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Cervantes Saavedra, Miguel de - El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha Tomo I (Con Acuarelas de Salvador Tusell Según Las Composiciones de Gustave Doré) (1900)

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Bl Xngeníoeo
ñídalgo Don
Quijote de
la |VIancha
exce-
lencia,
á
precioso
ornamento
obras se
y
de
Tuestra
creer que
el
lugar
la pluma
antiguo
años
levenda
seca
como
veo
que
están
otros
admiran á
y
elocuentes?
Pues
¿qué
Tomases
y
otros
doctores
de
la
Iglesia;
un
contento
y
libro, porque
qué
autores
sigo
en
él,
para
oficiales
amigos,
yo
—Por
en el
como
lo
está
fuerzas
todas
las
la historia
de vuestro
y
mano
márgenes,
y
de
gastar
cuatro
pliegos
caen debajo
las medidas
la
retórica;
se ha de
y
la
invención,
efecto, llevad
la mira
encarecerte
aun no
Y
pues
la
experiencia
ense-
que
tu
sabio
autor
la fortuna,
ventura,
Toboso
|Oh
quien
tuviera,
y
gozara
que
estaba
ocioso
todo
punto
el
ejercicio
vuestra divinidad
ello.
sen curado,
diferencia
en
los
autores
aque-
llos
requiebros
y
cartas
de
amoríos,
donde
tal maneia
acabar
inacabable aventura,
le
pasaban
las
noches
encantamentos
su
brazo,
poner en
un
modo
Eué luego
y
más
sin nombre cono-
que
Puesto
nombre
y
tomaron
ocasión
y
se
mandó
la
nuestro buen
pensamientos;
y
buscándole
nombre,
que
no
desdijese
mucho
don Quijote
más
mundo
campo,
de las
venideros
tiempos,
cuando
y
espaciosa
tierra
las
doradas
á
Autores
hay
que
nante, esperando
la
doncellas
ó
dos
graciosas
damas
tan altas
Sanlúcar, no
en
una
noche.
y
don
Quijote
el
ventero
dara
una
caña,
y
puesto un cabo en la boca, por el otro le iba
echando el
y
que
y
jamás
quiso
hasta
que
ir
la
caballería,
y
de
su
y
Riaran,
potro de Córdoba,
y
sutileza
y
tribunales
hay
casi
en
toda
España;
y
y
sus
haberes
en
que
donde poder velar las
pero
velar en un patio
mañana, siendo
sanos
de
sus
llagas
y
mas
que
claridad
Quijote,
que
la mesma
venta,
y
y
vigor
del
debilitado
cora-
zón
vuelvas
los
comenzaron
desde
lejos
dejasen,
caballería, que
soez
y
y
demasía.
Decía
del
ventero
pero
que
bien
castigados
quedaban
donde
asentaba
hizo
con
mucha
desenvoltura
y
discreción,
porque
con la cual le pasó
casi el
caballo,
y
agradeciéndole
y
sin
de su huésped
cerca de las
pensamiento
arrendada
la
yegua)
que
yo
lo
tengo en
estos contornos,
el cual
mise-
y
estas
voces
sin
duda
de edad
de quince
dando
buen
talle,
y
cada
defender
no
se
Por el
que no
muchacho,
que
este
mi
posible, los
pasos que
pecho,
y,
puesto
en
la
de la
Mancha, la
sin par
Dulcinea del
ver
la
tanta
hermosura
nos
es
pedida.
—Señor caballero,
replicó el
mercader, suplico
sea
tamaño
como
un
el
ovillo,
y
quedaremos
con
esto
satisfechos
y
seguros,
y
vuestra
merced
quedará
contento

pagado;

su parte,
en las
los
Cansóse
el
mozo,
y
el cual,
lo pudo hacer
y,
con
todo
esto,
y
así,
con
muestras
de
grande
sentimiento,
se
comenzó
á
revolcar
por
Bosque:
aquel
rante
lo
canta.
estaba hecha
rostro, que
tenía
juicio,
y
á
le
quitó
el
peto
y
por
de
y
de
modo
cuentos
verso, acertó a pasar por
allí
y
qué
mal
de
llamar
cuando
él
tenía
juicio,
y
no
levantarle
del
suelo,
y
n
abajo
y
dábase
priesa
á
llegar
al
pueblo,
por
dijo:
y
soy
don
de
Mantua,
don Quijote,
se aventajarán las
en el
mi
señor?
Dos
que
no
parecen
él,
ni
el rocín, ni la adarga, ni la lanza, ni las armas.
¡Desventurada
de
caballerías,
le han vuelto el
la
Mancha.
La
sobrina
decía
lo
mismo,
y
aun
los cuales
y
andaba
á
cuchilladas
con
feridas
que
y
bebíase
luego
de todo,
que no
buen amigo
á su
el cura
no vino
en ello
que
maese
Nicolás
le
dió
en
las
de
Gaula,
y
dijo
el
cura:
se imprimió
en España,
mala,
le
debemos,
al corral, dijo el cura, que á trueco de quemar
á la
caballero andante.

el
cura.
—Este
es,
cuál de los
de
y
esce-
diría otra
Palmerín de
que halló
la diputó
para guardar
Miraguarda son
es
el
purgar la
en vues-
al
hallado
en
él
un
el
verdad, señor
compadre, que
su
vida.
Llevadle
á
casa
y
leedle,
y
veréis
que
es
verdad
cuanto
dél
porque no
han
hecho,
mandar
quemar
como
á
y
de
la
agua
encantada,
y
casi
todos
acompañe
y
acreciente
la
enmienda
alcanzará
del
de
Juan
Rufo,
jurado
prendas
de
poe-
todos
los
demás
se
quemasen;
famosos
poe-
Mancha
STANDO
dijo:
Dios
será
servido
que
pagare
á
pesar
los había
en
cosa de
que más
le
contradecía,
y
otras
con-
no
había
poder
averiguarse
resolución,
buena
gana,
porque
tal
vez
le
podía
ganase
para coronarte
que
cosas
y
casos
acontecen
íacilidad
te
por al-
merced dice, por lo
respondió
tanto,
ser adelantado.
1
yo
del viento,
hacen andar
la piedra
del molino.
no estás
le daba, advirtiéndole
y
ter. Pero
aunque
mováis
bien cubierto
el
y,
cuando
llegó,
yo
á
vuestra
que los
que aquellos
atendt
á
sin
duda
inos
de
viento,
y
no
voce
>u
es
pagar.
Y
las cosas
que no era
posible dejar de
faltado la lanza,
roto
la
espada,
desgajó
de
una
la
pri-
podrán

que
comiese
Sancho
hubiese
quitó de la
amo no
le llamara,
los rayos del sol, que le daban en el rostro, ni
el canto de
la bota,
dos
frailes
de
la
orden
dos
dromedarios;
que
mismo
camino;
mas
apenas
escudero:
viento, dijo
entendían aquello
de despojos
suelo sin
estaba
aguardando,
y
esperando
en
qué
paraba
comenzado
siguieron
que más
y
yo
y
Todo esto
sino
llevas. Vizcaíno
y
arro-
ella, no
pudo hacer
otra cosa
almohada que le sirvió
contienda,
á
defensa,
le
abriera
hasta
fué en
solo
golpe.
El
vizcaíno,
que
como
se
ha
vizcaíno,
con
la
espada
de
suceder
de
aquellos
tamaños
golpes
con
y
término
deja
pendiente
ridas. Bien es
que
cual, siéndole el cielo
á cargo
de los
sabios
sus más
á
oculta
de ser moderna,
de
aquellas
que
tener el que
y
el
muchacho
vendía,
y
vile
mujer de
toda la
tuviera
discreción,
y
Apartéme luego con
 
pies del cual estaba
y
con
mucha
ligereza
Estaba el
Quijote
respondió
dél
le fuese
no solamente
pero caminaba
así don Quijote,
teniendo las riendas
escudero, el
homi-
que ver con los
que pelean en el
don Quijote; que
Hermandad.
¿has tú visto
destreza
las doy
entera venganza del que
á presentar ante
debía,
y
no
merece
otra
venganza;
hago
hombre
armado
las han
esa
ínsula
que
tan
cara
me
cuesta,
y
tierra firme,
hallaren
y
los
entender
ni
ni he
caído en
que
poblado, fué
que
que facilitaba
la prueba
en
soy
del amor
de comer, tan bien
otras mesas,
poco,
limpiarme
á
menudo,
no
las
renuncio
mundo.
sentar,
servicio
ocioso el cuerno,
ya lleno,
dos que
estaban de
Hería,
y
cuan
á
tu amo
se
dice,
qi
de
más
cómodo
y
provecho;
que

qué juzgar ni
trujeron
de
esperanzas
ha
lo que me honraba
y
la
Alcornoque;
porque,
según
es
fama
(y
él
abades del pueblo
dicen que no
es bien que
lo cual
era
aquél
y
qué
pastora
aquélla.
A
cual había
hicieron su
diciéndoles:
Sembrad
este
año
estudios.
Olvidábaseme
villancicos
repre-
sentaban
los
tan
de
lo
padre
de
Grisóstomo,
el
su
madre,
que
fué
la
más
aquella cara
que del
y
amiga
de
los
pobres,
por
lo
que creo que debe de estar su ánima á la hora
de
ahora
gozando
de
Dios
acordar
de
la
de
su
en el pueblo,
mí,
que
con
y
le
decía
las
calidades
de
cada
pedían,
rogándole
que
se
casase
y
otra cosa
sino que
drosa
Marcela
hecha
pastora;
y
pueblo,
que
se
lo
desaconsejaban,
zagalas del lugar,
y
la
andan
y
la
Y con
si por ella entrara la
pestilencia;
y
su condición
humana.
de la noche sentado
del ardor
de la
más enfadosa
y
todos
los
y
con ellos
de camino, con
á
Marcela
y
Grisóstomo.
El
habían encontrado
de
aquella
manera
y
por
averiguarlo
más,
y
ver
el

acabaron
de
enterarse
sepa que
es querida
elíseos,
sus
cejas
vista
humana
encubrió
y
Cipiones
romanos;
ni
dura
peña.
Recibiéronse
los
unos
tierra, no
olvido; no
dando
la
vida
á
á los vivientes,
despeñaderos;
que
de la
el amor de
Grisóstomo, la fe
que tienen los que á rienda
suelta corren por
lo que
si
pudiéramos,
cerca
estaban;
uno
dellos,
y
vió
que
tenía
por
título:
ecos,
esquivas
ó adonde el
páramos
desiertos
suenen con tu rigor
tiranos
y
que
es
más
y
y
que
que
el
lo hagas,
que no
la
mortaja,
Mas
hondo abismo
Tántalo con
aun en la sepultura
temor
que
no
imaginados
y
reservado
la peña
le ama:
divide,
y
qué que-
me
queréis
bien?
me hiciera
fea, ¿fuera
el cielo me la dió
de gracia
ella
corta
á
quien
á
ellos
aunque
lo
sea,
sus
fuerzas
é
industrias
árboles
destas
montañas
son
mi
pensamientos
y
guno,
el
fin
de
ninguno
yo que la
mía era vivir
hiciera
contra
mi
culpa.
que
camina
el
(de
aquellos
los rayos de sus bellos
ojos
estaban
heridos)
y
perse-
á
se
y
ramos,
y
á
Sevilla,
hasta
que
hubiese
despojado
todas
no
le
amigo
Ambrosio,
parte.
lleno
era
le
más
gana
sentir
fué
yeguas se
les hacía,
que delante de nuestros
y
nosotros
no
un
 
los
que vuestra
merced me
para los
que no
de
se
me
diese
ninguna
manera,
y
vizcaíno).
bien
aquellas tan
desdichado
caballero
andante,
se
tiene
por
averiguado
los
—Déjate
deso,
y
saca
fuerzas
me
parece,
haya quedado
algún
mis
feridas;
y
más,
que
cuando
entró
en
la
vuestra merced
ir
atravesado
no me repliques
y
vamos
estado
y
podía en
venta,
y
su
entró,
y
que
á
cara, llana
tomando
suele
decirse,
se
encaminaban
aquella noche
se refocila-
y
á
aquel
establo;
y
luego,
que
traía,
aun-
co-
sas;
y
échase
en el tintero,
de
Rica-
monte,
y
que á
cada paso
misa
y
tácitos
y
atentados
recebir á su fermosa doncella.
La asturiana,
cama;
de
vidrio,
pero
á
biéndola
estas.
En
esto
á
Sancho
con
le quitó
á él, el ven-
desventurados don
trabajo
y
tiempo
han andado
conmigo esta
castillo
es
merced,
y
jplega
á
Dios
sino
porque
soy
enemigo
de
vino
la
manos,
dulcísimos
y
amorosísimos
una
mano
pegada
á
algún
brazo
porrazos
que
pienso
recebir
en
toda
mi
vida?
jamás,
y
de
y
—No puede ser el moro,
respondió
don
Quijote,
porque
los
encan-
tados
no
sosegada
conversación,
quedó
suerte á los
dió
sus machos.
comenzó
á
estómago;
y
con
las
ansias
y
agitación
del
su
quebrantamiento,
que
son.
enea
sobre
quien
se
había
se
ha
dicho,
se
sintió
aliviado
y
ciéndole
que
todo
a
quien
asió
veinte personas;
he menester
que vuestra
así
ahora
es
por la paga; que yo no puedo contravenir á la
orden de los
recibido,
no
pacana
m
or él la
agujeros del
Potro de
desde el caballo
manteaban,
que
no
es
risa
y
cansados,
le
un jarro
efecto,
se
dice
della
asno,
y
abriéndole
la
puerta
ventura
aquella
don
Quijote;
el
cual
copiosísimo
ejército,
que
se cuentan,
las
cuales.
que llegaron
los
garamantas,
Pentapolín
del
arremangado
brazo,
porque
siempre
no
lo
que
escudo un león coronado, rendido á los pies de una
doncella,
es
es
el
nunca
medroso
Arabias,
que
viene
armado
ejército
de la
es
el
principio
y
oprime
los
las
roso duque
una
simo

menudo
les
como
acuerdo.
En
estotro
las
corrientes
cris-
aguas
del
man-
chegos,
ricos
y
del
silvoso
Pirineo
y
finalmente,
cuantos
toda
la
dándole
á
cada una con maravillosa presteza los atributos que le per-
tenecían,
todo
absorto
y
viendo
solo
á
de arroyo,
envasar
bas-
llevándole
fueron.
Estábase
ojos
ha sucedido?
él le había
estó-
mago,
vomitó
las
amo
más
mismo?
semejantes
faltas
como
en tu junento, Sancho
de la
predicador
que
para
quijadas
á
jurado,
dijo
don
Quijote;
basta
de
buena
parecían
se
burlaron
con-
caminaban, creyendo
Sancho que,
en
tengo.
—Sí
Panza, el
cual comenzó
á dar
caballo,
una
á
caballo,
enlutados
verá
deshecho
por tales
y
luego
acudió
y
poniéndole
encima
la derrota de sus compañeros, á quien de su parte
pidiese
es
dijo
Rodrigo
de
palabra;
y
don
Quijote
jamás
he
visto;
y
aquél de
hacer
y
y
créame
que
le
la hambre
eran
huesos
ó
una
persona,
y
corridos
y
avergonzados
desto,
volviesen
pasar) en la acémila
capítulo.
agua,
pusieran
pavor á cualquier otro corazón que no fuera el de don
Qui
jote.
Era
la
noche,
como
ridad,
el
ruido
esta nuestra edad de
como
aquel para quien están guardados los
peligros, las grandes hazañas, los valerosos hechos; yo soy, digo otra
vez, quien ha
Redonda,
los
doce
muestra; así que, aprieta
poder
llamarse
suyo.
Cuando
Sancho
oyó
era
pastor,
no
debe
de
la
boca
Quijote; que
me ha
y
tan
temerosa
aventura,
y
podía mover sino
á saltos. Viendo
que
Rocinante
se
es que
respondió
el arzón delantero,
que
el
miedo
una
sentencia
de
nos
fuerza
á
llamaba
Torralva,
repitiendo dos veces lo
—Di como
la veo.
cuento
me
dijo
que
yendo días
la raya
de
allí
querido.
deñar
á
reinos de
Portugal: la
en la
pastor
barco,
ni
un
el
pescador
va
yendo
y
viniendo
se me
memoria
de la
mañana que
más que tenía
Oyólo don Quijote
—No sé, señor, respondió
y
narices),
y
mucha
con-
—Apostaré, replicó Sancho,
que
parece
que
se
resintió,
y
comenzó
ya
Rocinante
se
movía,
que
acometiese
y
de
quién
lo
podía
causar;
y
que
y
patente
la
y
para
ellos
espantable
ruido,
estruendo
formaban.
diablo
don
Quijote,
y
más
que yo
dijo
la
lanzón
y
le
y
distinguir
los
sones,
y
saber
haced
que yo
el
todas
tras
una
mala
palabra
que
dicen
á
un

lo
para
honrarle
la
verdadero,
por-
que
todos
son
sentencias
el juramento
que sabes.
y
fe que
si yo
pudiera hablar
tanto como
solía, que
aquel caballero, que
que trae puesto
que trae sobre
por pienso, más
y
el voto que le
yelmo
y
el
caballo
y
sidad un
y
sobre un
cuando á
él llegaba,
ni
temerlo
vió
venir
aquella
fan-
poder guardarse
caer
don
Quijote,
y
dijo
que
el
pagano
había
andado
discreto,
y
que
había
imitado
al
¿qué cabeza
y
hubiera
hecho
en
tu
venganza
fuera
en
y
le
venganza
merced
replicó Sancho,
caballería,
fueran
tercio
y
quinto.
Hecho
esto,
almorzaron
en
y
al
camino
real,
y
siguieron
por
él
á
alguno.
Yendo,
pues,
así
caminando,
dijo
y
una
señora
reina,
adonde
el
caballero
la
parte
de
lo
descubierto
de
con
el
rey,
reina
é
que
que este rey
estado;
casa
á
su
otras
segundo
de
empe-
rador;
autorizar el litado
aco-
modar;
porque,
por
vida
día,
y
que
me
asentaba
tan
aborras-
cadas
y
mal
años
pasados
le seguía á
rabo.
lleve tras sí
que
va
á
las
galeras.
por
sus
fuerza.
el
iban en su guarda
tenía
más
que
saber.
y
conmigo
no
era un
no
respondió
cosa que
mas una de las
sancta,
confesar
de
bestias;
y
amén
y
aquí
van,
le
porque
y
sino gente
oficio
y
ejercicio
entre
gente
idiota
y
necesaria ocasión
y
hechizos en
suelen hacer algunas mujercillas
á
entender
que
cero que
no lo
sacó un
real de
hermanas mías,
tra-
á
estos
pobretes.
resultó
de
la
burla
crecer
dure
la
vida,
que
y
nosotros
por
la
vida
y
lud'de
vuestra,
de edad
y
dos
argolla :
llega
aquella manera, no
redonda,
y
no
hará
poco.
y
ya
tendré lugar de
hay
más
sosiego
de
Basta;
que
podría
gusto,
y
quiere
él la
buena su camino
que
tuviese
y
por acudir á
por
huyendo habían
—Bien
está
eso,
andaban alborotados,
la redonda
manifiesta
experiencia,
no

cuántos
guijarros
en
el
cuerpo
con
pedazos;
quitáronle
una
el
gabán,
y
dejándole
en
pelota,
de
al famoso
villanos
es
echar
aconse-
tribus
de
Israel,
y
á
pies
que
junto
ir
de los galeotes
alegró
y
asperezas
habían
sucedido
á
caballeros
andantes,
é
iba
otra se
hallar otra aventura,
punta del lanzón un
que Sancho
lo
que
aventura
que
y
lo
tomase
y
desvalijando
á
la
valija
de
despensa.
que
algún
caminante
descaminado
debió
y
sal-
TOMO
igual
Presto
cierto,
que
al
mal
de
quien
la

de
men
ciuci. pues
saque el
pre
hiciste,
y
yo
no
tome
venganza
recibida de
maleta,
conjeturando
por
de pasar
toda ella ni
del gabán,
señor,
pareciéndole
que
es¡
la malc  
de más que
pasicorto
y
flemático.
aunque supiese
porque
apartándome
de
amigo,
no
te

pena
el
buscalle,
por
la muía
cantidad
cabrero
que
las
guardaba,
Quijote,
y
que está
meses
que
—No hemos
cojín
y
á
pidiesen
por
el
cabijpro,
és
que
habrá
al
era
ahora
estamos;
y
es
así
á
buscar
y
valiente
conocimos;
noticia que dellos teníamos,
Saludónos
cortésmente,
y
en
pocas
y
muy
sustento,
habita-
que
bien
fuéramos
de
le
acompañáramos,
entender
presto
ser
suelo,
junto á sí,
con tal denuedo
que me
se
después
acá
con
las
él ha
llevan para
Dios,
cortés
y
comedidamente,
rinde
cabrero, que
y
los
dos
amigos
desgracia. Esto es,
quién
de
Quijote
escuchaba
al
astroso
cual,
prosiguiendo
su
y
la orden
andante,
remediando
prometido.
amor
que
se
me
manda,
en
como aquí
costal
y
el
y
triste
historia,
por-
que
en
fuere
contando.
Estas
razones
don
Quijote
el
cuento
que
le
había
contado
su
escudero,
cuando
para
remediar
desdichas
aquella
Tisbe,
tan
decantada
no
le
pudieron
poner
á
en el
de la
regaladas
y
hones-
y
voluntad
y
gusto
dejaba de
cumplir lo
el
pasaba,
y
muestras
que
daba que
cosa
Quería bien
estorbarle
y
apartarle
de
tal
propó-
sito; pero viendo que no aprovechaba, determiné decirle el caso
al
duque
venía;
y
memoria
la
hermosura
por
algunos
meses,
y
que
en
por una de
ocasión
y
brevedad
posible,
su padre,
haría cuando
verdadero
por
no
amistad que mostraba,
movieron
en
él
los
buenas partes adornada. Cumplí-
en
tura;
y
para
en
sola
Luscinda
se
mundo estaban repartidas.
y
de
ella me ase-
á
aficionada libros de caballerías,
como
vos,
señor,
le
junto con Amadís
y
el
entre-
tenimiento
tengo ninguno,
dejar
los
de
la
luna;
estaba diciendo lo que queda dicho,
se
le
había
caído
venganza
del
cabrero,
diciéndole
que
él
tenía
de
Beltenebros.
ESPIDIÓSE
del
cabrero
don
Quijote,
y
cual
le
tenía
mandado,
mas,
no
pudiendo
sufrir
viniere
en
gana,
y
con
esto
tú mueres
porque te
condición
que
lo
que
será;
y
ó
no?
su juez, bien
y
sé que
dijeras que
tuve mucha
paciencia, pues
donde tales
ni
muy
prudente
y
ella era su
has
de
andemos
perdidos
por
ni camino,
no de
te hago
saber que no tanto me trae por estas partes el deseo
de hallar
Sancho
Panza.
—No,
respondió
de
habían
imitar todos
aquellos que
á
Pobre, mudando
significativo
y
fácil imitarle
tes,
Quijote, qué?
Quiero imitar
á Amadís,
cuando halló
parecieren ser más
en mojado?
que he hecho
carta que
fe
puede
echar
de
vuestra
quien tal dice
tanta gracia
ver que todas
un
bacín
quiso rompelle,
fe
que
amigo;
que
antes
Sierra Morena,
lumbre
de
la
verdadera
desagradecidos,
y
la
sea
oca-
porque
y
la
necesidad
sea
Ov
.i
sión
de
acudir
á
el
aurora
alegrando
en
mi
que así
 
estuviera
sin
juicio:
seáis, rústicos
morada oíd
en
las
espesuras
dulce
sosiego,
cinea de
cielo
te
acertares
al
en
adelante
extremado
que
el
hipócrifo
de
ahora
del
y
vuelta;
como algodón;
que
yo
vuestra merced se
las daba en
un
diamante.
—Yo
agradezco
que
hago
no
porque de otra
verdaderas,
íirmes
y
fantástico;
y
que
la
más de
me ha dado
reiencio,
según
he
el
iníierno,
ni
qué haremos
hay
papel,
librillo
de
memoria
primer
lugar
á
un
honesto
mirar,
y
aun
con verdad
de todo el pueblo. ¡Vive
el dador,
que es
de
su
padre;
y
la
oyeron
ser alguna
Tomo I
galeotes,
y
que
vuestra
merced
ha
ganado
y
yo
que
que
Sancho,
dijo
que veas cuan necio
cuento.
Has
moza, libre
y
y
mas
piensa
que
yo
he
escogido
mal
le quiero,
poetas
que
les ponen,
y
fuere reprendido

yo
serán bien
y
y
cueros,
y
habiéndolas tú
ahorrar el
que
vuestra
merced
desea
y
merece;
y
si
no,
tengo de
camino,
como
Cardenio,
á
cosa
no
C.ard
y
frutos
q.
prado
y
p(
Sancho
la
rienda
de á blanca
hierro; aunque
avemarias.
aunque
señor que
pero no
se había
quedado don
en el
y
y
que
(que
no
podía
ínsulos,
vehemente había
conciencia, mejor era
necedades;
y
así,
cosa contingente
el discurso
parte
que se
hubiese fecho
ver
si
Tomo
I.
— r,3
rosa-
rio,
aunque
pecadora,
porque
Dios
les
pues era más
su dignidad;
efecto, el barbero
se
respondido
de
palabra,
diciéndole
lo
escuchó
Sancho,
y
lo
muy grande,
que si tus
un profundo suspiro,
voz como
de hombre
soledades
andaban,
que
deste daño he de caer
en otro
y
la
imagina-
ción
de
mis
desgracias
que aquel
terrible accidente
dellas á
la
que
os
»conoce
y
que
me
 
don
Fernando
quedaba
concertado,
y
procuraba
nos hablábamos
lágrimas, suspiros,
sus bellas
fusión
y
sobresalto,
espantado
la
le
había
movido
á
escribirme
estando
quién se
díjome,
que
acaso
pasando
la hora
y
del trabajo que
yo
colgado
apenas
me ha pedido por
que él
veras, que
de aquí
»imaginadlo;
si
os
cumple
venir,
vedlo;
y
de perder la
de
servicios
y
la
carta;
y
quiso
la
que eres
tus de-
loco
de

para
ó desengaño
que en
y
flaca:

quiero;
y
decir
cuál
quedé
yo,
que me
de Luscinda,
papel
luego
y
se
y
la mejilla
con mués-
á
entonces les diera
vida.
En
fin,
yo
salí
la
había
doncella
que
poco
amor,
poco
juicio,
mucha
ambición
y
enga-
ñado,
entretenido
y
sustentado
caen,
y
allí
por desechar de sí tan inútil carga como en mí
llevaba.
manera
remediaron, porque ellos
y
no
se
han
de
razones de consuelo, le suspendió una voz que llegó á
sus
oídos,
que
en
la parte
á
que pueda
compañía
me
darán
comunique
mi
ni
remedio
dé no fueron
pierna,
desdichada Y
un
11
.i
^u.
le pudieron ver
á ios otros dos
si
Por
esto
determinaron
de
mostrarse;
y
al
movimiento
hacían;
y
en el suelo;
los
nosotros
consentir,
A
todo
esto
descubren:
señales
claras
extremo
escu-
char
siquiera
el
consejo
perded
el
sobresalto
que
nuestra
vista
os
báculo de
de
aceite,
y
menor,
el
de
las
colmenas;
íinalmente...
de
rico labrador
buenamente
no
acertaré
y
la
almohadilla,
y
la
se
advierta cuán sin culpa me he venido de aquel buen estado que
he
dicho
al
pudiera compararse,
sin ser
de
casa
(porque
los
era tan
de mañana,
mientos
de
Cardenio,
de mi
encaminaban
á
su
y
de
mi
buena
como
debía,
Fernando
supo
que
mis
padres
andaban
él
la
esperanza
hiciese lo
de
ni
imaginar
quitó
creo que me
ahora
oiréis;
y
fué
vista
me
; o.
iiis
ojos
y
enmudeció
la
len-
gua;
y
asi,
ni
pudiera
asegurara con
así fuera
mía;
y
en
tanto
tus
riquezas,
he dicho
modo
dicho,
legítimo
esposo.
doy la
mano de
serlo tuyo,
él
dejase
noche
por
obra
lo
que
puse,
los
después
que
hubo
reprendido
mi
atrevimiento
y
afeado
mi
determinación,
viéndome
aborrezco.
»Estando,
pues,
añadir
el
con
quién,
siendo
pensamientos.
Al
punto
criado, que ya
que
el justo
á
de
para el criado;
de ella se
y
orden
que
se
os
la vida, sin
y
de
cristiano,
dicho que ella le mandaba que
saliese de aquel
ante su
digno de su gracia;
no venir
menos
que
podía
luego á Cárdenlo
para remedio de
y
de
saber
representar
para llevar adelante
á
abrir
verde,
y
j,
para
quién
era
aquella
amo, yo
los
mismos
disparates
que
al
cual
advirtieron
su amo,
denlo,
porque
él había tenido;
presencia;
y
así,
los
dejaron
pie poco á
de
hacer
haría, sin
armado;
y
bero;
y
desen-
voltura,
se
fué
á
hincar
c
i
la
tenido;
y
menester por entonces
cedían
y-
'
os
levantéis
de
tierra.
el don que pido.
nada:
sólo
es
dijo
la
doncella,
que
y
y
y
ílor
y
y
consintió, por lo
que
destos
señores
lo han por
de mandar
y
también

es
tan
cortés
y
vaya
la
silla,
y
barbas,
que
se
ambas manos,
sin quijadas
barbas
de
reinos.
don
Quijote
—No
más;
pláticas: lo
señor
licenciado
me
diga
qué
es
la
dije
antes
y
le
avisé
que
caminos, van
de aquella
ayudarles
sabe poco
y
esto
lo
haré
yelmo de Mambrino,
hasta adobarla del
sino
Sancho
Panza,

aventura,
por
levantado,
y
señales del rostro
á
buscar.
en Osuna,
Dorotea, sino que
don de irse
otra parte que á
esposa,
y
le
diese
la
posesión
de
¿No
oyes
que mandar,
muía
la locura de
no
echad
la
culpa
á
lo
Parecióle
acerca
de
no
querer
casarse,
que
con
en
mitad,
y
de
vóbis
vóbis,
y
en
siendo
servilla,
y
tened
con-
estado
espacio para pregun-
ventura
que
don
Quijote.
el
diablo
sólo
por
ser
cosa
de
era el
y
por
vender
el
asno
se
había
suyas.
Vióle
Sancho
y
conocióle,
y
huye puto,
los
de
—Pues otra cosa hay en ello, dijo
el
cura;
que
fuera
moria,
donde
yo
tu partida,
de manera
punto,
que
dijo
que
vida,
aunque
como
aquélla.

Quijote,
que
los
porque
yo

bien
á
trigo
y
que
si otra
tenía gran deseo
llamaba
prometido
incita
y
gigante;
y
en
lle-
ver
á
la
se
ha
de
amar
á
nuestro
Señor
por

solo,
ranza
de
gloria
ó
temor
de
pena;
que,
efecto, él
tiene
vuestra
amo
se
contentara
con
darme
una
ó
seré más
allí;
que
no
me
había
de
ir
de saber
La
ventera,
ventero,
y
pasada;
á
le
había
enviado
adelante
á
 
oyó
decir
aquellos
furibundos
y
de su furia;
á
lo
hizo
tan valiente
y
en
unos
con
todo
eso,
si
Mientras
los
se
correspondiesen;
á
los
pasatiempos
gustos
por
seguir
por
á
sus
padres,
y
así
lo
dar
venido.
ser alegres,
cuidado
para
propuso
ni
le advierte ó
toda solicitud
el
de
su
amigo;
y
por
esto
los
en darme á
y
que me
llegado
mi
descontento
y
por
rodeos
para
la
que
acerté
ponerle por la obra, quiero
¡oh
amigo
ser necesario para
y
perezosamente,
sino
que le
á que
que
dicho ni son
de aquel Anselmo
se

se habían de valer
lo que
á
entender
el
error
de
de la
como
cuando
dicen:
Si
de
nacido
va
razonable,
rigor la
amistad que
que
tienes
mujer
reti-
á mala,
sin
discurso
y
teme-
rarios,
y
á
que
no
son
forzados
de ver
en la
y
entendidos
é
imitados;
cuanto
de
simple.
Pues
haz
cuenta,
y
por haber
bondad que sabes, ¿para
que
consiste
el estilo
que con
propósito de lo
probar
el
laberinto
te
has
entrado,
y
de
marido,
aunque
él
no
haya
dado,
como
le
siente
todo
y
la
cabeza
siente
deste
género,
peligro
aunque
por
del bien
prueba, no has
tú de consentir
con que pondría
pierda;
y
la intención de
la entereza
que esperamos,
le podrás
la
siguiese,
y
viendo
cosa de
á
Lota-
En
la
necesi-
dad
ó
necedad
su amigo deseaba,
escuadrón
de
caballeros
armados:
codo sobre el
Anselmo,
demonio usa cuando quiere engañar
á
conocimiento de su
y
cosa que mala
que
y
mentira;
y
»Lotario le
respondió que
no pensaba
ti confío
y
es lo
deseos, el
Mira
bastante.
»Anselmo
su
gusto,
y
recebido de
porque siempre
priesa, porque
se
quitase;
mas
contentos,
no
cumplía
á los respetos
que á Anselmo
tenía
y
más
estimaba.
Fuése
luego
á
ver
á
Lotario,
y
dádivas no
ocasión
su estrellado
del
arti-
Clori,
le
rogó
que
verme á
comienza
y
concluye;
haber
acontecido
á
Lotario,
ocasión se
tan luego,
que primero
no hubieses
visto en
los ojos,
en los
amado.
Pues
si
esto
es
ansí,
no
te
asalten
estima
como

le
que dicen
que han
escúchame,
y
verás
cómo
te
lo
que solía,
cer
ver
Creí
pero,
habiendo
visto
que se tarda, conozco que son verdaderas las promesas que me ha dado
de
con
pensamiento,
y
podría
ser
encubrir,
te
ofrecen
mucha
de todo
el
parecer
que
yo
más
las-
timada
y
leal
doncella
del
mundo,
y
á
su
y
se
pase
en
amenazas
y
maldiciones
sin haber
quien
desgracia. Yo moriré,
si muero; pero
antes
tan
lo creyera jamás,
y
el juicio,
»

dificultades
las
dos
pasar
con
que
yo
aquí
vengo.
merced,
y
nos
conocemos
los
dos
desde
hacerme
testigo
pudiese
desper-
tar
»
satis-
faga;
y
haciendo
fuerza
para
del
lado
y
y
de
nuevo
se
curase; pedíale
tales razones
en tanto
otras, bastaran
Camila,
llamándose
cobarde
y
de
poco
ánimo,
pues
no
se
obligada á
de
saber
dar
salida
á
esto,
mejor
será
decirle
su
que fingían.
y
y
comodidad
á
del Curioso
alborotado,
en
la
las
paredes.
Y
dijo
Sancho:
acabase
de
cubrir
los
muslos,
y
y
pelea
con
su
enemigo;
y
había
cuenta
cada
y
cuando
condado que en
del
gigante,
y
todo cuanto en
Sosegados
todos,
el
cura
suelta
rienda
fiada
en
que
su
señora
la
encubría
iba
volviendo
se
han
Anselmo
junto con ellos
viene una mujer, vestida de blanco, en un sillón, ansimesmo cubierto el
rostro,
y
otros
ya llegan.
que muestra
veces,
y
mos;
porque,
habiéndolos
encontrado
Y
es
mozo que
el
caballero,
la
detuvo,
sin
dejarla
mover
un
el
los
brazos,
desmayada,
y
creyendo
que
era
que debéis á ser
podido apartar
humilde,
á
su
recato
y
te
habiéndome traído
puede ser
ToMO 1.
como
me
hiciste
en
los
princi-
pios?
Y
me tendré
Fernando,
se
enterneciera.
Mirán-
dola
estaba
rada
de
su
suelo;
mas
hallándose
Cárdenlo
y
cogiéndola
entre
sus
de
sentido,
y
sin
tener
cuenta
á
ningún
honesto
mío,
en
este
tan
marido:
mira
si
te
estará
bien,
ó
te
será
posible
algún
espa-
cio,
dándole
gracias
de
razones,
que
don
y
y
de
mucha
cortesía.
á
aquel
y
discretas
venido
i
el
suyo.
Ella,
buscando á Luscinda,
vió en su
poder, perdió todos
llegado al
cielo, donde
por
la
promesa
que
Cárdenlo
y
el
cura
le
ni
de
volver
tenido
con
que los arroyos
horadado,
y
la
sangre
seis
arrobas
de
y
en
tu
seso?
—Levántese
vuestra
para sacarle
su señora. Con-
Ofreció
Cardenio
quiero que
por-
que
de
reina
y
gran
particular doncella.
de la misa
habían acabado cosas
que
yo
me
que miento; pero
el tiempo, descubridor
dirá
dijo
á
esta
causa que
os pondré
 
hoy: verdad es que alguna
mudanza
cato;
y
perdóname,
y
basta.
hágase así,
jote;
queremos
é
inauditas
ha-
zañas
que
ó
me
costará
la
vida,
y
Muchas
azul,
con una
de robusto
hizo
en señal de
cosa hasta
ofre-
celle
por
esta
querría-
que supiese
que la
de
saber
quién
íuesen
la
mora
y
y
que decían
se
quitase
el
embozo,
y
que
don
Fernando,
había
redonda
ni
y
que
las
armas
sólo
como
si
en
esto,
que
á su
cargo un
se
temen;
que
todas
estas
que
y
encaminar
las almas al cielo; que á un fin tan sin fin
como éste,
ningún otro
humanas;
tanta
noche
que
fué
nuestro
día,
Y
salutación
pobres,
de camisas
grado
que
su
ejercicio;
esto no suceda, sino que el cielo piadoso le guarde
y
pero etos
decidme, señores,
responder
que
y
que, aunque
premian
fuerza
ria que
letras
que
términos
á
ser
buen
á cada paso
caso,
que
con alguna
veamos
si
le
proas
en
mitad
del
y
trabadas,
irá á visitar los
otro
y
otro
le
sucede,
sin
dar
tiempo
al
espan-
todavía
haga
si
salgo
con
lo
que
pretendo,
cuanto
que tra-
El cura le dijo que tenía mucha razón en todo
cuanto
había
nuestra
España,
á
mi
parecer,
muy
verdadero,
como
mente
dijera:
quien
quisiere
valer
y
ser
rico,
taba el resto para
dos,
y
más
tres
no sin mucho
saber, todas las
ello, de
de tiempo
de
armas
y
mi
duque
recordación,
isla
divul-
como
después
lo
hizo
subió
mi
buena
suerte
la
cristiandad
tan
dichoso,
orgullo
y
como
ya
que
fué
famoso
cosario
Barbarroja.
de
Santa
Cruz;
y
vieron
que
estaba
bogasen apriesa;
pasándole de banco en banco, de popa á proa, le
dieron
tantos
había
pasado
su
y
puesto
tenía
al remo,
 
y
guardado
sus
plazas.
su
fuerza,
y
sintió
tanto
el
hábito de
su
hermano
el
famoso
Juan
Tabarca, que
alárabes
cual
había
sido
alférez
en
hizo
este
caballero
dos
sonetos
á
armada
turquesca.
—Pues
mejor
seno
liabrán
en
desmantelar
la
tal,
la
un
turco,
á
aquel
señorío.
Era
los
tienen
holgados
y
seguros
hasta
que
la demás chusma,
como
caballe-
ros
y
ni oídas crueldades
él
de ser empalado,
lugar,
yo
dijera
historia.
»Digo,
como si dijeran no con la cabeza.
Vol-
cada
venir-
nos
aquel
bien,
especialmente
á
mí;
pues
las
muestras
se
hacía
la
vivía, nos
más
estrella
de
la
caña;
otra cosa
sino que
allí vivía
es
que yo,
se
rindió
teníamos
gado,
y
puesto
prendas
otros
se
sino
te
te
des-
»cubrieras
»respuesta;
y
las
razones
deste
á alguno de nosotros
lo
que
sospechaba,
que
nos
de
aquella
que
y
y
vini-
mos
en
declararle
ni
aun
señora mía,
No
dejes
te
responderé
siempre;
cautivo
que
sabe
hablar
y
que
quisieres.
mujer, yo
moros. Alá
gente, que fué
y
papel
dentro
así
decía:
de
Ba-
»bazón,
junto
á
la
marina,
ser el
en
ninguna
manera
consen-
tiría
que
rescatado,
y
nunca
habían
vuelto;
porque
la
libertad
alcanzada,
y
partes,
donde
á
cada
paso
y
de
diese
á
diversas
veces,
que
es
el
viernes,
lo avisásemos;
ella
tenía
mercader
valenciano
del
bajel
días que
mi res-
había
callado.
Finalmente,
mi
nos dió
treinta
personas;
y
para
á
tierra
de
cristianos,
que
estuviese
contenta
y
segura,
la suya ordenaba,
y
cuales
de
Agimorato,
y
suyo),
y
mí.
y
respuestas,
salió
de
la
casa
mucho que me
se
padre conmigo
estaba; antes
y
de
quedado en
y
sazones,
y
requiere
accidentes
para
ó bajen,
menos
la
más
que
hasta
entonces
»Yo
amo me estimaba,
que yo hiciera que
moros.
dijo
Zoraida,
y
otras
muchas
alguna
iremos
á
las razones
que entrambos
lo ordenara de otra
los
tur-
cos,
nos
vió
destos
canes,
se
ha
desmayado.
pesadumbre; pues, como
ya te he
res
para
ensalada
que
bien las
grandísima
facilidad
y
que
se
podía
hacer
que
está-
bamos,
y
habían quedado
atadura de
dos estaban,
soltar
pudiésemos
darles libertad
en corso,
mas que
que
se
navegaba,
padre,
y
entrando
un
algo
más
sosegada;
y
habiendo
entrado
encontrar con
y
el
renegado
los
consoló,
»

me
tengáis
por
os
volvérmela
tan
liberalmente,
especialmente
al cual interese,
os ofrezco todo
ó
»En
diciendo
cual,
vién-
muerte
á
la
vida
y
»

eres
cristiana,
y
que te
dichoso
ver
delante
tiempo
peligro
mar,
convidándonos
proseguir
moros,
y
uno
á
todo
su
acuerdo,
dijo:
mi
presencia
cuando
quiera
^.liando
quiera
poner
usa la deshonestidad
engendré,
y
esto
en
lengua
francesa,
dijo
modo que
sucedido
aquello.
Nuestro
renegado
de
haberse
informado
de
viesen
vajeles
de
corsarios
de
Tetuán,
que no
los
bastimentos
de cristianos la
que ya nos
allí algún
poblado se
la vista,
para llevarnos
que legua
dicién-
doles
dónde
caballo
del
tío
hecha á
renegado
á
entender
de los bienes
hijo.
renegado,
se
fué
á
este
animal
en
que
si mi
padre es
la
mía,
puesto
Zoraida lleva
las incomodidades
que la
—Pues,
que
esta
y
de
de
la
doncella,
habían
venido
á
verla
y
á
y
el
escuchaba,
y
las
hermosas
de
ofrecimientos,
y
tanteado
la
comodidad
estaba orde-
montañas de
se
acabó
cuyo
parto
había
muerto
su
madre,
y
reci-
bido;
Viedma,
y
era
natu-
le
había
sucedido,
punto
de
cuando
y
la
pobreza
y
necesidad
en
que
su
camarada
y
parado, ni

habéis
contado
y
con estas
mayor
her-
que, á
 
de
mi
agora me
lastimo es
de pensar
si aquellos
vida, aunque estuvieras en las mazmorras más escondidas de Berbería
que
mi
hermano
y
her-
mano
y
á
las
bodas,
mas cuando
dos hermanos,
de
todos
quedaron
contentos
y
alegres
del
á
persona que tan
volvió
que
extraño,
como
si
ni
es
de la muchacha,
sus
pocos
decla-
raos
más,
y
decidme,
nuevos
versos
y
nuevo
de
dos
que andaba
ó en
dalle otro
mi padre fuera
Llegóse
en
esto
el
tiempo
de
supo,
y
para
despedirme
dél
muías, tan al
y
con
tanto
quiere extraordinariamente,
Y
de su cabeza; que
y
mía,
que en
de muías, como
más,
digo,
y
su
padre
de
gar
y
y
y
correr
pareció
ventana,
y
halláis en mí otra cosa
con
que
os
juro
por
dárosla en con-
que
eran
dió
don
Quijote.
hizo
en
el
mundo,
por
haber
puesto
las
para que
ser la
la
venga tan mal.
metido
todo
el
brazo
por
resolución,
mento,
como
mismo castillo le
de
aquel
castillo,
se
es
 
y
y
creía
de estar él
se pasase, ó hasta que otro más
sabio
la
por
don
arrogante
y
el
estirado
señor;
y
como,
en
fin,
era
de
resentirse,
y
tornar
y
así,
no
se
hubo
movido
tanto
cuanto,
don
Quijote,
y
resbalando
de
la
quedar
colgado
del
brazo;
dolor,
que
creyó,
ó
que
la
muñeca
le
cortaban,
el ventero
gritos
daba,
y
había
echado
de
ver
dellos
dado.
Ya
ordenanzas
de
merced no
gusta que

de las
menos;
y
así,
don
Luis.
consentir
en
volveros?
oyó
el
mozo
de
muerto;
aunque
de
historia
del
mozo,
preguntó
á
querer
llevar
contra
á
ventero
tuvo
porque
estoy
impedido
de
entremeterme
que
no
diere
cima
y
él esté en el
sacaré
La princesa
venta,
pie
y
y
derramando
lágrimas
otra
pide,
este
mismo
día
mi
padre,
y
por
ella
al blanco ó
Ella no
y
la
discreción
que, como discreto, ya
fuera posible, lo
quisiera efectuar con voluntad del padre de don Luis, del cual
sabía
que
pretendía
los huéspedes con el
por amena-
lo
y
mi
albarda,
con
Entre
una
que fué,
y
Sancho
Yo
se
transformaciones
se
ven
en
los
suce-
por
encantamento.
este
escu-
y
alguna.
—En
pedradas en aquel
soldados);
y
digo
de su
este
la
ventaja.
él
se
contiene,
se
pregun-
encanta-
don Quijote ha
mundo,
especialmente
y
á
venta,
vuelto
en
yelmo
de
Mambrino,
y
sino que cada
los
alboroto, no
se Ies
su
espada
y
arreme-
tió
á
que le deja-
dió
atronaba la venta:
á la memoria
veras, léase este
no por esto
y
nuevo
les
y
con
mucho
comu-
nique

á
enten-
der
mayor le
que no
Fernando.
Viéndose,
pues,
don
Quijote
libre
y
desembarazado
de
tantas
pen-
dencias,
así
pleito
dudoso;
pero
guerra,
si,
el
mundo;
y
entregó
la
que una
nante,
y
apareja
una
parte
y
á
otra:
—¡Ay,
señor,
señor
y
¡cómo
aldegüela
honradas.
se
encaminen
á
ponerme
miedo;
quien
eres,
y
si
sino
que
yo
tengo
por
cierto
y
dice ser
se
anduviera
hocicando
con
alguno
parte del
cundo,
presencia
y
en
sus
entrañas;
tierra
y
le
tragara;
y
no
porque
quizá
no
las
debe
de
decir
sin
y
cristiana
conciencia
se
puede
sospechar
esta
ver lo
que por
gracia, sicut
erat in
á
pala-
bra,
luz
y
presto, si
que oían.
cado
que
esta prisión donde agora me
llevan,
hasta
me han
mala suerte; porque,
que ya está
encantado don Quijote
de la Mancha,
esta
verdad,
tócalos
y
pálpalos,
y
Decía
esto
Sancho
por
de
oler
deleita
y
contenta,
cuenta de
y
del
que a
los caballeros
esto
pasaban
con
asegu-
le diese que
El cura
oíreció de
otra
vez,
y
que
los
había
hallado
del
Curioso
impertinente,
y
que,
autor;
y
parecer del barbero,
de á
la flema
canóni-
gos,
y
de
una

nombres jamás la fama
han de
su
reverencia
no
íuera,
esta
íuera
Figura,
como
de
la
grandeza
de
mis
hom-
dallas.
es todo
conoce-
mos,
y
ha de
y
el
desig-
nio
que
llevaban
de
llevarle
de nuevo
los criados
más,
cual
menos,
Pues
¿qué
hermosura
y
seis
años
da
una
cuchillada
á
un
quieren
pin-
tar
una
batalla,
y
de
quimera
ó
un
monstruo,
proporcionada.
Fuera
desto,
son
las
caballerías, había
Quijote,
para
que
inteli-
trarse
nigromante,
y
finalmente,
de
los
pocos
sabios
quiero
sujetarme
quien,
por
las
manos,
y
ó
ser, porque así las
y
siguen
la
fábula
como
el
arte
y
que
á
ellos
les
está
preceptos
referidos,
y
ven-
dré
Cantillo. Y
mundo;
persona princi-
pal le
y
apariencia,
como
y
disparates
repúblicas
bien
es
para
entretener
la
comunidad
con
alguna
honesta
recreación,
y
divertirla
a
qué
poner
leyes,
ni
estrechar
con las
entendimiento que,
tales; porque,
de haber
oído la
como
por
la
que las
se han
y
desta
que
los
libros
viejos
se
liesen
para
honesto
pasatiempo,
sino
de
pensaba
hacer,
él
también
quiso
quedarse
debe
de
ser
historias
que
tratan
de
caballeros
andantes
que
dices;
porque
así
como
se
y
la
las
respondió
don
Quijote;
acaba
ya
que me
cansas con
antes
no
lo
hacían:
de
manera
que
y
aun
á
sacarle
della),
y
probase
de
nuevo
aventuras;
y
si
en
la
y
y
los aguar-
daban el
cura, el
salir,
un lugar
no
se
desviaban.
Tomóle
la
dijo:
ver
enten-
dimiento
entender
de
Hir-
cania,
tanto
dellos en la
tal
la
echa bien
forzoso
todavía, llevado de
sacra
Escritura
y
mudar
de
lectura,
y
que
mejor
deleitan
y
enseñan.
—Así
verdad
lo
la
infanta
Floripes
y
Güi
que
¡voto
á
Troya,
ni
los
de
contra don
negase carecería
que
vuestra
hay
que
con-
ceda
que
tantos
Amadises
dé á en-
y
caballeros;
finalmente,
de
todo
género
de
como
si
dijésemos,
que
aquí
teme-
roso
lago
estás
mirando,
oir la voz
pone,
y
aun
sin
de
parar,
se
tienen que ver
cielo es
gra
de
pez
que debajo
con quien los
y
oro, las
doncellas,
sala otra

de encantos;
en
cimiento
y
liberalidad
y
que le tengo
tener habilidad
habilidad para
le dan,
sin curarse
de otra
decir;
hizo
á
su
escudero
Rústico soy,
el cura; que ya
y
las
escar-
mentados;
y
de
empanada,
donde
pienso
era
tenía,
según
él
Tomo
I.—
138
guarden
forasteros,
á
tender que ha
muchos,
i
infinitos
qu
portunaban;
y
entre
la
voluntad
de
vestidos
y
de
tra
plaza,
y
allí
nos
tenía
á
todos,
la
moros que tienen
fíos,
según
él
hubiesen derramado una sola
no se
sacado.
Volviéronla
á
la
el universo mundo,
y
se
fué:
veras,
que
que
pretendientes
de
Lean-
dra
se
han
formarse;
Leamira
fe
rompida,
y
finalmente,
del
los
pensamientos
que, por
ser hembra,
mi
apero.
y
todos
los
que
escuchado
le
habían;
especialmente
cura
barbero,
sino
se
de
tener
y
vos
lo
es-
veras
á los
don
Quijote,
y
asiéndole
piendo
tazas,
y
derramando
y
esparciendo
cuanto
trompeta
tan
triste,
el doloroso son de
cuesto
de
había
de
estimar los
caballeros andantes.
Y en
sin
en llegar
y
uno
es
tan
breve,
que
en
y
así,
creyendo
de la
lo hizo
él
los diciplinantes
silla
de
Rocinante,
porque
tengo
todo
este
hacer
lo
que
decía;
y
quién era
¡Oh flor de la caballería, que con sólo un garrotazo
acabí)
cual,
fiil'.i
sin tacli
Dulcinea,
á
mayores
rias
que
porque
tengo
volvamos
las
^i
sanaba de
su locura
ó si
quiso;
y
tanto ensancha,
un
nuevo
eítilo
pero
en
sueño
que,
mal
que fué una
se cuentan
caballero
de
tenebros
221
XXVI.
Donde
se
prosiguen
las
?
sucedió en la venta
á toda la cuadrilla
531
» XX.XIV
—Donde
se
cueros de vino
que hizo
425
duda del yelmo
501
XI,
VII.
coloquio
cabrero á todos los