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1 CÉLEBRES CANCIONES SALTEÑAS Editores: Raúl Lavalle Carlos María Romero Sosa AD 2015

Célebres Canciones Salteñas

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Célebres Canciones Salteñas

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Page 1: Célebres Canciones Salteñas

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CÉLEBRES CANCIONES

SALTEÑAS

Editores: Raúl Lavalle – Carlos María Romero Sosa

AD 2015

Page 2: Célebres Canciones Salteñas

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ÍNDICE

PRESENTACIÓN p. 3

Juan José Solá. Historia de la zamba carpera Carpas de Salta p. 4

Daniel Antoniotti. La Zamba del chaguanco p. 8

Raúl Lavalle. “Campanitas”: no salteña pero salteña p. 13

Cecilia Revol Núñez. Más sobre “Campanitas” p. 16

Raúl Chuliver. Poetas y canciones de Salta p. 18

Fanor Ortega Dávalos. Algo sobre “Lamento mataco” p. 23

Mario Rojman. Eduardo Falú (poema) p. 25

Apéndice documental p. 26

De un poeta a otro poeta: Romero Sosa a Castilla

Minucias cancioneras p. 28

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PRESENTACIÓN

Recientemente el Portal Informativo de Salta nos honró

publicando nuestro trabajo sobre Joaquín Castellanos (cf.:

http://www.portaldesalta.gov.ar/libros/castellanos.pdf). Queríamos que

esto fuera el comienzo de una serie. Puestos nuevamente a la tarea,

dedicamos esta segunda entrega a un tema muy caro para la Provincia y

para toda la Nación. Me refiero a algunas célebres canciones salteñas.

He aquí, entonces, este humilde aporte.

R.L.

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HISTORIA DE LA ZAMBA CARPERA CARPAS DE SALTA

JUAN JOSÉ SOLÁ1

La compuse en el año 1961 en Remedios de Escalada, en la calle

Azopardo 327, partido de Lanús. Un sábado al mediodía saqué la

guitarra y me puse a tocar y surgió el tema de la zamba A mi señora

Terucha le gustó; mi padre vivía a tres cuadras y me fui con la guitarra y

se la hice escuchar. Enseguida sacó el bandoneón, la tocó y le gustó

mucho. Entonces pensé en ponerle el titulo Zamba para mi Tata.

Me fui a SADAIC y solicité el título: me fue rechazado, porque

ya estaba pedido por los hermanos Vallejos, de Salta que lo habían

dedicado a su padre. Entonces pensé: “¿Qué título le pongo?” Y pedí el

de Carpa Salteña, recordando los carnavales en las carpas y en los

corsos que pasé en Salta. Me fue aprobado, mi padre la empezó a tocar

y, en una reunión, se la hizo escuchar a Polo Giménez, a Atuto Mercau

Soria y a Carmen Guzmán, a quienes les gustó mucho.

1 Nos sentimos honrados de que el autor haya reescrito esta historia verdadera y nos la

haya enviado para publicarla aquí.

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El Payito

Como mi padre había tocado en las Carpas, le pregunté qué

carpas había en ese tiempo que el tocaba, y me nombró Carpas de la

Silleta, Campo Quijano y La Merced, entre otras, y lo puse en el

estribillo de la zamba.

Tenía un alumno de guitarra que vivía en una casa con fondo. Su

padre tenía una quinta y al final había un galpón, donde le daba las

clases. Caminando por la senda, recojo unas ramas de albahaca y le digo

a mi alumno: “‘ramas de albahaca verde olor a carnaval’, ¡qué frase para

ponerla en una zamba!” Me quedó en la memoria y así fui completando

la letra. Mi padre no llegó a grabarla, porque enfermó y falleció al año

siguiente, 1962. siguiendo la herencia musical, con mi hermana María

Cristina, mi señora Terucha ( María Teresa ),Osvaldo Alfaro y Alejandro

Rossi formamos el conjunto Los Hijos del Payo Solá. Grabamos en el

sello HyR MALUF y fue la primera grabación de la zamba.

Dimos una prueba en Canal 9. Estaba el conjunto Los Huanca

Hua. Después de escucharnos, Hernán Figueroa Reyes, que integraba

Los Huanca Hua, me dice: ¡Qué hermosa zamba! ¿De quién es?” Le

dije que era mía y me contesto que la iba a grabar. Al año siguiente, en

el Festival de Cosquín, al bajar del escenario me dijo que la había

grabado. Fue la segunda grabación. Después llega esta zamba a Los

Cantores del Alba, por intermedio de la de la hermana de mi señora, que

era maestra y compañera de la señora de Horacio Aguirre. Le paso la

grabación nuestra y se la llevo a Horacio, integrante de Los Cantores del

Alba. Les gustó y la grabaron como Carpas de Salta: fue un gran éxito.

Page 6: Célebres Canciones Salteñas

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SADAIC me cita para registrar el nuevo título y a partir de esa

fecha tiene dos títulos, fue la tercera grabación. Después lo hicieron Los

Chalchaleros con Dino Saluzzi, Hugo Díaz, Los de Salta, los Indios

Tacunau, Zamba Quipildor, El Chaqueño Palavecino, Soledad, Los

Nocheros, Payita Solá, que la graba en Francia, Terucha y Payito Solá,

Coquena, Luis Salinas, Cesar Isella con Soledad, Carlos Aban, Los

Peregrinos, Los Puesteros de Yatasto, Vale Cuatro, y muchos más.

Según los registros de SADAIC, se vendieron más de un millón

de placas entre cassettes, CD, DVD. Desde el año 1965 nunca se dejó de

cantar en los festivales del país, sobre todo en el Festival de Cosquín.

Países donde se difundió la zamba: Alemania, España, Inglaterra,

Francia, Paraguay,Suecia, Suiza, Uruguay, Japón, Estados Unidos,

Portugal, Chile, Colombia, Sudáfrica, Países Bajos, Bolivia, Italia,

Brasil, Perú, Israel.

JUAN JOSÉ SOLÁ

Carpas de Salta

Zamba carpera, letra y música Payito Solá (Juan José Solá),

dedicada a mi padre el Payo Solá.

Carpas de Salta, las vuelvo a recordar: bandoneón y guitarra zambas para bailar.

Chicha y aloja, vinito pa’ tomar, ramas de albahaca verde, olor a carnaval. Carpas de la Silleta, Campo Quijano y la Merced: toda Salta de fiesta… ¿Quién pudiera volver?

Agua florida, harina pa’ jugar, canastillas de flores, todo pal carnaval

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Ellas, alegres, airosas al bailar… Ellos se hacen hilacha de tanto zapatear.

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LA ZAMBA DEL CHAGUANCO

DANIEL ANTONIOTTI

El poeta salteño Antonio Nella Castro y la pianista cordobesa

Hilda Herrera son los autores de esta notable zamba, ambientada en la

parte oriental de Salta, cuya letra transcribo1:

Hachan calientes los bombos,

picando la selva turbia,

mientras Juan, chaguanco herido,

se va en sangre hacia la luna.

Con el cuchillo en el vino

la muerte andaba e’ chupa,

luego Juan sintió la vida

yéndose por las achuras.

Estribillo:

Pobre Juan, sobra del monte,

rumbo animal del Bermejo,

para vivir como vive,

mejor no morir de viejo.

Sobre las champas del río

la tarde tiró su pena

y una voz, arriando troncos,

la fue echando norte afuera.

Cuando el color de la tierra

regrese con las bumbunas,

la piel de Juan en el aire

será una baguala oscura.

Registrada en SADAIC en setiembre de 1966, la Zamba del

chaguanco es una típica canción de denuncia, frecuente por cierto, en las

letras de la llamada proyección folclórica de esos años.

1 El texto se tomó del libro Las letras del Folklore de Beatriz Battilana y Héctor Zinni

(Fundación Ross, Rosario, 1994), aunque por mi cuenta efectué algunas modificaciones

en signos de puntuación atendiendo, más bien, al modo en el que la han cantado varios

intérpretes.

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A veces ese cuestionamiento del orden establecido se precipitaba

por la pendiente de lo obvio y de lo panfletario. Pero no fue este el caso

de esta pieza que conoció interpretaciones, si bien no abundantes, sí

cuidadas, como lo demandaba su calidad musical y literaria.

Me atrevería a adjetivar a esta zamba como recia. Viril en el

sentido en que esa geografía exuberante del Chaco salteño, para afrontar

las rudas condiciones que imponen la naturaleza, el clima, las

condiciones laborales, la violencia sobre los hombres, en especial sobre

los más humildes, precisa que sea el varón, y no la mujer, quien que

empuñe el hacha, el pico, la pala. Por supuesto, que sobre la mujer

también caen inclemencias, pero las labores de mayor fuerza física

precisan del hombre.

El vocabulario regional demanda explicaciones para los ajenos a

ese territorio. Por lo pronto chaguanco debe definirse como un aborigen

de la región, “el indio” del Chaco salteño, o mejor dicho una de las

varias etnias de esa zona. Se trata de pueblos que guardan diferencias

con las características de los pueblos andinos, afines, en principio a la

extendida cultura incaica, sin entrar en precisiones rigurosas.

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La cultura de montaña, de Salta conoció a los diaguitas, a los

calchaquíes, entre otras denominaciones. En este caso, no estamos ante

un coya. El de la región chaqueña es otro universo, con más vínculos

antropológicos y lingüísticos con el ámbito guaraní.

Este es el chaguanco, definido por José Vicente Solá1 como

‘chiriguano’, otra denominación para estos indígenas del área tropical

del norte argentino. A su vez, si en el mismo diccionario de Solá se va a

chiriguano, se brinda la siguiente caracterización: ‘dícese del indio que

habita en la zona de los departamentos de Orán y San Martín.

Constituyen un núcleo importante. Son pequeños, muy limpios y grandes

pescadores. También son conocidos en el nombre de chaguancos y

tembetas. Su idioma pertenece al grupo abá.’

La anécdota de la canción nos habla de Juan, un indio chaguanco,

al que una riña de borrachos lo lleva a recibir una herida mortal

producida por un arma blanca:

Con el cuchillo en el vino

La muerta andaba e’chupa.

Esta es la austera información policial. Insuficiente para un

sumario penal en el que se pretenda investigar motivaciones, causas,

responsables, atenuantes o agravantes. Es que el poeta no pretende hacer

de detective, su género, claro está, discurre por otros senderos.

Su deseo es indagar en un destino que, sin duda, va más allá de lo

individual. La identificación de un nombre como “Juan”, que de tan

común se vuelve totalizante, lleva a ver una situación colectiva, una

realidad social y no el drama puntual del personaje.

Se percibe, en el estribillo, que los padecimientos de la

explotación que le tocó en desgracia los comparte con los demás

habitantes de las orillas del Río Bermejo:

Para vivir como vive

mejor no morir de viejo.

1 Solá, José Vicente: Diccionario de regionalismos de Salta. Plus Ultra, Buenos Aires,

1975.

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El trópico, como en tanta literatura latinoamericana, a veces por

fatalismo, a veces por mezquindad de los poderosos, sirve de escenario

colosal para velar la muerte del desdichado. Las hachas marcan una

percusiva marcha fúnebre.

Hachan calientes los bombos

picando la selva turbia.

En la última estrofa se especifica que esa mixtura melódica se

pierde en el aire con ritmo de baguala, como si la piel de Juan se

desvaneciera para integrarse en sus componentes a la selva o al obraje en

el que se malganaba el sustento.

La vida del hombre, en su momento final, impregna a los objetos

materiales, a la flora y a la fauna, con un vocabulario regional que al

forastero le demanda una remisión al diccionario especializado, como ya

se hizo antes. Porque al río y a los troncos se le agregan “champas” y

“bumbunas”.

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Siguiendo siempre a José Vicente Solá en su diccionario,

champa es la ‘masa compacta de tierra o barro muy trabada con raíces de

hierba.’ Remite luego a una palabra registrada en el DRAE, pero casi en

desuso: tepe, voz que según la Academia de Madrid alude al ‘pedazo de

tierra cubierto de césped y muy trabado con las raíces de esta hierba,

que, cortada generalmente en forma prismática, sirve para hacer paredes

y malecones.’

El mismo lexicógrafo aclara que bumbuna es una variedad de

paloma del monte salteño de color gris terroso, lo que tiene incidencia

en la comprensión del poema pues “el color de la tierra” regresa con las

bumbunas. De ahí se potencia lo cromático ya que “la piel de Juan en el

aire / será un baguala oscura.” La bumbuna también emite un sonido

semejante a un lamento “buhú… buhú…”, rasgo ornitológico que sirve

para intensificar el dramatismo de la situación de este chaguanco.

Musicalizada, con delicadeza y a la vez con dramatismo, por la

pianista cordobesa Hilda Herrera, la Zamba del chaguanco deber ser la

obra más interpretada de Nella Castro. Merecen destacarse versiones de

Mercedes Sosa, Los Cantores de Quilla Huasi y Los Trovadores.

DANIEL ANTONIOTTI

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CAMPANITAS: NO SALTEÑA PERO SALTEÑA

RAÚL LAVALLE

La célebre Campanitas tiene letra de José Razzano y música de

Carlos Gardel. Confieso que no lo sabía. Conocía la versión célebre de

Los Chalchaleros, pero vi que también la había cantado, entre otros, el

dúo pionero, sus autores.

Gardel y Razzano

En un pueblito de Salta

la gente de baile está.

Con chicha y patas de cabra,

hasta el alba bailará;

mientras que de un pobre mozo

cantando esta humilde zamba va.

Se casa la niña linda

de la estancia El Gavilán,

con un pueblero muy rico,

que vino del Tucumán;

mientras que de un pobre mozo

cantando esta humilde zamba va.

Page 14: Célebres Canciones Salteñas

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Al ver su prenda perdida,

montó en su flete alazán.

Ató la guitarra a los tientos,

para no volver jamás.

Mientras que se iba alejando,

cantando esta humilde zamba va.

Campanitas de mi pueblo,

que están tocando, tocando están.

Ya desde el comienzo este tema, escrito por un uruguayo que en

su tierra solo pudo ver los cuatrocientos metros del Pan de Azúcar, me

lleva a cerros y montes que enmarcan un valle pueblerino. Y ese pueblo

realiza cumplidamente el tópico de menosprecio de corte y alabanza de

aldea. En efecto chicha, aloja, vinito pa tomar y unos cabritos son una

invitación que ni el mismísimo Weber podría escribir. El cantor es joven,

pobre y humilde; no obstante es más rico que muchos ricos, pues la

alegría, una de las cosas más preciosas, parece mentira pero no se puede

comprar. Además vive en ese bello pueblecito; y en el pueblo, en la

aldea –decía el rumano Lucian Blaga– se cura la sed de redención.1

1 “Aici se vindecă setea de mântuire”, ‘aquí se sana la sed de redención’, dice un verso

de “El alma de la aldea”, de Lucian Blaga (1895-1961). Me ayudo, para entender el

original rumano, con un diccionario y con la ed. blilingüe del prof. brasileño Luciano

Maia, traductor del rumano en: Mihai Eminescu – Lucian Blaga; Dois poetas do

espaço miorítico (Fortaleza, UFC, 1998, p. 88).

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Pero la elevación mayor del poema está en lo que sigue. La bella

moza del villorrio se casa con un joven agraciado por la diosa Fortuna,

tucumano para más datos. Esto me da ocasión para invitarme a mí

mismo y ser un pueblero más, aunque pobre. Y miro con alegría a la

muchacha; me olvido también de dietas no cumplidas y doy buena

cuenta de lechones y chivos asados; y hasta me animo -¡yo, pésimo

bailarín!– a danzar con alguna señora de esa Salta tan hispana que

todavía tenemos; y me aprendo la letra de esa zamba personificada. Digo

“personificada”, porque así interpreto el verso: esta humilde zamba

(sujeto) va cantando. La zamba de El Morocho y El Oriental vive en el

criollito y en todos los que se la apropian, porque los autores de la

creación popular son legión. Y me gusta también el estoicismo de este

salteñito, que se fue como quien se desangra. ¿Hizo bien? Cada uno

responderá según su percepción. Lo que él tenía para su niña era nada

más una “humilde zamba.” ¿Por qué humilde? Quizás porque el oro es

rival más fuerte que el amor, como enseñaba Ovidio, preceptor de

amores. En todo caso, nos aprovechamos hoy de la riqueza del mozo, de

Gardel y de Razzano.

RAÚL LAVALLE

Contritos y en silencio, de Cecilia Revol Núñez

1

(óleo con espátula, sobre lienzo)

1 Destacada artista “salteña” (no nació en Salta, pero creció y vive en la provincia).

Cf.:: www.ceciliarevol.com En la página siguiente tenemos un testimonio de su pluma.

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MÁS SOBRE CAMPANITAS

CECILIA REVOL NÚÑEZ1

Debo decir que Campanitas es una obra que me encanta. Yo viví

(casi desde mi nacimiento) en la vereda del frente de donde vivía José

Antonio Saravia Toledo, el “Chango Saravia Toledo”, el fundador de

Los Chalchaleros. Así que vi nacer a dicho conjunto. Ellos ensayaban de

noche en el living comedor, que tenía un balcón que daba a la calle (calle

25 de Mayo). Y mi dormitorio de niñez y adolescencia también daba a la

calle. Esto, como es de imaginar, en el silencio de la noche, me llevaba a

disfrutar del mejor folklore.

Saravia Toledo

1 Destacada artista plástica. En p. 15 nos hemos referido a ella. Muy gentilmente me ha

dado permiso de reproducir aquí este testimonio que, según propias palabras, fue hecho

“dentro ’e casa”, con la espontaneidad de una epístola personal a mí dirigida. [R.L.]

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En las noches de verano, abrían el balcón y era tenerlos en vivo.

Pasó el tiempo, “el Chango” había abandonado sus estudios de abogacía

por todas sus giras, estaba casado con varios hijos, y pensó que ya no

podía seguir ese ritmo de trotamundos teniendo una familia. Es cuando

se aleja del conjunto y continúa su carrera universitaria hasta recibirse, e

ingresa al Poder Judicial de Salta como Secretario de Corte. En ese

entonces, yo estudiaba y buscaba trabajo. Me entusiasma para que rinda

para ingresar al Poder Judicial, el año 1969. Así lo hago e ingreso a su

Secretaría (o sea, fue mi primer jefe), desde donde me jubilo después de

cuarenta años.

Siempre hubo una relación de muchísima amistad entre ellos y

mis padres, que hoy mantenemos los hijos. Pero “el Chango” nunca

dejó la música. Formó, “en el mismo balcón” un conjunto llamado Los

Duendes, que lo integraban dos hijos de él (que eran muchachitos de 12

o 14 años), José Antonio y José Ignacio junto a dos hermanos de

apellido van Cawlaert, Víctor y Carlos. Ellos cantaban Campanitas, que

uno de sus hijos la pasó a CD junto con otras canciones. Sus dos hijos se

retiraron por estudios universitarios y entraron dos hermanos más van

Cawlaert, Leopoldo y Arturo. Ese conjunto pasó a llamarse Los Cuatro

Hermanos Salteños, fundado y dirigido por Saravia Toledo.

También formó otro conjunto llamado Los de Salta, que también

sentí crecer en el balcón las noches de verano. Y lo más inverosímil de

esto es que la pasión de Saravia Toledo era la música clásica. Estoy

hablando de muchos años atrás, donde la vida era así, música y silencio,

en los barrios de mi Salta. Tengo fotos de “el Chango”. Disculpen los

lectores, si me extendí y aburrí, en mi relato pero, al recordar

Campanitas, me llegaron muy gratos recuerdos de Saravia Toledo, a

quien lloré frente a su tumba, igual que lloré a mi padre.

CECILIA REVOL NÚÑEZ

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POETAS Y CANCIONES DE SALTA

RAÚL CHULIVER

El salteño lleva implícita en su autenticidad el culto de antiguas

tradiciones, donde las costumbres se reflejan en gestos de sabor añejo.

Quizás porque nuestra cordillera de los Andes los nutre y amuralla.La

escritora argentina Ana Emilia Lahitte (1921-2013) se refería en la

década del sesenta: “los salteños poseen una suerte de autoridad natural

y aguerrida que se trasunta en lo físico de igual manera que en lo

anímico y transforma la gravedad en fervor amantísimo.

Estas constantes perfilan su poesía con características netamente

acusadas en ellas, la piedra, el monte, el paisaje, el amor, no compiten

con la nostalgia musical de los arroyos, el verde de los ríos, las

quebradas, las tardes pastorales del valle”.

Raúl Aráoz Anzoátegui, en su juventud, ya posee una obra seria,

donde el ensayo alterna con la poesía y proyecta nuestro folklore hacia

otros pueblos. Aráoz Anzoátegui fue uno de los mayores poetas de la

generación del cuarenta que ha dado nuestro país. Cultivó el género

narrativo y la poesía y también trabajó en movimientos culturales cuyo

fin fue mejorar la calidad de vida de los habitantes de su tierra. Participó

de La Carpa, movimiento literario que él mismo describiera como uno

de los que se particularizó por su extraordinaria cohesión y envergadura.

También participaban en este grupo: María Adela Agudo, Julio Ardiles

Gray, Manuel J. Castilla, María Elvira Juárez, Raúl Galán, José

Fernández Molina, Nicandro Pereyra y Sara San Martín.

El grupo La Carpa fue un movimiento que ha marcado

significativamente la obra de Anzoátegui y del resto de sus

contemporáneos, era un movimiento literario que se caracterizaba por

proponer la identidad colectiva antes de la individual, generando un arte

que fuera reivindicativo de las raíces y los compromisos sociales, que

buscara siempre una concepción del arte tendido hacia lo social, que

escucha las voces del pueblo y mira reflexivamente hacia dentro de su

formación histórica.

Entre sus obras citamos la que musicalizó Robustiano Aráoz

Anzoátegui titulada Este canto de amor, y que llevó al disco Hernán

Figueroa Reyes.

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19

Como siempre el otoño nos iba penetrando

y la tarde caía desde sus grandes ráfagas

y era la tierra entonces una aldea olorosa

pero atrás han quedado las torres provincianas

y el valle del aroma.

Porque el amor es esto que aprendí sin nombrarte

o todo lo que fuimos diciendo sin decirnos.

No es necesario, no, buscar la primavera solamente

ni todas esas cosas que tú bien sabes amo;

esa nube espesa flotando como un tronco,

sobre el río nuestro granado en flor

y mis amigos que traen su guitarra

en la noche para salir desde mi corazón

Porque el amor es esto,

lo único que solo no pude construir nunca,

lo que me acerca a todo con tu misma alegría.

Por eso pienso cosas que sin ti callaría,

porque no es el amor únicamente tu cintura de trigo;

fuimos hechos también para la vida

y esto para mí como la tierra y el agua.

Por eso estás en lo que digo

en la resina ardiente del tabaco,

en los hijos que llenan con sus voces

la lenta transparencia del aire entre los álamos.

Aquí, aquí mi amor te recupera,

aquí mi amor te recupera y canta…

El poeta salteño es cabal protagonista de su naturaleza dramática

y la densidad de su temperamento lo lleva a tratar los temas del hombre

(el indio, el hachero) con una dignidad muy particular. Hay matices

nobles en lo profundo de su intención creadora. Ameno es su modo de

expresarse.

Manuel J. Castilla, laureado por su libro de poemas titulado Bajo

las altas nubes, escribió varias obras que musicalizó el gran maestro

Eduardo Falú. También con Cuchi Leguizamón. Algo de salvaje y tierno

su cuela por sus páginas, cualquiera sea el tema que trate, como bien lo

define sin rodeos, Salta es así.

Page 20: Célebres Canciones Salteñas

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Esta tierra es hermosa.

Crece sobre mis ojos como una abierta claridad asombrada.

La nombro con las cosas que voy amando y que me duelen;

Montañas pensativas, lunas que se alzan sobre el chaco

Como una boca de horno de pan recién prendido,

Yuchanes de leyenda

En donde duermen indios y ríos esplendentes,

Gauchos envueltos en una gruesa cáscara de silencio

Y bejucos volcando su azulina inocencia.

Todo eso quiero.

Y hablo de contrapuntos encrespados

Y de lo que ellos para virilmente sangrientos

Cuando el vino en la muerte es un adiós morado.

Otra faz del paisaje que en Salta es un prodigio de veracidad

radiante nos la da Antonio Nella Castro, poeta, escritor y autor teatral.

Estuvo muy vinculado al movimiento folklórico de su provincia, al que

entregó la Zamba del Chaguanco, entre otros memorables temas. Otras

obras: Bajo el azote del sol, de Antonio Nella Castro y música Gustavo

Leguizamón; Canción de cuna para dormir a un niño y La diablera, de

Antonio Nella Castro y musicalizadas por la pianista Hilda Herrera.

LA DIABLERA

Metido en un silbido

transita por la selva

lijando las picadas

y los huesos se le hacen

cedro, roble, lapacho,

guayacán o tipa blanca.

Herido de paisaje

retumban en su pecho

los bombos de las hachas

y se pasan los días

lentos, lacios, tendidos

sobre el humo de su chala.

Total cuando haga noche

en medio de la huella

y se eche largo a largo

debajo de algún tala

el diablero mirando las estrellas

ya ni se acordará de cuánto gana.

Page 21: Célebres Canciones Salteñas

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Llevando hasta la sierra

el duro y silencioso

rollizo de la carga

se le vuelve la sangre

sombra, tierra, paloma,

garañón, viento y baguala.

Hermano del sendero

el perro de la luna

le lame las pisadas

y dormida su pena

manso, flaco, tirado

en un rincón viejo del alma.

Nella Castro laureado en 1960 por un Canto a Salta, brotado de

la copla ¡Soy de Salta y hago falta!

Allí donde galopa el Mojotoro

Y la tierra se entrega en un sonoro

Perfume a palo santo

Hay un país de sangre algarrobera

Hay un terruño toro

Que sube rumbo al canto

Usando el corazón por estribera

Hay un río con hondas y muchachos

Quemado de malojas y lapachos

Un ámbito de nido

Sabroso como humita envuelta en chala

Un límite de machos

Que monta hecho alarido

En el humo animal de las bagualas.

Este es el tono del Canto a Salta, donde Nella Castro vuelca con

vitalidad y llaneza su convicción filial y su lirismo. Así nos lleva tierra

adentro, agitada y gozosa la sangre vidalera.

Yo que llevo su poncho y su tormenta

Y que sé que a los dos nos emparenta

El mismo y lacio techo

Le tiemblo desde el alma hasta los poros

Y a su aire me alimenta

Entrándome en el pecho

Lineal como el mugido de los toros

Page 22: Célebres Canciones Salteñas

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Cuando miro su pulpa y su corteza

El vino que le aturde la tristeza

Con sus bombos espesos

Y ese poco de locro que le falta

Me duele su pobreza

Y hermano hasta los huesos

Les digo a los amigos

¡Soy de Salta!

RAÚL CHULIVER

“Soy de Salta y hago falta”,

dicho que se ha hecho proverbial

Page 23: Célebres Canciones Salteñas

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ALGO SOBRE LAMENTO MATACO

FANOR ORTEGA DÁVALOS

Félix Octavio Polanco, conjuntamente con los integrantes de Los

Cantores del Alba, Horacio Aguirre, Javier Pantaleón, Gilberto Vaca,

compusieron el bien logrado tema Lamento mataco, dedicado al guaraní

que logró arraigarse en Vapo-renda o Wapo-renda (‘lugar de trabajo’,

‘donde hay trabajo’), como conocían a la Argentina los guaraníes, sobre

todo en las márgenes del Y-Pytá, ‘Agua roja’, o Rio Bermejo.

Antes de adentrarse en territorio argentino, el Bermejo es muy

torrentoso y son famosas las leyendas cuentan que no pudieron con él los

mejores nadadores.

RIO LOCO, TRAICIONERO

Río loco, traicionero,

Me dejaste sin amor.

Cuando duerma en mi chalana,

Quiero que me lleves vos.

(Estribillo de Lamento Mataco)

Glosa

Nuestros Cantores del Alba,

Realzaron el cancionero

Cantándole al Y Pytá,

Rio loco, traicionero.

La cuñataí me tenía

Preferencia entre los dos,

Por eso con tu corriente

Me dejaste sin amor.

Río loco, aunque no quieras,

El cariño de mi amada

Siempre ha de volver a mí

Cuando duerma en mi chalana.

Page 25: Célebres Canciones Salteñas

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EDUARDO FALÚ

El ulular de los vientos sobre los cerros de Salta, es la plegaria en voz alta

que conjuga sentimientos. Acaso los instrumentos

que pulsara su maestría, lloran también este día

con lágrimas musicales, mientras duendes celestiales

despliegan su algarabía.

Tal vez el negro crespón que cuelga bajo la parra, enlutando una guitarra traduzca la admiración

por él, y su gran pasión, su talento y su desvelo.

Hoy, que ha alcanzado su cielo en un sentido profundo,

sabemos por qué en el mundo la música está de duelo.

Las guitarras apenadas

por la muerte del maestro, le rezan un Padrenuestro

desde sus cuerdas templadas. Entre cerros y quebradas se oye el llanto de un laúd

y debajo de un ombú un criollo que no lo nombra, bebe su “Trago de sombra”

llorando a Eduardo Falú.

MARIO ROJMAN

1

1 Agradezco nuevamente a Don Mario Rojman, El Payador Urbano, su permiso para

publicar estas décimas que recuerdan a un autor que llevó a la fama cantidad de

canciones salteñas.. Recomendamos al lector visitar el sitio poético de Don Mario:

https://payadorurbano.wordpress.com/.

Page 26: Célebres Canciones Salteñas

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APÉNDICE DOCUMENTAL

De un poeta a otro poeta: Romero Sosa a Castilla

Manuel José Castilla es muy bien conocido como escritor y

poeta; también como autor de letras del folklore. Su Balderrama, escrita

junto con Gustavo Leguizamón, es un verdadero símbolo. Muchos años

atrás mi amigo Carlos María Romero Sosa, también de prosapia salteña,

le dedicó un soneto. Abajo están la tapa del libro y el texto.

MANUEL J. CASTILLA

Dúctil como la arena transitoria, dócil como una orilla a la mirada, ala como una urgencia consumada, eco como el instante de la gloria.

Ronda como una tarde en la memoria de rutinas, de pasos sin llegada, como el ciclo puntual de una jornada frágil como una línea divisoria.

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Penas como secretos miradores. Manos oteando nombres a las cosas. Ojos para el color de los rumores.

Tardes, ecos, orilla, duda ilesa, sombras bordeando copas sigilosas: quizá ayer es ya luego y él regresa.

Este soneto parece, a mi juicio, evocar la vida y la obra del gran

poeta salteño, quien escribió recuerdos y nostalgias; quien supo beber el

trago del instante; quien se sintió peregrino de la tierra y del tiempo.

Pero sobre todo destaco el primer terceto, pues poner nombres a las

cosas, reales o imaginarias, es la tarea esencial del Creador divino y del

creador humano. Y está bien un cierre con tardes, ecos y sombras,

porque –no nos engañemos– Romero Sosa y Castilla bien saben que

vivir es regresar, como podemos, andando a tientas.

E.L.

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MINUCIAS CANCIONERAS

R.L., acompañado por gauchos salteños,

en uno de los encuentros folklóricos de la provincia

Coplas cancioneras

HIMNO SALTEÑO Dicen que fuiste robada por aquel gran santiagueño; quizás tuviste una pluma pero tu autor es Juan Pueblo. NEGRO FRONTERIZO Negro López, vozarrón… honduras de nuestra tierra. Voz ronca y dulzura en canto, Esos cuatro… ¡gloria eterna!