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V CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO -CELAM- Nuestra Señora de América .- Nuestra Señora de la Caridad | del Cobre R José Conrado Rodríguez Nuestra Señora de Altagracia Monseñor Hugo Polanco Brito

Celam - Virgen Del Cobre, Virgen de Altagracia

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V CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO -CELAM-

Nuestra Señora de América .-

Nuestra Señora de la Caridad | del Cobre R José Conrado Rodríguez

Nuestra Señora de Altagracia

Monseñor Hugo Polanco Brito

Padre José Conrado Rodiiqi

NUESTRA SEÑORA DE LA CARIDAD

DEL COBRE

Signo de Comunión para el pueblo Cubano

NUESTRA SEÑORA DE AMERICA Colección Mariológica del V Centenario

(£) Consejo Episcopal Latinoamericano — CELAM ISBN - 958-625-007-5 - Edición Completa ISBN - 958-625-029-6 - Volumen 20 y 21 Primera Edición — 2.000 Ejemplares Bogotá, 1986 Impreso en Colombia - Printed in Colombia

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Presentación

El Documento de Puebla en sus números 282-303 dio a la Iglesia de América Latina una síntesis mañana en íntima conexión con el Capítulo VIII de la Constitución LUMEN GENTIUM del Concilio Vaticano II y señaló como una de las características más profundas de la vi­vencia cristiana de nuestras gentes la devoción mariana. "El pueblo sabe que encuentra a María en la Iglesia Católica. La piedad mariana ha sido, a menudo, el víncu­lo resistente que ha mantenido fieles a la Iglesia sectores que carecían de atención pastoral adecuada" (D.P. 284).

El Secretariado General del CELAM al recibir el encargo de "propiciar la investigación y la creatividad teológica y difundir sus resultados", escogió como el primer tema específico de estudio para este período 1983-1986 el de María, continuando así la línea iniciada con las reflexiones sobre Cristo y la Iglesia y retomando el es­fuerzo que llevó a la publicación en 1979 del libro 36 de la Colección CELAM titulado "La Señora Santa María", hoy agotado.

Al diseñar dentro del Plan Global el Programa 1 se pensó primero en una sola publicación que recogiera los traba­jos que sobre la Virgen escribirían un grupo de miem­bros del Equipo de Reflexión Teológico-Pastoral del CELAM en asocio de otros mariólogos del continente; sin embargo, la variedad y la abundancia de la produc­ción mariológica fue tan grande y el interés que se des­pertó fue tan intenso, que se hizo necesario un nuevo rediseño, el cual integró el Programa dentro de las acti­vidades del Quinto Centenario y reunió bajo el significa­tivo título "Colección Nuestra Señora de América", que ahora se presenta, todos los estudios significativos pa­trocinados por el CELAM que quieren honrar a la Madre de Dios y Madre nuestra.

Los trabajos se han agrupado en tres secciones: una de carácter bíblico-teológica; otra teológico-pastoral con di­mensión latinoamericana y finalmente una tercera dedi­cada al mensaje teológico de los principales santuarios marianos en América Latina.

A nombre del Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM doy las gracias a todos los que han dado su aporte para esta Colección, cuyos primeros volúmenes se publican con ocasión de la visita de Su Santidad Juan Pablo II a la sede del Secretariado General. Que Nuestra Señora de América reciba este filial homenaje y bendiga los esfuerzos realizados por el CELAM.

f Mons. DARÍO CASTRILLONHOYOS Obispo de Pereira

Secretario General del CELAM

.

Introducción

* - • '

La presencia de Mari'a en la historia de Cuba y de nuestra Iglesia, se remonta al surgimiento de la primera co­munidad cristiana de origen ind io, nacida por la predicación de un anónimo soldado de Sebastián de Ocampo, que en 1509 y a resultas de una enfermedad, quedó en t ierra enco­mendado al cuidado de los indios en la región de Macaca. Las atenciones y cuidados de éstos devolvieron al soldado enfermo la salud corporal . Este, a su vez, ofreció a los in­dios el Don del Mensaje Evangélico, pues una vez restable­c ido, aprendió su lengua y les sirvió de catequista. Por ins­piración del anónimo soldado español, levantaron los indios el primer templo cubano desde el cual elevaban sus súplicas a Dios, y en el que colocaron una imagen de la Virgen. Aquel los indios, primicias de nuestra evangelización, apren­dieron, j un to con las primeras nociones de la fe, la devo­ción a la Vi rgen, que expresaban en el rezo del Ave Man'a.

Pero fue en la lejana fecha de 1612 cuando la Stma. Virgen, Madre de Dios, quiso manifestar su especial amor por nuestra tierra y por sus hijos. Gracias a la aparición en el Archivo de Indias del legajo que en 1738, a pet ic ión del

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Rey, se enviara a la Corte para proveer de Capellán al San­tuar io de la Virgen en el Cobre, sabemos con test imonios muy antiguos y directos, la historia del hallazgo de la ben­dita imagen. Los relatos se remontan al año 1687 e impre­sionan por su sencillez y belleza.

Es este uno de los más importantes documentos de nuestra historia. Es quizás la primera vez en esa historia que en un documento oficial se toma declaración solemne a un negro esclavo, dándole fuerza legal al test imonio de uno de aquellos hombres que, a causa de ta esclavitud, habi'an perdido todos sus derechos y que apenas eran tratados co­mo personas. El declarante es el negro esclavo Juan Moreno, que, niño de diez años, acompañó a los hermanos Juan y Rodrigo de Hoyos, " ind ios naturales del pai's", en su viaje a Ñipe para buscar sal, cuando ocurr ió el hallazgo de la imagen de la Vi rgen. Juan Moreno, anciano de 85 años y único sobreviviente de aquel acontecimiento, relata los recuerdos de su infancia con la voz sencilla y poética de los humildes.

". . . estando una mañana la mar en calma salieron de di­cho cayo francés para la dicha salina antes de salir el sol, los dichos Juan y Rodrigo Hoyos' y este declarante. Em­barcados en una canoa y apartados de dicho cayo francés vieron una cosa blanca sobre la espuma del agua, que no distinguieron lo que podría ser, y acercándose más les pareció pájaro y ramas secas. Dijeron dichos indios, pare­ce una niña, y en estos discursos, llegados, reconocieron y vieron la imagen de Ntra. Sra. de la Stma. Virgen con un niño Jesús en los brazos sobre una tablilla pequeña, y en dicha tablilla unas letras grandes, las cuales leyó dicho Rodrigo de Hoyos, y decían: "Yo soy la Virgen de la Caridad", siendo sus vestiduras de ropaje se admiraron que no estaban mojadas, y en esto, llenos de gozo y ale­gría, cogieron sólo tres tercios de sal, se vinieron para el Hato de Barajagua".

Man'a de la Caridad se aparece a tres representantes de las clases más pobres y explotadas: dos indios y un ne­gro esclavo, a quienes llena de alegn'a con su presencia. Ellos, los humildes, podrán sentirla solidaria y cercana por­que Ma_n'a trae con ella al que "hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, al que derriba del t ro ­no a los poderosos y enaltece a los humildes, al que a los

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hambrientos colma de bienes y a los ricos despide con las manos vacias" (Le 1 , 51-53).

Muy poco t iempo después la imagen de la Virgen será trasladada al pueblo de El Cobre.

En el primer tercio del siglo X V I habi'a sido in t rodu­cido el trabajo de los negros esclavos en las minas de Santia­go del Prado (El Cobre). Ya en la segunda mitad del siglo X V I I los negros y mulatos allí' residentes se daban por l i ­bres y cuando en 1677 el Comisionado Real, Don An ton io Orti'z Matienzo, quiso reducirlos a esclavitud, encontró la más tenaz resistencia por parte de los "cobreros" que se apalancaron y convir t ieron en cimarrones para conservar su l ibertad. No bastó el poden'o colonial y los muchos inten­tos de la Metrópol i ' para reducir a servidumbre a aquellos bravos y libres hombres, que guiados y apoyados por el P. Alejandro Ascanio, en su empeño de defender su liber­tad , al f in la lograron con júb i lo y solemne reconocimiento del Rey de España, cuya Real Célula fue lei'da frente a la Ermita de la Virgen el di'a 19 de mayo de 1801 por el mis­mo P. Ascanio. En este documento el Rey se comprometi 'a a respetar la l ibertad de los "cobreros" y el derecho que tem'an sobre sus tierras.

Es como si la Vi rgen, desde su aparición y hallazgo, trajera para el pueblo opr imido y sufr iente, un mensaje de l ibertad y de just ic ia, porque fue El Cobre el primer pueblo de Cuba donde se consiguió la l ibertad de los esclavos. No es de extrañar que Céspedes, 68 años después, cuando visi­tara el pueblo, subiera a presentarle sus armas a la Señora y a poner bajo sus pies la lucha justa que él encabezara para bien del pueblo. El mismo Céspedes enarboló \a bandera l i ­bertaria confeccionada con la tela del dosel que tem'a la imagen famil iar de la Virgen en su hogar de Bayamo. No es de extrañar tampoco que en la manigua la tuvieran los mambises como principal protectora y aliada.

Por eso, en 1898, cuando los jefes de los ejércitos nor­teamericano y español f i rman el Acta de Capitulación en la ciudad de Santiago de Cuba, y f in de la guerra, en ausencia

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del General Cal ix to Garci'a y su Estado Mayor, que no fue­ron invitados a la f i rma del Armis t i c io , el mismo General Cal ixto Garci'a mandó a su Estado Mayor, con el General Cebrero al frente para que "celebre el t r i un fo de Cuba so­bre España en misa solemne con Tedeum a los pies de la imagen de la Virgen de la Caridad en El Cobre" , es lo que pudiéramos llamar la "Declaración mambisa de la Indepen­dencia del pueblo cubano" .

En 1915, cuando los veteranos mambises, encabeza­dos por Jesús Rabí', envi'an una carta al Papa Bendicto X V pidiendo que proclame Patrona de Cirba a la Virgen de la Caridad del Cobre, no hace más que manifestar la devoción de todo el pueblo cubano, proclamar su fe en Jesucristo y su amor a la Madre de Dios, reconociendo públicamente lo que habi'an expresado en los años de lucha y sufr imiento: La protección de Man'a, su constante auxi l io en favor del pueblo cubano.

La devoción siempre creciente del pueblo cubano se manifestó desbordada en 1952 cuando la imagen ant iquí-sima de la "V i rgen mambisa" de lá Iglesia de Santo Tomás de Santiago de Cuba, fue llevada a lo ancho y largo de toda la Isla con mensaje de fe y esperanza; "Santa M is ión " que culminó con la visita de la imagen de El Cobre a la capital de la república, acontecimiento éste que se repit ió en 1959, en que la venerada imagen presidió el Congreso Catól ico Nacional, y la memorable Misa que se celebrara en la Plaza de la Revolución con la part icipación de inmensa mu l t i t ud de cubanos y de los principales dirigentes de la recién t r iun ­fante Revolución.

El Papa Pablo V I , reconociendo esa presencia de la Virgen de la Caridad en medio de nuestro pueblo, en su historia, coronando ese caminar con él para hacer la comu­nión entre todos los cubanos, envi'a al Cardenal Bernardin Gant in , como delegado suyo, en diciembre de 1978, para coronar todo ese camino de esperanza. Concede el t i ' tu lo de Basi'lica al que ayer era Santuar-io. El Papa, presencia de Pedro, que conf i rma la fe, se une con el pueblo cubano,

junto V, María de la Caridad, como en el Cenáculo, Madre de la Iglesia.

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En estos años de profundas transformaciones, en me­dio de difíci les circunstancias, Ella ha estado al lado de nuestro pueblo: la mu l t i tud de ex-votos que se guardan en su Santuario (hoy BasiTica), son como un resumen de nues­tra historia: vicisitudes, luchas y logros del pueblo en estos úl t imos años; allí' están reflejadas las angustias y esperan­zas, dolores y gozos de nuestra vida nacional: está la tierra trai'da desde lejanos países, el"bolígrafo con que un joven estudiante terminó el ú l t imo examen de su carrera univer­sitaria, la medalla ganada por uno de nuestros deport is­tas . . .

La presencia de Man'a al lado de nuestro pueblo ha sido y es signo de la fe y fuente de esperanza. Ella nos trae a Jesús, como lo llevó a Isabel, haciendo saltar de alegn'a a Juan el Bautista en el seno de su madre; Ella nos da Prínci­pe de la Paz, a quien tanto humildes pastores como sabios inquietos y honestos, pueden reconocer como su Salvador y Señor; Ella está atenta a nuestras necesidades más humi l ­des, como en las Bodas de Cana . . . Ella que, siempre aten­ta, escucha la Palabra de Dios y la pone por obra, sirviendo, ayudando, acompañando . . . Ella es la Madre que perma­nece f i rme al pie de la cruz de los dolores de sus hijos, es­cuchando sus súplicas y aliviando sus sufr imientos . . . Ella cuyo nombre representa para nuestro pueblo cubano lema y programa de unidad y de amor: Man'a de la Caridad, fuente y símbolo de integración racial y cu l tura l : Madre de todos, para que ninguno pueda sentirse ajeno o distante de su materno corazón.

Ella, la Virgen Morena, la Virgen Fiel , que acompañó a nuestro pueblo en todos los momentos de su historia y se ha compromet ido a acompañarle con su Amor , nos invi­ta una vez más a crecer en ese A m o r . La Virgen de Pente­costés, Madre de la Iglesia Naciente, escogida en su humi l ­dad por Dios como Madre de su Hi jo y llena por El de to ­das las gracias, bendita entre las mujeres y a quien " l lamarán dichosa todas las generaciones" de la Historia . . . María del A m o r nos invita a poner nuestra seguridad en el Omnipo­tente, cuyo nombre es Dios-Amor. María, la Madre del Señor, vuelve a repetirnos la invitación que hizo en las Bo­das de Cana: "Hagan lo que El les d iga" . . . (Jn 2, 5) .

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Man'a, que supo guardar en su corazón hasta las situa­ciones y realidades que no comprendi 'a, hasta las palabras de Jesús que suenan duras a su vida, para luego meditarlas, es Maestra de fe para nuestra Iglesia y para nuestro pueblo en estos momentos particulares de su historia. Ella queda en medio de nosotros como símbolo viviente de reconcilia­ción y de unidad, de perdón y de esperanza, de firmeza y de bondad. Ella sigue proclamando como la verdad más profunda a nuestro pueblo, como su vocación más entraña­ble y su tarea más urgente, el A M O R : el amor, que es la fuente más profunda de la Comun ión , con Dios, con los hermanos en la fe y con todo nuestro pueblo, t iene en Man'a su máximo exponente y su agente más f ie l . Para Cuba y para el mundo, sólo habrá fu tu ro en el A m o r : Ese amor que Man'a trae, hecho n iño, en sus brazos; ese amor que ha sido rechazado y t r i turado por nuestros pecados, pero que ha t r iun fado mucho más alia del sacrificio y de la muerte, porque nada puede vencer al amor. Nuestro egoís-mo, nuestras ambiciones, nuestras cobardi'as, nuestras claudicaciones, no podrán nunca vencer su fuerza.

Hoy como ayer, tendremos que decir como aquel capellán y guardián de su Ermi ta, que llamaba a la Virgen "de la Caridad y Remedios", y que al f inal de sus di'as soli'a repetir: "V i rgen Santa, ya no te llamaré de los Remedios, pues en t u caridad los tengo todos " .

Toda la suma de pecado, violencia, esclavitud, desi­gualdad, maldad y opresión que han podido ensombrecer nuestra historia y convert ir nuestra t ierra en "una tierra tr iste, como tierra tiranizada y de señor fo" , no será capaz de levantar Testigos en las Plazas y Profetas en el pueblo, ese mismo amor que inspiró a hombres como el P. Várela hasta descubrirles la i'ntima y profunda relación de fe con la vida, del amor con la historia: " N o hay patria sin v i r tud , ni v i r tud con imp iedad" : ese A m o r es el que hará posible —y sólo él— un fu tu ro de paz y l ibertad para nuestro pue­blo. Por eso Santa Man'a de la Caridad del Cobre, la Virgen del A m o r , será para nosotros, no sólo en el pasado, si sólo en el presente, sino también en el f u tu ro , la E S T R E L L A DE L A ~ E V A N G E L I Z A C I O N SIEMPRE R E N O V A D A , sig-

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no e instrumento de comunión con Dios y con los herma­nos en la Iglesia. Ella y el Espi'ritu gritan con la Iglesia:

" V E N , SEÑOR JESÚS" (Ap 22, 20) .

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Monseñor Hugo Polanco Brito

NUESTRA SEÑORA DE ALTAGRACIA Y SU MENSAJE TEOLÓGICO Primer Santuario de América

NUESTRA SEÑORA DE AMERICA Colección Mariológica del V Centenario

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Introducción

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La Isla de Santo Domingo, antigua Española había sido llamada por sus habitantes tamos Haití, o tierra alta, Quisqueya, o Madre de la tierra, Babeque o Bohi'o, tierra de oro (1).

Cuando llegó a sus costas el Almirante Descubridor D. Cristóbal Colón, hace ya casi cinco siglos, el 5 de Di­ciembre de 1492, comienza en ella a brillar el nombre de la Virgen Mana, aunque ya el 15 de Octubre había llama­do a otra Isla "Santa María de la Concepción".

En nuestra Isla, el 6 de Diciembre llamó al primer puerto visitado en la hoy costa de la República de Haití: "Puerto María". Bordeando la costa norte el 7 el Almi­rante llegó a un puerto al cual llamó Puerto de la Concep-

1. GARCÍA, José Gabriel: "Compendio de la Historia de Sto. Domingo, SD. Imprenta de García Hnos. 1893,1, pág. 12.

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ción, y saltó a tierra... una vegas y campiñas que era una maravilla ver su hermosura".

Al contemplar "unas vegas las más hermosas del mundo. . . puso nombre de la-dicha isla de la Isla Españo­la" (2). Era el 9 de Diciembre de 1492.

Abandonada "La Isabela", primera ciudad del Nuevo Mundo, el Adelantado D. Bartolomé' Colón fundó la Ciu­dad de Santo Domingo, "casi a los fines del año 1496", hecho que la constituye en la Ciudad Primada de América.

El 15 de abril de 1502 llegó al puerto de Santo Do­mingo la expedición de Frey Nicola's de Ovando, y con él 12 sacerdotes franciscanos, que pondn'an los fundamentos de la evangelizaron en estas nuevas tierras.

Para la historia de los hospitales de América es impor­tante el 29 de Noviembre de 1503, cuando se funda el pri­mer hospital del Continente, con el nombre y la advoca­ción de la Concepción de Nuestra Señora (3), cuyo edificio principal estuvo terminado en 1552. Se le llamó de San Nicolás, en honor del Gobernador Nicolás de Ovando, su constructor.

La Isla Española tiene el privilegio de ia primacía. Ei 15 de Noviembre de 1504, Julio II atendiendo a la solici­tud de la Reina Isabel la Católica expidió la Bula " l l l ius Fulciti Praesidio", creando tres diócesis en la Isla Española, siendo la Metropolita la de Santo Domingo, denominada "Hyaguatense", bajo la invocación de la Anunciación de Nuestra Señora, o de su Encarnación.

Al no ejecutarse esta primera bula creando la jerar­quía eclesiástica en el Nuevo Mundo, el mismo Ponti'fice

2. DIARIO DE COLON, Prólogo de Gregorio Marañón, Ediciones Cultura Hispánica, Madrid, 1972.

UTRERA, Fray Cipriano de O. M. : "La Inmaculada Concepción", Im­prenta Franciscana, C. T., 1946, págs 6-15.

3. UTRERA, ídem, pa'gs. 22-28.

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el 8 de Agosto de 1511, por la Bula "Romanus Pontifex", erige las diócesis de Santo Domingo, la Concepción de La Vega, y San Juan de Puerto Rico, isla recién conquistada. (4).

La sede episcopal de Santo Domingo ha gozado siempre del honor de. ser la Primada de América, t í tu lo que reconoce la R.C. de Fernando V i l del 26 de Junio de 1817, y confirma la Bula de Pío V i l , "Divinis Praeceptis", del 28 de Nov. de 1816, como título antiguo de la Sede. El actual Concordato de 1954 también aprueba el título (5).

Son muchas las primacías de la Isla de Santo Domin­go, como lo afirma S. S. Juan Pablo I I , al decir que "en esta misma tierra del Nuevo Mundo, donde se plantó la primera cruz, se celebró la primera Misa, se recitó la pri­mera Avemaria y de donde, entre otras vicisitudes;* partió la irradiación de la fe a las otras islas cercanas y de allí a la tierra f i rme" (6).

II

Una de las tradiciones más constantes en la historia dominicana es el origen del culto de Ntra. Señora de las MERCEDES, que se remonta a los tiempos primitivos de la conquista.

4. SÁNCHEZ LUSTRINO, Gilberto: "Caminos Cristianos de Ame'rica", Livraria Editora Zelio Valverde, Rio de Janeijo, 1942, en el importante capítulo V, : "Los Primeros Obispos del Conti­nente Americano", págs. 203 - 350, donde están todas estas Bulas.

5. UTRERA, Fray Cipriano de : "Dilucidaciones Históricas", SD. Imprenta "Dios y Patria", 1927, I, La Primada de las Indias, págs. 87-94.

6. POLANCO BRITO, Hugo E.: "María de Altagracia y Juan Pablo II" SD 1979, pág. 62.

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Escribiendo sobre los Santuarios de la Isla, dice el Canónigo Luis Gerónimo de Alcocer en 1650: "Sea la primera el estandarte de Ntra. sagrada Religión la Santísi­ma Cruz de la Vega, que mandó poner en un cerro muy alto. . . el Almirante Don Cristóbal Colón, muy cerca de donde después se pobló la ciudad de La Vega. Los indios de la Vega Real se quedaron a sus oráculos de que les hubiesen faltado en aquellos di'as y con grandes diligencias vinieron a tener respuesta que mientras aquel madero estu­viese alh' puesto no les habían de responder más. . . Con esto se juntaron muchos y subieron al cerro para quitarla con los instrumentos de que usaban para cavar la tierra y cortar maderos y cavaron alrededor de la cruz y crecía otra vez la tierra y cansados de cavarle echaron muchas sogas y bejucos y tirando de ella innumerables no le pudieron mover; trataron de cortarla por el pié con sus instrumentos de piedra. . . y crecía otra vez lo que corta­ban; viendo esto la quisieron quemar y puesto fuego no prendía en la cruz por más tiempo que gastaron en ello y quedó intacta la cruz. . . Cuando estaban atizando el fuego los indios vieron a Ntra. Señora, la Santísima Virgen María sentada en un brazo de la Cruz".

Esta Santísima Cruz la trasladaron a la Iglesia Cate­dral de La Vega y guardaban con tres llaves, porque es tradición en esta tierra que tanto ha de durar la isla cuanto durare esta Santa Cruz.

En 1606, con. motivo de la supresión de la Diócesis de La Vega, fué trasladada a la Iglesia Metropolitana de Santo Domingo, donde se conserva engastada en filigrana de plata. (7).

En la Ciudad Primada de América, Santo Domingo, se levantó el magnífico templo de la Madre de Dios, cabeza de la Provincia Mercedaria de San Lorenzo. En este Con­vento habitó algunos años (1616-1618) el conocido escri­tor - poeta Tirso de Molina, Fray Gabriel Téllez.

7. RODRÍGUEZ DEMORIZI, Emilio: Relaciones Históricas de Santo Domin­go, I, pa'gs. 211-13.

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Este escribe sobre la Imagen de Ntra. Sra. de Las Mer­cedes: "Donónos este precioso retrato y copia de la Augustísima Emperatriz del cielo Doña Isabel, Reina Cá-tólica de España. . . Colocáronla en el primer Monasterio que fundamos, siendo esto en la Ciudad de Santo Domin­go, de quien la iglesia tomó nombre, y donde por muchos años residió la corte y el imperio de todo cuanto se con­quistaba y descubría".

"Después, 1616, todo el Cabildo, Justicia y Regido­res, en forma de Ciudad y Ayuntamiento, la Cancillería con su Presidente y sus Oidores, representando la Real Audiencia votaron a nuestra imagen soberana por única Patrona".

Desde ese año la Virgen de las Mercedes fué la Patro­na Oficial de la Ciudad e Isla de Santo Domingo, y conti­nuó siéndolo al iniciarse la República Dominicana en 1844. (8)

III

En época tan tardía como 1695, el Arzobispo Don Fray Fernando Carvajal y Rivera escribía al Rey Carlos I!, el 2 de Diciembre: "Por la R1. Cédula de seis de Octubre de noventa y tres me manda V. M. le informe las calidades con que se erigió el hospital de San Nicolás. . . a que res­pondió: el principio de esta fundación fué un bohío don­de hoy está la capilla de Nuestra Señora de Altagracia, que era de una negra piadosa, que recogía los pobres que podía y les curaba según su posibilidad, por no haber hospitali-

8. UTRERA, Fray Cipriano de: "Ntra. Sra. de las Mercedes, Patrona de la Rtfpubliea Dominicana", PP. Franciscanos Capuchinos, SD., 1932,pág.40-48.

POLANCO BRITO, Hugo E. : "Exvotos y Milagros del Santuario de Higüey". Ediciones Banco Central, SD. 1984, págs. 43 - 46.

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dad en esta ciudad. . . Y su primer iglesia fué esta capi­lla". (9)

Esto supone que entre 1496 y 1503 esta "negra pia­dosa" fué la primera enfermera de América conocida, tra­bajando en una capilla propia. ¿De dónde venia el nombre de Altagracia, qué imagen tem'a ? Todavi'a no se había fundado la villa de Salvaleón de Higüey.

Este documento da prioridad a la Ciudad de Santo Domingo como asiento de la devoción altagraciana. ¿Será esto posible?

Creo que sí, porque ia devoción a la Virgen Iviaría con ese tí tulo no es original de Santo Domingo, o mejor dicho, de Higüey, sino que sus orígenes esta'n en las tierras Extre­madura.

Fray Cipriano de Utrera supone que la imagen fué traída desde Manzanares, un antiguo castillo del siglo X I , habitado por miembros de la casa ¡nfanzona de los viscai-nos Sagasti-Manzanares, donde hacia 1229 se comenzó una población. Su iglesia-parroquial fué consagrada a Ntra. Sra. de Altagracia, cuya imagen trajo a la Isla Española un Arcediano de la Catedral de Santo Domingo, Don Martín Sánchez Manzanares, que vendría a la Isla hacia 1533. (10)

Hace algunos años que visité Manzanares de Ciudad Real, cuya iglesia e imagen de la Altagracia habían sido destruidas durante la guerra civil española. Ahora han construido una hermosa iglesia circular y la imagen de bul­to es nueva.

9. UTRERA, Fray Gpriano de : "Ntra. Sra. de Altagracia. Historia documen­tada de su culto y su Santuario de Higüey". Padres Franciscanos Capuchinos SD. 1933, págs. 40-41 . Esta obra es fundamental para el conocimiento de la historia de la Virgen de Altagracia, aunque el Padre Utrera no dio con el ori­gen de la imagen, pues no conoció la Relación de Alcocer.

10. Utrera, o. c , pa'gs. 21-25.

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Otra procedencia del nombre de Altagracia nos viene de Extremadura, de donde sale el nombre dominicano de la Virgen de Altagracia.

Los hijos de Extremadura se repartieron por todo el continente, llegando a los ma's remotos parajes de nuestra geografía. Por esta razón al nombre de Altagracia lo vamos a encontrar en Argentina, donde la Ciudad de Altagracia cerca de Córdoba se enorgullece de su origen extremeño. A l l í llevamos una imagen de la Altagracia dominicana.

Una humilde villa de la Provincia de Cáceres, llamada Garrovillas de Alconetar posee una ermita dedicada a la Virgen bajo ese tí tulo, construida a principios del XVI . En 1543 la Santa Sede le concede indulgencias a los que visiten la ermita el día de la fiesta, 8 de Septiembre. Hay una novena de 1790, aunque la .novena a la Virgen de Alta-gracia dominicana es de 1738, publicada en Santo Domin­go en 1800, como primer libro impreso en la Isla. (11)

En Mora de Toledo la parroquia está dedicada a Ntra. Sra. de Altagracia, como Patrona de los Condes de Mora. "La Iglesia de Santa María de Altagracia, que es del Señor Conde, mi Señor", dice un documento del siglo XVI I I .

También e,s patrona la Virgen de Altagracia de las pa­rroquias de Helechosa y Bahona en la Provincia de Bada­joz, como lo es en Siruela Provincia de Albacete.

En Madrid el Cardenal Enrique Tarancón ha creado últimamente la Parroquia de Altagracia, especialmente para los hijos de Garrovillas, pero ya hemos celebrado allí la fiesta dominicana de Altagracia.

En este Nuevo Mundo encontramos la devoción a la Altagracia en Venezuela con la parroquia de Altagracia en Cumaná, junto al río.Manzanares: la parroquia de Altagra-

11. Novena publicada en Santo Domingo por el sacerdote Pedro de Aran, 1800

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cia en Caracas; en Los LLanos de Venezuela existe el pue­blo de Altagracia; y Quibo, Estado Lara, se llama "Pueblo de Ntra. Señora de Altagracia de Quibor", con una copia del cuadro de Higüey, hecha en 1606.

En Perú la Prelatura de Ayaviri tiene su catedral con­sagrada a la Virgen de Altagracia, devoción que le llegó des­de el pueblo de Moco-Moco en el centro de Bolivia. En el Departamento del Cuzco la Parroquia de Sangarara tiene como titular a la Virgen de Altagracia. En Arequipo, en la Parroquia San Antonio Abao, una imagen de la Altagracia ocupa el lugar central y se le celebra novenario y fiesta el 8 de Septiembre.

Un hijo de Garrovillas, Don Alonso Nieto, fundó en 1643 en las inmensas praderas de la región cordobesa una hacienda con el nombre de Alta-Gracia, dando origen al pue­blo del mismo nombre, que ya hemos mencionado. En época pasada se perdió la imagen original, y la Parroquia esta' dedicada a la Virgen de Las Mercedes, con ti'tulo de Generala del Ejército Argentino. Posiblemente era una co­pia de la imagen de Alta-Gracia que se venera en la ermita de Garrovillas. En Marzo de 1982 llevé a esa población una copia auténtica de la imagen de Higüey, que fué reci­bida con musita de alegn'a por la población y colocada en Capilla propia en uno de los barrios de la Ciudad. Se dice que otros dos pueblos de Argentina se Maman Alta Agra­cia.

En Cuba, año de 1587, Diego Cifuentes quiso cons­truir una ermita a Ntra. Sra. de Altagracia y dejó 1.500 du­cados para ello. Y el 14 de Julio de 1601 los Mercedarios fundaron sobre esa ermita "el Convento de Altagracia en esta Villa de Santa Man'a del Puerto del Príncipe" (Cama-güey), según consta de un documento del año 1780. (12)

UTRERA, o. c. pág. 64.

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Mucha devoción attagraciana existe en Puerto R ¡ c o

y Curazao, donde tiene una parroquia, y en Haitr, donde hay capillas dedicadas a su nombre.

En Nicaragua, hay también una parroquia dedicada a su nombre en la capital y una de la,s islas del lago Managua lleva el nombre de Altagracia, cuya Iglesia le está dedicada.

En Colombia, en la Diócesis de Pereira, una parroquia lleva este t í tulo y en Pasca, cerca de Bogotá, hay una vere­da con el nombre Alta Gracia.

En los Estados Unidos se hace cada vez más común la celebración de la festividad del 21 de Enero, sobre todo en New York, Neward, Boston, Providence, etc.

Ya la devoción a la Virgen Madre de Dios, bajo el her­moso tí tulo de Altagracia, se ha extendido a muchos luga­res siguiendo el patrón de Higüey en la República Domini­cana, recorre el Continente Americano y regresa a España en el Convento de Las Maravillas y la Parroquia de Alta-gracia en la Villa de Madrid.

IV

Un Arzobispo de Santo Domingo describe el cuadro Je Ntra. Señora de Altagracia, diciendo que está "pintada en un lienzo sobre tabla: la Imagen de Nuestra Señora con nuestro buen Jesús Niño dormido a los pies".

De dónde viene este cuadro, cuándo sabemos que el nombre devocional de Altagracia no es original de la Isla de Santo Domingo?

-Para el pueblo sencillo, siempre atento a creer en los milagros y las apariciones, la tradición más querida es la si­guiente:

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LA ALTAGRACIA Leyenda escrita por Juan El Tas Moscoso

"Es caso digno de estudio cómo nace y prospera y se difunde el espi'ritu de la fe en la conciencia de los pueblos.

El culto de la Virgen de Altagracia es un culto pura­mente dominicano. ,

Jamás se había conocido en las tradiciones de la Igle­sia ni siquiera el nombre de esta milagrosa Virgen.

Hace más de tres siglos, cuando todavía en las llanuras y bosques de Hicayagua se encontraban restos de la indíge­na raza, vivía con su familia en las regiones del Duey, uno de los antiguos colonizadores españoles, que disfrutaba de una buena fortuna y gozaba de merecida fama y del apre­cio y estima de las altas dignidades de la colonia.

Era costumbre en él, en épocas señaladas, hacer viajes a esta ciudad del Ozama, con el principal objeto de vender su ganado para proveerse de los menesteres de su hogar.

En una ocasión, y a principio de Enero, el buen Pa­dre emprendió uno de estos viajes, trayendo el encargo de sus dos hijas, jóvenes ambas, en la flor de su edad; la una, la mayor, alegre y muy dada a los divertimientos, aunque de inocentes costumbres, pidió que le llevase ves­tidos, cintas, encajes y otros aderezos; la otra, apenas en las catorce primaveras de la vida, y a quien llamaban la Niña en aquellos villorrios, era, por el contrario, de espí­ritu recogido, entregada a las prácticas religiosas, que eran de su mayor agrado, encargó a su padre la Virgen de Alta-gracia.

Extraña fué para él, que nunca había oído hablar de tal virgen, la petición de su hija; pero así y todo, ella le afirmó que la encontraría en su viaje.

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De regreso a sus predios, con los regalos de la hija mayor, llevaba el amoroso padre el hondo pesar de no ha­ber conseguido la Virgen de Altagracia para la Niña.

Habíala buscado por todas partes, y no encontrándo­la, la solicitó de los Canónigos del Cabildo y aún del mismo Arzobispo, quienes le contestaron que no existía tal advo­cación.

Al pasar por Los Dos Ríos, pernoctó en la casa de un viejo amigo. En este tránsito, ya entrada la noche, cenan­do todos en familia, refiriendo el caso de la Virgen desco­nocida, manifestó el huésped viajero el sentimiento de aparecerse en su casa, sin llevar el encargo que le había he­cho su hija predilecta.

A la sazón, un anciano de barba blanca, que había pedido le dejasen pasar all í la noche, desde el apartado rin­cón en que estaba sentado, se puso en pie y, adelantándose hacia la mesa de los comensales, dijo: —¿Que no existe la Virgen de Altagracia? Yo la traigo conmigo.

Y echando mano de su alforja, sacó el pergamino y desenvolvió la pintura en lienzo de una preciosa imagen que era la de María adorando a un recién nacido que esta­ba en sus pies en una cuna.

San José se veía detrás de ella arrebujado en su man­to de noche con una vela encendida; y un lucero enviaba sus rayos esplendorosos a la faz de la criatura. Ante esta epifanía inesperada, habló el silencio, y todos, admirados cayeron de rodillas.

Tocado de alegría el rico propietario de las tierras de Cotubanamá se apresuró a ofrecer al viejo aparecido lo que éste le pidiese en ganados o en monedas, por tan inestima­ble hallazgo.

Extendiendo su diestra el venerable anciano, —toma llévasela a la Niña— le contestó, y volviendo la espalda se fué a su rincón.

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Mas luego el afortunado padre, viendo realizado el ideal de su fervorosa hija, reiteró sus promesas al generoso peregrino, invita'ndole a que pasase a su casa cuando qui­siese para recibir la recompensa de su donativo.

Al rayar la aurora del nuevo di'a, se despertó la regoci­jada familia, y cua'l fue su sorpresa al buscar y no encontrar por ninguna parte al misterioso aparecido.

Cuenta la tradición que acompañada la piadosa don­cella de varias personas, recibió a su padre en el mismo lugar donde hoy se encuentra el Santuario de Higüey, y que, lleno de alborozo en sus salutaciones, entregó aquél a su hija el tan esperado regalo.

Ella, al pie del naranjo que aún se conserva a pesar de los siglos, mostró a los concurrentes en aque'l día 21 de Enero, su soñada imagen y, desde ese momento, quedó establecido el venerado culto de la Virgen de Altagracia confundida en sus principios con el nombre de la "Virgen de la Niña".

Como la famosa de Lourdes en Francia, la de Monse-rrate y la del Pilar en España, la Madonna de Pompeya en Italia, la Guadalupe en Méjico y otras, la advocación de la Altagracia entre nosotros es muy popular, concurrien­do a su Santuario todos los años numerosas romen'as que van desde los más apartados confines de la Isla a ofrendar­le los votos y promesas hechas en momentos de tribula­ción".

En 1912 el Arqueólogo norteamericano Mr. Theodor Booy escribió la leyenda, basa'ndose en Moscoso, y ma's tarde el Prof. Félix Mari'a Pérez Sánchez hizo lo mismo (13).

1 3. UTRERA, o. c. págs. 107 a 110.

PÉREZ SÁNCHEZ, Félix Ma. .-"Aparición de Ntra. Sra. de Altagracia", en Álbum de la Coronación de Ntra. Sra. de Altagracia, Imp. Mqntalvo, SD., 1922, pa'gs. 1 - 3.

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En nuestros días ha aparecido otra explicación del origen de la devoción altagracia, publicada por el Lie. Ber­nardo Vega, y que refleja el pleito entre Dominicos y Je­suítas por la posesión del derecho sobre la Universidad de Santo Domingo.

La Relación se funda en una carta annua de los jesuí­tas de la Ciudad de Santo Domingo, escrita en Octubre de 1698. Según ésta, que segui'a el pensamiento jesui'to de la época de pleitos entre estos y los dominicos, "un vecino de Higüey organizó un viaje a España y una de sus dos hijas le pidió que le trajera una imagen de Ntra. Sra. del Rosario y la segunda una de la Virgen de La Altagracia. Una vez llegado al Viejo Mundo, eP Padre sólo encontró la del Rosario, y retornando triste hacia la Española, su buque enfrentó una tormenta y tuvo que buscar refugio en un puerto.

El higüeyano desembarcó y encontró en tierra a un joven quien le preguntó si quen'a comprar una imagen de la Virgen y al decir que si', le fué mostrada la imagen de La Altagracia, la cual adquirió.

De regreso a Higüey cada una de las hijas hizo un al­tar en sus casas, donde colocó sus respectivas ¡ma'genes, adorna'ndolas con flores. Sin embargo, las flores colocadas en el altar de Ntra. Sra. del Rosario apareci'an luego en el altar de la Virgen de La Altagracia.

Una hermana acusó a la otra de robarle las flores, pero ésta le exigió que se tomaran las medidas de lugar para probar que ninguna persona estaba hurtándolas. Esas medidas fueron tomadas y las flores siguieron muda'ndose hacia la Virgen de La Altagracia. Ya sea por la muerte de estas niñas o por los múltiples milagros atribuidos a la imagen, ésta fué colocada en la Iglesia de Higüey.

Las Autoridades Eclesiásticas de Santo Domingo, al oír de los milagros, quisieron traerla a la Catedral. Cuando ésta llegó a la boca del n'o, todo el Cabildo Eclesiástico y mucha gente se congregaron para recibirla. Al abrir el

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arca, la encontraron vaci'a "porque la Señora se ha vuelto a su casa" Esto volvió a ocurrir dos veces más "y conoci­da la voluntad de la Augustísima Reina no han instado en traerla a la Ciudad" (14).

Estas versiones del origen de la imagen de Ntra. Sra. de Altagracia tienen en su mayor parte un origen milagro­so, que es muy del gusto popular, pero siempre dejan un vacío en cuanto a la fecha del origen del culto altagraciano en la Isla de Santo Domingo.

V

Pero existe un origen del cuadro altagraciano, que no tiene fundamento milagroso, pero sí nos permite un exa­men más detenido del origen, y sobre todo nos puede po­ner en la búsqueda de la fecha del inicio del culto en la Vi­lla de SALVALEON DE HIGUEY.

El Canónigo de la Catedral de Santo Domingo Luis Ge­rónimo de Alcocer, nativo de la misma Ciudad Primada, es­cribió en 1650 una "Relación de la Isla Española", en la cual se dice lo siguiente, refiriéndose al culto de la Vir­gen de Altagracia (15):

"La imagen milagrosa de NUESTRA SEÑORA DE AL­TAGRACIA está en la Villa de Higüey, como 30 leguas de esta Ciudad de Santo Domingo. Son innumerables las mi­sericordias que Dios Ntro. Señor ha obrado y cada día obra con los que se encomiendan a esta Santa Imagen; consta que la trajeron a esta Isla dos hidalgos naturales de

14. VEGA, Bernardo: "Una Nueva Versión sobre el origen de Ja Imagen de

Higüey de Nuestra Señora de La Altagracia".

Listín Diario, 29 -VI-1985, pág. 6.

15. RODRÍGUEZ EMORIZI, Emilio: "Relaciones Históricas de Santo Domin­go", I, pa'gs. 213- 14.

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Placencia en Extremadura, nombrados Alonso y Antonio de Trejo, que fueron de los primeros pobladores de esta Isla, personas nobles como consta de una Real Cédula del Rey Don Felipe I, año de 1526 (debe ser de 1506), en que encomienda al gobernador de la Isla que los acomode y aproveche en ella, y habiendo experimentado algunos mi­lagros que había hecho con ellos la pusieron para mayor veneración en la Iglesia Parroquial de Higüey (creada el 12 de mayo de 1512), donde eran vecinos y tenían hacien­das.

Parece que no quiere Dios Nuestro Señor que salga de aquella Villa, porque a los principios enviaron por ella el Arzobispo y Cabildo de la Catedral*y se desapareció de un arca a donde la traían cerrada con veneración y cuida­do y al mismo tiempo se apareció en su iglesia de Higüey, a donde solía estar.

Esta' pintada en un lienzo muy delgado de media vara de largo y la pintura es del Nacimiento y esta' Nues­tra Señora con el Niño Jesús delante y San José a sus es­paldas. Y con haber tanto tiempo tiene muy vivas los co­lores y la pintura como fresca.

Van en romería a esta Santa Imagen de Nuestra Se­ñora de Altagracia de toda esta Isla y de las partes de las Indias que están más cerca y cada día se ven muchos mi­lagros que por ser tantos ya no se averiguan ni escriben. Algunos en señal de agradecimiento los hacen pintar en las paredes y otras partes de la Iglesia y con ser los menos ya no hay lugar para más. Son muchas las limosnas que se hacen a esta santa iglesia y así está bien provista de or­namentos y tiene muchas lámparas de plata delante de su santa Imagen".

VI

Esta narración del Alcocer nos pone ante una reali­dad histórica: El Santurario de la Altagracia de Higüey es el primer Santuario de América.

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La Villa de Salvaleón de Higüey fué fundada por el Gobernador Frey Nicolás de Ovando entre 1505 y 1506, y su parroquia es del primer grupo de las creadas en el Nuevo Mundo, el 12 de Mayo de 1512.

Por eso tienen razón estos documentos que afirman: "En dicha villa sólo hay una iglesia y en ella un retablo de la imagen de Nuestra Señora de Altagracia, que es de gran devoción, y está allí desde que se fundó la villa, y Nuestra Señora, a invocación suya, ha hecho y hace mu­chos milagros y cada día va creciendo la devoción", afir­man los mercedarios en 1598; por otra parte el Arzobispo en carta del 25 de julio de 1664, siguiendo la tradición constante en la Isla, afirma: "El templo de Nuestra Seño­ra de Altagracia que esta' en la Villa de Higüey en esta Isla, es el primer Santuario que hicieron los católicos en ella, cuando las católicas armas de V.M. la conquistaron en su principio con que viene a ser el Santuario primero de estas Indias" (16)

La realidad es que los Hermanos Antonio y Alonso De Trejo deben ser del primer grupo de los pobladores de Hi­güey, puesto que en 1508 Antonio era Alcalde Ordinario de Higüey, y en la construcción de un Ingenio de Azúcar los dos recibieron indios en encomienda en el reparto de 1514.

Dos años antes del repartimiento de Alburquerque se había creado la parroquia, que posiblemente ya estaba funcionando, puesto que se repartieron diezmos desde 1508.

La conquista de otras islas, como Puerto Rico y Cuba, se inició a partir de esta fecha, y ma's tarde llegó Cortés a México, después de haber sido escribano en nuestra Villa de Azua.

16. UTRERA, Fray Cipriano de : o.c, págs 55 y 69.

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Por lo tanto no hay ninguna duda histórica de que el Santuario de Altagracia en la Isla de Santo Domingo es el primer Santuario Mariano de América.

Vi l

Afirma el documento antes citado que "Nuestra Se­ñora ha hecho y hace muchos milagros y cada día va cre­ciendo la devoción". Los Hermanos Trejo "habiendo expe­rimentado algunos milagros que había hecho con ellos, la pusieron,para mayor veneración,en la iglesia parroquial".

Esto quiere decir que desde la fundación de la Villa de Salvaleón de Higüey la Imagen estaba en la población y que los milagros la convirtieron en centro de devoción, que se extendió a toda la Isla y se inició la construcción de un Santuario, anexo al ente parroquial.

La primera iglesia, o "Casa de Nuestra Señora", como se la llamó, era de paja, como lo fueron las primeras igle­sias de la Isla.

El 23 de Agosto de 1569, el primer Bolívar que vino a América, Don Simón de Bolívar, quinto abuelo del Li­bertador, era Secretario de la Real Audiencia de Santo Domingo y Tesorero del Santuario. Hizo una información de testigos, pidiendo una ayuda al Rey, para poder termi­nar la iglesia. Se habían gastado 2000 pesos de oro, no pa­gados todavía, y faltaban 4.000. El inicio de esta obra habría que ponerlo, según los testigos, hacia 1539, y se afirmaba que esta "casa de Nuestra Señora" es casa de mu­cha devoción, a donde concurren muchos peregrinos y de­votos, no ya de todas partes de la Isla, pero de las islas comarcanas, principal por ser muy visitada de cuantos van al puerto cercano del río Yuma^e paso para Puerto Rico, o vienen de dicha isla para Santo Domingo, pues re­ciben todos de Nuestra Señora mucha consolación por los muchos milagros que ha hecho y hace cada día" (17).

17. UTRERA, o. c , pa'gs. 38 - 47.

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Para el año 1539 estaba terminada la capilla mayor, donde se colocó la sagrada imagen, y al terminarse toda la iglesia hacia 1572, "fué el Arzobispo a consagrar la igle­sia y a poner en la dicha iglesia la imagen y el Santísimo Sacramento".

VI I I

La imagen de Nuestra Señora de Altagracia tiene un significado evangélico, teológico e histórico mayor que casi todas las dema's imágenes de la Virgen que son venera­das en todos los Santuarios de América Latina.

En 1650 Alcocer describe la imagen asi': "Está pinta­da en un lienzo. . . y la pintura es del nacimiento y está Nuestra Señora con el Niño Jesús delante y San José a sus espaldas".

San Lucas describe así el Nacimiento del Salvador: "Estando en Belén, le llegó (a Mana) el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito y lo acostó en un pese­bre". . . Cuando los pastores recibieron el mensaje de los ángeles "fueron corriendo y encontraron a María, a Jesús y al Niño acostado en el pesebre". (Luc. 2,16). Es exacta­mente la descripción del cuadro de la Virgen de Altagracia.

Desde los grafitti de la Casa de Nazaret hasta las pin­turas de las Catacumbas de Roma y otros lugares, vemos cómo los primeros cristianos y sus oponentes quisieron ex­presar por la pintura sus convicciones o emociones.

Con Man'a pasó lo mismo. De ahí' la existencia de va­rias pinturas de Man'a que se atribuyen a San Lucas, de quien se dice que fué pintor. Como no hay documenta­ción, las leyendas han surgido por todas partes.

En Andalucfa hay la tradición de que el templo de la Ra'bida se comenzó en el año 273, y fué terminado en 331. Y un Capitán de marina, Constantino Daniel "trajo

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de Jerusalén la imagen de la Virgen de los Milagros, donada por el Obispo san Macario, . . . La imagen de los Milagros llegó a Palos el 23 de junio del año 333, y fué paseada por el pueblo con grandes luminarias, llevándola por las casas para que la vieran los enfermos y después la llevaron a la iglesia de La Rábida, habiéndola votado por patrona" (18).

Es toda una leyenda, parecida a lo que se dice de la terminación del Concilio de Efeso, cuando las gentes lle­varon la imagen de Mana por las calles de aquella gran ciu­dad, al proclamarse el dogma de la Maternidad Divina de Man'a.

En efecto, el Concilio de Efeso, celebrado el año 431, declaró como dogma de fe que María era verdaderamente "Madre de Dios", la Theotokos. Muchas fiestas en honor de María aparecen en Oriente antes del Concilio y con éste se marca un crecimiento de la piedad mariana popular. (19).

El cuadro de la Altagracia en su condición de la Theo­tokos, o Madre de Dios que adora al Hijo del Altísimo, tiene un alto significado efesiono, pues "España se adhi­rió firmemente a la doctrina católica y con doblado fer­vor acrecentó su fe y su piedad de veneración a la Virgen Mana (20). Asi' se ha llegado a suponer que el personaje detrás de María, en el cuadro de la Altagracia, es el Obispo Osio, delegado español en el Concilio de Efeso, que tiene en la mano el Decreto Conciliar con la declaración de la Maternidad Divina de María, que es la "Theotokos".

18. GÓMEZ, Dgo. : "Quien fué y qué hizo Martín Alonso Pinzón" 'Huelva,

1968, págs. 1 0 - 1 5 .

19. INICIACIÓN TEOLÓGICA. III, págs. 206 - 21.1. Herder 1964.

20. UTRERA, o. c. pág. 14.

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IX

La festividad original de Mari'a de Altagracia se haci'a con motivo de la Asunción de María, el 15 de Agosto, pero un acontecimiento histórico cambió la fecha.

Al romper Francia el Tratado de Nimega, ordenó a sus subditos de la parte franpesa de la Española, en la rica colonia de Saint Domingue, que se apoderan de toda la Isla en 1689 y un ejército tomó la ciudad de Santiago en el centro de la parte española. Encendidos los a'nimos, se decidió la invasión de la parte francesa; en el 21 de Enero de 1691 se encontraron los dos ejércitos en la Sábana de La Limonade.

Dice el Padre Utrera que "el encuentro fue' terrible; durante largo espacio la victoria estuvo indecisa y por mo­mentos la gente española parecía desmayar. Estaban los lanceros del país, cibaeños, seibanos, higüeyanos, pecho por tierra, esperando la orden para entrar en la liza arma­dos de sus garrochas y machetes. A su tiempo lánzanse al ataque con indomable arrojo, siegan vidas con increíble denuedo y deciden la batalla tan gloriosamente que el Go­bernador Cussy como docenas de sus más valientes capita­nes quedaron tendidos en la tierra, mientras el resto de sus huestes, desbaratados miserablemente, emprende dolorosa retirada y se dispersa" (21).

Los higüeyanos participaron en la Batalla y ofrecie­ron celebrar el recuerdo de aquella fecha: 21 de Enero, si obtenían la victoria. En memoria, una espada o machete fue' llevado al Santuario (22), y desde 1692 comenzó a ce­lebrarse la fiesta oficial de la Altagracia ese día, que cons­tituye hoy una de las grandes celebraciones de la Iglesia en la República Dominicana.

21. UTRERA, o. c. págs. 77-88.

22. POLANCO BRITO, Hugo E.: "Exvotos y "Milagros" del Santuario de Higüeyi'SD. 1984 pág. 67 ss.

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Es la primera fiesta de cara'cter nacional, día no labo­rable, que no nace por un decreto del gobierno, sino del seno del pueblo dominicano mismo, refrendada ma's tarde por una ley gubernamental.

El Arzobispo de Santo Domingo, Don Isidoro Rodrí­guez Lorenzo, (1767 - 1789) aprobó dicha fiesta.

Durante la Rectoría espiritual del Arzobispo Don Adolfo Alejandro Nouel, Presidente de la República en momentos de convulsiones en búsqueda de la paz, la de­voción a la Virgen de Altagracia ocupó el primer sitial en la devoción mariana del pueblo domTnicano.

El 15 de Agosto de 1922, estando el país bajo las bo­tas de la Ocupación Norteamericana (1916 - 1924), como un acto de reafirmación religioso - patriótico se llevó a cabo en el Baluarte del Conde, cuna de nuestra Indepen­dencia Nacional, el solemne acto de la Coronación Canó­nica de la Imagen de la Altagracia.

Su Santidad Benedicto XV, por Breve del 14 de Ju­lio de 1920, "Ut i ad Nos attul ist i", autorizó la coronación de la Imagen, que en aquellas circunstancias no tuvo me­jor escenario que la Puerta del Conde. A l l í nació la Repú­blica Dominicana el 27 de Febrero de 1844.

En el Pontificado de Pío XI se realizó la coronación, y el Sumo Pontífice nombró su Representante al Arzo­bispo Sebastian Leite de Vasconcellos, Arzobispo de Da-mieta y Delegado Apostólico, con la asistencia de Mons. Felipe Rincón Gonza'lez, Arzobispo de Caracas; Mons. Francois Ma. Kerkusan, Obispo de Cab Haitiano; Fray Miguel Vuylateke, O.P. Obispo-Vicario Apostólico de Cu­razao, y muchísimos representantes eclesiásticos y civiles.

El pueblo dominicano, y especialmente las mujeres, donaron el oro y las piedras preciosas con que se fabrica-

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ron la corona y los emblemas que se pondrían sobre la imagen altagraciana. (23)

XI

Probado que la imagen esta' en Higüey entre 1506 y 1514, debe ser una pintura'de finales del siglo XV, de autor desconocido posiblemente pintado la cara y las manos de la Virgen por un maestro y el resto del cuadro por alum­nos, porque se nota la diferencia.

En 1650 el canónigo Alcocer decía: la imagen "está en un lienzo muy delgado de media vara de largo. . . y con haber tanto tiempo (unos 140 años) tiene muy vivos los colores y la pintura como fresca".

Catorce años más tarde, el Arzobispo Don Francisco de la Cueba y Maldonado escribiendo a su Majestad el Rey, le dice: "está en un cuadro pintado en un lienzo so­bre tabla la imagen de Nuestra Señora con nuestro buen Jesús niño dormido sobre un lienzo y tan incorruptible que con ser el cuadro aún no de media vara de alto, jamás ha tenido detrimento, aunque el temple de aquella es húmedo y ca'lido en demasía".

Sin embargo 44 años más tarde, el 28 de abril de 1708, el maestro pintor Juan Rodríguez de la Fe "renovó" la Santa imagen, parece que e'l tapo algunos hoyos y repintó todo el cuadro.

Así quedó la pintura, que con el tiempo se fué dete­riorando por la humedad, encendido de velas y tocamiento de los fieles, antes de ponerle vidrio.

23. Álbum de la Coronación, passim. 1922.

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Pero entre el 20 de Abr i l , y el 15 de Junio de 1978, o sea 270 años después de la repintada del maestro Rodrí­guez de la fe, la restauradora española Ma. Dolores Fustes, realizó un magnífico trabajo de restauración.

La pintura tiene 0.335 x 0.45 m, de escuela española, y está conservada en un marco de oro, piedras semiprecio-sas, fabricado en la isla en 1791. Actualmente se le ha colo­cado varios diamantes y una gran esmeralda que S. Pió X regaló al Arzobispo Adolfo Nouel, cuando fué escogido como presidente de la República en 1913, en busca de arreglos de paz nacional.

El 18 de Junio de ese año la imagen fué transporta­da por Mons. Hugo E. Polanco Brito a la Basílica, donde celebró de pontifical el Cardenal Octavio A. Beras, Arzo­bispo de Santo Domingo, el Nuncio Apostólico Mons. Giovanni Gravelli y el Obispo de Santiago, Mons. Roque Adames. Estuvo presente el presidente electo de la Repú­blica, Don Antonio Guzmán Fernández.

Cuando el Papa Juan Pablo II visitó la República Dominicana el 25 de Enero de 1979 vio la imagen restau­rada y le obsequió una diadema de plata dorada.

XII

Crecía la población dominicana, se aumentaba la de­voción a Nuestra Señora, y el vetusto templo terminado en 1572, cuando los caminos eran malos y poca la población, era deficiente para recibir a los peregrinos.

Su nave central, rematada por un presbiterio con te­cho gótico del siglo XVI , en cuyo altar mayor de fina cao­ba nacional y finamente labrado, con su frontal de plata repujada del siglo XVI I I , recibía a los peregrinos y fué tes­tigo de muchos de los milagros de la Virgen, testimoniado por hermosos cuadros sobre madera.

39

Todavía hoy su figura externa pesada recuerda aque­llos tiempos del inicio de la colonización, y al grupo de in­dígenas que fueron entregados a la encomienda y supieron luchar por su libertad, que se les arrebataba.

El 7 de Diciembre de 1508 el Rey daba tí tulo de Villa con escudo de armas a Salvaleón de Higüey, y como ya hemos dicho se erigía la parroquia el 12 de mayo de 1512, en el primer grupo de parroquias creado en América.

El 11 de Abril de 1694 el Cabildo de la Villa y el Pá­rroco eligieron y juraron como Patrón de la Ciudad a San Dionisio Aeropagita, juntamente con los santos Rústico y Eleuterio, con fiesta el 9 de Octubre, acto que aprobó el Arzobispo Fernando de Carvajal" y Ribera, 8 días más tar­de (24).

Actualmente, el viejo Santuario se llama Iglesia de San Dionisio.

XIII

El 20 de Octubre de 1943, Mons. Elíseo Pérez Sán­chez, que había sido Administrador Apostólico de la Ar-quidiócesis de Santo Domingo, propuso que se construye­ra un gran tempo a María de Altagracia.

Acogida la proposición, en 1947 se constituyó una junta colectora y el 5 de Octubre de 1954 se inició la cons­trucción, según diseño del arquitecto francés A. Dunoyer de Segonzac y el Ing. Pierre Dupré.

El 21 de Enero de 1971 se ¡naguraba el grandioso templo, bajo la presidencia litúrgica del Cardenal José Humberto Quintero, Arzobispo de Caracas, y la presencia

24.UTRERA, Fray Cipriano de: "San Dioniso, Patrono de Higüey", en CLIO, Órgano de la Academia.de la Historia No. 80 de 1947, págs. 67 -69.

40

del Dr. Joaquín Balaguez, Presidente de la República Dominicana, del cardenal Dario Miranda, primado de Mé­xico y Octavio A. Beras, Arzobispo Primado de América.

La Basílica se nos describe así: "El monumento, visto a distancia, diríase que es una gigantesca escultura con un juego de volúmenes y espacios de asombrosa plas­ticidad.

El concepto del templo, tanto en el exterior como dentro de su estructura, obedece a la idea de invitar a los fieles al recogimiento, a la oración, a la elevación espiri­tual.

La impresión al penetrar al templo es de una belleza singular. De día, la luz, tenuamente, se filtra a través de los vitrales de pequeñas piezas de forma irregular y múl­tiples colores, oscuros en los arcos que se abren hacia el este y el sur para atenuar la brillantez del sol, y alegres y vividos en donde la claridad solar se amortigua en las horas del crepúsculo.

En el vitral que cierra el ábside de la iglesia y que sir­ve de fondo al retablo de la Virgen, los matices naranja evocan el árbol en el que, según la tradición, se apareció el milagroso cuadro.

En los vitrales de dibujos abstractos hechos en Char-tres, Francia, la policromía de los vidrios juega un papel dinámico, cambiante, que hace que en cada instante ofrez­ca el templo un aspecto distinto.

Durante la noche, la iluminación artificial destacará la forma de los arcos y de los elementos todos de la enor­me estructura, produciendo efectos de luz y sombra, de volúmenes y espacios.

La fachada, bajo los arcos, está revestida de pequeños pedazos de cerámica vidriada de color coral, con incrusta­ciones de letras en cerámica dorada,*que muestran inscrip­ciones de letanías y plegarias.

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En la parte interior que corresponde a la fachada, la superficie del muro ofrece también un recubrimiento de cera'mica de fragmentos multicolores, en los que predomi­nan los azules y los verdes y en donde se reproducen tex­tos marianos en latm.

La cerámica procede de .Florencia, tanto la utilizada en la fachada principal como la que cubre el muro interno de ella.

Al cruzar la amplia puerta de caoba y vidrio, la aten­ción de los fieles se centrará de inmediato en el retablo de la Virgen, que al fondo del altar mayor, aparecerá enmar­cado en símbolos dejando ver, tras él, el color anaranjado de los vitrales del arco principal del presbiterio.

Las superficies se complican y se enriquecen única­mente por sus oposiciones direccionales y sus interseccio­nes y juntas.

Los autores del diseño trataron -y consiguieron- que la obra fuera más allá del concepto funcional sin el recurso decorativo sobreañadido y buscaron en el conjunto "un canto polifónico de las curvas".

Al acercarse el peregrino a la Villa de Higüey, vislum­bra a distancia el arco-señal de la Basílica, que se eleva a 80 metros desde el nivel del suelo y que constituye la exalta­ción general de las formas.

El arco-señal, punto central del edificio, corona el es-calonamiento de las bóvedas de distintas alturas y contras­ta con el conjunto bajo y amplio de los pórticos, donde habrán de reunirse y acogerse las multitudes de peregrinos en espera de poder penetrar hasta el pie del retablo de la Virgen.

Y es asi' que a la apariencia inerte de sus muros se opone la dinámica esbeltez de los arcos. Y con la monoto-

i

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nía grisácea de la construcción de hormigón contrasta la rica policromi'a de las piezas que componen los vitrales.

Y las líneas severas de los pilares, que funcionan como contrafuertes interiores, se suavizan al transformarse en curvas en el ritmo armónico de los arcos y las bóvedas.

Mientras a nivel de la estatura humana los elementos de la iglesia se muestran sólidos, al elevarse adquieren ex­traordinaria ligereza, como si la materia se fuera espiritua­lizando en el ascenso.

Hay un nuevo concepto arquitectónico en la obra dentro de su majestuosa austeridad, de su grandeza sobria.

La calidad del material —el hormigón armado en vis­ta— ha ¡mportanizado la forma en sí. Al desnudo, en aus­tera gama gris, ofrece una textura rica en el agregado de la parte inferior de muros y pilares, al haberse trabajado con bujarda, piqueta con pichos que se acciona por persecusión y que, al fragmentar el hormigón, deja al descubierto la materia, evocando así los elementos pétreos de ias antiguas catedrales.

Al ser la Basílica un monumento consagrado al culto mariano en la advocación de la Virgen de la Altagracia, y al estar ésta representada en el cuadro milagroso que se conserva en Higüey, el relato donde la Divina Imagen está colocada constituye el punto de atracción del nuevo templo.

Antonio Prats Ventos, escultor encargado del traba­jo, ha realizado una obra en la que, en una personal inter­pretación, recoge la tradición de la aparición del cuadro de la Virgen en un naranjo y con los clásicos materiales del período barroco (madera, plata y oro), ha creado un reta­blo en el que ha unido la tradición religiosa, el sentido es­tético y la funcionalidad de un recinto seguro para la con­servación del cuadro.

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XIV

José Vela Zanetti realizó la decoración de pintura de la Basílica en dos murales, dedicado uno de ellos a la Vir­gen de Altagracia y el otro a la Virgen Man'a.

El Altagraciano, pintado en el muro que recibe menos luz, está ejecutado en una sola gama de ocres, amarillos y rojos tostados.

El de la Santísima Virgen, situado en una zona más iluminada, muestra una gama de ocres azules y negros gri­sáceos.

La técnica usada por el artista fue la ejecución direc­ta sobre el encofrado del concreto, para que la obra tuvie­ra solidez y durabilidad y, además, para que los murales se integraran armónicamente al resto de las bóvedas del tem­plo.

En la composición del mural Altagraciano, Vela Za­netti centra su eje visual en el naranjo que sirve de marco a la aparición de la imagen de la Virgen de Altagracia. En el tronco del árbol colocó tres ángeles en estasis. La figura de la Fe surge del follaje para dejar constancia de la apari­ción.

Junto a la Fe, dos bloques de composición que llegan al final del mural, presentan a la Virgen y a Jesús rodeados de santos y apóstoles. Las figuras de la Esperanza y la Ca­ridad contemplan la trilogía de las virtudes teologales.

Esa es la parte celestial del mural Altagraciano, cuyas composiciones se prolongan hasta el arco vitral, donde co­mienza la composición de una gran masa humana que, en figuras de diferentes expresiones, alzan su vida hacia el na­ranjo. En el final de esta composición, unos campesinos tocan su ritmo de acordeón güiro y tambora.

En el otro extremo, se representa la solemne coro­nación de la imagen de la Virgen de la Altagracia en el Baluarte.

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La temática de este mural, es pues, milagro, historia y leyenda.

El mural destinado a glorificar a la Virgen María, está lleno de símbolos y significaciones. Mientras que en el mu­ral Altagraciano hay una atmósfera de ingenuidad y asom­bro, en el de la Virgen hay un ambiente de humildad, de. martirio ode sabiduría.

Vela Zanetti representó la figura en cruz de Jesús surgiendo de la Virgen, plegada en su humildad y su pure­za. Tras Jesús, a modo de combatientes, los Apóstoles. La figura de Jesús se inclina para mirar a su Madre. A los pies de la Virgen, santos y mártires la veneran y reveren­cian.

Esta composición horizontal es a modo del pedestal glorioso de la grandeza mariana.

La primera composición de la izquierda representa la Ascención de la Virgen, y en el lado opuesto del mural se contempla la Purísima Concepción, la Anunciación y el Nacimiento de Jesús". (25)

Los vitrales, inmensos y brillantes, fueron construidos en Chartres, utilizando lo que se conoce del antiguo méto­do medieval de tales vidrieras que hoy honran el arte Fran­cés de las catedrales de Chartres, Reims, Notre Dame de' París, etc.

El carrillón de 45 campanas, uno de los mayores de todo el continente americano, fué fundido en Annecy, alta Saboyr Francesa, por la reconocida fundición Pac-card.

25. Polanco Brito, Hugo E. : "mamá de Altagracia y Juan Pablo II", S. D. 1979, pa'gs. 25-34.

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XV

Al honrar el cuadro - imagen de Nuestra Señora de Altagracia, en el primer santuario de América, estamos ofreciendo a Dios la acción salvadora de Cristo, el hijo de Man'a, de la cual recibió el ser hombre, que le permitió sufrir y morir por la redención de la humanidad, cuerpo del cual afirma San Gregorio Nacianzeno: "El Espi'ritu (Santo) se apareció (en el bautismo de Jesús) en forma corporal de una paloma, para honrar el cuerpo de Cristo, que es también divino por su excepcional unión con Dios". (26) y Man'a fué la theotokos, ía madre de Dios, de Altagracia.

Higüey, 21 de Enero de 1986

26. Disertación 39, patrología griega, 36, 358 - 59.

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