- les) que “revelan que las mujeres tienen un 40 por cien- to menos de probabilidades de casarse si son exitosas o tienen estudios universitarios o de posgrado”. “Los expertos ingleses”, se afirma, tras seguir la vida de 900 personas, mujeres y hombres, llegaron a la conclusión de que mientras mejor les iba a las mujeres en el ámbito laboral más difícil les resultaba casarse. No es que no quieran casarse, dice la investigación, sino que prefieren esperar a un “hombre que sea inte- ligente, agudo y activo” (se ponen exigentes, cosa nada propia de una damita). Por el contrario, los hombres, mientras más prepa- rados más posibilidades tienen de casarse, pero buscan “compañeras que correspondan a su idea de madre” (es decir, que les sirvan y les mimen). Y ni por este último “hallazgo”, a los “expertos” se le ocurrió pensar que el problema no son las mujeres que más estudian, sino las normas sociales que les exi- gen regresar a la Edad Media. No se les ocurrió que muchísimas mujeres del siglo XXI buscan compañeros y no amos a quien servir. Y que lo que está mal son los rígidos roles y estereoti- pos en los que ya no cabemos muchas mujeres ni, claro, muchos hombres. Para contrarrestar semejantes desvaríos, cito a Rosario Castellanos, quien precisamente en Mujer que sabe latin… escribió: Ante esto yo sugeriría una campaña: no arremeter contra las costumbres con la espada flamígera de la indignación ni con el trémolo lamentable del llanto, sino poner en evidencia lo que tienen de ridículas, de obsoletas, de cursis y de imbéci- les. Les aseguro que tenemos un material inagotable para la risa. Ahora, en pleno siglo XXI, más mujeres que nunca egresan de las universidades, obtienen las mejores calificaciones, y casi se podría creer que la Edad Media se había ido para siempre Cecilia Lavalle / / / / Twitter: @cecilavalle CUARZO ROSA OPINIÓN SIGLO NUEVO 13

Cecilia Lavalle Twitter: @cecilavalle Mujer que sabe latín · Mujer que sabe latín... ¿ Qué necesita una mujer para casarse? Que sea poco inteligente. Eso dijeron. Y no bromeaban

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Page 1: Cecilia Lavalle Twitter: @cecilavalle Mujer que sabe latín · Mujer que sabe latín... ¿ Qué necesita una mujer para casarse? Que sea poco inteligente. Eso dijeron. Y no bromeaban

Mujer quesabe latín...Mujer quesabe latín...Mujer que

¿Qué necesita una mujer para casarse? Que sea poco inteligente. Eso dijeron. Y no bromeaban. Parece que la Edad Media ha vuelto.En el mundo occidental, durante la Edad Media,

saber latín era la gran cosa. Porque si alguien sabía latín podía leer. Y si podía leer tenía información. Y si tenía información tenía poder. Y ya fuera sacerdote, señor feudal o rey, sin duda era hombre.

Poquísimas mujeres lograron estudiar latín. En cambio, se les entrenaba para bordar, coser, cocinar y tocar algún instrumento musical. Es decir, se les pre-paraba para servir y agradar al señor de la casa.

Por eso varias mujeres prefi rieron la vida conven-tual (donde sí se podía leer). Y deduzco que para des-animar al resto se inventó el dicho: “Mujer que sabe latín ni encuentra marido ni tiene buen fi n”.

Y encontrar marido no era cosa menor, porque si a las mujeres no se les permitía aprender, heredar, administrar sus bienes y un largo etcétera, encon-trar un buen marido era una especie de garantía de supervivencia.

Situación de la que una sociedad dominada por hombres sacaba beneficio. Necesitaban mujercitas bien domesticadas y no mujeres que supieran latín.

No sin sacrifi cios, nuestras ancestras, particular-mente las sufragistas del siglo XIX, nos consiguieron el derecho a estudiar.

Ahora, en pleno siglo XXI, más mujeres que nunca egresan de las universidades, obtienen las mejores ca-lifi caciones, y casi se podría creer que la Edad Media se había ido para siempre. Hasta que se lee: “Cuanto más inteligente es la mujer más trabajo le cuesta casarse”.

El artículo, que circuló por una red social, refi ere “recientes investigaciones” (no dice cuáles), realizadas

por “varias universidades inglesas” (tampoco dice cuá-les) que “revelan que las mujeres tienen un 40 por cien-to menos de probabilidades de casarse si son exitosas o tienen estudios universitarios o de posgrado”.

“Los expertos ingleses”, se afi rma, tras seguir la vida de 900 personas, mujeres y hombres, llegaron a la conclusión de que mientras mejor les iba a las mujeres en el ámbito laboral más difícil les resultaba casarse.

No es que no quieran casarse, dice la investigación, sino que prefi eren esperar a un “hombre que sea inte-ligente, agudo y activo” (se ponen exigentes, cosa nada propia de una damita).

Por el contrario, los hombres, mientras más prepa-rados más posibilidades tienen de casarse, pero buscan

“compañeras que correspondan a su idea de madre” (es decir, que les sirvan y les mimen).

Y ni por este último “hallazgo”, a los “expertos” se le ocurrió pensar que el problema no son las mujeres que más estudian, sino las normas sociales que les exi-gen regresar a la Edad Media.

No se les ocurrió que muchísimas mujeres del siglo XXI buscan compañeros y no amos a quien servir. Y que lo que está mal son los rígidos roles y estereoti-pos en los que ya no cabemos muchas mujeres ni, claro, muchos hombres.

Para contrarrestar semejantes desvaríos, cito a Rosario Castellanos, quien precisamente en Mujer que sabe latin… escribió: Ante esto yo sugeriría una campaña: no arremeter contra las costumbres con la espada fl amígera de la indignación ni con el trémolo lamentable del llanto, sino poner en evidencia lo que tienen de ridículas, de obsoletas, de cursis y de imbéci-les. Les aseguro que tenemos un material inagotable para la risa.

Ahora, en pleno siglo XXI, más mujeres que nunca egresan de las universidades, obtienen las mejores califi caciones, y casi se podría creer que la Edad Media se había ido para siempre

Cecilia Lavalle ///// / / Twitter:@cecilavalle

CUARZO ROSA CUARZO ROSA OP

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