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CESEDEN EL CONTRADESEMBARCO, COMO FASE AEROTERRESTRE DE DEFENSA DELLITORAL CONTRAOPERACIONES ANFIBIAS. TCOL. Art2. D, Ju& CANO HEVIA (Tess presentada en el 1 Curso Experrnentol de la Escuela de Estados MayoresConjuntos). Agosto-Septiembre 1966 BCLETIN DE I’NFORMACION N2 8 V

CESEDEN - Dialnetparcial, de por qu conviene llegar a la misma raíz del problema, si realmente se quieren alcanzar conclusiones dignas de crklito. Uno de los vencedores de la G.M

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CESEDEN

EL CONTRADESEMBARCO, COMO FASE AEROTERRESTRE DE DEFENSA DEL LITORAL CONTRA OPERACIONES ANFIBIAS.

TCOL. Art2. D, Ju& CANO HEVIA

(Tess presentada en el 1 Curso Experrnentol dela Escuela de Estados Mayores Conjuntos).

Agosto-Septiembre 1966 BCLETIN DE I’NFORMACION N2 8 — V

PREFACIO—

Esta tesis no ha sido redactada con el prop6sito de alcanzar unas conclusiones determinadas, preconcebidas o no. Se trataba,srwplemente, de profundizar lo más posible en un piobloma, caminandocon paso propio. Se renunciaba a la labor de recopilaci&n bibliogr&fica (y esta es la raz6n de que no se cite bibliografía, que nó ha —

a.do necesario consultar), buscando alcanzar conclusiones personales,en las que el deseo de calidad de las mismas predominase sobre la conveniencia de cubrir un esquema de trabajo te6ricaniente perfecto. Elesquema ha ido naciendo paso a paso, conforme se avanzaba en la inveatigación, y en ella hay que buscar su justificaci6fl, más que en esteprefacio, confeccionado a posteriori. Me limitar, por tanto, a adarar lo siguiente :

El problema del contradesembarCo se estudia bajo e]. supuesto nuclear, que caracteriza nuestra ápoca. En mi opini&n, el prescindir de tal supuesto invalida todo estudio táctico o ostratgico ac —

tual. Porque lo “nuclear” está sionipre presente, de una formo. uotr;en la guerra moderna. Se empleen o no explosivos at6micos en un caso concreto, existen, y ésto hace que en la guerra de hoy s6lo quepandos situaciones: Aquella en que se emplean armas nucleares, y aquellaen que no se emplean, pero podrían emplearse. Ocurre con las armas —

nucleares algo similar a lo que sucedi6 con los agresivos químicos enla última guerra. Generalmente, no se estima probable su empleo, pero en el equIpo del combatiente se incluy6, para siempre, la “careta”contra gases. De ahora en adelante, también para siempre, las tácticas tienen que adaptarse a la posibilidad nuclear, en el pleno sentido del concepto posibilidad. Es decir, tienen que ser útiles se emplee el arma nuclear o no. Este problema no se resuelve pjanteandolos estudios en guerra convencional, y afiadiend9 capítulos o “separtas” nucleares, porque eso sería dividir artificiosamente lo indivisible. Algo así como explicar cómo haríamos la guerra en 1940 y c6-mo pudiera ocurrir que se hiciera en 1965. Evidentemente, lo primero no importa ya demasiado. Ha pasado a la Historia. El mismo concepto “especialista nuclear”, que se emplea tanto en la resolución —

de temas, es ánómalo, y refleja un defecto de adaptación debe quelo emplean. Hoy no se puede concebir que un oficial no conozca la —

parte que le afecta de las nuevas armas, o que un artillero o aviador, que van a emplearlas, necesiten llamar a. un supuesto especiali.,ta para que les diga el efecto que produce su instrumento de trabajo.

En mi tesis no hay capítulos espeçiales para la guerra nuclear, ni se cita con demasiada frecuencia, esa expresión, precísamete porque lo nuclear es un supuesto natural del e8tudiO, que pretende abarcarlo a un mismo tiempo en su doble posibilidad antes citada.

INDICE

Títulos

ELCONTRADESEMBARCO,COMOFASEAEROTERRESTREDELA

DEFENSADELLITORALCONTRAOPERACIONESANFIBIAS

I.—CONSIDERACIONESPRELIMINARES. 1.

II.— INTERES TEORICO DEL PROBLEMA. 2

III.— ENCUADRAMIENTO GENERAL DE LA INVESTIGACION ..... 3

IV.- RESEÑA HISTORICO CRITICA DE LAS OPERACIONES DE -

DESEMBARCO Y CONTRADESEMBARCO. 4

V.- EL. CONTRADESEMBARCO Y LA DEFENSA DE COSTAS ..... 8

VI,— FORNAS DE ATAQUE AL LITORAL ........... LO

A) GeneralesB) Específicas

VII.— FASES GENERALES DEL DESEMBARCO.. 11

a) Aproxiinaci6nb) Establecimiento de la cabeza de playa ....... 12c)Consolldac].6ndeldesembarco •............. 13

VIII.— VALORACION ACTUAL DEL LITORAL TERRESTRE COMO OB

JETIVO •...,.,,.....o....o..•I•Ss••ssssD••D•I••

IX.- LOS MEDIOS CONTRADESEZIBARCO: VALORÁCI.ON

A) Navales y AeronavalesB) Terrestres •..e•.••••••,••••••••s•s.....••. 16

a) Artillería de costab) Fuerzas terrestres, en general ........... 18

C ) A4reos . , . . . . . .. . 20

X.— FASES DE LA DEFENSA.21

1 Fase: Toma de contacto• 22¿i Fase: Defensa de posiciones3 Fase: Reacci6n . . . o. • • 23

XI.— CONCLUSIONES Y DEFINICION DE CRITERIOS DEFENSIVOS,GENERALES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 23

A) Criterios bsicosB) Criterios de coordinaci6fl defensiva .. ....... 24

Títulos

SEGUNDA PARTE (APliCADA)

PLANTEAMIENTOGENERALDEL!ROBIMADELADEFENSA

DELLITORALESPAÑOLCONTRADESEMBARCOS

1 . HIPOTESIS DEFENSIVAS . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . 26

A) Conflictos localizados

B) Conflictos generalizados

II.—OBJETIVOSDEFENSIVOS........................... 27

III.—VALORACIONDEOBJETIVOS....... 28

1Q Zona Sur, o del Estrecho

29 Zona Mediterránea

A) Archipilago balear .. 29

E) Litoral catal&n• •. . . . . 30

C) Zona levantina

a) Base Naval de Cartagena

b) Zona valenciana

39 Zonas cant&brica y. Norte—atl&ntica •........ 31

A) Zona cantábrica

B) Zona gallega

IV.— CONCLUSIONES Y REPERCUSIONES GENERALES SOBRE LA

REORGANIZACION DEL EJERCITO... 32

ELCÓNTRADESEMBARCO,COMOFASEAEROTERRESTRE

DELADEFENSADELLITORALCONTRAOPERACIONESANFIBIAS

(TEORICA)

—1—

1.— CONSIDERACIONESPRELIMINARES

La última guerra fue ganada por potencias marítimas, —

que no han sentido necesidad de estudiar intensamente ciertos apectos de la defensa nacional. Su situaci6n geogr6fica les lleva a hacer descansar la defensa del litoral en la flota aerona —

val (defensa indirecta), en contraposici6n al modo usual en laspotencias continentales (defensa directa). Como las potencias —

vencedoras son las que, en cierta forma, han marcado la pauta enlo que a temas de actualidad militar se refiere, el contradesem—barco ha pasado de moda. Pero para muchos paises debiera const!tuir tema fundamental, dada su situaci6n, y s6lo se explica queno sea así considerado, por una pérdida de personalidad militar,que constituye uno de los tributos que se pagan al poderoso,Cuado uno se subordina a l en doctrinas, mtodos y procedimientos,eludiendo el (sin duda costoso) esfuerzo que supone construirlasa la medida de las propias fuerzas. Esa pérdida de personalidadconstituye un importantísimo factor negativo én la guerra, que —

no es una ciencia física, susceptible de ser importada, sino unarte, que exige artistas. Y el artista es necesariamente personalista. No fueron los medios los que dieron a Alemania su superioridad en los primeros años de la G.M. 1, sino la personalidaddiferenciada de sus m&todos y doctrinas.

Me he permitido empezar este trabajo con las consideraciones anteriores, que quiz& parezcan divergentes respecto al tema, porque las estimo necesarias a su perfecto desarrollO.El probleina debe ser afrontado integralmente, profundizando en sus raices psicol6gicas, para que en su resoluci6fl podamos caminar conpaso firme y propio.

Una de las cónsecuencias de la servidumbre intelectualal poderoso, ha sido que algunos paises (Italia, por ejemplo), —

han desartillado sus costas. Los estudios que esos países realjzan de la propia defensa, que he tenido oportunidad de conocer,parten de una premisa (el desartillado), que los condicionas Asi,o deciden que el problema de la defensa del litoral no existe (noporque las posibilidades de ataque sean nulas, sino, ¡porque notienen medios con que realizarlasi), y que las (inicas fronterasamenazadas son las terrestres, o condicionan los procedimiento5por la citada premisa negativa. M.s lo primero que hay que discutir es si tal premisa es justa. Este es un ejemplo, aunque —

parcial, de por qu conviene llegar a la misma raíz del problema,si realmente se quieren alcanzar conclusiones dignas de crklito.

Uno de los vencedores de la G.M. II fue Rusia. Pues —

bien, este pais qué, no obstante su creciente poderío naval, sepuede considerar como una potencia continental, dedica gran atefl,ción al artillado, y defensa de sus costas. Como es l6gico, losrusos no siguen la moda de los vencedores occidentales, porque —

ellos imponen modas en otro sector del mundo. Los satlite5 de

—2..

Rusia artillan y fortifican sus costas con profusi6n, y así lo

hacn tambin los chinos, cuyas zonas estratgicamente críticas han sido profusamente artilladas, despu&s del desembarconorteamericano en Seul (Guerra de Corea).

En esta cuesti6n, se puede considerar que en e]. bloque oriental son más consecuentes que en el occidental, al seguir la pauta que marca su “leader”, porque los paises comunistas tienen todos en com(zn el no ser potencias navales. Que unpais occidental mediterráneo o báltico renuncie a considerar laposibilidad de desembarcos en sus costas es, ciertamente, incornprensible. Cabe prever, en el desarrollo de un conflicto futuro, el dominio total o parcial de mares interiores por el adversano, e incluso el aeronaval de sectores oceánicos limitados,en los que los desembarcos se deben considerar probables.

El artillado de una costa es, desde luego, s6lo un elemento, de importancia limitada, en el complejo problema defensi—..yo. Si se hace aquí referencia a l es como “índice” posible delas mentalidades defensivas. Turquía es un país qúe conserva —

ese artillado, no salo por su evidente valor para e]. cierre delos estrechos, sino porque frente a ella tiene a los rusos que,no obstante su superioridad naval en el Mar Negro, disponen ensus costas de un magnífico sistema de artillería de costa (primaria, secundaria, ligera; anclada y mn6vil).

Por (iltimo, respecto a los rusos, cabe llamarla atenci6n sobre el hecho de que su inica costa no artillada era la —

báltica (Parece que recienteiente han sido descubiertas algunasbaten as en ella). Pero en dicha costa tienen gran cantidad decohetes de largo alcance. La explicaci&n de esto quizá se en -

cuentreen que el Báltico se considera un mar potencialmente ruso. Los cohetes son arma más adecuada que los cañones para mantener esa superioridad naval, y los de los rusos en el Bálticodeben ser considerados arma de apoyo a la flota, más que de defensa de costas.

II- INTERESTEORICODELPROBLEMA

El inter&s te5rico que ofréce el estudio de las operaciones de contradesembarco es paralelo al del desembarco. Todarevalorizaci5n del segundo implica la de]. primero, pero la recfproca no es cierta. Un desarrollo de los medios, t&cnicas y —

• procedimientos de contradesembarco, puede traducirse en pérdida:de importancia general de los desembarcos. Esto, porque el des

• embarco es una acci6n ofensiva y el contradesembarco defensiva.En la lucha hist5rica entre esas dos actitudes, cuando la segunda adquiere predominio tiende a anular a la primera. El predominio de la ofensiva significa su posibilidad general,mas la defensiva nunca puede tender a anularse (No habría ofensiva posible).

—3-.

En general, la ofensiva se basa en la superioridad —

de medios y la defensiva implica inferioridad. Por eso, aunquelas operaciones de desembarco sean m5a complicadas t&cnicamente,las de contradesembarco tienen mAs mérito t&ctico. Por decirloasí, en las primeras brilla la organizaci6n y los medios; en lassegundas, el genio militar. Por algo se dice que un general noha demostrado su competencia hasta que no la prueba en la defensiva.

El inters que hoy despiertan las operaciones anfibias,incluso en aquellos cuya situaci6n y poder naval hacen pensar improbable que algun df a las tengan que realizar (o puedan realizar), debiera ser raz6n suficiente para que se dedicase atenci6nsimilar al contradesembarco. No se concibe el estudio del ataque, sin referirlo a los modos de defensa, y éste es un defectode principio de las doctrinas anfibias actuales, consistentes —

en puras abstracciones, en las que se suponen sistemas defensivos a gusto del atacante, o tomados de batallas pasadas, cuandola operaci6n anfibia se va a enfrentar con un sistema que la —

ana]iza a ella como realmente es.

El inter&s que presenta el estudio de las operaci9nesde contradesembarco se resume en los dos efectos que puede producir: 12 Que los dedicados a estudiar operaciones anfibias seencuentren alg6n di a con sorpresas desagradables, que con tantafrecuencia se dan en la guerra, cuando a una doctrina subjetiVmente decidida se opone otra objetiva. 2Q Que se fuerce mdi —

rectamente el progreso de las tActicas anfibias, al obligarlesa superar nuevos obstAculos.

III.- ENCUADRANIENTOGENERALDELAINVESTIGACION

Es evidente que en un país insular, como Inglaterra,la costa es la tnica vi a por la que puede ser invadido en fuerza; el valor que para ese país adquiere es muy distinto del quetiene para aquellos que disponen de fronteras inaritimas y te —

rrestres. En Astos cabe preguntarse ¿Es mAs importante, militarmente, el frente marftimo o el terrestre? La pregunta no admite contestaCi6n abstracta, y la diferencia con el primer casoestriba en que en aquAl no cabe plantearla.

La frontera maritima de un país puede estar separadade la adversaria por un oc&ano, por un mar interior o por un estrecho. En el primer caso cabe pensar en una defensa lejana, oindirecta; en el 1timo quizA no sea posible.

En la guerra hay muchas normas de validez general, pero casi-ninguna la tiene universal. Un anAlisis demasiado abstracto de problemas como el que en esta tesis se plantea, conducina a la definición de procedimientos generales, que puedenresultar errneos en el caso concreto. Como deci a Clausewitz,

—4-

“en la guerra cada problema es particular”, y no se refería s6lo

a la ejecuCi6fl, sino al estudio te6rico de procedimientos. Estaes la raz6n de que en el desarrollo de este trabajo se reduzca —

al máximo la normática abstracta, limitándola a aquellas cuesti2.nos en que resulta necesaria. En general, tales normas no seránaceptadas como definitivas, hasta que sean objeto de confronta —

ci6n .en el caso concreto. Así, si en abstracto llegamos a clefi—nir una superioridad del fuego terrestre sobre el naval, o viceversa tal superioridad tendrá un valor balístico general, que —

puede.ser invertido tácticamente.

La expuesta es la raz6n de que esta tesis se haya divjdido en doS partes. La falta de reglas definitivas y normáticade detalle, que se estima perniciosa en la parte te6rica, se copensa examinando un caso real (el de la defensa del litoral esp

en una segunda patte, práctica, en la que se puede (y es —

necesario), definir un criterio defensivo concreto.

IV.— RESEÑAHISTORICOCRITICADELASOPERACIONESDEDESEMBARCOYCON—

TRADESENBARCO

La historia de las operaciones de desembarco, demues—tra que 6stas son posibles y constituyen un acreditado recursobélico. Todas las grandes potencias navales que fueron o son —

(Atenas, Cartago, Roma, Turquía, España, Holanda, Inglaterra,J,p6n, Estados Unidos), han recurrido al desembarco de fuerzas fillitares para acrecentar su imperio, defender SUS intereses o —

dar el “golpe de gracia” a sus enemigos, cuando estaban separados por la mar. Incluso se ha recurrido a desembarcos cuandolos enemigos no estaban separados por el mar, para complementarla acci6n terrestre (Corea).

Si examinamos en detalle los desembarcos histriCO0veremos que la inmensa mayoría de los realizados COfl grandes bnefiCios lo han sido contra enemigo muy dbil, y no en pocos casos por sorpresa, De aquí la posibilidad de deducir una ense —

ñanzabiStriCa general: Las fuerzas que defienden una costadesde tierra se encuentrafl en- superioridad sobre las que atacandesde la mar. La conclusi6fl hist6riCa viene a confirmar el ——

principio Clausewitziaflo, que dice que la defensiva es la formamás fuerte del combate.

Hasta la aparici&fl de las armas de fuego la superiOrjdad que podía lograr una fuerza de desembarco era, en cierta —

forma, la de los ejércitoS embarcados. Con la apariCi6ll del c,fi6n adquiere relieve especial una fueva conciici6fl del desembarco: La posibilidad de acercamiento a la zona donde se va a efestuar, que descansa fundamentalmente en la superioridad cuantittiva y cualitativa de las bocas de fuego de la flota de desefi —

barco sobre la de la defensa. La falta de esa superioridad se

—5—

ha podido obviar siempre con el engaño y con la sorpresa.

Con el desarrollo y perfeccionamiento de la artilleríarayada, la condici&i anterior se concreta m&s, y se empieza a dfinir un principio de superioridad específica de la artilleríaterrestre sobre la naval. Ya no basta superar en n(imero de bo —

cas de fuego a la defensa terrestre, ni siquiera superarlas en —

calidad. El (inico “argumento” especifico de superioridad es elalcance mayor1 con precisi6fl suficiente para desmontar las baterías de costa sin que astas puedan dañar a los buques. Mas desmontar las baterías de costa no es s6lo problema de alcance y —

precisi6n, sino de vulnerabilidad, Y 6sta depende en gran partede la habilidad del defensor. Ya a mediados del siglo pasado seempieza a admitir universalinente, que una zona de costa bien artillada resulta invulnerable a los ataques por mar, independiefltemente de los medios que el atacante pueda acumular. Este principio de superioridad del fuego terrestre sobre el naval es puramente t&cnico y subsiste. Los variados argumentos objetivos enque se apoya, se pueden resumir en uno balístico y dos tcticos:

1Q Dimensiones balísticas de los blancos del tiro naval y te—rréstre.

2Q Vulnerabilidad relativa de cadaune. de las bases de fuego.

3Q Valor de los objetivos respectivos.

El principio de superioridad del fuego terrestre sobreel naval ha sido puesto en duda (iltimamente por algunos, subjetivamente, bajo la sugesti6n de los desembarcos realizados en la —

última guerra. Objetivamente, dichos desembarcos s6lo prueban —

el hecho que comentbaniOS al principio: La pasibilidad táctiCade los desembarcos. M&s al relacionar esta posibilidad con el —

principio de superioridad del fuego terrestre, se confunde ex —

traordiflariamente un problema, y tal confusi6fl puede conducir aconsecuencias tan err6neas como peligrosas. La superioridad delfuego terrestre, qe n63.o es t6cnica y te6rica, puede ser anulada f&oticamente. Los errores en el artillado’ y organizaCi5fl de’fensiVa de una costa pueden ser aproveChadOS por el agresor,dandoal traste con aquella superioridad te6rica. Esto es lo que ocu—rri5, por ejemplo, en Singapur (G.M. II). Plaza con un artillado invulnerable, fu envuelta y ocupada por tierra por los japoneses, por la viai6n exclusivamente naval con que se había organizado su defensa. De aquí no se puede ‘éxtraer ningún argumentocontrario al principio de superioridad que comentamos, sino todolo contrario. El olvido de ese principiO condujo al fracaso del“desembarco” en losDardafle108 en la G.M.I, y s6lo cuando la superioridad del agresor fue tórriblemente abrumadora, cuando sehicieron intervenir nuevos medios (como la aviaci6n), ajenos alduelo entre el buque de guerra y las armas terrestres, y cuandose eludieron las zonas artilladas con calibres primarios de arti

—6-

llena de costa1 como ocurrié en Italia y Normandía (G.M. II),eldesembarco pudo realizarse con éxito, confirm&ndose el principiode su posibilidad, que no contradice el de superioridad del fuego terrestre, porque sus campos de validez son distintos. Para —

definir esos campos ms claramente, nos detendremos a considerarlas acciones de desembarco realizadas en la G.M. II.

En el teatro de operaciones del Pacífico se suceden —

los desembarcos con éxito, primero por parte japonesa y luego a—mericana. Tales desembarcos son ejemplo típico de su posibili —

dad, cuando no se dispone de armas y organizaciones especí ficascontra desembarcos. Las acciones de ambos contendientes se apoyaban esencialmente en la flota, y las operaciones de desembarcose presentan como consecuencia natural de la evolucién de la guerra en el mar. Se trata del caso normal de choque entre poten —

cias navales, que aplican el sistema indirecto de defensa de lacosta. Es cierto que hubo acciones de desembarco durísimas, quevienen a confirmar la dificultad que presenta tal tipo de operaciones y las posibilidades defensivas de las fuerzas terrestres,pero la carencia de una artillería de costa adecuada, reducía —

normalmente a los defensores a un estado de inferioridad sustancial. Cuando la batalla aeronaval se decidía, el vencedor podíaaproximarse a la costa con sus buques de guerra, elegir el mejorlugar para desembarcar y apoyar el desembarco con artillería na—valy aviación, bombardeando a placer el territorio adversario.Las dificultades aparecían después del desembarco propiamente dicho, principalmente cuando los defensores eran los japoneses yéstos se apoyaban en la jungla, para impedir la penetracién.

Dos casos dignós de hacer notar, por opuestos al de —

Singapur antes citado, son los de destrucción por la flota inglesa de parte de la francesa en puerto (para evitar su posible in—corporacién a la Francia de Petain), así como el ataque a la italiana en sus bases. En ambos casos, la accién naval fué posiblepor el completo descuido por italianos y franceses del artilladode costa, que al parecer consideraban posible suplir con la misma flota, sin comprender el gravísimo error de tal teoría. Estocontrasta con el carácter fundamental que en la defensa de sus —

bases daban los ingleses al artillado de la costa, que permiti6conservar Malta (préxima a Italia, y a veces sin proteccin de —

la flota), inatacable por fuego naval.

En el teatro de operaciones europeo hubo dos desembarcos notables, ambos alemanes: Noruega y Creta. El primero fuéaeronaval y el segundo aéreo. El interés que ofrece SU estudio,desde el punto de vista del artemilitar, es superior al de losdesembarcos aliados, y no estriba en las modalidades ejecutivas,sino en el hecho de que en ambos se rompi6 con lo que algunos —

consideraban un principio universal de los desembarcos: La nece—sidadde disponer de la superioridad naval. Los alemanes la sutituyeron por la sorpresa; cuando la flota inglesa quiso reaccinar, la tierra firme era alemana, y con ellas las temidas bate —

—7—

rías de costa, a las que no era posible sorprender nuevamente.Esas baterí as, en el caso de Noruega, impedían a los aliados elataque naval directo a los puertos clave de la costa.

Por su parte, los aliados desembarcaron en el Nortede Africa, Sicilia, Italia y Normandía. Sin duda, el estudio —

de todos estos desembarcos es instructivo, y en Italia precisamente se volvi6 a comprobar que, aun en inferioridad de condi —

ciones, las fuerzas da la defensa pueden causar terribles que —

brantos a las desembarcadas, que en alguna ocasiGn estuvieron apunto de abandonar la empresa; pero el desembarco cia Normandaes el m&s interesante de todos, por suscolosa1eS proporciones,porque se enfrent6 con una defensa bien organizada y porque en

se condensaron las enseñanzas adquiridas precedentemente, —

tanto por el atacante como por el defensor.

La “barrera de]. Atlántico” no era un “bluff”, como algunos, sin conocerla, han dicho, sino una organiZaCión defensiva de un litoral como no ha habido otra en la historia, COfl notables innovaciones en los sistemas de fortificaci6fl y artillado. En la concepci6n de la defensa se pueden encontrar defec —

tos, sin dudá, pero tambin muchas virtudes, que no han sido sficientemeflte estudiadas: La sorpresa t&ctiCa era imposible (salyo en el caso de pequeños comandos), el envolvimiento verticalestaba previsto y no afectaba (ni afect6), a la seguridad esencial de la defensa. La capacidad de reacci6fl inmediata era suficiente para dar tiempo a la reacci6fl a nivel superior, y el —

artillado de los puntos vitales de la defensa se xnostr6 tan extraordinariamente eficaz, que hubo baterías de costa capaces deresistir hasta el final de la guerra, impidiendo a los aliadosla ocupaci6n de los puertos de Bretaña, que estaba prevista porenvolvimiento terrestre. Lo que ocurri6 aquí fue que la inenta—lidad de]. mando aleintin no era tan limitadamente naval como lade los defensores de Singapur, y la defensa de la artillería decosta estaba prevista contra ataques por tierra y por aire.

Una enseñanza que se debe extraer del desembarco enNormandia es que la defensa artillera terrestre no s6lo no fra—cas6, sino que cuupli6 con creces cuanto los In&s optimistas podían esperar de ella, obligando a los aliados a la jnger.te labor de creaci6fl de puertos artificiales, para sustitUir a losque no podían conquistar. El artillado de costa no tenía por —

objeto impedir el desembarco en toda la costa, sino en determinados puntos vitales, cuya poseSi6fl colocaría al adversario ensituaci6n favorable. El resto de la costa se defendía COfl tropas normales, apoyadas en la gran ventaja que les ofrecía la acci6n prohibitiva del artillado en otros puntos.

Llegados aquí, cabe hacerse una pregunta. Con supe -

rioridad aérea total, como hubo en Normandía, y con capacidadpara crear puertos de circunstanciaS donde convenga, las vías —

posibles de penetraci6fl en fuerza se multiplican extraordiflari..

—8—

mente, ¿no cabe, pues, pensar en la inutilidad de un artillado —

fijo en la costa?. La contestaci6n a tal pregunta ha sido dadaya por la escasa crítica objetiva de la batalla de Normandia(encuanto defensiva), que se muestra unAnime en un punto. Ni los —

puertos artificiales, ni la superioridad aérea, ni ninguna otrade las ventajas de que goz6 la acci6n aliada, pueden considerar—se determinantes inequivocos del resultado, pues el fracaso delmagnífico plan de defensa alem&n se debi6 a un error gravísimo —

de su Alto Mando, achacable personalmente a Hitler.

Los puertos de circunstancias ofrecen un valor muy inferior a los permanentes, y no empiezan a rendir el máximo de —

sus posibilidades hasta que la penetraci6n est& consolidada,peroes que antes que &sto ocurra debe lanzarse el contraataque, e]. —

gran contraataque que Hitler nunca se decidi6 a ordenar, y no ——

porque la aviaci6n aliáda hiciera imposibles los movimientos dereservas, ni. mucho menos. En Norinandia, como despus en Corea,se demostr6 que unas tropas hábiles pueden operar en condicionesde gran inferioridad area. Lo que ocurri6 es que Hitler estabaconvencido de que el desembarco de Norinandía era una acci6n “demostrativ&’, destinada a alejar sus reservas estratgicas de lazona de Calais, en la que esperaba el ataque principal.

Se ha dicho antes que la capacidad de reacci6n inmedi,ta de la defensa alemana era suficiente para permitir la reacd6na nivel superior, y así se demostr6 en la realidad, pero dicha —

reacci6n nunca se produjo. Los aliados se aproximaban a Paris yel Ejército de la zona de Calais continuaba inactivo, esperandolo que nunca lleg6. El error es tremendo, porque aun suponiendoacertadas las previsionés de Hitler sobre las “intenciones” adversarias, un desembarco que llega a adquirir la consistencia yamplitud del de Normandia se convierte en principal, por secundario que pudiera ser en las “intenciones” originarias. De aquíla posibilidad de terminar esta reseña hist6rica con una conclu—si6n practica para la coriducci6n de las operaciones de contradeaembarco: La acci6n actual hay que cómbatirla en funci6n del peligro real que representa y no por las intenciones que a riori S3

ponemos lleva. Esta normal general de la guerra, en la defensa- de costas tiene un valor crftico, porque la fuerza del atacante

aumenta continuamente conforme se consolida el desembarco.

Y.- ELCONTRADESEMBARCOYLADEFENSADECOSTAS

Ya se ha indicado que, en principio, la mejor forta deevitar los desembarcos es hacindolos imposibles a distancia (dominio del mar). Para conseguir ésto hace falta que los medios(navales y areos) y la situaci6n lo permitan. Si el dominio delmar est& garantizado, cabe dar importancia secundaria a la defeea terrestre. Mas ni en ese caso esta justificado su descuidoporque las superioridades (naval, area o terrestre), son rever—

—9—

sibles, y su reversi6n no significa la prdida de la guerra, sinola temporal de posibilidades ofensivas en el medio de que se trate. Tales pérdidas temporales de superioridad, obligan a reforzarse defensivamente. Esto es lo que ocurri& a los Estados Unidos en la G.M. II, a]. ser derrotados inicialmente en la mar porlos japoneses. Ante la posibilidad remota de un ataque a sUS COStas, dedicaron un notable esfuerzo a fortificarlas.

El m&s grave problemá que ha presentado muchas veces —

la defensa del litoral costero, es que el desarrollo imprevistode los acontecimientos obliga a improvisarla (Caso de los japoneges, en la segunda fase de la guerra en el Pacifico). De esta —

defensa se acuerda uno cuando la amenaza es inminente, y precísmente ese tipo de defensa no admite improviscLCi&fl, por requerirlargos estudios, medios específicos y procedimientos especiales.

La definici6n de la superioridad “general” aeronaval —

como e]. mejor medio (indirecto) de defensa de costas, constituyeuna de esas conclusiones generales cuya universalidad es discutjble. Se puede dar el caso de ser francamente inferior, en general, y dominar un estrecho que debe atravesar la flota atacante(Ejemplo, protecci&fl de la costa alemana, en las dos iltimaSgr1des guerras, mediante el dominio de los estrechos B&lticoS) queel dominio de ese estrecho lo ejerza un heutral poderoso; que entre el adversario y nosotros exista otro país (Italia, respectoa España), y otros muchos m&s, que unidos a las característicasde la mar y laa costas impiden el ataque directo, al menos en —

primera instancia. Todo sto habr& de ser considerado al valorar una defensa concreta.

El principio de superioridad aeronaval, como condiciónnecesaria del ataque a las costas, tambión es sólo general, encuanto hemos visto que pueden darse ataques por sorpresa. Naturalmente, tales ataques suelen implicar una superioridad de ca—r&cter local, pero esa superioridad puede no ser de medioS, SinOde concepci6fl t&ctica, y conviene diferenciarla de la general —

antes citada.

El contradesembarCO es sólo una parte de la defensa decostas que conviene delimitar COfl precisiófl, para no salirnos delos limites de la tesis. La defensa de costas actza ctfnuamete, aunque no haya intentos de desembarco enemigo. Tal deensapresenta un aspecto aeronaval, y cumple misiones importantes deexploración, protección (navegación de cabotaje), vigilancia, minado de zonas marítimas, etc.. En general, estimo que la defensa de costas no sólo comprende la del litoral terrestre, sino ladel espacio marítimo necesario a la vida de ese litoral, que enparte est& “vertido” hacia la mar. Tal. defensa puede implicar —

acciones aeronavales en profundidad, que lo son de defensa decctas por la idea que las mueve. Sin embargo, el dominio de Un —

mar interior (en el caso de España, por ejemplo, el del Medite —

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rr&neo Occidental), es ya algo ms que defensa de costas, aunquecontribuya a asegurarlas.

El contrádesernbarco sólo existe en acto cuando el desembarco se inicia. Aunque en teoria quepa pensar en frustrarloa distancia, la acción no se puede considerar iniciada hasta elcomienzo de los fuegos navales ó aóreos de apoyo a la fuerza anfibia, y, m&s correctamente, hasta que empieza la reacción con —

tra esos fuegos.

Atendiendo a ese mismo criterio, el contradesembarCo —

se debe considerar terminado cuando el desembarco se consolida;es decir, cuando cesan los fuegos aeronavales de apoyo a la fuerza desembarcada. Dicho de otra forma, cuando esta fuerza pasa aser autosuficiente t&cticamente, lo que no quiere decir quela —

misión de la Marina o Aviaci6n embarcada termine con el desembarco, pues su apoyo logístico y de fuegos puede continuar durantelargo tiempo, pero a nivel estratógico.

VI.- FORNASDEATAQUEALLITORAL

Las formas elementales de ataque al litoral terrestrelas podemos dividir en “generales” y “especificas”. Las “generles” son las mismas utilizadas contra los frentes terrestres y —

el interior del país. Las “específicas’ sólo son posibles con —

tra la costa.

A) Generales

Comprenden los bombardeos a&reos y con proyectiles autopropUlsados y los desembarcos aóreos.

B) Especificas

a) Fuego naval convencional.

— De buques de superficie.

— De submarinos.

b) Desembarcos navales.

— Con idea de penetración en fuerza, basados en la superiridad de medios.

— Con idea de ocupación en fuerza, basados en la superiorjdad o en la sorpresa.

— Con idea de retirada, una vez cumplida la misión.

c) Colpes de mano de entidad limitada (Su diferencia con el —

anterior, del que puede ser considerado un caso particulax

estriba en quo el golpe de mano se basa necesariamente en

— 11 —

la sorpresa, que no ha de ser solamente inicial, sino quedura tanto como la acción).

Se entiende que los diversos tipos de ataque se puedensimultanear (Ejemplo, desembarcos navales y aóreos). El quelos medios atacantes (v.g., aviones), tengan su base en tierra o a flote, no afecta a la clasificación anterior, realizada desde el punto de vista del atacado.

VII.- FASESGENERALESDELDESEMBARCO

Desde el punto de vista de la defensa, en los desem —

barcos se pueden distinguir las siguientes fases generales:

12 Aproximación a la costa de las unidades que desembarcan.

2 Establecimiento de la cabeza de playa.

39 Consolidación del desembarco.

De acuerdo con el criterio establecido para delimitarla defensa contra desembarcos, despus de la consolidación se —

estima terminado el desembarco, cuya explotación no difiere esencialmente de la de un xito terrestre ni exige estudio específico, desde el punto de vista operativo (no así, quizá, desde ellogístico).

De las tres fases indicadas, sólo es absolutamente necesaria la primeras Así, si la finalidad del desembarco no esla de penetración posterior, la consolidación puede no necesarse. Todo dependerá del objetivo concreto y de si existe o no —

la idea de retirada. Si se trata de un golpe de mano, puede noser necesario el establecimiento o conquista de la cabeza de —

playa.

a) Aproximación

Puede hacerse en secreto, total o parcialmente. Cuando —

la operación requiere gran despliegue de medios y se realizacon idea de penetración posterior o, simplemente, de perma —

nencia en fuerza, la superioridad se hace prácticamente necesana. No obstante, la sorpresa puede desempeñar un impor —

tante papel en la acción, no sólo como elemento coadyuvante,sino como factor fundamental de la misma superioridad (Noruega).

En esta fase, las fuerzas de desembarco son extraordina —

riamente vulnerables, pero cuentan con el máximo apoyo aeronaval. Para disminuir la vulnerabilidad, la aproximación ala costa se puede realizar por oleadas, y así resulta necesario hacerlo si el desembarco ea de gran entidad.

—12—

b) Establecimientodelacabezadeplaya

En esta fase se puede producir la sorpresa, como continuacin de la anterior y con las mismas ventajas y limitaciones.Constituye un momento crítico del desembarco, por la falta deespacio para el despliegue de ataque, porque es necesario salvar los obstáculos defensivos de la orilla y porque cuando laorganizaci6n defensiva está adelantada se produce el choquecon la barrera principal de fuegos en las peores condicionespara el atacante. A favor de ste se encuentra la máxima disponibilidad de fuego de apoyo aeronaval, que en los primerosmomentos del establecimiento de la cabeza de playa puede serprácticamente la misma qué en la fase de aproximaci6n.

El establecimiento de la cabeza de playa se puede considerar terminado cuando se alcanza una primera línea de objetivos que deje las playas a cubierto. Mas precisamente porquese trata de asegurar posiciones que cubran la playa, los fuegos de apoyo naval pueden perder eficacia y empezar a mani —

festarse sus inconvenientes principales en el apoyo (Trayectorias tensas, concebidas para el dúelo artillero en la mar,y no para adaptarse al terreno).

Naturalmente, la profundidad de una cabeza de playa ea relativa a su importancia. Según las fuerzas que la guarnezcan(que a su vez dependen de la finalidad posterior), la línea—de objetivos que limitan la cabeza de playa varía, pues ha deofrecer profundidad suficiente para. el despliegue normal dela unidad que se trata. En general, en desembarcos de pequeñas unidades, la cabeza de playa se puede considerar constituida cuando sus objetivos finales cubren la playa de los —

fuegos de infantería adversaria. Si se refiere a unidades —

tipo Divisi5n, la cabeza de playa debe permitir el desplieguede todos sus escalones, lo quesupone liberar la playa de losfuegos de artillería ligera de la defensa.

Como se ve, el establecimiento de la cabeza de playa puedeconstar de dos fases: El desembarco propiamente dicho y la —

consolidaci6n táctica del mismo (ocupaci6n de los objetivosque limitan la cabeza de playa). Cada una de esas dos fasespresenta aspectos te6ricamente favorables y desfavorables, ysalo el estudio concreto del terreno y los medios permitiráresolver una cuesti6n problemática a priori, como es la defjnici6n del momento y lugar más adecuado para la defensa.

Por último, el establecimiento de la cabeza de playa res —

una operaci5n táctica siempre, aunque su trascendencia uedaresultar estratégica y se empleen fuerzas numerosísimas. Encierto modo, la profundidad mxima de una cabeza de playa sedebe referir a las necesidades de la Gran Unidad Divisi6ri, ysi se emplean varias en su establecimiento serán Divisibnes

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acoladas. De aquí que una cabeza de playa no permita el usonormal de los puertos (naturaj.ea o a.rtiUciales), que estaránbajo el fuegó conttnuo de parte de la. artillería adversaria.

c) Consolidacjóndeldesembarco.

La consolidación de un desembaróo se puede considerar lograda cuando se alcanza una segunda línea de objetivos que —

permite desplegar las fuerzas terrestres necesarias, para iniciar una ofensiva, o para mantenerse defensivamente, con ideade permanencia, sin necesidad del contínuo apoyo de fuego aeronaval que acompañó al desembarco. Implica la liberación —

práctica de los puertos (naturales o artificiales), del fuegocontinuado de la artillería de la defensa (se comprende que —

esta liberación no es absoluta., dado el alcance de las armasactuales), y sobre todo la autonomía de fuegos de la fuerza —

desembarcada, que deja de depender sustancialmente del apoyoaeronaval. So comprende tambión que en esta fase se pueden —

presentar momentos de crisis de fuegos de apoyo para el ata —

cante, con lo que se llega a la conclusión de que no procededefinir ninguna fase o momento como los más favorables para —

la defensa, y que las teorías que así lo hacen nacen de experiencias particularísimas, que pueden resultar perniciosas para la resolución de un caso concreto.

VIII.- VALORACIONACTUALDELLITORALTERRESTRECOMOOBJETIVO

Hasta la aparición de la aviación, las únicas formas —

de ataque al litoral eran las señaladas como “específicas” en elcapítulo VI. Contra las agresiones por el fuego naval, la defensa la constituían las acciones de fuego de la flota propia (cuando existía o estaba presente), las minas y demás procedimientosde cierre de zonas y puertos y la artillería de costa. Contra —

los desembarcos y golpes de mano actuaban los medios anterioresen las fases de aproximación y ejecución, y las fuerzas terres —

tres de cobertura y reacción, cuando el adversario alcanzaba latierra.

En la situación que se acaba de indicar, el litoral —

• costero se diferenciaba del interior del país en un doble sentido: 1Q Constituía un “frente”, como las fronteras terrestres, —

aunque la discontinuidad y problematicismo del contacto le daba• carácter “potencial”. 2Q Constituía un objetivo de guerra diferenciado, que exigía medios espeáificos de defensa.

Hoy, ni bien el litoral costero sigue conservando su -

carácter de frente potencial, su diferenciación del interior encuanto objetivo se ha perdido en gran párte. Desde el punto devista de su vulnerabilidad al fuego adversario, la costa, engeneral, no constituye un objetivo primario dentro del territorionacional, aunque en ella pueden existir objetivos específicamen—

- li -

te valiosos (por ejemplo, Bases Navales). Las ciudades, las industrias, los puertos comerciales y los nudos de comunicacionesde la costa no son, por principio, más importantes que los del —

interior. Zaragoza y Sevillaest&n tan expuestas a clestruCCi6fl,y pueden resultar tan valiosas, como Valencia o Bilbao. La anu—laci6n del nudo de comunicaciones de Madrid, en cuanto tal nudo,puede ser más perjudicial que la del puerto de Barcelona. No se‘trata ahora de dar soleion.es más o mCnos t,e6ricas al problema —

de la defensa, tales como la dispersi6n de la poblaci6n civil it

reticulaci6fl de la red de comunicaciones terrestres y la de piartos “zona”, sino de poner en evidencia que la zona del litoralcostero no constituye objetivos de fuegos específicamente dife. ciado. Esto lleva implícita una devaluacJ.6n relativa del litcral, que ya no es la zona vulnerable, sino una de ls vulnerab1S

Es posible que, en valor absoluto, el litoral eec. iásimportante que nunca, pero las modificaciones de valor hay que —

considerarlas en el sentido relativo antes citado, porque en laguerra todo es relativo y a travs de se distribu —

yen los medios y responsabilidades de la defensa. Respecto a lacosta, ya no es aconsejable ni posible una defensa general, sinodefinir objetivos específicos. La “defensa de costas” no ha cedido su misi&i contra las formas de ataque que la hicieron nacer,aunque resulte parad6jico. Contra los ataques a6reos se emplean,

como medios activos, la aviaci6n y la artillería AA (clásica y cohete), de la defensa del territorio nacional, que ha de ser concebida unitariamente. En la costa nos encontramos con objetivos específicos, como las Bases Navales, que pue.den requerir defensa inmediata, independizada de la general del país en su empleo tcti—co, pero estrat&gicameflte ligada con aquella. Tambifl pueden —

constituir objetivos específicos determinados puertos comercialesy vías de jnvasi6n. Rospecto a todos estos objetivos de]. litoralterrestre, cabe hacer una diferno{aci6n muy importante: Defensivamente considerados, hay objetivos qu ic.esitmo8 conservar encondiciones de utilizaCi6fl o actividad (como las Bases Navales)y hay otros que tienen que ser negados al e4versario (como las’—vías de invasin). Los primeroi son, por decirlo así, posi.ivos,y los segundos negativos. Respecto al carácter positivo o negativo de los objetivos, no puede ser definido “idealísticamente”,sino realisticafliente. Así, si el supuesto enemigc es más poderoso que nosotros en medios aireOS o en proyectiles autopropulsa —

doe de gran alcance, y nuestra def?nsa antiarea no est- a la altura de las circunstancias, el definir el puerto de Barcelona ( mucho menos la ciudad) como objetivo positivo, cuya conservaciónen actividad es esencial, constituiría un ejemplo de definici6flut6pica. La ciudad y el puerto pueden ser destruidos e inutilizados. Mas el segundo conserva siempre el valor que pueda tenercomo objetivo negativo, que hay que prohibir al adversario, encuanto base logística de una penetrac’i6fl en fuerza. Respecto aestos objetivos negativos, parecen haber perdido cierto: valor —

últimamente, con el empleo de puertos artifcia1eS de circunstaacias (Normandia), pero esa prdida de valor ya se ha dicho que —

— 15 —

es muy relativa4 Un puerto artificial no puede construirso encualquier parte, ni suele sustituir definitivamente a uno preexistente (natural o artificial). Además, hay que construirle.

La consecuencia de todo lo anterior es que las valoraciones de los objetivos del litoral varían, y tienen que estarreferidas a una hip6tesis de guerra.

IX.- LOSMEDIOSCONTRADESEMBARCO. VALORACION

A) NavalesyAeronavales

Cuando el desembarco se basa en la superioridad de medios

se debe descartar el. choque abierto entre nuestras fuerzasnavales y aeronavales y las del enemigo.

Si el desembarco se basa en la sorpresa y no implica superioridad, cabe buscar el choque antes citado, si descubrimossu intenci6n a tiempo.

Lo anterior es válido para la fase de aproximación adversaria a la costa y permite establecer las siguientes conclusiones prácticas:

lQ Un desembarco importante no se basará necesariamente en —

la superioridad inicial. Cuando se descubre la intenci6nde hacerle, las fuerzas navales y areas deben tantear alenemigo, para definir si su superioridad actual es real oficticia, y obrar en consecuencia. Incluso un poderoso,no obra siempre con todo su poder, y puede tratar de aprovecharse del respeto que ese poder inspira, constituyendost una forma de sorpresa.

2Q La .acci6n naval y aérea propia, en la fase de aproximanadversaria debe, por principio, tender a apoyarse en la —

sorpresa. Especialmente en la mar, los medios típicos deldébil (submarinos, lanchas rápidas), son los que pueden —

resultar más eficaces, y su eficacia se multiplicará manteniendo en secreto su existencia y con el empleo de nuevos procedimientos.

Cuando se inicia el desemba*co, las acciones n.vales y ae

ronavalos propias pueden continuar, como se ha indicado anteriormente. Estas acciones parec.e que deben ser coordinadas,en general, por un Mando únicc, aunque la iniciativa táctirano debe ser interferida por dicho Mando, por considerarse —

que, en situaciones de inferioridad, la iniciativa es fundamental.

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B) Terrestres

Si el enemigo se basa en la superioridad de medios, es muy

poco probable que su acción se pueda abortar, ni siquiera dañar sustancialmente, antes de su iniciación. La extraordinaría superioridad adircrsaria hace adquirir un valor Lundamen —

tal a las fuerzas terrestres de la defensa, cuya acción, si —

bien puede ser coordinada con la naval y aeronaval antes citdas, adquiere un carActer independiente. Como la independencia de las acciones es el principal parmetro de la definiciónde Mandos operativos concretos, vale la pena analizarla.

La acción terrestre suele ser desfasada en tiempo respectoa la naval o aeronaval, y suceder a una imposibilidad de re —

solver la situación en la mar. Aunque, naturalmente, todo loque en la mar ocurra repercute en algún grado sobre la defensa terrestre, el &xito o fracaso de asta no está indefectib1mente ligado s.l marítimo, y óste es el argumento fundamentalpara definir una acción como operativamente independierlte.ASícomo la manifiesta superioridad de los medios adversarios suele implicar la imposibilidad de aceptar el choque abierto enla mar o en el aire, las fuerzas terrestres son las ‘unicas —

que pueden entablar la acción en condiciones francamente desventajosas, conservando notables probabilidades de óxito.

En cuanto a los medios terrestres de contradeseznbarCO, estudiaremos aparte los uespecifiCOSt, constituidos fundamentaimente por la artillería de costa, y los “geflerales’t, que sontodos los de dotación en el Ejército de Tierra.

a) ArtilleríadeCosta

Como se ha dicho en el capitulo IV, la artillería de —

costa. nació para enfrentarse a un sólo adversario, el buque de guerra (o nave de desembarco), que se aproxima a lacosta. Contra otros medios, como la aviación, no puede ].uchar.

La aparición de la aviación planteó a la defensa arti —

llera del litoral un problema no despreciable, pero en nin• g(in modó grave. La”inmunizaCiófl” contra agresiones aóreas

• resultó sencillisinia, y se logró con la vuelta a un sistema de artillado que había sido muy utilizado en el pasado:Las baterías con protección vertical, o asentadas en cave

na, quedesde el siglo pasado empezaron a ser sustituidaspor las asentadas a barbeta, sin que nadie diera razón suficiente para ello (había la económica, muy discutible, yla del sector de tiro, tambión discutible). Vale la penadeténerse en &sto, que constituye una prueba de cómo errores de concepción pueden contribuir al descróditO de un me

dio eficaz y, lo que es peor, al desaprovechamiento de maníficas posibilidades defensivas.

— 17

Las teorías para el artillado de costa han cambiado confrecuencia. Unas veces predominaba el asentamiento a barbeta en cota alta (artillado español de la preguerra)ptrasse buscaba la cota baja, para aumentar la rasancia de trayectoria, y con ella las probabilidades teóricas de impacto (idea de escaso valor prictico, que presidió el artillado español de la postguerra). Con la entrada de la avía —

ción en su mayoría de edad (y esto lo vieron los constructores de la Barrera del Atlántico inmediatamente) ,perdíanvalor las discusiones sobre el alcance y la rasancia, porque el problema acuciante era el de la protección vertical.Pues bien, el artillado en caverna no sólo ofrece protec —

ción contra la aviación, sino contra las armas atómicas, yse puede afirmar que la artillería de costa artillada en —

tal forma constituye el medio de guerra menos vulnerable ala acción de tales armas. Naturalmente, el artillado en —

caverna no elimina totalmente la necesidad de una defensaantiaórea inmediata, como no elimina la necesidad de una —

defensa próxima contra envolvimientos terrestres o aóreos,pero reduce aquólla a tórminos muy razonables.

El hecho de que los modernos buques de guerra puedan lanzar sus proyectiles a centenares, e incluso millares, de —

kilómetros de distancia, no afecta a lo dicho anteriormente, porque esas acciones de bombardeo no tienen nada que —

ver con la defensa del litoral. La teoría hoy sostenida —

por algunos artilleros españoles de que la artillería rayada de costa debe ser sustituida por cohetes de largo alcance, nace de un grave error de valoración del papel a desempeñar por dicha artillería, que es un arma táctica, con 11mitadas exigencias de ataque, y no tiene por quó ser otracosa. Las armas estratógicas deben ser combatidas con armas estratógiCas.

En consecuencia, la artillería de costa no debe ser considerada como medio para evitar agresiones por el fuego, —

que nadie podrá impedir en muchos casos. Se trata funda —

mentalmente de un arna contra desembarcos maritimos.En tanto óstos existan, y exijan la aproximación a la costa de —

determinadas naves, hay necesidad de canalizarlos hacia —

las zonas m&s favorables para la defensa, prohibiendo al —

enemigo las vitales. Esta es, para el autor dé esta tesis,la razón de ser fundamental de la artillería de costa y, —

por tanto, la idea que debe presidir su.empleo. Protege —

las zonas que defiende (incluidas las Bases Navales), no —

contra cualquier agresión, sino contra el ataque próximo —

desde la mar y la ocupación por esta vía, lo que. no es poco. En tal protección ofrece ventajas respecto a la mismaflota, por su permanencia y porque no esta dependiendo ensus posibilidades de acción eficaz de una cuestión tan reversible como la superioridad naval. Naturalmente, en de—

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terminados casos, la artiller! a de costa puede recibir o—tras apiicaciones.(l)

Contra un adversario dotado de enorme superioridad at6—mica, el artillado de una costa puede resultar innecesario,no por su vulnerabilidad específica, Bino porque en talescondiciones se puede destruir y desorganizar Ufl país antesde ocuparlo, haciendo innecesaria la defensa,a]. fin y al —

cabo lo que ocurre con todas las armas.

Respecto a las normas de empleo de la artillería de costa, conviene llamar la atenci&n contra una teoría muy ex —

tendida, que tiene su origen en una directiva alemana parala defensa de la “Barrera del Atl&ntico”. Segin esa tea ,—

ría, en el momento en que se inicia el desembarco, las baterías de costa deben abandonar sus objetivos naturales,pra dirigir sus fuegos contra las embarcaciones que se din.gen a la playa.

La norma anterior constituye un ejemplo típico de joB —

errores en que se incurre cuando se trata de improvisar —

una defensa tan peculiar como la del litoral costero, sinuna doctrina específica y cuidadosamente elaborada. Se pide a un arma que abandone sus objetivos naturales, precísmente en la tnica ocasi6n en que tiene probabilidades ciaras de tener que enfrentarse con ellos. De donde se deduce que para los que sustentan esa teoría la artillería decosta no tiene raz6n de ser, pues la misi6n que se le aSi9na puede ser cumplida mejor con materiales de campaña de —

tiro rápido (por ejemplo, 88/56, en tiro a tierra).

Una batería de costa puede causar al desembarco ms daños indirectos que directos. Su acci6fl eficaz se producecontra los buques de guerra o de transporte. La “caza” depequeñas embarcaciones Cofl un calibre primario es, no saloineficaz, sino una posibilidad anmaia, en cuanto a]. des —

embarco en una zona fuertemente artillada salo se concibepor sorpresa o en las zonas de fuegos muertos de la defensa.

b) Fuerzasterrestres,engeneral

El cai4cter universal de lás tácticaS terrestres, haceque unidades normales puedan ser empleadas en la defensa —

del litoral, sin preparación previa.

La ventaja anterior tiene sus inconvenientes. Al no haber cambios sustanciales en la forma de combatir las unidades, algunos creen que la defensa del litoral costero no —

— e — — —

(1) Por ejemplo, cierre de un estrecho.

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requiere estudios especiales, y que las posiciones defensivas se pueden organizar, y la conducción del combate a realizar, con los mismos criterios que se emplean en cualquracci6n terrestre. Precísamente en nuestro país, se han preconizado a veces, en las revistas profesionales, criteriosde defensa de costas que incurren en el defecto indicado.Así, hay quien la única diferencia que ve entre las posi —

ciones de la costa y las “tipo” para los frentes terresfros,consiste en que en aquellas se incluye en el desplieg’e defensivo a la artillería de costa, empleada con un criterioanálogo a la de campaña. Según esta teoría, el artilladodebe tener profundidad: Los calibres ligeros y secundariosavanzados, y los primarios retrasados, “para que puedan a—poyar a los anteriores” ().

El retrasar los asentamientos de los calibres primariossupone exponer los ligeros y secundarios a que sean bati —

dos por los buques de guerra, con artillería similar a laprimaria, desde fuera del alcance de esta. Por otra parte,como ya hemos dicho, la artillería de costa no tiene raz6nde ser en una posici6n defensiva del tipo indicado, pues —

su empleo se limita a la defensa de ciertas zonas críti’as.

Las teorías antes indicadas, unas veces afirman la conveniencia de establecer la barrera principal de fuegos enla playa, por asimilar la mar a los obstLculos fluvialesotras, sostienen la conveniencia de permitir el desembarco,para que el enemigo empeñe ms fuerzas y sufra un quebrantomayor (Como si estuviera garantizado el éxito de nuestroscontraataques).

La diferencia entre la defensa de la costa y la de posiciones terrestres normales no estriba en la simple determinacin de la barrera principal de fuegos y los contraata —

ques, en funci6n de especulaciones abstractas sobre supuestos momentos críticos del desembarco, que sin duda conviene conocer en concreto, pero no constituyen el. (inico ele —

mento diferenciador de esta clase de defensa.

Las operaciones de desembarco presentan característicasy servidumbres especiales, que la defensa ha de estudiar yconocer a fondo, para aprovecharlas en su favor. Como laguerra en montaña, requiere la consic1eracin de factores —

variables en el caso concreto, algunos de los cuales son —

específicos de estas acciones, como son: Apoyo aeronaval —

al desembarco. Puertos (naturales o artificiales, en actoo potenciales), a disposici6n del enemigo o a su alcance.Circunstancias meteorol6gicas (variables). Terreno (obt.culo, observaci6n, etc.).

En la defensa del litoral terrestre hay tres misiones —

genéricas a cumplir: Cobertura táctica, defensa de posiciones y reacci6n contra desembarcos.

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La cobertura ofrece seguridad contra golpes de mano ydesembarcos de entidad limitada, evitando la sorpresa y —

proporcionando el tiempo necesario para activar las organizaciones defensivas y (o) mover las de reacción. La cobertura variar& segin la importancia del sector costero y,en general, puede ser proporcionada por unidades del. Ejórcito Territorial.

La defensa de posiciones tiene carácter estático e incluye las correspondientes reacciones inmediatas, que implican la necesidad de reservas t&cticas. El estableCi —

miento de posiciones defensivas se hace especialmente importante (y exige activación permanente de la defensa),eflBases Navales, zonas artilladas y aquellas otras en las —

que se considere vital reaccionar desde el primer momento,bien oponióndose directamente al desembarco, bien al en —

volvimiento terrestre, como consecuencia de desembarcos —

aireos y navales a distancia.

La reacción general contra desembárcos constituye unade las cuestiones más problemáticas de la defensa, y respecto a ella recordarem9s la conclusión alcanzada en e]. —

capítulo IV: La acción adversaria hay que combatirla en —

función del peligro real que representa, y no por las intenciones que le asignamos.

Por (iltimo, hay que indicar que, en general, si el adversario emplea armas atómicas y nosotros no disponemos —

de ellas, la defensa contra desembarcos se debe conside —

rar prácticamente imposible, con fuerzas normales. Una —

cosa es que la defensa terrestre se pueda realizar en condiciónes de franca inferioridad y otra pretender llevarlaa cabo con medios impropios, respecto a los del adversa —

río. Nas si la defensa cuenta tambión con armas atómicas,su acción se facilita extraordinariamente. Las operaciones de desembarco en fuerza sebasan aCm en la concentración de medios, de donde deben considerarse muy problemáticas, mientras el defensor conserve su capacidad nuclear.

La consecuenCiá de lo que’ se acaba de exponer es que —

las armas atómicas revalorizan la defensa, en cuanto la —

posibilidad de su empleo por ósta dificultará (y con fre—- cuencia imposibilitará), el desembarco en fuerza. De aquí

que en una guerra nuclear el desembarco Cfl fuerza pierc1el carácter de operación dé ruptura que ha tenido en losCmltimoø tiempos, limitándose a ser una explotación del —

xito atómica.

C) Aóreos

Se entiende aquí por medios aóreos, no el elemento físicoavión, ni las unidades orgánicas integradas en el Ejórcito

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del Aire, sino aquellos con actuaCi&fl operativamente independiente, respecto a las acciones terrestres, navales, aerote —

rrestres y aeronavales.

Las acciones terrestres o navales requieren hoy, general —

mente, el empleo de medios areos, sin que por eso dejen deser terrestres o navales. El hecho de que un Arma apoye a —

otra no justifica denominaciones que desdibujan la ausencia —

fundamental dé la acci6n. Así se ve en las mismas denoiflifla —

ciones orgS.nicas del Ejército de Tierra, con las que trata deser consecuente. Las Divisiones de Infantería, Caballería oCarros cuentan con un potente apoyo de fuegos de artillería,pero el nombre de la unidad no tiene por qu compendiar el detodos los actores, sinosu esencia y. el terreno donde ‘se mide el &xito de la mismas

Seg6n el criterio que se acaba de exponer, en los medioS —

terrestres estudiados precedentemente esta supuesta la exis —

tencia de una Aviaci6fl, iltimese de CooperaCi&fl o Apoyo, y eneste apartado se trata s6lo de las acciones a realizar por laAviaci6n con car&cter independiente. La diferenCiaCifl realizada no es intranscendente, como se vera.

En el caso particular de un desembarco basado en la superioridad, hemos visto que la acci6fl area de la defensa tienepocas posibilidades de resultar resolutiva. De aquí que lasllamadas misiones de superioridad, a las que se da primacía —

conceptual en muchas doctrinas a&eas, resulten un poco utpjcas (Normandfa),Y se traduzcan, a lo mis, en un forcejeo SÍflesperanzas, de resultados desmoralizadores, e incluso catas —

tr6ficos. La pregunta por el justo empleo de la Aviaci6fl, ensta y otras situaciones defensivas esta, en miopini6fl justificada, y no implica una ingerencia en particularidades de —

las t5.cticas aireas, porque est& realizada desde el punto de’vista de la guerra en general (supraareo). Desde este puntode vista, parece que el empleo mus adecuado de los medios a—reos se debe basar en la oportunidad y en la sorpresas y rea—lizarse prefererltofllellte en beneficio directo de aquellas ac —

ciones que se presenten como vitales para el xito de la de —

fensa. Aun en situaci6n de franca inferioridad, todo medio puede resultar eficacísimo, si se emplea con inteligen —

cia. Ni en superioridad lo ser, si la inteligencia se subordina a rígidos y discutibles principiOS.

X.- FASESDELADEFENSA

A continuaci6n se señalan unas fases generales, que —

tienden a comprender todos los casos posibles, si bien no todasse producir&fl siempre y la importancia relativa de cada una va—riar& en el caso concreto.

— 22 —

lFase:Tomadecontactoe

La toma de contacto se puede iniciar por el fuego (ar—tillero y, o, areo), en grados diversos, que dependen de las dis

ponibilidades de medios y de las modalidades de ataque. En estaacciEn se puede abortar un desembarco.

Si el desembarco no se aborta por el fuego en los primeros momentos, el contacto se puede y suele producir entre las

unidades de desembarco y las terrestres de cobertura, continuando hasta que las fuerzas desembarcadas chocan con la verdadera —

organizaci6fl defensiva, supuesta existente. Esta organizaci6fl —

puede estar:

a) En la misma playa, coincidiendo con la de cobertura, si el objetivo es suficientemente importante y así se ha estimado enlos planes defensivos.

b) En el interior, si se estima convenientemente en los planesdefensivos.

Estas posiciones defensivas ofrecen la ventaja de propor —

donar más tiempo para ocuparlas en fuerza, cuando no lo es —

tán permanentemente, y en muchos casos dificultan el apoyo aeronaval, aumentando el rendimiento del fuego propio.

Como el desembarco marítimo puede estar precedido o a—compañado por otros areoS, el contacto puede prt1ucirSe en la retaguardia, lo que lleva a considerar la necesidad de la cobertpra directa o indirecta (reservas) de dicha retaguardia y de la —

defensa circular de los nucleos defensivos.

2-Fase:DefensadeposiCiofles

Empieza cuando el agresor trata de romper las organizaciones defensiVaS.

Seg(in se ha indicado en la primera fase, y de acuerdo

con lo señalado en el capítulo VIII, las posiciones defensivas —

deben ser circulares, no sólo por la posibilidad de envolvimiento vertical, sino porque las posiciones continuas suelen suponerun derroche innecesario de fuerzas. No se trata de impedir queel adversario ponga pie en tierra, sino en determinados puntos —

vitales (objetivos defensivos), 5±fl cuya poSeSi6fl el enemigo severti impedido de lograr sus fines y expuesto a ser aniquiladoAsí, una unidad de paracaidistas lanzada en la retaguardia,Si noalcanza objetivos defensivos s6lidos est5 destinada a la destruci6n, cuando reaccionen nuestras reservas. Incluso alcanzandoobjetivos defensiVOS s6lidos, en ellos no puede resistir indefinidamente, si el defensor mantiene sus posiciones e impide poralg(in tiempo la uni6n de las fuerzas desembarcadas por vía marítima con las anteriores. El &xito de un envolvimiento vertical

— 23 —

depende fundamentalmente de la calidad de la defensa, y esta llmado al fracaso cuando la (iltima es buena.

Igualmente, una fuerza desembarcada por v!a mar! tima —

sufre quebrantos gravísimos en tanto subsiste la posición defensiva, por lo que no puede mantenerse definitivamente en dicha sjtuaci6n.

La importancia de las posiciones defensivas clave es —

extraordinaria y el acierto en su elección estriba en no dejarsesugestionar por las acciones posibles cbl enemigo. Lo que interesa es el objetivo de la defensa.

Como se indicó con anterioridad, en esta fase están spuestas las reacciones inmediatas necesarias en cualquier defensa, así como el apoyo aóreo posible.

3Fase:Reacción

Esta fase tiene por objeto:

a) Aniquilar penetraciones que no se ha considerado necesario impedir en el primer momento.

b) Reconstituir posiciones defensivas perdidas.

c) Aniquilar o rechazar a las fuerzas desembarcadas.

Es de advertir que desde un amplio punto de vista es—tratógico la fase de reacción se considera a veces prolongada —

ms alU de la consolidación del desembarco. Estimo que no escorrecto continuar hablando de contradesembarco cuando la acciónadversaria se ha consolidado. Despuós de ósto, puede resultar —

posible derrotar al enemigo que desembarcó, aniquilándole o arrojndole de nuevo al mar, pero entonces no se puede hablar de desembarco fracasado, sino de acción posterior fracasada.

XI.-. CONCLUSIONESYDEFINICIONDECRITERIÓSDEFENSIVOSGENERALES

Evidenciado que no puede existir un sistema defensivo(inico, y que los tipos y modos de defensa dependen de la valoración previa de objetivos individuales, resumiremos los criteriosque se deducen de todo lo expuesto.

A) CriteriosbsicoS

1Q y fundamental: La defensa del litoral es diferenciada. —

Hay objetivos principales, secundarios y sectores pasivos.La defensa de los primeros puede ser positiva o negativa,y en todo caso responde a modalidades distintas, que vazfen

— 2i —

desde la simple vigilancia, o cobertura de diferentes grados, hasta la defensa estática y total.

22 La defensa positiva de objetivos principales tiene por objeto impedir el desembarco en fuerza (en cuanto defensa —

contra desembarcos), abortándole en su iniciaCi&fl. Se basa en el artillado, que constituye su esqueleto fundamen —

tal.

32 La defensa negativa acepta la posibilidad del desembarco.Se basa en la profundidad de los despliegues, que pueden —

contar con una línea de cobertura o seguridad, una o vatiasposiciones de resistencia y las correspondientes fuerzas —

de reacción. El artillado puede no existir o tener un valor complenieflta.XiO.

42 La defensa positiva será aut6noma y circular con la profudidad necesaria y los medios debidos para mantener el sistema en eficacia bajo la agresión aórea y su esqueleto fundamental libre de ataques terrestres (Envolvimientos aoso por vía marítima; golpes de mano).

52 Por principio, un artillado insuficiente en n(lmero o calidad no ofrece ninguna garantía. Esto es lo que ocurre ciiaiido sólo se dispone de calibres secundarios, cuando las baterías carecen de protección vertical (asentamientos en —

barbeta), cuando sus medios de dirección de tiro se redu —

cen a los 6pticos (defensa “ciega” de noche y con niebla)y cuando los sectores no batidos permiten el desembarco enzonas que amenazan el sistema y no protegidas suficiente —

mente. Todo esto se puede resumir en un principio de cm —

pleo “Suficiencia tócnica del artillado”.

62 La suficiencia tócnica de un artillado no exige paridad depotencia de fuegos COfl el supuesto atacante y, en general,se consigue con medios muy inferiores a los de aquól. Tiene carácter táctico y no hay que referirla a armas estratjgicas, mas que en el sentido de protegerse contra ellas.

7Q 1el principio de suficiencia técnica del artillado se d’dce el de “limitación del artillado”, segCin el cual, salvocasos anormales, no conviene artillar más zonas que aque —

has a defender positivamente y siempre que se pueda consguir el grado de suficiencia técnica que las hipótesis defensivas hagan necesario.

B) CriteriosdecoordinacióndefenSiVa

12 En los objetivOS positivos o que requieren defensa do taltipo (Bases Navales, Instalaciones de la Defensa Area, —

puertos y zonas qzie se estime imprescindible mantener en

—25—

actividad y sean defendibles y, en detalle, las armas quecontribuyen a la defensa), la defensa, que al estudiar suaspecto terrestre se defini6 como aut&noma y circular, debe ser integral; es decir, contra cualquier medio y direc—ci6n de ataque. Su carácter integral implica la necesidadde coordinar medios de los tres Ejércitos. Así, en la defensa de una Base Naval, se utilizarán medios y procedimintos típicamente navales (minas, redes, etc.), los terres—tres ya citados y Aviaci6n de la Defensa1 que dependerán —

de un Mando Integrado. (1)

2Q La defjnjcj6n del Mando de una defensa integrada no debe confundirse con la del Mando o Mandos de las Instalaciones,Centros o zona a defender, que definen jurisdicciones dis—t2ntas. La confusi6n de jurisdicçiOnes puede ser pernicio

sa en caso de guerra. Por principio1 el Mando de una dé —

fensa no se puede defiñir tampoco por el carácter del objtivo, sino por la defensa misma: Fuerzas que la realizany su forma fundamental de actuaci6n.

3Q La necesidad de la defensa integrada no se limita a su conducci6n en los objetivos positivos; alcanza a la planificci6n general. Asi se comprende en cuanto se observa que —

las instalaciones actuales de óada Ejrcito (con la s6la —

excepci6n del artillado defensivo de Bases Navales, por elde Tierra), carecen de ligaz6n defensiva (Caso de algunasde la Defensa A6rea, expuestas a golpes de mano), porque —

la decisi6n unilateral en la instalaci6n impidi6 integrarlas en organizaciones defensivas.

iQ Para conseguir la planificaci6n coordinada de la Defensa —

de Costas (como en otros casos), parece recomendable, en —

España, una ligaz6n específica y permanente entre los tresEstados Mayores Centrales (y precisamente entre ellos).

(1) Empleo la expresi6n Mando Integrado, de acuerdo con muchasdoctrinas extranjeras, que le dIferencian radicalmente delConjunto, por estimar tal diferenciaCi6fl más acertada que —

la indiferenciaCi6fl por la que parece inclinarse el profesorado de EMACON. Estimo que mi aceptaci6rl plena de las ideasde la Escuela a efectos ejecutiVoB, no puede hipotecar mi —

pensamiento en una tesis como asta que, modestamente, pretede ser iniçestigativa.

ELCONTRADBSEMjcO,COMOFASEAEROTERREST1DELA

DEFENSADELLITORALCONTRAOPERACIONESANFIBIA

SEGUNDA PARTE

(APLICADA)

PLANEAMIENTO GENERAL DEL PROBLEMA DE LA DEFENSA DELLITORAL ESPAÑOL CONTRADESEMBARCOS

— 26 —

1.- HIPOTESISDEFENSIVAS

A) Conflictoslocalizados

El valor stratgico de España, que es el que la puedo hacer pesar m.s, militarmente, en el campo internacional, se deriva en grandísima parte de nuestras posibilidades de dominiodel Estrecho de Gibraltar. Si nosotros no garantizamos plenamente el dominio de tal zona, otros tendrán que hacerlo, puesla VI Flota (dominadora potencial del Mediterra1eO), necesitael libre uso del Estrecho. Se comprende, pues, que no pode —

¡nos desinteresamos de lo que ocurra en la orilla Sur.

De aquí que todo conflicto que se produzca en la zona Surdel Estrecho, aunque aparentemente no suponga amenaza para España, interese directamente a nuestro país, que puede verse —

obligado a afrontar las siguientes hip6tesiS.

lQInterVeflCi6fl de otra potencia en Marruecos, ante cualquieremergencia interna.

La instalaci6fl de otra potencia en dicha zona afectaríaal dominio del Estrecho, aparte la amenaza directa que supondría para nuestra seguridad.

2Q Ataques directos a nuestras plazas de soberanía, eP primera instancia, e inmediatamente después a la penÍnsula, porun país que pase a ser satélite del bloque comunista, o enel que se instale un sistema político antiespañol, reforzado militarmente por aliados ms poderosos.

B) Conflictosgeneralizad

1Q Subsisten todas las consideraciones sobre la necesidad dedominar el Estrecho por nosotros mismos.

2Q Ante un ataque oriental a la Europa Central, que pueda lisgar al Pirineo, resulta evidente la necesidad de defendernuestro flanco marítimo mediterr&fleO, actualmente cubiertopor Italia. La ocupaCién de este país por el enemigo po—tencial, supondría un peligro de desembarco Cfl nuestras —

costas, que se podría transformar en amenaza grave si la

— 27 —

VI Flota se ve obligada a abandonar el Mediterr.neO (1)

3Q Ante una amenaza terrestre a nuestro país por la zona pirn&ica, que supondría el dominio por el adversario de la —

costa atl&ntica francesa, son posibles las acciones de deembarco en el litoral catalán y en el cantbrico (zona deBilbao). Tales acciones facilitarían mucho el forzamientode la barrera pirenaica.

Los puertos españoles de Galicia tienen un valor extraordjnario en sí, pues, aparte sus magníficas condiciones naturales, son los únicos de Europa que ofrecen al enemigo potencial salida abierta al océano (los franceses y nórdicoStienen cerrada su salida por la cadena Islas BritniCa8, —

Islandia, Groenlandia). De aquí que la misma zona gallega,que parece no estar amenazada directamente,, pueda ser objeto de ataques por vía marítima, en una segunda fase deleventual conflicto.

5Q La defensa de nuestras costas lleva consigo la de nuestrasBases Navales.

II.— OBJETIVOSDEFENSIVO!

Como se ha visto, pr4cticameiite toda la costa española es sensible a los desembarcos marítimos, y el país en generallo es jn&s a ellos que a los terrestres, pues no se debe olvidarque España es un país mediterrfleO y el teatro de operaciones mditerz4neO es naval, como demuestra la última guerra, y la histaria, en general. Por orden de importancia, la costa española sepuede dividir en tres partes:

12 Zona Sur o del Estrecho.

22 Zona mediterrflea (incluidas Baleares).

32 Zona cant&briCa y Norte-atlAfltiCa.

La zona del Estrecho constituye objetivo defensivo ensu integridad.

(1) No resulta difícil concebir situaciones en las que la VIF10

ta se vería obligada a abandonar el MediterrfifleO. Una es ,

por ejemplo, el peligro de quedar embotellada”, si Espfía

resulta invadida por vía tórrestre. Esta es, en mi opini6n,

la razón de la elecci6fl de la Base principal de dicha Flota

(ROTA), en el AtlntiCo, que dice mucho de la visi’n estra—

tgica del Pent&gonO. El problema ha sido examinado por mi

con amplitud, en el tiBoletin de Difusi6fl de la Jefatura de

Artillería del Ejrcto” (Núm. de diciembre de 1.965).

• — 28 —

La zona mediterránea puede ser subdividida en objetivos parciales, de la siguiente forma:

A) Archipilago balear

B) Litoral catalán (Flanco pirenáico)

c) Litoral levantino.

La zona cantábrica y NorteatláfltiCa ofrece dos bjetivos principales:

a) Zona de Bilbao (flanco portuario del Pirineo)

b) Zona gallega (puertos con salida al Atlántico).

Desde el punto de vista de la defensa contra unasi6n por vía marítima, es interesante definir los puertos para una penetraci6n en gran escala. Estos son, en el Made —

rr&neo, Cartagena, Barcelona, ValenciaY Alicante; en e]. C’nt—brico, Bilbao. La zona gallega es puErto en su integridad.

III.- VALORACIONDEOBJETIVOS

1QZonaSur,odelEstrecho

La importancia de esta zona obliga a buscar su domi’nio, a ser posible desde las dos orillas, entre Cadiz y Máiiga,aproximadamente. Mientras ese dominio exista, los desemba;COSen fuerza no serán posibles en ella, pero sí al Este (Almez.a)y Oeste (Huelva) de la misma.

El dominio del Estrecho no exige una defensa positivade la zona Sur, en la que se pueden aceptar destrucciones. Ladefensa positiva (en el sentido que en el estudio teórico se —

dió a esa palabra), se reducirá a las armas que garanticen el —

dominio y a la Base de Cádiz.

El dominio se refiere al cierredelEstrecho y se obtiene en principio, con un artillado suficiI. DichoartIl.do se complementa con acciones navales., necesarias al cierre —

completo (por ejemplo, sumergibles), pero la posibilidad de tales acciones depende del artillado de la costa.

- Se sobreentiende la conveniencia del dominio del reen la zona del Estrecho, pero este dominio no es absolutamEtenecesario al cierre general del mismo.

Dada la amplitud de la zona del Estrecho, que ip1cauna gran dispersión del artillado, la defensa inmediata dc- 31C

no puede concebirse globalmente, SiflO por posiciones ind.’i’.Uales. Tal defensa proporcionará protecCiófl contra accion a( —

reas, golpes de mano y envolvimientos verticales de limitada entidaci, y ha de ser completada con reservas móviles.

— 29 —

Los desembarcos en fuerza se pueden producir, como yase ha dicho, en las zonas de Almería y Huelva, y dado que ——

ninguna de las dos contituye vía natural de invasi5n de la Fe —

nínsula, las posibilidades de desembarco en ellas se debe considerar que, en principio, s6lo van dirigidas contra la zona delEstrecho. Desde el punto de vista de la seguridad de sta, nose hace absolttamente necesario impedir los desembarcos citados.

Como consecuencia de lo expuesto y de la situaci6n actual puede concl.uirse:

1Q El artillado del Estrecho es suficiente cualitativa y cuantitativaiueute, pero insuficiente t6cnicamente, por:

a) Asentamientos en barbeta (falta de protecci6n vertical).

b) Deficiencia de medios electr6nicos de direcci6n de tiro ylocalizaci6fl.

c) Falta de protecci&n antiaérea adecuada.

d) Carencia de una defensa inmediata eficaz.

2Q En general, los medios terrestres de las Regiones Militares2 y 9 (y los de Ceuta), podrían, en primera instancia, cubrir todas las misiones señaladas precedentemente, excepto —

la defensa inmediata de posiciones artilladas, en las que seecha de menos la Infantería de las suprimidas Agrupaciones —

de Costa.

3Q Necesidad de un Mando terrestre unitario en la zona Sur ydelEstrechol, no s6lo para la costa, sino para el interior (actualmente, la zona del Estrecho est& dividida entre dos Capitanías Generales y el Mando de Ceuta es independiente).

2QZonaMediterránea

A) Archipi&lagobalear

Su importancia estratgica es indiscutible, pero una defensa adecuada exigiría medios de los que no se dispone. Parece adecuada la teoría del Estado Mayor del Ejrcito de laanteguerra, de tratár de asegurar la posesi6n de una isla —

(Menorca) con artillado, y dejar Mallorca con su capacidad —

de reacci6n natural, Esto permitiría reforzar o. artillado•de Menorca con el de Mallorca, francamente insuficiente paraasta, devolviendo a la primera la fortaleza que tuvo, y queperdi6 cuando se llev6 parte de su artillería al Estrecho.

Con el refuerzo indicado, el artillado de Menorca seríaaceptable, bsicamente,efl número y calidad, aunque conma insuficiencia tcnica sefialada para el del Estrecho. Comoeste, y todos los que despu8 se tratar&n, resultaría extra—

— 30 —

ordináriamente reforzado si se completara con piezas de 88/56,que se han quedado anticuadas para el tiro antiareo y se hanmostrado eficacísimas contra objetivos navales en las experiencias realizadas en 1964.

B) Litoralcatal5.n

En el litoral catal&n se encuentra la zona de Barcelona, —

que constituye un objetivo industrial y demográfico de importancia. En principio, toda la zona se descarta como vía principal de invasi6n de la Península. Cabe esperar desembarcosen ella, en cuanto flanco mediterráneo del frente pirenáico.

En cuanto objetivo industrial y demográfico, Barcelona nólo es propiamente de la defensa contradesembarcos, sino de laaárea y antiarea del territorio nacional, que en esta tesisno se estudian.

Al descartar la zona como vía principal de invasi6n maríti.ma de la Península, el problema de su defensa contradesembar—cos se estima debe ser afrontado al nivel regional. El arti—lladó de esta zona no es fundamental, desde el punto de vistade la seguridad nacional, aunque puede aparecer alguna necesidad de l, como consecuencia del estudio regional de la defenma del puerto de Barcelona.

c) Zonalevantina

a) En esta zona se encuentra la Base Naval de Cartagena, queconstituye un objetivo positivo, que requiere un estudioespecífico de la defensa.

Como objetivo positivo, el esqueleto de su defensa con—tradesembarco lo debe constituir el artillado. El actuales aceptable en n6mero y calidad, aunque falto de alguna batería de tiro rápido (88/56, antes mencionado). Insufi —

ciente tácnicamente, presenta las mismas deficiencias queel del. Estrecho.

b) La zonavalenci.ana constituye la principal vía marítima deinvasi6n de la Península desde el Mediterráneo. Es, por —

tanto, un objetivo negativo de primer orden. Su defensano requiere artillado y se debe realizar con tropas normales. Se exige fortificaci6n y prever la destrucci6n integral de los puertos de Valencia y Alicante. Todo esto exigiría un estudio específico, para determinar las obras arealizar con car4cter permanente, la fortificaci6fl ligerao de campaña que en su día las completaría y las fuerzas —

que se deberían asignar a la Regi6n Militar para el cierrede esa vía, que constituiría su miøi6fl fundamental.

3QZonascanttbricayNorte—atlántiCa

A) Zonacantbrica

L.a única zona sensible a los desembarcos en el Cant&bricoes la de Bilbao (o, a lo sumo Bilbao—Santander), por constituir vía de jnvasj6n en sí y amenazar el flanco del frente —

pirenMco en su zona m&s peligrosa. Constituye, ademas, objetivo industrial y demogr&fióo de importancia.

En cuanto objetivo industrial y demográfico, ocurre lo mismo que con Barcelona.

En cuanto vía de invasi6n en sí y complnentaria de la pi—renáica, constituye un objetivo negativo, .l ue se debe —

aceptar la posibilidad del desembarco. Su defensa se realizarl a, por tanto, con fuerzas normales. No obstante, esto es —

uno de los casos en que un artillado complementario puede adquirir notable valor, y cabría justificarle en la defensa específica de la zona portuaria de Bilbao, cuya conquista y utilizacin habría que dificultar al máximo. Cabe, pues, que —

dentro del criterio defensivo aceptado, se definiera dicha zona portuaria como objetivo particular diferenciado, a defen —

der especialmente. Esto s6lo.se podría decidir después de estudiar el plan de defensa, pues la geografía de la zona puedeaconsejar retrasar toda la organizaci6n defensiva, aun a costa de perder el puerto.

B) Zonagallega

En ella se encuentra la Base Naval del Ferrol, cuya defensa contra desembarcos tiene carácter unitario con la de La Coruña. Este complejo, Ferrol—Coruña, exigiría defensa positiva (La Coruña, sSlo contra desembarcos), y a l es aplicabletodo lo dicho para Cartagena.

En cuanto al resto de Galicia, no constituye vía natural —

de invasi6n de la Península. Su valor es el indicado en 1

HIPOTESIS DEFENSIVAS, B), 4, Como objetivo de segunda fase,su defensa no requeriría estudio inmediato, aunque existe elproblema general de actualizar el artillado. Considerado encuanto 11reducto” cónvendría asegurar la zona portuaria Ponteyedra—Vigo, como objetivo positivo.

IV.- CONCLUSIONESYREPERCUSIONESGENERALESSOBRELAORGANIZACIONDEL

EJERCITO.

La exposici6n precedente constituye una síntesis de unestudio más profundo. Afirmaciones como las que aquí se hacen —

— 32 —

sobre la suficiencia o insuficiencia de ciertas instalaciores,nopueden emitirse a la ligera y e(n basadas en una larça o,.perLcia personal sobre el prob1era y en un esfudio ac’ui deal.tac1odel artillado español y de las d sp 1ii1:LdadO5 de trtoi e —

Parque, cuyo estudio ha sido confrontado of: i.oaceTe cr —

datos que obran en la Subinspecci6n de ArtillerLt de Ca,6rgano directivo existente en nuetras Fuerzas A aez .alizado en’ esas cuestiones. Et.o no quiere doJr qu la cpLri delautor sea un reflejo de la do). orgtriieIno eiad3, de le Le difiere en muchos sentidos, pero í es garantía de que esa op:ni( sido sometida a contraste con otra autorizada. La ccn. ueicriesmás generales e import’ntes que se deducen de todo el trabaio re,alizedo son las siguientes:

].Q El Ej6rcito español dispone de los medios y elen€ntos nec.eoa—nos para conseguir una buena defensa contradesezr,bar(;cS, deaoierdo con las directrices generales expuestas en esta teLLis(1)

2Q A pesar de disponer de los medios necesarios, la defensa ac —

tual nose puede calificar de buena, por deficiencias orgánicas y de las instalaciones.

3Q En lo que se refiere al artillado, habría que rébacerle casitótalmente y dotarle de medios suplementarios, eorervno losmateriales y despliegues actLaLe, que en qeneral sot buer.o,e instalando tres nuevas baterías de las disponibles en Par —

que.

4Q Además de las deficiencias orgánicas y de las i!,stalacioneø,hay una de mentalidad, por faltar jefes de Estado 1teyor y delas Armas especializados en este tipo de defeisa. Cctno se dijo en la Parte 1, ,Cap.IX, B), b), las unidades normales del —

Ejárcito son empleables en la defensa de costas sitj aue voníesu forma de combatir, pero hace falta una especializac’dn ydedicaci6n continua en un núcleo de Mandos y Estados Mayores,por lo que la reorganizaCi6fl de las AgrupacioneS de Costa, FUprimidas no hace mucho, sería muy conveniee, para proporcionar esos núcleos de especialistas.

(i) Las baterías artiiladas en los diferentes puntos de la costa

son:

8 de 381/45

7 de 305/50

33 de 152,4/50 (Hay 4 más en Parque)

Además, existen otras 42 baterías auxiliares útiles (deseen

tadas 21 cuyo desartillado ha sido decretado1 por atiguas,

y más de 200 piezas disponibles de 88/56, nuevas, muy aptar

para defensa m6vil del litoral.

— 33 —

5Q La falta de planes de fortificaci6n, destrucci6n y defensivosen general, es consecuencia indirecta de la de especialistasque se señala en el n(imero anterior..

6Q La reconstituci6n de las Agrupaciones de Costa antes indicadaes la única repercusi6n sobre la organizaci6n del Ejrcito aque darla lugar la activaci6n de la defensa del litoral, queno afectaría sustancialmente a las Grandes Unidades que guarnecen las Regiones Militares.

Para terminar, dir& que nuestra defensa de costas exige mucho para perfeccionarla. Pero así como en otras cuestiores(v.g., defensa del. territorio contra agresiones aéreas) lo muchoque hay que hacer es difícil y costoso, en el de la defensa contra desembarcos es fácil y econ6mico.