Charraudeau-Las Emociones Como Efectos de Discurso

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    Las emociones como efectos de discursorevista Versin, n26, junio 2011, La experiencia emocional y sus razones, pp.97-118, UAM, Mxico

    Introduccin

    En las ciencias humanas y sociales, las emociones son objeto de diversos enfoques que dependen dela especificidad de cada disciplina. Dichos enfoques fueron objeto de reflexin en la filosofa antigua(Aristteles), despus en la latina (Cicern) y contempornea (fenomenologa), y la pregunta que seplantea, entonces, es la de saber si, frente a esas otras disciplinas humanas y sociales, esta nocinpuede ser objeto de un estudio especficamente de lenguaje.

    Responder afirmativamente a tal interrogacin supone que se delimite el marco de abordaje en elcual inserta esta nocin ; que se describan las condiciones de su aparicin y que se muestre cmofunciona. El objetivo no puede ser el de responder en este espacio globalmente a dicha tarea. Sinembargo, se tratar de presentar una problematizacin discursiva de la emocin y se ilustrar con el

    ejemplo de la presencia de las emociones en el discurso populista.

    La emocin en el centro de las ciencias humanas y sociales

    El punto de vista de un anlisis del discurso se distingue de aqul de una psicologa de las emocionesque tratara de estudiar : ya sea la reaccin sensorial de los individuos en relacin con laspercepciones que stos tendran de un mundo cuyas manifestaciones desempearan el papel de undetonador de pulsiones, puesto que es verdad que ciertas emociones pueden ser provocadasfisiolgicamente y an ms, pueden ser medidas qumicamente (como el estrs, la angustiao elmiedo) ; ya sea las disposiciones de humor o de carcter de los individuos que pueden sercategorizadas de acuerdo con las tendencias o inclinaciones de esos individuos a tenercomportamientos recurrentes, lo que determinara en ellos tipos de naturaleza de carcter (llamadotambin temperamento) como el ser colrico, atrabiliario, miedoso, angustiado, rencoroso; ya sea

    las reacciones de comportamiento de los individuos ya sean fingidas o reales- frente a eventos quese producen en el mundo o como producto de la accin que otros tienen sobre ellos, reacciones quepueden ser objeto de una categorizacin similar a las precedentes, pero en una perspectivadiferente, ya que no se trata aqu de describir una determinada naturaleza del individuo, sino unareaccin relativa a la situacin en la cual el individuo reacciona. En esta perspectiva, desembocamosen la definicin de categoras como la vergenza, el orgulloo la vejacin.

    Tales estudios, que por otra parte no se excluyen, y que no prejuzgan aqu opciones tericas en lascuales pueden ser llevados a cabo [1], estn centrados en el individuo y proponen explicacionescausales sobre la naturaleza de su comportamiento, ya sea sta fisiolgica o psquica. De estamanera, el miedopuede ser medido qumicamente, puede ser considerado como una caractersticatemperamental o como un comportamiento reactivo que provoca pnico.

    El punto de vista de un anlisis del discurso se distingue tambin de una sociologa de las emocionesque busca establecer categoras interpretativas y tpico-ideales [2] mediante reconstrucciones de loque debera ser el comportamiento humano en el juego de regulaciones y de normas sociales. Deesta manera se ha planteado, a partir de Mauss y Durkheim [3], que las emociones no conciernensolamente la pulsin, lo irracional y lo incontrolable, sino que tienen tambin un carcter social. Enese sentido, las emociones seran el garante de la cohesin social, permitiran al individuo constituirsu sentimiento de pertenencia a un grupo (Mauss), representaran la vitalidad de la concienciacolectiva. Esto quiere decir que, al ser signo de reconocimiento para los miembros de un grupo, lasemociones descansan sobre un juicio colectivo que instituye una especie de regla moral. Infringir laregla conlleva una sancin (Durkheim), lo que en contrapartida da a esos juicios un carcter deobligacin. Aqu se tratara, entonces, de proceder a la descripcin de esas categoras de emocin, denorma, de juicio del comportamiento social en funcin de diferentes parmetros : el grado deuniversalidad (la cleraparece ms universal que la vergenza), la especificidad cultural (el pudor, el

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    orgullo parecen estar ligados al contexto societal), el menor o mayor grado de la orientacin de laaccin (la indignacinparece desembocar en una accin reivindicativa, lapiedadtambin, pero en ungrado menor), en fin, la ms o menos evidente racionalidad (la indignacinparece estar ligada ms aun juicio que se puede compartir- sobre el comportamiento del otro en relacin con normas dejusticia, la angustiams a una pulsin individual sin determinacin precisa de un objeto-soporte).

    El punto de vista de un anlisis del discurso no puede confundirse totalmente ni con el de lapsicologa aunque sta fuera social-, ni tampoco con el de la sociologa -sea sta interpretativa einteraccionista-. El objeto de estudio del anlisis del discurso no puede ser lo que resientenefectivamente los sujetos (qu significa sentir clera ?), ni lo que los motiva a experimentar o a

    actuar (por qu o en funcin de qu se siente clera ?), como tampoco las normas generales queregulan las relaciones sociales y que se constituyen en categoras sobredeterminantes delcomportamiento de los grupos sociales.

    El anlisis del discurso tiene como objeto de estudio el lenguaje en tanto que produce sentido enuna relacin de intercambio, que es en s mismo signo de alguna cosa que no est en l y de la cuales, sin embargo, portador. De ah que el miedo, por ejemplo, no se ha de considerar en funcin de lamanera en que el sujeto lo manifiesta por su fisiologa, ni como una categora a priori en la cual seincluira al sujeto de acuerdo con lo que l es (sus propias tendencias) o conforme a la situacin en laque se encuentra (solo frente a un len), ni como el sntoma de un comportamiento colectivo (elpnico), sino como signo de lo que puede sucederle al sujetopor el hecho de que l mismo seracapaz de reconocerlo como una figura, como un discurso socialmente codificado que, como lopropone Roland Barthes [4], le permitira decir Eso es justamente el miedo ! o simplemente

    Tengo miedo !. Este punto de vista se asemejara, entonces, al de la retrica de los efectosqueest puesta en marcha por categoras de discurso [5] que pertenecen a diferentes rdenes (inventio,dispositio, elocutio, actio), en los cuales habra, entre otras cosas, una tpica de la emocin queestara constituida por un conjunto de figuras. Pero veremos que aunque este punto de vistaconcierne la retrica, esta ltima debe ser completada por una teora del sujeto y de la situacin decomunicacin.

    Por lo mismo, no se perder de vista lo que proponen esas otras disciplinas en la medida en que susanlisis ponen en evidencia los mecanismos de la intencionalidad del sujeto, aquellos de lainteraccin social y la manera en que se constituyen las representaciones sociales. El anlisis deldiscurso las necesita. Ciertas nociones se prestan ms que otras a la interdisciplinaridad porqueestn en el centro de esos diferentes mecanismos. Es el caso de la emocin.

    Por lo tanto, quisiera basarme en los debates [6] que se han dado en esas diferentes disciplinas entorno de las emociones con el fin de extraer globalmente algunas enseanzas que sern tiles paraenmarcar mejor lo que llamo los efectos de emocin presentes en el discurso. De esos debates voya retener tres puntos que parecen tener consenso entre los socilogos, los psiclogos sociales y losfilsofos, y que me parecen esenciales para un tratamiento discursivo de esta cuestin : lasemociones son de orden intencional, estn ligadas a los saberes de creenciay se inscriben en unaproblemtica de la representacinpsico-social.

    Las emociones son de tipo intencional

    La mayora de los socilogos y filsofos estn de acuerdo, en primer lugar, en decir que, sin negar lapertenencia de las emociones al dominio del afecto (siempre hay, de una u otra manera, lo resentidoy lo experimentado en la emocin), stas no son por ende totalmente irracionales y, por lo tanto, noson reducibles a lo que es del orden de la simple sensacin o de la pulsin no razonada. Algunos [ 7]sealan que la filosofa occidental siempre distingui emociones como el dolor, el amor, el miedo, lalstima, la clera y la esperanza, de los impulsos y de los instintos corporales como el hambre y lased. Esta distincin todava es amplia porque la primera categora est an muy ligada a lassensaciones, pero se establece una primera frontera entre lo que podr ser recuperado paraintegrarlo en un campo cognitivo y lo que parece serle totalmente exterior. Otros, posteriormente,van ms lejos mostrando que no se debe confundir emocin y sensacin aun cuando empleamos aveces los trminos sentir o experimentar para hablar de nuestras emociones, para reconocerlaso confesarlas [8]. Como prueba, el hecho de que a dos emociones diferentes (los celos y el deseo)puede corresponder una misma sensacin (el dolor), o que una misma emocin (los celos) puedaprovocar estados cualitativos diferentes (dolor, excitacin, abatimiento, clera). De esta manerala sensacin en tanto que estado cualitativo- no es un criterio de discriminacin lo

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    suficientemente fino para dar cuenta de la diversidad de emociones [9].

    El acuerdo se refiere entonces a la vinculacin de las emociones a la racionalidad. Sin entrar aqu enel debate que inquieta a los socilogos y a los filsofos contemporneos entre las teorasdenominadas cognitivas que, al tratar los estados intencionales en la tercera persona, tienden aabsorber las emociones en una concepcin de tipo intelectual hasta el punto de eliminar el afecto, ylas teoras llamadas no cognitivas que, al tratar los estados intencionales en primera persona,mantienen un lazo con el afecto [10], a partir de ah es admitido que las emociones tienen unabase cognitiva. La racionalidad misma ha sido objeto de una redefinicin en la filosofacontempornea, que ya no la opone de manera radical a los instintos y a la pasin, como en una

    concepcin cartesiana. La aparicin del sujeto como fundamento del pensamiento (a partir de lafilosofa kantiana, y luego de la fenomenologa), permiti integrar en la racionalidad un ciertonmero de componentes que le estn ligados en su conjunto. Como lo resume muy bien JohnElster [11], la racionalidad est al servicio de un actuar para lograr un objetivo (no necesariamentelogrado) cuyo agente sera, de una u otra manera, el primer beneficiario : comprende, por lo tanto,un objetivo de la accin. Pero este objetivo, concebido finalmente como la bsqueda de un objeto,debe ser desencadenado por algo. Se puede decir que ese algo es del orden del deseo, dado que elagente se ve, a fin de cuentas, como beneficiario de su propia accin : esta racionalidad ser, pues,calificada como subjetiva. En fin, se puede hacer la suposicin de que el objetivo de la accin y eldeseo desencadenante no son nicos, sino que son el resultado de una eleccin entre un conjuntode posibles y que, para elegir entre este conjunto, hay que tener ciertos conocimientos sobre lasventajas y los inconvenientes de cada uno de esos posibles y, por lo tanto, una representacin destos. Y como estos conocimientos son relativos al sujeto, a las informaciones que recibe, a las

    experiencias que l ha tenido y a los valores que ese sujeto les atribuye, se puede decir que laracionalidad est ligada a las creencias.

    De esta manera, las emociones se inscriben en un marco de racionalidad por el hecho de quecontienen en s mismas una orientacin hacia un objeto [12] del cual toman su propiedad deintencionalidad. Es porque las emociones se manifiestan en un sujeto en funcin de alguna cosaque l se imagina que ellas pueden denominarse intencionales. La lstima o el odio que semanifiesta en un sujeto no es el simple resultado de una pulsin ; no se mide nicamente enrelacin con una sensacin de enardecimiento debido a un acceso de adrenalina, sino que estvinculada a la representacin de un objeto hacia el cual se dirige el sujeto o al que busca combatir.Esto ampla el concepto de estados intencionales : tanto de los intelectuales como de losemocionales, y todos son a la vez exgenos (reenvan a un objeto exterior hacia el cual estnorientados) y endgenos (son imaginados por el sujeto mismo que, de manera reflexiva, serepresenta este objeto).

    Las emociones estn ligadas a saberes de creencia

    El hecho de que las emociones se inserten en un marco de racionalidad no es suficiente para explicarsu especificidad. No solamente el sujeto debe percibir alguna cosa, no solamente esa cosa debeacompaarse de una informacin, es decir, de un saber, sino que adems es necesario que el sujetopueda evaluar ese saber, que pueda posicionarse en relacin con este ltimo para poderexperimentar o expresar emocin. Un individuo cualquiera puede percibir un len, reconocer sumorfologa, conocer sus hbitos, tener conocimientos zoolgicos avanzados sobre este animal,mientras no haya evaluado el peligro que ste pueda representar para l, en la situacin en la que lse encuentra, no va a experimentar ninguna emocin de miedo [13]. Este tipo de saber tiene, pues,

    dos caractersticas : 1) se estructura alrededor de valores que estn polarizados ; 2) estos valores notienen que ser verdaderos porque no son dependientes de la subjetividad del individuo, sino quesimplemente tienen necesidad de estar fundados para l [14]. Se trata ah de un saber de creenciaque se opone a un saber de conocimientoque se funda en criterios de verdad exteriores al sujeto.

    Lo que est en el debate general, al cual aluda al principio y que todava no est bien deslindado, esel tipo de vnculo que existe entre emociones y creencias. Martha Nussbaum evoca que algunossostienen que las creencias pertinentes son condiciones necesarias para la emocin ; otros, que lascreencias son a la vez necesarias y suficientes ; otros incluso, que son partes constitutivas deaquello que es la emocin ; algunos, en fin, sustentan que la emocin es simplemente un tipo decreencia y de juicio [15]. Este ltimo punto de vista es compartido por varios investigadores [16]que afirman que no hay que considerar que las emociones son sensaciones ms unainterpretacin, sino que son de entrada una interpretacin () de las circunstancias [17]. Y una

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    interpretacin fundada en los valores, da como resultado un juicio de orden moral, ya que laausencia de emocin en tales circunstancias conlleva una sancin moral. Recordemos el acto de lareina de Inglaterra que rompi el protocolo y dirigi un discurso a sus sbditos en relacin con lamuerte de la princesa de Galles para no ser juzgada como indiferente por ellos. Juicio de indiferenciaque no sera interpretado en trminos psicolgicos (la reina es insensible), sino en trminos dedeficiencia moral (la corona de Inglaterra es decadente porque la reina no es capaz de esconder suhostilidad a Diana) : habra ah una ruptura del lazo convencional entre una situacin tpica y lasemociones que ella garantiza [18]. Desde este ngulo, las emociones seran tratadas desde laperspectiva de juicios que se apoyaran en creencias que comparte un grupo social y cuyo acato odesacato conlleva una sancin moral (alabanza o rechazo). En ese sentido, las emociones son un

    tipo de estado mental racional.

    Sea lo que sea respecto a esas posiciones, emociones y creencias estn indisolublemente ligadas :toda modificacin de una creencia conlleva una modificacin de emocin (por ejemplo, la vejacin) ;toda modificacin de emocin conlleva un desplazamiento de la creencia (por ejemplo laindignacin) ; y mucho se podra apostar que toda desaparicin de emocin en una circunstanciasocialmente esperada acarrea finalmente una modificacin de creencias.

    Se puede resumir entonces este conocimiento diciendo que : las creencias estn constituidas por unsaber polarizado en torno a los valores socialmente compartidos ; el sujeto moviliza una o variasredes inferenciales propuestas por los universos de creencia disponibles en la situacin en la que seencuentra, lo que es susceptible de desencadenar en l un estado emocional. El desencadenamientodel estado emocional ( o su ausencia) lo pone frente a una sancin social que desembocar en

    diversos juicios de orden psicolgico o moral.

    Las emociones se inscriben en una problemtica de la representacin

    Si se definen las emociones como estados mentales intencionales que se apoyan en creencias,entonces se puede decir que esta nocin se inscribe en una problemtica de la representacin.

    De manera general, la representacin procede de un doble movimiento de simbolizaciny de auto-presentacin. Es un movimiento de simbolizacin en el sentido en que arranca los objetos delmundo de su existencia objetal (sic) figurndolos mediante cualquier sistema semiolgico como unaimagen que est dada por el objeto mismo y que, sin embargo, no es ese objeto (es la definicinmisma del signo lingstico). Es un movimiento de auto-presentacin, ya que esta construccinfigurada del mundo, por un fenmeno de reflexividad, regresa al sujeto como imagen que l mismo

    construye del mundo y por medio de la cual l se define : el mundo le es auto-presentado, y es atravs de esta visin, que el sujeto construye su propia identidad.

    De esta manera se construira la conciencia psquica del sujeto [19], mediante la presencia en ella dealguna cosa que le es exterior y a la cual se le ha dado una forma-sentido, a partir de la experienciaintelectual y afectiva que el sujeto adquiere del mundo por medio de los intercambios sociales en loscuales se encuentra implicado.

    Sin embargo, esta actividad mental de representacin no es necesariamente interiorizada en elsentido en que se convertira automticamente en fuente de un nuevo comportamiento. Ella siguesiendo una re-presentacin. Jennifer Church [20] hace notar que uno puede representarse unaregla de gramtica de una lengua extranjera sin interiorizarla forzosamente, es decir, ser capaz deaplicarla uno mismo. Al contrario, uno puede aplicar correctamente una regla sin tener

    forzosamente una conciencia clara, como cuando se habla la lengua materna sin haberlaestudiado [21]. Esta autora tambin sugiere que no es la misma cuestin tener vrtigo (fenmenointeriorizado) que saber que la altitud da vrtigo (fenmeno de representacin), lo que paraPaperman explicara la razn por la cual, a veces, las emociones se resisten a la razn (descubrir queuno no tiene razn de tener miedo, no elimina forzosamente el sentir miedo [22]). Lasrepresentaciones se quedan entonces en una relacin de cara a cara con el sujeto, pero a vecespueden interiorizarse, lo que se verifica en el aprendizaje de una lengua extranjera y, de manerageneral, en todo aprendizaje social.

    Quedan an dos interrogantes : (1) podemos hablar de representaciones emocionales y en quson stas especficas ? (2) con qu fundamento las representaciones pueden ser denominadassociodiscursivas ?

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    Se puede decir que una representacin es emocional cuado describe una situacin acerca de lacual un juicio de valor, compartido colectivamente y, por lo tanto, instituido como norma social, diceque esta situacin es conmovedora : un accidente es una situacin acerca de la cual uno se puederepresentar a las vctimas de las cuales la norma social nos dice que son personas que sufren y quedeben captar nuestra compasin. Evidentemente, esta emocin ser experimentada en mayor omenor grado dependiendo del lazo que nos une con las vctimas (parentesco, amistad, amor o ser unsimple espectador). La relacin emocional compromete al sujeto con un comportamiento de reaccinen funcin de las normas sociales a las cuales est ligado, que ha interiorizado o que permanecen ensus representaciones.

    Se puede hablar de saberes de creenciacuando las representaciones implican al sujeto, locomprometen a tomar partido con respecto a los valores, por oposicin a los saberes deconocimientoque le son exteriores, que no le pertenecen, que se desplazan hacia l y no loinvolucran [23]. Decir : los franceses viven en Europa tiene que ver con un saber deconocimiento ; pero decir los franceses son frvolos tiene que ver con un saber de creencia quedescribe las propiedades cualitativas y esencialistas de un tipo de individuo cuya pluralidad dependede los lazos que unen al sujeto con esos individuos (francs/extranjero, grado de contacto/nocontacto [24], etctera). Las representaciones emocionales deben ser consideradas desde el interiorde los saberes de creencia.

    Las representaciones pueden denominarse sociodiscursivas en funcin de que el proceso deconfiguracin simbolizante del mundo se hace mediante sistemas de signos. Pero no por signosaislados, sino por medio de enunciados que significan los hechos y los gestos de los seres del mundo.

    Estos enunciados son como mini-relatos que describen seres y escenas de vida, fragmentos narrados(Barthes los denominaba como fracturas de discurso) del mundo que revelan siempre el punto devista de un sujeto. Estos enunciados -que circulan en la comunidad social creando una vasta red deintertextos- se agrupan constituyendo lo que se puede llamar un imaginario sociodiscursivo. Son elsntoma de esos universos de creencias compartidos que contribuyen a construir a la vez un smismo social y un yo individual (por ejemplo, el imaginario de la culpa, del pecado, del poder).

    Se puede resumir este recorrido de las ciencias sociales modernas sobre el concepto de emocin dela siguiente manera :

    las emociones pertenecen a un estado cualitativo de orden afectivo, porque se derivan deun sujeto que experimenta y resiente estados eufricos/disfricos relacionados con su

    fisiologa y sus pulsiones,pero al mismo tiempo, las emociones pertenecen a un estado mental intencional de tiporacional, dado que apuntan hacia un objeto que es figurado por un sujeto que tiene unavisin del mundo, que juzga ese mundo por medio de valores que constituyen un consensosocial [25], constituyen saberes de creencia en imaginarios sociodiscursivos que sirven comosoporte disparador de un cierto estado cualitativo del sujeto y de una reaccincomportamental.

    Las emociones se encuentran, entonces, en el origen de un comportamiento en tanto que semanifiestan mediante las disposiciones de un sujeto, pero al mismo tiempo estn controladas(incluso, sancionadas) por las normas sociales que provienen de sus creencias.

    Una problemtica discursiva de la emocin

    Las emociones como efectos posibles

    En dnde vemos y en funcin de qu medimos la aparicin de una emocin ? Se debe a que unsujeto dice que la siente ? Pero qu es lo que me dice que lo que ese sujeto dice corresponde a loque siente y cmo asir lo que siente ? Se ha visto que si la emocin tuviera las propiedades de unestado mental intencional, no tendra por ello menos propiedades cualitativas de orden afectivo quela hacen difcil de aprehender : Es la presencia de la excitacin, de una sensacin cualitativa, de uncarcter agradable o desagradable lo que hace que el estado de sentir que p difiere de otrosestados intencionales como el estado de desear que p o de creer que p. No s, contina Elster,si los otros ven los colores como yo, ni si sus emociones son las mismas que las mas. Cuandoexperimentan la vergenza, sienten ellos lo mismo que yo siento cuando tengo vergenza ? No sepuede responder a esta pregunta ; hasta puede ser que no tenga ningn sentido [26]. O bien, es

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    porque aun cuando el sujeto no pretende (por su discurso explcito) estar emocionado, ofrece signosde emocin (lo que no es lo mismo que decir que se siente emocin) ? Pero incluso en ese caso,qu garanta se tiene de que esos signos corresponden a lo experimentado ? En otras palabras,qu prueba se tiene de que haya correspondencia entre lo expresado y lo sentido ? Qu prueba setiene de sinceridad y de autenticidad ? Una manifestacin de emocin puede ser ms o menoscontrolada ; puede serlo con fines tcticos en un intercambio interaccional con el fin de que no sevea, o al contrario, puede ser simulada para impresionar al otro. Incluso, tambin puede ser actuadacomo en el teatro o el cine y expresarse por medio de gestos o comportamientos codificados que nose dan ms que en esos espacios [27]. Se puede expresar una emocin sin buscar conmover y sinembargo hacerlo ; se puede buscar conmover y no lograrlo. Se pueden describir escenas que uno

    piensa que son conmovedoras y no provocar emocin ; se pueden describir escenas que uno piensaque son neutras desde el punto de vista emocional y, por el contrario, provocar en el destinatario delrelato un estado de emocin. En fin, uno puede controlar su emocin o actuarla. No hay relacin decausa a efecto directo entre expresar o describir una emocin y provocar un estado emocional en elotro. De ah la pregunta : se debe estudiar la emocin a partir de su manifestacin en el sujeto quela siente o en aquello que constituye el detonador, el origen ?

    Desde una perspectiva de anlisis del discurso, los sentimientos no pueden ser considerados ni comouna sensacin ni como algo experimentado ; tampoco algo expresado, ya que si el discurso puedeser portador y desencadenante de sentimientos o emociones, no es en l donde se encuentra laprueba de la autenticidad de lo experimentado. No se ha de confundir el efecto que puede producirun discurso en relacin con la gestacin posible de un sentimiento y el sentimiento como unaemocin experimentada. Lo experimentado, adems, no es rebatible. Una emocin sentida, si es

    autntica, se presenta como un brote irreprimible y ningn discurso puede hacer algo al respecto. Larazn no tiene ningn asidero sobre la emocin. Por el contrario, el discurso que pretende produciruna emocin es, en s mismo, refutable : no me vas a convencer ponindote en el papel devctima, se puede contestar a alguien que trata de conmovernos. De igual manera, la expresin deuna emocin se puede explicar una vez mostrada, incluso justificar, si se juzga vergonzosa.

    Las trazas semiolgicas de las emociones

    Existen trazas constitutivas de la expresin de las emociones que le serviran al receptor como basepara, de no experimentarlas l mismo, por lo menos identificarlas ? La respuesta no es fcil, puesaunque se trate del lenguaje verbal, del lenguaje de la imagen o de otros medios de expresin comolos gestos o las mmicas, el empleo de palabras o de rasgos icnicos no constituyen necesariamente

    la prueba de la existencia de una emocin. Palabras como clera, horror, angustia,indignacin, etctera, designan estados emocionales pero no provocan forzosamente emocin.Hasta puede resultar que su empleo tenga un efecto contraproducente : explicitar un estadoemocional podra ser interpretado como una falsa alarma porque como se dice en ciertas culturas :la verdadera emocin se siente, pero no se dice. Otras palabras como vctima, asesinato,crimen, masacre, imgenes de sangre, de destruccin, de inundacin, de derrumbe que van dela mano con los dramas del mundo, exclamaciones (ah !, oh ! ay !) son susceptibles de expresar oengendrar miedos, sufrimientos, horror, pero solamente son susceptibles . S, pero cul ? Noser lo mismo si se habla de una manifestacin silenciosa (expresin de dolor y de indignacin),como la de la marcha blanca de los belgas en relacin con el caso Dutroux ; como la de lasmujeres de la plaza de Mayo en Argentina o la de los espaoles contra el ETA ; o que se hable deuna manifestacin agitada, incluso violenta (expresin de desesperacin y de reivindicacin)como en frica o en el Medio Oriente. Este universo no ser tampoco el mismo si me entero de que

    la vcitima de un vuelo es una mujer mayor, mi jefe, un banquero riqusimo, o que la vctimade un asesinato es un tirano, un dictador o alguien cercano. En otras palabras, como lo demuestra lateora de los topoi [28], la orientacin argumentativa (aqu diramos emocional) de una palabrapuede cambiar, incluso invertirse, en funcin de su contexto y de su situacin de empleo. Lo que sepuede decir es que esas palabras y esas imgenes son, por lo menos, buenas candidatas paradesencadenar emociones. Sin embargo, todo depende del entorno de esas palabras, del contexto, dela situacin en las cuales se inscriben y de quin las emplea, as como de quin las recibe.

    En fin, como ya se ha dicho, hay enunciados que no incluyen palabras emocionales y que, sinembargo, son susceptibles de producir efectos emocionales a partir del momento en que tenemosconocimiento de la situacin de enunciacin : Basta !, gritan las vctimas del ensimo bombardeode su ciudad. Mi hijo era un ser ntegro, un inocente, dice un padre encorvado sobre una tumba einterrogado durante un reportaje en Bosnia. Un da normal en Sarajevo, dice un periodista en la

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    televisin mostrando imgenes del ltimo bombardeo que acababa de producirse en esa ciudad.

    Estos tres tipos de problemas recuerdan que la construccin discursiva del sentido -como una puestaen marcha de efectos intencionales pretendidos- depende de las inferencias que pueden producir losinterlocutores del acto de comunicacin y que esas inferencias dependen, a su vez, del conocimientoque esos interlocutores pueden tener de la situacin de enunciacin. Es decir, desde el punto devista discursivo, trataremos las emociones como efectos posibles que un determinado acto delenguaje puede producir en una situacin dada.

    El marco de la puesta en discurso de los efectos emocionales

    No se puede discutir sobre una nocin, sea cual fuere, si no se presenta el marco terico en el cualse le inscribe. Aqul en el que yo inscribo la nocin de emocin es el de unaproblemtica de lainfluenciaque he definido en diversos escritos y que aqu tan slo resumir muy brevemente.

    Una problemtica de la influencia se fundamenta en cuatro principios : unprincipio de alteridadquesustenta, en una filiacin fenomenolgica, que la conciencia de la existencia de s depende de lapercepcin de la existencia del otro y de su mirada : no hay M mismo sin T mismo. Esto,transpuesto al dominio del lenguaje por E. Benveniste, deviene : no hay Yosin Ty lo mismorecprocamente ; unprincipio de influencia, propiamente dicho, que sostiene que el sujeto que hablabusca hacer entrar a este otro en su universo de discurso ; unprincipio de regulacinque apuntaque hay que regular el encuentro a prioriagonal entre los dos miembros del intercambio, cada unode los cuales tiene su propio proyecto de influencia ; en fin, un principio de pertinencia que indica,

    siguiendo a Sperber y Wilson [29], que hay que tratar de entenderse con respecto al mundo y quepara ello, los dos miembros del acto del lenguaje recurren a entornos discursivos supuestamentecompartidos (tambin es la teora del dialogismo bajtiniano).

    Estos cuatro principios que actan simultneamente le plantean al sujeto que habla un ciertonmero de problemas que hay que resolver para poder intercambiar con el otro y que se puedendescribir bajo la forma de una serie de preguntas : cmo entrar en contacto con el otro ?, cmoimponer su persona como sujeto hablante al otro ?, cmo conmover al otro ?, cmo organizar ladescripcin del mundo que uno propone/impone al otro ?

    Entrar en contacto con el otrose lleva a cabo por medio de un proceso de legitimacin que consisteen : justificar la razn por medio de la cual se toma la palabra, porque tomar la palabra es un acto deexclusin del otro (mientras que uno habla, el otro no lo hace) que hay que poder legitimar ;

    establecer un cierto tipo de relacin con el otro en el cual se le otorga un lugar a este ltimo. Estocorresponde alproceso de regulacin-del que ya hemos hablado- para la realizacin del cual elsujeto que habla recurre a diversos procedimientos de enunciacin (alocutivos, elocutivos,delocutivos [30]) vigentes en el grupo social al cual pertenece tanto como los rituales socio-lingsticos .

    El cmo imponer su persona de sujeto hablante al otroresponde a la necesidad que el sujetohablante tiene de que se le reconozca como una persona digna de ser escuchada (o leda), ya seaporque se le considera creble, ya sea porque se le puede otorgar confianza, o bien porque representaun modelo carismtico que convoca al sujeto receptor a que se identifique con el sujeto hablante.Eso supone que este ltimo tiene que construir una imagen de s mismo que tenga un cierto poderde atraccin sobre el interlocutor o su auditorio. Se trata de la problemtica del ethos.

    El cmo conmover al otroes el objetivo que se plantea el sujeto hablante para hacer que ese otro nopiense y se deje llevar por los movimientos de su afecto. El sujeto hablante se vale, entonces, deestrategias discursivas que tienden a provocar la emocin, los sentimientos, del interlocutor o delpblico con el fin de seducirlo o, por el contrario, hacerle sentir miedo. Se trata de un proceso dedramatizacin que consiste en provocar la adhesin pasional del otro alcanzando sus pulsionesemocionales. Es la problemtica delpathos.

    El cmo organizar la descripcin del mundo que uno propone/impone al otroconsiste, por un lado,en describir y narrar los acontecimientos del mundo y, por el otro, en ofrecer explicaciones sobre elcmo y el porqu de esos acontecimientos. Para lograrlo, el sujeto hablante recurrir a los modos deorganizacin discursiva siguiendo una cierta racionalidad narrativa y argumentativa [31]. Aqu setrata de unproceso de racionalizacinque se inscribe en la problemtica del logos.

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    En el debate que opone a ciertos partidarios del todo es argumentacin a aquellos que distinguenla argumentacin que tiene como objetivo la verdad (en donde se pueden detectarparalogismos) [32] y la persuasin que tiene como meta la veracidad (en donde losparalogismosnotienen razn de ser), yo escojo otra posicin : aqulla que consiste en establecer como nocingenrica, sobredeterminante, una finalidad de influencia que se realiza mediante diversos procesosque estn en constante interaccin.

    El tratamiento discursivo de los efectos emocionales

    Esta problemtica debe ser tratada, entonces, tomando en consideracin estos diversos procesos deinfluencia, en aquello que Goffman llama los marcos de experiencia [33], pero con una teora de lasituacin de comunicacin [34]. Como ya he tratado esta cuestin en varios de mis escritos [35], laresumir con respecto a los efectos emocionales diciendo que stos dependen de tres tipos decondiciones :

    1) que el discurso producido se inscriba en un dispositivo comunicativo cuyos componentes, a saber,su finalidady los lugaresque les son atribuidos previamente a los interlocutores del intercambio,predisponen el surgimiento de efectos emocionales. Por ende, se observar que los dispositivos de lacomunicacin cientfica y didctica no predisponen la aparicin de tales efectos (lo que no significaque no se encuentren jams en ellos), en funcin de la fuerza de la intencin de demostracin, aligual que los de los debates de tipo coloquio de expertos. Por el contrario, los dispositivos de lacomunicacin ficcional(novela, teatro, cine) y, por razones diferentes, de la comunicacin mediticase prestan a ello, as como los de las discusionespolmicas(familiares, polticas). Cuando eldispositivo no se presta, es porque la finalidad comunicativa tiene una fuerte tendencia racional yporque los interlocutores estn situados a distanciade los saberes de verdad ; cuando el dispositivose presta a ello, es porque la finalidad tiene una fuerte tendencia de captaciny porque losinterlocutores estn implicadosen saberes de creencia. En el primer caso, la finalidad del dispositivoes de demostracin; en el segundo, depersuasin.

    2) que el campo temticosobre el cual se apoya el dispositivo comunicativo (el tema delacontecimiento) trate sobre un universo de emociones y proponga una cierta organizacin de losimaginarios sociodiscursivos susceptibles de producir tal efecto. Para los medios de informacin, porejemplo, es el universo de dramas y tragedias de la actualidad ; para el mundo poltico, el universodel desorden social y de su reparacin ; para la publicidad, el universo de la felicidad y delplacer ; para las conversaciones familiares o amistosas, el universo del afecto ntimo ; y secomprender que no hay nada de ello en la comunicacin cientfica.

    3) que en el espacio de la puesta en escena del discurso, el sujeto de enunciacin recurra aestrategias discursivas que sugieren la emocin. De esta manera, dicho sujeto puede elegir reforzar,borrar o incluso, agregar efectos emocionales a las condiciones del dispositivo. Las refuerza cuando,por ejemplo, los medios abordan la muerte dramtica de Lady Di, la princesa de Gales. Los borracomo en ciertos discursos oficiales (y, particularmente, el de la reina de Inglaterra en los funeralesde Diana). El sujeto los agrega cuando, por ejemplo, un hombre poltico convoca a la concentracindel pueblo en contra de un enemigo imaginario.

    Sobre algunos efectos de emocin en el discurso poltico

    Numerosos escritos se han propuesto describir las estrategias de la palabra poltica, y yo mismo he

    estudiado las estrategias discursivas en Le discours politique. Les masques du pouvoir[36]. En otroartculo para la revista en lnea, Discurso y Sociedad, present un anlisis del discurso populista [37].Como este ltimo est particularmente impregnado de efectos emocionales, dar aqu algunascaractersticas recurrentes.

    El discurso populista nace en una situacin de crisis social. Consiste, por lo tanto, en describir estasituacin cuya vctima es el pueblo, en denunciar la fuente del mal, y en alabar los mritos de unlder particularmente carismtico.

    El lder populista describe la situacin de decadenciade la cual el pueblo es vctima, sirvindose de latpica de la angustia : Un milln de inmigrantes, un milln de desempleados, profera de maneraterminante Jean-Marie Le Pen, hace ya algunos aos. Entre ms simples sean las frmulas,esencialistas y amenazadoras, el efecto emocional buscado tiene mayores posibilidades de tener un

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    impacto.

    El lder populista denuncia la fuente del maldesignando, no a los responsables como en tododiscurso poltico, sino a los culpables. Pero esos culpables, y ah se localiza un factor de granemocionalidad, son designados de manera global, incluso vaga, como si se tratara de seres malficosque estuvieran escondidos en las sombras, creando complots : la clase poltica, las lites fras ycalculadoras o la institucin que se trata de derrotar por medio de una revolucin de salvacinpblica [38] (como dice Le Pen para no emplear el trmino consagrado de establishment). La figuradel complot es recurrente en el discurso populista. Corresponde a la tpica de la antipata comoorientacin de afecto en contra de un agresor o simplemente de un enemigo. Hay enemigos

    internos (los grupos de presin para Le Pen ; los oligarcas para Chvez), y hay enemigos externos(los inmigrantes para Le Pen ; el imperio estadounidense para Chvez).

    En fin, el lder populista debe instaurarse como salvador construyendo una imagen de podermediante un comportamiento oratorio elaborado por medio de "improperios", de frmulas dechoque. Los llamados tropiezos verbales y las provocaciones verbales de estos lderes no tienen otroobjetivo ms que el de construirse una imagen (un ethos) de personaje poderoso para procurar queel auditorio se adhiera a su persona ciegamente, incluso, que se proyecte en l, que se fusionecompletamente con l. De esta manera, el lder populista no deja de presentarse como elrepresentante del puebloal grado de no constituir sino una sola alma con este ltimo, ( PorqueChvez no es Chvez. Chvez es el pueblo venezolano [39]) y exponer en primer plano susinceridad para desmarcarse de la clase poltica que no hara ms que mentir ; el lder populista dicehago lo que digo, digo lo que hago.

    Sin embargo, instaurarse como redentor no es solamente injuriar al mundo, sino tambin exaltarvalores y convertirse en su portavoz. Valores comunitarios, porque se trata de pasar delresentimiento [40] a la reapropiacin de una identidad originaria : S, nosotros estamos a favor dela preferencia nacional porque estamos por la vida y en contra de la muerte, por la libertad y encontra de la esclavitud, por la existencia y en contra de la desaparicin [41]. Los valorescomunitarios que se apoyan sobre discursos que exaltan otros valores como aquellos que remiten ala naturaleza y a todo lo que es original : Somos criaturas vivientes. [] Somos parte de lanaturaleza, obedecemos sus leyes. Las grandes leyes de las especies gobiernan tambin a loshombres a pesar de su inteligencia y, a veces, de su vanidad. Si violamos sus leyes naturales, lanaturaleza no tardar en tomar venganza en nuestra contra [42]. Exaltacin tambin de losvalores de filiacin y de herencia, como lo hace Le Pen : Por supuesto que se trata de nuestratierra, de nuestros paisajes, tal como fueron proporcionados por el Creador, pero tambin tal y como

    fueron defendidos, conservados y embellecidos por aquellos que poblaron este territorio desde hacemiles de aos y de los cuales nosotros somos los hijos [43] ; o Chvez cuando trae a colacin ensus discursos las figuras de Simn Bolvar o del Che Guevara y cuando se refiere al rbol de las tresraces .

    Recurrir a efectos emocionales es constitutivo de todo discurso poltico, pero toma un carcterparticularmente exacerbado en el discurso populista.

    Para terminar, quisiera que se me permitiera tomar un ejemplo del contexto poltico mexicano queno tiene nada de populista pero que produjo efectos emocionales : el caso de la comandanteEsther enviada por el EZLN, movimiento zapatista de liberacin nacional de los indgenas deChiapas, para ofrecer un discurso frente a los elegidos del pueblo en la Cmara de Diputados deMxico. La comandante termin su discurso que era un llamado a que se reconociera que los

    indgenas de Mxico son parte integrante de la nacin mexicana- gritando tres veces VivaMxico ! , grito que fue retomado a coro, cada vez, por la honorable asamblea. Ahora bien, estegrito es del privilegio del presidente de la Repblica mexicana quien, en cada fiesta nacional, lanza elgrito desde el balcn presidencial de Palacio Nacional, frente a la plaza de la Constitucin. A cadagrito de Viva Mxico, el pueblo reunido en la plaza lo retoma a coro. La comandante Esther hayque recordar que pronunci su discurso enmascarada de esta manera les puso una trampa a losdiputados al hacerlos comulgar emocionalmente con ella, la Indgena, atrs de la cual se encontrabatoda su comunidad. Al responder a este grito, los diputados se vieron obligados a reconocer que elmovimiento zapatista no es un movimiento de disidencia identitaria, sino por el contrario, de fusinidentitaria en el pueblo mexicano. He aqu un bello ejemplo de estrategia de dramatizacin en la cualse ven mezclados, por motivos serios, un ethos identitario (Nosotros, indgenas de Chiapas, somosparte del pueblo mexicano), un efecto de pathos que toca la fibra patritica de los diputados(ustedes como nosotros celebramos la nacin mexicana) y un llamado a la fusin dentro de una

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    identidad social (la unidad del pueblo necesaria a la constitucin de la nacin).

    Referencias bibliogrficas

    Angenot, Marc, Les idologies du ressentiment, XYZ diteur, Montral, 1996.Arnoux Narvaja, E., El discurso latinoamericanista de Hugo Chvez, Editorial Biblos, Buenos Aires,2008, p.46.Barthes, R., Fragments du discours amoureux, Seuil, Paris, 1977, pp. 8-9 ; 1. edicin en espaol :Barthes, R., (1984), Fragmentos de un discurso amoroso, Siglo Veintiuno Editores, 254p.Cayla F., "La nature des contenus motionnels", en La couleur des penses, Raisons pratiques,

    EHESS, Pars, 1995, p.84.Charaudeau P. (dir.), Regards croiss, Didier Erudition, Paris, 1990 ; Miradas cruzadas, UNAM,Mxico, 1995.Charaudeau P., Grammaire du sens et de lexpression, Hachette, Paris, 1992.Charaudeau P., "Le contrat de communication dans une perspective langagire : contraintespsychosociales et contraintes discursives", en Psychologie sociale et communication, Bromberg M. yTrognon A (dirs.), Dunod, Paris, 2004.Charaudeau P., "Reflexiones para el anlisis del discurso populista", Discurso y Sociedad, 2009.Charaudeau P., Le discours politique. Les masques du pouvoir, Vuibert, Paris, 2005.Charaudeau, P. y Montes, R. (dirs.), La voix cache du tiers. Des non-dits du discours, LHarmattan,Paris, 2004 ; Montes, R. G. y Charaudeau, P. (coords.) El tercero . Fondo y figura de las personasdel discurso, Mxico, BUAP, 2009.Ducrot, O. "Argumentation et topoargumentatifs", Mimeo, 1987.Elster, J., "Rationalit, motions et normes sociales", en La couleur des penses, Raisons pratiques,EHESS, Paris, 1995, pp.34-35.Goffman E., Les Cadres de lexprience, Minuit, Paris 1987 (1re ed. 1974, Frame analysis : Anessay on the organization of experience. London : Harper and Row ; edicin en espaol : Frameanalysis : los marcos de la experiencia, Centro de Investigaciones Sociolgicas, Madrid, 2006.Laurent Thvenot, "motions et valuation dans les coordinations publiques", en La couleur despenses, Raisons pratiques, EHESS, Paris, 1995, p.158.Nussbaum M., "Les motions comme jugement de valeur", en La couleur des penses, Raisonspratiques, EHESS, Paris, 1995, p.24.Ogien R., La haine, en La couleur des penses, Raisons pratiques, EHESS, Paris, 1995.Papermann P., "Labsence dmotion comme offense", en La couleur des penses, Raisons pratiques,EHESS, Paris, 1995, p.181.

    Sperber D. & Wilson D., La Pertinence. Communication et cognition, Minuit, Paris, 1989 ; edicin enespaol : Sperber, D. y D. Wilson (1994) : La relevancia. Comunicacin y procesos cognitivos.Madrid, Visor.

    [1] Fisiologa del comportamiento, psicologa diferencial, psicologa social, psicoanlisis.

    [2] Para la diferencia entre explicacin causal y explicacin interpretativa ver Ogien R., La haine,en La couleur des penses, Raisons pratiques, EHESS, Pars, 1995.

    [3] Papermann P., "Labsence dmotion comme offense", en La couleur des penses, op.cit., p.181.

    [4] Fragments du discours amoureux, Le Seuil, Pars, 1977, pp. 8-9 ; 1. edicin en espaol :Barthes, R., (1984) Fragmentos de un discurso amoroso, Siglo Veintiuno Editores, 254p.

    [5] Hay que recordar que la historia de la palabra discurso la hace transitar un trayecto que va deaccin de recorrer en todos sentidos (latn) lo que recuerda R. Barthes en sus Fragments-, aconversacin (latn bajo) y luego a expresin verbal del pensamiento (Siglo VII). El discurso es ala vez lo que expresa y constituye el pensamiento y lo que circula entre los miembros de unacomunicad social.

    [6] Vase La couleur des penses, op. cit.

    [7] Nussbaum M., "Les motions comme jugement de valeur", en La couleur des pensesop.cit.,p.24.

    [8] Paperman, op.cit. ,p.186.

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    [9] Paperman, op.cit, p.10.

    [10] Cayla F., "La nature des contenus motionnels", en La couleur des penses, op.cit.,p.84.

    [11] Elster, John, en La couleur des penses, op.cit., pp.34-35.

    [12] Nussbaum, M., en La couleur des penses, op.cit., p.24.

    [13] N. de la T. Esto recuerda la historia del personaje de la zaga wagneriana, Siegfried, el cual noconoca el miedo. Despus que Siegfried tratara con bestias salvajes del bosque, matara a un dragny de que se enfrentara al Dios mximo, Wotan, logrando romperle su lanza, descubre en unamontaa rodeada de fuego a Brnhilde (Valkiria castigada por Wotan por haberlo desobedecido).Cuando Siegfried descubre que quien yaca en la montaa no era un guerrero, sino una mujervestida de guerrero, empieza a tener sntomas corporales que nunca haba experimentado. En esemomento conoce el miedo.

    [14] Elster, J., "Rationalit, motions et normes sociales", en La couleur des penses, op.cit., p.35.

    [15] Naussbaum, Martha, en La couleur des penses, op.cit.,p.25.

    [16] Paperman, Patricia quien sigue en esto a Coulter op.cit., p.133.

    [17] Paperman, P., op.cit., p.188. Esta posicin se opone al punto de vista llamado disruptivo que considera que las emociones perturban la regulacin interaccional y que estas ltimas seran,

    precisamente, los garantes de un control social sobre las tendencias salvajes de los agentes(p.175), pero sin integrarlas. .

    [18] Paperman op.cit., p.189.

    [19] en La couleur des penses, op.cit. (p.86-87).

    [20] Idem. :228.

    [21] Eso comparte el mundo de la didctica y del aprendizaje lingstico entre los defensores de laenseanza de una gramtica explcita y aquellos de la enseanza de una gramtica implcita.

    [22] en La couleur des penses, op.cit. (p.11).

    [23] Para ver la diferencia entre saberes de conocimiento y saberes de creencia, vaseCharaudeau, P. y Montes, R. (dirs.) (2004) La voix cache du tiers. Des non-dits du discours, LeMesnil-sur-lEstre, Francia, Harmattan ; Montes, R. G. y Charaudeau, P. (coords.) (2009) El tercero . Fondo y figura de las personas del discurso, Mxico, BUAP, Vicerrectora de Investigaciny Estudios de Posgrado.

    [24] Vase a este respecto la encuesta intercultural entre Mxico y Francia : Regards croiss, DidierErudition, Pars, 1990 ; Miradas cruzadas, UNAM, Mxico, 1995.

    [25] Consenso sensorio-proposicional dice Fabien Cayla, en La couleur des penses, op.cit., p.92.

    [26] Elster, en La couleur des penses, op.cit., p.38-39.

    [27] Laurent Thvenot recuerda : el gesto de desabrocharse su cuello de camisa , a partir de Lasexpresiones de la fisionoma humana, "motions et valuation dans les coordinations publiques", enLa couleur des penses, op.cit., p.158.

    [28] Ducrot, O. "Argumentation et topo argumentatifs", Mimeo, 1987.

    [29] La Pertinence. Communication et cognition, Minuit, Pars, 1989.

    [30] Vase nuestra Grammaire du sens et de lexpression, Hachette, Pars, 1992.

    [31] Vase nuestra Grammaire du sens et de lexpression, op. cit.

    [32] Van Eemeren, F. H. y Grootendorst R., A Systematic Theory of Argumentation. The pragma-dialectical approach, Cambridge University Press, 2004.

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    [33] Les Cadres de lexprience, Minuit, Paris 1987 (1re ed. 1974, 1974 : Frame analysis : Anessay on the organization of experience. London : Harper and Row. (edicin en espaol : Frameanalysis : los marcos de la experiencia, Centro de Investigaciones Sociolgicas, Madrid, 2006)

    [34] Lo que Goffman no propone.

    [35] Vase "Le contrat de communication dans une perspective langagire : contraintespsychosociales et contraintes discursives", en Psychologie sociale et communication, Bromberg M. yTrognon A (dirs.), Dunod, Pars, 2004.

    [36] Vuibert, Pars, 2005.[37] "Reflexiones para el anlisis del discurso populista", Discurso y Sociedad, 2009.

    [38] Jean-Marie Le Pen, Identit, enero, 1990.

    [39] Narvaja Arnoux, Elvira , El discurso latinoamericanista de Hugo Chvez, Editorial Biblos, BuenosAires, 2008, (p.46).

    [40] Para esta nocin, vase Angenot, Marc, Les idologies du ressentiment, XYZ diteur, Montral,1996.

    [41] La Lettre de Jean-Marie Le Pen, del 15 de mayo, 1991, p.115.

    [42] Discurso de Jean-Marie Le Pen pronunciado en las fiestas de los Bleu-blanc-rouge (Azul-blanco-rojo) en Prsent, op.cit., p.87.

    [43] Discurso de Jean-Marie Le Pen en Saint-Franc, Prsent, 21 y 22 octubre 1991, p.88.